Luz y Tinta Nº 125

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Nº 125 - Julio de 2022

Andrés Presumido


Vacaciones No sé yo quién inventó las vacaciones, o quién las instauró; pero seguro que estaba pensando en mí o en alguien como yo: alguien que no se pasa los días de asueto tumbado al sol, con frecuentes visitas al chiringuito, sino que las vacaciones le sirven para hacer una pausa en el camino, para mirar de frente al horizonte de los proyectos y en algunos casos para cambiar de rumbo. Para mí las vacaciones son esencialmente eso, reflexión y mirada profunda a la brújula personal y a cuantos papeles marcan encima de mi mesa los objetivos que esperan su turno en esa agenda mental que configura el ritmo de mis días. Dicen que el dios de los cristianos inventó el descanso dominical y más tarde, mucho más tarde, la revolución industrial y el maquinismo propiciaron el fin de semana, una pausa para respirar oxígeno que permita retomar otra semana. Pero las vacaciones, esa sensación de que hay un corte profundo, un antes y un después, son otra cosa y permiten un respiro largo. En mi caso, ya digo, aprovecharé estas vacaciones de verano —LUZ Y TINTA no reaparecerá hasta septiembre, como todos los años— para encajar en los esbozos de futuro todas las posibilidades y toda la barahúnda del presente, tan agitado y caótico en general y tan activo y precipitado en los últimos meses en mi situación personal. Así que durante esta pausa, y para no perder la costumbre, no renunciaré a la actualidad, a la que me asomaré todas las mañanas a través de la prensa; y dentro de ella, tendré muy presente ña deriva criminal e imperialista de Putin con sus cañones y sus misiles y sus brigadas de miles de soldados armados hasta los dientes. Alguien que no recuerdo ahora ha dicho recientemente la guerra —cualquier guerra, pienso yo— es producto de la ignorancia; y lo suscribo. Como estamos en verano, y de vacaciones, no e importa repetirlo, aprovecharé apara acudir a alguna fiesta popular de las que en Asturias llamamos de prao; es decir, una fiesta con todos los ingredientes lúdicos y gastronómicos para levantar el ánimo, como en la reciente canción de Nando Agüeros: “cuando restalla la sidra, restalla Asturias entera”. Me sumaré a ese restallu. Lógicamente aprovecharé para leer. Es algo que hago habitualmente, pero durante esta pausa de julio—agosto procuraré ponerme al día de algunas novedades que aguardan encima de mi mesa. Y para escribir: entre otras cosas debo corregir y dejar lisos para la imprenta dos libros que habrán de marcar mi otoño. Y eso sí, pienso seguir madrugando y acostándome tarde —los años no solo restan posibilidades al calendario, sino también horas al sueño— y pienso sobre todo en que los relojes giren sus manecillas a mi favor. Y por supuesto, prometo pensar en Luz y Tinta, darle una vueltina a su diseño, imaginar alguna novedad y sobre todo, sobre todo, seguir disfrutando de lo que hago y de lo que pienso seguir haciendo.

Francisco Trinidad

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Fotografía de Portada:

Guendy

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Foto del mes: Margarita K.

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Andrés Presumido, o el teatro

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Francisco Trinidad. Nueve días en el balneario de Ledesma

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Gloria Soriano. La reconquista

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Juan Depunto. Entrevista a José Mª Conget

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Rincón para el recuerdo: Fernán Caballero

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Laudelino Vázquez. Amigos para siempre

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Monchu Calvo. La historia explicada

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Mykel Reyfman. El sistema de fiordos

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David du Chemin. Coloca otro ladrillo

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Aaron Anderson

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Konstantinos Tsakalidis

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Fabela Monir

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Jesús Martínez Atienza

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Fotos seleccionadas

PROMOTOR y DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA: José Luis Cuendia, «Guendy» DIRECCIÓN, DISEÑO Y MAQUETACIÓN: Francisco Trinidad DIRECTORA DE COMUNICACIÓN: Lola González

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Número Julio de 2022

Reservados todos los derechos de reproducción total o parcial tanto del texto como de las imágenes. Las imágenes están protegidas por las leyes de copyright internacionales. Para cualquier consulta o sugerencia contacte con nuestro correo electrónico info@moldeandolaluz.com moldeandolaluz.com


Nuestra Fo

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My bodyguards,


oto del Mes

por Margarita K

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Andrés Presumido, o el teatro Fotos: Guendy Decir Andrés Presumido es decir teatro, una actividad a la que lleva ligado toda la vida y que informa su biografía y su pensamiento. Cuando le hablas de montajes teatrales, de actores, de posibilidades escénicas o de cualquier otro detalle del arte de Tespis, a Andrés Presumido se le iluminan los ojos, mueve las manos con la agilidad de un director de orquesta, mira de frente quizás a un punto perdido del horizonte donde el proscenio se enciende e irradia luz y posibilidades de futuro. Hablar de teatro con Andrés Presumido es, por lo tanto, hablar de su vida, de la vida de un actor y director teatral que tiene todas las tablas del mundo, que ha pisado todos los escenarios posibles y que sueña con representaciones que trascienden lo cotidiano para incardinarse en el futuro. La primera pregunta de nuestra entrevista era obligada, su salud, pues fue uno de los primeros afectados en Asturias por el Covid-19. De hecho, estuvo en la UCI varios días con el escritor Luis Sepúlveda, el primer fallecido en Asturias por el virus. En el Hospital Universitario de Asturias, donde permaneció cinco días intubado y casi cuarenta días ingresado, a alguien le sonaron campanas lejanas y, al saber que era “director”, le confundieron con un director de orquesta y le pidieron que dirigiera desde su ropia cama, con esa batuta imaginaria del buen humor. Pidió la ópera “Cavalleria rusticana” —al fin, teatro— y dejó que los pulmones dañados se llenaran de ilusión. El personal sanitario rubricó el momento con aplausos. Tras su paso por el HUCA pasó varios días en Rodiezmo, localidad de la montaña leonesa colindante con Asturias donde tiene una casa, donde el aire puro y la tranquilidad fueron los mejores pilares para su recuperación. —Nací hace dos años, tras mi paso por el hospital, agradecido al personal sanitario que puso toda la carne en el asador para mi recuperación y la de mis compañeros. Muchos,

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Con el director de Luz y Tinta, Francisco Trinidad, durante la entrevista

a pesar de ello, quedaron en el camino. Ahora me encuentro bien, con algunas secuelas inevitables, como la fatiga pulmonar que va y viene o el deterioro de las articulaciones. La medicación, lógicamente, deja su huella junto con el quebranto de la edad: el virus me pilló con 61 años y eso marca, lo pillé en un montaje que dirigí en el País Vasco. —Descríbenos tu trayectoria personal. —Nací en Oviedo, hijo de padre extremeño y de madre de Grado. Tengo una hermana menor. Así que soy carbayón, pero no militante, sin ningún tipo de fijación localista. Estudié Económicas, pero lo mío es el teatro. En mis años de estudiante se vivía una gran tensión universitaria, política y cultural, focalizada principalmente en torno a la Facultad de Letras. En este ambiente universitario conocí a gentes del teatro como Javier Villanueva o Nel Amaro. En estos primeros compases participé en el montaje de Bodas de sangre, de Lorca. Pero no teníamos un sitio, así que buscando por Oviedo un lugar para ensayar y representar encontramos un hueco en la parroquia de San Isidoro, donde, para que todo encajara, los curas nos pidieron que montáramos La danza general de la muerte, que estrenamos en la propia iglesia. Después pasamos al Instituto Alfonso II, donde nos pilló el golpe de Tejero en febrero de 1981 ensayando El retorno de Electra que estrenamos con cierta repercusión en el teatro Campoamor. Era una versión de Javier Villanueva, muy politizada como todo lo que él emprendía. —A ti se te identifica principalmente con “Teatro Casona”. —No es de extrañar. Tras mi etapa universitaria ovetense, me fui a Madrid a estudiar Arte Dramático y allí entré en contacto con gentes de teatro como Miguel Narros o Adolfo Marsillac, que me marcaron muy de cerca. Luego me fui a Barcelona, donde completé mi formación, y volví a Asturias donde, con otros compañeros de riesgo y aventura, montamos Teatro Casona, una sociedad teatral que ha subsistido a los embates del tiempo. Compaginé

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Curriculum de Andrés Presumido El curriculum de Andrés Presumido (Oviedo, 1959) es sencillamente apabullante, por usar una expresión vulgar pero gráfica. A una sólida formación en el mundo teatral y sus variantes corresponde con talleres impartidos en diversos ámbitos, así como actor de cine, televisión y teatro. Aunque su principal dedicación haya sido la de direcor donde cuenta con más de sesenta montajes. Como es un curriculum excesivamente largo para estas páginas nos vemos obligados a dejar únicamente un enlace al que puede acudir el lectos: http://www.teatrocasonamierescena. com/uploads/4/2/8/8/42880227/curriculum___andres__presumido.pdf

mi trabajo en una compañía de seguros con la dirección teatral y la total integración en Teatro Casona. —¿Por qué Alejandro Casona? ¿Qué vigencia puede tener hoy? —Quizás por ser asturiano y porque es una referencia teatral indiscutible. Aunque solo he montado Las casa de los siete balcones, la primera obra que dirigí, y últimamente Los árboles mueren de pie. Casona fue muy popular en su tiempo. Era un republicano comprometido con el teatro popular —participó en las Misiones Teatrales de la República— y tras la Guerra civil se exiló en Argentina y comenzó a escribir desde la nostalgia, trazando un teatro más universal. Del teatro más social, más ideológico que había escrito antes de la guerra —no hará falta mentar Nuestra Natacha— deriva hacia un teatro más lírico, que llega a un público más amplio. Su problema es que escribe obras como Corona de amor y muerte o Los árboles mueren de pie que necesitan un amplio elenco, muchos actores en el escenario, cosa que hoy es difícil conseguir, sobre todo por los costes que implica. Pero tras la reciente experiencia de Los árboles… no descarto volver a Casona, siempre habrá una obra que me permita dar a conocer a un autor tan interesante. —¿Cuál es el estado de salud del teatro en la actualidad? —El teatro es un enfermo crónico que goza de muy buena salud. Su crisis es sempiterna. Desde siempre he oído que el teatro está en crisis y no me extraña, pues si el teatro es un reflejo de la sociedad en que se desarrolla y esta sociedad está en crisis no se puede esperar otra cosa. Y en Asturias, más de lo mismo. Yo creo que el gran problema de Asturias es que falta iniciativa privada. Todo lo que se programa pasa por el Gobierno del Principado, sujeto y orientado por la política del momento, pues son los que contratan. Nos falta un Centro Dramático Regional, que no será la solución tampoco, pero crearía otro ámbito de difusión teatral. —El teatro costumbrista ¿es un lastre o un acicate? —El teatro costumbrista tiene la mayor demanda del público asturiano. Viene a ser la seña de identidad de la demanda popular. Hay que preguntarse por qué y la verdad que no encuentro respuesta, pero cualquiera de nuestros montajes aguante como mucho 15 representaciones y sin embargo durante 10 años optamos por un montaje costumbrista, Les lenguateres, y llegamos a las 250 representaciones. —¿Qué obra no has dirigido todavía que te gustaría hacer? —Hamlet, de Shakespeare y también me gustaría hacer Farsa y licencia de la Reina Castiza”, de Valle-Inclán, Agosto de Tracy Lets… —Y por último, ¿tus próximos proyectos? —Lo más inmediato, Cinco millones de rublos, que estrenamos a primeros de julio en Grado, Asturias, y que es una obra en la que se adaptan cinco cuentos de Chejov que hablan de la opresión, de la diferencia de clases y de la injusticia social. Son cinco casos en los que a todos les toca la lotería y sin embargo les hace infelices, acaba yéndoles peor que cuando no tenían dinero. Y ya, siguiendo con Grado, municipio con el que tengo una conexión especial (recuerda, mi madre era de ahí), quiero montar una comedia de humor, ¡Tararí!, de Valentín Andrés Álvarez, una obra que fue un éxito en su tiempo, los años 20 del pasado siglo, y que cuenta una historia desternillante: en un manicomio, los locos se sublevan porque entienden que son los médicos y los loqueros quienes están verdaderamente locos, y no ellos. La obra se cierra con un epílogo en el que el comisario de policía que llega a poner orden ya no sabe distinguir cuáles son los locos y cuáles los cuerdos. Tengo, además, en proyecto una obra de Adolfo Camilo Díaz, y alguna otra; y luego, si hay salud, ya veremos si sigo...

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Sobre Juan Mayorga Esta entrevista se realizó el 13 de junio de 2022, muy pocos días después de haberse conocido el fallo del Premio de las Letras 2022 de la Fundación Princesa de Asturias al autor teatral y académico Juan Mayorga. Por eso nuestra pregunta era obligada: ¿Qué opinión te merece? ¿Qué supone para el teatro español? Andrés Presumido.— Me congratula que se le dé a un Dramaturgo el Premio de las Letras, considerando que la Literatura no suele detenerse con frecuencia en el Teatro como gènero Literario. Aún es màs sorprendente, ya que Mayorga viene de la Filosofía y las Matemàticas. Esto desemboca en que, al igual que Antonio Gala, por poner un ejemplo, son Dramaturgos que parten de una dramaturgia actual, rompedora, que toca todos las coordenadas del individuo y el contexto social, dando un giro al teatro clásico ortodoxo. Toda su obra dramatica la sentimos como un avance de lo que al individuo le està pasando, o está apunto de suceder y cuestiona por lo tanto el porquè de la conducta humana y de la sociedad. Es un teatro el de Juan Mayorga que se aleja del espectàculo y se centra en el verdadero sentido del Teatro como herramienta para la reflexiòn y toma de conciencia social.

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Balneario de Ledesma

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Nueve días en el balneario de Ledesma

Hace unos años, en una conversación ocasional con unos amigos salió el tema del balneario de Ledesma, a muy pocos kilómetros de Salamanca, y al que nuestros amigos acudían periódicamente y cuyas aguas y ambiente nos recomendaron. Así que, en cuanto tuve ocasión, acudí a mi agencia de viajes habitual y pedí que me reservaran unos días en el balneario, más que nada para probar. Fue en un mes de mayo espléndido, con unas temperaturas más altas de lo normal y noches cálidas que hicieron nuestra estancia más agradable. Unido al buen tiempo el régimen del balneario, aquella primera semana nos dejó con ganas de más. El de Ledesma es un balneario magnífico con sus raíces hundidas en la historia de la cercana Ruta de la Plata: los romanos eran muy sensibles a las aguas termales y éstas no les resultaron desdeñables, de modo que, desde entonces, con las variaciones propias del tiempo, este balneario ha sido punto de referencia en este tipo de establecimientos que combinan la salud —salus per aquam— con el ocio y la vida benéfica en el campo. No es de extrañar que don Diego de Torres Villarroel le dedicara páginas elogiosas, destacando todas las propiedades de sus salutíferas aguas: “Son estas aguas de Ledesma, ya bebidas, ya tomadas, como se hace regularmente en el baño, calientes y expurgantes en grado heroicos y muy tolerables por algún espacio de tiempo, calientan, desecan, disipan, confortan, y corroboran todas las partes vivientes.” Claro que, al margen de los tratamientos en el propio balneario, con una muy variada oferta, lo que nos resultó siempre grato fue la tranquilidad ambiente, tanto en el balneario cuanto en sus alrededores; las tertulias relajadas de la cafetería, la posibilidad de leer en la terraza sin ningún ruido que distrajera y, sobre todo, los largos paseos entre espesos encinares, que me traían el recuerdo de aquellos versos que Antonio Machado escribiera recordando a Soria y que pueden trasladarse a estos parajes de la orilla del Tormes: “gises alcores, cárdenas roquedas […]/, oscuros encinares,/ ariscos pedregales, calvas sierras,/ caminos blancos y álamos del río…” El silencio del campo y el vuelo asustadizo de los pájaros nos acompañaban en aquellos recorridos sin apenas intercambiar palabras, con la mirada perdida en el horizontes de encinas que por todas partes nos rodeaban. Además, todas las noches, después de la cena, en el amplio salón de la cafetería, había algún tipo de actividad, generalmente musical, que muchas parejas aprovechaban para bailar. Estuvimos por última vez en Ledesma el pasado mes de septiembre y, en una de aquellas cálidas noches, tuvo lugar la actuación de una violinista que a nadie, y menos a mí, dejó indiferente. Era una mujer alta, esbelta, acostumbrada a pisar los escenarios y con unos ojos que trascendían el silencio.

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Al día siguiente, en la piscina termal, noté aquellos mismos ojos que me traspasaban. Yo estaba en uno de los chorros que me aliviaban la espalda y ella, enfrente, mirándome, como recreándose en mi. A los pocos minutos, abandonó su sitio y vino a situarse junto a mí, algo me dijo que no entendí, justo en el momento en que noté que su pierna buscaba la mía, bajo el agua. La miré, sin saber qué decir; y ella, que proseguía en su caricia, pierna contra pierna, me dijo algo en el mismo momento en que noté su mano delineando la curva de mis glúteos y buscando algo más que la simple coincidencia.

Comenzó su actuación pidiendo perdón por los posibles errores que pudiera cometer. Confesó que lo hacía por compromiso con el director del balneario, que la había enredado —fue su propia palabra— al saber su identidad y que tenía que tocar con un violín que no era el suyo habitual y que además no era bueno. Y para colmo, agregó, debía hacerlo sin partituras, confiada en su buena memoria. Su actuación fue impecable. El violín a veces, es verdad, y sobre todo en los agudos, parecía relinchar más que otra cosa, pero todo el mundo quedó satisfecho. Personalmente me impresionaron sus ojos, fijos en mí durante parte de su actuación. O esa impresión me dio. Al día siguiente, en la piscina termal, noté aquellos mismos ojos que me traspasaban. Yo estaba en uno de los chorros que me aliviaban la espalda y ella, enfrente, mirándome, como recreándose en mi. A los pocos minutos, abandonó su sitio y vino a situarse junto a mí, algo me dijo que no entendí, justo en el momento en que noté que su pierna buscaba la mía, bajo el agua. La miré, sin saber qué decir; y ella, que proseguía en su caricia, pierna contra pierna, me dijo algo en el mismo momento en que noté su mano delineando la curva de mis glúteos y buscando algo más que la simple coincidencia. No sabía si aquello era ocasional o buscado, casual o intencionado; pero su sonrisa descarada me lo dijo todo. Así que salí de donde estaba y, con una sonrisa de oreja a oreja, comiéndome la incredulidad, me fui medio nadando hasta la salida. Cuando me ponía el albornoz la vi mirándome, con todo el descaro del mundo. Me fui al vestuario, con la inquietud taladrándome —¿qué pretendía aquella violinista atrevida?—, me duché sin saber qué me estaba pasando y cogí el ascensor, rumbo a mi habitación. Cuando salí del ascensor, en la tercera planta, me estaba esperando en el pasillo, me tomó de la mano y sin darme cuenta estaba en su habitación. “Qué ganas tenía de comerme esta boquita”, me dijo mientras me besaba ardientemente. Luego calló mientras me desnudaba y yo me abandonaba a sus caricias, partícipe de aquella extraña situación que me revolucionaba las hormonas. Como despedida me dio una tarjeta: “Llámame, aunque sea una llamada perdida, y me quedo con tu número. Así te avisaré cuando vaya por Asturias”. Cuando, por fin, llegué a mi habitación, mi marido, conocedor y cómplice de mi deriva bisexual y sostén de nuestra relación abierta, me miró sonriente, irónico, cogió la tarjeta que aún llevaba en la mano —“Alicia Ramírez de Arellano. Violinista. Wiener Philharmoniker”—, me besó, comprensivo, y me preguntó al oído. “¿Está buena tu amiga?”. Luego hicimos el amor como en los buenos tiempos, ajenos al tiempo y al espacio, insensibles a pulsiones y pasiones externas. Al día siguiente, al mediodía, abonamos nuestra factura de nueve días en el balneario y, mientras arrastrábamos nuestras maletas hacia la salida, vimos entrar a Paco Trinidad y Gloria Soriano arrastrando también sendas maletas y yo diría, aunque no esté segura, que cogidos de la mano. Como cerrando un círculo. “Sólo nos faltaba Laudelino Vázquez”, subrayó mi marido con una carcajada.

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Gloria Soriano

Foto: HARUKI KAMURA

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Foto: VAIO

La reconquista

Amanece con un estruendo de alas que suben al cielo. Cuando la niebla se disipa, el lago vuelve a ser el espejo de siempre, todas las grullas se han ido, salvo una. Búhos, lagartos y comadrejas opinan: será corta de alas, o de mal carácter, demasiado cobarde para travesías largas. La comadreja acertó al menos en lo del sexo: grulla hembra. Entonces se renovaron los apelativos: desvergonzada, subversiva, despiadada. La ven nadar con tres huevos entre las plumas y les parece el sumun del atrevimiento. Los ohhs y ahhs de asombro provocan un tsunami, y el ave que no emigró desaparece en el agua. Después la naturaleza recupera su rutina, el azafrán florece, nacen las zinnias. Una ráfaga de otoño mueve con suavidad el columpio del árbol que hay cerca del agua. Nadie quiere enfurecer al lago. La grulla que no emigró sabe por los comentarios que no es bien recibida, pero hace como si fuera sorda. Cansada de huir formando uves en el cielo, quiere una vida sedentaria. En el momento que sus patas rozaron el agua, sintió adherencias con olor a bálsamo, y lo interpretó como una señal: estaba en el Paraíso iba a construir su sueño. Con el pensamiento elevado sobre el cuello, finge no ver el columpio, e imagina aquellos días en que un hombre y una mujer se balanceaban sin preocupaciones antes de la expulsión. La grulla explora el lago. Con ramas secas construye un nido donde nacerán tres polluelos. El tiempo pasa y al

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Foto: DUONG DINH

ritmo de las horas el lago va cambiando de vestido: azul, verde, rojo. Más allá, la onda de las colinas, ni tan lejos como lo inalcanzable, ni tan cerca como los barrotes de una prisión. Los que antes la criticaron ya no lo hacen. Con las patas hundidas hasta la mitad, se yergue en medio de tres bolitas rubias y despeluzadas, que aún no saben volar. Sondean el agua con sus picos y luego, cuando salen a tierra, engullen granos, todo les gusta. La madre, siempre atenta al águila y al zorro extiende las alas y deja ver unas puntas negras que antes no tenía. A veces el lago se viste de un color que atrae a las serpientes. Entonces suenan siseos que la grulla escucha espeluznada. A pesar del terror que le inspiran, las persigue a muerte para que desaparezcan, que no quede ni una, ellas causan la desgracia. En una ocasión, estando la grulla de cacería, un ave devoradora de serpientes se lanzó sobre la presa que sujetaba con la intención de robársela. Si la quieres, es tuya—le dijo— yo prefiero comer gusanos, pero me gusta atraparlas, soy buena en esto, cuando las tenga a la vista, puedo avisarte con tres graznidos. Al ave rapaz le parece bien y se lo cuenta a las águilas culebreras que vuelan por la zona. El plan funciona tal y como la grulla esperaba. Una vez localizados los demonios, convoca al ejército de águilas, que, hartas de comida, no tienen hueco ni para un polluelo. El Paraíso es un lugar más seguro y a salvo del maligno. Los cambios de estación no minoran su disfrute, saben aclimatarse. Un día un sonido llama la atención de la grulla. Viene del cielo, cada vez más intenso, le resulta familiar. Son sus congéneres que van perdiendo altura hasta amarar en el lago como una lluvia blanca de flores. Su llegada es noticia que circula entre las ramas de los árboles, los brotes aún cerrados se apresuran a abrirse para ver el espectáculo del agua. Grajos, caballos y ardillas las miran desde lejos. Solo la grulla se aproxima orgullosa de mostrar a sus crías que ya vuelan, pero el líder le da la espalda por transgresora, y las demás lo imitan. La grulla ve que algunas de sus semejantes tienen la cabeza escondida entre las plumas y al principio piensa que se acicalan, mas pronto descubre sus ojos espiando entre las rendijas y le conmueve su curiosidad. Reúne a los polluelos en un lugar visible y los anima a volar: describen círculos, hacen piruetas, planean. Se respira una nueva forma de vivir. Cuando la bandada reanuda su éxodo, unas pocas aves deciden quedarse y forman una colonia. Les encanta jugar en el columpio, lo ven como el pendón que otros perdieron y que ahora las representa. A veces, mientras se balancean, las confunden con gallinas, pero no les importa, ellas saben que son las grullas valientes.

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JOSE Foto:

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Juan Depunto

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Entrevista a José Mª. Conget, escritor Estamos en la casa del escritor, en el centro de Sevilla, muy cerca de la Macarena, en un día que amenaza ser tórrido en este adelantado verano. José Mª. es y ejerce de zaragozano, nacido en 1948, como no podía ser menos, recibió el Premio de las Letras Aragonesas en 2007 y conserva intacto su acento mañico. Pasó la infancia, adolescencia y comienzos de la juventud en su ciudad natal (en la que mantiene su casa natal como me acaba de decir hace un momento y de vez en cuando la visita), estudiando en los Jesuitas primero y luego en su Universidad, donde se licenció en Filología Moderna. Estuvo de profesor en Glasgow, Hellín y Tudela. Se casó con Maribel Cruzado Soria (ensayista y traductora) en 1972, con quien tiene dos hijos. En 1974, como profesor en Lima (Perú), dio clases de Literatura Latina y Literatura Norteamericana (Universidad de S. Marcos) y Lingüística General (Universidad Ricardo Palma). En 1978 ganó las oposiciones como profesor de Enseñanza Media, siendo Cádiz su primer destino en el Instituto Columela. Allí escribió sus dos primeras novelas. En 1984 se fue de profesor al Instituto Español de Londres. En 1990 sacó plaza en el Instituto Martínez Montañés de Sevilla. De 1991 a 1998 fue responsable de las actividades culturales del Instituto Cervantes de Nueva York. Luego volvió a Sevilla y de 2001 al 2003 desempeñó el mismo trabajo de responsable cultural del Instituto Cervantes de París. De nuevo regresó a Sevilla, jubilándose de la enseñanza en 2008. Ha escrito regularmente en prensa periódica de Aragón y Andalucía, además de haber publicado más de 23 libros de narrativa corta, novelas largas y ensayos. Ha recibido, además del Premio de las Letras Aragonesas, el Premio Cálamo, el Premio Estado Crítico y el Premio Búho en 2021. —Háblame sobre lo que te parezca de más interés en tu biografía y especialmente sobre tu libro recién publicado este año 2022, “Cenas de amigos”: Cenas de Amigos es la última novela que he escrito y es quizás la más apartada de mi experiencia biográfica y trata de hablar de la generación que fue progresista y revolucionaria en su juventud y ahora está instalada en el confort. Y del contraste entre esta generación, que en la novela ocurre en la época de los “indignados”, y la de sus hijos. Es uno de mis libros más pesimistas, que alguien ilustre, como el profesor José Carlos Mainar, dijo que era mi libro más desolador y quizás lo sea así; no lo pretendí, pero así salió; a veces salen los libros como uno no quiere. —Tus libros destilan un gran componente de tus propias vivencias. Personalmente creo que ocurre en todos los escritores, pero en tu caso me parece una característica tuya ¿me equivoco? ¿Es este el rasgo de tu estilo o cómo definirías el estilo? Hay libros míos que son abiertamente autobiográficos, por ejemplo, Pont de l’Alma o Cincuenta y tres octavas son libros que hablan de mi experiencia como persona que vivió en Nueva York o que vivió en París. Hay también entre mis cuentos algunos que no lo son, se trata de relatos autobiográficos escritos en primera persona y en los que el personaje principal se llama como yo porque soy yo realmente. Luego mis primeras novelas se acercaban bastante a mi experiencia personal, pero después eso ha ido variando bastante, por ejemplo,

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en El mirlo burlón no hay apenas nada mío, se trata de una generación más joven que la mía, es la generación que vive la muerte de Franco y el principio de la Transición estando en la Universidad. Yo la muerte de Franco la viví en Perú trabajando que es donde estábamos mi mujer y yo, que nos habíamos marchado de España huyendo de la casta franquista, y allí recibimos la noticia de que Franco estaba muy enfermo y finalmente se murió, después de una espera en la que parecía que se recuperaba para empeorar de nuevo después. Deseábamos que volviera la Democracia y regresamos. Entonces yo no tengo mucho que ver con los personajes de El mirlo burlón, salvo dos jesuitas que están inspirados lejanamente en dos profesores míos, a uno le debo mi dedicación a la Literatura; era profesor de Literatura, creo que el único buen profesor que tuve en el colegio de El Salvador (que fue por cierto el colegio al que asistió Buñuel) e hice un retrato muy favorecido del mismo. Por lo demás no tiene nada que ver conmigo y está basada en las vivencias que me contaron lo amigos que sí que vivieron la Transición en España. En cuanto al estilo, empecé escribiendo libros con una técnica mucho más barroca, con frases enormemente largas que parece que no terminan nunca y conforme ha ido pasando el tiempo me he ido aproximando a un estilo coloquial culto, digamos; procuro acercarme a la forma que hablo y hablan la mayor parte de mis amigos, evitando naturalmente todas las incorrecciones y cacofonías que utilizamos cuando estamos hablando sin pensar en hacerlo con un estilo cuidado. —Los sentimientos y todo lo relacionado con ellos (amistad, amor, odio, celos, erotismo, sexo), junto con el humor y la ironía forman también parte importante de tus escritos. Amplíame algo al respecto. Cualquier relato se basa en sentimientos. Es imposible escribir un libro sin sentimientos. Puede haber alguna novela en la que los contactos sociales son escasos, Robinson Crusoe por ejemplo, aunque al final tiene a Viernes y luego sale de la isla y le pasan muchas cosas. Delibes decía que para hacer una novela son necesarias tres cosas: Un hombre, un paisaje y

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una historia. Si hay un hombre y una historia es normal que este hombre tenga relaciones con los demás y la mayor parte de los seres humanos tienen familia. Eso ya da para un tema; Freud decía que la familia es el origen de toda neurosis y también lo es de tantas otras cosas. Hay muchas familias en mis libros; Palabras de familia es el título de mi quinta novela y es el retrato de una familia aragonesa, que no tiene que ver con la mía, pero tiene cosas que se le parecen. El amor y el desamor son experiencias comunes a la mayor parte de los seres humanos, aunque hay gente, como el escritor Fernando Quiñones, que me dijo que no se había enamorado nunca, que había estado encoñao, pero no enamorado. Y pensé que era una pena, recuerdo esos versos de Cernuda que decía “Si muero sin conocerte no muero porque no he vivido”. El amor es una experiencia esencial en la vida humana y una de las más importantes, aunque se acabe. —Has sido y eres un gran lector, además de aficionado (y luego experto) en comics y cine. Tan importante es esto para ti que llegaste a decir en una entrevista que “Para mí la gloria sería que un cine de barrio llevase mi nombre”. ¿Lo mantienes? Bueno, son “boutades”, ya no existen los cines de barrio. Cuando era niño, en Zaragoza, recuerdo que las más antiguas películas las encontrábamos en los cines más periféricos de Zaragoza, Delicias, Torrero, Venecia, el del Norte… Todo eso ha ido desapareciendo y en mi ciudad solo quedan unos multicines y una sala, el cine Cervantes. Y en Sevilla pasa lo mismo, queda el Avenida en versiones originales y el Nervión que para mí ya casi son las afueras. También dije que si alguna vez cerraba el cine Elíseos (que es el que tiene más recuerdos para mí, fue cine de Arte y Ensayo y luego filmoteca de Aragón), que si se cerraba no volvería a la ciudad, tomé parte de una campaña para salvarlo y lo cerraron y convirtieron en un Mac Donald que no puede ser peor destino… Y he vuelto a Zaragoza. Tengo ahí otra casa, familia y amigos. He vuelto y volveré siempre. Es verdad que el cine ha representado y representa mucho en mi vida. La primera película que vi fue en pañales, permitían entrar a los niños si no lloraban mucho. De la primera que recuerdo (no me sale su nombre) me acuerdo de su trama, de extraterrestres y terror. Yo iba al cine todos los días; a clase no iba todos los

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días, pero al cine sí. Era un “refugio pecatorum”. Siempre me metía en alguna película y era como una burbuja en la que durante hora y media o dos horas no estaba pensando en problemas laborales o personales. Y mi afición a los comics, a los tebeos, viene de que tenía ganas de aprender a leer; mi madre me enseñó a los tres años y me acuerdo perfectamente de las ganas que tenía de leer lo que ponía en esos tebeos. Dejé de leerlos en la época universitaria porque me avergonzaba estar leyendo a Kierkegaard o Sartre y al mismo tiempo al hombre enmascarado, Flash Gordon… Y luego me avergoncé de haberme “avergonzao” y he vuelto a leer tebeos y sigo teniéndolos. Tengo una buena colección. —Escribiste sobre el cine en la poesía española, pero no me consta que hayas publicado poesía ¿la reservas para tu intimidad? No, Dios no me ha llamado por ese camino, afortunadamente. Hay muchos más poetas que lectores de poesía. Solamente se leen entre ellos y, como decía Quevedo, los poetas salen hasta debajo de las piedras, como los escorpiones. He leído mucha poesía, aunque ahora leo poca, solo la de los amigos que te envían sus libros y esas sí las leo. En la adolescencia escribí poesía, pero me di cuenta inmediatamente de que no valía para eso y desde los 17 años no he vuelto a incurrir en ese delito. En privado alguna sí he escrito. —Has enseñado Lengua y Literatura. ¿Cuál es tu opinión sobre la docencia de ambas disciplinas? ¿Crees que en ese aprendizaje está la clave de lo poco que se lee en este país? En parte es verdad. En España no se enseña Literatura, se estudia Historia de la Literatura y se les obliga los alumnos a aprenderse de memoria cómo hay que saber distinguir la Escuela Sevillana de la Salmantina, la Generación del 98, etc. Pero no se enseña a leer, con atención, sentido crítico y sobre todo con capacidad de disfrute de aquello que se lee. Yo, como profesor me negué a utilizar manuales y a que tomaran apuntes; no quería que me repitieran como loros. Leíamos juntos cosas y las comentábamos y había que hablar, discutir. Por eso, si podía saltarme los programas de la Enseñanza Media, me los saltaba, aunque para la selectividad no me quedaba más remedio que explicarlos. La Universidad tampoco ayuda. He tenido alumnos que aborrecían la literatura y lo hacían porque para ellos era una serie de rollos que no les decían nada y no tenían nada que ver con su vida. Aparte de que el mundo de ahora tampoco invita mucho a la lectura, los chicos están metidos con sus móviles en internet, etc. Creo que una buena enseñanza ayudaría desde luego. —Has hablado del mundo de ahora y me ha venido a la cabeza “El mundo de ayer” de Stephan Zweig… Pues mira es un libro muy admirado por todos, está muy bien escrito, pero yo le pongo muchas pegas. La primera, que miente. Stephan Zweig se salta toda su participación, enormemente agresiva y partidaria, en la Primera Guerra Mundial. Él admiraba mucho a un pacifista, pero él no lo fue en absoluto, él fue muy prusiano en eso. Lo ha olvidado y prescinde de ello. Luego tiene una nostalgia de un mundo burgués… Es como la nostalgia de los americanos del sur de antes de la Guerra de Secesión… Seguro que un obrero de su época que no iba a su lujoso colegio no tenía esa nostalgia. Si se compara con Kafka que también era judío y fue a un colegio burgués, Kafka fue mucho más crítico. Es muy mentiroso, pero a la gente le gusta que le mientan. —¿Te gusta la fotografía? ¿Cómo la relacionas con la narrativa? A quien le gusta la fotografía más es a Maribel. Todos esos libros de ahí (señala a una librería que ocupa toda una pared del salón) son de fotografía. Sabe mucho de historia de la fotografía. Ella me ha contagiado su pasión y, aunque no hago fotografías, algunas me gustan mucho y a otras les he dedicado un texto literario. Pero la relación con la narrativa la veo como la del cine: no hay ninguna relación. El cine aprendió de la literatura pero no hay un cine literario y cuando hacen películas así suelen ser un poco pedantes.

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Hay libros míos que son abiertamente autobiográficos, por ejemplo, Pont de l’Alma o Cincuenta y tres octavas son libros que hablan de mi experiencia como persona que vivió en Nueva York o que vivió en París. Hay también entre mis cuentos algunos que no lo son, se trata de relatos autobiográficos escritos en primera persona y en los que el personaje principal se llama como yo porque soy yo realmente. Luego mis primeras novelas se acercaban bastante a mi experiencia personal

—Tú, que eres un escritor para lectores cultos, que publicas en Pre-textos y al que no le gustan las presentaciones de libros con toda la fanfarria que las rodea, ¿cómo crees que se podrían promocionar los libros? Desde las 4 o 5 últimas publicaciones mías no he querido presentarlas. Me dan pudor. Te presenta normalmente un amigo tuyo que dice que “eres alto y rubio” y eso es mentira. Tampoco voy a las ferias del libro. Cuando vivía en Cádiz fui a una con mi primera novela porque el Ayuntamiento me compró un libro y me puso en un stand a firmar. Solo vendí uno a un escritor, Jesús Fernández Palacios, que luego fue mi amigo. No me gustó nada, eso es humillante. Hombre a un Reverte que vende mucho le va bien. Ser un “escritor de culto” quiere decir que no vendes casi nada… Respecto a promocionar libros, antes una buena crítica puesta en El País hacía vender, pero ahora no se lee prensa. Además, casi todas las críticas están apalabradas de antemano. Nunca se ha “gastao” tanto papel con tan poco efecto. Se promocionan por las grandes editoriales, poniendo montañas de ejemplares en las grandes superficies de venta. Los Premios Planeta, y todos los que dependen de esa editorial, suelen ser infames (salvo el Jinete Polaco de Muñoz Molina) y sin embargo son los que más se venden. La gente se pregunta qué regalar para Reyes y se contesta “El Premio Planeta”, aunque luego no se lea… Es difícil ahora promocionar un libro. —¿Cuál es el libro que más te ha gustado leer y cual te gustaría escribir? ¿Y el próximo tuyo? El que más me ha gustado no lo puedo decir: Me han gustado muchísimos. De niño me encantaba Salgari, El corsario negro, Sandokan, en la adolescencia los grandes novelistas rusos. Me introdujeron en la literatura de adulto Kipling, Chesterton, Wells y luego los latinoamericanos. En fin, tantos. En los últimos años uno de Amos Oz, Del amor y la oscuridad, un libro maravilloso y emocionante. El libro que me gustaría escribir: pues el que me permita seguir escribiendo. Sí puedo decir que a principios del año que viene sacaré un nuevo libro de cuentos que se llama La verdad sobre el amor, son sobre unos versos del poeta Oden y son diez cuentos. El título me lo quitó Italo Calvino que escribió un libro que se llamaba Los amores difíciles que son diez cuentos sobre amores difíciles de gentes de todas las edades. —Eres gran amante de la música. ¿Cuáles son tu obra y autor preferidos? Tampoco puedo responder a eso y de nuevo en la familia la más musical es Maribel. Oye dos notas y enseguida te puede decir “Brahms” o “Bob Dylan o el que sea; su oído abarca todo tipo de músicas y está todo el día oyéndola. . Yo cada vez oigo menos música porque he notado que si tengo que escribir y me pongo a oír música, hay determinadas piezas que me pueden conmover mucho y entonces ya no puedo escribir. He cogido un poco de miedo a esta emoción excesiva que me produce la música. Voy a conciertos de clásica en Sevilla, sobre todo a los de la “Orquesta barroca” que me encanta y es curioso que entonces no me emociona tanto como en casa, en la que suelo planchar con música. De hecho, Maribel me grabó una serie de piezas que llamó “Música para escuchar mientras se plancha” y acertaba. De música clásica la que más me gusta es siempre la del barroco y luego Schubert. Y después la “chanson”, la canción francesa, Brel, Piaf… La gran poesía francesa está en sus cantantes. —Quieres añadir algo más? Nada más. Muchas gracias.

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Fernán Caballero

Fernán Caballero es el seudónimo utilizado por la escritora y folclorista española Cecilia Böhl de Faber y Ruiz de Larrea (1796-1877). Cultivó un pintoresquismo de carácter costumbrista y su obra se distingue por la defensa de las virtudes tradicionales, la monarquía y el catolicismo. Su pensamiento se inscribe dentro del regeneracionismo católico de la época, influido por las ideas de su padre, el hispanófilo alemán Juan Nicolás Böhl de Faber, introductor en España del romanticismo historicista alemán de Herder y los hermanos August y Friedrich Schlegel. Wikipedia

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La hija del sol ¿Est—ce vrai? —Oui: mais qu'importe? Balzac. Tocaban a ánimas las campanas de la ciudad de Sevilla, y muchos corazones religiosos se alzaban al cielo en aquella hora dedicada por la Iglesia a recordar a los muertos. Todo yacía frío, silencioso y triste en la invadiente oscuridad de una noche de diciembre; una espesa cortina de nubes cubría las estrellas, que son, según dice un poeta, los ojos con que mira el cielo a la tierra. En la sala de una de las hermosas casas de Sevilla, que los extranjeros llaman palacios, frente a una chimenea en que ardía y daba luz como una antorcha la alegre leña del olivo, estaba sentada una señora, sumida en los pensamientos graves y tristes que infundían la hora y lo lóbrego de la noche. No se oía sino el gemido del viento, que daba tormento a los naranjos del jardín, y que penetrando por el cañón de la chimenea, caía sobre la llama a la cual abatía temblorosa, esparciendo ráfagas de vacilante luz por la estancia. Parecía que la soledad la abrumase, y cual si un genio benéfico se ocupase en prevenir sus deseos, abriose la puerta, apareciendo en el umbral una persona cuya vista debió serle grata, puesto que al verla, hizo la señora un ademán y exclamación de alegría, y se levantó para ir a su encuentro. La recién entrada era una señora de edad, bajita, trigueña, cuyos ademanes animados y cuyos ojos vivos y alegres denotaban que los años habían pasado por aquella naturaleza juvenil y activa sin doblegarla y sin que su dueña los notase. —Vaya, marquesa —dijo la recién llegada—, que para venir desde donde yo vivo hasta tu casa se necesitan amor y coche. —Te ha bastado el amor. ¡Y cuánto te lo agradezco! Ahora conozco la verdad que encierra este refrán: «Amor con amor se paga.» ¡Salir en una noche como ésta! —Hija mía, no había otra —repuso la amiga—. ¿Sabes —añadió— que te he estado mirando por los cristales, y he visto que tienes un aire de languidez, según dicen los poetas del día, que maldito si te sienta bien? Si te hubiese visto tu amigo el barón de Saint-Preux, diría que, echada como estás en tu sillón ante la chimenea, parecías la estatua de la Lealtad llorando ante la hoguera de un trono. —Por fortuna —repuso riendo la marquesa—, el trono que arde aquí lo fue siempre de un jilguero. —Si te viese Joaquín Becker, le servirías de modelo para algún cuadro de la Viuda de Padilla —prosiguió la que había entrado.

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—Desahoga ese buen humor que rebosa en ti como la alegría en los niños —respondió con resignación la marquesa. —Tu recomendado sir Robert Bruce diría al verte, que lo que verdaderamente progresa en el mundo es el spleen. —Pero, amiga mía —replicó la marquesa—, cuando se tienen penas... —Si me hablas de penas, tomo el portante —interrumpió la señora—: tengo una cáfila de ellas a tu disposición, que me dejo en casa cuando salgo. Vengo a que nos distraigamos un rato en sabrosa plática, como dicen los buenos hablistas, exóticos ya entre nosotros. Dejemos las lamentaciones para Semana Santa. —De ningún modo me entretendrías mejor y más a mi gusto —repuso la marquesa— que contándome la historia de aquella hermosa dama que debió a su extraordinaria belleza el nombre por el que fue conocida. —¿La hija del sol?... Verdad es que prometí referirtela; y cierto es también que nadie te la podrá contar con mejores datos que yo, habiéndolos adquirido en la Isla de León, teatro del suceso, donde pasé mi primera juventud, siendo mi padre capitán general del Departamento. Sentáronse ambas amigas frente a la chimenea, avivaron el fuego, y la marquesa se puso a escuchar con ansiosa curiosidad el siguiente relato: «Quedó viuda la señora de *** con sólo una hija, de tan maravillosa belleza, que mereció el dictado de la hija del sol, por el cual era conocida. Criola su madre lejos del mundo, en silencio y soledad, velando incesantemente sobre su tesoro, hasta ponerla en manos del hombre digno y honrado que, uniéndose a la hermosa joven, le dio su nombre y hacienda. Don A. F. era un hombre de mérito, y la hija del sol se unió a él, sin desear y sin oponérsele la boda: siguió en esta ocasión el dictamen de su madre, que nunca había hallado oposición en la dócil niña. »Gozaban hacía algun tiempo los esposos de una felicidad sin nubes, cuando un acaecimiento, inútil de referir, obligó a Don A. F. a hacer un viaje a la Habana. —Entonces rogó a su suegra que se encargase de su hija, y la llevase fuera de Cádiz durante su ausencia. Hacíalo, porque en aquella época —por los años de 1764— era Cádiz rica y poderosa, y el oro arrastraba en pos de sí ese lujo, esos placeres, esas vanidades, esa embriaguez y esas pasiones que son su séquito ordinario. Para alejarse de este foco de seducciones y peligros, Don A. F. les suplicó que se trasladasen a la Isla, ciudad de arsenales y de marina, vasta y solitaria, porque Cádiz lo absorbía todo en sus cercanías.

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»Mientras un barco salía lentamente de la bahía de Cádiz, entonces animada como una feria, una berlina con cuatro caballos, cuyos cascabeles sonaban alegremente, corría por el arrecife que conduce de Cádiz a la Isla, y que se alza entre dos mares, que se unen tanto en las altas mareas, que entonces, más que camino, parece el arrecife puente. »En la berlina se hallaban dos señoras: la una anciana, cuyo semblante expresaba cuidados y zozobras; la otra joven y hermosa, cuyo rostro estaba bañado de lágrimas. Frente de ambas iba sentada una negra aún joven, doncella y compañera desde su infancia de la que lloraba; la que por sus visajes, gracias y niñerías logró que a una legua de Cádiz las lágrimas de su ama llegaran a secarse, y que una sonrisa reemplazase los suspiros que antes salían de sus labios. »La Isla de León es una ciudad larga y angosta, que se levanta blanca y brillante entre los montones de sal, como un cisne rodeado de sus polluelos. Tres cosas descuellan en ella: las palmeras de su arenisco suelo, el Observatorio de su sabia marina, y la cúpula de sus católicos templos. La Isla es triste como una bella mujer arrinconada por una feliz competidora; o más bien la Isla, con sus arsenales, sus diques, sus cordelerías, sus astilleros y machinas, parece la mujer del marino en su soledad, sentada en la playa y mirando al mar. »La berlina se paró delante de una hermosa casa, que, como la mayor parte, era de piedra y estaba solada de mármol, y cuyas puertas eran de caoba. Frente de la puerta de la calle se abría la del jardín. Precedíale una galería que formaban columnas de mármol, entre las cuales habían confeccionado los jazmines, las madreselvas y los rosales guirnalderos, columpios para mecer sus flores. Caminitos de ladrillos dividían el jardín en cuatro partes. Las paredes desaparecían bajo un espeso velo de enredaderas. En el centro del jardín había un cenador o merendero tan espesamente cubierto por rosales de Pasión, que en lo oscuro y fresco, más que cenador, parecía gruta. En medio, sobre un pedestal, se hallaba un amorcito de mármol, que con una mano escondía sus flechas, y con un dedo de la otra, que llevaba a sus labios, imponía silencio. »En este merendero era en el que pasaba la hija del sol largas y solitarias horas. Algunas veces le decía Francisca, su negra, después de prolongados ratos de silencio: —»Ese niño, mi señora, nos hace señas que callemos. Más valiera que es mandase hablar, pues lo vamos a olvidar. Mi amo


Imagen de Paul Edney en Pixabay

tiene en el barco la mar, los vientos y los peligros; pero acá nosotras no tenemos nada sino las flores. »La hija del sol bostezaba y respondía: —»Mi marido piensa «que entre dos que bien se quieren, con uno que goce basta.» »¡Así pasaba su vida aquella mujer, que, por desgracia, no había sido enseñada a llenar su tiempo y a ocupar su mente, y a la que pesaba la ociosidad como al desvelado las tinieblas! Necesitaba la vida activa, para revolotear ligeramente y sin objeto, de flor en flor, como la mariposa. »Un día estaba la hermosa solitaria sentada, abanicándose, en su ventana o cierro de cristales. Francisca, echada en el suelo, se entretenía en teñir de azul con agua de añil el blanco perrito habanero de su señora. —»¿Sabe usted, mi ama —dijo de repente—, que ese oficial, ese brigadier de guardias marinas que nos sigue cuando vamos a misa, se ha mudado aquí enfrente? »La hija del sol, al oír a su negra, volvió la cabeza por un irreflexivo e involuntario impulso, y vio en el balcón de la casa a que Paca aludía, a un joven, el cual, aprovechando el instante en que ella fijó su vista en él, la saludó con la finura y gracia que ha distinguido siempre a los oficiales de la Marina Real. »La reconvención que iba a hacer la hija del sol a su negra, espiró en sus labios al ver al jóvenes en el que de sobra había reparado anteriormente. Así que Francisca prosiguió: —»Se llama D. Carlos de las Navas, tiene veinticuatro años, y es el mejor mozo de la brigada. Es tan bueno y tan llano, que todo el mundo le quiere... —»Parece que estás muy impuesta en todo lo concerniente a ese caballero —dijo su ama interrumpiendo a la negra—. Pero como todo eso ni me atañe ni me importa, guárdalo para ti y otros curiosos. —»Aquí tiene mi ama a su perrito, más azul que una pervinca —dijo la humilde muchacha para distraer a su ama. »Pero la hija del sol no pensaba ni en el perrito azul, ni en su doncella negra. Días había que un gallardo joven la seguía por todas partes: le veía en todas partes, en la calle, en la iglesia, en sus pensamientos, en sus sueños! Ahora se le encuentra alojado frente a su

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ventana; se le han nombrado; se halla casi en relaciones con él, por medio de un saludo que no ha podido excusar! »De más está el que se añada que las Navas, que fue uno de los más cumplidos caballeros de su época, al ver a la hija del sol, había concebido por ella una de aquellas pasiones que en tiempos en que no absorbía la política completamente a los hombres, henchían y exaltaban sus almas a punto de intentar lo imposible, movidos por ellas. »Mucho tiempo fueron inútiles todas sus gestiones; porque a la hija del sol habían sido infundidos principios religiosos, que si no siempre alcanzan, en vista de la fragilidad humana, a evitar una culpa, siempre llegan a enmendarla o a corregirla. Las Navas estaba desesperado; la hija del sol, por su parte, había trocado su anterior tranquilo fastidio por un constante dolor que la consumía. Francisca, la negra, llena de compasión por los sufrimientos de ambos, y cediendo a sus instintos de raza incivilizada, sin reflexionar en la culpable causa de estos voluntarios sufrimientos, ni en las trascendentales consecuencias de su necia complacencia, cedió a los ruegos de las Navas, y una noche en que estaba su ama tristemente sentada en el cenador del jardín, le abrió una puertecita que éste tenía, y que daba a la Albina, sitio solitario y pantanoso que se extiende entre la Isla y el mar. »Es una verdad muy conocida la de que el primer paso es el que cuesta. La puerta que tan imprudentemente abrió la negra, lo fue ya cada noche. En aquella galería, poco ha tan sola y vacía; entre aquellas flores, poco ha tan desdeñadas; a la claridad de aquella luna, poco ha tan desatendida, pasaban los amantes noches de encanto, y cuya felicidad adormecía hasta la conciencia. De esta suerte pasó un año. »Entonces acaeció que el capitán general del Departamento, que había ido a Jerez, murió allí repentinamente: toda la brigada de guardias marinas tuvo que trasladarse a aquel pueblo para acompañar el entierro. Esta ausencia, por corta que fuese, causó un vivo dolor en dos seres que había un año que no podían vivir sino en la misma atmósfera, y para los cuales era la ausencia un compuesto de dolor, de inquietud, de ansiedad, de temor y de celos. »En la noche del segundo día estaba sentada la hija del sol en la galería de su jardín: Francisca lo estaba a sus pies. La luna se levantaba pura y tranquila, como un corazón exento de pasiones y de inquietudes. —»Mi ama —dijo Francisca, poniéndose de un salto en pie—, ahí está el señorito de las Navas. ¿No ha oído su mercé la señal? —»No es posible, Francisca —respondió azorada y con corazón palpitante la hija del sol. —»Escuche, mi ama, escuche —repuso la negra. La hija del sol aplicó el oído, y oyó distintamente el silbido particular que usaba las Navas para darse a conocer. »Francisca corrió a buscar la llave del postigo, corrió hacia él, lo abrió, y las Navas, envuelto en su capa, entró con paso acelerado. »Pero Francisca no pudo volver a cerrar el postigo, porque le empujaron dos hombres que entraron y siguieron a las Navas. »Sobrecogida de un asombro que la paralizó, la negra no pudo ni moverse, ni gritar. Los que habían entrado alcanzaron a las Navas, y antes que pudiese defenderse ni parar el golpe, le clavaron sus puñales en el pecho. Las Navas cayó sin dar un gemido; cuando le vieron tendido en el suelo, los asesinos huyeron. »Por algún tiempo el más profundo silencio siguió reinando en aquel lugar, mudo testigo de la catástrofe. Francisca permanecía paralizada bajo la doble impresión del espanto y del horror. La hija del sol yacía desmayada sobre las gradas de mármol de la galería; las Navas no daba señal de vida! La luna plateaba tranquilamente este cuadro, y las flores lo embalsamaban. »Al cabo de un rato, vuelta Francisca en sí por la activa angustia que sucedió a su pánico espanto, vuela hacía su ama, a quien ya mira deshonrada y perdida, la coge en sus brazos, la despierta, la anima. —»¡Ama mía! ¡ama mía! —exclama—. Sois perdida si aquí hallan ese cadáver! Ama mía, vuestra honra y vuestra suerte dependen de lo que podamos hacer en estos momentos; ¡y son contados! Es preciso sacar de aquí ese cadáver que os compromete. ¡Valor, mi señora, valor! Si no lo hacéis por vos, hacedlo por el amo! Saquemos de aquí ese cadáver para evitar el escándalo y la afrenta. Ayudadme a arrastrarlo a la Albina, que yo no puedo hacerlo sola.

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»Y la valerosa negra arrastra a su infeliz ama, y la obliga a ayudarle a arrastrar el cadáver a la Albina. —»¡Basta! ¡Que no puedo más! —gemía su ama. —»¡Más todavía, mi señora! —replicaba con angustia la negra—. ¿Queréis aparecer ante los tribunales? »Y las dos, dominando su dolor, su asombro y su flaqueza, volvían a coger el yerto cadáver para alejarlo más de allí. »Después Francisca, sosteniendo a su señora, la arrastra a su cuarto, la acuesta, vuelve al jardín, echa agua sobre las manchas de sangre, y hace desaparecer todo rastro, todo vestigio de aquel lúgubre crimen, con esa energía, hija del cariño, que es la más perseverante. Regresa al lado de su señora, y al verla tendida, tan blanca y tan inmóvil como si fuese aquel lecho su féretro, cae de rodillas, y elevando hacia su señora sus temblorosas manos, prorrumpe en sollozos exclamando: —»¡Ama mía, yo os perdí! —»No, Francisca, no —murmuró su señora—; me has salvado! »Y echando uno de sus brazos de marfil al cuello de ébano de la esclava, la atrajo a sí prorrumpiendo en sollozos. —»Ya viene el alba —dijo poco después Francisca, que fue a abrir las ventanas, como para poner cuanto antes fin a aquella espantosa noche. »Por más que digan los poetas, que por lo regular no conocen al alba sino de oídas, el alba es triste. Cuando el día cae, todo se prepara al reposo; al alba todo se prepara al trabajo y al sufrimiento! La luz del día alumbra a una ciudad muerta; tanto brillo en el cielo y tanto silencio en la tierra contrastan penosamente! —la hija del sol, bella y silenciosa, se parecía a esa madrugada sin vida. »Francisca la obligó a levantarse y a sentarse en su cierro de cristales, como tenía de costumbre, para evitar toda sospecha. Francisca entraba y salía en el gabinete. —»¿Qué se dice? —le preguntaba su señora a media voz. —»Todavía nada —respondía Francisca en el mismo tono. —»¡Dios Santo! ¡Ese cadáver abandonado! —gemía la infeliz. »Francisca cruzaba las manos y le hacía seña de que callase, señalándole a su madre, que rezaba tranquilamente sentada en el canapé. »De repente se oyeron los brillantes y animados sonidos de la música militar. Era la brigada de marina, que regresaba de Jerez. »Cada nota de la música, que tantas veces había oído cuando precedía a la brigada, y a su cabeza venía el hombre a quien amaba, y que ahora yace muerto y abandonado cadáver en la Albina; cada una de estas notas es un puñal que se clava y destroza el corazón de la infeliz mujer, en la que hasta su dolor es un delito! »De repente, aquella mujer que gemía quédase muda, sus ojos se abren espantados y fijos, un temblor convulsivo se apodera de ella, y sólo tiene acción para extender el brazo con un ademán lleno de espanto hacia la calle. Francisca se arrojó al cierro, y sigue con la vista la dirección que indican el brazo y las miradas de su ama, y ve... ve a las Navas a la cabeza de su brigada, que en aquel instante alza la cabeza, sonríe y saluda alegremente a su amada! Francisca da un grito, y cae sin sentido: la hija del sol, fuera de sí, clama al cielo pidiendo misericordia. Refiere a voces lo acaecido aquella noche; la creen loca, y su madre manda llamar a un facultativo; pero Francisca, vuelta en sí, confirma la relación de su ama. Van a la Albina; pero allí no se halla cadáver alguno. Preguntan a las Navas; éste no ha faltado, no ha podido faltar de Jerez; lo que confirman unánimes sus compañeros. »La hija del sol, después de restablecida de una larga enfermedad, escribe a su marido, se confiesa culpable, le ruega que la perdone y le dé licencia para entrar en un convento a hacer penitencia. El marido le da esta licencia, la bula es otorgada, y la hija del sol entró y profesó en las Descalzas de Cádiz, en el que, después de una vida ejemplar, murió como una santa. Francisca la siguió al convento.» —¿Y cómo se explicó eso? —preguntó con profundo interés la marquesa a su amiga cuando ésta hubo concluido. —Esto no se explicó nunca para los incrédulos; pero sí muy luego a las almas creyentes —respondió su amiga.

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Laudelino Vázquez

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Amigos para siempre Ya sé, tú no te acuerdas. No puedes acordarte de casi nada, puñetero, toda una vida sin enterarte. Sí, no me mires como un pasmarote. La vi, Colín: Cruzaba por Camarada Mijail hacia Beotarca Pelópidas. Iba sola. Aún... aún conserva aquella altura ¿Te acuerdas qué figura componíamos juntos? Sinceramente, espero que puedas hacerlo, porque esos ojos acuosos que no pueden apenas ver me sirven de guía, ¿cómo te diría?, Espiritual. Esa es la palabra. Espiritual. Guía Espiritual para inútiles lisiados con apenas memoria. ¿No me decepcionarás y habrás olvidado hasta los celos, verdad? Siempre quisiste ser tan alto como yo y mira en que te quedaste: Metro y medio. Y escaso. Querías parecer igual de elegante, igual de rico, igual de inteligente que tu amigo Sabadell. Goyo o Goyito Sabadell. Aunque siempre me llamasteis por el apellido. A lo mejor, tanto tú como Alfonso “Sonrisas” nunca os acostumbrasteis al Goyo por la diferencia de clases y todo eso. Quieras que no, también se nota. Manejabais tanto como yo, nos juntábamos cada noche en las mismas mesas de los mismos salones y gastábamos cantidades ingentes de plata. Pero no es lo mismo: Tu papá se había hecho rico vendiendo calzoncillos en la calle Olvidados y al padre de Sonrisas le había tocado la lotería o una herencia o algo similar. ¿Ves ? Ya vas recordando, y te diviertes. Como aquella noche que me queríais tirar desde el puente aquel ... ¿Cómo se llama el maldito puente? No, no digas nada; es mejor. Bueno, no te enfades. Encaja las bromas con humor, ya sé que no puedes hablar, ni moverte... La edad, viejo, la edad que no perdona. Mírame a mí. Setenta y siete años bien llevados y parezco un montón de huesos que va a sonar de un momento a otro. Y he tenido la suerte de ser el que mejor está de los tres. Pobre Sonrisas: hace ya doce años que nos dejó, Colín. Solos tú y yo. Solos. Y tú nueve años pagando las consecuencias de la trombosis aquella. Casi ciego, inmóvil, mudo, comiendo esa papilla de bazofia del asilo. La verdad que no te envidio, Colín Colás ¡Ja! Quién te iba a decir que el más fuerte, el gran Colín Colás, capaz de beberse en una semana las existencias de Casa Dolora, iba a quedarse así. No, no te impacientes. Ya sabes que el único que viene a verte cada día soy yo. Cada día o cada siglo. ¿Qué más da, amigo? No queda nadie que te recuerde, que sepa que existes. Y yo soy el intérprete de las escasas muecas que le quedan a esa cara de pelele. ¿Sabes qué me dicen los imbéciles que te cuidan cada vez que me largo? Te vas a reír. Que vives gracias a mis visitas. Sí, hombre. De verdad. La gorda aquella que parece apreciarte tanto me repite que sólo reaccionas conmigo. Y que hasta comes mejor y todo. Si se puede llamar comida a eso. ¿No es gracioso? No, ya sé que no. Pero, estimado Colás, yo tengo la sartén por el mango y tú a aguantar. Aguantar porque lo único que te queda son los recuerdos si te quedan, y yo te los reconstruyo cada día. A mi gusto, por supuesto. Y hoy, querido, la he visto: Puede que cuando te lo cuente te deje hasta sin recuerdos. ¡Bah! No me lo agradezcas. Después de todo, siempre fuimos tan amigos. O al menos eso decían los demás. Pero tú no eras buen amigo, Colín:

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me envidiabas. Ojalá pudieras reconocerlo con un simple sí una sola vez. Una sola vez. Reconozco, sin embargo, que tenías algo para las mujeres que a mí me faltaba . Y que nunca te envidié por eso. Incluso cuando fue lo de Ariana. Sólo oír ese nombre pareces revivir. Ariana. Ariana. Ariana. Ariana. Ariana. ¿La querías, eh? Y cómo. Estarás de acuerdo que hacíais una pareja horrible. Tú, enano patizambo y soso. Ella alta, hermosa, discreta, inteligente... ¡Ah! que tiempos, Colás. ¡Qué tiempos! A mí nunca me interesó demasiado. Y eso, que todos, absolutamente todos, decían que hacíamos una pareja estupenda, más... natural. Todos. Todos creían que acabaríamos por casamos. Incluso Alfonso que sabía lo vuestro. Incluso yo, Colín, yo que también sabía lo vuestro y no me importaba. Después de todo éramos amigos y… Y siempre esperé que las cosas tuvieran un desarrollo... digamos normal. Aún no soy capaz de explicarme cincuenta años después qué veía en ti. Por qué contra toda lógica, volvía a verte una y otra vez. A pesar de jugársela conmigo, y que tú eras tan celoso que no podías asimilar la idea de que yo me la llevaría al fin. ¡Los disgustos que le diste por los putos celos! No llores, hombre. Ya no tiene importancia. El tiempo acaba por ponernos a cada uno en nuestro sitio. Tú, a vender calzoncillos como papá. Yo, a seguir la tradición dándome la gran vida. Pero bueno, no merece la pena hacer balance cada día. Lo cierto es que ella no se casó contigo. Conmigo tampoco. Aunque no tenga explicación. Quizá fuese la vida disipada que llevé... No, no intentes moverte, no puedes y te causa dolor. Y yo no quiero que sufras porque te aprecio. Tranquilo ¿Ves? Así está mejor. Mucho mejor. Como te iba diciendo, quizá no se casó conmigo porque es posible que llegara a tomarte afecto. Digo que es posible. Después de todo he visto a gente llorar por su perro con más desconsuelo que otros por sus padres o sus hijos ¡Y qué le vamos a hacer! La vida es tan... así. Aunque algunas veces podamos hacer algo para encaminarla. Verás, voy a contarte algo que nunca te dije. En realidad ya lo había olvidado, pero al verla hoy se me vinieron los recuerdos como un alud. Incontenibles. Qué hermosa estampa ofrecemos. Dos viejecitos charlando tranquilamente de sus cosas. Mereceríamos un documental, querido Colín. Colín. Colín. ¿No te gusta que te lo cante? Ya entonces te parecía mal, pero a mí me resulta divertido. Escucha: “Co-lín Co-lás. ¿Qué les das? A unas menos pena y a otras más”. Perdona el ataque de risa, chico. No puedo evitar descojonarme cada vez que recuerdo cómo te ponías cuando te la cantaba. Parecías un chimpancé enloquecido. El eslabón perdido. Bueno, bueno, si vuelves a llorar me largo. Ya sé que no quieres. Que deseas ardientemente que tu amigo Sabadell se quede, por eso lo hago, hombre, para hacerte feliz. Sé que estos son los únicos momentos de placer en esta desgraciada vida que llevas. Y además está a punto de acabar la visita. Claro que antes de marchar tengo que decirte un par de cosas importantes. Creo que hoy será mi última visita. ¿Te alegras? Igual sí. A lo mejor, llegó la hora de dejarte a solas con

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tus recuerdos. Espero que el par de cositas que te tengo que contar no te los altere en exceso. Que no sufras. Una: Ariana no se casó contigo porque yo la obligué. Fue muy divertido: le mandé los matones de papá y le explicaron detenidamente qué te iba a pasar si no te abandonaba. Creo que le hicieron un relato auténticamente detallado, recreándose en la suerte como los buenos toreros. Calma, hombre, calma que te vuelve a dar y aún tienes que oír lo mejor. Así... Así… despacito... eso es.... venga, bah, bien. No creas que fui mal amigo. No. Fue por tu bien. Después de todo, ¿qué ibas a hacer con una mujer más inteligente, más rica y más alta —sobre todo, más alta— que tú? Por si acaso, y no porque te tuviese miedo, preferí no casarme con ella. Pensar que tus manos se habían paseado por su cuerpo desanimaba a cualquier persona de mediano buen gusto. Después la olvidé y no había pensado en ella en estos cincuenta años. Ni siquiera cuando me llegaban noticias de su deterioro físico y económico. Casuales, claro. De aquí y de allí. Siempre de buenos amigos. Y yo me consideré siempre tan buen amigo tuyo, que por tu bien no quise decirte nada. Para qué. Tú la habías olvidado, ¿no? Ya sé que no la olvidaste nunca del todo. Por eso, no quise que te hiciera sufrir el conocimiento de su estado. Preferí que la recordaras tal como era aquella tarde de mayo en que te dijo adiós. Sentí no poder presenciar la escena. Más que nada, para darte ánimos en aquellos momentos. Tres semanas de borrachera constante parecieron suficientes para curarte. Y creí que así era cuando me contabas las ilusiones perdidas. Mírame a mí o a cualquiera. Todos hemos enterrado demasiadas ilusiones ¡La Felicidad! Eso no existe. Yo lo entendí a tiempo y supe sustituirla por el divertimento. Aunque no lo creas, a mí estas cosas... esta historia en concreto me ha divertido mucho. Mucho. Es bueno que llores mientras lo hagas así, moderadamente. Pero aún falta lo mejor. La segunda cosita. Te dije que la vi esta mañana. ¡Qué suerte tienes con tu ceguera! Hubiera preferido no tener que verla. Sólo conservaba la estatura. Pero no con aquel aire espigado y pelín despectivo. No. Era una vieja encorvada arrastrando los pies, harapienta y desdentada. Aquella hembra por la que casi me suic... Desvarío, debe ser que a mí también me afecta la senilidad... Como te decía, aquella mujer que casi te cuesta la vida era un espantajo que mendigaba. Y ¿sabes qué? ¡Ginebra! No llores de esa forma que te puedes ahogar... Además, te he ahorrado el sufrimiento de que un día pudieras encontrarla. Te has quedado tieso como una viga querido amigo. ¿Podrás aguantarlo? ¿Sí? En ese momento pensé en ti, Colín Colás, y en ella, Ariana y ¿qué crees que hice? No. No me regodeo. Ya te dije que es sólo un divertimento. Sí, hombre, sigo con la historia. En realidad, es simple, demasiado simple para mi gusto. La invité a una botella de ginebra en un bar próximo. Entramos casualmente en un callejón oscuro, pensé en vosotros dos una vez más, y empleando todas mis fuerzas, recogí una piedra del suelo y le golpeé el cráneo con ella. Tenías que ver la expresión de asombro infinito que había en su cara mientras caía ensangrentada.


Mírame a mí. Setenta y siete años bien llevados y parezco un montón de huesos que va a sonar de un momento a otro. Y he tenido la suerte de ser el que mejor está de los tres. Pobre Sonrisas: hace ya doce años que nos dejó, Colín. Solos tú y yo. Solos. Y tú nueve años pagando las consecuencias de la trombosis aquella. Casi ciego, inmóvil, mudo, comiendo esa papilla de bazofia del asilo. La verdad que no te envidio, Colín Colás

¿Qué ocurre? ¡Colás! ¡Colás! ¡Enfermera, enfermera! ¡Mi amigo! ¡Mi pobre y queridísimo Colás! ¡Ah! Se recuperará. No sabe cuánto sentiría perderlo. ¡Somos tan amigos! Sí que es una pena que no pueda recordar de un día para otro, pero también tiene sus ventajas: Le cuento todos los días la misma historia y el hombre se ve que coge partes, así no tengo que pensar qué le voy a contar cada tarde. Cierto que la nostalgia le emociona y que hay veces que pienso si sería mejor que siguiese como un mueble... ya, ya el caso es que sienta algo, ¿verdad? Por supuesto, señorita, mañana volveré a verle otra vez ¡Ah! Sí, ahora subo a ver a doña Ariana, que la pobre también tuvo la desgracia... cosa de la cabeza, creo. No. Es mejor que no sepa que don Nicolás es el que ella conoció de joven, podría llevar una fuerte impresión mental. Yo me ocupo de ambos. ¿Un santo? No, no qué va. Un amigo. ¡Si usted nos hubiese visto de jóvenes! Los quería como a hermanos. Igual que ahora... Claro, claro: la amistad es para siempre.

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Monchu Calvo

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La historia explicada

Los caminos reales fueron importantes vías de comunicación, de comercio, y de cultura. Siro Sanz es un pozo de cocimientos que desgrana humildemente, ciencia esta que solo poseen los buenos comunicadores, y la hospitalidad cuando visitamos su tierra de la montaña oriental leonesa en busca de aquel todopoderoso dueño de casi el concejo de Caso que era el señor de Tarna, Soto y Belerda, Martin Díaz de Prado. Él nos enseñó su palacio, pueblos, conventos y caminos romanos, nos presentó escritores, y nos habló como habla un maestro a sus alumnos. Siro es Licenciado en historia por la Universidad de Oviedo, presidente de la Asociación Ruta Vadiniense, Camino de Santiago, y técnico del patrimonio del Ayuntamiento de Cistierna. Con el padre Martino, desarrolla la cátedra de historia del Instituto bíblico oriental, con sede en esta localidad, donde imparte clases de latin y otras lenguas de procedencia bíblica. Autor prolífico, ha publicado junto con el padre Martino ocho libros sobre La huella de las legiones, un estudio sobre restos arqueológicos y asentamientos romanos del emperador Octavio Augusto en la Cantabria leonesa. Tambien sobre los señoríos de la montaña oriental leonesa, aparte de colaboraciones en varias revistas especializadas en patrimonio y etnografía. Teníamos mucho interés en que conociera esta tierra casina, incluso que caminara por nuestro camino real, que viera Moñu, Les Lleres, el camin de la Peña y el pueblo de

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Con Juanchi Estrada, cronista oficial de Caso, en la Cueva Deboyu.

Gobezanes. No da tiempo a mucho más, pero para nosotros, el Ayuntamiento y el Grupo Los Bribones es un orgullo tenerlo hoy aquí, por lo que le damos las gracias a él y a su hijo por la deferencia en visitarnos, e impartir esta charla, que seguro estará superinteresante. Tratamos de enseñarle los preciosos rincones que posee el territorio casin, algunos con acceso complicado, por la gran cantidad de matorral, que engulle los antaño atendidos pastos, y ciertamente hicimos un recorrido por lugares cargados de belleza, destacando el camino a Gobezanes que salvaba el abismo de la foto, en el lugar donde antaño existió una mina de carbón. Además visitamos su interior, que un hostelero local usa para madurar sus quesos, e impresionaban las condiciones en que se desenvolvían aquellos duros hombres. El puente medieval de Casu es otro ejemplo de belleza, tomada por la vegetación, pero el ejemplo más simbólico de la imagen que mejor se asocia con Caso y su camino, que por ese lugar vadeaban para sus viajes a tierras leonesas. Traeremos de poner en valor esos caminos y las edificaciones asociadas a ellos. Deberíamos ir pensando en un turismo que huye de la masificación, y le encantan estas rutas tranquilas y fáciles de caminar, pues aunque estos caminos son largos, es muy fácil hacerlos por etapas y escoger la distancia según apetezca o acompañen las fuerzas.

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Con el grupo de acompañantes en el puente medieval de Caso.

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Myke Reyfman

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El sistema de fiordos de Scoresby Sund y el asentamiento de Ittoqqortoormiit Este de Groenlandia (II) Profundos fiordos y vastos glaciares, picos montañosos y enormes icebergs, bueyes almizcleros y osos polares, naturaleza virgen y un silencio ensordecedor... El Scoresby Sund (Kangertittivaq) en el este de Groenlandia es el sistema de fiordos más grande del mundo y el hogar de uno de los escenarios paisajísticos más dramáticos de la tierra. Icebergs como en la Antártida, picos de montañas como en la Patagonia, fiordos como en Noruega, todos reunidos en un solo lugar: Scoresby Sund. La flora multifacética de la tundra de Groenlandia y los grandes mamíferos, como la foca, el buey almizclero y el oso polar, también son aspectos destacados de la zona. Desde los vibrantes rojos y naranjas del terreno tallado por los glaciares hasta los azules profundos de los icebergs que flotan serenamente entre los fiordos, la abrumadora belleza de este vasto sistema de fiordos fascina a cualquier fotógrafo que tiene la suerte de visitar esta parte remota y poco visitada de Groenlandia. . La estructura principal de Scoresby Sund tiene unos 110 km (aproximadamente 68 millas) de largo, con una gran cantidad de islas y numerosos fiordos laterales, de los cuales el más largo se extiende a unos 350 km desde la costa hacia el interior. Algunos de los fiordos más hacia el interior tienen hasta 1450 m (4760 pies) de profundidad. La ciudad de Ittoqqortoormiit es el único asentamiento permanente en esta zona remota. El nombre de este pueblo con unos 490 habitantes nativos de Groenlandia, los Inuit, se traduce como algo así como “los que viven en casas grandes”. El hielo marino bloquea el acceso de los barcos a Ittoqqortoormiit hasta nueve meses al año.

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David du Chemin

Esta es una exploración continua del mundo oceánico, que se centra en la megafauna pelágica y nuestra relación con el océano y los animales que viven en él. Las imágenes de esta colección provienen de la Columbia Británica, México, Tonga y las Bahamas. Archipiélago de Revillagigedo, México. Los tiburones sedosos que jugaban detrás de nuestro barco de buceo nos dieron una gran excusa para hacer algunas fotografías.

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Coloca otro ladrillo En su autobiografía de 2021, WILL, el actor y músico Will Smith cuenta una historia sobre una lección temprana que aprendió de su padre. Intentaré que la narración sea breve, pero el papá de Will necesitaba que se construyera una pared de ladrillos y Will y su hermano, que eran niños pequeños en ese momento, se encargaron de construirla. No es de extrañar que el muro tardara una eternidad en construirse. Cada fin de semana. Todos los días después de la escuela. Cada día de fiesta, y cada día de fiesta. Ningún niño de once años que conozco se emocionaría con eso, y mucho menos sabría cómo hacerlo. Will tampoco y un día él y su hermano, Harry, estaban de mal humor, quejándose y quejándose de que nunca iban a terminar la pared. Era, gemían, imposible. Al escucharlos, su padre dejó sus herramientas, caminó hacia ellos, agarró un ladrillo y dijo: «¡Deja de pensar en la maldita pared! ¡No hay pared! Solo hay ladrillos. Tu trabajo es colocar este ladrillo perfectamente. Luego muévete». al próximo ladrillo. Luego, coloque ese ladrillo perfectamente. Luego, el siguiente. No se preocupe por ninguna pared. Su única preocupación es un ladrillo». Más tarde, Will dice esto: «Durante toda mi carrera, he sido absolutamente implacable. He estado comprometido con una ética de trabajo de intensidad intransigente. Y el secreto de mi éxito es tan aburrido como poco sorprendente: apareces y te Pon otro ladrillo. ¿Enfadado? Pon otro ladrillo. ¿Mal fin de semana de apertura? Pon otro ladrillo. ¿Caen las ventas de álbumes? Levántate y pon otro ladrillo. Entonces, ¿qué tienen que ver Will Smith y la colocación de ladrillos contigo y tu vida creativa? Soy David duChemin y en este trabajo hablaremos de ello: Empecé a escribir este artículo mientras estaba en Kenia, y llegué a escribir la palabra TRACCIÓN en la parte superior de la página, seguida de la pregunta, «¿cuánto tiempo aguantas mientras las ruedas parecen ¿girar?» Y luego cerré la computadora portátil y no escribí una palabra más hasta ahora porque, bueno, las ruedas seguían girando, parecía que ni siquiera podía conseguir tracción en un episodio que estaba destinado a ser sobre tracción, y no lo hice. tener una respuesta No estoy seguro de que haya una respuesta a

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esa pregunta, ciertamente no una respuesta única para todos. Sospecho que siempre va a ser una cuestión de instinto, o al menos va a depender de mirar a su alrededor, en su trabajo, su audiencia, sus recursos y tal vez una docena de otras cosas, antes de que pueda saber si es. Sí sé esto: todo lo que he hecho creativamente tiene un período al principio, a menudo también en el medio y luego hacia el final, cuando las ruedas se sienten como si estuvieran girando y no voy a ninguna parte. Y sé que no todo se capta rápidamente o obtiene el tipo de tracción que esperamos dentro del tipo de plazos con los que soñamos. Sé que Vincent van Gogh realmente nunca vio que su trabajo cobrara fuerza, en términos de sus ideas o sus técnicas, mientras aún estaba vivo para verlo suceder. Me alegro de que no se rindiera, aunque no estoy seguro de qué tipo de visión, resolución o recursos internos estaba utilizando para mantenerlo en marcha. Sea lo que sea, no estoy seguro de tenerlo. Lo que tengo que es similar a lo que tenía Van Gogh, al menos en la superficie, es la capacidad de poner otro ladrillo. Sólo uno más. Y hacerlo bien. Para hacerlo con el alma. Eso puedo hacerlo, aunque nunca pensé en expresarlo con las palabras que hizo el padre de Will Smith. Tenemos esta tendencia a mirar y soñar en imágenes más grandes, ¿no es así? La idea de un plan de 5 o 10 años no es poco común. Pensamos en términos de los resultados de las cosas que estamos construyendo: la carrera, la audiencia, el álbum, el libro. También pueden ser cosas más pequeñas, como el nuevo sitio web que seguimos planeando construir. Descubrí que el tamaño del proyecto no se corresponde necesariamente con lo abrumado que me siento cuando lo miro de cerca y está llenando mi campo. de vista. Como una inversión de la escritura en la parte inferior de nuestros espejos laterales, necesitamos un recordatorio de que los objetos son probablemente más pequeños de lo que parecen. O pueden serlo, si no nos centramos en el muro sino en poner otro ladrillo. El padre de Will tenía razón. No hay pared. Aún no no la hay. El muro no es lo que hacemos, es lo que queda después de hacerlo. La pared es la parte sexy, es el «¡mira lo que hice!» y es lo que obtendrá críticas y elogios cuando lleguen. Pero el muro no es lo que llena nuestros días. Nuestros días están llenos de ladrillos y cemento, y creo que el tiempo que podemos seguir así a menudo depende de cuánto enfoque y cuidado podamos poner en colocar cada ladrillo. Cuando las artes o cualquier cosa a la que aplicamos nuestra creatividad se vuelven demasiado preciosas, demasiado de cuello blanco, empiezo a preocuparme por lo bueno que pudiera llegar a ser el muro resultante. Más personalmente, cuando me preocupo demasiado por cómo se ve mi muro en comparación con los muros que otros están haciendo, ya sea que esos muros metafóricos sean sus carreras, sus últimos trabajos, su audiencia o seguidores sociales, o cualquier cosa externa que haya surgido. debido a sus propios esfuerzos diarios para colocar otro ladrillo; cuando me encuentro mirando durante demasiado tiempo sus paredes y no mis propios ladrillos, me encuentro perdiendo tracción y cuestionando el esfuerzo, y he estado pensando que no puedo ser el único que se siente así, y tú tampoco. Lo sorprendente de esto, y a los 50 años me gusta pensar que soy lo suficientemente consciente de mí mismo como para que no me sorprenda en absoluto, es que no me metí en esto para construir muros. No empecé a escribir para ser escritor. No comencé a fotografiar para «ser fotógrafo». Nunca fue, al principio, sobre la carrera o cualquier otra cosa que pudiera mirar hacia atrás en retrospectiva y decir: «¡bueno, finalmente lo hice! ¡Gracias a Dios que se acabó!» De hecho, las cosas en las

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que siempre he tenido mayor alegría y en las que más desafío y sentido he encontrado, han sido proyectos o tareas que nunca quise terminar. No quería terminar la pared porque poner otro ladrillo era demasiado interesante y agradable. Ha sido inmensamente liberador darme cuenta de que ser escritor no es en realidad mi objetivo. Escribir es donde encuentro alegría. En realidad, no estoy tan interesado en ser fotógrafo, tanto como me encanta hacer fotografías. Puede que, algún día, mire hacia atrás y me dé cuenta de que a lo largo de mi vida, de hecho, he construido muros, incluso muchos de ellos, pero eso es solo porque he encontrado tanta alegría en ser un albañil. Sé que no es a eso a lo que el padre de Will Smith apuntaba su consejo. Probablemente haya más placer en la analogía que estoy poniendo aquí que en los ladrillos reales. Cuando tenía 18 años, pasé un verano en Perú construyendo una escuela y tengo algunas ideas únicas sobre lo mal elegida que es esta metáfora si lo que estás escuchando no es solo «poner otro ladrillo», sino «¡poner ladrillos es divertido!» Poner ladrillos no es divertido. Poner ladrillos es un trabajo duro, especialmente si solo estás aprendiendo, como Will tenía 11 años en Filadelfia, o como yo tenía 18 años en el calor de un verano en el Amazonas. Pero espero que hayas estado leyendo mi trabajo el tiempo suficiente para ver venir el giro, o incluso llegar antes que yo: donde hay desafío, existe la posibilidad de estrechar nuestro enfoque y entrar en el tipo de flujo en el que hacemos nuestro mejor trabajo. Donde hay desafío y enfoque, aprendemos, crecemos. En el caso de Will, el niño que colocó el primer ladrillo no era el mismo niño que, finalmente, cuando se colocó el último ladrillo, construyó la pared. Mientras estoy escribiendo esto, está lo suficientemente cerca del comienzo de 2022 como para llamarlo todavía un año nuevo. Cuando estás escuchando es casi irrelevante porque mirar cualquier muro que esperas construir no se limita a los primeros meses del año, aunque tendemos a tener un panorama un poco más amplio en esta época del año, no lo hagas. ¿nosotros? Grandes objetivos. Resoluciones ambiciosas. De alguna manera enero da vueltas y de la nada hay muros nuevos e imposiblemente grandes para construir o nos damos cuenta una vez más del poco progreso que hemos hecho en los 365 días del muro del año pasado. Tal vez todo lo que está viendo es el espacio donde debe estar la pared y no tiene ningún sentido de cómo debe verse, ni la más remota idea, que suele ser la excusa que damos para retrasar la colocación de la primera ladrillo y en su lugar hacer... nada en absoluto. Pero que si, en cambio, ¿esa falta de dirección nos da la libertad de poner ese primer ladrillo de la maldita manera que queramos? ¿Y si nos tomamos este asunto de las paredes demasiado en serio? Will Smith, al abrir su autobiografía como lo hizo, no está diciendo que no sueñen en grande. Él está diciendo hacer lo que está delante de ti. Hazlo con alma. Y si no está frente a ti, mira a tu alrededor y encuentra otro ladrillo, pero colócalo bien. Ese ladrillo, sea lo que sea más allá de una metáfora que se adelgaza rápidamente, no es un medio para un fin, no es simplemente una tarea repetible que enviamos por correo mientras nuestra mente está en otras cosas, como el gran muro elegante que vamos a construir o lo que sea. otros pensarán en ello, y en nosotros, cuando esté terminado: ese ladrillo es nuestro trabajo. Y es la respuesta simple, si no fácil, a las dudas y temores que de otro modo no tendrían respuesta, las comparaciones y las preocupaciones sobre la tracción y si lo que estamos haciendo alguna vez llegará a alguna parte o se convertirá en algo. No te preocupes por ninguna pared. Tu única preocupación es un ladrillo.


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Aaron Anderson

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Aaron Anderson

Si hay una influencia que puede inspirar a los fotógrafos, es el cine. Ya sea que se trate de la iluminación, el estado de ánimo o la composición, las películas realmente pueden animarnos a crear algo especial. Tal es el caso de Aaron Anderson, un fotógrafo de retratos que crea impresionantes historias fotográficas. “Siempre me han inspirado mucho las películas. Las imágenes cinematográficas y el video son muy diferentes de la mayoría de las fotografías: tienen un propósito. La iluminación tiene un propósito. La idea es contar la historia, no centrarse en lo genial que es tu iluminación”, dice Aaron. “Así que veo muchas películas. Voy al cine y realmente me influencian películas como ‘Joker’ y [películas] un poco más oscuras como ‘Batman’”. Aaron Anderson. Con su permiso, este mes podemos disfrutar en Luz y Tinta, con este excelente fotógrafo como invitado. A través de sus trabajos veremos cómo ha tomado las ideas detrás de la narración y la iluminación cinematográfica aplicándolas a sus sesiones fotográficas. Lo que Aarón denomina Tropezar con la fotografía por accidente. Aaron no buscó convertirse en fotógrafo. Pero después de más de 20 trabajos diferentes, tomó una cámara cuando tenía alrededor de 25 años. “La fotografía surgió de la nada”, dijo. “De hecho, había tomado una clase de fotografía en la escuela secundaria, pero la odiaba absolutamente porque todo era película. Fue como, ‘Oh, tengo que salir y tomar un montón de fotos’. Y luego las recupero una semana después, y todas apestan. “Pero luego comencé a trabajar. Empecé a usar un reflector y todo cambió para mí. Empezó a ser realmente interesante. Un amigo mío, Zak Shelnammer, me sacó un día y me dijo: ‘siempre tienes que disparar en RAW y siempre lo debes hacer en manual’. No tenía ni idea de qué era ninguna de esas cosas, pero así fue como empezó todo. Aprendí lo que era RAW, aprendí lo que era el manual, y desde ese día nunca he filmado nada más que eso”. A partir de ahí, el resto es historia. Aaron decidió ir a la escuela de arte y luego terminó dedicándose a la fotografía a tiempo completo.

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Konstantinos Tsakalidis Konstantinos Tsakalidis nació en 1986 en Serres, Grecia. Se graduó en el Departamento de Informática del Instituto de Educación Tecnológica de Tesalónica y del Centro Fotográfico Stereosis. Es un reportero gráfico independiente con sede en Tesalónica, Grecia. Documentó los problemas relacionados con la crisis griega desde 2013, así como el referéndum de rescate griego de 2015. En los años 2015 y 2016 documentó la ruta de miles de refugiados desde las islas del este del mar Egeo hasta el centro de Europa a través de los países balcánicos, así como su vida en el

campamento improvisado de Idomeni en la frontera entre Grecia y Macedonia del Norte. En agosto de 2021 fue asignado por Bloomberg News para cubrir los incendios forestales en Atenas y la isla de Evia. Konstantinos Tsakalidis actualmente es miembro cofundador de la agencia de fotografía colectiva griega SOOC Images y colaborador de Bloomberg News en el norte de Grecia, desde donde cubre temas sociales, económicos y políticos tanto de Grecia como de Europa del Este y Turquía.

Gracias a Osmán Naim, hemos conocido a Konstantinos Tsakalidis, que a partir del mes de septiembre pasará a ser un nuevo colaborador de Luz y Tinta, con sus diferentes reportajes fotográficos.

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El costo de nuestra ropa En medio de salarios de pobreza y abusos en el trabajo, las trabajadoras textiles de Bangladesh producen ropa para marcas internacionales. Estas mujeres no reciben un salario laboral, lo que tiene un efecto dominó en la economía. El alquiler de los trabajadores a menudo no se paga y, cuando están enfermos, no pueden permitirse el lujo de descansar y se necesitan préstamos para cubrir los

gastos del tratamiento. Caminan al trabajo, visten ropa barata y de mala calidad y, sin dinero extra, no pueden cuidar de sus familias. Están motivados para luchar por un futuro mejor, con la esperanza de que las marcas occidentales para las que trabajan y los consumidores de todo el mundo finalmente los defiendan y, por lo tanto, aceleren el crecimiento económico de Bangladesh.

Fabela Monir es otra de las nuevas colaboradoras en Luz y Tinta, a partir del próximo mes de septiembre veremos sus impactantes reportajes fotográficos. Estas fotos son un adelanto de los diferentes temas que Fabela Monir nos irá ofreciendo

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Repertorio de Fotógrafos Españoles

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Jesús Martínez Atienza Se inició en la fotografía como ayudante de Albert Guspí, trabajando en la Galería Spectrum y en el taller d’Art Fotográfic de Barcelona en 1977. Juntos fundarían el Centre Internacional de Fotografía de Barcelona (CIFB) y, en 1987, ASSA Estudio Fotográfico, especializado en reportaje de teatro, publicidad y foto editorial. Actualmente combina la fotografía profesional con la enseñanza, habiendo impartido cursos y seminarios en la Universitat Ramón Llull, la Davinci Escola d’Art o el Espai F. Català-Roca de Barcelona, entre otras instituciones. Al año siguiente. En 1983 creó la productora audiovisual Vídeo Taller especializado en fotografía de escena, ha trabajado para compañías y festivales internacionales de teatro durante 26 años. comprometido con las actividades humanitarias de la ONG de la UNESCO Unión Internacional de la Marioneta, documentó con textos y fotografías las expediciones de actores de teatro que esta organización envió a los campos de refugiados de Croacia (1993-1994) y del desierto de Tinduf (Argelia, 1996). Ese mismo año colaboró como fotógrafo en un proyecto de Payasos sin Fronteras en Nicaragua. Sus series fruto de su actividad como fotógrafo de teatro de marionetas Hilos, sueños y sombras y Dones i Mans se han expuesto en los festivales de títeres de Kilkís (Grecia, 2000), Bilbao (2007) y Barcelona (2010). en 2012, el Museu d’Art contemporani de Barcelona, recordó al (CIFB) con una muestra colectiva de la que formó parte la obra de Jesús Atienza.

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Cronología Experiencia profesional -1977 Galería Spectrum de Barcelona y Taller d’Art Fotogràfic. Ayudante de Albert Guspí. -1978 CI.FB. (Centro Internacional de Fotografía de Barcelona). Escuela dedicada al reportaje. Cofundador junto con Albert Guspí. -1983 Video Taller. Cofundador y socio de la productora de video Video Taller. -(1987-2001) ASSA Estudio Fotográfico. Coofundador y socio de su propio estudio de fotografía, dedicado a la publicidad, foto editorial, y reportaje de teatro. En publicidad colabora con varias agendas de clientes como: Dodot, Punto Blanco, Bitter Kas, Evax, Bebé Confort, Honda Automóviles, Sony, Martini, Nestlé, Coob’92, y Hornimans, entre otros. En foto Editorial colabora con editoriales como: Salvat, Larousse, Grupo Hymsa, Círculo de Lectores. Teatro, Circo y Teatro de Marionetas. Durante 40 años ha fotografiado innumerables obras de teatro, grupos y compañías, así como numerosos festivales internacionales tanto en España como en el extranjero. Sus fotos de escena han sido publicadas en varios libros, revistas y periódicos. -1993 y 1995 Durante la guerra de los Balcanes viaja a Los campos de refugiados para documentar el trabajo que realizan grupos de Marionetas catalanes que colaboran con el Acnur. -1996 Pallassos sense Fronteres. Viaja con PSF a Nicaragua, cubriendo fotográficamente la expedición. -1999 Cuaderno de Viaje. Publica el libro Cuaderno de Viaje en el que recoge, en forma de texto y fotos, tres expediciones de gente de teatro a campos de refugiados en la ex-Yugoslavia y en El Tindouf (Argelia). -2002 Editorial SOL 90 Labs. Es contratado como Editor Gráfico para la obra Enciclopedia Multimedia/ Escolar. -2003 Hilos, sueños y sombras. Con la colaboración de la Diputación de Aragón, publica el libro Hilos, sueños y sombras, un recorrido por los 26 años de trabajo como fotógrafo de teatro de marionetas. -2005 Editorial SOL 90. Es contratado como editor gráfico para la obra Enciclopedia Francesa. -2006 Crea el Aula Digital en la escuela de arte Leonardo Da Vinci de Barcelona. -2006 Inicia su colaboración como profesor en Cazcarra, escuela de imagen donde imparte cursos y seminarios. -2008 Crea Bambata, empresa dedicada al mundo audiovisual y a la producción multimedia. -2010 Empieza a colaborar con la revista Zirkólika revista especializada en circo. (Miembro del consejo de redacción y fotógrafo Free-lance). Actualmente sus fotos están en los fondos del MACBA desde el 2012, en el Museo Reina Sofía desde el 2015 y en el Institut del Teatre en Escena Digital se encuentran numerosas fotos de Circo, Marionetas y Teatro.

Exposiciones «Hilos, sueños y sombras» «Dones i Man1’ “Territorios Lascivos” “Capturar l`ale “ . 230


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Fotos seleccionadas. Mayo 2022

Fotos seleccionadas del 1 al 31 de mayo de 2022

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a 9 días de la próxima ascensión en oviedo, por caxigalines

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Fotos seleccionadas. Mayo 2022

alberto, por k i k e

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awakenings, por kristof browk

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Fotos seleccionadas. Mayo 2022

azahara, por enrique santamaría cortés

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bap `pr daria 259


Fotos seleccionadas. Mayo 2022

castigo, por pensamientos impuros, por alejandro

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concept art photography, por m.dasha

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Fotos seleccionadas. Mayo 2022

concept art photography, por m.dasha_

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concept art photography, por m.dasha__ 263


Fotos seleccionadas. Mayo 2022

cuando los suelos se pintan de barniz..., por diana valverde 264


cuando los suelos se pintan de barniz..., por diana valverde_ 265


Fotos seleccionadas. Mayo 2022

curruca cabecinegra, por manuel palacio castro (yerbatu)

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dance, por yi wan

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Fotos seleccionadas. Mayo 2022

día de la liberación (bulgaria) 3 de marzo., por loco matarov

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día de la liberación (bulgaria) 3 de marzo., por loco matarov_

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Fotos seleccionadas. Mayo 2022

día de la liberación (bulgaria) 3 de marzo., por loco matarov___

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el destillo, por jesús álvarez rodríguez

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Fotos seleccionadas. Mayo 2022

el pescador, por carlos gianoli

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esos ojitos verdes, por guendy (jlcp)

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Fotos seleccionadas. Mayo 2022

flying, por duong dinh

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i continue with the experiment, por nodia

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Fotos seleccionadas. Mayo 2022

ibis escarlata, por manuel palacio castro (yerbatu) 276


japanese gastronomy, por haruki kamura

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Fotos seleccionadas. Mayo 2022

jdogahama, por haruki kamura

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jesús garcía. director de radio enol, por guendy (jlcp)

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Fotos seleccionadas. Mayo 2022

jordania, por karol poland

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la enmascarada, por pepe latas 281


Fotos seleccionadas. Mayo 2022

la mirada, por pepe latas

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la ventana desde el exterior, por catherina 283


Fotos seleccionadas. Mayo 2022

leo, por natalia 284


lisa, por natalia

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Fotos seleccionadas. Mayo 2022

margarita k

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mosca, por manolo fernábndez

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Fotos seleccionadas. Mayo 2022

nos lo jugamos a los dados, por k i k e 288


paisaje asturiano, por luis miguel

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Fotos seleccionadas. Mayo 2022

petra. jordania, por karol poland

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playa de vallina. asturias, por marta g.s.

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Fotos seleccionadas. Mayo 2022

playa de vallina, por marta g.s.

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plaza de españa. sevilla, por kuriaki

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Fotos seleccionadas. Mayo 2022

portraits witrh personality, por osman naim

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recuerdos otoñales, por vaio

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Fotos seleccionadas. Mayo 2022

recuerdos otoñales, por vaio_

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rutas en la nieve, por noly

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Fotos seleccionadas. Mayo 2022

rutas en la nieve, por noly_

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santo estevo, por jesús álvarez rodríguez 299


Fotos seleccionadas. Mayo 2022

sobre el cine brasileño-mexicano, por alejandro

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speechles, por svetlava

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Fotos seleccionadas. Mayo 2022

still life, por sergio vido

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tango en san telmo, por maikel reyfman 303


Fotos seleccionadas. Mayo 2022

tango en san telmo, por maikel reyfman_ 304


the bridge ligth, por milen

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Fotos seleccionadas. Mayo 2022

the lady in blue, por margarita k

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the rain, por olga

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Fotos seleccionadas. Mayo 2022

the treasures of the sea, por duong dinh

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these are my powers, por deven o’toole

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Fotos seleccionadas. Mayo 2022

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thor, por carlos gianoli 311


Fotos seleccionadas. Mayo 2022

they are both so happy, por sergio vido

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todo pasará, por poli artur 313


Fotos seleccionadas. Mayo 2022

up hill, por sergio vido

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water, por olga 315


Fotos seleccionadas. Mayo 2022

water, por olga_ 316


white paths, por kristof browk

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