Imaginario de Daniel Tobar Ugalde

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IMAGINARIO DANIEL TOBAR UGALDE


Daniel Tobar Ugalde resultó ganador del primer torneo poético «palabra: duermevela del tiempo» organizado por esta editorial y llevado a cabo durante el mes de febrero de 2021.


índice

I.

Ágora Supermercado p. 09 Retrato hablado p. 11 Traición p. 13 Plegaria del buen entendedor p. 14 Calle p. 15 Fotocopia p. 16 Notaría p. 17 La primera línea marcha a la revuelta p. 18 Parques p. 19 ¿Qué sentido tiene? p. 20 Origen del mundo p. 22

II.

Heliótropo Advertencia material p. 27 El lucero duerme con cara de violín p. 29 Los árboles crecen cuando no los miran p. 31 Rayo de sol p. 32 Golondrina de circo p. 33 Ciudad de tela p. 34 Carta a Claudia p. 35 Como si no te amara p. 37


Te irás y todas las hojas cantarán con mi canto


I.

Ágora



Daniel Tobar Ugalde

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Supermercado El pasillo se dibuja en mi pupila como si fuera un cenicero donde derramo la yerba que vapeamos aquel día cuando los pájaros cantaban villancicos dentro de clarividencias promulgadas en Ahumada donde un anciano nos vendió parche-curitas y al lado había una charlatana alumbrando expectativas del Tarot capaces de prolongar la verdad cual droga psicotrópica e hizo que tu voz sonara en altoparlantes danzando en acuarelas. Observo los objetos como si acaso pretendieran susurrarme y oigo nada más que el silencio tuyo tronando en televisores que señalan los destrozos cuales islas de diamantes con el fuego policial como sombra verde vigilando los espacios ubicados en las manos fragmentadas de blancos niños inhalados hacia cuevas tabicadas de sucias molleras mil metros bajo tierra con una piedra ploma en mano que me saludaba como arma. El aroma de los cedros se tiñe de clamor a lacrimógena flotando entre humedales de sudor que llovían como estruendos mientras sé que estás con otro y la verdad que no me importa tanto como si la vida no fuera un continuo apareamiento dentro de condones plastificando los sentires cuales untuosos paquetes de consumo mientras gonorreicas nubes caen en picada como truenos escandalizando ingenieros comerciales porque ha subido el dólar mientras la anciana reza hasta sus últimos ojos previo a deglutir sus excrementos. Observo el cielo como si fuera una fotografía vieja de mi abuelo durmiendo encima del solsticio que incendió los pantanales mientras recorro los pasillos del supermercado si acaso queda Quaker pero termino por comprar ketchup y así desayunar amarillas papas fritas ovillado de dolor en una cápsula perfumada con horóscopos el aire gime de vacío y yo interrogando a los rosales: Si la tierra no era sol, ¿dónde ilumina tu sonrisa? Si las palabras son de viento, ¿por dónde sangra mi escritura? Si mi infancia era un columpio, ¿dónde aprendí a multiplicar?

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Pero este poema acabará y el camino hacia tu ausencia será largo repleto de raíces que se enmarañan entre cacerolas y licores sostengo mi botella mientras observo a los ángeles mofarse la mañana se abre plena conmigo en el pasillo de las flores.


Retrato hablado

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La niebla describe el rocío que apagó las flores frente a un turbado policía por medio de un retrato hablado: «Llevaba por ojos dos cráteres lunares y en sus treinta y cuatro dientes habitaban crisantemos. Su rostro recordaba la aritmética de una mariposa pese a tener una voz que se paseaba como el fuego iluminando los faroles. No sabría decir si sus dos orejas eran de proporciones similares, pero escuché de primera fuente que todas las noches apostaba su fortuna en contra del silencio. Sus mejillas eran raíces sembrando selvas aeronáuticas y siempre que necesité agua la encontraba mojándose los pies en el arroyo donde mis sueños asistían a entrevistas de trabajo. Sus pómulos me recordaban las nubes donde vivía Dios cuando yo era pequeño; después crecí y entonces dios se mudó de casa para transformarse en pajarito. De su nariz aún me es difícil hablar. El tiempo despreciará estas lágrimas que tengo. De estatura era menuda, pero eso no impidió que diera pasos de gigante. Sus cabellos fulgor de trigo se divertían con el eco encima de mis hombros. Y su recuerdo todavía impregna de corriente las neuronas de mi yo molecular. No creo que el horóscopo cuente estrellas en el cielo. Hablaba idiomas color cristal aunque alguna vez la vi escapando de espirales. La lucidez era su bandera pero alguna vez la vi llorar a orillas de la aurora. Volaba encima de las telas con tal de musitar arpegios a los oídos de un planeta. Presencié cómo los astros huían de las discos citadinas para buscar refugio en sus caderas olor a madrugada. Su color favorito era el verde y nació el año noventa y cuatro. Me lo dijo una página web celándome porque no reconocía los dedos de mi mano. La primera vez que la vi traía veintidós años en sus bolsillos de paisaje. Aquellos años gustaban de cantar sílabas sonámbulas formando endecasílabos en los versos de mi lápiz imaginario. ▶▶▶


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Su ombligo traía rostro de bondad, sobre todo cuando la veía dudando de sí misma. Incluso el brillo del verano desconfía del calor a las horas del crepúsculo. Su corazón latía en forma de diamante y su fuerza era suficiente para bombear los sonidos de mi sangre. Corrían eclipses de zafiros por sus venas y hasta sus arterias llegaban aves migratorias a planear sus vacaciones. Perdóneme oficial que me corrompa. Lo que ocurre es que las estrellas mienten si cambia de longitud la gravedad… Quiero decir: su silencio sonaba como los ríos en invierno pero cada vez que habló el otoño deshojaba olas en el mar. La última vez que la vi se encontraba desenredando lirios a la vera de los jardines donde me gustaba inspeccionar escarabajos. Llevaba una blusa adornada con satélites boreales y una falda verde como las araucarias del sur de Chile. Y mientras la veía como si ella fuera acaso todo lo que existe, sus ojos me escrutaron como espejos y ante los míos se difuminaron. Dio un grito de luciérnaga adolorida y se convirtió en aroma de cielo hipnotizado. Y el viento se hizo desamparo. Me vi sentado en la ciudad atiborrada de objetos pese a que un perro con olfato de libélula me interrogaba en el banquillo. Que qué era frente a esta luz enternecida. Que cuántas cucharadas de sal deseaba mi café. Que cuántos hemisferios eran necesarios para reencontrarme con su aliento. Los ritmos cardinales trazan constelaciones como si lo supieran todo. ¡Jamás escucharon su dorada inteligencia! Y se fue. Al centro de la tierra. Al espacio subterráneo. Se fue.»


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Traición Te he fallado con el aire agrietado sobre precipicios y la tristeza ebria encima de la cuerda. Te has marchado y no tengo qué hacer más que mirar fotos oculto debajo de la mesa buscando tu olor dentro de las flores repletas de vergüenza vomitando mis pupilas. Ya no estarás, amada, aunque las cosas continúen su mirar silente como tumba. Traidor te he sido negro entre lo negro, muerto entre lo muerto, la sangre de mis venas coaguladas en ceniza desembocan entre ríos de lágrimas y brisa.


Plegaria del buen entendedor

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Entiendo que la tierra sea una cúmulo de polvo en la nada o un solsticio de fuego que le reza a las flores. Entiendo que la luna se equivoque pronunciando sombras durante el día o que el mar sea de agua. Entiendo que las ciudades beban café dentro de tazas de cerámica que conversan con los muertos (o que los albañiles le susurren a los pájaros). Entiendo que las calles floten encima de automóviles que coleccionan el crepúsculo (o que el caucho sea chicle y zapatilla). Entiendo el llanto en las alondras los ojos multiplicados en el espejo y las sonrisas desenredando bocas. Pero no entiendo tu voz, amada que anuncia el rocío del día recién amanecido o fuera noche secreta preguntándome la hora. Pero aún así entiendo que te marchas como un árbol deshojado por el viento o un rayo de sol que una espalda apaga.


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Calle La calle está vacía deambulan gorriones encima de las horas y semáforos azules anuncian amapolas. Te miro desde lejos en un rincón repleto de tristeza, tu fotografía rota es un recuerdo oculto en la maleza. Es curioso pero contigo nunca me di cuenta de la fealdad del mundo. Pero caminé y vi en el parque a un niño golpeando a su cachorro; y en el asilo la cuidadora persignando ancianos con cruces y excrementos; por los orfanatos crucé y ofertaban niños como penetrados orificios. ¿Qué soy yo ante todo eso? Tanto desastre y uno aquí, escribiendo poemas que van a ningún lado, con la naturaleza rota y el corazón en cada mano, trazo violentas líneas hastiadas de lo humano directas a pudrirse a lo largo de los años .


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Fotocopia La tierra necesita de tus ojos para ver los bosques en el cielo, cruz equivocada las casas del planeta, maravillas en tu ser granizan en la esquina, estrellas agotadas floreciendo como hadas, no hay sol para creer en melodías como el agua, miente la guitarra dentro de discursos al que el viento susurraba lloran estos días sin tu hiel para crecer. Sin tus ojos no seré, mi latido como espasmo dentro de mi pecho durmiendo en fotocopias mi corazón se mueve y apenas siento algo si tu mirada derramara mis lágrimas impropias que sembró tu sonrisa al centro de mi canto no hay faz en las ventanas, sin ti la luz agobia.


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Notaría Camino hacia el notario a legalizar colores hay timbres en mis manos y un beso en estaciones. Quizás en otro horario te encuentre mil amores el calor ha almacenado tristeza en canciones. Si hiciera tu belleza mis lágrimas derramar llovería en las estrellas acaso supiera recordar cuantas veces fuiste Ella ¡No lo quiero imaginar!


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La primera línea marcha a la revuelta Observo los objetos que me inquieren sobre ti la calle es un pasadizo poblado de piedras donde vocifera la luz: haraposa luciérnaga con el cielo pintado después que te has ido a siglos color sombra y sueños de niño. Fosforece el futuro en chispas de fuego convirtiendo la noche en puñado de hiedra ¿recuerdas las promesas que teñían el cielo? Ahora son polvo flotando en la niebla de rugosa atmósfera en pútrida almendra. Nada dejaste. Nube de eco traficando tiniebla anunciando cristales que rasgan las horas como guitarra triste velando a una loica sumergida en volcán de ceniza y latido tu adiós es estrépito de aurora sin vino. Me has dejado y te has ido. Decido recordarte bajo el dolor de la nieve que monta la ciudad tu piel Altaclara. Llanura clara en mi crujido ¡Ay! Casi no quedan pies para el largo camino convertido en polvo y revuelta. Chao me he ido.


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Parques Estábamos sentados sobre la continuidad de los parques. El cielo se abría como la sonrisa de un niño. El aire soplaba suave sobre hojas primaverales. La tierra parecía un lugar verde o amarillo o de todos los colores. Pensándolo bien, todos los colores parece una expresión demasiado linda para este mundo oprobio. Tú te concentrabas en la fragilidad de las cosas. Tu mirada abría universos conspirados dentro de mi mente. Universos sin sentido. Interpretados universos. La matemática se perfilaba relativa. La absoluta poesía llovía en las baldosas. La tristeza del mundo depositada sobre las líneas de mi mano. Respiraba el aire ardiente que encendía mis pulmones. Tus enormes ojos verdes, tu pelo castaño claro, liso como aquello que soñé. Muerto. Mi mente lloraba y mis ojos expresando nada. Ira floreciendo en grietas precipitadas. La soledad circulando los fúnebres páramos de mi cama. La sociedad azotando como muérdago. El miedo al vacío de la muerte, silenciosa como tumba. Un pestañeo y nada más, como el suspiro de un niño enamorado. El sufrir continuo de la jaula abierta que representa el mundo. La irrisoria frustración doliendo como carie. Sin escape, sin escape para este lamento insoportable. Al fondo de tinieblas, donde ninguna pluma llega, está mi puerta de salida. La resiliencia es una palabra en la boca del psicólogo. Donde una lágrima cae derramada para estallar sin virtud, sin triunfos; en la soledad absoluta de la espora. Los seres queridos que odié, que me abandonaron. Dios parece un chiste narrado por los libros. Cruces dibujadas sobre mugrosos ventanales. Déjenme acá, por favor, hasta pudrirme en medio de este llanto incorrompible. Y llorar y llorar hasta dormir de una vez por todas. Y sufrir y sufrir y sufrir hasta dejar de ser.


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¿Qué sentido tiene? ¿Qué sentido tiene seguir acá debajo de la sombra maltratando sueños de niñas fracturadas destiñendo colores jamás imaginados? Ya no será tu mano con la mía, así que qué sentido tiene, estar sentado acá contemplando el trémulo vacío del viento divagando los paisajes sonoros de tu ausencia penosas escenas de películas mal hechas. ¿Qué sentido tiene continuar en medio de la rabia y de la pena? La tristeza haciendo hervir el aire como pájaros dentro de ollas de cocina. Y qué decir de esos ojos que dejé de ver, que no verán, el deseo terrible de mis ojos en tu pecho, o la sonrisa que no fue de nuestros besos. ¿Qué sentido tiene torturarse visitando una y otra vez tu red social hasta azotarse contra simulacros de tu tacto? Añorando viejas sensaciones entre muebles empolvados y añeja mensajería del WhatsApp abajo de ideales atrofiados. Sucede la pena la pena la pena hay cuchillos, medicamentos y sogas déjenme enterrado acá donde dejaré de ser contemplando el cielo quebrado arriba mío la celeste irrealidad llenando recipientes de caminos, pasarelas y lúcidos hastíos. Recibo mensajes telefónicos de intolerables personas, ▶▶▶


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que no llevan tu nombre ni tus ojos ni los pies que amé y qué sentido tiene responder entre medio de ocasionales espejismos de escuálidos fantasmas chateando desde agotados esteros que desembocan en países de poetas apátridas. El bronce anuncia el mediodía y me topo con tu ausencia, me levanto en las mañanas con otras mujeres en mi cama y ¿qué sentido tiene alegrarme por figuras que no son? que no quiero ver porque no encuentro el indestructible recuerdo de tu cuerpo o el fuego extinto en nuestro lecho. Y el dolor lloviendo sobre la ciudad nublada sobre estos surcos de la tierra que a nada me conducen porque tú no estás y ¿qué sentido tiene continuar entre medio de tablones estropeados, construir chozas de paja entre medio del titanio, navegar por el perfil de un recuerdo aislado?


Origen del mundo

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1 Que no me vengan a decir que el firmamento está hecho de hadas

o que los edificios conforman un todo de unión departamental. Más bien diría yo que dentro del silencio cada puerta es un sonido guarecido bajo los ojos multiplicados por la hidalguía del conserje quien más triste que nadie lee revistas que tratan el origen del mundo hace 4.600 millones de años cuando Dios no quería inventar los genitales así que primero decidió inventar la lava y después la luz gravitatoria.

2 Pero después el aburrido magma pasó a ser el colmo de la redundancia así que creó la mirada fotovoltaica de las cosas: la energética materia quien susurra en mis oídos los departamentos numerados con tu voz donde me escabullo como rata para beber agua hasta morir de sed siendo plaga de vecinos que dialogan en electromagnéticos idiomas por donde viajo con determinación de cerrajero abriendo corazones antes que Dios viera películas en Netflix y diera likes a mis poemas.

3 Pero entonces creó el tiempo resbaladizo como cántaros de lluvia que desdibujan las nubes por donde geométricos mirábamos el parque donde aves hacían asambleas para instalar el Colisionador de Hadrones con tal de unificar tus latidos en forma de partículas gubernamentales y declararlos Patrimonio de la Humanidad, al amparo de las Naciones Unidas (o el de una tribu africana, de esas que mutilan los clítoris terrestres) y ver si tus manos bastan para descargar la paz de las lágrimas lunares.

4 Pero si con eso no basta, corazón, habrá que contentarse con el viento quien susurra como noche a los relojes que sonrojan analfabetismos o a los dedos de mi mano que escriben un poema que nace de tu ausencia y siento que haces falta y le pregunto a Dios si puede hacer todo de nuevo y que el universo se anude de dolor hasta ser un huevo y renacer en mariposa para que el tiempo retorne uno a uno sus segundos con rostros de paisaje y que el océano evapore el hidrógeno y la sal e industrialice caramelos.

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5 Y si acaso no pudiera retornar en forma de crisálida la canción universal estará mi poesía para romantizar a los demonios que incendian horizontes para que llorando supliquen que retornen los planetas a su órbita agraviada donde he sembrado flores en todos los caminos que conducen a tus pasos para que la Tierra no sea un electrón flotando entre núcleo y noticiero escandalizando al sol dominical mientras tomo desayuno en mi ventana trazando pasos de cebra para que los empresarios no vendan a Jesús.

6 Que se forme un nuevo mundo donde Helena de Troya trabaje en un Call center

suplicando poemas a clientes que no quieren oír nada sobre la Belleza universal «Somos Fundación Las Rosas, ¿quiere torturar abuelos y rezar un Padre Nuestro?» Y uno ahí con cara de estúpido quemando hierba debajo de equinoccios mientras los teléfonos suenan para preguntar si quisiéramos más créditos o té aunque la luz demore 8 minutos en separar el día de la noche en las puestas de sol y que yo converse amargo chocolate frente a una libélula viajera en tus parajes.

7 Y aunque llegase el séptimo día y uno quisiera su descanso bajo un árbol

la gravedad seguirá siendo parte de los ríos que llevan tu mirada al mar donde un pez será un pez y no un rinoceronte que espera su hora con el médico o una constelación que alardea estrellas eclipsadas para dejarlas diminutas aunque las feministas fantaseen claveles y escondan príncipes dentro de castillos seguirás siendo tú aquella niña que anuncia mi poesía con voz de profesora levantando continentes de mentira donde mis sueños dormirán como sonrisa.



II.

Heliótropo



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Advertencia material Yo no vengo aquí a hablarte de crepúsculos infinitos, o almas enredadas a eternidades vanas. Yo vengo a pararme aquí frente a esta Tierra, de presente perpetuo, y contarte el día a día y su transcurso material. Porque la realidad no se compone de promesas o ideales fugaces de las cabezas soñadoras, sino que la realidad reposa en el trigo del pan los aceites motorizados o las ondas electromagnéticas de la mensajería de WhatsApp. Entonces resulta que yo no quiero teñir mi canto con esoterismo de tercera o etéreos designios provenientes de la nada; todo lo contrario, quiero que mis versos viertan sangre sobre las páginas que vibren como los miles de corazones tomando las locomociones matinales, que sean ciudad y pueblo, florerías y bibliotecas, algún que otro colegio, con sus aulas y cocinas. Entonces, si yo veo así el mundo, ¿con qué rostro te hablaré de amoríos legendarios? Porque yo quiero acompañarte con la incertidumbre del mar que acompaña al marinero todas sus mañanas, con humildad terráquea —sin espectáculos grandilocuentes— con la tranquilidad de una nube sobre el cielo yo me moveré en tu vida al son del viento. Y si te vas, acrobática niña, si me dejas aquí solo muriéndome de pena, ▶▶▶


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pues que la toda tristeza del mundo dure un instante porque nada impedirá que el sol siga naciendo a través de mi divagar errante.


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El lucero duerme con cara de violín Llevaba un buen tiempo deambulando entre pálidas sombras recogiendo escombros repartidos entre derrumbados edificios. Nada quería saber yo de claveles o violines hace rato que había renunciado a presenciar un ir y venir de amaneceres dormidos, y la poesía... ¡pff! ¿la poesía? ella reposaba muerta dentro de apolillados ataúdes. Mendigaba yo sentado y vacío en medio de la noche incorregible. Entonces me sincero: aunque jamás soñara con el llegar de alguna de tus acrobacias para que se fracturase el cielo bastó sólo una de tus miradas. De ahí para adelante, el resto de la historia transcurrió inevitable y nuestros cuerpos se fusionaron en una sola melodía. Entonces, sin tener del todo claro el cómo ni cuándo ni dónde, todo volvió a nacer de nuevo: tan así que en mi mapa aparecieron manos encrispadas, mundos extinguidos, candentes rosas donde el sol no llega, miradas subterráneas en medio de universos solitarios, muslos burlándose del frío, ríos de labios, de pelvis o de uñas, dedos cavando surcos, trazando trayectorias, dilucidando dérmicos horizontes, de pliegues u ombligos, ▶▶▶


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jadeos o vapores, de bocas entreabiertas entre amígdalas secretas y lenguas solidarias, caricias susurradas capaces de conquistar tímidos continentes. Todo todo contigo ha nacido nuevamente.


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Los árboles crecen cuando no los miras Tu timidez ocupa todos los rincones del mundo ojos silenciosos gritando fuego verde, manos que hablan a través del lenguaje de secretos noctámbulos y sonrisas que se alzan buscando el cielo como catedrales. Dime de qué continente proviene tu silencio, creadora de abismos subterráneos, conquistadora de cauce inhabitado, yo sucumbí frente a una mirada de gesto impenetrable como dos témpanos de hielo descolgándose del tiempo. Yo te conocí en medio de ronquidos furibundos, y la verdad es que eso bastó para quedar petrificado frente a tu corazón acróbata que todavía miro estupefacto. Entonces nació la poesía. Ahora no sé qué será de mí frente a tamaño espectáculo que invocó versos que hace rato agonizaban dentro mío, y desespero frente a tu bella sincronía de viajera circense, luz de estrella inapelable mujer de ardiente honestidad la suerte suspiró cuando me topé contigo 
 en distorsionado espacio donde pasado, presente y futuro coexisten simultáneos.


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Rayo de sol El universo ondular como el océano esparcido entre nubes de sombra y agua, se estremece con tus ojos, dos luceros, ¡cuánto amor fundido en nuestra fragua! De la hierba florecen crisantemos cuando sobre el pasto posas tu mirada, y feliz entre mis brazos yo te estrecho, cuando te anuncias taciturna tras el alba. Quiero coleccionar días en tu pecho y protegernos de la lluvia tras paraguas, y si alguno de los dos anda maltrecho escondernos del granizo bajo enaguas. Y te veo en cada estrella sobre el cielo porque eres la que habita en mi mirada. ¡Ay mujer! yo sin ti, yo no puedo, eres el sol de todas mis mañanas.


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Golondrina de circo Pequeña golondrina yo te pregunto ¿de qué paraíso secreto te fugaste? Porque andas con ese aire de divagar perdido, un revolotear que dibuja mundos en las sombras y esa mirada tierna buscando tu nido. Ahora bien, te explico: previamente yo sólo me encontraba escuchando la música sola y bebiendo bellos licores mientras disfrutaba sentado como el viento hacía cantar a las hojas del verano, y te posaste tú en sus ramas con aire extraviado, desconocido, con tenaz alegría desenvuelta coloreaste los lienzos de la realidad con colores jamás imaginados así que extrañado te miré de reojo mientras el mundo continuaba siendo mundo. Porque te confieso, para mí no hubo signos zodiacales premonitorios, ni falsos horóscopos anunciando el cielo. Hasta que cayó la noche sobre el desierto perpetuo y los astros se nos mostraron desnudos navegando en medio de la nada del cielo y susurrándonos al oído todos sus secretos. Comprenderás tú, alegre golondrina que todo ese espectáculo celeste sumado a tu espontaneidad querida, a tu sobrenatural naturaleza terrestre, a tu sonrisa sincera, a tus miedos a las sombras de la noche, me cautivaron en un mar de tiernas incertidumbres que vagan todavía por mis sueños, que flotan e irremediablemente son esparcidas ahí lanzadas en algún rincón inexistente.


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Ciudad de tela Caminando me encontraba yo delirando formas y mundos en medio de azules sombras, escribiendo páramos en el aire palabras vacuas lanzadas a la nada lienzos pintados entre aislados precipicios. Te cuento iba tranquilo, con unos ojos de piedra a los que nada sorprendía, hasta que me encontré con tu silencio y tu gesto indescifrable de viajera circense, entonces yo caí como cae la melancolía sobre las frías tardes de julio en las cuales los bosques pierden todas sus hojas. Mi tem(bl)or fue inevitable Traté de leer tus mensajes entre líneas, niña taciturna, con tu mirada subterránea creas acrobáticas formas en el aire, ojos de cincel, timidez terráquea, si fueses una estrella serías la más alejada. En tu mirada reposa la sabiduría de los bosques nativos, cae tu honestidad furibunda trágica como ave rapaz aterrizando en picada, corazón racional dame un atisbo del cual yo no me pueda soltar.


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Carta a Claudia Antes que todo, sólo te pido un poco de atención: porque esto no es un folleto de cocina o un simple mensaje de WhatsApp, acá pretenderé escribir poesía. Y el asunto no es tan fácil. Partiré con un ejemplo: en estos momentos duermes a mi lado mientras siento como las palabras comienzan a azotarse entre las suaves paredes de nuestras sábanas, los versos me son susurrados al oído y mi pluma despierta de su sueño letárgico. Todo esto ocurría mientras tú dormías, e inexorablemente el tiempo seguía transcurriendo a través de mi ventana: tan así que hace apenas unos minutos escuché como un siglo agonizaba. Pero ese no era mi punto, yo con este poema nada más quería decirte, un poco más que lo que puede expresarse en una simple carta. Este fue mi intento: «Querida Claudia: Perdóname que no te haya escrito el último tiempo, me encontraba ocupado recorriendo páramos alegres, arroyuelos de agua desmayada proveniente de las montañas, respirando cielos azules como los sueños de un niño. Vine aquí porque escuché el rumor de que el viento nacía en tus ojos y así lo he comprobado, en ti viven como hermanos los puntos cardinales y no evocas otras letras que no sean las que componen la palabra alegría. ▶▶▶


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Entonces, yo te pregunto, ¿cómo no dormir extasiado debajo de tu sombra? ¿Que tristes caminos debo evitar con tal de no alejarme de tus ojos oceánicos en donde yo busco naufragar? Como verás, amor mío, y esto lo digo sin pretender abusar de los clichés o la cursilería, he estado ocupado viviéndote, sin ostentosas contemplaciones, y quise darme unas humildes vacaciones del tormentoso mar de las palabras, de los sentimientos incendiados y las lágrimas opacas. Estos sencillos elementos quería yo contarte en esta carta».


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Como si no te amara... Como si no te amara, como si la tierra no fuera un trozo de piedra sobre el mármol celeste, o el mar una garúa olvidada en la sal. Como si no te amara y los bosques no fueran bosques acaso flores insípidas sobre estériles cerros donde la noche pasa sembrando sombras, llorando en viejos pozos inundados de tiza con estrellas escalenas grafitiadas en lienzos. Como si no te amara y el viento no fuese más que silencios terráqueos huyendo de sí mismos o voz espinosa amamantada en desierto, con ancianas miradas esperando entre tierrales tu llegada de viajera de pies olor a roca trayendo nubes y plasma, electrificados azules que tejen los caminos por donde vas a dormir ante la noche .


Imaginario © Daniel Tobar Ugalde © De esta edición: s e d e c o r o Ediciones Palíndromus Monseñor Iturriza, primera etapa, 2021, Todos los Derechos Reservados calle 07. (4101) Venezuela

sede maracaibo

Avenida 13 con calle 66-A. Sector Tierra Negra. (4002) Venezuela primera edición, mayo 2021 isbn: 9798501709386

director editorial

Jorge Morales Corona coordinación editorial

Verónica Vidal diseño interior y cubierta

Jorge Morales Corona asistente de diseño

Adolfo Fierro Zandón imagen de portadilla

Vassili Kandinski — Amarillo-Rojo-Azul (1925). tipografía

Alegreya [Sans Serif] de Juan Pablo del Peral (huerta tipográfica) Flama bold de Mrio Feliciano (feliciano type foundry)

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual.


Este libro se terminó de editar en el mes de mayo de 2021 en las instalaciones de Ediciones Palíndromus ubicadas en Santa Ana de Coro, Venezuela.



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