ANT[ROP]OLOGÍA EL FUEGO

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ANTOLOGÍA DE POESÍA VENEZOLANA



ANT[RØP]OLOGÍA DEL FUEGO


Ediciones PalĂ­ndromus presenta


ANT[RØP]OLOGÍA DEL FUEGO


La poesía es búsqueda de resplandor. La poesía es un camino real que nos lleva hasta lo más lejos. adam zagajewski


SĂ­, letra a letra reconstruyo la inocencia del ser, que ahora levanto como una fronda erguida, resonante. armando rojas guardia


Jorge [Morales Corona] Salvador [Rojas]

IN[TRØ]DUCCIÓN



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La poesía es la única cualidad que tiene el ser humano para crear la tormenta perfecta, volver a casa, alimentar el alma y luchar contra la realidad. El verso nos permite habitar la dimensión desconocida por el silencio y arder tras las formas del ópalo de un poema. El fuego, así como el poema, nace y muere en la boca de quien lo pronuncia; sus designios son inescrutables. Las formas que nacen de la luz y la llama se transforma en lo que está por venir. El hombre ha evolucionado en la justa medida en la que ha conocido el potencial de la poesía. En el presente volumen se reúnen veintiséis voces representativas de la poética venezolana desde el enfoque vital de tiempos compartidos, vividos al límite o planteados en el doble fondo del pensamiento. Ninguno expone aseveraciones sobre lo sucedido, el cariz de la palabra o la abrumadora cualidad con la que un verso despierta cuerpo adentro; aquí se reúne lo que es imposible percibir con la punta de los dedos. Traspasamos la carne, el hueso o el cartílago, nos hacemos vibraciones dentro de la electricidad de la palabra y terminamos de habitar el borde de un verso construido a partir de la dimensión artística del fuego y su universo. La poesía nos hará sucumbir al movimiento paulatino de los pueblos, de las vertientes y rupturas de los lenguajes… En fin, seremos partícipes de la luz y los ecos que siguen perteneciendo a nuestra voz.


P O E S Í A VENEZOLANA




NESFRÁN [GONZÁLEZ SUÁREZ] Escritor venezolano (San Antonio del Táchira, 1980). Ha publicado los poemarios Entre huellas y grietas (2004), Profecías para Urbano (2008), Los inquilinos, poesía reunida 1997-2010 (2011), y Aquí todo es silencio (2013); los libros de narrativa Blanca Amada y otros relatos (2010), El lado oscuro de tu almohada (2011) y El hallazgo de Teseo (2015), y la antología de ciencia ficción venezolana Kafka en la luna (2014). Artículos suyos han aparecido en el suplemento cultural Contenido del diario El Periodiquito (Maracay, Aragua) y en portal Letralia, Tierra de Letras. Ganador del primer lugar, mención poesía joven, en la Bienal Ciudad de la Juventud (La Victoria, Aragua, 2001); el segundo lugar en el I Concurso Internacional de Nanoliteratura (Proyecto Expresiones, 2010), el segundo lugar en el II Concurso “Por una Venezuela literaria”, mención poesía (NSB Grupo Editorial, 2012) y Mención Honorífica en el I Concurso de Poesía Joven dedicado a Rafael Cadenas. En la actualidad reside en Ciudad de Panamá.


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Enero 2002

Amo la atmósfera que eras de atenciones, saludos, cortesía atenuando la transición de los recuerdos sobre tres cauchos de camión y una piedra lisa los cuales servían de lavadero y el agua jabonosa que nutría la tierra árida (todas las inquisiciones, invasiones y epidemias del mundo propiciaron esto: Que evoque los ganchitos que sostenían [tu cabello) Amo la armonía que irrumpía el viento, el rocío, el verdor, en el parque Las ballenas mientras contemplábamos los astros. Sobre ese agujero por el que pasa una caravana de camellos se cuelan fragancias disímiles y sobran las razones del tiempo un segundo equivale a una vida, una civilización de otra especie y nuestros momentos, aunque eternos se comparan a un pestañeo, lejos, serenamente lejos.


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Maracay 69

El poeta, más que un divo, una celebridad no hace peticiones imposibles un catre donde dormir y lo que bien puedan darle de comer un pasaje de ida y vuelta en un autobús sin aire acondicionado y el cariño y el aprecio mientras dure su estancia y una vez en tarima rodeado de al menos diez espectadores desnudará su alma, su soledad única, íntima, la que le importa sólo a él, sus poemas inéditos doblados en ocho y una edición sencilla con la portada cubierta de arrugas. Sus versos, con ritmo y cadencia, podados y mil veces corregidos vagarán por su niñez, por los momentos de pasión de sus padres mientras lo engendraban por las veces que fue descubierto mientras fijaba sus fantasías en otros puertos, otras amantes de lo duras que pueden resultar las tareas más sencillas especulaciones sobre las luces que interceptan caminos [en el tiempo angustias, placeres, dioses mitológicos y de maíz en los camburales. El poeta se limita a leer hacer de su público de poetas una multitud que lo ovaciona.


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Rapsodia fugaz

— Uy pito, si lo quemó la losca échese meados, eso le alivia el ardor, ayer me levanté la falda y oriné a Elías después que lo picaron las avispas, había un panal en la cerca de caña brava. — Le quería regalar unas guayabas y las maduritas estaban minadas de loscas, el dolor es nielhijuemadre. — Así es que me gustan, que hagan esos sacrificios por mí. — Ahora mita, prepare su chorrito, quiero verla completica. Un río amarillo desemboca en una grieta pero no alcanza a cubrir todo el callejón poblado de peracos y lagartijas pendencieras. El orín es vapor la saliva es vapor la enjuagadura del tabaco también es vapor pasión de objetos inanimados las metras las cometas los trompos y las escopetas de palo. — Valió la pena el sacrificio.


KARELYN [BUENAÑO] (Mérida, 1980). Poeta, promotora cultural y docente universitaria. Licenciada en Idiomas Modernos en la Universidad de los Andes. Participante de la Comunidad de Aprendizaje en Desarrollo del Arte, modalidad Estudios Abiertos de la Universidad Politécnica Territorial del Estado Mérida Kléber Ramírez. Correctora de la revista digital Contracorriente. Ha publicado: La ciudad nos cantará para abrazarnos (1999), Complejo de Dido (2003), Siniestra (2005), Trópico de Circe (2006), La condición del fuego (2012), El libro de las mutaciones para yonkis (digital, 2015). Mantiene su blog: karelynbuenaopoemas.blogspot.com


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Linda

Quería para ti una procesión de listones y abejas rocinantes Quería para ti unas avecillas que imitaran tus gestos tan alegres Había intentado una camada de flores un entierro estoico y cristiano digno de un pez o una avispa pero qué va tus ojos apagados no han hecho mayor cosa que oprimirme hay siempre alguna saña que no vimos a tiempo un doctor que nunca vino un suplemento a deshora Quería para ti el milagro de la danza el chakra medio en que se agrandan las oraciones en el cuerpo Quería una paz de días demasiado largos con sus noches demasiado palpitantes


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Razón tiene la muerte cuando viene Algunos duermen la oscurana y despiertan amarillos Adiós pelaje de sol, ahí te espera una caravana de amigos míos con guirnaldas y abejas rocinantes, ¡y una reguera de pájaros soltando por los aires nuestros tiempos y nuestras alegrías! Cuando duerma la bruma de todos, ay, cuando duerma, despierta conmigo.


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Anatomía naval

En la húmeda pena nunca conclusa te deslizas úlcera de plexo, de sexo, de memoria. Tu olvido aserra, aserra, aserra para dejar su obra terminada: matarme el alma a pedazos de los tiempos, destruir el resplandor irrompible, detener la indetenible palpitación. Yo también hago mi parte a dentelladas vituperando tu más sagrado brillo. Devengo inesperada: malévola, doliente salvada, sin embargo, de alguna ignorada e hipotética catástrofe en camino. Habría preferido nuestras manos juntas atravesando tornados y perfidias, o una victoria en fragata luego de haber comido el pan ácimo por días, muchos días, con pasión de militante sin blasfemias. No me defiendo más de la marea,


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ya no seré la abanderada de ti. Otra bandera en respuesta, carpa floresta arrebolada en el desierto, refresca el sol de los tristes y me iza. Iré a lavar a la flava de los médanos mi vela oronda al viento, mi cuaderna subversa, espuma de amatistas, piragua de ciruelas, mascarón con labios de otro, timón en la tormenta. Nunca antes supe de esta anatomía naval devuelta, transferida, gozada a medias. Mía. Repleto está mi cuerpo de mundos restaurados.


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La espiga

El amarísimo me ama mientras nace; hace de cada vientre que se encrespa un destornillador de la esperanza. Duerme tan allende habla dormido sin reposo y nuestras andaduras vencen alcantarillas por fronteras. Yo la amarísima exiliada de mí por sus insomnios armo en veredas de onoto su posada. El amarísimo, el mío, no me abre sus puertas de par en par si un día las toco: derriba sus rejas, me inventa claraboyas. Sabe besar los valles con la furia natural de sus roturas; sólo anhela quedarse en mí peregrinando. No lo despiertan los perros como a mí, sino los gallos.


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El amarísimo me sufre mientras río; río de las trampas, río de mi sangre, río del pronóstico, río de su olvido. Y, olvidado algunas veces, equivoco el abrigo. No sé querer a mis maridos sino a su sola manera: sin bridas mientras puede, sin hormas mientras viva. Me sumo a su coartada contra las interdicciones: que las lluvias nos amasen y exhorten a los pájaros ay los cueros ay las almas se desloman, se texturan. Errabundo lo adamo mientras ama: cuanto más ignotos y amargos, más amantísimos también. Libro sus ojos desperdigados, sus apreturas, sus planicies. Él y sus ellas, su mundo solo. Me quedo con su apego a las ventanas y el saludable ejercicio de los vinos. Nadie podrá arrancarnos esta saudade bien ganada, bella espiga.


AYMARA [INFANTE] (Caracas, Distrito Federal. 1981). Poeta y ensayista, con alguna incursión en el relato breve. Estudió Gerencia de Recursos Humanos en la Universidad de Oriente. Ha publicado algunos de sus escritos en el papel literario “PEZDEPLATA”, en el suplemento literario “Criba”, en la revista digital de literatura y otras artes “Letra Muerta” (Chile), en “Palimpsesto2punto0” (España). Participó en la III Jornada de Creación Literaria UC. (2011) Ganadora del tercer lugar en el III Concurso Por una Venezuela Literaria en homenaje a Rodolfo Santana (2013) y participó en la Antología Poética Venezolana Siglo XX (Negro sobre Blanco Editores, 2012).


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La luna degastada posa sus heridas en las gotas de mi espejo


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Mis piernas líquidas recorren cada arista perfeccionan tus mañas me enjuto en tu bóveda


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El samรกn brota de tu olor en esas despedidas enarboladas de palabras con la nostalgia en la boca decides patear naranjas en las encrucijadas de la voz


MOISÉS [CÁRDENAS CHACÓN] Ha sido docente en los niveles de educación secundaria y universitaria. Entre los años 2003 y 2005 fue extensionista universitario en los grupos Ularte, Geoadina, Araguaney y Voluntario Docente. Obtuvo el Primer premio, en el VIII Certamen Literario Nacional de Poesía y Cuento Breve, “Ramón Emilio Charras”, A.P.I. Artistas y Pensadores Independientes, Córdoba, Argentina, 2016. Primer premio, en el 15 Certamen Internacional de Cuento, Ediciones Mis Escritos, con la obra “Puede ocurrir”, Buenos Aires, Argentina, 2016. Ganador con el cuento titulado “Día especial”, en el III Concurso de Cuento Antonio Mora-Acirema, Colegio de Licenciados, San Cristóbal, Táchira, Venezuela, 2015; entre otras premiaciones. Publicaciones: Mis primeros poemas, Ediciones Ecoval (Argentina, 2015), Poemas a la Intemperie. Editorial Symbólicus (Argentina, 2013), Duerme Sulam, Editorial Cecilio Acosta (Venezuela, 2007), El silencio en su propio olvido, IPASME (Venezuela, 2008). Actualmente colabora con artículos literarios la revista Digital Incomunidade, Oporto-Portugal.


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El mar es otro poema

Desde un barco tirĂŠ una red a buscar peces, y salieron poemas. Entonces sonrĂ­o el barco repleto de metĂĄforas y silencios, doblando en el mar una botella mensajera.


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Cuando la inocencia queda en un barco

Un día remoto de infancia en el puerto allí en donde el mar acariciaba la arena, estuve sentado con mi sueños de ser marinero. Al pie de una roca flotaban unas cuantas gaviotas, y me encantaba verlas deslizarse con mudo desdén sobre el cielo terciopelo. Una parte de mi jugaba en la arena la otra abría la puerta del barco del asombro. En esa ocasión se me vino a la memoria los relatos del Principito que lo había leído en una tarde lluviosa en mi habitáculo frente a la ventana que daba junto a la calle. Aquel libro estuvo guardado bajo el sofá de la sala, lleno de polvo, deshojado por el viento. Estuvo aquel libro bañado de lágrimas nocturnas de los recuerdos de mi madre dados en su juventud, sin saber ella, cuyas páginas danzarían en aquel mar de aventuras como las de Robinson Crusoe o como los pasajes de Simbad el marino. Pero el principito en aquel desolado puerto, navegaba en el ser y el no ser porque aunque era un niño que aún estaba sin comprender el mundo de los adultos.


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Esas cosas ridículas que hacen esta estirpe llenas de celos, alucinaciones, malicias, convirtiéndolos en bufones, payasos de sus propios circos. Solo la brisa que mece los barcos puede comprender para que está hecho el mundo. Atónito ante la magnitud del espacio descubrí la belleza de la naturaleza en la redondez de los senos de la playa. Ese día el viento crisolaba las naves de los Aqueos un soplo desnudo vistió aquella tarde la arena con una sirena cubierta de miel, quizá pudo ser Helena o Afrodita. Sea lo que haya sido en aquel paisaje de plenitud oceánica salió de las olas, y lentamente se deslizó entre los corales hasta esconderse entre el sol.


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Yo quisiera

Yo quisiera amamantar en ti esperanzas. Yo quisiera ser piedra colada en la savia de tu boca. Yo quisiera que esta noche se dibuje corazones. Yo quisiera buscar los retazos de la luna. Yo quisiera arroparme con tu piel. Yo quisiera despojarme de mis amarguras. Yo quisiera pernoctar en la redondez de tus senos. Yo quisiera habitar en un poema.


IRÁN [INFANTE] (Caracas, Venezuela. 1981). Poeta y narrador. Ha publicado algunos de sus escritos en el papel literario “PEZDEPLATA”, el suplemento literario “Criba”. Delirios nocturnales (Fundación editorial el perro y la rana, 2011). Epitafio nocturno (Ediciones Madriguera, 2012). Ad Noctum (Negro sobre Blanco Editores, 2013). Resquicio fórmico (Negro sobre Blanco Editores, 2013). ANGST (Negro sobre Blanco Editores, 2013). DØD (Negro sobre Blanco Editores, 2014). L (Negro sobre Blanco Editores, 2014).


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No hay lluvia que borre el enigma ni la certeza con que el tiempo despedaza la superficie del desvelo


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Corta la garganta el desaliento con que nos mira esa tumba en blanco


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Somos dos noches posadas en el ojo del dĂ­a


EMMA [YENDIS HERNÁNDEZ] (Santa Ana de Coro, Falcón. 1983) Graduada en Licenciatura en Educación Matemática, mención: informática, de la Universidad Nacional Experimental “Francisco de Miranda”. Incursionó en el canto coral como Contralto de El Ensamble de Coro en donde conoce a sus mentores que le animan a recopilar sus primeros escritos y a escribir más.


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Entre dormida y despierta

I ¿Quién escribe con carbón encendido sobre mi alma palabras de angustia? Devoro mi luz buscando alivio y a oscuras espero la muerte. ¿Por qué tan repentina amargura? ¿Por qué parece que hubiera ajenjo en mi pluma? ¿Quién me llama desde el infierno? ¡La Ira! ¡La tristeza! En los brazos de una pesadilla, ensimismada en la sonrisa del demonio y sus brillantes ojos.

II En el insomnio uno siente que ha vivido mucho, el desvelo es otra vida, la noche cuenta la verdad del cielo, oscuridad. La luna miente cuando brilla. ¿Cuántas estrellas no existen ya? Mentiras nada más. Y la ignorancia envenena la vida, la consume hasta que se marchita y eres un cascarón vacío sin conciencia de ti o los demás. Hay quien puede ver luz desde su mazmorra hundida en el fango, pero no puede salir, y vive condenado el resto de sus días terrenales.

III ¡Mandrágoras! ¡Mandrágoras! ¡Sombrío bosque! ¡Hiela la soledad! Niebla la tristeza; voy a llorar en sueño profundo, el dolor no se aplaca aún con mandrágoras. El delirio y el desvarío de otro ser o de mi misma ¿quién llora en realidad? ¿Qué es lo que duele tanto? El dolor de lo que no se tiene atormenta la consciencia, hace crujir los dientes de ansiedad.


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IV Camino desnuda y me siento a esperar, me cubro y veo el mismo lugar de siempre en mis sueños. El campanario y la escuela, las ruinas y mi monte. Vivo en una casa blanca, en un abismo con luna llena y los tambores de la muerte suenan, sólo en mis oídos, pues no hay sonido en el vacío. Mi hermana anuncia mi muerte y yo no quiero escuchar, ¡yo quiero estar sorda! ¡Porque tengo miedo! ¡La casa está vacía! y a oscuras. Hay farolas afuera, encendidas con luz blanca e iluminan la calle vacía, desierta, somos sólo yo y los tambores que ya no suenan más. La noche no tiene estrellas, no hay estrellas en el abismo.

V Un sueño y otro sueño, el día persiguiéndome de noche, un lugar desconocido y otro de la niñez. Puedo volar en serpientes gigantes con apariencia de cuervos y ver el cielo azul, atravesar las nubes; pero hay que sujetarse fuerte cuando vuelan bajo atravesando el mar. Hoy mi serpiente murió, no sé si era buena o mala, pero yo podía volar con ella, ahora debo hacerlo sola.

VI Mi mundo de noche y mi mundo de día. ¿Son míos o de alguien más? ¿Soy yo la de los sueños, la de los desvelos, la misma del día? No soy ni siquiera la misma de hace cinco minutos, qué voy a saber. ¿Cuántas yo habrán muerto ya? Los fantasmas de mi me persiguen.


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Soy yo

Soy yo, la que invoca la ira; diminuta y terrible, todo debe ser destruido, nada es digno de remisión. Sueño con sangre, sueño con muerte, es la necrosis del corazón, es el aguijón que trae dolor consigo. La ira consume los huesos, la mente pierde la razón. Soy yo, la que va vagando por el universo buscando en donde renacer y al final se arrepentirá de vivir, soy la que va por el universo buscando el paraíso y se encuentra con que de nuevo está aquí, la que camina por las calles perdida y pasa desapercibida en todo, soy la que tiene destellos de luz. Soy la dueña de mis sueños, la presa de mis pesadillas, sobreviviente de mi misma.


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Sueño recurrente

Soñé que mi alma era como un monte, Situado en un abismo Donde no hay aire y no existe el eco. Y que mi espíritu se hallaba allí atrapado, Intentando escapar, Tomando muchos caminos que lo llevaban al mismo lugar. El lugar era realmente inhóspito. Sin un lugar de descanso, La oscuridad me cubría y la soledad me llenaba. Y vi otra vez el profundo y vasto mar, Y la barca que me llevaba con destino a lo incierto en otro sueño; Cadáveres flotaban, hediondos; Todo estaba en tinieblas. Con tanta tristeza no lloré, Porque mi monte es seco, Por dentro es lava y es calor de ira.


ARANESVID [LÓPEZ] (Caracas, Distrito Capital. 1983) T.S.U. en Ciencias Audiovisuales y fotografía. Editor fotográfico y artista digital. Publicaciones diversas en revistas digitales, tanto en Venezuela como en otros países. Publicación de microcuentos en la Antología de cuentos posmodernistas bajo la editorial venezolana Negro Sobre Blanco. Publicación de diversos artículos para la versión web del periódico el Universal.


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El último segundo

Quizás sea la primera contemplación lúcida, el primer vistazo… el que comprende. Muy parecido al primer vuelo de un pájaro, a la sensación de la ola que no había acariciado la arena. Los rostros, las voces, los roces, los recuerdos, miedos, despedidas y arrepentimientos, mezclados con lo aterrador de saberse realmente vivo, del significado efímero de la permanencia. Cada segundo cargado del peso que jamás advertimos. El tiempo sólo se percibe cuando nos paralizamos. Y nos envuelve un temor instintivo, porque no sabemos sonreír ante lo inevitable. Donde quiera que la mirada se pose deja una cicatriz invisible de entendimiento, que nos acompañará con un silencio pavoroso. La consciencia se revela aterradora, como dicta su naturaleza refundida en pureza. Cuando finalmente se desnuda ante nosotros lo hace para destruirlo todo.


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Es el juego malĂŠvolo que despliega ante una vida que florece e intenta dilatarse justo antes del segundo que se extiende hacia lo eterno, que no espera contemplar lo espeluznante de lo absoluto. Porque la muerte no seĂąala, apunta.


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Poeta de lo triste

Soy el minutero de la lluvia solitaria, la bitácora perdida de la flor. El ornamento de las circunstancias. Custodio de los suspiros sin eco, el transeúnte de la lágrima invisible de las calles sin memoria. Un marcapasos de noches aplazadas, experto catador de los recuerdos, un soñador pesimista y un creyente obligado. Me he dejado arrastrar por la tristeza, transmutado en un presentimiento, en un escalofrío, en un portazo. Tal vez en una sorpresa del destino, que me consigue vive cuando me dio por muerto. Me he transformado en el poeta de lo triste. En una lápida sin nombre, en un hombre sin tiempo. Soy un despojo de hueso y letras, de comas atravesadas y sin margen. Pero el mejor testigo de tu existencia… el que aún te menciona.


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Destello roto

Vuelve como un pedazo de vida incompleta, pero con la mirada altiva para defender lo que no puede. Ante mí, exhibiendo una gallardía que brilla. Reconozco el terror que le recorre por dentro. Un lamentable despojo de máscaras superpuestas, que pretende intimidar con la mirada de un hombre pero tiembla con el miedo del niño que espera el castigo. Un intento de misterio reforzado que se desquebraja. Lo observo tal cual es y advierte mi mirada como un disparo. Puedo sentir cómo el tormento que le aflige le marca, cómo va quemando lentamente su postura, sus caretas, y se van abriendo sus cicatrices como flores en primavera. Me ha convertido en más que un testigo de su decadencia, me ha hecho parte de su ruina, el suelo donde se ha estrellado. Pretendiendo, sin admitirlo, que recolecte las partes y lo reconstruya a fuerza de recuerdos, anhelos, añoranza y compasión. No comprende. Sus máscaras van cayendo una tras otra y presencio una lluvia infinita de rostros sin nombre. Lo que ha venido a buscar para hallarse de alguna manera, para armarse nuevamente y dejar de ser un recuerdo abatido ya no existe.


EVELIO [GÓMEZ] (Paraguaná, 1984) Pertenece a la más recientes generaciones de artistas falconianos, licenciado en literatura y músico, sin embargo ha pergeñado versos cercanos al malditismo de Rimbaud, a la furia de la Beat Generation, en una búsqueda de expresar desencantos, vivencias desencajadas, universos interiores de descontento que forman parte del imaginario de una juventud que no ha encontrado caminos fáciles para echar andar sus sueños de inmensidad. Tiene un libro inédito: Los cuadernos de la guerra y los colores del diablo. Actualmente trabaja en un nuevo libro que llevara por título Eólico. Escrito por Maylen Sosa


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Fenómenos »El que ama arde, y el que arde vuela a la velocidad de la luz.« val del omar

Mi pálida imaginación viene tomada del secreto Crece en el estímulo Simplifica la resurrección de la mente y se orienta en la guerra Objeta la modernidad humana Y cambia los sentimientos por sensaciones definitivas. Detiene el pasado que acaso hoy es simplemente tiempo. El reloj de las hazañas prevalece Reconduce el criterio de los disímiles horarios, Y da breves significados imposibles en espacios delirantes a cambio de consejos y derrotas.


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Niño musulmán

Cuando el niño musulmán comprendió Su futuro quiso irse de América. Cuando entre noticieros Jóvenes blancos Gritaban por la dicha Que traería la guerra El niño musulmán gimió. Cuando entre golpes y abrazos la propaganda nazional amenazaba Con llegar. El niño musulmán Tuvo el miedo de quien Establece su memoria Con trazo fino hacia La muerte. Musulmán y cristiano Creyente o no En el Corán Qué oscura Es esta situación Comentaría Alá sonriendo. Y sobre la cadena anular De esta historia. En el obstáculo enorme de su vida Un musulmán niño Desea ser humanoamericano a tiempo completo.


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Digital

Hubo esquemas Historias y momentos En los que se transmitían Los dígitos colmados Por la paráfrasis del odio. En ondas En tramas Nos decían que El anhelo solo Obedecía al contacto De la noche. Y entre multitudes En la caída del trueno O a la vista enorme de cielo. La condición errante de los astros… El vehículo Sólido Aéreo De la duplicidad que supuestamente Nos otorga el espíritu. Tal historia debe hacernos Suceder a la muerte Sus mitos Y el secreto físico De estas palabras.


JENIFEER [GUGLIOTTA GUEDEZ] (Venezuela, 1985) Reside en Coro, estado Falcón. Cofundadora del Grupo Musaraña, editora de la revista Cubile, la hoja poética Madriguera y cofundadora de Ediciones Madriguera en Coro, estado Falcón. Recibió el Premio del XI Concurso “Rafael José Álvarez” de la Universidad Francisco de Miranda en la mención de poesía (2009). Su libro “De eso se trata” obtuvo en el año 2014 el Premio Nacional del libro 2012-2013 mención: libro artesanal. Co-autora del libro colectivo de edición artesanal “Antología de la Cueva” (2006). Poemas de su autoría figuran en el libro colectivo “Girapoema II” (2009) y la “Antología Arbitraria ME URBE. Chile-Venezuela” (2009). Autora del libro de poemas “490h” (2009) editado por Ediciones Madriguera bajo la colección de Libros Antiofídicos y del libro “De eso se trata” (2013).


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En la arena: tus lunares, mis cayenas

Estas, huellas vagas que han dejado tus pies en la arena buscan redimirme en un sinfĂ­n de apariencias que sostengo con estas manos, las mismas que en un mes inexacto te acariciaron. A ellas tambiĂŠn las lanzo al mar, tus lunares, mis cayenas: ya marchitas, solas, destruidas, acabadas por un tiempo incapaz de drenar el dolor, y las ausencias.


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Catarsis

Aquí me tocó y te trasmuto. Porque un día el viento marino sopló en tu rostro mi verdad y mancillaste la poca sabiduría que quedaba en tus manos. El letargo absoluto de las emociones y tú nadando en mis muslos, gemidos azarosos impidiendo el ciclo permanente de mi universo. Cayena –dijo- y aceptaste, con un silencio mortuorio que aún retumba en mis oídos.


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Deseo

Sé que estas manos ya no son de confiar, que trastabillan al son de un tiempo que va extinguiéndose, sé que ellas no poseen las fuerzas para sostener lo de antes, las palabras se auto devalúan, que incubadas tienen mayor utilidad, lo que recorre por mi rostro mugriento y salado ya no revive, ni alimenta, ni genera. Sé que estas manos son sólo un par en solitario que espera ansiosa el bien, la llegada, el recuerdo, el recorrido taciturno de mis manos en las tuyas.


EDUARDO [SALAZAR] (Mérida, Venezuela. 1986) Tesista de la escuela de Letras de la Universidad de los Andes. Ganador del premio de Poesía 2015 Digecex, en honor a Rowena Hill, ULA, con el poemario Morfemas del sueño. Poemas publicados en Canibalismos, Poetas del 5, Poesía desde Valencia. Blog: http://poesaliteraturayalgoms. blogspot.com/ Twitter: @elotroyomebusca


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V

Nace el viento de la furia Repetir los gestos y calmar el sonido Ese apogeo de fuego El alma de los desamparados La ilusiรณn de los perdidos.


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XII

Quién quiere zambullirse en esos ojos que no existen Ahondar un poco más en las explicaciones De los cuervos La danza peculiar de aves negras en bolsas simétricas Fusionándose con la tarde amena De cafés y galletas Quién desea mirar en la mirada del que escarba Una zanja en su propio pecho Y ocultarse allí Hasta que pase la noche Hasta encontrar el calor certero de un corazón Que ya no late más.


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XV

Ubico mis zapatos entre tanto polvo Reviso el camino andado Las marcas dejadas En el calor del pavimento Desgastados, rotos, zurcidos Camino a mitad de pie descalzo Entre hojas secas El paso de la lluvia que arrastra la soledad Quiebra el tiempo Y nos mira Espera La prรณxima marca La huella Esa misma que serรก otra Cuando ya no estemos.


ROSA ANYÉLICA [GUEVARA] (Caucagua, Miranda. 1987) Poeta y T.S.U en turismo. Pertenece al grupo literario ¿Al vacío…? de los Valles del Tuy. Ganadora en la mención poesía de la Gran Explosión Cultural Bicentenaria en el estado Miranda 2012, con el libro ¿Qué motivos tiene el tiempo? (Fundación editorial El Perro y La Rana 2014). Ha participado en talleres de poesía y narrativa con Isaac Morales Fernández, Julio Valderrey y Julián Márquez. Actualmente reside en Coro y cursa estudios de medicina en la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda.


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Ella, la bala, la humedad y el escritor »No hay un ser humano que no oscile de un sexo a otro y a menudo sólo los trajes siguen siendo varones o mujeres« virginia woolf

El escritor se rehúsa a escribir. Por alguna razón que le cuesta precisar hoy no quiere lidiar con sus asuntos, pero ya no lo soporta, debe hacerlo, debe resolver la traba más reciente de su vida. Busca un indicio… Puede decirse que su partida coincidió con la llegada de la lluvia después de un largo período de sequía. Vio un círculo abrirse y cerrarse de manera súbita, la conciencia de que un nuevo orden rige su lugar. Una retrospectiva la lleva al momento en que por primera vez sintió sobre su pecho el aumento de peso del cuerpo de una mujer que ha tomado un sueño profundo. Una vieja frase parece Inaugural: La lluvia barre con todo, limpia los patios, las tejas, las calles, nos limpia hasta el alma. No se atrevía a decirlo, y quería llorar porque debía despedirse. —vi morir las estaciones y a la puerta el inicio, el viaje— Admitió entonces que ella había sido en su vida una bala de punta roma que no giró en su trayecto, y esa humedad gobernó cada instante, sin dejar espacio entre segundos. Tatuaje o falso tatuaje, dependiendo de la distancia a la que haya sido disparado el proyectil. Pero seamos sinceros, la vida siempre dispara de cerca, no culpemos a la humedad, culpemos al escritor.


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» La luz de la verdad cae sobre nosotros sin una sombra, y la luz de la verdad nos sienta muy mal« virginia woolf

la vida no está ajustada para hacernos sentir cómodos la vida va a irritarnos cuando no estemos de acuerdo y todas esas frases de Darwin y la selección natural nos parecerán cada vez más ciertas en los momentos que no estemos aptos. Cuéntame, cómo era yo antes de los días que trajeron la nostalgia.


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La fiebre

Habita el rincón más estrecho de los seres y se desliza entre la piel de las manos que torpemente hacen descender el ataúd hasta el fondo, estará ahí cuando nadie note que sobre este cadáver también crecen las flores. En cada tarde, a la hora precisa, cuando simultáneamente se van restando sillas en los porches de las casas. en la neurosis de la urbe en las manos de una madre que calcula la fiebre, y en el sonido del agua todas las veces que exprimió el paño durante la noche. en la sequedad de la garganta que no logra despedirse en un rayo de lucidez en los ojos que quedan abiertos cuando en medio de la sentencia apenas queda tiempo para atrapar el último haz.


FEX [LÓPEZ ÁLVAREZ] (Caicara del Orinoco, Venezuela. 1989) Antropólogo, MGS en Filosofía de las Américas Precolombinas, Escritor, Periodista, coordinador de la plataforma del Libro en Cojedes, llanos Venezolanos.


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En la taberna de Albizu

Brindo por ella Por Ester Dayna y Milagro Por Daniela y Valentina. Por las que se fueron caminando lejos Buscando sueños de alcobas. Se mezclaron con el olor del cigarro Con el sabor del cocuy. Se fueron extraviando entre las borracheras colectivas Las canciones de bar Las cuerdas desafinadas La cama de una pelirroja. Brindo por mí. Por las cebollas cortadas y maullido sincero del gato del vecino. Tomemos hasta el final de la última botella. Hasta que el tabernero brinde con nosotros Y las arpas se rompan en un compás Que me recuerde Cuán lejos estoy de casa De la pelirroja dormida Y de la comida ya fría.


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En el patio de bolas del Camarada

—¡Me cago en Nietzsche! [Gritó El Poeta] —Pero Poeta, sin dialéctica no me refute el postulado.

[Le dijo El Poeta]

—Mire Poeta, a mí no me jode con ese argumento Freudiano. —Usted no aporta nada al debate Poeta.

[Se gritan mientras escondo las piedras del

Dominó]

—Poeta que se respeta vive borracho y se enamora una vez por semana. [Una cerveza Solo sabe a cerveza Cuando se acompaña Con un vallenato Una discusión sobre boxeo Y el nombre de una mujer Ausente] —¿La extraña Poeta? —Como se extraña al olor de la lluvia


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Esa tasca en Valencia

Me he olvidado de la luz De la sangre de mis labios Del olor de la lluvia Del sabor del café en la mañana. Me he extraviado por los pasajes más diversos Desde las costas con olor a sal Hasta las selvas llenas de piñas y monos sonrientes O las ciudades laberínticas similares a tus caderas. Me he olvidado de tus cortos besos De la piel de nieve Del cabello como carbón seco Me he olvidado hasta del olvido. De la canción de Silvio De tu nombre y tu rostro. De las tardes de domingo Pero siempre estás allí Asechando en mi propia sombra Obligándome a retomar tu historia en otras camas O en las páginas de cuadernos. Tú, siempre tú Mentira que me gusta contarme cuando recuerdo que te he olvidado.


JOAN MANUEL [GARCÍA] (Venezuela, 1990) Ingeniero químico egresado de la UNEFM, escritor joven, colaborador con el Consejo editorial de la editorial El Perro y la Rana del estado Falcón, organizador y fundador de la Feria Falconiana del Libro (FEFAL), colaborador con la revista digital Madriguera, mantiene el blog personal joanmanuelgarcia.blogspot. com. Los tres poemas que se muestran a continuación pertenecen a tres libros no publicados escritos entre el año 2012 y 2017.


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(De Memorias sobre el color)

A uno tendrían que advertirle de la ferocidad de la mujer, de sus dientes leonescos y sus fauces devoradoras, a uno habría que decirle que no se trata de fuerza se trata de poder, que no se trata del fuego sino de su intensidad. Hay quienes creen que el cielo y el mar son inmensos y se aterrorizan ante lo incalculable y lo inexorable, luego viene la mujer y ve el cielo que se abre infinito se hunde en el mar inabarcable, siente con sus pies la energía de todo el planeta, y uno se pregunta si en verdad Dios sobreviviría a aquella creación, si este ser es en realidad la materialización de la paradoja de la omnipotencia. Dios mío, Dios mío: Sabes que han visto a una mujer jayeriarte en sus brazos, besarte los labios y volver ilesa de tu voz, mientras tú temblabas de miedo.


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(De aDios mujer)

Yo no comprendo el temor a Dios carezco quizĂĄ de herramientas o de cadenas. Imagino sesudas bacterias tratando de explicar la imposibilidad de los humanos la posibilidad de los humanos la fe a los humanos. Pero nunca discernir con la certeza que nos caracteriza nuestro deseo de exterminio. Somos dioses despiadados, indolentes, insensibles, el de ellos serĂ­a un temor justificado. Pero ignorantes desconocen nuestras intenciones ÂżTal es nuestro parecido?


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(De Composiciones en Trópico azul)

Concierto para árboles - Minuet Un árbol es una certeza, la voz de uno es un destino, voz que no se escucha si no atiendes al aire, si no sostienes tu espíritu. Para escuchar un árbol hay que serlo, y ¿Qué es lo que es un árbol? vida creadora de ser silencio que arropa en compañía ente que penetra el espíritu. Cuando se es árbol Dios se posa en tus ramas y hablar se hace sencillo. Dices, por ejemplo, paz, con los brazos abiertos al aire, cuerpo desnudo y los pies en la tierra, firme hasta la locura. Dices, en ejemplo, solidez, te bate la tierra, grita el viento, tala hombre,


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y ni así, hay que arrancarnos de raíz. Dices, por ejemplo, libertad, y parece difícil decir libertad con las raíces que se sumergen en la tierra, pero pasan los días y las noches bajo la fresca sombra del mango y sabes que libertad no es movimiento es fidelidad, autenticidad. Cuando se es; es tan fácil decir.


JULIO [ESCORCIA] (Valencia, Carabobo. 1990) Licenciado en Educación, Mención Matemática, y Magíster en Literatura Latinoamericana, además de promotor cultural. Fue Finalista del 5to. Premio “Biblioteca Fimba” de Narrativa Breve (2013), Mención honorífica en el IV Concurso “Por una Venezuela Literaria” (2014) y ganador del segundo lugar del “III Premio Nacional de Literatura Rafael María Baralt” (2014). Ha publicado los libros de cuentos Distancia (2008) y Cuentos In Vitro (2010). Cuentos suyos han aparecido en diversas antologías.


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A Karen Sánchez

Quiero alejarme de los lugares comunes hablarte con nuevas palabras acerca de mí de ti de nosotros Quiero que mis palabras habiten en ti crezcan en ti construyan un espacio infinito donde tu sentir y el mío confluyan donde nuestro aliento sea uno donde al fin tú y yo construyamos el paraíso


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La extensión índice gesticula en el aire y un cuerpo cae moribundo, inocente ella observa a su niño sentado sonríe ignora la pérdida el germen que contamina el aliento él reitera el gesto cae otro cuerpo otro… no es el auto estacionado más allá del cristal ni el hombre que aguarda en la parada de autobuses es él ella en el vicioso círculo ¿en qué instante las manos se convierten en objeto y el gesto en sangre?


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Deseo quebrar tu silencio ser parte de él hacerme de él y construirlo nuevamente pero distinto hecho de ti y de mí de tus labios, tus ojos y mi locura Deseo quebrar tu silencio y habitar en él.


SANTIAGO [ROTHE SANDOVAL] (Mérida, Venezuela. 1991) Participó en el 1er Encuentro Literario de Jóvenes Poetas (Casa de las Letras Andrés Bello, Mérida, 2009), como ponente en la Bienal de Poesía Ramón Palomares (Trujillo, 2010) e invitado en la Bienal de Poesía Elías David Curiel (Falcón, 2011). Tambien ha participado en numerosos recitales y Festivales internacionales de poesia. Ha sido publicado en la Antologia del 9no Festival Mundial de Poesia de Venezuela, capítulo Mérida (2012). Ha publicado Agualumbre (Editorial Nuevos Clásicos, La Paz, Bolivia, Junio 2017).


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I

Vendrán Algún día vendrán a cobrarme los dolores más certeros Algún día encontrarán este cuerpo solar lleno de flores Pero antes he de vaciar la casa Antes he de dejar secar hasta los cuadros clavados tras mi nombre Para que nada duela Para que nada arda cuando embistan los seres del olvido Serán reales los fantasmas que me invento y estas nubes lloverán sin pausa hasta podrir mi suerte Hasta germinar de nuevo un alma simple que alimente a las gallinas y escriba obscenidades en la arcilla del patio Algún día vendrán a cobrarme y estaré más lejos que ellos Estaré presente y sensible Tan impalpable como el frio.


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II

Reinamos mundos acuosos Desolado silencio como alas de plumas densas que rasguñan hasta precipitarse Duele más no saber nada No tener idea de qué nos inunda En otro lugar alguien no puede dormir Alguien necesita dormir en paz Insolado, me infecto del día que deja de caminarme Que navega conmigo como brújula de carne y espíritu ¿Sabíamos distinguir entonces tantas señas? ¿Tanto temblor entre cristales? Yo solo creo que mi alma toma formas imprecisas Formas incómodas dentro del cerco que me resguarda del derrame Porque ahora me siento un hueco que me jala hacia adentro ¿Qué hacer de quien me espera? Ese aliento de amor con ojos fuertes Ese palpitar con restos de desanimo Casa que soy para contenerme Casa que quiebro como tempestad Casa de luces muertas Sin cuidado Tropezante Siniestra Corteza de cicatrizarme Derramando fibra sin cuajar sobre las grietas de mis días.


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III

Yo sabía ser precavido Yo sabía devolver mordiscos Sabia pelear bien por lo anhelado y no daba tregua en la escalada Como las hormigas No lloraba en la caída como los arlequines He mutado tanto con las sobras Con estos salvajes signos que acumulan ceniza en mis esquinas Si me viera mañana no me diría nada -Tal vez me miraría con desprecioPor rendirme rápido Por bajar los brazos a cambio de una calma estructural.


KARELY [QUINTERO] (Caracas, Distrito Capital. 1991) Soy estudiante de diseño gráfico. Sobre la poesía: siempre ha sido lo más importante para mí. La descubrí a los 10 años, una tarde mientras, como todos los días, hurgaba la biblioteca de mi tío para decidir qué leer; así tomé a Pablo Neruda y mi mundo se alineó a ella. Hoy en día tengo 26 años y no he parado de escribir, de leer y mejorar en lo que amo hacer.


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28 / abril / 2018

Abandonó la casa Y todo cayó al piso El viento no tuvo más espacio Y cada rincón dejó de tener Sentido Volaron los cuadros Los manteles se alzaron Y absolutamente todo Cayó al piso. Abandonó la casa Y las paredes se cerraron Dejó de tener tantos años Para convertirse En una niña Aquella que llevaba de la mano Para luego soltarla Dejarla en aquella casa Que se derrumbaba Y cayó al piso Sin sonrisa que la enmarcara Con añoranza de palabras Con tanta falta Con tanta falta. Abandonó la casa Que ya no era casa Pilar sin estructura


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Lugar sin ceremonia Y cayó al piso la alegría En explosión la mentira Abandonó la casa Y la mujer que era una Niña quedó allí Con las manos en los bolsillos.


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Sin vuelta

Si te marchas, escapa Con la mayor prisa Desbarata la casa y Manda todo por la ventana Lanza mi amor a la copa De aquel árbol que te Detiene y te vuelve imantada Manda al carajo los besos Manda al demonio tus ganas Y mis ganas pero déjame Tatuada la firma de autor De esta historia que antes Que escrita fue olvidada. Si te marchas, que sea A paso firme, sin ninguna Otra mirada, de esas que ponen Mi mundo de cabeza Solo sacude Sacude con fuerza Y llévate cada suspiro De mi alma Pero niña Déjame el suelo Para buscar el rincón Más cercano y deshacerme En tintas, déjame el tintero


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Tus mañas y toda La melancolía. Si te marchas, si te marchas Amor Que sea porque amas Porque el lugar de tu felicidad No soy yo Porque descubriste el amanecer El atardecer y cada estrella En otra galaxia Porque mis manos no te encajan Pero sobre todo Si te marchas No mires para atrás Porque ya ni a ti te verás.


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Ella, todas ellas

Ella Que me despeina La vista una Mañana cualquiera Que es bohemia Friki o poeta Musa, mujer amante Madre Ella es perfecta Ella, que me enamora Mientras pasa las páginas De su vida o del Libro que me La recomienda Es arte, vida, suspiros Para el alma, para La tormenta. Ella no tiene medida Siempre fue Una obra de arte Perdida Una Que hace años Coloqué en mi repisa Favorita, no tiene nada De otro mundo y


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A la vez lo tiene todo Cambia los papeles De mi vida mientras Me reacomoda bajo Sus piernas, frente A ella o en un cafĂŠ Cualquiera Ella, es hermosa Cada universo La coronĂł diosa Mientras me llevaba Por la calle, chocando Las banquetas, porque Es ella madre, hija Amor de mi vida.


JOSÉ [CEDEÑO SERRANO] (Barcelona, Anzoátegui. 1992) De madre Educadora y Padre Contratista, es titulado de Bachiller en Ciencias en el 2009, y posteriormente de Técnico Superior Universitario en Administración de Empresa en el 2013, en el IUTA de Puerto Píritu, Estado Anzoátegui; con Diplomado en Gerencia y Liderazgo Bancario, otorgado por CEPAUGMA, en el 2016. Actualmente reside en Santiago de Chile desde mayo 2016. Escribe frecuentemente en el blog www.serranojaversos.blogspot. cl y en Instagram en @_Serranoja. Participó en el II Festival de Poesía de la Fundación Casa Neruda “La Chascona” como nueva voz poeta joven.


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El día que recorrí Caracas encima de su cuerpo

Cuando pienso en esa ciudad agitada llena de furia recuerdo también tus ojos gitanos devorando uno a uno todos mis miedos. Nunca pude recorrer Caracas como deben recorrerse las capitales del mundo. Supongo que ha de ser lo mismo que adentrarse en la autopista de tu abdomen asfaltado, que el Ávila ha de ser una réplica verde de tus pechos semidesnudos, y porque no, si entre cierro mi vida me cuesta diferenciar tus ojos de una tarde soleada desde Altamira. Por una extraña razón que aún no conozco, cuando sonríes me siento caminando por alguna calle de El Hatillo, con tu boca llena de fresas con crema que luego irán a parar a la mía. Nunca un viaje tan inesperado me supo tan dulce como tu cuerpo, y es que en una noche me sentí parte de la segunda capital más violenta de Latinoamérica, y al amanecer, entre tus brazos, mucho más seguro que nunca. Lois era tu nombre, y he llegado a creer que de Vita me plagió la canción aprovechándose del hecho


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de que no se me ocurrió antes conocerte. Entiéndeme, es que antes de ti nunca creí que una ciudad tan adorable existiera. Tú nombre que siempre me hizo sentir que viajaba a París sin más maleta que el equipaje de tus manos. Caracas siente celos de ti, y yo siento celos de Caracas. Es un triángulo vicioso y yo termino siempre queriendo comerte de punta a punta. Tu nombre corto y preciso que cabe en mi lengua cada vez que echo de menos la manera tierna en que decías el mío. En ocasiones le hablado de ti a Santiago como quien le cuenta a su perro la rutina del día y acentúa su interés agitando la cola. Ahora esta misma ciudad no para de tararear tu nombre, sobre todo cuando es invierno y hace frio, y tu cuerpo de chocolate caliente no está para abrigarme.


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Puede ser

A lo mejor al final solo seamos esto: un mensaje sin responder de una conversación olvidada, los “te echo de menos” guardados en el bolsillo roto del desencuentro, tu risa acústica colándose a mitad de una expresión que otro no entendería, nuestro aroma flotando en el ascensor de una calle sin nombre, las fotos en modo sepia del viaje que nunca hicimos, una jauría de signos de interrogación ladrándonos detrás de la nuca cuando el día pasa deprisa y la noche espantada le cuesta conciliar el sueño, y tus ojos casi en relieve son como esas canciones que no supe sus nombres pero aun sigue sonando en mi cabeza. Si. Quizás a lo mejor solo seamos esto y escribirte sea como donar un megáfono a una concentración de sordomudos.


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Un día de estos

No te alarmes pero un día, una tarde, una noche de estas voy a juntarte toda en una hoja blanca pálida y escribiré de golpe todo este disparate de cosas que no tienen nombre y te pertenecen. Escribiré, por ejemplo, este inventario de nervios que provocan tus ojos, tus ojos de luna huérfana y menguante que me aquietan, esta angustia de lengua mordida por amordazarte con un beso que nos libere plenamente de la censura, de las ideas locas que se me ocurren cuando hablas con orgullo de tu elasticidad mientras yo miro con malicia tu cuerpo y la alfombra; de la realidad del calentamiento global de mi cuerpo cuando poco a poco te me acercas; del recuento de veces que me descubro a mi mismo pensándote más de lo que tu vida me lo permite, y de todo el imposible que soy para ti cuando la realidad oscura decrépita mirándome de reojo me lo recuerda.


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Escribiré de ti como un ejercicio de caligrafía hasta que aprenda a escribir con mi mano izquierda todos los versos escondidos en tu segundo nombre, en tu lunar azabache de azúcar, hasta que mi mano derecha quede huérfana para siempre de cuerdas vocales, y llamarte sea igual que hablar una lengua muerta. Pero luego doblaré el folio en dos mitades como la maleta de un exiliado político que junta todo lo que puede con rabia y remordimiento y en un sobre pálido que sellaré con mi boca pasaré por la puerta de tu vida, y por debajo de la entrada sin avisarte como el cartero que deja la correspondencia de una casa abandonada dejaré los recibos de un cariño que ha caducado. No te alarmes pero un día, una tarde, una noche de estas voy a juntarte toda en una hoja blanca pálida sin retorno y mi mano derecha te olvidará sin rencores en silencio, como quien olvida las llaves de una casa que no tiene. Pero esta noche que te extraño entero con todo mi cuerpo y tu ausencia es el muro de Berlín de mis días mis ojos de luna menguante y ajena esta noche, querida, no lo será.


JOSÉ MIGUEL [NAVAS] (Valera, Venezuela. 1992) Poeta, Licenciado en Comunicación Social Mención Periodismo impreso. Ha publicado tres libros de poesía en Venezuela. Su libro Fanny 2018 —inédito—, recibió el premio del certamen Buscadores de libros Puerto Ordaz tercera edición. Fue invitado a la Feria Internacional del libro de La Habana. Ha trabajado para la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello y NSB editores. Trabaja como productor radiofónico y periodista editorial.


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Esteban corre

Elegimos un lugar para huir para enfrentarnos a nosotros mismos subimos las escaleras del hotel avergonzados detrĂĄs el mundo y su juicio delante la verdad sobre los pecados de la ciudad nos vencemos estamos arruinados somos la minorĂ­a en una historia pasamos ocultos por el mundo quedamos suspendidos en los bares del centro nosotros el germen que nos tienta esta vastedad una isla contenida tierra enferma probamos la orilla y acabamos en ella.


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La rosa abstracta

Mis pechos jamás darán leche mis brazos no aguantarán tus lágrimas serás el hijo de cualquier otra la hija que se parece al Padre tú jamás probarás mis senos solo hay cicatrices Hoy soy una breve mujer. ……


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Torso fragmentado

I No llegaban los nietos pero sí las lluvias de abril el anhelo no era mío sino de los míos mi herencia fallaría y mi padre lo supo el día que mi odio se volvió hombre faltaban los años y me sentía muerto la gente me hablaba de esposas de mujeres que jamás besé me encerraba Temía que la pregunta se hiciera desdicha un día pregunté a los amigos de mi padre si mis hijos podrían ser libros a los poetas les gusta a veces ser celebrados por los mortales porque fuera de uno la injusticia del habla me deja mudo y mi verdad solo sale a medio labio


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II me he vuelto inmune a los deseos de mi Padre a la ética de los vecinos que mi verdad sea mi mentira que me tomen por trepador que el amor sea una fábula, mi cuerpo es la desdicha de las mujeres los hijos que tuve serán el polvo de los estantes mar que habito sin conocer su fin

III la noche ya no es el lugar del silencio sino de todos los ruidos en ella soy todos los hombres aparecen dibujados en mi pared los gritos de mi Padre mi esperanza es la taza de té mis pies me atan permanezco perenne a la terquedad es un falso sol el que me alumbra aparecen los signos de la paradoja es el día el silencio más contundente de mi vida la gente es silencio, me calmo el ruido está lleno de silencio le temo al aire, pero más le temo a quien lo respira llega la noche y con ella el ruido los hombres aparecen con espadas hechos de recuerdos de culpas parecen muchos padres intento huir pero intuyo salidas en falso esta vez la salida no es la puerta de la casa sino uno mismo


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IV mi sangre es la quimera de los pรกjaros los รกngeles son hombres que habitan mi noche ellos molestan mi ser la mujer que soy son tus hombres esos malditos sabios Que son todos los cuerpos.


LIWIN [ACOSTA] (Venezuela, 1990) Escritor. Licenciado en Educación Mención Lengua, Literatura y Latín por la UNEFM (Coro) y actualmente estudia Cine en la Escuela de Medios Audiovisuales (EMA) en la ULA (Mérida). Fue miembro de la Cátedra de Literatura “Agustín García” y del grupo de intervención cultural “Febrero”. Textos suyos han sido publicados en diferentes portales de internet como Letralia, Experimental Lunch, Poetas del Siglo XXI, Digo.Palabra.txt y Ediciones Madriguera. Un poema fue publicado por la revista Estación Poesía del Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla, España (2016) y forma parte de la Antología de Joven Poesía Venezolana Amanecimos sobre la Palabra (TeamPoetero, 2017). Recibió una mención especial en el III Premio Rafael Cadenas (TeamPoetero, 2018). Es autor de la plaquette El Hogar de las Cenizas (Ediciones Awen, 2018).


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Cielos distintos

para amar no habrá rotura: la ternura será mi arma para conquistar imperios, nuevos ángeles jugarán a mi lado en este mundo virginal, penumbroso y maldito al que se abren mis ojos otra vez, para amar no habrá rotura: costura ebria, herida hambrienta que vale más que un beso a medianoche, espada con la que atravesaré los corazones de mis más crueles villanos. la ternura es el hogar… para amar no habrá rotura: el primero y el segundo fantasma cargaron sobre sus espaldas varias sesiones de masoquismo lumpen, una que otra anti-terapia de autoflagelación proletaria, tercero y cuarto fantasma les prometo que iré derechito al psicólogo para no arrepentirme o culpar a mi soledad de tanto desplante, para amarlas seguro iré a comprar antenas.


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el océano guardará en la próxima extinción todas esas sesiones el núcleo de la tierra quemará mis lágrimas antes de nacer lección (ilusión) number one: el dinero dicta la ruta de los besos el dinero hace que tus pies pisen más fuerte (it´s over) para que no haya rotura no amaré más, blindaré mi corazón de espinas, no le exigiré nada a nadie : bolsa errante: American beauty. sauce llorón que nunca he visto, bajo tu sombra dormiré el sueño eterno ojos pelaos que no se cierran al dormir ojos pelaos que vienen de un poema que no es mío ojo pelao con el que no lee en ningún lado y no lo invitan a los recitales ojos pelaos ante la rotura del amor sauce llorón, no te vayas con mis ojos claritos hacia el norte, no te lleves mis poemas a cielos distintos no me dejes solo


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Suzanne la que se trasnocha (invocación)

no dejo de soñar contigo Suzzane, me cansé de estos interiores húmedos de adolescente, de masturbarme todos los días en la mañana antes de salir. cuerpo desnudo el tuyo que se abre al cielo como un poema que te rompe la crisma hasta que lo escribes si muero hoy Suzzane trata de no beber tanto café, de mí quedarán libros inéditos y poemas que nadie leyó y leerá nunca, no vale la pena tanto desvelo ajeno, quémalo todo menos los poemas que le escribí a mamá, a papá y a tere, mi biblioteca te la heredo completa, haz con ella lo que mejor te parezca, solo quiero que guardes uno o dos libros por si al fantasma se le ocurre leer algún día, ven y dame un consejo que no voy a escuchar, continuar con esta escritura errática y violenta seguro no me llevará a conseguir un buen trabajo para contentar a mamá,


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no te quedes despierta toda la noche mientras escribo, duerme tranquila deja que el humo del cigarrillo invada el cuarto, mientras yo agacho mi rostro y te doy un beso en la frente con mi boca muerta llena de tulipanes y te despierto. no te trasnoches Suzzane, las horas que tú no duermes se suman a las mías, no hay otro adolescente como yo en este país que haya gritado tantas veces tu nombre mientras acaba imaginariamente sobre ese par de urracas que revolotean gloriosas sobre tu pecho. niño perdido en el desierto soy a veces cuando no compras la cena, otras: vagabundo iluminado en Nueva york cuando no compras cigarrillos, otras: astrónomo demente acostado en las orillas de la playa, rescata a mis ojos de perderse, tengo miedo porque ya no ven igual, han comenzado a perder la ingenuidad ya no ven osos ni elefantes en las nubes, solo ven nubes y ya, y eso me asusta más que la muerte misma. Ábrete como girasol hambriento Suzzane, la errancia como principio inmaculado, partamos. En esta pausa:


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niño con el llanto atrapado en la garganta niño con poemas tatuados en el nombre niño patético y llorón. ¡perdónate!: me dices antes de besarme ¡perdónate! y no vuelvas a aparecer hasta que no te duela el rostro en el espejo: me gritas mientras me corres de tu casa, deja el trasnocho, abandonando este cuerpo envejecido, mudando el candor a otro paisaje, cada vez está más cerca de sí mismo, cada vez más dentro del cristal cada vez más adorado por su estrella Suzzane, junta tu pecho al mío, escuchemos los latidos de nuestros corazones al unísono, deja que ellos entonen su canción en diástoles y sístoles, de todas maneras, rosas Suzzanne. marchémonos de aquí, tráete el café antes de que se enfríe, vámonos al mar a seguir escribiendo, el aplauso de esta gente no es aquello que siempre hemos perseguido.


FÉLIX [PÉREZ] Soy un Ingeniero de sistemas con 24 años de edad (que no sabe por cuál razón escogió esa carrera), de El Tocuyo estado Lara. Empecé a escribir desde la adolescencia (canciones), sin embargo sólo me animé a publicar hace un año en un blog (https://rojosuperfluo.wordpress. com/) por recomendaciones de amigos (por no decir obligación) a quienes agradezco mucho ese empujón que me dieron, aunque no estoy tan activo en mi blog no he dejado de publicar ni escribir, pues publico mis escritos con más frecuencia en mi cuenta de Instagram (https://www.instagram.com/ cafe_lix/) y gracias a esto he colaborado con escritores de otros países (algo que nunca me esperé). Creo que la razón por la que escribo es porque hay orugas en mi cabeza que quieren hacer metamorfosis, y luciérnagas que quieren morir. Como sea, es algo que aún no descifro completamente pero que creo no quiero saber.


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Cero Seis Trece

Y quién diría que verías pecas en mis poros abiertos, que me abrazarías bajo la luz de un arcoíris —gris—, acariciarías mi pelo buscando sanar heridas que aún están abiertas. No te pido que me veas como algo más pero tampoco como alguien más, de hecho, no me veas mejor apaga la luz, déjate caer sobre el vacío que hay en mi pecho y si tienes tiempo que malgastar puedes venir, pues soy calma, soy calma. Quién diría que encontraría a alguien —tempestad— viviendo bajo un único azul y amarillo mezclados, pidiendo tener piel bajo las uñas, café con mucha azúcar y abrazos por la espalda... quién lo diría. Había alta probabilidad de mal tiempo. Lo que me llevó a pensar —mientras me bajaba los pantalones—


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que ya no había anclas al pasado ni globos al futuro y que tenía... oh dios. El universo se nos terminó saliendo por la boca y no supimos qué hacer, lo recuerdo perfectamente: tenía las mismas ganas de huir que de quedarme, pues soy calma, soy calma y aunque afortunadamente llovió ojalá te hubieses quedado un ratito más. Para siempre.


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Sesenta y tres quinientos

Hay un teclado justo en mi cuarta costilla derecha donde estaban antes las cosquillas, las estrellas y algunas de tus pestañas. Donde tu boca podría escribir con una mirada lo que ya no siente, lo que ya no quiere probar donde tus manos podrían quitar a mordiscos una cicatriz que comienza a crecer sobre una herida abierta de entrada y salida: tal cual yo en tu vida. Donde podrías —y deberías— tipear que no volverás jamás, con tinta indeleble, espesa, transparente, sosa, insípida, y adictiva de tus papilas gustativas.


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Treinta cero cinco

Estoy muriendo por volver a lo que era antes el pasado es tan tentador, bonito y sencillo que no sucumbir sería algo así cómo mentirme a mí mismo —desde afuera pero con repercusión interna—, sería como romperme las medias para sonreír cada vez que quito mis zapatos —o llenarme de rabia en los buenos días, porque los malos días no existen en esta tierra de nadie, digo, mi pecho—. Estoy muriendo por aprender a decirle no a todo lo que he dicho que sí que no me dejó nada más que palabras revueltas en la boca, peso en las axilas, vómito —de estrellas— en los pies, raspones en las rodillas y un vacío —futuro— harto de ser llenado, desbordado, roto, reinventado, cambiado, vaciado y restaurado con


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mu cho mĂĄs vacĂ­o.


LUIS [RODRÍGUEZ] (Valencia, Carabobo 1994) Profesional Bilingüe y estudiante de la licenciatura en Biología de la FACYT-UC. Asimismo, se desempeña como preparador de los cursos Bioestadística I y II contemplados en el pensum del título al que opta. Al ejercicio de la escritura se dedica desde muy joven, pero de la poesía, en particular, hace cerca de un lustro. Ha sido finalista del I Concurso de Poesía Venezolana Ecos de la Luz, y más recientemente del III Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas.


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Hombre de papel

—Amalgama, intrépido, álgido— retorno a los senderos de la mente etérea Me escribo en hoja en blanco horda de letras Me arrastro, encrudezco, mis deseos palpitan sobre la forma que toman Endebles se cuelan —moléculas de ola— monstruosas repercuten Yo atajo y saboreo con la lengua, el cráneo acoplado la sombrilla, los átomos resbalando, usurpan y son absorbidos Una vez inundado, las ideas me crean —hombre de papel aparezco— las palabras columna de edificios— soy demasiadas cosas A veces vislumbro aurora boreal entre las tinieblas, otras veces hecho polvo entre ellas desaparezco— Mi imaginación de ansias prodigiosa, me da vueltas en una caja mortífera —reducida— del tamaño de mi flaqueza, así de angosta La asfixia una herida patente, me orilla a murales donde las historias bailan —conspicuas— cargadas de papel bañado en tinta —raíces— el papel corta De pura estrechez me carcome —arsenal de aguijones— Hombre de papel roto —página de palabras rasgadas— Difusas —degradan también la celulosa— Aleación inestable —la mente arma de materia— Se abona en restos de leña que estampidas crean.


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Dentro

Las paredes vestidas de ese gris tenue que comparece con el polvo Los cuadros son como orugas escalando el risco de un tronco Mi fantasma es el candelabro del centro Por debajo, la cama es la señal de un huésped y el reposo de las sabanas Las esquinas son pilares imaginarios El techo nada más elegante que un memorándum de memorias al servicio de la desesperación Desde el interior el ruido —sitial en vela—abandona los pliegues Clava las garras en la opulencia en ruinas del ser Asechador le llamé hasta cubrirle de rastro Aliciente, le dio forma a la soldadura del raquis formándose, A las enmendaduras de fíbula y de esternón Quebradas sus oscilaciones a la vereda de la caza Respingo fue la verdad que atravesó como flecha Encontró en mí la transparencia del rostro buscando aniquilarse sin ocluirse Anchura amorfa escondida en la brea que la alcoba es Desde aquí me he sentado y respirado hondo Me he desintoxicado y vuelto a intoxicar con oxígeno y CO2 Soy la carne de la vigilia, los huesos de un náufrago que han navegado para no retornar


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Siento el delirante asedio de llorar a solas, así como la suspicaz compulsión de reír de fascinación Esta isla —mi isla— es un cuarto pequeño: La ventana desde la que se observa a un niño La vivienda desde la que se juzga a un hombre El ataúd desde el que se entierra a un anciano.


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Amanece Amazonas

Río eterno de corriente impetuosa, tus aguas la cabellera que se alza incólume sobre rocas de holgada frescura Me hallé en la estupefacción de monos en lianas contemplando tu fruta azucena Derrumbadas son torbellino de azúcar que la hojarasca llevada por el viento cubre Cuando llueve, las gotas como lunares impregnan la tierra, embargan tu excelsa silueta ¡Amanece Amazonas! El rocío con que baña tu atmosfera esta tormenta pasajera, alimenta a pétalos de orquídeas sedientas y a fauna caudilla de tu aposento, imponente amazonas Pavoroso y pendenciero el manto de humedad que flota, se erigen por encima cuan torpedo el rayo y el trueno Secuestran en un destello las ráfagas del viento, bárbara Amazonas En la superficie —profusos charcos— dan sepultura a bichos indefensos; dan vida a pupas, larvas y semillas, Amazonas reencarnante Te haces de guerrera caminos intrincados, el sonar de tus cascadas el ejército, casi fantasía magnifica, reproduce embebida los alaridos de tu alma, Amazonas recalcitrante De ese que es tu lucero emergen bestias fantásticas Pulmón del Caricari, rosa colorido de garzas elevándose, Algarabía de silbadores que sobre tus ramas son gárgolas,


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En el río —el caimán negro es un tronco inmóvil— En la laguna —el zigzag el repentino asomo de la anaconda— En el monte —huellas del jaguar ágil— enarbolasen la semblanza de aquel crepúsculo Alrededor altares, velan por los ritos de pueblos admirando tu cuna Recuerdas en tu vasto esplendor al hombre lo atenuado de aquel mundo, órgano de Gaia que como Armagedón brilla Aquí en mi noche de aventurero tumbado te repaso —anillo esmeralda de Sudamérica— —madre de colmada dulzura— Vuelve zumbando en las patas de un grillo quisquilloso Amanece pronto Amazonas


VERÓNICA [VIDAL] (Coro, 1995) es escritora, locutora y actriz; trabaja como editora adjunta en la Revista literaria Awen (Venezuela), es redactora y editora de artículos para el ICP Institución Cultural Pachayachachiq (Cusco, Perú). Ha publicado el poemario La Danza de los Mares (Palíndromus, 2017) y la plaquette de micro cuentos Cartuchos Vírgenes (Ediciones Awen, 2018).


120

Pensé en armar la crónica veneca de veinte personas engranadas en un edificio construido en la arena ¿Quién nos puso aquí? El orate que cons(des)truye la mirada frente al mar Caribe O los millones de peces sin agallas que aceptan la dicha de una dádiva inmerecida temporal y funesta que llena el estómago y no lo alimenta.


121

Teníamos un gato recién llegado Estaba ciego, desconfiaba hasta de su alimento Dormía en una caja de cartón e intentaba escalar superficies endebles Bailaba con luciérnagas e insectos de lluvia Sin madurez para caminar solo por su nuevo mundo Aunque sabíamos que su raza era ser resuelto o ladrón, lo acunamos y fortalecimos mientras fuese un don nadie entre las fieras Su nombre era Inmigrante.


122

Mi rostro posee el trasfondo de un hombre de semblante grave Hay saetas de ausencia frente al ruido de la incertidumbre Prefiero morir en la puerta del verbo callar Y negar que amo a una mujer para que ella no me daĂąe Aunque sea yo quien la rompa por dentro. TambiĂŠn soy ese hombre que fuma un cigarrillo frente al llanto del amor Puedo ignorar lo incondicional para servirme el mejor plato de la mesa Y tomar sus cabellos entre mis dedos SĂłlo para mentirle con una caricia.


ENMANUEL [NÚÑEZ] (Trujillo, 1996). Escritor, poeta. Estudiante de Literatura Hispanoamericana y Venezolana en la Universidad de los Andes. Ganador del 2do premio del III Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas con el poema Aquí que no es ninguna parte (2018). Ganador del VIII Concurso de Narrativa Joven Gustavo Díaz Solís con el relato La Toma (2017). Ganador de mención publicación en el Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas, con el poema Único orgullo (2017). Ganador del segundo lugar en las VIII Jornadas de Creación Literaria para Estudiantes de la Escuela de Letras, Universidad de Los Andes, con el relato El Viaje. Otras publicaciones aparecen en: Antología Diver-s- edad(es) (Negro sobre blanco 2016). Letralia: Tierra de Letras (2017). Poesía desde Valencia (2018). I Antología de micropoemas “Queridos Fantasmas” (España 2015) I Antología de micropoemas “Nuestros Mayores” (España 2015).


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Oración para un hombre en un día de lluvia

Padre, he pasado noches oscuras ciego por el resplandor de los días muriendo con las palabras atragantadas en el pecho pidiéndole al cielo que escuche una plegaria muda. Y nada todo arriba es un circulo que se desvanece donde todos mis muertos se refugian y me miran y me ven extranjero dentro del tiempo me ven lleno de tiempo y cubierto de extranjería hecho insilio. Padre, soy el hijo que has abandonado a la vida una flor cubierta de barro en la planicie /cercado/ en un lugar donde mi propia carne es un [espejismo. Soy silencio, padre. El nombre que me diste se borró en la memoria.

No fui creado a tu imagen serena me hiciste de carne y sufridor sufridor y con las manos atadas a los oídos, padre.


125

Sordo soy ante la plegaria que no menciona mi existencia ni mis ojos pobres de llanto. Estoy perdido, perdido en un valle donde las varas son balas que gritan mi nombre perdido entre los abismos que has puesto en mi tierra perdido y sin saber tu nombre perdido y sin poder orar porque no me has enseñado nada más que la NECESIDAD y cómo cruzar las manos para pedir. Soy una fe quebrada, una fe que se ha desvanecido. Compréndeme. No conozco tu nombre, padre y no sé dónde buscarte no sé cómo habitar este YO que me entregaste. Enséñame. Camino por la herida del mundo intentando sanar mi nombre y no te hallo. Padre, ¿por qué me has abandonado?


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HE HUIDO de los campos de la locura. Me he hallado dentro del pozo de los días abrazado a un escapulario azabache con una vela iluminando mi rostro. En las profundidades execré mi cuerpo. Yacente lo dejé. Cubierto de todas las heridas recibidas, con las flechas ardientes aún clavadas en el pecho. Salí ileso de mi propia existencia. Me enfrenté a los reflejos en el agua y a la sombra de mi padre. Me arranqué de la carne las palabras para llamar al viento y no encontré respuesta. Quise pronunciar un nombre. El nombre. Pero la fatiga de mis piernas no supo pronunciar «camino». No supo indicarle a mis pies la perseverancia. No supo. No supo. No supo. La tierra son las huellas que han dejado sobre ella. Y tengo miedo. Porque he llegado al «Ahí» del que hablaban mis ancestros. He encontrado el calor del despojo anidado en un cuerpo. Mi boca supo hallar otra boca que me pronunciara. Una mirada que pudiera reconocerme en el vacío del intersticio, en este no-lugar compuesto de melodías. He tenido que atarme al mástil de mi barco. Y no resiste. La casa no se encuentra donde hemos vivido, porque el destierro es pisar el suelo que no extraña. Tengo miedo. He llegado al puerto del que todos han hablado. Y tengo miedo. Porque de vos nadie vuelve.


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Omerta

Señor, Han muerto muchos de los míos. Los han azotado en la miseria. ¿Cuándo, entonces, vendrá tu tiempo? No quiero que se sequen los nenúfares. Ni se apolillen mis camisas. Quiero que todo pase que todo pueda vivirse y que no perdones a ninguno de los culpables.


KENJI [NAVARRETE YOSHIDA] (Caracas, Venezuela. 1996) Estudiante de la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela. Cuarto lugar de la 1era edición del Certamen de Poesía Venezolana “Ecos de la Luz” (2017). Forma parte del Número Especial “Poesía Joven Venezolana” de la Revista Literaria Awen (2018). Ha publicado Musca domestica (Excerpt) (Ediciones Awen, 2018) Niño perdido en la búsqueda de algo que no sabe.


129

¿

hay nada nuevo que decir si no lo imagino no lo existo si no lo existo no lo imagino hay nada nuevo aquí porque estoy tan aburrido ahora y siempre ni necesito esto ni necesito algo para Seguir agua como agua agua a todas partes estanque a todos lados cultivo el podrido grito grito agua como agua no hay nada nuevo por si quieres algo nada que ofrecer solo lo que no recuerdo lo único que no pierdo que perder que el recuerdo si estoy perdido como agua recuerda siempre buscando


130

¿ ¿ ¿ ¿¿ hay que encontrar a perder buscar a perder lo que no termina lo que busco y no perdí como esto tal vez


131

apoema

instrucciones: — no leer las instrucciones. no instrucciones: — leer las no instrucciones. instruye lo no instruible, por ahí va no pretende instruir, pero ya me instruyó qué se hace


132

La escucha

no sé lo que significan casi todas las palabras y las otras no estoy tan seguro quisiera no conocer palabras, sobretodo lo que significan cuanto más me sumerja más rápido me ahogo elijo flotar de repente me invento un esnórquel no sé todavía (reverb)


ELISEO [VILLAFAÑE] (Barinas, Venezuela. 1996). Estudiante hasta el quinto semestre de Letras Mención Lengua y Literatura Venezolana e Hispanoamericana en la Universidad de Los Andes. Llegó a ser Presidente del Centro de Estudiantes de Letras de la ULA. Estudiante de Sociología en la UNELLEZ. Representó a Venezuela en el Encuentro de Poesía Internacional Juvenil en Francia. Fue fundador del Círculo de Jóvenes Poetas Barineses. Fue incluido en la antología Sesión de Nuevas Voces del Movimiento Poético de Maracaibo. Fue seleccionado en el concurso “At War” realizado en Inglaterra por su poema “Conquistas”.


134

Documento en blanco.

Escribo porque quiero un cigarro. Pasan los hombres en mi jardín y sus amaneradas maneras Son contrastadas con los furiosos ademanes de los militares Que viven cerca…hablando de cerca… ¿Qué poder me da la poesía Si tengo todo y mucho me falta? ¿Hasta qué punto llegaré en tal carrera Antropológica hasta el Superhombre? Yo sólo soy un osito de goma.


135

Los mejores hombres

Armas bien enfundadas Justicia bien distribuida Comencemos a ponernos bizarramente —en inglés— [barrocos La bandera brilla desde mi jardín junto al garaje, tengo el Estómago vacío pero sigue procesándose el espagueti [con atún Que me comí. El vicio es un tinte de cabello. Un ángel es una melodía De Beethoven en los campos de concentración o en las colas Para comprar comidas auspiciadas por la hiperinflación. Soy testigo ocular de que la moneda bajó tanto que ahora El mar pesa mucho más y El Sol es una moneda mayor Que El Bolívar que olvidó quizás la providencia del astro brillante. Los mejores hombres somos nosotros quienes nos incluimos en el plural Pero nos guardamos nuestra “ego”: prefijo, “rancia” sufijo.


136

Versace

Me dice mi ropa Versace que soy Illuminati Las granadas me las comí todas y reciclo Lo que queda. Versace me dice que Gianni puede ser mi madre Agianni, así que debo cuidarla como un trofeo en Miami. Versace vestirán mis hijos. Esculpidos por genios griegos En mi tumba caerán las ropas lujosas y las carcomidas.


DIÓSCORO [ZAMARRIPA] Sobreviví al bachillerato, como hasta ahora he sobrevivido a la universidad. Mi mente ha soportado estudiar letra muerta o Derecho, depende de cómo le quieran decir. No me considero un escritor, pero sí un creador de cosas. Creo cosas porque si no lo hago, algo se va a reventar dentro de mis tripas. He hecho varias cosas; sí, igual que todos. Cosas que inflan los cv pero que a fin de cuentas, para nada sirven. No hay diplomados para usar el machete y el garabato. Pueden conformarse en saber que no he vivido por vivir. Trabajo como escritor freelancer porque hay que comer. He publicado el poemario Las Lamentaciones (Ediciones Palíndromus, 2018) El dato más relevante: sigo aquí.


138

Camión de cabillas

Venimos de la ceniza y hacia la ceniza vamos. Venimos del odio, por eso odiamos tanto. Nos excomulgaron de las ciudades, de nuestras religiones y de nuestras ideas por eso no tenemos moral ni valores válidos para esta sociedad, el mundo se mueve y nosotros no estamos dentro del mundo. Venimos de la impunidad, nacimos en la impunidad y por eso todos hacen lo que les da la gana. Vengo de una raza podrida, en mis venas hay residuos de los esclavos y los esclavizadores, de los campesinos muertos de hambre y los gordos caudillos, de los guerrilleros comunistas y los ejecutantes puntofijístas, de los presos políticos y, de lo que me puedo sentir más orgulloso: En mis venas corre sangre de una raza podrida, una raza que siempre, generación tras generación se ha alzado contra las injusticias fracasando


139

viendo los sueños hechos cenizas cenizas soy odio soy impunidad soy podrido estoy el más grande honor que podría recibir es morir torturado en las mazmorras del helicoide pero a la gente como yo solo nos lamen nos zumban las balas en los oídos se nos entrega el libre albedrío porque se sabe que nada haremos con ello solo seguir nuestro destino que lleva a un camión de cabillas.


140

Teoría general de la prueba

El odio bien puede cavar fosas comunes dentro de nuestros estómagos para albergar ahí todo lo que nos consume. Venimos a este mundo como hijos del conflicto, las caras que circulan en la multitud son millones y millones de espejos ennegrecidos, prueba iuris et de iuris de nuestra depravación. Nuestras virtudes: Las mismas que son llamadas vicio en el mundo. El odio bien puede cavar fosas comunes dentro de nuestros estómagos, darnos úlceras y sufrimiento, pero esto es irrelevante: Ustedes son las fresas del batido, a veces hasta la cereza que lo corona son ustedes pero yo soy la basura que inunda las calles. De mí se nutren las bocas nauseabundas de perros y mendigos, de mi brotan gusanos y el verdadero rostro de los hombres, prueba iuris et de iuris que la depravación se ha apoderado de nuestros cerebros.


141

Declaración

Yo, Dióscoro Zamarripa, venezolano porque así tenía que ser, mayor de edad bajo las disposiciones actuales y no las anteriores, con el infierno como único domicilio conocido, debidamente asesorado por el ciudadano Job, cuyo impre abogado es el sufrimiento. En todas las facultades que me son conferidas solo por ser, rigiéndome a veces bajo las leyes de Dios y los hombres, como otras tantas veces bajo las leyes de las cabras y los mangos. Dejando en claro que soy la basura que inunda las calles, el dolor de estómago que no los deja dormir, el latir en las sienes y el corazón tan arrugado, sufriendo cuando me ven con cara de que soy estas cosas. Nunca sintiéndome contento conmigo mismo, dando vueltas en los albores del pasado, el mío propio y el que no pude conocer, volviéndome loco al ver cómo los mendigos comen de mí. Yo, Dióscoro Zamarripa, con el corazón en la mano y el Sí, juro ya dicho,


142

he de dejar constancia de que hoy amanecĂ­ con el culo sollamao.


La poesía es la única cualidad que tiene el ser humano para crear la tormenta perfecta, volver a casa, alimentar el alma y luchar contra la realidad. El verso nos permite habitar la dimensión desconocida por el silencio y arder tras las formas del ópalo de un poema. El fuego, así como el poema, nace y muere en la boca de quien lo pronuncia; sus designios son inescrutables. Las formas que nacen de la luz y la llama se transforma en lo que está por venir. El hombre ha evolucionado en la justa medida en la que ha conocido el potencial de la poesía.


8

Introducción

15

Nesfrán González Suárez

Enero 2002 [16] Maracay 69 [17] Raspsodia fugaz [18]

19

Karelyn Buenaño

26

Aymara Infante

30

Moisés Cárdenas

35

Irán Infante

Linda [20] Anatomía naval [22] La espiga [24] La luna desgastada [27] Mis piernas líquidas [28] El samán brota de tu olor [29] El mar es otro poema [31] Cuando la inocencia queda en un barco [32] Yo quisiera [34] No hay lluvia [36] Corta la garganta [37] Somos dos noches [38]

39

Emma Yendis Hernández Entre dormida y despierta [40] Soy yo [42] Sueño recurrente [43]

44

El último segundo [45] Poeta de lo triste [47] Destello roto [48]

Aranesvid López


49

Evelio Gómez

Fenómenos [50] Niño Musulmán [51] Digital [52]

53

Jenifeer Gugliotta Guedez En la arena: tus lunares mis cayenas [54] Catarsis [55] Deseo [56]

57

Eduardo Salazar

V [58] XII [59] XV [60]

61

Rosa Anyélica Guevara Ella, la bala, la humedad y el escritor [62] La vida no está ajustada para hacernos sentir cómodos [63] La fiebre [64]

65

Fex López Álvarez

En la taberna de Albizu [66] En el patio de bolas del Camarada [67] Esa tasca en Valencia [68]

69

Joan García A uno tendrían que advertirle de la ferocidad de la mujer [70] Yo no comprendo el temor de Dios [71] Concierto para árboles - Minuet [72]

74

Julio Escorcia

Quiero alejarme [75] La extensión índice gesticula en el aire [76] Deseo quebrar tu silencio [77]


78

Santiago Rothe Sandoval

82

Karely Quintero

I [79] II [80] III [81] 28 / abril / 2018 [83] Sin vuelta [85] Ella, todas ellas [87]

89

José Cedeño Serrano El día que recorrí Caracas encima de su cuerpo [90] Puede ser [92] Un día de estos [93]

95

José Miguel Navas

Esteban corre [96] La rosa abstracta [97] Torso fragmentado [98]

101

Liwin Acosta Cielos distintos [102] Suzanne la que se trasnocha (invocación) [104]

107

Cero Seis Trece [108] Sesenta y tres quinientos [110] Treinta cero cinco [111]

Félix Pérez


113

Luis Rodríguez

Hombre de papel [114] Dentro [115] Amanece Amazonas [117]

119

Verónica Vidal Pensé en armar la crónica veneca de veinte personas engranadas [120] Teníamos un gato recién llegado [121] Mi rostro posee el trasfondo de un hombre de semblante grave [122]

123

Enmanuel Núñez Oración para un hombre en un día de lluvia [124] He huido [126] Omerta [127]

128

Kenji Navarrete Yoshida

¿ [129] apoema [131] La escucha [132]

133

Eliseo Villafañe

137

Dióscoro Zamarripa

Documento en blanco. [134] Los mejores hombres [135] Versace [136] Camión de cabillas [138] Teoría general de la prueba [140] Declaración [141]


LOS ANT[RØP]ÓLOGOS Jorge [Morales Corona] (Santa Ana de Coro, Venezuela. 1995) es autor de los poemarios Escribiendo en Tierra de Nadie (2013), Peregrina de Vidas (2015), Alma (edición especial del Día Internacional de la Madre 2015), Ciudad del Sur (2016), Reflejos Cotidianos (2017), la compilación El conjuro del humo (Poemas inéditos) (España, 2018) y Guardianes del susurro (Costa Rica, 2018); como narrador ha publicado el libro de cuentos Cirqueros, Gitanos y Embusteros (España, 2017) y como cronista Ruta 6 –Volumen 1– (2017). Parte de su trabajo ha sido incluido en numerosas antologías en España, Argentina, Colombia y México sobre poesía y cuento. Poemas suyos han sido traducidos al inglés y al italiano. Preside desde 2017 la junta editorial de la Revista Literaria Awen y la dirección de Ediciones Palíndromus. Ha participado en los talleres de edición Escribir es corregirse con el académico JL Montzang, Leer juntos/Escribir solos con la poeta Natasha Tiniacos y Taller de Guión Audiovisual con la guionista Yajaira Arreaza. Actualmente cursa estudios de Medicina en la Universidad del Zulia.

Salvador [Rojas] (Caracas, Venezuela. 1995) Seudónimo de un tesista de la carrera Educación Mención Letras en la Universidad del Zulia. Comenzó la aventura literaria con 15 años de edad escribiendo poemas y cuentos. Ha sido parte de antologías como «Versos al Viento» (España) o «Autores Noveles» (Argentina) y publicó en 2014 el poemario «Tesis(ta) de un taxista» (Arena y Vientos Editores), reeditado en 2017 por Ediciones Palíndromus. Escribió varias piezas de teatro para la compañía Teatro de Títeres Parque Infantil «Chímpete Chámpata» de su universidad, del cual formó parte desde 2015 hasta 2017. Ha colaborado en la Revista Literaria Awen.


ANT[TRØP]OLOGÍA DEL FUEGO Antología de poesía venezolana © De los autores. © De esta edición: Ediciones Palíndromus C.A. Maracaibo, Venezuela 2018, Todos los Derechos Reservados primera edición, isbn:

octubre 2018

978-1193227581

c o n c e pt o l i t e r a r i o

Salvador Rojas | Jorge Morales Corona | J.M. Sebastiani c o n c e pt o g r á f i c o

Jorge Morales Corona diseño de layout e interior

Jorge Morales Corona | Adolfo Fierro Zandón revisión de textos

Jorge Morales Corona | Salvador Rojas coordinación editorial

J.M. Sebastiani

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual.


»La poesía es la única cualidad que tiene el ser humano para crear la tormenta perfecta, volver a casa, alimentar el alma y luchar contra la realidad. El verso nos permite habitar la dimensión desconocida por el silencio y arder tras las formas del ópalo de un poema.«


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