Boletín Salesiano Julio 2018

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URUGUAY / Tercera época / Año XL / Nº 5 / Julio 2018 / www.issuu.com/bsuru

El Secto La Comunidad de varones exalumnos salesianos

La Mesa Permanente del MJS Encuentros que hacen Comunidad

REDESCUBRIRSE CON LOS OTROS


FAMILIA EN OBRA María Young y Rafael Clérici “Comunidad… desde el principio y siempre”

Si vamos a ser comunidad… Acá hay un A, B, C del ser comunidad

Oratorio “Nuevo Valdocco”: 23 años de animadores y familias compartiendo la vida

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SINTONIZANDO CON DON BOSCO Don Ángel Fernández Artime “No se olviden de nosotros”

La Mesa Permanente del MJS Encuentros que hacen comunidad

PÁG 16. Lucía Durante y Lucas Ventos Redescubrirse con otros en la inmensidad del mundo

PÁG 23. Luisa Fernández “Diakonía” en el barrio Maracaná

P. Francisco Lezama sdb “Ronda en el pasto”

PÁG 22.

PÁG 21.

SINTONIZANDO CON DON BOSCO Sor Yvonne Reoungoat fma “Hay dos mil millones de jóvenes en todo el mundo que nos necesitan”

PÁG 29. “Cuando los sueños se comparten”

PÁG 24. AQUÍ Y AHORA Ser con los otros

PÁG 30. DEL ÁRBOL SALESIANO Juan Pablo Castro (Jope) e Ignacio Umpiérrez “El Secto”: La comunidad de varones exalumnos salesianos

PÁG 32.

UNA MANO AMIGA “Cuando la Escuela es tu casa” Testimonios de cinco exalumnos de la Escuela de Oficios Don Bosco (Mov. Tacurú)

PÁG 35.

Boletín Salesiano Revista de información sobre la Familia Salesiana y de cultura religiosa Director: P. Sergio Álvarez sdb Redactora Jefe: Adriana Porteiro Columnistas: PP. Francisco Lezama sdb, P. José Adrián García sdb, María Young y Rafael Clérici Equipo de redacción y responsables de secciones: P. Daniel Bernardoni sdb, Gianfranco Brandi sdb, Hna. María Baffundo hma, Sofía Cayota, Lic. Natalia Roba, Lic. Marcelo Hernández, Lic. Joaquín Castro, Juan José Malvárez y Ramiro Pisabarro. Fotografía: Sebastián Andión y Sofía Cayota Corrección: Graciela Rodríguez Diseño: gustavo@tanganika.com.uy

Impresión: Mosca Departamento Comercial: Luis Gómez E‐mail: boletinsalesianouruguay@gmail.com Celular: 092 432 286 Dirección, redacción y administración: Av. Agraciada 3181 CP 11800, Montevideo; tel. 2209 4521 Sitio web: www.issuu.com/bsuru Email: boletinsalesianouruguay@gmail.com Afiliado a la Cámara Uruguaya del Libro. / Depósito Legal: 366.191

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CARTADELDIRECTOR P. Sergio Álvarez sdb

SI VAMOS A SER COMUNIDAD ACÁ HAY UN A, B, C DEL SER COMUNIDAD No sé con qué quedarme, leo a unos y a otros de los testimonios de este Boletín Salesiano y me van evocando muchas y variadas ex‐ periencias personales. Sí, seguro que estás pensando: “Este termina con léelo, te vas a encontrar”. Esta vez no, ¡te lo digo ya!... porque no se me ocurre otra cosa más cierta para entusiasmarte a la lectura de la presente edición. En algunas ocasiones intuyo que los jóvenes tienen algo para apor‐ tar a nuestra sociedad que nos lo estamos perdiendo. Quizás esta vez hemos dado con algo de eso original y que nos viene bien a todos. Tengo la sensación de que salimos a buscar, y a encontramos. Me viene aquella comparación de Jesús, para mostrarnos qué es el Reino de Dios, en la que habla de un hombre que encontró un te‐ soro en un campo, y entonces vende todo para poder comprar aquel campo y quedarse con el tesoro.

Me refiero a que te encontrarás con algo propio y original de los jóvenes para aportar a nuestras vidas, y a que hallarás muchos y variados modos de concretarlo, bien de que no es una juventud, sino “juventudes”. ¡Qué no daría Don Bosco por habitarlas! Pero tranquilo Padre, que tu carisma, está en todas…

Bueno, lo mismo en esto de las juventudes y su búsqueda y gusto por ser de muchos modos comunidad. Como que matamos dos pájaros de un tiro, con el perdón de la ecología.

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23 años de animadores y familias

compartiendo la vida En 23 años de existencia, cambió tres veces su ubicación. Por allí pasaron, sábado a sábado, decenas de animadores y cientos de niños y adolescentes. Algunos que supieron ser oratorianos, hoy llevan a sus hijos al campo del Monte de la Francesa, en Villa Colón, Montevideo. ¿Qué tiene de especial este lugar? ¿Cómo surgió? ¿Cómo son los encuentros que allí se propician? 5


Son las 13:10, hora acordada para la llegada al Teatro de Verano de Villa Colón, lugar de con‐ centración de los animadores que llevan ade‐ lante este Oratorio. Uno prepara la leche, otro ceba mate, otros revisan el grupo de WhatsApp para ver “quién más viene”, de a poco la tarde se va armando, y una nueva oportunidad para encontrarse con el barrio, comienza a tomar forma. “Nos dividimos y hacemos los recorridos. El punto de encuentro es el campito y hasta que no llegan todos de los recorridos no arranca‐ mos”, cuenta “Popi” (22 años), que hace un año y medio anima en el Oratorio Nuevo Valdocco. Para ella la experiencia que vive es como “estar en casa, porque nos esperan y nos reciben siempre con una sonrisa sin im‐ portar la semana que hayan tenido”. Nos adentramos en el barrio, y al grito de “ora‐ torio” van saliendo los primeros niños a re‐ cibir el abrazo de los animadores. “¿Cómo estás, Luis?” dice Florencia, “¿cómo te fue en la escuela?” pregunta Martín a otro de los gurises que se había arrimado, “¿venís hoy al campito?” es la pregunta más esperada por los niños, porque este año son pocos los sá‐ bados que han tenido Oratorio por las in‐ clemencias del tiempo.

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A medida que avanzamos por el asentamiento “Torre 8”, ubicado en la parte trasera de la planta de “La Tablada” de ANCAP, la alegría se

hace presente: niños corriendo, madres y abuelas que salen a saludar y hasta una jauría de galgos se suma a la caravana del Oratorio. Karina (44 años), es madre de dos niños que están hoy en día en Valdocco, al consultarla sobre su experiencia en estos años comenta que “sigue siendo lo más importante que lle‐ gue el sábado para ir al campito, incluso cuan‐ do están de vacaciones me preguntan todos los días: '¿El sábado empieza el Oratorio?'”.

Karina llegó en el 2002 al barrio. “Malas decisiones que tomé me trajeron acá”, confie‐ sa. El vínculo con el Oratorio ya tiene más de 10 años, y recuerda con añoranza los encuen‐ tros con otras madres. “Los grupos de madres en su momento fueron una linda instancia para compartir y trabajar por un objetivo común”. Ese objetivo común siguen siendo los gurises, su felicidad, el poder darles un espa‐ cio que ofrezca buenos valores, amistad y fe. Esto se mantiene desde sus inicios, y los


cambios y mudanzas no han socavado la propuesta. Tampoco han cambiado las ganas de ir a los campamentos, “son las vacaciones de los gurises”, subraya. Este tema del campamento merece un capítulo aparte. Por ejemplo, Karina guarda las mejores imágenes de esos días: “Poder ir al campamento, a un lugar por tres días, y ver a los gurises volver afónicos, quemados por el sol, sin dormir pero felices, no hay plata ni nada que lo pague”. No es para menos, ya que representa la única salida de las vacaciones para esos chicos. Florencia, otra animadora del Oratorio que ya lleva varios años en el mismo, señala que “impresiona ver cómo disfrutan de todo, de las cosas que pueden parecer más simples, como una ducha caliente hasta de los juegos. Es muy lindo preparar esas actividades”. Las madres juegan un papel fundamental en la previa de los campa‐ mentos. Karina se acuerda de las veces que tenía que ir a pelar cebollas para el relleno de las empanadas, o a hacer dulces para vender y juntar fondos que permitan costear la actividad. Para ellas, esa es la vivencia del Oratorio, dar algo de sí para que otros tengan unas vacaciones. “Eso de juntarte un grupo de madres y decir 'bueno vamos todas juntas por este campamento', estas cosas nos unen y eso es el Oratorio, ir a compartir”. Cambiaron de lugar, los animadores y ellas mismas, pero la experiencia de fondo que sustenta estos más de 23 años de Oratorio es la vida compartida. Vida que no queda solo en los encuentros de los fines de semana, sino que se traslada a otros ámbitos, por ejemplo, en un cumpleaños de 15, o en el velorio de un familiar. Karina lo define muy bien: “Como en la vida misma, compartimos de las buenas y de las malas, todo lo que nos pasa”. Esto la ha llevado a encontrarse con antiguos animadores en ámbitos lejanos al campito del Monte de la Francesa, con una fisioterapeuta en el Pereira Rossell o con una jueza, todos ex‐animadores del Oratorio que siguieron su vida, pero que el tiempo los ha vuelto a cruzar. Habiendo pasado tantos gurises por el Oratorio en estos 23 años, es lógico creer que no deben retener muchos nombres, sin embargo, otro rasgo que caracteriza el vínculo de los animadores con el barrio es que trascienden en el tiempo. “Hasta hoy hay gente que nos pregunta por

'el barba', que hace años ya no viene” comentan las animadoras, y así como “el barba” hay tantos otros que son recordados y que periódica‐ mente visitan el barrio por fuera de los días de Oratorio. Para Karina, por ejemplo, por más que no los vea por un tiempo, “el recuerdo y el cariño permanece”; esto les permite “reenganchar” cualquier vínculo, porque la vida compartida con cada animador en el tiempo de Oratorio es sumamente intensa. Se puede dejar de ser animador, pero los vínculos creados no se rompen con el tiempo, perduran. Cae la tardecita en Villa Colón, el frío se empieza a sentir cada vez más, el campito se termina y los recorridos comienzan a devolver una vez más a los niños en sus hogares, para ellos el Oratorio terminó. Para los animadores y las familias, comienza una nueva tarde de encuentros, de esas que hace 23 años se propician, las que nutren y dan vida a la familia de Nuevo Valdocco.

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FAMILIAENOBRA

Comunidad… experiencia comunitaria… para los cristianos tiene su punto de partida en el mismo Dios; Dios ES COMUNIDAD: es Padre, Hijo y Espíritu Santo… De ahí en ade‐ lante, ¿qué más podemos decir? Somos imagen y semejanza de este Dios co‐ munitario; por eso llevamos en nuestra e‐ sencia humana el deseo de crear comu‐ nidad en nuestro entorno. Desde la antro‐ pología filosófica nos llega esta descripción del hombre y la mujer: un ser en el mundo con y para los demás. “Con” y “para”, grama‐ ticalmente, dos preposiciones; vitalmente, dos formas de pararse en la vida: estar junto a otros y atento a sus necesidades, a su encuentro. Esta perspectiva llevada a la experiencia educativa, y más aún con la mirada del ca‐ risma salesiano, nos permite afirmar en for‐ ma clara: la búsqueda y valoración de la ex‐ periencia comunitaria, el deseo de lo comu‐ nitario, ESTÁ en los jóvenes. Esta afirmación la podemos sostener con más firmeza aún desde la experiencia de la animación sale‐ siana; nuestra propia experiencia de grupo y la familia. Porque forma parte de la intuición pedagógica de Don Bosco: el grupo como lugar de crecimiento, de formación de la persona, de gestación del propio proyecto de vida. La experiencia comunitaria, la experiencia de grupo es lo que nos va ayudando a descu‐ brirnos, conocernos y querernos. En la in‐ terrelación personal, nos vamos formando el carácter, aprendemos a decir lo que so‐ mos, elegimos, nos enojamos, nos alegra‐ mos, sufrimos y nos perdonamos. En esa experiencia donde hay intereses comunes, donde tenemos un objetivo común, vamos construyendo nuestro grupo y cada uno de los integrantes es parte fundamental. Vamos ensayando roles, descubrimos capa‐ cidades de cada uno y en esa experiencia, casi sin darnos cuenta, vamos reconociendo 8

Comunidad… desde el principio y siempre todo lo que somos capaces de vivir y ser. Y así crecemos: grupos asociativos, grupos de es‐ tudio, grupos en la clase, grupos de amigos, grupos del barrio, grupos de misión, de novios, de matrimonios… la propia familia... y así podríamos agregar una gran cantidad de experiencias grupales que forman parte de nuestra vida. La frutilla de la torta en todo grupo es cuando vamos descubriendo que nuestra existencia va adquiriendo más sabor y color cuando hacemos gratuitamente “por, con y para” los demás. Le llamamos aposto‐ lado, servicio. Y vaya si hay variedad de for‐ mas. El milagro de todo esto es descubrir cómo Dios va actuando en todo lo que hace‐ mos, en todos los integrantes de cada grupo y, de esa manera, vamos encontrando la me‐ jor versión de nosotros mismos. Y esta búsqueda de lo comunitario no se acaba con una etapa de la vida o de los es‐ tudios; a la vista está desde nuestra expe‐ riencia que los jóvenes buscan pertenecer, reunirse con otros por objetivos comunes, rezar juntos y buscar sacar adelante grandes desafíos. Cuando vamos tomando decisio‐ nes más definitivas en nuestros proyectos de vida y la rutina de los quehaceres cotidianos va colmando nuestra vida diaria, parece que por un tiempo esta necesidad pasa desaper‐

cibida. Sin embargo, algo dentro nuestro, casi instintivo, nos lleva a generar espacios, nos lleva a buscar la manera de crear comu‐ nidad, para confrontar nuestra vida, com‐ partirla, pensarnos juntos, divertirnos, reír‐ nos, y a veces llorar, pero juntos. Y sin duda que la familia es la primera y la más permanente experiencia comunitaria que tenemos. Como alguien la definía desde su propia experiencia y trabajo, “la familia es un formidable entretejido de afectos, vín‐ culos y vivencias compartidas; es tarea de todos los días construirla”.

María Young y Rafael Clérici. Esposos y padres. Sale‐ sianos Cooperadores. Integran una comunidad de ma‐ trimonios. Han animado diferentes grupos asociativos y experiencias apostólicas en distintos espacios de casas salesianas (oratorios, centros juveniles, centros docen‐ tes, centros de exalumnos).


SINTONIZANDO CONDONBOSCO

P. Ángel Fernández Artime / Rector Mayor de los SDB

“NO SE OLVIDEN DE NOSOTROS…” Se trata de un sencillo regalo recibido en Siria, en concreto en Damasco. El día en el que soltaba una paloma blanca de la paz, en esa tarde de fiesta oratoriana, al mismo tiempo caía un mortero. En esa plaza, la tarde anterior, habíamos estado jóvenes animadores y Salesianos. Habíamos celebrado que la paz estaba cerca. Era grande la alegría en el Oratorio salesiano de Damasco. Había más de 500 muchachos y muchachas en esa tarde de fiesta. Entre estos, un grupo de unos 150 animadores, jóvenes universitarios que son la vida y el alma de animación en ese Oratorio que convoca a más de mil niños y niñas, y chicos y chicas más grandes desde los lugares más alejados de la ciudad de Damasco. Otro tanto sucede en Alepo (con la diferencia de que la ciudad de Alepo está destruida, en ruinas, en más de un 72 %). Como regalo, al final de la Eucaristía en Damasco, me entregaron una hermosa 'estola' con el deseo de que me acompañara al celebrar otras Eucaristías por el mundo. En ella está escrito en árabe lo siguiente: “No te olvides de rezar por nosotros”. Ese regalo y esa frase me han llegado muy al corazón. Hasta el punto de que, desde entonces, me ha acompañado en todas las Eucaristías de los lugares más diversos: México‐Tijuana; Chaco Para‐ guayo, Uruguay y Rjeka‐Croacia. He explicado en todos estos lugares salesianos este encuentro, este regalo y esta petición que me han hecho. Y al mismo tiempo he contado lo que he encontrado en aquellos Salesianos e Hijas de María Auxiliadora, en jóvenes animadores y familias tocadas por el dolor y las pérdidas, pero lle‐ nas de vida y de esperanza. ¿Saben que me encontré? 1. Me encontré DIGNIDAD. La dignidad de los pobres, la dignidad de quienes se sienten desborda‐ dos por una situación que no han creado, en la que no han elegido participar, pero en la que se sienten inmersos, metidos de lleno sin poder elegir otra cosa, sin poder salir de ahí hasta que otros decidan que todo se termina. Pero una dignidad grande, con una mirada penetrante y que dice tanto.

guerra ni la destrucción sino la vida, nuestras vidas, y la fe que tenemos, y las ganas de vivir y de hacer que sea un hermoso país esta tierra nuestra”. 4. Y descubrí que era profundísimo en ellos y en mí el sentido de COMUNIÓN Y FRATER‐ NIDAD. Les puedo asegurar que si ya sentía muy cercanos, muy en el corazón, a mis herma‐ nas y hermanos salesianos y a aquellos precio‐ sos jóvenes, después de conocerlos, después de ver sus sonrisas y darnos esos abrazos que expresaban tanta confianza y afecto, los llevo mucho más en el corazón, y no pasa un día en que no los tenga presentes en mis oraciones. Después, con tristeza y dolor, mientras otros misiles caían en Damasco, nosotros viajamos a Aleppo. Allí encontramos de nuevo a otros hermanos Salesianos, otras hermanas HMA, y esos maravillosos jóvenes y familias, niños y niñas del Oratorio que, como en Damasco, sigue siendo motivo de esperanza. Inolvidables encuentros, inolvidables momen‐ tos de oración y de Familia Salesiana. Experi‐ menté de nuevo el dolor de las pérdidas de seres amados y de la destrucción, aquí plena, total, en esta que fue una bella ciudad. Pero encontré de nuevo la dignidad, la fuerza, la esperanza y la fe.

2. Me encontré HERMOSAS Y SENTIDAS SONRISAS. Las sonrisas de estos jóvenes animadores que las regalan conscientemente porque quieren que esos niños y niñas del Oratorio tengan un pe‐ queño oasis en las horas en las que pueden dejar el miedo a la guerra, a los morteros, a la des‐ trucción. 3. Me encontré con tanta ESPERANZA. Esa es la palabra justa y el sentimiento que quedaba en mí cuando me decían: “Padre Ángel, no tenemos miedo, porque estamos llenos de Fe y de Esperanza. Y la 'última palabra', no la tendrá la 9


HACIENDOHISTORIA

LA MESA PERMANENTE DEL MJS

ENCUENTROS QUE HACEN COMUNIDAD Los jóvenes quieren encontrarse y compartir pero no siempre pasan al siguiente nivel: el de formar una comunidad. Los integrantes de la Mesa Permanente del Movimiento Juvenil Salesiano (MJS) saben de encuentros, de acompañar y de planificar pero, además, cada martes, cada uno de ellos se pone en juego por entero y da vida a una comunidad. Gonzalo Pastorini, Luis Gómez, Alejandro Pereyra, Manuel Pizzo, Federico Albez, Gabriela Ellis, Dominic Tran sdb, el P. Sebastián Ferreyra sdb y la Hna. Luján Bica hma, entrevistados por el BS cuentan los entretelones de este equipo que es comunidad en clave salesiana. Si hay algo que está claro y es evidente para el Equipo Inspectorial que anima al Movimiento Juvenil Salesiano llamado la “Mesa Permanente del MJS”, es que “los jóvenes tienen el deseo y la necesidad de encontrarse y de compartir las ex‐ periencias que van viviendo”. Así lo entiende la Hna. Luján hma, y lo subrayan los demás inte‐ grantes del Equipo. Sin embargo, que exista el deseo de encontrarse no significa que se aspire a vivir la experiencia de 10

comunidad. “El encuentro es como el primer escalón y ese está asegurado”, afirma el P. Sebastián sdb. “Hay experiencias de grupo y de equipo y es seguro que los jóvenes necesitan y tienen el deseo de encontrarse con otros pares y con quienes estamos acompañándolos”. Empero, aclara que la experiencia de comunidad juvenil supone muchos elementos que no son tan comunes. “Hay algunos que van desarrollan‐ do la habilidad del encuentro y de formar

vínculos más estables, más serios y más profun‐ dos, más de confianza, donde ahí sí podemos hablar de comunidades, donde se comparte mu‐ cho más, en los tiempos y en lo que cada uno pone en juego en el encuentro con el otro”. “Para hablar de comunidad hay un proceso”, puntuali‐ za. Dominic, Salesiano de origen vietnamita, que se encuentra en la etapa de formación teológica, coincide en que los jóvenes buscan estar donde


se sienten bien, donde puedan dialogar y vin‐ cularse con el otro. Pero muchas veces solo se comparte el estudio u otros aspectos sin mayor aspiración de involucramiento. ¿Qué se requiere para que exista una comuni‐ dad? “El deseo de comunidad surge en el en‐ cuentro”, asegura Gonzalo. En este sentido Manuel señala que no se trata de cualquier encuentro sino de aquel en el que “uno puede mostrarse sincero, tal como es con el otro. En otros grupos sociales se puede estar limitado a la normas de ese entorno pero con tus pares, en la comunidad, no tenés las barreras de los prejuicios”. LA MESA PERMANENTE COMO COMUNIDAD Que la Mesa Permanente del MJS asumiera la fisonomía de una comunidad no era algo que estaba en el horizonte de sus integrantes en un principio, aunque tampoco lo descartaban. Se trata de una realidad que se fue dando, coinci‐ den en subrayar. “Estamos en un tiempo donde ya salimos de los equipos que planifican desde lo meramente metodológico, de lo mecánico, sino que vamos animando y generando una planificación desde una experiencia humana que es comunitaria”, explica el P. Sebastián. “En los talleres de planifi‐ cación que organizamos decimos que pasamos de una planificación solo metodológica a una planificación de discernimiento, y el discerni‐ miento en la Iglesia es comunitario, no hay otro modo, ya que es el modelo de Dios”, puntualiza. “Nosotros somos un equipo con una finalidad que tiene que ver con acompañar, animar, pero además somos una comunidad. Las dos cosas, cuando se conjugan, hablan del trabajo que te‐ nemos en común y que vamos haciendo martes a martes”, agrega. CONDICIONES PARA SER COMUNIDAD ¿Qué condiciones deben darse para que un grupo se transforme en comunidad? Ponerse en juego con lo que cada uno es y vive parece ser una de las principales premisas. “Cuando hablamos de comunidad tiene que ver con ponernos cada uno de nosotros con lo que es y lo que vive en juego, compartimos intuicio‐ nes, visiones, sueños, la oración, la vida”, desta‐ ca el Padre Sebastián. Entre risas comentan la “entrevista” que Manuel Pizzo les hace al inicio de la reunión de los martes en la que los “interro‐ ga” sobre sus vivencias en la semana. “Eso tiene que ver con lo más comunitario”, indican.

COMUNIDAD EN CLAVE SALESIANA Hay muchas formas de ser comunidad, pero una comunidad salesia‐ na presupone algunas características propias. La Hna. Luján señala que una de las particu‐ laridades de esta comu‐ nidad es que lo que los mueve es el servicio y el compartir desde la sen‐ cillez. “La riqueza está en poder entregar lo que uno es y, a su vez, se enriquece de los aportes de los otros”. Gonzalo precisa que “estamos acá para aportar desde lo que so‐ mos porque nos sentimos llamados por Jesús, es una invitación que Él nos ha‐ ce”. Por eso, el discer‐ nimiento a la luz del Espíritu es también una clave de esta comunidad. Alejandro explica que el discernimiento “se hace escuchándonos”. Pero, aclara, que se trata de una “escucha en construcción”. Gabriela destaca “la alegría de compartir con el otro” y de “saber que lo que uno siente el otro lo vive de igual forma”. Dominic resalta “la riqueza de aprender unos de otros, porque cada uno es distinto y, sin embargo, juntos, construimos la Pastoral”. Manuel hace hincapié en la forma peculiar de vivir la espiritualidad. “La oración al comenzar el encuentro, la traemos preparada y desde ahí vamos acompañando lo que vive el MJS, la Iglesia y resignificando las experiencias de la semana”. Luis subraya la particularidad de ser comunidad que “funciona sobre la realidad de los jóvenes que van pasando por el MJS” y que se “involucra con sus realidades”. “Estamos muy atentos a las diferentes realidades de nuestros jóvenes y a las que vivimos cada uno de nosotros”, afirma Gabriela. “La empatía y la capacidad de poner‐ nos en el lugar del otro”, es otra de las caracterís‐ ticas de esta comunidad destacada por la Hna. Luján.

LOS DESAFÍOS El Salesiano Sebastián reconoce que, como equi‐ po y comunidad, se encuentran transitando “un tiempo muy lindo de crecimiento y de trabajo que no siempre fue así”. Señala como el desafío más importante que afronta la Mesa del MJS “acompañar la diversi‐ dad de juventudes y experiencias”. “No es una realidad uniforme, los jóvenes no transitan los mismos procesos, cada casa tiene experiencias distintas, están en momentos distintos y tienen equipos distintos que pueden distintas cosas”, explica. “De fondo lo que queremos es poder acompañar a cada joven y por eso está bueno conectar con las juventudes y que puedan ser quiénes son en realidad, ser simplemente ellos mismos, que puedan mostrar la autenticidad de su propia vida y que puedan desplegarlo en la historia. Es el deseo de fondo de todo lo que vamos haciendo, generando, provocando, que cada joven sea protagonista de su vida, se descubra y pueda desplegarse, ser libre, cons‐ truirse a sí mismo y abrirse a la experiencia de Dios”. También marca como otro gran desafío “la necesidad de formarse, estudiar, reflexionar, pensar e intercambiar. “Es un ejercicio constan‐ te de crecimiento de estar atentos, de estar po‐ niendo en juego muchas cosas, y eso nos desafía y nos enriquece, y en la medida en que los asu‐ mimos nos hace mucho bien”. 11


VALELAPENAVIVIRASÍ

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“DIAKONÍA”

en el barrio Maracaná La casa de “Diakonía" es el punto de encuentro donde los pobladores del Barrio Maracaná son escuchados, encuentran solución a muchos de sus desvelos, así como una palabra y la Palabra. Este Proyecto es una iniciativa de la Iglesia Católica de Montevideo en la que aportan diversos carismas, pero el Oratorio es esencialmente salesiano. Luisa Fernández, de 22 años, oriunda de Sarandí del Yí (Departamento de Durazno), exalumna del Instituto Juan XXIII y estudiante de Licenciatura en Recreación Educati‐ va en la Universidad Católica está en el Proyecto desde el día uno, y comparte la razón de ser del mismo y la naturaleza del vínculo generado con esa comunidad.

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¿Qué es la “Diakonía”? Este proyecto se inició en 2013 y fue una iniciativa del Cardenal Daniel Sturla. Es coordinado por los Diáconos Gerardo Benítez y Daniel Castro. Su objetivo es brindar servicios a la comunidad, que en este caso es la del barrio Maracaná, aunque existe la posibilidad de que en un futuro se haga en otros barrios. Es una experiencia nueva de la Iglesia Católica de Montevideo, que no pertenece a ninguna Congregación y no depende de la zona parroquial, sino directamente de Sturla. Se busca que varios carismas hagan parte de la experiencia y aporten lo suyo, más allá de que la experiencia del Oratorio es meramente salesiana. Nos nutrimos de todos, pero es Iglesia y Dios, Jesús y María son los mismos con distintos nombres, aunque allí es María Virgen de los Treinta y Tres. La idea es servirle a la gente del barrio desde el Oratorio, la catequesis o el grupo de adultos. En síntesis, ese edificio de la “Diakonía” es un punto de encuentro donde vivir la fe y acompañarlos. Antes era una casa, después vivieron hermanas que daban una mano a la gente y cuando iban a vender la casa surgió la idea de Sturla. ¿Cuándo te vinculaste con el proyecto? Estuve desde los inicios, ya que Gerardo (Benítez) confió en mí para tirar ideas, planear y tirar cosas ya que había tenido buenas experien‐ cias como animadora. ¿Allí prestan una atención integral a la comunidad, abarcan todas las edades: niños, jóvenes y adultos? Somos un grupo de 25 animadores. Algunos estamos en el Oratorio, otros en la catequesis, otros no van tan seguido sino a dar una mano con actividades puntuales, como ser una venta económica, o dar apoyo escolar o para trabajar con el grupo de mujeres. Lo de los adultos lo manejan más bien los Diáconos o algún sacerdote. ¿La idea central es evangelizar? Sí, es esa. Es ir y llevar a Dios, la Palabra, y que la gente sepa que hay un Dios que los quiere, que los ama, y está para ellos. Nosotros somos el instrumento de Dios. Se trata de acompañar a la gente del barrio, que vive en un contexto de pobreza, que necesitan que los escuchen, que estén para ellos. Todo es muy familiar, es vivir la fe en familia. Los acompañamos en todo el proceso, desde que son gurises en el Oratorio, en la catequesis, en el Centro Juvenil y hasta cuando son adultos. Tratamos de atender todos los frentes y que todos estén acompañados por esta experiencia. ¿Qué te genera este vínculo con la comunidad? Ha sido todo un buen aprendizaje y mi objetivo es ir por lo positivo. Maracaná ha sido noticia en los informativos, y casi siempre no por buenas cosas, por eso en el Oratorio buscamos encontrar una luz para el barrio y alimentarla de la manera que consideramos mejor. La gente defiende mucho esta propuesta, porque es en esencia para los gurises. He crecido como persona, como voluntaria y como profesional. Yendo ahí descubrí mi profesión que es trabajar para y con la gente. Me cambió la vida. De Maracaná no me sacan nunca más, e iré aunque sea una vez por mes. 14

¿Identificás chispazos de que ese trabajo que hacen va generando un cambio? Sin dudas que sí. Lo ves semana a semana. Llegar y encontrarte con un niño que tuve en el Oratorio, que hoy va el liceo y me dice que le está yendo bien, te llena el alma, eso es lo mejor. Verlos caminar derecho, que se preocupan por salir adelante, estudiar, formarse, paga el esfuerzo de ir dos horas en ómnibus desde mi casa hasta allá. Y las madres que te manden un Whatsapp para saber cómo estoy, todo eso lo traduzco en agradecimiento de lo que hacés para y con ellos. Se ge‐ nera un vínculo de cariño mutuo. En ese abrazo, en ese mensaje, en ese contarme cómo andan, está implícito un “gracias”, que no siempre te lo dicen, pero se siente. No es por mí, sino por la propuesta. ¿Existen instancias en que toda la comunidad se junta para ver que se está haciendo bien y qué hay que corregir? Todos los años hacemos un retiro donde se invita a todos, y ahí se habla sobre la propuesta, qué mejorar y se escuchan propuestas. Este año será en agosto. También están las evaluaciones de cada proyecto. Y la jornada de presentación al inicio del año. Además hay reunión de los animadores de cada grupo con los Diáconos. En todas estas instancias hay autocrítica y se busca corregir. ¿Qué le faltaría a la propuesta para llegarle más aún a la gente, para que ellos se apropien? La experiencia es nueva, estamos a prueba y error, y vamos corrigiendo en el camino. A veces nos cuesta coordinar tiempos para que algunos que no tienen experiencia en determinado tema puedan capacitarse. Igual nos apoyamos siempre entre todos y nos consultamos para ver cómo estamos viviendo la fe y cómo la estamos comunicando. Pero todo es tan horizontal que subsana esas cosas que faltan ajustar. El cambio se va dando en el buen sentido, en el correcto.


R E T I R O

D E

Desde el Viernes 17 al Domingo 19 de Agosto Aguas Blancas, Lavalleja

Inscripciones o mรกs informaciรณn:

hayalgomasuru@gmail.com


CONNOMBREYAPELLIDO

Redescubrirse con otros en la inmensidad del mundo

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¿Qué los motivó a irse de viaje? Lule: Fue algo que salió sin darnos cuenta. Éra‐ mos amigos desde antes. Somos un grupo al cual le atraen las aventuras, los desafíos, las cosas lo‐ cas. Hablando e imaginando, salió. Lucas: Fue “un viaje”. En enero estábamos en Santa Teresa y surgió la idea. A mitad de año ya teníamos los pasajes para Europa. ¿Por dónde viajaron? Lule: Fuimos al viejo continente. Conocimos al‐ gunas partes de Alemania: Berlín, donde pasa‐ mos Navidad, algunos fueron a Münich, otros a Füssen (al sur de Alemania); después conocimos Praga en la República Checa. Lucas: Seguimos por Estocolmo en Suecia, y Oslo, Bergen y Tromso, en Noruega. En Reino Unido recorrimos Londres, Edimburgo y Belfast. Ahí fue cuando nos dividimos. Del grupo de siete que éramos nos separamos en dos grupos, y al‐ gunos estuvimos en Francia y España. ¿En qué plan fueron, con qué modalidad? Lule: Predominaba la idea de irnos de mochile‐ ros. Sin embargo, cuando comenzamos a pla‐ nearlo nos dimos cuenta que iba a ser muy difícil hacer allá lo que habitualmente hacemos acá. Por ejemplo, acá solemos movernos a dedo y en carpa. Pero irnos allá con el desafío de que era invierno y sin conocer qué tan frío podría llegar a estar, era algo inviable. Lucas: Si me preguntan en qué modalidad via‐ jamos, diría que fue en modo conseguir lo más barato. ¿En qué moverse? En tren, en avión, en ómnibus. A su vez, hoy en día con las facilidades de las redes sociales y las aplicaciones era mu‐ cho más sencillo conseguir alojamiento gratis. Lule: Mediante una aplicación llamada Couch‐ surfing, una plataforma que une a distintos via‐ jeros, encontrás personas que alojan a otros sin cobrar nada a cambio. La excusa es el intercam‐ bio cultural. Lucas: Solo una vez conseguimos quedarnos los siete juntos, en una mansión de película, en Noruega. Cuando se fueron, ¿qué expectativas tenían en cuanto al viaje y la convivencia? Lucas: Si bien hubo mucho roce y desafíos du‐ rante el viaje, tuvimos una gran preparación. Unas semanas antes nos encontramos en La Flo‐ resta para prepararnos. Lule: Fue una suerte de retiro espiritual. Con la ayuda de unas educadoras scouts, hicimos varias actividades y dinámicas para vivir en fa‐ milia. En cuanto a las expectativas del viaje, eran que iba a estar demás. No había nada realmente 18

planeado, solamente un pasaje seguro y la casa en la que pasaríamos Navidad y otra donde pasaría‐ mos Año Nuevo. Lo único que habíamos previsto fue, por ejemplo, que no cayera ningún feriado que nos impidiera viajar algún día; o temas como el clima. Eso estuvo bueno porque nos dio bastante flexibilidad en el viaje. Lucas: Era ir al apogeo invernal, llegar en enero con ‐14 grados. Pero en cuanto llegamos hicimos compras de camperas y abrigos que luego, a pesar de verdaderamente estar en temperaturas muy bajas, no es que se sufrieran. Aunque quedara ese gustito amargo de perdernos el verano en nuestro país, ir al invierno, ver algo blanco, caminar sobre lagos congelados era impagable. ¿Cómo fueron los primeros días del viaje? Lule: Llegamos en vuelos distintos porque viajamos tres por un lado y cuatro por otro. Teníamos miedo de no encontrarnos al llegar al aeropuerto de Barajas, que es enorme. Pero en cuanto nos encontramos estuvo divino. Y ahí comenzó el viaje, éramos nosotros ya en Europa. Lucas: Los primeros dos días fueron de viaje. Del aeropuerto a Münich. Dormimos en el aeropuerto y fue el mejor lugar que podríamos haber pedido. No había nadie. Lule: ¡Ahí vimos la nieve! y nos dimos cuenta: “Estamos acá realmente”. Lucas: Lo increíble fue llegar a Füssen, que es una ciudad al sur de Alemania, en la frontera. Tiene dos castillos, y para mí es un pueblito encantado. Era ir llegando entre los Alpes y decir: “Despierten, miren”. Era increíble. Aparte ahí teníamos alojamiento para tres en la casa de un alemán. El resto se quedó en un hostel. Para nosotros llegar y estar con una familia alemana, y salir a caminar con ellos, con el paisaje todo nevado, estuvo tremendo.


¿Qué fue lo que más los maravilló? Lule: Imposible elegir. Cada lugar tuvo lo suyo. Sería más fácil contestar qué fue lo que menos nos gustó. En lo personal contestaría París. Tal vez sea que me decepcionó. Fui al resto de los lugares con expectativas inciertas habiendo vis‐ to nada más que fotos de Google. En cambio Pa‐ rís es como más cercano, de verlo en películas y leer varias reseñas fui con altas expectativas, y al final no me pareció para tanto. Vi lugares alucinantes. Lucas: Para mí, lo que más te llama la atención es lo desconocido, lo que no estás acostumbrado a ver. La nieve, ir en el ómnibus, cabeza para afue‐ ra y ver los Alpes nevados. Lule: Era como estar verdaderamente en una película. Lucas: Los paisajes son impresionantes. Aparte cambiábamos mucho de climas. Un día estába‐ mos en Niza, en la Costa Azul, y dos semanas an‐ tes habíamos estado en el invierno de Alemania y de Noruega, muertos de frío. Lule: Nos pasó en España que fuimos a Palma de Mallorca. Fuimos a acampar. Subimos a la cima de una montaña donde había mucha nieve. Acampamos, al otro día nos levantamos, fuimos a la playa y nos tiramos al agua. No hacía calor para nada. Pero era insólito estar en la playa y pensar que la noche anterior habíamos estado en la montaña con nieve. Lucas: Otra cosa que me maravilló fue la gente con la que te vas cruzando; vínculos que vas formando con otros, sin siquiera hablar sus idio‐ mas. En una ocasión estábamos en un hostel en Belfast, Irlanda del Norte, éramos tres de los siete, junto con otros 50 residentes. Para nues‐ tra sorpresa nos encontramos a un uruguayo que venía hace tiempo recorriendo el mundo; al día siguiente, ¡llegaron dos uruguayos más de Flores! Increíble que entre 50 residentes seis fuéramos uruguayos, rompía con toda propor‐ ción del mundo. Lule: Los vínculos son algo tremendo. Me pasó de quedarme con unos senegaleses que ni hablaban nuestro idioma; solamente sabían de‐ cir “huevo y corazón”. En Oslo, en un hostel de a siete, era como copar todos los espacios. Lucas: En ese mismo lugar uno de nuestros amigos conoció a un capitán de barco que había manejado el barco de Mayweather, y contó que le había dejado mil dólares de propina. Son esas cosas difíciles de creer. Lule: También se daba eso de que viajamos de noche para no tener que pagar siempre hostels. Pasábamos algunas noches en las estaciones de trenes. Dormían cuatro y el resto hacían campa‐ na.

muchísimo a sí mismo. Se planeó mucho lo gru‐ pal y se obvió lo individual, creo yo. Me pasó de estar allá, sintiéndome más capaz de sobrellevar una Lule en grupo que una Lule por sí sola. Si todos hubiéramos trabajado la parte individual un poco más, las cosas habrían salido mejor. Me encontré con una versión mía muy indepen‐ diente. Sucede que al vivir sola llegué a conocer cosas que con mi familia jamás hubiera averi‐ guado sobre mí misma. Por ejemplo, estando allá y cocinando, me di cuenta de que me en‐ canta ponerle pimienta a la comida. Lucas: En esto del viaje hay tres etapas: la preparación, el viaje en sí y lo que viene después. Si nos quedamos solo con la experiencia, quizá recordemos que hubo bastante roce. Pero creo que en la convivencia acabás por aprender todo sobre el otro, sobre su forma de vivir. Su forma de decirte que no con la mirada, sin llegar a decirlo. Se establece una sintonía en la que no es necesario ni hablar con el otro. Me pasó de reír‐ me con mis amigos en la calle de cosas que ni llegaron a ser dichas. ¿Qué fue lo más difícil de afrontar del viaje? Lucas: Compartir todos juntos largos trayectos, cada uno con sus distintos modos e intenciones. Cuando estás todo el día con una persona, reco‐ rrés, salís, cocinás y dormís con ella, hay puntos en los que uno se cansa y se pone malhumorado. Lule: Lo que más me costó enfrentar fue asumir que con mis amigos tan cercanos, con algunos vínculos que incluso trascienden la amistad, hay cosas que no funcionaban armoniosamente. Asumir que con mis amigos de toda la vida, a quienes yo estaba acostumbrada, las cosas estaban así, fue lo que más me costó. Yo desde allá no podía volverme a casa, por lo tanto, había que enfrentarlo. La solución que encontramos fue separarnos en un punto, donde viajamos cuatro por un lado y tres por el otro. Costaba creer, en aquellos momentos, que podía llegar a pasar mal cuando se había ido a pasar bien. Llegan a darse esos extremos. Hoy mirando ha‐ cia atrás, queda todo como una anécdota. Los vínculos se mantienen más fuertes que nunca. ¿Qué es lo que aprendieron de estar con el otro? Lule: Con mis amigas, en el viaje, aprendimos a saber cuándo la otra estaba mal. Siento que las conozco de una manera que otros no; se genera una confianza total. Incluso, cuando se llega a odiar al otro por dejar el plato sucio, igual se lo quiere a pesar de todo. Sin darte cuenta, en la convivencia se trabaja mucho el ego. Además de ser una experiencia grupal, también es una experiencia personal en la que uno se conoce

Incluso estando acompañado, hay momentos en los que uno se siente cansado o solo. ¿Les su‐ cedió? Lule: A mí me pasa que soy una persona que disfruta mucho el estar sola. Mi cuarto es un es‐ pacio que adopté para que sea un perfecto reflejo de mí. Vos entrás y es Lule. Por lo que fue un desafío encontrar un lugar así en espacios que rotaban cada dos días. Si bien me encanta ser nómade, siempre está bueno tener un espacio que sea el reflejo de lo que soy para vol‐ ver a sentarme y a mirarme. Lucas: En mi caso es al revés. Necesito el espacio de estar con otros. Mi sucucho, mi lugar, está bueno generarlo para compartirlo. Aun así, al ser siete, siempre hay uno con el que encontrás ma‐ yor afinidad en determinados momentos. Muchas veces aparecía cierta sensación de in‐ certidumbre al salir a la calle y no tener ni idea de adónde ir y depender de un mapa. En contacto con diversos paisajes, ¿tuvieron algún sentimiento de trascendencia? Lule: Hubo algo alucinante que nos pasó. Yo soy alguien a quien le fascina la naturaleza, pero muy rara vez me gustan los animales. Caminan‐ do por Bergen, adentrándonos en un camino, aparecen de pronto un montón de cabras y o‐ vejas. Estaban allí y nosotros entre ellas. Nos acercamos pensando que las espantaríamos. En cambio, se quedaron entre nosotros. Las mirá‐ bamos atónitos. Ellas se acercaban a olernos. De verdad nos parecía increíble, nunca nos había‐ 19


mos encontrado con animales en el viaje, y te‐ nerlas allí en su hábitat natural estaba tremen‐ do. Lucas: Por trascendencia voy a entender sentir‐ se chiquito al lado de algo. Y donde más chiquito me sentí fue en los acantilados de Irlanda, ba‐ rrancos de 214 metros. Mirar y tentarse a tirarse abajo. Otra cosa que me inundó de trascenden‐ cia, de inmensidad de la naturaleza, fue estar en la Costa Azul de Francia luego de los acantilados, de un pueblito todo nevado en Escocia, de Noruega, de lagos congelados, de una ciudad co‐ mo Berlín (sabiendo que por allí había pasado la Segunda Guerra), ver el Muro de Berlín; de Füssen que era como un pueblito encantado. Parecía increíble estar en Praga y ver un castillo con varios estilos que responden a cientos de años atrás; ahí es donde la cabeza pira. Veo un mapa que marca por todos los puntos que pasamos, y calculo distancias: mi cabeza explo‐ ta. Te hace cuestionarte un montón de cosas, desde lo más chico a lo más grande. Lule: Al visitar los acantilados de Irlanda le pude dar una imagen al paraíso. Previo al viaje, al ima‐ ginar ese concepto, mi mente no podía llegar a abstraerse tanto como para visualizarlo. Des‐ pués de eso quiero, cuando me muera, poder ir para ahí. La altura, el viento, el pasto, tocar tierra mojada. Fuimos un día en que el cielo estaba azul, y el sol de invierno pegaba de costadito. Estaba impresionante. Lule: Es tan grande todo, la historia es inmensa. Es algo de otro planeta, que en realidad es nuestro. Es una experiencia tan tremenda que

en verdad te cuestiona acerca de qué vas a hacer con la experiencia una vez que vuelvas. No puede ser que yo regrese siendo la misma per‐ sona que era cuando me fui. Esto me tiene que servir para con el resto, para conmigo, para en‐ tender un montón de cosas. Estando en Europa, ¿qué es lo que más extraña‐ ron de Uruguay? Lucas: Uruguay está increíble. Llevamos el mate y aunque el plan era tomarlo todo los días, la cosa no se dio así. No es como acá que salís a pasear por la Ciudad Vieja y te vas cebando mates. Allá vas por la calle y si sacás la mano para cebar se te congela. Por eso tomar mate allá era un lujo que se te daba a veces. Aparte en los museos no podías tomar. Sobre extrañar de Uruguay… hay algo en encontrarse a un urugua‐ yo y quererlo como si lo conocieras de toda la vida. Con nadie pasaba tan instantáneo como con los uruguayos. Extrañé un montón el asado. También extrañaba eso de salir de casa y saber hacia dónde ir; saber que aunque me pierda sé dónde estoy; saber que me voy a encontrar con alguien que conozco. Me pasaba de estar en un lugar y pensar: “qué lindo que estuviera mi a‐ buelo para hablarme de esto” o “qué bueno es‐ taría charlar con mi viejo”. O extrañar otras a‐ mistades por fuera del grupo. Lule: Algo que me hizo mucha falta fue ir a la cancha. Toda mi vida me acostumbré a ir los fi‐ nes de semana y realmente estando allá se extrañaba. Cuando estás afuera te das cuenta de que acá en Uruguay tenés todas las chances de

ser libre, de hacer lo que quieras. Allá algo que me rechinó fue que en muchos lugares son pro‐ testantes y realmente para decirse católico hay que jugársela bastante. Y yo, que me formé en Maturana y que me enseñaron a ser libre, me cuestionaba por qué cualquier persona habría de tener vergüenza por algo así. ¿Les recomendarían esta experiencia a otros jóvenes? Lule: Sin duda que sí. Viajar es enfrentarte a algo nuevo, y siempre deja una enseñanza; te hace crecer. Yo me siento algo desubicada al sugerir esto, porque sé que tuvimos la suerte de tener la oportunidad, de soñarlo y de hacerlo. Pero sin dudas que es una experiencia totalmente enriquecedora. Lucas: Obviamente lo recomiendo, pero lo hago con mucho cuidado. Yo no soy crack por haber‐ me ido de viaje, por haberlo hecho con mis a‐ migos, a los 18 años. Yo soy producto de este grupo con espíritu aventurero, de mi familia, de mi contexto socioeconómico. De haber tenido la chance de soñar, sabiendo que ese sueño es posible. La pregunta que me termino haciendo es: “¿Por qué yo sí y otros gurises no? “. Está bueno que se me erice la piel contando anécdo‐ tas y ponerle cada vez más color, sabiendo que yo también soy consecuencia de este contexto en el que nací. Y en esta línea no quedarse en la chiquita, compartirlo.

FICHA PERSONAL Lucía “Lule” Durante Tiene 18 años. Cursa 6to año de Bachillerato de Economía. Es exalumna del Colegio Maturana y del Juan XXIII.

Lucas Ventos Tiene 18 años. Estudia en la Facultad de Ciencias Sociales. Es animador salesiano y exalumno del Colegio Maturana.

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SINTONIZANDO CONDONBOSCO

Sor Yvonne Reungoat Superiora General de las FMA

HAY DOS MIL MILLONES DE JÓVENES EN TODO EL MUNDO QUE NOS NECESITAN Queridos amigos de la Familia Salesiana de Uruguay: Me imagino que ustedes estarán muy orgullosos por el desempeño de su seleccionado de fútbol en el Mundial. ¡No podría ser para menos! Aunque no he estado especialmente atenta a lo deportivo, sí supe que ese grupo de deportistas se ha convertido en una referencia para todos, y muy en en particu‐ lar para los jóvenes. Precisamente, esa influencia que ejerce la selec‐ ción de Uruguay me hace pensar en todo lo que nos toca hacer a nosotros, herederos del carisma edu‐ cativo y pastoral de Don Bosco... En la actualidad, hay dos mil millones de jóvenes en todo el mundo que nos necesitan. El Papa Francisco ha denunciado, más de una vez, que a los jóvenes se los trata como "material de desecho" y nos invita a "mirarlos con ternura"; yo agrego con la misma ternura que sentían Don Bosco y Madre Mazzarello ante los chicos que care‐ cían de todo y no tenían a nadie. El P. Rossano Sala sdb, designado por el Santo Padre como secretario especial del Sínodo de los jóvenes (que se inaugura‐ rá en Roma el 3 de octubre próximo) ha dicho: “Debemos tener mucho cuidado con culpar a los jóvenes por su alejamiento de la Iglesia"; más bien debemos realizar una “conversión institucional en

nuestra forma de vivir y de trabajar juntos, con ellos”. Hoy los jóvenes deben enfrentar una realidad com‐ pleja, fluida, que cambia rápidamente. Una rea‐ lidad que les hace chocar con una cultura "cientifi‐ cista" a menudo dominada por la técnica. En esta situación viven experiencias de inseguridad, de‐ sempleo, corrupción, explotación que, a veces, los arrastra al abismo de las drogas, la prostitución, el sin sentido. La condición de vulnerabilidad mul‐ tiplica en ellos formas de tristeza, soledad, pobreza y exclusión. No sienten confianza en sus capacida‐ des y no ven futuro en la precariedad que los ca‐ racteriza. Además, el reto de la multiculturalidad y multirreligiosidad atraviesa el mundo juvenil pro‐ vocando confusión y relativismo, pero es también una valiosa oportunidad de confrontación y en‐ riquecimiento recíproco. Pese a esas dificultades y peligros, en los jóvenes hay mucha apertura a la solidaridad y un gran sen‐ tido de justicia. En la confrontación con los adultos esperan autenticidad. Anhelan tener experiencias de proximidad, de cercanía, de relaciones autén‐ ticas, y un marcado deseo de vida de grupo. Por tanto, en los jóvenes hay una fuerte búsqueda de

lo comunitario. Como Familia Salesiana estamos llamados a acom‐ pañarlos en esa búsqueda de experiencias, favo‐ reciendo el cuidado del ambiente. “En el carisma salesiano, el ambiente educativo se coloca como mediación entre los valores inspirados en el Evan‐ gelio y el contexto sociocultural”.1 De alguna mane‐ ra podemos decir que es la atmósfera que nutre de la familiaridad de jóvenes y adultos. Es nuestro "deber carismático” poner en acto todas nuestras posibilidades para escucharlos, hasta lle‐ varlos gradualmente a percibir la voz de Dios que habla a sus corazones y, así, llegar a la verdad de la vida sin miedo y con confianza. La escucha, vivida con humildad y empatía, tiene el valor del abrazo de Jesús y puede hacer renacer la esperanza de quien está en la tristeza e incluso puede, en ciertas situa‐ ciones, salvar una vida. Que cada uno de nosotros, que cada comunidad e‐ ducativa sea el abrazo de Jesús que dé sentido y salve la vida de nuestros muchachos.

1. Lineas Orientadoras de la misión educativa FMA. N° 142

DEOTROSLARES India ‐ Una escuela para los hijos de las tribus y de los marginados En la ciudad Azimganj en el distrito de Murshidabad, en la India, los Salesianos a‐ brieron la escuela “Don Bosco” para niños y adolescentes en situación de pobreza. Fun‐ ciona en lo que fue un importante centro comercial en el siglo XVIII. Los Salesianos lle‐ garon al lugar en 1966 y siguen trabajando en la educación y en las actividades parroquiales y sociales. Los niños que asisten al “Don Bosco” son los primogénitos de cada familia y participan en la escuela. Los Salesianos de Don Bosco hacen todo lo posible para ayudar a estos 1.300 menores, incluidos niños de escuela primaria y secundaria. Tienen escasos recursos, pero mucho ingenio para hacer frente a todas las dificultades. A falta de pizarras, los Salesianos pintaron las paredes de negro y escriben en ellas con tiza. Más información en: www.missionidonbosco.org Fuente: ANS

Encuentro de la Comisión Internacional de Pastoral Juvenil y Familia Del 22 al 24 de junio, en la Sede Central Salesiana de Roma, se reunió por primera vez la Comisión In‐ ternacional de Pastoral Juvenil y Familias. Esta Comisión, coordinada por el Consejero General para la Pastoral Ju‐ venil Salesiana, P. Fabio Attard sdb, asistido por los integran‐ tes del Dicasterio, está for‐ mada por 15 personas entre Salesianos, laicos y expertos en el tema, provenientes de los cinco continentes. Los participantes ofrecieron ideas y sugerencias para la preparación de un documento sobre la Pastoral Juvenil y la Familia, que puede ofrecer motivaciones y criterios de discernimiento para la reflexión y la acción futura de los agentes pastorales. Fuente: ANS 21


MEGUSTACOMENTOCOMPARTO


MEGUSTACOMENTOCOMPARTO

Ronda en el pasto

Esta página se refiere a la lectura del Evangelio según San Juan (6,1‐15) proclamada en la Misa del 29 de julio, Domingo XVII del Tiempo Ordinario. Para muchos de los que leemos el Bole n Salesiano, recordar una tarde de oratorio o de misión de verano evoca un momento clave: la merienda al final de la jornada, que es, sobre todo, una experiencia de comu‐ nión, un espacio de encuentro, un signo del Reino. Allí los animadores o los gurises más grandes sirven la leche y lo que haya para acompañarla; la mayoría de los animado‐ res, sentados entre los chiquilines, com‐ parten el alimen‐ to, la charla, y a veces un silen‐ cio lleno de vi‐ da. Después del “rap de la ben‐ dición” o alguna oración improvi‐ sada, la presencia de P. Francisco Lezama sdb Dios que ya se experi‐ mentaba se hace explícita y patente: “Ben‐ dice, Señor, este pan, y que todos comamos en paz. ¡Aprovéchalo!” Al leer el Evangelio de este domingo, es imposible no generar un punto de conexión entre estas experiencias y la escena que es

narrada: la así llamada “mul plicación de los panes”... Siempre me ha parecido muy caprichosa la elección de los tulos con los que son conocidos los textos bíblicos más célebres. ¿Por qué “mul plicación de los panes” y no “el niño que compar ó su comida”, o “la mul tud alimentada” o “la enseñanza de Jesús a los apóstoles”? En este texto, que narran los cuatro evan‐ gelios, Juan y Marcos nos dan un detalle cu‐ rioso: había allí mucho pasto verde (Jn 6,10; Mc 6,39). También Mateo lo menciona de pasada (Mt 14,19). Parece un detalle de menor importancia para un milagro de esta impronta. ¿Importa realmente cómo era el piso del si o donde se realizó el milagro? Quienes estudian a fondo estos textos ven en esta curioso detalle la evocación a otros pasajes bíblicos, como las promesas de bendición de Dios que u lizan la hierba co‐ mo símbolo de fer lidad (Is 44,4, por ejem‐ plo). Pero más allá de estas referencias, o de otras explicaciones del es lo que válida‐ mente se pueden proponer, pienso que los evangelistas, por su propia experiencia o por el recuerdo que otros le transmi eron,

quisieron resaltar que allí estaban cómo‐ dos. ¡No es lo mismo sentarse sobre pasto que sobre piedra o arena! Puede parecer un detalle superficial, pero yo en endo que no es así. De la misma manera que Jesús se preocupó porque el lugar de la úl ma cena estuviese arreglado y amueblado (Lc 22,12), también quiso que el acontecimien‐ to que iba a ser signo eucarís co del Reino fuese en un ambiente acogedor, un lugar en el que todos pudieran sen rse ellos mis‐ mos, y sobre todo se reconocieran comuni‐ dad y familia. ¡Qué lindo poder reconocer estos lugares que nos hacen sen r comunidad! Ojalá po‐ damos en nuestra sociedad construir y re‐ significar espacios con este sen do. Y ojalá nuestro corazón vibre y lata al ritmo del Reino cada vez que escuchamos: “Ronda, ronda, queremos un ronda…”.

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AQUĂ?YAHORA

con los otros

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Mi libertad termina donde empieza la del otro, dice una frase repetida muchas veces para marcar los límites de la vida en sociedad. Pero la vida comunitaria es mucho más que eso. “En la vida comunitaria esa frase no corre. Es exactamente al revés: mi libertad empieza con la libertad del otro”, afirma José Techera, Psicólogo y Profesor de Psicología Comunitaria. 25


En la comunidad "damos lo que tenemos, tomamos lo que necesitamos" Psicólogo José Techera

La vida en comunidad se basa en una concep‐ ción antropológica de la persona que se sus‐ tenta en el “ser con otros” y que se enfoca en una manera de interpretar las relaciones in‐ terpersonales, agrega. No obstante, según explica el especialista, las relaciones humanas se pueden interpretar de diversas maneras que no son comunitarias. Por ejemplo, de una manera igualitaria, don‐ de se entiende que somos todos iguales ante las reglas y ante la ley. Esa concepción implica que todos necesitamos lo mismo. Otra forma distinta a la vida comunitaria es una relación basada en el estatus de la per‐ sona y en un criterio de autoridad, en el que uno está por encima del otro. Desde esta vi‐ sión las personas se relacionan en función de los roles que asumen en la sociedad y puede aplicarse al trabajo o a la familia: donde está el rol de papá, mamá, o del hermano mayor. Otro ejemplo son las relaciones de mercado, donde se pueden interpretar las relaciones en función de los costos y beneficios que se ob‐ tengan en el vínculo con el otro. 26

Sin embargo, lo comunitario, tiene que ver con dar y recibir. “Lo importante es la cobertu‐ ra de la necesidad personal, relacional y co‐ lectiva al mismo tiempo. No todos tenemos las mismas necesidades, se resume en: ´Da‐ mos lo que tenemos, tomamos lo que nece‐ sitamos´. Es partir del bienestar de la comu‐ nidad y de la persona, compartimos valores y compartimos una historia en común”, dice Techera. “Podemos vivir en una sociedad donde prime lo igualitario, o el mercado, o, volviendo a la familia, donde el padre se ocupe de la felici‐ dad del hijo pero no esperando que él se o‐ cupe luego de la felicidad del padre, aunque lo haga por cuestión de la propia relación, no en el sentido de ´como yo te di, me tenés que dar´”, ejemplifica el docente. La vida comunitaria se expresa en la actitud que se asume ante el otro. “No estoy esperan‐ do del otro nada en particular, hay más gra‐ tuidad en la relación, es más franca. Si hay al‐ go que tengo garantizado es que en la vida co‐ munitaria las personas se ocupan de mis ne‐

cesidades. No tengo que dejar un vale de garantía para que se ocupen de mí”, explica gráficamente. Desde esa lógica señala que las necesidades de los demás se sienten como propias y eso lleva a proyectarse juntos porque cada perso‐ na no puede proyectarse sin la otra. La vida comunitaria se desarrolla en la preocupación por los más necesitados, en la opción por los oprimidos que interpelan. Pero a su vez es “reconocerse a sí mismo como oprimido y necesitado”, afirma Techera y confirma que tiene que ver con ese dicho que expresa que “nadie es tan pobre que no tenga nada para dar, ni tan rico que no tenga nada para reci‐ bir”. UNA CASA A LA QUE LLEGAR Un ejemplo de vida comunitaria es el Centro Monseñor Lasagna, más conocido como CML. Según afirma una de sus coordinadoras, Ma‐ ría Noel Álvarez, quien es además estudiante de profesorado de Matemáticas y docente, se trata de una casa salesiana pero que “está abierta a todos, sean cristianos o no”. La in‐


La casa no sería lo que es sin la participación y el aporte de cada uno. Es un ida y vuelta Coordinadora del CML, María Noel Álvarez

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vitación es para cualquier persona que haya pasado por una institución salesiana –sea colegio u oratorio‐. “Puede ser el lugar del pri‐ mer llamado o puede ser un lugar donde participar de un taller. Se da una mezcla de experiencias según las necesidades de cada uno”, dice Noni, como la llaman. La casa que funciona en el predio del Instituto Juan XXIII con entrada por la calle Uruguay aunque también por el colegio, ofrece una serie de actividades concretas pero también es un espacio abierto donde se invita a propo‐ ner. En ese sentido explica que este año re‐ cibieron interesados para un taller de danza contemporánea y se abrió, también hay talle‐ res de fotografía, teatro, guitarra, canto, y se está considerando formar un grupo de es‐ tudio de inglés, ya que una chica que llegó de estudiar en Inglaterra se ofreció para dar cla‐ ses.

Pero más allá de las actividades puntuales se trata de “una casa que recibe. Siempre va a haber un mate pronto, una persona conocida para charlar, para almorzar, para hacer tiem‐ po, para descansar, para compartir”, añade la coordinadora. Eso se debe a que la esencia de este centro no es ofrecer actividades que sean recibidas en forma pasiva por quienes participan sino lo que aporta cada uno, sean talleristas, anima‐ dores o exalumnos. Noni asegura que “la casa no sería lo que es sin la participación y el aporte de cada uno. Es un ida y vuelta”, ex‐ presa. En total, hay 23 comunidades integradas por 300 personas que circulan por la casa y los seis que la dirigen ‐coordinadores, asistente, ani‐ madores‐ no darían abasto para organizar to‐ do sin el aporte de cada uno, asegura. Agrega que cada uno trata de “estar al servicio, sin perder nunca el carisma salesiano”.

También se formaron comunidades universi‐ tarias, por ejemplo estudiantes de distintas carreras de educación que se reúnen para hacer un discernimiento de la experiencia de lo que estudian; o comunidades sacramenta‐ les que se reúnen no únicamente para recibir un sacramento sino para vivir la experiencia de comunidad. “Cada uno se va preparando y cuando siente que está preparado puede recibir el sacramento. Y la idea no es que cuando lo reciben desaparezcan –aunque puede pasar‐ sino que sigan participando como comunidad”, sostiene Noni.

Desde su perspectiva formar parte del CML da un sentido de pertenencia, con el que los jóvenes se identifican especialmente, aunque afirmó que tampoco existen limitaciones de edad, ya que participan personas de todas las edades. De hecho hay una persona de 66 años que participa de una comunidad. Se acercó junto a su hija en 2016 pero la hija dejó y él siguió, llegó a confirmarse este año junto a dos compañeros de su comunidad y tiene una activa participación en la casa.

Además los miércoles a las 20 celebran la Eucaristía. Cada semana una comunidad dis‐ tinta se encarga de preparar la Misa y de esa manera sorprende al resto.

LA BASE DE TODO El Salesiano español Juan José Tamayo‐Acos‐ ta, profesor de la Universidad Carlos III y del Instituto Fe y Secularidad, explica en un

artículo publicado en la página de Pastoral Juvenil que los sociólogos hablan de tres tipos de comunidades: críticas, que cuestionan la institución como marco de vivencia de la fe; cálidas, que ponen el acento en las relaciones interpersonales; y normativas, que están in‐ tegradas en la institución y siguen las pautas de ella emanadas. A su juicio dentro de la Iglesia Católica, las comunidades reconocen la centralidad de la celebración comunitaria y fomentan la par‐ ticipación de todos los miembros en las ce‐ lebraciones. “No reducen la fe a una mera profesión verbal o a una actividad intelectual, sino que pretenden hacerla realidad a través del testimonio de vida. El punto de partida es la experiencia”, indica. En tanto, un documento de la Iglesia Católica denominado la Vida Fraterna en comunidad «Congregavit nos in unum Christi amor» (Cris‐ to nos congrega en su amor) redactado en 1994 bajo el papado de Juan Pablo II habla justamente de la comunidad como el medio más adecuado para construir la fraternidad cristiana y llegar a ser hermanos. “El amor de Cristo, derramado en nuestros corazones, nos impulsa a amar a los hermanos y hermanas hasta asumir sus debilidades, sus problemas, sus dificultades; en una palabra, hasta darnos a nosotros mismos”, afirma el texto. Agrega que “Cristo da a la persona dos certe‐ zas fundamentales: la de ser amada infinita‐ mente y la de poder amar sin límites. Nada como la cruz de Cristo puede dar de un modo pleno y definitivo estas certezas y la libertad que deriva de ellas”. El documento recomienda algunas actitudes para poner en práctica en la convivencia co‐ munitaria: la alegre sencillez, la sinceridad y la confianza mutua, la capacidad de diálogo, en‐ tre otras. Y por su parte, el Papa Francisco en un en‐ cuentro con comunidades religiosas de Corea, en 2015, expresaba que la vida en comunidad es el lugar ideal para crecer. “Es poco realista no esperar conflictos: surgirán malentendidos y habrá que afrontarlos. Pero, a pesar de estas dificultades, es en la vida comunitaria donde estamos llamados a crecer en la misericordia, la paciencia y la caridad perfecta”, decía.

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EXPERIENCIAS

DE

M I S ISABORABUENASNOCHES ÓN

“Cuando los sueños se comparten”

En vacaciones de julio 2012, con los jóvenes de Talleres Don Bosco, fuimos por segunda vez a misionar al paraje “Chileno Chico”, en Duraz‐ no. Uno de los lugares que denominamos “el Uruguay profundo”, por su forma agreste, muy inhóspita, apenas transitada y donde poca gente queda viviendo en el medio.

valor de los sueños y la forma comunitaria de llevarlos a cabo, Don Raúl levantó la mano, pidió permiso para hablar y le preguntó al cura cuánto se necesitaba para que pudiera ir una vez por mes y ahí mismo la gente comenzó a decir lo que aportaba cada uno para pagar los gastos; Silvia una de las más jóvenes de la comunidad, propuso juntarse la semana siguiente para comenzar a preparar el beneficio iniciando la recolección Tras un aventurero viaje en el camión del Paiva, llegamos a nuestra base de dinero en pos de la instalación eléctrica. Nos mirábamos entre los misionera de alojamiento, el galpón de una estancia a 30 km de Blan‐ misioneros y sin decir nada, nos decíamos todo, “acá está el Espíritu”. quillo. Además de los momentos de reflexión y oración del grupo mi‐ sionero, nuestros objetivos esta vez eran: recorrer los hogares dis‐ Aquella inolvidable homilía comunitaria, culminó con un gesto de ofer‐ persos entre los 60 km del paraje y lograr dar un paso más en la torio, donde diciendo, todos, los sueños que se habían propuesto con‐ cretar, se iba plantando un arbolito al lado del altar, cada uno con su reconstrucción de la comunidad cristiana de la capilla de esta zona. nombre: “Trabajo compartido”, “Luz “y “Misa”. La tarea de los vecinos En el primer encuentro realizamos dinámicas co‐ sería cuidar su crecimiento, como el símbolo del aporte de todos para laborando a “soplar las brasas” de los buenos que estos tres sueños se hicieran realidad. recuerdos, de los años dorados de la comuni‐ dad. Esa tarde todo era alegría. De lejos se Luego de la misa siguió la fiesta, con una gran ronda compartiendo el sentían las carcajadas arrancadas por los guiso, juegos y baile de campaña, hasta que nos llegó la hora de volver, cuentos de personajes comunitarios siempre allí la comunidad agradecida nos despidió con su tremendo cariño. presentes… Esta experiencia misionera comunitaria, me hace pensar en una de las Los vecinos allí se plantearon poner la luz frases de Don Helder Cámara “Cuando sueñas solo, sólo es un sueño; P. Adrián García sdb eléctrica en la capilla, hacer un beneficio entre cuando sueñas con otros, es el comienzo de la realidad”. Los otros, los todos para lograr el dinero y tener una misa por mes próximos y lo no tanto, son el motivo para salir de tu individualismo y el con el cura más cercano al lugar, que distaba unos 90km. sentido del “para qué” estamos caminando juntos, descubriendo que en el encuentro se da el milagro, donde el Espíritu del Resucitado puede Al día siguiente finalizó la misión convocando a los vecinos en la capilla hacer posible, el despertar de lo que antes estaba dormido. Deja que Él para encender un fuego y hacer un enorme guiso, con el aporte de sople las brasas de tu corazón, para que con otros, se encienda el fuego todos, entre vecinos, misioneros, amargueando y comiendo los bu‐ de la verdadera hermandad. ñuelos de doña Juana. Cerca del mediodía comenzamos a celebrar la misa, precedida por el párroco del lugar, siendo para ellos el inicio de un sueño casi cumplido. Lo que sucedió fue causa de asombro de todos los misioneros, una experiencia indescriptible. Cuando el párroco comienza a señalar el


DELÁRBOLSALESIANO

Resignificando la vida juntos, con alegría

El Secto : La comunidad de varones exalumnos salesianos Ante la necesidad de caminar juntos en la fe y buscando respuestas a inquietudes concretas que la vida va planteando surge “El Secto”, una comunidad de jóvenes varones que se reúnen en el Centro Monseñor Lasagna (CML) desde hace más de cuatro años. Los fundadores de este grupo son Juan Pablo Castro (Jope) e Ignacio Umpiérrez (Nacho), exalumnos del Instituto Juan XXIII que realizaron juntos el proceso de Confirmación y luego sintieron la necesidad de crear una comunidad que dé lugar al encuentro y a la reflexión sobre temas cotidianos, pero siempre desde una mirada cristiana. La particularidad de este grupo es que desde sus orígenes hasta el día de hoy siempre estuvo integrado por hombres. “La idea original era que fuera mixto, pero no convocamos a mujeres y dijimos que capaz era una señal. Al final tomamos la decisión de que fuera solo de hombres, también porque nos sentíamos cómodos para intercambiar desde otro punto de vista y tal vez la presencia femenina nos iba a limitar. Se volvió a abrir el llamado y tampoco tuvimos éxito. Entonces ya quedó que el camino era por este lado y hoy ya es un requisito que sea solo masculino”, comenta Ignacio. 30


Si bien esta comunidad no cuenta con nin‐ gún animador o referente que lleve adelan‐ te la propuesta, aparece la figura del Padre Daniel Bernardoni sdb, que le aporta una sabiduría especial ayudando a aclarar al‐ gunos panoramas y dando también la posi‐ bilidad de poder compartir la Eucaristía. LA FE SIN COMUNIDAD ES COMO ESE FUE‐ GUITO QUE SE APAGA La confianza, la alegría y el cariño son las principales características que hace que es‐ te grupo sea una comunidad salesiana co‐ mo tal. “Somos una comunidad cristiana que busca el sentido mismo en Jesús, encontrándolo en las distintas áreas de nuestra vida. Nos hace comunidad porque estamos siempre al tanto de en qué anda cada integrante y preocupándonos sobre la vida del otro. Intentamos apoyarnos mutuamente con un acompañamiento cercano desde lo concre‐ to, desde la vida misma”, afirma Jope. Federico Martínez, más conocido como “Defe”, se unió este año. Resalta el valor de la alegría, siendo un sentimiento que está siempre presente pero que también es fru‐ to de una decisión. Esa alegría va dando lugar a que las cosas positivas sucedan, es la que va encausando todo. A su vez, Nacho destaca que hay una con‐ fianza que permite compartir las experien‐ cias siendo sinceros con el estado de cada uno, bajando a tierra todos los pensamien‐ tos. “Otro elemento fundamental es el cariño, donde se hace notar la ausencia de alguien en el grupo porque se lo extraña. El sentimiento de comunidad lo tenemos todos y lo hacemos notar entre nosotros”. UNA RELACIÓN DE TOMA Y DACA En “El Secto” todos son escuchados por igual y de todos se espera algo. Se genera una relación mutua donde hay que dar para recibir, el enriquecimiento está en el que tengo al lado.

“Hay un sentimiento de total apertura, ir a dejarme llenar por los demás contando también lo mío. No es necesario más. Dejar que el encuentro suceda. Es una comparti‐ da entre amigos con un sentido y trasfondo cristiano” explica Defe. Además agrega que es necesario tener un espacio en el cual se puede compartir con otros la vida y sus inquietudes. Viendo que los demás también atraviesan situaciones similares y de eso uno mismo se va nutrien‐ do. Para Jope este espacio se ha convertido en algo esencial, es un pulmón que le permite respirar, poner en común experiencias que

ayudan a reorientar y resignificar lo que va sucediendo. “La cuestión es intentar trans‐ mitir lo que uno va viviendo, siendo una he‐ rramienta para el otro en la que podamos darnos compañía todos juntos”, enfatiza. Finalmente, Nacho subraya que le ayuda mucho el compartir desde la autenticidad. Un espacio que le permite ser en todas sus dimensiones, sintiéndose libre y siendo es‐ cuchado. “También creo que aporto mi ca‐ riño al cuidado de la comunidad y al es‐ pacio, decir: `cuidemos esto porque está bueno´. El motor para que esto no caiga es cuestión de creer o reventar, un poco de la fe y la presencia del espíritu que nos motiva y nos empuja”. 31


UNAMANOAMIGA

“… si estos jóvenes hubieran tenido un amigo que se preocupara por ellos, los acompañara y les mostrase el amor de Dios, quien sabe si no se hubieran alejado de esta vida que llevan…” Don Bosco (MO)

Escuela de Oficios Don Bosco - Mov. Tacurú

Cuando la Escuela

es tu casa

Cinco exalumnos de la Escuela de Oficios Don Bosco del Movimiento Tacurú narran en prime‐ ra persona su experiencia en esa institución educativa en la que no solamente aprendieron un oficio, sino que encontraron una casa y una familia.

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¿Qué consideran que aprendieron en la Escuela? Miguel: Aprendimos lo del oficio, o sea nos civilizaron porque era bastante revoltosa la gente. Te enderezan el camino porque te enseñan a cómo manejarte en el trabajo, cómo manejarte cuando buscás trabajo y eso es muy importante. Hubo un cambio en mi vida porque antes de venir acá yo era cualquier cosa, en el sentido de que, en 7 años de escuela, me echaron de todas las escuelas. Después cuando fui al liceo también me echaron y eran bastante jodidas mis cosas. Me decían que yo iba a ser un malandro, un latero, me daban lo peor, ¿viste?… y yo había pensado eso, ya me veía haciendo cualquier cosa. Cuando vine acá me prestaron la oreja, me hablaron, me escucharon bastante, no me corretearon de primera que era lo que siempre hacían, y eso me ayudó mucho, yo estoy muy agradeci‐ do con eso. ¿Sentís que lo aprendido en el oficio fue adecuado? Y vos que sos uno de los pocos que siguió estudiando ¿te parece que estás a nivel o te costó mucho? Miguel: Yo cuando entré acá no entré pensando “¡uh vamos e estudiar Electricidad!, entré así a estudiar de bobera… y me terminó gustando, me enganché y le presté atención a lo que se daba acá. Eso me facilitó mucho el hecho de salir a estudiar. Este año fui a estudiar a un lugar que supuestamen‐ te iba a ser muy exigente, que iba a estar muy complicado y, sin embargo, todas las cosas que hemos trabajado ya las habíamos dado acá. Y había gente de otros lados que había estudiado lo mismo y tenía que tener una base. Sin embargo, los conocimientos que yo tenía eran más avanzados que los de ellos. Era algo que yo me daba cuenta, o sea que, aparte de la calidad de la gente y todo, la calidad del estudio es muy buena. Matías: En realidad, lo mismo, yo pensé que iba a ser más difícil, otro nivel, y hasta mitad de año, lo que había hecho lo hicimos acá en primero. Después empezamos a especificarnos en otras cosas, pero ya se iba para otro lado que no era con la electricidad, ya empezás a hacer bobinados y otras cosas que yo nunca había visto. ¿Y qué considerás que aprendiste en la Escuela, más allá de esto que comentás del estudio hoy? Matías: Y aprendí algo que me gusta poco que es a hablar, no me gusta estar, como estamos ahora, entre personas y hablar. Me cuesta expresarme, mostrar lo que siento… y yo que sé, no sé si es porque a ustedes los conozco o algo pero me es más fácil. ¿Qué considerás que es lo mejor que te brindó la Escuela? Matías: ¿La Escuela?... Fuera de lo que aprendí, las personas que conocí. ¿Hubo un antes y un después, sentís que el ingreso a la Escuela cambió en algo lo que venía siendo tu historia, tu persona, tu personalidad? Matías: Sí, yo me anoté acá saliendo de la escuela, no tenía ni idea de lo que iba a hacer. Después me orienté más o menos de lo que tengo pensado poder hacer. Lucía, vos señalabas con la cabeza, cuando escuchabas a Miguel que te había pasado algo similar ¿no?… ¿En qué sentido? Lucía: En todo, porque yo en realidad quería peluquería, pero no era una opción y entré en Gastrono‐ mía. A lo primero no me gustaba porque me ensuciaba las manos y eso no era lo mismo. Pero después sí, ya la parte de la delicadeza, la decoración de tortas y esas cosas me empezaron a gustar. De todas formas lo que a mí más me gustaba era Formación Social… la Cocina, ahí, pero más Formación Social; poder pensar juntos, opinar sobre lo que nos pasa, ver qué podemos hacer… Y después… ¿te parece que hubo algo más? ¿Qué fue lo mejor que te brindó la Escuela? Lucía: Si, lo principal el apoyo, porque cuando a uno le pasa algo siempre están pendientes, que en otros lugares al menos no es así. Eso está bueno. A mí me pasaba que no quería entrar a clase y, mal o bien venía y hablaba con alguno de ustedes y por lo menos no hacía todo, pero entraba y prestaba más o menos atención. A veces me desviaba y ustedes me enderezaban. 33


¿Y eso te diste cuenta después, cuando te fuiste a estudiar a otro lado…? Lucía: No, eso ya me daba cuenta estando acá y cuando me anoté en otro centro de estudio no me gustó para nada porque ya era diferente, y lo terminé dejando. En ese lugar nosotros no entrábamos a clase y estabas ahí sentado y nadie te decía “eh, compañera va‐ ya a su clase”, no… estabas ahí… Entraba a In‐ formática, me sentaba toda la mañana en fa‐ cebook, no entraba a clase e iban las lim‐ piadoras, se sentaban contigo, pero no te de‐ cían “compañera…”.

Vos dijiste recién algo así como que otra ins‐ titución no era exigente... ¿Vos sentís que acá era más exigente? Lucía: Sí, para mí que acá estuvo más exigen‐ te que allá, yo allá lo veía como un bolazo, ha‐ cía cualquier cosa y no te decían nada. Y vos Anthony ¿Qué considerás que apren‐ diste en la Escuela? Anthony: Y aprendí cosas buenas. Aprendí Carpintería, a tratar con las personas también… un poco ahí, más o menos… yo que sé… ¿Qué considerás que fue lo mejor que te brindó la Escuela de Oficios? Anthony: ¿Qué me brindó? Cuando me da‐ ban esos discursos así aprendía de eso, la ver‐ 34

dad que se extrañan esas meadas… aunque uno lloraba a veces… Y ¿vos Kathy? Katherin: Y… aprendí muchas cosas, por e‐ jemplo el oficio, porque a mí no me gustaba al principio, después me terminó gustando y los profesores como que te motivaban mucho, co‐ mo que pasa en otros lugares que no te dan ni bola. Yo cuando salí de acá fui a otra institución y a la Adscripta la conocí a fin de año y acá ya los conocés, ellos mismos se presentan. Allá hasta te pueden decir otro nombre… Acá como que

demuestran interés en los alumnos no como en otros lugares, los profesores son muy buenos. Miguel: Claro, están más cerca de todos no‐ sotros Mathías: Te encariñás, acá te encariñás. Katherin: Es como que te tratan como familia. Miguel: Claro, ahí va, eso, es como una familia… eso es lo lindo, en otros lados sos alumno, te portás mal, te observo, te soreteo… Acá, todos los profesores, si tenés un problema no te dicen “vos te portaste mal, tomá observado, para tu casa”, no. Te preguntan ¿por qué te portaste mal, qué es lo que está pasando contigo amigo? ¿Por qué hacés las cosas así? ¿Entendés?... Se preocupan por uno, por solucionar el problema, no simplemente te castigan. Cuando se tenían que poner duros se ponían duros y te castiga‐

ban... Lucía: Pero primero te escuchaban. Miguel: Claro, pero trataban de resolver el problema. Y más allá de los problemas que uno ocasionaba te preguntaban por los problemas que vos tenías en tu casa. Muchas cosas que en otros lados no se ven. Estas cosas no tienen comparación con ningún otro lado… ni escuela, ni liceo, ni UTU, ni nada… la Escuela de Oficios Don Bosco es tu casa… No hay otra.

ENTREVISTADOS: Miguel Sutíl / 23 años / Exalumno del Taller de Electricidad / Ha trabajado en el área. Mathías Alonso / 21 años / Exalumno del Taller de Electricidad / Actualmente estudia primer año de Facultad de Ingeniería y trabaja como docente en la Escuela de Oficios. Lucía Sosa / 21 años / es madre de un hijo / Exalumna del Taller de Gastronomía. Anthony Sosa / Exalumno de Carpintería / Estudió en UTU Técnico en Administración de Empresas. Katherin Silva / 22 años / Exalumna de Vestimenta Estudió en UTU alta costura / Trabaja con un diseñador de prendas exclusivas.


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19, 20 y 21 de octubre

Peregrinamos a Lujรกn

Inscripciones o mรกs informaciรณn: Luis Gรณmez / Cel.: 092 432 286 lgomezolivera28@gmail.com


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