Ladosis 37

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Más...Dandy León, Primal Scream, Andrea Paola, Jorge Torres, Recordatorio, Liana Malva, Hugo Blanco, Festival Sónar 2015, Chris Squire, Alfredo del Mónaco, Discos, El Cine que suena, Conciertos (Ahí Estuvimos)…



EDITORIAL

N

tuvo la amabilidad de cedernos material que conserva con el debido celo. Otra parte la fuimos recolectando a través de los años. Obviamente, no pretendíamos hacer un libro, por lo que no podíamos publicar fotos de tantos episodios vividos por Gerry, pero sí documentar de una manera fidedigna y representativa de buena parte de su trayectoria musical, con elementos de su vida personal de gran pertinencia. Gerry es una persona auténtica, sincera y genuina. Venezuela le debe demasiado. Por ello Ladosis le dedica este reportaje, con la firme creencia de que sus 50 años de vida músical en Venezuela se celebrarán en grande y lloverán los patrocinios para que eso ocurra. Nosotros ya estamos anotados y con esto comenzamos. Esta edición cuenta además con un variado catálogo de artículos, entrevistas, reseñas y crónicas, entre lo cual incluimos al Festival Nuevas Bandas 2015 y el Festival Sónar 2015 de Barcelona, España.

Nos acercamos a Dandy León, una de las mejores nuevas agrupaciones de pop rock, al talento increíble del mandolinista Jorge Torres, al proyecto fuera de serie Pepperland, a las jóvenes promesas Andrea Paola y Liana Malva, a la nueva aventura de Armando Áñez bajo el pseudónimo de Recordatorio. Entrevistamos al detalle a Baldomero Verdú, uno de los músicos de la diáspora venezolana a quien mejor le ha ido, y no nos olvidamos de rendir tributo a tres muy distintos músicos fallecidos recientemente: Alfredo del Mónaco, Hugo Blanco y el inglés Chris Squire. Además, la segunda entrega dedicada a las bandas sonoras del francés Alezandre Desplat, conciertos y nuestra acostumbrada sección Discos para leer. Con ustedes Ladosis #37. Gracias por estar ahí.

04 DANDY LEÓN El pop perfecto existe

16 JORGE TORRES El nuevo lenguaje de la mandolina

48 FESTIVAL NUEVAS BANDAS 2015

06 PRIMAL SCREAM El espejo de su tiempo

18 BALDOMERO VERDÚ Forastero en ascenso

52 FESTIVAL SÓNAR 2015

08 ANDREA PAOLA “La música es la oración

23 LIANA MALVA “No hago música para hacer dinero”

24 HUGO BLANCO (1940-2015) Un hito del arpa criolla

Nuestra edición #37 nos enorgullece particularmente. Desde que comenzamos hace casi 7 años hemos estado cubriendo las actividades del gran pianista Gerry Weil, un personaje único e irrepetible en la historia de nuestro jazz y en general de la música hecha en Venezuela, cuya presencia en la revista bien sea de forma directa o a través de citas de otros músicos ha sido una constante. Poco a poco fuimos incubando la idea de dedicarle un reportaje largo y por supuesto una portada, tal como se merece una figura de su relevancia. Ese momento llegó, pero no podíamos solamente entrevistarlo y hacerle una sesión de fotos (lo cual hicimos en su hábitat natural desde 1980, Sábana Grande), sino que nos dimos a la tarea de buscar material fotográfico de archivo que documentara la interesante vida de este austríaco más venezolano que cualquiera, que desembarcó en La Guaira en 1957 cuando tenía 17 años. En ese sentido, su hijo mayor Gerhard

Ladosis

ÍNDICE más fuerte del universo”

10 La música es un RECORDATORIO 12 PEPPERLAND Los Beatles en peñero amarillo

26 GERRY WEIL “Yo vivo en el cielo” 42 Discos para leer

56 Ahí Estuvimos 62 CHRIS SQUIRE (1948-2015) The Fish se ha ido 64 ALFREDO DEL MÓNACO (1938-2015) Un pionero de la música electrónica 66 ALEXANDRE DESPLAT Nigromante de las cuerdas

Edición #37 Año 7 (2015) © Todos los derechos reservados

Una publicación de La Bemba Producciones, C.A. Rif J-31579764-0 Calle París, Res. La Isla, Apto. 11, Las Mercedes. Caracas.

Editores/Directores JUAN CARLOS BALLESTA jcballesta@gmail.com XABIER LANDA xabilan@gmail.com revistaladosis@gmail.com www.facebook.com/Ladosis www.issuu.com/Ladosis twitter: @revistaladosis Instagram: @revistaladosis You Tube: Revista Ladosis

Director de Arte: AARÓN LARES Correctora: Reina León Beretta Asesores legales: Raúl Daniel Quiñones Portada Gerry Weil en el Bulevar de Sabana Grande. Julio 24, 2015 Foto: Luis Cantillo

y maestro de la orquestación (segunda entrega)

Las colaboraciones son rigurosamente solicitadas. Colaboran en esta edición: Alejandro Urdaneta, Andrés Ramírez, Carla Herrera, Cherry Adam, Dubraska Jiménez, Emilio Méndez, Eugenio Scalise, Gabriel Pérez, Gustavo Reyes, Henry González, Iola Mares, Isabella Plaza, Iván Padilla, Jhon Scarso, José Ostos, Leonardo Bigott, Luis Cantillo, María Alejandra Mata Mariella Rosso, Mercedes Sanz, Migue´s Photo Book, Nicolás Serrano, Rafael Barragán, Tomás Jaimes, Uwe Paiser, William Padrón.

Agradecimientos especiales: Aarón Lares, Carla Montero, Dandy León, Gerhard Weil, Luis Cantillo, Mikott Ingeniería de Audio, Movistar, Pancho Montañez, Pepperland, Polar Ice, Reina León Beretta, UV Backline.

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Edici贸n 37. Centro Cultural Chacao / julio 25, 2015

2. Dandy Le贸n

3. Dandy Le贸n

Foto: 1 Leonardo Bigott / Fotos: 2,3,4,5 y 6 Ivan Padilla. 02


Conciertos 1. Publico

5. Pepperland

4. Pancho Montañez Improvisto

6. Freddy Adrián con Pancho Montañez Improvisto

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Foto: Andrés Ramírez

DANDy LEóN

I

El pop perfecto existe La genética del pop británico se ha esparcido por el mundo desde que los Beatles comandaron el desembarco musical en América hace ya 51 años. Aquella Primera Invasión Británica no deja de influir, bien directamente o a través de las sucesivas generaciones de bandas surgidas en las Islas Británicas. Venezuela no ha escapado a ese influjo. Una de las mejores nuevas bandas seducidas por el eterno encanto brit es Dandy León, un cuarteto concebido originalmente cerca de Valencia.

Juan Carlos Ballesta

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Ignacio Umérez (guitarra, voz) (I) y Juan González Bruestlen (guitarra, coros) (J) se conocieron en los patios y pasillos de un colegio en Guacara, Estado Carabobo. La química fue instantánea, comenzando apenas conocerse a componer el repertorio de lo que un tiempo después se convertiría en Dandy León (título que fácilmente podría recordar el tema psicodélico de los Rolling Stones, “Dandelion”). Ahí están, también, otras referencias innegables provenientes de Jack White o The Black Keys. Tras la inclusión en 2012 del bajista Carlos Sánchez (de Los Telecaster) (C), comienzan a grabar en el estudio de Tiuna, El Fuerte, en el que Ignacio se desempeña como Ingeniero de Grabación. La reciente llegada de José “Tipo” Núñez (JN) para encargarse de la batería, terminó de

conformar el cuarteto y darle una solidez a la base rítmica que complementa a la perfección el trabajo guitarrístico y melódico de los dos fundadores. Dandy León combina las influencias del britpop con elementos de su entorno, quizá por ello les ha dado por autodefinirse como rock psicotropical, gracias a sus letras sobre el eterno femenino y elementos rítmicos y armónicos que cruzan el Atlántico en un viaje de ida y vuelta. Sus primeros temas, “Cómprame”, “Cruzada”, “La juventud”, “Abrázame”; “Engaño”, “Niebla” o la reciente “Manuela”, abrebocas de su venidero disco debut, son auténticas joyas ubicadas dentro de la más indulgente de las categorías: el pop perfecto.


¿Cómo se forma el grupo?

J: El primer día que empecé en el Colegio Teresiano de Guacara, la primera persona que me habló fue Ignacio. Me brindó una malta y hubo química de inmediato. Fue en octavo de bachillerato. El vivía en Guacara y yo en San Diego. I: Nos hicimos muy panas y un día revisando el teléfono de Juan me doy cuenta que tenía una foto de una batería y le digo ‘¡coño huón tu tienes una batería, no me habías dicho, yo toco guitarra!’. Empezamos a reunirnos tocando batería y guitarra, componiendo juntos durante un buen tiempo y grabando nuestras primeras canciones, ninguna de las cuales forma parte ahora de lo que será nuestro primer disco.

¿Y cuándo se vienen a Caracas?

I: Yo me vine hace cinco años a estudiar Ingeniería de Sonido. J: Yo aún vivo en Valencia pero vengo casi todas las semanas a Caracas.

¿Cómo se conocen con Carlos?

C: Yo estaba buscando un estudio para grabar a Los Telecaster. Un pana que tocó con nosotros, Jonathan Angarita, me recomendó ir al estudio de Tiuna, El Fuerte, porque supuestamente había un chamo que era un duro. Fui y justamente encontré a Ignacio grabando unas guitarras para Dandy León (aunque en ese momento se llamaba Efecto Secundario), quien me puso un tema para que lo escuchara. Ese tema era “Entre tus células” (por ahora descartado) y me quedé loco. Me gustó mucho la banda y quedé emocionado también por el estudio. I: Carlos me propuso grabar el bajo de ese tema y luego le dije para otro y después para el siguiente y así… (risas). Ya teníamos las baterías de varios temas que grabó Luis Rojas. Estábamos en plena formación, dándole cuerpo al proyecto. En realidad este año es que nos hemos enfocado en lo que realmente queremos.

¿Cómo ha sido la experiencia en Tiuna, El Fuerte?

I: Ya llevo tres años trabajando en el estudio que dirige Claudio Amico, quien se ha portado muy bien. Desde el primer día me dijo que yo era el encargado del estudio y que administrara el tiempo. Y yo la verdad para asuntos personales solo lo he utilizado con Dandy León de forma racional. Se lo agradecemos muchísimo. El disco ya está listo. Tenemos nueve temas completos.

¿Cuándo lanzarán el disco?

C: Tras el sencillo que lanzamos y dimos a conocer en el concierto de Ladosis, que siguió a la exposición en el Festival Nuevas Bandas, lanzaremos el álbum en el último trimestre del año.

¿Cómo llegan a inscribirse en el Festival Nuevas Bandas y como fue esa experiencia? C: Este año fue por consenso. Teníamos rato hablando sobre eso y esta vez se

dieron las condiciones. En 2014 aún no era nuestro momento y el proceso de inscripción era muy tedioso. En esta edición fue más cómodo y se dieron las condiciones. En el show tuvimos problemas de sonido, aunque pensamos que lo hicimos bien. De inmediato uno queda algo desanimado por no ganar, pero eso se pasa rápido y la ilusión reapareció al día siguiente. Una semana después ya estábamos tocando en Ladosis y lanzando un tema nuevo.

¿De dónde salió el nombre Dandy León?

I: Es una combinación medio absurda. Lo de León se debe al cantante del grupo mexicano Zoé, León Larregui, que tiene un disco como solista bestial que nos ha influido mucho. J: Lo de Dandy lo pensamos por la flor que se llama Dandelion, que en español es Diente de León y tiene muchas propiedades medicinales. C: Entonces Ignacio propuso que tuviera sonoridad en español y lo dejamos como Dandy León I: Esa flor es increíble. En la serie Cosmos vi que si estás en lo más alto de la Cordillera de Los Andes y sueltas unas cuantas hojas, estas pueden llegar al otro extremo de la cordillera por lo volátiles que son, expandiendo su reproducción de manera natural. Es una máquina hecha para volar grandes distancias.

¿Cuáles son sus influencias musicales?

I: The Beatles, obviamente. Una banda inmortal. El disco solista de León Larregui ha sido importante. En el colegio escuchábamos bastante Oasis. Ahora estoy con la Fania, Eddie Palmieri, Tito Rodríguez…Estas influencias se deben a que estuve grabando el disco del baterista y percusionista Orestes Gómez, en el que hay mucha percusión afro venezolana y rítmicamente se te mete totalmente. J: Toda la carrera de Arctic Monkeys, que se ha reinventado de manera increíble. Me gusta mucho la voz de Alex Turner. También lo que hizo con The Last Shadow Puppets. Ahora escucho mucha música clásica para alimentar mi faceta de pianista. Nos gusta Miles Kane. C: Yo estoy pegado con Jack White. Me inspira mucho su creación, su estética y lo que el proyecta con su empresa y su posición en una especie de rescate de la industria. En una entrevista leí que no le interesa mucho como suenan los temas dentro de un estudio, sino en otros contextos que es donde la gente escucha la música, por ejemplo una radio. Se compró un transmisor de onda corta y moviéndose con su carro iba dando instrucciones a su estudio (que queda en una finca) para que el bajo, o la guitarra o la batería sonaran mejor en la mezcla,

escuchada en su radio. También me llama la atención su uso de los colores. El dice que máximo deben utilizarse tres colores.

José, ¿cómo llegas a incorporarte a Dandy León y qué tal te has sentido tocando este britpop criollo que no es tu área de trabajo principal? JN: Ignacio comenzó a mezclar los temas de Cosaspasarán (ver Ladosis #36) y por esa razón nos conocimos. En algún momento me preguntó si estaba interesado en participar y me invitó a un ensayo. Ya llevo cuatro meses y cada vez me siento mejor. Con cada nuevo ensayo y cada nueva presentación estoy más cómodo.

¿De dónde salen las canciones? ¿Cuál es la inspiración principal? I: ¡De las mujeres! (risas). No se puede hacer nada contra eso (más risas)

En un ejercicio de abstracción, ¿Dónde les gustaría tocar con el grupo ya consolidado?

C: Lo hemos conversado y queremos tocar en los grandes festivales latinoamericanos como Estéreo Picnic, Rock al Parque y Vive Latino. Sabemos que no es fácil, pero nos enfocaremos. I: Rock in Río sería lo máximo. Vamos paso a paso, con objetivos a mediano plazo que podamos cumplir para que el proyecto se haga autosustentable. Hay que ser organizados.

¿Cuáles son sus grupos favoritos de Venezuela? C: Yo siempre voy a nombrar a Cunaguaro Soul (ver Ladosis #2). Me dolió mucho cuando se disolvió. Gustavo Guerrero es increíble. El segundo disco de Americania me gusta mucho. J: Me gusta Los Colores (ver Ladosis #27) JN: Yo menciono a El Regaño. I: Domingo en Llamas (Ver Ladosis # 29). José Ignacio Benítez es un genio.

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Foto promocional del disco More Light. 2013

PRimAL scREAm

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El espejo de su tiempo

Escuchar los discos de Primal Scream en orden cronológico permite apreciar los cambios, las idas y venidas, el pasado, presente y futuro del ecléctico universo pop. El grupo escocés es, sin duda, el espejo de su tiempo. La idea del grupo surgió cuando el cantante Bobby Gillespie era baterista del legendario combo escocés de noisypop The Jesus and Mary Chain. En los primeros álbumes, Sonic Flower Groove (1987) y Primal Scream (1989), se escuchan los ecos del garage rock de MC5 y The Stooges, la psicodelia de Spacemen 3, el art-pop de Velvet Undergound, el punk de The Clash y la estética bluesy de los Rolling Stones, quizás la influencia más constante a lo largo de toda su obra. Poco después, la llegada del acid house y el sonido Manchester encabezado por Happy Mondays y The Stone Roses cambió la perspectiva del grupo. De la mano de los productores y músicos electrónicos Andrew Weatherall, Alex Patterson (The Orb) y Jimmy Miller (de fama con los Stones), se produce el gran salto con Scremadelica (1991), una calidoscópica amalgama de rock, techno, acid house, psicodelia y dub, que los llevó a ganar diversos premios europeos. Aunque para entonces Primal Scream se había convertido en la abanderada de la fusión electro-rock, el siguiente disco, Give

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Si hubiera que elegir un grupo de rock para describir la evolución y desarrollo de la música pop de los últimos 30 años, pocos tan adecuados como la banda escocesa Primal Scream. Desde su nacimiento en 1984 hasta la aparición del estupendo More Light (2013), el recorrido incluye acercamientos a la psicodelia, el shoegazing, el dance rock, el dub, el techno, el acid house, el electrorock, el post punk, el blues rock y el pop melódico, logrando unir sin demasiados traumas el hedonismo de las pistas de baile y el espíritu callejero del rock.

Juan Carlos Ballesta

Out But Don´t Give Up (1994), se alejó de Scremadelica para coquetear con el soul, el funk y el sonido Stones. Fue una muestra de la independencia que en años sucesivos caracterizaría su carrera. Dos años después ocurre un nuevo punto de inflexión con el reclutamiento del bajista

Gary “Mani” Mounfield (The Stone Roses) y el tema que da título a Trainspotting, film ícono de la cultura pop contemporánea. Primal Scream siguió escribiendo la historia en primera persona. Vanishing Point (1997), XTRMNTR (2000) y Evil Heat (2002) fotografiaron el estado de la música y la sociedad en la transición entre siglos, ampliando la paleta con pinceladas de krautrock y techno industrial. En el trío de discos las arropantes guitarras de Robert Young (fallecido en 2014) y Andrew Innes se conjugan con los teclados y programaciones de Martin Duffy, las precisas líneas de bajo de Mounfield, los arreglos y mezclas de Kevin Shields y la voz de Gillespie para crear momentos de siniestra belleza y seductora agresividad. Cuando todos esperaban otro manifiesto de dance-rock, el grupo dio una nueva vuelta de tuerca con el bluesero y áspero Riot City Blues (2006). Y de nuevo, otro giro del periscopio con Beautiful Future, magnífico compendio de todas las influencias acumuladas, con mayor dosis de melodía y menos frenetismo, hasta llegar al fantástico More Light, con el que mantienen la capacidad de sorprender y atraparnos. Primal Scream sigue su camino sin tregua, todavía con capacidad de sorprender y protagonizar la evolución de la música pop.



Foto: Nicolás Serrano

ANDREA PAOLA

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“La música es la oración más fuerte del universo”

El pasado 22 de abril, la soprano guaireña ofreció un excelente concierto en el ciclo musical de Noches de Guataca (ver Ladosis #36). Una simbólica escenografía fue la visual seducción para presentar un repertorio de autores venezolanos que incluyó, entre otros, a Aquiles Báez, Francisco Pacheco, Luis Mariano Rivera, Simón Díaz, Alberto Arvelo, y a otros del continente como Juan Luis Guerra, Jorge Fandermole, Marta Gómez y Milton Nascimento. Su cálida interpretación a capella del tema “Se va volando”, recordado por muchos en la voz de Morella

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Muñoz (†) con Quinteto Contrapunto, signó el inicio de un concierto que será recordado como un hito en la carrera de quien, hasta ahora, ha sido corista, entre otros, de Cecilia Todd, y merecedora de dos importantes premios universitarios. Esa noche la acompañaron Carlos “Nené” Quintero, Edwin Arellano y Jorge Torres, músicos que son garantía y sinónimo de la más alta calidad artística y profesional. Su vivaz personalidad es un valor agregado a su concepto artístico. Desde allí asume el rol de productora con entereza, dulzura y espontaneidad. Posee además una

sonoridad contemporánea que desgrana sin artilugios composiciones propias como Para ti” o versiones como “Ritualitos”, de la colombiana Marta Gómez, influencia esencial en su carrera. Su concepto abarca también a nóveles autoras venezolanas como Amaranta Pérez. Andrea también ha incursionado en la docencia en el hermoso proyecto de Villa Musical. Siempre dispuesta a compartir sus experiencias con notoria elocuencia, esta guaireña nacida el 27 de enero de 1990, tomó un tiempo para conversar con Ladosis sobre una carrera que si bien


Uno de los secretos vocales mejor guardados del país irrumpe como solista llevando en su corazón la pasión coral. A sus 25 años, Andrea Paola tiene un futuro promisorio como cantante y compositora. Ella encarna claridad, determinación y exigencia, ingredientes que aunados al talento natural suelen garantizar el éxito.

Leonardo Bigott

llevaban al Complejo Cultural José María Vargas. Allí descubrí el mundo coral.

¿Tocas algún instrumento?

La tragedia de Vargas en 1999 nos obligó a mudarnos a San Antonio de Los Altos y es en la Escuela Comunitaria donde encuentro un estímulo determinante en mi carrera artística. Tenía 11 años cuando entré a la estudiantina tocando mandolina.

A pesar de las adversidades has tenido tus ángeles. ¿Qué vino luego?

Sí. En esos días estudiaba con Claudia, hija de Miguel Delgado Estévez, con quien tuve una empatía inmediata. En ese tiempo descubrí también mi gusto por la danza. Fue un cambio importante en lo sociológico. Conecté con Claudia porque compartíamos un modo similar de ver las cosas. La moda no era ciertamente lo nuestro. Por esos días, gracias a la profesora Lilia Bonet, también descubrí la poesía. apenas comienza en su faceta solista, posee todos los ingredientes que suelen garantizar el éxito. Pero no ha sido fácil.

¿Qué factores han moldeado tu inclinación musical?

Inicialmente haber vivido en 10 de Marzo y luego en Las 15 Letras, Macuto. Fue donde llegaron a mis oídos Héctor Lavoe y luego, de modo vivencial, las comparsas de carnaval y las parrandas de Naiguatá. Siendo mi familia católica y de Carayaca, encontré en el aguinaldo una influencia importante ya que la navidad tenía para nosotros un sentido devocional. Recuerdo que eran misas muy concurridas.

¿Constituyó eso un punto de inflexión?

Influyó, pero fue una tía quien identificó mi talento natural por la música. Mis padres no eran músicos pero en casa era frecuente oír a Alí Primera, Silvio Rodríguez, Mecano, Otilio Galíndez y mucha salsa. Mamá solía cantarnos. Esos años Juan y Romelia, vecinos a quienes trataba de abuelos, me

sugiriéndome que estudiara canto. También escuchaba a Medioevo.

¿Cuándo optas por lo solista?

Aquiles Báez es quien impulsa esa faceta en mí. Él ha sido determinante en mi carrera como solista. No creo tener una gran voz pero siempre soñé con ser solista. El mundo coral es otra cosa, así que no dejaba de pensar si podía hacerlo sola. Estuve desde 2008 hasta 2014 en el Orfeón. Dejarlo fue una decisión personal. Esos años conocí, entre otros, a C4 Trío y la MAU.

¿Influyó estudiar Historia en tu carrera artística?

Sí porque me involucró con la Dirección de Cultura. Por esos días estaba también en el IUDEM donde conocí a Biella Da Costa y Constanza Liz. Eran días muy agitados. Fue en esa época que gané la Voz de la Historia y el segundo lugar de La Voz Humanista.

¿Cómo ha sido la experiencia con un artista de la estatura artística de Jorge Torres?

Jorge me abrió las puertas a un universo musical que no conocía. Ha sido la persona idónea para compartir mi trabajo. Además me mostró que lo de la composición sí era posible.

¿Cómo es tu relación con la música?

Mi relación con la música es espiritual manifestada visualmente. La música es la oración más fuerte del universo.

¿Cuándo tendremos la oportunidad de escuchar tu disco?

Aunque trabajo en ello, está muy crudo aún. Lo inmediato es un concierto en BOD para después de vacaciones con el mismo concepto de Noches de Guataca.

¿Fue eso lo que te llevó al Orfeón Universitario? Miguel Delgado me llevó a un concierto del Orfeón y regresando le dije que quería cantar allí. Poco después me daría un disco de ellos. Ya escuchaba a Cecilia Todd y a Lilia Vera. Diría que un punto de inflexión en mi formación humanística fue la Escuela Comunitaria porque tenía un esquema más idóneo para lo que más tarde sería. Yo venía de un colegio católico con un enfoque muy rígido.

¿Qué significa la música coral para ti?

Un espacio donde reposa vivamente la tradición musical venezolana, gracias a Evencio Castellanos, Juan Bautista Plaza y, especialmente, Vicente Emilio Sojo.

¿Tuvo el Quinteto Contrapunto influencia en ti?

Sí, ¡fue increíble! En esos días hacía la audición para entrar al Orfeón, aunque debo decir que Neri Per Caso fue mi primer contacto con grupos polifónicos pequeños. Por esos días estudiaba en la Escuela Pedro Nolasco Colón y ya tenía profesores

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LA músicA Es uN

Después de haber sido vocalista y bajista de la reconocida banda de indie pop Americania, Armando Áñez decidió emprender su proyecto como solista. Ahora muestra su faceta introspectiva a través de su debut discográfico: Lógica resbalosa.

Mercedes Sanz

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Foto: Migue’s photo Book


RECORDATORIO

A

Algo resbaloso, que no se puede aprehender, como agarrar un puño de cal, como caminar en arena movediza. Eso que es inasible, tiene su lógica. Abundan los estudios sociológicos y filosóficos sobre el tema. Lógica resbalosa es un nombre atractivo y es perfecto para una teoría. Ahora, cuando vemos ese título en una obra discográfica, hay un choque: ¿qué es esto?, ¿será música dodecafónica, concreta, minimalista? En fin, se piensa en el vasto terreno de lo experimental. Y si fuera así, igual hay que escucharlo. Pero el disco que lleva ese nombre va por otro camino. “Realmente viene de una estupidez. Los músicos solemos trabajar en Pro Tools y me cambié a Logic, y me parecía ambiguo, resbaloso. Pro Tool era más cuadriculado, y de ahí viene. Algo lógico y resbaloso era la impresión que me daba. Después se convirtió en una aceptación mía, porque hay cosas que no tienen respuesta, ni lógica ni reglas”, dice Armando Áñez, quien fuera bajista y vocalista de la banda caraqueña Americania. Al igual que muchos cantantes de grupos, Áñez debutó como solista y este año presentó su ópera prima Lógica resbalosa. “Llegué a este disco queriendo hacer letras distintas a las que hacía antes. Tenía una relación estable con mi pareja, y quería probar si de esa energía positiva salía algo. Entonces, así lo hice y dije ¡perro!, es posible componer feliz. Los temas no plantean despecho”, comenta Áñez.

Vendrán más memorias

Diez temas contiene esta obra enmarcada en la canción de autor. Envuelta en acústica, folk, donde el teclado tiene un protagonismo evidente. Lógica resbalosa no es digerible a

Recordatorio

Lógica resbalosa

Independiente. 2015. Venezuela

Foto: José Ostos

primer oído, hay que escucharla una y otra vez para captar su sonoridad, estructuras y letras. “No hay una definición, un concepto, posiblemente un sentimiento que los hila. Siempre está allí la nostalgia aunque no sean letras tristes. Supongo que es lo que me sale y no hay nada que hacer. Y sí, es acústico, la voz no tiene reverberaciones. Quiero que se sienta como una conversación. Yo quiero escribir así, cosas que yo pueda decir hablando, no respetar métricas ni rimas, ¡pero eso no rima!, no importa, es lo que quiero decir, creo que allí hay arte. El valor del disco está en la honestidad, en lo cercano, en que te estoy diciendo una cosa como si fueras mi amigo y no lo eres”, señala Áñez con su voz nasal, tal como se siente en el disco. Una voz frágil como su mirada, como su delgadez. Áñez buscaba un nombre para su proyecto individual y se lo pidió prestado a su cuarto. Resulta que los discos que hacía para otros los firmaba como “grabado en Recordatorio”. “Esto me

parece un súper nombre. Siento que mi música es eso, tiene el aire de nostalgia, revivir las memorias o lo que no hemos vivido todavía. La música en general tiene ese poder con la memoria. Una de las cosas que se nos queda en el cerebro es la música. A los viejitos con Alzheimer les ponen una canción que les gusta y se reconectan con la vida. La música es un recordatorio. Siempre encuentro razones distintas para llamarlo así, y tiene el récord en la palabra, también suena a laboratorio de recuerdos. Al final es lo que sucede cuando grabas algo, le estás diciendo a una máquina que recuerde”, expresa. Heberto Áñez (Presidente) (coproducción, teclados, percusiones y programación), Héctor Tosta (guitarra), Simón Hernández (batería), Linda Sjöquist (Cancioneira) (coros y voz), Gustavo Casas (coros), Rafael Parra (diseño), entre otros artistas participaron en Lógica resbalosa. Su creador piensa seguir mostrando sus recuerdos.

Tras la breve pausa que siguió a la lamentada disolución del trío Americania, Armando Áñez regresa con un proyecto personal al que ha bautizado Recordatorio. Con “La fiesta del Rey Drama”, los tres miembros de Americania pusieron el listón muy alto con un puñado de canciones delicadas, de gran contenido melódico y grandes arreglos, además de una grabación impecable hecha por Héctor Castillo en Nueva York. Fue, si se quiere, una especie de prematuro tour de force que, por ahora, no tiene continuidad en el plano grupal. Áñez es el primero en arriesgarse con algo propio y el resultado, es un disco intimista, no demasiado alejado de la estética del mencionado disco de Americania, pero si lo suficiente como para establecer distancias y ubicarlo en un terreno muy fértil últimamente en Venezuela. Lógica resbalosa explora el terreno de la nueva canción de autor que en los últimos años ha alcanzado cotas de gran emotividad

y expresividad en varias ciudades venezolanas, gracias a cantautores como Ulises Hadjis, Jan Pawel, Mundano y Linda Sjoquist, entre otros. Esta última participa como invitada en la exquisita “El norte despejado”. Los diez temas producidos por el propio Armando (voz, guitarras eléctrica y acústica, bajo, teclado, piano y ukulele) y el zuliano Heberto Áñez (teclado, piano, percusión y programación) (Presidente, TLX) son auténticas gemas, sin estridencias y con austeros pero muy adecuados arreglos. Simón Hernández (batería) y Héctor Tosta (guitarra), además de la cellista Ana Elba en dos temas, contribuyen de manera especial a lograr un resultado exquisito. Cuando un disco pide de inmediato ser escuchado de nuevo, ha triunfado.

Juan Carlos Ballesta

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Fotos: Rafael Barragán De izquiera a derecha: Jorge Torres, Gustavo Márquez, Héctor Molina, Hana Kobayashi, Gustavo Medina, Yimer Vivas, Yonathan Gavidia.

PEPPERLAND Los Beatles en peñero amarillo El incipiente y ambicioso proyecto de este septeto evocador de visiones oníricas que procura cruzar el charco a bordo de su ‘peñero amarillo’, desgrana una fórmula provocadora que sin duda es novedosa en sus ingredientes. Esta superbanda de corazones solitarios comandada por la Sgt. Hana Kobayashi, ya comienza a dar de qué hablar. Síganme entonces a este paraíso submarino a bordo de un híbrido peñero, así que “¡All together, now!”

Leonardo Bigott

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música de los ‘4 lads from Liverpool’ que han quedado registradas para la posteridad y que han sido apreciadas en otras latitudes: Música Expresiva, concepto musical de Freddy Guzmán, exploró ritmos latinos para adaptarlos a un formato que incluía corno, cello, percusión étnica y vibráfono; Los Beat 3, superbanda que resultó de la separación de Los Buitres pero con mayor ímpetu y energía. También están las versiones que hicieran grupos como Los Darts y Los 007 en los años 60. ¿Y qué no decir del trío de Alonso Toro, Paul Desenne y Pedro Vásquez, quienes bajo el mote de Alzheimer dejaron una aberrada, desproporcionada y desternillante versión de “Got to Get You Into my Life” que es objeto de mi más grande afecto y admiración?. Y ahora, este nuevo episodio que con osadía y maestría irrumpe en la escena musical con esa excepcional música pero en lenguaje vernáculo. Pepperland está conformada actualmente por Abelardo Bolaño (batería), Gustavo Márquez (bajo), Gustavo Medina (guitarra), Hana Kobayashi (voz), Jorge Torres (mandolina), Héctor Molina (cuatro) y Yonathan “El morocho” Gavidia (percusión). Ellos son representantes de una generación que evidencia en su concepto sonoro que toda buena música trasciende en el tiempo. Atemporal, tal vez dirían algunos. Un lunes llegaron a Ladosis para contar una historia que tiene todo el talante para ser trascendental si los avatares de la vida no desvían el curso de este ‘peñero amarillo’. Hana (HK), Héctor (HM) y Yonathan (Y) contaron con dislocada pasión sobre esta experiencia musical.

L

La música de The Beatles es profunda, sublime, mágica, llena de esas cosas que no se describen con palabras. Hay que oírla una y otra vez para vivirla y entender su maleabilidad y desprendimiento de lo coetáneo. Posee, además, una clara universalidad evidenciada en múltiples eventos que van desde el envío al espacio que NASA hiciera del tema “Across the Universe” en 2008, hasta interpretaciones de esa música en géneros tan disímiles al rock como lo es el choro de Brasil. Múltiples festivales, publicaciones, parafernalia y todas las excentricidades que se puedan imaginar, no caben en más de 50 años de historia. Venezuela, siempre tan musical, ha hecho cosas maravillosas con la

¿Cómo nace Pepperland?

HK: Todo comenzó con pequeños proyectos que Xariell Sarabia producía para la pequeña sala experimental de BOD. Cierta vez le preguntó a Jorge Torres si tenía algo tipo Beatles. A ello

Jorge respondió que no pero que podía crear algo. Había una fecha pero sin proyecto, así que Jorge comenzó a reclutar su personal. HM: Comenzamos a cuestionar el nombre porque fue creado para el proyecto sin que en realidad existiera la banda. En algún momento Jorge, siempre reflexivo, dijo ¿Qué les parece los perros verdes? Y: Hana trajo un sinfín de nombres que emergieron del imaginario Beatles y el venezolano. HK: Finalmente Gustavo Márquez dijo… ¿Y si nos llamamos Pepperland? Para nuestro segundo concierto aún nos llamábamos Los Beatles Criollos.

¿Cuándo fue eso y qué vino luego?

HM: Eso fue hace más o menos un año. Xariell no conocía de proyecto que rindiera homenaje a los Beatles pero desde la perspectiva de la música venezolana. Una vez reclutados todos, vendría seleccionar el repertorio para el evento.

Al verlos uno habla de un trabuco, ¿quiénes conformaron la banda en sus inicios?

Y y HM: Originalmente estaban Yilmer Vivas en la batería y Rodner Padilla en el bajo. Ambos se fueron del país y entonces Abelardo Bolaño y Gustavo Márquez entraron por ellos. Somos Abelardo, Jorge, los dos Gustavo y nosotros tres. HK: Es importante destacar la participación de Rodner y Yilmer porque ambos tuvieron mucho que ver en la definición del sonido de Pepperland.

¿Cómo se siente Hana Kobayashi, excelsa beatlera, en este proyecto? HK: ¡¡Horrible!! (carcajadas)

¿Es difícil interpretar la música de ese cuarteto en nuestros complejos ritmos?

HK: No lo es. La clave está en cómo seleccionamos el repertorio a partir de pautas rítmicas que sugiere el tema para su adaptación. Esto sucede de una forma natural. Y: Escuchamos algo, por ejemplo, y entonces decimos si queda mejor en gaita tambora o sangueo. Entonces experimentamos.

¿En ese proceso qué temas han representado algo sobre lo cual poco pueden hacer y cómo contribuye que todos se conozcan desde hace tiempo? HM: Todo ha fluido chévere. No hemos encontrado algo que nos diga lo contrario. Eso ha sido una sorpresa incluso para nosotros. Y: El que nos conozcamos ayuda porque cada uno conoce del otro y puede sugerir algo sin contratiempos. El modo en que esa música está escrita da a pensar que ha sido hecha para la

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música venezolana. El proyecto es un punto de convergencia para nosotros porque tiene un balance entre lo musical y lo comercial. Es atractivo, buenos temas, tiene elementos venezolanos. Es un proyecto exportable.

¿Qué referencias tenían antes de abordar el proyecto?

HM: Varias, pero una de ellas fue un CD de músicos brasileros donde participó, entre otros, Hamilton de Holanda, a quien admiramos mucho.

¿Existe un período de The Beatles en particular que hayan querido explotar con mayor ahínco?

HK: Realmente lo que ha sucedido es la importancia de este experimento como tal, más que el intentar tocar el ‘álbum blanco’ en su entereza, por citar un ejemplo. Creo que en este proyecto todos somos beatleros.

¿Cuál es el mayor reto que enfrenta Pepperland?

HK: Creo que sigue siendo como continuar el encuentro de la música de ‘los cuatro de Liverpool’ con los ritmos venezolanos asumiendo o practicando el

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ejercicio de cómo sería si ellos hubieran nacido acá. Desde la primera vez que nos reunimos hubo un flujo natural cuando dimos la primera nota. Hemos escogido un repertorio que es amigable.

¿Cómo ha impactado Pepperland en ustedes?

HK: Además de lo dicho anteriormente, debo destacar que hay algo en la música popular que genéticamente lleva implícito la música de los Beatles, pero yo, siendo bicultural, he coqueteado también con los ritmos venezolanos en proyectos como Mixtura y Primate. Esto ha sido en verdad increíble. Al final cuando logras amalgamar estos elementos armónicos, melódicos y rítmicos, te das cuenta de que has creado algo que es lo que presentas, más allá de un bambuco, sangueo, etc… Incluso para la música venezolana. Para Pepperland, somos una banda y su música es eso y ya. Y: Hay otro aspecto que está allí del cual no hablamos y que hace relevante a Pepperland. Siempre ha habido una preocupación por lograr que los ritmos venezolanos sean fácilmente absorbidos por las audiencias más

allá de nuestras fronteras. Siempre es complicado. En Pepperland hay algo especial porque esa grandeza de las composiciones de los Beatles ha hecho que nuestros ritmos sean más fáciles de asimilar. Hemos puesto nuestro talento para destacar los temas y no las individualidades. Este es uno de los proyectos que más he disfrutado. HM: Una de las cosas que procuramos para lograr el efecto expresado anteriormente es no recargar los temas. Tratamos de disfrutarlo al máximo.

¿Yonathan, significa que no hay cabida para la improvisación?

Y: Por supuesto que hay espacio para ello, pero lo hacemos de una forma tan divertida que puedes llegar a sentir que el tiempo pasa volando.

¿Cuándo escucharemos el CD?

HK: Estamos grabándolo y debería estar listo para fin de año. Por ahora nuestro interés está en terminarlo y seguir tocando. Que nos escuchen. Nos importa mucho esa conexión con el público y nos gusta mucho que la gente salga de nuestros conciertos con esa sensación de esperanza.



Fotos: Nicolás Serrano

JORGE TORRES

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El nuevo lenguaje de la mandolina “Uno no escoge al instrumento, es el instrumento que lo escoge a uno”, dice este orgulloso caraqueño, una de las piedras angulares de Ensamble Kapicúa y factor común en grabaciones de Aquiles Báez Trío, Eddy Marcano, C4 Trío, Fernando Alarcón (†), Ilan Chester y Pomarrosa. Actualmente le ocupa su trabajo como acompañante al lado de importantes vocalistas como Andrea Paola, Ana Cecilia Loyo, Fabiola José, Jakelín Liz, Iliana Goncalves y Marisela Querales, entre otras. Junto a Cristóbal Soto, Ricardo Sandoval y Remigio “Morocho” Fuentes, Jorge Torres se erige como uno de los más relevantes intérpretes de la mandolina actual. Esta vez con 10 cuerdas y un nuevo CD.

Leonardo Bigott

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Cuando era niño recuerdo mi habitual confusión entre mandolina y bandolina. Fue recientemente que encontré en una página de Internet que se usa bandolina para referirse a la venezolana y diferenciarla de la académica. Aunque no quedé convencido, es importante referenciar un poco la evolución de este instrumento estableciendo su parentesco con el laúd, cuyo origen nos lleva a Irán donde se le conoce bajo el nombre de barbat. Serán las invasiones islámicas las responsables de difundirlo por toda Europa. Al alcanzar popularidad en el Renacimiento, el laúd sufrió cambios importantes, sobre todo en Andalucía, por lo que algunos consideran que la mandolina o bandolín desciende de éste. En los primeros años del siglo 19 la mandolina llega a Venezuela y es también el momento en el cual aparecen las primeras estudiantinas en las ciudades de Mérida y San Cristóbal. La historia es fascinante. Este amante de la capital, criado en La Candelaria, inició su transitar por la música en el Instituto de Educación Integral

cuyo pensum era de inclinación artística. Tenía unos 6 o 7 años. Ubicado en San Bernardino, este colegio fue el punto de partida en la carrera musical de Jorge Torres quien, a sus 29 años, recuerda aquellos días con especial deferencia porque fue precisamente allí donde se inició en el cuatro, las artes escénicas y el canto coral, lo que más tarde sería determinante en hacer de la música su modo de vida. Su temperamento callado y reflexivo revela con verbo meticuloso la influencia familiar en su desarrollo artístico. Jorge cuenta pausadamente cómo han sido su padre y la escuela los factores que han contribuido a su formación musical, y no deja de señalar que su abuelo materno llegó desde Colombia, donde era escultor, para cantar en el Teatro Baralt de Maracaibo como invitado. También comenta que su tío Tiburcio era un lutier que fabricaba cuatros, mandolinas y otros instrumentos que solía tocar de modo empírico. Ambos casos son referentes importantes que junto a otros aspectos


uno quien escoge al instrumento sino el instrumento el que lo escoge a uno. En mis primeros años experimenté con el cuatro y la guitarra pero fue cuando tuve la mandolina en mis brazos que sentí ese ‘click’ natural que te dice que allí es la cosa.

¿Hay algo que puedas señalar como definitivo además de eso? Sí. Me llamó mucho la atención que la mandolina, dentro de la estudiantina, era la que llevaba la melodía. A partir de allí fue como una adicción. Está también el hecho de los importantes aportes de los mandolinistas a la música venezolana. Existen también intérpretes que han experimentado mucho con afinaciones alternas. Hoy en día trabajo más con la mandolina de 10 cuerdas lo que significa 5 cuerdas de orden doble que le otorgan otras características que me atraen. Agradezco a José Morillo, mi primer profesor de mandolina.

Hablas con orgullo de Caracas, no es usual en estos tiempos.

esenciales hacen de Jorge Torres uno de los mandolinistas más importantes de Venezuela, hecho evidenciado en las grabaciones de Ensamble Kapicúa: Musikapicúa (2005), Bravedad (2011) y Estado Natural (2011), su primer CD como solista. Ahora nos da un abreboca de lo que está por ofrecernos.

Tu primer disco es un excelente testimonio de los tiempos que corren para la música venezolana. ¿Qué nos traes esta vez?

En mi primer CD mi motivación era hacer algo diferente a mi trabajo en Kapicúa. Mi nuevo trabajo es en formato de trío con Edwin Arellano en el bajo y Abelardo Bolaño en la batería. Están también dos excelentes percusionistas que son Carlos “Nené” Quintero y Rolando Canónico. Lo más resaltante para mí es que este es un repertorio propio específico para la mandolina de 10 cuerdas, instrumento de poca data en el país. La diferencia esencial es un Do grave adicional si la comparamos con la de 8 cuerdas. No podría tocar esta música bajo otro formato. Todas las composiciones son mías.

Sí. Siento que le debo mucho a esta ciudad porque es un lugar donde suceden muchas cosas a la vez. Compartir con grandes talentos como Aquiles Báez, Orlando Cardozo de Pabellón Sin Baranda, Raimundo Pereira, y Edwin Arellano de Los Sinvergüenzas, ha sido un privilegio propio de acá.

Entiendo que fundaste Pepperland. Como decimos en el argot, todo un trabuco.

Sin duda. La buena noticia es que es otro CD que sale este año. Me llevó un año escoger a los músicos idóneos. Hana Kobayashi por su conocimiento del grupo fue una elección primordial. Mi idea ha sido interpretar la música de los Beatles con ritmos criollos. Su música es muy maleable y con estos músicos, el éxito está garantizado.

Kapicúa tiene un sitial de honor en tu carrera. ¿Qué nos dices?

Edward Ramírez y yo estudiábamos juntos. Esa es la semilla de lo que en un inicio fue Ensamble Diávolo, como Ensamble

Gurrufío. Luego de varios cambios, Álvaro Paiva entra y da al grupo un ordenamiento importante. El grupo sigue activo. Sin dudas es un hito porque fue allí donde comenzaron muchas cosas, aunque la intención inicial era pasarla bien. Recuerdo los toques los días miércoles en el café de la Fundación Bigott.

¿Ha habido algún giro que te ha alejado del camino musical?

¡Sí! Hubo una época en la que estuve fuera del conservatorio y había dejado el instrumento. Estudiaba en el colegio Nazareth donde el concepto era distante de lo artístico. Dejé el instrumento por el deporte y otras cosas. Tenía que adaptarme.

¿Qué otros proyectos ocupan tu tiempo actualmente?

Acompaño a varias cantantes. También tengo con Andrea Paola un proyecto muy hermoso que se llama Mi juguete es una canción. Se trata de un proyecto que emplea muñecas hechas por Mariana Arias y que son figuras de compositores venezolanos: Simón Díaz, Gualberto Ibarreto y otros. El objetivo es resaltar los autores venezolanos a través de su música y la participación directa de los niños. Allí soy el director artístico. Con esta idea queremos hacer un homenaje a Caracas con personajes como Morella Muñoz, Billo Frómeta y otros. También está otro interesante proyecto de Nené Quintero llamado Terapia, y Multifonía, proyecto de música de cámara que lidera Edwin Arellano.

¿Qué recuerdas de tus inicios con especial afecto?

Mis estudios de guitarra cuando estaba en 6to ó 7mo grado. Me gustaba mucho la música de Leo Brouwer y Antonio Lauro. Edward y yo practicábamos juntos. Era algo personal. Incluso tocábamos piezas de Metallica. También eran los días en los que hacía mucho teatro y cantaba en la coral bajo la dirección de Raimundo Pereira. Esto último es de gran importancia porque fue este profesor quien convenció a mi padre para que yo estudiara música.

¿Cuándo estará disponible en las tiendas?

Está completamente grabado pero aún no ha sido lanzado al mercado. Espero hacerlo antes de fin de año.

¿Por qué escogiste la mandolina?

El famoso mandolinista brasilero Hamilton de Holanda dijo una vez que no es

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BALDOMERO VERDÚ

Foto: Alejandro Urdaneta (BlackSteam - Media Proudction Group)

B

Forastero en ascenso Otro de los muchos músicos venezolanos que se decidió intentarlo en otro país, ha logrado mucho en apenas dos años. En Caracas comandaba Fibonacci, una banda de art-rock que prometía mucho pero se diluyó en medio de las dificultades. Luego formó The BaBy Factory junto a su pareja Bárbara Combellas, proyecto que ahora funciona en Inglaterra, desde donde además participa en otros grupos como Fumaça Preta, Nocturne o su alter ego Baldó Verdú y Tonto Malembe. Su travesía y visión es digna de conocerse.

Henry González

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Baldomero Verdú representa el arquetipo del músico-venezolano-conquistadornueva-era. Aunque dio lucha en su patio, también sintió su futuro ahogado entre tanto desbarajuste del país. No es el primero ni el último que cruzó frontera con guitarra al hombro en busca de un horizonte más, cómo decirlo, ¿amable? De eso ya hace dos años. Lo cierto del caso es que reviviendo su historia reciente y a pesar de lo duro que se puede tornar hacerse con un lugar en un sitio que no te pertenece, nos topamos con un itinerario de tarimas europeas que testean -mientras reconocenalgo interesante en Baldo, el hombre multiproyectos. Varios géneros musicales en mano y presentaciones en tarimas tan importantes como las del Primavera Sound de Barcelona, uno de los festivales más importantes de Europa, confirman que ha

valido la pena tanto esfuerzo aun cuando se lleve la chaqueta del venezolano emigrante, con todo lo que ello implica. Apelando a la remembranza, recuerdo a un brother auténtico. De esos con los que al hablar e intercambiar dos bandas, te encuentras haciendo retórica musical largo rato y a los que te une aquella vaina tan amplia pero personal como lo es el arte y su emoción. Yéndonos 5 años en reversa, Baldo lideraba la banda Fibonacci y, para este momento del año, también se encontraba cierto día despertando temprano, coordinando esfuerzos logísticos para orquestar una invasión sobre un camión-tarima que reclamaría su punto de vista al Festival Nuevas Bandas, el festival independiente más longevo de Latinoamérica. Discovery Bar convertido


en el bastión de mitad de semana, el revuelo por aquella entrada disruptiva en el FNB y la atención puesta en Fibonacci por aquello, el disco, la participación en la actividad multidisciplinaria Por el medio de la calle y el carácter contestatario de aquellos días.

¿Qué sensación te genera esa parte de la película ahora que ha pasado un tiempo y tu carrera se construye en el exterior?

Mucho tiene que ver el contexto socio político del momento, también la juventud (que sugiere el carácter rebelde de esos años) y la experiencia que denota lo que dedicarse al rock implica. Venezuela es un paraíso para la creatividad. Específicamente Caracas. Mientras más adversa, más inspirado estás si te dedicas a crear. Pasar de la adolescencia a la adultez en un ambiente como el caraqueño te aporta muchas cosas. Y lo sigue haciendo con el transcurrir de los años, siempre y cuando tengas la suficiente entereza para mantenerte vivo en el ínterin. Fibonacci, la intervención en el Nuevas Bandas, los miércoles en Discovery, PEMDLC y finalmente el disco, fueron parte de esa búsqueda que nunca para. Suelo siempre comentar con mis amigos y cómplices más incondicionales que uno no posee ni la cuarta parte del dinero que se necesitaría para hacerle frente a todas las ideas y proyectos que se te vienen a la cabeza todos los días. Sin duda alguna, un escenario sumamente adverso te puede llevar a la frustración constante, pero a su vez es un reto que no me canso de asumir cuantas veces sea necesario.

¿Sientes que las cosas pasaron como tuvieron que pasar aquellos días, qué te llevaste en la maleta de ese under rock caraqueño del que hiciste parte?

mundo y estar produciendo contenido y material complaciente y blando en el ámbito artístico. Al menos no en el rock. Al final de cuentas toda esa violencia en el aspecto creativo fue lo que me trajo a Europa. Todo el underground, el do it yourself, el “hazlo tú porque nadie más lo va a hacer por ti” y el fungir como todero es lo que me ha permitido subir la escalera del underground a los grandes eventos y festivales en la escena y la industria musical europea al cabo de casi dos años.

En la Venezuela de hoy, resulta desgastante indagar en las razones por las que alguien decide buscar nuevos destinos, nuevas suertes; ya es parte de nuestra realidad. Pero, una vez hecha la salvedad y en tu caso, ¿qué decía el mapa de acción mental, qué esperabas de emigrar, de Inglaterra, del cambio? Parece estar muy de moda, si eres venezolano, hablar mal de Venezuela hasta la saciedad. O en su defecto, hablar muy bien del país, como si la cosa se tratase de un paraíso increíble del que todos debemos sentirnos muy afortunados de pertenecer. Yo elijo hablar de lo malo y de lo bueno. Porque al final así es todo en la vida. En mi caso particular, tanto lo bueno (para aplicarlo) como lo malo (para evitarlo) me ha servido para establecerme como músico en Europa y hacer vida en diferentes escenarios. No hay manera de que yo, como músico y audiovisualista, haya escalado tan rápidamente en la escena europea sin las características propias de un latinoamericano, específicamente de un venezolano. Eso que nos hace crecernos ante las circunstancias más adversas que se nos presentan y luego seguir adelante.

Eso es lo que, a mí parecer, es el epítome de nuestro gentilicio. Las circunstancias que tienen a Venezuela sumergida en la depresión social son obviamente de un peso irrefutable a la hora de considerar una salida abrupta, pero igual yo siempre me sentí fuera de mi salsa y en mí estuvo el interés de buscar otros rumbos fuera de mi país. De emigrar esperaba el golpe, que en efecto se haría muy real en más de una ocasión. De Inglaterra esperaba lo que hoy he conseguido con tanto sacrificio. La apología a mi trabajo cultural en los diferentes escenarios en los que me desenvuelvo.

Indudablemente, tu música respira de varios géneros; un día se te puede ver en la percusión, al otro haciendo un solo de guitarra en base blues, o quizás un melodioso folk junto a Bárbara Combellas y The Baby Factory. Justo te encuentras grabando disco con TBF -segundo, luego del Out of the road-, proyecto con el que ambos arrancaron desde Caracas: la banda ha tomado una bocanada de confianza en Londres y además se siente una buena propuesta estética audiovisual de fondo. Desde afuera, parece promisorio el futuro de TBF. ¿Cómo viven ese proceso? Es bastante particular. The BaBY es la razón principal por la que emigramos a Europa y de todos los diez proyectos musicales en los que he estado involucrado desde que llegué a Londres hace un año y medio, este es el principal para mí, el prioritario. Aun así es el proyecto con el que menos toco. La escena, la industria musical que sugiere un proyecto como ese es la más cuesta arriba, la más difícil de penetrar. Sin embargo, hemos tenido una cantidad bastante considerable de conciertos y feedbacks de la audiencia, las bandas y

Las cosas terminaron como siempre terminan, en circunstancias en las que la improvisación impera y la planificación es bastante desprolija. Sin embargo, considero que lo que hicimos desde Fibonacci estuvo por sobre la altura de la escena. Así es el rock. Y no lo digo yo, lo dijo Félix Allueva, por ejemplo, entre muchos otros. Y el rock no pide permiso, tengas la razón o no. Nuestra intención fue aportar una voz de crítica hacia ciertos aspectos específicos de la movida musical sin intención de perjudicar a nadie. En Venezuela tenemos una escena un tanto complaciente y monótona. Y no se trata precisamente del talento, sino más bien del concepto y el criterio en aras de hacer de la movida algo mucho más formidable. Talento hay, siempre ha habido, mucho más en los últimos años. Lo que hace falta es mucha más maldad, muchísima más violencia. Y con violencia me refiero al trasfondo no literal de lo que esa palabra denota. No podemos vivir en una de las ciudades más peligrosas del Foto: promocional de Fumaça Preta

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miembros de la escena londinense. No en balde hemos roto con el mito ese que reza: “no vas a venir tú a tocarle a los ingleses su propia música”. Muy por el contrario, nosotros, con una música con base sonora anglo y líricas en inglés hemos recibido comentarios muy positivos de distintas bandas inglesas.

La producción independiente es funcional hasta cierto punto para Baldo.

Es fundamental el respaldo de un sello discográfico. Es una de las tantas cosas que he aprendido acá en Europa. Lo independiente es maravilloso pero hasta el punto del hacer creativo. Componer la música, crear el arte visual, reproducir las copias de los discos y la distribución virtual, el community management, entre otras cosas. Pero a la hora de sacar el disco a la calle, si tienes el respaldo de una disquera, llegará a las manos, los ojos y los oídos de las personas a las que tiene que llegar. El 2015 es un año de cambios significativos para The Baby Factory. Estamos en el proceso de grabación del segundo disco. Disco con el que

estoy dejando todo el pellejo y que será posiblemente lo más robusto artísticamente que haya hecho en mi vida y también que probablemente haré en los próximos años. Lo estoy apostando todo, sin escatimar en lo más mínimo. Ese segundo disco verá la luz en el 2016. TBF es el proyecto que mejor concatena esos aspectos individuales que Patti Smith dejaba colar en una entrevista que leí hace ya algún tiempo, en la que afirmaba que el Rock and Roll era definitivamente su género musical, pues cualquiera podía hacerlo. También por el hecho de que aglutinaba para la época todas las cosas que a ella le interesaban. Revolución, sexo, poesía.

El sonido del caraqueño Baldomero Verdú se nutre, básicamente, de todo. Amplio como esa propia mixtura que llevamos en el ADN como gente Caribe y lo que quiera que ello signifique.

El músico venezolano es el mejor músico del mundo. Toca de todo. De hecho, está más enfocado en tocar de todo que en dedicarse específicamente a un género y explorarlo de la mejor manera.

Ello ha significado la ausencia en la producción de artistas de vanguardia en los últimos 30 años, en comparación con otros países del continente como México, Argentina, Colombia, entre otros. Eso que muchos adjudican a la “falta de identidad” que en muchos aspectos resulta bastante negativo para los espacios de creación en Venezuela, en términos de la ejecución instrumental es, por el contrario, muy positivo. Pero el músico venezolano toca su música tan bien como puede tocar la de otros lugares. El músico brasilero o cubano probablemente ni conozca mucho o conoce poco o nada de la música venezolana. ¿Por qué? Porque está más enfocado en su música, en ejecutarla y proyectarla que en fijarse en la de los demás. Al final lo más importante es lo que nunca muere y lo que trasciende. Las personas, por más huella que dejemos, no estaremos al cabo de unos años. La música venezolana como un todo siempre estará. Así que ese es definitivamente el reto ahora. Tener más música venezolana en el mundo que músicos venezolanos. Que nuestra música no siga siendo el secreto mejor guardado del Caribe.

Son muchos proyectos y un repertorio variopinto de texturas musicales en el que aportas desde la voz, la guitarra y la percusión. The Baby Factory va de folk, Fumaça Preta es una cosa genial cuasi-indescifrable entre el hard rock, el experimental, Baldo Verdú y su Tonto Malembe, que mezcla guitarras a lo Santana con mucha tropicalia, Nocturne va de un electro-pop bastante indie con hermosas voces. ¿Cómo ha sido este proceso de integración a las diferentes bandas y el desarrollo de las tuyas propias, cuál es el porcentaje de atención con cada proyecto y cómo van encajando en tu itinerario? El porcentaje de atención de cada proyecto tiene mucho más que ver con el discurso conceptual de estos. De todos en los que estoy involucrado, los que más atención reciben son The BaBy Factory, mi proyecto como solista, Tonto Malembe, Animanz y Fumaça Preta; que a todas estas son mis agrupaciones favoritas. De hecho, de Animanz y Fumaça Preta he aprendido muchísimo y sigo aprendiendo, más específicamente en lo que se refiere a la identidad sonora. Ambas me han hecho descubrir lo verdaderamente importante en cuanto a lo que a producir música se refiere. En Venezuela tenemos una costumbre bastante nociva que lleva a la pulcritud de la ejecución al momento de producir sonidos. Estamos muy acostumbrados a la perfección, a la limpieza exacerbada del sonido, al edit-copy-paste que sugieren plataformas de edición como Pro Tools y esto es un muy grave error. La música no debería ser perfecta, sobre producida Foto: Alejandro Urdaneta (BlackSteam - Media Proudction Group)

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o súper lavada. Y esto es algo que jamás hubiera experimentado si no hubiera venido a Europa a explorar cómo funciona la industria musical desde adentro. Acá la gente ya está cansada del mismo arquetipo de banda, el mismo sonido y el ya tan gastado discurso artístico intenso. Cuando uno se dedica a crear desde los predios del arte, es más que imperativo tener criterio. Debes alimentarlo, forjarlo y renovarlo constantemente. Yo lucho incansablemente por tratar de ser mejor en el aspecto conceptual. De que lo que produzco trascienda lo musical y esté más orientado a lo artístico. Hay gente que hace mala música y otra que hace buena música. ¿Pero existe el arte malo? Si es malo, no debería ser arte, ¿o sí? Porque si algo viene con la etiqueta de arte per se, ya debería tener la certificación de ser una creación dentro de los parámetros de lo decente. Son preguntas que me sigo haciendo durante el camino y que siguen sin respuesta.

Fuiste invitado al Primavera Sound 2015 con una de las bandas en las que haces vida, Fumaça Preta, logro sumamente destacable. ¿Podrías fotografiar este momento como el mejor de tu carrera?

No lo sé. Es una sensación extraña. Tocar en los mejores festivales de Europa como Primavera Sound, Montreux Jazz Festival, entre otros, al cabo de poco más de un año de haber emigrado a Inglaterra es mucho más que positivo. Es bestial. Compartir cartel con gente como Tame Impala, Interpol, Patti Smith, Sufjan Stevens, Django Django, Future Islands, Mark Lanegan Band, The War on Drugs, My Morning Jacket, The Strokes, Alt-J, entre muchos otros; tocar los festivales, salas de conciertos y eventos más importantes de España, Suiza, Suecia, Reino Unido, Dinamarca, Francia, Portugal, República Checa, Polonia, Alemania, me resulta sumamente excitante, pero a su vez, no siento que lo digiero como el Baldomero Verdú que estando en Caracas soñaba con tocar en estos escenarios. Creo que se trata de un tema de adaptación, de nivelación. Al penetrar la escena musical, al hacerte parte de la industria europea del entretenimiento a punta de puro y duro esfuerzo y sacrificio, creo que en cierto grado comienzas a sentir que ya eras parte de ello, por lo tanto no se te hace tan asombroso el formar parte de todas estas experiencias, por demás increíbles. Yo estoy en este asunto de la música desde que tengo uso de razón. En mi familia todos somos músicos. Crecí a merced de la cultura popular venezolana, con un referente como mi madre, quien se encargó de que el arte y el roce cultural fueran mi día a día. En casa tenía y sigo teniendo el enorme ejemplo de mi tía Lillian Frías (María Paleta), quien

Foto: cortesía de Baldomero Verdú

perteneció a mi agrupación favorita de música tradicional venezolana Un Solo Pueblo. Así que siempre estuve rodeado de los más significativos ejemplos de grandeza cultural de mi país. A todos los vi y escuché hacer lo suyo desde que estaba muy pequeño: Serenata Guayanesa, Gualberto Ibarreto, Cecilia Todd, Soledad Bravo, Francisco Pacheco, mi tío Colombito Frías, entre muchos otros. Así que ir a tocar el Primavera Sound y compartir el mismo cartel que Alt-J y The Strokes es bastante brutal en términos de exposición cultural, pero a los más grandes los vi y escuché mientras hice vida en Venezuela a muy temprana edad. Y esa marca es sumamente difícil de superar. Tendría que hacer un disco con Trent Reznor o formar parte de NIN para decir que superé las expectativas de mis pretensiones artísticas. Pero todos sabemos que eso nunca va a ocurrir.

¿Qué sacas de estos festivales?

El fogueo de un primerizo. Ver cómo es la dinámica en la producción, hacer las relaciones públicas del caso para el futuro y disfrutar la experiencia como si no hubiera mañana. Sin duda alguna este año es de consolidación en directo. Es un año de tarimas, de en vivo, de feedback con audiencias variopintas y roce cultural con muchas otras agrupaciones de alta envergadura. Estaré gustosamente ocupado hasta finales de año para luego hacer frente al lanzamiento de tres sencillos con sus respectivos videos de The BaBy Factory, Baldo Verdú (como solista) y Baldo Verdú y su Tonto Malembe entre septiembre y noviembre del año en curso. Y el año que viene, la meta fundamental trazada: 2do disco de The BaBy Factory.

Por último, nexo Venezuela. ¿Cómo luce el país desde el exterior para un venezolano que,

como tú, está enfocado en seguir haciendo música? ¿Cómo ha sumado este trip hacia seguir materializando tus ideas en un contexto cultural distinto y con sus propios códigos?

Sentimientos encontrados. Venezuela luce bastante mal. Estamos pagando, posiblemente, lo que merecemos por nuestros errores y también lo que probablemente no merecemos. Yo al final de cuentas, aunado a las pretensiones de hacer vida en escenarios musicales foráneos, me marché por la violencia criminal y porque no encontré refugio en mi propio país. Sentí que el venezolano forjado en los últimos 15 años, ese que le echa la culpa de todos sus males a un agente supranacional y que afirma que su fracaso es porque alguien más le quitó lo que por derecho le correspondía, no me representaba. Pero tampoco me sentía a gusto con el venezolano que aun teniendo posibilidades económicas, educativas, entre muchas otras, asumía las circunstancias de la nación con una prepotencia de clase que le hacía el juego al discurso del resentimiento y el revanchismo que padecemos hoy en día. Aunque no tengo planteado regresar en los próximos años, estoy firmemente decidido a defender y rescatar el gentilicio. Nos toca, es un deber que estamos obligados a asumir en la actualidad, el reivindicar el gentilicio. Ya mucha gente lamentable se ha dado a la tarea de mancillar nuestra nacionalidad. Desde los políticos de turno hasta los tristes “representantes” de nuestra cultura de masas. Así que ese es el objetivo a cumplir. Y yo así lo asumí apenas salí de Venezuela. Posiblemente estemos viviendo los momentos más oscuros de nuestra historia en los últimos 50 años, así que hay que lavarle el rostro a tanta desvergüenza y regresarle al contexto que nos formó, un poco de sosiego y paz.

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Fotos: Isabella Plaza

LIANA MALVA “No hago música para hacer dinero”

L

Liana apuesta por lo real. Esta joven cantautora y compositora de apenas 24 años conoce exactamente lo que quiere y va con todo para impulsar junto a su banda un proyecto musical que tiene poco más de dos años y que seguramente alcanzará grandes logros. Una nueva voz para algunos que tiene claros objetivos: destacarse a través de sus letras, composiciones, acordes y melodías, para demostrar que sí tiene talento para apuntar hacia el mercado internacional. La música siempre ha estado presente para Liana, pues desde muy niña su juego predilecto era componer, algo no muy alejado de su actual interés. Nacida en Caracas y con una infancia cargada de la vibra sabanera, ha compuesto e interpretado en el idioma inglés desde los 11 años. En sus redes sociales se identifica como “músico, cantante y compositora”. Estudió en la Escuela de Música Ars Nova y confesó que de no haber sido por el interés hacia la música, habría ejercido el Diseño

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Gráfico como profesión. Sin embargo, Liana expresa que hoy por hoy no hay plan B, ni marcha atrás.

Así es Liana

Su infancia transcurrió entre la selva, los tepuyes y la fauna diversa de la Gran Sabana venezolana, hasta la transitada y congestionada Caracas. Esa dicotomía selva-ciudad, la ha ayudado a ser una artista con capacidad de adaptarse y crecer junto a sus retos; muestra de ello es la trayectoria que transita desde la ligereza musical del chill out, el agitado mundo de las bandas de versiones y la tragicomedia de musicales juveniles. Así es Liana, ecléctica, versátil, polifacética. No le cuesta confesar: “trabajar con la música desde joven es un trabajo que te quita tiempo, horas de sueño y exige sacrificios”. Liana modela su más íntima fusión musical y se aprovecha de estilos como el rock, funk, reggae, soul y rap para componer bajo su propio sello personal.

La Máquina

“La Máquina”, su sencillo promocional de este primer disco (aún sin nombre) nació al mismo tiempo que fue conformada la banda. Es uno de sus temas favoritos y que logra transportar a más de uno a las olas del mar y a la naturaleza, tal como lo muestra su video en colaboración con Bostas Brain, en el que logra un sonido reggae que mediante experiencias personales de amor y locura, revela el símil de los pensamientos como una máquina que no permanece en calma. “Al final, pensar tanto te lleva a lugares que nunca existen”. Su banda se encuentra conformada desde el año 2013 y durante este tiempo ha ido mutando. Actualmente está conformada por Arturo Soto y Samuel Navas en las guitarras, Daniel Borgogno en el bajo, José Núñez en la batería, Rafael Pacheco en los teclados y Sybill Osadzinski y Elys Rendón en los coros. “El sonido de la banda está muy maduro y en mi cabeza


Aunque su disco aún no ha sido culminado, Liana, joven pero con vasta experiencia en el ámbito musical, se encuentra desarrollando su primera producción discográfica que, para cualquier intérprete con intenciones de consolidarse en el mercado venezolano, no es tarea fácil. Así, Liana, con paso firme, es consciente que debe enfrenarse no solo a las vicisitudes del día a día para un músico sino que además debe luchar frente a un mercado artístico del que los hombres han sido líderes durante mucho tiempo, mientras la mujer transita arduos caminos para lograr acoplarse y al mismo tiempo sobresalir.

Dubraska Jiménez

tengo muchas ideas…es un sonido muy pop y black music”. Liana se describe como una melómana, mientras que muchos son los comentarios positivos a través de las redes sociales que la califican como una voz fresca, emotiva y una banda con un sonido que transporta.

Féminas como exponente musical

Liana Malva es una chica que no vive de fantasías, pues se reafirma que está en el lugar que le corresponde sin importar qué piensen los demás. Mientras realizábamos la entrevista fue anunciada su nominación a los Premios Pepsi Music como “Mejor Artista Femenina del Año”, donde compite junto a figuras de la talla de Mariana Vega (“Mejor Nuevo Artista” en el Latin Grammy 2014), Andrea Lacoste, Anaís Vivas y Laura Guevara. Una nominación que se convirtió en una halagadora sorpresa, puesto que según sus palabras “los esfuerzos están dando frutos cuando se hace música de calidad y con el corazón”. Liana sabe que está dando sus primeros pasos dentro de la industria musical y que todo lo que consiga dependerá únicamente del desempeño de ella y de su banda, la cual está totalmente preparada e involucrada con el proyecto. Sobre las cantantes venezolanas, considera que hay muchas féminas con talento pero que, sin embargo, algunas no se atreven quizá por no creer del todo en su propio talento. Liana asegura que, en su caso, ha ido recibiendo oportunidades, aunque reconoce que en cierta medida existe la predisposición sobre alguien que

se inicia en el ámbito musical y existe un antes y un después luego que demuestra su talento. “Las mujeres en la música deben dejar a un lado el concepto de creerse divas, no sucede en todos los casos, pero como líderes de un proyecto deben empaparse de las responsabilidades, armar sus canciones, participar en la creación del disco, eventos, etc.” Una anécdota que Liana califica como injusta, se dio en el Festival Nuevas Bandas, en el que fue la única participante femenina y fue descalificada luego de su presentación por tener el respaldo de una banda consagrada, lo que Liana juzga como un tema de

preferencias. Para la ocasión se sintió excluida, preguntándose ¿Dónde queda la excelencia musical? Esta joven, sabe cómo hacer música para los oídos con gustos exigentes, demostrándolo con un cortejo de excelentes colaboraciones de la talla de Bostas Brain, Canserbero (†), Rafael “Pollo” Brito y próximamente con el nuevo exponente del reggaetón Sixto Rein. A ella no le preocupan las etiquetas y está segura de que con el transcurrir de los años se ve produciendo música, cruzando fronteras, haciendo trabajos de mayor magnitud, rango y alcance y apostando a su internacionalización.

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La fructífera carrera del arpista y compositor de “Moliendo Café” deja un importante legado que se resume en más de 30 grabaciones que incluyen recopilaciones y colaboraciones con Los Bugat’s, Rosa Virginia Chacín, Joselo y Simón Díaz. Su importancia musical yace en uno de los primeros intérpretes del arpa venezolana en ser reconocido internacionalmente, además de ser el creador del “ritmo orquídea” y precursor del ska y el reggae en Venezuela.

Leonardo Bigott

HuGO BLANcO (1940 – 2015) Un hito del arpa criolla

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El pasado 14 de junio, partió de este plano terrenal Hugo César Blanco Manzo. Este insigne caraqueño arreglista, arpista, compositor, productor e intérprete es y será recordado por su contribución a varios aspectos de la música venezolana entre los que destaca la creación del ritmo orquídea. Blanco se inició tocando el cuatro cuando apenas comenzaba su adolescencia, pero fue bajo la influencia de Amado Lovera, Cándido Herrera, Juan Vicente Torrealba, José Romero Bello y Miguel Rodríguez que adoptó el arpa como instrumento. Eran días en los que no había muchos grupos de música criolla, pero él logró un relativo éxito formando uno en el Liceo Aplicación. Por esos inusitados giros de la vida, Hugo se vio forzado a dejar la carrera de Ingeniería Metalúrgica en la Universidad Central de Venezuela, pero encontró una gran alianza junto a Francisco González, propietario de un estudio de grabación, quien hizo posible su incursión en el medio musical de un modo relativamente rápido. Sobre el ritmo orquídea cabe destacar que su uso fue esencialmente empleado en el cuatro para acompañar canciones compuestas

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en 4/4. Si bien ha perdido vigencia en el tiempo, sigue siendo un referente en la música de Hugo Blanco. Se trata simplemente de un ‘trancaíto’ en la primera nota de un compás de cuatro, mientras el resto están tocadas de forma abierta. En 1960, cuando contaba 18 años, irrumpió en el mundo discográfico con su primogénito álbum El nuevo ritmo orquídea, pero nunca imaginó que su tema “Moliendo Café” (coescrito junto a José Manzo) llegaría a ser una de las composiciones emblemáticas del paisaje musical venezolano. Otros temas de ese LP como “Fantasía Criolla” y “Madrigal” también resonaron en ese año. Ese álbum fue el inicio de una prolífica e indetenible carrera que encontró fecundas alianzas con Rosa Virginia Chacín, el comediante Joselo (†) y su universal hermano Simón Díaz (†). Junto a éstos últimos, Hugo Blanco grabó una serie de discos humorísticos parodiando personas y personajes que eran, además de las hallacas, una de las cosas más esperadas por los venezolanos durante las navidades de los años 60 y 70. Entre sus éxitos se cuentan más de 40

temas que incluyen “Orquídea”, “La rosa blanca”, “El burrito sabanero”, “Cota 905” y “Agua fresca”. Puede resultar una gran sorpresa para muchos que haya sido Hugo Blanco el precursor del ska y el reggae en Venezuela ya que sobre el arpista influyeron Byron Lee and the Dragonaires, Desmond Dekker y Jimmy Cliff, quienes fueron determinantes para que Hugo produjera a Las Cuatro Monedas, primer grupo venezolano que se atrevió con esa corriente musical. Blanco fue también quien descubrió al legendario Simón Díaz (†) y musicalizó varios filmes durante el primer lustro de la convulsionada década de los 60, entre ellos Lujuria Tropical (1962), dirigido por Armando Bó; Twist y Crimen, de Arturo Plascencia (1963); e Isla de Sal (1964) de Clemente de La Cerda. Hugo Blanco se mantuvo activo desde 1960 hasta el presente año cuando, víctima de hipoglucemia, falleciera a los 74 años de edad. Será recordado entre los grandes compositores e innovadores del arpa criolla cuya proyección internacional nos dio a conocer en otras latitudes.



Foto: Luis Cantillo Gerry Weil en Sabana Grande.

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GERRy wEiL

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“Yo vivo en el cielo”

En medio del hostil clima bélico europeo nació Gerhard Weilheim Chalupa en Viena, capital de Austria, un 11 de agosto de 1939. La Segunda Guerra Mundial apenas comenzaba y los miedos, las penurias y las dudas sobre el futuro se cernían sobre millones de personas. El niño Gerry conoció pronto los refugios anti aéreos, el hambre y las nefastas consecuencias de la guerra. Pero también a Glenn Miller y otros jazzistas cuya música era traída por los soldados norteamericanos. A su padre apenas lo conoció de manera furtiva. Su crianza estuvo a cargo principalmente de su abuela materna, ya que su madre debía ganarse la vida. Anna Chalupa, austríaca con sangre checa, se vino a Caracas en plena dictadura de Pérez Jimenez y se casó con un italiano. Era la época en que venían profesionales europeos en grandes lotes para construir buena parte de lo que aún tenemos como infraestructura, pero también las puertas se abrieron para muchos otros que huían de sus países por falta de oportunidades dignas. Los años de posguerra fueron difíciles para Europa, pero beneficiosos para muchos países de América que recibieron a muchos que hicieron grandes aportes en cultura, arquitectura, ingeniería, medicina, educación y otros ámbitos. Instalada en Venezuela, Anna reclamó a su hijo Gerry, quien luego de una larga travesía en barco partiendo de Génova, Italia, llegó a La Guaira en 1957. El click entre Gerry, el Mar Caribe, el Ávila, el clima, las mujeres venezolanas y el cielo abierto, fue amor a primera vista. Nunca le pasó por la cabeza devolverse a su país, al que solo ha visitado una vez en 58 años, en 1966. Toda su familia está en Venezuela, su esposa Omaira Elena González (gran soporte a lo largo de varias décadas), hijos y nietos. Su madre murió hace un año. Gerry ha hecho de todo, siempre con disciplina, dedicación y también altruismo. Al llegar trabajó en el Club Puerto Azul, también como empleado de una cantera. Luego se enamoró del surf, más adelante siguió el karate y por supuesto la música, su actividad principal por la que es conocido en el país desde hace 50 años cuando empezó modestamente tocando en bares de Altamira. Gerry tomó clases de armonía con Tito Fuentes, que luego complementó con clases privadas con Eduardo Cabrera y Rubén Castro. Luego tomaría clases por correspondencia a

Un país muchas veces está en deuda con algunos que no nacieron en su territorio pero que llegaron a él para hacer invalorables aportes e incluso mimetizarse en el gentilicio que decidió adoptar. Es el caso del austríaco Gerhard Weilheim, mejor conocido como Gerry Weil, quien con 58 años en Venezuela representa la figura más influyente dentro de nuestro jazz, no solo por su rol de pianista, compositor y arreglista, sino por su incansable labor docente. Honesto, espontáneo, divertido, disciplinado y verdaderamente genuino, a sus 76 años, su actividad no cesa y prepara varios discos y conciertos. Ladosis ya comenzó a celebrar sus 50 años de labor musical continua.

Juan Carlos Ballesta

Gerry en 1994. Foto: José Sardá

través de los cursos de extensión de la prestigiosa Berklee School of Music de Boston, totalmente decidido a convertirse en lo que es, un pianista de primera, con una capacidad innata para improvisar, componer y arreglar. Vivió los primeros años en La Guaira, luego en El Hatillo y en Los Palos Grandes. Los años de la contracultura y

el movimiento hippie contagiaron a Gerry, quien caminó por Caracas más de un año descalzo. En 1974 se fue siete años con su familia a Jají, Mérida, a experimentar una vida macrobiótica, sin electricidad, alejado del ajetreo de la ciudad. Regresó a Caracas en 1980 y se involucra entonces con santería, tambores, salsa, guaguancó… Desde entonces vive en Sabana Grande, su hábitat diario. Nunca ha dejado de bajar a la playa. Con 76 años y sin miedo a nada agarra un autobús hasta Marina Grande casi todas las semanas para estar cerca del Mar Caribe. A lo largo de todo ese tiempo ha experimentado con diversas formaciones (solo, trío, cuarteto, quintero, sexteto, septeto, formato big band, dos pianos, con tecnología electrónica…) incursionando en el jazz desde varios ángulos, así como también en el funk y en la música afrolatina. Desde sus proyectos legendarios en los años 70, The Message y La Banda Municipal, hasta el trío y el sexteto con que se ha presentado en tiempos recientes, hay un abanico musical de amplias proporciones. Gerry no solo ha tocado con grandes músicos sino que ha sido el maestro de muchísimos, algunos de los cuales han pasado a ser parte de sus bandas a lo largo de los años. Junto a Gerry han tocado músicos como Felipe “Mandingo” Rengifo, Orlando Poleo, Frank Rosales, Félix Colino, Rodolfo Reyes, Ezequiel Serrano, Edgar Saume, Alberto Naranjo, Iván Velázquez, Alejandro Blanco-Uribe, Lorenzo Barriendos, Carlos “Nené” Quintero, Simón Hernández, Gonzalo Teppa, Roberto Koch, Freddy Adrián, Carlos Rodríguez, Andrés Briceño, Noel Mijares, Rafael Greco, Joel Martínez, Benjamín Brea, Vinicio Ludovic, Michael Berti, Víctor Cuica, Pablo Gil, Adolfo Herrera, Juan Ángel Esquivel y muchos más. La lista de alumnos es inmensa, algunos han alcanzado fama internacional. También ha participado en discos, entre otros, de María Rivas, Maruja Muci, Ofelia del Rosal, Virginia Ramírez, Pancho Montañez, Huáscar Barradas, Pablo Gil, Gonzalo Teppa, Héctor Di Donna, Gaélica, Andrés Briceño, Sur Carabela, Tulio Chuecos, Patafunk y Desorden Público, banda a la que produjo su segundo disco En Descomposición en 1990. Gerry Weil debería tener una discografía más nutrida, pero no es un secreto que por mucho tiempo no fue fácil grabar y editar discos en Venezuela, más aún de jazz.

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Gerry durante la ceremonia hindú de su boda con Omaira González,el 20 de agosto de 1969 en la Colonia Tovar.

No es que hoy sea económicamente más viable, pero sí técnicamente. Sus discos, El Quinteto de Gerry Weil (1969), The Message (1971), Música del Subdesarrollo de La Banda Municipal (grabación en vivo publicada en 2008), Jazz en Caracas (1984), Autana/Magic Mountain (1989), Volao (1993) -dos álbumes que documentan su etapa como pionero de la tecnología Midi en Venezuela-, Profundo (1999), Free Play & Love Songs (Live Vol.1) (2005), Empatía (2006, con Pablo Gil y Nené Quintero), Navijazz (2006) y Tepuy (2009), son representativos de cada período, pero no suficientes. Nada de su etapa afrolatina quedó registrado, así como tampoco en varios de los formatos en que ha tocado. Oficialmente, Gerry ha sido reconocido pocas veces a lo largo de su carrera. En 2001 recibió el “Premio Municipal 2001”;

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en 2005 la “Orden Santa Cecilia 2005” otorgada en el Día del Músico; y el 14 de agosto de 2008 recibe el Premio Nacional de Música otorgado por el Consejo Nacional de la Cultura (CONAC). Sus más amplios reconocimientos provienen de sus alumnos, de los músicos con los que ha compartido y del público que lo admira, tal como pasó el 4 de julio de 2012 en nuestro Concierto #22 realizado en una Sala Corp Banca totalmente repleta que se desbordó en ovaciones ante un performance inolvidable. Gerry, emocionado, cuenta que tiene varios discos inminentes y prepara su décimo concierto Navijazz. 50 años de trayectoria no pueden pasar por debajo de la mesa. Por eso celebramos, para empezar, con este reportaje lleno de sinceridad, espontaneidad e interés histórico. Charlar con Gerry es más que un placer. Su buen humor y deseos de seguir

inventando lo convierten en un ejemplo a seguir, en un caso admirable lleno de bondad. No se aferra al pasado, sino que piensa en el presente y futuro. A pesar de su característico acento austríaco, su forma de hablar es más criolla que la de cualquiera. Es el blanco de ojos azules más negro que se conozca. Él no oculta nada.

Hablemos de tu presente, siempre tan lleno de vitalidad. ¿Qué te traes entre manos?

Estoy preparando tres discos, aunque pudiera decir que son cuatro. Cada uno distinto y en una fase diferente. El primero de ellos, en formato trío (con Freddy Adrián y “Nené” Quintero), ya está listo. Estoy esperando que lo envíen de México, donde se están elaborando las copias físicas. Ya en Youtube está el tema “Brisas del Ávila” y el making of.


Gerry en su estudio. Años 90

También grabé Reflexiones íntimas, que es un disco de piano solo y poemas recitados. Es como un monólogo-concierto, que he hecho varias veces en vivo. Ya está grabado en estudio y solo falta masterizarlo. Manuel Belloso de Maracaibo me está patrocinando ese álbum. El tercer disco es el que más entusiasmado me tiene y se llama Old Songs, Young Heart. Son siete versiones tocadas y cantadas a mi manera de temas como “Imagine” de John Lennon, “Hallelujah” de Ray Charles, “God Bless the Child” de Billie Holiday, “Summertime” de George Gershwin, “Fly Me to the Moon” de Bart Howard, “I´m Beggining to See the Light” de Duke Ellington.

Gerry jugando con su hijo Gerhard en la playa. 1972

Gerry cantando The Message con el big band. 1971

Estoy pensando en otra de Ellington de 1931 “It Don’t Mean a Thing (If It Ain’t Got That Swing)”. Son temas viejos pero que haré con “moña” actual y quisiera montarlos con Freddy, Nené, José “Tipo” Núñez (batería) y algunos metales. Y el cuarto disco es uno electrónico, cantando también. Este está todavía crudo y es un deseo, pero lo haría en el estudio de un alumno mío que tiene todo el equipamiento necesario. Me gusta Radiohead, algo por el estilo. Hace años hice algo con DJ Velazco llamado Jazz a la orilla de la playa que presentamos en vivo varias veces.

Estás más activo que nunca, porque además sigues presentándote en vivo

Sí, estoy bastante activo. Acabo de presentarme en Suka Bar, toqué en Mérida. También en el concierto Ofrenda para Vytas en el cual toqué el tema que le dedico con excelentes arreglos de Santos Palazzi.

De cualquier modo, pareciera haber un déficit de espacios para que un pianista de jazz pueda tocar en los diferentes formatos. Ese es el gran problema. Hay pocos espacios. Todos los años busco lugares y los pocos que hay casi siempre tienen la programación copada. Por eso yo toco donde me llaman, cuando el componente político-electoral no está presente. He tocado en el Teatro de Cantv, en PDVSA La Estancia, en el Banco Central para los viejitos. Hay gente que me critica eso.

En realidad el problema es que en Venezuela muchas autoridades y ciudadanos han perdido las perspectivas de lo que significa el hecho cultural genuino.

Yo soy austríaco residente, no soy nacionalizado. A mí me dieron el Premio Nacional de Música siendo legalmente un extranjero. Yo soy de Venezuela, no de parcialidades políticas. Toco en Chacao, El Hatillo, Libertador… ¡Llegué cuando Pérez Jiménez! Nunca me nacionalicé porque Austria no permite la doble nacionalidad como otros países europeos y con el pasaporte de la Comunidad Europea puedo entrar a muchísimos países sin visa.

Lo del pasaporte es solo una circunstancia práctica. En los hechos eres más venezolano que muchos, llevas casi toda tu vida dedicado al país, y tu familia la has construido aquí. Por eso representas a Venezuela cuando sales a tocar en cualquier país y no a Austria. Voy a intentar que la Cancillería me patrocine una pequeña gira internacional. Ojalá lean esta entrevista. Es importante que Venezuela muestre sus diferentes talentos musicales, no siempre los mismos folcloristas que muchas veces caen en el estereotipo. No tengo nada contra ellos, pero si es importante ampliar la muestra. Gerry en la playa a comienzos de los años 80

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Gerry Weil y su banda durante el performance en el Jazz Fest Berlin 1982.

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Gerry en el Concierto Ladosis #22. Julio 4, 2012 en BOD-Corp Banca. Foto: MarĂ­a Alejandra Mata

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Gerry en el Concierto Ladosis #22. Julio 4, 2012 en BOD-Corp Banca. Foto: Uwe Paiser

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Gerry y su banda en 1982 (Iván Velázquez, Felipe Rengifo, Lorenzo Barriendos, Ezequiel Serrano)

Gerry y su banda afrolatina en 1981 (Lorenzo Barriendos, Felipe “Mandingo” Rengifo, Rodolfo Reyes, Iván Velázquez; Eddie pérez)

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Gerry tocando jazz en el Club Mon petit de Altamira. ca. 1965

Gerry con su piano. Julio 24, 2015. Foto: Luis Cantillo

Gerry en su etapa electrónica a comienzos de los años 90.

Gerry y su banda en el Festival de El Hatillo 2014 (Simón Hernández, Freddy Adrián, Carlos “Nené” Quintero, Noe

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Gerry ensayando con el Big Band. 1971

Vayamos al pasado. ¿Qué tanto piano tocabas cuando llegaste de Austria?

Yo me enamoré de la música a los 6 años. No había comida, todo estaba destruido. Escuché jazz por las radios de los aliados. Me enamoré también de la música clásica. Pero no tenía talento para la música, así nací. Mi abuela me llevó al conservatorio, me hicieron una prueba y le dijeron ‘nunca hemos visto un niño con más pasión por la música, pero el pobrecito no tiene nada de talento, ni rítmico ni melódico ni armónico. Aquí no lo podemos aceptar. Es un antitalento”. Mi tía me había regalado un viejo piano, pero realmente yo lo golpeaba. Finalmente, a los 9 años, me consiguieron un profesor de piano con el que estuve un año, pero con tan mala suerte que descubrieron que era pedófilo y le dieron 10 años de cárcel. Por suerte para él, se curó en la cárcel y pudo seguir dando clases a mayores de 21 años. Cuando regresé a Austria en 1966 lo fui a visitar y toqué para él. Ya yo era Gerry Weil. Lo hice llorar de la emoción. Fue mi único profesor allá y no tuve otro hasta llegar a Venezuela.

¿Cómo te sientes cantando?

Eso sí es nuevo en mí. Lo que hacía con The Message era como un rapeo. Ahora canto medio hablado, en el estilo de un crooner. Ha gustado mucho esto.

¿En qué momento sientes que comienzas a ser apreciado por el público? En los años 60 yo tocaba en un Club en Altamira Sur llamado Mon Petit todos los sábados en plan jam sessions. Gustó tanto que me contrataron para tocar jazz todos los días. Ahí me formé, además de oyendo discos.

Desde tu llegada en 1957 pasaron 10 años hasta que pudiste grabar tu primer disco.

Yo venía en una buena progresión, pero cuando tenía 26 años me enfermé gravemente. Me dio una enfermedad llamada “Guillain-Barré”, una polineuritis que deja destruidos todos los nervios que llegan a las extremidades, manos y pies. Llegó un momento en que no podía mover manos ni pies y terminé en silla de ruedas. Estuve así dos años y al recuperarme tuve de nuevo que empezar a tocar piano 8

Es decir, tu formación musical verdadera la tuviste en Venezuela.

horas diarias para volver a la forma. De todos modos eso deja algunas secuelas, por ejemplo, no puedo sentarme en los talones.

Aun habiendo sufrido esa enfermedad, pudiste dedicarte al karate. ¿Cuándo lo decidiste?

Llegué al tercer dan. Siempre me gustó. A los 33 años decidí comenzar a practicarlo. Luego se me derramó líquido en una rodilla y lo dejé. Pero lo retomé a los 52 y no he parado hasta el día de hoy, aunque estoy recuperándome de una operación de cadera. Ese es uno de mis mundos. Hay gente que me pregunta que tiene que ver el karate con la música y siempre les digo que tienen mucho en común: ‘ritmo, concentración, serenidad, control mental, disciplina’.

Cuéntanos de tu primera experiencia discográfica en Venezuela en los años 60.

Fue con un sello que tenían Arnoldo Naly y Raúl Regnault que se llamaba Discos América. Aquel álbum se presentó como El Quinteto de Jazz de Gerry Weil, con una pintura para la portada hecha a mano por Heinz Dollacker. En él incluí tres temas míos. Fue la consecuencia de varios años tocando en bares.

¿Cómo percibes los cambios en la música desde entonces?

Así fue. Me di cuenta que me costaba muchísimo, pero yo quería ser un buen músico porque amaba la música. Entonces, durante 15 años estudié entre 8 y 10 horas diarias. Aunque no se tenga talento, si ensayas así, terminas tocando arrechamente, se te abre el oído y empiezas a componer.

En aquel entonces se grababa con un micrófono en el estudio, pero luego las cosas fueron cambiando y los estudios en Caracas fueron incorporando nuevos equipos y tecnología. Ya para The Message en 1971 la grabación mejoró y mucho más para cuando en 1999 grabé Profundo con Carlos Rodríguez (bajo) y Andrés Briceño (batería) para el sello de Barquisimeto CrioJazz.

Una de tus características es la facilidad con que improvisas. Probablemente tenga que ver con esa forma de haberte educado, lejos de los conservatorios y convenciones.

Aquel disco The Message tenía un sonido funk alineado con el momento y quizá por eso pudo llegar a los primeros puestos del Hit Parade.

Totalmente. Mi especialidad es componer e improvisar frente al público. Eso no se enseña en un conservatorio.

¡Estuvimos en el primer lugar del Hit Parade con la canción “The Message”! Yo

Gerry con su hijo mayor Gerhard en 1971

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Gerry en Mérida, ca. 1975


Gerry con su banda en 1982

rappeaba, más que cantar. Era el sonido de Chicago, Blood Sweat and Tears. Y aquello era una súper banda. Teníamos 10 metales y dos bateristas (Alberto Naranjo y Omar Jeanton). Luego cuando la formación se redujo nos transformamos en La Banda Municipal.

esas grabaciones. El sello pagó toda la producción, pero el contrato contemplaba la edición de tres discos. Es la última grabación en la que aparece Eliazar Yánez tocando los tambores batá.

¿Tenías idea que existía una grabación en vivo de 1974? Que se haya editado en 2008, 34 años después, una grabación de La Banda Municipal en CD con un empaque de gran calidad es una adición a la memoria musical venezolana invaluable.

La apertura del Festival de El Hatillo 2014 en el Anfiteatro con Simón Hernández, Noel Mijares, Freddy Adríán y Nené Quintero… fue increíble. Recuerdo la participación en Berlín Jazz Festival en 1982. Algunos recitales de piano solo han sido muy emotivos. La sala BOD (antes Corp Banca) es donde más he tocado, me gusta esa sala en L y el piano. El concierto que hice ahí para Ladosis fue muy especial. En realidad estoy contento con todos mis conciertos, siempre hay algo qué rescatar de cada uno.

Yo sabía que existía esa grabación, pero no que tenía esa calidad tan buena. Antonio Huizi hizo un empaque buenísimo. Gregorio Montiel Cupello se fajó con la producción. El tiraje se agotó y yo no me quedé con ningún ejemplar.

Uno de tus discos más recientes, Tepuy (2009), fue editado por Cacao Música, un sello que parecía se iba a convertir en una referencia por las grandes presentaciones de sus discos y las cuidadas grabaciones. ¿Qué pasó con el siguiente disco? Grabé otro disco que nunca ha sido editado. Pero no he demandado como hizo, por ejemplo, Alfredo Naranjo. No estoy de malas con Omar Jeanton, pero espero que en algún momento suelte

¿De tantísimos conciertos que has ofrecido, cuales recuerdas con más agrado y emoción?

¿Cuáles son los jazzistas sin cuya música no podrías vivir? Pianistas: Keith Jarrett, Herbie Hancock, Bill Evans, Glenn Gould tocando Bach, Thelonious Monk. No me gusta Chick Corea, a pesar que es tremendo músico. Ahora menos que es sacerdote de la Iglesia de la Cienciología. Compositores clásicos:

me gusta mucho Mozart. Cada vez que escucho el “Réquiem” y entra el coro al menos se me humedece una esquina de un ojo.

¿Qué piensas del estado actual del jazz en Venezuela?

Hay más jazz que nunca y muy buen nivel. El Sistema de Orquestas ha producido muchos músicos y aunque la mayoría se queda en el mundo clásico, algunos se van hacía el jazz. Por ejemplo, le estoy dando clase al vibrafonista Juan Diego Villalobos, le di a Freddy Adrián, a Badem Goyo que está ahora en Nueva York. El problema es que no hay sitios para tocar. Ahora está Suka Bar los martes, que pagan 2.500 bolívares por músico. Pero la última vez tuve yo que pagar 6.500 bolívares porque tuve que alquilar un piano.

¿Cuáles de tus alumnos son los más conocidos internacionalmente?

Sin duda, Luis Perdomo. Es considerado entre los cuatro pianistas de jazz más prometedores del mundo. Lo tuve de alumno de los 9 a los 19 años, cuando lo enviamos a Manhattan y no regresó más. Siempre me menciona en todos sus discos. Silvano Monasterios, que vive en Miami. Otmaro Ruiz, que está en California. Pedro Eustache, que no es pianista, estudió conmigo armonía. Es un virtuoso. Hay más, por supuesto.

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La Banda Municipal, 1974 (de izquierda a derecha: Alejandro Blanco-Uribe, Vinicio Ludovic, Gerry Weil, Edgar Saume, Richard Blanco-Uribe). Foto: Antonio Huizi

¿Qué factor hizo que vinieras a Venezuela?

Mi abuela le pidió a mi mamá, que ya estaba en el país, que me trajera porque estaba malandreando mucho en Viena. Iba por el mal camino, usaba copete, cadenas…era la época de Bill Halley, el rock and roll, toda esa vaina. Pero a los seis meses de llegar mi mamá me botó de la casa y comencé a hacer solo mi vida en Venezuela.

¿Cómo hiciste con el idioma en esos primeros meses? Aprendí rápido a decir “carajo”, “no joda”, “coño” y después “buenos días” (carcajadas colectivas).

Pero pasaste a ser un amante del mar…

Cuando llego finalmente a Venezuela, me bajo en La Guaira y comienzo a vivir en Los Corales. En aquella época eso era otra cosa. Yo tenía 17 años y tenía pelo (risas). Me encantaron las negras…pensé que había llegado al paraíso (más risas).

¿Cómo percibiste la Venezuela de entonces, en 1957?

Llegué cuando mandaba Pérez Jiménez. Al año siguiente lo tumbaron. El tipo estaba convirtiendo esto en una especie de Suiza del trópico. Hay mucho de lo que construyó que sigue intacto. Una de las cosas que

Aprendiste lo esencial muy rápido (risas). ¿Qué otros idiomas sabes?

El primer año me la pasaba haciendo submarinismo. Luego empecé con el surf. Fui muchos años directivo de la federación, jefe de jueces y team manager de la Selección Venezolana de Surf, con la que estuve 8 años viajando por muchos países. Casi viajé más con el surfing que con la música.

¿Pensaste en algún momento en regresarte a Austria?

¡Jamás! Solo he ido una sola vez, hace ya 40 años.

No tengo familia allá. Nadie me queda. El único Weilheim que queda de mi familia nacida allá soy yo.

¿Cuándo y porqué decides recortarte el nombre y apellido?

Mi abuela me llamaba Gerry en lugar de Gerhard. Y del apellido quité el “Heim” para que quedara más relacionado con la música, ya que Kurt Weil era un compositor famoso. Hoy en día yo me creo que soy Gerry Weil y no Gerhard Weilheim, de lo que solo me acuerdo de vez en cuando al mostrar la cédula. Mi hijo mayor Gerhard adoptó el apellido Weil por razones comerciales. Yo viajé una vez a Japón con un pasaje suyo (risas) porque él no pudo ir.

¿Cuándo viste el mar por primera vez?

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¿Qué hiciste los primeros años mientras te adaptabas?

Es decir que nunca más viste a tu familia austríaca

El único idioma que yo he estudiado formalmente en mi vida es el japonés. Llevo ocho años estudiándolo. El inglés lo aprendí por mi cuenta, lo leo y escribo bien. Del portugués aprendí lo básico en dos viajes a Brasil y sigo mejorando. Hablo francés e italiano, y por supuesto alemán.

La primera vez que vi el mar fue en Génova, Italia, adonde llegué en tren desde Viena. Allí estuve una semana esperando que saliera el barco de emigrantes italianos que pasaba primero por las Islas Canarias. Allí paró varios días y cargó con varios emigrantes isleños. De ahí nos dirigimos a República Dominicana. Por supuesto que vi el mar, pero no lo vi muy bien porque vomité el alma y algo más. Era un barco pequeño y por mala suerte nos tocó oleaje muy fuerte. Desde entonces no quise viajar más nunca en barco. Fue horrible.

más me impactó al llegar es que se podía vivir todo el año en shorts y descalzo.

¿Qué te queda de tu gentilicio? El Quinteto de Gerry Weil (con Frank Rosales, Félix Colino, Manuel padrón y Manolo Freyre). 1967

La disciplina, la puntualidad, las melodías bonitas y el idioma.


Gerry durante su larga estancia en Jají, Mérida, a finales de los años 70.

¿Cómo te afectaron los años de la guerra y la posguerra?

Yo nací en 1939, justo el año en que comenzó la segunda guerra. Al principio todavía no había llegado a Austria. Los primeros años los alemanes se concentraron en ocupar Polonia, Francia y Rusia. En 1944 y 45 viví los bombardeos ya que Hitler no se rendía y entonces los aliados fueron a una guerra total para derrotarlo. El cielo se ponía oscuro lleno de aviones que soltaban alfombras de bombas. Ya no importaba nada. Pero yo como chamo no era consciente y casi lo veía como un juego. En las noches no había música y solo se oían los crujidos de los edificios y las alarmas. Cada vez que sonaba había que correr al

Gerry con sintetizador descargando en San Agustín del Sur con el grupo Madera. 1982

sótano del edificio o cuando daba tiempo a un refugio que quedaba a tres cuadras. Una de esas noches fuimos a ese refugio y al salir nuestro edificio ya no existía. Mi abuela me agarró, tomamos un tren y nos fuimos a Salzburgo, la tierra de Mozart, a un pueblo de aguas termales llamado Bad Ganstein que era como un lugar de hospitalidad con todos los techos con una cruz roja para que no bombardearan. Ahí sobrevivimos en el campo hasta que la guerra terminó.

Por lo visto fuiste criado por tu abuela materna.

Así fue. Mi mamá trabajaba con los soldados alemanes y apenas terminó la guerra empezó a trabajar con los soldados americanos. Ella era cantante y no cantaba muy bien. Aquí en Caracas cantaba en un club. Mi mamá se casó cuatro veces.

¿Tuviste figura paterna alguna vez?

Gerry con sus nietos Valerie y Sebastián en su casa. Julio 24, 2015. Foto: Luis Cantillo

Nunca. Mi mamá solo duró un año con mi papá. Yo solo vi a mi papá una sola vez en mi vida durante 15 días seguidos. Fue a los 17 años porque para salir de Austria él tenía que firmar una autorización. Nos caímos a palos esos 15 días y luego más nunca lo vi. No tuve papá, ni hermanos.

año pude comprarlo. Viví en El Hatillo hasta que me fui a Mérida en 1974, por eso es que mi banda de entonces se llamaba La Banda Municipal de El Hatillo, que fue una versión reducida de The Message.

Es decir, toda tu familia es venezolana.

Tu identificación con el país ha sido total

Mi esposa Omaira me ha dado a mí toda la familia que tengo: hijos, nietos, cuñados…

Has vivido principalmente en tres lugares. El Hatillo, Mérida y Sabana Grande. ¿Dónde te has sentido mejor?

Yo estoy feliz en Sabana Grande, donde vivo desde que regresé de Mérida en 1980. El apartamento se lo traspasó una familia judía a mi mamá hace 47 años y hace un

Yo hasta estuve en santería…esa vaina Yoruba, Shangó. Dos años en eso. Iba al barrio Marín de San Agustín con Mandingo (Felipe Rengifo, percusionista de Vytas Brenner, hace años en Alemania). Estaba obsesionado con el ritmo afrovenezolano, tanto que hasta me puse a tocar salsa con los tambores del Grupo Madera cuando regresé de Mérida. Una vez el gran bajista checo Miroslav Vitous vino

Gerry en Mérida a finales de los años 70

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Gerry en su casa. Julio 24, 2015. Foto Luis Cantillo.

a tocar a Caracas y se quedó varado, así que Jacques Braunstein nos organizó dos conciertos en el Teatro París. Recuerdo que me preguntó dónde había dejado las melodías bonitas de mi tierra. Me acordé de eso años después y gracias a un alumno que era babalao fui un día a su altar y me quité los collares y me liberé.

Gerry en el Festival de El Hatillo 2014. Foto: Luis Cantillo

¿Hay algo que te hayas quedado con ganas de hacer en la vida o que hubieras hecho diferente? ¿Te arrepientes de algo?

(Silencio prolongado)…Nunca le he dado valor al dinero (saca un billete lo soba y dice ‘estos son papelitos con caras cómicas’). Jamás he logrado ser organizado a nivel económico. En los años 70 uno podía comprarse un terreno con cierta facilidad. Hubo muchos que tuvieron la visión de hacerlo y hoy en día tienen buenas cuentas bancarias en dólares, un buen carro y apartamento. Tengo que decir que este apartamento lo tengo gracias al gobierno que puso una ley que da prioridad a la gente que tiene más de 40 años viviendo alquilado en el mismo apartamento. En él vivió mi mamá desde los años 60. Mediante misión vivienda me ayudaron a pagarlo y el año pasado el apartamento pasó a mi propiedad. Si no, no tendría ni vivienda propia. Sería bonito tener una cuenta bancaria decente para poder cubrir una emergencia médica, ayudar a

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mis hijos. En eso fallé. También me hubiera gustado empezar con el karate desde niño.

Ese aspecto económico es álgido en la Venezuela actual. Tú pareces compensarlo con otras alegrías y ocupaciones. Tampoco pareces tener miedos. Yo me voy a la playa cada vez que puedo. Me voy en Metro hasta la estación Gato

Negro, ahí agarro un autobús y por 30 bolívares llego a Marina Grande. La gente habla de la delincuencia desatada y yo sé que hay mucha. Me dicen que guarde bien la cartera, que la llevo muy visible. Pero como que a mí los delincuentes no me paran ni me toca verlos (risas). No oigo o no quiero oír ni los disparos nocturnos. No le tengo miedo


Gerry recibiendo el premio Nacional de Cultura, Mención Música 2006/2007 entregado en la Casa del Artista en 2008.

Haciendo un ejercicio de abstracción e imaginación, ¿Cómo armarías tu banda ideal, sin importar si los músicos viven o no?

(Silencio). Me gustaría tener de baterista a Jack De Johnette, a Scott Henderson y John McLaughlin de guitarristas, Wayne Shorter en el saxo, el cantante Richard Bona que también toca el bajo, cantantes femeninas me traigo a Lady Gaga, Pink y a una de mis favoritas, Joni Mitchell. Y por Venezuela me traigo a Pablo Gil (saxo) y Freddy Adrián (contrabajo). La llamaría The Dream Band.

¿Qué significa para ti el piano?

Gerry practicando karate en Tokyo, Japón. Octubre 2006.

a nada, soy feliz. Pero si es cierto que no he podido crear una condición de estabilidad económica. Siempre estoy pelando. Dinero que entra se va, no puedo ahorrar.

¿Musicalmente te consideras conservador o liberal? Depende. A veces soy de un modo, otras veces de otro. (Se sienta en el piano y

toca un tema de Keith Jarrett y dice que ese es el lado conservador. Luego explica que ha decidido comenzar a cantar a su edad y que eso no es nada conservador. A continuación confiesa que le divierte muchísimo la entrevista, ya convertida en conversación franca y sin parámetros).

Mi definición del cielo es: un piano de cola bien afinado, un piso sencillo de madera, unos cuantos libros, una colchoneta, un jarrón en una esquina, unos escalones anchos también de madera, arena blanca y la orilla de una playa caribeña. Todo lo demás que se lo den a tanta gente que lo necesita. Yo vivo en el cielo. De lunes a viernes aquí, dando clases y tocando mi piano, y los fines de semana voy a la playa. Piano y playa, eso es lo que me hace feliz. Gerry se despide hablando en japonés la siguiente frase: “La música es un gesto de amor de la divinidad hacia nosotros y a la vez nuestra respuesta con pasión y agradecimiento”.

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DiscOs PARA LEER

wilco

Star Wars dBpm. 2015. EE UU

Wilco no es la primera banda que coloca un álbum gratis en Internet, de hecho fue uno de los primeros artistas en explorar esta opción de hacer llegar la música a sus fans durante la crisis vivida por el grupo durante y luego de la grabación del ya clásico Yankee Hotel Foxtrot, por allá en el lejano 2001 cuando colocaron el álbum en modo “streaming” temporalmente en su website oficial, mientras lidiaban con su disquera. Ese álbum claramente marcó un antes y un después en la evolución de la banda y es precisamente la época alrededor de los discos Yankee Hotel Foxtrot y A Ghost is Born lo primero que nos viene a la mente luego de darnos un paseo por los 30 minutos y pico que dura este nuevo Star Wars. Hacía tiempo que no escuchábamos a la banda explorar sonoridades de la forma como lo habían hecho en aquel entonces de la mano de Jim O’Rourke. Disonancias, psicodelia, muchas guitarras y la colección más redonda de canciones que Jeff Tweedy ha firmado en los últimos años, conforman esta entrega de 11 piezas sin desperdicio. Desde el breve ejercicio ruidoso titulado

steve Hackett

Wolflight

Insideout. 2015. Inglaterra

“EKG”, que abre el disco a modo de intro con los guitarristas probando todos sus pedales, hasta la caleidoscópica melodía de “Magnetized” con los teclados de Mike Jorgensen anclando el tema; destaca en general un cierto aire a Álbum Blanco que si bien ya Tweedy había dejado colar en trabajos anteriores, en esta ocasión ha sabido dosificar a lo largo del disco con gran frescura y creatividad. No faltan tampoco los ya habituales guitarrazos fracturados de Nels Cline utilizados con gran colorido

en temas memorables como “Pickle Ginger”, “Cold Slope” y “King of You”. En fin, la noticia aquí no es que Star Wars se pueda bajar gratis en Internet (por un tiempo) sino que es un disco realmente extraordinario.

La banda neoyorquina ya nos había avisado con Ice Level (2012) y el fantástico Electric Balloon (2014) que estaba para grandes cosas. La promesa se hace realidad con este desenfadado nuevo disco lleno de guiños al artpunk de grupos británicos como Wire, Raincoats o Gang of Four, así como también al gran Pere Ubu o incluso a grupos más recientes también de Brooklyn como Dirty Projectors o TV on The Radio. La rítmica sincopada, algo funky y tribal, funciona como el perfecto conductor de varios de los temas, sobre la cual las voces

de Carlos Hernández (el líder fundador) y Cindy Lou Goodman -a veces en plan diálogo, otras declamando o coreando pegadizas melodías- navegan cómoda e imaginativamente. “Tenderize” y “Steve Polyester” son dos perfectos ejemplos de esa libertad. Pero también hay espacio para estructuras más convencionales (“Bilz”, “Victoria”), no por ello menos interesantes, en el que las vocalizaciones son más melódicas. Interesante esfuerzo.

Gabriel Pérez

Ava Luna

Infinite House

XXX. 2015. EE UU

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Tomás Jaimes

Las nuevas composiciones del otrora guitarrista de Génesis siguen curtidas de texturas y colores fantasmales. Sin embargo, esta vez Hackett amplía su horizonte sonoro con instrumentos menos convencionales en este género como el banjo, el tiple, el duduk, el didgeridoo, el oud y el tar. Esta extravagancia es particularmente significativa en Hackett quien aún impacta a las audiencias del mundo con su ambivalente temperamento entre lo acústico y eléctrico, lo clásico y lo rockero. La hermosa pieza de solo guitarra “Earthrise” emerge de las penumbras para darle luz a este excelente trabajo que además incluye en el librillo unas hermosas imágenes que reflejan cada uno de los diez temas. Su esposa Jo y el veterano teclista Roger King comparten créditos como compositores en varios temas. Destaca también la participación de Chris Squire en “Love Song to a Vampire”, en lo que sin saberlo fue una de las últimas grabaciones del bajista de Yes. Este disco es resultado de las visitas a más de veinte países que recientemente ha hecho este laureado guitarrista. Leonardo Bigott


DISCOS PARA LEER

Belle & sebastian

Built to spill

Kanaku y El Tigre

Las uvas Estroboscópicas

Matador. 2015. Escocia

Warner Bros. 2015. EE UU

Terrícolas Imbéciles / Strut (Europa). 2015. Perú

Argentina. 2015

Girls in peacetime want to dance

Untethered Moon

Quema, quema, quema

Las uvas estroboscópicas

Indie band conformada por 6 escoceses realmente talentosos y apreciados por quienes buscan escuchar algo más allá que el pop radial. Conocidos por tener una fuerte referencia de los Smiths, con temas profundos emocional y musicalmente hablando. Después de 5 años, en este su noveno álbum, mezclaron el sonido disco de los setenta y el pop bailable de los ochenta con beats positivos. En ocasiones plasmaron idealmente el sabor del mediterráneo, las celebraciones griegas y las fiestas gitanas. Van y vienen al compás de un ritmo que alude las danzas de Anna Karina. A diferencia de sus otros trabajos discográficos, el groove se apoderó de este álbum, un cambio no solamente de apariencia sino de dirección que acogerá a un espectro más extenso de fans que buscan divertirse una hora.

Luego de seis años Built to Spill, el proyecto liderado por Doug Martsch, regresa con su octavo disco lleno del sonido de capas de guitarras que los ha caracterizado en casi veinte años de carrera. Aunque no alcanza la perfección de discos lanzados en los 90 (en específico Perfect from Now On y Keep it Like a Secret) probablemente Untethered Moon sea la colección más consistente de temas que han editado fuera de esa década gloriosa. Una muestra de ello es la frescura de “All Our Songs”, el sencillo “Living Zoo”, la candidata a himno “Some Other Song” y “When I’m Blind”, la típica canción larga con pasajes de improvisaciones. No es fácil sobrevivir a los 90 y continuar escribiendo grandes canciones con la misma fórmula y con cambios de alineación.

Desde su aparición con el primer disco Caracoles (2010), Kanaku y El Tigre se convirtió en una referencia en la música independiente peruana y latinoamericana. Su base de indie folk vinculada con la música criolla ha sido el fuerte del grupo de Bruno Bellatín y Nicolás Saba. Más experimental que el álbum debut, Quema, quema, quema es su segundo trabajo. En él se alejan del charango, el banjo y lo local, para adentrarse en otros sonidos al incorporar botellas, mesas, juguetes y la electrónica. Sin abandonar el folk, Kanaku se arriesga a través de complejos arreglos, sonidos tribales, juegos emocionales y uso del inglés, que le dan al disco un carácter diverso. Destacan las colaboraciones de la española Leonor Watling (Marlango), la peruana Pamela Rodríguez y el ilustrador argentino Liniers.

Desde las partes más meridionales de la ciudad de la furia, la infatigable Buenos Aires, las Uvas irradian la misma energía irredenta de la ciudad cuando nos ahogan deliciosamente con sus espirales sonoras y sus atmósferas hiper saturadas de estática; tan, tan fluctuantes que nos hacen sentir en el medio de un corto circuito con borrachera. Hay algo de placer culposo en escuchar a un grupete de pibes que te restriegan, sin darse siquiera cuenta, esa insolencia juvenil infatigable de quien se siente nuevo e invencible, y las Uvas te lo envenenan con una debilidad indomable por los excesos psicodélicos y otros delirios cercanos a lo que los 60 hicieron con todo lo que venía de la India, y con las sinceridad insolente de Fernando Floxon, voz desnuda y confesa de la banda. Viajemos entre nebulosas sónicas.

Carla Herrera

Eugenio Scalise

Mercedes Sanz

Gustavo Reyes

Tame impala

Beach House

Interscope Records. 2015. Australia

Sub Pop. 2015. EE UU

Currents

Los 13 tracks producidos por el vocalista y líder de la banda Kevin Parker, se antojan muy distantes de los dos álbumes anteriores. Currents irrumpe después del despegue como cual golpe de nave entre la atmósfera terrestre y el espacio. En el tema “The Less I Know the Better”, la psicodelia amenizada por sintetizadores y un fuerte golpe de batería constante aluden el último trabajo de Daft Punk. El sonido entero rememora menos a Jefferson Airplane y más al Rey del Pop. A mitad del camino, en el tema “Past Life”, se puede apreciar la clara relación existente con el hip hop, acercando a la banda más al futuro

Depression Cherry

y menos a Woodstock. La historia de una ruptura y las emociones en un espiral ascendente hacen de este disco un viaje espacial perfecto para imaginar. Pop rock sideral que sirve de contraseña a las puertas de la percepción.

Carla Herrera

aunque “sparks” -el primer adelanto del quinto disco del dúo de Baltimore- incluye sintetizadores y distorsiones de guitarra cercanas al shoegaze, los referentes del dream pop grabaron un álbum que muestra un regreso a la simplicidad de sus primeros discos, con menos protagonismo de la batería y canciones sencillas estructuradas en torno a pocas melodías y no muchos instrumentos. Todo esto -según ellos- para alejarse del éxito comercial que tuvieron con Teen Dream (2010, ver Ladosis #9) y Bloom (2012, ver Ladosis #23). a pesar de que el disco requiere

varias escuchas para enganchar y que algunas canciones se hacen largas, siguen logrando una fusión perfecta entre las vocales oníricas de Victoria legrand y la guitarra de alex scally. Destacan: “levitation”, “space song”, “sparks”, “PPP”, “Wildflower” y “Days of candy”.

Eugenio Scalise

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DISCOS DISCOS PARA PARA LEER LEER

Gerardo Chacón

La Séptima Bohemia

Independiente. 2014. Venezuela

Independiente. 2015. Venezuela

Sueño de Niños

14 años separan a Espacial de Sueño de Niños, los dos álbumes del excelso bajista venezolano Gerardo Chacón como solista. Ambos, excelentes trabajos musicales que dan fe de la calidad como compositor de este instrumentista de las cuatro cuerdas. En esta oportunidad 9 temas conforman este disco que incluye temas propios y composiciones de Aldemaro Romero y Rodrigo Troconis, además de un complejo “Pajarillo en 5”. Destacan también la estupenda versión de “Teen Town” del legendario Jaco Pastorious (†) y la participación de sus hijos

Panzer

Incisiva realidad Entorno Domestico/Moderno Records. 2015. Venezuela

Maracaibo sigue arrojando excelentes proyectos de pop. Panzer es el alter ego de Ciro Moreno (bajista de TLX, magnífico cuarteto reseñado varias veces en Ladosis y participante del concierto # XX). Mientras Heberto Áñez se maneja

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Ella me lleva

Gerald y Eric Chacón quienes representan dos de los músicos más completos de la actualidad. Como todas sus composiciones, las de este álbum fluyen con particular naturalidad amén de años de experiencias con diversos artistas. Redondean el álbum la participación del maestro Andrés Briceño en la batería y Vladimir Quintero en las congas, además de unos invitados de lujo que le merecen a este álbum la obligación de ser escuchado y apreciado.

Leonardo Bigott en paralelo como Presidente en un terreno lo-fi, Moreno ha optado por un sonido más cercano al post punk y shoegaze británico, aromatizado por el rock argentino, con guitarras angulosas y voces más bien lánguidas pero expresivas. Junto a Daniel González (percusión), Alberth Gutiérrez (teclados) y John Díaz (percusión), logra concebir un trabajo sólido y coherente que cabalga sobre una nebulosa guitarrera que se conjuga con lo melódico de una manera equilibrada. Los textos de los 10 temas que componen el álbum se mueven entre la soledad, el amor, el desconsuelo, los deseos de libertad y la incomunicación, todos escritos evitando lugares comunes. A destacar el arte de María Virginia Montiel. Este tipo de sorpresas positivas son más que necesarias y bienvenidas.

Juan Carlos Ballesta

El conocido octeto que dirige el tresista Luis González, nos hace su segunda entrega con el provocador sabor caribeño donde temas de autoría propia y otros clásicos del repertorio regional como “Chan chan / Tic tac” y “Bilongo” se entrelazan para crear un CD de alta factura en el género. Marcial Istúriz, Leo Moreno y Anthony Puerta (El Gran Tombo), son algunos de los invitados en esta joya musical donde además hay cabida para ritmos actuales. Los 10 temas presentados tienen su momento de despecho en “Se acabó”, su brisa de antaño con el bolero

Los Telecaster

Ateneo

Macca Records. 2015. Venezuela

Tras un silencio de cuatro años, la banda caraqueña regresa con su cuarto disco y cambios relevantes en su formación. Alejandro Gómez (voz líder) y Carlos Sánchez (bajo) se mantienen desde la gestación del cuarteto hace poco más de 10

“Convergencia” en la voz del legendario ‘Escorpión’ (Santiago Tovar) y el provocador tema título de Luis González, en el cual trazos de mambo y cumbia nos tiran del brazo para hacernos de la pista de baile. La maestría del saxofonista Benjamín Brea (†) nos entrega un punteado solo en este tema. Y qué decir de “Caminaré”, salsita romántica delineada con finura. El resto es de ustedes cuando lo tengan en mano. ¡Saravá!

Leonardo Bigott años, y se integran Carlos Monserratte (guitarra) y Óscar Pérez (batería). A pesar de esta circunstancia, el sonido de la banda lejos de resentirse se ha solidificado y madurado. Así, el surf rock, el rockabilly y el psychobilly conviven naturalmente, arrojando canciones de alto impacto como “Estilo irakí”, “Reverendo”, “Jack The Ripper” y “Rata seca”, los cuatro temas que abren este corto disco de 27 minutos. Los temas “Respiro” -el más largo con casi 5 minutos- y “Ahora ya”, son los que se alejan de su sonido distintivo, acercándose quizá a Oasis o incluso a Tomates Fritos. Ateneo es un excelente retorno de una banda que ha permanecido en el under caraqueño quizá demasiado tiempo. Que sigan adelante es ya un triunfo.

Juan Carlos Ballesta


DISCOS PARA LEER

Retrovisor

Loocila

Qué buena vaina

Sin miedos y sin esperanzas

Independiente. 2015. Venezuela

Independiente. 2015. Venezuela

El cuarteto caraqueño liderado por Juan Manuel Fernández (guitarra, voz) debuta con un disco precedido por un proceso de grabación, mezcla y producción que involucra a nombres de peso como Jorge Spiteri y Jean De Oliveira (Candy66). El pasado año, Retrovisor participó en el Festival Nuevas Bandas, sin mucha suerte. Un año después el grupo luce más sólido con su sonido de rock guitarrero con influencias del pop rock norteamericano, pinceladas de reggae pop y punk melódico español, con canciones conducidas por la adrenalina y hormonas alborotadas propias de la edad de sus componentes. El tema inicial lo dice

Reina Republicana

El despertar

Limbo Star. 2015. España

Algunos le comparan a The Jesus and Mary Chain; ellos mismos hablan de Sigur Rós y The Ronettes, pero cuando Maite Rodríguez -hermosa y sensual, algo despeinada y con labios de pecado- canta en “Mikoyan”,

todo: “Yo no voy a llegar a cuarenta. Y te digo lo que voy a hacer a la larga. Quiero vivir lo que me queda. La vida como venga, un vaso en la mano. Eso es lo necesario…En un viaje pal Sol, a morirse joven como debe ser, de una vez”. En otros temas hay frases como “La noche comienza cuando el carro no me prendió” o “Estaba en el bar pidiendo algo de tomar, solo quería disfrutar”. Nada condenable, siempre y cuando la idea sea fotografiar con sinceridad un momento único en la vida. El tiempo dirá.

Juan Carlos Ballesta

con una urgencia épica que se sacude entre la curiosidad y lo excéptico, me imaginé más bien a Lætitia Sadier, en el apogeo de la gloria retro-pop de Stereolab. Poca cosa no es, pero mejor aún es cómo Reina Republicana tiene el atrevimiento de desprenderse de sus referencias para firmar decididos su propio capítulo del indie español. De principios alternativos, en este segundo episodio, los RR se decidieron a meterle al disco todo lo que se les pasó por delante, distorsiones y distorsiones, un intro sabor a bossa nova, mucha melodía, a lo dream pop, pero sin tanto “dream”, recargado e inyectado directo a oídos y ánimo para vivir el ahora.

Gustavo Reyes

Lorena Orlando, conocida como Loocila, fue parte del dúo de indie-pop Jóvenes y Sexys junto a Cheky Bertho durante varios años. En 2013 debutó como solista con Coclea (ver Ladosis #30), disco del cual ahora se deslinda estilísticamente con este nuevo intento. No es que las diferencias sean abismales -ahí sigue su propia voz, siempre tan natural, moviéndose en una especie de borderline- sino que se agregan elementos hasta ahora desconocidos en su propuesta. El primer tema, “Horizonte”, parece un acercamiento a My Bloody Valentine por las murallas de

Xoel López

Paramales

Esmerarte. 2015. España

Xoel López firma un segundo trabajo solista -luego de abandonar el pseudónimo Deluxe- y este es la continuación natural de Atlántico (2012, ver Ladosis #22), en el que plasmó toda su experiencia recorriendo Latinoamérica e

guitarras, pero luego los arreglos son más austeros, en la onda lofi. Mucho del acabado se le debe a Raúl Sanabria quien además de la grabación y producción, toca el bajo, programa las baterías y se intercambia con Lorena los teclados y guitarras. La portada del disco es una fotografía angustiante que se relaciona con el título escogido y pone pautas sobre el contenido. El álbum cierra con una buena versión de “Naked Eye” de Luscious Jackson.

Juan Carlos Ballesta

instalándose un tiempo en Buenos Aires. En Paramales conviven sonidos colombianos con sonoridades setenteras, mucha fusión y más protagonismo tanto de la guitarra eléctrica como sintetizadores. Todos los instrumentos fueron ejecutados por Xoel salvo las percusiones en las que se apoyó en invitados; en los coros lo acompaña Lola García Garrido, quien también dirige sus videos. Destacan “Patagonia” (que sirve de puente con Atlántico), “Antídoto”, el recorrido por la anatomía femenina en “Caracoles”, la oscura “Todo lo que merezcas” (con solo de guitarra a lo Brian May) y “Almas del norte”. La música como antídoto para los males.

Eugenio Scalise

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DiscOs PARA LEER

Rodrigo solo

No estás solo

Altamira Artists. 2015. Venezuela

majarete sound machine En estos tiempos que corren un disco como este es todo un lujo. No solo por el contenido musical, que es de primera, sino por la grabación de Fidel Goa en el extinto Estudios Tumbador, la producción musical de Bernardo Rísquez, y el cuidado empaque y elegante diseño de Totuma, con ilustraciones del propio Rodrigo. Gonsalves se aventuró con este proyecto en solitario tras una década al frente de Viniloversus, una de las bandas esenciales del nuevo rock venezolano. Sus compañeros, sin embargo, colaboran en algunos temas. Esta apuesta por un sonido íntimo, con elementos acústicos y textos personales y comprometidos, es la manera de dejar testimonio de un momento particular en su propia vida (casado hace poco y a punto de emigrar) sino también de la circunstancia país, tan difícil de sobrellevar para millones de venezolanos. En el disco hay homenajes a dos íconos muy diferentes. Por un

Real, orgánico y de baile

Independiente. 2015. Venezuela

lado Simón Díaz, a quien dedica “Tonada para Simón” (con Hana Kobayashi) y por el otro Cayayo Troconis, de quien versiona el emotivo tema inédito “Alma perpetua”. Fueron los temas que se lanzaron previamente, pero el verdadero específico está en el resto de las canciones, entre las que destacan las delicadas y a la vez intensas “Alfileres”, “Singular plural”, “Lávate la cara” -esta última con la magnífica trompeta de Linda Briceño navegando sobre un bolero- y “Atropa Belladonna”. El tema más eléctrico es “Te oigo viento” con una catárquica guitarra de Héctor Tosta y la batería de Tony Alda.

De todos, probablemente sea “Tal vez no se hunda el barco” la pieza que mejor engloba el espíritu de este disco, con Viniloversus en pleno (Adrián Salas, Juan Belisario y Orlando “Mangan” González), más Linda Briceño y Diego “El Negro” Álvarez, quien toca la percusión en casi todo el álbum. Otra colaboradora notable es la cellista Ana Elba Domínguez. Rodrigo Solo es un proyecto prometedor, y representa para su autor un nuevo flanco para desarrollar su faceta de crooner, sin olvidar a su banda.

Goyo Reyna llega a su tercer CD con un tributo a la música de los 80. Temas emblemáticos como “La dama de la ciudad“ de Frank Quintero, “Ojos negros“, “Puro deseo de amar“ y “Algo eléctrico” que popularizaron Ricardo Montaner, Daiquirí y Aditus, respectivamente, se ven envueltos en el estilo flamenco/ pop que ha caracterizado a Goyo desde sus inicios. Sin perder su esencia, los temas tienen el tinte contemporáneo merecido y dejan claro que estas nuevas sonoridades sin duda serán atractivas a los nuevos oyentes. “Selva del tiempo” de Evio Di Marzo, “Mueve un pié” de Sergio Pérez y “Es verdad”

de Ílan Chester son otros de los temas representativos de esa época a los que Goyo ha decidido adoptar en su estilo. La colección culmina con un tema que se ha convertido en una especie de tercer himno nacional; “Venezuela”, de Herrero y Armenteros; esta nueva versión del Goyo cierra con broche de oro y sin dejos de nostalgia.

Juan Carlos Ballesta

Goyo Reyna

Tributo a los años 80 ICRecords. 2014. Venezuela

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Leonardo Bigott

Apenas comienza a sonar ocurre un transportación a 1978. Una desenfada mezcla de funk y disco music de inmediato retrotrae a la época dorada de la famosa discoteca caraqueña City Hall, especie de clon tropical de la neoyorquina Studio 54. El trío conformado por Rainier Díaz (guitarras, vocoder, coros), Eloy Dávila (batería) y la también actriz Vera Linares (voz), lo tienen claro. Sus influencias primarias vienen de aquel período 1975-80 en el que la música disco puso a bailar a todo el planeta. Pero también hay referencias a Los Amigos Invisibles y su ex guitarrista José Luis Pardo, así como de Daniel Grau, venezolano cuyo space disco ha sido rescatado del olvido en Alemania. De todos los temas, destacan los más funkies, muy en especial, “Chica astrológica” y “Somos”, en la onda KC & The Sunshine Band. Una larga lista de invitados (funky people) redondean un trabajo muy bien producido por Chapis Lasca (quien también toca bajo en algunos temas). Entre ellos destacan Diego “El Negro” Álvarez (percusión), Eddie Cisneros (teclados), las voces de Beto Montenegro (Rawayana) y Alejandro Sojo (Los Colores), los vientos de Héctor Hernández, Tomás García y Alexis Rodríguez, Boris Paredes (violines), Ana Elba Domínguez (cello) y Simón Hernández. El empaque concebido por Pablo Iranzo y la dirección de arte de Alfredo Correia son un lujo para los estándares actuales (digipack con doble abertura y folleto desplegable), cosa que invita a comprar la edición física. Juan Carlos Ballesta



FESTIVAL NUEVAS BANDAS 2015

C4 Trio con Horacio Blanco. Foto: Jhon Scarso

S

Juan Carlos Ballesta Siguiendo la modalidad del pasado año, pero con menos dispersión, el Festival Nuevas Bandas celebró sus 25 años con una edición bastante variada en actividades, abarcando casi dos semanas. Fue una celebración como merece un festival que contra viento y marea ha subsistido a los embates del tiempo, las condiciones socio políticas y económicas, los altos y bajos de la inversión publicitaria, al poquísimo apoyo del gobierno central, a los vaivenes de la industria musical e incluso a los cambios en el equipo de producción, al que sin duda hay que felicitar este año por haber podido sacar adelante con pocos sobresaltos una programación tan nutrida. Con todo, el Nuevas Bandas se erige aún como la plataforma paradigmática para todos los músicos jóvenes con ganas de

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trascender. No todos lo logran, pero ha quedado claro que con pasar por su tarima es suficiente, no hace falta ganarlo aunque sea lo ideal. Así lo han demostrado grupos como Tomates Fritos, Los Mesoneros, Charliepapa, Tobería’s, Ohmio, Planeador, La Abuela Disco, Los Colores, entre otros, que han podido desarrollar una carrera en el tiempo, con mayor o menor impacto. Por segundo año consecutivo la banda ganadora, Kung Fu Club, proviene de Barquisimeto, tal como pasó en 2014 con Niño Nuclear. El sonido melódico con presencia electrónica, además de una cantante (Isa Liberatoscioli) con buena dicción probablemente fue lo que sedujo al jurado compuesto por Félix Allueva, Miguel Noya, Alberto Cabello, William Padrón y dos miembros de Okills, Alberto Arcas y Leonardo Jaramillo. Varias bandas descollaron de entre el más nutrido de los carteles de edición

alguna del NB, entre ellas el trío valenciano Motorfunk con un potente funk rock al estilo Primus, que recibió una mención especial; la banda merideña Ainhoa con envolventes murallas de guitarras; la rareza para los cánones del festival de La Pagana Trinidad y su fresca propuesta tropical; la excelente canción de autor del tachirense José y El Toro; y Dandy León con su cristalino poprock de aroma británico. Bueno es decir que a casi ninguna acompañó el mejor sonido, pero algunas sufrieron más que otras con algo que a estas alturas ya no debería seguir ocurriendo. El resto de las bandas participantes, Los Confleis, Rudras, Bonanza, Novo Color, Versed, D’Eras, Desinformados, La Fiesta Animal y Quincalla, tuvieron presentaciones no tan afortunadas, pero todas deben seguir ensayando y puliendo su propuesta.


Las noches principales se llevaron a cabo entre martes y domingo en el Teatro de Chacao y cada una contó con atractivos especiales. La primera banda invitada fue Circo Vulkano, que cerró la noche del martes con un festivo concierto, tal como es su costumbre. Además, estrenaron un video en pantalla gigante. Al día siguiente le correspondió a Famasloop, que cada día suena mejor y más rebelde, con textos, videos y puesta en escena contundente. Los Mesoneros reaparecieron en Caracas con algunos temas nuevos y su show cada vez más maduro. Okills se despidió, por ahora, del público venezolano con un concierto increíble, preámbulo de su más que probable éxito en México. El sábado, día en que se anunció la banda ganadora, el guion cambió y en lugar de una banda invitada el cierre correspondió al tributo a los 25 años del Festival con Los Humanoides como banda base y una serie de invitados interpretando temas de agrupaciones que han pasado por las diferentes ediciones, bien sea concursando o como invitadas, entre ellas Caramelos de Cianuro, Zapato 3, Los Mentas, Candy 66, La Puta Eléctrica, La Leche y más. El gran cierre fue para el Homenaje a los 30 años de Desorden Público, cuya responsabilidad principal recayó en Leonardo Jaramillo (guitarra), Tafio (bajo) y Alejandro Bautista (batería, voz), con las participaciones de Gilberto Lazo (Big Mandrake), la genial Hana Kobayashi quien se lució versionando “Danza de los esqueletos” y “Vaivén”, y de los propios integrantes de D.P., todos presentes en el teatro y quienes subieron a la tarima a compartir con músicos y público, demostrando una cercanía y humildad de gran significancia en su éxito. Antes del homenaje se presentó Kung Fu Club como grupo ganador, Niño Nuclear con un show desenfadado y catárquico y C4 Trío con una magistral presentación llena de guiños al rock. Dentro de la programación paralela hay que destacar las presentaciones en la Sala Experimental de Laura Guevara junto a Nené Quintero (percusión) y Gabriel Figueira (guitarra), dándole un interesante giro a varias de sus canciones; Los Beat 3 y su siempre certera aproximación a los Beatles. Mención aparte tiene el invento de Horacio Blanco, Caplis Chacín y Danel Sarmiento, junto al artista plástico Carlos Zerpa pintando durante el desarrollo de los temas que el núcleo de Desorden Público adaptó para la ocasión, alineada con el mensaje conservacionista de la Fundación Ultravivir. Fue un embrión de algo que puede ser explotado, ya no en clave ska sino más bien dub. También se presentaron Los Pixel, Sergio Pérez y Oeste Santo. Charlas de distintos tenores y alcance, talleres, entrevistas en vivo y encuentros con Tiuna, El Fuerte, aderezaron el Festival y lo convirtieron en una auténtica festividad.

Motorfunk. Foto: William Padrón

Okills con Laura Guevara. Foto: Jhon Scarso

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Jos茅 y El Toro. Foto: William Padr贸n

Tributo a DP. Foto: Jhon Scarso

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FESTIVAL NUEVAS BANDAS 2015

Famasloop. Foto: Jhon Scarso

Kung Fu Club. Foto: William Padr贸n

La Pagana Trinidad. Foto: Jhon Scarso

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Festival Sónar 2015 La llegada del verano a Barcelona tiene un referente indiscutible: una nueva edición del Sónar. El festival de música y arte multimedia este año decidió dar un paso al frente y promete convertirse en un referente no sólo musical sino tecnológico. Bajo el lema “Música, Creatividad y Tecnología”, la vigésimo segunda edición del Sónar, celebrada el 16, 17 y 18 de junio, centró su oferta en las nuevas tecnologías y amplió los espacios destinados al Sónar +D.

Cherry Adam (Barcelona, España)

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Desde hace ya dos años la fira Barcelona es testigo del acontecimiento que supone el Sónar: cientos de miles de asistentes recorren los espacios de la fira durante tres días para deleitarse con lo mejor de la escena electrónica mundial. Hay de todo y para todos: espacios como el Sónar Village, que fungen de terraza gigante para ver y dejarse ver, y escenarios cerrados y mucho más selectivos como es el caso del Sónar Hall, el Sónar Dôme (bajo la curaduría del Red Bull Music Academy) o el auditorio donde tienen lugar los actos enmarcados dentro del Sónar Complex. La organización ha definido esta edición como un “acontecimiento 360º” que contó con cerca de 120.000 asistentes provenientes de 104 ciudades del mundo. Así mismo, la tercera edición del Sónar +D, la más completa y exitosa hasta la fecha, contó con 3.900 profesionales acreditados de más de 60 países e incluyó ponencias de Yancey Strickler, CEO y fundador de Kickstarter; Bruce Sterling, pensador del mundo digital, reputado autor de scifi y padrino del concepto cyberpunk, y presentaciones de grandes realizadores audiovisuales como Chris Milk y Aaron Koblin, entre otros.

Squarepusher Foto: Ariel Martini

Jueves - Sónar empieza de día

Una constante que se dejaría ver durante los tres días sería la superposición del concepto club a la edición diurna siendo el DJ set el personaje principal de la historia. Sin temor a exagerar más del 60% de la oferta consistió en música dance en cualquiera de sus vertientes. No importaba el escenario, ni el nombre, muchos fueron los que decidieron apostar por el ritmo fácil. De igual manera, hubo quienes escogieron justo lo opuesto. Hacer ruido, literalmente, y dejar una huella profunda y desconcertante. En este caso hablamos de Arca, Nazoranai y Autechre. El primero es venezolano y productor de música desde hace más de una década, quienes conozcan la trayectoria de este artista recordarán sus comienzos en Caracas bajo el nombre Nuuro (ver Ladosis #4). De aquel niño queda poco o nada. Arca se armó de ligueros, botas de cuero -de esas que asociamos con las drag queens- y una mini falda. Detrás de su humanidad pequeña y delicada se esconde un monstruo que engulle todo a su paso, que baila de manera sensual y que inmediatamente grita y se retuerce en el suelo. Lo acompañó su amigo y creador audiovisual Jesse Kanda, cuya estética hace recordar un poco a Aphex Twin.


Lo de Nazoranai es noise, puro y duro, y quién podría ponerlo en duda cuando se trata de un proyecto liderado por Keiji Haino, precursor de la escena psicodélica japonesa durante cuatro décadas, Stephen O’Malley, uno de los apóstoles del drone con su trabajo en proyectos como Sunn O))), Burning Witch, Khanate y KTL, y Oren Ambarchi con una trayectoria en solitario definida por el contraste perfecto entre fragilidad e intensidad física. El cierre estuvo a cargo de Autechre quienes habitualmente son reacios a tocar en directo y mostrarse en público. El dúo dio rienda suelta a su despliegue de electrónica abstracta y música inteligente en un agujero negro. No hubo ni una sola luz, ni siquiera un destello. La presentación consistió en música a ciegas que para una generación como la actual, atada emocionalmente a su smartphone, fue un pequeño golpe a la mandíbula.

Viernes - Se suma la edición nocturna

La sesión de día del viernes incluyó presentaciones del legendario productor Arthur Baker, responsable en la sombra de hits como “Planet Rock” de Afrika Bambaataa y quien llegó al Sónar para presentar su nuevo documental sobre la caja de ritmos 808 en el marco de Sónar+D y ofrecer un DJ set especial en el escenario principal de Sónar de Día. A este lo acompañaron nombres como Owen Pallett y la nueva promesa de Austria, Dorian Concept. Mientras tanto, el Sónar Hall nos brindó el grandioso talento y la poderosa elocuencia de Kate Tempest, una joven del sureste de Londres firmada por el sello Big

FKA Twigs. Foto: Fernando Schlaepfer

Dada (hermano pequeño de Ninja Tune) y con una fuerza en tarima que ya muchos artistas quisieran poder al menos emular. Del otro lado de la fira, en el Dôme, el desparpajo del griego Larry Gus resultaba una refrescante sorpresa entre tanto DJ set y postureo. Mención aparte merecen KTL Y Squarepusher. El primero es un proyecto que nace de la unión de Peter Rehberg, también conocido como Pita, responsable de Editions Mego, y Stephen O’Malley, líder de Sunn O))) y cuya música se mueve en un marco de experimentación a partir

del drone y el black metal. Squarepusher presentó los temas de su más reciente álbum, Damogen Furies, en el que “explora al máximo las capacidades alucinatorias, de generar pesadillas y brutalmente viscerales de la música electrónica”, según palabras del propio artista. La noche, como era de esperarse, estuvo reservada para los shows visualmente más potentes contando entre sus artistas a A$Ap Rocky, Die Antwoord, Roisin Murphy, Hot Chip, y Jamie XX, entre muchos otros.

Arca. Foto: Ariel Martini

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Die Antwoord. Foto: Ariel Martini

Sábado - Cierre magistral

Tanto el día como la noche ofrecieron lo más selecto de esta edición. Durante el día la experimentación musical y las proyectos más interesantes se dieron cita en cada uno de los escenarios: desde la impactante propuesta audiovisual de Evian Christ junto al realizador Emmanuel Biard, uno de los diseñadores lumínicos más relevantes del mundo, creador también del último espectáculo de espejos de Daedelus, hasta la colorida presentación de la banda colombiana Bomba Estéreo, los grandes triunfadores del Sónar Village. Mientras tanto en el Sónar Dôme la productora chilena Valesuchi, firmada por Cómeme (sello discográfico de Matías Aguayo), se presentó en formato DJ set con una gran selección de deep house y EBM (Electronic Body Music). Posteriormente tocaría el turno de Zebra Kats, rapero y productor proveniente de New York y parte del sello de Diplo, Mad Decent, destacando con un directo intenso y visceral. En los espacios del Complex, la norteamericana Holly Herndon sería la encargada de despedir la última sesión de día de la edición 2015. El potente discurso musical de Holly viene acompañado por una base académica seria y delicada. Actualmente cursa un doctorado en Computer Music

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en la Universidad de Stanford y sus piezas son elaborados collages sonoros en los que aplica técnicas propias de la literatura vanguardista, como el cut-up, y a los que se suma un meticuloso trabajo con su propia voz.

No es más que un hasta luego

La última noche del Sónar siempre tiene un sabor agridulce. Después de tres jornadas intensas es difícil decir adiós a otra edición. Aunque en este caso, la organización decidió dejar lo mejor para el final. Mientras que en años anteriores, las opciones estaban repartidas, este año “la crème de la crème” fue reservada para la noche final. El escenario principal abrió sus brazos para Duran Duran, quienes por primera vez presentaron su directo a la audiencia del Sónar, una mar de nostalgia que cantó y bailó al ritmo de los grandes éxitos de uno de los grupos más famosos del mundo. Posteriormente tocaría el turno de The Chemical Brothers quienes presentaron los temas de su más reciente álbum, “Born In The Echoes”, en el marco de un show de una espectacularidad más allá de las palabras. El resto de escenarios se debatirán a muerte entre las cadencias de FKA Twigs, de una belleza deslumbrante, completamente consciente y dueña de su

cuerpo y de sus movimientos; el DJ set del productor Cashmere Cat y el episodio catártico protagonizado por Flying Lotus en el Sonar Pub. Mientras tanto el Sónar Car daría cabida a la energía del colectivo Southern Hospitality y el desparpajo de Meneo, sin dejar de lado nombres como Siriusmodeselektor y el productor Skuba. Hay una clara evolución. Una decisión consciente de convertir al Sónar en algo más. La propia naturaleza te lo advierte diariamente: evolucionas o mueres. En el caso del Sónar la presencia cada vez más fuerte del Sónar +D puede brindar pistas de hacia dónde se dirige. Esperamos, sin embargo, que este cambio no esté en detrimento de la curaduría musical: el corazón del festival, su sangre, su verdadera esencia, y lo que atrae a esas 120.000 almas. Mientras tanto nos despedimos de una edición más. Hasta luego, Sónar.


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AHÍ ESTUVIMOS

Texto y fotos: Leonardo Bigott NOCHES DE GUATACA Trasnocho Cultural (Teatro y Espacio Plural), Caracas (Mayo 6 a Julio 8, 2015)

Vasallos de Venezuela (Mayo 6)

Será recordado como el evento multicolor más importante de la historia de Noches de Guataca. Lo que alguna vez se llamó Vasallos del Sol, no ha dejado de ser una de las más importantes portadoras del folklore nacional. A través de la danza y la música, la legendaria agrupación que dirige Jesús Rondón celebró La Cruz de Mayo, festividad cuya historia abarca más de 150 años. Llevadas ahora al modesto recinto del Centro Trasnocho Cultural, músicos y bailarines ofrendaron a “La Cruz” un repertorio de 15 composiciones que entre fulías, pregones, décimas y jotas, entre otros géneros, dieron una buena idea de la riqueza cultural y el temperamento religioso del país. En el extremo derecho del escenario, una cruz elaborada con flores y flanqueada por miembros del elenco, daba inicio al evento. Los exóticos ritmos, las sensuales danzas, el colorido vestuario y una magia indescriptible, le otorgan a este evento un sitial de honor en la historia del conocido ciclo. Bajo la guía de Nahití Ortega, el cuerpo de baile fue ingrediente indisoluble de una música que se respira en cualquier rincón del país. El jocoso pregón “Cantos de lavandera” y los diablos danzantes, fueron algunos momentos representativos de tradiciones que siguen

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vivas y que gracias a agrupaciones como éstas pueden ser disfrutadas. “Si yo fuera”, “Brisa fugaz” y “A la media noche Caraballeda” trajeron más ritmo y más color a un público deseoso de hacerse de la tarima y bailar, lo cual sucedió durante el golpe de San Millán que puso fin al concierto. Si bien estuve alguna vez en el pueblo de Curiepe durante sus festividades anuales, haber presenciado este evento me hizo reflexionar que la riqueza musical venezolana ya no debe ser punto de discusión pero sí debe serlo la difusión. En un futuro cercano conversaremos con Jesús sobre los legendarios Vasallos y la importancia de sus 25 años de vida artística durante los cuales ha formado a grandes artistas como Betsayda Machado, César Gómez y Zeneida Rodríguez quienes separadamente han tenido sus Noches de Guataca.

Marisela Querales (Mayo 13)

Continuó el mes de mayo para celebrar el lanzamiento de su CD, Entre Diversiones, el cual representa un homenaje póstumo a la legendaria cantante cumanesa María Rodríguez, quien falleciera el pasado 30 de septiembre de 2014. “El alma cumanesa”, como era llamada por algunos, fue merecedora del Premio Nacional de la

Los Vasallos del Sol

Cultura en 2008 por su extensa labor en la difusión de la música oriental venezolana. Bajo esa idea, Marisela trajo al ciclo un repertorio de 13 temas que tuvieron como preámbulo un sencillo escenario decorado con una cruz llena de flores que representó el espíritu que Vasallos de Venezuela había iniciado una semana antes. “Fulia de la cruz”. “La voz de Cumaná”, “La mensajera”, “Pancho batata”, “Pelea e gallo” y “El cruzao” conformaron la primera parte del concierto, siendo los tres últimos temas, representativos del sano humor oriental cuya narrativa suele describir las vivencias de los moradores de esa región del país. Y como hijo de gato caza ratón, esta primera parte trajo al escenario a las hermosas Isabella, Ligia Elena y Amanda, hermanas de Marisela, todas hijas del insigne bandolista Ismael Querales quien también participó de esta significativa velada. La segunda parte estuvo conformada por “Navidad negra”, “Soñé con el mariscal”, “La fiesta de los santos”, “La mariposa”, “Corrío de los pájaros” y “La Iguana”. Cada uno de estos temas y los anteriores fueron ilustrados por los comentarios de Marisela quien no escatimó esfuerzos para compartir sus anécdotas y el significado de estas canciones. Si bien cada una refleja esa cultura que llevó al laureado compositor


AHÍ ESTUVIMOS

Afrocódigos

Henry Martínez a plasmar en su música que “oriente es otro color”, también revela un elemento común a lo largo y ancho del país, el humor. Lo tradicional venezolano suele pintar con notas musicales montañas y llanuras, ríos y mares, tepuyes y cascadas, rascacielos y bohíos, pero en cada uno está el candor y humor que en esta ocasión se escuchó plasmado en temas como “Pancho batata” y “La iguana”, siendo esta última el bis que puso la guinda ante una audiencia que coreaba la letra del divertido tema. Marisela Querales no sólo rinde un merecido tributo a esta insigne venezolana sino que refleja con este loable trabajo su preocupación por la divulgación del acervo musical del país al añadir este título al extenso catalogo del CENDI (Centro Nacional del Disco), institución sobre la cual ella estará comentando a Ladosis muy pronto.

Trabuco (Mayo 20)

Carlos Vives (flauta), Elly Guerrero (oboe), Francisco Fernández (guitarra y cuatro), Jesús Gómez (contrabajo) y Luis Beltrán (cuatro, tiple, maracas y percusión) conforman un excelente quinteto que bajo el nombre de Trabuco posee una alta calidad musical diluida con maestría en el fino y siempre equilibrado temperamento andino que, en la persona de Jesús, se encargó de ilustrar a los asistentes de esta ‘guataca’ sobre los diversos ritmos y géneros de un repertorio en esencia propio. El formato del grupo ha delineado un interesante concepto donde las sonoridades del tiple y el oboe se unen a los ritmos de nuestro paisaje sonoro para crear un sonido original que emerge de una formación clásica. De un repertorio conformado por 12 temas, en su mayoría compuestos por ellos, destacan el emblemático “Trabuquero”; “Tempo inesperado”, bossa nova compuesto por Francisco quien refleja el afecto del grupo por géneros allende de nuestras fronteras; Un sentido valse titulado “Hasta luego” de Jesús Medina; “Tíotontón”, pasillo compuesto por el contrabajista a cuyo sonido, en oídos de un niño, le debe el onomatopéyico título; y un hermoso tema de Fernández titulado “Mi inspiración”. El

Antología Tuyera

ajustado repertorio tuvo en Jesús Marino Gómez el anfitrión ideal para compartir e ilustrar al público sobre el concepto musical de la banda, los géneros que ellos interpretan y las anécdotas detrás de cada composición propia o no, como fue el caso de “Tournee” de Domingo Moret. Trabuco ciertamente hace honor a su nombre. Junto a Quintillo Ensamble y Solo Ensamble conforman una terna donde además de coexistir elementos clásicos y tradicionales existe un concepto sonoro bien definido representado en el oboe, el saxofón soprano y el violín. Trabuco está próximo a editar su segundo CD así que estén pendientes.

Pabellón Sin Baranda (Mayo 27)

El trío que conforman el flautista Javier Montilla, el cuatrista Pedro Cardozo y el cellista Pedro Vásquez, colectivamente conocidos como Pabellón Sin Baranda, representa una de las propuestas más osadas dentro de la música de cámara. Son ellos portadores de una excelsa musicalidad enraizada en lo folclórico y tradicional venezolanos pero con el irreverente ingrediente foráneo que desde 1993 ha sido su poción mágica. Nominados al premio Casa del Artista (1997), este genial trío tomó la pequeña sala Espacio Plural para interpretar diez temas en su mayoría compuestos por Orlando Cardozo y aderezado con el humor agrio de Pedro Vásquez, quien suma dos dislocados y gratificantes proyectos: Alzheimer y Tuyero Submarín. A ese delirium tremens se le añade la academia de la flauta de Javier Montilla y su temperamento sosegado. La primera mitad del concierto se inició con “Se fue la luz”, a cuyo término la sala quedó a oscuras dejando la duda si se trataba o no de una jugarreta del trío. “Santa Cecilia”, “El monigote”, “Raspao y viruta” y el “Trisonante” completarían esa primera parte. Destaca en cada composición una naturaleza libertaria que no es generalmente concedida en los grupos de cámara. De allí la relevancia de este trío que no duda ni escatima esfuerzos en revelar su carácter espontáneo que no sólo entre canciones desternillan de

Gerardo Chacón

la risa sino que desde su planteamiento musical, rítmicamente provocador, surgen incidencias que impresionan al público por ser éstas ejecutadas con un agridulce tono. Cuenta la leyenda de “El 4to grito” que este tema surgió al cuarto intento de componer una obra basada en la célebre obra del pintor noruego de Edvard Munch, de la cual existen cuatro versiones. ¿Será por ello que el título no fue del todo capricho del destino? Como haya sido, este tema de Cardozo fue seguido de “Sanscrito al anafre”, compuesto por el cellista y del cual se desprendían sonoridades indias. “De reojo” de Javier Montilla, “Beto en China” de Pedro Vásquez, y la guinda de la noche, “Atrinca”, tema que da título a la segunda producción discográfica del singular trío. Pabellón Sin Baranda tiene su principal atractivo en una sutil ruptura con la academia o tal vez una irreverente comunión con ella, según el punto de vista que se adopte. Sea como fuere, PSB sigue siendo una de las propuestas vanguardistas más importante del paisaje sonoro nacional. Esperamos su tercera producción!

Etno Ecléctico Trío (Junio 3)

La noche del 3 de junio correspondió a Etno Ecléctico Trío, propuesta musical que fusiona los elementos africanos e indígenas de nuestro territorio con colores y texturas electrónicas. Pocas veces la sala Espacio Plural se ha visto colmada de tantos instrumentos exóticos. Puedo recordar el concierto de Lester Paredes (ver Ladosis #24) como una de esas. En esta ocasión Carlos Conde (vientos y percusión), Enrique Rincón (teclas, vientos y percusión) y José París (teclas) trajeron una diversidad de instrumentos musicales cuyos colores y texturas son el leitmotiv de los marabinos EET. Su propuesta da continuidad a los trabajos de Vytas Brenner y Alexis Rossell en los 70, el grupo Pax en los 90 y DiDonna & Weil en la primera década del nuevo milenio. Cada uno con características propias que, en el caso EET, ahonda aún más en el elemento indígena venezolano basando su música en una diversidad de etnias que incluyen a la Barí, Jiwi,

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AHÍ ESTUVIMOS

Marisela Querales

Kurripaco, Panare, Piaroa, Wayuú, Warao, Warekena, Ye´kuana y Yukpa. El trío interpretó diez temas que a lo largo de hora y media impregnaron de gran misticismo a la pequeña sala a través de temas como “Ra”, “Wanadi”, “Desde Euskal” y “Ruwa”, cada uno con una historia particular desde la cual se desprendían los sonidos de diversas maracas e instrumentos de vientos con la ambientación de las teclas de París. Las composiciones estuvieron acompañadas de proyecciones de imágenes de diversas zonas del país relacionadas con las etnias a las que pertenecían los temas. Todas evocadoras de una Venezuela que se revela más y más visual y sonoramente. Con EET, el conocido ciclo demuestra un criterio musical amplio que permite a las audiencias del país, y ahora del exterior, conocer el vasto paisaje sonoro existente en Venezuela. Noches de Guataca es tal vez la iniciativa más importante de las últimas décadas y ha significado una excelente vitrina para exponer esa diversidad dejando, además, un excelente registro de todas estas propuestas y que esperamos sea ejemplo para que se traduzca en otras iniciativas que conformen una verdadera industria, en la mejor de sus acepciones, donde se entienda que cada manifestación artística es un valioso aporte para el patrimonio cultural del país y el cual debe preservarse con esmero, dedicación y bajo lineamientos elaborados a partir de expertos curadores, escritores, historiadores, musicólogos, músicos y una alianza entre estado y empresa privada que garantice un proyecto de alta calidad sustentable en el tiempo.

Orozcojam (Junio 10)

El arpa de Caryasenri, el bajo de Christianne, el cuatro de José Brazón, las maracas de Oneycar y la mandolina de Franco Bortolotti, tomaron el escenario para desplegar un repertorio de joropo recio con 12 temas que en su mayoría fueron compuestos por miembros de este colectivo que bajo el nombre de Orozcojam y presentados por la productora de Guataca, Adriana Nunes,

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Pabellón sin baranda

cautivó a la audiencia y desgranó con finura y virtuosismo composiciones como “Visión posible”, “Bajo la sombra”, “Jesús es mi guía”, “Adríán Esteban” y una emblemática “Por V” de corte nacionalista. Estos temas, que conformaron la primera parte del concierto, revelaron la calidad musical de los hermanos Orozco, cuyo progenitor es el legendario arpista larense Carlos “metralleta” Orozco. Los siguientes cuatro temas de la noche recrearon las competencias de estas lidias joroperas que suelen llevarse a cabo en el interior del país. Los tres hermanos, además de estar cargados de espiritualidad, aprovecharon con jocosidad esos cuatro temas que denominados Modalidad cuatrista, bajista, maraquero y arpista, dieron al público una buena idea de cómo es ese asunto de las competencias de este género musical en Venezuela y Colombia. Así, quedamos perplejos con el bajo de Christianne, quien dejó colar algo de jazz en su modo de tocar. Del mismo modo, las maracas de Oneycar quien con sobrada facilidad también nos dejó con una clara sentencia: somos un gran crisol musical. Finalmente, Caryasenri puso a juguetear sus prodigiosas manos sobre las cuerdas para compartir su particular y virtuosa visión musical. “Joropo sabanero” y “Entre venas” pondrían la guinda de un concierto tan alegre como sorprendente. Es la primera vez que escucho y veo a una bajista tan competente como Christianne, quien nada tiene que envidiar a grandes como Rhonda Smith o Tal Wilkenfeld.

Antología Tuyera (Junio 17)

Si algo ha caracterizado a este ciclo, ya referencial de muchas de las nuevas propuestas musicales venezolanas, es el elemento didáctico. Suele hacerlo con marcada jocosidad su coordinador Aquiles Báez quien con su peculiar humor deja ver un poco, en cada presentación, como es ese asunto de los golpes tuyeros, las fulías, los santorales y tantas otras expresiones musicales. Fue así como se desarrolló el concierto del trío que conforman Ana Oropeza, buche (voz) y maracas; Esteban

Oropeza, voz, cuatro, composiciones y arreglos; y Gabriel Rodríguez, buche, guitarra y composiciones, bajo el nombre de Antología Tuyera. Una decena de temas fueron presentados y comentados principalmente por Ana Oropeza, quien compartió con notoria sabiduría los detalles de una música que como bien expresó Aquiles esa noche, ‘está a tan solo 30 minutos de Caracas’ y dibuja un mundo totalmente diferente y frecuentemente desconocido. Ésta presentación, junto a la de Rafael Pino y Marisela Querales, conforma un momento bastante significativo que resalta el carácter generacional de esta corriente musical. El concierto tuvo como invitado especial al legendario bandolista Ismael Querales. Es importante destacar que Antología Tuyera viene desarrollando una labor importante en la divulgación de este género a través de sus conversatorios, talleres y ponencias. Esa noche fue un claro ejemplo donde la audiencia pudo conocer con más detalles sobre la guabina, el yaguaso y la marisela. El concierto estuvo complementado con los bailadores Yaser y Xiomar, y la voz de Ángel Hernández. Temas como “Dónde estás?”, “Te amaré”, “Para ti”, “Canto a la vida”, “La arena”, “El venado” y “Dame tu amor” fueron parte del extenso repertorio que conformó el trío. En cada ocasión Ana comentó e ilustró con variadas anécdotas parte de la historia de la música tuyera.

Afrocódigos (Junio 17)

Una de las propuestas más alegres y rítmicamente provocadoras que se hayan presentado en Noches de Guataca es la de Afrocódigos. Pese a que inicialmente el sonido de los tambores, tal vez por la euforia, superaba al de los otros instrumentos, el sonido de los cumacos poco a poco fueron encontrando el punto de equilibrio. La explosiva banda dirigida


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Edward Ramírez y Los Distraídos Teatro de Chacao, Caracas (Junio 18, 2015)

Trabuco

por el percusionista Marcos Espinoza contó con la participación de una sección de metales conformada por Darwin Manzi en la trompeta y José Lugo Jr. en el saxo tenor; Rotsneth Medina en el bajo; los coros de Mauricio Marín, Memo Arroyave y Gonzalo Díaz; la percusión de Norman Miranda, Manuel Lara y Magni Hinojosa, además de violín y cuatro. La ocasión fue ideal para presentar parte del repertorio de su nuevo álbum titulado Homenaje que incluye temas como “No me quieres ná”, “Ilusiones”, “Tantas historias”, y “Reniego de Babilón”. Esta agrupación, representante de los ritmos afrovenezolanos, está destinada a ser exitosa comercialmente, y es tal vez en la energía que emana la banda y la buena vibra que sale de los cueros la que los diferencia de otros proyectos similares.

Gerardo Chacón (Julio 8)

El excelso bajista, músico de dilatada trayectoria en la música venezolana, más notoriamente dentro del jazz, bautizó su nuevo trabajo discográfico, Sueño de Niños. La ocasión puso en tarima a el guitarrista Juan Ángel Esquivel, el baterista Andrés Briceño y las congas de Vladimir Quintero quienes junto a Gerardo representaron el lado veterano del, ocasionalmente, octeto. La nueva sangre musical estuvo representada por su hijo Eric en la flauta y el saxo tenor, Gabriel Chakarji en los teclados, Noel Mijares en la trompeta y Yonathan “El morocho”Gavidia en la percusión. Al igual que Eric con su álbum Flautístico, Gerardo interpretó los temas de su nuevo CD en el mismo orden de éste. Así, la banda inició con “El negro José” de Aldemaro Romero. Le siguieron tres composiciones de autoría propia que incluyeron “Mi galerón”, “El sueño de Cata” y “Vals para Evencio”, cada una comentada en su origen por Gerardo quien explicó sobre el género del galerón, nos habló un poco de la historia de Bahía de Cata y su topónimo, y el vals, respectivamente. El tema “Romance” de Rodrigo Troconis continuó la noche, tras el cual vendría “Pajarillo en 5” donde Gerardo explicó la dificultad métrica de esta composición del folklore. Siguió el tema título del CD y “Siete para Vivaldi” para dar paso al emotivo momento del bautizo y posteriormente culminar con una excelente versión de “Teen Town” del legendario Jaco Pastorious y donde Gerardo deja clara evidencia de su relevante calidad como bajista. El concierto contó con una de las más emblemáticas cantantes de la música tradicional, María Teresa Chacín quien cantó “Mi querencia” y “Samba en preludio” de Simón Díaz y Vinicius de Moraes, respectivamente, rompiendo así un poco con el orden. También estuvo presente el flautista Andrés Eloy Rodríguez quien hizo interesante dúo con Eric. Este CD es el segundo trabajo discográfico de Gerardo, quien afianza su faceta de compositor.

Si tuviéramos que escoger una lista de los mejores conciertos de música tradicional venezolana de tiempos recientes, este sin duda califica con honores. El cuatrista Edward Ramírez es habitual en las páginas de Ladosis, tanto por su labor con C4 Trío como por su dedicación a la investigación y “modernización” del joropo central (o tuyero) y otras formas musicales ligadas al joropo. Edward se ha dedicado en cuerpo y alma a estudiar el legado de los grandes exponentes, no todos merecidamente conocidos, sino que además hace su labor con un cuatro de cuerdas de metal especialmente fabricado para él por el lutier XXX, con el que sustituye el sonido del arpa. Para la ocasión, se hizo acompañar de varios músicos de gran peso específico, que hicieron grandes aportes en diferentes momentos del concierto, entre ellos el contrabajista Edwin Arellano (el que participó más), el guitarrista Aquiles Báez, el violinista Eddy Marcano, los cantantes Rafael Pino y Ana Carmela, el beatboxer Jhoabeat y el maraquero Manuel Rangel. El comienzo sirvió para revisar, junto a Arellano, dos formas venezolanas, el joropo oriental y el merengue caraqueño, perfecto preámbulo para lo que vendría. De inmediato apareció el joven Jhoabeat para dejarnos de nuevo boquiabiertos con su increíble performance vocal (estilo denominado beatbox por asemejarse a una caja de ritmos) para encargarse de imitar las maracas y la percusión en un pajarillo tuyero. Luego Edward se quedó solo y se aventuró a construir el tema “Amanecer tuyero” con su cuatro eléctrico y varios efectos a modo de loops. Fue un interesante paso adelante en su paleta de posibilidades, probablemente influido por su constante trabajo al lado del maraquero Manuel Rangel. El siguiente invitado, Rafael Pino, protagonizó uno de los pasajes más interesantes del concierto y a la vez más jocosos, gracias a los tres joropos interpretados: primero “Malvada mía” (de su autoría), luego “El comegente” (tema original de Pablo Estacio y Bacalao Men) y la divertida “El enredo” (del maestro Margarito Aristiguieta). Tras un emotivo video testimonial en el que varios importantes músicos hablan sobre Edward, apareció de nuevo el protagonista acompañado de Arellano y del virtuoso violinista Eddy Marcano. Lo primero que interpretaron fue la danza “La encantadora” de Julio Méndez, para seguir con el merengue inspirado en “Adios Nonnino” de Astor Piazolla, la cual dedicó a su hijo Santiado Andrés a punto de nacer y a la mamá y jefa de prensa Marialessandría Herrera. Luego apareció Aquiles Báez para tocar “El desenlace”, un pasodoble con elementos de polka y música balcánica. El desfile de grandes nombre siguió con el flautista Luis Julio Toro y la joven vocalista Ana Carmela Ramírez, quien mostró su peculiar estilo vocal interpretando un bambuco. Luego se montó de nuevo Jhoabeat y junto a Ana Carmela fue construyendo una versión de “Lucerito” primero a ritmo de trip hop y ya luego más acelerado. Con el público eufórico, Edward llamó a Manuel Rangel para terminar con una de esa magistrales interpretaciones a las que nos tienen acostumbrados estos dos locos de carretera (ver Ladosis #36) Juan Carlos Ballesta

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Gualberto Ibarreto es uno solo: Tributo a la voz de Venezuela Centro Cultural BOD, Caracas (Junio 28, 2015)

fotos: Emilio Méndez

Fue un gran privilegio haber podido asistir el domingo a las 11 am., al merecido homenaje a un músico tan querido en Venezuela como Gualberto Ibarreto, cuyas innumerables canciones están incrustadas en la genética nacional. Se mencionó en el concierto que “el cantor de la voz del pueblo” pega cada tema, y es que la simbiosis con el sentir de la gente le da la certeza de que si “una canción le erizaba la piel a él, también ocurrirá con el pueblo venezolano”. Con una sala inmersa en emoción y gente coreando canciones con los ojos aguados, era evidente el amor y admiración que proyectaban los músicos y artífices del evento. Valió la pena el enorme esfuerzo de “El zancudo” David Peña y Yubirí Arráiz en su producción y concepción, porque el resultado fue impecable. Por si fuera poco, la banda que acompañó a los intérpretes era de lujo: Gonzalo Grau (piano), Jorge Torres

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(mandolina), Jorge Glem (cuatro), Andrés Barrios (clarinete), así como el propio David Peña (contrabajo) y un conmovido Gustavo Carucí, que además de interpretar la guitarra también realizó los arreglos junto con “El zancudo”. Tras el video de estampas de la vida de Gualberto con su voz de fondo en “Hoy he vuelto a ser él” y la versión instrumental de “La Bikina” de Rubén Fuentes, entró Lilia Vera, una de las mejores y más emblemáticas voces del país, cantando “Lucerito” y “El mango” de Luis Mariano Rivera. Con un auditorio ya seducido por su hermosa interpretación de “Era ella”, José Alejandro Delgado continuaba su soberbia versión de “La carta”, ambos de Enrique Hidalgo. Nancy Toro nos brindó a continuación “Mi propio yo” (Chelique Sarabia) y “Presagio” (E. Hidalgo), para dar paso al trío de Barquisimeto, Santoral, con “Quisiera” (José

“Pollo” Sifontes) y “El calamar” (E. Hidalgo). Laura Guevara llenó el espacio de frescura con las bellas “Anhelante” (J. P. Sifontes) y “Amor Bonito” (E. Hidalgo). Iván Pérez Rossi cantó dos piezas de su autoría: “Flor de canela” y “Montoya”. Su voz intacta inunda la sala y su presencia incomparable sobre el escenario hacen incontenibles los aplausos, más cuando dijo lo incuestionable: “la patria está en deuda con Gualberto, uno de los héroes civiles de este país”. Cuando ya Fabiola José parecía insuperable con su bella interpretación de “Mi abuela” (Perucho Aguirre), llegó el trepidante joropo-estribillo “Carmen” (Letra: Manuel Graterol Santander “Graterolacho” / Música: Juan Silva), sin duda una de las mejores actuaciones, llena de energía y sensibilidad. Andrés Barrios desbordó la soltura y el humor a los que nos tiene acostumbrados con “El sancocho” de L. M. Rivera. Amaranta Pérez nos brindó dos canciones inolvidables como “Canchunchú Florido” (L. M. Rivera) y “La distancia” (E. Hidalgo). Y llegó el turno de Jorge Glem, Héctor Molina y Edward Ramírez como C4 Trío con “Oro negro” (Carlos Rengifo), cuya relación con Gualberto cristalizó en ese excelente CD Gualberto + C4. Uno de los momentos más emotivos fue la llegada de Ibrahim Bracho, que junto a C4 Trío interpretó el tema de su autoría “Jota de mi canto” y “Adiós mi prenda” (Augusto Ramos), lleno de anécdotas y cariño hacia “El pichón”, que estaba sentado en primera fila y no podía evitar unirse a veces a dúo con algunos de los intérpretes. Cecilia Todd, radiante con su voz dulce e inconfundible, nos paseó por “Cerecita” de L. M. Rivera y “Oriente es otro color” de Henry Martínez. Francisco Pacheco con su calidez y naturalidad de siempre cantó “Cristal” (Simón Díaz), “La Guacara” (L. M. Rivera) y “El Negro y el Catire” (Letra: Graterolacho, música: S. Díaz). Con Gualberto ya sobre el escenario y rodeado por todos, cerró este inolvidable concierto con la sabrosa “Jota Carupanera” (G. Ibarreto) y “María Antonia” de José Ramón Villarroel. Un ausente en las funciones del domingo fue Emilio Lovera, quien si estuvo el sábado. A veces lucimos como un país sin memoria, por lo que homenajes como estos a figuras de la talla de Gualberto son esenciales, son como señalar la senda de dónde venimos para las nuevas generaciones, así como los cimientos sobre los que están construidas la identidad nacional y la creación artística de hoy. Los músicos de este concierto nos mostraron en un tributo marcado por el afecto, que se es universal nutriéndose de lo local y que el sentido de pertenencia también puede considerarse una vía para ser una mejor sociedad. Inmenso y sencillo, indudablemente, Gualberto hay uno solo. Mariella Rosso


AHÍ ESTUVIMOS

LOs BEAT 3 Teatro de Chacao, Caracas (Junio 20, 2015)

foto: Leonardo Bigott

Un concierto redondo resultó ser este de la reconocida banda de versiones Beatles, Los Beat 3, con motivo del cumpleaños 73 de Paul McCartney. Varios factores podrían mencionarse como elementos claves, pero quizá el más notable fue la participación (ahora como integrante fijo) de Andrés Seger, conocido productor de radio, quien es un excelente cantante. Se une a Zarik Medina (teclado, voz), Íñigo Ayala (guitarra eléctrica, voz) y Alejandro Pérez (batería) para conformar un cuarteto sin fisuras. Aunque Seger se encargará del bajo, ese rol fue cubierto de manera fantástica, aunque con mucha discreción en el escenario, por el veterano bajista Oswaldo De La Rosa (Los Claners, Los 007). Por lo visto esa noche, poco se echó en falta a Carlos Kintero. Un generoso total de 31 canciones fueron interpretadas por más de dos horas, tanto del período beatle como con Wings y en solitario. No hubo especial predilección por una etapa, al menos en el caso de los Beatles, ya que se pasearon tanto por los primeros años como por los últimos sin olvidar los intermedios. Sin embargo, en el caso de la etapa post-beatle sí estuvieron

anclados principalmente en el repertorio con Wings en los años 70. Durante la primera parte del concierto, la voz líder fue compartida por Zarik e Íñigo, vale decir en “Back in The USSR”, “All My Loving”, “Eight Days a Week”, “Drive My Car”, “Can’t Buy Me Love”, “Got to Get You Into My Life”, “Lady Madonna” (con la participación de un trío de metales en estos dos temas), “Let it Be”, “Oh Darling”, “Get Back” y “Sgt. Pepper´s”. Hasta ese momento, Seger se había mantenido en un rol secundario con la guitarra acústica al hombro, pero se destapó cantando la suite de Abbey Road de manera brillante. Tras “Penny Lane”, comenzó la etapa post-beatle cuya voz solista correspondió casi en exclusiva a Andrés Seger. El inicio fue con la desgarradora “Wild Life” y las fantásticas “Maybe I´m Amazed” y “Band On The Run”. Siguieron con seis temas emblemáticos: “Uncle Albert”, “Silly Love Song”, “Let It Em”, “Jet”, “Live and Let Die” y “My Love” (dedicada a Linda McCartney). Este segmento estuvo fantástico. El apoyo de Fabián Tuirán (trompeta), Martín Rodríguez (saxofón)

y Pablo Murillo (trombón) fue muy importante. El primer final ocurrió con “Hey Jude”, lo que puso a todo el teatro a cantar y mover sincronizadamente sus cuerpos. El público de varias generaciones una vez más ilustró la inmortalidad del legado de las canciones Beatles. El grupo regresó para interpretar un set acústico al frente del escenario que incluyó tres temas de los Beatles, “Here, There and Eveywhere”, “Blackbird” y “Yesterday”, y otros tres que, a nuestro juicio pudieron ser sustituidos por algunos de los muchos de épocas recientes compuestos por Macca, estos fueron: “Ebony & Ivory”, “My Valentine” y “Blue Moon of Kentucky”. El primero de ellos fue popularizado en 1982 por Paul y Stevie Wonder, y los dos últimos son versiones escogidas para el disco Kisses on the Bottom (2012), buenas pero no propias. El último encore fue con “I Saw Her Standing There” y el famoso rock and roll de Little Richard “Long Tall Sally”, como el perfecto cierre que hizo que todos se retiraran del teatro con electricidad en sus cuerpos. Juan Carlos Ballesta

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cHRis sQuiRE (1948-2015) The Fish se ha ido La muerte repentina de Christopher Russell Edward “Chris” Squire, tras una rara modalidad de leucemia, cierra uno de los capítulos más importantes e influyentes en la historia del rock. Es el fin de una era. Durante casi 47 años, el bajista inglés estuvo al frente de la legendaria banda de rock progresivo Yes, con la que definió como pocos los parámetros del rock progresivo e impuso un distintivo y único (aquí cabe especialmente el manido término) estilo, convirtiendo el bajo en un instrumento líder.

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Nada será igual desde ahora en el mundo del rock progresivo. El grupo Yes, resistente a todo, se mantuvo activo durante 45 años gracias al timón de Chris Squire, el único de los fundadores que se mantuvo en la banda. Ahora, sin él, el futuro es incierto, aunque la formación actual encabezada por el guitarrista Steve Howe y el baterista Alan White posee todas las credenciales para continuar adelante. La formación musical de Squire estuvo ligada al coro de la catedral St. Andrew en Kingsbury, Londres, al que se unió a los seis años, una influencia capital en su forma de cantar y en las soberbias armonías vocales que serían uno de los sellos característicos de Yes. No fue sino hasta los 16 que se tomó en serio dedicarse a la música, motivado por el fenómeno Beatle en 1964 y toda la invasión británica. Dos de sus influencias primarias fueron Paul McCartney y sobre todo el estilo de

El grupo Yes en 1969, con Squire a la derecha.

John Entwistle (The Who). Luego él sería la influencia primaria para grandes bajistas como Geddy Lee (Rush), Tony Levin (King Crimson, Peter Gabriel, entre otros), Stuart Hamm y muchos más. Tras ser expulsado del colegio por llevar una melena no permitida, no regresó más a los estudios y buscó trabajo en una tienda de música en Regent Street que le permitió comprar su primer bajo, un Rickenbacker 4001. Jamás se separaría de esa marca, la cual lanzaría en 1991 un modelo de edición limitada con su firma.

El nacimiento de Yes

Chris formó Yes en 1968 tras sucesivas experiencias con The Selfs y luego The Syn, una banda enmarcada dentro de la psicodelia británica, tras la que se unió a Mabel Greer’s Toyshop. Pronto conocería al vocalista Jon Anderson en un bar, con quien establecería una asociación inicial


cercana a la estética vocal de Simon & Garfunkel. No pasaría mucho tiempo para que Yes se formara con la inclusión de Tony Kaye (teclados), Peter Banks (guitarra) -que ya había tocado con Squirey Bill Bruford (batería), ofreciendo su primer concierto el 4 de agosto de 1968. El estilo de Squire, aunque aún por pulirse, era ya distinto al resto de los bajistas. Por ello nunca lo contrataron como músico de sesión, lo que lo llevó a formar Yes para desarrollar los estilos libres y personales de todos los involucrados. Los dos primeros discos, Yes (1969) y Time and a Word (1970), aún contenían versiones de grupos como The Byrds y The Beatles, pero también el sonido que poco después explotaría con la entrada del guitarrista Steve Howe para el fantástico The Yes Album (1971) y del teclista Rick Wakeman para el emblemático Fragile (1971). A esa formación de Anderson, Howe, Wakeman, Squire y Bruford le debemos los momentos más aventurados del período clásico del progrock. El aventurado disco Close to the Edge (1972) consagró a Yes, pero fue el último disco en el que participó Bruford (que prefirió irse a King Crimson), privando a Squire del que sin duda fue su mejor pareja rítmica, con el que logró paradigmas difíciles de superar. Por ello, es el baterista de su único trabajo en solitario, el increíble Fish out of Water (1975), a pesar de que para ese momento Alan White había grabado la batería en los siguientes y muy ambiciosos discos de Yes, Tales From Topographic Oceans (1973) y Relayer (1974), el último de los trabajos llenos de riesgo y aventura. Fue Bruford el que le puso el apodo “Fish”, tras un incidente en el que Squire inundó el cuarto de hotel que compartían, durante una de sus largas y habituales duchas. Al enterarse de su muerte, Bill dijo: “Él y yo tuvimos una relación de trabajo construida sobre la base de nuestras diferencias. A pesar de eso, o quizá debido a ello, la vieja creencia acerca de las tensiones creativas, extrañamente, funcionó”. Aquella década de los 70, la cerraría con los siempre discutibles Going for the One (1977) y Tormato (1978), en medio ya de la explosión punk y el disco music, que habían eclipsado e incluso cuestionado las complicaciones y excesos del rock progresivo. Luego seguiría él para entonces incomprendido Drama (1980) (con Geoff Downes y Trevor Horn del grupo de synt pop The Buggles), reivindicado por el tiempo, preámbulo de los efímeros proyectos XYZ (ExYesZeppelin) -con Alan White y Jimmy Page- y Cinema, que se transformaría en la nueva encarnación de Yes con el guitarrista surafricano Trevor Ravin.

Paradójicamente, una etapa muy exitosa desde el ángulo masivo y mediático (con “Owner of a Lonely Heart” a la cabeza), pero poco trascendente en el plano creativo, lo que hizo que muchos fans perdieran interés en aquellos discos, aunque en vivo siempre han mantenido el magnetismo. Squire fue, hasta el momento de su muerte el pasado 27 de junio a los 67 años, el único miembro que participó en los 21 discos de estudio de Yes y en todos los conciertos a lo largo de 45 años, lo que incluye 14 álbumes en vivo. El primero show sin él se programó para el 7 de agosto, algo que ya estaba pautado con el bajista Billy Sherwood como sustituto, a quien el propio Chris

había pedido suplir hasta su curación. Extraña sensación, sin duda. Chris fue famoso entre sus compañeros músicos y personal técnico por siempre llegar de último, muchas veces retrasado a pruebas de sonido, ruedas de prensa e incluso conciertos. Por ello, su esposa Scotland Squire escribió con cierto humor y juego de palabras que en inglés tiene más sentido que en español: “Mi mejor amigo y amor de mi vida será cremado hoy en Scottsdale, Arizona (donde vivían) a las 3 p.m. Sin embargo, conociendo a Chris, podría estar llegando un poco tarde (late) al evento; después de todo él siempre ha sido el tardío (“late” en inglés es fallecido), Chris Squire”. Gracias por tanto.

Squire en 2013 con su inseparable bajo Rickenbacker

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ALFREDO DEL MÓNACO (1938-2015) Un pionero de la música electrónica

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Más de medio siglo de búsqueda afanosa por ampliar el lenguaje de la música a través de nuevos instrumentos y herramientas surgidas como consecuencia del descubrimiento de la corriente eléctrica durante la revolución industrial del siglo 19, trajo consigo grandes avances en la concepción de la música durante el pasado siglo. El movimiento futurista italiano dio los primeros pasos conceptuales en la década de los años 10 y 20,

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Foto cortesía de La Voz de los Creadores.

luego llegarían el serialismo de Arnold Schomberg y la música concreta de la mano de los franceses Pierre Henry y Pierre Schaffer (gracias a la creación de la cinta electromagnética), así como los experimentos con el azar y la estereofonía que adelantaron por separado el alemán Karl Heinz Stockhausen (fundador del primer laboratorio de música electrónica en la Radio de Colonia) y el francés Pierre Boulez. Eran tiempos de vanguardias, de

genios avanzados a su tiempo como el norteamericano John Cage, conceptualista que dio importancia al uso del silencio con su obra cumbre 4’ 33” y a la modificación del sonido del piano (piano preparado). Compositores como Xenakis, La Monte Young, Steve Reich, Morton Subotnick, Terry Riley, Pauline Oliveros, David Tudor, Alvin Lucier y muchos más, fueron tan aventurados como incomprendidos. Inventores (ejecutantes muchos de ellos) como el ruso Leon Theremin, los alemanes Matthias Hohner y Oskar Sala, el francés Maurice Martenot, los estadounidenses Laurens Hammons, Leo Fender, Raymond Scott, Les Paul o Robert Moog, y muchos más, contribuyeron con sus creaciones a ampliar el registro sonoro y a inspirar a muchos compositores


Cuando aún el mundo de la música electrónica no había irrumpido en las grandes masas y era cosa de laboratorios y público selecto, el pianista y compositor venezolano Alfredo del Mónaco dejó su impronta en un terreno medio que entrelazaba la composición académica y los experimentos electroacústicos. A lo largo de su carrera fue reconocido muchas veces, entre ellas con el Premio Nacional de Composición en 1968 y el Premio Nacional de Música en 1999, homenajeado en varios países, elegido asesor de la Unesco y escogido como tema de decenas de tesis universitarias.

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con la música electrónica, componiendo piezas instrumentales, electroacústicas y una serie de composiciones influidas por movimientos avant garde como el constructivismo, la música fonética, el agitprop y la música conceptual. Obras como “Syntagma A” (1972), “Synus” (1973) o la magnífica composición de música concreta “Trópicos” (1972) le permiten desvincularse por un tiempo del folclore venezolano, aunque siempre las enseñanzas de sus maestros Moisés Moleiro y Primo Casale fueron importantes. La participación de Del Mónaco en los festivales de música contemporánea se hace imprescindible a partir de entonces, en los que estrena obras como “TupacAmaru” (1977), considerada la síntesis conceptual reinterpretativa del compositor. Otras obras suyas son, “Cantos de la noche alta” (1992), “Tientos de la noche imaginada” (1991) y “Memorial” (2002). La relevancia de la obra de Alfredo del Mónaco se pierde de vista, y a pesar de ello nunca obtuvo el reconocimiento público merecido. Quizá su lejanía de los grandes reflectores lo haya mantenido en un plano secundario, aunado al carácter

vanguardista y muchas veces intrincado de sus obras, ha mantenido su nombre en un estatus relativamente desconocido para muchos. Sin embargo, premios no le faltaron en el mundo. Desde festivales en Berlín, Venecia, Washington, Perpignan, Viena, hasta otros más cercanos en Cuba, Chile, México, Brasil y Venezuela, se rindieron ante sus obras. En el 2003, por ejemplo, recibió el Premio Tomás Luis de Victoria por su trayectoria, que entrega la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) de España, considerado el Cervantes de la música para orquestas. Importantes agrupaciones y orquestas han interpretado sus composiciones en Estados Unidos, Francia, Canadá, Italia, Alemania, Noruega, Bélgica, España, México, Chile, Brasil, Guatemala, El Salvador, Cuba, Colombia y por supuesto Venezuela, poniendo en el mapa musical del mundo a este excepcional compositor y docente caraqueño, también abogado y asesor de la Unesco, fallecido a los 77 años. Alfredo del Mónaco deja con nosotros un legado lleno de riesgo y aventura, propio de aquel que nunca se cansa de explorar nuevas posibilidades.

a salirse de las convenciones. En Venezuela, varios músicos y compositores se montaron en ese tren de la modernidad, entre ellos Alfredo del Mónaco, quien en 1966 hizo las primeras obras de música electrónica, “Cromofonías I” y “Estudio electrónico I”. Poco después, en 1968, compuso la obra “La noche de las alegorías”, que recibió el Premio Nacional de Música de Venezuela. Ese fue el punto de inflexión que lo llevó a mudarse a Nueva York en 1969 para estudiar en el Columbia Princeton Electronic Music Center, especializándose en música electrónica y cibernética. Allí recibió el título de Musical Arts en 1974. Durante esos años neoyorquinos pudo trabajar en el Columbia-Princeton Electronic Music Center, donde experimentó ampliamente Alfredo a comienzos de los años 70.

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Lola Mares @ElcineQsuena EL CINE QUE SUENA

ALEZANDRE DESPLAT, nigromante de las cuerdas y maestro de la orquestación (segunda entrega)

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El parisino Alexandre Desplat, dio un paso adelante para penetrar en la industria cinematográfica americana gracias a ese mood proveniente de Europa, continente en el que musicalizó películas de bajo presupuesto y de tipo autoral. Sin embargo, si se hace un paneo por sus composiciones ‘hollywoodenses’, estas se inscriben en ese tipo de obras que rebasan el molde por su considerado nivel de creación artística y por sus argumentos poco convencionales. Llegamos al 2007, año en que gana el Primer Premio de la Asociación de Críticos de Cine (Film Music Critics Association), y en el que escribe la música incidental de Lujuria y traición (Lust, Caution) de Ang Lee, ambientada en la Segunda Guerra Mundial en China. Seguidamente, en 2008, David Fincher le encarga el soundtrack para El curioso caso de Benjamin Button (The Curious Case of Benjamin Button), largometraje que fluctúa entre el drama fantástico y el suspenso, con el que Alexandre Desplat logra tres nominaciones de la Academia por un trabajo de filigrana. Chéri de Stephen Frears; Coco antes de Chanel (Coco avant Chanel) de Anne Fontaine y La saga Crepúsculo, son los filmes que más destacan en 2009. En el primero de éstos, Desplat elabora una partitura encantadora en su melodrama y con claros guiños a la Belle Epoque parisina. Dueño de un estilo contemplativo, continúa su vertiginosa carrera en 2010 con la música para El escritor fantasma (The Ghost Writer), del maestro Roman Polanski y para la multipremiada El discurso del

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Rey de Tom Hooper, por solo mencionar dos de las cinco películas que ese año llevaron su firma. Con la de Polanski no solo ganó su segundo Premio César, sino que se alzó con su segundo Premio del Cine Europeo; remató con el Bafta a la Mejor Banda Sonora y, por el inolvidable acompañamiento que hace para The King’s Speech de Hooper, se llevó el Grammy. Si se toma en cuenta que Desplat gasta apenas tres semanas para componer -desde el principio hasta el final- el OST de una película, se justifica que su trabajo sea tan fecundo. Pero su calidad compositiva nunca decae, prueba de esto son los palmarés que en su carrera ha coleccionado. En 2011 son ocho las BSO que le son encargadas, entre ellas, de Terrence Malick, El árbol de la vida (The Tree of Life) y la británica Mi semana con Marilyn (My Week with Marilyn), de Simon Curtis, un musical que cuenta con rítmicas canciones propias de un género muy cultivado en la industria de esos años; cabe destacar que en esta ocasión, comparte con Conrad Pope la tarea de musicalizar una película inspirada en clásicos como El príncipe y la corista (1956) protagonizado por la propia Marilyn Monroe. Traducida a nuestro idioma como De óxido y hueso (De rouille et d’os, 2012) de Jacques Audiard, esta fue una de las cintas europeas con más revuelo del año y el compositor no podría ser otro que Alexandre Desplat, trabajo por el que ganó su tercer Premio César. Además musicalizó Argo (2012) de Ben Affleck, en la que

da rienda suelta a su capacidad de crear atmósferas realistas a partir de un piso sonoro con giros que confluyen en ritmos e instrumentos del Oriente Medio. Los laúdes, el ney de origen turco, así como darbukas y yembés se compaginan con esta partitura de Desplat. Ese año también musicaliza, entre otras, Monrise Kingdom para Wes Anderson. En 2013 hace la música incidental para The Monuments Men y Philomena, de George Clooney y Stephen Frears respectivamente, pero es en 2014 cuando Alexandre Desplat vuelve a brillar con una gema que escribe para El Gran Hotel Budapest (The Grand Budapest Hotel) de Wes Anderson, su tercera colaboración para el director estadounidense. De impresionante confección, tanto por su dirección de arte, como por su diseño de producción, este filme mereció varios premios de la Academia, entre ellos, el de Mejor Banda Sonora para Alexandre Desplat, y no podría ser de otra forma porque es un verdadero goce acústico que contiene piezas pre-existentes como danzas rusas, un concierto de Vivaldi y hasta un canto tirolés, pero tan bien incorporadas que pasan a formar parte de un ‘precioso’ todo. Tanto el BAFTA 2015, como el Premio Grammy fueron las otras estatuillas que se llevó Desplat por esta partitura. The Imitation Game de Morten Tyldum, y Unbroken de Angelina Jolie, fueron las otras dos donde intervino en 2014 Desplat; un músico ecléctico, múltiple y nigromante.



Lテ右LA DESDE CUALQUIER LUGAR DEL MUNDO


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