"Nuestro credo interior" | Boletín Salesiano Uruguay

Page 1

URUGUAY / Cuarta época / Año XLIII / Nº 9 Octubre 2023 / www.issuu.com/bsuru


PÁG 4. ¡SÍ, HAY ALGO NUEVO BAJO EL SOL!

Santiago Recarey, Daniel Gatti y Ricardo Asqueta de la Fazenda de la Esperanza de Montevideo. Renacer de la mano de Dios

PÁG 7. SINTONIZANDO CON DON BOSCO

Don Ángel Fernández Artime SDB “La cesta de Mamá Margarita”

PÁG 3. CARTA DEL DIRECTOR Recomponer el credo interior

PÁG 8. TODO POR AMOR CON TODO EL CORAZÓN

Mateo Gabriel Alonso Canavessi y Nacha Sapelli

PÁG 10. PÁG 11. ME GUSTA, COMENTO, COMPARTO

Hna. Cecilia Gayo FMA “El Dios en el que creo”

FAMILIA EN OBRA

Alejandro Adano “¿Siempre creemos igual?”

PÁG 24. SINTONIZANDO CON DON BOSCO

Sor Chiara Cazzuola FMA “Este año vuelve a ser Navidad”

PÁG 16. CON NOMBRE Y APELLIDO

PÁG 12. VALE LA PENA VIVIR ASÍ

P. Antonio Mazza sdb 50 años de un “regalo” que Dios le hizo

Padre Inspector Alfonso Bauer sdb “Busqué servir escuchando y discerniendo el querer de Dios”

PÁG 20. AQUÍ Y AHORA

Néstor Da Costa Creer, una actitud muy humana

PÁG 25. SABOR A BUENAS NOCHES

Juan Manuel Fernández sdb “Memorias del interior”

PÁG 28. UNA MANO AMIGA

PÁG 31. GALERÍA DE INSTAGRAM

María Luisa Piastri FMA y Marcelo Cervantes Club de Niños Puertas Abiertas de la Parroquia San Lorenzo “Queremos que nuestros niños y sus familias se sientan amados, respetados y que crean en ellos”

PÁG 26. DEL ÁRBOL SALESIANO

Juan Pablo Massimelli “En clave de misión”

Boletín Salesiano Revista de información sobre la Familia Salesiana y de cultura religiosa Director: P. Sebastián Ferreyra sdb Redactora Jefa: Adriana Porteiro

Diseño: gustavo@tanganika.com.uy Impresión: Mosca

Columnistas: Hna. Cecilia Gayo hma, Juan Manuel Fernández sdb y Alejandro Adano. Equipo de redacción en este número: Natalia Roba, Nahuel Durand, Marcelo Hernández y Gonzalo Martínez.

Departamento Comercial: Luis Gómez E­mail: boletinsalesianouruguay@gmail.com Celular: 092 432 286

Fotografía: Sofía Cayota, Nahuel Durand, de ANS, Shutterstock, Pixabay, Cathopic y fotos de archivo del Padre Antonio Mazza. Corrección: Graciela Rodríguez

Dirección, redacción y administración: Av. Agraciada 3181 CP 11800, Montevideo; tel. 2209 4521 Sitio web: www.issuu.com/bsuru Email: boletinsalesianouruguay@gmail.com Afiliado a la Cámara Uruguaya del Libro. / Depósito Legal: 366.191

salesianosuy


P. Sebastián Ferreyra sdb

CARTADELDIRECTOR

RECOMPONER EL CREDO INTERIOR Hay realidades de nuestra vida que son muy potentes y transformadoras, sin duda una de ellas son nuestras creencias. Las creencias desempeñan un papel fundamen­ tal en la vida humana, ya que influyen en nuestra percep­ ción del mundo, nuestras decisiones y nuestra forma de interactuar con los demás. En primer lugar, las creencias nos proporcionan un marco de referencia para compren­ der y dar sentido a nuestro entorno. Nos ayudan a inter­ pretar los eventos y situaciones, dándoles significado y coherencia. Además, las creencias influyen en nuestras decisiones y acciones diarias. Nuestras creencias moldean nuestras actitudes, valores y comportamientos, lo que a su vez afecta nuestras interacciones y relaciones con los demás y nuestra forma de abordar los desafíos de la vida. Afectan nuestra vida moral, la comprensión del mundo, la relacio­ nalidad y la identidad. Las creencias juegan un papel crucial en la formación de la identidad individual y colectiva. Nuestras creencias cultu­ rales, religiosas y filosóficas contribuyen a nuestra identi­ dad personal y grupal, proporcionando un sentido de pertenencia y conexión con los demás. Es posible que sea un aspecto poco reflexionado en la vida cotidiana, vivimos nuestra experiencia creyente con dema­ siados supuestos, con poca conciencia. Casi sin darnos cuenta, nuestro credo interior, aquel que efectivamente estructura y moviliza nuestra vida, está hecho un lío, es más bien una masa informe de ideas trasnochadas, imáge­ nes falsas, dogmas rígidos, etc. Este año los salesianos consagrados en la propuesta de Ejercicios Espirituales han tenido el desafío de recompo­ ner el credo interior, como el primer movimiento cons­ ciente del espíritu para una trasformación genuina y potente. Nuestro credo interior está hecho de lo que llevamos en lo profundo de la vida y cómo elegimos vivir­

la, está en diálogo con la persona de Jesucristo, en diálogo con el mundo y de modo especial con la realidad de las juventudes. Tu credo interior no puede ser una formula­ ción rígida, estática, sino que necesita ser una realidad viva, vivificante, movilizadora, transformadora. Que este Boletín te ayude a preguntarte por tu propio credo interior como fuerza unificadora que te moviliza hacia la vida del Reino.

Recibí en tu casa el ejemplar de cada mes, por un costo anual de Tu puente con la vida salesiana.

Por consultas: 092 432 286

Escaneá este código para suscribirte 3


¡SÍ,HAYALGONUEVO BAJOELSOL!

Santiago Recarey, Daniel Gatti y Ricardo Asqueta de la Fazenda de la Esperanza de Montevideo.

Fazenda de la Esperanza es una comunidad terapéutica sin fines de lucro, que alberga a 30 jóvenes que tratan problemas de adicciones y que se basa en tres pilares: trabajo, convivencia y espiritualidad. Se propone un estilo de vida poniendo a Jesús en el medio, en donde a través de la Palabra las personas transforman su vida, con el acompañamiento cotidiano de seminaristas, consagrados y voluntarios. Cada joven desarrolla un año de proceso, que inicia en la sede de Cerro Chato, con un período de tres meses, y continúa en las instalaciones de Punta de Rieles, Montevideo. Santiago Recarey (S) de 25 años y Daniel Gatti (D) de 24, se encuentran intentando rehacer sus vidas y transitan la etapa final de sus respectivos procesos. Por su parte, Ricardo Asqueta (R), seminarista, acompaña a los jóvenes en su día a día y es una pata fundamental de la casa desde su inauguración en 2020. Cada uno, desde su lugar y vivencias, reflexionó acerca de lo que sucede en la Fazenda de la Esperanza, sus caminos y sueños. 4


prefiero vivir de la mano de Dios. S: Es un lugar que me marcó mucho porque me devolvió todo. Un espa­ cio que habita Dios y en el que pude reencontrarme conmigo mismo y salir adelante. Comprendí que soy capaz de amar, de perdonar y per­ donarme. Desde que llegué me sentí más libre y encontré una paz interior que me dejó sanar relacio­ nes. Me ha devuelto la vida, me dejó ver otros horizontes siendo acompañado por Jesús.

¿Qué representa para ustedes la Fazenda? D: La Fazenda es mi casa y familia, el espacio donde crezco espiritual­ mente, me conozco cada día más y en donde volví a renacer. Me apoyo en la vivencia de la Palabra para hacer el cambio y recorrer un proce­ so de sanación en el que necesitás tiempo. Encontré contención, apoyo fraternal y espiritual, en el que me pude sostener y de a poco levantar la cabeza. Nunca me sentí tan libre, pleno y feliz, me di cuenta de que

¿Cómo vivieron sus procesos perso­ nales dentro de la casa? R: Es precioso, en tres años he visto la presencia de Dios viva en cada uno de los jóvenes y situaciones, no solo en los momentos lindos, sino también en los complicados. Con­ templé cómo Dios hace nuevas todas las cosas y cómo todo pasa con un sentido. Esta obra le supo hablar a la Iglesia con un mensaje de esperanza y misericordia. S: Este es mi segundo proceso, estoy haciendo un recomienzo de un año, tuve una recaída y decidí volver. Fue muy difícil aceptar que había vuelto a consumir y fallado a mi familia, pero fue necesario. Me sentí abrazado por Dios cuando llegué, había perdido el sentido y acá encontré paz para empezar a caminar. Tuve bastantes dificultades en el recorrido, de convivencia y cansancio, pero las fui atravesando a través de la espiritualidad. Hice un proceso en el que sané mucho, logré perdonarme y perdonar. Hoy me siento feliz y libre, con fuerza y esperanza en mi futuro. Todos los días veo cosas nuevas para pulir, sigo atento para poder enfrentar de mejor manera la vida.

D: Cuando empecé estaba en el punto de mi vida más bajo, no me imaginaba que podía salir. De a poco se fueron cayendo mis defensas falsas, mis actitudes de evadir pro­ blemas y responsabilidades, y me enfrenté a realidades en las que me encontré desnudo y derrotado a mí mismo. Ese fue el punto en el que inicié mi etapa de sanación, me di el permiso de llorar las cosas y mediante mis hermanos observé una luz que me invitó a seguir. Encontré el sentido a las acciones que hacía, Dios me dio una explo­ sión de misericordia, se prendió una llama interna que gestó mi fe y me devolvió la sonrisa. Me solté, dejé las dudas y tuve la valentía de abra­ zar la fe. Comencé a ver la Palabra de Dios en la cotidianidad y empecé a intentar devolver todo lo que recibí. Mediante la oración y la práctica de la Palabra, fui generando una estructura espiritual que me llena de esperanza y expectativa de cara al futuro. Saber que Dios me ama me hace levantar con ganas y estar contento. ¿Cómo funcionan los tres pilares de la Fazenda: trabajo, convivencia y espiritualidad? D: El trabajo es fundamental porque forjamos actitudes trascendentes para la vida de una persona sana que quiere progresar. Las tareas son rotativas de forma mensual y fun­ cionan en dos horarios: en la maña­ na y en la tarde. Repartimos organi­ zadamente labores de la casa entre mantenimiento, jardinería, huerta, taller, limpieza, animales, cocina, de todo hacemos. No hay ningún fun­ cionario externo que venga, noso­ tros mismos llevamos todo el fun­ 5


cionamiento y coordinación. S: La convivencia es muy importante porque debemos aprender a convi­ vir con los demás, se crea con Jesús en el medio y se transmite mucha unidad. Estamos constantemente juntos, tenemos que aceptar al otro tal como es y aprenderlo a amar, siendo conscientes de que van a surgir diferencias. D: El otro pilar es la espiritualidad, es lo que le da sentido a todo. Siem­ pre tenés una mano en el hombro que es Dios, a través de un herma­ no, seminarista o voluntario, Él siempre está presente. En la Fazen­ da hay una espiritualidad muy pal­ pable, se ofrecen constantemente todas las herramientas de espiritua­ lidad para que podamos crecer en ellas, como celebraciones y diversas dinámicas.

cer las historias de vida y encontrarme con cada uno, en ellos encuentro a Jesús. La experiencia en la Fazenda me ha exigido y devuelto mucho. S: Encontré la esperanza de que todo se hace nuevo. Aprendí a amar, a sentirme amado, a saber perdonar y recomenzar. Cuando caemos nunca estamos solos, pode­ mos levantarnos y siempre estamos acompañados. D: Comprendí que nacimos para amar y ser amados, y que en eso se encuentra la sanación y la plenitud. También aprendí que la misericordia de Dios no tiene límites, que merez­ co ser feliz y encontrar mis propósi­ tos en la vida. Él, a través del amor, está en todo y ve todo, me demos­ tró que hay una vida nueva y her­ mosísima, y me di cuenta de lo equivocado que estaba.

¿Qué aprendizajes sacaron de sus procesos? R: Aprendizajes de mucha esperan­ za, la vida tiene esperanza y no se puede dar a nadie por liquidado. Después, es muy enriquecedor cono­

¿Cuáles son sus anhelos para el futuro? D: Quiero buscar a Jesús en todas las instancias en las que estoy y seguir encontrándome en la ora­ ción. Cuanto más conozco a Dios,

6

más me enamoro de Él. Intento que mi espiritualidad sea lo más genuina posible, estando abierto a escuchar más de lo que puedo hablar, con humildad y entusiasmo. Deseo estar con mi familia como un punto de luz, como algo que sume, quiero retomar los estudios, trabajar y desenvolverme en un lugar donde practicar mi fe. S: Mi aspiración es vivir al máximo lo que me queda acá, intentar ayu­ dar en lo que más pueda y pulir los aspectos que me faltan. Una vez que salga, sueño con dar gracias, hacer un voluntariado de un año en la Fazenda, estudiar, trabajar y retomar mi vida. Siempre conectado con la fe. R: Quiero que este siga siendo un espacio en el que Dios viva, en el que más almas puedan recuperarse y encontrarse con Jesús. Que se siga desparramando la esperanza por toda la Iglesia. Con este flagelo tan grande que es la droga deseo que se pueda dar una respuesta humana, sabiendo que Dios existe y hace nuevas todas las cosas.


Al final de un año todos tenemos una cesta de recuerdos en el alma. Contie‐ ne lo que hemos vivido, un año rico, lleno de recuerdos agradables, pero también de acontecimientos inespera‐ dos. Un año en el que no faltaron las sorpresas.

de boda, cuidadosamente doblado y, en el centro, colocó unos manojos de lavanda. En el fondo, bien escondido bajo la funda de tela, escondía su pequeño tesoro: un paquetito de terciopelo con dos anillos y un colgan­ te de oro.

pasado rápidamente: las personas que nos han hecho bien, los acontecimien­ tos de gracia, los encuentros que nos han vuelto a dar aliento y coraje, las certezas, las esperanzas y, en el fondo, todo el oro precioso de la presencia de Dios.

Queridos amigos de Don Bosco y de su carisma, a finales del año 2023 me ha parecido interesante utilizar el simbo­ lismo de la cesta que Mamá Margarita lleva siempre en el brazo en los cua­ dros que hay de ella. Incluso en el nuevo cartel del Aguinaldo, su signo distintivo es la cesta que cuelga de su brazo. Todos estamos acostumbrados a verla así. Sin la cesta, el pañuelo en la cabeza y el vestido de campesina pobre no nos parecería ella.

Con estos escasos bienes lograron cubrir las primeras necesidades del oratorio. Mamá Margarita tenía un corazón tan grande como todas las colinas de la zona de Asti y el ajuar empezó a desaparecer, convirtiéndose en camisetas y ropa interior para los muchachos. Es curioso el destino del vestido de novia que se convirtió primero en mantel del altar de la Capilla Pinardi y luego en sábana para un enfermo de cólera.

En mi cesta he encontrado muchas cosas por las que agradecer al Señor de la Vida, nuestro buen Dios y Padre. Y ciertamente, como ocurre en la vida de cada persona, incluidos los que me leen, no todo lo que se vive en un año ha producido alegría. También hay dolores, penurias, exigencias, pérdi­ das, pero todo esto, vivido en la fe, se ilumina de manera preciosa…

La cesta estaba hecha de mimbre tejido con mucho cuidado. Había llevado ropita para sus nietos, sabro­ sas hogazas recién horneadas y ropa de cama con olor a limpio.

Pero la cesta no estaba vacía, contenía el aroma de todas las cosas bellas y buenas de su vida.

Pero el 3 de noviembre de 1846, como cuenta Don Bosco en las Memorias del Oratorio, cuando su madre y él baja­ ban del Becchi a Turín para acoger a los jóvenes abandonados de la ciudad, Mamá Margarita la llenó con su ajuar

El cofre del tesoro de los recuerdos felices Al final del año todos deberíamos tener una cesta como esta. Colgando de la mente y el corazón. Una cesta como cofre del tesoro de recuerdos felices. Deberíamos llenarlo del asom­ bro de la danza de la vida que ha

Les deseo un tiempo bendecido este mes. Y espero que, en espera de la venida de Jesucristo, sigan trabajando como Familia Salesiana para que nuestro mundo sea purificado del odio y de la discordia y se llene del espíritu cristiano, para que todos podamos vivir siempre en paz unos con otros.

7


Tiene 20 años. Es exalumna del Instituto Juan XXIII y actualmente está cursando primer año de Ingeniería en la UDELAR. Vive en Carrasco con sus padres y hermanas. ¿Qué te hace feliz? Me encanta encontrarme con mis amigos en la tranqui, tomar unos mates y tener esas charlas en las que todo es risas, el tiempo pasa volando y nada más importa. Si tuvieras que elegir un acontecimiento que marcó tu vida, ¿cuál sería? En 2022 tuve la oportunidad de irme unos meses de viaje. Si bien yo estaba cumpliendo un sueño, tuvo sus desafíos. Uno de los principales fue el cómo vivir mi fe. Hasta ese momento solo me había tocado vivirla en comunidad, siendo parte de grupos asociativos y en los oratorios. Pero estando allá no tenía nada de eso, no había actividades ni comunidades en las que podía formar parte, lo que me hizo cuestionarme muchas cosas. Toda esa experiencia sin duda me marcó, ya que enten­ dí que muchos aspectos de mi fe los estaba viviendo por inercia y no me estaba tomando el tiempo de realmente procesarlos. A su vez, encontré mi vocación de servicio vivido en comunidad y fue gracias a eso que volví decidida a sumar­ me al VMS. ¿A quién admirás? A mi abuelo, Daniel, que a sus 80 años sigue madrugando todos los días para ir a trabajar, simplemente porque real­ mente lo disfruta. Es de él y de mi padre que aprendí la importancia que tiene hacer lo que realmente te gusta. Pero, sobre todo, lo que más admiro de él es cómo, desde que soy chiquita, siempre me enseñó a dar, a ayudar y a acompañar a todos los que lo necesiten. ¿Qué huella dejan en vos los ambientes salesianos? Entrar en el ambiente salesiano sin duda que me cambió muchísimo como persona. Fue donde conocí verdaderamente a Dios y donde encontré mi fe. Además de que conocí a un 8

montón de personas increíbles, que hoy en día son un gran pilar en mi vida. Aprendí de la importancia del servicio y de entregarle tu tiempo y amor a otros. Sobre todo, me enseñó a buscar a Dios y su alegría en cada encuentro. No volvería a… Soy de la creencia de que todo nos pasa por algo, cada paso que di en mi vida me trajo hasta este lugar y momento. Si bien, obviamente, he vivido cosas que no fueron ideales, entiendo que me trajeron enseñanzas y llevaron a que sur­ gieran otras cosas. ¿Qué es el VMS para vos? Para mí el VMS es familia. Es donde voy a compartir y crecer en mi discernimiento de fe y de servicio. Es encuentro, conmigo misma, con Dios y con la comunidad. Es una comu­ nidad en la que siempre me sentí muy cómoda, desde el primer día logré sentirme como una más y nunca como “la nueva”. ¿Cómo vivís tu dimensión misionera? ¿Qué creencias for­ man parte de su esencia? No me ha tocado todavía vivir una misión del VMS como tal. Pero ya hace un tiempo aprendí que uno hace misión todos los días, al compartir y enseñar sobre el amor de Dios. Don Bosco nos habló muchas veces sobre vivir con alegría para poder encontrarnos con Dios y poder compartirlo con otros. Creo que esa es la mejor manera de misionar, compartiendo y enseñando en el día a día a otros sobre un Dios que tiene infinito amor para dar, que es amigo y compañero. ¿Qué sueños misioneros te habitan? Es una pregunta que todavía no sabría responder. Sin duda, uno como misionero tiene la opción de vivir un montón de experiencias increíbles y únicas. Sin embargo, creo que es muy importante entender cuál es la mejor para cada uno, ya que todos somos muy diferentes y estamos llamados a distintas cosas.


Tiene 18 años. Está finalizando sexto de Medicina en el Liceo N°1 de Atlántida. Es animador en los oratorios Estación Atlántida y Campito Alegre. Vive en Atlántida con su madre y sus dos perros. ¿Qué te hace feliz? El encuentro con los demás en todos sus sentidos, la entrega y el darme. ¿Cuál es tu mayor miedo? No ser yo, sino estar siguiendo algo externo, donde ya no pueda ver a Dios en mi vida. Si tuvieras que elegir un acontecimiento que marcó tu vida, ¿cuál sería? Diría que el comienzo de mi vida como animador de oratorio. Yo iba a escuela pública, por lo cual no conocía mucho de lo salesiano, pero mis hermanos (que son más grandes) me habían comentado sobre un tal oratorio, y es entonces que desde chico siempre quise ser animador, y cuando entré al liceo en el Colegio San Miguel, una nueva forma de ser cam­ bió en mí. Me anoté a todo lo que había, y cuando comencé a animar oratorio en segundo de liceo se encendió una chispa que cambió todo. ¿Qué aprendés de las juventudes con las que compartís la vida y misión? He aprendido que todos, y cada uno, tienen una chispa que, de alguna manera, se puede convertir en fuego, solo hay que encontrar el modo. A su vez aprendí que ese fuego no siem­ pre es igual, en algunos se proyecta tímido, analítico, en otros, extrovertido, pensativo, fuerte y con ganas o simple­ mente un fuego único, que es lo que son todos. ¿Qué te llevó a organizar un oratorio en Atlántida? Las ganas de comunión y de entrega. Venía de un año en el cual fue difícil seguir con el oratorio en Mercedes, lo que me generó una gran angustia. Las ganas de comunión en oratorio seguían igual. Ni bien me mudé, me acerqué a ayudar en catequesis en la vuelta del barrio de estación Atlántida, siempre con la mirada de hacer una “especie de oratorio”, por lo cual la catequista me dijo que algo así era necesario en la vuelta. Por otro lado, hay algo que me parecía importante cambiar si es que iba a llevar esto a cabo, algo importante a hacer, distinto a lo que se suele realizar. Esto no es de aquí para allá, esto es un encuentro, donde todos vamos apren­

diendo juntos. Este oratorio parte de las ganas y los intereses de los gurises. Si ellos quieren jugar solo al fútbol, jugaremos toda la tarde al fútbol, pero eso sí, hay que tener fe en que Jesús se va a hacer carne en el encuentro. Los valores se van proyectando solos, las preguntas sobre “¿qué es esto?” haciendo referencia a una cruz, preguntando “¿cómo rezo?” o queriendo entrar a la parroquia donde surgirán preguntas, se va dando. Es ahí de donde partimos, del mundo vital que tiene el gurí, abriendo puertas si es que ellos las quieren abrir. Tener fe se hace importante al momento de presenciar este oratorio. Tener fe, en que Jesús está ahí. Ese, me parece un verdadero oratorio de Don Bosco. ¿Qué desafíos tiene, a tu parecer, la Congregación Salesiana para desarrollar su misión entre y con los/las jóvenes? Me parece que el modo de hacer las cosas en el oratorio de Estación Atlántida aplica para todo. Encontrar espacios partiendo desde ese mundo vital del gurí, para que pueda ser protagonis­ ta, formar algo genuino y así encontrarse en sí mismo. Confiar en que Dios nos habla a ese “yo” que tenemos internamente, no a una máscara. Fomentar el encuentro del gurí con él mismo, es fomentar el encuentro del gurí con Dios. Creo que se debería llevar a cabo una olimpiada deportiva a nivel nacional que englobe a todas las casas salesianas, así parti­ mos desde el interés de los jóvenes hoy en día y fomentamos ese encuentro, además de que cada joven, sin importar de dónde sea, pueda sentir el amor de una gran Familia Salesia­ na unida. Por eso, encontrar un espacio para ser, desde lo que a los jóvenes les gusta, se hace esencial al momento de querer evangelizar. Hoy cómo se configura tu credo… Creo en un Jesús que se hace carne en los encuentros, carne en el oratorio, por eso mismo es a donde voy. 9


FAMILIAENOBRA

¿Siempre creemos igual?

Hace unos días me encuentro con una abuela que me dice: “Mi esposo es ateo, pero cuando nos conocimos le dejé muy en claro que yo era cristiana y que no iba a renunciar a mis creen­ cias, respetando sus ideas, pero firme con mis convicciones. Y ahora, luego de 40 años de casados, una amiga, cuando nos ve siempre me dice: 'Tu esposo es el ateo más creyente que conozco, siempre te acompaña a las celebraciones, aunque no crea'”. Yo los conocía y no sabía que era ateo, me enteré por ese comentario. Sus hijos fueron a colegio católico, recibieron los sacramentos y participan de la Iglesia. ¡Qué lindo ejemplo de tolerancia y respeto por las convicciones del otro! Nuestro credo interior va cambiando a lo largo de nuestra vida. Las situacio­ nes exteriores sin duda influyen en lo más profundo de nuestras creencias. En la niñez somos muy receptivos y la fe suele permearnos si participamos en algún oratorio, catequesis o grupo de Iglesia. La adolescencia suele ser un momento tormentoso para nuestra fe interior. Es natural del adolescente ser 10

rebelde, contra el sistema, y es un momento de cuestionar nuestras creencias. También hay casos donde nuestro ambiente en esa etapa de la vida nos fortalece nuestra creencia, y las expe­ riencias de campamentos, retiros, reflexiones, nos marcan para siempre. La juventud es un momento donde generalmente empezamos a compartir la vida con alguien, y esto siempre nos influye en nuestro credo interior. Generalmente nos mimetizamos con nuestra pareja, o nuestra pareja lo hace con nosotros. Depende de las personalidades, las fuerzas de nues­ tras creencias y cómo nos han marca­ do a cada uno las experiencias que hemos tenido en la niñez y adolescen­ cia. Por otro lado, llegan los hijos, y las prioridades se redirigen hacia ellos. Siempre lo que hagamos va en función de si ellos nos pueden acompañar. La adultez ya nos encuentra mirando la vida desde otra perspectiva, y si hemos logrado mantener nuestro credo interior en las anteriores etapas. Lo vivido nos ayuda a reafirmar la validez de nuestras creencias.

Por experiencia personal, creo que donde realmente se marca nuestro credo interior es cuando vemos que se nos puede abrir la ventana de la muer­ te… Tuve una enfermedad que parecía sin resolución, y en algunos momentos no se veía una salida de esa situación. Esos momentos son puntos de infle­ xión. En mi caso me aferré a la oración y a entregar mi vida al Señor, dejar que Él decida y aceptar su decisión. El hecho de abandonar para aceptar su decisión, me dio una tranquilidad y fe interior que me ayudó a soportar esos momentos de angustia. “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarlo”. Con esta lectura resumimos la actitud de nuestro padre ante la muerte en la misa que celebra­ mos luego de su muerte.

Alejandro Adano


MEGUSTACOMENTOCOMPARTO

El Dios en el que creo Creo en Dios, Padre y Madre, que nos ama entrañablemente y nos acompaña en todo momento. Que desbordando de amor creó el cielo, la erra, el viento, las flores, los animales. Que me y nos soñó. Que nos creó al igual que Él, capaces de amar y generar vida. Que nos hizo libres para poder elegir. Creo en un Dios que quiso estar lo más cerca posible de nosotros y se hizo persona. Que esa persona se llamó Jesús, el Dios con nosotros. Que aprendió a hablar y a caminar, que se cayó, se enojó, abrazó, bailó, y, sobre todo, amó. Que pasó entre la gente haciendo el bien y contándoles que Dios es nuestro Padre, y que nos ama a todos, sin excepción. Que Él mismo nos amó tanto que asumió morir en la cruz, si esas eran las consecuencias de regalarnos la vida en abundancia. Creo que resucitó y que, aunque no logremos comprender, lo podemos experimentar acompañándonos siempre, hasta el fin de los empos. Creo que Dios nos ha dejado su Espíritu de Amor, que vive en cada uno de nosotros. Que nos impulsa desde dentro a buscar el bien. Que nos muestra los caminos de Dios, pero que no obliga a nadie a recorrerlos. Que, aunque no los recorramos, Él no nos abandona. Creo en la Iglesia, comunidad de vida. Que acompaña, que forta­ lece, que cuida, que busca, que acierta y se equivoca. De la que soy parte y responsable. Que invita a todos a formar parte de ella. Que se sabe frágil, limitada, de barro. Que conoce el don del perdón. Que es misericordiosa y también busca la jus cia. Que ene que aprender a buscarla aún más. Creo que en cada uno de nosotros hay un rasgo del rostro de Dios. Único. Irrepe ble. Un don de Dios en mí, para los demás. Y en cada uno. Creo que ser reflejo de ese don es camino de san dad. Y que vamos juntos por ese sendero. Hna. Cecilia Gayo FMA

Creo que somos capaces de crear una humanidad más humana, más fraterna, más sororal. Donde sepamos cuidar­ nos unos a otros. Capaces de perdonarse y perdonarnos.

Creo que la vida es hermosa, aun con todas sus dificultades. Y que el inicio de la vida eterna es aquí y ahora. Que cada día ene escondida una semilla de eternidad. Y que la hermana muerte no es más que un paso en este camino.

11


VALELAPENAVIVIRASÍ

12


P. Antonio Mazza SDB: 50 años de un “regalo” que Dios le hizo

Hay libros y canciones que aseguran que 50 años “no son nada”, pero el padre Antonio Mazza recuerda momentos “de mucha intensidad espiritual” y “profundos ejemplos de vida cristiana” al repasar experiencias, roles y personas que lo acompañaron en la celebración de sus bodas de oro como salesiano sacerdote, que celebró este 11 de noviembre en la Basílica de Paysandú. El ahora referente de la Parroquia San Ramón y Don Bosco, San Antonio y Zona Este, además de delegado inspectorial para la Familia Salesiana y los salesianos cooperadores, asegura que el quincuagésimo aniversario lo conecta con el agradecimiento con todos aquellos que lo han ayudado a ser “fiel al llamado” y al “regalo” que Dios le hizo, al tiempo que destaca el “encuentro personal” como una marca que caló hondo en su vida religiosa. 13


¿Por qué decidió ser sacerdote y, en particular, por qué eligió ser salesiano? Desde niño estuve en un entorno educativo y familiar muy cristiano. Vivíamos en Juan Lacaze frente al colegio de las Hijas de María Auxiliadora e hicimos Educación Inicial allí todos los hermanos; después, los varones pasa­ mos al colegio salesiano que en ese entonces era solo de chicos y, además, teníamos una tía que era Hija de María Auxiliadora. En ese ambiente y viendo el trabajo de los salesianos fue creciendo en mí el deseo de ser salesiano y sacerdote. Pertenecía a los grupos asociativos que se llamaban “Las compañías” y a los equipos de deportes y de teatro. Allí nos daban pequeñas responsabilidades y eso nos hacía sentir protagonistas en la vida del colegio. ¿Qué significó celebrar 50 años como sacerdote? Fueron momentos de mucha intensidad espiritual revi­ viendo experiencias fuertes y de tanta trascendencia para mi vida. La ordenación sacerdotal fue en ese mismo cole­ gio ­N. de R.: el de su ciudad natal, Juan Lacaze­, el 11 de noviembre de 1973 y recuerdo que fue una gran fiesta en la ciudad porque era el primer salesiano que se ordenaba 14

allí y fue también la primera que hizo monseñor José Gottardi desde que lo nombraron obispo. Cuando comen­ cé a invitar para la eucaristía este año, de alguna comuni­ dad en la que estuve me llamaron para decirme por qué no iba a celebrar con ellos porque no les era posible a todos movilizarse hasta Paysandú. Agendamos fechas y, de algún modo, agrandé la invitación. Otros hicieron lo mismo y así también pude ir a otras casas salesianas. En fin, han sido muchas las evocaciones de personas y luga­ res que vinieron a mí en este tiempo. He vivido intensos momentos de gracia y del amor de Dios que me han hecho crecer en mi entrega a Dios. ¿Cómo definiría todos estos años? ¿Qué situaciones lo marcaron especialmente? Me siento sumamente agradecido con tantas personas que a lo largo de estos 50 años me enseñaron, me ayuda­ ron y me apoyaron a ser fiel al llamado y al regalo que Dios me hizo. Lo que más me marcó en estos años fue el encuentro personal en el que descubría la riqueza interior de cada niño, adolescente, joven o persona mayor que en su vida diaria buscaba con mucho esfuerzo y perseveran­


cia ir creciendo, como se dice, “en la estatura de Cristo”. Y allí va mi agradecimiento a mi familia, que me inició y acompañó en la vida cristiana por el bautismo y por su ejemplo; a la Familia Salesiana que me recibió como religioso hace 60 años ­cuando comenzó su vida religiosa­ ; a la Iglesia que me aceptó para el sacramento del orden; y finalmente a tantas personas con las que en todos estos años he compartido el camino de fe. ¿Qué recuerda de las distintas comunidades que acom­ pañó y de los roles que tuvo? ¿Qué le enseñaron? Mi trabajo fue muy “surtido”. La mayoría de los años fue en el trabajo directo de la pastoral, como encargado, párroco o vicario parroquial, lo que me dio oportunidades hermosas de experiencias y vivencias inolvidables. Tam­ bién estuve en la gestión de colegios que me enseñó que nada debe ser ajeno a la evangelización y al acercar a los destinatarios a Dios. Eso también fue una acción pastoral. Últimamente he acompañado a la Familia Salesiana como delegado inspectorial y como delegado para los salesianos cooperadores. Esta experiencia ha sido realmente muy fuerte porque me ha hecho conocer y vivir desde dentro toda la riqueza de la familia de Don Bosco. Personas totalmente entregadas a los hermanos, a Dios y a la Iglesia, de la mano de Don Bosco y María Auxiliadora. Cada día recibo de ellos profundos ejemplos de vida cristiana. ¿Identifica una huella en particular que haya dejado en estos años, o que le gustaría dejar de aquí en más? Creo que lo que siempre busqué y traté de vivir en estos años fue el tratar a cada persona como única. Dedicarle

tiempo, energías y afecto para que, como decía Don Bosco, se den cuenta de que son queridos. Si hay algo que siempre me han dicho y han encontrado en mí, y lo digo desde la humildad, es que siempre me han visto alegre, bien dispuesto y de buen ánimo para recibir y atender a todos y cada uno. ¿Cómo es ser salesiano hoy y cómo era serlo hace un tiempo? ¿Ha cambiado en algo? A mi modo de ver es lo mismo. Lo principal no ha cambia­ do, que es la entrega desde el corazón al destinatario, con Jesús y María como maestros. Pueden haber cambiado cosas secundarias: la tecnología, medios de enseñanza o aprendizajes, el uso del tiempo libre… Pero no puede cambiar el hecho de que “eduquemos evangelizando y evangelicemos educando”. ¿Qué le diría a alguien que está pensando en la vocación sacerdotal? Le diría que no tenga miedo de seguir a Jesús y jugársela por Él. Que si se decide verá, como lo he visto yo en estos 50 años de vida sacerdotal y 60 de vida religiosa, lo cierto que es aquello del Evangelio: “El que a causa de mi Nom­ bre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna”. De hecho, no he formado mi familia, pero soy parte de una gran familia en la que tengo cientos de hermanos e hijos espirituales. Vos mismo que estás hablando conmigo, o las personas que luego leerán esto, están dentro de los cientos de herma­ nos que han pasado por mi vida religiosa y sacerdotal.

15


CONNOMBREYAPELLIDO

16


Alfonso Bauer sdb a semanas de culminar su servicio como Padre Inspector

Busqué servir escuchando y discerniendo el querer de Dios

17


El día que iba a asumir su servicio como Padre Inspector escribió en un cuaderno cómo quería vivirlo. Pasaron casi seis años y la experiencia de esta responsabilidad, que culmina en enero de 2024, dio lugar a muchas páginas en las que fue delineando discernimientos personales y comunitarios. Considera que tras este tiempo en que pudo conocer más de cerca tantos lugares y experiencias de vida salesiana, como a sus hermanos consagrados y a laicos, ha crecido en comprensión y misericordia. Lo aguarda una nueva misión que lo entusiasma sobremanera porque involucra especialmente su ser religioso, dimensión que, asegura, “lo llena”. Entrevistado para el BS, el Padre Inspector saliente, Alfonso Bauer sdb, comparte cómo desarrolló este servicio, cuáles fueron sus oasis en los tiempos de agobio, qué aprendió de sus hermanos y colaboradores, qué desafíos afronta la vida consagrada hoy y qué consejo le deja a su sucesor. Ya pasaron los seis años casi de tu gestión como Padre Inspector. ¿Cómo los viviste? Como un servicio que la Congrega­ ción me ha pedido, y así como he tenido otras responsabilidades asumí este pedido desde la fe. Con mucha libertad y confianza en Dios y en María, particularmente. El día que iba a asumir escribí en un cua­ derno que quería vivir este servicio como camino de vida espiritual, es decir, no como un agregado o un funcionario, sino desde ahí entregar­ me como salesiano consagrado.

¿Cómo definirías al Alfonso que cierra este ciclo y se dispone a una nueva etapa? En mi proceso formativo tuve la posibilidad de conocerme bastante personalmente, mis virtudes y mis límites. Vivo desde lo que soy y desde allí también sirvo y me entre­ go. Me considero una persona sim­ ple y de fácil adaptación a lo que me pidan. Trato siempre de aportar según mis criterios y visión, pero creo que es fundamental el trabajo en equipo. He crecido en compren­ sión y misericordia.

Tras la intensa experiencia de esta responsabilidad ¿qué cambió en vos? Creo que una vivencia así te lleva a una mayor maduración y equilibrio de la visión inspectorial, asumiendo con realismo los límites y posibilida­ des que toda misión conlleva. Pude conocer más de cerca tantos lugares y experiencias de vida salesiana, hermanos y laicos entregados con generosidad a la misión.

¿Qué nuevos horizontes te esperan en tu misión como sacerdote sale­ siano? El servicio de maestro de novicios, es decir la formación del religioso salesiano en vistas a su consagra­ ción. Es un ámbito que me gusta mucho y me desafía a la vez, pues uno no puede dar lo que no tiene. Por eso se vuelve una oportunidad de crecimiento. Así como en una familia es bueno que todos crezcan y

18

maduren, así me planteo que pueda ser el noviciado. Por otra parte, el servicio a la vida consagrada me ha abierto a valorar la riqueza de otros carismas. El no sabernos únicos, los salesianos, sino contemplar tantos testimonios de vida entregada como una armonía al servicio del Reino. Me llena y complementa a mi ser religioso. ¿Qué es lo más difícil de ser Padre Inspector? ¿Y lo más gratificante? Lo más difícil es que te crean con superpoderes y capaz de poder cambiar la realidad como con “una varita mágica”, sin darse cuenta de que sos uno más. Claro, uno es el último responsable... pero los cam­ bios se generan con el compromiso y disponibilidad de todos. Lo más gratificante es la posibilidad de encuentros y poder tener una pala­ bra para muchos, desde grupos, hermanos... una palabra de aliento, de orientación... Constatar la acción de Dios en tantas realidades.


¿Cómo sobrellevaste el peso de tener a tu cargo las últimas decisio­ nes? A veces es muy pesado... Yo digo que no me cuesta decidir cuando se llega a un proceso de discernimiento que supone la escucha y maduración de las opiniones. Si eso no se da, entonces sí me cuesta asumir los desencuentros. Me parece que cuando se está en clima de discerni­ miento, nadie debería quedar herido por las decisiones que se toman. ¿Cuáles fueron tus oasis en los momentos difíciles? La oración... es lo que me sostuvo, lo que me sostiene. El saber que el proyecto siempre es de Dios y uno es instrumento/colaborador. Con­ fiarle a Él el destino de las cosas... Otra es el acompañamiento. Tengo que agradecer esta mediación en la que confío mucho para lograr encontrar luz y paz. ¿Qué aprendiste de tus hermanos y colaboradores en este tiempo como Padre Inspector? A contemplar la vida de cada uno, con sus luchas, desafíos y anhelos. A buscar lo bueno de cada uno y que puedan expresarlo en la misión. Pude contemplar cuánto bien y cuán queridos son por la gente cuando uno a veces ve las fragilidades. La certeza de que Dios se sirve da cada uno como es... claro, buscando siempre la mejor versión de cada uno... ¿Cuáles son los mayores desafíos que afronta la vida consagrada en estos tiempos? La autenticidad de vida y el vivir el evangelio con mayor radicalidad y transparencia. Hoy no es cuestión de números, sino de ser quien estás llamado a ser; si no ¿para qué con­

sagrarse? Ser alternativa en la socie­ dad desde los valores del Evangelio, lo cual trae aparejado ir muchas veces contracorriente. ¿En qué momentos sentiste más patente la acción de la Auxiliadora? Con Ella todo, sin Ella nada. Siempre la tuve presente, siempre me acom­ pañó. Desde el día uno le confié el camino. ¿Cómo quisieras que te recuerden desde este servicio? Como un hermano que acompañó a la Inspectoría desde lo que es, sin doblez, con humildad y confianza,

buscando generar equipos de ani­ mación. Nunca cambié mi esencia, busqué servir escuchando y discer­ niendo el querer de Dios. Eso no te absuelve de que no te hayas equivo­ cado, pero no buscándolo. ¿Qué le recomendarías a tu sucesor? Que escuche antes de tomar deci­ siones. Casi todos tienen siempre una opinión muy distinta de los mismos hechos. Eso puede llevar a veces a la confusión y a preguntarse dónde está la verdad. De la escucha a todos se puede llegar a una mejor decisión. No se trata de llegar solo ni pronto, sino con todos y a tiempo. 19


AQUÍYAHORA

20


21


“Creer es una actitud muy humana, se cree en diferentes tipos de cosas. Tiene que ver con creer en la existencia de algo que está más allá de lo que se ve directamente. Y las creencias se manifiestan de muchas formas”, dice el sociólogo Néstor Da Costa ante la pregunta de qué es creer y cómo se expresa ese credo interior. Agrega que esa creencia se expresa de diferentes maneras y así como hay personas que lo hacen a través de instituciones religiosas, hay otros que conectan directamente con la divinidad, en cultos, en emociones, en búsquedas, en pedidos, y en todo lo que involucra la vida y la gente. “Tiene que ver con algo que trasciende lo cotidiano”, afirma. A su vez si lo analizamos desde la idiosincrasia de nuestro país ese credo tiene características muy particulares. Uruguay es el país de Latinoamérica con menos creyentes católicos y con más creyentes en Dios sin ningún tipo de afiliación religiosa. También es el país con más ateos según la encuesta de Latinobarómetro, un estudio de opinión pública que aplica anualmente alrededor de 20.000 entrevistas en 18 países de América Latina representando a más de 600 millones de habitantes, hay 17% de ateos, pero hay un 24% de creyentes en Dios que no lo hacen a través de ninguna institución religiosa. Es decir, que casi un cuarto de la población uruguaya “entiende que las instituciones se han vuelto burocráti­ cas, no los ayudan a crecer, les marcan la pauta de lo que tienen que hacer, las cosas en las que tienen que creer y las normas que tiene que seguir y no se preocupan porque crezcan espiritualmente, no ponen a la persona en primer lugar”, explica Da Costa. Latinobarómetro también constata que los católicos en el país representan el 38%. El sociólogo, especializado en religión, afirma que es una cifra que viene disminu­ yendo año a año, y lo normal es que siga descendiendo. A su vez, los evangélicos representan el 12%, incluyendo a los pentecostales y a los protestantes históricos. “Si algo predomina en Uruguay es el amplio pluralismo: hay muchos grupos religiosos de diversa índole, también el estilo new age de búsquedas espirituales de otro estilo”, manifiesta. 22

Volviendo a cómo se transmite culturalmente ese credo, Da Costa sostiene que “a nivel macro Uruguay tiene una especie de cultura oficial que reniega de lo religioso, que no le permite expresarlo públicamente, pero a nivel micro la gente sigue creyendo e impactando en su vida con lo religioso”. En ese sentido relata que una investigación de la que participó que se hizo simultáneamente en Montevideo, Córdoba (Argentina) y Perú encontraron que “mucha gente tiene un vínculo con lo divino, con lo trascendente cotidiano, en el ómnibus, en el trabajo. Por lo tanto, hay una cultura fuerte de una impronta laica con libertad formal de creencias, pero a su vez una presencia de creencias de todo tipo y variedad que uno pueda encontrar”, expresa sobre los resultados del trabajo. “La fe no es un paquete de creencias” Ante la consulta sobre cómo se reconstruyen las creencias, Da Costa dice que algo que quedó claro de las investigaciones es que “la gente no asume paquetes de creencias, conjuntos de verdades, tiene creencias que son procesadas por uno mismo”. “Cada uno es el sumo sacerdote de su propia opción religiosa, las creencias son algo ecléctico, no claro, que tiene elementos de distintos espacios, momentos y culturas y no hay creencias llamémosle puras”. Concretamente sobre la Iglesia Católica señala que hay un porcentaje muy bajito ­del 2% o el 3%­ que asume el conjunto de las creencias. “Recordemos que la Iglesia Católica fue asumiendo pautas culturales para la


elaboración de su mensaje a lo largo de 2000 años y muchas de las pautas no responden al momento actual, sino al momento en el que fueron definidas o elabora­ das, entonces la gente percibe que eso no le satisface y va tomando y buscando la trascendencia con elementos que vienen de distintas perspectivas del mundo cristiano, de fuera del mundo cristiano, del mundo oriental, de distintos lugares”, aclara para explicar cómo se viven las creencias hoy. Consciente de esa realidad el Papa Francisco explica que “la fe en Jesús no es un paquete de ideas en las que creer, sino un camino a recorrer, un viaje que cumplir, un camino con Él. Es seguir a Jesús, porque Él es el camino que conduce a la felicidad que no perece” y para alcanzar esa felicidad invita a imitarlo “especialmente con gestos de cercanía y misericordia hacia los demás”.

El propio Catecismo de la Iglesia Católica dice que creer es un acto auténticamente humano y que es confiar libremente y con alegría en el plan providencial de Dios en la historia, como lo hizo el patriarca Abraham, al igual que María de Nazaret. El texto afirma que la fe es un acuerdo por el cual nuestra mente y nuestro corazón dicen su propio “sí” a Dios, confesando que Jesús es el Señor. Y este “sí” transforma la vida, abre el camino hacia una plenitud de sentido, la hace nueva, llena de alegría y de esperanza fiable. En una catequesis que daba en mayo de este año el Papa Francisco insistía como una receta para renovar esa fe que “cuando experimentemos cansancio, desconcierto e incluso fracaso, recordemos hacia dónde se dirige nuestra vida y que nuestra patria está en el Nancy Bentancor cielo”.

23


SINTONIZANDO CONDONBOSCO

DEOTROSLARES

Sor Chiara Cazzuola Superiora General de las FMA

ESTE AÑO VUELVE A SER NAVIDAD Ciertamente nos encontramos en un momento histórico confuso y conflictivo, en el que se multiplican las guerras que desgarran el tejido humano y espiritual de la sociedad mundial en nombre de intereses que benefician egoístamente a unos pocos y perjudican trágicamente a muchos. Estamos ante una crisis no sólo económi­ ca, sino también cultural que afecta y socava los diversos aspectos de la exis­ tencia humana. En la búsqueda de una mejor calidad de existencia aspiramos muchas veces a estilos de vida ilusorios y engañosos que no responden a la auténtica realización de la persona, sino a la necesidad de reconocimiento social e identificación con la imagen producida por la cultura dominante, descuidada o, incluso, con­ trastando intencionadamente los valores espirituales y culturales de la persona humana. La exaltación exagerada del individualis­ mo va en detrimento del sentido de comunidad, de las relaciones entre las personas. A esto se suma el deterioro de la relación del hombre con el medio ambiente que ha vuelto críticas las condiciones de vida de la humanidad y de muchas especies de animales y plantas. Precisamente en esta época, en nuestra época, ¡todavía es Navidad! Con su nacimiento, Jesús nos permite renacer desde dentro, para encontrar nuevamen­ te en Él la fuerza de la esperanza, para escuchar el anuncio que resuena nueva­ mente en la noche santa, en esta noche santa 2023: «Hoy ha nacido el Salvador. para nosotros". El Señor, Rey del Univer­ so, elige venir al mundo pequeño y humilde, como todos los hijos de la humanidad, para hacernos hijos de Dios, de aquí viene nuestra esperanza, nuestra fe: todos somos amados hijos e hijas de un amor libre, único, total, desinteresado. En el pasaje de Isaías 9:5 leemos: “Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. Sobre sus hombros 24

está el signo de la soberanía y se le llama: Consejero Admirable, Dios Fuer­ te, Padre por los siglos, Príncipe de Paz”. Y este Hijo, débil y frágil, entra al mundo en un establo oscuro, Luz en la noche. Nos permite descubrir algo importante: como en Belén, así también entre nosotros Dios ama hacer grandes cosas a través de nuestra pobreza. Jesús, nuestra salvación, yace en el pesebre y no teme nuestra pobreza, ¡él conoce nuestra fragilidad e insuficien­ cia! Nos pide que le dejemos espacio para transformarnos, para recibir la gracia de su pequeñez. Él es el Príncipe de la Paz, viene a traer­ nos la paz o, mejor aún, a ayudarnos a construir la paz en el desierto de nues­ tra soledad, donde muchas veces mori­ mos por falta de amor. Nos enseña a cuidar de las personas que nos rodean sin dejar a nadie de lado. Ante Él, el esperado de los siglos y Señor del Universo, podemos postrar­ nos y adorarlo como lo hacen los Magos, sin temor a equivocarnos de objetivo y camino, sólo porque Él se nos manifiesta como un niño. Adorar a Dios significa aprender a estar con Él, a detenerse y dialogar con Él, sintiendo que su presencia es la más verdadera, la mejor, la más importante de todas. Adorar al Señor significa declarar que Él es el único Dios de nuestra vida y de nuestra historia. Los Reyes Magos que parten al salir la estrella nos enseñan que debemos volver a partir cada día sin cansarnos. La fe es como un camino fascinante, aunque a menudo agotador, siempre en busca de Dios: nosotros, como los Reyes Magos, aprenderemos que incluso en las noches más oscuras brilla una estre­ lla. Y la estrella es Jesús, que ilumina nuestra vida. ¡Sólo así seguirá siendo verdaderamen­ te Navidad!

Los deseos navideños del Rector Mayor, con el ángel de Rollini Para los deseos navideños de 2023 y el nuevo año 2024 por parte del Cardenal Ángel Fernández Artime, Rector Mayor de los Salesianos, se ha elegido un amplio detalle de una pintura del artista Giusep­ pe Rollini (1842­1909) que representa al Arcángel Gabriel. La idea provino de la Coordinadora del "Museo Casa Don Bosco" de Turín­Valdocco, la Dra. Ana Martín García, quien explica: "El cuadro del Arcangelo Gabriele, actualmente expuesto en la colección permanente del Museo Casa Don Bosco, fue atribuido en los últimos estudios a la escuela del pintor Giuseppe Rollini (1842­1904), antiguo alumno del Oratorio. Este artista vivió y habitó los espacios del Oratorio de San Francisco de Sales en Valdocco hacia el año 1860, mientras frecuentaba los cursos de pintura de la Academia Alberti­ na de Turín. Su obra, de gran habilidad técnica, ofrece gran versatilidad temática e incluye pintura de historia, religiosa, retratos y paisajes. Formado con Enrico Gamba y Andrea Gastaldi, colaboró con Alessandro Vacca en la decoración pictóri­ ca del Borgo Medievale del Valentino (Esposizione Nazionale de Turín, 1884) y, entre otros, trabajó en el Duomo de Pinerolo, la Iglesia del Regio Parco de Turín y el Santuario de Cussanio de Fossa­ no". Fuente: ANS


SABORABUENASNOCHES

Decir que conocés a Don Bosco sin nunca haber pisado un oratorio, es una gran mentira. Decir que conocés a Don Bosco sin nunca haber leído las Memorias del Oratorio, es otra gran mentira. O al menos es conocer a Don Bosco a medias. Para conocer completamente el corazón y la mente de Don Bosco (si es que eso se puede) tenés que haber vivido la experiencia del oratorio y haber buceado por su obra literaria más importante, como son las Memorias del Oratorio. Así que, si no lo hiciste aún, ¡estás a tiempo! Y es que no se puede entender a Don Bosco sin el oratorio y sin las Memorias del Oratorio. Él nunca quiso escribir sobre su pedagogía ni sobre el oratorio, porque afirmaba que si lo hacía debía referirse mucho a sí mismo, lo que veía como algo soberbio, como una falta de humil­ dad. Sin embargo, el Papa Pío IX le ordenó expresamente que escribiera algo sobre su pedagogía, previnien­ do algo que inevitablemente iba a suceder algún día: que Don Bosco muriese y con él se fueran las claves

de su sistema educativo pastoral tan particular. Así que Don Bosco accede y escribe. Las Memorias del Oratorio de San Francisco de Sales (así es su nombre completo), son tanto el relato histó­ rico del surgimiento del oratorio como espacio educativo­pastoral para los jóvenes de Valdocco, como el relato del corazón de Don Bosco. Hablar de Don Bosco, es hablar del oratorio. No hay Don Bosco sin ora­ torio, ni hay oratorio sin Don Bosco. Hablar de lo que Don Bosco tiene en su corazón y en su mente, es hablar del oratorio. En el oratorio se plasma el interior más profundo de Don Bosco: sus convicciones, sus valores, sus sueños, sus creencias. Las Memo­ rias del Oratorio son el credo inte­ rior de este hombre turinés del siglo XIX. Son su testamento espiritual. O como decía Aldo Giraudo: “Es uno de los escritos más personales y vivos de Don Bosco”. En ellas, Don Bosco no solo refleja la historia de una obra, sino que revela su verdad más íntima.

Todos los que somos ami­ gos de Don Bosco y lo conocemos un poco, podríamos Juan Manuel Fernández SDB hacer un elenco sobre las cosas en las que él creía. Sin duda no faltarían los jóvenes, la Auxiliadora, el amor preventivo, la educación como herramienta de transformación, entre otras afirma­ ciones. Y todas muy ciertas. Pero es en la lectura de las Memorias del Oratorio donde encontramos, según el propio Don Bosco, su acto de fe más pleno. En las primeras páginas Don Bosco detalla que una de las razones por las que escribe es “para dar a cono­ cer cómo Dios condujo todas las cosas en cada momento”. Él sabe muy bien que su vida y la del orato­ rio son una misma vida, movida y animada por el Señor.

25


DELÁRBOLSALESIANO

JUAN PABLO MASSIMELLI

“El desafío está en motivar, acompañar cada proyecto y realidad desde el ardor misionero, para que las obras y casas sigan vivas en el espíritu y carisma salesiano”. Juan Pablo Massimelli tiene 35 años, es encargado Pastoral de Talleres Don Bosco y es integrante “fundador” de la Comisión Inspectorial de Animación Misionera (CIAM). Su vida gira en torno al carisma salesiano, su familia y la misión. Desde este espacio de la CIAM, reflexionó sobre el enriquecimiento del encuentro, las tareas y la evolución de la Comisión, y los desafíos que tienen de cara a los 150 años de la primera expedición de Salesianos de Don Bosco a América. 26


¿Qué es la Comisión Inspectorial de Animación Misionera (CIAM)? Es algo muy nuevo en la Inspectoría de Uruguay, comenzó a funcionar formal­ mente en 2019. Somos un grupo de salesianos laicos y consagrados que trabajamos juntos desde las vivencias personales de misión, poniéndolas en práctica en un proyecto que llamamos Proyecto Inspectorial de Animación Misionera (PIAM). Es una comisión linda y disfrutable, muy vivencial con la expe­ riencia de cada uno. Nos encontramos los lunes cada dos semanas por Zoom porque en el equipo tenemos de cada pueblo un paisano. Asimismo, una o dos veces al año tratamos de coincidir de forma presencial, para poder hacer una evaluación, vernos las caras y compartir. ¿En qué momento empezaste a integrar la CIAM? Soy de los más viejos ­entre risas­. Entré en 2019 en una asamblea en Aguas Blancas. Nombraron a Adrián “Cholo” García como Delegado Inspectorial de Animación Misionera y él empezó a formar el equipo. ¿Cómo viviste la evolución de la CIAM en estos años? Actualmente, con el fortalecimiento del tiempo y del trabajo, vivimos un momen­ to de mucha siembra de la CIAM. Tira­ mos semillas y sembramos en clave misionera, teniendo a Don Bosco en el horizonte. Somos hijos de un soñador y queremos seguir soñando. Hemos ido de menos a más, trabajando en afianzar y entender el concepto de animación misionera, con el desafío de que pode­ mos hacer la vivencia en clave de misión. Cualquiera, desde su rol, hace misión en sus tareas cotidianas. Pensamos, reflexio­ namos y trabajamos en ese eje, no somos un grupo que animamos la misión, sino que velamos para que la Inspectoría y la realidad local de cada casa sea misión. Hay cosas que en la cotidianidad de cada espacio nos tiran abajo, pero si lo miramos en clave de que son hechos que nos desmotivan en un momento y la misión sigue, el fuego continúa funcionando. No todo está mal por tener diferencias con un compañero o compañera. En esencia, la misión y la espiritualidad siguen encendidas si

miramos la obra desde ese punto de vista. ¿De qué manera han ido fortaleciendo su proyecto? El armado del PIAM ha sido muy rico, lo hemos construido con los Referentes de Animación Misionera (RAM) locales. Cada comunidad brindó dos delegados que velan por el fuego misionero. Traba­ jamos con ellos para que nos den su punto de vista del proyecto, hablando de sus vivencias y sentimientos desde cada espacio. El PIAM está abierto y en revisión constante, porque las vivencias y destinatarios mutan, es un proyecto que no quiere ser de escritorio, sino que quiere ser vida, que se juegue en lo que cada uno hace dentro de su realidad. ¿Cómo trabajan con los referentes de las casas? Tenemos mucha confianza, sueños e ilusiones en los referentes de animación misionera a nivel local, son nuestros brazos derechos. Porque nosotros somos un equipo inspectorial miramos el macro, y tenemos que bajar nuestras ideas a cada realidad local, que son totalmente diversas. Necesitamos que las casas también se involucren y tengan el nexo con la Comisión. A través de los referentes es que podemos lograr reali­ zar el camino juntos. El desafío está en motivar, acompañar cada proyecto y realidad desde el ardor misionero, para que las obras y casas sigan vivas en el espíritu y carisma salesiano. ¿Qué representa la CIAM en lo personal? ¡Es vida! Es un equipo de referencia donde podemos hacer catarsis, apren­ der y formarnos, un espacio en el que nos complementamos muy bien. En lo personal me fui formando como esposo, animador y misionero. Lunes a lunes me

llevo aprendizajes y vivencias que me ayudan a desplegar y ser protagonista en mi vida vocacional. Quiero a la Comi­ sión y trato de aportar lo que tengo para que siga funcionando. ¿Cuáles son los desafíos de la CIAM? Tenemos siempre el desafío de que en cada año algún integrante va dejando y vienen nuevos. Algo que está buenísimo, pero que enlentece un poco el proceso. A su vez, otro desafío es animar a los Salesianos de Don Bosco, porque es algo que el Rector Mayor y el Inspector nos propusieron: no sólo animar a las comu­ nidades locales, sino que también a los SDB. Su fuego sigue encendido y desde su lugar, con una preciosa experiencia, pueden contagiar a los demás. ¿Cómo preparan la celebración de los 150 años de la primera expedición de Salesianos a América? Estamos armando muchas cosas. Actual­ mente nos encontramos abocados a la zafra misionera, que la llamamos “Histo­ rias que animan”. Buscamos tener con­ tacto con las comunidades que tienen la experiencia de la misión puntual y nos queremos acercar en la clave de expedi­ ción misionera, con una bitácora y otras sorpresas más. Después, seguimos trabajando en la teología misionera, porque este año a nivel de la CIAM de América fue el tema que se propuso abordar en todas las casas salesianas, tanto en comunidades religiosas como en grupos misioneros. Pensando en 2026, estamos en proceso de elaborar propuestas concretas, tenemos varias ideas y sueños. Todos juntos estamos en el mismo barco que cruzó el océano hace 150 años y queremos seguir engen­ drando misioneros, sabiendo que cada uno es testimonio de misión en sus realidades locales. 27


UNAMANOAMIGA

“… si estos jóvenes hubieran tenido un amigo que se preocupara por ellos, los acompañara y les mostrase el amor de Dios, quien sabe si no se hubieran alejado de esta vida que llevan…” Don Bosco (MO)

María Luisa Piastri FMA y Marcelo Cervantes Club de Niños Puertas Abiertas de la Parroquia San Lorenzo de Montevideo

“Queremos que nuestros niños y sus familias se sientan amados, respetados y que crean en ellos” El Club de Niños Puertas Abiertas es una obra social de la Parroquia San Lorenzo, a cargo de las Hijas de María Auxiliadora que, enclavada en el barrio Piedras Blancas, cuenta con una “rica historia de trabajo comunitario y una presencia activa en la zona, lo cual es muy valorado por las familias”. Así lo afirman la hermana María Luisa Piastri (MLP) y el trabajador social Marcelo Cervantes (MC) quienes, entrevistados para el BS, se remontan a los orígenes del proyecto, destacan varios hitos de su historia, detallan los servicios que se prestan, así como los anhelos para la gente del barrio que encuentra en esta propuesta salesiana una referencia ineludible y un espacio de escucha y de contención. 28


¿Cuál es el trabajo que hace este Centro de Puertas Abiertas en esta zona tan vulnerable de Montevideo? MC­ Es un club de niños que funciona hace 26 años, desde 1997, gracias a un convenio con el INAU. Atendemos actualmente a 59 niños. Funciona­ mos a contra horario de la escuela, de 13 a 17 horas, ya que nuestros niños van de mañana a sus clases. Abarcamos niños de al menos seis escuelas de la zona, que es muy grande, con muchos asentamientos, además de Piedras Blancas, Manga, Capra, hasta la perimetral. Acá les damos apoyo escolar y talleres de diferentes cosas, tratando de ayudar­ los de la mejor manera. ¿Cómo surgió la idea de crear este proyecto social? MLP­ Esta parroquia hace 50 años que está gestionada por hermanas. Los primeros 26 años estuvieron las Hermanas Cruzadas de la Iglesia, lo que surgió a pedido de Mons. Carlos Parteli. Y desde hace 27 años esta­ mos animando esta parroquia las

Hijas de María Auxiliadora. La herma­ na Silvia Boullosa fue la que impulsó la idea de trabajar con club de niños atendiendo la realidad de la gente de la zona. MC­ En 2001, cuando la crisis econó­ mica, la comunidad de San Lorenzo fue un pilar con su olla popular, sos­ tenida por las hermanas. Tenemos una muy rica historia de trabajo comunitario y una presencia activa en la zona, lo cual es muy valorado por las familias. MLP­ En ese momento el trabajo con la comunidad fue muy grande, ya que no solo se creó la olla, sino huertas comunitarias. Además del club de niños, ¿qué otras propuestas de la obra social funcionan en la zona? MC­ La comunidad parroquial San Lorenzo tiene una obra social y pasto­ ral de las hermanas que es muy grande en la zona. MLP­ A partir de las 18, 19 horas, hay otras propuestas de la parroquia, como alcohólicos anónimos, entre

otros. Y los fines de semana hay actividades parroquiales, como cen­ tro juvenil y catequesis. Además, atendemos dos capillas: Nuestra Señora de la Esperanza en Manga y María Auxiliadora en Capra. ¿Cómo ha sido el 2023 a nivel del trabajo con la comunidad? ¿Ha variado en algo con respecto a otros años? MC­ Lo social se ve cada vez más deteriorado. Nuestro trabajo ha sido constante y en crecimiento en fun­ ción de lo que podemos. Tenemos unos 50 niños en lista de espera. También tenemos una asistencia diaria por encima del 90% y con un disfrute total que nos manifiestan. Y a las familias las atendemos de dife­ rentes maneras. Es que tenemos una presencia muy fuerte en la comuni­ dad. Las hermanas son una referen­ cia marcada en la zona. Los efectos de la pandemia son grandes, se nota en las dificultades de aprendizaje en los niños, y en que requieren más apoyo desde nuestros docentes.

29


¿Cuál es el diferencial que provoca que esta obra social sea tan impor­ tante para la zona, y los vecinos quieran participar de todas las pro­ puestas que tiene, en especial los niños? MLP­ Los niños se sienten protegidos, queridos, amados, son respetados en sus derechos y valores. Se les hace una propuesta respetuosa de la fe, no se las impone, se los acompaña. Se cree en ellos, se los consulta. Muchos de los padres y madres de los niños que están hoy son exalumnos de la parroquia y traen a sus hijos porque se sintieron amados, protegidos, y nos dicen que quieren que sus hijos sigan vinculados a esta propuesta. Manifiestan que están tranquilos al dejar a sus hijos con nosotros, por­ que crecen sanos, y sin estar en contacto con la parte fea de la calle.

Hermana María Luisa Piastri 30

Con nosotros pueden expresar su fe de una manera natural. Nos tienen como referencia también en nuestra actividad pastoral. En síntesis, quere­ mos que nuestros niños y sus familias se sientan amados, respetados y que crean en ellos.

mos a las familias en sus casas en los asentamientos y los escuchamos. Después vemos cómo podemos ayudarlos con sus necesidades bási­ cas, que no solo pasan por el alimen­ to y la vestimenta, sino que se sien­ tan queridos y valorados.

Y al darse esa reciprocidad y apro­ piación de la obra por parte de la comunidad, ¿hay ideas de ampliarla? MLP­ Por un lado, es mantenernos y darle calidad a lo que ya tenemos, que sea una propuesta altamente educativa y cristiana. Pero por otro lado hay personas y empresas que nos ayudan dar canastas en el barrio. También queremos mejorar nuestra propuesta parroquial porque hay gente a la que no le estamos llegan­ do. Contamos con un grupo de laicos con quienes cada dos semanas visita­

A pesar de la realidad que describen en la zona, veo en la forma que tienen de trabajar y en la afinidad que hay con la comunidad, que sí se puede; y ese es el mensaje funda­ mental en estos tiempos tan difíci­ les; y es una señal de esperanza más en estas fechas tan sensibles para la familia y para la Familia Salesiana… MLP­ Sí, se puede. Acá hay mucha gente que confía que Dios nace en la situación de cada familia. Dios está con nosotros aquí y en toda Piedras Blancas.

77 años. Es maestra de Prima­ ria y licenciada en Ciencias de la Educación. Tiene más de 46 años de trabajo en la educa­ ción formal. Hace tres años que es encargada de la Parro­ quia San Lorenzo y del Centro Puertas Abiertas ubicados en Piedras Blancas, Montevideo.

Marcelo Cervantes

56 años. Oriundo de Juan Lacaze, Colonia. Desde peque­ ño está vinculado a la Familia Salesiana. Es licenciado en Trabajo Social y coordina el club de niños Centro Puertas Abiertas de la obra social Parroquia San Lorenzo, de Piedras Blancas, Montevideo.


MEGUSTACOMENTOCOMPARTO



Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.