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El capítulo de los Bosco

La experiencia del Capítulo Inspectorial que vivimos hace poco como presencia salesiana en Uruguay, es más vieja "que el agujero del mate", como se dice. Es una práctica tradicional en la Congregación y en la vida de la Iglesia en general. Sin embargo, nuestro Capítulo de febrero estuvo marcado por una vivencia sinodal más evidente, más palpable.

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Lo viejo no es el capítulo en sí mismo, sino el hecho de que frente a los problemas y desafíos de cada momento histórico, el ser humano busque posibles caminos de solución a nivel comunitario: es decir, entre muchos, haciendo partícipe a todas las personas, escuchando más de una voz.

Es cierto también que los procesos pueden ser más o menos representativos, más o menos inclusivos, o participativos. Pero en lo que creo que coincidimos, es que nadie tiene la bola de cristal y por eso nos necesitamos todos y todas. Además, desde la fe, creemos que el Espíritu se manifiesta ante todo en la experiencia comunitaria. ¿Cuántas veces en nuestros hogares, trabajos, grupos de animación o de amigos hacemos capítulos para buscar soluciones a los problemas o desafíos? Muchas veces.

Como aquella vez en que Mamá Margarita ante la tensa realidad familiar entre Antonio y Juanito por los estudios de este último, tuvo que tomar una decisión difícil y radical. El asunto era que Antonio, como el hombre de la casa, tenía que velar por la sustentabilidad económica del hogar. Por eso veía con malos ojos que Juanito se dedicara a estudiar, ya que esto suponía tener dos brazos menos para trabajar en el campo.

Sin embargo, antes de decidir, Margarita convocó un capítulo familiar. Estuvieron el tío Miguel, la tía Mariana y el tutor de los niños, Juan Zucca. Todos ellos tenían algo que ver sobre la situación familiar que se vivía. La familia Bosco, y ya no sólo Margarita, deciden dividir los bienes de la familia. Hubo que espe­ rar a que Antonio tuviera la mayoría de edad para poder hacerlo. Con la división de bienes, Antonio se quedaba con una parte de la casa y del terreno, en la que luego formaría su propio núcleo familiar. Margarita, José y Juanito mantenían la otra parte. Esto le significaba a ambas partes una carga económica más llevadera.

Margarita, jefa del hogar, ciertamente ya venía pensando esa opción como la solución al conflicto. Pero es escuchando todas las voces y teniendo el apoyo del resto de la familia Bosco que zanjea la situación. Fue una experiencia de comunión, de sinodalidad, de diálogo; desde luego no exenta de tensiones, pero con la certeza de que era una decisión que tenían que tomar todos y no sólo una persona.

“Como mujeres y hombres de fe, sabíamos que en esos días de Capítulo Inspectorial el Espíritu Santo nos iba a hablar y a dar luz”. El P. Hugo Espinosa sdb y Karen Amaro, coincidiendo en esa certeza así como en la necesidad de conectar con los orígenes del carisma para soñar el futuro, no dejaron ningún detalle al azar a la hora de preparar los momentos de interioridad de los capitulares, tanto personales como comunitarios.

Entrevistados por el BS el sacerdote y la laica salesianos comparten qué aspectos tuvieron especialmente en cuenta para provocar la vivencia que se buscaba propiciar, cómo experimentaron en lo personal este acontecimiento, cuál es la misión salesiana que viven y cuál anhelan.

En el reciente Capítulo Inspectorial colaboraron estrechamente para preparar, propiciar y cuidar los momentos de interioridad de los capitulares y de la liturgia…. ¿Qué aspectos tuvieron especialmente en cuenta a la hora de idear esos espacios?

H­ Como mujeres y hombres de fe, sabíamos que en esos días de Capítulo Inspectorial el Espíritu Santo nos iba a hablar y a dar luz y nosotros, como asamblea, estábamos invitados a escucharlo y a recibir esa luz como un don. Una escucha que la hacíamos JUNTOS, jóvenes, laicos, y salesianos consagrados. Nos pareció que debíamos comenzar pidiendo al Espíritu Santo la LUZ del DISCERNIMIENTO, de la ESCUCHA, de la ORACIÓN, LUZ para poder SOÑAR, para CONFIAR en Dios. La Palabra de Dios era el centro, por eso estaba siempre presente y en un lugar destacado el Evangeliario. Queríamos como capitulares conectarnos con Valdocco, nuestro lugar de origen. “Donde se encuentra nuestro lugar de origen, se encuentra el lugar de nuestra originalidad”. Necesitamos siempre volver a Valdocco. Necesitamos siempre volver al corazón de Don Bosco. Por eso también rezamos desde esa experiencia.

K­ Sin duda alguna conectar con el Espíritu Santo y con los orígenes de nuestro carisma fueron la clave para lo que en esos días de Capítulo iba a suceder. Generar espacios y momentos que permitieran a cada capitular hacer esa experiencia interior de descubrirnos conectados. Al mismo tiempo ir a aquello que nos trasciende, que tiene mucho que ver con quienes estuvimos allí, pero también con tantas otras personas que han estado, que están y que seguirán en este andar, ojalá cada vez más sinodal. Pero eso, sobre todo, tuvo que ver con la disposición interior de cada uno para vivir cada momento, en comunión y dejándose habitar por el Espíritu de Dios que nos pide escucha y acción.

Concretamente ¿cuáles fueron los momentos que prepararon?, ¿cómo se vivieron?

H­ Preparamos la oración de inicio de cada jornada, las eucaristías y un momento de adoración. La ambientación, la música, los signos y la disposición de los y las capitulares hicieron posible poder celebrar la vida vocacionada de cada una y cada uno y el regalo grande del carisma vigente en nuestro Uruguay. K­ Agrego, a esto que dice Hugo, la sencillez, tanto en la preparación como en la vivencia de cada uno de los momentos. Lo imprescindible fue llevar a los momentos de oración comunitaria todo lo que se estaba moviendo interiormente y en las compartidas con otras y otros.

En lo personal, ¿qué pudieron vivir de la propuesta espiritual del Capítulo?

H­ En lo personal pude volver a renovar mi fe en lo que el Espíritu Santo hizo en Don Bosco y volver a conectarme con la Experiencia de Valdocco. Pensemos que Valdocco nos conecta con Mamá Margarita, la madre de Don Bosco y a tantos santos y santas como Domingo Savio, José Cafasso, la Marquesa de Barolo, san Leonardo Murialdo, san Luís Guanella y los primeros salesianos. Nos conecta también con la Basílica de María Auxiliadora y con la vida de la Congregación esparcida hoy en 134 países del mundo. Valdocco representa el punto de partida de todas las expediciones misioneras, desde la primera en 1875 hasta nuestros días. Fue un momento muy lindo para agradecer tantos dones que Dios nos ha regalado y nos sigue regalando.

K­ Conectar con los orígenes me vuelve a sacudir siempre, desde esa experiencia de tratar cada día de ser fiel a mi misión como bautizada, con este estilo de Don Bosco tan marcado. Es un desafío cotidiano. Ser parte de esta búsqueda en la que, como Inspectoría, queremos zambullirnos, me desafía y me pone en movimiento. Fue una oportunidad de encuentro desde los desafíos y las búsquedas, desde mi vida vocacionada, en el encuentro con tantas otras vidas y lo sagrado habitando allí, en lo silencioso y en el ruido. Con todas las dificultades que todo esto implica, volverme pequeña, saberme en camino y experimentar qué me trasciende, me anima a andar y confiar

¿Qué les dejó esta experiencia de salesianos consagrados, laicos y jóvenes que con voz y voto pusieron sobre la mesa la identidad, finalidad y el futuro de la misión salesiana en el Uruguay?

H­ Vivimos una experiencia fuerte de sinodalidad y discernimiento comunitario que nos hizo experimentar que la fidelidad al Señor y al carisma es JUNTOS, ese es el modo que tenemos hoy de caminar a la santidad, de vivir y animar la misión compartida, juntos: jóvenes, laicos y salesianos consagrados. Nos dejó la certeza de que la Congregación tiene mucho futuro en el Uruguay porque la propuesta de Don Bosco sigue respondiendo a la realidad de los jóvenes y son muchos los laicos y laicas que viven el carisma salesiano.

K­ A mí la experiencia sinodal propuesta en el Capítulo me conmueve y me da esperanzas, realmente estoy convencida de que el camino es por ahí. Sin dudas, creo que tiene que ver con el Espíritu Santo hablándonos fuerte y con claridad. Me hace conectar con la necesidad de seguir saliendo de nosotros mismos, de mirar más allá de nuestra realidad concreta y buscar la comunión, de salir al encuentro de las juventudes… ¡porque escucharlos me compromete! Necesitamos más espacios donde discernir y tomar decisiones en conjunto, salesianos jóvenes, laicos y consagrados.

¿Qué misión salesiana viven, y con cuál sueñan?

H­ Vivo con mucha alegría la experiencia que pedí el día de mi ordenación sacerdotal, que nunca me falte un patio lleno de jóvenes para compartir la vida y la experiencia de Dios. Disfruto cada día la alegría y la acción de gracias por la vocación que Dios me regaló. Don Bosco, consciente de que no todo terminaba con él, sino que seguramente lo que él vivía solo sería el inicio de un largo camino a recorrer, dijo en un día del año 1875 a don Julio Barberis, gran colaborador: “Ustedes completarán la obra que yo he comenzado; yo hago el croquis y ustedes le pondrán colores”.

Sigo soñando con seguir siendo parte del gran sueño de Don Bosco: dar a conocer a Cristo a los jóvenes para que encuentren en Él el sentido de sus vidas. Y esto junto a tantos laicos y laicas que sueñan con seguir poniendo los colores a la obra que el Espíritu Santo comenzó con Don Bosco.

K­ Vivo, desde lo profundo, la alegría de sentirme amada por un Dios que se me revela en las infancias y juventudes, sobre todo en aquellas a las que la vida les ha tocado más difícil. Hago experiencia cotidiana de este Dios de los sencillos. Vivo como misión el compromiso de acompañar la vida de otras personas, teniendo en el centro la búsqueda de ese impulso a ser feliz. Y soy feliz ahí, en el encuentro verdadero con los otros. Sueño con una misión salesiana que se represente en una mesa compartida, circular; donde haya lugar para todos y todas; que sea dinámica y siempre en movimiento. Donde nos podamos mirar, escuchar verdaderamente y dialogar. Una mesa que sea signo de familia y fraternidad, de fiesta y de banquete, del deseo profundo de compartir con quienes están al lado. Donde las decisiones estén enraizadas en diálogos sobre la realidad, con miradas profundas y a la escucha de las juventudes y sus necesidades, fieles seguidores de Don Bosco y su deseo de estar siempre entre los jóvenes, los verdaderos protagonistas de esta historia.

“… si estos jóvenes hubieran tenido un amigo que se preocupara por ellos, los acompañara y les mostrase el amor de Dios, quien sabe si no se hubieran alejadodeestavidaquellevan…”

DonBosco(MO)

Ya había participado en el Capítulo Inspectorial anterior, pero sin voto. En el Capítulo celebrado en febrero para delinear la misión salesiana en Uruguay de cara al 2027 Santiago Texeira tuvo también voto, siendo parte de una experiencia inédita en que a la voz y al voto de los salesianos consagrados se sumaron los de laicos y jóvenes.

El mayor desafío detectado por Santiago es la sinodalidad en el trabajo compartido y asegura que la brecha existente se puede superar “sintiéndonos hermanos entre todos”

¿Cómo te integraste a este grupo que hizo parte del Capítulo Inspectorial?

De cada casa salesiana se propusieron integrantes para participar de estas dinámicas del Capítulo. Ya había participado en anteriores, donde se podía proponer, pero no tener voto, a diferencia de este de febrero último. Pero tras estar en la previa, que se llevó a cabo en noviembre, quedé a la expectativa de ser parte en esta instancia tan importante, representando a las obras sociales, junto con otros compañeros de otras obras de todo el país.

Finalmente fuiste convocado, ¿cómo fue la experiencia que vivenciaste?

Fue un proceso muy interesante y distinto encontrarnos, escucharnos entre todos, y compartir cada uno desde su experiencia salesiana. En mi caso, que estuve en varias casas, fue sumamente enriquecedor empaparme de otras realidades y puntos de vista.

¿Has compartido lo vivido con tus pares de otras obras salesianas, y sacado conclusiones más colectivas desde esa óptica?

No hemos tenido una instancia formal entre todos, pero sí conversamos, y me han dicho lo mismo, lo enriquecidos que han salido de esta instancia. Es que estamos en el contacto directo con los más vulnerables en las obras sociales, y aplicamos esos conceptos que Don Bosco nos ha dejado. El haber compartido nuestras realidades nos va a ayudar a todos a tener más elementos cuando se presenten las diferentes circunstancias para resolverlas logrando la mejor solución.

¿Cuáles son los principales desafíos que detectaron tras escuchar los planteos de todos los presentes en este Capítulo?

Varios aspectos identificamos ya en la Asamblea Educativo Pastoral, y se reafirmaron en el Capítulo Inspectorial: la sinodalidad y el poder trabajar en conjunto. Esta forma ya la venimos utilizando desde siempre, pero el escucharnos puede favorecer a solucionarle la realidad a muchos. No es fácil, pero debemos tomar las decisiones, delegando y que no quede todo el peso solo en los consagrados y los laicos, sino que también los jóvenes pueden incidir en esas instancias. Tenemos que disminuir la brecha y sentirnos hermanos entre todos, no solo en lo laboral salesiano, sino llevárnoslo a nuestras vidas, el sentirse hermano del otro. Todo esto en medio de una cultura que te lleva hacia lo individual. Lo esencial es mirarnos y sentirnos hermanos con los demás.

Tras todo lo conversado y los horizontes trazados ¿con qué sentirías que la tarea está cumplida?

Un gran desafío para todos es la continuidad de los salesianos, lo que antes estaba más en manos de los consagrados hoy recae también en los laicos y jóvenes. Mi mayor felicidad sería ayudar a cumplir ese sueño de Don Bosco, y que el espíritu salesiano de misión compartida, de hermandad, de presencia entre los jóvenes, siga, más allá de las personas que estemos. Es una gran responsabilidad y un gran desafío desde lo social transmitir ese mensaje de esperanza y presencia a todas las familias y gurises que pasan por situaciones de vulnerabilidad complejas. Deseo que siga y prospere esa hermandad entre todos. Y que se dé la experiencia de sentirse amado, como lo viví con mi esposa, Vicky, cuando nos casamos hace 3 meses, de parte de los invitados. Nos acordamos de la frase de Don Bosco de que no alcanza con amar a los jóvenes, sino que ellos se sientan amados. Eso lo tengo tatuado adentro.

Tuviste la oportunidad de vivir otro Capítulo: ¿qué significa personalmente esta experiencia?

Es una sensación de pertenencia interesante, pero también de responsabilidad en implementar lo vivido y lo que hemos definido como prioridades. Es un crecimiento en general, como persona y como parte de la Familia Salesiana.

Santiago Texeira tiene 29 años y está casado. Nació y vive en Montevideo. Estudió hasta 4° de liceo en el Colegio Maturana, 5° y 6° los cursó en el Instituto Juan XXIII. Prestó diversos servicios dentro de la Familia Salesiana y en varias casas, como ser animador, catequista y coordinador.

Fue tallerista en la Obra Social Aires Puros donde, desde el año pasado, es coordinador. Es Licenciado en Recreación Educativa.

Podés colaborar con el Centro Salesiano Aires Puros a través de Fundación Trampolín