Remembranzas de la institucionalidad en la pesca peruana

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REMENBRANZAS DE LA INSTITUCIONALIDAD EN LA PESCA PERUANA

EL CONSUMO HUMANO DIRECTO En 2006, el viceministerio de Pesquería elaboró un ESTUDIO DE LA PESQUERÍA DE LA ANCHOVETA PARA CONSUMO HUMANO DIRECTO, el ordenamiento para su desarrollo sostenible. Dicho documento resulta ser una fuente importante cuyo contenido sigue vigente, por lo cual se estima importante reproducir parte de su contenido a continuación: “Marco Conceptual sobre la importancia Social y Económica de la Pesquería de la Anchoveta para Consumo Humano Directo El mayor reto que afronta nuestra nación es la lucha frontal contra la pobreza y dentro de ella, cada una de las consecuencias que el término abarca: inadecuada educación, falta de condiciones para la salubridad, difícil acceso a los nutrientes adecuados, paupérrimas condiciones de vivienda, etc. Proveer de una adecuada alimentación a la población es una de las principales preocupaciones de la administración y para ello contamos, desde el subsector pesquero con excelentes alternativas de nutrición, que son las ventajas que concentra una dieta rica en proteínas provenientes de los recursos pesqueros. En 1987, FAO otorgó al Instituto Tecnológico Pesquero, la medalla CERES por la presentación de un producto de alto valor nutritivo, que concentra los 12 aminoácidos básicos requeridos para el desarrollo de las facultades físicas del ser humano. Este producto fue el llamado “La Saladita”, que había sido producido con anchoveta. El mercado nacional de consumo de productos pesqueros, se caracterizó por demandar especies que fueron introducidas en el hábito de consumo del poblador de menores recursos por el gobierno militar, entre los años 1972 y 1979. Para entonces, la política del gobierno incluyó la creación de una red de frigoríficos y de camiones de distribución que pudiera llegar al interior del país con productos en adecuadas condiciones. Estas condiciones logísticas y un permanente abastecimiento lograron con éxito que la población identificase al jurel y la caballa como especies al alcance de sus posibilidades económicas, conociendo sus ventajas nutricionales e incluyéndolas en su canasta básica. Para entonces, existía, mediante convenios, una flota especializada que operaba en país, que, al margen de los excesos y perjuicios económicos que pudo haber significado, otorgaba la seguridad de un abastecimiento sostenido. Mientras tanto, la industria pesquera para consumo humano indirecto se seguía desarrollando en base a la anchoveta y la sardina, identificándose a estos recursos como materia prima para la elaboración de productos destinados a la alimentación de animales. Pasadas dos décadas, la realidad del abastecimiento ha cambiado diametralmente; hoy no contamos con una flota especializada para la pesca del jurel, que pueda asegurar un abasteciendo sostenido. Solo cuando las condiciones de mar hacen que el jurel se encuentre sobre los 50 metros de profundidad, la flota de cerco con sistemas de preservación abordo puede abastecer al mercado nacional. Cuando estas condiciones no se dan, simplemente no hay pescado para las poblaciones más deprimidas. Ante esta realidad y frente a la necesidad de contar con abastecimiento continuo de especies pesqueras que puedan estar disponibles todo el año y, conociendo las bonanzas nutricionales que concentra la anchoveta, surge la gran posibilidad de reorientar parte del uso de esta especie dándole las condiciones normativas que posibiliten una pesca sostenida en niveles adecuados que permitan que las políticas de promoción, difusión y lucha contra la pobreza encuentren en este recurso una valiosa herramienta, propiciando también el desarrollo del sector pesquero que dedica sus esfuerzos a la pesca, procesamiento y comercialización de esta especie orientada al consumo humano directo. Un programa social direccionado a la población de escasos recursos, que se sustente en el uso y distribución de productos en base a anchoveta a nivel nacional, crearía una importante demanda adicional de anchoveta para consumo humano. Si tomamos en cuenta que la política del actual gobierno es la de proveer en forma constante de pescado a estas poblaciones; considerando que en el Perú el nivel de pobreza alcanza al 54% de la población nacional que bordea los 27’000,000 de habitantes, podemos afirmar que más de 14’000,000 de habitantes son pobres y no tienen un adecuado acceso a una alimentación balanceada.

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