Somos misión - Boletín Salesiano Abril 2022

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URUGUAY / Cuarta época / Año XLIII / Nº 2 / Abril 2022 / www.issuu.com/bsuru


o i r a m u s

PÁG 4. ¡SÍ, HAY ALGO NUEVO BAJO EL SOL!

Martín Silva desde su misión en Ecuador “Esto es lo que quiero para mi vida”

PÁG 7. SINTONIZANDO CON DON BOSCO

Don Ángel Fernández Artime sdb “Entre el dolor y la esperanza”

PÁG 3. CARTA DEL DIRECTOR La misión lo transforma todo

PÁG 8. TODO POR AMOR CON TODO EL CORAZÓN

Gimena Buffa y María Victorina Hamilton

PÁG 10. PÁG 11. ME GUSTA, COMENTO, COMPARTO

Hna. Cecilia Gayo “Regalar juntos la Vida”

FAMILIA EN OBRA

P. Francisco Lezama sdb “Educadores y obras con ADN misionero”

PÁG 24. SINTONIZANDO CON DON BOSCO

Sor Chiara Cazzuola hma “La misión en el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora”

PÁG 16. CON NOMBRE Y APELLIDO

PÁG 12. VALE LA PENA VIVIR ASÍ

María José Solari Pisano “Hay tierras de misión por todos lados”

P. Martín Lasarte sdb “Precisamos encontrar ese momento único y oportuno para la declaración de amor divina”

PÁG 20. AQUÍ Y AHORA

Un constante salir

PÁG 25. SABOR A BUENAS NOCHES

Juan Manuel Fernández sdb “Encauzar, no estancar”

PÁG 26.

PÁG 28.

DEL ÁRBOL SALESIANO

Pamela Dávila Lo “¡asombroso!” de Dios en su vida y misión

UNA MANO AMIGA

PÁG 31. GALERÍA DE INSTAGRAM

La misión del Paiva: “Que los gurises vayan tras sus sueños”

Boletín Salesiano Revista de información sobre la Familia Salesiana y de cultura religiosa Director: P. Sebastián Ferreyra sdb Redactora Jefa: Adriana Porteiro

Diseño: gustavo@tanganika.com.uy Impresión: Mosca

Columnistas: Juan Manuel Fernández sdb, Hna. Cecilia Gayo hma y P. Francisco Lezama sdb. Equipo de redacción y responsables de secciones: P. Daniel Bernardoni sdb, Hna. María Baffundo hma, Lic. Natalia Roba, Lic. Marcelo Hernández, Lic. Selene Cardarello, Nahuel Durand, Nicolás Vilche y Ana Inés Rodríguez.

Departamento Comercial: Luis Gómez E­mail: boletinsalesianouruguay@gmail.com Celular: 092 432 286

Fotografía: Sofía Cayota, Nahuel Durand, de ANS, Pixabay y fotos de archivo. Corrección: Graciela Rodríguez

Dirección, redacción y administración: Av. Agraciada 3181 CP 11800, Montevideo; tel. 2209 4521 Sitio web: www.issuu.com/bsuru Email: boletinsalesianouruguay@gmail.com Afiliado a la Cámara Uruguaya del Libro. / Depósito Legal: 366.191

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P. Sebastián Ferreyra sdb

CARTADELDIRECTOR

LA MISIÓN LO TRANSFORMA TODO Hace muchos años que conozco y he compartido la vida con misioneros, sobre todo jóvenes que han decidido ofrecer un tiempo de sus vidas al servicio de la misión. He visto sus rostros, he fijado la mirada en sus ojos, tan lumi­ nosos, tan llenos de vida, de esperanza, de generosidad. Es que en definitiva la misión lo transforma todo… Es allí donde encontré mi vocación de salesiano, consagrado y sacerdote y donde tantas y tantos se han dejado transfor­ mar en el encuentro con los demás y con Dios. Una vez experimentado este don de sabernos y reconocernos misioneros no podemos mirar atrás y toda la vida se trans­ forma. Ser misionero lo trasciende todo, no se agota en una acción o en una actividad, ni siquiera en un apostolado; es el modo de ser cristiano, es ser más auténticamente cris­ tiano. Solo en la apertura existencial y continua al mundo, en la generosidad de lo que somos, en el encuentro con la realidad que atraviesa a cada uno y cada una para com­ partir el don más hermoso, el del Evangelio, es que somos quienes estamos llamados a ser por el Dios de la vida y se despliegan nuestras vidas fecundamente. Ser misionero es gozo de comunión que compartimos. Nos lo recuerda el Papa Francisco en la Exhortación apostólica sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual: «Cuan­ do la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y perma­ nente. Muchos caen en él y se convierten en seres resenti­ dos, quejosos, sin vida. Esa no es la opción de una vida digna y plena, ese no es el deseo de Dios para nosotros, esa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado» (EG, 2).

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Que en este Boletín Salesiano podamos todos y todas, hacer crecer el don misionero que habita cada corazón, capaz de amar, de servir, de ir al encuentro de aquellos más necesitan de nosotros y de Dios.

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¡SÍ,HAYALGONUEVO BAJOELSOL!

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Martín Silva, desde su misión en Ecuador

“Esto es lo que quiero para mi vida” La vida misionada implica muchos cambios, adaptarse a nuevas realidades y encuentros. Dar lo mejor de sí para los demás. Hace dos meses que Martín Silva está en Esmeral­ das, Ecuador, viviendo una experiencia de misión de un año, con niños y niñas que se encuentra todos los días en el pro­ yecto frente a la puerta de su casa. Con una mezcla de acen­ tos, de a ratos uruguayo, de a ratos ecuatoriano, cuenta su experiencia de misión, los aprendizajes y los desafíos con los que se va encontrando.

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¿Cómo inició tu vínculo con el Voluntariado Misionero Salesiano (VMS) ? El primer contacto fue con Andrea Martínez, Secretaria de Pastoral de Maturana cuando yo era alumno. Recuerdo tener varias charlas con ella porque había hecho la experien­ cia. En tercero y cuarto de secunda­ ria tuve mis primeras experiencias de misión, y fueron muy fuertes. Además coincidió que en la de cuarto el Pampa (Juan Pablo Reyes) estaba preparándose para irse de misión. Entonces ahí empecé a cuestionarme la idea de la vida misionada y formar parte del VMS. ¿Los testimonios de quienes ya se habían ido de misión te ayudaron en tu discernimiento? El testimonio de quien ya hizo la experiencia de misión es fundamen­ tal, tanto para quien se está por ir de misión, quien está de misión y quien ya se fue de misión. Porque es compartirse a sí mismo, algo sagra­ do de la persona. Además cada misionero cuenta su experiencia “a corazón abierto” y con los senti­ mientos a flor de piel; y no importa el tiempo que pase, el testimonio misionero de cada uno sigue latien­ do. Sin duda que los testimonios son algo que me marcan. En parte estoy aquí por hablar con otras personas, por escuchar. Es en esas charlas que uno se proyecta, aclara dudas, y busca juntarse con alguien que haya hecho la experiencia para contagiarse, para ir a más. ¿Cómo fue tu discernimiento para dar el "sí" e irte de misión? El dar el “sí” es una afirmación y es tomar una decisión. El “sí” que el misionero da, el que di yo, es por­ que en el proceso de discernimiento en el VMS pudo reconocer y elegir 6

el llamado que Dios tiene para cada uno. Creo que esas son dos palabras claves: reconocer y elegir. Irme de misión fue una decisión que tomé bastante tranquilo y seguro, por eso la parte previa la viví así también. Estaba tranquilo porque estoy segu­ ro de la decisión que tomé, porque esto es lo que quiero para mi vida. ¿En qué consiste la misión que estás haciendo? Dar mi tiempo, lo mejor posible de mí y poner a Dios en el centro en cada decisión que tome. Esos creo que son los cimientos para que la misión funcione y de ahí se des­ prenden varias cosas. Se desprende que en el dar tengo que darme un tiempo para mí, un momento perso­ nal, para rezar, para encontrarme con Dios; otro momento para hacer comunidad, encontrarme con los voluntarios, con los salesianos; y después el encuentro con los jóve­ nes y niños del proyecto. Ellos son con los que más me gusta pasar el tiempo, y la misión tiene sentido por ellos. ¿Qué cosas son las que extrañás de Uruguay? Sin duda los vínculos, el encuentro con el otro. Juntarme en un asado familiar, o con amigos, el oratorio, la

gente con la que solía pasar el tiem­ po. También, como en Ecuador se vive otro ritmo, uno se desconecta del país y cada tanto te acordás de algunas cosas y extrañás un poco. Ciertas tradiciones: hablar de fútbol, tomar mate, son cosas que estaban en tu día a día y ya no están. Ade­ más la convivencia es lo que más me está costando en este momento porque estoy viviendo el choque cultural. Darme cuenta que vengo de otro país, otra cultura, otra edu­ cación, otra manera de ser, y eso se refleja en el día a día de la conviven­ cia. ¿Qué cosas estás aprendiendo de la experiencia? He aprendido a conocerme, si bien estoy con una comunidad, la sole­ dad está. El ser “sapo de otro pozo”, ser un uruguayo entre ecuatorianos, a veces provoca que no entiendan lo que uno está viviendo, que uno se fue de su tierra. Pero en ese sentirse solo, aprendí a conocerme y a encontrarme de formas distintas a las que estaba habituado en Uru­ guay. Por otro lado emerge una nueva forma de ser con los demás: nuevas formas de convivir, de char­ lar, de ser con los otros, de acercar­ me a los niños, otros tipos de comentarios, de chistes.


Rector Mayor Don Ángel Fernández Artime sdb

Mis queridos/as amigos y amigas: Cuando les estoy escribiendo estas líneas todos los medios de comunica­ ción del mundo están dando, minuto a minuto, casi en línea directa, noti­ cias de la terrible guerra que está teniendo lugar en Ucrania. Yo estoy convencido de que la gran mayoría del pueblo ruso no quiere hacer el mal a nadie. Pienso que la mayoría coincidimos en calificar de terrible, jamás imaginado, increíble en el siglo XXI, de total locura, de auténtico genocidio lo que está sucediendo en esa bendita tierra. Pensar en cómo nos sentiríamos nosotros si lo estu­ viéramos viviendo supongo que nos llena de tristeza y nos estremece. Una vez más el mal hace ruido, des­ truye cosas y personas, trae muerte, sesga vidas humanas, fractura fami­ lias… El bien, tanto bien y tanta solidaridad que estamos viendo al mismo tiempo que caen los cohetes y los proyectiles de largo alcance, es un bien silencioso, intenta mitigar el dolor, secar las lágrimas, dar calor humano. Porque también el corazón humano es así. En situaciones como estas vemos lo peor de la condición humana y tam­ bién lo más hermoso del corazón del ser humano. Estamos viendo en directo otro Getsemaní y Calvario. Confiemos en ver también la “Resu­ rrección” de este pueblo y de estas gentes. Lo mismo aconteció en la “primera Semana Santa de la historia”, con la traición a Jesús, con su soledad y abandono, con su traición y dolor, con su condena a muerte, con el silencio y la radical soledad (salvo su madre y el discípulo Amado). Y Dios pronunció la última Palabra con la Resurrección, con la Vida­Otra. En este tiempo de Pascua que vivire­ mos no sé qué es lo que sucederá con la guerra en Ucrania. Estoy escri­

biendo con antela­ ción y cada día puede ser algo muy diverso. Confío en que con la razonabilidad, y la presión de casi todas las naciones, y con la fuerza de la solidaridad humana y la Fe y la oración, venga la Paz. Me da paz saber que las casas sale­ sianas de la frontera entre Polonia y Ucrania tienen todas sus puertas abiertas para acoger a desplazados a causa de la guerra. A decenas de madres con sus hijos se les han ofrecido habitaciones y lugares para vivir con dignidad, comida, y aseo. Y esa solidaridad está llegando a otras naciones y también a otras muchas presencias salesianas. De todo el mundo salesiano, de todas las Inspectorías llegan pequeñas o grandes ayudas según sus posibilida­ des. Se han encauzado el envío de medicinas, y también dinero desde los más diversos lugares, no para los salesianos, sino para que, siendo mediación, lleguemos a los más recónditos lugares llevando ayuda a la gente que lo necesita. Y solo es un granito de arena, pero somos dece­

nas de miles las perso­ nas e instituciones que estamos sumando. De esto se trata. No hay ruido. No hay noticias publicitarias. Hay senci­ llez y solidaridad. Es tiempo de pasar del Getsemaní y el Calvario a la esperanza y la fuerza de la Resurrec­ ción. Le pido al Señor de la Vida en la oración que nos ayude a entrar en razón. En especial a quienes han comenzado esta tragedia. Le pido que la Paz venza. Le pido que los corazones llenos de Humanidad no callen. Hagamos lo que cada uno podamos, queridos amigos y amigas. Sumemos esfuerzos con la palabra, con las manos que ayudan, y con la oración. Que el Señor resucitado nos llene de su Fuerza y su Paz.

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Tiene 21 años. Estudia la carrera de Contador Público en la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas. Desde hace 4 años vive en Montevideo por sus estudios, pero es oriunda de Mercedes. ¿Qué te hace feliz? Varias cosas, pero entre mi top 3: compartir tiempo con mi familia, estar entre los jóvenes y correr carre­ ras de autos. ¿Qué cosas te cuesta perdonar? Las mentiras. ¿Cuál es tu primer pensamiento al encarar un nuevo día? Intento que sea positivo, hay veces que cuesta, pero estoy convencida de que se arranca mejor el día si se piensa positivo. ¿Cuál es tu mayor miedo? Sentir que Dios no es el centro de mi vida y que entonces mi entrega sea pensando en mí y no en el otro. Si tuvieras que elegir un acontecimiento que te mar­ có, ¿cuál sería? Tengo varios acontecimientos de vivencia fuerte, pero creo que elijo mi primera misión con el Voluntariado Misionero Salesiano (VMS). ¿Qué hacés con todo el corazón en tu vida? Dar mi tiempo a quien lo necesita.

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¿A quién admirás? A Don Bosco. Si pudiera volvería a… Al 2018 y viviría todo lo que viví de nuevo, fue un año muy feliz y de muchos cambios para mí. Qué bueno que decidí… Entrar al Voluntariado, sin duda de las mejores decisiones que he tomado. El amor es… La mayor fuerza que mueve al mundo y, como dice el aguinal­ do 2022, hay que hacer todo por amor. ¡Qué necesario es poner esto en práctica en un mundo que hay veces que odia más de lo que ama! ¿Cómo describirías la misión salesiana en Uruguay? Desde los cinco años formo parte de la Familia Salesiana, y para mí es justamente eso, es familia, es casa, en especial para los jóvenes. Yo creo que la misión es seguir siendo esa casa y familia para tantos jóvenes. ¿Qué significa el VMS para tu vida? Es un pilar fundamental en mi vida, es motor de muchas cosas, es familia, es hogar. ¿Qué experiencia misionando o del VMS te marcó especial­ mente? Sin duda que la primera misión que tuve con el VMS, en enero del 2020, en Maldonado Nuevo. Esta experiencia de 15 días fue la puerta de entrada a poder plantearme metas, a poder discernir la vida y mi vocación, también a soñar con convertir mi vida en misión.


Tiene 62 años. Es Asistente Social jubilada. Vive en Rivera con su madre y hermana. ¿Qué te hace feliz? Estar con la gente. Hablar y escuchar. Reír. Sentir que puedo compartir. ¿Qué cosas te cuesta perdonar? Todo tipo de injusticias, la falta de ética y la hipocresía. ¿Qué momento del día te agrada más? El amanecer es el momento del día que más me agrada. Me genera fuerza y alegría. ¿Cuál es tu mayor miedo? Me genera miedo la indiferencia, la frivolidad, la violencia generada en nuestras relaciones y la falta de códigos de las conductas sociales. La falta de cuidado de nuestra casa la Tierra. El consumismo y la falta de amor. Si tuvieras que elegir un acontecimiento que te marcó, ¿cuál sería? Mis maternidades, dos hijas regaladas por Dios. El aprendi­ zaje de saber dar y amar sin límites. Mi madre generosa y sencilla me sirve de ejemplo.

¿Qué te dejan para tu vida los ambientes salesianos? Promueven mi compromiso de cristiana. Me acercan a niños y jóvenes excluidos y sin derechos con quienes me da alegría compartir. Muy disfrutable también el sentido de familia que es un rasgo particular de los salesianos. ¿Qué hacés con todo el corazón en tu vida? Intento ponerle el corazón a todo lo que hago, sobre todo a las cosas que me agradan. Si pudiera volvería a… Mi infancia. Una etapa vivida en un hogar humilde, con mucho cariño, alegría y apertura, en un pueblito del interior de Tacuarembó, mi Paso del Cerro querido. Qué bueno que decidí… Ser honesta, trabajar con los demás y analizarme para conocerme y crecer. Criticar y arriesgar. El amor es… Servicial, perdona y libera. Tolerante y respetuoso. No domina ni explota. ¿Cuál sentís que es tu misión? Ser una mujer fraterna y servicial. Aportar a los cambios para mejorar la vida y derechos de todas y todos. ¿Qué significa para ti ser parte de la Comisión Inspecto­ rial de Animación Misionera? Una oportunidad de crecimiento personal y una respon­ sabilidad como cristiana. Un desafío grande para rezar y pensar, para que todas las presencias salesianas del país, independientemente de su perfil, mantengan el espíritu misionero y anuncien con su ejemplo el espíritu de Jesús. 9


FAMILIAENOBRA

Educadores y obras con ADN misionero ¿Cómo es el corazón de un misionero? Hace unos años junto a animadores de la Juventud Misionera Salesiana nos hicimos esta pregunta, y llegamos a tres características que, sin preten­ sión de ser exhaustivas, le daban concreción a nuestra identidad: el corazón misionero es profundo, es austero, es disponible. Lo de profundo tiene que ver con una manera de mirar la realidad y de la vida con sentido crítico, y evitando las lecturas simplificadoras, especialmen­ te de las situaciones que más golpean: la injusticia, la opresión, la falta de sentido de vida. Sobre todo, la profun­ didad tiene que ver con una lectura intensamente creyente, con una actitud de escucha y discernimiento, en diálogo cotidiano con el Creador. El corazón misionero es austero, y eso no tiene que ver en primer lugar con las incomodidades más o menos sentidas en una experiencia de seis días en una misión de fin de año. En el fondo nos remite a esa felicidad que anunció el Maestro a los pobres de espíritu, a quienes se reconocen necesitados, a quienes no ponen expectativas en los lujos ni en el 10

bienestar material. Por último, la disponibilidad misionera tiene que ver con la flexibilidad (esa tan olvidada característica del espíritu salesiano), y con una mirada que no reconoce límites para la entrega ni fronteras ni ningún tipo de condición que impida llegar a los preferidos de Jesús. Es una disponibilidad que pide también una actitud de desprendi­ miento: ningún apego debe ser obs­ táculo para moverse en la dirección que el Espíritu sople. Estas características del corazón misionero no son fruto de una deci­ sión nuestra: son un regalo de Dios que está inscrito en nuestro mismo ADN, en nuestra vocación salesiana. Y particularmente aquí en Uruguay, nuestra presencia ha tenido desde el principio este sello. Lo sabemos bien: el espíritu salesiano llegó de la mano de las primeras generaciones de misioneros y misioneras que atravesa­ ron el océano resueltos a hacer uru­ guayo el carisma. Pero una vez aquí, el ADN misionero se manifestó en comu­ nidades siempre mirando más allá de sus propios muros, y es así que desde las casas de Villa Colón se generó una

ola expansiva que, a través de un “vasto movimiento” de personas, llegó hasta rincones impensados del territorio oriental. Este ADN misionero del Uruguay salesiano se manifestó y se manifiesta en un corazón sin fronteras: con una mirada fraterna universal, seguimos amando el gran campo de Dios, y desde la Patagonia hasta Angola, desde Ecuador hasta Ucrania, quere­ mos seguir siendo signos de la desbor­ dante generosidad de Dios. Hoy nuestras obras pueden ser fieles a nuestro ADN ejercitando y poniendo a trabajar nuestro corazón misionero: comunidades profundas, austeras, disponibles, creativas y flexibles para amar sin fronteras.

P. Francisco Lezama sdb Vicario Inspectorial y Delegado de Pastoral Juvenil


MEGUSTACOMENTOCOMPARTO

En 1875, en una carta que escribe Madre Mazzarello a Don Juan Cagliero, que ya se encontraba en las misiones de América, expresa: “Preparen una casa muy grande para nosotras, ya que las educandas también quieren hacer­ se misioneras”. Era tal el entusiasmo que se vivía en Mornese por par r a las misiones que las hermanas se lo contagiaban a las niñas, y ellas tam­ bién querían ir. En 1886 Don Bosco ene un sueño misionero: se encontraba solo en un cerro cuando una gran can dad de jóvenes se acercó a él. Luego llegó una pastorcita que le preguntó a Don Bosco qué veía a lo lejos. Él no dis n­ guía más que montañas, mares y colinas, pero los jóvenes en torno a él lograron ver más allá: “Veo un cartel que dice Valparaíso”, “Yo uno que dice San ago”. Lo mismo sucedió al mirar al lado opuesto. Don Bosco no veía más que mares y montañas, pero los jóve­ nes exclamaron “¡Pekín!”. Entonces la pastorcita le dijo a Don Bosco: “Ahora

ra una línea desde una extremidad a la otra, desde Pekín a San ago, haz centro en el corazón de África y ten­ drás una idea exacta de cuánto deben hacer los Salesianos”. En ambos relatos los jóvenes y las misiones se encuentran muy interco­ nectados. Solo gracias a los jóvenes Don Bosco es capaz de ver más allá del horizonte, vislumbrando nuevos des nos; y las niñas de Mornese estaban dispuestas a atravesar ese “mar inmenso” con tal de acompañar a las hermanas en las misiones. Desde el origen los jóvenes estuvieron implicados en la dimensión misionera del carisma, ¿cómo vivimos esto en el presente? Le pregunto a los educado­ res y adultos referentes: ¿involucra­ mos a los jóvenes en la misión? Tanto en esas misiones “chiquitas” y co dia­ nas, como en aquellas de una semana, o en posibles proyectos más amplios. No me refiero solo a que par cipen de las ac vidades, como meros des na­

tarios de lo que noso­ tros plani­ ficamos, me refiero a darles espacio para Hna. Cecilia Gayo HMA discernir y proyec­ tar juntos. ¿Cómo podemos acercar­ nos, preguntarles e involucrarlos? A los jóvenes les pregunto: ¿qué misiones sueñan? ¿Cómo se proyectan regalando Vida? ¿Qué caminos posi­ bles ven? ¿Qué les sopla el Espíritu en lo secreto del corazón? Apartémonos del camino del “siempre se hizo así”, inventemos nuevos espa­ cios para discernir juntos, y para entregar la vida juntos, allí donde ella clama.

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VALELAPENAVIVIRASÍ

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María José Solari Pisano

Hay tierras de misión por todos lados

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María José Solari Pisano transitó distintas etapas y experiencias misioneras a lo largo de su vida. Caminó y se formó como persona, conjugó su vocación con la misión, creció como profesional y se encontró en dis­ tintos sitios. Hace 22 años integra el Voluntariado Juvenil Salesiano (VMS) y, desde el 2020, forma parte de la Comisión Inspectorial de Animación Misionera (CIAM). A su vez es profesora y catequista en el Colegio Pío IX, y tam­ bién se desempeña como docente en el Liceo N° 9. Hoy, con 47 años, encuentra en su tierra de Melilla un lugar más de misión, donde acompaña y es acompa­ ñada por su familia. Desde allí reflexionó sobre la vocación misionera y compartió vivencias. ¿Qué es misión para vos? La misión es caminar, salir y sobre todo encuentro que transforma; por eso creo que es muy importante descu­ brirnos en misión como cristianos y bautizados que somos, desde ahí es nuestro primer envío a vivir en el mundo siguiendo a Jesús. Hay tierras de misión por todos lados. La misión es una hermosa experiencia de libertad, de diálogo entre la voluntad de Dios y la mía, y también de diálogo con una comunidad que me acompaña en el discernimiento. ¿Hay alguna experiencia que te haya marcado especial­ mente? No sé cuál elegir, pero me quedo con algo del Paiva, la experiencia de ser casa, con otros y una casa sencilla, de acompañar a los chiquilines en casi todas las cosas que hacían día a día: los Buenos días, el trabajo, los almuerzos y cenas, las Buenas noches, el campeonato de fútbol y los paseos y, por supuesto, el estudio. La misión en el Paiva fue “24/7” como dicen los gurises, fue una experiencia intensa y hermosa. Estudiar con ellos estaba buenísimo porque era muy desafiante, buscar cómo conectarnos con ellos. y desde el vínculo que se generaba se abrían otras puertas, el placer de comprender las cosas, reírnos mucho. Más de una vez le comenté a mis compañeros Pía o Guille: “¡Qué privilegio estar acá!”. También estuviste misionando en Angola, ¿qué recordás de esos dos años? Fue un regalo grande de Dios, recuerdo y lo tengo siem­ pre muy presente lo importante que es “ir de dos en dos”: la experiencia de vivir con otros voluntarios, de ser comunidad. Ese año desde Uruguay fuimos con Flavia Ferreyra. La experiencia me abrió la cabeza y el corazón, aprendí mucho de los otros y de mí misma. Recuerdo que a las 22 horas se apagaba el generador, y ahí no había más energía, recuerdo la eucaristía con las mamás y la comunidad a las 6.30 de la mañana, la escuela Don Bosco, las maestras, y también recuerdo el no entender cosas, o sentirme impotente frente a algunas realidades. 14

¿Qué enseñanzas te han dejado las experiencias de misión? Muchas!!! mi vida se fue transformado y «definiendo » desde ellas. Aprendí a entrar despacio a los lugares, a mirar mucho, y que el lugar a donde vamos siempre es tierra sagrada. La escucha es fundamental porque desde allí se construye. Descubrí lo grande que es Dios, su amor y providencia presente siempre; que tengo hermanos y hermanas en muchos lugares. Aprendí y y disfruté mucho del trabajar en comunidad, poniendo al servicio lo que cada uno es, y también a ser clara y a confrontar las ideas, a jugarme por lo que consideraba justo y no callarme frente a situaciones que merecían ser tratadas por la comunidad. Creo que los misioneros vamos a sumar vida, a compartir con sencillez, a aliviar algunos dolores, a celebrar que nos tenemos unos a otros, y todo eso ensan­ cha el corazón. En estas experiencias fui aprendiendo a


amar y dejarme Amar por Dios. Donde sin duda es muy importante dar, estar disponible y también dejarse cuidar por la comunidad a la que vamos… ¿Cómo te acompañó tu familia en tu camino misionero? Con mi familia siempre estuvimos muy juntos, me acom­ pañaron siempre. Mi madre más desde el diálogo, sus preguntas, oraciones y preocupaciones. Mi padre acep­ tando y viendo que eso de las misiones me hacía feliz. Recuerdo que en el segundo año que fui a Angola se despidió, me agarró la cruz y me dijo: “Agarrate fuerte de la cruz”, eso me quedó marcado significativamente, una y otra vez vuelvo a esa experiencia de agarrarme de la cruz. ¿Cuáles son las tierras de misión en las que actualmente te encontrás? Me descubro de misión en las cosas concretas de la coti­ dianeidad. Mi vida misionera no la puedo separar de la familia, de lo cotidiano y del trabajo. Las tierras de misión actualmente tienen que ver con mi casa, en Melilla, acom­ pañar y estar con mi familia. Es una etapa de mucho disfrute y de vínculos familiares que alimentan mi ser misionera. Otro campo de misión es el Colegio Pío, allí me

siento como en casa, hoy se nos presentan nuevos desa­ fíos en cuanto a sembrar entre los niños, adolescentes y educadores la buena noticia de Jesús; apostar y confiar en las personas, trabajar en equipo, animarnos a innovar, acompañar la vida de los gurises, celebrar. Y otra tierra hermosa es el Liceo 9 de Colón donde soy docente, es un lugar de búsquedas y de diálogos, de marchas y contra­ marchas, pero sobre todo una tierra fértil para cultivar vínculos más sanos, más humanos, para acompañar a los gurises en distintos aspectos, hay mucha sed de escucha, de buen humor y también de aprendizajes. Otras de mis tierras de misión es sin duda el VMS, y desde hace dos años soy parte de la CIAM, que intenta acompañar y animar la dimensión misionera de las casas. ¿Qué le dirías a un joven que se va de misión por prime­ ra vez? Le diría que disfrute, que esté abierto, que escuche y mire bien antes de hablar, dos cosas que a mí me costaron. Que se comparta con sencillez y alegría, porque lo que tenemos es un tesoro que no lo podemos guardar ni callar: la amistad con Jesús. Le diría que ame a la gente del lugar, y sin duda que se agarre de la Auxiliadora y de la Cruz. 15


CONNOMBREYAPELLIDO

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P. Martín Lasarte sdb

Precisamos encontrar ese momento único y oportuno para la declaración de amor divina “Cuando reducimos el cristianismo a una simple acción social o cultural lo transformamos en una pieza de museo, en una vaga filantropía”, afirma el P. Martín Lasarte sdb entrevistado por el BS. El Padre Lasarte es un salesiano uruguayo quien antes de plantearse el sacerdocio ya anhelaba servir como misionero y, en el año 1990, siendo diácono, finalmente recaló en Angola. Un año después fue ordenado sacerdote. Sin embargo, su servicio no se circunscribió solo a África, sino que la Congregación le encargó diversas responsabilidades (en los Dicasterios de Comunicación Social y Pastoral Juvenil, en la Comisión de Derechos Humanos y como Vicario del Superior salesiano de Angola), lo que le permitió tomar contacto con “algo hermoso sobre nuestra fe católica” que “es la universalidad”. Desde el 2020 es Superior de la Visitaduría de Angola y desde 2015 miembro del Dicasterio para las Misiones. En esta entrevista reflexiona sobre la esencia del misionero y los desafíos misioneros de la Congregación, repasa sus ricas experiencias a lo largo y ancho del mundo, y confiesa su firme deseo de culminar su vida convirtiéndose en tierra africana, aunque está dispuesto a crecer donde Dios lo “plante”.

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¿Cuál es la esencia de un misionero? La palabra misionero viene de “missio” (en­ viado). Quiere decir que es una vocación: Alguien que nos llama y nos envía. Ese es el mismo Dios, que en Jesús nos llama y nos envía a una misión. Esa misión consiste en anunciar la persona de Jesucristo, muerto y resucitado, y testimoniar mediante el amor todo lo que Él nos enseñó. Por eso, ser misionero no significa ser un activista social en países pobres o dinamizador de una ONG, es algo mucho más profundo: su vida y vocación se enraíza en Dios. Podemos dar comida, educación, forma­ ción profesional, crear cooperativas, salvar chicos y chicas de las calles, tener puestos médicos… pero si no damos a Dios no damos lo más importante. ¿En qué momentos vibraste más como salesiano sacer­ dote misionero? Son tantos los momentos llenos de vida y emoción que el Señor me ha permitido vivir. Pensando en los 32 años de Angola agradezco todo lo que este pueblo me ha enseña­ do: esa sonrisa abierta y franca de los primeros chicos que vi en Angola en 1990; esa fe profunda y simple de las “mamás” capaces de acoger a otro chico huérfano o abandonado en sus casas; el coraje de catequistas que renunciaron a una mejor posición social por vivir su fe, o de aquel que recorre más de 200 km para anunciar el evangelio. Estar confesando por horas a jóvenes, acompa­ ñando chicos de la calle a entrar en un camino educativo; celebrando la eucaristía en comunidades lejanas de cual­ quier ciudad, compartiendo un almuerzo en comunidades recién salidas de la guerra, viendo nuestros chicos del oratorio ser ordenados sacerdotes; enseñando a leer y escribir; organizando la pastoral universitaria con más de 200 voluntarios; acompañando a su última morada a hermanos salesianos o hermanos y hermanas en la fe, que entregaron toda su vida a los demás y a la misión; bautizando muchos jóvenes catecúmenos en la noche de 18

Pascua; compartiendo las alegrías y esperanzas de este pueblo… En un encuentro vía zoom, en plena pande­ mia, con la Comisión Inspectorial de Anima­ ción Misionera de Uruguay afirmaste que cuando la dimensión misionera comienza a mermar es una señal de que toda la vida pastoral está mermando. ¿Cómo llegaste a esa conclu­ sión?, ¿a qué se debe? Simplemente basta ver a lo ancho del mundo cuáles son las comunidades más vivas, dónde se encuentran las Iglesias más florecientes. Es allí donde hay una mayor vida misionera. Cuando falta el entusiasmo, el coraje, la cohe­ rencia en anunciar a Jesús, cuando nos avergonzamos y disimulamos nuestra fe es un síntoma de que algo dentro de nosotros se ha apagado, no brilla, no apasiona… Cuan­ do reducimos el cristianismo a una simple acción social o cultural lo transformamos en una pieza de museo, en una vaga filantropía. Nadie puede dar lo que no tiene. Y si no evangelizamos, si no conseguimos anunciar lo que hemos visto y oído es señal de que el Evangelio, Aquel a quien


deberíamos anunciar, ya no ocupa el centro de nuestra vida. Por lo tanto, la misionariedad de una comunidad no es solo un mandato de Cristo, es una expresión natural de cada bautizado llamado a ser “profeta”, es también un síntoma de la convicción, de la autenticidad y transparen­ cia de nuestra fe. ¿Cuáles son los principales desafíos de la Congregación en torno a la animación misionera? Pienso que uno de los principales desafíos de la anima­ ción misionera es el tema del “primer anuncio”, siendo ese dinamismo pastoral no programado que desarrolla la capacidad de encontrar el momento oportuno en la vida para anunciar al Señor a quien todavía no lo conoce o para quien vive un cristianismo apenas social. Es como un chico enamorado de una joven. Él podrá tener para con ella mil gestos de simpatía, de atención, de proximidad, de amistad, pero si no llega el momento en que se decla­ ra, que le dice desde el fondo de su corazón “te amo”, ese amor no encuentra su plena realización. Tal vez el miedo, la timidez, su poca autoestima… frustre sus sentimientos más profundos. Del mismo modo, podremos testimoniar al Señor mediante mil gestos de caridad, podremos apro­ ximarnos a nuestro prójimo, podremos expresar, manifes­ tar nuestro aprecio, interés por él, pero precisamos encontrar ese momento único y oportuno para la declara­

ción de amor divina: Dios te ama, Cristo murió por ti… espera tu respuesta. Otros aspectos que la Congregación está reflexionando y promoviendo es la propuesta del Voluntariado Misionero Salesiano, siendo un espacio magnífico para la misionariedad de nuestros jóvenes y laicos. A ello sumamos las nuevas fronteras misioneras en los campos de refugiados, en la comunicación social, en los nuevos países donde no está actualmente la presencia salesiana. ¿Qué significa para un país como Uruguay, tan marcado por el laicismo, tener misioneros en otras tierras? En estos momentos somos seis salesianos uruguayos en África. Nos da una gran alegría saber que nuestro paisito ha dado de lo poco que tenía. La generosidad no es expre­ sión de una sobreabundancia, sino la capacidad de ofre­ cer lo poco que tenemos. Deseo que el Señor recompense a nuestra Inspectoría de Uruguay y a nuestra Iglesia uru­ guaya con más vocaciones sacerdotales, religiosas y misio­ neras; y sobre todo con un nuevo y vigoroso espíritu misionero. ¿Algún día volverás a Uruguay para quedarte? Siempre estamos en las manos del Señor, dispuestos a crecer donde Él nos plante. Eso solo Dios lo sabe. Pero deseo convertirme en tierra africana. 19


AQUÍYAHORA

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“Salir es la actitud permanente y necesaria de un misionero. Salir de sí mismo, salir de su zona de confort, de sus esquemas mentales, de sus prejuicios. Se trata de un constante 'salir' para encontrarse con lo distinto, zambullir­ se en la realidad, habitar la vida de los otros que el Señor nos va poniendo en el camino. Es seguir los mismos pasos de Cristo, que salió del seno del Padre para acampar en medio de nosotros”: así explica el P. Adrián “Cholo” García sdb la vida misionera en el carisma salesiano. En algunos casos la salida podrá ser también física y ese misionero partirá para insertarse en otra ciudad, en otro país y en otra cultura, para otros, sin moverse de su barrio, también será misión.

“Somos misión” es el slogan que eligieron en la Comisión Inspectorial de Animación Misionera Salesiana (CIAM) porque refleja la dimensión comunitaria. “Jesús nos elige para ser discípulos y misioneros junto con otros hermanos. Muchas veces distintos los unos a los otros, pero unidos por un mismo Espíritu que es el que hace a la comunión de los diferentes”, reflexiona. Cholo, que preside la comisión, cuenta que la misma sesiona cada 15 días desde 2020 aunque, un año antes, entre delegados de casas salesianas reflexionaban ya sobre la realidad pastoral en clave misionera. Sus integrantes se proponen la animación de la dimensión misionera para todos los salesianos. Al mismo tiempo, tienen en sus manos la tarea de elaborar e instrumentar un Proyecto Inspectorial de Animación Misionera (PIAM) que oriente la identidad inspectorial salesiana y su quehacer.

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El impulso que se le quiere dar en este 2022 coincide con el inicio del trienio de la celebración de los 150 años de la primera expedición misionera, en la que Don Bosco envió a sus primeros salesianos a América. “Este hecho a celebrarse en el 2025 en la Patagonia, tierra misionera, nos enriquecerá mucho”, asegura Cholo. “El Vintén” y “el cura gaucho” Ser misionero “en nuestra cultura laicista uruguaya” se expresa en “una unión más profunda con Dios, en la conciencia fuerte de servirlo a Él en medio de su pueblo”, afirma Cholo y añade que esa opción se expresa en algunos “signos contraculturales” que enumera: el compromiso frente a una cultura cada vez más descomprometida, llevar en el corazón el dolor de la gente en medio de una forma de vivir con bastante indiferencia, practicar la fraternidad en un mundo cada vez más fragmentado, ser mensajero de la paz entre tanta violencia, ser humilde en una Iglesia llamada a “bajarse del caballo” y tener coraje frente a una manera de compartir a Jesús poco arriesgada. Cholo, apodado “el cura gaucho” por “El Vintén”, cantinero de la zona de baños en el puente sobre el arroyo Blanquillo (Durazno), recuerda que cuando iban a hacer misión a esa zona en Semana Santa se chocaron con que el hombre organizaba desde hacía años una Criolla justo el Viernes Santo, lo que alteraba el sentido de ese día. Cholo negoció con él y le propuso que la cambiara para el Sábado Santo. “A cambio nosotros con todos los misioneros lo ayudábamos en la 22

organización y le llevábamos gente. Aceptó y salimos ganando los dos, él con mucho público y nosotros logra­ mos que las expresiones religiosas fueran ganando terreno en ese encuentro tradicional”, dice. Así fue que sumaron la bendición de los palenques, el desfile de a caballo con la Virgen desde la criolla hasta la capilla donde terminaban con la celebración de la Vigilia Pascual, fogón, cena y baile. Cholo nunca olvidará cuando “El Vintén” y su señora se acercaron al medio del ruedo en una bendición de los palenques a pedirle que bendijera el cuadro de su hijo fallecido. “Sin duda desde allí la misión y 'El Vintén' fueron un signo de lo que puede hacer el Resucitado cuando estamos abiertos a su acción salvadora”, reflexiona. El cura gaucho afirma que para el misionero se trata de “anunciar a Cristo con la pasión del que está enamorado”. “El testimonio de un sano enamorado de Cristo es capaz de transmitir y contagiar a los más alejados”, dice.

Una persona enamorada no tiene que hacer cosas o cumplir determi­ nadas actividades para expresar su amor, sino que es una forma de ser. “Ser misionero está en nuestro ADN, como seguidores y testigos de Cristo, en todos los ámbitos donde se desarrolla nuestro quehacer diario”, expresa. Misionar desde Caqueiro Hoy le toca misionar desde el proyecto “Caqueiro al 100%” junto a los salesianos Walter Rodríguez y Adolfo López. Esta obra social acompaña a cerca de 150 niños, adolescentes y jóvenes, desde los 6 a los 21 años, a través de cinco ejes educativos. Como parte de ese ser misionero el P. Adrián busca priorizar a la persona y a los jóvenes más necesitados “no esperando que ellos se acerquen, sino acompañando su realidad”. Cholo asegura que su ser misionero se expresa siendo fiel a lo que el Señor le pide “tanto en aquello entusiasmante como en una fría tarea administrativa”.


En Caqueiro más que ofrecer cursos, intentan ser un puente donde los niños y jóvenes salgan del barrio a estudiar en varias instituciones. “Para esto es necesario la continua motivación y el apoyo tanto escolar como liceal. Gracias a Dios el 90% de los gurises han podido sostener su trayectoria educativa”, dice orgulloso. Los más grandes tienen la posibili­ dad de la inserción laboral a través de la “Escuela de hábitos para el trabajo”, donde a través del ejercicio en variadas áreas educativo laborales se preparan para luego integrarse en empresas, que los Adrián Arias

reciben para una pasantía y luego quedar trabajando de forma efectiva. “Todas estas actividades están inspiradas por una propuesta de espiritualidad que atraviesa todas

las dimensiones y proyectos de la Casa. Para aquellos que desean conocer y desarrollar la iniciación a la fe cristiana en clave salesiana, existe una propuesta semanal de grupos asociativos con mucha participación”, cuenta.

Nancy Bentancor

Alejandro Blanca es venezolano, ingeniero y actualmente está en Talleres de Don Bosco apoyando a los chicos de Bachillerato. En 2018 y 2019 estuvo de misión en el Amazonas venezolano, en el municipio Alto Orinoco, donde vive la étnica indígena Yanomami. Allí la comunidad salesiana está asentada desde hace 60 años. Es fácil imaginarse a los indígenas de taparrabos, y Alejandro confirma que así se visten algunos de ellos. Para llegar a todos los sectores poblados a veces debían navegar tres horas en bote por el río. Según cuenta, lo que precisan las comunidades indígenas es acompañamien­ to escolar y medicinas. Álvaro Silva

Para él ser misión era estar allí a disposición de esas familias para respetarlos y asistirlas en sus necesidades, también a los salesianos. Así cuenta que se las ingenió para llevar el agua desde el río a la casa instalando una bomba y evitarles que se siguieran bañando en las orillas del Amazonas. Alejandro explica que las pequeñas comunidades siembran y cosechan maíz. Ellos trataban de ayudarlos a afianzar valores como el trabajo. “También intentamos llevarles a Cristo vivo, que ya estaba entre ellos. Aprendíamos mucho de ellos que, en medio de tantas carencias, nos llenaban de ilusión y eran ejemplo en el respeto a la comunidad y hacia los ancianos”, resalta.

Como forma de integrarse a su comunidad se esforzaban en respetar sus creencias. “Como misioneros cuidamos de no agredir su cultura, sino compartir la espiritualidad que ellos viven. Son de creer en los espíritus. Algunos se han cristianizado, se han bautizado, pero allí todo gira en torno a los espíritus. Si tienen una enfermedad o pasa algo malo creen que se les hizo un hechizo que se los envió un espíritu malo”, afirma. Por eso adaptaban la celebración de la Eucaristía a la comunidad. No faltaban los partidos de fútbol y la celebración de María Auxiliadora en mayo con campeonatos de futbol y volley. 23


SINTONIZANDO CONDONBOSCO

DEOTROSLARES

Sor Chiara Cazzuola Superiora General de las FMA

En la situación actual estamos llamadas a aceptar los desafíos del mundo contemporáneo para pro­ yectar con audacia el futuro y vivir el acontecimiento del 150° aniver­ sario de la fundación del Instituto FMA como una oportunidad de renovación y revitalización vocacio­ nal y misionera. Nuestra fuerza está en la certeza de la presencia de María Auxiliado­ ra en nuestra historia y en nuestra vida cotidiana, en el compromiso de ser signo de amor anticipador en el mundo y en la Iglesia, "auxi­ liares" de la vida, guardianes de la alegría y la esperanza. Y nuestra fuerza está en las palabras de Madre Mazzarello: "¡Ánimo! Siga­ mos adelante con un corazón grande y generoso" (L 47,12).

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fuego de la pasión carismática que nos hace comunidades generativas al servicio de los jóvenes y de los pobres. Es interesante notar cómo la voca­ ción de las FMA y la vida fraterna están esencialmente orientadas a la misión. Como educadores esta­ mos llamados a ser "signo y expre­ sión del amor de Dios" para los jóvenes (Const. 1). La primera forma de evangelizar y ser este "signo" y "expresión" es el testi­ monio de la comuniad/comunión. La misión del Instituto, para ser fecunda y generativa, debe partir de la calidad relacional de sus miembros: FMA, educadores y jóvenes.

El Papa Francisco, en su visita a los capitulares presentes en el CG XXIV, el 22 de octubre de 2021, nos hizo esta invitación: “No olviden la gracia de los orígenes, la humildad y la pequeñez de los comienzos que hicieron transparente la acción de Dios en la vida y en mensaje de cuántos, llenos de asombro, emprendieron este camino».

Estamos convencidos de que la primera forma de misión es ayudar a los jóvenes a experimentar el “hogar”, lo que compromete a cada uno a crear un clima de fami­ lia, a brindarles un lugar donde puedan encontrarse, sentirse amados, valorados, construir relaciones, soñar, ser acompaña­ dos, poder discernir el proyecto de Dios para su vida y poder mirar al futuro con esperanza.

La invitación del Papa es un llama­ do a vivir este tiempo como un tiempo de gracia. Madre Mazzare­ llo con su sencillez y profundidad nos diría: "Ya es hora de reavivar el fuego" (L 27,8). Se trata del fuego de la pertenencia al Señor y de la llamada a la vida salesiana, el

Como comunidades educativas tenemos el desafío de dar vida a procesos sinodales que incluyan a los jóvenes, y esta forma de cami­ nar y trabajar juntos puede con­ vertirse verdaderamente en una profecía para la comunidad misma y para el mundo.

Ucrania – La solidaridad salesiana genera alegría y gratitud "Estamos verdaderamente contentos y agradecidos por el cariño que los salesianos de todo el mundo nos están dando al traer­ nos estos espléndidos dones para responder a las necesidades de nuestros feligreses". El padre Edward Mackiewicz, Rector de la Basílica de San Pedro Apóstol en Odessa (suroeste de Ucrania), no puede ocultar su alegría mientras recorre las instalaciones del centro juvenil de su parroquia, ahora utiliza­ do como almacén para guardar las cajas de de alimentos que llegaron gracias a la solida­ ridad salesiana internacional. Fuente: ANS

Sudán del Sur – Los salesianos no se olvi­ dan de los refugiados Sudán del Sur, el país más joven del mundo, sufre las consecuencias de la guerra civil, porque allí muchos "señores de la guerra" aterrorizan a los civiles inocentes en diferen­ tes zonas de la nación. Según las proyeccio­ nes actuales, se espera que la población total de desplazados aumente al menos a 56.000 o más hacia fines de este año, alcan­ zando los 2,33 millones de personas. Sudán del Sur todavía corre el riesgo de sufrir una emergencia humanitaria y los salesianos continúan haciendo todo lo posible para acompañar, apoyar y ayudar a su población. Fuente: ANS


SABORABUENASNOCHES

Encauzar, no estancar ¿Qué tienen en común el Reino de Dios y un río? La fuerza. Me explico.

El Reino, la presencia de Dios, de todos modos siempre surge con fuerza.

El agua surge por sí sola. El manan­ tial brota y al recorrer el cauce de un río no puede ser detenida por el ser humano, la fuerza del agua es inevi­ table. Que brote el agua y transite por su cauce no depende de la persona. A lo sumo una represa la contiene, pero el agua por su natu­ raleza busca los caminos para volver a su cauce.

Todos los que de una u otra manera servimos en la misión salesiana somos misioneros en el día a día. Quizás no vamos a otro país o a un voluntariado, pero cada vez que en el patio nos encontramos con las muchachas y muchachos estamos respondiendo al llamado del Señor de ser constructores de su Reino. Un Reino que ya está, que surge por su propia fuerza, pero que Dios nos pide colaborar en su expansión.

¿Y el Reino? Luis Versiglia, salesiano misionero en China, lo tenía claro: “El misione­ ro que no está unido a Dios es un canal que estanca el agua que surge”. El Reino es como esa agua que surge, porque brota sin depender del ser humano. Esa agua es la presencia de Dios que ya está en las personas y en la realidad. No depen­ de del misionero. En todo caso, la persona del misionero hace eviden­ te esa presencia, la devela, la encau­ za, ayuda a ponerle nombre.

Y el misionero salesiano, si está unido a Dios, ayudará a que el Rei­ no, como el agua, siga su cauce y no se estanque. Porque la misión en el carisma salesiano siempre es una tarea de a dos. Es una tarea compar­ tida entre el Señor y el educador. Por eso es imprescindible que a la vez que animamos, educamos, asistimos y acompañamos, cuide­ mos el vínculo personal con Dios, que es quien nos llama a estar en medio de los jóvenes.

O en vez de eso, puede silenciarla, crear barreras, distorsionarla, estan­ carla.

Misión será entonces mirar la reali­ dad, especialmente la de los jóve­ nes, con ojos de misericordia y no

con ojos que juzguen. Misión será invitar, no obligar, a todos al ban­ quete del Reino para que vivan la comunión con Dios que cambia la vida. Misión será saciar el hambre y sed de infinito de cada joven con la Palabra de eternidad que es Jesús. Misión será interceder ante Dios en la oración y ante los responsables de la sociedad por aquellos que son víctimas de injusticias y desigualdades y cuentan con menos oportuni­ Juan Manuel Fernández sdb dades. Misión será oír el clamor de los jóvenes, sus necesidades, sus gritos de auxilio, sus denuncias, sus anhelos. Misión será narrar la propia experiencia de Dios para compartirla con los demás y, a su vez, narrarle a Dios las histo­ rias de vida que encontramos en el camino. Misión será Mirar, Invitar, Saciar, Interceder, Oír, Narrar.

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DELÁRBOLSALESIANO

PAMELA DÁVILA

Lo ¡asombroso! de Dios en su vida y misión Aunque su cédula indica que tiene 44 años, ella siente que empieza de nuevo cada día. Es hermana del medio, procedente de una familia con muchos tíos y primos, y es madre de sus “dos soles”: Guadalupe y Santiago. Nació en Montevideo, pero los trabajos de su familia la llevaron en su primera infancia a Minas, bien cerca de la naturaleza; también a Paraguay, donde gustó de otra cultura; luego de nuevo a Montevideo, a un barrio de “pura bici y juego en la vereda” y con una parroquia cerca a la que fue desde los 6 años; y más tarde, el amor la llevo a Paysandú, donde trabajó y descubrió a un Dios campero, en lo profundo del país. En este momento, la capital es de vuelta su ciudad, donde comparte la gestión del Colegio San José de Colón y la formación de docentes en el Instituto Magisterial de Las Piedras. Luego de tantos encuentros de corazones abiertos, de tantas compartidas que le “movieron el piso”, de silencios, escucha y contemplación, ha hecho de su casa un oratorio, de su trabajo un estilo de vivir y de su vida una misión. 26


Pamela se encontró con los Salesianos “en la edad más complicada”. Recuerda que sus padres comenzaban a sentir que la esquina del barrio, punto de encuentro de adoles­ centes, se estaba complejizando y veían que ella tenía mucha energía para gastar. En ese tiempo donde “las jun­ tas” van definiendo de a poco los caminos que toma la vida, fue que un tío le pidió a la Hna. Rogelia un lugarcito para “la sobrina compleja”. Siente que desde ahí la Virgen la llevó de la mano, encontró su misión dentro de la Iglesia y su voca­ ción por la educación al estilo de Don Bosco y Maín. Descubrir su misión la llevó a sentir que no le alcanzaba con animar un grupo unas horas, un oratorio y una misión de unos días. Empezó a darse cuenta de que quería que toda su vida fuera una respuesta a las realidades que vivía. De ahí su pasaje por Magiste­ rio de Educación Primaria e Inicial, por la Facultad de Humanidades y cuanto diplomado, curso y formación en los temas más variados que la hicieran una mejor educadora para los niños y jóve­ nes. “Aprendí a amar lo que ellos aman, para que se sientan amados por parte de Dios”, comparte. Desde jovencita Pamela recorrió un largo camino en el Movimiento Juvenil Salesiano (MJS), pero está convencida de que lo vivido no es una cuestión cuantitativa. Para ella lo que importa no es lo que nos pasa, sino lo que hacemos con lo que nos pasa, con esas experien­ cias que vivimos. “Puedo decir que viví y crecí en comunidad y eso es una huella que uno va llevando y construyendo en cada lugar por donde va pasando. Me importan los otros, lo que les pasa y estoy aquí y ahora para lo que pueda ayudar. No soy ni menos ni más que nadie, mujer de Dios para servir y Dios es mi Verdad, mi Camino y mi Vida". Y como mujer servidora las misiones han marcado su vida. Recuerda cada misión “como un tiempo fuerte de conviven­ cia, de aprender a organizar y aceptar al otro con el que se comparte trabajo durante varios días de sol, caminatas y cansancio del lindo. Tiempo de interioridad para escuchar a Dios y comprender lo fuerte y profundo de las vivencias. Tiempo de perforar lo cotidiano en la sencilla experiencia de compartir los bienes comunes, el espacio para dormir, la preparación de la comida, la limpieza. Tiempo de esperan­ za, de meter pata para llegar hasta esa última casita porque podría haber algún niño, una familia para visitar”.

Pamela se inspira para su misión del día a día en el Sistema Preventivo, “haciendo carne la pedagogía de la alegría con un corazón que está unido a Dios, que cada vez necesita menos de lo material y que se descalza para entrar en el corazón del otro, porque sabe que es tierra sagrada”. Dávila es una creyente infinita de los jóvenes, de su creativi­ dad, de sus formas de expresarse. Está convencida de que escuchándolos y respetándolos es posible encontrar espa­ cios de diálogo que les permitan encontrarse con Dios y abrir sus corazones para escuchar y atreverse a aceptar su misión. Lo acontecido hace poco tiempo en el partido de

8vos. de final entre el Real Madrid y el PSG, es para Pamela un resumen de esto que ve en los jóvenes. Al culminar el partido tan complicado, en el que los favoritos (PSG) no ganaron, en el vestuario, el jugador croata Modric (Real Madrid) se dirigió al uruguayo “Pajarito” Valverde (Real Madrid) para decirle “¡asombroso!”, refiriéndose a la forma y a la actitud con la que se había desenvuelto en la cancha. “Ese es el camino que busco cada día para llegar a los jóve­ nes, que escuchen, que aunque no siempre tengan todo para ganar y el partido sea difícil, lo que Dios puede hacer en sus vidas, si lo dejan entrar, es ¡asombroso! porque ya colocó en ellos, antes que se formaran, todos los dones para que sean y hagan de su vida un regalo para sí mismos y para los demás”, concluye Pamela. 27


UNAMANOAMIGA

“… si estos jóvenes hubieran tenido un amigo que se preocupara por ellos, los acompañara y les mostrase el amor de Dios, quien sabe si no se hubieran alejado de esta vida que llevan…” Don Bosco (MO)

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La misión del Paiva: “Que los gurises vayan tras sus sueños” En el corazón de nuestro país, en tierras duraznenses, a escasos kilómetros de la ciudad de Sarandí del Yí, sobre la ruta 6, se halla un lugar que parece elegido por el propio Don Bosco para atender a los jóvenes de tierra adentro. Este es el Instituto Benigno Paiva Irisarri, o simplemente como se lo conoce: “el Paiva”. Con 54 años de vida, es la única residencia rural salesiana, dirigida hoy por un mercedario, el P. Juan Gastón Dubourdieu Britos sdb. ¿A quiénes está dirigida esta obra social salesiana? Los destinatarios son muchachos del campo que termina­ ron Primaria y que, por varias razones, como puede ser vivir en una zona rural lejana y tener bajos recursos económicos, no pueden continuar con sus estudios, por lo que en el Paiva se los apoya para que lo hagan. ¿Cuántos jóvenes y de qué edades alberga actualmente y de dónde provienen esencialmente? Tenemos 59 chiquilines este año, con edades de entre 11 y 18 años que llegan de diferentes zonas rurales del Uruguay. Los que vienen de más lejos son de Sarandí Grande, Zapi­ cán, y la gran mayoría son de las cercanías, o sea de parajes de Florida y especialmente de Durazno. Aunque nos han pedido lugares de todas partes del país, pero es más difícil por los traslados.

la merienda, y ahí les queda un rato libre hasta las 18 más o menos, que está la parte del aseo personal, luego de lo cual se van a hacer los deberes y estudiar. A las 20.30 es la cena y a las 21.30 se dan las Buenas noches y nos vamos a des­ cansar agradeciendo a la Virgen la jornada con tres avema­ rías. Distinto es el fin de semana, ya que tenemos las áreas formativas en la mañana, y por la tarde solemos hacer algún paseo, deportes o recreaciones. Es muy importante para la casa la actividad deportiva, ya que la disfrutamos mucho. El domingo celebramos la Eucaristía y después queda un tiempo personal de recreación, con propuestas que vamos coordinando con los educadores o voluntarios que nos acompañen.

¿Cómo es un día en esta obra social? De lunes a viernes, nos levantamos 6.20 de la mañana y nos encontramos para encomendar el día a la Virgen. Desayu­ namos, y viene el ómnibus que lleva a los muchachos al liceo o a la UTU de Sarandí del Yí. Vuelven de sus clases a las 13.30, almuerzan, y a las 14.30 hay un tiempo de cola­ boración. Ahí se dividen en las distintas áreas formativas, como son carpintería, quinta, quesería, campo, servicio y parques, jardines y mantenimiento. Los gurises rotan por estas áreas durante el año. Eso va hasta las 17, que tienen 29


De hecho, hay un grupo de exalumnos que han generado un fondo de solidaridad para financiar los estudios de otros que recién salidos del Paiva no tienen los medios para continuar estudiando.

¿Cuándo vuelven a sus casas? Cada 15 días se van a la casa de su familia. Se van viernes a la tarde y retornan el domingo en la tarde­noche. ¿Cuánta gente trabaja en el Paiva? Son cinco salesianos y un laico consagrado que comparte la vida comunitaria con nosotros. También integra el equipo de dirección la administradora. Trabajan un grupo muy comprometido de educadores, entre los que integran el equipo técnico contamos con una psicóloga, una psicopeda­ goga y una trabajadora social. También cada área formativa tiene a su encargado. Hay un encargado de mantenimiento, un quintero, cuatro cocineras, el capataz, dos trabajadores de campo, un mecánico, y mucha gente que ayuda. ¿Qué del carisma salesiano se hace más patente en esa obra social? Es que el Paiva es casi el último internado de los salesianos junto con Talleres, y eso lo hace conectar con la esencia de Don Bosco, quien inició su obra, su vocación, con un inter­ nado. Ese fue el inicio de la Congregación. ¿Qué sueña todo el equipo del Paiva para estos gurises? Que se desarrollen como ellos quieran, como cualquier joven de cualquier casa nuestra. Que tengan rectitud en la vida, solidaridad, honestidad, y también el gran regalo que les puede dar el Paiva es que puedan descubrir la fe. Les brindamos una disciplina que va a servirles para usar en distintos ámbitos de la vida. Queremos que descubran que es posible ir tras sus sueños. Tenemos gurises exalumnos estudiando en Talleres Don Bosco y en la Universidad. Hay exalumnos que ya son profesionales. Otros trabajando en el campo y esto nos enorgullece aún más. Algunos que ya formaron una familia y nos traen sus hijos como alumnos. Es decir, soñamos que se abran camino en la vida y descu­ bran un proyecto que los haga felices viviendo como honra­ dos exalumnos del Paiva, con eso nos ponemos contentos. 30

¿Cuáles son las principales dificultades que se enfrentan en el desarrollo de sus tareas? Tienen que ver con las limitaciones que traen a nivel acadé­ mico. Muchos de los chiquilines, sin terminar muchas veces ciclo básico o bachillerato regresan a sus casas. Allí trabajar formalmente no pueden por ser menores de edad (si bien el trabajo en general es su fortaleza), y acceder a una formación laboral media ­más acorde a ellos­ tampoco, ya que en el campo no hay propuestas para los chiquilines que desertan del sistema educativo formal. Por esto, se quedan en el camino o terminan trabajando en lugares no formales, muchas veces en pésimas condiciones, aunque no siempre. El Paiva ha alojado a jóvenes que llegan a Sarandí del Yí a misionar. Contame sobre esas experiencias misioneras... En los primeros días de enero la casa recibió nuestra pro­ puesta Faremo a metà e hicimos nexo con la comunidad con la que colaboramos, donde acompañamos capillas: Blanquillo y La Paloma. También el P. Juan Andrés (Gordo) Verde llegó a esta casa con jóvenes misioneros de la Parro­ quia Stella Maris de Montevideo y lo acompañamos a generar una gran movida misionera en Sarandí del Yí. ¿Ustedes están preparando alguna iniciativa misionera? Estamos comenzando este año un Voluntariado Misionero Salesiano con reuniones semanales para generar servicios solidarios. En esta iniciativa participará gente del Paiva con algunas personas de Sarandí del Yí. Veremos si cuaja esa propuesta para así dar respuesta a la formación pastoral de los chiquilines. Tiene que ver también con la apertura del Paiva hacia la comunidad.


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