Reminiscencia de Angélica Guevara

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Colección Arquíloco de Poesía


GUEVARA

Reminiscencias



GUEVARA

Reminiscencias

ANGÉLICA [ Palíndromus, 2019]


Solo en la soledad alcanzamos a vislumbrar la parte de nosotros que es intransferible, y acaso esta sea la Ăşnica que paradĂłjicamente merece comunicarse a los otros. Eugenio Montejo Vivir no es detenerse: es renacer continuamente. Florbela Espanca


Extravío



Quiero apagarme, ser una luz tenue que entra en reposo.

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reminiscencias

Recuerdas que intentaba entenderme, desentramarme y heme aquĂ­, conversando sobre mĂ­, desbloqueando e iluminando sombras, para hacer que dejen de ser fantasmas.


[…] Bueno es pretender que se recuerda, decir que los recuerdos sirven para algo, engañarse y engañar, ocultando que en cada quien tienen su origen, su asidero y final: sombras que en algún momento pueden parecer más eficaces que la realidad. Guillermo Meneses

No podré naufragar ingrávida en vos. Anhelo/rechazo.

Se derrumban estrepitosamente [en silencio] Las deidades.

Esta palidez de muerte solo mi reflejo acompañándome

Nuestras soledades crecían, se trepaban por los muros, amordazándonos silenciosamente.

La mirada, desvalida, humillada, incómoda, húmeda.

[10] Angélica Guevara

Este cuerpo está preñado de retornos.


Algo se anuda y se estremece silenciosamente, oprime y empaña los ojos.

Estos nombres me habitan… se van desvaneciendo, desfigurandose. El sentimiento de rechazo, sigue aquí Atravesado

[11]

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Sexo/ brutal/ animal Yo te sepulto Prometo visitar tu insípida fosa [de muchos nombres.


Voy a creerme, señor, que orarte me alivia Ser tu sierva, tu esclavita sumisa Que al despertar, aquello de: »Todo va ir bien hoy En tu nombre señor, todo me va a salir bien.« Y resulta que todo me sale bien, y te creo Y te agradezco, como buena católica, mientras me masturbo, con un dejo de vergüenza – pena. Pero tengo mala memoria, una ridícula resistencia ante los ritos y hábitos. Y cuando olvido »Rogarte« por mí, Este cuerpo me pesa tanto, no me cabe tanta desdicha – sueño – fastidio.

[12]

Angélica Guevara

Esta desganada forma de vivir.


Porque todos tuvimos una edad en que el mirar se extraviaba. Reyna Rivas

A Inés podía sucederle en cualquier momento, solo tenía que elegirlo. Normalmente se recostaba, diríase que aquel era el preámbulo, sus intenciones eran siempre las mismas, pero una vez fijada su vista en un objeto, la visión se amplificaba. Un poco borrosa, percibía un todo explayado, blanco, se perdía, ingrávida, estática, en la nada. Su mente se vaciaba, sus párpados estaban lejos de cerrarse, se dilataban, su boca se abría ligeramente, pero no perdía el sentido, sabía que por ningún motivo podía ser hallada, se mantenía alerta, y en ocasiones lograba salir del trance. Era una especie de diversión que podía ejecutar con ojos inmóviles, casi en cualquier lugar donde estuviese, pero Inés se concentraba en mantenerse en su realidad.

[13]

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Pensaba en las veces que se sumergía, y en el tiempo… Y ocurría nuevamente.


[14] Angélica Guevara

Cómo exorcizo los rencores que me producen náusea, una fiebre enfermiza, con temblores. ¿Realmente será exaltación, indignación?, cómo miro dentro de mí a ese algo que no logro comprender, solo sé que me posee, que odio con desdén, con mis vísceras, que solo quiero golpear, quiero ignorar, pero es necesario exorcizar.


[15]

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De pequeña insistieron con ahínco que no confiara en extraños. Ahora me pregunto: ¿Quiénes son los extraños? Ellos, que no se percatan de mi crecimiento. Yo, que ignoro aún muchas cosas. O los supuestos extraños, que tienen algunas respuestas.



Hogar



[19]

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Mi hogar se encuentra allĂ­ donde el chirriar de la cigarra acaba.


[20] AngĂŠlica Guevara

Silencio es oĂ­r el desgarre de las alas de la mariposa atrapada.


[21]

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ÂżPodrĂŠ escuchar las profundidades del ser cuando el susurro tome fuerza?


Hojas amarillas esparcidas en el suelo húmedo por la lluvia. … Ir a caminar ver las estrellas estar en paz. …

[22]

Angélica Guevara

Hay una calma de dos de la tarde que entibia los recuerdos. … En su letargo podrías escuchar como rechina y respira el árbol, mientras el Cristofué habla, monótono.


Escueto Caen, pétalos, hojas. La noche sin aroma. El sentir es azul opaco. Inés recrea en el horizonte el verdor próximo.

Frío Augusta, la cigarra azul metálica, hace malabares musicales, cósmicos. Contrariando su naturaleza, trabajaba arduamente para estar tibia.

[23]

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Renacer Inés se ha ido, sólo sabe del desprendimiento, ha dejado a Novalis hormiga para el concierto primaveral entre avecillas y cigarras.


La casa no existe de noche Esta casa no tiene rasgos propios No contiene el bullicio normal O acaso me habré vuelta sorda ante el bullicio Y solo sé escuchar ciertos sonidos que me definen

[24] Angélica Guevara

El oleaje nocturno es impetuoso vaivenes de respiración Es verde en ocasiones canta alguna ave irreconocible ¿Alcaravanes de medianoche?, No siempre lo son Alcaravanes y grillos redefinen el silencio de la noche estática


A Anakary

En el aĂąo del fulgor avasallante de las acacias

Flamboyant, flor de fuego me hace anhelar

[25]

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como incendios a merced del viento el flamboyant es estoico.


A Bethania

En casa de hortensia azul amanece apamate Hortensia me salva de la quietud.

En la casa de Hortensia azul recorro las temporadas del tiempo, temo el invierno, su equivalente, la sequía.

En la casa de Hortensia los silencios hablan de acuerdos tácitos Cada quien vive, obra y no es necesario explicarlo

[26] Angélica Guevara

Aún en pequeños períodos de incomodidad la casa de Hortensia azul es hogar


Apamate

Hoy amaneciĂł apamate. Emira RodrĂ­guez



[29]

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La infancia es el reino de la primera vez.


[30] AngĂŠlica Guevara

No sabe la cigarra la armonĂ­a que me da. No sabe el apamate de malva flor que me ensancha el alma. No sabe el colibrĂ­ lo sublime que es su vista tan cercana a un tiempo, inquieta y al otro sosegada en una rama Ignora el follaje su suave ritmo hipnotizante Al menos, vos sabes de mi libertad.


Al oeste de la casa hay una mata de ratón. Existía antes de mí. En toda mi infancia fue mi rincón preferido, era un espléndido lugar para esconderse especialmente cuando mi abuelo extendía aquel chinchorro verde de pesca y en el otro extremo siempre había cajas u obstáculos para impedirnos pasar, es allí donde creamos los refugios de la tarde. En uno de esos días supe del extraño poder de asesinar al romper un huevo que estaba siendo empollado. Explorando sus ramas, a punto de trepar por ellas, supe del terror y del asco al tocar un tuqueque/iguana. Mi abuelo era el visitante más asiduo de la mata, tanto que una temporada adoptó un periquito que llegaba en época de floración.

[31]

reminiscencias

Aún no lo saben pero este árbol llegó de forma indeseada por un compadre de mi abuelo, mi mamá me contaba que la mata de ratón es más fuerte que el odio, por más que intentaron quemarla para deshacerse de ella, el árbol sobrevivió y primero se fue mi abuelo.


A Iva

[32]

Angélica Guevara

Ser poeta es entrar en complicaciones, adquieres un deber de escribirle a quienes amas y para circunstancias especiales. Así lo entiende la gente, y escribir no es fácil. No escribo nada que no me salga de las entrañas y tú, hermana, eres parte de las mías. Hay noches en las que te arrullo y te digo cuánto te amo, que eres bella e inteligente, y que debes ser fuerte y me quedo corta. Todavía no sé cómo darte todo lo que quiero, no tengo el tiempo de los niños, para jugar, pasear, enseñarte a montar en un árbol, que las travesuras que hagamos no se vean estúpidas porque ya soy mayor y tú eres niña y te quieren despojada cuanto antes de tu inocencia, porque la situación no está para darte juguetes, porque la maldita situación no está para que vayas a la playa en vacaciones, o comas helado o vayas al cine. Y te despojan, y te crían ignorante de tu niñez, como me criaron a mí: ignorante del placer de los amigos.


Índice

Extravío Quiero apagarme p. 09 No podré naufragar ingrávida en vos p. 10 Voy a creerme, señor, que orarte me alivia p. 12 A Inés podía sucederle en cualquier momento p. 13 Cómo exorciso los rencores p. 14 De pequeña insistieron con ahínco p. 15 Hogar Mi hogar se encuentra allí p. 19 Silencio es oír el desgarre p. 20 Podré escuchar las profundidades p. 21 Hojas amarrillas p. 22 Escueto p. 23 La casa no existe de noche p. 24 En el año del fulgor p. 25 En casa de hortensia azul p. 26 Apamate La infancia es el reino de la primera vez p. 29 No sabe la cigarra la armonía que me da p. 30 Al oeste de la casa p. 31 Ser poeta es entrar en complicaciones p. 32


primera edición,

2019 Todos los Derechos Reservados Colección Arquíloco de Poesía, N° II Reminiscencias ©Angélica Guevara ©De esta edición: Ediciones Palíndromus Santa Ana de Coro, Venezuela Queda prohibida cualquier forma de reproducción, distribución o transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual. diseño de colección

Jorge Morales Corona | Adolfo Fierro Zandón revisión de textos

Federico Zolá coordinación editorial

Verónica Vidal tipografía

Reforma 1969/2018 by Pampatype / Universidad Nacional de Córdoba [AR]


Este libro se terminó de editar en el mes de agosto de 2019 en las instalaciones de Ediciones Palíndromus ubicadas en Santa Ana de Coro, Venezuela, con el viento meciendo las hojas dormidas del apamate, en una dimensión donde perdura el cariño de la infancia.


Angélica Guevara (Venezuela, 1996). Estudiante de Educación mención Lengua y Literatura en la UNEFM. Participante del “Encuentro Jóvenes Creadores” en el año 2014. Dos de sus poemas aparecen en el Vlog “Espejismos del trópico” con la dirección de Daniela Nazareth. Organizadora de actividades culturales y literarias: Boleros a media luz (2017), Almuerzo desnudo (2017), y Esta vez no sangran (2018). El círculo de lectura entorno a Mujerícolas (2018). Fue primera finalista del concurso de poesía “Ecos de la luz” (2018). Actualmente forma parte del equipo editorial de la www.madriguera.com.ve Correo: aaga.suos.96@gmail.com Twitter: @Ar_Aiuola


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