BOLETÍN SALESIANO URUGUAY | "Cuidar y embellecer las cicatrices"

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CARTA DEL DIRECTOR

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Ayer un joven se quitó la vida

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¡SÍ, HAY ALGO NUEVO BAJO EL SOL!

Belén Fernández, Luca González y María Victoria Inzaurralde Jóvenes Líderes Medioambientales

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SINTONIZANDO CON DON BOSCO

Don Ángel Fernández Artime SDB “Hijos de la familia”

Boletín Salesiano Revista de información sobre la Familia Salesiana y de cultura religiosa

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CRECER DESDE ADENTRO

María Camila Rodríguez Hermida y Facundo Rodríguez Borche

10 FAMILIA EN OBRA Martín Abreu “Yo Comunico: la construcción del mundo que deseo”

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ME GUSTA, COMENTO, COMPARTO

Hna. Cecilia Gayo FMA “¡Qué lindo sería!...”

Director: P. Sebastián Ferreyra sdb Redactora Jefa: Adriana Porteiro Columnistas: Hna. Cecilia Gayo hma, Juan Manuel Fernández sdb y Martín Abreu. Equipo de redacción de este mes: Natalia Roba, Nahuel Durand, Marcelo Hernández y Gonzalo Martínez. Fotografía: Sofía Cayota, Nahuel Durand, de ANS, Shutterstock, Pixabay, fotos de archivo del BS y de los Caif Los Bosquitos y Mamá Margarita.

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VALE LA PENA VIVIR ASÍ

Lic. Josefina Igorra Mamá Margarita: una casa salesiana donde se apuesta a la rehabilitación en comunidad

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CON NOMBRE Y APELLIDO

Trabajadora social Cecilia Menoni Ante las “infancias arrebatadas”: una “mirada esperanzadora” y la posibilidad de “reescribir la historia

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AQUÍ Y AHORA

Psicólogo Ari Gómez En busca del bienestar y el equilibrio

Corrección: Graciela Rodríguez Diseño: gustavo@tanganika.com.uy Impresión: Mosca Departamento Comercial: Luis Gómez E­mail: boletinsalesianouruguay@gmail.com Celular: 092 432 286 Dirección, redacción y administración: Av. Agraciada 3181 CP 11800, Montevideo; tel. 2209 4521

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SINTONIZANDO CON DON BOSCO

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SABOR A BUENAS NOCHES

Sor Chiara Cazzuola FMA “Una familia al estilo de Don Bosco” Juan Manuel Fernández sdb “Ser Calossos”

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DEL ÁRBOL SALESIANO

Psicólogo Marcos Caballero y trabajadora social Andrea Cruz Cuidar a las infancias

Sitio web: www.issuu.com/bsuru Email: boletinsalesianouruguay@gmail.com Afiliado a la Cámara Uruguaya del Libro. Depósito Legal: 366.191

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UNA MANO AMIGA

Carolina Mantrana y Camila Gil “Hay que trabajar en red y codo a codo”

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GALERÍA DE INSTAGRAM salesianosuy


P. Sebastián Ferreyra sdb

CARTADELDIRECTOR

AYER UN JOVEN SE QUITÓ LA VIDA No importa que día leas esto, seguro ayer al menos un joven se quitó la vida. La tasa de suicidios en Uruguay crece desde los 90, pero este crecimiento ha sido más significativo desde el 2010 en adelante. Pueden ser datos simplemente, pero hace unos meses me enteré de que un joven al que conocí hace unos años se quitó la vida. No puedo dejar de pensar en él, en su vida, en su presencia en el patio y en la clase, en todo lo que tenía por delante, en lo prometedor de sus estudios, etc. Repasar en la memoria el poco tiempo de vida compartido me hace experimentar con angustia el dolor de tantos jóvenes que llegan a sentir que su vida no tiene sentido, que de algún modo alcanzan la terrible decisión de aban­ donarla. Sólo alcanzo a intuir el dolor, la soledad, el vacío, el sinsentido que experimentan, y si bien no dejo de pre­ guntarme si podría haber hecho algo distinto, si bien mi corazón no deja en cierto modo de reprocharme, sé que no es la pregunta que nos ayuda a acompañar, a abrazar, a estar atentos a lo que pasa a cada joven con el que com­ partimos la vida. La culpa no es buena consejera, sí la esperanza que nos lanza decididamente a amar a aquellos que el Señor pone en nuestra vida, a amar sin límites, sin vergüenzas, sin especular cómo podrá recibir el otro los gestos de amor. Experimento el deseo de que ningún joven más tome esa decisión. Sé que es una utopía, sé que está fuera de mi alcance, pero quiero que este deseo se mantenga siempre intacto en mi corazón, que impulse todos mis movimien­ tos para que aquellos que se crucen conmigo puedan experimentar siempre que son amados, que la vida vale, que cuentan conmigo. Se trata de renovar la fe en la potencia del encuentro con aquellos que son capaces de amar, yo quiero ser uno de esos. Es que esa ha sido la clave para saborear la belleza de la vida. Qué lindo es sentirse cuidado por los otros, incluso por aquellos que uno diría: “Soy yo el que debe cuidar, no al contrario”. El tema es que en un momento el amor se

hace recíproco y el cuidado y la empatía ya no tienen una sola dirección. Se trata de que cada uno siendo sí mismo pueda reconocerse cuidando y dejándose cuidar por los demás. Es el milagro del amor que no tiene lógica de jerar­ quías, que es expansivo, que lo impregna todo y en todas direcciones y que sobre todo da sentido a la vida. Que este Boletín sea un homenaje a todos los que cuidan.

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¡SÍ,HAYALGONUEVO BAJOELSOL!

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Formación salesiana en educación ambiental

JÓVENES LÍDERES MEDIOAMBIENTALES De setiembre a noviembre, 100 jóvenes del Uruguay Salesiano realizan un curso de educación ambiental que los validará como Líderes Medioambientales. Belén Fernández, Luca González y María Victoria Inzaurralde, estudiantes de tercero de bachillerato del Colegio Maturana que recibirán esta capacitación impulsada a nivel local por la Comisión Inspectorial de Medio Ambiente (CIMA), nos cuentan sus motivaciones y expectativas de cara a la formación, y reflexionan sobre el cuidado de la Casa Común y la conciencia ambiental.

¿Qué los motivó a inscribirse a la formación de líderes ambientales? M: El año pasado se hizo el Congre­ so de Ecología Integral y tuve una charla sobre la modernidad líquida y la ecología. A través de la instancia me metí más en el tema, y el hecho de que nuestros catequistas, Chato y Cami, introdujeran herramientas sobre el cuidado del ambiente, también me motivó a querer meter­ me en la formación. L: Principalmente las noticias, leer información de cómo está el mundo y las ganas de hacer algo, porque si seguimos así no va a cambiar nada. Me motiva informarme más acerca de cómo cuidar el medio ambiente y sobre las acciones que puedo llevar a cabo. B: El cuidado del medio ambiente es

un tema que siempre se abarcó en Maturana desde distintos puntos de vista. Me motivó e involucró mucho en la temática la jornada de Ecolo­ gía Integral, que organizamos el año pasado como estudiantes de quinto, espacio donde realicé una presenta­ ción y tuve que investigar sobre el cuidado del medio ambiente. ¿Cómo trabajan el cuidado de su entorno de forma individual y colectiva? L: La principal acción que hago es generar costumbres que contem­ plen el cuidado del entorno, hábitos diarios como guardar residuos en el bolsillo y tirarlos en mi casa. Creo que la formación nos brindará herramientas para poder informar­ nos y tomar más costumbres coti­ 5


Belén Fernández

Luca González

María Victoria Inzaurralde

dianas que contemplen el entorno. B: Para mí es fundamental el cuida­ do del agua y de la luz, por ejemplo. Son acciones diarias que a veces no tomamos en cuenta como cuidado, pero forman parte de la preserva­ ción de los recursos del planeta. También presto atención a las mar­ cas que elijo, de hecho, en una exposición a la que fuimos, organi­ zada por el Ministerio de Ambiente, vimos un montón de alternativas a la hora de elegir a quiénes compra­ mos; el consumo también debe ser consciente. Estudiamos diariamente sobre el ambiente, no son cosas que preparamos, es una temática que está involucrada cotidianamente en Maturana, es transversal a todo lo que estudiamos, sin importar la orientación. M: Es importante tener noción del cuidado de los recursos de forma diaria, el simple hecho de apagar luces que no usamos, fijarme si la canilla está bien cerrada, entre otras acciones pequeñas, que a veces con todo el ruido de la cotidianidad no tomamos conciencia, pero hay que tener presentes.

mejorar el entorno. Uno no es consciente de lo que tiene hasta que lo pierde, parece un cliché, pero es así. Reutilizar recursos, realizar acciones cotidianas, son esfuerzos que influyen si entre todos logra­ mos potenciarlas. B: Charlo sobre los temas de actuali­ dad, por ejemplo con la coyuntura del agua, fue más fácil entablar una conversación acerca del tema con mi entorno y dar opiniones con herramientas. Me parece importan­ te el intercambio con otras personas para intentar que se involucren en el cuidado del medio ambiente. Tenemos que encontrar el sentido del cuidado. L: Con mis amigos es un tema recu­ rrente, mientras con algunos adul­ tos estas conversaciones son más puntuales. Maturana se enfoca mucho en dar información a los jóvenes, entonces dentro del cole­ gio es posible hablar del tema coti­ dianamente.

ambientales. Quiero ver cómo desde las pequeñas acciones pode­ mos generar cambios más grandes. B: Quiero seguir profundizando en el tema, interactuar con compañe­ ros y compañeras, adquirir conoci­ mientos, para después llevar accio­ nes a cabo en nuestras vidas y compartir lo aprendido, por ejem­ plo, liderar proyectos que contem­ plen acciones para el cuidado de nuestro entorno.

¿Hablan habitualmente con su entorno sobre el cuidado del medio ambiente? M: Sí, con todos, hablo de acuerdo a comentarios de noticias, sobre lo que sucede, ver en qué erramos y visualizar qué hacer para aportar a 6

¿Qué expectativas tienen de cara a esta formación? L: Me gustaría indagar más en las formas cotidianas de cuidar el ambiente, tener información de cómo aportar mi granito de arena. Quiero recibir pautas para ayudar desde mi propio espacio. M: Tengo muchas expectativas, porque nos van a brindar informa­ ción y herramientas sobre temas

¿Por qué invitarían a otros jóvenes salesianos a sumarse a la forma­ ción? M: Para poder generar un mejor futuro. Este planeta es el lugar donde vivimos, tenemos que gene­ rar empatía para lograr acciones, que en cierto punto involucran a cada uno e implican ir más allá del egoísmo. L: Tenemos que darle más voz al cuidado del ambiente en cada espa­ cio en el que formamos parte. El cuidado del medio ambiente signifi­ ca empatía, pensar en las futuras generaciones, el entorno, incluso en los animales y otras vidas que hay en el planeta. B: Es muy importante que todos hagamos algo para mejorar. Tener la posibilidad de encarar y compartir proyectos y saberes sobre el ambiente desde distintas perspecti­ vas y áreas, es relevante y necesa­ rio.


Rector Mayor Don Ángel Fernández Artime sdb

Hijos de la familia Queridos amigos/as: Leer el Boletín me hace apreciar algo muy nuestro, muy salesiano, y que seguro a muchos les gusta: me refiero al gran valor de la cercanía, de la amis­ tad, de la alegría sencilla de la vida cotidiana, del valor de compartir, hablar y comunicarse. El gran regalo de tener amigos, de saber que no estás solo. Sentirnos amados por tantas buenas personas en nuestras vidas.

Y pensando en esto, me acordé de un testimonio sincero y honesto de una joven que escribió a don Luis María Epicoco y que él publicó en su libro La luz al fondo. Esta joven escribe sobre sí misma: “Querido Padre, le escribo porque quisiera que me ayudara a comprender si la nostalgia que he sentido en los últimos meses me dice que soy extraña o que algo importante para mí ha cambiado. Tal vez le ayude si le cuento un poco sobre mí. Decidí irme de casa cuando tenía 18 años. Era una forma de escapar de un entorno que me parecía tan estricto, tan sofocante para mis sueños. Y así llegué a Milán buscando trabajo. Mi familia no podía apoyarme en mis estudios. Por esto, estaba enfa­ dada con ellos. Todas mis amigas esta­ ban ansiosas por elegir una universidad donde estudiar. Yo no tenía esa oportu­ nidad, porque nadie podía apoyarme. Busqué un trabajo para vivir y, durante años, soñé con la posibilidad de estu­ diar. Lo logré y, con inmensos sacrifi­ cios, me gradué. El día de mi gradua­ ción no quería que mi familia asistiera. Pensé que unos campesinos con apenas estudios secundarios no entenderían nada de mis estudios. Solo le dije a mi madre que todo había ido bien, y sentí sus lágrimas que, momentáneamente, me despertaron un sentimiento de culpa que nunca antes había sentido. Pero fue una sensación pasajera. Me he realizado con mi propio esfuerzo y no

he querido nunca apoyarme en nadie. Incluso en el trabajo, salí adelante porque elegí aliarme conmigo misma. He pasado años así. Y no entiendo por qué solo ahora, en medio del encierro de esta pandemia (COVID­19), ha estallado dentro de mí un anhelo por mi familia. Sueño con contarles todo lo que nunca les conté, con abrazar a mi padre. Por la noche me despierto y me pregunto si se puede vivir una vida emancipada de relaciones tan significa­ tivas. Incluso, a las historias que he tenido en estos años, nunca les he permitido cruzar la frontera de la verdadera intimidad. Pero ahora me parece todo tan diferente. Ahora que no puedo elegir salir de casa o ir con aquellos que considero importantes, soy consciente de la gran mentira que he estado viviendo todo este tiempo. ¿Quiénes somos sin relaciones? Quizá solo personas infelices en busca de afirmación. Ahora me doy cuenta de que todo lo que hice, en realidad, lo hice porque esperaba que alguien me dijera quién era realmente. Pero, a los únicos que podían ayudarme a respon­ der a esta pregunta, los he dejado fuera. Y ahora están arriesgando sus vidas, a cientos de kilómetros de mí. Si tuviera que morir, querría estar con ellos y no con mis éxitos”.

esta joven que me hizo reflexionar sobre el estilo de vida de tantas familias donde lo importante es tener buenos resultados, una buena situación econó­ mica… Existe el peligro de vivir “descen­ trados” y esto se nota en los chicos y chicas de nuestras casas, patios y oratorios. El segundo sucesor de Don Bosco, don Pablo Albera, recuerda: “Don Bosco educaba amando, atrayendo, conquis­ tando y transformando. Nos envolvía a todos casi por completo en una atmós­ fera de alegría y felicidad de la que se desterraban penas, tristezas y melanco­ lía… Escuchaba a los niños con máxima atención, como si lo que dijeran fuera muy importante”. Un día Don Bosco dijo: “Entre nosotros, los jóvenes parecen hijos de una fami­ lia, todos dueños de casa; hacen suyos los intereses de la Congregación. Dicen 'nuestra' iglesia, 'nuestro' colegio, todo lo que concierne a los Salesianos, lo llaman 'nuestro'”. Por eso, les recuerdo las oportunidades que en nuestras casas tenemos para cuidarnos a nosotros mismos en lo que es más esencial e importante. Por “nuestra” familia.

Una alegría compartida Agradezco la honestidad y valentía de 7


Tiene 23 años. Estudia Ciencia Política en la Universidad Católica del Uruguay. Trabaja en un monotributo del rubro jardinería. Vive en el barrio Colón de Montevideo, con sus padres y su hermana. ¿Qué te hace feliz? Saber que las acciones que hago día a día, por más pequeñas que sean, contribuyen al crecimiento de las demás personas en cualquier dimensión de sus vidas, así como en la mía. Pero sin dudas, lo que más feliz me hace es cuando ese espíritu cooperativo se contagia en el ambiente donde estoy, ya sea la facultad, en una juntada con amigos, o directamen­ te en la calle, en mi opinión, las acciones nunca mueren si son recordadas, y mejor aún, imitadas. ¿Cuál es tu mayor miedo? Mi mayor miedo es ver desperdiciada mi vida en cosas que no hice con amor. Si hay algo que sobrevive en el tiempo, más allá de todo, es el amor que se le ponen a las acciones. Dejar el miedo paralizante y animarse al amor es la receta para lograr eso. Si tuvieras que elegir un aconteci­ miento que marcó tu vida, ¿cuál sería? Si bien no es un acontecimiento per se, algo que cambió mi vida y me forjó como persona fue la presencia de mi abuelo materno: Indio Alejandro Borche Ferreira. Desde muy peque­ ño ayudándome con ejercicios de matemática, hasta ya en las puertas de mi adolescencia viéndome crecer y siendo un faro importante en mi vida hasta el día de hoy. Sus actos hechos con amor puro son los que lo hacen mantenerse con vida y por eso lo llevo conmigo en cada paso que doy. ¿Qué huella dejan en vos los ambientes salesianos? La de un carisma de encuentro y de saber que muy posible­ mente sea en esos lugares en los que uno se lleve recuerdos y vínculos que enriquecen el alma y aportan una perspectiva distinta para abordar problemáticas y debates que interpelan constantemente nuestro vivir. Participás del servicio La Olla del Pío ¿qué te motiva a formar parte? 8

Me motiva contribuir de manera directa con personas en situación de calle, no solo para ayudarlos en el presente, sino para lograr contemplar qué es lo que los atraviesa, qué piensan, y de qué manera podemos nosotros (integrantes jóvenes de La Olla) incidir en el futuro, como profesionales, para llegar a una solución que dé batalla al fenómeno de la pobreza. ¿Cómo son tus viernes de noche en La Olla? Los viernes comienzan con el encuentro entre los integrantes de La Olla, al momento de cocinar, picar verduras y preparar lo que luego se va a servir en la recorrida. Realizamos dinámicas que nos acer­ can, para así conocer un poco que tal estuvo la semana de cada uno, al mismo tiempo que sirve para “entrar en calor” en ese espíri­ tu de comprensión y escucha. Una vez concluido eso, nos prepara­ mos para salir con las camionetas ya cargadas de vasos, jugos, cubiertos y abrigo. Cada viernes es diferente debido a las distintas vivencias que suceden al momento de salir a repartir el plato de comida. El misterio de estar por vivir distintas anécdotas y escuchar diversos testimonios que nos acerquen al encuentro de las personas en situación de calle, es parte central de lo que son mis viernes. ¿Qué aprendés de las personas en situación de calle? Que a pesar de lo mal que se esté pasando, siempre hay algo por lo que luchar. Personas que por más mala que sean las circunstancias de su vida, utilizan como motor el lograr enfocarse en hijos, familia o directamente en avanzar. Ese tipo de situaciones son las que principalmente me atraviesan y que me quedan resonando una vez finalizada la recorrida. ¿Qué necesitan de nosotros/as y qué podemos brindarles a las personas en situación de vulnerabilidad? Acercar un oído sin ninguna intención de prejuzgar ya es algo que (aunque mínimamente) los aleja un poco de los márgenes a los que están acostumbrados (y todos lo podemos hacer). A partir del simple acto de escucha, uno logra entender mejor qué es lo que esa persona en verdad necesita para que su día sea mejor: material o no, el comenzar por esa acción ya es un pequeño paso que los acerca más a la sociedad y que toda ayuda posterior se ajuste mejor a lo que él o ella pueda necesitar.


Tiene 32 años. Es médica pediatra y asesora de Lactancia (Instituto Uruguayo de Lactancia Materna). Trabaja en ASSE (Centro de Salud del Cerro y Hospital Pereira Rossell), Española Móvil, Médica Uruguaya, SEMM, Instituto Juan XXIII (como animadora de Comunidades de Fe). Vive en Montevideo con su esposo, Santiago, y su hijo, Juan Manuel, de 10 meses. ¿Qué te hace feliz? El tiempo compartido en familia, los almuerzos familiares de fin de semana. Disfrutar de Juanma y ver cómo crece y cambia todo el tiempo. ¿Cuál es tu mayor miedo? Tengo muchos miedos, pero los mayores creo que son decepcio­ nar a quienes quiero, y cometer algún error en mi práctica médica que tenga consecuencias negativas en algún paciente y su familia. Si tuvieras que elegir un acontecimiento que marcó tu vida, ¿cuál sería? Cuando tenía ocho años nos vinimos con mis padres y mi herma­ no a vivir a Uruguay (soy colombiana). Eso sin duda me marcó, por un lado, por el duelo que significó separarme de una parte muy importante de mi vida, que es mi familia que vive allá. Pero, por otro lado, gracias a eso tuve la oportunidad de conocer la fe y el carisma salesiano (al entrar a Maturana, y más tarde al Juan), y forjé los vínculos de amistad más fuertes que hasta hoy se man­ tienen. ¿A quién admirás? Gracias a Dios estoy rodeada de mucha gente fantástica, de la que admiro distintas cosas. Pero si tengo que elegir alguna, serían mis padres. Son el ejemplo más grande que he tenido de resiliencia, entrega, incondicionalidad y generosidad. ¿Qué huella dejaron en vos los ambientes salesianos? Más que huellas, la espiritualidad salesiana se impregnó en mí, y hoy forma parte de lo que soy, está ahí en la forma en la que procuro vivir mi vida y mi profesión, en esto de intentar hacer bien las cosas, estando alegres y atentos a las necesidades de los demás. Si pudiera, volvería a... Elegir a Santiago como compañero y esposo, formar la familia que tenemos. ¿Cómo nació tu vocación como médica? La verdad no lo tengo muy claro. Siempre me gustó la biología del ser humano. Empecé a estudiar la carrera de Biología Humana,

pero sentía que me faltaba el contacto con gente, para mí era fundamental el pilar del servicio, de que mi trabajo fuera una herramienta para ayudar en algo a otros. Y así terminé en Medicina, y más tarde en pediatría. ¿Qué aprendés de tus pacientes? La sencillez que tienen los niños, lo sinceros que son, alegres y divertidos incluso cuando están enfermos. Los adultos tene­ mos muchísimo que aprender de ellos. ¿Cómo podemos contribuir en una cultu­ ra del cuidado? Escuchando, dedicando tiempo y prestando atención a las necesida­ des del otro, a lo que nos quiere decir con palabras, pero también con lo "no dicho". Estar de verdad donde estamos, lo cual es un gran desafío en estos tiempos tan cargados de distracciones y preocupaciones. Pero también, el prestar atención y escuchar nues­ tras propias necesidades y dolores... ¡qué importante es cuidar al que cuida! ¿Qué desafíos te plantea el ejercicio de la profesión en nues­ tro sistema sanitario? Lo que más me cuesta es aceptar y acostumbrarme al multiem­ pleo, a trabajar en muchos lugares a la vez, pero al mismo tiempo no estar al 100% en ninguno. Es un gran problema de nuestro sistema sanitario, que trae como consecuencia una inestabilidad laboral importante, lleva a jornadas largas y agotadoras, tener que hacer trabajos que no quisiéramos por ganar el famoso "derecho de piso". Por otro lado, me desafía mucho convivir con la presión y sensación de responsabilidad que tenemos sobre la salud de otras personas, en esto he tenido que poner mucho en juego la confianza, la convicción y entrega de que hago y doy lo mejor de mí, pero sabiendo que tampoco depende todo de mí. 9


FAMILIAENOBRA "El lenguaje fue la primera tecnología, pero como otras, no comprendida plena­ mente. Las personas pensaron que era meramente una herramienta para descri­ bir el mundo y no sabían que era una herramienta para crearlo": Walter Ander­ son. La comunicación interpersonal constituye una forma de intervenir en la construcción de nuestro mundo, no es solamente un canal de intercambio de información, sino que resulta en una acción en sí misma. La comunicación es una herramienta generativa a partir de la cual nos pode­ mos convertir tanto en destructores como transformadores de mundos. En tanto seamos conscientes del modo en que la utilizamos podremos aplicarla al beneficio comunitario, construyendo un halo de protección y autocuidado. La transformación de una realidad de cuidado desde nosotros hacia el prójimo constituye en un primer lugar una invita­ ción a volcar la mirada hacia el interior. Socializar implica un encuentro de dos mundos; constituye el descubrimiento de mi mundo interior frente al de un ser cercano, y desde la clara decodificación entre ambos radica la estrategia más clara para construir una realidad segura y constructora para todos. ¿Qué es lo que estamos transmitiendo más allá, incluso, de nuestras propias palabras? La experiencia habla de que solo el 7% de la comunicación es verbal, porque nuestra sola presencia está diciendo algo, transformando una reali­ dad, fortaleciendo o debilitando un vínculo sin siquiera haber emitido una palabra. Los seres humanos somos por naturaleza y definición biológica mamíferos, seres emocionales viviendo en un mundo complejo de entender. Desde lo más profundo de nosotros yace la amígdala, nuestro centro neurológico más primitivo que nos traduce en emociones el placer y el dolor, el asco, el miedo o la alegría de los estímulos mundanos. Daniel Gole­ man, autor del concepto actual de Inteli­ gencia Emocional, plantea que el 93% de nuestras decisiones son emocionales y que nadie es responsable de experimen­ tarlas, aunque todos sí lo somos de la acción que tomamos a partir de ellas. 10

De cada uno de noso­ tros depende traducir esta reacción emocio­ nal a nivel comunicacio­ nal en el muro que nos separa, el ancla que nos detenga o un faro que ilumine de sentido nuestro mundo. El autor plantea estable­ cer un proceso de reconocer lo que sucede dentro de nosotros, comprenderlo, aceptarlo y regularlo en accio­ nes constructivas del mundo saludable en que queremos estar. A partir de ahí, surge la pri­ mera parte para construir un ambiente protector y de cuidado. Desde nosotros hacia el resto comienza la construcción de un mundo seguro. Aprendamos pri­ mero a comunicarnos con nosotros mismos, tengamos el coraje de conocer qué sucede dentro de nosotros y cuánto mide la vara con que juzgamos la reali­ dad. En definitiva, no vemos el mundo como es, sino como somos. La segunda parte de esta ecuación es el prójimo, el mundo circundante. Stephen Covey nos explica que el mejor resultado para esta ecuación es el ganar­ganar, comprendida en la llegada a un destino caracterizado por el aprendizaje mutuo y el fortalecimiento de nuestra relación. Dicha afirmación resulta demasiado fácil de escribir y muy compleja de llevar a cabo. ¿Cuántas veces hemos debilitado este entorno o nos hemos expuesto sólo por no animarnos a poner en considera­ ción nuestra visión de la realidad cons­ truida a nuestra imagen y semejanza? ¿Cuántas oportunidades de aprender y construir hemos perdido por no saber comprendernos y por lo tanto tampoco dar el paso para hacerlo con el otro? Probablemente muchas más de las que somos conscientes.

Una vez que damos este paso, debemos adoptar la otra gran acción de la comuni­ cación: saber escuchar. O sea, animarnos a comprender desde la mayor empatía qué me está queriendo contar este igual, abriendo mi mundo de códigos y concep­ tos hacia la integración de los códigos y conceptos ajenos. Escuchar lo que nos hace sentir para transformar en conductas de colabora­ ción y sobre todo dejar ampliar mi mun­ do. Recién dando estos pasos seremos capaces de comenzar a construir ambien­ tes de cuidado, basados en el mutuo fortalecimiento. Como decía Walter Anderson, la comuni­ cación constituye una tecnología para crear el mundo en que queremos vivir, empezando por comunicarnos con noso­ tros para saber cómo construir con los otros una comunidad beneficiosa.

Martín Abreu


MEGUSTACOMENTOCOMPARTO

¡Qué lindo sería!... Me acuerdo cuando era niña y en la escuela me habían contado que antes no exis a el camión de la basura, y no porque no exis eran los camiones, sino simplemente porque la gente no generaba basura. ¡Fue una gran sorpre­ sa para mí! Hna. Cecilia Gayo FMA Me costó imagi­ nármelo. Todo podía tener un nuevo uso: con los restos de comida hacían abono o se lo daban a los chanchos, compraban a granel, usaban botellas de leche (reu lizables) y con las chapitas de las botellas hacían cor nas.

ra. Se rompe y se ra. Pasó de moda y se ra. Es molesto y se ra. Ya no me quiero hacer cargo y se ra. No cuidamos las cosas y tampoco cuidamos la naturaleza. La explota­ mos, la maltratamos, la ensuciamos. Pisamos las flores, contaminamos el aire y aplastamos insectos solo por diversión. Y así, de a poco, casi sin darnos cuenta, fuimos descuidando a las personas, las relaciones, los víncu­ los. De la misma forma en que consumimos objetos y experiencias fuimos consumiendo personas. Su valor lo fuimos midiendo según su popularidad, o según su u lidad. Y luego los olvidamos. Cuando ya no nos sirven los dejamos de lado.

Hoy es dis nto, cada vez lo es más. Se compra por las dudas, si no me sirve lo ro. Mejor usar vajilla descartable para no tener que lavar. Se compra en oferta, dos por uno, sin mirar si es ú l o siquiera lindo, acumulando bagatelas. Se usa y se

Nos cuesta detener la rueda. Nos cuesta mirar a los ojos y devolver las sonrisas. Nos cuesta escuchar sin buscar tener la razón. Nos cuesta empa zar, perder el empo con los demás, valorar los esfuerzos, cuidar de los otros.

Qué lindo es cuando no te sen s bien y alguien se acerca con respeto para ofrecer ayuda. O cuando te regalan algún detallecito solo por­ que te gusta. O cuando te preguntan cómo te fue en aquella ac vidad importante. O te reciben con algún gesto de cariño. Qué lindo sería si todos pudiéramos desacelerar un poco nuestro paso y pusiéramos más atención a lo que nos rodea, y miráramos todo con ojos nuevos, redescubriendo la belleza. Qué lindo sería si dejáramos de mirar tanto el reloj y disfrutára­ mos más de lo que estamos hacien­ do y con quienes lo hacemos. Y pusiéramos todo nuestro empeño y amor en eso. Con cuidado y aten­ ción a los pequeños detalles. Valo­ rando a cada persona en lo que es y dona. ¡Qué lindo sería!

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VALELAPENAVIVIRASÍ

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Mamá Margarita

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Su historia salesiana comenzó hace casi cuatro décadas en el Instituto Juan XXIII. En los patios, campamen‐ tos y jornadas conoció a muchos salesianos consagrados que por entonces esplendían alegría todo el día y hoy le toca acompañarlos a transitar la etapa de la enfermedad y, a algunos, también en su partida. Asegu‐ ra que “duele con ellos” y que “es una fiesta cuando se van de alta”. Josefina Igorra es casada, tiene dos hijos (de 15 y 17 años), es licenciada en enfermería y especialista en gestión de Servicios de Salud. Desde hace 12 años está a cargo de la Casa Mamá Margarita, donde se acoge a los religiosos ancianos, enfermos o dependientes, en forma definitiva o temporaria, para recibir los cuidados oportunos y eficaces conforme a su situación, mientras conviven en comunidad con otros pares. Josefina es una apasionada de su profesión. De sus expresiones se desprenden una gran sensibilidad y un profundo respeto por el proceso singular e íntimo de cada religioso que pasa por esa casa salesiana, a la que ella está dedicada 24/7, y donde su cuidado, también de los que cuidan, es uno de los pilares que mar‐ can un valor diferencial en el apacible aire que allí se respira. ¿Cuándo y cómo comenzó tu vínculo con los Salesianos de Don Bosco? ¿Cómo llegaste a Mamá Margarita? Comenzó en 1986 cuando entré a cuarto año del Instituto Juan XXIII. Hice hasta sexto de Medicina, y me quedé 10 años más como animadora. En 2011 me llegó la propues­ ta para trabajar en Mamá Margarita por parte del enton­ ces Inspector, hoy Cardenal Daniel Sturla. Me reuní con él y con el P. Néstor Castell, que era el ecónomo, y aquí estoy, desde hace 12 años. ¿Qué es Mamá Margarita para los salesianos y qué servicios brinda? Es una casa salesiana que acoge a sus religiosos ancianos, enfermos o dependientes para residencia o estadía tem­ poraria, con el objetivo de brindar cuidados oportunos y eficaces acordes a su situación, con control y seguimiento médico, de enfermería o técnicos en forma interdiscipli­ naria y continua, manteniendo la vida en comunidad. Hay un encargado salesiano que es el P. Claudio Muniz. Fue inaugurada en 1990 y está ubicada en Avda. Millán. Desde 1957 a ese año estuvo en Talleres Don Bosco. La casa cuenta con 13 funcionarios y un fisioterapeuta. Cada religioso tiene su médico de referencia de su mutualista. También desde mi rol se acompañan los procesos de salud de los salesianos de las comunidades que requieren algún seguimiento o asesoramiento al respecto. En mi caso es un trabajo 24/7 más allá de lo presencial y en mis licencias queda una colega de mi confianza, con el aval de los superiores. ¿Y qué es la Casa Mamá Margarita para ti? Se cree que es un trabajo “tranquilo”, pero de tranquilo no tiene nada (risas). En el sentido de que no son solo los enfermos, es la gestión total, a veces son los recursos 14

humanos, o la planta física, siempre hay algo que resolver a cualquier hora y en cualquier momento. Por ejemplo, el personal de enfermería tiene el compromiso de garantizar la cobertura, falta un integrante del equipo sobre la hora o estando en el turno se indispone y otro tiene que venir a cubrir. La atención no se puede discontinuar. Si bien nuestra manera de trabajo es en equipo, me corresponde a mí la conclusión final y está bien, tiene que ser así. Pero para eso hay que estar preparado, respuestas claras, enseñamos al personal, también es mi función siempre contenerlo y “cuidar al que cuida”. Si bien con los médicos trabajamos muy bien, no son médicos “de la casa”, no corresponde estar llamándolos todo el tiempo por cosas que no ameritan. Hay que saber discernir, y a veces bajar la ansiedad. Agradezco la confianza de los superiores, juntos hemos hecho un montón. También la comprensión de mi familia, porque el 24/7 es real, es como estar de guardia constantemente, y eso recae en ellos. En la cena, con un hijo enfermo, un fin de semana, suena un teléfono… se complicó Mamá Margarita. A veces, es un rato de llamadas de ida y vuelta. Y otras, dejar todo y salir disparando.


¿Qué te conmueve de los salesianos que pasaron o habitan en la casa? ¿Qué salesianos fueron inolvidables y por qué? Acá encontramos al salesiano que muchas veces veíamos con una sonrisa de oreja a oreja todo el día, enfrentado una situación que a nadie le gusta atravesar: la enferme­ dad, el dolor, o la cercanía de la muerte. Es una fiesta cuando se van de alta, pero otras veces nos toca despedir de otra manera. Y duele con ellos. Porque, por ejemplo, en mi caso, nos conocimos en un patio, un campamento, una jornada, o no nos conocíamos, pero hoy me toca acompañarlos en esta. No siempre es fácil. A veces no quieren venir, pero cuando tienen el alta, no se quieren ir. Hay que encontrar la vuelta. Sería injusto dar nombres… ¡pasaron muchos! Por su temple, por su alegría, por sus miradas, porque los ojos nunca dejan de reflejar el alma por más perdida que esté la mente... ninguno se olvida para nosotros. Últimamente el que más movilizó a todo el grupo fue el P. Jimmy: por su juventud, algo inhabitual acá, por su llana manera de ser, su familia cercana. Real­ mente me saco el sombrero con mi gente, Jimmy tuvo cuidados de excelente calidad aquí. Fueron las enferme­ ras las que muchas veces detectaron los signos y síntomas de alarma y se trabajó muy bien con el equipo de paliati­ vos de su mutualista, tuvimos una excelente comunica­ ción con los médicos y licenciados. Ambas partes lo eva­ luamos después muy positivamente. ¿Cuál es la enfermedad más dura de acompañar: la física, la mental o la espiritual? El ser humano es un ser bio, psico, socio, cultural y espiri­ tual. La enfermedad de una de esas áreas siempre toca a las otras. A veces la persona tiene una enfermedad física, terminal o invalidante, pero su mayor dolor es espiritual. El dolor es no poder elaborar su proceso de duelo; no poder “ofrecer” el dolor físico, y esto incluso los hace

refractarios a la analgesia; o no poder dar un sentido a lo que le pasa y se aísla socialmente; o en la órbita de lo mental, instala una depresión. Hay que estar atentos a todo. Por otro lado, la enfermedad mental de base es más difícil, a veces no permite a la persona reconocerse enfer­ ma. ¿Entonces cómo va a buscar ayuda o dejarse ayudar? Es muy complejo. ¿El hecho de ser religiosos los prepara de una mejor manera para transitar esos momentos duros de la vida? Cuando mis hijos eran chicos y se enfermaban yo me olvidaba de casi todo lo que podría saber o aplicar. Ahí era madre. Como dicen por ahí “la naturaleza es sabia” cada cosa en su lugar. Y es sano. Un proceso de duelo cada uno lo enfrenta desde lo que es. El respeto y no juzgar es lo primero. A veces sostener la mano vale más que mil palabras. Ahí Mamá Margarita es clave. El sentido de la casa es transitar esa etapa asistido, pero entre her­ manos. Hay fe con lo que se viene, y también temor. Hasta el más religioso, por más estudios que haya tenido… en ese momento es más humano que nunca. Igual a Jesús en la cruz. Como cada uno lo vive es totalmente personal y único. ¿Cómo te imaginás la Casa Mamá Margarita en 10 años? Como Inspectoría ¿habría que prepararse especialmente para ese tiempo? Correlativo al país y al mundo, la expectativa de vida aumentó, ¡tenemos muchos salesianos de +75­80 en plena actividad! La apuesta para mí está en el acompañamiento de algu­ nos procesos desde la vida activa, poder ir acompasando y optimizar la calidad de vida. Que Mamá Margarita siga apostando a la rehabilitación. Potenciar lo que en salud llamamos: Primer nivel de atención (prevención). 15


CONNOMBREYAPELLIDO

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Ante las infancias arrebatadas

Una “mirada esperanzadora” y la posibilidad de “reescribir la historia” En los recuerdos de la juventud entretejidos en la vida de barrio y el patio salesiano, Cecilia Menoni encuentra las raíces de su decisión de ser trabajadora social y su opción por la infancia que ha marcado toda su trayectoria profesional. Lo dice y lo remarca: allí nació su impronta. También la convicción de que su para qué tenía que ver con los demás. Desde el inicio, en 2022, integra el equipo Amorevolezza de la Inspectoría Salesiana en Uruguay, un programa de protección de niños, niñas y adolescentes y prevención de abusos, que busca promover la cultura del cuidado en clave salesiana y lleva más de 100 talleres en diversas obras de todo el país. En entrevista con el Boletín Salesiano, Menoni asegura que, a pesar del dolor, siempre “está la capacidad de transformación” de las situaciones de violencia y subraya la importancia de reconocer a los niños y adolescentes como “sujetos de derecho y no como objetos de protección”.

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¿Por qué decidiste estudiar Trabajo Social? Siempre que surge esta pregunta, en cualquier ámbito, hablo de mi vínculo con el ambiente salesiano que me marcó mucho. Crecí en el barrio Cordón y cerquita estaba Talleres Don Bosco. Tuve una infancia de mucho barrio en la escuela, el parque y, sobre todo, en la parroquia María Auxiliadora. Ahí hice catequesis, estuve en el Movimiento Adolescente Salesiano (MAS) y luego quedé como anima­ dora. Ese fue el arranque y tuvo que ver con mi decisión de para dónde ir porque empecé a entender mi vida, más allá de la fe, como un servicio para los demás. Cuando entrás a facultad tenés ganas de comerte el mundo, pero luego te vas reconciliando con cosas más alcanzables como transformar las pequeñas realidades. A pesar de los desafíos y sinsabores que puede tener esta profesión, creo que lo que hacemos tiene un valor muy importante, en especial porque toda la vida estuve vinculada con el tema infancia. ¿Cómo llegaste al equipo de Amorevolezza de la Inspec­ toría? Me llamó el padre Daniel Bernardoni, y aunque yo estaba con cincuenta mil cosas en ese momento, lo que más me convenció fue que se estaban proponiendo capacitar a todas las personas que están en contacto con los niños, niñas y adolescentes de las casas salesianas de todo el 18

país. Vi que era algo que podía tener un alcance muy importante para el bienestar de los gurises. Ahí se armó el equipo y trabajamos varios meses para armar un docu­ mento base. Si bien había varias ideas, el primer objetivo era que todos los educadores recibieran este taller sobre maltrato y abuso. Luego tuvimos que capacitar a los que iban a llevar adelante esas instancias y ahora las estamos llevando adelante… Vamos más de 100 talleres. ¿Cómo son estas instancias? Se habla de los datos, se explica qué es el maltrato y el abuso, cuáles son los indicadores y las expresiones. Es duro, pero también hay una mirada esperanzadora de que los gurises, si bien pueden haber sufrido situaciones hipercríticas y dolorosas, siempre está la capacidad de transformación. Quienes trabajan cotidianamente con niños y adolescentes deben saber que en sus manos está la posibilidad de reescribir la historia, y que eso tan duro que alguien vivió, no sea siempre así. Hablamos, en fin, mucho de resiliencia y otras claves. Recién mencionabas el dolor. ¿Qué implica personal­ mente trabajar con problemáticas así, en particular cuando se trata de niños y jóvenes? Es ver la peor cara de la humanidad. Cuando uno piensa en infancia piensa en alegría, juego, en disfrute y en


situaciones así se trata de todo lo contrario. Los temas de maltrato y abuso no tienen que ver con cosas que los niños y adolescentes hayan hecho, sino con cosas que el mundo adulto les hizo, entonces ver ese dolor es contac­ tar con lo más feo de nosotros mismos. Es mirarte como sociedad en un espejo donde no te querés mirar ni reco­ nocer. Son infancias arrebatadas, interrumpidas… No debe haber nada más triste que eso.

sobre infancia. Pero, en general, creo que lo fundamental es reconocer al otro como ese otro. No son una “masa de chiquilines” con los que trabajamos: hay que conocerlos, saber qué les pasa, cuáles son sus planteos y sus motiva­ ciones. En uno de los talleres me decían: "Hay que que­ rerlos". Y es tal cual. Hay una base fundamental que es el cariño, la disponibilidad y el querer que estén bien para transformar sus realidades.

Entonces, ¿qué podemos hacer para cuidarlos? Tenemos que avanzar mucho todavía porque lo primero es reconocernos como una sociedad violenta hacia los niños. Creo que algo fundamental es reconocerlos efecti­ vamente como sujetos de derecho y no como objetos de protección. Ese cambio de paradigma que propone la Convención sobre los Derechos del Niño todavía no lo hemos dado. Seguimos pensando en cosas "para ellos" y no cosas "con ellos". Hay una mirada adultocéntrica aún, donde todo se trata de nosotros. Creo que una de las claves es pasar a un lugar donde la participación infantil y juvenil sea más prioritaria; y eso no significa hacer lo que ellos quieren, sino hacerlos verdaderamente protagonis­ tas. Después es mirar qué tan priorizados están estos temas en la agenda pública y cuánto nos importa todo esto, porque no solemos preguntamos qué se propone

Eso es bien salesiano. ¿En qué puede inspirarnos el Sistema Preventivo a la hora de atender situaciones de estas características? Creo que eso de buscar el sabés silbar, el encontrar siem­ pre que hay algo más a pesar de todas esas situaciones que tenés donde lo que aparece es la tristeza o el recuer­ do de sentirse violentado. Siempre reconozco del ambien­ te salesiano eso de ir al encuentro del otro, de lanzarse a la búsqueda, de no esperar a que lleguen, sino de salir. Es eso de ir al barrio, de ir a la familia, de decir “vamos”. Eso es algo que se nota pila y yo me considero de esa escuela. Salir al encuentro, estar cerca, ser incondicionales y mos­ trarse alegres. Esas cosas que son bien del patio salesiano y estoy convencida de que hay que disfrutar con ellos, porque eso ellos lo ven.

PERFIL Cecilia Menoni es licenciada en Trabajo Social por la Universidad de la República y actualmente es Coordinadora nacional de salvaguarda infantil y juvenil en Aldeas Infantiles SOS. Antes trabajó en un club de niños y en Gurises Unidos, una organización no gubernamental al servicio, en especial, de chicos en situa­ ción de calle. Hace 12 años comparte la vida con Alejandro, un capataz de la construcción del que destaca su gran “sensibilidad” y que, asegura, la hace sentir acompaña­ da en eso de entender la vida “como un compromiso con los demás”. Hace nueve años tuvieron a su hija, Sofía.

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AQUÍYAHORA

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“Silvina es modelo profesional. Su trabajo es embellecer las páginas de los medios con su figura y su cuerpo. Está acostumbrada a que el lente de una cámara de fotos le descubra cada detalle y su vida transcurre entre cuidados y cosméticos. Sin embargo, durante los 85 días que pasó encerrada en la casa de Gran Hermano, engordó 10 kilos y perdió la línea”. Así describía a la modelo argentina Silvina Luna la revista Gente en noviembre de 2001, cuando tenía 20 años y le tocaba abandonar el reality show de televisión. El pasado 31 de agosto murió a los 43 años, luego de haber estado internada 79 días en el CTI del Hospital Italiano de Buenos Aires. Se había enfermado de los riñones y necesitaba horas de diálisis diaria a causa de una cirugía estética que el doctor Aníbal Lotocki le practicó en 2012. En esa intervención el médico le aplicó una inyección de polimetilmetacrilato en sus glúteos con el objetivo de aumentar su tamaño.

¿Qué la llevó a hacerse esa intervención? ¿Por qué esa obsesión por el cuerpo? Ella misma lo había explicado en una entrevista en Infobae: “Tuve muchas presiones. Y muy pocas herramientas también (...) Hacíamos teatro de revista y el cuerpo hegemónico era todo. Y yo me dejé llevar por eso, por buscar una seguridad en el exterior y querer cumplir con ese estereotipo. Eso me llevó a esa operación”. El psicólogo Ari Gómez, que está cursando su doctorado en España y trabaja en un equipo de investigación sobre salud y bienestar en ámbitos laborales, afirma que evitar la obsesión por la apariencia física o la belleza es “muy complejo” hoy, cuando tenemos alrededor “supuestas vidas perfectas” en redes sociales como TikTok o Instagram que nos pueden llevar a la desconexión con nosotros mismos y a obsesionarnos con la belleza, aunque eso es algo “dañino en general”. 22

“Cada caso es único, pero si el entorno es tóxico y nos está haciendo daño hay que tratar de salir de ese entorno”, advierte. Así define el ambiente que llevó a la modelo argentina a someterse a esa cirugía. Gómez afirma que no se pueden demonizar las cirugías estéticas aunque no cree que sean el camino, pero el mundo de la televisión, del modelaje e incluso del deporte son entornos sociales de una exigencia muy alta por la belleza. “Recién ahora se están dando los primeros pasos para cambiar esa exigencia”. Por eso invita a preguntarse en todo lo que hagamos para mejorar nuestro aspecto o nuestra imagen si eso beneficia la salud y el bienestar, y si es adaptativo, es decir, si no está perjudicando otras áreas de la vida, o a personas cercanas. “Si lo que hago implica sólo dedicarme a mí mismo, hacer una dieta extrema solamente para verme bien, tengo que prestar atención”, dice.


“Cuántos problemas y trastornos alimenticios se han relacionado con un tema de obsesión por querer verme mejor. Me quiero cuidar, pero ¿a qué costo? Uno tiene que estar atento a esos indicadores que nos están haciendo ver las personas cercanas que nos quieren, o nosotros mismos” cuando advertimos que algo anda mal. Gómez afirma que es muy importante a la hora de emprender una dieta o una intervención contar con acompañamiento médico o nutricional. “La dieta que le sirvió a otro no necesariamente me va a hacer bien a mí, por eso es importante hacerse algún tipo de examen para ver si está correcto el colesterol o la presión”, ejemplifica. Además recomienda informarse y recurrir al conocimiento científico que tenemos a mano por la conectividad. “Con tanta información que tenemos en internet se puede no solo leer mucho, sino animarse a buscar artículos científicos que estén validados y sean de alto nivel para profundizar más”. Sobre el autocuidado señala que comenzó a utilizarse a mediados de los 70, relacionado con la capacidad de las personas de automedicarse, para no tener que ir a un centro de salud porque no podían acceder al no tener medios para pagarlo, y a lo largo de las últimas décadas se fueron ampliando las investigaciones que se tratan de focalizar en el autocuidado psicológico que incluye varios temas del cuidado personal. En su tesis doctoral Gómez estudia cómo el autocuidado cobró relevancia con la pandemia, cuando nos vimos obligados a parar, y eso trajo muchos problemas. A su vez, agrega, nos llevó a reflexionar y a aprender a cuidarnos, lo que tiene una influencia muy fuerte en lo personal y en las personas que nos rodean. Según explica el psicólogo e investigador, lo primero es entender que en el autocuidado “no hay fórmulas mágicas o genéricas” que sirvan para todos. “Sí puedo decir que la toma de conciencia de nuestro propio estado es un primer

Nancy Bentancor

Psicólogo Ari Gómez

paso, saber parar, reflexionar, tener atención propia de nuestras vidas hace que demos un primer paso a buscar una manera más equilibrada de vivir”, señala. Según afirma, las investigaciones que se han hecho en los últimos 40 años en Europa o Estados Unidos sobre el autocuidado apuntan a actividades que tienen impacto en el bienestar como la meditación o el mindfulness, además de la actividad física que tiene impacto muy grande en nuestras emociones y en nuestra psiquis. “Cada uno se va conociendo y va tomando conciencia de qué actividades le hacen mejor y qué ejercicios físicos nos divierten más, pero también hay actividades de meditación asociadas con la atención plena de estar aquí y ahora, que no significa olvidarnos del pasado y dejar de preocuparnos por el futuro, pero se trata de estar atentos a las cosas que nos suceden. Ese puede ser un camino interesante para buscar vivir de una manera más equilibrada”, indica. También destaca la importancia de un entorno familiar y de amistades sano. “Tenemos que prestar atención a aquellas personas que se dan cuenta de que estamos sufriendo una distorsión en nuestro comportamiento porque buscamos estar más lindos, más lindos, más lindos”. El profesional resalta el “apoyo social que tiene que ver con tener un entorno saludable que sea un sostén para nosotros”. “No se trata de tener un grupo gigante de amigos y tener muchas actividades, sino poder contar con un apoyo social al que podamos recurrir en momentos en que lo necesitamos”. 23


SINTONIZANDO CONDONBOSCO

DEOTROSLARES

Sor Chiara Cazzuola Superiora General de las FMA

UNA FAMILIA AL ESTILO DE DON BOSCO Si la pastoral de las familias y de los jóvenes es de vital importancia para toda la Iglesia, es de manera particular para la Familia Salesiana que comparte las raíces carismáticas y la inspiración original de Don Bosco Padre y Fundador. En el sueño que tuvo cuando tenía nueve años, Juanito recibe un mandato claro en el que basará su misión pastoral y la de su familia religiosa: «Aquí está tu campo, aquí es donde tienes que traba­ jar. Hazte humilde, fuerte y robusto: y lo que veas que les sucede a estos animales en este momento, lo tendrás que hacer por mis hijos”. Este sueño será fuente e inspiración de toda elección futura en su vida, hasta el punto de que Don Bosco no dudará en afirmar: «En las cosas que pueden ser para bien de la juventud en peligro o sirven para ganar almas para Dios, yo me lanzo adelante y llego a la temeridad»". El corazón pastoral de Don Bosco lo impulsó inmediatamente a buscar cola­ boradores, hombres y mujeres, consa­ grados de votos estables, o "cooperado­ res" asociados a compartir ideales pedagógicos y apostólicos, simpatizan­ tes, amigos, exalumnos. Es interesante observar que Don Bosco y María Mazza­ rello se encontraron precisamente en el ámbito de la misión educativa. Don Bosco, ya sacerdote y de avanzada experiencia, confía en María Dominga, y María Dominga, al inicio de una aventura espiritual y pastoral, confía y se entrega plenamente a Don Bosco. Movidos por el Espíritu y guiados por María, con su carisma educativo hicieron perceptible a los jóvenes el amor de Jesús, Buen Pastor, Aquel que da vida en abundancia. El don de predilección por los jóvenes no es una elección opcional, sino que es nuestra propia vocación. Nos insta a dedicarnos con renovado entusiasmo a los jóvenes en sus recursos y pobreza, a partir de la pobreza del amor, para promover una pastoral juvenil misionera y vocacional, poniendo la atención en ambientes impregnados de auténtica cultura vocacional. Ambientes donde los 24

miembros de la comunidad que educa trabajan en sinergia en la formación de la inteligencia y el corazón de los jóve­ nes, en la educación de su libertad para que se oriente hacia el bien, la verdad y la belleza, hacia el encuentro con Jesús, Aquel que da plenitud de vida y espe­ ranza a su necesidad de amor. Cuando decimos "creer en los jóvenes" significa que queremos pensar en ellos como Dios lo hace. Mirarlos con buenos ojos no nos exime de ser objetivos, pero nos permite animar a quienes crecen buscando su identidad para expresar la incertidumbre, el dolor, la fragilidad, los deseos de bien, el deseo de compartir. Un artículo de Vittorio Chiari de hace unos años titulado: ¿Chicos malos? No, solo niños infelices presenta algunas imágenes reveladoras: ­ Una niña invitada a dibujar su autorre­ trato, le entrega la hoja en blanco, pero escribe: “¡Soy una niña invisible! En casa mi papá y mi mamá nunca tienen tiem­ po para mí, ¡nadie se fija en mí!”. ­ Otro dibuja un títere sin orejas: "¡No las necesito, de todos modos nadie me habla!". ­Un niño, en cambio, coloca las orejas en la cabeza de una hermosa marioneta: "¡Las únicas voces que oigo están dentro de mí!". ­Otro niño, unos meses antes de saltar de un puente, había exclamado: "No soy de nadie, no soy de nadie". Creer en los jóvenes significa tener voluntad de vivir con ellos y para ellos. Sentimos la urgencia de reafirmar, como Familia Salesiana, la opción por evange­ lizar la educación a través de una pre­ sencia educativa que proponga, sin miedo, caminos de santidad. En el diálogo con la marquesa de Barolo, Don Bosco da una respuesta que marca el proceso decisivo de su misión: “Hace mucho tiempo que lo vengo pensando, señora marquesa: mi vida está dedicada al bienestar de los jóvenes pobres y nadie jamás me hará desviarme del camino que el Señor me ha trazado".

Portugal ­ Más de 9.000 jóvenes en el SYM DAY de Estoril El día 2 de agosto, tuvo lugar el SYM DAY ­ Jornada del Movimiento Juvenil Salesiano ­ en la presencia salesiana de Estoril, con la participación de más de 9000 jóvenes, más de 500 voluntarios, personal, animadores, laicos de la Familia Salesiana, Salesianos consagrados e Hijas de María Auxiliadora. También estuvieron presentes el Rector Mayor de los Salesianos, Padre Ángel Fernán­ dez Artime, y la Madre Chiara Cazzuola, Superiora General de las HMA. Fuente: ANS

Al servicio del "soplo del Espíritu": la ronda de la santidad de la Familia Salesiana (Turín) ­ Tiempo de sintetizar, de renovar la comunión entre todos y, en fin, de cultivar la pasión por lo que, se ha reiterado, es un verdadero ministerio: este fue el sentido de la última sesión del seminario para la pro­ moción de las Causas de Beatificación y Canonización de la Familia Salesiana, que concluyó en la mañana del domingo 10 de septiembre de 2023. Una sesión que tam­ bién contó con la presencia continuada del Rector Mayor, el P. Ángel Fernández Artime, quien no perdió la oportunidad de animar a que aflore la santidad de la Familia de Don Bosco: "Tenemos que hacer que lo nuestro salga adelante, porque no son cosas nues­ tras", dijo, "estamos al servicio del soplo del Espíritu, y tenemos que ayudar a que ese soplo se haga sentir". Fuente: ANS


SABORABUENASNOCHES

En el año 1829 el joven Juanito Bosco tuvo un encuentro que le cambió la vida. Fue volviendo a su pueblo natal luego de participar de las misiones que se hacían en Butti­ gliera. En la caravana de gente, llamó la atención de un viejo sacerdote que, intrigado, se acercó a charlar con él. Era Don Calosso, a quien conocemos como uno de los más notables acom­ pañantes espirituales de Juanito Bosco. Pero hoy me permito desta­ carlo desde otro punto de vista: como alguien que supo cuidar, alguien que vivió la cultura del cuida­ do como pocos. Capaz que nos resulta más fácil cuidar a aquellos que son conocidos, como un familiar o un amigo. Pero cuando es alguien que no conoce­ mos o apenas nos hemos armado una imagen de su persona, es más difícil confiar, jugársela y cuidar. Algo así fue lo que pasó con Calosso y Juanito. Él era un niño en gran vulnerabilidad: la situación de pobre­ za y hambre de su familia, su traba­ jar en el campo como un adulto más y teniendo un futuro incierto, un

hermano autoritario y rudo en sus modos, entre otras dificultades. Después de aquella breve charla y algún otro encuentro, comenzó a gestarse entre ellos una relación de amistad y de confianza en la que Calosso supo cuidar de Juanito, además del acompañamiento espiri­ tual y educativo que le brindó. Tanto lo cuidó, que incluso lo llevó a vivir con él por un tiempo para alejarlo de los peligros que lo amenazaban en su hogar. Pero ¿por qué Calosso habrá cuidado así de Juanito si apenas lo conocía? ¿Por qué hacerse cargo de un chico que conocía tan poco? ¿Qué habrá visto en él o en sí mismo para asumir semejante responsabilidad? ¿Y en Juanito? ¿Qué se movió en él para dejarse cuidar por aquel hombre? Algunos autores dicen que Calosso vio en Juanito la última oportunidad de ser fecundo en su ministerio sacerdotal, algo que no había podido vivir en profundidad durante su vida. Y por el lado de Juanito, que vio en Calosso el padre que nunca tuvo.

nosotros en nuestros vínculos de cuidado. Primero, que Juan Manuel Fernández sdb cuando un víncu­ lo de cariño y de confianza, sea cual sea, es tan fuerte, nos compromete e involucra en la vida del otro. No nos deja indiferen­ tes y nos invita a hacernos cargo de la vida del otro, a cuidarlo y cuidar­ nos mutuamente. Y segundo, cuando nos encontramos con la fragilidad de otra persona, con sus heridas y su pobreza, Jesús nos invita a ser como el buen pastor y cargarla en nuestros hombros. Fue ese amor de buen pastor el que movió a Calosso a cuidar de Juan. ¡Vos y yo podemos ser Calossos para muchos Juanitos! Pero también podemos ser Juanitos, y estar necesi­ tados de Calossos.

Más allá de las razones reales, que solo ellos sabrán, yo veo dos motiva­ ciones que nos pueden ayudar a 25


DELÁRBOLSALESIANO

Cuidar a las infancias y ensanchar sus derechos es una tarea que compete a instituciones, familias y comunidades. En la Obra Social salesiana Picapiedras, ubicada en Melo, se acompañan procesos de más de 300 familias desde el CAIF, el Club de Niños y el Centro Juvenil. El psicólogo Marcos Caballero, y la trabajadora social del CAIF, Andrea Cruz, entrevistados para el BS puntualizan los aspectos que garantizan el cuidado de las infancias, los factores que con vergen para el desarrollo de niños y niñas, y la trascendencia del trabajo con las familias. 26


¿Cuál es la importancia del cuidado de las infancias? M: Es fundamental. La Obra Social Picapiedras abarca todas las etapas que tienen que ver con el desarrollo desde la primera infancia hasta los 18 años. Es importante instaurar aspec­ tos que tienen que ver con el cuida­ do, la salud, los valores y buenas pautas de crianza para los padres. A: Es muy importante salvaguardar los derechos de los gurises desde el nacimiento, proteger y estimular ambientes saludables, y desarrollar adecuadas pautas de crianza. Traba­ jar estas dimensiones es básico y sustancial tanto para la infancia como para la adolescencia. ¿Qué factores intervienen en el cuidado de las infancias? A: Desde el CAIF fomentamos el cuidado y la protección de los dere­ chos y la primera infancia desde los padres. Hay una necesidad de cuida­ do de la primera infancia que des­ pués se evidencia claramente en el desarrollo de cada uno, con conse­ cuencias en el crecimiento. La fami­ lia, la comunidad y la institución son variables importantes en el cuidado de niños y niñas. M: Hay que ser lo más abarcativos posible en todas las dimensiones que entrelazan la vida de los chiquilines: la familia, el barrio, la comunidad, las instituciones, todo lo que los rodea. Es importante que todas estas capas se involucren en el cuidado de las infancias para un buen desarrollo de niños y niñas. ¿Cuál es la trascendencia de trabajar en el acompañamiento desde los primeros años de vida de cada per­ sona? M: En los procesos a largo plazo se pueden ver los impactos. Notamos diferencias con niños y niñas que realizaron un proceso desde el CAIF y cuando llegan al Centro Juvenil visua­

lizamos el impacto positivo que tuvo el acompañamiento en sus personali­ dades. Hay que trabajar desde la primera infancia en todos los aspec­ tos que tienen que ver con la vida de los chiquilines, con ideas de supera­ ción, valores, el cuidado del ambien­ te y del otro. A: Para tener una infancia protectora con adultos protectores es trascen­ dental que haya padres o tutores que puedan advertir la necesidad de contención del otro, que puedan estar y brindar afecto en los primeros años de vida, dimensiones que des­ pués redundan en la autoestima y desarrollo de cada uno. Trabajar esto desde una etapa inicial es fundamen­ tal, y es muy importante hacerlo desde la contención y el afecto. ¿Qué otros aspectos trabajan desde el equipo técnico de la obra hacien­ do énfasis en el cuidado? A: Enseñamos y promovemos el cuidado del ambiente y del otro. Desde pequeños hacemos talleres de reciclaje y música, incluso con las familias. También nos encontramos a través del juego. Por otro lado, el cuidado del cuerpo y el espacio del otro son factores que trabajamos desde chiquitos. M: Hacemos hincapié en los buenos hábitos de convivencia a través de diversos talleres e intervenciones. Tiene que ver, también, con una toma de conciencia gradual de cada chiquilín sobre la importancia de ciertas temáticas como el respeto al otro o cómo evitar relaciones de violencia. Trabajar de modo preventi­ vo para que niños y niñas sean los protagonistas y puedan darse cuenta de que existen conductas que no están bien por más que en la cotidia­ nidad se naturalicen. ¿Cómo trabajan el vínculo con la familia de cada niño y niña? A: En el CAIF tenemos su presencia

diaria cuando van a buscar a los niños, son instancias que aprovecha­ mos para fortalecer el vínculo con ellos. Además se hacen intervencio­ nes, talleres y reuniones del equipo psicosocial cuando hay que trabajar temáticas referidas a pautas de crian­ za. Es permanente el contacto, son la pata fundamental para trabajar la protección de las infancias. Buscamos no llegar desde un lugar de contralor, acompañamos y estamos, y trabaja­ mos con referentes comunitarios. M: El objetivo es el chiquilín, pero ampliado a las familias, es imposible no abordar su realidad y obviar en quiénes los niños y niñas se apoyan diariamente. Tratamos de incluirlos para triangular entre la obra, la fami­ lia y el niño. Le damos tiempo y dedicación a este tema, los involu­ cramos, realizamos reuniones, talle­ res, entrevistas e instancias formati­ vas. ¿Qué desafíos tienen desde su pro­ fesión con respecto al cuidado de niños y niñas? M: El desafío es pensar qué podemos brindarle a cada chiquilín, visualizar lo que podemos construir juntos. El mayor reto que veo es llegar a niños rebeldes, que no adhieren a ninguna normativa, y brindarles herramientas para su defensa en la vida y que no queden expuestos a riesgos. A su vez, nosotros hacemos un proceso desde 0 hasta 18 años pero, a veces, con la mayoría de edad, estos chiquilines mayores no tienen establecido un rumbo y nos queda un debe de cómo contenerlos y acompañarlos. Es algo que nos inquieta y que estamos trabajando. A: Como equipo intentamos elaborar estrategias que eviten constituir vínculos violentos. Me desafía gene­ rar herramientas desde pequeños con énfasis en el respeto por el otro y el cuidado. Es un tema que me preo­ cupa. 27


UNAMANOAMIGA

“… si estos jóvenes hubieran tenido un amigo que se preocupara por ellos, los acompañara y les mostrase el amor de Dios, quien sabe si no se hubieran alejado de esta vida que llevan…” Don Bosco (MO)

Carolina Mantrana del CAIF Los Bosquitos y Camila Gil del CAIF Mamá Margarita

“Hay que trabajar en red y codo a codo” “Contar con un sistema de cuida­ dos es fundamental para garantizar derechos, proteger las infancias y desarrollar cultura de cuidados en una comunidad” y, al mismo tiem­ po, “las personas deben dejarse cuidar, apropiarse del cuidado y transmitirles a los otros lo que aprendieron”. Carolina Mantrana, coordinadora del CAIF Los Bosquitos del Movi­ miento Tacurú (Unidad Casavalle) y Camila Gil, del CAIF Mamá Marga­ rita, ubicado en el predio del Cole­ gio Domingo Savio (barrio Ituzain­ gó), desmenuzan en esta entrevista para el Boletín Salesiano todos los ingredientes que con su mezcla, tamizada y dosificada adecuada­ mente, propician una cultura del cuidado de la primera infancia en estas obras salesianas.

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CAIF Mamá Margarita

¿De qué manera han logrado implementar el sistema de cuidados en el CAIF? CM: Una de las cosas en que he hecho hincapié durante todos estos años es en la cercanía hacia al niño, su familia, desde la sinceridad, desde el respeto. Y ahí me viene a la memoria la frase de Don Bosco que no basta con amar a los niños, sino que es preciso que se sientan amados. Si ponés en práctica esa frase, eso nos acerca al cuidado. El cuidado desde el lugar del respeto, de la paciencia. Hay que esperar los tiempos de cada uno para asimilar y aceptar el cuidado. Hay que cuidar, pero también el otro debe aceptar dejarse cuidar. Y para eso se necesita un equipo, no solo el del CAIF, sino también de las redes que se van tejiendo afuera para que eso se concrete. Hay que crecer desde adentro, pero juntos. Nos necesitamos los dos para lograrlo, y esa es la esencia del cuidar. Esto va para el niño, pero también para la familia, si no, no vas a lograr nada. El cuidado se muestra desde el buen día, cuando llegás, y con el hasta mañana, cuando se van. CG: Mamá Margarita, como CAIF, forma parte del sistema de cuidados ofreciendo cuidados diarios a niños y niñas de 1 y 2 años. Algunos de ellos asisten 4 horas diarias mientras que otros lo hacen por 8 horas. Durante todo ese tiempo son cuidados y acompañados en su desarrollo por un equipo multidisciplinario que vela por el cumpli­ miento y promoción de sus derechos.

Mientras los niños y niñas están en el CAIF sus familias tienen la posibilidad de trabajar y mejorar la organización familiar al tiempo que están tranquilos de que los hijos están bien cuidados. Por lo tanto, la condición de contar con empleo no es un factor excluyente para formar parte de Mamá Margarita, sino una condición que alentamos y apoyamos. En este sentido, en Mamá Margarita procura­ mos mantener a las familias involucradas en los procesos de desarrollo de los niños y niñas y les brindamos apoyo y orientación sobre cómo acompañar a los niños durante la primera infancia. ¿Cuál es la respuesta que recibe el equipo de las fami­ lias? CM: Lo que uno hace es nutrir a los niños y a sus familias de experiencias, que en un futuro se transformarán en herramientas que pondrán en uso cuando las necesiten para crecer. Y las familias perciben eso, y quieren ser parte también, participan, y eso afianza el proceso del cuidado, y esa es la mejor respuesta de que algo bien estamos haciendo, que sus hijos son queridos con sus historias. CG: En los 4 años de funcionamiento que tiene el CAIF hemos recibido de las familias expresiones de confianza con el equipo, les gusta la propuesta educativa y reco­ miendan el Centro a otras familias. Algunas incluso han regresado a inscribir a sus hijos menores. Cuando se los 29


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invita a participar en talleres o actividades aprovechan mucho los espacios, disfrutan y expresan agradecimiento. Otro indicador de que las familias encuentran en Mamá Margarita un lugar de referencia y seguridad es la canti­ dad de veces que se acercan al equipo para plantear sus inquietudes y necesidades. ¿Qué tan importante es tener un sistema de cuidados fortalecido para otorgar mejores oportunidades a la gente que atiende? CM: El sistema de cuidados, que no tiene nada que ver con el sistema creado por el Estado, es algo integral, que pasa por generar los cuidados pertinentes, necesarios, como ser alimenticio, de desarrollo, de salud física y emocional. Trabajar en un sistema de cuidados así es sumamente desafiante, enriquecedor y además te abre a la necesidad de tener que encontrarse con otros, ya que no podés trabajar solo. Necesitás de un médico, de un odontólogo, de trabajadores sociales, de cocineros, para poder cuidar bien y darle salud en su más amplio sentido a los cuidados. Repito, hay que trabajar en red en su más amplio sentido, codo a codo, para que ese niño cuidado se apropie de esos cuidados y los pueda pasar a otros. Así se generará ese cambio, y se irá generando esa cultura del

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cuidado. Eso es desafiante, porque hay que chocar, muchas veces, con las historias que traen de sus hogares. El cambio viene no solo por ser queridos, sino sentirse queridos, y desde ahí generar el cambio necesario. En síntesis, las personas deben dejarse cuidar, apropiarse del cuidado y transmitirles a los otros lo que aprendieron. CG: El CAIF tiene su foco de atención en la primera infan­ cia y sus familias, pero la capacidad de atención es acota­ da por los cupos limitados que el convenio abarca, que claramente es menor a la demanda del barrio, pero ade­ más porque una mejor atención requiere del trabajo en red y el abordaje multidimensional de la vida de las perso­ nas. En ese sentido los CAIF somos de las pocas políticas públicas que aún quedamos en territorio por lo que la articulación y coordinación con otros servicios es cada vez más difícil. Por esto, entendemos que el sistema de cuida­ dos se ha visto debilitado afectando el acceso a derechos y servicios de las niñas, niños y sus familias del barrio. Contar con un sistema de cuidados que atiende fuerte y articuladamente la salud, la educación, la nutrición, la recreación, la seguridad y la justicia de los niños y niñas es fundamental para garantizar derechos, proteger las infancias y desarrollar cultura de cuidados en una comu­ nidad.

Camila Gil

Carolina Mantrana

Tiene 35 años. Es licenciada en Ciencias de la Comuni­ cación. Coordina el Proyecto CAIF “Mamá Margarita” de Domingo Savio. Lleva 4 años en el proyecto, desde su fundación en 2019.

Tiene 54 años. Es educadora de primera infancia. Es coordinadora del CAIF “Los Bosquitos” del Movimiento Tacurú y de los niveles 1 y 2 años en un Jardín de Infan­ tes privado.

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