¿Un Uruguay más abierto? - Boletín Salesiano Octubre 2022

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t URUGUA Y / Cuarta época / Año XLIII / Nº 8 / Octubre 2022 / www .issuu.com/bsuru
¿UN URUGUAY MÁS ABIERTO?

03 CARTA DEL DIRECTOR

Una fraternidad abierta

04 ¡SÍ, HAY ALGO NUEVO BAJO

EL SOL!

Juan Manuel Fernández sdb

Artémides Zatti, el santo migrante desde la mirada de un hermano coadjutor

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SINTONIZANDO CON DON BOSCO

Don Ángel Fernández Artime sdb “La pequeña ciudad de las Bienaventuranzas”

EN OBRA

Jesús Álvarez Ser migrante en Uruguay: una experiencia en primera persona

CON NOMBRE Y APELLIDO

Hna. Cecilia Gayo “La esperanza por delante”

SABOR

DEL ÁRBOL SALESIANO

Dra. Lucía Rosa

“Tierra adentro”: el “refugio salesiano” en Montevideo cuando “dejás toda tu vida” atrás

Columnistas: Hna. Cecilia Gayo hma, Juan Manuel Fernández sdb y Jesús Álvarez.

Equipo de redacción de este mes Natalia Roba, Ana Inés Rodríguez y Nahuel Durand. :

Fotografía: Sofía Cayota, Ximena Plastine, Nahuel Durand, Juan Manuel Fernández, de ANS, Shutterstock, fotos de archivo del BS y del CRESCO

Corrección: Graciela Rodríguez

AQUÍ Y AHORA

Mag. Silvia Facal Migrantes: población vulnerable, pero con mucho para aportar

28 UNA

MANO AMIGA

Desde el Marconi "En mis dolores tu amor es para siempre" Padre Cacho

Diseño: gustavo@tanganika.com.uy Impresión: Mosca

Departamento Comercial: Luis Gómez E­mail: boletinsalesianouruguay@gmail.com Celular: 092 432 286

Dirección, redacción y administración: Av. Agraciada 3181 CP 11800, Montevideo; tel. 2209 4521 Sitio web: www.issuu.com/bsuru Email: boletinsalesianouruguay@gmail.com Afiliado a la Cámara Uruguaya del Libro. / Depósito Legal: 366.191

08 TODO
CON TODO EL CORAZÓN
y Andrea
16
POR AMOR.
P. Walter Rodríguez sdb
Profeta
Leonardo Panizza y Selene Cardarello “Vamos caminando a la par” 20
11 ME GUSTA, COMENTO, COMPARTO
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DE OTROS LARES 26
31 GALERÍA DE INSTAGRAM
25
A BUENAS NOCHES
12 VALE
La
Juan Manuel Fernández sdb “¿Cuándo fuiste un extraño y te hospedamos?”
LA PENA VIVIR ASÍ EL CRESCO
casa de formación salesiana donde las diferencias suman 10 FAMILIA
Boletín Salesiano Revista de información sobre la Familia Salesiana y de cultura religiosa
salesianosuy
Director: P. Sebastián Ferreyra sdb Redactora Jefa: Adriana Porteiro
Sor Chiara Cazzuola hma “Educar para amar”

UNA FRATERNIDAD ABIERTA

«Todos hermanos» (Fratelli tutti), es el título de la última Encíclica del Papa Francisco que hace referencia a una «forma de vida con sabor a Evangelio», invitando a todos y todas a un amor abierto que supera cualquier frontera y a valorar a cada persona. (Cf. FT, 1). Lamentablemente nues tra historia nos muestra un escenario muy distinto que hace urgente el mensaje de la Buena Noticia ante conflictos que ponen de manifiesto «nacionalismos cerrados, exasperados, resentidos y agresivos» (FT,11) que diseminan una «mentalidad xenófoba, de gente cerrada y replegada sobre sí misma, ante la que hay que reaccionar con decisión» (ChV, 92). El Papa Francisco no se ahorra ningún adjetivo para expresar con dolor algunos aspectos de la realidad de nuestro tiempo que demasiado rápido naturalizamos.

Ya en la Exhortación apostólica postsinodal Cristo vive (Christus vivit) escrita de modo especial a los Jóvenes, Francisco nos señalaba la realidad de los migrantes como un paradigma de nuestro tiempo y como una realidad que afecta de modo especial a las juventudes que por diferentes motivos se ven “forzadas” a migrar, ya sea al interior o al exterior de un país, en busca de sueños y movidos por esperanzas de un futuro mejor. Ellos nos recuerdan ­ dice Francisco­ «la condición originaria de la fe, o sea la de ser “forasteros y peregrinos en la tierra” (Hb 11,13)» (ChV, 91), en definitiva, la indigencia que compartimos como seres humanos expulsados del paraíso.

Los migrantes expuestos a «traficantes sin escrúpulos, a menudo vinculados a los cárteles de la droga y de las armas, explotan la situación de debilidad de los inmigrantes, que a lo largo de su viaje con demasiada frecuencia experimentan la violencia, la trata de personas, el abuso psicológico y físico, y sufrimientos indescriptibles» (ChV, 92).

Es claro que frente a esta realidad muchos son los que pierden, quienes migran y quienes quedan y ven marchar tantos hermanos y hermanas, pero la migración es también una posibilidad para el encuentro, la complementariedad,

el enriquecimiento reciproco, favoreciendo el desarrollo de todos y todas. (Cf. ChV, 93).

Las fronteras físicas entre los países, además de construir muros en los que en muchos casos se busca evitar a toda costa la llegada de personas migrantes, se han trasformado en espacios de exclusión de la dignidad humana (Cf. FT, 37), los migrantes, considerados no suficientemente dignos de participar e integrarse a la vida social, menos importantes, menos humanos, quizá no dicho literalmente con palabras, pero sí con los hechos. (Cf. FT, 39).

El sentido y la dignidad arrebatados por estos fenómenos serán recuperados solo desde una fraternidad capaz de abrirse auténticamente al amor. Una vez más Jesucristo y la vida de cada cristiano está llamada a ser signo de que «una persona y un pueblo solo son fecundos si saben integrar creativamente en su interior la apertura a los otros» (FT, 41) y eso es posible en el amor

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P. Sebastián Ferreyra sdb
¡SÍ,HAYALGONUEVO
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BAJOELSOL!

Artémides Zatti, el santo migrante desde la mirada de un hermano coadjutor

“¿Quién te dice que si como Familia Salesiana del Uruguay acogemos en nuestras casas a los migrantes no podrá llegar a formarse un nuevo santo o santa para nuestra Iglesia, como sucedió con don Zatti?”, plan teó sin más Juan Manuel Fernández, salesiano uruguayo de 27 años de edad, unos días antes de volver de México donde se encontraba culminando su formación como hermano coadjutor

Describiendo algunas de las facetas de la personalidad del flamante santo salesiano, asegura que en su vida de santidad fue determinante la pedagogía salesiana y que su ejemplo es para él una invitación de vivir como salesiano hermano, y una llamada constante de “ser más de Dios y más de los jóvenes en el trabajo cotidiano”.

Confiesa que su estancia fuera de fronteras lo ha vuelto “más sensible al diferente” porque él lo estaba siendo en Guadalajara, y sostiene que el intercambio cultural es “valioso, enriquece, transforma y te hace valorar más lo propio”.

Artémides Zatti acaba de ser canonizado por el Papa Francisco y entre las características que se destacó del nuevo santo salesiano fue su condición de migrante. ¿Cómo es la historia de la familia Zatti? Al final del siglo XIX y principios del XX, el sistema social y la estructura agraria en Italia se vieron afectados por una fuerte crisis que impactó principalmente a los pequeños productores y arrendatarios rurales. Boretto, el pequeño pueblo rural natal de los Zatti sobre el río Po, también sufrió el impacto de esta crisis. Y como muchas familias italianas, la familia de Artémides emigró a América para buscar una mejor suerte. Se instalaron en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires. Un tío de Zatti, Juan, ya se encon traba allí hacía unos años y fue quien los recibió cuando llegaron.

¿Por qué se destaca esa particularidad de Zatti? ¿De qué manera marcó su personalidad y misión?

Zatti es llamado "el pariente de todos los pobres". No conoció la pobreza teóricamente, sino que la vivió, como migrante que era junto a su familia. Aprendió el valor del trabajo y el sacrificio para salir adelante en un país que no era el suyo. Y porque conoció desde dentro esta pobreza supo hacerse realmente pariente de los pobres: de los enfermos, de los abandonados, de los que les faltaba todo. Su condición de migrante lo predispuso a la cercanía de los pobres y migrantes que estaban en esa condición de vulnerabilidad. Por otro lado, la familia de Zatti supo mantener las tradiciones cristianas, por lo que Artémides siguió cultivando su espíritu aún lejos

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de su tierra, e incluso con mayor profundidad. La fe era el sostén de la familia en esos tiempos tan duros en que tenían que luchar día a día para salir adelante.

¿Cuál considerás que es el principal influjo o aporte de los migrantes a una sociedad como la uruguaya?

Al salir del país y conocer otras realidades te das cuenta que hay otros modos de hacer algunas cosas, otras posibilidades. Ni mejores ni peores, distintas. Y en un país pequeño como el nuestro, creo que nos haría bien el aporte que personas de otros países nos puedan dar para ver las cosas con otros ojos, desde otros puntos de vista. Sin abandonar lo nuestro, pero dejando que otras culturas traigan nuevos aires. Siempre este intercambio cultural es valioso, enriquece, transforma y te hace valorar más lo propio.

¿Por qué pensás que eligió ser salesiano coadjutor?

En realidad Zatti ingresa en la Congregación Salesiana con el sueño de ser sacerdote. Estando en la casa del aspirantado le piden cuidar a un salesiano que estaba enfermo de tuberculosis. Se contagia y le promete a María Auxiliadora que si lo cura, él se dedicará para toda la vida al cuidado de los enfermos. Zatti se cura finalmente, pero su salud queda muy comprometida. Los superiores le aconsejan que profese como salesiano coadjutor y esto no lo bajonea, sino que lo asume con mucha fe: Dios le habla a través del límite de su enfermedad. Dios se vale de la enfermedad de Zatti para conducirlo por un camino concreto de realización cristiana que es la vida como salesiano coadjutor y el cuidado de los enfermos.

A partir del ejemplo de Zatti ¿qué podemos hacer hoy por los migrantes como Familia Salesiana?

Los salesianos en Argentina, al conocer a la familia Zatti, los acogieron en la parroquia. Los Zatti necesitaban una comunidad que los recibiera e hiciera sentir en casa. Y así fue. Años después, gracias a la pedagogía salesiana, el jovencito italiano Artémides terminó viviendo una vida cristiana radical: una vida de santidad. Y esto gracias a la pedagogía salesiana ¿Quién te dice que si como Familia Salesiana del Uruguay acogemos en nuestras casas a los migrantes, no podrá llegar a formarse un nuevo santo o santa para nuestra Iglesia, como sucedió con don Zatti?

¿Qué te transmite para tu vida este hermano salesiano coadjutor?

Me quedo con las palabras que usó el Papa Francisco para describirlo: oración y trabajo. Ese es el camino de realización del salesiano coadjutor: ser hombres de Dios inmersos en el trabajo cotidiano, especialmente el educativo en medio de los gurises. Eso es lo que Zatti me invita en lo personal a vivir como salesiano hermano y es una llamada constante, de todos los días: ser más de Dios y más de los jóvenes en el trabajo cotidiano.

Hace casi dos años que partiste de Uruguay para avanzar en tus estudios como salesiano coadjutor, ¿cómo ha sido tu experiencia como “migrante” temporal en tierras extranjeras? Se me hace difícil considerarme migrante, porque los que realmente emigran lo hacen en general con pocos recursos

económicos y sociales y tienen que hacer verdaderas travesías para realizarse. Yo gracias a Dios tuve todas las necesidades satisfechas. Pero sí es cierto que la experiencia del desarraigo que se vive es fuerte: he aprendido mucho de las diferentes culturas con las que he compartido, sobre todo ayudándome a salir de mi burbuja, a ver cosas muy diferentes a las nuestras. Por otro lado, he aprendido a valorar mucho más lo que tengo, lo que tenemos como país e Inspectoría, que es mucho.

¿Qué aprendiste de esa experiencia? ¿Sentís que te trans formó en algún sentido?

Creo que me ha vuelto más sensible al diferente, porque yo era diferente allí. Me han recibido y aceptado como soy, con todo mi bagaje cultural uruguayo encima. Tanto los hermanos salesianos, como la gente en general, especialmente los gurises, nunca me han hecho sentir diferente, sabiendo que lo soy en algunos sentidos. Me han hecho sentir en casa a pesar de no estar en casa. Y eso en cierto modo creo que me ha transformado, porque entonces yo no puedo ser menos. Y eso acá, en Uruguay, o donde sea: siempre podemos aprender del diferente, si tenemos la voluntad de recibirlo, claro. De lo contrario, todo sigue igual.

¿Por qué elegís ser hermano coadjutor? Cuando empecé esta experiencia en la Congregación no conocía la figura del hermano coadjutor, solo la del sacerdote. Y yo lo que tenía claro era que quería entregar mi vida a Dios y a los jóvenes. Cuando descubrí la vocación del hermano, a través del testimonio de algunos hermanos, me enamoró. Lo que siempre me atrajo de esta vocación es el testimonio de vida cristiana que se puede dar, sin depender de un ministerio que en cierto modo "asegure" ese testimonio. Es decir, es en el trabajo de todos los días donde el hermano tiene que ser cercano, sencillo, misericordioso, respetuoso, abierto, misionero, etc. Como leí una vez por ahí de un joven: "El hermano es el que se sienta con nosotros en la misa”

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LA PEQUEÑA CIUDAD DE LAS BIENAVENTURANZAS

En la megalópolis de Chennai (Madrás), India, en el ambiente emocionante y lleno de vida de la ciudad, en medio de los enormes complejos industriales y magníficos templos, también hay una astilla luminosa de bondad salesiana.

Esta historia comienza hace muchos años, después de la infame Primera Guerra Mundial, en un pueblo de la Alta Italia, en una digna familia pobre de 13 hijos.

Una noche, después de la distribución de polenta a los hermanos y hermanas, uno de ellos se dio cuenta de que sus padres se habían quedado sin ella. "¿Por qué tú y papá tienen el plato vacío?", le preguntó a la mamá. Ella dijo: “Esta noche no tenemos hambre". "Entonces tampoco yo tengo hambre", dijo él, y salió corriendo llorando. La mamá fue donde él, luego también el papá. Fue entonces cuando el pequeño Orfeo dijo con decisión: "¡Si me hago sacer dote, trabajaré solo por los pobres, por los que tienen hambre, como tengo hambre yo esta noche!”.

Orfeo Mantovani entró en el noviciado de los salesianos y en 1934 partió hacia las misiones salesianas en la India. La India se convirtió en su segunda amadísima patria. Su obispo era otro gigante salesiano, que tenía el coraje y la barba de los patriarcas, monseñor Louis Mathias, quien inmediatamente cumplió el deseo de don Mantovani confiándole las zonas más miserables de la ciudad de Madrás.

Se puso manos a la obra. Junto a un ferrocarril, en la tierra ennegrecida por antiguos yacimientos de carbón,

comenzó a recoger a los abandonados de los caminos, los abandonados por todos, los que ya no tenían fuerzas para vivir. Con ellos lanzó el desafío al "tigre negro", el hambre desesperada de los barrios bajos.

Así que el salesiano con una leve sonrisa fundó, pieza a pieza, como lo hizo Don Bosco, el Centro de Socorro

el servicio que se ofrece a miles de familias, niños, adolescentes, jóvenes y ancianos. Y todo esto es fruto de la colaboración de tres Congregaciones de la Familia Salesiana: ¡esto es la novedad o la riqueza! Están los Salesianos de Don Bosco, las Hijas de María Auxiliadora y la Congregación llamada "Hermanas de María Auxiliadora" (SMA).

Social: escuelas primarias diurnas y nocturnas, clínica y hospital gratuitos, leprosería, oratorio festivo. Cuando murió, otro salesiano tomó su lugar, y luego otro y otros, porque esta es la belleza de ser una gran familia religiosa. Y el lugar se convirtió en una ciudadela de caridad amorosa.

En esa ciudadela, en Chennai, entré hace unas semanas y para mí fue una experiencia magnífica. La obra se llama Bienaventuranzas y se conoce como la casa salesiana en la que se entra a la edad de tres años y de la que muchos salen al final de su vida, para encon trarse con el Señor. Bajo la sonrisa de Don Bosco "de la cuna a la tumba", dicen aquí.

Quizás les sorprenda lo que les escribo, pero he admirado el trabajo salesiano,

En definitiva, parece, en cierto sentido, una "pequeña ciudad salesiana" por todo lo que allí se vive. Cada día se garantiza la alimentación de 300 personas mayores, se presta atención diaria a más de 1000 niños de ambos sexos y más de 15.000 personas reciben una respuesta para sus diferentes necesidades. Las personas que entran en la pequeña ciudad de la Bienaventuranza ven con sus propios ojos estos "50 años de milagros diarios".

Los lemas característicos de esta casa son: "Servir a los enfermos es la mejor oración" (Mantovani), "Nadie tiene derecho a ser feliz solo", "Es posible dar sin amar, pero no se puede amar sin dar”.

Termino con las palabras pronunciadas un día por un funcionario hindú: "Si la religión cristiana puede producir hombres como el padre Mantovani, solo puede ser divina".

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Rector Mayor Don Ángel Fernández Artime sdb

Tiene 54 años de edad y 25 de sacerdocio. Es director de la comunidad religiosa salesiana y párroco de la Parroquia San Pedro de Rivera. Vive en la ciudad de Rivera, con dos hermanos salesianos sacerdotes.

¿Qué te hace feliz?

Saberme elegido por Dios para ser sacerdote, y de la mano de esta vivencia me siento muy feliz cuando estoy junto a los niños, adolescentes y jóvenes. Por eso le ruego a Dios que me ayude a estar en funciones y lugares que me permitan estar con ellos.

¿Qué cosas te cuesta perdonar?

Me cuesta muchísimo perdonar a una persona que la descubro que no es sincera conmigo. ¿Cuál es tu mayor miedo?

Mi mayor miedo es conformarme con la mediocridad y no vivir una profunda vida de oración. Vivir mi vida lejos de los gurises.

Si tuvieras que elegir un acontecimiento que te marcó, ¿cuál sería?

He vivido acontecimientos negativos y positivos que me han marcado, de todos ellos elegiría cuando pude comulgar con el Papa Juan Pablo II, fue grandioso.

¿Por qué decidiste ser Salesiano de Don Bosco? ¿Cómo nació tu vocación?

Mi vocación nació con mi madre, vocación cristiana en primer lugar. Ella nos enseñaba a rezar y nos llevaba a la capilla Santa Rosa para la catequesis, con Amalia o Elba. Cuando íbamos a comprar a Santana do Livramento, ella entraba en la iglesia de la Inmaculada a rezar el Avemaría. Me fascinó a ayudar a Amalia en la catequesis, visitar la casa de los gurises, luego la experiencia scout, animar en el oratorio con la hermana Cándida, quien me dio un librito de Don Bosco, Domingo Savio, Magone y Francisco Bezuco.. Estas experiencias, más la vivencia especial de la Misa, hizo que le pregun tara al P. Pochelú, del clero diocesano, ¿qué siente alguien que es llamado a ser sacerdote? Me respondió y me orientó a continuar un acompañamiento con el párroco salesiano P. Espada. Sentía un inmenso deseo de ser como Don Bosco. Entonces ingresé al aspirantado salesiano en febrero de 1986.

¿Qué hacés con todo el corazón en tu vida?

Todas las actividades educativas con los niños, adolescentes y jóvenes. Cada vez que voy a la obra social Picapiedras, de Melo, tengo tiempo de sentarme a conversar con los gurises, lo vivo con toda mi alma. Siento vivir en plenitud mi consagración religiosa.

¿A quién admirás?

Al Papa Francisco, por su capacidad de comunicación, por su sencillez en la relación, por su sacrificio ante la misión que tiene. Por su profundidad en la fe.

Estás celebrando las bodas de plata como sacerdote. Pasando raya a lo vivido: ¿qué es lo más gratificante de tu ministerio?

Lo más gratificante ha sido encontrarme con salesianos santos, con laicos santos, con gurises santos, que me han dado un testimonio de vida maravilloso. Me renuevo con cada bautismo que realizo, me fortalece y me llena abundantemente la celebración de la Eucaristía. ¿Y lo más dificultoso?

Asumir funciones con las cuales no me siento cómodo, no me identifico, y me alejan del acompañamiento de los gurises.

¿Cómo procesaste los cambios de comunidad a lo largo de tu minis terio? ¿Es una dificultad para ti “migrar” cada tantos años a un nuevo destino?

Cada cambio ha sido distinto, algunos no los esperaba, en otros no veía la hora de cambiar. Cuando llego a un lugar ahí me concentro, me dedico con todo.

¿Qué servicios de tu ministerio son centrales para ti? La Eucaristía y el Bautismo ¿Qué huella te gustaría dejar?

Simplemente un buen ejemplo como hijo de Don Bosco. ¿A quién o a quiénes te gustaría agradecer y por qué?

En cada momento que he podido he agradecido a quienes han estado a mi lado, grandes y chicos. Sobre todo al estar cambiando de casa me han dado espacios especiales para agradecer a todos con quienes compartí. Solo en un lugar me quedé con el deseo de dar gracias a los alumnos y a sus padres por haber compartido con ellos. Agradezco a Dios que me regaló a mi madre que me testimonió la fe.

Si tuvieras la oportunidad de decirle una palabrita al oído a Don Bosco ¿cuál sería?

Don Bosco, ayúdanos a todos los salesianos del mundo a llegar a la santidad, llegar al cielo, entregando nuestro aliento a los niños, adolescentes y jóvenes. Don Bosco, gracias por el ejemplo de vida que nos dejaste como herencia. Gracias por acompañarme.

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Tiene 29 años de edad. Está graduado en Filosofía y actualmente es voluntario en el Centro Salesiano Aires Puros. Es oriundo de Padova, Italia, y vive en el barrio Colón (Montevideo) con otros tres voluntarios italianos del mismo proyecto.

¿Qué te hace feliz?

Lo que me hace feliz es seguir desarrollando mi concepción del mundo, poniendo mucho valor en la riqueza que tiene la diversidad: de las culturas, las personas y los idiomas. Entonces, diría que es viajar, conocer y compartir ¿Cuál es tu primer pensamiento al comenzar un nuevo día? Depende, cada día es distinto, pero siempre intento comenzarlo de una mejor manera, pensando que será un día hermoso, una nueva aventura.

¿Cuál es tu mayor miedo?

Nunca lo pensé, entonces diría que mi mayor miedo es tener miedo. Pero si tengo que ser más práctico y decir algo, diría que mi mayor miedo es no poder seguir viajando.

¿Qué te cuesta entender de los otros?

Me cuesta entender cómo algunas personas no se cuestionan nada de la vida y siguen haciendo lo mismo, lo obvio o normal para la sociedad siendo, finalmente, infelices. No entiendo que no intenten buscar la manera personal y especial que cada uno tiene para ser feliz.

¿Por qué decidiste venir a Uruguay?

Siempre mi sueño fue vivir en América Latina, en particular en esta zona de Uruguay y Argentina. Finalmente, el proyecto de Uruguay era uno de los pocos que se presentaban en una ciudad grande y elegí venir aquí.

¿Cuál es tu tarea en Aires Puros?

En Aires Puros soy voluntario y trabajo como apoyo para los educadores, ayudando en todas las tareas que puedo.

¿Cómo nace esta vocación de misionero?

En Italia siempre hice trabajos con el simple objetivo de ganar plata y eso no me gustaba, me generaba insatisfacción. Tener la oportunidad de trabajar y utilizar mi tiempo para ayudar a alguien me parecía una buena manera de intentar cambiar lo que no me gustaba del trabajo en general. ¡Y funcionó!

¿Cómo nos ves a los uruguayos? Lo bueno... y lo menos bueno… Por el momento veo solo lo bueno, me encanta todo de esta cultura y todos están siempre muy disponibles y son amables conmigo.

Según tu experiencia, los uruguayos ¿somos buenos anfitriones?, ¿sabemos acoger a quienes vienen de afuera?

Los uruguayos son los mejores anfitriones, siempre disponibles y siempre quieren ayudar de cualquier manera posible. Fue increíble la bienvenida que tuvimos acá por parte de los educadores, de los niños y de todas las personas que encontramos en el camino.

¿Qué podríamos hacer mejor como anfitriones? Nada.

Si tuvieras que elegir un acontecimiento que te marcó en tu vida, ¿cuál sería?

El momento en que vi nacer a mis sobrinos. La vida es mágica de por sí, pero creo que el instante muy intenso en el que se genera la vida es de una fuerza increíble, que pone todo lo demás en una perspectiva más pequeña, más sencilla. ¿Cómo te proyectás para el futuro?

En general, mis expectativas están enfocadas en el aquí ahora, para disfrutar mejor el presente. Pero este proyecto ya me abrió los ojos sobre dos cosas que quiero hacer en el futuro: seguir viajando y descubriendo, y trabajar ayudando a quien tiene más necesidad.

¿A quién admirás?

Admiro a todos quienes viven libres, sin restricciones y expresando cada día lo que hay de hermoso en la vida más allá de los límites impuestos por el sentido de la propia existencia.

Si pudieras volverías a…

Si pudiera volvería a aquí mismo, a este momento.

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Ser migrante en Uruguay: una experiencia en primera persona

En febrero de este año cumplimos 4 años en Uruguay. Vivimos en Montevideo mi esposa, nuestras tres hijas y yo.

Por largo tiempo emigrar no estuvo en nuestros planes, aunque cuando conver sábamos con algún amigo o familiar que estaba dispuesto a hacerlo nos enteramos de algunos detalles del proceso.

Para el año 2018 la situación política y económica de Venezuela solo empeoraba y cada vez nos afectaba más. Las protestas eran reprimidas cada vez con más violencia por el gobierno, y el tener que invertir días enteros en hacer filas fuera de los comercios para con suerte comprar algún alimento o regresar a casa con las manos vacías, terminó por desgastarnos.

El migrante siempre va a tener uno o varios motivos y es preciso pensar y planificarlo, pues es un cambio radical que trae muchas consecuencias que en principio no son agradables.

Tener tres hijas y buscar para ellas un mejor futuro fue el principal motivo en nuestro caso, pues si no lo hacíamos juntos ellas seguramente lo iban a intentar solas.

Cuando era niño recuerdo ver cómo barrios enteros se llenaban de migrantes de las nacionalidades más diversas que pudiera pensar. Teníamos vecinos trinitarios, españoles, el panadero era portugués, el carnicero también, el zapatero era italiano, el herrero ecuatoriano, el taxista colombiano y la costurera peruana; son algunos de los gentilicios que logro recordar que convivían en nuestra comunidad.

Ahora nos tocaba el turno a nosotros... “El equipo de avanzada”; así le gusta recordarlo a una de mis hijas que salió de Venezuela conmigo el 5 de febrero de 2018. Llegamos el día 7 en un ómnibus que salió de Porto Alegre hasta Tres Cruces.

Son muchos los detalles de nuestra experiencia como migrantes y seguramente sean similares a otras personas en la misma situación. Buscar un sitio donde vivir, un trabajo para comenzar, y ver si realmente se está en la senda correcta. Trabajar arduamente, ahorrar hasta el último peso para comprar los boletos y

poder juntarse nuevamente con la familia, o sea lo que sea que se haya planificado. En nuestro caso esperamos 11 largos meses hasta encontrarnos juntos de nuevo.

Uruguay es un país de gente amable, respetuosa y comprensiva. Conocen de cerca lo que es ser migrante y saben tratar apropiadamente al recién llegado. La ciudad es tranquila, nos sentimos bien y pensamos que vamos a pasar un buen tiempo aquí.

Es evidente que la situación de muchos países es complicada y estar en un país que se mantiene estable es un lujo. Nunca escuchamos decir que migrar sería fácil, pero Dios nos ha favorecido. Hemos logrado afrontar los problemas, aprendido a valorar las personas y los momentos que se nos presentan.

Como familia le damos gracias a Dios, a nuestra Madre María Auxiliadora, a los Salesianos, a mis compañeros del Juan XXIII y a todos los que con su sonrisa nos hacen la vida más grata.

Jesús Álvarez Funcionario del Instituto Juan XXIII

10 FAMILIA OBRAEN

A lo largo de la historia las personas han migrado, ya sea para conocer otras erras, por alguna misión encomendada, huyendo de un conflicto o buscando un futuro mejor. Esta es una realidad que viene en aumento a nivel mundial.

No es una situación que nos resulte ajena en Uruguay: en la mayoría de nuestras familias está la historia de algún antepasado que vino de otro connente, y todas sus anécdotas contadas en noches de verano. Y casi seguro conocemos a más de una persona migrante en nuestros lugares de trabajo, de estudio, en nuestro barrio. Sin embargo, no logramos dimensionar lo que significa la experiencia de migrar si no la vivimos en carne propia, especialmente cuando la migración se da forzada por las circunstancias.

Todo lo conocido queda en el pasado para adentrarse en un futuro incierto y frágil. Atrás quedan familiares y amigos, lugares conocidos y queridos, para cambiarlos por una cultura nueva, un clima nuevo, incluso un

idioma nuevo, por la promesa de algo que hasta el momento es inalcanzable. Con grandes expectavas haciendo equilibrio entre la realidad y el esfuerzo codiano.

La experiencia es disnta para cada persona y depende de muchas cir cunstancias. Depende de la edad, de la capacidad de compresión y aceptación. Depende también de los recur sos económicos con que cuenten y de la red de apoyo en el camino y en el desno.

Al comparr con una joven migrante me cuenta que ella ve esas diferencias en su familia. Cómo las expectavas se quebraron cuando al llegar no fue tan sencillo asentarse. Sus padres se esforzaron mucho tratando de salir adelante por sus hijos: el encontrar una casa, un trabajo, un colegio para los niños era tarea dicil.

Disnta es la experiencia de ella y su hermana en el colegio nuevo, donde no tenían amigos y eran vistas como "animales exócos", extrañándolo todo, queriendo volver. Con el empo

se adaptó, hizo amigos, creció como persona, y no sería la misma si no fuera por todas las experiencias que vivió allá y acá.

Por otro lado ve a su hermano, que migró siendo bebé, y no recuerda su país de nacimiento. Todos enen el deseo de que no olvide sus raíces, pero nada pueden ante la realidad de que no las recuerda.

En una misma familia, tres vivencias diferentes de una sola realidad, dicil de atravesar para todos ellos. Pero siempre con la esperanza por delante, tratando de estar abiertos al nuevo lugar y cultura, buscando encontrarse con un otro que los enriquece.

¿Y nosotros?

MEGUSTACOMENTOCOMPARTO 11
Hna. Cecilia Gayo HMA
VALE PENA ASÍ LA VIVIR 12

La casa de formación salesiana donde las diferencias suman

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Para recalar en el Centro Regional del Salesiano Coadjutor (CRESCO) hay que estar preparado y así lo atestiguan los salesianos Roldán López y Oscar Arévalo, quienes integran la única comunidad salesiana en América destinada a ofrecerles a los hermanos coadjutores un tiempo de formación en aspectos teológicos, pastorales, espirituales y humanos y, a la vez, de preparación en vistas a su profesión perpetua.

La “interculturalidad” es un factor determinante, tanto en la convivencia como en la formación, de los jóvenes que llegan cada año al CRESCO para transitar la última etapa de sus estudios como hermanos coadjutores.

Roldán López es mexicano, tiene 43 años y desde el 2022 se desempeña como formador del CRESCO donde cada año se reciben de tres a seis jóvenes que están recorriendo el camino salesiano para los hermanos coadjutores. Actualmente hay jóvenes de Chile, Brasil, Venezuela, El Salvador, Uruguay y uno de Islas Mauricio (que se encuen tra misionando en Centroamérica).

Consultado sobre la formación que se ofrece en el CRESCO, el Hno. Roldán explica que “primeramente se espera que salgan con la profundización de su vocación específica de hermano coadjutor, para que al integrarse a sus inspectorías desarrollen su ser salesianos para toda la vida, desde esta figura” que incluye “la formación religiosa, espiritual, pastoral y humana”

Del otro lado del mostrador, Oscar Arévalo, formando de 32 años, oriundo de El Salvador, opina que un puntal de la formación que ofrece el CRESCO es “la interculturalidad” dado que “te cambia completamente, desinstala prejuicios y te prepara para recibir y acoger a cualquier persona". Avizora que como salesiano le “ayudará a escuchar y acompañar a futuras generaciones que van cambiando con el tiempo sin prejuicios y con una actitud abierta”.

Roldán coincide en subrayar que el factor cultural es muy importante en esta etapa. Y puntualiza en la necesidad de que los jóvenes se mentalicen para el cambio de lugar y de país antes de su llegada al CRESCO.

Anticipándose a los efectos del desarraigo al dejar sus respectivos países, es que se pone especial énfasis en acompañar a los formandos en su proceso de integración a la comunidad y al país que los recibe, en las actividades

pastorales a las que se suman y en la interacción entre las diversas experiencias inspectoriales. Entre los desafíos que el Hno. Roldán visualiza para este último tramo de la formación es que la misma toque la realidad para evitar que estos jóvenes vivan “como en una esfera” o se “abur guesen” y se “acostumbren a tener todo”

“La formación se encara desde la óptica de la fe, pero también desde la dimensión humana y atendiendo la realidad de estos jóvenes en cuanto a situaciones de vida y complejidades humanas”. “Esto hace que se adecue a los tiempos, hay criterios que son trascendentales y hay que mantenerlos, pero hay otros que tienen que cambiar”, explica. Por ello, el acompañamiento que se realiza en el CRESCO se cristaliza en “lo ordinario de la vida, a través del coloquio, las actividades pastorales y de la formación para la figura del hermano coadjutor”.

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Para el Hno. Roldán el principal desafío para un formador es su cualificación para desempeñar este servicio “no solo en la parte humana, sino también en la profundización de su ser consagrado”, puesto que de ello depende que “sepamos acompañar adecuadamente las nuevas realidades de los hermanos, así como las situaciones de vida de nuestros destinatarios”

LA EXPERIENCIA “CRESCO”

Oscar admite que al llegar al CRESCO en un primer momento se sintió “desubicado”. No obstante, “la bienvenida de los hermanos y su actitud de acogida” lo ayudaron a sentirse enseguida “como en casa”. Coincide con Roldán en que es necesario prepararse para vivir “una experiencia fuerte, como lo es cambiar de casa, de ambiente, de familia”. “Tener una actitud abierta hace más fácil la experiencia de adaptación”, afirma.

Al reflexionar sobre su condición de “migrante” temporario Oscar concluye en que “es una experiencia que abre el pensamiento y el corazón” y puntualiza: “El pensamiento puesto que implica dejar estructuras mentales que son fruto de la cultura o de la sociedad de cada país para

apreciar lo que tienen de bueno las demás culturas; y el corazón porque supone estar dispuesto a construir fraternidad con las personas que Dios va poniendo en el camino”. “Creo que cada lugar es un regalo de Dios para volver a sembrar amistad y dejarme abrazar por Él en estas nuevas relaciones”, comparte.

De hecho, cataloga como “muy provechosa” la oportunidad de compartir la formación con hermanos de otras culturas. Sin embargo, considera que depende de cada persona ya que “puede tanto empujarte a cerrarte como, al contrario, a acoger y valorar otros pensamientos diferentes a los que se tienen y a buscar otras soluciones que quizás uno no sería capaz de ver”, precisa. “No valorar las diferencias podría limitar mucho la convivencia”, sostiene.

Oscar, quien ya sabe que cuando vuelva a El Salvador extrañará a las personas con las que creó una amistad profunda en el CRESCO, después de esta experiencia anhela seguir creciendo como salesiano. “Considero que los jóvenes necesitan de mucho, y puesto que ellos son mi camino de salvación, el seguir aprendiendo a ser salesiano será mi camino de santidad personal”, concluye.

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Roldán López sdb Oscar Arévalo sdb
CON YNOMBRE APELLIDO 16

“VAMOS CAMINANDO A LA PAR”

Todo comenzó por una nota para el Boletín Salesiano, y seis años después una nueva entrevista los reúne como los protagonistas de otra historia digna de ser contada.

Leonardo (Leo) Panizza y Selene Cardarello son pareja desde 2016 y hace dos años emprendieron una travesía mochilera, primero por Uruguay, y luego por senderos fuera de fronteras, principalmente en América y Europa.

Con el paso del tiempo, viajar por el mundo, abiertos a lo que cada lugar les va presentando, se transformó en una forma de vida. Su mayor aprendizaje ­confiesan­ reside en entender que lo importante es “caminar juntos” y que aunque “en cada lugar al que vamos somos migrantes, porque no somos de ese lugar, sentimos que nuestra casa está en el espacio entre nosotros dos”

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Leonardo Panizza y Selene Cardarello

¿Cómo se conocieron?

L: En realidad yo ya sabía quién era Selene, porque yo soy compañero de generación de su hermana Belén. Un día me contacta una chiquilina y me dice: “Hola, soy Selene. Me pidieron que te haga una entrevista para el Boletín Salesiano, a partir de tu experiencia en el PAIVA, a ver cuándo podemos coordinar”. Y yo le respondí: “Dale, quedamos para un día”, y bueno, resulta que Selene me cambió la fecha 4 veces, hasta que pudimos concretar. Además, en ese momento los dos formábamos parte del equipo de Hay Algo Más, y justo había un encuentro en el fin de semana de la entrevista. En el encuentro empecé a sentir algunos latidos en mi corazón, y cuando terminó le mandé un mensaje: “Che, vamos a vernos algún día, conversar un rato, a tomar una”. Y ahí nos encontramos por primera vez.

S: Fue muy gráfico, porque nos encontramos en la Plaza del Entrevero (Pza. Juan Pedro Fabini), empezamos a caminar y caminar, llegamos hasta el Farolito y nos tomamos una cerveza ahí. Esto de caminar juntos ha sido muy simbólico y muy literal, porque estos años hemos caminado mucho, salimos a recorrer, sin rumbo, a nuestro ritmo, a nuestro tiempo. Vamos caminando a la par.

¿Cómo surgió toda la travesía?

S: Se dio súper natural porque los dos teníamos esa curiosidad de salir a explorar, y en un momento dijimos “en 2020 nos vamos de viaje” y ahí sí lo pensamos un poco más. El viaje arrancó por Uruguay, en diciembre de 2019 liquidamos los laburos y nos fuimos a vivir a La Pedrera. Armamos una carpa y ese verano salimos a vender cosas a la playa para comprar los pasajes.

L: La idea era poder salir sin tiempo, a vivir viajando, vivir con la mochila, con esa libertad y adrenalina que te da el estar sin fecha y sin rumbo, y que te permite descubrir.

¿Qué lugares del mundo conocieron?

S: Arrancamos por Uruguay y recorrimos durante cinco meses el interior. En un principio queríamos ir a Brasil, pero las fronteras estaban cerradas por la pandemia y solo se podía viajar en avión. Entonces empezamos a buscar pasajes y vimos que a Barcelona salía lo mismo que a San Pablo, y nos fuimos a Barcelona. Estuvimos siete meses en España, hicimos el camino de Santiago que pasa por la casa donde nació mi abuela, y fue como hacer un viaje a las raíces maternas.

L: En una de las casas de peregrinos del camino de Santiago conocimos a Marina, y con ella fuimos a Francia, hicimos un curso de meditación y ahí partimos para Alemania. Estuvimos unos seis meses trabajando ahí, hermosa

experiencia. Después paseamos por el resto de Europa: Austria, Bélgica, Holanda, Suiza e Italia (que los recorrimos con la familia de Selene) y Portugal. Después volvimos a Brasil porque se casaba mi hermano y nos quedamos hasta la segunda semana de octubre por Sudamérica, y ahora estamos en Australia.

¿Cuál fue el mayor aprendizaje que tuvieron?

S: Aprendimos que teniendo una mochilita de 10 kilos tenés tu casa y a vivir con esto de la liviandad, de sentirnos como un caracol que va llevando su casita en la espalda para donde sea.

L: Cuando estás caminando cada cosa te pesa, y fue un ejercicio de todos los días ver qué sacar de la mochila y darnos cuenta de que cada vez necesitás menos, te sentís más liviano y te da más libertad.

S: Es muy simbólico, porque lo que llevo en la mochila se traduce a la vida misma. Estamos de viaje, pero al mismo tiempo es una forma de vivir y a cada lugar que vamos somos migrantes, porque no somos de ese lugar, pero sentimos que nuestra casa está en el espacio entre nosotros dos.

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¿Tienen alguna experiencia que los haya marcado particularmente?

S: El mate que tenemos es muy especial porque lo cosechamos nosotros mismos. Cuando estuvimos en Brasil convivimos con una aldea guaraní. Gente que habla guaraní, vive sus tradiciones, tienen casas sin ventanas hechas de una planta que crece ahí, subsisten a fuego y lavan la ropa en el río. Fue descubrir que son parte de nuestros orígenes.

L: En Brasil sigue viva esa cultura, que es la misma que la nuestra. Toman mate y para ellos es sagrado. El tabaco es una planta sagrada, que la usan para rezar, no se aspira. Y fue tremendo acercamiento y profundización en lo que quiero como cultura.

S: Nosotros venimos de generar muchos momentos a través de nuestra cultura salesiana, y estar en Brasil fue descubrir la mezcla de muchas religiones. Abrir los ojos y darse cuenta de que todos somos hermanos y hermanas.

Australia. Y en esas dos experiencias ha sido bien diferen te la reacción de la gente, sobre todo por el marco cultural de los lugares en donde estamos. Alemania súper cerrado, la gente muy distante y el idioma es una diferencia muy marcada. Ahora en Australia está siendo un mundo nuevo, la gente te sonríe por la calle, te preguntan de dónde venís, te dan pa' adelante, te abren las puertas. Australia es un país de migrantes, como Uruguay. Ya desde el “vamos” hay apertura, pero en Alemania no, son ellos y los de afuera. Entonces incide mucho la receptividad que tiene el país con la gente que llega. Al ser migran te te resulta más fácil ponerte en el lugar del otro.

S: Yo siempre me sentí bienvenida y el idioma es algo muy importante, Leo terminó aprendiendo alemán, y eso tiene que ver con una predisposición nuestra a aprender la cultura en la que estamos para poder comunicarnos. En España fue sentirse en casa, no me sentí migrante. Por otro lado, hay cosas propias que te hacen darte cuenta de que lo sos, por ejemplo: tener ganas de juntarte con alguien, conseguir dulce de leche, yerba, comer tortas fritas. Cuando llegamos a Australia y un amigo nos pasó a buscar, éramos 4 personas en un auto, haciendo ruta por Australia, pero escuchando No Te Va Gustar: para nosotros estábamos en Uruguay, pero en realidad estábamos acá, del otro lado. Pero te vas agarrando de esas cosas que te hacen sentir en casa, en tu cultura.

¿Cómo es vivir esta experiencia en pareja?

L: Para mí es hermoso. Hemos crecido mucho como per sonas y como compañeros. Nos han pasado muchas cosas, y aunque nosotros las vivimos con mucha alegría, también hay mucha incertidumbre que te pone inestable. Pero lo más lindo es vivirlo de a dos, y es lo que me da mucha fuerza para seguir, sentirme acompañado.

S: En el día a día sentir que a pesar de que hay una parte de toda la historia que quedó en Uruguay, también está acá porque nos conocimos y venimos de ahí. Nosotros tenemos una relación hermosa porque está basada en mucha confianza, estamos viviendo lo que queremos vivir y nos esforzamos todos los días por agradecer y ser conscientes de la experiencia. Tratamos de vivir la pareja como un lugar donde nos alimentamos, y crecemos cada día gracias a la presencia del otro.

¿Cómo es la realidad de ser inmigrante en un país que no conocen?

L: En dos lugares me sentí inmigrante: Alemania y acá, en

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20 AQUÍ AHORAY

MIGRANTES: población vulnerable, pero con mucho para aportar

En la migración uruguaya actual están representadas más de 60 nacionalidades y, según la cuantificación aportada por la Organización Internacional para las Migraciones, en la actualidad son casi 100 mil personas: un número importante para el tamaño y población del país, y que da esperanzas ante una demografía que presenta un índice de natalidad en caída. Compartimos en este informe algunos datos que dibujan el escenario de los migrantes en Uruguay con sus luces y sombras.

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Casi la mitad de los niños o adolescentes refugiados recientes, solicitantes de refugio o con motivos para pedirlo al Estado, no están escolarizados. “Las razones esgrimidas varían desde el hecho de encontrarse recién llegados al país, no contar información sobre el sistema educativo uruguayo, la falta de documentación requerida y la falta de recursos para cubrir los costos de la educación”, afirma una reciente investigación de la Universidad Católica del Uruguay (UCU) encomendada por la Agencia para los Refugiados de Naciones Unidas (Acnur) y divulgada por El Observador

Otro dato preocupante es que en iguales condiciones, los trabajadores extranjeros recién llegados a Uruguay cobran sueldos en promedio 15% menos que sus pares uruguayos. En cambio, la tendencia se revierte en el escalón de ingreso altos ya que los migrantes recientes perciben una remuneración 14% superior a la de los uruguayos, según datos que aportó la investigación “Inmigración y desigualdad en el mercado de trabajo uruguayo” expuesta en un conversatorio organizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Uruguay del que informó La Diaria.

En ese sentido, las condiciones laborales y el acceso a la vivienda son las vulnerabilidades más recurrentes que aquejan a los recién llegados. La quinta parte manifiesta haber padecido discriminación en el ámbito laboral. Asimismo, casi el 40% admite no cobrar por concepto de horas extras de trabajo y el 12% no cuenta con acceso a sus recibos de sueldo.

También surgió del estudio liderado por la UCU y Acnur que así como existe “un desconocimiento del sistema educativo uruguayo gratuito, con acceso a materiales y comida para los niños más vulnerables”, existe desconocimiento del sistema sanitario. Casi una quinta parte de los encuestados para la investigación respondió que no tiene acceso a la cobertura de salud.

Según la doctora en Historia y magíster en Inmigración Silvia Facal, quien coordinó ese estudio, durante la pandemia de COVID­19 los migrantes fueron “los más perjudicados”, justamente por los trabajos que desempeñan.

Como explica la experta al Boletín Salesiano, al estar empleados en su gran mayoría en trabajos de servicios vinculados al público y al turismo, que son los sectores que se vieron más afectados, “crecieron sus vulnerabilidades”. Incluso, algunos de ellos, perdieron su trabajo y terminaron viviendo en la calle, y tuvieron que intervenir ONGs o el Estado para acogerlos en refugios.

Ligada a esa situación se da una sobrecalificación de los migrantes en los trabajos que desempeñan, que es del 60% en el caso de los venezolanos, el 10% incluso tiene posgrados, y entre cubanos también es importante, señala Facal. “El nivel de estudio de migrantes y refugiados es muy superior al de los uruguayos y se suelen emplear en servicios ­supermercados, tiendas, app como delivery o Uber, cuidado de enfermos, limpieza, emprendimientos gastronómicos, peluquería. Son trabajos que han sido dejados de lado por la población uruguaya debido a los salarios más bajos”, expresa.

Añade que los empresarios y empleadores destacan, a su vez, que toman a extranjeros para cubrir puestos “por las habilidades blandas que no las han perdido, como los

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Mag. Silvia Facal

uruguayos, sobre todo puntualidad, don de gentes, a veces saben idiomas”

Hay algunos que logran revalidar sus títulos ­desde junio se hace ante el MEC para ganar en celeridad­ y ya se pueden emplear en las profesiones en las que se han formado, por ejemplo médicos, capaz no en su especialidad, o también en el área informática que en el país tiene desocupación cero.

“La inclusión laboral de los migrantes es de tipo bimodal, hay un alto porcentaje de trabajos no cualificados en los que se gana menos, pero también hay un porcentaje que ingresa a puestos de mayor cualificación”, expresa la experta.

Cambios en las corrientes migratorias Facal explica que hubo un cambio importante en las corrientes migratorias que llegaron a Uruguay desde los 90. Si bien en ese momento se iban más personas de las que entraban, empezaron a llegar migrantes de origen no

tradicionales como peruanos o paraguayos.

Luego, desde el 2000, y claramente desde 2009 a la fecha, Uruguay empezó a tener saldos migratorios positivos, ocurrió el retorno de migrantes que estaban en España y EEUU, y se suman dominicanos y venezolanos que empiezan a llegar en grandes números, si bien los argentinos siguen siendo el grupo poblacional mayor que se instala en Uruguay

En el caso de los dominicanos, desde 2013 se les empieza a exigir visado a causa de los casos de trata que se descubrieron, pero esa medida no frenó la migración. “Cuando las personas no pueden entrar por causales regulares terminan contratando servicios de un traficante, lo que se conoce como coyote, con unos precios tremendos y con toda la problemática que hay”, afirma.

A partir de ahí también empiezan a llegar en grandes números migrantes venezolanos, vinculado a

la muerte de Hugo Chávez y la grave crisis social y política que se desencadena en ese país. Nunca hubo un número importante de inmigrantes venezolanos. Este año la comunidad de venezolanos creció a más de 22 mil, cuando a fines de 2021 apenas superaba los 17 mil.

Se suman a los migrantes de origen no tradicional los cubanos, que desde 2017 por la crisis vivida en la isla empiezan a llegar. Pese a que también se les exige visado muchos solicitan asilo o refugio haciendo uso de la ley 18.076 en la frontera. Como solicitantes de refugio pueden entrar a nuestro país y si se les rechaza pueden pasar a realizar el trámite de residentes no Mercosur.

En su caso también ocurre que muchas veces usan a Uruguay “como trampolín” para ir a Estados Unidos, explica Facal, dado que si se los expulsa se los deporta al último país de residencia, entonces prefieren ser enviados a Uruguay y no a Cuba.

Otro cambio que se dio es que han llegado migrantes por la crisis de Europa y EEUU que se han instalado en zonas de Maldonado y Rocha, de distintas edades, y algunos vienen jubilados buscando un Uruguay más natural o a reconvertirse en sus actividades. Entre los uruguayos retornados hay hijos nacidos en Estados Unidos o Europa.

También se ha dado una corriente desde África (Nigeria, Sudáfrica y Sierra Leona); aunque como se les exige visa les resulta más engorroso llegar.

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EDUCAR PARA AMAR

“Acordaos que la educación es cosa del corazón, y que sólo Dios es su maestro, y no podremos triunfar en nada, si Dios no nos enseña el arte, y no nos da las claves” (Don Bosco).

En la audiencia concedida a la Familia Salesiana el 8 de octubre de 2022, en vísperas de la canonización de Artémides Zatti, el Papa Francisco, en el Aula Pablo VI, dijo, espontáneamente y sin leer la hoja que tenía en mano: “Los salesianos son educadores del corazón, del amor y del afecto”

Ya el 21 de junio de 2015, bicentenario del nacimiento de Don Bosco, en visita pastoral a Turín, dirigiéndose a los Salesianos y a las Hijas de María Auxiliadora presentes en la Basílica, el Papa Francisco contó su experiencia personal: “Estoy muy agradecido con la Familia Salesiana. Después del quinto parto mi madre quedó paralizada durante un año, y nos enviaba a los mayores a los internados salesianos. Allí cursé el último grado y allí aprendí a amar a Nuestra Señora. Los salesianos me formaron en la belleza, en el trabajo, ese es su carisma”

Yo creo que Don Bosco supo educar el cariño de los muchachos porque tenía una madre que había educado su afectividad. Una mamá buena y fuerte, que con tanto amor educó su corazón. Don Bosco no se puede entender sin Mamá Margarita.

Las palabras del Papa Francisco nos hacen reflexionar y nos impulsan a encontrar respuestas adecuadas, en el mundo contemporáneo, para que también los jóvenes de hoy puedan ser educados en el amor y crecer en la dimensión de la entrega, de un amor maduro, capaz de dar incondicionalmen te, sin cálculos ni intereses personales.

Sin embargo, uno se pregunta cómo lograr esto en una sociedad que parece vivir el principio del descarte incluso en las relaciones más bellas y significativas. Cómo llevar a cabo esta misión, que debe ser realizada ante todo por la familia, cuando la familia no siempre es capaz de responder a esta tarea delicada e insustituible.

¿Debe el educador sentirse responsable de sustituir a los padres y suplir su tarea?

Ciertamente, ninguno de nosotros como educador salesiano puede sentirse ajeno a la misión de educar al amor. En la misión entre los niños y jóvenes, estamos llamados a integrar a la familia, en lo que no puede o no sabe educar

Es necesario estar cerca de los jóvenes, ser discretos, respetar la autonomía de su camino de maduración haciéndoles percibir, al mismo tiempo, que estamos presentes, como compañeros fraternos en el camino, que los animan y apoyan en los logros difíciles de su crecimiento.

Al fin y al cabo, nadie es maestro en el amor, todos somos discípulos aprendices a la escucha del Espíritu Santo, que habla e instruye incluso a través de las personas que viven a nuestro lado. Uno nunca ha aprendido lo suficiente para amar. Los más grandes deben saber escuchar a los más pequeños, porque el Espíritu puede servirse de esto. El único maestro del amor humano y cristiano es el Espíritu Santo.

Si lo pensamos bien, nos damos cuenta de que la vida humana tiende a una mejora continua en el amor porque prepara para la vida futura que se caracteriza como plenitud del amor, en la que Dios se nos revelará como caridad (1 Jn 4: 8).

Señor Jesús, que creaste con amor, naciste con amor, serviste con amor, trabajaste con amor, te han honrado con amor, sufriste con amor, moriste de amor, has resucitado con amor, te agradezco por tu amor para mí y para el mundo entero, y todos los días te pido: ¡Enséñame a amar también! Amén.

(Madre Teresa de Calcuta)

El ícono de san Artémides Zatti Con motivo de la ceremonia de canonización de Artémides Zatti, el Papa Francisco y el Rector Mayor fueron galardonados con un ícono del nuevo santo, escrito a mano por Lara Sacco, iconógrafa profesional. El Papa Francisco lo recibió de manos del rector mayor, P. Ángel Fernández Artime sdb, en el ámbito de la audiencia concedida el sábado 8 de octubre, mientras que el domingo 9 fue entregado al padre Ángel como regalo de la Congregación Salesiana. Aquí, en detalle, están los múltiples significados del icono: https://www.infoans.o rg/es/secciones/noticia s/item/16401­rmg­elicono­de­santartemides­zatti­sdb Fuente: ANS

El

Los Inspectores salesianos de Brasil, Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay se reunieron en la Casa de Ejercicios "Jesús Buen Pastor” de Florida (Uruguay), junto con el P. Gabriel Romero, Consejero para la Región América Cono Sur. Al concluir el primer día de encuentro concelebraron la Eucaristía en el Santuario Nacional de la Patrona del Uruguay, la Virgen de los Treinta y Tres, donde fueron recibidos por el Obispo de Florida, Mons. Martín Pérez Scremini. El tema principal que los reunió es la preparación de la Visita en conjunto que se realizará el próximo año en Argentina, además de otros temas propios del trabajo interregional e interinspectorial. Fuente: ANS

SINTONIZANDO CONDONBOSCO DE LARESOTROS
padre Gabriel Romero se reúne con los Inspectores salesianos de la Región América Cono Sur
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¿Cuándo fuiste un extraño y te hospedamos?

Hace un tiempo pude estar en un par de ciudades al norte de México, en la frontera con Estados Unidos. Una de ellas, Tijuana, es de las ciudades con mayor flujo migratorio en el mundo. Muchas cosas me impactaron, entre ellas el famoso muro que separa ambos países, que pude conocer el primer día que llegué. En una parte del mismo, aparecen los nombres de algunas personas que quisieron cruzar soñando con una mejor vida, pero no lo lograron. Este muro es la memoria viva de tantos y tantas que han luchado por un futuro mejor, pero se encontraron ante la imposibilidad de concretarlo. Hay muchos nombres escritos en este muro, que cuando uno está allí lo estremecen. Pero más sacude el corazón cuando esos nombres se vuelven personas reales.

Durante ese mes que estuve en Tijuana, conocí a muchos refugiados que son atendidos en las distintas obras salesianas de allí. Y lo que en un principio para mí eran solo nombres escritos en un muro, pasaron a ser historias con un rostro concreto. Y como para el mundo ellos son anónimos, son unos más dentro de tantos desconocidos, hoy quiero contarles algunas de sus historias para que al menos por aquí se les reconozca su nombre, su identidad, su dignidad.

Ricardo, un mexicano que llegó una noche al albergue con lo puesto: lo habían estafado los “coyotes”, prometiéndole un paso seguro hacia Estados Unidos, pero no hicieron más que robarle su mochila y documentos. Después de pasar tres noches en las calles de Tijuana llegó al albergue donde pudo comunicarse con su familia, bañarse, comer y descansar.

O el caso de Héctor, un cubano que hizo una maratónica travesía desde su tierra natal hasta allí, cruzando por Nicaragua y Guatemala viajando en condiciones infrahumanas, hacinado, hambriento, apretado, oculto. Me acuerdo que me dijo: “Prefiero esperar acá 10 años para cruzar antes que hacer ese viaje de nuevo a Cuba”.

También estaba Juan, un joven mexicano que había intentado saltar el muro varias veces, sin éxito. Hacía varios meses que vivía en el albergue y estaba

buscando trabajo para lograr estabilizarse y, quizás, dejar el sueño americano atrás. Un día llegué y lo encontré todo herido y golpeado. Había intentado cruzar otra vez. Se ve que la utopía de una mejor vida no había desaparecido del todo.

También estaban dos hermanos colombianos, Jonathan y Jeison. Gurises, no tenían más de 22 o 23 años. Compartían la misma sangre y los mismos sueños, con la fuerza interior que les daba el recuerdo de su familia y la meta de darles un mejor futuro. Estuvieron casi un mes en el alber gue hasta que consiguieron una audiencia para ver si podían pasar. No he sabido nada más de ellos.

Hoy mi recuerdo y mi oración es para ellos.

SABORABUENASNOCHES 25
Juan Manuel Fernández sdb
DEL SALESIANOÁRBOL 26
Dra. Lucía Rosa

¿Cuándo llegaste a Montevideo?

Llegué a Montevideo en 2014, con 18 años, para estudiar Medicina. Hasta ahí había hecho toda mi vida en Rivera, en la capital del departamento. Recuerdo que cuando me subí al auto para venir fue un verdadero duelo. En ese momento me di cuenta de que tenía que dejar atrás un montón de cosas, porque no solo dejás tu casa y tu familia, dejás toda tu vida.

¿Con

qué te encontraste cuando llegaste?

Me impactó la ciudad, tuve que aprender cómo moverse y hasta cómo tomar un ómnibus. Esas cosas no las hacía en Rivera porque las distancias son mucho más cortas, nos manejábamos en bicicleta y a pie. También me impactó la gente, que es muy distinta. En el interior somos más cálidos, más de conversar, de estar atentos a las necesidades del otro. A veces en Montevideo eso no es así, detalles como el “buen día” y “buenas tardes'', son cosas que no se ven en lo cotidiano y me chocó.

¿Cómo fue esa emancipación tan temprana?

Es un cambio abrupto, en un momento estaba viviendo con mi familia y al otro día tuve que construir un hogar nuevo sola, enfrentarse a eso es muy difícil. A su vez, adaptarse a la dinámica de la ciudad es complicado. Después, asimilar la facultad, empezar a leer horas y horas, a hacer prácticas y ejercicios, clases extensas, no tener lugar para sentarse por la superpoblación de la Universidad. Me acuerdo que después del primer día que tuve clase pensé “¿ahora qué hago con todo esto?”.

¿Cuáles fueron tus refugios?

Inicialmente fueron mis amigas, sobre todo las que vinimos a estudiar a los 18 años y mi amiga Analía que vivió conmigo. Por otro lado, creo que cometí el “error” de, en los primeros tres años de carrera, no formar parte de ningún grupo salesiano, porque pensaba que si asistía no iba a tener tiempo para estudiar. Empecé a ir al Centro Monseñor Lasagna (CML) en 2016, me hice amiga de la gente y me sumé a un grupo que se llama “Tierra Adentro”, que nuclea a personas que vienen del interior. Fue el grupo que más me ayudó y que me sigue ayudando, somos muy amigos. Ahí compartimos nues tras experiencias desde otra perspectiva, desde lo personal y desde la fe que nos unió. Después también empecé a animar en el oratorio Mamá Margarita, donde estuve hasta 2020. Esos ámbitos me salvaron mucho y me formaron como per sona. Me encontré con gente con la que podía compartir los sentimientos porque los vivían al igual que yo.

¿Qué le dirías a un joven que viene a vivir a Montevideo? Le diría que van a ser bienvenidos a todas las actividades que tenemos en el CML, en especial en Tierra Adentro. También expresarles que es todo un proceso, la vida y el adaptarse cuesta y lleva un trabajo personal. Lo que dificulta un poco es lo abrupto de la situación, pero que poco a poco se van a sentir cómodos. A mí me costó los primeros años de la carrera, no fue fácil sentirme bien en la ciudad y en la facultad. Mi

mayor recomendación es que encuentren lugares donde puedan sentirse acompañados. Que hagan actividades que les gusten, llámese hacer deporte, tocar música, juntarse con amigos, esas cosas no las abandonen. Que vengan sí, que estudien, pero que no se olviden de que hay otras cosas que son más importantes que estudiar, como generar una vida acá, tener vínculos, relaciones sanas, fomentar otras cosas que no son el estudio. A veces sentimos responsabilidad, y sí la tenemos, que todo el esfuerzo de tus padres valga la pena, pero tampoco hay que olvidarse de que hay que ser feliz en todas las partes de la vida, y que sobre todo nuestras familias quieren que seamos felices.

¿En algún momento de todos estos años te quisiste volver? Sí, millones de veces me quise volver. En todo proceso hay crisis, me ponía a pensar, a poner en la balanza las cosas, y bueno, al final siempre valió la pena seguir en Montevideo. Son momentos en los que pasás un poco mal porque extrañás, porque te fue mal en un examen o porque tuviste una pelea con un amigo o una pareja. Y decís: “¿Y si me voy para casa donde sé que va a estar el abrazo fraterno de mis padres?”. En esos momentos hay que descansar, ir a misa o juntarse con amigos.

¿Qué extrañás de tu ciudad? Extraño todo, principalmente mi familia, soy muy familiera, me gusta estar con ellos. Extraño la dinámica de Rivera, no tener que levantarme una hora antes para llegar a trabajar o no tomarme 50 ómnibus para ir a otro lugar. Otra cosa que anhelo es la frontera, nosotros vivimos pegados a Brasil y eso también es parte de mis raíces.

¿Creés que tu vida va a estar en Montevideo o pensás volver en algún momento?

Cuando me adapté pensé que me iba a quedar en la capital para siempre. Pero en el último año de la carrera de Medicina hice el internado, donde roté por Rivera y tuve que volver tres meses. Ahí me picó el bichito de regresar a casa, pasé meses espectaculares y descubrí que me gustaba la Medicina Intensiva. Ahora hay planes de volver, pero de acá en adelan te pueden pasar muchas cosas.

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UNA AMIGAMANO

“… si estos jóvenes hubieran tenido un amigo que se preocupara por ellos, los acompañara y les mostrase el amor de Dios, quien sabe si no se hubieran alejadodeestavidaquellevan…”

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DonBosco(MO)

Según el momento en el año, la llegada al barrio despierta especialmente distintos sentidos. El invierno cala hondo cuando uno llega al barrio, el afluente del Miguelete llena de una helada niebla las cuadras en la vuelta. El verano hace que el barrio te reciba con olores, los criaderos de chanchos al servicio de alguna familia (o el narcotráfico para la desaparición de algún cuerpo), la basura y las aguas servidas con su hedor particular, algún perro en descomposición. ¡Pero la gente vive mejor en verano! El rancho y las ropas se encuentran secos, la necesidad de algo caliente en las tripas cambia.

Hace algún tiempo la música también nos recibía bien fuerte, como para no dejar escuchar alguna cosa, adormecer tal vez algún pensamien to. Seguro provocar una sensación de alegría. Ahora se escucha menos.

En todo momento, las madres acarreando niños y niñas hacia las escuelas, los suyos y alguno que no. Las paradas llenas de trabajadores, el carrito de caballo arrancando temprano. Gente del barrio organizada en cooperativa, se encuentran en el paisaje limpiando las mismas calles a diario, luchando contra los basureros endémicos.

Los lunes llegamos con la escucha especialmente pronta, porque los fines de semana con las instituciones cerradas, suele suceder alguna

desgracia de singular peso en el barrio, aunque cada vez importa menos el horario y días de los enfrentamientos armados.

La policía forma parte del paisaje, de a ratos, cuando la cosa se caldea en los medios. Nos paran frecuentemente, viéndonos salir de la institución de la esquina en la que estacionan. También a algunos varones adolescentes que van a estudiar los paran a diario, todo el tiempo, en cada oportunidad.

¡Cuántas naturalizaciones podemos hacer y cómo nos acostumbramos a ver, sentir, oler, aguantar! Es necesario, son mecanismos de defensas que incorporamos para poder sostener el tiempo y espacio en el que se desarrollan nuestras vidas cotidianas.

Quienes trabajamos aquí estamos comprometidos con esta realidad, luchamos por una realidad más justa, y debemos hacer otro aporte, salirnos del paisaje y nombrar, analizar, reclamar, lo hacemos a diario en nuestras intervenciones, pero un poco más, llegar a otros, a ustedes por ejemplo.

ALGUNOS DERECHOS TORCIDOS

La crisis se hace sentir. Algunas familias volvieron a la informalidad, los que nunca alcanzaron tal cosa, siguen en la miseria y sobreviven de la mendicidad. Las ollas populares al tope.

Cacho

"En mis dolores tu amor es para siempre" Padre

Las madres piden trabajo. “Yo sé que si consigo trabajo esto se acomoda, voy a tener por qué levantarme a diario. Necesito trabajar para sentirme bien”, nos decía una madre de dos adolescentes del proyecto, con claros signos de depresión.

Adolescentes y jóvenes también piden empleo, quieren ganarse sus cosas. Las familias quieren que sus hijos terminen de estudiar porque saben que de eso depende tener una mejor opción. Ingresar al cuartel para algunos varones es la opción de empleabilidad que encuentran, lejos de sentir vocación.

No hay una política de empleo nacional ante la crisis.

El Plan Juntos ha dado respuesta habitacional a varias familias de la zona desde el 2017. Este año familias quedaron afuera por metros del territorio fijado por el Ministerio. Algunas se encuentran en viviendas de emergencia de Un Techo, desde hace trece años, cuando estaban previstas durar unos seis años. Los palos, chapones de compensado que son las paredes y pisos de esas viviendas están podridos. Siguen sin tener baño, con una sanitaria precaria que provoca que convivan con sus eliminaciones corporales al lado de esa construcción. No tienen ducha. Otras familias siguen en ranchos de chapa, con piso de tierra, con un poco más de espacio, pero en similares condiciones de

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higiene, y con peores condiciones de abrigo. La chapa congela en invierno, las aberturas suelen estar rotas y cala el frío, el viento y la lluvia. En verano es insoportable estar adentro.

No existe respuesta para ellos. Como práctica de violencia comunitaria “Le comieron la casa” es como escuchamos la narración donde alguna banda se quedó con la vivienda de una familia. Como en el juego de Monopoly, pero real. Con las implicancias que trae quedarse en la calle. Si tu casa está ubicada en un lugar estratégico es suficiente, no hace falta la excusa de conflicto. La respuesta en estos casos es para quienes están dispuestos a hacer una denuncia, con los riesgos que ello tiene.

Como fenómenos nuevos vinculados a la salud mental nos encontramos con adolescentes que presentan pánico de salir de sus casas y delirios persecutorios. Como constantes depresión, con intentos de autoeliminación, trastornos de la personalidad, déficit atencional, problemas en el aprendizaje, entre otros. Las derivaciones que podemos realizar para su atención tienen meses de espera. Cuando la reciben no es suficiente. Nadie puede hacer un proceso terapéutico recibiendo consulta una vez al mes.

Muchos de los enfrentamientos armados han sido en la esquina de Saravia y Enrique Castro, donde se encuentra la Policlínica Misurraco. Es evidente que el personal del centro de salud tome medidas de protección. Pero se ha restringido el horario de atención y cierran cada vez que hay tiroteos.

Es otro tipo de violencia a la que estos ciudadanos se enfrentan, que quedan sin atención sanitaria y medicación.

Ahora bien, cuando se repliega la Policlínica, es el Estado el que lo hace. Entonces surge una paradoja: ¿qué queda por hacer a las organizaciones civiles que quedamos en la zona trabajando luego de esos enfrentamientos cuando es el mismo Estado el que cierra y se retira estando presente a ocho cuadras la comisaría 17?

REACCIONANDO AL DOLOR

El 5 de agosto asesinan a dos personas en un enfrentamiento de bandas. Una de ellas madre de cuatro niños con edades entre 2 y 11 años. El otro un joven trabajador, que hacía pocos días se había mudado a la zona. Vecinos del barrio se reunieron en protesta ante la inseguridad y la impunidad.

Al lunes siguiente, junto a los familiares de una de las víctimas, las organizaciones del barrio resolvimos convocar a otros barrios que padecen situaciones similares para descontextualizar estos hechos y realizar una marcha silenciosa en el barrio pidiendo justicia por estas víctimas, bajo la consigna La Vida Vale.

El 5 de octubre volvimos a marchar por 18 de julio entregando en presidencia una carta que solicita una atención especial sobre esta realidad. Hasta el momento no ha habido reuniones con autoridades.

NOS ARDE EL CORAZÓN

Despertar a la consciencia de esta realidad es doloroso, implica reco­

nocer que como sociedad hay cosas que estamos haciendo mal. Que el discurso de la meritocracia ha calado hondo, y no es posible mirar a los ojos a alguien que siento totalmente ajeno a mi realidad y que creo que vive esa situación porque la elige o no hace lo suficiente para salir de allí. Y no es así. Los que trabajamos en estas zonas vemos el sufrimiento. Constatamos las luchas que atraviesan a diario estos sujetos para tener alguna perspectiva a futuro. Escuchamos sus narraciones de terror ante la violencia comunitaria, y sus desalientos ante violencias estructurales e institucionales. Totalmente naturalizadas estas últimas. No así los enfrentamientos con metralletas a las que no se acostumbran los vecinos, y por suerte tampoco nosotros.

El derrame de abundancia no llega a estas zonas. Hay crecimiento económico en nuestro país sin distribución de la riqueza. Aumento de la pobre za.

¿Cómo podemos asegurar para estos ciudadanos que nacen y se desarrollan en estos contextos, condiciones para que tengan otras aspiraciones plausibles de concreción si no aseguramos unos mínimos en cuanto a ingresos, vivienda, salud, educación?

Esta realidad es de todos, porque formamos parte de este sistema social, y naturalizamos algunas consecuencias.

Como cristianos no podemos aceptar la pobreza como dato, porque Dios no quiere que nadie viva en la miseria, porque es deshumanizante, indigno, inhumano.

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