Luz y Tinta nº97

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Nยบ 97 - Enero de 2020


Presentación Después de unos días de nervios y de tensión personal porque este número me desbordaba y porque se confabularon en mi contra todas las iras del azar y hasta me alcanzaron algunas esquirlas de la explosión final de ese big bang en que se ha convertido la política española de los últimos tiempos, escribo finalmente esta presentación el día 13 —no soy supersticioso, pero nunca se sabe— cuando han prometido sus cargos los nuevos ministros del gobierno de España presidido por Pedro Sánchez, mientras unos sonríen esperanzados y otros rechinan los dientes amenazando con el Apocalipsis en una mano y con la letra del Cara al sol en la otra. A pesar de la mala hostia —permítaseme el obligado desgarro— de Pablo Casado, perdedor convencido de su cruel destino; a pesar del Santiago y cierra España del señor Abascal, de quien Dios nos guarde; a pesar de la huida hacia adelante del grupo de Ciudadanos, perdido en la inocencia fundacional del nuevo Mesías que no era finalmente Albert Rivera. A pesar, en fin, de la sonrisa trufada de insomnio de los nuevos ministros y de sus cargos inferiores, por no hablar de otros obligados comparsas, la vida sigue indiferente muchas veces a los cantos de sirena del destino político. Y aquí es donde nos encontramos. La vida sigue. Y Luz y Tinta sigue. Y sigue con un ímpetu que a todas luces parece imparable. Las páginas que componen este ejemplar son un claro ejemplo. Para no superar las 300 páginas, en este número, que se nutre de quimeras y de sueños como todos los proyectos literarios, hemos tenido que prescindir de algunos trabajos que es posible echen de menos algunos de nuestros siempre atentos lectores. En primer lugar, mi cuento mensual, que se ha quedado en la nevera, esperando al próximo número, para que mi firma no sea omnipresente y para que las páginas de este número 97 no se nos disparen más allá de lo que ya lo han hecho. Pero faltan además otros trabajos que, por su falta de compromiso con el calendario más inmediato, pueden esperar sin ningún desgaste temporal al número 98: el artículo sobre Cuba de José María Ruilópez, el siempre interesante e instructivo “viaje” de Juan Depunto, el correspondiente al Repertorio de Fotógrafos españoles y la pregunta mensual —Todo lo que querías preguntar y…— que todos los meses nos pone en contacto con los secretos de la fotografía. El próximo mes tendremos estas colaboraciones, completando el número correspondiente y marcando el calendario que, día a día, e inexorablemente, nos lleva hasta el número 100, esa apuesta en la que Luz y Tinta diseñará su ilusionante futuro.

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Suma y sigue Francisco Trinidad


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Nuestra foto de Portada: Jesús Rodríguez

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Anaïs ■ Guendy La entrevista ■ Gloria Soriano. Tenías razón ■ L audelino Vázquez Otra estación más ■ Monchu Calvo Reunión colabodores Luz y Tinta Nueva exposición de “Guendy” Especial Sombras Fotos seleccionadas // Diciembre Drama ■ Nadima / Claudio Serrano Espacios en negativo ■ Pepe L atas Mis viejos dibujos a lápiz ■ Irina Dzhul Cecilia Webber Fotos que despertaron conciencias

PROMOTOR y DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA: José Luis Cuendia, «Guendy» DIRECCIÓN, DISEÑO Y MAQUETACIÓN: Francisco Trinidad DIRECTORA DE COMUNICACIÓN: Lola González

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Número Enero de 2020

Reservados todos los derechos de reproducción total o parcial tanto del texto como de las imágenes. Las imágenes están protegidas por las leyes de copyright internacionales. Para cualquier consulta o sugerencia contacte con nuestro correo electrónico info@moldeandolaluz.com moldeandolaluz.com

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Nuestra foto del mes de DICIEMBRE Svetlana Melik-Nubarova Es para todo el colectivo de Moldeando la luz un verdadero orgullo en contar con las fotos de Svetlana en muestra red social. Svetlana, forma parte de Moldeando la luz desde su primera versión hace más de diez años, casi coincidiendo con su paso a la fotografía, fues destacada como fotógrafo del mes en las dos versiones anteriores de Moldeando la luz. Svetlana es una fotógrafa de bellas artes de Kazajstán. Ella usa el estilo de una vieja pintura de retratos para crear imágenes centradas temáticamente en la identidad, las relaciones, las emociones y los sueños. Con técnica inmaculada crea hermosas evocaciones de emociones universales de belleza, feminidad y fragilidad; visualiza expertamente los sueños atmosféricos, utilizando la metáfora extraña e inteligente, mientras desbloquea lo que significa pensar, sentir, soñar y expresarse en el mundo moderno. Svetlana ha exhibido internacionalmente con exposiciones colectivas en Europa y Estados Unidos. También ha expuesto en París, Francia. Su estética etérea ha ganado múltiples premios de arte y ha recibido críticas de la prensa. Se graduó del Conservatorio Nacional de Kazajstán, como pianista. Más tarde recibió una educación psicológica en Novosibirsk (Rusia). Hace algo más de diez años se dejó llevar por la fotografía. Prefiere el género del retrato. La pasión por la pintura tiene una gran influencia en su fotografía. Durante el mes de dicciembre de 2019 su foto fue la mas destacada por los fotógrafos (moldeadores de la luz) de nuestra red social.

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Foto: Svetlava

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Anaïs José Luis Cuendia, “Guendy” Como bien saben los que me conocen y conocen mis trabajos, éstos se iniciaron en la fotografía social, ese tipo de fotografía que, como muy bien su nombre indica, está directamente relacionada con el ser humano y la sociedad. Hace dos décadas hice la presentación con este tema en la Comunidad del diario El País. Se titulaba “Viva la Gente”, diez años atrás lo había hecho con “Perú cerca del cielo, lejos del paraíso” y siempre persiguiendo como objetivo y foco principal el ser humano en su entorno dentro de la sociedad en la que habita y en sus respectivas circunstancias. Este mes se podrá ver una pequeña muestra de ese tipo de trabajos en la sala de exposiciones de la Casa de la Cultura de Siero, una de las mejores salas de Asturias sin lugar a dudas: serán dos las temáticas que se podrán ver, trabajos que pertenecen a la colección de Miradas Sin Fronteras (principalmente fotos de Birmania) la muestra forma parte de esa colección que actualmente está repartida por varias salas de exposiciones en España y Portugal. Otros trabajos que se podrán ver corresponden a la colección de Fotografía Conceptual. Sin olvidarme de estos orígenes fotográficos, porque es imposible saber a dónde se va si no se sabe de dónde se viene, he iniciado una serie de trabajos realizados con chicas que han pasado recientemente por mi estudio: A lo largo del año 2020 pretendo reunir lo que para mi es lo mejor que he hecho en esta disciplina fotográfica y si el tiempo me lo permite exponerlas en el 2021. Es evidente —y no quiero ser reiterativo repitiendo lo que se ha dicho y escrito sobre la fotografía del modelaje femenino y masculino— que siempre ha sido una constante fuente de inspiración a lo largo de la historia, tanto por los maestros de la escritura, como de la pintura, escultura, cine y fotografía, etc, etc. Tengo que reconocer que personalmente no me había fascinado tanto la belleza femenina en la fotografía como ahora en la actualidad, hasta hace poco tiempo en esta temática no había tenido más modelos femeninos que mi mujer y mi hija, y masculino mi hijo, y ahora que soy abuelo, con un poco de suerte a veces mis nietos, si me los traen a casa sus padres. Acercarme a este tipo de orden fotográfico tubo mucho que ver en ello mi amigo Maylín que lleva una vida entera haciéndolo y con el que sigo compartiendo trabajos en equipo en la actualidad. A partir de la segunda o tercera sesión con modelos, todo me parecía muy igual, salvo la chica o chico que eran diferentes, y eso me abrió las puertas a la fotografía conceptual y de postproducción de la mano de Silvia Grav, en la actualidad fotógrafo de HBO. A mediados del pasado año pasó por mi estudio Anaïs, una chica con experiencia, bella y atrayente. Llegó al estudio con sus padres, charlamos largo y tendido y enseguida comprendí que podríamos hacer algo juntos, nos dimos un tiempo para preparar los temas de la sesión, y un 18 de junio bajé a Oviedo a buscarla a la estación de autobuses ya que venía de otra ciudad. Una hora más tarde estábamos los dos en el estudio mano a mano. Hacer este tipo de fotos requiere un ejercicio de confianza para crear, pero ese reto de confidencia ya estaba superado. Es cierto que

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no hay una chica igual, y lo mismo ocurre con nosotros los fotógrafos, en nuestro caso hay que buscar en cada mujer su belleza para plasmarla en la foto, y eso solo se logra cuando se consigue un clima en que la modelo se sienta cómoda, especial y bella. Creo que con Anaïs lo he conseguido, pues es de esas chicas cuya mirada dejan a uno como de piedra: son esos ojos, esa mirada que parece como querer resolver todos los enigmas. El equilibrio entre sus miradas y el entorno es decisivo. Trabajar con Anaïs fue todo un portento. Entre cambio y cambio de escenarios y atrezos, su mirada seria se fue relajando, y entonces fue cuando fluyó como un torrente de sensaciones, metiéndose de lleno en cada uno de los papeles del guion establecido. Durante toda la sesión de aquel día de junio, intenté captar de su extraordinaria personalidad todo aquello que no sabré decir con palabras y por eso lo hago con fotografías. Me gustaría poder hacer alguna temática mas con Anaïs, pues encaja a la perfección en el tipo de modelo que busco, espero que me de tiempo para poder hacerlo, antes de que se convierta en policía nacional, para lo cual está opositando, y renuncie al glamour y sensualidad que esconde y destapa cuando se encuentra debajo de los focos y en frente a las cámaras. Gracias, Anaïs.

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La entrevista Gloria Soriano La intermediaria colgó el auricular y anotó en la agenda: Gina, voz jovial, prefiere hablar en persona. Había quedado con ella en casa de una amiga que necesitaba contratar ayuda a domicilio. Para esa misma tarde tenía concertadas otras dos entrevistas. Media hora antes de lo acordado, Gina envió un WhatsApp a la mediadora con una foto de la entrada al edificio. —¿Es esta la casa? Estoy en el portal. Si les viene bien, podemos adelantar la cita. —Sí, esa es la casa. Puede subir. Cuando sonó el timbre, la intermediaria se levantó a abrir. Al empujar la puerta para cerrarla, le pareció oír un ay, como si hubiera pillado a alguien. Se volvió a mirar a la recién llegada. Estaba de espaldas, a casi un metro. A la pobre luz del vestíbulo tuvo la sensación de que su cabeza se expandía más allá de su peinado. Se acercó a ella y la condujo por el pasillo hasta el salón. Gina tenía el pelo anaranjado y un corte atrevido donde nada era simétrico. Tampoco lo eran sus ojos: uno grande y el otro medio cerrado. Delgada, piel de sarmiento, cerca de los sesenta. La empleadora intentó incorporarse para saludarla. Sus movimientos lentos e inestables le exigían mucha concentración. Aunque no había cumplido los cincuenta, en casa empujaba con torpeza un andador, y en los hospitales iba sobre un asiento con ruedas que no tenía fuerzas para mover. Eso lo tendría que hacer Gina, además de las tareas del hogar y de echarle una mano en el escabroso asunto de la higiene. A modo de presentación, la candidata dijo que ella tenía reconocido un alto grado de discapacidad. Hace un tiempo —añadió— me extirparon un tumor cerebral y tuve una parálisis que me encadenó a una silla durante dos años. El día que entré en la consulta apoyada en un bastón y en el brazo de mi marido, el médico me dijo que así sería toda la vida. Pero me divorcié, solté el bastón y, contra todo pronóstico, salí andando por mi propio pie. —Es admirable como te has recuperado —comentó la intermediaria enfocando al ojo grande. La empleadora puso cara de aburrimiento, como si adivinara el tópico que dirían después. Esa clase de expresiones no las soportaba. — Sí —contestó Gina— puse mucha voluntad. Pero no puedo coger peso. Ahora me llaman con frecuencia del hospital donde me operaron, para que visite a los pacientes con similares dolencias, también hago vi-

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sitas a domicilio —Sin dejar de hablar empezó a rebuscar en el bolso—. He hecho varios cursos de técnicas y masajes terapéuticos, he desarrollado mi aura, y puedo calmar la ansiedad de enfermos, familiares y mascotas. Cuando encontró las tarjetas, antes de repartirlas, para comprobar que eran las nuevas, hizo una lectura en voz alta: sanación, reiki, shiatsu y un largo etcétera de tratamientos que, según sus palabras, eliminan los pensamientos negativos y ayudan a recuperar la luz interior. A la empleadora le costaba trabajo seguir su discurso. Ella había esperado una respuesta estancada en “la voluntad todo lo puede”, y no este desbordamiento agotador. A la intermediara, sin embargo, le dio tiempo para pensar en la sensibilidad del aura, el quejido que oyó al cerrar la puerta, y la percepción que tuvo de una corona invisible y gigante. Aunque en el salón solo estaban las tres, tenía sensación de ahogo. Se levantó para abrir la ventana en batiente. Ni la dueña, ni Gina, se habían opuesto a ello, pero al ir a pasar por detrás de la candidata, notó que algo le frenaba. Aquel obstáculo le hizo cambiar de idea, como si de pronto hubiera recordado que era invierno y fuera hacía mucho frio. Aún charlaron otro rato. La intermediaria observaba el pelo anaranjado de la candidata, nunca había visto un tono igual. Gina, consciente de su perplejidad, se enrolló un mechón en un dedo, y lo estiró apuntándole a los ojos. — ¿Sabe que antes del tumor era de un negro azabache? El cambio de color se produjo en respuesta al crecimiento de mi espiritualidad. En ese momento la empleadora, recuperadas las fuerzas, se unió a la conversación para comentar que sabía de alguien a quien, tras una intensa emoción, el pelo se le volvió blanco. El pelo naranja no se lo había visto ni a los santos de las iglesias. La intermediaria, después de consultar el reloj, se puso en pie e invitó a la candidata a que hiciera lo mismo para seguir con el protocolo de selección. Le enseñó la vivienda que tendría que limpiar, la encajonada ducha sin suficientes apoyos para la estabilidad de su amiga, el peldaño demasiado alto para la pierna desconectada de su cerebro, y la falta de espacio para maniobrar. De vuelta al salón, la dueña de la casa había encendido un cigarrillo. El humo hizo toser a Gina y la intermediaria le sirvió un vaso de agua. Del problema del pulmón y del ojo no había comentado nada, se preguntaba si serían secuelas. La empleadora continuó fumando. Trataron el tema de la jornada, del sueldo, del seguro, aunque las dos amigas se habían cruzado un gesto desaprobatorio. Era evidente que si la enferma se caía, a pesar de su delgadez, Gina no podría levantarla. Lo había dejado claro, su fortaleza estaba en dar masajes. No obstante, pospusieron la decisión para el día siguiente, después de conocer al resto de candidatas. La intermediaria la acompañó hasta la puerta. Antes de cerrar, esperó a que se alejara un poco, a que terminara de salir su aura y el aire denso solo fuera tabaco.

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Instantes II

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Tenías razón Laudelino Vázquez Aprendí a quererlo. A Luis. Bueno a parecer que nos queremos de esa manera. Que no todo va a ser pasión irrefrenable, momentos mágicos y todas esas papachurras que nos venden. Al principio era algo así. Aunque siempre tuve mis dudas. Si de verdad era lo mismo que sentía cuando veía al otro Luis. Al Gordo. Le llamábamos así para no tener que pararse a mirarlo. Porque el cabrón era guapo hasta la náusea. Y listo. Y buen compañero. Y claro, todas estábamos enamoradas de él a pesar de que como buenas progres de solemnidad, no debíamos. Así que fingíamos como buenamente podíamos. Nos reíamos de él hasta cruelmente, pero era inútil: sonreía. A mí no me tocó ni siquiera la pedrea que disfrutaron casi todas las del grupo. Porque en un alarde de justicia equitativa, salió con casi todas un par de meses. Tres. Hasta un año aguantó con Victoria que era la más espectacular del grupo pero rarita de narices. Y al final, tanta perfección acabó en lo que acabó. Creo que en el fondo todas lo sospechábamos. Pero fuera como fuera, todavía ahora, me acuerdo de aquellas mejillas sonrosadas y tengo que arrancarme por bulerías mentales para huir de esa especie de vacío existencial que crece como un agujero negro ahí dentro. Lo de mi Luis, no fue así, aunque tuvimos nuestros momentos. Me gustaba verlo llegar siempre con aquellos libros de filósofos de izquierda verdadera. Los botos, el pañuelo a medio camino entre San Fermín y el Ché con un par de carajillos de más, los vaqueros de Wrangler con no sé cuántos centímetros de campana. Entre progres era el que mejor vestía el cargo, con las frases sentenciosas, escasas pero siempre tan llamativas. Vale que luego descubrí que en vez de leer los libros se limitaba a aprenderse cuatro frases de cada uno, y que le importaba la justicia social lo mismo que a mí los resultados de la liga checa de hockey. Pero eso vino después. Al principio discutíamos mucho: los dos creíamos haber descubierto el kamasutra verdadero pero en realidad nuestra guía era el Pronto que fingíamos no leer. Los dos queríamos un tipo de vida perfecto de acuerdo con nuestros ideales, y esperábamos que el otro diera el primer paso. Así

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que a los tres o cuatro años, cuando comprobamos que el día a día se parecía tanto al día a día de todos los demás, el sexo empezó a espaciarse, tanto que dejó de servir como equilibrio y tapar carencias. Él, después del trabajo, se iba con los amigos o se dedicaba a la marquetería a la que amaba más que a sí mismo, y yo después del trabajo, a las amigas y al sindicato, al que también amaba más que a mí misma, hasta que un día nos dimos cuenta de que casi éramos un par de extraños y ni siquiera nos molestábamos en discutir. Ahí fue mi primera epifanía. Llevábamos quince, dieciséis, diecisiete años casados, lo mismo da, porque hacía mucho que todo era un amasijo de días idénticos sin más sentido que seguir adelante, cuando todo implosionó. Fue rápido y violento, y cuando quise darme cuenta, Luis estaba en el rellano con una bolsa de deporte a medio llenar, gritando que se iba y que adiós muy buenas. Diez minutos después entraba por la puerta, y al verlo entrar, supe que había perdido la partida definitivamente porque si amagas con irte y vuelves… Lo que él no supo nunca, fue que yo también la perdí porque en aquellos diez minutos, solo pensé que dónde coño iba a encontrar algo mejor. Unos años después, el día que mi cuñada, La Víbora, me dijo que estaba enamoradísima de su marido, El Zorolo, fue la segunda epifanía. Esos dos se habían juntado cuando todos los del grupo teníamos hijos en la escuela y sospecharon que no había tren al que subir. Y ahora me decían que estaban enamoradísimos y no podían pasar el uno sin el otro: observar un poco me valió para darme cuenta de que los que no se habían divorciado, había un momento en el que aprendían a fingir quererse, o a quererse, qué sé yo. Y eso era tan bueno como compartir, soñar juntos, tener proyectos en común y demás zarandajas asociadas al amor verdadero. Así que aprendí a querer a Luis como él necesitaba que le quisiera, y supongo que él aprendió a dejarme en paz que es lo que yo necesitaba para poder quererle. Y tan felices. Él lo único que exige es que le deje hablar y hablar y hablar en situaciones como esta: desde que tuvo que dejar de conducir por el problema de la vista, no hay nada que disfrute más que explicarme cada pieza del coche, cada señal de tráfico que vemos. Y yo le dejo que hable y que hable y que hable. Hago lo mismo que ahora, pienso en mis cosas y de tarde en tarde finjo escucharlo y le digo ¿sí, cariño? e incluso, miro en alguna de sus indicaciones. Solo le pedí que no grite, que lo hace muy a menudo y me asusta y un día vamos a tener un disgusto. Muy de tarde en tarde, hago como en este mismo momento, un esfuerzo para despegarme de la tarde dorada que baila sobre el borde de la montaña, avisando de la proximidad de la noche, y le miro un segundo en tiempo real. —Claro Luis, le digo sin enterarme muy bien de qué está hablando. —Claro no, no me estás haciendo caso, porque si no ya hubieras bajado algo la velocidad. Va a helar y la carretera está empezando a estar muy húmeda y…

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Imagen de A rtTower en Pixabay Ya volvía a mis ensoñaciones, a Luis el Gordo y la mala suerte que tuvo, después de tantos años para decidirse y cuando lo hace y se enfrenta a la familia y se va a Madrid con aquel chaval, va y se le muere de sida, cuando una vez más, Luis, mi Luis, el de ahora, grita que tenga cuidado y me señala espasmódicamente una pantalla de advertencia de tráfico. “Mira”, te lo dije. Y gritó tanto que, como temí tantas veces, me asustó y me obligué a mirar la pantalla situada sobre la autopista. Casi la había pasado, así que me retorcí para leer el aviso, y luego la nada. O casi nada. Hay un espacio en negro, la sensación de volar y de terror y la imagen de algo muy grande que viene hacía mí. Desperté dos meses después, enchufada a un montón de pantallas. A mi lado, una médica de alguna de esas especialidades que no soy capaz ni a pronunciar, me miraba con una sonrisa de satisfacción indisimulada. —Es que no contábamos con usted, me dijo. Luego me explicó someramente que con suerte, en seis meses quizá un año, podría volver a andar y llevar una vida relativamente normal. Hablaba tanto que me recordó a Luis, así que mis primeras palabras fueron para preguntar. —Y mi marido? No necesitó ni hablar. Me explicó sucintamente que, en saltos de mediana en la autopista, arrollados por un camión de gran tonelaje a toda velocidad, hay pocos supervivientes, pero casi nunca el acompañante del conductor. —El caso, le expliqué dificultosamente, es que el pobre tenía razón. Me miró y enarcó las cejas sin llegar a preguntar en qué, pero me sentí en la obligación de explicárselo. Por él, supongo, o por mí, que ya notaba como la culpa empezaba a roer desde adentro. —El panel informativo. Se empeñó en que lo leyera, y al girarme, di un volantazo inesperado y perdí el control, pero decía “Firme deslizante. Extremar la precaución”.

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Otra estación más Monchu Calvo Pues así, casi como un soplo, hemos despedido el año, y ya estamos inmersos en uno con dígitos pares. Y se mira con preocupación a la vez que con esperanza. La locomotora que arrastra los vagones de nuestras vidas solo se detiene en las estaciones para coger o dejar viajeros, pero avanza imparable. Y ya son muchos números los que hemos compartido relatos e historias, muchas de ellas vividas de cerca, otras rescatadas de esa memoria ancestral de nuestros mayores, y de mi mano hemos paseado por rincones singulares, casi todos localizados en este para mí tan querido parque de Redes. Siempre doy gracias por mantenerme curioso sobre todas las cosas que ocurren en mi entorno, porque el día que no tenga interés en conocerlas, será una señal de aviso, momento que procuro y deseo que quede lejos. A veces, cuando leo los magníficos textos de mis compañeros de revista, no puedo mas que admirar la carga literaria, y la belleza de esas páginas plenas de relatos de muy alto nivel, ya no digamos el contenido grafico que sin duda ninguna alcanza cotas de calidad pocas veces conseguidas en otras publicaciones. Por eso me llena de orgullo compartir esta publicación con tan grandes compañeros y compañeras, que a veces pienso que me queda grande el honor de ser su “vecino rural” y estoy deseando llegue el número del mes para deleitarme mirando y leyendo. Pronto tendremos el hito importantísimo para cualquier publicación, de ver nacer el nº 100. Es un sueño que parecía inalcanzable, pero ya está casi a la vuelta de la esquina. Y tengo que manifestar que todos los que formamos esta gran familia de moldeadores de la luz, hemos hecho algo grande, que muy pocos consiguieron. Claro que se pasaron momentos difíciles, porque el sacar una publicación mensual de la calidad y prestigio de Luz y Tinta, solo con la colaboración altruista de algunos de sus miembros, y sin ninguna contribución económica, roza el milagro. Todo eso gracias al tesón y la entrega

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de ambos directores, de la página, y de la revista. Sin ellos no hubiese sido posible, así que vaya por delante mi agradecimiento, y creo que el de todos los que formamos parte de este gran proyecto. Nos hemos reunido en semanas pasadas, para perfilar lo que podríamos hacer para darle el bombo necesario, a esa presentación del número 100. Porque queremos compartir ese logro importante con un público mas amplio, con charlas, conferencias y presentaciones, que oportunamente los responsables comunicarán. Este mes no contaré ninguna historia, porque quería plasmar mi colaboración solo para trasmitir mi orgullo por lo que se avecina, y contarlo desde mi visión. Tenemos largos meses por delante para recorrer caminos y brañas, para hablar con esas enciclopedias humanas que poco a poco van cerrando sus hojas, y nos cuentan tantas cosas que solo su memoria guarda, en aquellos tiempos en que los discos duros de la vida se guardaban en aquellas cabezas, muchas tapadas por un perenne pañuelo negro, o la desgastada boina que perdió su color azotada por mil lluvias y soles. Son personas que ya forman parte de los anaqueles del olvido. El olvido es una disciplina sin geometría, es igual que recordar a una chica sin rostro, es como los espejos que no se acuerdan de los que los miran, y que a través de los relatos vuelven a recobrar esa vida que el tiempo les arrebata. Y seguiremos poniendo voz a los antiguos molinos, y arcas donde reposa su sueño aquel ajuar de lino que unas manos acarician con devoción, como muestra de cariño a ese legado. Seguiremos poniéndole nombre a sus historias: en doce meses, algo se nos ocurrirá. Mientras tanto, feliz año entrante a todos los moldeadores de la luz.

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Un momento de la reunión en la que diversos colaboradores de Luz y Tinta —no están todos en la foto— perfilaron los actos que acompañarán al número 100 de nuestra revista. Páginas adelante se da cumplida referencia de lo más significativo del encuentro.

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Reunión de col de Luz y T El pasado día 19 de diciembre, se reunieron en torno a una mesa con mantel y mesa de por medio, un grupo de personas, donde se saboreó una de las mejores fabadas que se elaboran y se degustan en Asturias, y todo ello, en el restaurante Casa Edelmiro. Pero al margen de degustar uno de los manjares asturianos por excelencia, de lo que se trataba era debatir, provocando una tormenta de ideas en torno a Luz y Tinta, la revista de nuestra red social. En la citada reunión participaron algunos de los colaboradores mas perseverantes en la revista, tanto escritores como fotógrafos. Entre otros de los acuerdos más importantes fue la incorporación al proyecto de nuevas personas: Jorge Alonso Molina. Profesor. (Maestro de maestros de la fotografía). Felipe Pereda. Fotógrafo Pepe Latas. Fotógrafo/Pintor Cesar Colado. Profesor de fotografía Mario Eduardo. Profesor. Fotógrafo. Presidente de la Asociación Cultural Valentín Andrés Julio de La Fuente. Director de Cine Santi Barandica. Arquitecto/Fotógrafo. Miembro de la directiva de la Federación Asturiana de Asociaciones Fotográficas. Laudelino Vázquez. Escritor, colaborador habitual del diario la Nueva España. Jacobo Rodríguez. Fotógrafo (No pudo asistir a este encuentro) Francisco Trinidad. Escritor y Director de la revista José Luis Cuendia “Guendy” Productor y Promotor de la revista Colaboradores que no han podido asistir a la reunión por diferentes motivos; viajes, distancia, personales, etc: Gloria Soriano (Madrid), José María Ruilópez, (Actualmente en Cuba), Claudio Serrano, (Madrid) Juan Depunto (Sevilla) y Ricardo Completu (Gijón). Todos manifestaron su intención de ayudar y participar en la consecución de los objetivos debatidos. Para ello, y en función de las necesidades y tareas a realizar, José Luis Cuendia, se encargará de formar las respectivas comisiones de trabajo. Entre los temas más importantes que se debatieron y que fueron acordados por unanimidad fueron: 1º.- La incorporación en el año 2020 de publicidad en la revista, independientemente de los sponsor y mecenas es la única fuente económica para poder financiar los actos que Luz y Tinta intentará desarrollar en el futuro. ◄ Arriba, Jorge Alonso con Julio de la Fuente. Abajo, Mario Eduardo Blanco con Guendy.

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laboradores

Tinta 2º.-Se decide dar cuerpo jurídico a Luz y Tinta. Se intentará que los estatutos y su correspondiente directiva sea presentado para su aprobación en el mes de Enero. Solicitar el Código de Identificación Fiscal. Certificado Digital, etc. 3º.-Todos los asistentes a la reunión figurarán como socios fundadores de Luz y Tinta en esta nueva etapa donde la revista pasará a tener personalidad jurídica. Alcanzar el nº 100 no es ninguna broma. A partir de entonces se marcará un antes y un después en la vida de la revista. 4º.-Organizar el evento de celebración del número 100 de la revista que será en el mes de Abril. (Si no fuera posible para esa fecha, nos saltariamos el nº100 y los actos se celebrarían en uno de los siguientes meses en los que se publicaría el citado número) Se intentará que esa celebración coincida con la salida de ese número especial en el mes que le corresponde. En el citado evento se pretende organizar diferentes actos, encuentro con fotógrafos, master de fotografía, exposiciones colectivas, proyección de películas, conferencias y mesas redondas, entre otras cosas. 5º.- Sigue la tormenta de ideas para debatir en un próximo encuentro la creación de un canal de TV en YouTube; fundamentalmente ver los contenidos e intentar dar un enfoque diferente a lo que actualmente se percibe en esta red social de videos. 6º.- El punto cuarto será la prueba de ensayo para proceder en el año 2021 a realizar la 1ª Bienal de la Imagen en Oviedo. A partir de ya, manos a la obra para desarrollar los diferentes proyectos, con lo que ello conlleva, infraestructuras, locales, conferenciantes, subvenciones, marcas comerciales que expongan sus productos, etc. Posteriormente a esta reunión se unieron al proyecto los integrantes del grupo que realiza todos los años el festival de cine de Puertas de Cabrales, dado que la Bienal que se pretende poner en marcha será de la imagen en el amplio sentido de la palabra, así pues formará parte de los eventos el cine en sus diferentes formatos, con este colectivo y con el director de cine Julio de la Fuente, pensamos que esta área puede estar bien cubierta. ► Arriba, Guendy con Paco Trinidad Abajo, Jorge Alonso Molina

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Su majestad la fabada

Laudelino Vรกzquez, Guendy, Paco Trinidad y Pepe Latas

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Abajo, foto d


a, nexo de la reunión

de despedida

Felipe Pereda, Jorge Alonso, Cesar Colado, Santi Barandica y Jesús Álvarez.

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Casa de la Cultura de Siero

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del 16 al 31 de enero de 2020

Dos de las fotos que integran esta exposiciรณn

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Nueva exposición fotográfica de “Guendy”: Miradas personales José Luis Cuendia, al que en el mundo de la fotografía conocemos como “Guendy”, es un fotógrafo de amplio espectro que reúne en esta exposición una pequeña muestra de sus inquietudes. Toda su fotografía, como su propia vida, tiene tras de sí un importante sustrato social que impregna su visión del mundo y que se traslada al lienzo de sus fotos de manera inevitable. Pero aparte esta inquietud social, José Luis Cuendia es un fotógrafo preocupado por el propio arte fotográfico. Esto, que puede parecer una obviedad, en el caso de Cuendia se cumple de manera diríamos que imperiosa, pero también armónica. En esta exposición recoge dos de sus muchas facetas fotográficas. En primer lugar, lo que él llama ‘Miradas sin fronteras’, una especie de metáfora de las muchas fotografías realizadas en sus viajes y en las que busca trascender el tópico para incardinarse en la vida cotidiana de los países visitados. Viajero impenitente, Cuendia, que ha recorrido medio mundo con sus cámaras a cuestas, nos ofrece su propia visión sobre el contexto de otros países al que se enfrenta no como el turista al uso, incapaz de salirse de los tópicos de las guías y las agencias de viajes, que señalan los monumentos y edificios que podríamos calificar de obvios, sino como alguien preocupado por la vida cotidiana de sus gentes, especialmente los más desarraigados, a los que observa con mirada cómplice —de ahí lo de ‘miradas sin fronteras’, sacándole chispas a las ong’s que llevan el ‘sin fronteras’ como lema y que aquí el fotógrafo adopta como una forma de personalizar su mensaje. La segunda parte de esta exposición es la que el propio fotógrafo califica como Fotografía conceptual o de postproducción, que no es otra cosa que una explosión de creatividad que trasciende la fotografía para adentrarse en el mundo surrealista de los sueños: son fotos de autor, compuestas tras un especial estudio de luces y otros elementos en su propio estudio, con una idea muy clara del resultado final, como en un guion cinematográfico, y tratadas posteriormente en el ordenador, haciendo uso de todas las posibilidades informáticas, que su autor maneja como auténtico experto que es, y, como ya escribí en otra ocasión, lanzadas al viento de la imaginación y la fantasía con resultados vistosos cuando no sorprendentes. No son, pues, las fotos de estudio convencionales, sino unas fotos que desbordan creatividad, imaginación y voluntad artística. Esta exposición nos revela a un fotógrafo consciente de los límites de la fotografía y de su propia capacidad, y aunque son muy pocas las fotografía que se exponen —su producción es tan amplia que cualquier muestra resulta insuficiente para dar una idea de su dedicación— resultan sin embargo suficientes para dar a conocer a un fotógrafo que para la ocasión ha escogido fotos de gran formato, impresas además en soportes menos habituales, como el lienzo que les dan una nueva dimensión e incitan a una mirada más amplia y reposada, como corresponde al mundo personal y creativo que proponen las presentes fotografías de José Luis Cuendia, “Guendy”.

Francisco Trinidad 51


SEMANA TEMÁTICA ‘SOMBRAS’ Durante el pasado mes de diciembre se programó y llevó a cabo en Moldeando la luz una semana temática bajo el sugerente epígrafe de ‘Sombras’. Fue muy alta la participación y la calidad de las fotos presentadas, como se aprecia en las páginas que siguen. Se han colocado en primer lugar las cinco destacadas con más votos positivos por los moldeadores de la luz. Para redondear las sugerencias de estas fotos, el director de Luz y Tinta, Francisco Trinidad, publica una serie de aforismos con la sombra como protagonista y con la reflexión como punto de partida y de llegada.

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DESTACADA - Saravut Whant

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DESTACADA - Loco M atara

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DESTACADA - Dmytro

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DESTACADA - Nadima (Shibina Nadegda)

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DESTACADA - Vadim Trunov

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A. Zharov

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Reflexiones a la sombra Francisco Trinidad f Las sombras las carga el diablo. f Como dirĂ­a mi amigo Manuel Neila, poeta y maestro del aforismo, las sombras son las Ăşnicas dudas que podemos dar por seguras.

A dolfo de los Santos

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A itar

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f Las sombras siempre me han guardado todos los secretos. Yo, en cambio, insensible a su complicidad, he divulgado cuantos me han confiado. Y sin embargo, tengo fama de sombrĂ­o. f Las sombras chinescas son como mariposas sin alas, una suerte de prestidigitaciĂłn a la que se le ha desposeĂ­do del camino de vuelta.

A leksandre

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A leksey

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f Medró a la sombra de un mangante, por eso, a pesar de su mucho dinero y de sus muchos petroleros, no permitió nunca que se le llamase magnate. f Federico nunca se había fiado ni de su sombra. Hasta que comprobó que era su propia sombra la que protegía sus pasos y le cobijaba en las puestas de sol.

A lex

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A na

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f Oscuridad, noche, lobreguez, crepúsculo, negrura, tinieblas, mancha, silueta… ¿sombras? f Redactó de nuevo su propio currículo, tachonado de sombras y silencios, y comprendió que su vida seguía siendo un fracaso.

A ndreeva

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A ndrei Romanov


A ndrew Pashis

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A ntonio M artínez Rodríguez

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f Sin sombras no hay paraíso. f El sol gobierna la luz; y la luna, las sombras. f Si no brillara el sol, no tendríamos sombras durante el día y habría que esperar a la noche para que la luna estableciera perfiles, volúmenes y matices.

A ntón

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A rantxa

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A rkadiy

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Carlos Ortiz Fragalรก

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Catherina

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Daniel

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David D

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David Morรกn Barbรณn

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f La sombra no tiene eco, pero el eco tiene muchos momentos de sombra. f Por mucho que estudié su biografía —infancia, adolescencia, madurez y senectud— no entendí su trascendencia hasta que su sombra me contó al oído secretos y detalles que habían escapado a mi investigación.

Deven O’Toole

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Diana Valverde

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Dimitriv

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Duong Dinh

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E.Horobets

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EdwardG

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Eleonor

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Eric


f El cura fue marcándoles en la frente una cruz de ceniza y recordándoles su origen: quia pulvis es. Lo que nadie advirtió fue que, uno a uno, todos los marcados perdían su sombra y se difuminaban en un espectro azul. f La sombra es un destello de sueño. f Perdió su sombra en una apuesta y desde entonces camina a trompicones.

Fran M arat

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f No es oro todo lo que reluce ni sombra todo lo que ensombrece. f Dijo sin sombra de duda: “Me asombra tu sombrío proceder”. f El día que se murió comprendió que ya no era ni sombra de lo que había soñado.

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Gloria Soriano

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f Murió de frío, de hambre y de sombra. f Tan mala sombra tenía el sujeto en cuestión que hasta los detectives que le investigaban se asombraron. f Las sombras del atardecer son como libélulas sin rum-

bo.

Grecia Blanc

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Gregory

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Ignachenco

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Igor


Ilich Bczonko

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Ingrid Sanz


f Tenía tan mala sombra que hasta él mismo se asustaba cada vez que se daba la vuelta. f Una noche de borrachera cayeron en una acequia Aurelio del Río y su sombra. Aurelio logró salir a hombros de quienes habían salido a buscarle. Pero de su sombra nunca más se supo. f No hay esclavitud más sangrante que la impone que al hombre su sombra.

Ino A fonso

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Irina


f La excepción confirma la sombra. f La sombra del ciprés no es alargada, lo sé bien, pues tengo dos cipreses en mi jardín. Claro que no hay quien se lo discuta a Miguel Delibes que la patentó como tal, aunque sin haberla visto de cerca. f Después de treinta años no era ni sombra de lo que fue. Cuando yo lo conocí era sencillamente imbécil; tras esos treinta años se había trasuntado en vendedor de humo.

Isadora del Valle

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J.L.M aylin


Jesús Páez Narváez

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John A avitsland

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f No sabría describir lo que veía: una suerte de humo evanescente ocupando los caireles de la tarde o quizás un viento insomne rizándole tirabuzones a la neblina, negra y espesa. Dice Matilde que vio pasar una sombra a lo lejos, reflejada en el lago y que los estorninos se aterían de frío… f Al entrar en la mina, sintió que una sombra se abrazaba a él. Era una sombra medrosa y pegadiza que solo logró sacudirse en la ducha, al final de la jornada, aunque a sabiendas de que al día siguiente, como en días anteriores, volvería a sentir tan incómodo abrazo.

José A ntonio M achado

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K alinsky

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f Hay sombras como cremalleras, que abren y cierran, y sombras como escapularios que no hay forma de quitarse del cuello; sombras tristes como el sonido gimiente de la gaita y sombras alegres como tañido de campana dominguera; sombras balbuceantes y decididas, atrevidas y apocadas, locuaces y silentes… Hay sombras, en fin, como la vida misma. f Verso a verso y sombra a sombra, el poeta fue delineando su poema o lo que aquello fuere; y quienes lo escuchábamos supimos que las sombras de algodón que nos envolvían tenían mucho que ver con aquel sueño de metáforas volátiles.

K arol Poland

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K ezzin

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K ike

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K insuk Lin

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f Nada me gusta más que pasar bajo una farola, mirar atrás y ver que mi sombra me sigue. Lo malo es cuando se funde una bombilla de la farola y mi sombra se diluye en su propio espectro. f La sombra y la oscuridad no son sinónimos. La oscuridad es propicia al crepúsculo y las estrellas mientras que la sombra es solo una metáfora de la oscuridad.

Kristof Browk

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Kuriaki

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f Toda la magia de la luz estalla en arcoĂ­ris cuando la sombra resbala en el zaguĂĄn de la lluvia. f Para evitar todas las sombras pienso comprarme un sombrero. f

f

f

Lenin K aspov

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Luis Miguel A ller

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M. Dasha

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M akapeh

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M arce

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M argarita K

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Milen

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Nataliorion

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Olga

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Osman Naim

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O xana

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Paulina Stpetersburg

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Pepe L atas

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Quino

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Ramรณn Hurtado Lรณpez

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RaĂşl Gorostiza

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Ricardo Gonzรกlez Lรณpez

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Roman

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S. Benz

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S. Ivanov


Sandra Calleja

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Sasha

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Sergey

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Sla Bertz

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Sstudy _ A leksandr Krivickij

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Sstudy _ Sagadeev V

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Susana GudiĂąo

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Talyuka


Tатьяна

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Vaio

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Vladimir

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A. Grachev

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A. Polyakovvfr

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Voytsekhov

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Yi Wan

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Yuri Gagari

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梅艳芳. A nna

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Fotos seleccionadas durante el mes de diciembre de 2019

Work done by my friend teacher Nadima, por Lenin K aspov

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¿Qué me está pasando?, por Paulina Stpetersburg

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AIDA, por JL.M aylin


A nd in the end the light, por Irina

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Beautiful sunsets, por Milen

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Blue eyes, por Pavel

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El -al , por Graciela DĂ­a

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Jesús A lvarez Rodríguez

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Luces de Noruega, por Yuri Gagari

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Pink, por S.Ivanov

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Primero los deberes escolares, por Igor


Puffins, por S.Ivanov

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Screenshot _ 9, por Carlos Ortiz Fragalรก

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Water a scarce treasure, por Deven O’Toole

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A note shot

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A simple still life, por Michael

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A dolescence portrait, por S.Benz

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A lbayzin, . ., por JosĂŠ A ntonio M achado

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amigos, por

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A.Polyakovvfr


A mor, por M ario Eduardo Blanco GarcĂ­a e

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A ndrĂŠs Presumido - Director teatral , por M ario Eduardo Blanco GarcĂ­a

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A rtistic nude, por K alynsky

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Beauty in blue, por Dmytro

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Buscando la sombra en el Wadi Rum, Jordania

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Campiellos, por Monchu Calvo

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Castro Urdiales, por M arta Gomez

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Christmas tales. (Merry Christmas to all), por Nadima (Shibina Nadegda)

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DETALLES.......LLENOS DE NOSTALGIA...BELLOS RECUERDOS E HISTORIA, por Joan A nglas F

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Distracted, por K ezzin


Día de pesca, por Á ngel López Gonzalez

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El conocimiento, por A.Polyakovvfr

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El espejo, por Loco M atar

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El paragĂźas negro, por Raul Viciano A lberich

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En el planeta tierra, por Loco M atara

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Family, por Saravut Whan

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Feliz Navidad _ Merry Christmas, por

svetlava

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For my brother Guendy., por Saravut Whan

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Fort du Guesclin, por E.Horobets

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Fuentes de Obaya, por Jesús A lvarez Rodríguez


Invierno en el humedal , por Graciela DĂ­az

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Kola Borde cubierto de nieve., por A. Grachev

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L a Canalina de JesĂşs Ă lvarez Rodriguez

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L a dolce vita, por Sasha

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L a lluvia moja mi cuerpo, por Nodia

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L a selva en los caballitos de feria., por Julia

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M adagascar women, por Deven O’Toole

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M aternity, por Dimitriv


Metamorfosis., por Guendy (JLCP)

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Miradas, . . ., por JosĂŠ A ntonio M achado

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Mortal wounds, por S.Ivanov

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Mother and daughter, por Voytsekhov

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Noche en pirineos, por K arol Poland

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oks, por

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Roman


pedruscos, por

Pepe L atas

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Pensamientos, por A.Polyakovvfr

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Pillando olas., por Noly

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Portrait, por Saravut Whan

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Portrait, por Voytsekhov

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Sarlat, por Grecia Blanc

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Svetlava

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4876

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Seljalandsfoss, por M aikel Reyfma

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Sombra y luz, por M aikel Reyfman

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Still life de Tatiana

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Temptations,Taboos,religion, sexuality., por Guendy (JLCP)

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the breakwater , por

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JesĂşs A lvarez RodrĂ­gue


The house of God on earth closer to heaven, por EdwardG

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The redhead s flower, por George

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Tres caños de otoño, por Jacobo Rodríguez Perez

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Trzy korony, por K arol Polan

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Turkey-Istanbul.Hagia Sophia, por Osman Naim

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Verano, por M.Dasha


Warrior, por Eric

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Woman in red, por Talyuka


Woody horse, por Nadima (Shibina Nadegda)

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Drama Fotos: Nadima fTexto: Claudio Serrano Nadima nos tiene acostumbrados al hecho de que, de vez en cuando, de sus series de fotos se desprende un halo de misterio. Un cierto perfil misterioso que deviene de una parte de lao que las fotografías representan en sí mismas y de otro del hecho de que se nos den sin explicaciones por parte de la fotógrafa, de modo que el misterio se acentúa: por una parte lo que se adivina de las fotos y por otra, la reflexión sobre lo que la autora ha querido transmitirnos realmente. En este caso, “Drama”, el misterio se acentúa más que nunca. Aparece en primer lugar este bello rostro de mujer , luego esa escena en que un hombre cami na primero y se abraza después a una niña —¿quizás en una despedida?— y finalmente se hombre, al que suponemos actor, en expresión realmente dramática. ¿Que es lo que realmente atormenta al actor? ¿Qué debe representar para que el dramatismo que transmite sea tan intenso? Y por otra parte, ¿qué nos dicen los bellos ojos de la mujer? Y sobre todo, qué representa esa escena central del hombre y la niña: ¿es acaso la clásica despedida del padre que ha pasado unas horas, acaso un fin de semana, con la niña, y debe despedirse de ella? Todas las posibilidades están abiertas. Todos los matices son posbiles para que el misterio se erija como protagonista. En cualquier caso, lo que no se nos oculta es la belleza de estas fotografías, que vienen cargadas de sombras y que sacuden nuestro árbol de los recuerdos para que encajen todas las posibilidades en el arpa del misterio.

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Espacios en negativo Pepe Latas

Pequeños detalles, a veces sin importancia, que llaman la atención, a veces, se cruzan en tu camino, a veces te fijas en ellos, las prisas, el móvil, el tiempo, cualquier excusa es buena para no ver, a veces, tienes tiempo y disfrutas, a veces, llevas la cámara y captas los detalles, a veces, te gusta lo que ves, y a veces, te quedas con un trozo de tiempo.

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Mis viejos dibujos a lรกpiz Irina Dzhul

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SueĂąos en el aire sobre la superficie del mar. De igual forma, nos abre una puerta hacia mundos nunca vistos, permitiĂŠndonos recrear antiguas civilizaciones o viajar al futuro, a un mundo post-apocalĂ­ptico en el que las plantas reclaman la Tierra para si mismas.

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Cecelia Webber Durante una serie de fotografías de desnudos tradicionales, Cecelia Webber se dio cuenta del asombroso parecido entre la espalda humana, con sus contornos y sus curvas, y la forma del pétalo de una flor. Decidió crear la serie “Flower” (Flor), una colección de fotografías en las que unas coloridas y elegantes flores están compuestas en su totalidad por varias formas humanas desnudas. Cuando se graduó en la Universidad del Sur de California, Cecelia era una devota de la pintura con acrílicos. Eso fue antes de empezar a explorar las posibilidades de la fotografía digital. Las imágenes de “Flower” comenzaron como una series de fotos individuales, cuidadosamente posadas, que después retocaba y reunía ( a veces llegaron a ser cientos de imágenes) para dar forma a la fotografía final. Podía tardar hasta un mes entero en producir cada imagen. Para Cecelia, la parte más dura del proceso es planear cómo van a relacionarse los poses entre si. Vistos de lejos, los componentes de las fotografía no quedan claros; solamente nos damos cuenta de que los pétalos y los tallos son figuras humanas al verlos de cerca. Cecelia espera que sus imágenes modifiquen la idea tradicional del desnudo, ayudándonos a considerar el cuerpo humano dentro del contexto del mundo natural del que proviene.

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Fotos que despertaron conciencias

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Judíos supervivientes de Buchenwald 16 de abril 1945 – Buchenwald, Alemania. “Nunca olvidaré esta noche, la primera noche en el campo, que convirtió mi vida en una larga noche, siete veces maldita y siete veces sellada”. Estas palabras las escribió Elie Wiesel, ganador del Premio Nobel de la Paz y autor del libro La noche, donde recuerda su trágica experiencia en un campo de exterminio nazi. Wiesel se reconoce en esta cruda fotografía, que fue tomada por Private H.Miller el 16 de abril de 1945, cinco días después de que los aliados liberaran el campo de Buchenwald, en Alemania. El escritor afirma que él es el séptimo hombre en el segundo nivel de la litera: solo vislumbramos su cara en la oscuridad de la habitación. En el primer plano, un hombre joven semidesnudo y demacrado mira con incredulidad a la cámara. Bajo la luz tenue, sus costillas destacan con claridad en su pálido pecho. Otros rostros, sorprendidos y cadavéricos, se asoman desde la litera y miran fijamente a la cámara. Estamos muy lejos de imaginar lo que sentían esos hombres cuando llegaron los estadounidenses anunciando el fin de la guerra y el fin de su época como prisioneros. A principios de abril de 1945, los prisioneros aprovecharon la debilidad de las SS, con sus fuerzas reducidas y próximas al colapso a causa de la inminente derrota. Los prisioneros atacaron a los guardas y tomaron el control del campo. Unas horas más tarde, los tanques estadounidenses rompieron las puertas de Buchenwald. La fotografía de Private Miller despertó algunas dudas. El testimonio de los otros supervivientes no concordaba con el de Wiesel: no lo reconocían entre los hombres de la fotografía. Incluso hay quien ha insinuado que los estadounidenses eligieron a los prisioneros más débiles y enfermos para componer cuidadosamente una imagen de propaganda antialemana. Sin embargo, al margen de la controversia, lo que permanece en esta fotografía es un desgarrador testimonio de una de las páginas más oscuras de la historia.

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