"Todos compatíamos ese sueño de la educación como medio de transformación"

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34 ESCUELA Núm. 3.907 (898)

26 de mayo de 2011

Entrevista JOSÉ MARÍA MARAVALL. EXMINISTRO DE EDUCACIÓN

“Todos compartíamos ese sueño de la educación como medio de transformación” sino que pudieran ser absorbidos por escuelas particularmente reforzadas con medios adicionales. Estos tres programas iban muy dirigidos a ese objetivo de aumentar la igualdad de oportunidades

MANUEL MENOR CURRÁS

¿Cómo ves el pasado de estos 70 años? ¿En qué hemos cambiado? Si hablamos de 70 años, ha cambiado todo de arriba a abajo. Estamos hablando de una España en que un 50% de la población se dedicaba a la agricultura, vivía en condiciones de pobreza, de una España que tenía una renta per cápita de 300 dólares y que ahora tiene 30.000. O sea, que hay una diferencia entre aquel país y este. Eso no significa que no haya cosas profundas que necesiten cambios radicales. En lo que se refiere a la educación –que es lo que más interesa a ESCUELA–, era un país con un analfabetismo masivo, un país en el que el control por parte de fuerzas oscurantistas era muy fácil y muy poderoso, precisamente por ese bajo nivel educativo y por la extensión del analfabetismo. Ahora es un país que tiene problemas importantes, pero es un país cuyos niveles de educación se corresponden con los que cabe esperar en una democracia avanzada. Hace 29 años, tu entrada en el MEC contribuyó a muchos de esos cambios. ¿Qué considerabas urgente? Era una situación en que había que empezar casi desde cero en muchas cosas. Tras la Constitución del 78, no se había aprobado ninguna ley que la desarrollara. En lo que se refiere a medios materiales, un programa de inversiones bastante fuerte a cargo de “los pactos de La Moncloa”, solo se había traducido en construcciones muy frágiles, de costoso mantenimiento... En medio de todo eso, lo que a mí más me importaba era que la educación seguía siendo extraordinariamente desigual. Las probabilidades que tenían un chico o una chica de pasar

FOTO: TERESA RODRÍGUEZ

En el 70º aniversario de ESCUELA, José Mª Maravall (Madrid, 1942) es un testigo ideal para hacer memoria. Con un extraordinario currículum de docencia, investigación y publicaciones, tanto en nuestro país como en algunas de las más prestigiosas universidades de EEUU y del Reino Unido –accesibles en Internet–, ha sido responsable principal, además, de algunos de los cambios más relevantes producidos en el sistema educativo español. Tres leyes principales le son deudoras: la Ley de la Ciencia, la LRU y la LODE, además de que cuando se fue del MEC en 1988, después de seis años de gestión, dejó muy abonado el terreno con experiencias reformadoras, de las que derivarían algunas de las novedades más incuestionables de la LOGSE ya en 1990. Los pertenecientes a aquella generación de profesores ilusionados con la enseñanza serán quienes mejor sepan valorar estas declaraciones suyas, las primeras a que accede desde entonces acerca de asuntos educativos.

“Me arrepiento, sobre todo, de lo que dejé sin hacer. Por ejemplo, de no haber establecido mecanismos que evitaran los fraudes de ley que se han hecho con la LODE” de unos niveles a otros dependían extraordinariamente de su origen social. Había una desigualdad de oportunidades muy profunda. Por eso, los tres principales objetivos eran constitucionalizar el sistema, invertir recursos en una educación que era muy pobre y promover una igualdad de oportunidades que no existía. ¿Con qué medios contabas? Contaba con una esperanza grande: lo que la ciudadanía española esperaba del primer Gobierno socialista monocolor de la historia era que hiciera algo importante en educación. El Partido Socialista había hecho una promesa muy importante en este ámbito, que desde luego asumía Felipe González. En la presentación de aquel programa dijo que le gustaría que su Gobierno fuera recordado sobre todo por su actuación en materia educativa. Todos compartíamos ese sueño de la educación como medio de transformación. Era, además, un sueño compartido por multitud de

profesores en los colegios e institutos; por muchísimas personas con las que trabajé y que trabajaron conmigo en ese proyecto. Y contaba también con un respaldo grande por parte del Gobierno, sobre todo de su presidente. En un momento de gran crisis económica, que duró 12 años, desde 1973 hasta 1985 –con un déficit público muy grande y con una inflación muy considerables–, mientras que el gasto público se contuvo con una política de austeridad muy fuerte, la educación en cambio fue muy bien tratada durante los cinco primeros años, los de mayores dificultades económicas. Las dificultades en Educación se notaron en 1986, cuando la economía empezó a remontar. ¿De qué actuaciones principales estás más contento? Te decía hace un rato que me preocupó mucho desde el primer momento la desigualdad de oportunidades. Por eso inicié programas que intentaran rectificarla. Ya antes de la

aprobación de la LODE –ley en la que empecé a trabajar desde el comienzo–, llevé a cabo tres programas en los que me impliqué mucho. En primer lugar, un programa de educación compensatoria, que se basó en un Real Decreto que presenté en Extremadura, luego en Sevilla, en el Polígono Sur, y lo conté también en zonas rurales de Asturias y otras muchas partes con colectivos particularmente necesitados de respaldo educativo. Luego, llevé a cabo una reforma muy radical del programa de becas. Antes no se daban en función de la escasez de medios de los candidatos; entonces, las concentré mucho en estudiantes que tuvieran necesidades económicas para poder seguir avanzando en la educación. El Decreto sobre becas –en el que colaboró una persona muy relevante como Julio Carabaña– me importó mucho. Y, finalmente, me preocupé por la integración escolar de niñas y niños que tuvieran especiales deficiencias, lo que significaba que no vivieran en guetos de exclusión,

¿Qué modificarías de lo hecho en aquellos años? Me arrepiento, sobre todo, de lo que dejé sin hacer. En aquel momento, cuando se aprobó la LODE –y cuando se aprobaron también estos programas de que te acabo de hablar–, no se habían producido apenas transferencias educativas a las comunidades autónomas. Existían transferencias al País Vasco, a Cataluña y a Galicia. Pero, a partir de entonces hubo una extensión de competencias en este ámbito a todas las comunidades autónomas, de forma que las 17 empezaron a gestionar la educación y al Ministerio le quedaba muy poca coordinación. Eso lo tenía yo que haber anticipado: debía haber creado en la LODE mecanismos que hubieran prevenido fraudes de ley. Los gobiernos del PP infringen criterios respecto a la gratuidad de la enseñanza en centros concertados –que es la razón de ser de la LODE–; respecto a la equiparación de centros concertados y centros públicos en una red integrada de centros con titularidad distinta que aseguren el servicio público de la enseñanza, y en relación con los criterios de admisión de alumnos. Ahora, por ejemplo, están anunciando a bombo y platillo que quieren eliminar el requisito de proximidad de domicilio a los centros... Lo que siempre ha guiado al PP no es que las familias o los alumnos elijan dónde quieren estudiar, sino que sean los directores de los centros quienes elijan a sus alumnos, promover una selección que, a mi juicio, va contra la Constitución y, desde luego, contra mis principios. Evitar eso es algo que debería haber anticipado en la LODE. ¿Qué mecanismos se debieran haber previsto? La LODE debía haberse garantizado –siendo como es una Ley Orgánica– con una Alta Inspección en todas partes. Hay competencias constitucionales recogidas en todos los estatutos de las distintas comunidades, pero también debe existir una política educativa del Gobierno de España. En las elecciones generales se respalda un programa que tiene que poder ser desarrollado; además, hay leyes orgánicas que tienen que ser cumplidas. Y, además de la Alta Inspección, también debía haber clarificado programas de carácter federal con financiación finalista, para conseguir objetivos sobre los que el Gobierno de España tiene responsabilidades constitucionales. Desde luego, no es posible que el Ministerio sea una especie de UNESCO que vive en un lugar situado o en París o en las nubes; en todo caso, algo leja-


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