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Estilo retro

Una de las tendencias para la temporada primavera – verano en lo que moda masculina se refiere es la onda retro. Aquella donde los tonos naturales, ropa ancha, rayas y todo lo que evoque a los discotequeros años 70, la rebelde década del 80, lo minimalista de los 90 y los animes del 2000, vuelven a estar vigentes, pero con un toque moderno.

“El confinamiento que vivió el mundo entero, y que sigue en algunos países, a causa de la covid-19 provocó que las personas evoquen sus más añorados momentos. Las travesuras de niñez, las aventuras de juventud, los viajes, etc. La moda también se vuelve cómplice de nuestros recuerdos”, detalla José Miguel Valdivia, uno de los más grandes diseñadores de moda en el Perú.

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A esta añoranza se suma el teletrabajo. La comodidad está presente al momento de encender la laptop. El buzo, joggers, shorts y ropas anchas se han convertido en el nuevo uniforme para laborar desde casa en épocas de coronavirus. Una particularidad que fue muy marcada en los años 80 y 90.

1970 es el año de partida para los diseñadores. De este periodo se inspiran para traer al nuevo milenio los trajes emblemas con camisas cuello ancho, pantalones de lino, colores marrones, verdes y similares. Estas prendas fueron el boom entre los caballeros de la época, la cual también fue marcada por el color y alegría de los hippies.

“En el caso de la temporada primavera verano 2021, la moda se basará en los tonos más claros de esta paleta; es decir, tonos beige, amarillo

Los rayos del sol comienzan a asomarse y, con ellos, nuestra vestimenta cambia por prendas más ligeras. En este artículo, conoce la fascinante apuesta de los diseñadores de moda peruanos para la nueva estación.

EscribE KEnyi coba

y verde. Aquellos que ofrecen la sensación de calma que reflejan los años 70. Esto coincide con el deseo del consumidor debido a la situación que atravesamos por la pandemia”, cuenta Leandro Arteaga, uno de los blogueros de moda masculina más seguidos en el país y cabeza de La Bitácora de LAV.

Actualmente, los diseñadores dejaron de lado una de las características de esta década: las prendas ceñidas, las cuales tuvieron que hacerse más holgadas. No obstante, mantienen su esencia reflejada en las rayas, bolsillos delanteros, chompas en cuello V, estampados florales, tropicales y orientales; así como cordones en los pantalones para ajustarlos a la cintura.

Sin duda, el color y la comodidad reinaron en la moda de los años 80. La serie Miami Vice marcó un referente en la vestimenta que, hoy, cuarenta años después, vuelve a estar en boga. Una propuesta perfecta para el verano. El negro es otra característica de la década debido a la popularidad de la música punk. Este estilo marcó tendencia gracias a su iconografía, pero sobre todo por el contraste del negro (especialmente en los jeans) con los colores cálidos característicos de los polos estampados con los nombres y símbolos de los grupos.

“En los 80, el look era relajado, sport y lleno de colores, perfecto para esta época donde buscamos la comodidad. Casacas deportivas, bermudas un poco más largas que de lo común, y las capas de prendas sobre otra serán las que marquen la hora al momento de vestir”, cuenta Valdivia.

Llegamos a los 90 y las ropas anchas seguían de moda. La simplicidad, versatilidad y minimalismo fueron los distintivos de esta década. Estas particularidades vuelven a estar presentes en los principales escaparates de las tiendas de ropa.

“Al llegar el año 2000 los animes fueron la sensación. Hoy, 20 años después, esos niños que crecieron viendo a sus personajes favoritos todavía desean llevar puesto algo de ellos. Esta tendencia hace que vuelvan a estar de moda, pero de una manera casual y deportiva”, asevera el también embajador de la Marca Perú.

Hasta hace poco creíamos que hablar de moda retro nos rememoraba al periodo de 1920 a 1970, pero hoy referirnos a ello es retroceder hasta el comienzo del siglo XXI donde se entrelazan la comodidad y practicidad en la ropa. //

Propuesta nupcial

The Wedding Club es la plataforma peruana más completa para bodas pospandémicas. Orienta a las parejas y ayuda a tomar las mejores decisiones para organizar un día inolvidable. Karina Jordán, su fundadora, nos detalla cómo surge esta iniciativa de primera calidad.

EscribE rEnatto luyo

No resulta descabellado expresar que una boda es uno de los momentos más gratificantes que ofrece la vida. Las personas sueñan con experimentar a través de ella la consolidación del amor en su estado más puro. La expectativa que genera un matrimonio pareciese no comprender de límites y, de vez en cuando, de monotonía alguna.

Dos semanas antes de que inicie la cuarentena en el país, Karina Jordán tenía todos los preparativos listos para su boda. Sin embargo, la emergencia sanitaria determinó la obligada postergación de todos los matrimonios, incluido el suyo. Cuenta que, pese a dicho panorama, prosiguió con sus reuniones de reorganización junto a su equipo de trabajo. No obstante, una idea espontánea de emprendimiento se convirtió en la discusión más visionaria de aquellos días.

Así, Karina se convirtió en la creadora de The Wedding Club, una alternativa prominente en cuanto a bodas pospandémicas. “He aprendido muchísmo de mi equipo de trabajo y no habría podido realizar una marca tan prometedora sin su ayuda”, enfatiza. Asimismo, considera que el emprendimiento obedece a una necesidad de un sector tan hermoso como el matrimonial, puesto que no existía una plataforma 360° que pudiese abarcar todo aquello que implica una boda en el país.

Esta propuesta cubre las necesidades de las parejas, pero al mismo tiempo la de todos los profesionales del rubro social que cuenten con una marca que deseen seguir desarrollando. Por ello, Karina ha organizado un workshop matrimonial enfocado en la particularidad de los protagonistas y uno en el rubro organizacional. Lo que encontrará una novia en el full

day será una contribución hacia el ámbito emocional, cual inmejorable catarsis.

“Casarse es un proceso muy hermoso, pero también puede ser estresante y emocional”, asegura. Dentro del workshop, las personas podrán acceder a herramientas teórico-prácticas y talleres que le brinden a los novios una noción profesional de cómo administrar mejor su presupuesto, acceder a proveedores de primera calidad y contactarlos. “Finalmente, nuestro propósito es que los novios puedan tomar las mejores decisiones y respeten la originalidad”, señala.

Además, manifiesta la importancia de que se adapten a esta nueva realidad, donde la existencia de protocolos y su obligada implementación es el principal contrincante. “Hay casos donde, por un tema de papeleo, las bodas no pueden esperar”, explica. Por ello, exhorta a quienes tengan pensado contraer matrimonio a atreverse, así como ella, y abrazar un proceso con las condiciones adecuadas, el cual se convertirá en un recuerdo sumamente grato. Después de la pandemia, los matrimonios contarán con una energía recargada y más sentimental de lo normal. Sin embargo, recomienda que se permitan una “escapada romántica”, y que, ante la imposibilidad de eventos masivos, se concentren en lo primordial: una boda simbólica, pero inolvidable. “El workshop les servirá a las novias como no se imaginan, recibirán ayuda de profesionales del rubro y podrán divertirse con la idea de proseguir con sus bodas”, sostiene.

The Wedding Club surgió a raíz de la propia experiencia de Karina, lo cual brinda a la marca una autenticidad increíble. Cabe mencionar que, actualmente, están desarrollando una “campaña de intriga” sobre los eventos. Además, añade que el workshop de proveedores gozará también de una contribución profesional extraordinaria. Hoy, las entradas para ambos eventos se encuentran disponibles en Joinnus. //

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MODA EN NOVIEMBRE

¡Luce fabulosa en esta nueva temporada del año con las mejores prendas!

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1. Piloto Summer | 2. Sweater Charlie | 3. Camisa White | 4. Jean Dual Roses | 5. Enterito Maia Caramelo | 6. Zapatilla Botanical Race | 7. Top Summer | 8. Zapatilla Warhol Leopardo

LAS FLORES DE KENZO

Por Katia Ríos Millares

En el 2000, me enamoré como loca. No importaba el bullicio de la calle ni las personas en la tienda, solo podía oler las notas de flor de espino, rosa de Bulgaria, y grosella negra, todo con un punto de mandarina y melón. Sentía su calidez en mis manos engalanadas por la violeta de parma, heliotropina, jazmín y la romántica rosa. Llegaba al cielo cuando percibía su vainilla mezclada con incienso y almizcle. Era demasiado en todos los sentidos: sumamente bueno, fascinantemente bello y desafortunadamente inasequible para mi bolsillo de entonces. Flower, el emblemático perfume de Kenzo Takada, sigue siendo un amor imposible. Aunque su legado es extenso y quizás las fragancias no son lo primero que asociamos a su marca, aquel magnífico invento es prueba de su genialidad. Eligió una flor alegre, delicada y de color intenso, pero la amapola no despide ningún olor. Conceptualmente, decidió asignar una esencia creada por el hombre a una flor. Ello contenido en una botella inspirada por un tallo inclinado. Estas características convirtieron al producto final en reflejo de lo natural, urbano y minimalista del cambio de siglo. Conocí el trabajo del reconocido diseñador de moda, primero, en los anuncios y editoriales de la revista Vogue. Luego, durante mis años de estudiante de diseño, pero no entendía por qué era tan admirado. En los 90s, yo estaba obsesionada con John Galliano o Gianfranco Ferré. De Kenzo solo podía emitir una opinión basada en las locas combinaciones de estampados diferentes en una sola pieza; y en sus inspiraciones de lugares y culturas mezcladas con su estética japonesa. Un legado asiático que en sus primeros años no supo aprovechar, puesto que buscó desarrollar una estética

más occidental. Sin embargo, con el tiempo aprendió a darle su justo valor. Sus vestidos kimonos son de sus piezas más icónicas. Eso también, para mi estrecha visión, era demasiado. Admito que me faltaba madurez y conocimiento para entender que él no se parecía a Benetton, sino que probablemente era al revés. Todo eso que criticaba es lo que hoy agradecemos y admiramos como legado. El primer movimiento de Kenzo tras graduarse fue mudarse a Paris. Llegó a Marsella en barco, en 1965, y sin hablar francés. Para cuando la ola de diseñadores japoneses como Rei Kawakubo,

Yohji Yamamoto, Issey Miyake o Yunya Watanabe llegaba a la capital francesa, hace rato que él se había establecido con una marca que no dejaba pérdidas. Sus épocas de coser con telas compradas en mercados de pulgas estaban lejos. Su boutique llamada Jungle Jap, una burla a la connotación peyorativa de su gentilicio utilizada durante la 2da Guerra mundial, había sido trasladada a una dirección más elegante. Sus diseños servían de contrapeso en un mercado donde Dior, Chanel y Saint Laurent dominaban. En 1993, el grupo LVMH la adquirió, aquello terminó por consagrarla. Otra de sus admirables características fue cómo supo adaptarse a cada década. Ejemplo de ello es su exitosa colaboración del 2016 con H&M, cuyas piezas alcanzan los mil dólares cuando aparecen en ebay, o su línea para Interiores compuesta de telas y piezas mobiliarias exquisitas. Cuando me enteré de su partida la semana pasada, pensé en mi amor por su perfume. Aquellos olores lo trajeron de vuelta, y me pregunté por qué 20 años después no he comprado uno. Analizando la situación, resulta que las fragancias que he usado han llegado a mi vida de mano de personas queridas a través de regalos. Nunca me he comprado una, pero creo que ya es hora, maestro Kenzo.