Juventudes: mantener vivo el asombro | BOLETIN SALESIANO URUGUAY

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URUGUAY / Cuarta época / Año XLIII / Nº 8 Setiembre 2023 / www.issuu.com/bsuru


CARTA DEL DIRECTOR

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Juventudes: una espiritualidad juvenil del asombro

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¡SÍ, HAY ALGO NUEVO BAJO EL SOL!

Christian Rodríguez, del Movimiento Tacurú, posJMJ Cómo transmitir a otros jóvenes al Dios que nos habita

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SINTONIZANDO CON DON BOSCO

Don Ángel Fernández Artime SDB “La memoria del futuro”

Boletín Salesiano Revista de información sobre la Familia Salesiana y de cultura religiosa

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CRECER DESDE ADENTRO

10 FAMILIA EN OBRA

Julieta Adano P. Nicolás Soto sdb y Victoria Rovella “Que nadie les diga que están perdiendo el tiempo”

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ME GUSTA, COMENTO, COMPARTO

Hna. Cecilia Gayo FMA “Iglesia, ¿casa de todos?”

Director: P. Sebastián Ferreyra sdb Redactora Jefa: Adriana Porteiro Columnistas: Hna. Cecilia Gayo hma, Juan Manuel Fernández sdb y Julieta Adano. Equipo de redacción de este mes: Natalia Roba, Nahuel Durand, Marcelo Hernández y Gonzalo Martínez. Fotografía: Sofía Cayota, Nahuel Durand, Marcos González, de ANS, Shutterstock, Pixabay y fotos de archivo de Ángela Etchebarne.

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VALE LA PENA VIVIR ASÍ

La JMJ para Ángela Etchebarne “Todos los momentos están allí para ser feliz”

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CON NOMBRE Y APELLIDO

Ariel Fresia sdb Juventudes de “carne y pixeles”: asumir la multiplicidad y potenciar el protagonismo

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AQUÍ Y AHORA

P. Sergio Álvarez sdb Juventudes: multiplicidad y diversidad en lugar de la uniformidad

Corrección: Graciela Rodríguez Diseño: gustavo@tanganika.com.uy Impresión: Mosca Departamento Comercial: Luis Gómez E­mail: boletinsalesianouruguay@gmail.com Celular: 092 432 286 Dirección, redacción y administración: Av. Agraciada 3181 CP 11800, Montevideo; tel. 2209 4521

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SINTONIZANDO CON DON BOSCO

Sor Chiara Cazzuola FMA “¡Todos en Lisboa!”

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UNA MANO AMIGA

Robin Silva y Matías Cedrés del Instituto Paiva Irisarri “Lo más importante de ser salesiano es ser solidario, ponerse en el lugar del otro”

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SABOR A BUENAS NOCHES

Juan Manuel Fernández sdb “Otros tantos”

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DEL ÁRBOL SALESIANO

Lucía Cetta: la joven uruguaya que se encontró con el Papa en la JMJ “El amor es crucial para acercar a quienes no están cerca de Dios”

Sitio web: www.issuu.com/bsuru Email: boletinsalesianouruguay@gmail.com Afiliado a la Cámara Uruguaya del Libro. Depósito Legal: 366.191

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P. Sebastián Ferreyra sdb

CARTADELDIRECTOR

JUVENTUDES: UNA ESPIRITUALIDAD JUVENIL DEL ASOMBRO Ya hace mucho tiempo que entró en nuestra reflexión la perspectiva de juventudes, para mirar, reflexionar y repen­ sar nuestra misión y tarea educativo pastoral. Claro que las transformaciones siempre son más lentas que nuestras reflexiones y no pocas veces seguimos manteniendo pro­ puestas y miradas que ya no logran dialogar con la realidad de juventudes. Estas líneas, más que una crítica, quieren sensibilizarnos para descubrir lo esencial y poder, como educadores pastores, asumir ciertas miopías que no nos dejan mirar y entrar en relación auténtica con las juventu­ des, en definitiva, con cada joven, con su vida como viene. Nos pasa muchas veces, y lo he escuchado seguido en nuestros encuentros, que muchos con sinceridad dicen que ya no entienden a los jóvenes, que no saben de qué hablan, que es difícil entrar en una relación auténtica con ellos. Es que muchas veces, no digo que sea la única causa, es que vamos al encuentro de un joven que no existe o que existe solo como categoría mental. Vamos al encuentro de un joven que construimos hace años, que lo categorizamos, describimos, que probablemente conozcamos hasta el último detalle, pero solamente está en nuestra imaginación, es producto de una reflexión y, en el mejor de los casos, de una experiencia que solo quedó en la memoria. La categoría de juventudes nos abre a un mundo juvenil distinto, diverso, donde siempre hay que aprender, contem­ plar, respetar. Junto con la Exhortación apostólica postsino­ dal Christus vivit reconocemos que «existe una pluralidad de mundos juveniles» (ChV 68) atravesados por situaciones vitales particulares, sensibilidades, historias, etc. Por lo tanto, lo propio de un educador pastor que va al encuentro de un joven es la incertidumbre y el asombro para dejarse sorprender por el otro, su vida y su historia. Juventudes hace referencia a la diversidad de modos de ser joven existente y a que cada joven es protagonista de la construcción de los espacios que quiere habitar. Es una categoría teórica, sin duda, pero es clave de la experiencia

actual con los jóvenes. No significa tanto que “los jóvenes han cambiado”, sino que “nosotros aprendemos a mirarlos de un modo nuevo” que nos permite encontrarnos con ellos realmente. La perspectiva de juventudes es también un llamado a cultivar una espiritualidad juvenil más contempla­ tiva, más asombrada, más del sacramento salesiano de la presencia, más de la transformación profunda.

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¡SÍ,HAYALGONUEVO BAJOELSOL!

Christian Rodríguez, del Movimiento Tacurú, posJMJ

Cómo transmitir a otros jóvenes al Dios que nos habita Desde 2018 a la fecha la vida de Christian Rodríguez dio un giro total. Aquel joven que entró al proyecto de barrido de Tacurú se encontró con un espacio que lo invitaba a formarse espiritual, académica y profesionalmente, y hoy se siente salesiano. A sus 24 años y después de un gran recorrido, Christian asistió a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) como una experiencia llena de aprendizajes y de expresiones de fe. Entrevistado para el BS contó sus vivencias en la previa, el durante y el después de la JMJ que congregó a un millón y medio de jóvenes católicos de todo el mundo. 4


¿Cómo fue el proceso previo a la JMJ? Sobre 2020, en plena pandemia, integraba la comunidad juvenil y Néstor Castell, director de la obra, nos compartió la idea de formar un grupo y hacer un camino hacia la JMJ. Fue una locura, empezamos a planear todo y a juntar esfuerzos. Trabajamos y recaudamos dinero de distintas maneras para tener la posibilidad de viajar: cortamos el pasto, vendimos pizzas, prestamos servicio de catering, de todo. Ade­ más, tuvimos la suerte de que se atrasó un año por la situación sani­ taria, lo que nos permitió juntar más fondos.

¿Qué es Tacurú para vos? Llegué a través del barrido, con 19 años, y de a poco me metí en el mundo salesiano. En 2018 se formó una comunidad juvenil y comencé a integrar el grupo. Sigo trabajando en la obra, pero ahora como admi­ nistrativo. Tacurú es un centro que me ayudó mucho, que me abrió la cabeza, me hizo crecer y me enseñó que lo más importante es el otro. Aprendí a asumir compromisos y ahora tengo un lazo con la institu­ ción que va mucho más allá del trabajo.

¿Cómo se conformaba el grupo? Éramos 16 personas, entre jóvenes y adultos referentes que nos acom­ pañaron y ayudaron a hacer el camino. ¿De qué forma se preparó la comu­ nidad? Cada mes nos juntábamos e íbamos haciendo caminito para llegar y darle un buen sentido a las jornadas en Lisboa, compartiendo en distin­ tos encuentros lo que implicaba la JMJ. Fue un camino largo y muy sentido, que tuvo un final increíble, encontrándonos en esa semana espectacular. Además, nos queda­ mos unos días para conocer los espacios que habitó Don Bosco.

Entonces, las instancias de forma­ ción también trataron de presentar partes de la vida de Don Bosco relacionadas con ciudades y momentos de su vida. ¿Qué aprendiste de ese camino previo? Fue un gran recorrido, con altas y bajas. Es algo que lo hice con ganas y esfuerzo, convencido, con mucha fe y con la presencia de Jesús. Un trabajo inmenso que me pone con­ tento cómo lo llevamos a cabo. Cuando empecé ese camino estaba en búsqueda de encontrarme y ahora sé lo que quiero transmitir. Me quedaron muchas cosas del recorrido previo y del mismo viaje, aprendí a transmitir el amor de Dios, entendí que su presencia está en mí mismo. ¿Cómo viviste personalmente la JMJ? Fue muy lindo, viví encuentros maravillosos. Estábamos todos unidos por el mismo sentido, en un clima de fiesta que estoy seguro que Jesús lo quiso así. Cada uno de los siete días en Lisboa los viví con mucho entusiasmo. Mi mayor expectativa era encontrarme con millones de jóvenes que estaban con el mismo fin. Fue impresionante ver y compartir la fe con tantas culturas. 5


¿Cómo fue el encuentro con Fran­ cisco? Tremendo, me conmovió, fue impre­ sionante verlo y escucharlo. Trans­ mitía alegría, nos llegó con sus mensajes. Hay algo que me resonó, que fue cuando habló de “no tener miedo”, no tener temor a ser creati­ vos, a transmitir la alegría de la fe. Me quedó en la cabeza cuando mencionó que estamos llamados por Dios, que no nos invada el miedo y nos habló de que seamos plenos y creativos. ¿Te llevás alguna experiencia en el corazón? Sí, varias. Pero recuerdo una anéc­ dota en particular, durante un día de encuentro de los salesianos en el mundo. Nosotros no teníamos conocimiento de que había una especie de rutina, en la que llevabas un presente para entregar a otros jóvenes. Vimos eso y pensamos qué hacer, y lo único que teníamos era el mate. Entonces preparamos el mate y lo compartimos con los demás. Fue increíble sentir que lo más simple, como un mate, nos ayudó a acercarnos a otros, cómo a través de algo material muy sencillo com­ partimos nuestra cultura, fe y expe­ riencias. Fue un encuentro pleno y sentido por medio de algo simple. ¿Cuáles fueron las enseñanzas que te quedaron? Me quedaron enseñanzas de com­ partir, acompañar y escuchar. Hubo un momento en la vigilia en que se suscitó un silencio de un millón y medio de personas, un silencio que me atrapó. Notar que nadie hablaba fue tremendo, sentí la presencia de 6

Dios. No pensé escuchar tanto el silencio, fue como un viento que me atrapó, que estoy seguro que fue Él, y fue algo maravilloso. Después, el acompañar al otro, entre nosotros, en comunidad y con todos los jóve­ nes, me sentí parte de algo enorme. También me quedó resonando la idea de tratar de transmitir a Dios en lo cotidiano, un mensaje sencillo, pero que es importante ponerlo en práctica. ¿En qué aspectos te marcó la JMJ? Me quedaron mensajes que trato de

ponerlos en práctica en lo cotidiano, en el trabajo. Acá hay muchos jóve­ nes e intento acompañarlos desde mi lugar, compartiendo la fe. Tam­ bién busco crecer internamente por medio de Jesús, entregar la vida y ser pleno. Es linda la palabra e ir a misa, pero lo que me llena es ir al otro, que mi energía se transmita. Ojalá que los jóvenes sigamos trans­ mitiendo la alegría de Jesús y de Don Bosco con lo que somos, tene­ mos que ser nosotros mismos e ir al encuentro, porque seguramente Jesús está ahí.


Rector Mayor Don Ángel Fernández Artime sdb

La memoria del futuro Hace 200 años, un niño de nueve años, pobre y sin otro futuro que ser agricultor, tuvo un sueño. Se lo contó por la mañana a su madre, abuela y hermanos, quienes se rieron de él. La abuela le dijo: “No hay que hacer caso de los sueños”. Muchos años después, aquel niño, Juan Bosco, escribió: “Yo era de la opinión de mi abuela, pero nunca me fue posible borrar ese sueño de mi mente”.

texto como motivación de su vocación: “El sueño de Morialdo estuvo siempre grabado en mí; de hecho, se había reiterado en otras ocasiones de mane­ ra mucho más clara, así que si quería obedecerlo tenía que elegir el estado eclesiástico, al que me sentía inclina­ do, pero no quería creer en los sueños; y mi modo de vida y la falta absoluta de virtudes necesarias para ese esta­ do, hacían dudosa y difícil esa deci­ sión”.

Porque no fue un sueño como muchos otros y no murió al amanecer. Regresó y regresó unas cuantas veces más. En el juicio diocesano para la causa de beatificación de Don Bosco, Don Rua, su primer sucesor, declaró: “Me contó Lucía Turco, miembro de la familia donde Don Bosco iba a menudo para estar con sus hermanos, que una mañana lo vieron llegar más contento que de costumbre. Cuando le pregun­ taron por el motivo, respondió que había tenido un sueño durante la noche que lo había alegrado. Cuando le pidieron que lo contara, explicó que había visto a una Señora que venía hacia él, que tenía detrás un rebaño muy grande y que, acercándose a él, lo llamó por su nombre y le dijo: “Aquí está, Juanito: todo este rebaño lo encomiendo a tus cuidados”. Y pregun­ tó: “¿Cómo podré cuidar de tantas ovejas, de tantos corderos? ¿Dónde encontraré pastos para mantenerlos?”. La Señora le respondió: “No tengas miedo, yo te asistiré”, y luego desapa­ reció. A partir de ese momento, sus deseos de estudiar para ser sacerdote se hicieron más ardientes, pero surgie­ ron serias dificultades por las limitacio­ nes de la familia y, también, por la oposición de su hermano Antonio, a quien le hubiera gustado que trabajara en el campo como él...”. En el seminario, Don Bosco escribió un

El testamento de Don Bosco El mismo Papa ordenó a Don Bosco que escribiera el sueño para sus hijos. Este comenzó así: “¿Para qué puede servir este trabajo? Servirá para supe­ rar dificultades futuras, tomando lecciones del pasado; para dar a cono­ cer cómo Dios mismo ha guiado cada cosa a su tiempo; servirá de entreteni­ miento a mis hijos cuando puedan leer las cosas en las que participó su padre, y las leerán con mucho más gusto cuando, llamado por Dios a dar cuen­ tas de mis acciones, ya no esté entre ellos”.

nueve años. Soñé con verme en medio de una multitud de lobos, cabras y cabritos, corderos, ovejas, carneros, perros y pájaros. Todos juntos hacían un ruido, un estrépito o más bien un infierno que asustaría hasta al más valiente. Quería escapar, cuando una Señora, muy bien vestida a la manera de una pastora, me hizo señas para seguir y acompañar aquel extraño rebaño, mientras ella iba delante... Después de caminar mucho tiempo, me encontré en un prado, donde aquellos animales saltaban y comían juntos sin intentar hacer daño a los demás. Abrumado por el cansancio quería sentarme al lado del camino, pero la pastora me invitó a seguir caminando. Después de caminar un poco más, me encontré en un gran patio rodeado por un pórtico, al final del cual había una iglesia. Entonces me di cuenta de que cuatro quintas partes de esos animales se habían convertido en corderos. Entonces su número se hizo muy grande. En ese momento llegaron varios pastorcillos para cui­ darlos. Pero estaban poco tiempo y pronto se marchaban. Entonces ocu­ rrió algo maravilloso. Muchos corderos se convirtieron en pastorcillos que, a medida que crecían, cuidaban de los demás. Quise irme, pero la pastora me invitó a mirar hacia el sur. 'Mira de nuevo', dijo, y yo miré de nuevo. Entonces vi una iglesia hermosa y alta, y dentro una cinta blanca, en la que estaba escrito en letras cubitales: Hic domus mea, inde Gloria mea”. Por eso, cuando entramos en la Basíli­ ca de María Auxiliadora, entramos en el sueño de Don Bosco. Que pide convertirse en nuestro sueño.

En las Memorias del Oratorio, Don Bosco cuenta que 20 años después del primer sueño, en 1824, tuvo “un nuevo sueño que parece un apéndice del que tuve en I Becchi cuando tenía 7


Tiene 33 años. Es profesor de Filosofía. Actualmente estudia un Magister en Educación. Presta su servicio como salesiano sacerdote en Talleres Don Bosco, la Residencia Universitaria Salesiana (RUS) y el Centro Monseñor Lasagna (CML). Vive junto con sus hermanos salesianos y 200 jóvenes en Talleres Don Bosco. ¿Qué te hace feliz? La vida compartida con las personas que quiero. Verlas felices y creciendo. Me hacen feliz mis crecimientos y los de los demás. ¿Cuál es tu mayor miedo? Llegar al final de mi vida, mirar para atrás y no haber dado todo de mí. Por eso vivo cada día como si fuera el último. Si tuvieras que elegir un acontecimiento que marcó tu vida, ¿cuál sería? Muchos… Uno fue el día, por el año 2011, que me tomé el ómnibus para irme al Noviciado en Córdoba. Ahí caí en la cuenta y me dije: “Esto va en serio, y más vale Nico que te lo tomes en serio”. ¿A quién admirás? A Jesús… su vida, sus palabras y acciones cada día me sor­ prenden más. Ir descubriendo a este Jesús humano­Dios, con todas sus facetas, sus llamadas y sus interpelaciones me descoloca siempre y no me deja indiferente. ¿Qué aprendés de las juventudes con las que compartís la vida y misión? Que la vida se trata de lo simple de cada día. Lo importante está ahí. Me enseñan a estar atento a los detalles, a si están con mala cara, bajoneados o algo los alegró. La sencillez del chiste, el abrazo o el apretón de la mano. Me enseñan a no encerrarme, a salir de mí, y buscar a Dios allí, en lo de todos los días. ¿Qué destacarías de la experiencia en la JMJ junto con jóvenes y salesianos consagrados? La experiencia de la JMJ fue, para los que participamos, muy rica y transformadora. Se pudo palpar y vivir la mundialidad, 8

la diversidad de juventudes, el cómo jóvenes y adultos nos necesitamos, nos acompañamos… en definitiva: nos quere­ mos. Caminar juntos en el seguimiento de Jesús, cada uno y cada una a su tiempo, a su ritmo, compartiendo la fe. ¿Qué desafíos plantean las juventudes hoy a la misión en clave salesiana? Nos desafían a desinstalarnos, a no caer en la tentación de las “recetas”. Nos desafían a estar… estar… y estar… como educadores y adultos con mirada esperanzada y llena de Dios. Nos desafían a ser personas adultas que seamos capaces de ver y descubrir a este Dios que ya está allí presente en sus vidas, en sus búsquedas y preguntas. Nos desafían a salir de nosotros mismos para ir al encuentro, como lo hizo Don Bosco en el primer oratorio. Las juventu­ des nos desafían a tener casas cada vez más abiertas, más de ellos, de ellas y de elles… ¡Sí!, hasta su lenguaje nos desafía. Si pudiera volvería a... Mis momentos de mayor dificultad y soledad para decirme: tranquilo, confiá, todo va a estar bien. No volvería a... La desilusión. He descubierto, medio a los ponchazos, que es una muy mala consejera y compañera de la vida. ¿Qué es para vos ser salesiano? Ser un papá presente, y todo para los y las jóvenes, capaz de sostener, corregir y animar y que se juega la vida por ellos y ellas. Ser un hermano que comparte sus cosas, su vida, sus ocurrencias que tanto me divierten. Ser un amigo, que escucha y recibe la vida como viene, sin juzgar. ¿Qué huella te gustaría dejar en los/las jóvenes? Que me recuerden como un buen padre, hermano y amigo. Y que con mi vida hayan podido, aunque sea un poquito, descubrir lo esencial de la vida: ¡cuánto Dios nos quiere!


Tiene 20 años. Estudia licenciatura en Psicología. Es voluntaria en el Oratorio Tacurú. Vive en Carrasco Norte con sus padres y hermanos. ¿Qué te hace feliz? Muchas cosas. Mis amigos y familia como pilar fundamental. Y el voluntariado, ver el crecimiento y los cambios de los chicos y generar una relación con ellos. ¿Cuál es tu mayor miedo? No poder hacer las cosas que me gustan. Entre el trabajo y el estudio, me cuesta mucho organizar mis días para hacer las cosas que me gustan y que se reflejan mucho en mi relación con Dios y en el voluntariado. A veces me pierdo tanto en la rutina que me olvido de darles el tiempo que merecen Si tuvieras que elegir un acontecimiento que marcó tu vida, ¿cuál sería? Yo creo que el cambio de colegio. Fui toda mi vida a un colegio que se llama Jesús María y en quinto comencé en el Juan XXIII. Y me hizo como rearmar todo mi yo, volver a conocerme en cierto sentido. Yo siempre había ido al mismo colegio y me había relacionado siempre con las mismas personas y ese cambio me hizo salir de mi zona de confort y me hizo crecer mucho. ¿A quién admirás? A mi amigo Sebastián Parada. Por la manera en la que vive la fe, cómo la siente y, sobre todo, por la forma en la que la comparte continuamente con los demás. Yo lo hablo con él todo el tiempo, pero de verdad no dimensiona la forma en la que le llega a los demás, la confianza que transmite hasta, a veces, sin proponérselo. El amor de Jesús está presente siem­ pre en la forma en la que trata a los demás, en su empatía, su disposición para ayudar, para entender, para acompañar. ¿Cuáles son tus principales “innegociables”? El principal innegociable en mi vida hoy es, sin duda, el fin de semana con mis abuelos. Los almuerzos del domingo, la merienda de los sábados. No sé qué haría sin ellos y siempre me llena el corazón pasar tiempo con ellos. ¿Qué aprendés de las juventudes con las que compartís la vida y misión? Admiro muchas cosas de ellos. Y siento que aprendemos juntos constantemente. Son un ejemplo constante de perseve­ rancia. De querer avanzar y compartir. Y aunque al principio puede ser difícil, me llena de profunda alegría ver los cambios en sus actitudes, en la forma en la que se relacionan con los demás y con los mismos animadores. Me alegra ser capaz de acompañarlos, escuchar lo que tienen para decir, sus preocu­ paciones y poder ayudarlos. Enfrentar desafíos al principio puede ser complicado, pero ver su crecimiento y cambio positivo es inspirador. ¿Qué destacarías de la experiencia en la JMJ junto con jóve­ nes y salesianos consagrados? El día de la fiesta del MJS estuvo increíble, desde la tarde de bailes y compartidas, conocer a gente nueva, nuevas experien­

cias. Y terminar en la vigilia rezando todos juntos me pareció el cierre perfecto para esa experiencia. ¿Qué quedó para siempre grabado en tu retina y en tu corazón de lo visto y oído en la JMJ? Muchísimas cosas. La verdad es que es un viaje que se va a que­ dar conmigo para siempre. A lo largo de toda la JMJ me di cuenta de que el idioma no es una barrera para la fe, te emocionaba hasta las lágrimas estar rodeado de personas de todas partes del mundo, todas rezando lo mismo y adorando al mismo Dios, cada uno en su propio idioma. ¿Qué desafíos tiene a tu parecer la Congregación Salesiana para desarrollar su misión entre y con los y las jóvenes? Bueno, siento que el choque con las distintas realidades siempre es un desafío, el ser capaz de adaptar las propuestas a los diversos contextos es complicado. A veces cuesta poner­ se en el lugar del otro y entender qué es lo que verdadera­ mente necesita, más allá de lo que nosotros creemos que necesita. 9


FAMILIAENOBRA

¿Cómo es ser joven en la Iglesia? Ya tengo casi 26 años, y tuve la suerte de vivir y estar viviendo mi juventud en ambiente de Iglesia. Vengo de una familia católica y por decisión de mis padres fui a un liceo salesiano. En sus patios y su gente descubrí que había algo que me movía y la vida me llevó a buscar las maneras de seguir vincula­ da. Me acerqué a la linda experiencia del oratorio y actualmente animar es mi trabajo. Compartí con muchas juventudes por acá. Algunas seguras de donde están pisando, otras con más dudas que certezas. Las tengo presentes en este momento, cada una con lo que marcó en mí. Creo que la Iglesia para los jóvenes es un lugar de encuentro, de desarrollo y de vínculos, sobre todo eso: vínculos. Que te acompañan y te empujan a cuestionarte, a encontrar a Dios en tu vida y a descubrir qué quiere para vos. Es un lugar para aprender, equivocarte, pedir perdón y empezar de nuevo. Porque nadie la tiene tan clara, y son estas experiencias las que después se vuelcan en tu vida y te llevan a ser Iglesia en otros espacios. 10

Pienso en este momento en mi expe­ riencia. ¿Cómo he sido yo Iglesia para otros jóvenes? ¿Qué me gustaría decirle a un joven que está en duda? ¿Qué Iglesia es la que quiero transmi­ tir? Hay un lugar para vos. No es tan fácil verlo, pero dejate acompañar y tené fe. Confiá en los jóvenes (y tam­ bién los adultos) que te rodean. Dejá que te muestren.

Esas palabras siguen resonando en mí hasta hoy y las agradezco infinitamen­ te. En mi casa por suerte siempre me entendieron y apoyaron. Joven, que nadie te diga que tu tiempo y tu traba­ jo en la Iglesia no tiene valor. Que pasás mucho rato planificando la tarde de oratorio. Que “¿otra vez de retiro?” o que “¿cómo pasás tantas horas del fin de semana ahí?”.

Es verdad que en algunos ambientes pareciera que hay más adultos que jóvenes, pero sos vos el responsable de hacer esa diferencia. De invitar y moti­ var a otros. Sos vos el que tenés ese empuje, ese aguante, propio de esta etapa que nos lleva a no pensar mucho y dejarnos enteros. Y hay impulsos que hay que seguir. Si hay algo que te dice “yo acá tengo que estar”, tal vez tengas claro que es un llamado de Dios. Si no es así, te cuento que probablemente así sea, pero te invito a averiguarlo.

Tu tiempo de por sí es valioso. Tu juventud es valiosa. Está sirviendo a otros, está desarrollando tu vos del futuro, te está formando en valores. Estás descubriendo tu misión. Ser “un joven de Iglesia”, nunca va a ser algo de lo que te puedas llegar a arrepentir. Sentite acompañado, somos muchos en la misma que vos y todavía nos queda pila por andar.

En una formación en el oratorio invita­ mos a unos catequistas, justamente para hablar de la conformación de la Iglesia, los roles de cada integrante. Recuerdo las palabras de Amelia con su voz dulce: “Chiquilines, que nadie les diga que están perdiendo el tiempo”.

Julieta Adano Exalumna y animadora del Colegio Nuestra Señora del Rosario y del Oratorio San Ramón de Paysandú.


MEGUSTACOMENTOCOMPARTO

¿CASA DE TODOS?

Es curioso cómo cada uno de noso­ tros ende a clasificar y dividir a las personas en base a una gran can ­ dad de aspectos: según su género, color de piel, naciona­ lidad, religión, ideología, estrato social, par do polí co, forma de ves r, hasta Hna. Cecilia Gayo FMA por los pego ­ nes que ene en el termo. En cierto sen do no es del todo incorrecto ya que, al fin de cuentas, cada uno de estos aspectos algo nos dicen de la persona y su historia. Sin embargo, el problema se presenta cuando definimos a la persona únicamente por ese peque­ ño retazo de información y la clasifi­ camos como radicalmente diferente. Nos colocamos del lado opuesto de la vereda y anulamos todo punto de

comunión. A veces llegamos a ldar a algunas personas de “enemigos”, debido a nuestras diferencias en algún punto. ¡Qué dis nta es la propuesta de Jesús! En su oración, aquel jueves a la noche, rezaba: “Que todos sean uno”. Estas palabras no fueron mera­ mente un discurso bonito, sino que dio tes monio de esto con sus acciones a lo largo de su vida: Jesús no hacía acepción de personas. Se sentaba a la mesa con hombres y mujeres. Conversaba tanto con publicanos como con fariseos. Sana­ ba el alma y el cuerpo de todo el que lo buscara. Se lo vio en compa­ ñía de judíos tanto como de extran­ jeros. Se dejó tocar por la mujer hemorroisa, y a su vez él tocó a los leprosos. Se acercaba a los mendigos y aceptaba la invitación de los ricos. Incluso entre aquellos más cercanos había diversidad de procedencias, profesiones y caracterís cas.

A pesar de que han pasado 2000 años, aún luchamos por comprender que, como lo expresó el Papa Fran­ cisco, en la Iglesia hay espacio para todos. Somos rápidos para juzgar, cri car, marginar y negar la entrada a quienes consideramos diferentes. A veces, nos imaginamos en un escalón superior simplemente por­ que el otro es dis nto. En este proceso, olvidamos que Dios nos creó a todos y nos ama a todos, y que cada uno de nosotros ene un rasgo de Él para compar r con los demás. Me pregunto: ¿a quiénes estoy marginando hoy? ¿A quiénes estoy excluyendo de mis círculos y espa­ cios? ¿A quiénes me podría acercar y permi rme maravillar por ese Dios que lo habita y me habla?

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VALELAPENAVIVIRASÍ

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La JMJ para Ángela Etchebarne

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Aunque estaba recientemente retirada de su servicio como subdirectora en el Colegio San Miguel de Mercedes, Ángela Etchebarne no pudo rechazar la oferta de asistir a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) junto con un grupo de salesianos jóvenes y sacerdotes de Mercedes y Salto. Alegría, encuentro, esperanza y fe son las cuatro palabras que elige para describir esta experiencia que, confiesa, en varios momentos la emocionó hasta las lágrimas, le hizo latir muy fuerte el cora‐ zón y descubrir “un cambio interior, que a veces es difícil plasmar en palabras”. No obstante, en esta entrevista describe con detalle y profundidad para los lectores del BS, el regalo del encuentro con estos jóvenes y adultos tan diferentes pero hermanados por la experiencia oratoriana.

Este año comenzaste tu retiro de la actividad laboral ¿cómo estás transitando esta nueva etapa vital? ¿Qué planes hiciste para este tiempo? En esta nueva etapa me encuentro disfrutando de las peque­ ñas – grandes cosas de la cotidianeidad, que están allí, espe­ rándome para que las descubra o redescubra. Estoy viviendo el día a día como Dios me lo regala. ¿Cómo surgió la propuesta para acompañar al grupo de jóvenes y salesianos consagrados de las comunidades sale­ sianas de Salto y Mercedes que participaron en la JMJ? En una reunión con alumnos de bachillerato, el Padre Sergio Álvarez plantea la idea de participar en la JMJ. Se conforma el grupo y comenzamos a intercambiar información y a pre­ pararnos para participar en este evento. ¿Quiénes integraban el grupo? Me parece interesante destacar algunas características de los jóvenes que integraban el grupo, a modo de ejemplo, la edad, la cual oscilaba entre los 16 y 27 años, algunos estu­ diantes de bachillerato, otros cursando estudios universita­ rios, otros ya profesionales, pero todos unidos por un mismo hilo conductor: el trabajo en el oratorio. Este pertenecer y vivenciar en sus comunidades la vida del oratorio enriqueció 14

los intercambios entre todos y les permitió valorar y adquirir nuevos aprendizajes para compartir al retorno con sus com­ pañeros. No obstante ser un grupo muy heterogéneo estuvo siempre presente la solidaridad, el estar para el otro, la compañía, el cuidarse entre todos, el compartir, la empatía y la alegría. No faltó en ningún momento la música y el mate que Paulina, Josefina, Martina, Pancho, Franc, Mateo, Alfon­ so, Nacho y Seba compartieron con los jóvenes del JMJ, previa explicación, en charlas muy amenas y jocosas, de cómo se prepara, que no es té verde, que es ciento por ciento uruguayo y que Uruguay es la patria de Suárez, Cavani y Valverde. Los adultos, acompañantes, disfrutábamos de estos momentos junto a los jóvenes. ¿Con qué expectativas partiste rumbo a Lisboa? ¿Se cum­ plieron? Tenía muchas expectativas puestas en vivir esta experiencia de compartir junto a los jóvenes momentos de encuentros con el otro y con los otros, en escenarios diferentes a los que habitualmente y profesionalmente me desempeño. Esos jóvenes y acompañantes adultos, no solo de quienes confor­ mábamos el grupo, sino de los provenientes de otros países y culturas muy diversas, me colmaron de aprendizajes muy profundos y significativos. Si debo ser sincera, las expectati­


vas con que partí fueron ampliamente superadas y cumpli­ das. ¿Qué fue lo más gratificante de esta experiencia? ¿Y lo más dificultoso? Todo fue gratificante y un mimo para el alma. Si debo desta­ car algunos aspectos de esta vivencia los resumiría en estas palabras: Alegría­ Encuentro­ Esperanza ­ Fe. Lo que a veces produjo algo de “ruido” en el grupo fue el tener que adaptar­ nos unos a otros a convivir y establecer acuerdos. Todo se solucionó con un diálogo muy sincero y frontal. Y es ahí, desde mi mundo adulto, donde debo dejar de lado una de mis frases “para qué me llaman si saben cómo me pongo”. Es en ese momento, en ese tiempo, donde ponés en juego la escucha atenta, la espontaneidad, no criticarlos, compartir su entusiasmo, animarlos, estar a su disposición, apreciar sus diferencias, contestar sus preguntas, pedirles opinión, evitar la imposición y que sientan que confías en ellos. ¿Qué aprendiste de tantos y tantas jóvenes con los que compartiste misión y vida durante tu servicio como subdi­ rectora del Colegio San Miguel? Los jóvenes te enseñan que desean ser acompañados por el adulto, pero no “invadidos” en su privacidad de adolescen­ tes. Tienen su lenguaje juvenil, sus códigos y si deseamos estar en cercanía con ellos, apoyarlos y guiarlos, debemos aprender a interpretar ese lenguaje. Aprendí que todos necesitan a su familia, un espacio para ser escuchados y donde se puedan expresar libremente. Necesitan sentirse verdaderamente queridos, valorados y respetados cada uno con sus singularidades.

sonido… vibración mágica de la naturaleza que te colma de armonía y paz. Atesoras cada momento que vives y si lo compartes con alguien especial, lo atesoras más. Compartes tu tiempo, aprendes que la vida está hecha de ese tiempo y el tiempo no espera a nadie. Todos los momentos están allí para ser feliz. ¿Qué frases te quedaron resonando de las palabras del Papa Francisco? ¿Y de los propios chicos? “A ustedes, jóvenes, que quieren cambiar el mundo y luchar por la justicia y la paz; a ustedes, jóvenes, que le pongan ganas y creatividad, pero que les parece que no es suficiente, a ustedes, jóvenes, que la Iglesia y el mundo necesitan como la tierra necesita la lluvia; a ustedes, jóvenes, que son el presente y el futuro; sí, precisamente a ustedes jóvenes Jesús les dice: No tengan miedo”. “En la Iglesia, ninguno sobra…Hay espacio para todos…Todos, cada uno, en su len­ gua repita conmigo: Todos, todos, todos”. (Papa Francisco – Misa de domingo 6 de agosto – JMJ – Lisboa). Algunas de las frases que recuerdo de las conversaciones con los jóvenes del grupo y que comparto con ustedes: “Uno crece en la fe y la transmite a todo el mundo tal como la vive en su comuni­ dad”. “El Papa nos dio calma, seguridad”. “Resplandecer, no tener miedo”. “Prontos para trasmitir el Evangelio”. “No quedarnos encerrados en nuestra comunidad.” “Paciencia y cariño con la convivencia”. “Aunque culturas diferentes siem­ pre coincidíamos en algo, teníamos en común valores, dis­ puestos a ayudarte”. “No te daban de lo que les sobraba, te daban de lo que tenían”. “El intercambio con los otros jóve­ nes me cambiaron algo, no sé, algo…”.

¿Qué huella quisieras dejar en niños y jóvenes? La huella de haber aportado un granito de arena en su for­ mación como persona, como ser humano integral, consciente de que es parte de un ecosistema que nos necesita a todos y de todos. ¿Qué momentos subrayarías de la JMJ? Todos los momentos dela JMJ fueron muy movilizadores. Vivir la experiencia de la Vigilia rodeada de aproximadamen­ te un millón y medio de jóvenes de todas las partes del mundo, sentir al mismo tiempo hablar a tu lado distintos idiomas, pero por sobre todas las cosas ver y compartir esos gestos de fe fue algo muy emocionante. Gestos de cercanía de personas que estaban allí y que con sincera y sentida amabilidad te invitaban a compartir el rezo del Santo Rosario y te integraban a su grupo construyendo una red invisible a los ojos, pero que te hacía caer una lágrima y latir muy fuerte el corazón. El encuentro y cercanía con el Cardenal Rector Mayor Don Ángel, bromeando con los chicos por el mate. Vives un cambio interior, que a veces es difícil plasmar en palabras. Ese cambio interior lo siento como el sonido que produce el agua del río al chocar con la orilla, allí durante la Vigilia, esa noche donde el silencio permitía escuchar ese

Como salesianos/as ¿qué consideras que podemos ofrecer­ les de especial a las juventudes que llegan a nuestras casas? A las juventudes que llegan a nuestras casas debemos ofre­ cerles ante todo respeto. Respetar y valorar esa diversidad, habilitando espacios e instancias de encuentros sanos y esperanzadores que permitan diálogos sinceros y fraternos que generen preguntas, dudas y vías posibles de respuestas. Que estas juventudes se sientan protagonistas, no meros espectadores y receptores de prácticas institucionalizadas, corresponsables en la construcción de este ecosistema, del cual son parte, plagado de incertidumbre y complejidades. 15


CONNOMBREYAPELLIDO

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Juventudes de “carne y pixeles”: asumir la multiplicidad y potenciar el protagonismo

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Cuando escucha música, Ariel Fresia prefiere el rock nacional, a Jorge Drexler o a Gustavo Santaolalla. Pero apenas habla de los jóvenes se le viene a la cabeza un verso de la canción “Culpa”, del rapero argentino Wos, que dice “La vida me late”. Lo cita sin inconvenientes y aunque su estilo no es de sus favoritos, asegura, lo escucha porque para él es importante “estar en sintonía” y no perderse “nada” del consumo cultural de los gurises. En esa decisión, aparentemente sutil, este salesiano e investigador argentino deja entrever el desvelo de “invertir la perspectiva” y pensar la pastoral “desde” y “con” los jóvenes. Para eso, explica, es indispensable reconocer “la diversidad de juventudes” que habitan nuestros patios y asumir una “racionalidad diferente”. En las ciencias sociales y para la pastoral ahora se habla de “juventudes", ¿por qué? Porque si bien ciertamente existen, se ha llegado a la consta­ tación de que “la juventud” o “el joven” en particular, como categoría para la pastoral y las ciencias sociales, no es sufi­ ciente. Hay que pensar en el colectivo, en el conjunto. Se habla de “las juventudes” para mostrar que es un fenómeno diversificado que es imposible considerarlo como un bloque homogéneo, porque tiene múltiples manifestaciones y está atravesado por condiciones espaciales e históricas específicas que hacen al constructo. Así se expresa la diversidad y com­ plejidad y se acentúa la dimensión social y cultural de la experiencia juvenil.

entre otras cosas quizás no se rigen por la vinculación entre sujetos en una expresión del cara a cara, sino más bien en la lógica de la conexión­desconexión. Entre ellos se da una especie de camaleónica elasticidad entre lo presencial y lo digital, entre lo físico y la virtualidad, que les permite hibridar ingredientes de mundos diversos sin inconvenientes. Y si bien la presencia y el estar son una de las características funda­ mentales del Sistema Preventivo, en esta nueva era tienen que ser reconfigurados. Si antes valorábamos la presenciali­ dad física como la única posibilidad de conexión, hoy tene­ mos que pensar que la virtualidad no es irrealidad, sino una forma de presencialidad que nos permite tener un face to face. Y no es menor que otras formas, es distinta.

Entonces, preguntar cómo son los jóvenes de hoy no tiene demasiado sentido. Tendríamos que transformar esa pregunta a cómo son las juventudes de hoy, para expresar su pluralidad. Y ahí sí pode­ mos decir algunas cosas. Las juventudes de hoy tienen una forma de racionalidad diferente a la de los adultos donde privilegian lo emocional. Eso hace que no tengan dificultad de aceptar la pluralidad de manifestaciones juveniles, las opciones sexuales o sociales, o incluso también otras formas de creer. Tienen, también, una forma de percibir y de cono­ cer el mundo que transforma mucho la experiencia. Hay una autora que dice que los jóvenes están hechos de “carne y pixeles” y eso es porque están en un ecosistema en el que son nativos, con nuevos estilos y nuevas prácticas, donde

¿Qué desafíos tiene esta nueva manera de mirar a las juven­ tudes, sobre todo en lo pastoral? Los adultos dicen muchas veces que "los jóvenes ya no creen" o "no se comprometen como nosotros lo hacíamos". Esas expresiones tienen un dejo de nostalgia o de melancolía y la realidad es que los jóvenes, ¡hoy creen! Pero no como nosotros. Son solidarios, pero de otra manera. La fe no les entra por la afectación racional de los contenidos, sino por los afectos, por lo que les gusta. Antes podíamos estar una hora escuchando una charla, ahora si están 10 minutos sentados y lo que escuchan no les llega, se levantan y se van. Pero no por una cuestión de que no pueden prestar atención, o porque están sometidos a la dictadura del zapping, sino porque tienen decisiones subjetivas donde lo que no les

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impacta y no tiene que ver con ellos, no tienen por qué escucharlo. Ese es un desafío enorme para la pastoral porque estamos acostumbrados a que lo que decimos nosotros vale y a que los valores que intentamos inculcar son valiosos también para ellos. Tenemos que pensar la pastoral no desde lo que se transmite, sino desde las formas de la recepción; invertir la perspectiva para pensarlos desde los sujetos y no desde los educadores. ¿En ese sentido se habla del binomio “juventudes y sinoda­ lidad”? La sinodalidad es participación, corresponsabilidad y escucha de lo diferente. Es lo opuesto a la unidireccionalidad. Así que, sin dudas, sinodalidad y juventudes son un buen binomio para repensar la pastoral. Pero si bien el Papa Francisco habla de ese "caminar juntos", que es una expresión hermosa para el mundo salesiano, a la altura del proceso en que estamos eso no alcanza, porque es necesario que los chicos y las chicas estén en donde se toman las decisiones. Esta es una urgencia para toda la Iglesia y es reconocer un nuevo modo de ser comunidad eclesial. Para nosotros ya no basta con estar en el patio, ahora es necesario que los jóvenes dejen de ser destinatarios de ese lugar para que sean los que toman decisiones sobre el patio que soñamos. Debemos dejar esa concepción del “por” y “para ellos” para pensar todo eso "desde" y "con ellos”. ¡Es un cambio rotundo! Hace unos meses presentó un libro sobre este tema, que se llama “Más que la suma de las partes”. ¿Tiene que ver con eso? Sí. El Papa Francisco trae en la Encíclica Evangelii gaudium que el todo es superior a las partes. En la tapa hay dos manos que acercan un poliedro a otro poliedro gigante porque se trata de que los jóvenes metan mano en este gran poliedro que es la Iglesia. Que sean protagonistas activos, como ya lo son en muchos espacios de la sociedad, y no solamente invitados.

¿Qué pasos hay para dar? El primer paso es reconocer la diversidad de juventudes. Tenemos que reconocer que no todos son iguales y que hay una multiplicidad de jóvenes. En esa línea, es bueno también reconocer las limitaciones de la acción pastoral porque las actividades educativas y pastorales están destinadas, en su mayoría, a un sector de esa multiplicidad, pero minoritario. Quizás son los jóvenes creyentes, pero tenemos todos los jóvenes que quedan por fuera del templo, que tienen inquie­ tudes religiosas, que les llama la atención Don Bosco, pero que no necesariamente adhieren a la perspectiva de fe. En ese sentido es que también tenemos que animarnos a hacer propuestas diversificadas para que los jóvenes se enganchen en alguna de las mismas. Que sean asociativas, estéticas, religiosas, de solidaridad. Cualquiera, pero muchas. Ese es el paso inicial en lo que buscamos todos, que es que ellos tensionen hacia el encuentro con Jesús.

PERFIL Ariel Fresia tiene 56 años y hace 35 que es salesiano coadjutor. Nació en James Craik, un pequeño pueblo en la provincia de Córdoba (Argentina), pero actualmente vive en la comunidad San Francisco de Sales de Buenos Aires. Es profesor de Filosofía y licenciado en Educación, con un doctorado en Historia y un posdoctorado en Ciencias Humanas y Sociales. Especializado en estudios y políticas de la juventud y en planificación pastoral, ha asesorado diversas instituciones y congregaciones religiosas respecto a las juventudes. Hoy es el director de la Procura Misio­ nera Salesiana de Argentina.

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AQUÍYAHORA

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JUVENTUDES: multiplicidad y diversidad en lugar de la uniformidad

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Energía, vigor, dudas, búsqueda, vulnerabilidad, fragilidad. Son palabras que se identifican con esa etapa de la vida que llamamos juventud y que dependiendo de cómo se viva marcará la vida adulta. “Las juventudes se encuentran en la etapa vital de la búsqueda de su verdadera identidad. Se cuestio­ nan quiénes son y cómo pueden ser mejores versiones de sí mismos. En estas interrogantes, se enfrentan al desafío de aceptar su vulnerabilidad y trabajar con su fragilidad, conscientes de que es la oportunidad para conectarse con su verdadero ser”, reflexiona Sergio Álvarez Mora sdb. Además, distingue a los jóvenes que evitan enfrentarse y evaden esa vulnerabilidad y caen en el miedo y el dolor, de los que “abrazan su vulnerabilidad como un desafío y una oportunidad para descubrir quiénes son realmente”. También advierte que los jóvenes son, más que nadie, conscientes de que formamos parte de un ecosistema con diversas formas de habitar la realidad. “Esta conciencia los llama a cuidar dicho ecosistema, ya que es susceptible de enfermarse, explotar, aniquilarse e incluso desaparecer”. En opinión de Sergio, lo que les genera mayor dolor es que no se respete su identidad, o la de los demás, esto significa que las características personales, la cultura a la que pertenecen, la orientación sexual, los vínculos, los sueños, los enojos, las formas de vestir, los gustos, integran ese proceso de subjetivación que defienden y necesitan que sea respetado. En ese sentido, considera que los adultos debemos “aprender una lección”: aunque podamos percibir como individualismo, hedonismo, narcisismo o exageración, y nos preguntamos ¿por qué tanto afán por ser uno mismo? “estos comportamientos forman parte del proceso de encontrar y resguardar la propia identidad mientras se cuida la de los demás”.

Esas juventudes estuvieron presentes en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), y el P. Sergio acompañó a un grupo de jóvenes salesianos de Mercedes y Salto que viajaron juntos a Portugal en agosto. “Esa es la esencia: salir al encuentro, y permanecer en él hasta que ese momento finaliza, para luego salir al encuentro nuevamente”, dice.

Y si bien podemos caer en la tentación de juzgarlos por considerarlos líquidos o blandos por pertenecer nosotros a otra generación, en la que nos acostumbramos a valorar la pertenencia a un grupo, a una sociedad, a una organización, a una institución o a una familia, “debemos comprender que la realidad efímera y en constante cambio en la que los jóvenes crecen, les exige madurar para poder relacionarse con otros”.

La JMJ fue para Sergio la muestra de la multiplicidad y diversidad en lugar de la uniformidad: jóvenes de distintas culturas, de diferentes formas de ser, y en consecuencia con sus propios procesos de subjetivación, buscando estar en la compañía de millones de otros jóvenes que comparten sus mismas pasiones.

“Aunque parezca contradictorio, para esto ellos tienen que lidiar con una exageración del individualismo y del ego, pero al mismo tiempo, tienen una profunda necesidad de estar en comunidad y hacer cosas juntos sin que ello implique uniformidad; cada uno, a su modo ­ por lo cual es respetuoso de ellos considerarlos ´juventudes´ ­ busca generar su propia subjetividad”, insiste.

“Considero que el grupo con el que compartí esta experiencia logró adquirir, como generación, una conciencia de la realidad compleja y caótica que les rodea, pero al mismo tiempo la esperanza de poder recorrer el camino personal que necesitan para llegar a sentir que la vida tiene sentido”, reflexiona y agrega que “en esa gran diversidad es donde encuentran el proceso de construcción de la subjetividad, de identificación, que tiene que ver con

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Algunos datos sobre las juventudes uruguayas Mientras en 2018 el 8,6% de los jóvenes de entre 12 y 15 años respondió sentirse “tan tristes o desesperados que dejaron de hacer sus actividades cotidianas”, en 2022 el 23,4% de ese grupo, que ya tenía entre 16 y 19 años, dijo sentirse así, según datos del Panel de juventudes, una encuesta realizada entre INJU, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) y el Instituto Nacional de Estadística (INE). La encuesta indica que la mayor parte de quienes experimentaron esa angustia son mujeres (69%), más de la mitad (51%) son de un nivel socioeconómico bajo; 41% son de nivel medio y 7,3% de nivel alto. La muestra refleja que en esos jóvenes hay una posterga­ ción en términos de edad en la consecución de los Nancy Bentancor principales hitos de transición a la vida adulta, es decir, la salida del sistema educativo, la entrada al mercado laboral, la salida del hogar de origen y el inicio de la vida reproductiva. Disminuyó la cantidad de jóvenes de 16 a 19 años que tuvieron su primera relación sexual, pasando de 71% a 64,1% entre 2013 y 2022; y aumentó la edad promedio de la primera relación sexual (de 15,0 en 2013 a 15,7 años en 2022). El inicio de la vida reproductiva en jóvenes de entre 16 y 19 años es un evento que se reduce casi a la mitad entre 2013 y 2022. opciones de dónde se depositará la vida, dónde se volcará, dónde se pondrá en juego”. Acompañar a estas juventudes, dice Sergio, implica también entender que necesitan la intimidad, aunque les dé temor. “Desconocen lo que va a abrir esa intimidad madura, que no hace del otro un objeto de autoplacer, sino un sujeto de relación. Necesitan tiempo y espacio para que esta intimidad madure en ellos por lo que requieren acompa­ ñantes en los cuales confiar, adultos que toleren las idas y venidas, entradas y salidas en el vínculo, sin intentar tomar una porción para sí mismos”.

En el mismo grupo el 32% ingresó al mercado laboral, el 22,5% dejó de asistir a educación formal y el 10,5 % salió de sus hogares de origen para formar uno propio.

Desde su experiencia estas juventudes necesitan adultos que sean capaces de ayudarlos a construir su propia identidad, y les permitan ser ellos mismos con sus fragilidades en el corazón de otros. “Cuando los jóvenes encuentran esta sinceridad en sus acompañantes, comienzan a abrirse con confianza, sabiendo que serán respetados en sus fragilidades y que el acompañamiento les ayudará a tomar conciencia gradualmente de quiénes son”, expone. 23


SINTONIZANDO CONDONBOSCO

DEOTROSLARES

Sor Chiara Cazzuola Superiora General de las FMA

¡TODOS EN LISBOA! Esta es la invitación que el Papa Francis­ co dirigió a los jóvenes de todo el mundo y ellos respondieron. Quienes asistimos a la JMJ 2023 pudimos experi­ mentar con cuánto entusiasmo y convic­ ción participaron los jóvenes en este encuentro mundial tan especial. Vimos una ciudad invadida, pacíficamente, por multitudes de jóvenes que formaban enormes colas para tomar un refresco, subir al metro, entrar y salir de los lugares de reunión, siempre sonrientes y amables, misteriosamente pacientes.

porque es en la verdadera escucha que Él nos muestra el camino contra toda forma de egoísmo. El Papa insiste mucho en estar atentos, en tener cuidado con los egoísmos disfrazados de amor porque no son ellos los que darán la alegría.

En el Mensaje para la XXXVII Jornada Mundial de la Juventud, el Papa Francis­ co dijo: «Queridos jóvenes, sueño que en la JMJ experimenten una vez más la alegría del encuentro con Dios y con sus hermanos. Después de largos períodos de distancia y aislamiento, en Lisboa ­ con la ayuda de Dios ­ encontraremos juntos la alegría del abrazo fraterno entre los pueblos y entre las generacio­ nes, el abrazo de la reconciliación y de la paz, el abrazo de una nueva fraternidad misionera".

El mensaje final del Papa Francisco me pareció muy pastoral y "salesiano". Partiendo de la observación de la realidad en la que viven cada día los jóvenes, sin ignorar sus debilidades y dificultades, quiso darles apoyo y fuerza, para que la semana de Lisboa no fuera sólo un maravilloso paréntesis en sus vidas.

Podemos testificar que esto realmente sucedió. Quienes vivieron la JMJ experi­ mentaron un abrazo fraterno, un encuentro con el Señor por quien se sentían mirados con amor. Un abrazo nacido del amor de Dios por todos y de cada uno de los cuales el Papa Francisco fue intérprete y testigo durante cinco días. En cada ocasión repitió en voz alta a ese millón y medio de jóvenes que lo buscaban, lo seguían y lo escuchaban: “Dios los ama. Dios los ama a todos. Dios llama a cada uno por su nombre”. En la celebración eucarística de clausura el Santo Padre invitó a los jóvenes a ser luminosos dejándose amar por Jesús y eligiendo amarlo amando a sus herma­ nos de manera desinteresada y generosa. El segundo verbo en el que centramos nuestra atención es escuchar. El secreto de la vida está todo aquí: escuchar lo que Jesús dice al corazón de cada uno 24

Finalmente se centró en una de las palabras más repetidas de la Sagrada Escritura: “No teman, no teman”: expresiones muy adecuadas a nuestros tiempos.

Animó el camino hacia el futuro, verba­ lizando lo que llevan en el corazón: «A ustedes que cultivan grandes sueños, pero muchas veces oscurecidos por el miedo de no verlos realizados; a ti que a veces piensas que no podrás lograrlo; a ustedes, jóvenes, tentados en este tiempo a desanimarse, a juzgarse fracasados o a ocultar el dolor enmas­ carándolo con una sonrisa; a ustedes, jóvenes, que quieren cambiar el mundo y luchar por la justicia y la paz; a uste­ des, jóvenes, que le ponen ganas y creatividad, pero que les parece que no es suficiente, a ustedes, jóvenes, a quienes la Iglesia y el mundo necesitan como la tierra de la lluvia; que son el presente y el futuro; sí, precisamente a ustedes, Jesús les dice hoy: ¡no tengan miedo!, ¡no tengan miedo!". Y con Jesús, ayudado por María, se puede volver a la vida cotidiana con una luz nueva en el corazón, porque es Él quien da la fuerza y el coraje necesa­ rios para el camino de regreso de Lisboa a la vida llena de una experien­ cia rica, de rostro universal.

La estatua de María Auxiliadora venerada por san Juan Bosco y san Luis Orione Existe una imagen de María Auxiliadora que fue venerada por dos santos: san Juan Bosco y san Luis Orione. Se trata de la primera estatua de la Auxiliadora que Don Bosco tenía en Valdocco y que ahora pertenece a la familia de Don Orione. Esta estatua, que es la obra más exitosa del escultor Don Michele Filippo Cattaneo (1815­1886) fue entregada perso­ nalmente a Don Bosco por Don Cattaneo. Inicialmente era de color blanco y azul, pero Don Bosco la doró. Normalmente era llevada en procesión por los jóvenes del Oratorio de Valdocco en la festividad anual del 24 de mayo. Posteriormente, se colocó en el altar de santa Ana. Luis Orione, durante sus años en el Instituto Salesiano, visitaba frecuente­ mente la estatua. En 1964, el sacerdote orionita Lorenzo Nicola, de la parroquia de Las Valletas en Turín, escribió al entonces Rector Mayor, Don Renato Ziggiotti, solicitan­ do llevar la estatua a España, donde se inauguraría un nuevo seminario dedicado a Don Orione. Cuando el seminario cerró, en 1996, la estatua fue trasladada nuevamente, esta vez de forma definitiva, a la escuela Nuestra Señora de Fátima, en el municipio de Posada de Llanes. Fuente: ANS

Rector Mayor ciudadano de honor de San Artémides Zatti Un año después de la canonización del coadjutor salesiano Artémides Zatti, el Rector Mayor de los Salesianos, Card. Ángel Fernández Artime, visitó Boretto, ciudad natal de Zatti, el 7 y 8 de octubre. Fueron dos días repletos de actos y citas, entre las que destacó la concesión de la ciudadanía honoraria del pequeño municipio emiliano al Rector Mayor. Un momento de celebra­ ción, como recordó el alcalde de Boretto, Matteo Benassi, porque "San Artémides Zatti era un hombre de alegría". Como parte de las celebraciones, también tuvo lugar el evento “Color Zatti”, un paseo juvenil para redescubrir los lugares simbólicos de Arté­ mides Zatti en Boretto. Fuente: ANS


SABORABUENASNOCHES

OTROS TANTOS Esta idea no es mía, sino que la aprendí del P. Luis Timossi, uno de los varios expertos en salesianidad que reflexionan y estudian en pro­ fundidad la vida de Don Bosco hoy en día. A él le debo esta reflexión que hoy hago mía para compartir con ustedes. En el relato del sueño de los nueve años, Don Bosco narra que en el prado donde se encontraba había muchos animales feroces. Y al apare­ cerse la Virgen, le indica lo que debe hacer con ellos. En el relato, escribe textual Don Bosco: “Dirigí entonces mi mirada y vi que, en vez de los animales feroces, habían aparecido otros tantos mansos corderos”. Ese otros tantos, que a simple vista parecería una nimiedad, un pequeño detalle sin importancia, dice el P. Timossi que encierra una dimensión hondísima y fundamental de la misión salesiana. Dice Luis que de esos animales fero­ ces que aparecían en el prado, otros tantos se transforman en mansos corderos, es decir, la misma canti­ dad. Ese otros tantos de Don Bosco,

refiere a uno y cada uno de los ani­ males feroces que estaban antes. Es decir, que no se pierde ninguno, todos son transformados. Cuando escuché a Luis compartir esta refle­ xión, me pregunté: ¿qué gana Don Bosco acentuando otros tantos, cuando se supone que tienen que ser todos los que se transforman? No lo sé, pero lo cierto es que por algo lo subraya, lo remarca, y eso ya es suficiente para darle la importan­ cia que requiere. Los animales feroces que nombra Don Bosco son cabritos, perros, gatos y osos. El mismo sueño se le repite a Don Bosco varios años más tarde y en otra versión posterior aparecen lobos, zorros, cabritos, carneros, perros y pájaros. O sea, una variedad de animales, distintos y diversos. Podríamos decir “muchos modos de ser animal”. Y bien sabe­ mos que, en el sueño, los animales representan a los jóvenes. También hoy los “muchos modos de ser joven”, las juventudes, están en nuestros prados esperando conocer al Pastor de las ovejas, para sumarse al rebaño de sus seguidores. Están

hoy en nues­ tra Iglesia (y fuera de ella), sedientos de encontrarse Juan Manuel Fernández sdb cara a cara con el Pastor, el único capaz de transformar sus vidas. Podemos tener la grave y desafortu­ nada tentación de que no a todos los animales feroces de nuestro prado le ofrezcamos los caminos necesarios para su transformación. Porque no conectamos, porque creemos que no están preparados, porque no se lo merecen. No puede ser así. Recordemos el sueño: estamos llamados a que otras tantas juventu­ des de nuestras obras salesianas y de toda la Iglesia se transformen: cada una y cada uno, sin perder ninguno. Por fidelidad a aquel sueño fundan­ te, seamos fieles y no nos olvidemos de este pequeño, pero fundamental detalle: otros tantos.

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DELÁRBOLSALESIANO

Lucía Cetta: la joven uruguaya que se encontró con el Papa en la JMJ

El amor es crucial para acercar a quienes no están cerca de Dios Lucía Cetta tiene 22 años y se formó en el Instituto María Auxiliadora donde hoy es animadora. Hace ape­ nas unos meses participó de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Portugal, representando al Movi­ miento Juvenil Salesiano (MJS) en la delegación de la Comisión Nacional de Pastoral Juvenil de la Conferen­ cia Episcopal del Uruguay. En Lisboa recibió una llamada de alguien que le preguntaba si quería participar de un gesto en la vigilia y recibir al Papa Francisco en representación de los jóvenes del mundo presentes. Inmediatamente la embar­ garon una incontenible emoción y muchos nervios, que se disiparon en el momento del cara a cara con un alegre y cercano Francisco quien, además, le obsequió un recuerdo. 26


¿Cómo surgió la posibilidad de ir a la JMJ? Soy delegada joven por el MJS dentro de la Comisión Nacional de Pastoral Juvenil. Surgió la idea de enviar a Lisboa una delegación oficial y me postulé para ir. Me eligieron y fui a la JMJ como delega­ da del MJS y de la Comisión. ¿De qué forma preparaste tu corazón? Personalmente me preparé leyendo las catequesis y rezando, siendo acompaña­ da por mi comunidad, familia y amigos. Mi expectativa estaba puesta en seguir creciendo en la fe y de nutrirme de los intercambios con otras personas. Nunca había viajado ni participado de algo tan masivo, tenía ganas de afianzar mi gran convicción de que caminar con Dios está demás. ¿Cómo transitaste los siete días en los que se desarrolló la JMJ? Fue una semana en donde estuvimos todo el día haciendo cosas. La definición de “peregrino” está perfectamente adjudicada, porque recorrimos distan­ cias largas, con varias paradas y experi­ mentamos diferentes instancias en comunidad. Realizamos diversas activi­ dades, hubo celebraciones particulares con el Papa, otras con el obispo de Lisboa, el vía crucis, las catequesis, de todo. ¿Cómo te enteraste de que ibas a cono­ cer al Papa? Desde la organización de la JMJ se con­ tactaron con el referente de mi grupo para que alguno de nosotros fuera parte de un gesto en la vigilia, que tenía lugar tres días después. Estaba en Fátima y me llamaron por teléfono para invitarme a participar del gesto y recibir al Papa. Fue algo difícil de asimilar, no me lo espera­ ba, de hecho, antes de viajar un montón de gente me decía bromeando “mirá si llegás a conocer a Francisco” ­entre risas­. ¿Qué cosas te pasaron por la cabeza en los momentos previos al encuentro? La vigilia era a las nueve de la noche y éramos seis personas de diferentes países: Tailandia, Serbia, Malí, Portugal, Islas Marshall y Uruguay. Recuerdo que llegamos a la mañana por un tema de protocolo. Esperamos e interactuamos

mucho entre nosotros y el staff de la organización, mientras que para mis adentros pensaba que no sabía qué decirle a Francisco al recibirlo. Hasta que decidí que en el mismo momento saliera lo que fuera desde el corazón. ¿Cómo fue el encuentro con el Papa? Subimos al escenario con asientos asignados, desde ahí vimos a un millón y medio de personas, mientras esperába­ mos a Francisco, que se acercaba en su vehículo. Cuando él subió, nos recibió y primeramente nos habló en inglés preguntándonos de qué nacionalidad éramos. Hasta que le dije que era uru­ guaya y él me preguntó en un tono muy jocoso “Ah, trajiste el mate ¿no?”. Le respondí que no dejaban subir el mate y él me dijo “no puede ser una uruguaya sin mate”. Fue tremenda la cercanía que generó con tan solo unas palabras, fue como hablar con alguien que conocía de toda la vida. ¿Cómo avanzó el momento? Pasamos con él al frente a saludar y cuando se fue a sentar nos preguntó, muy descontracturado, si nos íbamos a quedar cerca de él, y nos sentamos al costado del altar. Tuvimos la adoración que fue uno de los momentos más hermosos que viví, compartí una adora­ ción con el Papa Francisco ahí, adelante de Jesús, con la hostia consagrada. Es indescriptible lo que sentí, hubo un silencio de un millón y medio de perso­ nas, lo observé desde el escenario, vi la inmensidad. ¿De qué forma prosiguió la vigilia? Se desarrollaron distintas exposiciones artísticas y a mi izquierda tenía a Francis­

co sentado, me pasaba que no me podía contener y cada tanto lo miraba. Tras el término de un baile se dio que Francisco me miró y me comentó “bailan bien, ¿eh?”, y yo le dije “bailan hermoso” ­ recuerda entre risas­. Después de la adoración nos mencionaron que íbamos a tener unos minutos para charlar con él. Fue en ese momento cuando Francis­ co nos regaló a cada uno un rosario bendecido por él, algo increíble. Volvi­ mos a mantener una charla y, en ese instante, le manifesté que lo esperába­ mos en Uruguay, a lo que me contestó muy cordialmente: “Bueno, cuando vaya a Argentina cruzo el charco”. Luego se despidió, nos agradeció por acompañar­ lo en la celebración y nos manifestó que esperaba volver a vernos en algún momento. Hasta el día de hoy no puedo creer lo que viví. ¿De qué forma te marcó la JMJ? Me quedó en la cabeza lo que Francisco dijo en el transcurso de la JMJ. Nos invitó a los jóvenes a compartir la alegría que es sabernos acompañados por Dios y a ser una Iglesia unida, que incluye, en la que todos somos importantes y tene­ mos un lugar. A su vez, habló de escu­ char a Dios en las personas y situacio­ nes. Otra cuestión que remarcó fue el "no tengan miedo", nos desafía a ir con nuestras convicciones y a tender puen­ tes de amor, algo que lo relaciono mucho con Don Bosco. El amor demos­ trado es trascendente, es crucial para poder acercar a aquellos que por distin­ tos motivos no están cerca de Dios. Como joven salesiana me desafió a buscar formas de incluir más a los jóve­ nes, a ir a buscarlos y seguir abriendo el espacio. 27


UNAMANOAMIGA

“… si estos jóvenes hubieran tenido un amigo que se preocupara por ellos, los acompañara y les mostrase el amor de Dios, quien sabe si no se hubieran alejado de esta vida que llevan…” Don Bosco (MO)

Para Robin Silva (RS) y Matías Cedrés (MC) el Instituto Benigno Paiva Irisarri es una oportunidad y una casa donde integran aprendizajes para toda la vida en la convivencia con muchos pares y un pequeño grupo de salesianos consagrados. Entrevistados para el BS cuentan cómo llegaron a esta obra salesiana, qué descubren en ese ámbito y en sus compañeros, y cuál es la marca indeleble que les deja el carisma de Don Bosco. 28


¿Cómo llegaron al Paiva? RS: Había hecho la escuela en dife­ rentes lugares del país, como ser Canelones, Artigas, y en Florida hice sexto año, y cuando estaba por termi­ nar, tenía que definir dónde hacer el liceo, si en Capilla, que es cerca de casa, u otro lugar, pero la situación económica no daba para ir y venir todos los días. En una fiesta en la estancia donde trabajan mis padres, una señora, María Noel, que trabaja en el Paiva, les contó que había una posibilidad en la institución que es para gurises del campo. MC: Hice toda la primaria en Villa del Carmen. Después me fui a hacer la Escuela Agraria de Durazno y terminé el primer año allá, pero tenía un primo en el Paiva, entonces mis padres empezaron a hablar para conseguirme un lugar, y entré en 2022. ¿Qué descubrieron en el Paiva? ¿Qué encuentran de distinto a otros ambientes? MC: Me encontré con una posibili­ dad, porque hay mucha gente que ni puede venir al liceo. Y en el Paiva te quedás 15 días y vas aprendiendo muchas cosas. Siempre aprendés algo, tanto de cosas del campo como de la convivencia. RS: No sabía mucho qué había en el Paiva. Lo había visitado un par de veces, pero al entrar empecé a convi­ vir con 50 gurises más chicos y más grandes, y otras personas, cuando toda la escuela la hice prácticamente solo con mi hermano y la maestra. Es una buena oportunidad que me surgió en el momento justo, y acá he aprendido muchos valores, si bien muchos ya los tenía, fui afianzándo­ los. También en la propuesta religio­ sa, y aunque a nuestra edad hay

cosas que nos cuesta entender, a medida que vas creciendo lo vas aplicando y entendiendo mejor. Y en lo laboral, aprendés, por ejemplo, a manejar un tractor desde chico, lo que, si en lo profesional no nos va bien, puede ser una salida laboral. De lo que están aprendiendo ¿qué creen que les va a servir para siem­ pre? RS: Creo que lo que me va a servir para toda la vida es entender a las demás personas, porque no todos somos iguales, somos más bien dife­ rentes. La convivencia a veces se hace difícil, pero uno va aprendiendo al convivir con tanta gente, y eso nos va a servir en el futuro. MC: Lo que acá siempre vas a apren­ der y te va a quedar es el convivir con otras personas. Acá compartimos casi todo el día y eso es importante. También las cosas que aprendés de trabajo te van a quedar para toda la vida. O sea, te forman para la vida y para ayudar a los demás. ¿Qué van descubriendo del ambien­ te salesiano? RS: De los salesianos vamos apren­ diendo cómo ayudar a los demás. Cómo estar, cómo apoyarlos, para encontrar la solución a sus proble­ mas. Un salesiano siempre está para los jóvenes; para ayudarlos en el estudio, trabajo, en su casa. Y todo eso ayuda en la comunicación con gente de mi edad y de otras edades. Veo que compañeros míos del liceo no tienen esa facilidad ni capacidad de comunicarse. Acá en el Paiva los salesianos te van preparando para ayudar y estar para los demás. MC: El año pasado cuando mis abue­ los estaban enfermos, estuve triste, pero en el Paiva me ayudaron mucho, 29


siempre estuvieron para mí los sale­ sianos, pero también mis amigos, mis compañeros, para escucharme, apo­ yarme en ese momento difícil. Es que los quería mucho a mis abuelos, porque me criaron desde los 2 años, y eran como mis padres. Lo principal para mí es que siempre van a estar para vos, y eso es lo que trato de compartir con la gente que conozco que no va al Paiva. Y lo otro, los compañeros que están acá de antes que llegara, y que ya tienen eso mismo, que lo han aprendido. Como mi amigo Robin, que me escuchó cuando pasó lo de mis abuelos. RS: Para mí es la solidaridad. Lo más importante de ser salesiano es ser solidario, ponerse en el lugar del

otro. Muchos llegan y se sienten intimidados por los otros que ya están acá, y pueden verse juzgados. La idea es otra, que se sientan lo mejor posible. ¿Cómo es para un joven de estos tiempos vivir en la estructura de esta obra inspirada por el carisma de Don Bosco? MC: Me acuerdo de lo que hizo cuan­ do sacó a los gurises de la cárcel, y los dejó irse, y les dijo que a tal hora deberían volver. Esa confianza que les dio es importante. Y hay otras cosas, pero, por ejemplo, al principio era raro, porque me levantaba y rezaba, para almorzar hay que rezar, para todo hay que rezar. Pero de a

Matías Cedrés Tiene 14 años. Nació en Durazno y vive en Villa del Carmen. Lleva casi 2 años en el Paiva. Está cursando tercer año de Ciclo Básico en la UTU de Sarandí del Yí. 30

poco vas entendiendo el significado de ese acto y de las palabras que estás diciendo, y me hace pensar. Me ayudó a entender muchas cosas. Es una oportunidad que me dio la vida. RS: El Paiva me encantó por la convi­ vencia con otros gurises. El ambiente, y la propuesta religiosa. Entré sin saber casi nada, que había un Dios y nada más. Y al ir creciendo fui apren­ diendo más, entendiendo, y ahí al pensar las cosas te das cuenta de lo lindo que es compartir y estar para las otras personas. Y me sensibilizó más, me hizo acercarme más a las personas fuera del Paiva. Estoy aprendiendo valores como si estuvie­ ra en mi casa.

Robin Silva Lima Tiene 16 años. Nació en Artigas, pero vive cerca de Sarandí del Yí. Lleva 4 años en el Paiva. Está cursando quinto año de Bachillerato en el liceo de Sarandí del Yí.


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