Boletín Salesiano Uruguay | Abril 2023

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URUGUA Y / Cuarta época / Año XLIII / Nº 3 /Abril 2023 / www .issuu.com/bsuru

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¡SÍ, HAYALGO NUEVO BAJO ELSOL!

P. Raúl García SDB

El centro en los jóvenes: sobre el Capítulo Inspectorial y la Pastoral Juvenil

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SINTONIZANDO CON DON BOSCO

Don Ángel Fernández Artime SDB “La caricia de Dios que cambia vidas”

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CARTADELDIRECTOR

Hijos de un soñador

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TODO PORAMOR CON TODO ELCORAZÓN

Arazati Quintana García y Pablo Ramos

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FAMILIAEN OBRA

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ME GUSTA, COMENTO, COMPARTO

Hna. Cecilia Gayo HMA “Cómo caminar juntos”

P. Jorge Pérez SDB “Sacudirnos el polvo”

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SINTONIZANDO CON DON BOSCO

Sor Chiara Cazzuola HMA “El Rosario, la oración del corazón”

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VALE LAPENAVIVIRASÍ

Esc. Mariana Valle “Ir aprendiendo a ser equipo está bueno”

PÁG 31.

GALERÍADE INSTAGRAM

Boletín Salesiano

PÁG 16. CON NOMBREYAPELLIDO

Consejero Regional para el Cono Sur de América, P. Gabriel Romero SDB “Hay una buena experiencia de comunión en la Región”

PÁG 20. AQUÍYAHORA

Prof. Oscar Campana TRANSICIÓN: la palabra clave HOY para la misión compartida

PÁG 25.

SABORABUENAS NOCHES

Juan Manuel Fernández sdb “El capítulo de los Bosco”

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UNAMANOAMIGA

Santiago Texeira, coordinador del Centro Salesiano Aires Puros “Lo esencial es mirarnos y sentirnos hermanos con los demás”

Revista de información sobre la Familia Salesiana y de cultura religiosa

Director: P. Sebastián Ferreyra sdb

Redactora Jefa: Adriana Porteiro

Columnistas: Hna. Cecilia Gayo hma, Juan Manuel Fernández sdb y P. Jorge Pérez sdb.

Equipo de redacción en este número: Natalia Roba, Marcelo Hernández y Nahuel Durand.

Fotografía: SSofía Cayota, de ANS, Shutterstock, fotos de archivo del BS. Corrección: Graciela Rodríguez

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DELÁRBOLSALESIANO

Karen Amaro y P. Hugo Espinosa SDB “Necesitamos siempre volver a Valdocco"

Diseño: gustavo@tanganika.com.uy

Impresión: Mosca

Departamento Comercial: Luis Gómez

E­mail: boletinsalesianouruguay@gmail.com

Celular: 092 432 286

Dirección, redacción y administración: Av. Agraciada 3181

CP 11800, Montevideo; tel. 2209 4521

Sitio web: www.issuu.com/bsuru

Email: boletinsalesianouruguay@gmail.com

Afiliado a la Cámara Uruguaya del Libro. / Depósito Legal: 366.191

salesianosuy

HIJOS DE UN SOÑADOR

Desde los orígenes la Congregación Salesiana ha tenido instrumentos que le permiten ser fiel a la originalidad y riqueza del carisma y al mismo tiempo adaptarse y abrirse a los desafíos que la historia y la cultura proponen al ser humano de cada tiempo. Los “Capítulos Generales” son una experiencia mundial potente de animación y gobierno de la congregación para la fidelidad y transformación que se necesitan. En cada inspectoría del mundo esta misma experiencia se replica de modo que la Congregación unida en el Espíritu pueda hacerse presente en cada diversa y singular realidad del mundo.

A través de distintos modos (fichas, reflexiones, asambleas) hemos ido generando un proceso capitular que tuvo su momento central en la Asamblea Capitular el febrero pasado. En ella nos encontramos 72 participantes, consagrados, laicos adultos y jóvenes para discernir sinodalmente aquellos elementos esenciales al Uruguay Salesiano que soñamos y proyectamos juntos poniendo en juego el modo en que queremos hacerlo.

Fue una profunda experiencia de sinodalidad en la que buscamos compartir la vida, la misión, la vocación. Esto supone un gran desafío, porque no estamos habituados a trabajar así y aparecen, como en todo proceso de cambio, muchas resistencias. Nos vimos auxiliados por el Espíritu, quien nos movilizó a vivir algunas actitudes fundamentales en clave sinodal, que sin duda tendremos que seguir cultivando. Probablemente este sea el fruto más maduro del camino que hemos iniciado.

Las actitudes esenciales que la Iglesia, en el camino hacia el próximo Sínodo, nos invitan a vivir pueden ser muy iluminadoras: (a) tiempo para compartir, saliendo del mero efectivísimo y de la rigidez de los vínculos. (b) la humildad en la escucha y la valentía en el hablar, (c) el diálogo que conduce a la novedad, (d) la apertura a la conversión y al cambio, (e) el ejercicio eclesial de discernimiento, signo de una Iglesia en camino, (f) el dejar atrás los prejuicios y los estereotipos,

(g) el tener el valor de superar el clericalismo, (h) curar el virus de la autosuficiencia, (i) hacer nacer la esperanza, (j) superar las ideologías.

Este Boletín nos pondrá en contacto con experiencias transformadoras que no solo nos orientan hacia el Uruguay Salesiano que soñamos, sino que nos indican el modo en que queremos y necesitamos hacerlo.

Por consultas: 092 432 286 Tu puente con la vida salesiana.

CARTA DIRECTORDEL 3
P. Sebastián Ferreyra sdb
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¡SÍ,HAYALGONUEVO BAJOELSOL! 4

EL CENTRO EN LOS JÓVENES

“La llegada a las juventudes sale de adultos y comunidades que conservan la voluntad de estar con los jóvenes, y eso es el corazón de la vida salesiana”, sostiene el P. Raúl García sdb.

Después de un amplio recorrido por varias casas salesianas de todo el país, el Padre Raúl asumió el servicio de delegado de la Pastoral Juvenil en febrero de 2023 y en esta entrevista reflexiona sobre los desafíos del Sector, sus anhelos y los retos planteados en el último Capítulo Inspectorial.

¿Cuáles son, en concreto, los principales puntos del Capítulo Inspectorial que hacen eco en la Pastoral Juvenil?

Nos habla de trabajar juntos consagrados, laicos y jóvenes, seguir dinamizando una metodología de discernimiento comunitario, y aportar a los procesos que tienen que ver con darnos tiempo para construir juntos.

¿Qué aspectos planteados movilizan y dinamizan desde la perspectiva de la Pastoral Juvenil?

El Capítulo Inspectorial puso en evidencia la necesidad de una nueva dinámica que emerge, más integral, de búsquedas sinodales y de algunas cuestiones que necesitan ser modificadas. Venimos de modelos de gestión y organización que necesitan un cambio, porque no se está logrando que sean efectivas pastoralmente, tienen un esquema de funciones que no son las más adecuadas y modos de vinculaciones que necesitan aggiornarse. A su vez, el Capítulo planteó otro modo de poder asumir juntos la misión salesiana en Uruguay. Hay que dinamizar mucho lo sinodal, que salesianos consagrados, laicos y jóvenes llevamos adelante la misión salesiana en Uruguay, algo que en capítulos anteriores no estaba tan presente. También emerge dinamizar la metodología, la del discernimiento comunitario, donde

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Sobre el Capítulo Inspectorial y la Pastoral Juvenil

se avance y se llegue a decisiones por consensos. Lo otro novedoso es el proceso, por ejemplo, se llevó a cabo una Asamblea Precapitular, no tiene que terminar todo ahí, sino que hay que dar tiempo a los discernimientos. De hecho se va a conformar una comisión poscapitular que buscará ahondar en algunas cuestiones que quedaron para definir.

¿Cuáles son los desafíos que plantea el Capítulo?

El desafío es cómo todo esto que va emergiendo termina concretándose en nuevos modos de organización, que tiene que ver con los roles, estructuras, con los flujos de comunicación, y con modos asertivos de poder vincularnos y relacionarnos. También cómo lo planteado en el Capítulo se concreta en los modelos de gestión, que puedan funcionar por lógicas de sinodalidad y discernimientos comunitarios. Tenemos el reto de conjugar las herramientas del Capítulo, tomarlo como un momento de inflexión, y lograr que se permee en varios aspectos de vinculación, organización y de modelos de gestión de la comunidad salesiana.

¿Cuál es la trascendencia de tener este tipo de instancias para la Congregación?

El Capítulo es importante porque genera identidad, ser fieles a Don Bosco y a la misión salesiana. La fidelidad a los orígenes no es repetir siempre lo mismo, sino captar el espíritu de los orígenes, y la dinámica hace que vivamos nuestra identidad tomando las coordenadas del momento histórico que nos toca vivir. Tenemos que visualizar cómo logramos que nuestra identidad salesiana sea significativa y responda al hoy.

¿Qué implica el rol de delegado de la Pastoral Juvenil que iniciaste hace apenas unos meses?

Implica coordinación de equipos que buscan animar y acompañar la misión salesiana en Uruguay, en todas sus expresiones: colegios, parroquias, obras sociales, oratorios. Es un trabajo de mucha sinergia con los equipos del Sector, propios de la Pastoral Juvenil y también con otros delegados. Una tarea que incluye articulación y trabajo conjunto.

¿De qué se tratan los desafíos que tiene la Pastoral Juvenil a corto y mediano plazo? Hay un gran desafío que es generar articulación y sinergia, donde estoy convencido de que “todo está conectado”, frase y concepción que se puede aplicar a distintos niveles. Necesitamos evidenciar las conexiones y conectar distintas realidades que crean cosas nuevas. Hay una tarea personal de articulación, vinculación y de poder acompañar desde la cercanía a las comunidades. Otro reto importante es cómo logramos llegar a todas las juventudes. Estamos embarcados en reflexiones sobre cómo llegar a jóvenes mayores de 20 años. Hay que lograr que las obras y estructuras salesianas lleguen a los jóvenes y consigan vincularlos entre sí. Es una tarea trascendente a futuro. A largo plazo

un desafío es colocar cada vez más en el centro de todos nuestros esfuerzos a las juventudes, que puede parecer algo obvio, pero necesitamos recuperar nuestra identidad con el eje en los jóvenes.

¿Cuáles son tus anhelos para la Pastoral Juvenil?

Me gustaría ver una Pastoral cada vez más integrada, que sea un lugar donde todo joven tenga su sitio, y todos los que estamos en la misión salesiana sumemos esfuerzos para eso desde nuestros lugares. Hay experiencias y búsquedas muy buenas, creo que es importante lograr visualizar las casas y lugares para vincularlos con los demás y sumar riquezas, abrir nuestras puertas para propuestas e iniciativas que nos vinculen. Un anhelo es recibir toda la diversidad de jóvenes, situaciones y de casas, y generar una unidad de criterios y de orientación. Que no signifique uniformidad, pero sí unidad de proyectos e identidad salesiana carismática acogiendo la diversidad. Que no nos coman los roles y estructuras de gestión, estar y acompañar no puede quedar en segundo plano. La llegada a las juventudes sale de adultos y comunidades que conservan la voluntad de estar con los jóvenes, y eso es el corazón de la vida salesiana.

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La caricia de Dios que cambia vidas

Él se llama Alberto. Ella, una joven mamá, no sé cómo se llama. Él vive en el Perú. Ella en Hyderabad (India). Lo que une estas dos historias de vida es que yo los he conocido con motivo de mi servicio y lo que tienen en comúny es precioso­, es que conocer la caricia de Dios a través de la acogida que en su día les hizo Don Bosco en una de sus casas les cambió la vida, y los salvó de la situación de pobreza y quizá muerte a la que estaban destinados. Y creo poder decir que el fruto de la Pascua del Señor pasa también a través de los gestos humanos que curan y salvan.

Estas son las dos historias. Me encontraba en Huancayo (Perú) hace unas semanas. Iba a celebrar la eucaristía con más de 680 jóvenes del Movimiento Juvenil Salesiano de la Inspectoría, junto a varios cientos de personas de esa ciudad en la alta montaña del Perú (a 3200 metros de altitud), y me dicen que un antiguo alumno quiere saludarme; que viene de camino viajando casi cinco horas para llegar y otras tantas para regresar Respondí que con gusto lo saludaba y le agradecía su bello gesto. Y llegó el momento en el que antes de la Eucaristía se me acerca una persona joven que me dice que tiene mucho gusto en saludarme. Me dice su nombre (se llama Alberto), y añade: “Estoy aquí y he querido hacer este viaje para agradecer en su persona a Don Bosco porque los salesianos me han salvado la vida”. Yo se lo agradecí y añadí que por qué me decía eso. Y siguió con su testimonio y cada palabra me iba llegando más y más al corazón. Me dijo que era un muchacho difícil; que dio mucha lata a los salesianos que lo tenían acogido en uno de los hogares para muchachos con dificultad. Agregó que habrían tenido decenas de motivos para quitárselo de en medio porque “yo era un pobre diablo, y sólo me podía esperar algo malo, pero ellos me

tuvieron mucha paciencia”. “Y pude hacer mi camino, seguí estudiando y a pesar de mi rebeldía una y otra vez me dieron nuevas oportunidades, y hoy soy un padre de familia, tengo una niña preciosa, y soy educador social. De no haber sido por lo que han hecho en mí los salesianos, mi vida sería muy distinta, si es que no se hubiera terminado ya”.

Yo me quedé sin palabras y muy conmovido. Le dije que le agradecía muchísimo su gesto, sus palabras y su viaje, y que su testimonio de vida lo decía todo.

Cinco días después de este encuentro estoy en el sur de la India, estado de Hyderabad. En medio de muchos saludos y actividades, una tarde me espera en la recepción de la casa salesiana una joven mamá con su hijita de seis meses. Quería saludarme. Hicimos unas fotos de recuerdo, como deseaba la joven mamá. Eso fue todo en este encuentro. No hubo otras palabras, pero sí había una historia dura y preciosa: se trata de que esta joven mamá en su día fue una niña recogida de la calle. Es fácil imaginarse su destino. Pero, en la providencia del buen Dios, un día la encontró el sale­

siano que había iniciado en este estado de Hyderabad la acogida de chicos y chicas de la calle. Ella fue una de las niñas que pudo tener una casa junto a otras muchachas. Junto a las educadoras mis hermanos salesianos aseguraban la formación y la atención de todas las necesidades esenciales. Y así es como esta niña de entonces pudo hacer un camino en la vida que la ha llevado a que hoy es esposa y madre, y algo que me parece precioso: profesora del colegio salesiano en el que yo me encontraba. Aquí está la clave de cómo muchas vidas se pueden transformar para el bien.

¿Cómo no podría ver en estos dos hechos la “mano de Dios” que nos alcanza a través del bien que nosotros podemos hacer? Y ese nosotros somos todos los que en cualquier parte del mundo, en cualquier situación de vida y profesión, creemos en la humanidad y creemos en la dignidad de toda persona, y creemos que un mundo mejor se debe seguir construyendo.

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Tiene 23 años. Es asistente técnica en Primera Infancia y se encuentra cursando cuarto año de la carrera Maestra en Primera Infancia. Trabaja como catequista y animadora del MJS en la primaria del Colegio Nuestra Señora del Rosario de Paysandú. Vive en Paysandú con un grupo de amigos: Rocío, Guillermo y Nahuel.

¿Qué te hace feliz?

Los almuerzos en familia cuando vuelvo a mi ciudad, Ombúes, compartir mis fines de semana con mis amigas, las sonrisas y abrazos de los niños en las galerías del colegio, en el jardín y los libros.

¿Cuál es tu mayor miedo?

La soledad y el temor a no ser suficiente para los demás. ¿A quién admirás?

A mis padres, mi hermano, mi abuela, a Santiago, animador del MJS que entrega todo su amor y evangeliza con respeto y calidad, brindándonos comodidad a los que trabajamos con él. Si tuvieras que elegir un acontecimiento que marcó tu vida, ¿cuál sería?

Un retiro en La Paz, Colonia, en el año 2016, junto a la pastoral juvenil de la Diócesis de Mercedes. Fue un empezar de cero mi vida como cristiana, me demostró que con amor, ayuda de nuestros hermanos, esperanza y fe todo puede sanar

¿Cómo nació tu vocación como animadora?

Nació en las primeras animaciones en Villa Mariana, Mercedes. Conocí lo hermoso que es animar y más me gustó cuando descubrí que a través de la animación podía acompañar personalmente a niños, adolescentes y jóvenes que necesitaban ser escuchados. Por otro lado, mi vocación como animadora fue creciendo cuando tuve la oportunidad de ser animadora salesiana y comprobar que a través de mi servicio podía sacarles sonrisas a los demás.

¿Qué huella van dejando en vos los ambientes salesianos? Un montón, todo el tiempo estoy rodeada de personas que constantemente me ayudan a progresar, a trabajar en equipo, y espero estar devolviéndoles aunque sea un poco de todo lo que me dan.

No volvería a…

No volvería a alejarme de este camino salesiano. Pasando raya a la experiencia del Capítulo Inspectorial en el que participaste con voz y voto ¿qué te quedó resonando? Leyendo los materiales ese primer día encontré la palabra diversidad y para mis adentros dije “qué genial”, pero claro, luego pregunté en el grupo y me pregunté a mí misma ¿diversidad de qué?, ¿diversidad de pensamiento o diversidad de género? ¿Y por qué no, diversidad de género? pregunté, porque este tema es algo que acompaña a la juventud de hoy en día y de antes también. Admito que me pregunté muchas veces, ¿lo digo o no lo digo?, terminemos con el hacerle oídos sordos a este tema tan sentido y vivido por los jóvenes, por nuestros jóvenes, los jóvenes de las capillas, los de los colegios, los del barrio, oratorios. El grupo acogió rápidamente mi inquietud, me escuchó y apoyó. Me pregunto, ¿cuántos jóvenes dejaron de vivir la fe por el miedo a ser etiquetados por la sociedad, la fe cristiana y salesiana? En fin, ser etiquetados por asumir, expresar y vivir su sexualidad diferente a lo que conocemos como “común” o bien. Sé que es chocante darse cuenta de esto, sé que es un desafío para todos, tanto consagrados,

salesianos, laicos, pero lo he vivido de cerca, y durante mi camino de fe me he cruzado con mucha gente, excompañeros o integrantes de grupos de jóvenes que siempre me cuestionan este tipo de temas. Me pregunto, ¿Don Bosco estaría feliz con este tipo de actitudes?, por lo que he leído y me he ido informando, Don Bosco salía a las calles al encuentro con los jóvenes, sin importar raza, vestimenta, poder adquisitivo, orientación sexual. Don Bosco salía de brazos abiertos al servicio de todos por igual. He escuchado por ahí, ¿qué pasa con los jóvenes que cada vez son menos?, esto es lo que pasa, se los aparta, no se les da un voto de escucha, no se los acompaña y así es como se alejan, no solo jóvenes que deciden amar a alguien de su mismo sexo, sino también jóvenes a quienes no se los apoya cuando hablan de estos temas. Es por esto que hoy elijo escribir estas líneas, por aquellos que no se animan, por los que se animaron y no fueron escuchados, por los que quedaron afuera con ganas de vivir el servicio, la misión y la fe que Dios como hermanos nos ha enseñado a todos.

El lema 2023 de las casas salesianas “Crecer desde adentro” ¿a qué sentís que te llama a vos hoy?

Lo siento como lema de mi vida, me invita a mirarme desde adentro, lo que soy, lo que tengo para dar, hacia dónde estoy yendo, me llama a darme cuenta de lo que tengo para curar y aprender para seguir creciendo como animadora, catequista y como Arazati.

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Tiene 26 años. Es estudiante de la Licenciatura en Recreación Educativa en la Universidad Católica del Uruguay. Trabaja como animador y encargado de grupo en el Colegio Salesiano de la Costa. Vive en el barrio Cordón con Florencia, su novia, y Mushu, su gato.

¿Qué te hace feliz?

Me hace muy feliz compartir con las personas que quiero.

¿A quién admirás?

A mis viejos.

Si tuvieras que elegir un acontecimiento que marcó tu vida, ¿cuál sería?

Elegiría el día que decidí participar como animador en la Colonia de Vacaciones de la Parroquia Santa Rosa de Lima en el Pinar. Es increíble todo lo que derivó de aquella experiencia. Consolidé grandes amistades y pareja, además pude desarrollar mi vocación e interioridad. No sería ni cerca quién soy ahora de no ser por estas vivencias. ¿Cómo nació tu vocación como animador?

Pienso que nació en mi infancia. En parte se lo debo a mis hermanos mayores, siempre fueron excelentes animadores. Compartimos historias y juegos que preparaban con dedicación para mí y mi hermana menor. Mis viejos tuvieron mucho que ver también, siempre atentos a que disfrutáramos, atentos a los detalles y con espíritu festivo siempre. Ellos me presentaron a Dios amor y cercano. Luego fui desarrollando mi gusto por la animación más de adolescente, en campamentos, jornadas y otras actividades, pero la semilla la encuentro en mi hogar

¿Qué aprendés de los otros jóvenes?

Aprendo mucho de su rebeldía y sentido del humor

¿Qué huella van dejando en vos los ambientes salesianos?

Que Dios se manifiesta en nuestro día a día.

Si pudieras volverías a…

Volvería a disfrutar de algún día pasado de mi vida. Quizás de mi infancia o adolescencia. Sobre todo pensando en volver a encontrarme con algunas personas a quienes guardo gran cariño y que por distintos motivos seguramente no nos veamos de nuevo.

No volvería a…

Invertir tanto tiempo en estudiar Ingeniería.

Pasando raya a la experiencia del Capítulo Inspectorial en el que participaste con voz y voto ¿qué te quedó resonando?

Me quedaron resonando varias cosas del encuentro. Lo primero, es

lo importante y necesario de los espacios de discernimiento colectivos, sinodales. En segundo lugar, lo enriquecedor y desafiante de los diálogos intergeneracionales o de distintos paradigmas. Quiero destacar también los espacios de fraternidad compartidos que, sin duda, hacen a la manera de caminar juntos, en las buenas y en las malas. Me quedo con las charlas compartidas, especialmente las de “pasillos” o “sobremesa”. Por otra parte también fue una oportunidad de darse cuenta de que lo más rico se encuentra en el proceso interno que cada participante pudo ir haciendo y cómo lo derramará en las respectivas comunidades en las que se encuentra. El encuentro me resultó representativo de nuestra realidad como Iglesia hoy. Elijo creer en las palabras de uno de los participantes a quien estimo mucho: “Dios está actuando, algo nuevo se está gestando”

¿Cuáles considerás que son los mayores desafíos para la misión compartida entre salesianos consagrados, laicos y jóvenes?

Pienso que el desafío más grande que enfrentamos es poder salir de nuestras seguridades o estructuras para poder dar respuestas a un mundo que siempre nos interpela. Debemos ser más creativos y valientes. Tenemos el desafío también de que las discusiones e intercambios compartidos no queden en meras cuestiones de redacción. Debemos ser consecuentes y responsables de las posturas que asumimos y de las que no.

El lema 2023 de las casas salesianas “Crecer desde adentro” ¿a qué sentís que te llama a vos hoy?

Siento que me desafía a desarrollar mi vida lo más que pueda. Me gusta mucho la invitación a que sea “desde adentro”, pienso que es desde allí que se puede crecer de manera orgánica. Desde lo que soy

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Por allá, en el lejano 1963, cuando yo terminaba mi gestación en el seno materno y nacía, la Iglesia también estaba en plena gestación materna. Un par de años después, el Concilio Vaticano II, iniciado el mismo 1963, daría a luz una profunda renovación eclesial, que la orientaba más decididamente hacia sus raíces evangélicas y su vocación de “pueblo” convocado para servir al mundo.

“Quiero sacudir todo el polvo imperial que, desde Constantino, se ha pegado al trono de Pedro”, había dicho el Papa Juan XXIII a un embajador en los años de la convocación del Concilio.

Desde entonces, entre resistencias y entusiasmos, entre esperanzas y retrocesos, se han venido dando pasos. Y también en nuestra Familia Salesiana, que es nuestro modo de ser Iglesia. Entre estos pasos, algunos tienen una especial importancia por su carácter renovador y simbólico. Creo que así ha sido nuestro Capítulo Inspectorial 2023.

Una importante parte del “polvo del imperio” pegado en todos los rincones de la Iglesia, y por lo tanto también de la Congregación, ha sido fundamentarla toda ella en una estructura piramidal de poder, en vez de poner el fundamento en una estructura rica, variada, “poliédrica” – cómo dirá el Papa Francisco­ de ministerios (servicios).

Por eso, que en este Capítulo Inspectorial, laicos jóvenes y adultos junto con salesianos consagrados hayamos buscado discernir mejor nuestra identidad vocacional carismática común y nuestra misión salesiana; que hayamos trabajado para escucharnos con paciencia, buscando acuerdos en criterios y orientaciones, es algo que he sentido de una riqueza muy grande.

Hace mucho que experimento que la presencia de los laicos ha enriquecido enormemente tanto mi vocación como la misión. He aprendido mucho de muchos y muchas de ellos. El protagonismo de los jóvenes, tal como lo entendemos ahora, es un elemento más reciente y también está mostrando un potencial enorme.

Un elemento especialmente significativo es que los Capítulos Inspectoriales son, por nuestras Constituciones, la instancia mayor de gobierno de la Congregación que tenemos a nivel inspectorial. De modo que incluir a jóvenes laicos y adultos en una instancia de gobierno así, creo que tiene un peso especial dentro de los pasos que hemos dado hasta ahora.

Es también verdad que en algunos momentos sentí que el caminar se hacía pesado y demasiado complejo. Me surgía la tentación de querer resolver con más eficiencia. Resultaba un ejercicio disruptivo para mi apego a la practicidad tratar de armonizar toda aquella diversidad de edades, procedencias, opciones de vida, género, formación, sensibilidades sociopolíticas y tantas cosas más.

Y por eso mismo el Capítulo me ayudó a reconocer cuánto “polvo imperial” sigue acumulado en mí y sigue acumulado en otros asientos que no son la sede de Pedro, sino las sillas de cualquiera de nosotros, laicos o consagrados, adultos o jóvenes. Y es que, como sabemos quienes nos toca hacer limpieza, el polvo se esconde por todos los rincones y vuelve cada poco tiempo a ganar territorio donde nos descuidamos.

He sentido el Capítulo como experiencia muy enriquecedora, muy del Espíritu, pero no como punto de llegada, sino más bien como provocación para seguir sacudiéndonos el polvo.

10 FAMILIA OBRAEN

Cómo caminar juntos

"Sinodalidad: caminar juntos" es aquella actud que se ve reflejada en los discípulos de Emaús y en cómo Jesús se relacionaba con ellos. En este camino cada uno comparte sus vivencias, senmientos e interpretaciones de los hechos, y las palabras de uno se alojan en el corazón de los demás. De esta forma, juntos van acomodando los ritmos de sus pasos y les van otorgando un nuevo sendo.

"Sinodalidad" es una palabra que ene historia, y cuyo significado también lo ene, pero que ha sido redescubierto recientemente. En los úlmos empos la Iglesia ha puesto este concepto sobre la mesa nuevamente, con la intención de reflexionar sobre ella, lo que implica, y ponerla en prácca en todos los ámbitos eclesiales.

No basta con simplemente decidir vivir la sinodalidad para comenzar a hacer, no es un cambio que pueda realizarse de manera tan inmediata. Vivir la sinodalidad, el discernimiento en conjunto, es un camino interior que requiere que culvemos algunas actudes.

En primer lugar es importante culvar la escucha acva, dando lugar a la diversidad de opiniones y perspecvas. Es necesario desembocar en un diálogo sincero, donde haya una apertura personal y grupal a los aportes de los demás. Escuchar a los demás nos ayuda a ver las cosas desde una mirada diferente, a descubrir nuevas formas de pensar y a comprender mejor la realidad.

Otra actud fundamental en la sinodalidad es el sendo de corresponsabilidad. De la colaboración de todos depende realizar un buen discernimiento. Si uno solo no habla o si no se le da voz a algún miembro del grupo, se está acallando una palabra del Espíritu. Es esencial comprender que cada uno ene algo valioso que aportar al discernimiento, que todos somos importantes.

El discernimiento en conjunto implica también una actud de confianza en el Espíritu Santo. Creer que Él está presente en el diálogo y que nos guía hacia la verdad. Debemos tener la confianza de que si nos abrimos a los demás y escuchamos su voz, podre­

mos descubrir los signos de Dios en la historia y nos conducirá hacia lo que es mejor para todos.

El proverbio africano que afirma "si quieres ir rápido, camina solo; si quieres llegar lejos, camina acompañado" es cierto en muchos aspectos. La vida no se trata de correr hacia una meta lejana, sino de vivir cada momento con profundidad y significado. Y para lograr eso, es necesario caminar junto con otros. A veces esto significa reducir la velocidad para poder apreciar la belleza de la vida y contemplar a Dios en la historia. ¿Estás dispuesto a disminuir tu ritmo y acompasarlo con los demás para descubrir una comprensión comparda del mundo que nos rodea?

MEGUSTACOMENTOCOMPARTO 11
Hna. Cecilia Gayo HMA
VALE PENA ASÍ LA VIVIR 12

“Ir aprendiendo a ser equipo está bueno”

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Del Uruguay salesiano que encarnamos y vivimos hacia el Uruguay salesiano con el que soñamos. Así podría resumirse el trabajo de los últimos meses de la comunidad salesiana que tuvo como eje el Capítulo Inspectorial que se llevó a cabo en febrero en la Casa Vianney, de Montevideo. Allí, durante cuatro días integrantes de las diferentes Presencias salesianas pusieron en común sus sueños para, manteniéndose fieles al espíritu de Don Bosco, seguir renovando el carisma.

Esta instancia que se realiza cada tres años con el objetivo de ajustar los pasos hacia donde se dirige la Congregación, ya había sumado a laicos y fue una novedad, pero este año también los jóvenes tuvieron voz y voto.

Mariana Valle es una de las mujeres laicas que tuvo una activa participación en el Capítulo y contó cómo vivió esa experiencia, cuáles cree que son los principales desafíos para la comunidad salesiana y qué huella le dejó esta vivencia en su vida.

¿Qué es para vos el carisma salesiano?

Es vivir la fe en Jesús al estilo de Don Bosco, "estando siempre alegres", sintiéndonos en familia, desde lo que cada uno es, trabajando por el bien de los jóvenes, estando atento al otro, sobre todo al que más sufre, estando al lado suyo.

¿Cómo viviste le experiencia del Capítulo?

Fue un orgullo participar del Capítulo, ese espacio que antes era solo para los curas y consagrados y ahora fue

compartido con laicos, adultos y jóvenes. Fue lindo por lo heterogéneo, por los intercambios en los grupos, en los momentos de plenario más generales, y como siempre disfrutando del encuentro y de las charlas informales con gente tan querida... Me siento muy agradecida de haber podido estar.

¿Cómo analizás la tarea que tienen entre manos consagrados y laicos en “la misión compartida”?

Lo analizo como una preciosa oportunidad que la realidad

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de hoy nos regala, del trabajar codo a codo laicos y religiosos, enriqueciéndonos mutuamente con la diversidad de mirada, de proyectos, pero sabiendo que compartimos una misma misión. Se comparte el trabajo, la animación, el desafío del trabajo de gestión... abrazado todo esto por el sueño de Don Bosco.

Desde tu punto de vista, ¿cuáles son los desafíos para la Congregación de hoy, y cuáles son las debilidades en las que deberían trabajar?

Es una pregunta difícil porque es un tiempo de muchos cambios, donde mucha cosa va muriendo pero muchísimas otras están naciendo. Soy de tener siempre una mirada positiva de las cosas, incluso respecto a las debilidades, o más que debilidades, yo los llamaría desafíos. El hecho de que haya menos consagrados es un desafío, por ejemplo, pero la misión compartida nace como oportunidad y el ir aprendiendo a ser equipo está bueno. Obviamente lleva tiempo, son procesos, para algunos más fáciles que para otros, pero los encaramos con la seguridad de que juntos podemos. Supone crecer en diálogo, en manejar con cuidado el tema del entorno, lo que implica el "poder", siendo humildes, reconociendo cuando nos equivocamos, poniendo todos lo mejor de sí, siempre desde lo constructivo. Por otro lado, nos enfrentamos al desafío de cuidarnos mutuamente, que los religiosos se sientan acompañados por los laicos y viceversa, que en las distintas comunidades religiosas reine la fraternidad, la escucha atenta, que sean felices viviendo su vocación. También que los más jóvenes tengan en cuenta a los curas más veteranos que tienen tanto para seguir dando... Y bueno, como en todas las familias, con sus fortalezas y por esas cosas por las que hay que seguir creciendo, siempre desde el amor.

¿Cómo se desarrolló el Capítulo que tuvo lugar en febrero?

El Capítulo se desarrolló en Vianney durante cuatro días de muuuucho calor. Teníamos materiales como puntos de

Claves del Capítulo

partida: lo recogido en el encuentro precapitular que aportó mucho por la diversidad de miradas. Teníamos momentos de trabajo en grupos y de asamblea, desde un modo sinodal. Por acuerdos se intentó llegar a algunas definiciones, hubo otras que quedaron por concretarse porque el tiempo no nos dio y una comisión poscapítulo tomará la posta para ello. Tuvimos la triste noticia de la partida de nuestro querido Padre Jimmy mientras estábamos en el Capítulo. Fue un momento muy duro. Y ahí en familia, desde el abrazo unos con otros, nos acompañamos y luego compartiendo entre todos mil y una anécdotas vividas con Jimmy, con su alegría contagiosa y su frescura, logró transformar el dolor en sonrisa... un momento muy especial sin duda...

¿Qué aspectos del Capítulo te quedaron resonando en lo personal y para llevar a tu vida?

La misión compartida, la vida vocacionada, el soñar juntos sobre el Uruguay Salesiano de estos próximos años, el no tener miedo a hablar de temas que antes eran tabú, crecer en el diálogo, respetar las distintas miradas y los procesos. Me llevo el modo sinodal de trabajar y el seguir sintiéndonos parte del sueño de Don Bosco, en familia, cuidando ese ambiente de familia que él procuró y priorizó siempre.

El Capítulo Inspectorial es una instancia oficial de la Congregación salesiana que se realiza cada tres años.

Este año contó con la participación además de los consagrados, de laicos y jóvenes en el entendido de que ellos son corresponsables de la vitalidad del carisma de la Inspectoría San José del Uruguay.

La instancia se propone reforzar el sentido de fraternidad y pertenencia a la comunidad así como la corresponsabilidad y compromiso en la animación y construcción del Uruguay salesiano que se necesita y que consagrados, laicos y jóvenes sueñan.

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16 CON
NOMBRE
Y
APELLIDO

Consejero Regional para el Cono Sur de América, P. Gabriel Romero SDB

Asegura que cuando llega a las diversas Presencias Salesianas de Argentina, Brasil, Paraguay, Chile y Uruguay representando al Rector Mayor, trata de hacerlo “con el corazón abierto para conocer la realidad de la misión salesiana en esas tierras”, intentando imaginar lo que sentiría y pensaría Don Bosco al ver cómo sus hijos han logrado expandir el carisma salesiano en tantos lugares.

El P. Gabriel Romero es salesiano sacerdote, oriundo de San Miguel de Tucumán ( Argentina), tiene 51 años de edad, entre otros servicios fue inspector de Argentina Norte y desde el 2020 se desempeña como Consejero Regional para el Cono Sur de América.

Entrevistado para el Boletín Salesiano confiesa a qué ha renunciado al asumir este servicio, analiza las fortalezas y desafíos de la misión salesiana en el Cono Sur, devela dónde pone el ojo en cada visita; opina sobre las condiciones indispensables para la misión compartida entre consagrados y laicos y señala los indicadores de que el carisma está vivo y pujante en la Región.

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¿Qué es lo mejor y lo menos satisfactorio de ser Visitador Regional?

Lo mejor es poder conocer la realidad de la misión salesiana en todas las inspectorías de la Región y ver cómo, con creatividad, los salesianos lograron implantar y desarrollar el Sistema Preventivo en tantísimos lugares diferentes y con tanta variedad de obras. Lo menos satisfactorio, quizás, es que esta experiencia de conocimiento de tantos lugares hace que uno no pertenezca a una comunidad concreta.

¿Cuál fue tu mayor renuncia para asumir esta responsabilidad?

La mayor renuncia es estar lejos de la propia familia, en este caso de mi madre, mis hermanos, mis sobrinos, y de la propia inspectoría. Cuando llegó este servicio estaba muy contento en la tarea que prestaba en mi inspectoría, así que asumir esta responsabilidad supuso la experiencia de desapego y de desprendimiento de jóvenes, adultos y obras donde yo sentía que estábamos haciendo un lindo camino y me sentía muy feliz también.

¿Cómo fue la experiencia de la Visita de Conjunto de las inspectorías de esta Región junto con el rector mayor?

¿Qué momentos destacarías?

La Visita de Conjunto fue una linda experiencia de fraternidad con la presencia de todos los salesianos inspectores y consejos inspectoriales de la Región. Fue una vivencia de conocimiento, diálogo, de discernimiento común y de escuchar la palabra del Rector Mayor. También participaron todos los consejeros del Sector, quienes ofrecieron su mensaje de orientación en los temas específicos que nos tocó abordar: profundizar nuestra identidad como salesianos consagrados; la realidad de la pastoral vocacional y el trabajo junto con los laicos, en particular con la Familia Salesiana; y la dimensión misionera de nuestra Congregación unido al tema del voluntariado como una buena experiencia para favorecer el compromiso de tantos jóvenes. Todo esto en el contexto de lo que está viviendo la vida consagrada en América Latina. Como momentos especiales destacaría la escucha de la palabra del Rector Mayor y el sentir cómo los lazos y vínculos de fraternidad trascienden los idiomas y la frontera de las naciones. Hay una buena experiencia de comunión en la Región, gracias a Dios.

Luego de recorrer algunas de las inspectorías del Cono Sur y tras la Visita de Conjunto ¿cuáles son los principales desafíos que afrontan nuestras inspectorías?

Haciendo las visitas y de acuerdo a lo dialogado en la Visita de Conjunto creo que uno de los principales desafíos que afrontamos es la disminución numérica de los

salesianos consagrados y eso, paradójicamente, está unido al crecimiento de muchas de nuestras obras en sectores, en cantidad de personas que acompañamos, e incluso, apertura de obras nuevas, lo que se debe a la creatividad de nuestros hermanos salesianos consagrados, pero también gracias al trabajo generoso, cariñoso y entregado de tantos laicos que son parte de nuestras comunidades. El segundo desafío, muy unido al primero, es la necesidad de formarnos juntos, de crecer, salesianos y laicos, como comunidad de trabajo que comparte la misma misión. Para nosotros, los salesianos consagrados, el desafío será acompañar la vida de tantísimos jóvenes y adultos que son parte de nuestras obras y que hoy tienen responsabilidades importantes y ofrecerles también instancias de formación conjunta. El tercer desafío son las pocas vocaciones, y eso nos compromete a todos, a consagrados y laicos, a armar equipos de trabajo de pastoral vocacional en todas las inspectorías, a acompañar el desarrollo del proyecto de vida de todos nuestros jóvenes, pero también a hacer propuestas explícitas para la vida consagrada, como jornadas y retiros vocacionales, y favorecer el acompañamiento de los jóvenes que quieren iniciar su camino de discernimiento para ser salesianos consagrados.

¿Cuáles son las principales fortalezas que logras descubrir en esta zona del mundo salesiano?

Solo por destacar algunas de tantas, en primer lugar señalaría la fuerza del Movimiento Juvenil Salesiano (MJS) en la Región. Gracias a Dios son muchos los jóvenes comprometidos en las distintas actividades oratorianas, misio­

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neras, catequísticas, de formación, a lo largo de la Región, y algunos salesianos han sido muy creativos y han generado grupos que son parte también del gran MJS. La segunda fortaleza es el trabajo conjunto con una cantidad de laicos, generosos y comprometidos de nuestras obras, y el esfuerzo en todas las inspectorías de favorecer la misión compartida. Incluso es una realidad también muy rica en obras sin presencia de salesianos consagrados, en las que los laicos tienen todo el papel de la animación y acompañamiento en la misión. Una tercera fortaleza es la buena cantidad de presencias misioneras en las zonas de mayor pobreza que tiene la Región, tanto en ciudades grandes como en el interior, y también en los pueblos originarios (en Brasil, Paraguay y Argentina), siendo realidades de trabajo intenso de acompañamiento en sus culturas, de promoción, de evangelización y educación que nuestras escuelas, universidades y comunidades ofrecen para ellos.

Cuando visitás una inspectoría ¿en qué te fijás especialmente?

Cuando visito una inspectoría me gusta imaginar qué pensaría Don Bosco desde el cielo al mirar esa realidad, y lo feliz que estaría visitándola. Me gusta esa imagen porque es lo que intento: ir con el corazón abierto para conocer la realidad de la misión salesiana en esas tierras, para dialogar con los salesianos en las comunidades, para conocer también la vida y la misión de tantos laicos y jóvenes que son parte de nuestras obras. El objetivo es valorar lo que se está haciendo, que es mucho, variado e intenso, y que es fruto del trabajo de hace más de 100 años y el cariño de tantísimos salesianos y laicos, y después, si hiciera falta, poder expresar algunas sugerencias de camino para continuar siendo fieles a nuestra misión salesiana.

¿Cuál son, para ti, los principales indicadores de que el carisma salesiano está vivo y pujante en cualquier lugar al que llegás?

El primer indicador es la presencia de los jóvenes. Tras la pandemia es lindo ver cómo los alumnos y los jóvenes de otros grupos como de la catequesis, de las parroquias, etc., van acercándose nuevamente con la calidez y el deseo de estar juntos, porque esa es la riqueza de los grupos asociativos, formarse y tener una actividad oratoriana juntos. Otra característica, me parece, es la pluralidad de obras salesianas dentro de una misma inspectoría: parroquias, colegios para los más pequeños y para los más grandes, de capacitación laboral, de formación profesional, en algunos casos universidades, parroquias rurales y urbanas, grandes, pequeñas, santuarios con devoción a María Auxiliadora, con catequesis, nuestras experiencias misioneras en las tierras de misión con los pue­

blos originarios y las obras sociales con gran cantidad de propuestas de formación, de recreación, de evangelización y de educación también para los chicos y las familias. Esa variedad y pluralidad de obras habla también de la belleza del carisma salesiano encarnado en esta Región. Otro signo es la cantidad de personas que van adhiriendo a nuestra misión, a nuestro espíritu salesiano, la cantidad de jóvenes que siguen comprometidos y pasan a ser parte de los grupos de la Familia Salesiana, la cantidad de adultos que por años trabajan en nuestras parroquias y quedan bien comprometidos porque gustaron del carisma, lo mismo nuestros educadores que tienen tantos años de trabajo en nuestras obras y los nuevos que se van acercando y que descubrieron algo que los marcó y se quedan con nosotros. Es emocionante escuchar los testimonios de jóvenes y adultos sobre cómo descubrieron el carisma, sintiendo muy fuerte a Don Bosco en el propio corazón y con el deseo de brindarse como él a tantos jóvenes, siguiendo a Jesús.

¿Qué no puede faltar en la misión compartida de consagrados, laicos y jóvenes?

No puede faltar, de parte de todos, consagrados y laicos, la confianza para conocernos, para descubrir nuestros valores, nuestra riqueza, nuestras potencialidades, para crecer en amistad y hacernos amigos, para acompañarnos mutuamente como compañeros de camino. La segunda experiencia que debe estar presente es el diálogo, que implica deseo de escuchar al otro porque tiene algo importante para decirme, y también hablar, decir lo que pienso, y decirlo bien. La tercera cosa que no tiene que faltar son instancias formativas, de estudiar juntos, y de participar de encuentros comunes. Las reuniones de los diversos equipos de animación al interno de cada comunidad educativo­pastoral son verdaderas instancias de formación conjunta, porque se reflexiona, se discierne, se sueña y se toman decisiones juntos sobre la misión.

Ser salesiano es….

Es ser discípulo de Jesús, que significa estar siempre en camino, aprendiendo, reconociendo que Él es el Maestro. Es ser hermano de nuestros hermanos salesianos que son, también, nuestros compañeros de camino; y ojalá podamos vivir con alegría nuestra fraternidad, con todo lo que implica de cariño, de acompañamiento, de paciencia, de gusto por trabajar juntos y por vivir en comunidad. Por último, es intentar acompañar la vida de los jóvenes, en especial de los más pobres y abandonados, con el corazón de Don Bosco, imitando sus actitudes de cercanía, de cariño, de empatía y de buen trato, con propuestas educativas y evangelizadoras para que puedan ser mejores personas.

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En la reciente Asamblea Educativo Pastoral abordaste el tema de la sinodalidad. ¿Cuáles son los principales obstáculos para vivir una Iglesia sinodal hoy?

Creo que los principales obstáculos vienen de la propia historia de la vida de la Iglesia, muy vinculada a un modelo eclesial centrado en la figura del clero, fuertemente piramidal en los mecanismos de toma de decisiones, de conducción y de gestión de la propia acción pastoral. Considero que estos obstáculos no son exclusivos de una familia religiosa, sino que atraviesan con fuerza (por lo menos desde lo que conozco) a todo lo que es la Iglesia Católica en occidente. Y es el modelo de Iglesia que el Concilio Vaticano II quiso revertir tratando de volver a una pastoral pensada más desde la comunión, lo comunitario, la colegialidad y la fraternidad.

Hace años que se está poniendo sobre la mesa en la Congregación el reto de la misión compartida. ¿Cuáles son, a tu juicio, los principales desafíos que esto plantea?

Creo que los desafíos que plantea el tema de la misión compartida (entendiendo por esto cómo el

Oscar Campana es argentino, laico, profesor de teología, escritor, y fue el invitado especial como ponente en la reciente Asamblea Educativo Pastoral en la que participaron integrantes de los equipos directivos salesianos de todo el país.

En esa instancia, y también en esta entrevista, Campana aborda con claridad meridiana los principales desafíos para que la misión compartida de salesianos consagrados y laicos supere el discurso y se consolide en hechos, y ofrece claves para embarcarse en las transformaciones necesarias permaneciendo fieles al carisma.

El experto argentino también insta a avanzar, aunque sea por ensayo y error, para evitar las inercias institucionales que deriven en comunidades y obras “insignificantes para el tiempo que nos toca vivir y para los jóvenes a los que queremos llegar”.

laicado al interior de la Congregación va asumiendo responsabilidades que antes estaban en manos de los consagrados) vienen precisamente por el lado de cómo desandar un cierto camino que pudo haber sido el histórico en la Congregación, vinculado a una época de fuerte crecimiento de vocaciones a la vida consagrada, para dar cuenta de otro camino que tiene que ver con el descubrimiento de otro tipo de vocaciones que no faltan en la Iglesia ni tampoco en la Congregación, pero que sí se vinculan fuertemente al carisma. Por lo tanto, creo que desde esta percepción de las transformaciones al interior de la Iglesia y de la propia Congregación hay que poder hacer un punteo de los desafíos que después, en cada casa, en cada obra, significa el pensar hoy una nueva configuración de la animación, para entender que la misión compartida no es una especie de sustituto menor de lo que había antes, sino más bien una etapa superadora.

¿Cómo pensar la misión compartida en tiempos de transiciones epocales, culturales, eclesiales? La palabra clave es transición y si

hay transiciones en la vida de la Iglesia, de la cultura contemporánea, del tiempo que nos toca vivir, lo mejor que nos puede pasar es sentirnos también nosotros mismos en transición. De lo contrario, muchas veces terminamos planteando una Iglesia, una vida cristiana, alejada o escindida de la realidad de la vida de todos nuestros contemporáneos. Quizás lo más interesante de los tiempos que vivimos es cómo vivir las propias transiciones dentro de las transiciones globales, tanto de la cultura como de la política, de la economía y de la vida eclesial. Por eso, la misión compartida significa un desafío donde en muchos casos no hay referencias y hay que ir avanzando por ensayo y error

¿Cuáles son las mayores resistencias a la hora de pasar del discurso de la misión compartida a la acción?

Quizás las mayores resistencias vienen de los modelos heredados. Es más fácil concitar ciertos consensos a la hora de plantear el tema de la misión compartida que a la hora de ponerlos en práctica. A veces es más fácil cambiar el discurso que la praxis. Esto lleva tiempo, pero si no se ponen

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acciones de por medio, si no se piensan caminos para seguir, lo más probable es que, como muchas veces ocurre, ganen las inercias institucionales con lo más grave que esto tiene, que es convertirse en instituciones que sean insignificantes para el tiempo que nos toca vivir y para los jóvenes a los que queremos llegar

Para asumir la misión compartida ¿a qué debemos renunciar unos y otros? ¿Y a qué debemos estar dispuestos?

Lo primero es renunciar al “unos y otros”: esta expresión que estaría haciendo referencia a salesianos consagrados y salesianos laicos, a veces es uno de los principales obstáculos que tenemos. Creo que tenemos que ir hacia la construcción de un nosotros diverso al que hoy tenemos. Así que creo que la primera renuncia es la de salir del “unos y otros”, del “ustedes y nosotros”, o del “ellos y nosotros”, que a lo único que contribuye es a establecer distancias y diferencias. La misión compartida, en el ámbito en este caso de una Congregación concreta como puede ser la Familia Salesiana, debiera ser la expresión aplicada, por decir así, de la idea del

sacerdocio común de los fieles en el que todos estamos en la igualdad de dignidad que esto supone, y en el camino común de seguimiento de Jesús que todos tenemos.

¿Qué lugar tienen los jóvenes en la transformación y relectura del carisma que estamos llamados a propiciar?

Creo que es clave en esta transformación el lugar de los y las jóvenes que ya habitan nuestras casas y obras, así como el de aquellos a los que desde el carisma se quiere y se debe llegar. La mitad de la población de América Latina es joven, y de ellos la mitad son pobres, así que destinatarios para el carisma salesiano hay en abundancia... Creo que debiera abrirse el espacio a los jóvenes para que sean ellos los que “reacomoden la casa” a su gusto. Y, quizás, lo ya establecido tenga que aceptar y celebrar que los jóvenes quieran cambiar “los muebles” de lugar, los pisos, los ritmos, los horarios y hasta la música para hacer de cada casa la casa de ellos. Creo que este es el gran desafío, como lo pudo ser el oratorio en su forma originaria: una gran novedad, donde aquellos jóvenes y chicos encontraron el lugar para poder

vivir su fe con alegría y habitar un espacio donde eran reconocidos por su nombre.

Como comunidades salesianas ¿cuál debería ser nuestra hoja de ruta hoy para continuar siendo fieles al carisma?

Creo que no podría definirse de antemano una hoja de ruta por fuera de lo que las propias comunidades sientan y digan. Un buen camino es abrirse a las transformaciones ya mencionadas y a la fidelidad intensa al carisma con los jóvenes y los pobres; y entonces va a ir saliendo la posibilidad de una hoja de ruta donde pasemos de ciertos consensos teóricos a ciertas transformaciones prácticas. Y como todo camino y hoja de ruta, habrá que tener presente la posibilidad del ensayo y del error, de los avances y retrocesos, de las reformulaciones permanentes, evaluando y transformando nuestra propia praxis en forma continua y comunitaria, escuchándonos todos, con un nuevo modo de toma de decisiones, con nuevas formas de resolución de conflictos y, también, abriéndonos a nuevas formas celebrativas y de reconocernos en un nosotros.

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Nancy Bentancor

La presencia de María en la vida de Don Bosco y Madre Mazzarello fue fundamental para su crecimiento espiritual y apostólico. Recordando la certeza de Don Bosco "Es María quien nos guía" (MB XVIII 439) sentimos toda la fuerza de la presencia de la Auxiliadora en el desarrollo del carisma.

En la experiencia espiritual de la Familia Salesiana la expresión más significativa de la devoción a María, Madre y Auxiliadora, ha sido y es la oración del Rosario, cuyo carácter eclesial y comunitario la vincula a la devoción mariana del pueblo de Dios.

El Papa Francisco, en la carta escrita en medio de la pandemia, en abril de 2020, recordó que en el mes de mayo “el pueblo de Dios expresa con particular intensidad su amor y devoción a la Virgen María” y el Rosario es su expresión más bonita.

El Rosario, a pesar de ser una oración mariana, es una oración con corazón cristológico que, en la sobriedad de sus elementos, concentra la profundidad del mensaje evangélico, y hace eco de la oración de María, su incesante canto del Magníficat por la obra de la Encarnación de la Palabra que el Espíritu Santo cumplió en Ella. Es una oración que nos permite reflexionar, releer la vida del Señor y la presencia de María en los diversos misterios; una oración que podemos rezar incluso cuando estamos cansados y fatigados por preocupaciones de diversa índole y que podemos ofrecer dirigiendo nuestra invocación al Señor por intenciones particulares: por la familia, la Iglesia, sociedad, la paz en el mundo.

En momentos en que el cristianismo estuvo amenazado, fue el poder de esta oración lo que venció los peligros y las dificultades.

Don Bosco amaba mucho el Rosario y quería que se rezara todos los días. Dijo que esta oración es tan necesaria para

la vida como el pan de cada día. Eso le había enseñado Mamá Margarita.

La gran obra misionera que Don Bosco lanzó a los salesianos por todo el mundo estuvo marcada por el rezo del Rosario y esta oración lo acompañó hasta el final de su vida.

También en Mornese se vivió una espiritualidad fuertemente mariana. Por las crónicas y las diversas biografías de Madre Mazzarello y de las primeras hermanas, sabemos que durante el recreo los discursos de las monjas eran casi siempre sobre temas espirituales. Hablaban de meditación, de lectura, del sermón que habían escuchado y durante el trabajo rezaban recitando el Santo Rosario o cantando las Letanías o alabanzas espirituales. Madre Mazzarello nunca descuidó el rezo del Rosario. Y como repetía muchas veces Don Bosco: "Tened mucha confianza en la Virgen, Ella os ayudará en todas vuestras cosas" (L 23, 3).

El Papa Francisco, al inaugurar el Jubileo Mariano en 2016, escribió en Twitter: “El Rosario es la oración de mi corazón, la oración que siempre acompaña mi vida” ¡Qué hermoso sería que cada uno de nosotros pudiera decirlo!

Al rezar el Rosario podemos experimentar todo el poder del Ave María, recordando lo que dijo Sor Lucía de Fátima durante las apariciones de 1917: “Por el poder que el Padre ha dado al Rosario en los últimos tiempos, no hay problema personal, ni familiar, ni nacional, ni internacional, que no se resuelve con el Rosario".

Sabemos cuánta importancia dieron Don Bosco y Madre Mazzarello a esta oración mariana en la educación de los y las jóvenes. No hay obra o misión salesiana que no nazca de la invocación a María, Madre y Maestra, y de la eficacia de su intercesión ante Dios.

Encuentro de Inspectores e Inspectoras del Cono Sur

El jueves 4 de mayo, se reunieron en la casa provincial de las FMA en Córdoba, los Inspectores Salesianos y las Inspectoras de las Hijas de María Auxiliadora (FMA) de la Conferencia de las Inspectorías del Sur, integrada por Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay. Estuvieron acompañados por el Padre Gabriel Romero, SDB, Consejero para la Región Cono Sur, por la Hna. Leslie del Socorro Sándigo Ortega, FMA, Consejera General de la Familia Salesiana, y por el Padre Giovanni Rolandi, en Visita Extraordinaria, en nombre del Rector Mayor, a la Inspectoría Salesiana Argentina Norte (ARN). Pasaron un día de fraternidad y oración, y también pudieron hablar de los temas de Pastoral Juvenil y Escolar que está llevando adelante la Conferencia de las Inspectorías del Sur. Fuente: ANS

Salesianos Cooperadores, comienzan los tres años de preparación para el 150° aniversario de la Asociación

El 9 de mayo de 2023 comenzó el camino preparatorio del 150° aniversario del reconocimiento de la Asociación Salesiana de Cooperadores como asociación pública de fieles por parte de la Santa Sede, que se celebrará el 9 de mayo de 2026. Ante este significativo hito, el Rector Mayor, Padre Ángel Fernández Artime, y el Coordinador Mundial de la asociación, Antonio Boccia, han lanzado un breve vídeo de animación y preparación. En el mismo Boccia resaltó que “nuestra tarea es vivir el presente, mirando al futuro, pero sobre todo recordando nuestros orígenes. Este es el camino que recorreremos en estos tres años, y todos los Salesianos Cooperadores seremos protagonistas”

Fuente: ANS

SINTONIZANDO CONDONBOSCO DE LARESOTROS
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EL ROSARIO, LA ORACIÓN DEL CORAZÓN

El capítulo de los Bosco

La experiencia del Capítulo Inspectorial que vivimos hace poco como presencia salesiana en Uruguay, es más vieja "que el agujero del mate", como se dice. Es una práctica tradicional en la Congregación y en la vida de la Iglesia en general. Sin embargo, nuestro Capítulo de febrero estuvo marcado por una vivencia sinodal más evidente, más palpable.

Lo viejo no es el capítulo en sí mismo, sino el hecho de que frente a los problemas y desafíos de cada momento histórico, el ser humano busque posibles caminos de solución a nivel comunitario: es decir, entre muchos, haciendo partícipe a todas las personas, escuchando más de una voz.

Es cierto también que los procesos pueden ser más o menos representativos, más o menos inclusivos, o participativos. Pero en lo que creo que coincidimos, es que nadie tiene la bola de cristal y por eso nos necesitamos todos y todas. Además, desde la fe, creemos que el Espíritu se manifiesta ante todo en la experiencia comunitaria. ¿Cuántas veces en nuestros hogares, trabajos, grupos de animación o de amigos hacemos capítulos para buscar soluciones a los problemas o desafíos? Muchas veces.

Como aquella vez en que Mamá Margarita ante la tensa realidad familiar entre Antonio y Juanito por los estudios de este último, tuvo que tomar una decisión difícil y radical. El asunto era que Antonio, como el hombre de la casa, tenía que velar por la sustentabilidad económica del hogar. Por eso veía con malos ojos que Juanito se dedicara a estudiar, ya que esto suponía tener dos brazos menos para trabajar en el campo.

Sin embargo, antes de decidir, Margarita convocó un capítulo familiar. Estuvieron el tío Miguel, la tía Mariana y el tutor de los niños, Juan Zucca. Todos ellos tenían algo que ver sobre la situación familiar que se vivía. La familia Bosco, y ya no sólo Margarita, deciden dividir los bienes de la familia. Hubo que espe­

rar a que Antonio tuviera la mayoría de edad para poder hacerlo. Con la división de bienes, Antonio se quedaba con una parte de la casa y del terreno, en la que luego formaría su propio núcleo familiar. Margarita, José y Juanito mantenían la otra parte. Esto le significaba a ambas partes una carga económica más llevadera.

Margarita, jefa del hogar, ciertamente ya venía pensando esa opción como la solución al conflicto. Pero es escuchando todas las voces y teniendo el apoyo del resto de la familia Bosco que zanjea la situación. Fue una experiencia de comunión, de sinodalidad, de diálogo; desde luego no exenta de tensiones, pero con la certeza de que era una decisión que tenían que tomar todos y no sólo una persona.

SABORABUENASNOCHES 25
Juan Manuel Fernández sdb

“Como mujeres y hombres de fe, sabíamos que en esos días de Capítulo Inspectorial el Espíritu Santo nos iba a hablar y a dar luz”. El P. Hugo Espinosa sdb y Karen Amaro, coincidiendo en esa certeza así como en la necesidad de conectar con los orígenes del carisma para soñar el futuro, no dejaron ningún detalle al azar a la hora de preparar los momentos de interioridad de los capitulares, tanto personales como comunitarios.

Entrevistados por el BS el sacerdote y la laica salesianos comparten qué aspectos tuvieron especialmente en cuenta para provocar la vivencia que se buscaba propiciar, cómo experimentaron en lo personal este acontecimiento, cuál es la misión salesiana que viven y cuál anhelan.

En el reciente Capítulo Inspectorial colaboraron estrechamente para preparar, propiciar y cuidar los momentos de interioridad de los capitulares y de la liturgia…. ¿Qué aspectos tuvieron especialmente en cuenta a la hora de idear esos espacios?

H­ Como mujeres y hombres de fe, sabíamos que en esos días de Capítulo Inspectorial el Espíritu Santo nos iba a hablar y a dar luz y nosotros, como asamblea, estábamos invitados a escucharlo y a recibir esa luz como un don. Una escucha que la hacíamos JUNTOS, jóvenes, laicos, y salesianos consagrados. Nos pareció que debíamos comenzar pidiendo al Espíritu Santo la LUZ del DISCERNIMIENTO, de la ESCUCHA, de la ORACIÓN, LUZ para poder SOÑAR, para CONFIAR en Dios. La Palabra de Dios era el centro, por eso estaba siempre presente y en un lugar destacado el Evangeliario. Queríamos como capitulares conectarnos con Valdocco, nuestro lugar de origen. “Donde se encuentra nuestro lugar de origen, se encuentra el lugar de nuestra originalidad”. Necesitamos siempre volver a Valdocco. Necesitamos siempre volver al corazón de Don Bosco. Por eso también rezamos desde esa experiencia.

K­ Sin duda alguna conectar con el Espíritu Santo y con los orígenes de nuestro carisma fueron la clave para lo que en esos días de Capítulo iba a suceder. Generar espacios y momentos que permitieran a cada capitular hacer esa experiencia interior de descubrirnos conectados. Al mismo tiempo ir a aquello que nos trasciende, que tiene mucho que ver con

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Karen Amaro y P. Hugo Espinosa sdb

quienes estuvimos allí, pero también con tantas otras personas que han estado, que están y que seguirán en este andar, ojalá cada vez más sinodal. Pero eso, sobre todo, tuvo que ver con la disposición interior de cada uno para vivir cada momento, en comunión y dejándose habitar por el Espíritu de Dios que nos pide escucha y acción.

Concretamente ¿cuáles fueron los momentos que prepararon?, ¿cómo se vivieron?

H­ Preparamos la oración de inicio de cada jornada, las eucaristías y un momento de adoración. La ambientación, la música, los signos y la disposición de los y las capitulares hicieron posible poder celebrar la vida vocacionada de cada una y cada uno y el regalo grande del carisma vigente en nuestro Uruguay. K­ Agrego, a esto que dice Hugo, la sencillez, tanto en la preparación como en la vivencia de cada uno de los momentos. Lo imprescindible fue llevar a los momentos de oración comunitaria todo lo que se estaba moviendo interiormente y en las compartidas con otras y otros.

En lo personal, ¿qué pudieron vivir de la propuesta espiritual del Capítulo?

H­ En lo personal pude volver a renovar mi fe en lo que el Espíritu Santo hizo en Don Bosco y volver a conectarme con la Experiencia de Valdocco. Pensemos que Valdocco nos conecta con Mamá Margarita, la madre de Don Bosco y a tantos santos y santas como Domingo Savio, José Cafasso, la Marquesa de Barolo, san Leonardo Murialdo, san Luís Guanella y los primeros salesianos. Nos conecta también con la Basílica de María Auxiliadora y con la vida de la Congregación esparcida hoy en 134 países del mundo. Valdocco representa el punto de partida de todas las expediciones misioneras, desde la primera en 1875 hasta nuestros días. Fue un momento muy lindo para agradecer tantos dones que Dios nos ha regalado y nos sigue regalando.

K­ Conectar con los orígenes me vuelve a sacudir siempre, desde esa experiencia de tratar cada día de ser fiel a mi misión como bautizada, con este estilo de Don Bosco tan marcado. Es un desafío cotidiano. Ser parte de esta búsqueda en la que, como Inspectoría, queremos zambullirnos, me desafía y me pone en movimiento. Fue una oportunidad de encuentro desde los desafíos y las búsquedas, desde mi vida vocacionada, en el encuentro con tantas otras vidas y lo sagrado habitando allí, en lo silencioso y en el ruido. Con todas las dificultades que todo esto implica, volverme pequeña, saberme en camino y experimentar qué me trasciende, me anima a andar y confiar

¿Qué les dejó esta experiencia de salesianos consagrados, laicos y jóvenes que con voz y voto pusieron sobre la mesa la identidad, finalidad y el futuro de la misión salesiana en el Uruguay?

H­ Vivimos una experiencia fuerte de sinodalidad y discernimiento comunitario que nos hizo experimentar que la fidelidad al Señor y al carisma es JUNTOS, ese es el modo que tenemos hoy de caminar a la santidad, de vivir y animar la misión compartida, juntos: jóvenes, laicos y salesianos consagrados. Nos dejó la certeza de que la Congregación tiene

mucho futuro en el Uruguay porque la propuesta de Don Bosco sigue respondiendo a la realidad de los jóvenes y son muchos los laicos y laicas que viven el carisma salesiano.

K­ A mí la experiencia sinodal propuesta en el Capítulo me conmueve y me da esperanzas, realmente estoy convencida de que el camino es por ahí. Sin dudas, creo que tiene que ver con el Espíritu Santo hablándonos fuerte y con claridad. Me hace conectar con la necesidad de seguir saliendo de nosotros mismos, de mirar más allá de nuestra realidad concreta y buscar la comunión, de salir al encuentro de las juventudes… ¡porque escucharlos me compromete! Necesitamos más espacios donde discernir y tomar decisiones en conjunto, salesianos jóvenes, laicos y consagrados.

¿Qué misión salesiana viven, y con cuál sueñan?

H­ Vivo con mucha alegría la experiencia que pedí el día de mi ordenación sacerdotal, que nunca me falte un patio lleno de jóvenes para compartir la vida y la experiencia de Dios. Disfruto cada día la alegría y la acción de gracias por la vocación que Dios me regaló. Don Bosco, consciente de que no todo terminaba con él, sino que seguramente lo que él vivía solo sería el inicio de un largo camino a recorrer, dijo en un día del año 1875 a don Julio Barberis, gran colaborador: “Ustedes completarán la obra que yo he comenzado; yo hago el croquis y ustedes le pondrán colores”.

Sigo soñando con seguir siendo parte del gran sueño de Don Bosco: dar a conocer a Cristo a los jóvenes para que encuentren en Él el sentido de sus vidas. Y esto junto a tantos laicos y laicas que sueñan con seguir poniendo los colores a la obra que el Espíritu Santo comenzó con Don Bosco.

K­ Vivo, desde lo profundo, la alegría de sentirme amada por un Dios que se me revela en las infancias y juventudes, sobre todo en aquellas a las que la vida les ha tocado más difícil. Hago experiencia cotidiana de este Dios de los sencillos. Vivo como misión el compromiso de acompañar la vida de otras personas, teniendo en el centro la búsqueda de ese impulso a ser feliz. Y soy feliz ahí, en el encuentro verdadero con los otros. Sueño con una misión salesiana que se represente en una mesa compartida, circular; donde haya lugar para todos y todas; que sea dinámica y siempre en movimiento. Donde nos podamos mirar, escuchar verdaderamente y dialogar. Una mesa que sea signo de familia y fraternidad, de fiesta y de banquete, del deseo profundo de compartir con quienes están al lado. Donde las decisiones estén enraizadas en diálogos sobre la realidad, con miradas profundas y a la escucha de las juventudes y sus necesidades, fieles seguidores de Don Bosco y su deseo de estar siempre entre los jóvenes, los verdaderos protagonistas de esta historia.

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UNA AMIGAMANO 28

“… si estos jóvenes hubieran tenido un amigo que se preocupara por ellos, los acompañara y les mostrase el amor de Dios, quien sabe si no se hubieran alejadodeestavidaquellevan…”

DonBosco(MO)

Ya había participado en el Capítulo Inspectorial anterior, pero sin voto. En el Capítulo celebrado en febrero para delinear la misión salesiana en Uruguay de cara al 2027 Santiago Texeira tuvo también voto, siendo parte de una experiencia inédita en que a la voz y al voto de los salesianos consagrados se sumaron los de laicos y jóvenes.

El mayor desafío detectado por Santiago es la sinodalidad en el trabajo compartido y asegura que la brecha existente se puede superar “sintiéndonos hermanos entre todos”

¿Cómo te integraste a este grupo que hizo parte del Capítulo Inspectorial?

De cada casa salesiana se propusieron integrantes para participar de estas dinámicas del Capítulo. Ya había participado en anteriores, donde se podía proponer, pero no tener voto, a diferencia de este de febrero último. Pero tras estar en la previa, que se llevó a cabo en noviembre, quedé a la expectativa de ser parte en esta instancia tan importante, representando a las obras sociales, junto con otros compañeros de otras obras de todo el país.

Finalmente fuiste convocado, ¿cómo fue la experiencia que vivenciaste?

Fue un proceso muy interesante y distinto encontrarnos, escucharnos entre todos, y compartir cada uno desde su experiencia salesiana. En mi caso, que estuve en varias casas, fue sumamente enriquecedor empaparme de otras realidades y puntos de vista.

¿Has compartido lo vivido con tus pares de otras obras salesianas, y sacado conclusiones más colectivas desde esa óptica?

No hemos tenido una instancia formal entre todos, pero sí conversamos, y me han dicho lo mismo, lo enriquecidos que han salido de esta instancia. Es que estamos en el contacto directo con los más vulnerables en las obras sociales, y aplicamos esos conceptos que Don Bosco nos ha dejado. El haber compartido nuestras realidades nos va a ayudar a todos a tener más elementos cuando se presenten las diferentes circunstancias para resolverlas logrando la mejor solución.

¿Cuáles son los principales desafíos que detectaron tras escuchar los planteos de todos los presentes en este Capítulo?

Varios aspectos identificamos ya en la Asamblea Educativo Pastoral, y se reafirmaron en el Capítulo Inspectorial: la sinodalidad y el poder trabajar en conjunto. Esta

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SANTIAGO TEXEIRA, COORDINADOR DE LA OBRA SOCIAL SALESIANA AIRES PUROS

forma ya la venimos utilizando desde siempre, pero el escucharnos puede favorecer a solucionarle la realidad a muchos. No es fácil, pero debemos tomar las decisiones, delegando y que no quede todo el peso solo en los consagrados y los laicos, sino que también los jóvenes pueden incidir en esas instancias. Tenemos que disminuir la brecha y sentirnos hermanos entre todos, no solo en lo laboral salesiano, sino llevárnoslo a nuestras vidas, el sentirse hermano del otro. Todo esto en medio de una cultura que te lleva hacia lo individual. Lo esencial es mirarnos y sentirnos hermanos con los demás.

Tras todo lo conversado y los horizontes trazados ¿con qué sentirías que la tarea está cumplida?

Un gran desafío para todos es la continuidad de los salesianos, lo que antes estaba más en manos de los consagrados hoy recae también en los laicos y jóvenes. Mi mayor felicidad sería ayudar a cumplir ese sueño de Don Bosco, y que el espíritu salesiano de misión compartida, de hermandad, de presencia entre los jóvenes,

siga, más allá de las personas que estemos. Es una gran responsabilidad y un gran desafío desde lo social transmitir ese mensaje de esperanza y presencia a todas las familias y gurises que pasan por situaciones de vulnerabilidad complejas. Deseo que siga y prospere esa hermandad entre todos. Y que se dé la experiencia de sentirse amado, como lo viví con mi esposa, Vicky, cuando nos casamos hace 3 meses, de parte de los invitados. Nos acordamos de la frase de Don Bosco de que no alcanza con amar a los jóvenes, sino que ellos se sientan amados. Eso lo tengo tatuado adentro.

Tuviste la oportunidad de vivir otro Capítulo: ¿qué significa personalmente esta experiencia?

Es una sensación de pertenencia interesante, pero también de responsabilidad en implementar lo vivido y lo que hemos definido como prioridades. Es un crecimiento en general, como persona y como parte de la Familia Salesiana.

Santiago Texeira tiene 29 años y está casado. Nació y vive en Montevideo. Estudió hasta 4° de liceo en el Colegio Maturana, 5° y 6° los cursó en el Instituto Juan XXIII. Prestó diversos servicios dentro de la Familia Salesiana y en varias casas, como ser animador, catequista y coordinador.

Fue tallerista en la Obra Social Aires Puros donde, desde el año pasado, es coordinador. Es Licenciado en Recreación Educativa.

Podés colaborar con el Centro Salesiano Aires Puros a través de Fundación Trampolín

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www.trampolin.uy 098 708 234
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