Brigada 21 t2 n11

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BRIGADA 21 Publicación trimestral

DICIEMBRE 2014 TOMO 2 NÚMERO 11 DEPÓSITO LEGAL CO-1629-2006 ISSN 1888 - 329X EDITA: Asociación Cultural Audiovisual y Cine-Fórum FORAJIDOS

ANTONIO URBANO TORRES, PASIÓN POR LOS ESCENARIOS Hay personas que parecen estar predestinadas al mundo artístico. Aunque su desarrollo académico y profesional, esté alejado del arte, su pasión artística les mueve a asumir diferentes roles, dentro de esas máquinas de fabricar sueños que son el cine y el teatro. En Montilla, tenemos casos significativos de todo lo anterior. Si nuestro amigo Juan Carlos Rubio, que comenzó con la interpretación, es actualmente un autor teatral consagrado, que recibe el reconocimiento unánime, a su labor y obra, y que explora nuevos desafíos en la dirección teatral, otro paisano nuestro, Antonio Salas Tejada, también está recogiendo premios y elogios a su labor de autor, y se ha lanzado a la dirección del Grupo de Teatro La Cepa. Pues bien, a los ejemplos anteriores, viene a sumarse un nuevo nombre: Antonio Urbano Torres. Conocimos a Antonio, cuando a través del colectivo Delicious Inc., pusieron en marcha el rodaje de la película “My name is not Bond, James Bond”, la idea de unos amigos del Instituto Inca Garcilaso, de pasarlo bien rodando cine, que acabó convertida en una trilogía, que se estrenó en el Teatro Garnelo. Ahora, la noticia del estreno en Valdemoro (Madrid), de la obra de teatro “La posadera” de Carlo Goldoni, adaptada y dirigida por Antonio Urbano, nos ha permitido retomar el contacto con él, y compartir con todos vosotros, nuestros lectores, las reflexiones que Antonio ha realizado para la revista. Así pues, os dejamos con sus palabras, y aprovechamos para felicitarle por ese estreno, deseándole lo mejor en su trayectoria artística. JMRC

REFLEXIONES Lo primero que “creé” (perdón por lo pretencioso de la palabra) no fue cine ni teatro, fueron historias, y empecé muy pequeñito. Fue en primero de bachillerato, la verdad es que no recuerdo por qué, cuando se me ocurrió adaptar una de esas historias y rodar El Gato Negro, un corto que ni se veía ni se oía y que ha de permanecer oculto porque me da muchísima vergüenza. Por alguna razón, tanto mis amigos como yo acabamos muy orgullosos de nosotros mismos y decidimos, al verano siguiente, grabar un largometraje. El resultado fue la primera parte de My name is not Bond, James Bond, que dirigí con Ignacio Ruz, y que al menos ya se veía y se oía. Esa ya la estrenamos en el Teatro Garnelo y, bueno, el resto de la historia ya la conocéis. Desde 2006 hasta 2010, Ignacio, mis amigos y yo grabamos las otras dos partes de la trilogía. Entre la segunda y la tercera parte, esta vez solo, en mi colegio mayor de Granada rodé Telón, una película de terror en blanco y negro. Las cuatro películas las rodamos con cero medios, con actores aficionados, y con guión propio. Y mi andadura en el cine, de momento, terminó ahí. Fuimos siempre aprendiendo y mejorando de forma autodidacta, a base de intuición, por un lado, y de observar la reacción del público a lo que hacíamos, por otro. Lo que en Montilla todavía no se ha visto es lo que he hecho en teatro. Y es que mientras estaba dirigiendo estas películas, también estaba actuando y dirigiendo teatro en Granada. La prime-


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ra película la terminamos en 2006, que fue cuando empecé a estudiar en Granada. En mi colegio mayor había un grupo de teatro y, como me había gustado bastante actuar para la cámara, me presenté a un casting para la obra que iban a hacer ese año. Y me cogieron. Yo nunca me había subido a un escenario para actuar, y la verdad es que fue una sensación impresionante. El subidón de adrenalina, los nervios y, sobre todo, el notar que el público responde a lo que haces, me gustó muchísimo. Al año siguiente, en mitad de los ensayos de la siguiente obra, el director del grupo nos dejó tirados. Y como yo era la única persona del reparto que ya había dirigido algo, me tocó supervisar el resto del proceso de ensayos. Así fue, más por casualidad que por otra cosa, cómo empecé a dirigir teatro. A partir de entonces, todos los cursos dirigí y actué en una obra para el grupo (Viridiana Teatro). Para cuando me fui de Granada en 2012, había dirigido tres obras de teatro y dos montajes consecutivos (y con repartos distintos) de un mismo musical. En 2010, mientras estaba de Erasmus en Londres, también casi por casualidad, acabé dirigiendo y actuando en otra obra. Por lo tanto, aunque en Montilla sólo se han visto mis películas, a lo largo de los años yo he dirigido más teatro que cine. Lo que me gusta del teatro es que, comparado con la forma en la que nosotros rodábamos las películas, es un proceso mucho más gradual. Nuestras películas se rodaban con relativamente poca preparación: con lo que teníamos o podíamos comprar o hacer para decorados y vestuario, íbamos un día a la localización, grabábamos a

contrarreloj lo más rápido que podíamos, tachábamos la escena de la lista, y a la siguiente. Era mucho más frenético. La escritura del guión y el montaje eran más laboriosos, claro, pero la materia prima, el trabajo del actor y las imágenes que podíamos capturar, eran cosa de un momento. Luego, para mí, encajar el puzle de momentos es casi lo más interesante del cine, pero es un trabajo que

se hace más a solas. En teatro, el trabajo con los actores es una cosa más progresiva, vas viendo cómo ellos crecen en sus papeles, cómo la obra se va poco a poco haciendo realidad en directo, delante de ti y, sobre todo, el resultado es algo vivo, que cambia con cada función. No sólo porque los actores nunca hacen exactamente lo mismo, sino porque el público no responde siempre igual, y eso alimenta a la obra de forma diferente. En fin, lo cierto es que, los últi-

mos años que estuve estudiando Filología Inglesa en Granada, me di cuenta de que quería dedicarme al teatro. Y que, si quería que mis montajes fueran mejores, lo de ser sólo autodidacta ya no funcionaba. Me faltaba técnica, vocabulario, cultura teatral en general. Así que, cuando terminé la licenciatura, intenté entrar en la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD) de Madrid para estudiar Dirección de Escena. El primer año aprobé pero no entré (hay que pasar unas pruebas de acceso para conseguir una de las diez plazas al año que se ofertan para Dirección), pero ya el segundo año, sí. En una de las asignaturas de primer curso, Prácticas de Dirección Actoral, me tocó montar una escena de La Posadera. Y al terminar el trabajo, los actores con los que trabajé me propusieron que montara la obra entera. Yo decidí que era una oportunidad que no podía desperdiciar, y dije que sí. Era un reto, porque era la primera vez que iba a trabajar con actores que no eran aficionados, la primera vez que iba a dirigir algo en Madrid, la primera vez que no lo hacía por amor al arte, sino como un trabajo, la primera vez que iba a haber dinero en juego, pues lo financiábamos nosotros mismos, y la primera vez que hacía un montaje para un público más general y no tan específico como el universitario de mis obras anteriores. Así que yo me puse manos a la obra, aplicando las cosas que me habían enseñado en clase, estudiándome el texto de cabo a rabo, elaborando la tesis que yo quería transmitir con el montaje, la propuesta escénica, etc. Y con eso hecho, en agosto empezamos a ensayar. Ha sido una primera experiencia divertidísima, porque no


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nos lo hemos podido pasar mejor en los ensayos; muy enriquecedora, porque he aprendido muchísimas cosas de trabajar con actores profesionales; y dura, porque me he encontrado con bastantes dificultades que no me esperaba, sobre todo de producción y de gestión. El estreno fue el viernes 24 de este mes en el teatro Juan Prado de Valdemoro. Al ver la obra a través de los ojos del público, descubrí las cosas que funcionaban verdaderamente bien y las que no iban tan bien. Fue una experiencia valiosísima, y me dio mucha información para

seguir mejorando el montaje en los ensayos. La recepción fue bastante buena, la gente pasó un rato muy divertido y los actores salieron muy contentos, satisfechos con el trabajo y con muchas ganas de repetir las veces que se pueda. Yo me quedo con todo lo que he aprendido a lo largo de estos tres meses de ensayo, con las buenas vibraciones que nos transmitió el público y, sobre todo, con las ganas de seguir trabajando, aprendiendo y mejorando el montaje. Lo bueno del teatro es lo que he dicho antes, que es algo vivo, que se nutre de la

respuesta de la gente en cada función para seguir produciendo sensaciones nuevas. En cuanto al futuro del montaje, estamos deseando cerrar nuevas fechas en Madrid y fuera de Madrid. Mi deseo personal es poder llevarlo al Teatro Garnelo, y compartir mi trabajo en el teatro con la gente de Montilla. Me haría muchísima ilusión, tanto porque mis actores conozcan el sitio en el que he crecido como porque mi pueblo, que acogió con tanto cariño los estrenos de mis películas, pueda ver el camino por el que sigo.

MONTILLA EN EL CINE Ahora sí, os dejamos con una foto de la película “Guerreras verdes” (rodada en Posadas), y de como nuestro paisano “Paquitín”, que participó de extra, consiguió colar en la película, publicidad de Bodegas Alvear. En la foto, Sancho Gracia. JOSÉ PÉREZ MERINO

CURIOSIDADES MARÍA JOSÉ PÉREZ ORTIZ EXIGENTE Después de una de sus triunfales representaciones en Broadway a lleno completo, con ovaciones del público y altos elogios de la crítica, el famoso y desaparecido John Barrymore, descansaba sobre un mullido canapé en su habitación. -Después de la ovación de esta noche, comentó un amigo, llego a la conclusión de que ya has disfrutado de los mayores homenajes y nada puede quedarte por gozar en la vida. El actor, desperezándose, contestó sinceramente: -Lo he disfrutado todo, menos

una cosa. -¿Cuál?-preguntó el amigo. -No he tenido nunca la dicha de sentarme en una butaca de teatro para verme actuar a mí mismo. HOLLYWOOD Una estrella de Hollywood telefoneó a una amiga, y le dijo, con voz sollozante: -¡Acaban de notificarme que mi marido me ha pedido el divorcio! -¿Y eso tiene tanta importancia?-preguntó la amiga, tratando de consolarla. -No, desde luego. Pero lo que más me desespera es que mi

psiquiatra no está en la ciudad y ahora me encuentro con que no sé cómo debo reaccionar. NO ERA LO MISMO Brigitte Bardot, la popular BB, estaba un día de visita en casa de una amiga casada, cuando llegó el pequeño de la casa que volvía de la escuela. -Así me gusta, Pietro -dijo la madre, viendo tan sonriente al niño- veo que te gusta ir a la escuela. -No confundas, mamá (respondió encogiéndose de hombros) no es lo mismo ir que regresar.


CAMEOS JOSÉ PÉREZ MERINO

IMAGEN TOMADA DURANTE EL RODAJE DE “LLANTO POR UN BANDIDO”. ENTRE BUÑUEL Y BUERO VALLEJO, FRANCISCO RABAL, Y ENFOCÁNDOLOS CON UNA CÁMARA, CARLOS SAURA.

CONTENIDO BRIGADA 21 Antonio Urbano Torres, 1, pasión por los 2, 3 escenarios Montilla en el cine

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Curiosidades

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Cameos

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La viñeta de JKNO

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El cameo es una aparición de alguien conocido, que no destacado, del mundillo de la política, el corazón, o de cualquier cosa parecida. Ojo, no confundir el cameo con la aparición de Alfred Hitchcoch en la mayoría de sus películas. Eso es interpretación. José Luis de Vilallonga aparece en varias películas haciendo cameos, pero también interpreta en alguna de ellas, como por ejemplo la espectacular Desayuno con diamantes. El periodista de ABC, Cabanillas, hace un cameíto en Vacaciones en Roma, saludando a Audrey Hepbur. En otro plano, tenemos a la ex-ministra Carmen Calvo, haciendo un cameo en la película sobre María Zambrano, pagada en parte por el Ministerio de Cultura. Querida María, se llamaba el film. Para no ser menos, José Luís Garci invita a unos cameítos a sus amiguitos del alma, el ex-ministro Gallardón, y al Fiscal General del Estado, Torres Dulce, en el engendro titulado Holmes y Watson, Madrid days, que duro menos de una semana en la cartelera de Madrid, y en el resto de España ni eso.¡Como ha cam- FOTOGRAMA DEL “FANTASMA DE LA LIBERTAD” biado Garci, desde aquel memorable El crack, hasta la subvención de la Comunidad de Madrid para hacer Sangre de Mayo, horrorosa al igual que Holmes y Watson, y que solo duró dos semanas en cartelera. Es que el cine, como la política -que diría un diputado ingles-, hace extraños compañeros de cama. Todo lo anterior viene a cuento, de una intervención maravillosa de dos admiradísimas personas: Don Luis Buñuel y Don Antonio Buero Vallejo, que actuaron de extras en Llanto por un bandido. Maravillosos extras. Así, Buñuel volvió a hacerlo en El fantasma de la libertad. En la foto lo tenemos a la izquierda, y a la derecha, nada más y nada menos que el gran escritor José Bergamin. Sombreros fuera, y que aprendan algunos.

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