Presencia evangélica septiembre/octubre 2021

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Voluntariado

Un año de voluntariado en otro

H

ace unos meses empecé una aventura, cumplir unos de mis sueños, poder devolverle a Dios y a la IERP, un poquito de lo mucho que me dio… Primero quiero contarles a todo aquel que me esté leyendo, cómo llegué a esta hermosa familia del Voluntariado, todo empezó una noche de mayo de 2020, noche de cuarentena en Argentina, donde vi una publicación en las redes de una de las ex-voluntarias, allí se nos invitaba a ser parte del Voluntariado, al cual nunca me había animado, pero sentí que éste era mi momento, fue entonces que me postulé, realicé el formulario, y los tres seminarios de selección que en esta oportunidad fueron virtuales, en cada seminario te ibas encariñando más con el objetivo del voluntariado y con los participantes. Luego de 17 días del último seminario, el 26 de octubre recibí la noticia que había quedado seleccionada para realizar el voluntariado en Montevideo, Uruguay, y fue entonces dónde comenzó todo, y el 31 de marzo de 2021 emprendí viaje a uno de los mejores años que he vivido hasta aquí. Ahora sí, les cuento cuál y dónde desarrollo mi tarea, me encuentro hace tres meses aproximadamente apoyando en la “Federación Hogar Amanecer” un lugar de acogimiento para niños, niñas y adolescentes. Mi tarea como voluntaria se basa en ayudar en todo lo que sea necesario, en tareas escolares, acompañarlos a los encuentros con los psicólogos, médicos, etc., llevarlos y buscarlos de la escuela, realizar juegos, ayudarlos en su crecimiento y educación. Los niños, niñas, y sus realidades, son mi motor para levantarme todas las mañanas e ir a mi proyecto, son ellos los que te dan todo el amor que te darían tus amigos o familia que se encuentran lejos, son ellos quienes te hacen crecer, valorar y entender lo importante que es el amor, la contención y todos esos valores que muchas veces no le damos importancia. 16 presencia evangélica

Cada palabra, cada “te quiero Jane”, “te extrañé el fin de semana”, “estás haciendo las cosas bien”, “me gusta hacer las tareas con vos” me recuerda y me dice que este camino que estoy transitando fue una buena elección, también me hace recordar y agradecer a nuestro Tata, a nuestro Dios, que él fue el encargado de dibujar mi camino, para acompañarme en esta aventura, hace crecer mi fe y me ayuda a entender que todo tiene un propósito, que llegamos al mundo con un objetivo y en el camino lo vamos descubriendo. Si me preguntaran si mis días son rutinarios, les diría que cada día que pasa es diferente, nunca tuve un día igual, los niños y las niñas se despiertan con diferentes emociones cada día, con nuevas preguntas, con nuevas decisiones, y es esto lo que le da magia a los días. También muchas veces pienso en el momento que estamos viviendo, que a pesar de hisopados, tapabocas, mascarillas, batas, y guantes, podemos ayudar, podemos darle el abrazo, el beso y la compañía que el otro necesita, que en el camino oscuro podemos encontrar la luz en el fondo. Desde mi lugarcito los animo a todos aquellos que desean hacer un voluntariado, van a crecer, amar, disfrutar, quererse, conocerse, poner sus dones al servicio del otro, y regalándote un tiempo para vos mismo. Desde acá los saludos y me despido deseando que nuestro Dios nos siga acompañando y regalándonos dones para ponerlos al servicio de los demás, aportando nuestro granito de arena para el cambio de nuestra sociedad. Janet Dalinger Voluntaria Regional


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