Luz y Tinta Nº 140

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Nº 140 - Febrero de 2024

Hemos pasado dos meses sin publicar LUZ Y TINTA, lo que no es habitual en nuestra trayectoria. Que recuerde, es la primera vez que pasa esto desde que empezamos nuestra ya larga travesía, salvo la obligada pausa del mes de agosto en que dejamos descansar nuestras máquinas editoras y nuestros cerebros siempre a la búsqueda de nuevas sensaciones tanto en el terreno de la luz como en el de la tinta.

Y este parón, que nos duele, por eso lo recuerdo aquí y ahora; este descanso, digo, ha sido totalmente involuntario. Habíamos previsto que los estrenos de Solo y Las cosas del Bus se llevaran a cabo en el mismo mes de octubre de 2023 en que salió el número 138 de nuestra revista, con lo que podríamos sacar un Especial sobre ambos cortometrajes y lo que les rodeaba en el mes de noviembre y proseguir nuestro periplo habitual. Pero las cosas del cine no salieron como habíamos previsto por razones que no viene al caso enumerar y el estreno previsto para finales de octubre hubo de retrasarse a mediados de diciembre, de modo que el Especial sobre Solo y Las cosas del Bus —nuestro número 139— se publicó en febrero y este mismo mes de febrero editamos este 140, con algún retraso sobre la fecha habitual del día 10. Pero aquí estamos de nuevo, en este mundo apasionante de los relatos cortos y la fotografía, retomando una senda que las circunstancias nos hicieron abandonar contra nuestra voluntad.

Publicamos, pues, este número 140 —la cifra, por su redondez, se merece un recuerdo especial— pidiendo comprensión a quienes nos hayan echado de menos (me consta la impaciencia de algunos) y anunciando, basta ya de lamentos, que proseguimos en el camino que habíamos dejado esquinado en aquel número de octubre, con algunos retoques, eso sí, pero con la misma línea, añorando a Moldeando la luz, a cuyos pechos nos criamos, y conscientes de la realidad en que estamos inmersos y que nunca olvidamos. Ni siquiera en los momentos de parón como el que hemos vivido.

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Francisco Trinidad

Fotografía de portada:

PROMOTOR y DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA: José Luis Cuendia, «Guendy» DIRECCIÓN, DISEÑO Y MAQUETACIÓN: Francisco Trinidad DIRECTORA DE COMUNICACIÓN: Lola González

Reservados todos los derechos de reproducción total o parcial tanto del texto como de las imágenes. Las imágenes están protegidas por las leyes de copyright internacionales.

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info@moldeandolaluz.com Número 140 Febrero 2024 4 Francisco Trinidad. La puerta giratoria 8 Laudelino Vázquez. A quién hace más daño 13 Gloria Soriano. Don Invisible 14 Juan Depunto. Entrevista con Raquel Rico Linage 24 Monchu Calvo. Tratantes 28 Arturo Vigil 56 Aga Szydlik 82 David du Chemin 94 Daniel Kordan 136 Alexander Sviridov 164 Iván. El retrato femenino 188 Andrei Grachev 216 Olga Rudchenko 234 Clemente Bernad
Para
Alexander Sviridov
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La puerta giratoria

Francisco Trinidad

Nelson llevaba meses —no sabemos si tres, si cuatro, acaso seis— parando al lado de aquella puerta giratoria de la que no paraban de salir y entrar decenas de personas durante toda la mañana. Era la sede oficial de un organismo que respiraba actividad; entraban a cientos alrededor de las ocho de la mañana y a cientos salían sobre las tres de la tarde. Durante la mañana, además, no dejaban de entrar y salir hombres y mujeres que, suponía Nelson, realizaban sus gestiones, que a él en realidad no le importaban. Lo único que le interesaba eran las monedas que iban cayendo en el plato de plástica que ponía delante de él en cuanto se sentaba al lado de aquella puerta. Algunas veces dejaban sobre el plato un billete de cinco euros —hubo una mañana en que una anciana dejó uno de diez, cosa rara— que se apresuraba a retirar de la vista de quienes pasaban o entraban o salían, era cuestión de dar sensación de mayor pobreza: a veces retiraba también las monedas de uno o dos euros si las de cobre eran suficientes para incitar al donativo.

Había mañanas en que la recaudación del plato metálico era suficiente para pagarle las tres o cuatro cervezas que le alegraban el alma por las tardes en el bar de Genaro, un antro en el que paraban otros indigentes como nosotros más cuatro o cinco putillas que, de vez en cuando, si el deseo de verdad se imponía a su inclinación simplemente mercantil, se refocilaban con nosotros, no importaba quién, aunque hay que decir que Nelson era casi siempre el más afortunado, pues libaba los néctares de Ofelia, una mulata que sabía llevar al séptimo cielo al más fogoso, y no era fuego precisamente lo que le faltaba a Nelson.

Pero una mañana salió de aquellas oficinas un ujier de uniforme, una especie de general en plaza, con muchos entorchados y más humos que la chimenea de una gran fundición. Se dirigió a Nelson desde su altura y le indicó con muy buenos modos y muy malas palabras que no era aquel el lugar más adecuado para la mendicidad y que ahuecara el ala y se fuera con viento fresco —eso dijo, “con viento

fresco”, él sabría por qué— a otro lugar donde molestara menos.

Pero Nelson era testarudo, o caprichoso, o ambas cosas. Así que al día siguiente se estableció justo enfrente de aquella puerta giratoria, a la entrada de un supermercado. Para su sorpresa, aunque eran más escasas y menos peripuestas las personas que entraban y salían de aquel establecimiento comercial, las monedas que caían en el plato metálico eran algunas más que los meses anteriores desde su ubicación a la puerta de aquel ministerio del que el ujier empingorotado le había dicho que ahuecara el ala con viento fresco. El primer día nos sorprendió a todos invitando a Ofelia a su gin-tonic de media tarde antes de pasar a la trastienda donde, a su modo y manera, fueron felices un rato, todo lo felices que pueden ser dos almas en pena como ellos y como todos nosotros.

Nelson siguió yendo todas las mañanas a la puerta de aquel supermercado, donde, además de lo que caía en su plato metálico, las empleadas, todas jóvenes y al parecer caritativas, le sacaban de vez en cuando un bocadillo, alguna fruta o embutidos a punto de caducar con lo que Nelson completaba, a veces con holgura, su escaso menú de todos los días. Incluso hubo una mañana que le sacaron un yogurt, pero como no tenía cucharilla lo guardó para la tarde, en este bar que nos acoge, donde lo compartió con Ofelia.

Una de las tardes nos contó, con su media lengua de trapo y en aquel castellano bastardo que arrastraba como un fardo, que desde su rincón a la puerta del supermercado veía girar toda la mañana aquella puerta giratoria. Entraban y salían hombres y mujeres, jóvenes con pinta de universitarios, madres con niños y niñas de la mano, repartidores con sus paquetes y muchas otras gentes que no sabía identificar. Nos contó que una mañana se había fijado en que entraba un empleado de Correos —“un cartero”, nos dijo— con su carrito lleno de correspondencia y de paquetitos, pero no lo había visto salir. Y así estuvo varios días fijándose en unos y otros y llegó a la conclusión de que no todos los que entraban volvía a salir. “Normal”, dijo Genaro, “en esos sitios trabajan también por la tarde”.

Pero Nelson no quedó del todo convencido, de modo que se pasó los días siguientes comprobando si algunos de los que entraban se quedaban dentro o volvían a salir. Se fijó en una mujer con unas zapatillas de color naranja que no volvió a ver; también en un anciano de gorra marinera y un joven negro con una sudadera morada, más algunos otros que no recordaba exactamente.

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Así nos tuvo Nelson varios días llenándonos unos minutos de la tarde con sus anécdotas de por la mañana ante la puerta giratoria. Una tarde, en un aparte con Ofelia, le dijo que pensaba meterse él mismo por la puerta giratoria y saber lo que pasaba. Ofelia le dijo que estaba loco, que todo eran imaginaciones suyas y que, si se atrevía a cruzar la puerta, el ujier que le había echado semanas antes acabaría sacándole a empujones.

Pero ya sabemos que Nelson era testarudo, así que una mañana se puso ropa limpia y, en lugar de sentarse a la entrada del supermercado frente a la puerta giratoria, se metió dentro de ella. Como no estaba acostumbrado a aquel giro, tropezó un par de veces, pero al fin salió y se encontró en un amplio vestíbulo en el que se abrían no menos de un centenar de puertas giratorias más pequeñas, todas ellas circulando a su ritmo. Se fijó en dos cosas que le llamaron la atención: entraba más gente de la que salía, no le cabía la menor duda, y cada puerta estaba custodiada por un ujier de tiros largos, como el que le había expulsado a él, obligándole a cruzar la calle.

Después de pensarlo mucho rato, y picado de la curiosidad más absurda, se decidió a meterse por una de aquellas puertas para entender definitivamente el misterio que encerraban. Cuando atravesó la que le pareció más adecuada, comenzó a sentirse mareado: la puerta giraba más rápido y más rápido, sin darle opción a dar un paso, y Nelson se aferró a la barandilla para no caerse, pero de repente la puerta se detuvo bruscamente y se encontró en un lugar extraño y desconocido.

Jamás supimos cuál era ese lugar, qué pasó allí con Nelson ni como pudo salir de aquel laberinto de puertas giratorias. Todo lo que pudimos saber nos lo contó Ofelia, más sorprendida que nosotros mismos, porque a los tres días de su desaparición en la puerta giratoria Nelson apareció una tarde en el bar de Genaro vestido de manera rara —llevaba un chándal de marca y una mochila abultada— y, por más que le preguntamos, nada quiso decirnos. Eso sí, invitó a una ronda a todos los presentes y. a la hora de pagar, nos fijamos en que su cartera era nueva y que no parecía estar demasiado vacía.

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Luego cogió a Ofelia de la mano, se la llevó a la trastienda y la misma Ofelia nos contó horas más tarde que le había hecho el amor —eso dijo, sí, no lo que todos pensábamos— con delicadeza y pasión que nunca había visto en él. Luego le dio un par de billetes de cien euros, un beso —Nelson, un beso— y le prometió venir a verla cualquier otro día.

Desde entonces, vuelve por este bar de Genaro de vez en cuando, con su chándal de envidia y su mochila, perfectamente afeitado y con el pelo como barnizado, nos invita a una ronda y se encierra con Ofelia, que sale con una sonrisa de oreja a oreja, enseñándonos sus dos billetes de cien euros con la misma fascinación del primer día.

Varios de nosotros hemos ido hasta aquella puerta giratoria, hemos observado el movimiento de entradas y salidas —yo mismo vi al empleado de una floristería entrar con su ramo de flores—, pero ninguno se ha atrevido a franquearla. Quizás porque no tenemos la misma curiosidad ni el mismo arrojo que Nelson.

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A quién hace más daño

Laudelino Vázquez

El escritor famoso y comprometido bebe un trago de agua intentando que el público no note lo reseca que está la garganta: ha renegado más de tres mil veces de la maldita idea que le trajo hasta aquí, pero a su editor Mario von de Leyden, amo y señor de editorial Trasmundos, le pareció una idea genial, y una vez puesta en marcha, ya no hubo forma de pararla.

El Escritor ni siquiera está seguro de si la primera idea fue de su cosecha o el propio Fonde (así es conocido por todo el mundo cuando MvdL no está presente) se la impuso con el truco de atribuirle la paternidad sin que fuera cierto. Fuera como fuese, la ejecutiva en pleno de la editorial estaba presente, los números propios y los de la editorial en general amenazaban ruina, y todos, pero todos los presentes (y todas, que El Escritor lo inclusivo lo lleva a rajatabla) estuvieron de acuerdo en que era una idea genial. Una forma de denuncia impresionante. Un stop a la matanza como no podían imaginar otro mejor.

El Escritor, que ya no cumplirá los sesenta, por más que el trabajo en el gimnasio y algún retoque que otro le mantienen en esa edad indefinida en la que lo mismo puede aparentar cuarenta y cinco que cincuenta y ocho, también hace tiempo que mira con terror los números de su cuenta corriente: lleva más de tres años viviendo de ahorros, sus dos últimos libros apenas cubrieron gastos, y el tipo de vida de un hombre comprometido pero con gustos exquisitos no es barato. De hecho, al entrar en la sala de la conferencia lo primero que pensó, fue «¡si tengo pagada la hipoteca, tampoco me voy a morir de hambre, coño, vendo el casoplón y me da para vivir hasta la jubilación!». Luego un breve cálculo de cuánto sería su jubilación y el tipo de vida que podría llevar con ella, disipó cualquier duda que aún pudiera albergar, y acompañado de la escolta armada de jóvenes guerreros de Al Salat Waldam, Oración y Sangre, nombre que tampoco le serena especialmente, hizo su entrada triunfal en la sala de lectura de la mezquita Shuhada' Al'iiman, Los Mártires de la Fe, en Belén, la única ciudad palestina que Israel no había destuído en la guerra del 2030, que sucedió a la del 28 y ésta a la del 25, que a su vez siguió a la del 23…

Así que antes de que los últimos cuatro mil palestinos que sobrevivían en Belén, simbólico último bastión no arrasado por el ejército de Israel, desaparecieran del mapa, bien estaba que El Escritor presentara allí, y para el mundo entero su obra Genocidio Selectivo, en la que a través de los ojos del niño Farid y su madre Amira, los lectores podían sentir el desgarro animal de la supervivencia al límite de una manera implacable.

Al menos, eso decía la publicidad, aunque El Escritor no las tenía todas consigo: ninguna persona de confianza, de las que había leído el libro se había mostrado especialmente emocionada, y las palabras de ánimo le sonaban a huecas. Así que su cálculo fue sencillo: la publicidad venderá unos cuantos miles de ejemplares, quien sabe si millones, y a partir de ahí, tres o cuatro reediciones de cuentos, con una novedad por recopilación, y olvidarse para siempre de la puñetera literatura.

La mezquita sólo conservaba de su estructura el nombre y dos paredes absolutamente derruidas, el resto, había sido demolido hasta los cimientos. De

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hecho, la biblioteca en la que se celebraba el acto no era más que una gran tienda de campaña, habilitada para la ocasión.

Al Deif, «El invitado», con su único ojo, tartamudeando y arrastrando el pie que una bomba israelí le había arrancado, apareció por sorpresa en el acto. Nadie lo esperaba, ni siquiera Fonde, que desde su mansión de Dubai seguía el acto a través de satélite.

–Es “El Invitado” –le comentó a El Escritor, en cuanto lo vio entrar–, le llaman así porque no duerme dos noches seguidas en la misma casa. Líder absoluto de Al Salat Wadam, es lo más parecido a una autoridad en Palestina. No se deja ver nunca, por eso ha sobrevivido más de 35 años a los intentos de asesinato de Israel. Menudo impacto para el libro.

El Escritor guardó silencio porque sabía que, si Al Deif estaba aquí, a los israelíes que también lo sabrían no les haría ninguna gracia, y no estaba demasiado seguro de que, si tenían la oportunidad de eliminarlo, los daños colaterales en forma de Escritor español que habla inglés con acento americano impecable no les iban a preocupar.

Las treinta personas invitadas al acto fueron tomando asiento en las banquetas de camping habilitadas como platea, mientras los periodistas de Al Jazeera, únicos que se atrevieron a retransmitir el evento, desplegaban un equipo impresionante de personas y medios, bastante mayor que los invitados.

–El señor Deif, al que Alá Misericordioso bendice en cada momento, también quiere hablar.

El Escritor no pudo contener el respingo, mientras pensaba “¿Qué querrá este ahora? Nada bueno, seguro” pero intentó desplegar la mejor sonrisa que la máscara le permitía.

–Dígale que estoy muy agradecido –respondió amablemente al traductor.

En menos de cinco minutos, El Escritor y Nina Samper, responsable de distribución de Trasmundos, habían pergeñado un resumen apañadito del tema, breve por obvios argumentos de seguridad, y además de pedir una vez más a la comunidad internacional que no permitiera la extinción de un pueblo que ya había perdido más de seis millones de personas en la última década por las acciones de guerra directas de Israel y por las consecuencias de los bombardeos y masacres, invitaron apresurada, pero amablemente, a Al Deif a que interviniera.

Para su desesperación, el invitado hace años que apenas se le entiende lo que dice, tiene que hablar palabra a palabra, no puede escribir porque también ha perdido la mano derecha y el brazo izquierdo hasta el codo, y el traductor no parece tener prisa. Finalmente, tras unos eternos tres minutos, consigue hilvanar la frase.

–Usted dice que ha escrito la historia desde la mirada de un niño y de una mujer porque son los que más sufren en la guerra. ¿Por qué lo cree?

–Es evidente –responde Escritor–. Están más indefensos.

Mira a su alrededor buscando apoyo, y ve con satisfacción que varias cabezas se bambolean afirmativas.

–¿Usted cree que, ante una bomba de fósforo blanco, hay diferencias en el sufrimiento? ¿Cree que un hombre sobrevive mejor?

–Usted es un ejemplo –le responde El Escritor, un poco enfadado pero evitando que se le note–. Ha sobrevivido hasta hoy.

–Usted lo ha dicho –contesta el traductor–. Hasta hoy. Alá el Todopoderoso, el Mirecordioso, alabado sea su nombre, quiso que mi vida llegara hasta hoy.

–¿Hasta hoy? –la voz de El Escritor sonó distorsionada por el miedo.

–Hasta hoy. Y usted podrá comprobar, de primera mano, quien sufre más cuando una bomba o muchas caen desde un avión.

–¿Cómo?

El Escritor entiende que algo peligroso ocurre porque los miembros del equipo de grabación intentan salir corriendo a través de la tela de la tienda. La sonrisa

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de Al Deif y del traductor son extrañas, parecen dos hombres satisfechos, como si hubieran conseguido su objetivo. Ni siquiera oye el F−53 que desde sesenta quilómetros ha lanzado una bomba de racimo guiada de mil quinientos quilos, que impacta metro arriba metro abajo, sobre la tienda en la que el Escritor acaba de firmar la mejor campaña publicitaria de la historia.

–Todos ganamos –comenta Marwan Issa, lugarteniente hasta hoy mismo de Al Deif, y nuevo líder de Al Salat Waldam tras la muerte de su amado emir–: El Escritor venderá muchos más libros de lo que esperaba, nosotros sólo perdemos a dos personas en estado terminal, porque Israel no sabía que a Al Deif, Alá le bendiga y le tenga en su gloria, le quedaba menos de un mes de vida y al traductor menos aún, y espero que el mundo vea que cuando los israelíes son capaces de matar a sangre fría a un escritor español que sólo pedía que no nos exterminasen, actúen de una vez. Alá es grande y nos ha regalado el martirio de nuestro amado líder, alabemos a Alá.

Todos los presentes cayeron de rodillas cara a la Meca y oraron porque los designios de Alá se cumplieran

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Don invisible

Gloria Soriano

Don Invisible tiene inquietudes, es polimorfo, transparente, no necesita alimentarse y lucha contra la reiteración. El movimiento de llevar siempre la cuchara del plato a la boca le parece tedioso y la inconsciencia con que la gente lo repite le indigna.

Le gusta colarse en las cocinas, sentarse con las familias a la mesa, compartir la silla con algún comensal. El elegido se remueve sin encontrar postura, al beber, el líquido se le derrama y la cuchara buscando la boca tropieza con la oreja. Estás tonto, recrimina el padre al hijo, y cuando llega su turno, la madre pregunta a su esposo si se encuentra bien. Don Invisible disfruta rompiendo rutinas. Alterar lo cotidiano le inflama de poder. A veces, para modificar los recorridos de los cubiertos, eleva el plato sobre la mesa. Lo intenta todo. En su gramática, existir y hacerse notar son sinónimos; y molestar es un verbo tan impersonal como llover, no se conjuga en primera persona.

Las familias, asustadas, empiezan a abandonar las viviendas, pero él ignora la razón que les impulsa a partir. Detrás de cada cerrojo hay un misterio. Movido por la curiosidad, detiene su cruzada contra el comportamiento mecánico de los mortales para dedicarse a investigar en las casas deshabitadas. Como un felino, salta por la gatera de una puerta atrancada, se yergue en el portal como un humano y entra en la habitación de la izquierda. A pesar de la penumbra distingue una máquina de coser y una tabla de planchar con ropa doblada que huele a limpio. Delante de la ventana, una sábana cuelga hasta el suelo a modo de cortina. Allí sigue viviendo alguien, piensa, la familia no andará lejos, me he equivocado al elegir la casa. Intenta despejar los cristales para que entre más luz y la sábana se le viene encima. Tengo que reconocer que no es mi día, se dice, y permanece sumido en la oscuridad bajo la tela blanca. Cabizbajo, sabiéndose necesitado de un público, reflexiona sobre la espantada de la gente. De pronto tiene una idea: ¿y si fuera visible?, bastaría con ir cubierto por esta sábana que los demás podrían ver aunque a mí me deje ciego; no importa, conozco el pueblo; me vendrá bien ir entrenándome aquí. Su materia chiclosa adopta la forma de un pulpo con tentáculos que extiende bajo la tela para tantear el terreno. Sale a un pasillo que termina en un hueco con peldaños de madera. Sube sin crujidos hasta un corredor y le llega una bocanada de aire fresco con olor a embutido. Tienta los varales donde orean los chorizos, están a poca altura, se encoge para no golpearse. Palpa un saco lleno de nueces, tiene un agujero, algo se mueve. Las nueces caen, ruedan, las va arrastrando con la sábana como si llevara cadenas. A ese ruido se unen carreras livianas, pasos rápidos y dispersos. Son ratones, lo único de este mundo que le aterroriza. Efectivamente, no es su día. Pero no todo está torcido, por suerte topa con una tinaja donde guarecerse. Cuando vuelve la calma sale de allí sobrio, él no ingiere líquidos, pero apesta a tintorro y tiene un color poco apropiado para un fantasma. Se acabó, dice, yo soy el que soy. Se despoja de la sábana y, volando como un pájaro, se instala en los corrales. Las gallinas aletean desconcertadas pues no logran alcanzar el grano con el pico.

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Entrevista a la profesora y poeta Raquel Rico Linage

Juan Depunto

A Raquel la conocí en la Tertulia poética de Cuadernos de Roldán, de Sevilla. Hoy estamos en su nueva casa, rodeados de naturaleza vegetal, en lo que fueron las casas de la Expo’92. Ella es Profesora Titular jubilada de Historia del Derecho en la Universidad de Sevilla y activista ciudadana a través de Instituciones como “Iniciativa Sevilla Abierta”, etc. Pero aquí me trae su actividad poética que comenzó pronto y entre sus premios están el Nacional “María Espinosa” de 1983 -convocado por el Ministerio de Cultura- por un grupo de poemas que se incluyen con el título “Último amor” en “Conciencia del instante” y el XII premio “Luis Cernuda” del Ayuntamiento de Sevilla en 1993 por el libro “Miradas”.

Tiene publicados los libros Conciencia del instante, en 1984, Miradas, en 1993, De par en par, en 2000, Miscelánea Italiana, en 2005 y Resplandor, en 2011.

Como libros colectivos ha participado en Poetas en el Aula en 1995, Guía de Artistas y Escritoras Contemporáneas Andaluzas en 1997, Palabras sin Fronteras en 2002, A un poeta futuro en 2003, en Palavras sem Fronteiras y en Poesía Viva de Andalucía.

Publica artículos literarios en la revista Renacimiento, en El País, en El Correo de Andalucía, en Huelva Informaciones y en la revista Mercurio.

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— Cuéntame lo que te parezca destacar de tu biografía.

— Soy hija de mi tiempo, de una concreta etapa cronológica de la historia de España. De una infancia que transcurre en los años 50 y de un padre militar, que hacía aviones en la factoría de Triana de la Hispano Aviación y una madre ama de casa, que pasó parte de la guerra en un convento de monjas benedictinas de clausura. Los dos castellanos y huérfanos de madre desde niños. Nací en Málaga, llegué a Sevilla sin haber cumplido todavía el año, y aquí sigo.

Mi primera educación fue en un colegio de monjas, el de Santa Ana de los Remedios y ya entonces fui una rebelde temprana. Mis padres eran muy conservadores, pero tenían muy claro que sus cuatro hijas tenían que estudiar, y a ser posible una carrera universitaria, y yo me matriculé en Derecho en 1965 y lo hice por rebeldía. No quise hacerlo en Filosofía y Letras, que era una carrera con alumnado predominantemente femenino, sino en otra que me enseñara a luchar por una sociedad mejor, pero cuando terminé Derecho hice la tesis en Historia del Derecho, lo que prueba que realmente lo mío eran las letras, y enseñé esa asignatura hasta mi jubilación, con algunas interrupciones ya que me echaron de la universidad por ser mujer.

Tras leer la tesis, me comunicaron que en esa asignatura no había entonces mujeres entre los profesores numerarios y que no tendría apoyo si me presentaba a las correspondientes oposiciones. Mi nuevo trabajo, que duró pocos años, fue en el primer Centro de Información de la Mujer, que abrió en Sevilla Soledad Becerril, entonces ministra de Cultura y allí conocí de cerca los problemas de las mujeres, su indefensión. Después, y con mi tesis ya publicada, Bartolomé Clavero -un entonces joven catedrático de Jerez- me contrató y allí saqué mi primera oposición. La siguiente fue ya en Sevilla y en su Facultad de Derecho me jubilé. Fue una jubilación anticipada, una decisión producto de mi impotente desacuerdo con la devaluación de la formación de los alumnos cuando se incorporaban y de la continua renovación de unos planes de estudios en los que el objetivo no era desde luego el logro de la excelencia profesional.

— La poesía ¿es el malabarismo de las palabras?

— Puede que lo sea en algunos poetas, pero el entender así la poesía supone enmascarar sus desafíos y devalúa al propio poeta. Los malabarismos son fáciles y el poeta que hace malabarismos ha dejado ya de serlo. Los objetivos del poema pueden ser muchos, y casi todos válidos, pero los malabarismos sólo son juegos a los que juegan los que han dejado de buscar y de saber y se limitan a aparentar un oficio que reducen al utilizar unas palabras que pierden con ello su significado y se convierten en palabrería.

El poeta debe utilizar palabras exactas que nombren emociones verdaderas, que se acerquen a los misterios del mundo, que nos ayuden a vivir, a conocernos mejor, a comprender nuestra realidad, a transformarla, que nos enriquezcan como personas. La poesía debe despertarnos del adormecimiento de la costumbre, enseñarnos a sentir el misterio que somos. Por eso hace falta mucha fortaleza, mucho valor y también mucha seguridad para atreverse a recorrer un camino pantanoso en el que siempre serán mayores las dificultades que los logros.

3. ¿Cómo surgió tu vocación por las letras en general y la poesía en particular?

Lo viví en la infancia con desconcierto, y como un misterio, como algo que no lograba comprender y que me asustaba. Desde muy pequeña amé los libros, me reñían por encerrarme a leer, por aislarme en algún rincón de la casa familiar y tendría unos 10 años cuando descubrí mi facilidad para escribir poemas, que era mucha, y también para recitarlos en las celebraciones religiosas del colegio de monjas al que asistía. Ese descubrimiento me asustó y me aisló, me sentía un bicho raro, pero también disfrutaba enormemente al releer aquellos versos míos,

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que indudablemente eran malos y cuyo estilo copiaba el de los pocos poetas que conocía, que tan bien sonaban y con los que tanto me identificaba.

Escribir era como estar en trance, pero no sabía qué hacer con esa vocación, tan absorbente, tan dominante. No podía hablar de ella ni en mi familia ni en el colegio ni esperar tampoco ser estimulada o comprendida. Años después, la universidad amplió mi mundo cultural y comencé a tener interlocutores de los que aprender y también a escribir en la revista de mi facultad. Y ya haciendo la tesis. tuve cerca a un poeta al que admirar y del que aprender -Alberto García Ulecia- lo que me hizo perder el miedo a esa vocación incomprensible.

Y además, como dice Natalia Ginzburg en una cita que utilicé en uno de mis libros “la única verdadera riqueza del hombre es una vocación” y yo estaba muerta de miedo, pero también orgullosa de tenerla. Y ella añade además las mismas palabras con que las que yo lo definiría: “Estoy muy contenta con este oficio y no lo cambiaría por nada. No puedo imaginar mi vida sin él, a pesar de que en cierta medida se ha apropiado de mi vida, la ha condicionado de manera absoluta. Comprendí que era mi oficio hace mucho tiempo ya que me resultaba muy fácil escribir poemas, … pero este oficio no es nunca un consuelo o una distracción, no es una compañía. Este oficio es un amo”.

—¿Qué poetas han influido en tu trayectoria?

—En mi infancia, comencé admirando a los poetas que podía leer en mis libros del colegio como Juan Ramón Jiménez o Antonio Machado. Los leía en voz alta porque me emocionaba la música de sus palabras y también fue muy importante para mí su sensibilidad ante la naturaleza. Siguieron en los años siguientes lecturas de otros más complicados, como Cernuda, aunque Juan Ramón también lo fuera en otros libros que no conocí años después. Cernuda supuso un choque, un cortocircuito, una identificación extrema y poco después también quise ser Gil de Biedma, del que llegué a copiar a máquina un ejemplar de su entonces prohibido Moralidades, ejemplar a máquina que todavía conservo con devoción.

Ya en la universidad, muy importantes fueron los poetas que conocía, que tenía cerca, porque además de tranquilizar mis inseguridades, escribían sobre asuntos que me interesaban y con un estilo directo y sencillo que se fue afir-

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mando como objetivo de mis propios poemas. Alberto García Ulecia fue el maestro de más edad y más cercano, y Javier Salvago y Felipe Benítez Reyes como representantes de una juventud que tenía mucho que añadir a la ruptura que representó Jaime Gil de Biedma. Sus libros me deslumbraron y siempre tendrán para mí el valor de lo mucho que descubrí en ellos en aquellos años. Ya en una etapa posterior, me interesó la obra de Eloy Sánchez Rosillo, a quien releo continuamente, y unos años después descubrí a Joan Margarit y a Vicente Gallego, que también optaron por la sencillez y la veracidad.

Pero además mis poemas son también deudores de escritores de novela o ensayo que llegaron a mi vida justo cuando los necesitaba. A dos de ellos incluso puedo citarlos por este mismo asunto. Uno es Jorge Semprún, que en su obra “La escritura o la vida”, que tanto me impresionó, dijo “una vez más un poeta llegaba a mi vida en el momento oportuno”. El otro Javier Marías, que en “Negra espalda del tiempo” ha reconocido, como yo lo hago ahora, el haber tenido muchas veces la sensación de que “eran los libros los que me buscaban a mí y me hallaban”. En mi libro “De par en par”, quince de sus poemas guardan relación con textos de escritores, pero de ellos sólo tres son poetas.

Y quería también poner de relieve lo difícil que resulta leer poesía. Como se vende poco, encuentras pocos autores en las librerías y para llevarte un libro a casa es necesario o conocer al autor, y saber con ello que lo que escribe te interesa, o bien hojear un ejemplar y que te guste lo que lees. Se publica mucho, pero ambas cuestiones reducen mucho también los libros que pueden ser elegidos.

Cuéntame tu experiencia como docente de Lengua y Literatura.

— Mi docencia universitaria fue sobre Historia del Derecho, investigué temas que me interesaban mucho y también tuve experiencias extraordinariamente positivas y gratificantes con alumnos con vocación jurídica, conscientes de la necesidad de una buena formación profesional y con inquietudes culturales. Pero poco a poco el número de alumnos matriculados fue aumentando -hubo cursos en los que tuve mil divididos en tres grupos de más de trescientos- y descendió enormemente su nivel de preparación. Un porcentaje importante no comprendía lo que leían, sus conocimientos históricos eran escasos y fue creciendo mi desánimo, mi impotencia para lograr el aprendizaje de un programa que necesitaba de dos cosas de la que un porcentaje importante de ellos carecía: competencia lectora y un mínimo de conocimientos históricos.

Y, aunque creo que el esfuerzo mereció la pena, que sirvió para despertar inquietudes y concienciar sobre derechos ciudadanos a una parte de ese alumnado, durante bastantes años estuve también dando talleres de literatura y poesía en la Fundación Cajasol -y a alumnos mayores- y esas clases resultaron ser una experiencia extraordinaria por dos razones: porque esos alumnos me enseñaron que a cualquier edad es posible aprender y disfrutar con ese aprendizaje y porque constatamos la utilidad de la literatura para enseñarnos a vivir una vida más plena, para acercarnos a la sabiduría y a la felicidad. Viví con ellos historias verdaderamente extraordinarias, que nunca olvidaré.

¿Repasas mucho tus poemas?

— Tengo muchísima facilidad para escribir y sin embargo publico poco y corrijo muchísimo y no buscando añadir, sino buscando la claridad y la exactitud. Sólo he escrito cinco libros y todos han tenido un larguísimo proceso de gestación, me ha costado una media de diez años darlos por terminados. Y la razón de esa lentitud –además de las múltiples obligaciones familiares y laborales- es que, según la definición que el moralista Nicolás de Chamfort hizo ya en el siglo XVIII soy una escritora alambique: “Los escritores alambique someten a su obra a una gran depuración haciéndola circular mil veces por la retorta. Paradójica-

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mente el resultado es todo lo contrario de una prosa alambicada: es un destilado transparente”.

Es una definición con la que me identifico totalmente y, en ese proceso de depuración, uno de mis objetivos, ojalá que conseguido, ha sido una transparencia que es primero verdad y después sencillez. Creo que el escritor debe poseer un detector innato de palabrería porque en la poesía es muy fácil caer en la tentación de utilizar palabras que no se sienten, que la destreza y la vanidad se impongan a la verdad.

7. García Márquez decía que todo es real, incluso o sobre todo “Cien años de soledad”. ¿Hasta qué punto tu poesía es de ficción, real o autobiográfica?

Otro de mis escritores de referencia, Montaigne, dijo algo que me parece importante sobre este asunto. Para él es legítimo “escribir acerca de uno mismo para ser un espejo en el que otras personas reconozcan su propia identidad”. En mi juventud me apropié de una definición de Javier Salvago que decía que la poesía es trabajo sobre uno mismo. Pero es también muchas otras cosas. Puede ser además análisis, depuración y conciencia del instante en el que vivimos y por eso “Conciencia del Instante” fue el título de mi primer libro. En ella puede estar el yo o el otro, pero también quien quisiéramos ser y no somos, lo vivido o lo deseado, lo que conocimos o lo que nos contaron. Siempre hay autores que lo dicen mejor y, en este caso, fue Charles Baudelaire quien escribió que el poeta goza de un privilegio incomparable, porque puede ser a su antojo él mismo o los otros. El poeta puede ser también un fingidor.

En el mundo actual predomina la prepotencia, se obvian los misterios, nos creemos los dueños del mundo, pero los misterios existen y el poeta debe intentar acercarse a ellos, vivirlos, entenderlos. La nuestra, es una sociedad que prima lo material sobre lo espiritual y que no nos enseña a vivir la vida sino a sufrirla. Y creo también que la plenitud no se alcanza evitando el dolor, sino reconociendo su papel como un paso natural e inevitable para alcanzar la sabiduría. Dos de los mayores misterios son el amor y la felicidad y muchos poetas, y también muchos escritores, nos han hablado de ello y nos han enseñado el camino para que consigamos vivir la iluminación que nos regalan.

Dice Octavio Paz que quien ha seguido el camino de la iniciación amorosa en el orden correcto, al llegar al fin percibirá súbitamente una hermosura maravillosa, conocerá un instante en el que en el tiempo se abre y nos deja ver el otro lado. Y Pascal vivió ese instante de iluminación el 23 de noviembre de 1654 y tomó nota para no olvidar durante el resto de sus días el registro detallado del éxtasis que le había llevado a sentir la extraña felicidad de estar vivo. La poesía nos permite intentar nombrar esa intensidad y, aunque es frecuente escuchar que los poetas raramente escriben sobre la felicidad, yo he leído muchos poemas sobre ella y también he escrito algunos sobre ese sentimiento. Creo que, si logramos amar o ser amados como quisimos, esa luz nos acompañará siempre.

En mis años jóvenes, mis dos deseos eran enamorarme y escribir y, ahora que ya he cumplido los 75, sé que son deseos cumplidos y que como escribió Gil de Biedma puedo morir en paz, como dicen que mueren los que han amado mucho.

8. Me interesa conceptualmente el arte contemporáneo y sé que a ti también, pero tengo muchas dudas sobre él. Hace algún tiempo ya que oí a un crítico por Radio Nacional de España diciendo algo así como que el 85% de la obra de Picasso es una porquería. Hay quien lo extendería al 95% de la de Miró. ¿Qué opinas del arte contemporáneo?

Es una denominación discutida, no tiene un único significado y, son tantos los años que abarca esa denominación que me parece importante buscar ya otro término que nombrara al arte del nuevo siglo. Porque según la RAE lo contemporáneo es lo relativo al tiempo actual y por lo tanto no termina nunca, mientras

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vivamos, siempre estaremos en lo contemporáneo. Continuando con mi propia experiencia, desde los años 70 Sevilla comenzó a tener pintores que se interesaban por nuevas formas de pintar y galerías que programaban exposiciones que atendían a los nuevos conceptos.

Yo comencé entonces a frecuentar esas galerías y a conocer también a esos pintores, algunos de los cuales se convirtieron además en mis amigos, y esa cercanía amplió mi experiencia del arte y me abrió un mundo que entonces era nuevo y que hoy parece hasta cierto punto agotado. Un mundo distinto que además convivía con la Sevilla tradicional y que vino para quedarse. Los que entonces eran jóvenes pintores son ahora autores consagrados y mucho fue lo que aprendí de Joaquín Saénz, Juan Romero, Carmen Laffón, Ignacio Tovar, Gerardo Delgado, Pepe Soto y sobre todo Fernando Zóbel, a cuya obra dediqué una serie de poemas publicados en mi libro “Miradas”, en el que también hay otros poemas relacionados con la pintura. También el que fue primero Museo de Arte Contemporáneo y después Centro de Arte Contemporáneo -CAAC- me acercó a la pintura reciente y también a la fotografía, que fue ganando consideración como arte. Zóbel pone de relieve que también el arte contemporáneo tiene una capacidad evocadora de sentimientos y recuerdos.

Es cierto que el potenciar las intenciones y los conceptos sobre la ejecución pictórica abre la puerta a obras discutibles, o claramente malas, pero también la diversidad de ese arte nos abre a sus amantes un mundo de nuevas posibilidades expresivas.

Eres muy aficionada al cine, diría que incluso experta. Amplíame esta afición tuya

— Volviendo a ese marco histórico en el que crecí, cuando salí de un colegio de monjas y entré en la universidad, eran los años 65/70, años en Sevilla de protestas estudiantiles y eclosión cultural que viví con pasión. El cine Club Vida tenía una programación deslumbrante y allí nació mi afición por el cine, una afición que se mantiene hasta ahora y que ha pasado a ser una adicción, porque sigo

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asistiendo con mucha frecuencia a las salas de cine y siguiendo tanto a directores a los que adoré entonces y siguen estrenando, como a los nuevos valores.

Y además he hecho con mis nietos lo que no pude hacer con mis hijos por mis muchas ocupaciones: educarles con el cine desde muy pequeños, llevarlos a las salas o ponerles en casa películas tanto españolas como internacionales que les han ayudado a conocer otras culturas y a disfrutar de historias que formarán parte de su aprendizaje del mundo, como lo formaron del mío. El mayor tiene ya 18 años, por misteriosos azares del destino ha rodado dos películas y el cine sigue estado muy presente en nuestros momentos de ocio y en nuestras conversaciones familiares.

Creo que sería muy importante que formara parte de los programas educativos, porque hay multitud de buenísimas películas que nos ayudarían a entender la historia, a ser mejores ciudadanos y también a amar más y mejor. El amor es un hecho fundamental en nuestra trayectoria vital y el cine y la literatura nos ayudarían a vivirlo con sabiduría y plenitud.

10. ¿Qué es el estilo en poesía para ti?

Es un modo de seleccionar primero los asuntos que te interesan y elegir después las palabras que los nombran. Con excepción del estilo palabrero, me

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interesan todos los estilos porque son muchos los que la historia de la poesía ha ido concretando por los siglos de los siglos y porque todos tienen su correspondiente relación con la sociedad en la que aparecen y ayudan a comprender la mentalidad de sus habitantes. Y, además de su dimensión histórica, y descendiendo a lo personal, yo he tenido menos miedo, más valor en definitiva, cuando he visto mis sentimientos, a veces desconcertantes, explicados por otros y gracias a esos poetas no me he negado a mí misma, no he renunciado.

Esta es una vocación que dificulta mucho la vida personal –y más si eres mujer- y que desasosiega porque nos obliga a enfrentarnos con las incógnitas de la vida, de la nuestra y de la de todos, a poner en evidencia nuestra debilidad. La poesía nos permite nombrar muchos sentimientos y emociones, acercarnos a su intensidad, y el poeta debe elegir como quiere hacerlo, una elección que supone componer también una música propia. Porque el estilo tiene que ver también con esa música, con que identifiquemos a un poeta no solo por una temática sino también por los sonidos, por el ritmo de las palabras que utiliza.

Esa construcción, ese esfuerzo ha equilibrado mi vida, me ha permitido encontrar las palabras que la nombren y en ellas me gustaría que me reconocieran, más allá de los lugares comunes de la rutina y los silencios de lo cotidiano. El silencio y la apatía son los pecados capitales de nuestro tiempo y, si bien no todos los inconformistas son poetas, creo que todos los poetas son inconformistas.

Comparto contigo que el estilo es aquello que identifica al autor y con Lorca que es la personalidad del poeta y cómo va sonando.

11. Durell escribía sus poemas a mano ¿y tú?

La idea inicial la escribo a mano y con lápiz. Luego lo paso al ordenador y ahí lo pulo. No uso libreta de anotaciones cuando salgo de casa, si un cuaderno en el que anoto citas cuando leo.

— Robert Frost, el admirado poeta de Borges, decía que nunca tuvo un escritorio, un lugar donde escribir a gusto. ¿Dónde escribes tú?

— En la Universidad tenía despacho y en mis sucesivas casas siempre he dedicado una habitación a escritorio.

— Una pregunta surgida esta misma mañana, tras leer en El País la entrevista a Yolanda Castaño, la actual Premio Nacional de Poesía 2023: ¿Qué me dices de la profesionalización del poeta, de la renuncia -en su caso- a la maternidad y de su fundación “Casa de los poetas”?

— Yo también la he leído esta mañana y me he hecho muchas preguntas sobre las capacidades de las que carezco, entre ellas la incapacidad de saber sacar dinero con lo que hago, más allá del sueldo de profesora. A mí me han pagado poco por mis clases particulares y conferencias, todo lo más alguna invitación a cenar.

Conozco artistas -pintores- que han renunciado a la paternidad: Te libera horas, —¿Cuál es tu próximo proyecto y quieres añadir algo más?

— Últimamente no escribo. El mundo ha dejado de gustarme. La Naturaleza está en absoluta crisis. El amor se ha devaluado muchísimo. No quiero escribir sobre temas que rechazo, no quiero ser quejica ni llorona y tendría muchos motivos para hacerlo: la pandemia, la guerra de hoy -Gaza- y las anteriores -Ucrania, etc.- …

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Tratantes

Mientras los nuevos tiempos imponen nuevos retos, la relación primordial entre hombre y bestia ha cambiado poco desde que Modesto Montoto retrató la plaza del ganado en Laviana a principios del siglo pasado. La cuerda, el bastón y el mandilón siguen articulando el vínculo entre ambos. Como decía el gran jefe indio Noah Sealth << que sería del hombre sin los animales>>, allá por 1854. En el caso de los tratantes, no existe la menor duda.

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Feria en laviana 1925

Levantarse temprano, de noche todavía, para llegar a buena hora a la feria. Ya humeaba el café bien temprano en la cocina, anticipando el rito.

El camino transcurría por los senderos que las golondrinas azules marcaban con su sombra por el suelo. Teníamos que ir, y tuve la conciencia de que íbamos a los límites del mundo, allá muy lejos, aunque solo pasábamos por la Veciella y la foz de Cebaton, a salir a Les Yanes.

Y de repente volvíamos a ser lo que siempre habíamos sido: pastores que van tras el ganado en busca siempre de un lugar donde permanecer, y salíamos de casa siguiendo los caminos del cielo y de la tierra, por el pico de los montes, era verano, a las cinco, al alba, y en nuestra piel el olor de la vaca era fraterno. Íbamos los tres solos, mi abuelo, yo y la Torgada, a la luz del silencio. El paso de la vaca confiado, siguiendo el latido de nuestro aliento. A veces me cogía en brazos y me adormecía en el olor a vaca. Cuando despertaba ya estábamos en la feria y entrabamos en el bar (donde me contaron que las madres no pueden gritar el nombre de los críos para que no se lo aprendan las culebras). Mientras, mi abuelo hablaba con un tratante de Siero que quería comprar la vaca. Al rato, entro en el bar con la cuerda como único recuerdo de la Torgada, y me dijo : Cuando vendas, vende bien. Y nunca te olvides de devolver a casa la cuerda con que trajiste la vaca. Las vacas son así: cuando el sol se muere en la memoria, siempre vuelven a que las ates en el pesebre de tu corazón.

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Escribo estas líneas porque llevo ya unas cuantas ferias ganaderas, las últimas en Rioseco y en Caso, donde por mas que me fijo no he vuelto a ver aquellas figuras de blusón negro, o gris en algún caso, que se acercaban donde estaban vacas o toros, y en pocas y comedidas palabras preguntaban el precio del animal. A partir de ahí se establecía un duelo dialectico, donde el vendedor ensalzaba las virtudes de la res, y el tratante replicaba exponiendo la bondad de su oferta ante algunos defectos que veía en aquel animal, objeto de debate. Los curiosos empezaban a juntarse alrededor de tratante y vendedor, y asistían al duelo verbal como el que acude a ver un espectáculo. Cuando las posturas de uno y de otro ya no daban para mas argumentos, o bien se suspendía el trato, o aparecía la figura del “terciador” , personaje este, generalmente de edad respetable, y que tenía la misión de mediar entre las dos partes, para desencallar un trato que no avanzaba. Solía pedir a los implicados que acercasen posturas, cosa que acababan haciendo, y luego cogiendo las manos de ambos las obligaba a estrecharlas, superponiendo la de él encima de las otras. El trato quedaba cerrado.

La animación económica y profesional del mundo ganadero, en aquel prado a la vera Santumís, lo llenaban puestos de venta de bebidas, ciegos que con la zanfona y la hija tocando un bombo gigante, paseaban por el prado. Buhoneros, puestos de avellanas y la sempiterna pareja de la guardia civil envueltos en aquellos capotes que tanto nos impresionaban. El fondo musical lo ponían las esquilas, cencerros y mugidos de aquel festival ganadero que incluía vacas de siete patas, entre otras deformidades, y que un personaje gallego llevaba de feria en feria, así como Domingo Calvo, de la Puentepiedra, que instalaba un zoo ambulante, cuya figura mas estelar era el lobo Valdroguín, aparte de raposos, garduñas, tejones, y un sinfín de alimañas encerradas en sus jaulas.

Todo un mundo que aquel fotógrafo de Coballes, Francisco (foto Vega) inmortalizó en muchas de las fotos que hoy vemos, también Valentin Vega, nos legó unas escenas que no se volverán a repetir, y las cambiamos por el sistema actual. No se paga en efectivo, siempre a través de banco. Se compra por internet en muchas ocasiones, y en vez de palo, ganaderos y tratantes los ves con una carpeta bajo el brazo, como altos ejecutivos de cualquier multinacional.

Es triste y estéril hacer alabanza del pasado, pero cuando no se entienda nada de esto, será tarde, quizás demasiado tarde.

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En Baldreu Feria El Campu

Arturo Vigil

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Aga Szydlik p Huaorani

Los fantasmas del Yasuní

Aga es una fotógrafa radicada en Estados Unidos y su trabajo se centra principalmente en el fotoperiodismo documental, la conservación y preservación de sitios patrimoniales, tribus indígenas y sus rituales. Además, apoya activamente los esfuerzos de conservación y derechos humanos.

La trayectoria profesional de Aga comenzó con la fotografía de viajes y deportes mientras vivía en Tailandia. El Muay Thai era una de sus muchas pasiones, y cuando se le presentó la oportunidad de documentar las peleas de Muay Thai, no lo pensó dos veces y pasó el mejor momento de su vida haciéndolo. Aga viajó mucho durante su vida en el sudeste asiático, vivió muchas aventuras y conoció a mucha gente fascinante. Finalmente, unos años más tarde, su viaje la llevó a Indonesia y Sudáfrica.

La pasión de Aga por la fotografía y los viajes se comparte con su amor por la ciencia, ya que pasa la mayor parte de su tiempo tratando de curar a las personas y al planeta. Aga apoya activamente los movimientos de derechos humanos, la protección del medio ambiente y los esfuerzos de conservación.

Las tareas de Aga implican tanto trabajo independiente como colaboraciones con varias ONG. Además, su objetivo es retratar a las personas que fotografía de la manera más poderosa y significativa posible y, al mismo tiempo, marcar la diferencia en las comunidades que conoce.

Huaorani | Los fantasmas del Yasuní

En lo profundo de la impenetrable selva de la Amazonía ecuatoriana vive el pueblo Huaorani (Waorani). Los Huaorani son el grupo indígena contactado más recientemente en Ecuador. Fueron abordados por primera vez a fines de la década de 1950 por misioneros y trabajadores petroleros estadounidenses, lo que en última instancia condujo a una continua explotación petrolera, desplazamiento territorial y colonización cultural. Hoy en día, unos 2.000 huaorani viven en la selva amazónica, incluidas cuatro comunidades “aisladas”.

Los huarani tradicionalmente vivían como cazadores-recolectores nómadas en pequeños asentamientos de clanes. Hoy en día, los huarani viven en un entorno más permanente y continúan su vida de cazadores-recolectores como lo hicieron sus antepasados: cazando monos y pecaríes con pesadas cerbatanas de cuatro metros de largo y flechas bañadas en curare , pescando y cultivando campos.

Anaconda y jaguar

Los ancianos de la tribu asumen la responsabilidad crucial de salvaguardar la tribu y su entorno ancestral contra amenazas externas, incluida la explotación petrolera y la colonización cultural. Con dedicación inquebrantable, trabajan incansablemente para mantener estos peligros a raya, asegurando que la tribu y sus ricas tradiciones florezcan durante muchos años.

Los ancianos de la tribu son figuras de autoridad, fuentes de sabiduría y conocimiento, y guardianes contra amenazas externas, protegiendo a la tribu y su entorno ancestral de hilos externos. A medida que pasa el tiempo, los guerreros mayores pasan del camino de la anaconda al del jaguar. Y cuando llega el momento, el Jaguar regresa a la selva, uniéndose a sus antepasados y convirtiéndose en el fantasma del Yasuní.

La Reserva de la Biosfera Yasuní está ubicada en la alta cuenca del Amazonas. La Reserva de la Biosfera Yasuní es una de las zonas con mayor biodiversidad por metro cuadrado del planeta. El 99,73% de la reserva de la biosfera está formada por vegetación natural original (1). Desde hace muchos años, el Parque Nacional Yasuní vive un cambio radical. La exploración de las reservas de petróleo de la región ha amenazado muchas especies y hábitats nativos, así como el estilo de vida del pueblo indígena Huaorani (2). El 20 de agosto, los ecuatorianos votaron en un referéndum histórico para detener el desarrollo de todos los nuevos pozos petroleros en el Parque Nacional Yasuní en el Amazonas, trayendo esperanza para preservar la cultura única de los Huaorani y su hogar ancestral: Yasuní.

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David du Chemin

Llevo más de 30 años haciendo fotografías y realizando tareas humanitarias, talleres y trabajo personal en más de 50 países de los siete continentes. En 2009 escribí Within The Frame , un libro que se ha convertido (para mi gran sorpresa) en un texto fotográfico clásico. Desde entonces, he visto a Within The Frame y otros ocho libros sobre este oficio convertirse en bestsellers en una docena de idiomas en todo el mundo. Como, duermo y respiro la vida creativa y fotográfica, pero mi gran pasión y vocación es transmitirla a los demás y ver a personas como tú hacer las mejores fotografías de tu vida. Las mejores fotografías no las hacen las cámaras, sino los fotógrafos dispuestos a utilizarlas como herramientas para expresar su visión y creatividad de maneras cada vez más fuertes. Quiero ayudarte a hacerlo sin atajos, trucos ni equipos nuevos y costosos, y llegar al punto en el que ames tus fotografías más que el equipo con el que las tomas.

Saltando el inevitable momento en el que estoy caminando con mi lente de 600 mm y alguien me pregunta si estoy compensando algo, la respuesta generalmente es sí. Soy. Pero no es lo que piensas.

Después de mi último artículo sobre el ruido digital y los ISO altos, recibí una buena pregunta sobre el uso de la compensación del valor de exposición (o “compensación EV”), y este me pareció un momento tan bueno como cualquier otro para intentar aclararlo para aquellos que tienen dificultades. para entender el concepto. Puedes volver más tarde a reírte de lo que implica sobre mí el tamaño de mis lentes muy largos.

Hay muchas maneras de llegar a una exposición que haga lo que usted quiere que haga. Siempre puedes disparar en Manual de la manera que Dios planeó cuando inventó la cámara (¡estoy bromeando!), o puedes usar uno de varios modos de programa o automáticos diferentes. De estos, los fotógrafos más serios utilizarán la prioridad de apertura (normalmente A o AV) o la prioridad de obturación (normalmente TV para valor de tiempo o S para obturador) debido al control que ofrecen estos modos.

La prioridad de apertura le permite elegir la apertura, permitiendo que la cámara determine la velocidad de obturación. La prioridad de obturación le permite elegir la velocidad de obturación y la cámara elegirá la apertura. Pero hay otra manera de dejar que la cámara tome algunas de sus decisiones: permaneciendo en el modo Manual y seleccionando la apertura y la velocidad de obturación deseadas, pero dejando que la cámara elija su ISO.

Todas estas formas de disparar tienen sus ventajas. En el transcurso de un año, los uso todos según las circunstancias, cómo quiero que se vea mi fotografía y qué tan rápido puede cambiar la luz. Sin embargo, la mayor parte del tiempo disparo en modo Manual, controlando la velocidad de obturación y la apertura, pero usando ISO automático para permitir que la cámara elija el ISO

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Si alguna vez ha tenido dificultades para comprender la compensación del valor de exposición (o nunca la ha utilizado), esto podría resultarle útil. Pon el café y relájate un rato.

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Khashayar Kouchpeydeh
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Alex Shuper

por mí. Por el bien de esta conversación, realmente no importa; Lo que importa es que si permites que la cámara tome incluso una de esas decisiones por ti, debes tener una manera de decirle a la cámara que oscurezca o aclare un poco la imagen según tus necesidades, o la cámara te dará promedias todo el tiempo. Y el promedio suele ser aburrido y no es lo que quiero.

¿Pero no puedes simplemente cerrar un poco la apertura? ¿Quizás pasar de f/2.8 a /5.6 y oscurecer las cosas? ¿O tal vez reducir el obturador de 1/500 a 1/250 para aclarar la imagen? No, no puedes. Quiero decir, sí, puedes, pero esos cambios (en cualquier modo automático, incluido Auto ISO) no harán lo que esperabas. El valor de exposición (la cantidad total de luz que incide en el sensor o la película) seguirá siendo el mismo. La cámara cree que necesitas X cantidad de luz. Abrir o cerrar la apertura (usando la prioridad de apertura) solo cambiará la velocidad de obturación para brindarle el mismo valor de exposición. Si estás en modo Manual usando ISO automático, la cámara seguirá cambiando el ISO sin importar lo que hagas con la apertura o la velocidad de obturación porque intenta darte el mismo valor de exposición.

Si solo quieres que la cámara aclare o oscurezca la imagen y estás en modo automático, necesitas una herramienta diferente.

Ingrese "compensación de vehículos eléctricos". Usar la compensación EV significa decirle a la cámara: "Oye, estás cerca de esa exposición, pero para esta foto, realmente quería que las cosas fueran 3 pasos más oscuras". O 2 paradas más ligero. Lo que sea. La compensación EV le ofrece una forma de cambiar la exposición objetivo de la cámara. En lugar de darle una exposición promedio, puede decirle a la cámara que se oscurezca o se aclare.

Un ejemplo. Estoy disparando hacia el sol y hay una silueta de león en el horizonte. Elegí una apertura estrecha de f/16 para que tanto el león como el sol poniente estén enfocados. Estoy en modo de prioridad de apertura y la cámara decide que una velocidad de obturación de 1/500 es perfecta. Pero cuando miro la imagen resultante, es demasiado brillante. Cierra la apertura a f/22, ¿verdad? Pues no, porque la cámara bajará la velocidad de obturación a 1/250: diferentes

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Bahador

ajustes, mismo valor de exposición. La exposición general resultante no cambiará porque no le he dicho a la cámara que quiero las cosas más oscuras, por lo que piensa que solo quiero más profundidad de campo sin cambiar el valor de exposición total. Aquí es cuando usas la compensación EV. Configure la compensación EV en -3 paradas (o lo que sea) y ahora la imagen será más oscura. Lo contrario es cierto: configura la compensación EV en +3 (o lo que sea) y le estás diciendo a la cámara que la haga más brillante.

Al disparar en modos automáticos sin compensación EV, no tendríamos forma de decirle a la cámara que nos dé un resultado diferente, ya sea más claro o más oscuro.

¿Por qué disparo como lo hago? ¿Por qué no simplemente pasar al modo de prioridad de apertura o manual completo? Pude. Todos tenemos nuestras preferencias. Pero en mi caso, la mayor parte del tiempo quiero elegir tanto la apertura como la velocidad de obturación; Tienen un efecto más directo sobre el aspecto de la fotografía. ¿YO ASI? Mucho menos. Por eso disparo en el llamado modo Manual, pero uso Auto ISO, que tiene un efecto menor en el aspecto de la imagen. Cambiar mi velocidad de obturación de 1/1000 a 1/100 podría inutilizar la imagen si tengo un sujeto en movimiento o uso una lente más larga. Cambiar mi apertura de f/1.8 a f/22 puede cambiar drásticamente mi profundidad de campo y disminuir el ambiente de ese fondo suave. ¿Pero cambiar mi ISO? Para

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Jingxi Lau
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Me gusta estar lo más concentrado posible en el momento, lo que significa jugar con la menor cantidad de botones y diales. Con el tiempo, me decidí por este enfoque como el más fuerte e intuitivo para mí: una manera de dejar que la cámara me lleve al estadio con mi exposición sin que yo entregue las riendas a las cosas importantes...

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Hamid Mohammad Hossein Zadeh Hashemi
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el trabajo que hago, normalmente no importan tanto los efectos de velocidades de obturación y aperturas específicas.

Me preocupo mucho más por la velocidad de obturación y la apertura que por el ISO. Esas son las dos configuraciones que quiero saber que no cambian por todos lados. Pero deje que mi ISO flote y sea la configuración que tome el relevo, y sabré cómo se verán mis fotografías en términos de movimiento y profundidad de enfoque. Y como tengo la rueda giratoria en la parte posterior de mis cámaras configurada para controlar mi compensación EV, es muy sencillo aclarar o oscurecer las cosas con solo el pulgar.

Me gusta estar lo más concentrado posible en el momento, lo que significa jugar con la menor cantidad de botones y diales. Con el tiempo, me decidí por este enfoque como el más fuerte e intuitivo para mí: una manera de dejar que la cámara me lleve al estadio con mi exposición sin que yo entregue las riendas a las cosas importantes, y usando la compensación EV para Controlar más estrictamente mis exposiciones con un giro del pulgar. Un poco más claro, un poco más oscuro. Esto es especialmente útil cuando la luz sigue cambiando y trato de no sobreexponer mis luces. Mantenga los parpadeos encendidos, mire el histograma en todo momento y es principalmente un cambio que necesito hacer (suponiendo que no quiera cambiar repentinamente la velocidad de obturación o la apertura por razones creativas o estéticas).

Intentalo. Esa es la mejor manera de ver de qué estoy hablando. Configure la cámara en modo de apertura (y por ahora, no en ISO automático) y colóquela justo en el medio en f/8. Toma un trago. Lindo. Ahora abra la apertura a f/2.8 y la cámara cambiará la velocidad de obturación. Sin embargo, la exposición se verá igual en términos de qué tan clara u oscura sea (siempre que midas desde el mismo lugar y la luz no cambie). Ahora averigüe dónde está su compensación por vehículos eléctricos. De forma predeterminada, suele ser una combinación de girar un dial y presionar un botón con este símbolo: +/-

En caso de duda, busque en Google el modelo de su cámara y la compensación EV. Ahora deje la apertura donde estaba (o la velocidad de obturación en Prioridad de obturación) y mueva la compensación EV hacia arriba y hacia abajo. La cámara aclara o oscurece la imagen. Ahora lo sabes. Es una herramienta simple pero poderosa si desea un mayor control sobre su exposición. Junto con Auto ISO, le brinda ese control sin cambiar también lo que la velocidad de obturación afecta al movimiento y la apertura a la profundidad de enfoque.

No estoy recomendando una forma u otra de disparar, pero espero que esto le dé una idea de cómo cambiar esa exposición general cuando usa los modos automáticos. Algunas notas finales. Recuerda que si estás en modo Manual y no utilizas Auto ISO, la compensación EV no hará nada. No lo necesitas porque la cámara cree que lo estás haciendo todo tú mismo con el obturador, la apertura y el ISO. Probablemente también sea útil saber que ISO automático le permitirá establecer parámetros (como un ISO máximo), lo cual querrá hacer si hay ISO más allá de los cuales preferiría no disparar.

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Daniel Kordan p Especial Vietnam

Vietnam es un país situado en el sudeste asiático, conocido por su rica historia, cultura vibrante y hermosos paisajes. Aquí hay algunos puntos destacados sobre Vietnam:

Ubicación geográfica: Vietnam comparte fronteras con China al norte, Laos al noroeste y Camboya al suroeste. Tiene una extensa costa a lo largo del mar de China Meridional.

Historia: Vietnam tiene una historia rica y compleja, marcada por luchas por la independencia y conflictos, especialmente la Guerra de Vietnam (1955-1975) en la que Vietnam del Norte luchó contra Vietnam del Sur, apoyado por los Estados Unidos. El país finalmente se unificó en 1976.

Cultura: La cultura vietnamita es una mezcla única de influencias chinas, francesas y locales. La cocina vietnamita es famosa por sus sabores frescos y equilibrados, con platos como la phở (sopa de fideos de arroz) y el bánh mì (bocadillo vietnamita) siendo conocidos internacionalmente.Terrazas de arroz en las montañas del norte: Las regiones montañosas del norte, como Sapa y Mu Cang Chai, son famosas por sus impresionantes terrazas de arroz. Estos paisajes escalonados muestran un trabajo agrícola ingenioso y crean vistas espectaculares, especialmente durante la temporada de siembra y cosecha.

Vietnam cuenta con una variedad de paisajes impresionantes, desde las terrazas de arroz en las montañas del norte hasta las hermosas playas a lo largo de la costa central. La bahía de Ha Long, con sus miles de islas de piedra caliza, es un sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Bahía de Ha Long: Una de las maravillas naturales más famosas de Vietnam, la bahía de Ha Long es conocida por sus miles de islas de piedra caliza que se elevan majestuosamente desde las aguas. Las formaciones rocosas, algunas de las cuales albergan cuevas y grutas, crean un paisaje único y surrealista.

Delta del río Mekong: En el sur de Vietnam, el delta del río Mekong es una extensa red de ríos, arroyos y canales que serpentean a través de exuberantes paisajes verdes. Esta región es conocida por sus mercados flotantes, campos de arroz y frondosos huertos de frutas tropicales.

Playas espectaculares: A lo largo de la extensa costa de Vietnam, encontrarás hermosas playas. Phan Thiet y Mui Ne son conocidos por sus dunas de arena, mientras que Nha Trang es famoso por sus aguas cristalinas y su animada escena turística. La isla de Phu Quoc, en el suroeste, también es conocida por sus playas vírgenes.

Ciudades históricas: Ciudades como Hoi An y Hue ofrecen una visión de la historia de Vietnam con su arquitectura antigua y encanto histórico. Hoi An, en particular, es famosa por su bien conservado casco antiguo, lleno de calles empedradas, linternas de colores y arquitectura tradicional.

Parques nacionales y reservas naturales: Vietnam alberga varias áreas protegidas, como el Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang, que es famoso por sus impresionantes cuevas, incluida la cueva más grande del mundo, Son Doong. Además, el Parque Nacional de Cat Ba en la bahía de Ha Long es hogar de una diversa vida silvestre y ofrece oportunidades para practicar senderismo y observación de aves.

Economía: Vietnam ha experimentado un rápido crecimiento económico en las últimas décadas, convirtiéndose en una de las economías de más rápido crecimiento en la región. La industrialización y el aumento de las exportaciones han sido impulsores clave de este crecimiento.

Vietnam atrae a numerosos turistas por sus atracciones culturales, históricas y naturales. Ciudades como Hanói y Ho Chi Minh son centros urbanos vibrantes, mientras que lugares como Hu ofrecen una visión de la historia imperial del país.

Religión: La religión principal en Vietnam es el budismo, con una influencia significativa de tradiciones chinas y folclóricas locales. También hay comunidades que practican el catolicismo, el islam y otras religiones.

Esta diversidad de paisajes hace que Vietnam sea un destino único, ya que los visitantes pueden experimentar desde la majestuosidad de las montañas hasta la serenidad de las playas, todo en un solo país.

En resumen, Vietnam es un país fascinante con una rica historia, una cultura diversa y paisajes impresionantes. Su desarrollo económico y la apertura al turismo han contribuido a que sea un destino cada vez más popular en el sudeste asiático.

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Alexander Sviridov es un fotógrafo de Toronto, Canadá. Sus fotografías son reconocidas mundialmente y ha ganado múltiples premios internacionales de fotografía.

Inicialmente estudió diseño artístico en Rusia y, con el paso de los años, desarrolló una pasión por la fotografía. Su estilo preferido es la fotografía artística, donde combina el arte de los viejos maestros con ideas surrealistas para crear verdaderas obras maestras de arte fotográfico únicas y reconocibles. Siempre está ansioso por encontrar ideas nuevas y creativas para proyectarlas en sus obras de arte. Su hija menor es la inspiración y el tema de muchas de sus obras de arte.

Alexander es otro de los viejos Moldeadores de la luz que nunca mueren, era muy conocido en la desaparecida red social de fotografía creada por Guendy.

Es uno de los fotógrafos más premiados en WPEawards Internacional Photography, algunos de estos trabajos se muestran hoy en nuestras páginas, y continuarán en próximos números.

Es fascinante que todas tus fotografías sigan un estilo surrealista inspirado en artistas y movimientos artísticos históricos, especialmente el período del Renacimiento. El Renacimiento fue una época destacada por su enfoque en el humanismo, el realismo y la búsqueda del conocimiento. Su trabajo se basa en este período, así pues, incorpora elementos como la anatomía detallada, la perspectiva, y quizás la mitología clásica que eran características distintivas de la época.

El surrealismo, por otro lado, se caracteriza por la combinación de elementos inconexos de una manera irracional y onírica. Sus fotos fusionan estos dos estilos, trascendiendo en obras de arte visualmente intrigantes y conceptualmente ricas.

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El retrato femenino

El arte del retrato femenino es una expresión única que captura la esencia, la belleza y la personalidad de la mujer a través de diversos medios artísticos. Desde la pintura hasta la fotografía, la creación de un retrato femenino implica la habilidad de transmitir no solo la apariencia física, sino también la profundidad emocional y la singularidad de la modelo. Aquí hay algunas pautas para redactar sobre el arte del retrato femenino:

El retrato femenino ha sido una forma artística venerada a lo largo de la historia, brindando a los artistas la oportunidad de explorar la diversidad de la feminidad a través de la expresión visual. Desde las obras maestras clásicas hasta las representaciones modernas, el arte del retrato femenino continúa evolucionando, capturando la esencia de la mujer en diferentes contextos y perspectivas.

El rostro de la mujer es un lienzo emocional que refleja una rica paleta de sentimientos. La habilidad de un artista para capturar la expresión facial con detalle y sensibilidad es fundamental en el retrato femenino. Desde la serenidad hasta la intensidad, la expresión facial se convierte en el vehículo que transmite la narrativa emocional de la mujer retratada.

El arte del retrato femenino se enriquece al celebrar la diversidad en todas sus formas. La representación de mujeres de diferentes edades, razas, tallas y experiencias contribuye a la creación de un retrato femenino más inclusivo y auténtico. Cada mujer es una obra maestra única digna de ser capturada y celebrada.

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El Lago Baikal, Kamchatka y Yakutia

El lago Baikal se encuentra en Siberia, Rusia. Es el lago de agua dulce más profundo del mundo y también el más antiguo, con una edad estimada de 25 millones de años.

Dimensiones: Es extremadamente grande y profundo, con una longitud de aproximadamente 636 kilómetros y una profundidad máxima de alrededor de 1,642 metros. Contiene alrededor del 20% del agua dulce no congelada en la superficie de la Tierra.

Importancia ecológica: El lago Baikal es conocido por su biodiversidad única, albergando numerosas especies endémicas que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo, como el sello de Baikal y el omul, un tipo de salmón.

Protección: El lago Baikal ha sido designado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y es considerado uno de los lugares más prístinos y valiosos desde el punto de vista ambiental en el mundo.

Kamchatka es una península volcánica situada en el extremo oriente de Rusia, en la región del Lejano Oriente. Limita al norte con el estrecho de Bering y al sur con el mar de Ojotsk.

Geografía: La península es conocida por su paisaje impresionante, dominado por una cadena montañosa y una gran cantidad de volcanes, algunos de los cuales están activos. El volcán Klyuchevskaya Sopka es el más alto de Eurasia.

Biodiversidad: Kamchatka alberga una variedad única de flora y fauna, incluidos osos pardos, zorros, linces y aves migratorias. Sus aguas también son ricas en vida marina.

Parque Natural: Gran parte de Kamchatka está protegida como reserva natural y parque nacional. El Parque Nacional de Kluchevskoy, por ejemplo, preserva una parte significativa de la cadena montañosa y algunos de los volcanes más altos.

La República de Sajá, también conocida como Yakutia, es una entidad federal de Rusia ubicada en el noreste de Siberia. Aquí hay algunos puntos clave sobre

Yakutia:

Yakutia

Es la república más grande de Rusia y está ubicada en la región de Siberia Oriental y el Lejano Oriente. Limita con el océano Ártico al norte y con varias otras entidades federativas rusas.

La región tiene un clima extremadamente frío, con inviernos largos y muy fríos. Es conocida por tener algunas de las temperaturas más bajas registradas en el hemisferio norte, algunos de sus ríos como el Tirehti no tienen tiempo para descongelarse ni en verano

A pesar de ser la república más grande en términos de área, tiene una baja densidad de población. La capital de Yakutia es Yakutsk, una de las ciudades más frías del mundo.

Cultura y Pueblo Yakuto: La cultura yakuta es única y está influenciada por las condiciones climáticas extremas de la región. Los yakutos son el grupo étnico más grande en Yakutia, y tienen sus propias tradiciones, idioma y estilo de vida.

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Recursos Naturales: Yakutia es rica en recursos naturales, incluyendo diamantes, oro, petróleo y gas. La extracción de diamantes es especialmente importante en la economía de la región.

Parque Nacional de Lena: La región alberga el Parque Nacional de Lena, un sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO debido a su impresionante paisaje natural, que incluye bosques, montañas y el río Lena.

Independencia: Yakutia es conocida por su apoyo a la independencia durante el colapso de la Unión Soviética, aunque actualmente es una entidad federal dentro de la Federación Rusa.

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Otoño en Kibinah

“Хибины” (Kibinah) en ruso, se traduce como “Híbinas” en es”pañol. Las Híbinas son una cadena montañosa ubicada en la península de Kola, en el noroeste de Rusia, cerca de la ciudad de Murmansk. A continuación, algunos puntos clave sobre las Híbinas:

Estas montañas se encuentran en la región de Murmansk, en la península de Kola, que se extiende hacia el norte del Círculo Polar Ártico.

La región tiene un clima subártico con inviernos largos y fríos. A pesar de las condiciones climáticas extremas, las Híbinas son conocidas por su belleza escénica.

Actividades: La zona de las Híbinas es popular entre los amantes del esquí, el senderismo y otras actividades al aire libre. Hay estaciones de esquí y rutas de senderismo que permiten a los visitantes disfrutar de la naturaleza y las vistas panorámicas.

Recursos Naturales: La región de las Híbinas es rica en recursos minerales, incluyendo depósitos de apatita, que es una fuente importante de fosfatos.

Ciudades Cercanas: La ciudad más cercana a las Híbinas es Apatity, que sirve como un centro regional en la región de Murmansk.

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Clemente Bernad

Pamplona, 1963

Licenciado en Bellas Artes en la Universidad Central de Barcelona, desde 1986 trabaja como fotógrafo profesional independiente colaborando con varios medios de comunicación y con diferentes O.N.G.s ya que si algo sobresale de su trabajo es la carga social de sus instantáneas, en las que busca siempre el rostro del desfavorecido, sin caer en el sensacionalismo. En 1985 recibió una de las ayudas a la Creación Artística del Gobierno de Navarra lo que dio un importante empuje a su carrera.

Entre sus principales trabajos destaca la serie Jornaleros, en la que aborda la vida y la problemática de los campesinos temporeros andaluces con imágenes sobre zonas como El Ejido. Otros trabajos importantes han sido un especial sobre Ritos funerarios del País Vasco, otro sobre Chiapas tras la revolución o la serie No woman's land (Mujeres sin tierra), un reportaje sobre la situación de las mujeres Saharauis en los campos de refugiados del sur de Argelia. Fue uno de los fotógrafos que participó en el proyecto Pobres de nosotros, sobre la pobreza en Europa con el tema Juventud marginada, en el que mostraba duras imágenes de enfermos de sida, las cárceles y la marginalidad en general. En los últimos meses ha realizado un amplio trabajo documental sobre el conflicto político y social en Euskadi. Sus fotografías se expusieron en el Museo de Navarra en 1986 y desde entonces han recorrido diversas salas. En el año 2000 formó parte de Photo España. "Mi interés por la fotografía se basa en dos puntos esenciales: por un lado, acercarme y vivir los acontecimientos que afectan a la vida de las personas, ser testigo cercano e intentar dejar una pequeña huella de cómo las personas de hoy sienten la vida y, por otro, intentar expresarlo con una mirada personal y de una forma visualmente interesante", explica él mismo sobre su trabajo.

Amigo del gran Koldo Chamorro, Clemente Bernad forma parte de esa especie de fotógrafos que no da su brazo a torcer y que muestra la realidad sea punzante o políticamente incorrecta sin echarse un paso atrás, como es en el caso de este y de otros trabajos como "Basque chronicles" (un duro trabajo sobre el conflicto político vasco) o "Donde habita el recuerdo" (su último trabajo sobre la memoria de los republicanos olvidados y enterrados en fosa comunes tras la Guerra Civil) donde tuvo bastante problemas para que fuera financiado su libro).

Posiblemente uno de los fotógrafos documentales más interesantes, honestos y comprometidos que tenemos desde hace muchos años en España.

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