Cuenca, El arte colonial convertido en ciudad

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CUENCA

El arte colonial convertido en ciudad

Es 1 Cultura


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autizada oficialmente como Santa Ana de los Cuatro Ríos de Cuenca, esta ciudad primaveral —entre 15 y 18 grados centígrados como promedio— se fundó en 1557 en honor a su homónima en España, lugar de nacimiento del virrey que mandó a crearla. Años antes había constituido la ciudad inca de Tomebamba —cuna del inca Huayna Cápac—, y construida, a su vez, sobre lo que fue Guapondelig; urbe de la nación cañari, que habitó la región centro sur del Ecuador actual. Se encuentra en la cordillera de los Andes y su altitud es de 2530 msnm. Se puede llegar por carretera desde Quito hacia el Sur, 432 km. Y, desde Guayaquil, hacia el este, 191 km.

CUENCA, un mestizaje particular


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a UNESCO la declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad el 1 de diciembre de 1999. Se la conoce como la Atenas del Ecuador por su conjunto arquitectónico, su variedad cultural y su aporte al arte y las letras del Ecuador. Su centro histórico, aunque posee cierto aire colonial, es mayoritariamente republicano. Algunas construcciones arquitectónicas pertenecen al siglo XVI y XVII, sobre todo sus conventos de clausura. Esta aparente imagen colonial se debe a que su centro histórico conserva su trazo original, es decir de tipo damero. La gran cantidad de templos religiosos le ha otorgado fama de ciudad religiosa. Los más antiguos son los monasterios de las Conceptas y de la Asunción. El de las Conceptas se fundó en 1599, a petición de las autoridades civiles y eclesiásticas, ya que en la ciudad había gran cantidad de doncellas descendientes de conquistadores dispuestas a tomar los votos perpetuos de pobreza, castidad y silencio. Por otro lado, el Monasterio del Carmen de la Asunción se fundó en 1682, con cuatro religiosas venidas de la ciudad de Quito. Conserva la mejor muestra de pinturas murales del Ecuador.

durante el siglo XIX. Otros atractivos del centro son el Parque Central Abdón Calderón y la Plaza de las Flores, donde se puede hallar gran variedad de flores, plantas y ornamentos. También se puede visitar el Museo Arqueológico Pumapungo, también conocido como Museo del Banco Central, donde hay vestigios que muestran que alrededor del siglo XV se había convertido en un lugar sagrado de los incas con templos y palacios. El Tomebamba es el principal río de los cuatro que la atraviesan. Divide a Cuenca en dos: la ciudad nueva está a su margen derecho, mientras la ciudad vieja se encuentra en la parte alta. Junto al río, un particular conjunto arquitectónico se descuelga: la zona de El Barranco. Posee alrededor de 120 estructuras arquitectónicas, protegidas como bienes patrimoniales de la ciudad, y ha sido el marco físico urbano más importante durante siglos.

Su atractivo no está, desde luego, solo en su parte urbana, sino también en sus 21 parroquias rurales, donde su rasgo característico, además de su paisaje natural, es la manera en que celebran sus fiestas. De ellas se destacan, por ejemplo, las fiestas del durazno en Gualaceo, en marzo; la fiesta En el centro histórico, además, se encuentra del cuy en Ricaurte, febrero; y la fiesta de la caña la Catedral del Sagrario, conocida como en Santa Isabel, durante septiembre. Catedral Vieja, que pertenece al siglo XVI y fue punto de referencia de la misión geodésica en la Símbolo de su mestizaje es, por lo demás, el medición del arco de meridiano terrestre en el siglo conocido sombrero de paja toquilla, (usado XVIII. Su otra Catedral, de la Inmaculada o Nueva, por las cholas cuencanas —“mestiza en hábitos es un gran monumento al eclecticismo: es de estilo de india—), tejido a mano por artesanos locales y románico, gótico y renacentista. Se construyó comercializado en todo el mundo.


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El Museo de las Conceptas, testimonio del arte y la cultura de la ciudad

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l Monasterio de la Congregación de las madres Conceptas, el más antiguo claustro religioso de la ciudad, fue construido en 1559, dos años después que Cuenca fuese fundada. Se puede afirmar que prácticamente nació con ella. Al inicio, la casona en donde se estableció el claustro procedía de una dote entregada por jóvenes aspirantes como una donación a la comunidad religiosa. La Iglesia conventual, empezó a ser erigida entre 1668 y 1729, y las edificaciones añadidas posteriormente registran trabajos desde 1800 hasta los primeros años del siglo XX.


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l Monasterio es un tesoro arquitectónico cuyo origen data de 1599. Como se menciona antes, uno de los pilares sobre los cuales se asentaba la economía del claustro durante la época colonial eran las dotes de las novicias que ingresaban. También había patronos, personajes típicos de ese entonces que donaban gran parte de sus bienes al convento. El hábito de las madres del claustro concepcionista era blanco; el manto, azul; y la toca que cubría el cabello, blanca. Llevaban en el escapulario la insignia de la Virgen; una cuerda de cáñamo y una vuelta de rosario al cuello. Si la vida del convento exigía una comunicación con el exterior, solo podía establecerse de un modo que no rompiese la clausura. Un locutorio con doble reja de hierro cubierto con un velo negro servía para que las monjas hablasen con sus familiares. Durante siglos, el monasterio dio cabida a bienes artísticos y bienes culturales tangibles e intangibles. Solo hacia 1980, el silencio de este claustro femenino se abrió al murmullo contemplativo de un museo de arte religioso. Desde su primera intervención, se consideró el valor histórico urbano y arquitectónico del inmueble, pero también se asumió como una obra de arte en sí misma. El Museo ofrece catorce salas en la parte baja y siete en la parte alta. Conserva cuadros e imágenes que en su momento sirvieron para consolidar el magisterio teológico de la Iglesia católica. Además de la producción plástica desde el siglo XVI al XIX, exhibe los objetos religiosos del monasterio como muestra histórica del modo de vida de varias generaciones, lo que permite vislumbrar su horizonte cultural y económico, su gastronomía, los avances técnicos, su gusto artístico y las devociones particulares. El interior del museo se abre a dos patios cultivados con plantas milenarias utilizadas para la preparación de aguas medicinales. La parte del monasterio que ocupa el museo actualmente pertenece a la arquitectura de los siglos XVIII y XIX. Son espesos muros de adobe con pilares de madera, pisos de ladrillo en la parte baja y de madera en la parte alta.


7 La mayor parte de las obras de arte corresponde a las advocaciones de la Virgen María. Hay lienzos y figuras escultóricas, además de cuadros pintados en alabastro. También hay cristos, uno atribuido a Sangurima y otros a sus discípulos. El Cristo de Miguel Vélez es, por su factura, la mejor escultura del monasterio. Por otro lado están las advocaciones de santos. Los santos mártires llevan una palma en sus manos o el instrumento que causó su muerte: la espada, las flechas, la cruz. Otros de sus tesoros escultóricos son los ángeles. El de san Miguel Arcángel, de regular tamaño, con buena encarnadura, pertenece al siglo XVIII, y el de san Rafael, de vestir anticuado, con pelo natural, corresponde a la historia de Tobías. Una de sus mayores joyas es el Risco Mayor, un pesebre o nacimiento que comprende las figuras más imaginativas y numerosas del museo. Procede seguramente del siglo XVIII, con algún agregado posterior. Como las niñas que ingresaban al claustro procedían de las clases pudientes, relacionadas con el comercio de Europa, tenían en sus casas juguetes de ese origen que llevaban al convento para su residencia temporal o definitiva. El museo ha conservado algunos de ellos: perros tallados en madera del siglo XIX, muñecas francesas de principios del siglo XX, mesas con cubiertos muy elegantes, tacitas para el té, etc. Pero no solo es un museo, el Monasterio de las Conceptas ha intervenido activamente en el desarrollo de la cultura local. Allí se realizan seminarios de arte, cursos infantiles, exposiciones y talleres, además de conferencias magistrales con expertos nacionales y extranjeros. Es uno de los pocos edificios coloniales en la ciudad que se conserva intacto y está abierto de lunes a viernes de 08h00 a 18h30 y los sábados 10h00 a 13h00.


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Joyería con identidad

¿Cuál es la diferencia entre un orfebre y un joyero?”, pregunta Fausto Ordóñez, uno de los artesanos más importantes de la ciudad de Cuenca. Y él mismo responde: “El orfebre hace cosas utilitarias, instrumentales, mientras el joyero elabora objetos únicos, de uso personal”. Él, desde luego, es un joyero, y ha dedicado toda su vida a esa labor. Así lo demuestra su taller, ubicado en la calle Guayaquil 8-66 y Benigno Malo, que funciona además como galería, tienda y museo.


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llí se imparten talleres a quienes quieren dedicarse al oficio, que, por lo demás, tiende actualmente a desaparecer, debido a los procesos industriales que abaratan los costos y elaboran productos a gran escala. Los joyeros, por supuesto, reconocen el legado de sus grandes maestros y en su museo puede observarse una galería fotográfica de los referentes azuayos de la joyería. Los collares, las pulseras, los pendientes y los anillos han sido las joyas preferidas durante la historia. La historia de la joyería de plata se ha documentado desde el año 5000 antes de Cristo. En esa época ya había métodos para separar el oro de la plata. En Sudamérica, este oficio es también milenario y en esta zona del país se ha convertido en un patrimonio vivo. Hablamos, desde luego, del artesano, que elabora joyas exclusivas de forma manual. Han escogido la plata porque es el metal más maleable y

dúctil después del oro, que ha acrecentado considerablemente su costo. La plata permite al artesano desarrollar su creatividad y ejecutar diseños únicos. Más importante que el metal, entonces, es el objeto creado. El cliente llega con una idea que trasmite al artesano, quien diseña en papel varias propuestas. Puestos ya de acuerdo, entonces comienza el proceso de fabricación de la joya. Por supuesto, es posible adquirir joyas ya diseñadas, para eso está la tienda, donde existen miles de opciones en tipos, formas y tamaños.

acuerdo con el diseño. La plata se conjuga también con piedras preciosas como el cuarzo u otros materiales como la concha Spondylus.

En el taller de Ordóñez priman los diseños eclécticos, donde se juntan los motivos autóctonos precolombinos de varias culturas ancestrales del país con tendencias postmodernas. “Hacemos joyería con identidad”, afirma. Los artesanos que trabajan en su taller se han especializado fuera del país — en Italia, por ejemplo—, para aprender las técnicas que se usan actualmente y, sobre todo, Pero si lo que se quiere es algo vienen de una tradición orfebre único y personal, entonces habrá transmitida de generación en generación. que seguir todo el proceso, que comienza por fundir el metal Han participado, además, en un crisol poroso a altas con sus diseños en eventos temperaturas, para convertirlo nacionales e internacionales de estado sólido a líquido. Una como el Miss Universo 2004, vez fundida, la plata se vacía en realizado en Ecuador. Sus joyas moldes de hierro. Dependiendo son valoradas por artistas, del tipo de joya que se va a personajes públicos, reinas de realizar, se realizan láminas o hilos, belleza y, sobre todo, por quienes que finalmente se sueldan con quieren lucir un objeto con un mucha delicadeza y precisión de estilo único que los identifique.


10 Sitios que puede visitar

Catedral de la Inmaculada Concepción (Catedral Nueva)

Iglesia de El Sagrario (Catedral Vieja y Museo de Arte Religioso)

El símbolo de la ciudad por excelencia, sus planos fueron elaborados por el hermano redentorista alemán Juan Bautista Stiehle y su construcción se inició en 1885. Las estancias interiores, de formidable belleza fascinan por sus colosales dimensiones. El estilo románico impera en la edificación pero se han conjugado también el gótico y el renacentista en las cúpulas.

Este edificio data de 1557, en el pasado fue el centro mayor de culto y representa la construcción más antigua de la ciudad. Sus cimientos y las bases de sus muros están formados por piedras incásicas. Ha sido restaurada en varias ocasiones desde 1568 hasta 1924. Está conformada por tres naves, una torre principal con campanario y la fachada que sirve de ingreso desde la calle Sucre.


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Parque Abdón Calderón

Iglesia del Carmen de la Asunción

Considerado el corazón de la ciudad, a partir de él se ha tejido y extendido el trazado urbano hacia otros sectores. Aquí se halla el monumento a Abdón Calderón, héroe de la Independencia en la Batalla de Pichincha, inaugurado el 24 de mayo de 1931.

Levantada alrededor del año de 1730, esta iglesia, construida en honor a la virgen de la advocación de la Asunción, es también una de las más antiguas de la ciudad y constituye una muestra intacta del arte colonial religioso en Cuenca. La portada, tallada en mármol, pertenece al orden barroco mientras que la estructura exterior es renacentista.


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Iglesia de San Alfonso

Municipalidad de Cuenca (Alcaldía)

El diseño, así como el de la Catedral Nueva, pertenece a Juan Stihel. La fachada posee elementos neogóticos, que se demuestran en las dos torres simétricas y verticales, cuya altura de 42 metros, no deja a nadie indiferente.

Edificio patrimonial de Cuenca, fue construido en el estilo neoclásico a principios del siglo XX. Operó como Banco del Azuay hasta 1 999. La Municipalidad lo restauró y lo adaptó para el funcionamiento de la alcaldía. Su planta baja es usada para realizar muestras, ferias y exposiciones artísticas.


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Mercado de las Flores

Iglesia de las Conceptas

Esta plaza y mercado se encuentra localizada junto a la Catedral y frente al templo del Carmen, cuya fachada de piedra labrada realza el atractivo de la zona. Aquí se halla una gran variedad de flores, plantas y ornamentos. Debido a su pintoresco ambiente, es un gran atractivo para los visitantes, quienes pueden encontrar aquí un símbolo vivo de la identidad cuencana.

La iglesia y el convento forman un sólo bloque urbanístico de una manzana de extensión. Fueron construidos por la Comunidad de Religiosas Conceptas, la más antigua de las Congregaciones religiosas femeninas de la ciudad. La iglesia data de 1682 y el retablo principal pertenece a los primeros años del siglo XVII mientras que la espadaña se terminó a inicios del siglo XX.


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Museo de las Conceptas

Paseo 3 de noviembre

Al interior del convento de las Conceptas, se ha instalado el museo donde antes se encontraba la antigua enfermería. A través de sus salas se puede apreciar la vida cotidiana de las religiosas, así como obras de arte entre esculturas, pinturas, joyas y una colección de juguetes, todos de origen colonial.

Ubicado entre el Puente del Centenario y el Puente de Todos Santos y con una extensión de 800 m, este recorrido enteramente iluminado atraviesa barrios históricos de Cuenca. La constante presencia del Río Tomebamba así como las casas colgantes en sus orillas, ofrecen una visión estupenda de uno de los sectores más legendarios de la ciudad.


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Plazoleta de la Merced

Casa episcopal

Localizada en la calle Borrero y Honorato Vázquez, forma parte del Centro Histórico y gracias a la abundancia de restaurantes y bares, así como la continua presencia de grupos artísticos, conciertos y espectáculos improvisados, está considerada un punto de encuentro para los turistas.

Ubicada en la calle Simón Bolívar y a pocos metros del Parque Calderón, se halla este edificio, conocido también como “Casa Natalicia del Santo Hermano Miguel” un lugar histórico catalogado como Patrimonio Arquitectónico. De origen colonial, posee una extensión de 1570 m2 repartidos en dos pisos y tres patios internos.


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La Catedral Nueva y la Catedral Vieja,

los cimientos de la historia.

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uando la ciudad de Cuenca apenas fue planeada, el trazado partió desde lo que hoy es el Parque Calderón y así se expandió en la tradicional forma de cuadrícula de las ciudades españoles.

Hoy en día, es justamente en los alrededores de este parque donde se encuentran dos de los tesoros más grandes de la identidad cuencana; se trata de la Catedral Vieja y la Catedral Nueva.


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ntrelazada a la historia de la urbe desde sus comienzos, la Catedral Vieja o Iglesia del Sagrario data de 1567 y es el edificio más antiguo de la ciudad. Para su construcción, fueron empleadas piedras labradas artísticamente, las cuales fueron trasladadas desde las ruinas de la antigua ciudad inca de Tomebamba y se colocaron en los cimientos de los muros. En sus inicios, fue una iglesia para los españoles y se conocía como la iglesia del Rosario pero se la empezó a llamar catedral a comienzos del siglo XIX.

La Catedral Vieja,

matriarca de la identidad cuencana.


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a torre sur, levantada en 1868 es el monumento más notorio puesto que la misión geodésica francesa usó su pináculo como vértice para determinar un arco de meridiano terrestre, en otras palabras como afirma un famoso dicho “El metro tuvo su cuna en Cuenca”. Debido a esto se grabó allí la famosa inscripción: “Torre más célebre que las pirámides de Egipto” El interior es rico en arte y posee 3 capillas internas pertenecientes a la época colonial, con artesonados de madera, pinturas y retablos barrocos. La iglesia se ha establecido como un museo que guarda bienes de sumo valor artístico, como el Púlpito de madera de estilo barroco, los retablos menores de Santa Marianita y la Virgen de los Imposibles, cuadros de las Estaciones, y la pintura más antigua de la ciudad, emplazada en una de las paredes internas. Al fondo se ubica la Sacristía, mientras que del lado de la calle Sucre, se encuentra el coro donde se halla el antiguo órgano de fuelles; una de las obras artísticas religiosas más importantes de Cuenca. La Catedral Vieja se revela como símbolo del origen del pueblo cuencano y se ha mantenido como uno de los baluartes y testigos del desarrollo de su identidad, convirtiéndose en la huella indeleble que no sólo contiene su pasado sino que se levanta ante las generaciones futuras, como un recuerdo de sus orígenes.


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or donde quiera que se lo mire, éste es el símbolo de Cuenca, aquí se conjugan características tales como la fe, la tesonería y el trabajo duro; virtudes que hicieron al pueblo cuencano lo que es.

La Catedral Nueva, la superación de los límites terrenales.


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a C a te d r a l d e l a I nm acul ad a es una d e las más notorias obras arquitectónicas del continente, encarna la fe del pueblo cuencano y con el tiempo se ha convertido en patrimonio del país. Su construcción se inició en 1882 y fue Juan Bautista Stiehle quien la concibió. El interior, de dimensiones colosales, sobresale por el uso del pan de oro y los vitrales prolijamente coloreados por el artista vasco Guillermo Larrazábal. Los vitrales, de vidrio antiguo y soplado francés en diversos matices, fueron pintados al horno y armados en nervadura de plomo. El mármol proviene de la ciudad italiana de Carrara. La estructura ecléctica y atrevida, fusiona los estilos románico, gótico y renacentista. En el centro del templo, el magnífico baldaquino, con estilo barroco y columnas salomónicas, fue elaborado a la imagen de la Basílica de San Pedro en El Vaticano. Es increíble pensar que este formidable edificio quedase inconcluso debido a un error de cálculo, ya que faltan dos cúpulas originalmente planeadas, las cuales deberían haberse ubicado en la parte frontal de la iglesia y dan cuenta de la enorme ambición de sus

constructores. Las tres cúpulas, de estilo renacentista, se han recubierto con azulejos de Checoslovaquia. Para terminarla se emplearon más de 100 años. Cuando se la observa desde lejos, su soberbia fachada provoca una impresión de portentosa solidez, como si nada pudiera moverla. Y no es para menos, ya que las dimensiones resultan inquietantes; puede albergar a ocho mil personas, tiene 105 metros de longitud y 43,5 metros de ancho. La altura de la cúpula más alta, la central, es de 53 metros con 12 metros de diámetro. Además, bajo el edificio se halla una cripta de 96 metros de largo, 12 de ancho y 4,2 de largo, cuenta con una capacidad para tres mil tumbas. En contraste con la Catedral Vieja, la Catedral Nueva refleja el avance los nuevos valores religiosos y su relación con el progreso y la técnica, refleja asimismo la evolución del pueblo cuencano y su propia concepción ante el mundo. Esta historia se ha reproducido y continuará reproduciéndose en todas las civilizaciones del planeta. Al visitarla, no sólo se atestiguan más de 100 años del esfuerzo de un pueblo sino que se forma parte de la historia de la humanidad.


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Pumapungo, los vestigios del sol.

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n el Centro HistĂłrico de Cuenca, junto a un edificio con techos de teja y paredes blancas se puede observar un conjunto de piedras que conforman una pequeĂąa ciudadela. El contraste que hace con el paisaje revela que han estado allĂ­ por siglos, mucho antes que la actual ciudad.


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stas son las ruinas de Pumapungo y se encuentran localizadas justo entre las regiones de Ingapirca, al norte de Cuenca, Ecuador y MachuPichu en Perú.

Pumapungo, quiere decir “Puerta del Puma” y fue fundada por el inca Túpac Yupanqui tras su victoria sobre la aguerrida tribu de los Cañaris, antiguos pobladores de la zona. Los estudios corroboran que en el siglo XV era un lugar sagrado con esplendorosas mansiones y templos. Bajo el gobierno de Huayna-Cápac, la región llegó a ser un próspero eje político, administrativo y religioso de las culturas precolombinas ecuatorianas. Lamentablemente, fue destruida producto de la guerra civil entre Huáscar y Atahualpa, hijos de Huayna-Cápac y casi desaparece cuando llegaron los conquistadores, quienes tomaron algunas de las enormes rocas talladas que aún existían, para construir los edificios e iglesias de la naciente Cuenca. El Banco Central del Ecuador adquirió las tierras en 1981 y con el apoyo de la UNESCO inició su reconstrucción. En el año 2003 se abrieron las puertas al público. Desde entonces, los esfuerzos por reconstruirlo han sido positivos. Se restablecieron los jardines Incas donde se conservan centenas de especies de aves y plantas endémicas de la región, tal como lucían en los tiempos más esplendorosos del Tahuantinsuyo. Se aprecian los canales y baños que se usaban para purificar alma y cuerpo antes de las ceremonias. También se conservan los vestigios del Templo del Sol y el convento de las Vírgenes del Sol, centro religioso de una de las más soberbias y espléndidas localidades del imperio inca. Tal y como sucedía en Cuzco, existen terrazas de siembra en honor al sol y bajo el complejo hay un túnel subterráneo de casi 30 metros de largo, símbolo del inframundo.


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