Luz y tinta 65

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Nº 65 - Enero 2017

Fotógrafo del mes: Salvador Roig i Seró La fotografía intuitiva Viaje a Marte ...y un Calendario para la solidaridad


Año VII.- Núm. 65 - Enero 2017

Contenido

PROMOTOR José Luis Cuendia, “Guendy” DIRECTOR Francisco Trinidad COLABORADORES Eugenio R. Meco, Pepe Haro Castaño, Ma Bernarda Ballesteros, Carlos Flaqué Monllonch, Glyn Griffits, Ricardo González “Completu”, Salvatore Grillo, Javier Madroñero, Narciso del Río, Juanjo Gallardo, Monchu Calvo, Antonio Ramón Ferrera, Cristina Capracci, Gustavo Velázquez, Cora Coronel, Justín del Barrio, Arturo de las Liras, Juan José Alonso, Ilona Gogh, Jan Puerta, Albino Suárez, Gloria Soriano, Ildefonso Robledo, José Manuel Gonzalo, José Mª Ruilópez, Juan Depunto, Juan José Pascual, Viviana Genta, Nadima, Antonio Martínez, Ángeles Pereira Perera, Claudio Serrano.

Fotógrafo del mes: Salvador Roig i Seró......................................................... Francisco Trinidad

Me ha dicho mi psiquiatra que se retira......................................... Gloria Soriano Tiempo de recuerdos....................................................................................

Monchu Calvo Mi nieve y yo........................................................................................ Ricardo González “Completu”

DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA José Luis Cuendia

La fotografía Intuitiva..................................................................................

DIRECTORA DE COMUNICACIÓN Lola González

Viaje a Marte........................................................................................ Juan Depunto

DISEÑO y MAQUETACIÓN Francisco Trinidad www.moldeandolaluz.com Reservados todos los derechos de reproducción total o parcial tanto del texto como de las imágenes. Las imágenes están protegidas por las leyes de copyright internacionales. Para cualquier consulta o sugerencia contacte con nuestro correo electrónico

Juan José Pascual

Las princesas sueñan.......................................................................... Claudio Serrano Jens Sage........................................................................................................... Ágoston Zács.................................................................................................. Ilona Gogh

info@moldeandolaluz.com

Nuestra portada:

Moldeando la Luz es miembro de la Royal Photographic Society

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Ven y sueña con nosotros......................................................................... Cambio de destino........................................................................................ F.T.

Mario Eduardo Blanc

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Presentación ...Y van siete Efectivamente. Podríamos presumir de muchas otras realizaciones, pero ahora, cuando comienza el año, y volviendo a lo que decíamos en nuestro número anterior, se hace necesario echar cuentas —calendario y calculadora en mano— y señalar aquellos hitos que han marcado nuestro más cercano devenir. Sin necesidad de más contabilidad que la del año que hemos sumado recientemente, uno más, y efectivamente van siete, desde aquel año inicial, tan dubitativo, en que iniciábamos nuestro recorrido sabiendo lo que queríamos, pero sin saber ni a dónde íbamos ni como conseguirlo; por decirlo de manera más clara: sabíamos lo que queríamos y cómo conseguirlo, pero el vaivén del tiempo, el ritmo de las propias obligaciones y las exigencias de este formato digital nos enfrentaban a retos que no conocíamos y a niveles de profesionalidad que no habíamos tenido en cuenta. Ahora, después de siete años en la brecha, las cosas están más claras y, aunque ha aumentado el nivel de exigencia de nuestros lectores y de nosotros mismos, el camino que nos queda por recorrer parece más fácil. Aunque solo lo parece, claro: el día a día —o número a número, y van 65 con éste— marcan muy de cerca los retos con que debemos enfrentarnos mes a mes. Retos que tienen que ver con la dinámica interna de nuestra revista, pero también con la actualidad que nos envuelve: fuera de nuestras páginas: Donald Trump, Mariano Rajoy, el brexit británico, el drama de los refugiados sirios y otros jirones de la realidad ni nos son ajenos ni nos resultan indiferentes, como muchas veces nuestras páginas demuestras Pero llegados a este punto es preciso mirar hacia adelante y marcar objetivos. Aunque en este caso es muy fácil. Eso sí, y no nos duelen prendas, todo ello hecho muy a gusto, muy satisfactoriamente, aunque a veces se produzcan disgustos o desencuentros, como en toda obra humana. Todo lo ya conseguido marca las pautas necesarias de lo que pretendemos conseguir. Y para ello contamos con un grupo de excelentes colaboradores y con las ideas necesarias para, ya que no mejorar sensiblemente Luz y Tinta, al menos mantener los niveles de calidad hasta el momento alcanzados. Hay que añadir a ello la fidelidad de nuestros lectores que se han ido incrementando desde el número cero y que hoy ofrecen una cifra realmente estimulante. Sin sus lectores y colaboradores Luz y Tinta sería otra cosa, por supuesto. Ahora solo nos queda proseguir la senda iniciada, corregir los errores que se vayan advirtiendo e insistir en el desarrollo de los aciertos, animando a nuestros lectores y a todos los componentes de Moldeando la luz a que continúen haciendo fotos, porque sin esas fotos nuestra revista no tendría sentido ni eco. Y aunque no se trata se recrearse en los logros alcanzados hasta ahora, a nadie le resultará extraño que vayamos marcando en el mapa el camino recorrido y, aunque sin regodearnos infantilmente, tengamos un momento para reconocer nuestro propio trabajo.

Francisco Trinidad

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Fotรณgrafo del mes de Diciembre, Salvador Roig i Serรณ

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Salvador Roig i Seró Cuando Salvador Roig i Seró llegó a Moldeando la luz, en la breve definición de su interés fotográfico ya dejó algunas pautas de lo que posteriormente nos iba a ir entregando: “intento que mis imágenes llamen la atención a primera vista… por el color, la composición, punto de vista, su mensaje, originalidad, etc. Conozco mis limitaciones y me agarro a mi escasa intuición”, nos dijo entonces. Su “escasa intuición” no resultó tan insignificante ni insuficiente, porque en poco más de un año que lleva con nosotros, tirando de constancia y fidelidad, ha subido más de cuatrocientas fotos, de muy variada temática y de muy amplio espectro. Predominan entre las suyas las fotos callejeras. Según nos cuenta, siempre sale acompañado de su cámara fotográfica y, lógicamente atento a cualquier posibilidad, capta lo que se mueve a su alrededor con voluntad artística. “He de decir —agrega— que en ese espacio me siento muy libre y que es un ejercicio de una tremenda sinceridad.” Efectivamente, la foto callejera debe asumir muchos riesgos, como la inmediatez necesaria para captar el momento único e irrepetible

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que definimos como fotografía y el saber adaptarse a las condiciones de luz y a las posibilidades de armonía compositiva que brinda el entorno. Pero Salvador Roig se ha enfrentado a estas dificultades con éxito. Este que se define como “cazador de imágenes” nos muestra las suyas en entornos tan distintos como el urbano y el rural, en situaciones muy distintas de luz, de modo que el equilibrio de luces de sus fotos no chirría en ningún momento. Y así nos ofrece fotos de las ciudades que visita en su vida cotidiana y en sus viajes y fotos del campo, fotos de eventos deportivos al aire libre y fotos de fiestas populares, atento siempre a cualquier detalle que pueda hacer de sus tomas un algo único. De todas sus fotos callejeras, llama la atención cómo en todos los casos sabe aprovechar las líneas que el propio “dibujo” arquitectónico ofrece en las ciudades y a la vez integrarlas en sus composiciones; composiciones que muchas veces bajan al detalle y logran cortes fotográficos que, a modo de bodegones, perfilan aquella intuición que hablábamos al principio y que se nos revela más amplia de lo que el propio Salvador supone. Y dentro de estos ‘cortes’ destacan con luz propia —y nunca mejor dicho— ciertos contraluces, como alguno que se recoge en este post, que dan entera dimensión de la búsqueda de la luz en todas sus posibilidades. Otra de las constantes en la fotografía de Salvador Roig son los retratos. No son los suyos retratos callejeros robados a dos metros de distancia, sino retratos elaborados, es un suponer, tras una charla con los modelos y habiendo conseguido su complicidad; son por tanto retratos que pretenden trasladar una historia, dando

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pistas al espectador para descubrirla a través del gesto y muchas veces también a través del título de la foto. Son, por tanto, posados callejeros, sometidos a las dificultades de luz que arriba se apuntaban, pero que superan estos inconvenientes a través de su fuerza expresiva. En todas sus fotos alterna el color con el blanco y negro y a veces hasta se arriesga con el cut-out, aunque no suele afrontar complicaciones técnicas. Ya él mismo nos advierte de que solo utiliza el PhotoScape, un visor de fotografías que permite algunos retoques, mínimos frente a otros programas comerciales, con lo cual sus fotos, que conocemos casi como las capta la cámara, nacen de la perseverancia en buscar y buscar, experimentando con la luz y el momento y sobre todo indagando a través de encuadres muy personales que subrayan su interés por todos aquellos matices que consiguen que sus fotos rompan la barrera de la indiferencia.

Francisco Trinidad 7


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Un calendario para la solidaridad

Ven y sueña con nosotros La asociación de familias de Niños con Cáncer del Principado de Asturias “Galbán” nació para servir de apoyo y dar respuesta a las necesidades de los padres y de los niños que sufren esta enfermedad. En cuanto se registra un diagnóstico de cáncer infantil, se ponen a la disposición de los afectados los medios humanos y materiales que puedan ayudar a afrontar y superar todos los escollos: ayuda psicológica, social, educativa, piso de acogida… sin olvidar que los pequeños pacientes deben de aguantar duros y largos tratamientos en el hospital. Los voluntarios les ofrecen horas de juego, diversión y sonrisas. La creación del calendario 2017 consigue por este medio fondos para la asociación —se vende al precio casi simbólico de 10€—, así como lograr una experiencia diferente para los niños y niñas que participaron en él, haciéndoles protagonistas y estrellas de su propia película. Este año el trabajo fotográfico de montajes y edición de imágenes ha corrido a cargo del fotógrafo “Guendy” (José Luis Cuendia) que lo ha realizado de forma altruista. Este fotógrafo ha colaborado con sus trabajos fotográficos en diferentes épocas con distintas ONGs, entre ellas, Médicos Sin Fronteras, Amnistía Internacional, ACSUR Las Segovias, y APRODEH. Fruto de estas experiencias trabaja actualmente en la elaboración de un libro de fotografías: Miradas Sin Fronteras o Luces Sin Fronteras —aún está por decidir el título— y que en principio se piensa editar para las navidades del 2017. Colaboran en este proyecto, el escritor Francisco Trinidad y el profesor de fotografía Jorge Alonso Molina.

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Cambio de destino F.T. Trabajaba yo entonces en un departamento tan jerarquizado que las órdenes fluían de arriba a abajo sin discusión y los trabajos, de abajo a arriba para que el último escalafón pudiera disfrutarlos sin discutirlos y sin saber cómo podrían hacerse y no solo mejorarse. Yo me dedicaba a la planificación informática de los procesos productivos o lo que es lo mismo, y sin tecnicismos, a conseguir que los ordenadores funcionaran al mismo ritmo que las máquinas de producción. Mi supervisora era Celia, una loba parda, solterona irredenta, que mordía con la boca cerrada, aunque en realidad no la cerraba nunca. Si no mordía, hablaba; y si hablaba, era hiriente como cuchillo recién afilado. En las reuniones, además de infamante era sarcástica; y a mí me tenía siempre en la diana de su fuego granado. Todo lo que yo decía lo ponía en cuestión, incluso si era para apoyar una idea suya. Y cuando hallaba una grieta o una debilidad en mi trabajo, me zahería en público y me humillaba en privado. Una tarde en que habíamos tenido una reunión en la que se había mostrado especialmente arisca y desagradable, salí de la oficina tan deprimido que, en cuanto estuve frente a una copa con mi buen amigo y compañero Alejo, comencé a contarle los últimos agravios, con todo lujo de detalles, desde los insultos a los desplantes. Alejo, que la conocía bien y estaba al tanto de su carácter y proceder, me miró fijamente, echó un largo trago de su cerveza y me dijo convencido y guiñándome un ojo: —Esa necesita un buen polvo. Facilítale las cosas y verás cómo cambia. Durante días pensé en ello y creí recordar momentos y miradas, incluso palabras trufadas de doble sentido, que seguramente estaban destinadas a provocar mi reacción. Así que una tarde en que vino hasta mi despacho con un expediente en el que parecía tener prisa, pensé que era el momento. Siempre tengo la llave

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puesta por dentro en la puerta, así que le di dos vueltas y me decidí a llevar a cabo la recomendación de mi amigo y compañero. Tenía su culo al alcance de mi mano, la puerta cerrada y la sugerencia de Alejo martilleando mis sienes, así que alargué la mano, busqué la curva de sus glúteos y esperé su reacción. Ella se dejó mecer por el deseo y la ocasión y se abandonó a mi abrazo. Luego fue todo como en una novela de ocasión: nos buscamos los labios, ladeamos la ropa que nos estorbaba y cada uno navegó mares diferentes. Ella parecía flotar en una tabla de surf; en cambio yo viví una irrespirable experiencia: mientras le acariciaba los pezones y con mis labios navegaba la hondura de su cuello, mi mano izquierda le bajó los pantalones y ella, sensible al momento, se bajó la braguita, de color rojo turbio, recuerdo perfectamente. En ese momento me subió una suerte de viento traicionero, como de letrina lejana, que siguió subiendo y subiendo hasta casi asfixiarme. No sé si aquel era su olor natural o una mezcla heteróclita de sudor y falta de aseo o si fue quizás el fruto de una inoportuna flatulencia, pero, fuera lo que fuese, mi libido reaccionó en contra de todos los naturales deseos. —Lo siento —dije, subiéndole los pantalones—; puede llegar cualquiera. ¿Te importa que nos veamos más tarde? Tomamos una cerveza y… Ella me miró con los labios fruncidos, el ceño adusto y el gesto de piedra que solía poner en las malas reuniones. —Necesito respuestas a ese expediente mañana antes de las once —se subió la ropa y salió dando un aparatoso portazo. Al día siguiente, a primera hora, me personé en la oficina de personal, presenté mi solicitud de cambio de destino y dejé que mi rostro recobrara la sonrisa tras más de cuatro años aguantando a una supervisora que se aprovechaba de mi competencia informática para engrosar sus ingresos por objetivos y que, no me cabe duda, había soñado con disfrutar de las posibilidades sexuales que le brindaba mi inferioridad laboral y mi aparente sumisión a su estatus. Hubiera dado algo por ver su cara cuando le entregaran mi instancia.

Foto: Andrey Popo

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(Adobe Stock)

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Me ha dicho mi psiquiatra que se retira Gloria Soriano Mariola removía con agilidad las perchas con blusas, faldas, pantalones y demás artículos. La tienda era espaciosa, estaba bien surtida y los empleados la conocían por su nombre. Era uno de sus templos favoritos para calmar la ansiedad. Descolgó una camiseta y la alejó de sus ojos todo lo que el brazo le dio de sí, convencida de que la distancia evidencia matices que de cerca son difíciles de apreciar. —¡Qué diseño tan origina! —pensó, al tiempo que giraba la percha. Va bien con todo, sport, ropa formal… Se llevó cinco, una de cada color. El fucsia eléctrico le pareció conveniente, por si algún día tenía que echar chispas. Se probó vestidos. Eligió complementos. Salió del centro comercial cargada. Los paquetes con tejidos de algodón y seda pesaban como una derrota. Era metralla de una guerra perdida. Dejar las bolsas en la habitación no fue de gran alivio. En dos horas tendría que estar en el aeropuerto. Había quedado en ir a recoger a su hermana que vendría, como siempre, con poco equipaje, e imaginó que iba a necesitar algo de ropa. La idea de salir juntas de compras tuvo en ella el efecto de un desfibrilador. Sería la asesora de imagen, una figura que a su hermana le vendría muy bien. Recordó unas cuantas marcas de las boutiques de El Corte Ingles, la tarjeta verde y blanca, y dos sombreros preciosos con los que celebrarían el reencuentro y acentuarían su parecido. En el fondo no eran tan distintas. Habían pasados meses desde la última vez que se vieron, tantos meses como la hermana llevaba viviendo en Boston. Hubiera volado hasta allí, de hecho hizo una reserva, pero cuando fue a pagar le rechazaron la Visa. Tampoco

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tuvo crédito en los días siguientes, ni incluso después de que le abonaran la nómina con la que liberó un saldo insuficiente para el billete. En su lugar compró un kit de viaje para cuando volara, o tal vez para regalar a su amiga, que pronto sería su cumpleaños. El día de la fiesta le llevó un bolso. Del kit de viaje ya ni se acordaba. Fue ese mismo día, al regresar de la celebración, cuando al entrar en casa no se encendía la luz. Alumbrándose con la de la escalera y el móvil, investigó en el cuadro de la entrada, detrás de la puerta, el origen de la avería. Allí estaban los interruptores, unos hacia arriba, otros hacia abajo. Los miró sin saber cómo tenían que estar. Recordó que su exmarido había dejado sin servicio uno de los diferenciales, aislando una parte prescindible que daba problemas. De esas cosas siempre se había encargado él. A ella enchufes y cables la fulminaban. Así que lo llamó. —Se ha ido la corriente, no sé lo que ha pasado, ¿puedes venir? No vivía lejos. Tal vez por la hija en común, o por una singular instalación de sentimientos, mantenían conexiones. Fue el desorden presupuestario lo que hizo imposible la convivencia. Él acudió en su auxilio y revisó todo con meticulosidad. La corriente estaba bien pero el saldo de la cuenta bancaria no. La sacó de aquella oscuridad pagando la deuda. —No puedes continuar así, tienes que buscar ayuda. Este consejo ya se lo había dado cuando aún vivían juntos. Ella entonces le llamó rancio y le soltó una perorata: de novios decías que te enamoraba verme asomar entre los paquetes, y te encantaban mis regalos, ¡cuánto has cambiado!; nunca vamos a ninguna parte, otros gastan fortunas en viajar, nosotros no, de vacaciones al apartamento de la playa, no es que quiera recorrer mundo, no; me valen los veranos en la costa; tan solo tengo un capricho, la ropa. ¿Por qué me lo voy a negar? En aquellos días, con las facturas domiciliadas en la cuenta compartida, nunca le cortaron la luz. —Sí, tienes razón. Buscaré ayuda. Su hermana regresó definitivamente de Boston y también la ayudó. Las tarifas del psicólogo eran sangrantes, como de boutique y sin rebajas.

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Los niveles de serotonina ya los tenía controlados. Llevaba dos años con la terapia. En ese tiempo había sacado de las bolsas de papel las prendas sin estrenar, y las había colgado en los armarios. —Tengo una boda y no pienso comprarme nada. No sé qué llevar —dijo la hermana. Mariola la dejó hurgando entre las perchas y se fue a la cocina. —¡Hay que ver qué desactualizado tienes el vestidor!—le oyó decir. ¿Bromeaba? Como siempre, encontró el traje adecuado. Se lo probó y fue a su encuentro. —¿Qué te parece? Mariola tragó el fármaco de la felicidad con un sorbo de agua, recogió el envase con el resto de las pastillas, y tras un gesto de aprobación comentó: —Me ha dicho mi psiquiatra que se retira. — ¿Y qué vas a hacer? —Te renovaré el ropero Se miraron con ojos sombríos. En los labios casi una sonrisa.

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Tiempo de recuerdos Monchu Calvo Después de un breve paréntesis por causas de fuerza mayor, retomo mis relatos esperando sean de vuestro agrado. Coincidiréis conmigo en que las fiestas de navidad y reyes, nada se parecen a las que conocimos los que ya tenemos mas de la cuarentena. Han cambiado y mucho. Perdieron autenticidad y se volvieron artificiales y materialistas, por lo menos en gran parte de los hogares. Mi narración os cuenta un poco como yo las viví. Había un destartalado camión que llamaban el mixto, de Toribin, allá por los años 50 del pasado siglo. Constaba de una caja y una cabina grande con capacidad para siete pasajeros. En la caja llevaba cerdos y vacas, y en algunos casos nos metíamos personas pues en la cabina no había sitio. Yo solo conocí la ruta que desde Caleao llevaba a Laviana, los jueves, pero el lunes se desplazaba hasta Infiesto por los despeñaderos de Arnicio, carretera solo apta para carros y caballerías. Era un milagro que lograse completar aquellos viajes, máxime si tenemos en cuenta lo rudimentario de aquellos motores, y lo elemental de aquellos frenos de varilla y zapata, y matrícula 7000, de Oviedo. Lo cierto que durante muchos años, aquel precario medio de transporte fue el que comunico el concejo de Caso con sus vecinos de Laviana e Infiesto. Antes incluso de la otra línea de transporte de viajeros, El Carbonero, se llamaba, con asientos en el techo. El caso es que llegadas las fiestas navideñas y la celebración de los Reyes magos, un cura muy querido que atendía varias parroquias del concejo, D. Leandro Pérez Avello, comprometía con el dueño del “mixto”, Toribio Poli, la transformación integral del viejo camión en la mas fabulosa carroza real que nuestros inocentes ojos habíamos visto nunca. Previa limpieza a fondo, y puedo asegurar que era mucho lo que necesitaba limpiarse un camión que transportaba animales vivos, se engalanaba con una cubierta vegetal compuesta por helechos y ramas de fresno y castaño, tal parecía una calabaza real preparada para el acomodo de alguna reina o xana encantada.

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En su interior se habilitaba un nacimiento que representaba, mejor que ningún otro, la pobreza y la humildad del que pudo haber sido la imagen real del acaecido en aquella remota aldea de Belén. No faltaba la mula y el buey realizados en cartón, en aquel entorno totalmente rural. Luego el resto del espacio se llenaba con los juguetes propiamente dichos, repartidos en cajas toscamente envueltas. Yo nunca supe de donde salían aquellos regalos. Si era cosa del cura, o los padres contribuían con alguna donación. Lo cierto es que los dineros no sobraban en ninguna casa, pues la pobreza reinaba en todos los pueblos, y difícilmente alcanzaba para comer, mucho menos para regalos, pero puedo asegurar que no quedaba niño sin su juguete. Solo quedaba engalanarse de rey mago, y allí aparecían las deslustradas barbas blancas, con algo por encima que podrían pasar por capas de color indefinido, y en la cabeza, quitada la boina, surgían las coronas reales con sus pedrerías. El toque rural lo ponían las madreñas o las botas de goma, porque aunque los reyes de las ciudades no suelen pisar barro, en nuestro caso no quedaba otra que meterse hasta donde fuera necesario. En algo nos teníamos que diferenciar. Hay reyes y reyes. Ya solo quedaba echar a andar la comitiva y recorrer los pueblos del concejo, repartiendo la preciada carga ante unos niños y niñas que entre lágrimas de nervios y los mocos que se nos escapaban, no cabíamos en sí de la emoción. Quizás fue la única vez que fuimos inocentes, y creíamos en aquellos señores de barba blanca, y uno tiznado de negro, eran los enviados del Dios de los cielos para premiar nuestro celo en el estudio, o el porfiado buen comportamiento con nuestros padres y hermanos, que por fin llegaban con aquellas pistolas que rápidamente nos poníamos a la cintura, emulando a los vaqueros del Oeste en su lucha contra los indios. O la preciosa muñeca de inmaculado vestido, en aquel lindo estuche que nos daba pena romper. Yo nunca mas volví a ver aquellas caras de felicidad y de emoción, igual que nunca más volví a sentarme en aquellos rígidos asientos de plástico del mixto, mientras encima de mis piernas se agazapaba un hermoso gallo que a veces se entretenía en lanzarme algún picotazo. Eran nuestros primeros regalos de reyes, que descargaban de aquel camión carroza directamente a nuestros corazones. Unos reyes magos con madreñas.

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Mi nieve y yo Ricardo González “Completu” Durante la conferencia de un reconocido fotógrafo español, que reconocía públicamente hace de esto unos diez años, que podría disparar su cámara a casi una duración de tiempo de un segundo a pulso sin trípode, a pesar de su edad (tendría unos 63 años más o menos). En aquel tiempo y con muy escasos conocimientos, me parecía de magia ya que yo a una décima de segundo, ya las hacia bien trepidadas, pero trepidadas, trepidadísimas, vamos, de esas de las movidas de las buenas, de esas de con Filtro/ desenfocar/ desenfoque de movimiento; pero sin PhotoShop ni nada, así a pulso. Pasa el tiempo y me acordaba de aquel personaje, de los nervios de piedra y casi hasta me acomplejaba y me parecía de otro mundo. Con mi cámara y la posición de colocar una mano debajo de la empuñadura y la otra presionando suavemente por un lateral, ya casi hacía fotos a una décima pero con poca o casi nada de movimiento. ¿Que ocurría, que aquel personaje estaba escayolado total o era un vacilón de aprendices?, porque él haría mejores encuadres y mejores fotos, pero “¿sin el tembleque en un segundo, …?”, ya era de misterio, porque yo, ni tomando tilas. Va pasando el tiempo y voy adquiriendo nuevas cámaras y nuevos objetivos y notaba que cada vez podía hacer las fotos con mas duración de tiempo, de hasta 1/6, sin trípode ni apoyo. ¡Que bien, me decía yo a mi mismo, pero que bien, que ya me voy pareciendo al maestro estatua y que en pocos años, cuando llegue a los 63 años de edad, ya consiga la parada de segundo. ¡Nada de nada, todas las mentiras y una conferencia vacilona hacia los pobres desgraciados que le escuchábamos! Y lo bonito de todo esto es que le pagaron 300 € de la época, por no contarnos y solo enseñarnos sus maravillosas fotos. En aquel entonces, al igual que hoy ya se vendían cuerpos y objetivos de cámaras réflex estabilizadas y equilibradas, lo que nos dan una soltura de tres o cuatro

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pasos mas de tiempo. Así que si mi templanza es de 1/10, con máquina, objetivo y empuñadura estabilizada, hoy día puedo hacer fotos a 1/8 (con la gorra), a 1/6 (sin la gorra), a 1/5 (conteniendo la respiración) y a 1/4 (diciendo mentiras). Aquel señor, lo que tenía más que yo era dinero para comprarse la innovación actual del momento fotográfico. Todo es cuestión de gastarse dinero en un buen equipo. Un poco de internet Ahora voy a contar algo gratis y sin medias mentiras o medias verdades. Bueno gratis, gratis no, que seguro que me llamará el Sr. Director de la Revista para invitarme a un vino o echarme fuera de la edición, porque esto que voy a decir, ya lo saben todos y voy pasado de conocimientos ancestrales. Hacer nieve. Vale, que en Youtube , nos lo cuentan y es de la pocas cosas que salen a la primera pero, como el orador que comentaba antes, que nos dicen el truco “pero en plano”, en todo igual. Escogí este método de entre un montón. Elegimos foto. Duplicar capa/ Añadir capa transparente (es clicar en una figura así, que está por debajo de la ventana de capas). Es lo mismo que si colocamos un cristal transparente encima de nuestra foto y pintamos sin molestar las figuras de debajo. Rellenar con bote de pintura color negro. Filtro/ruido/ añadir ruido ( 350 en uniforme y en monocromático)

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Filtro/desenfoque/ desenfoque gaussiano en 2. Imagen/ajustes/niveles (mover para que se haga mas oscura y sobresalga mas los picos del ruido, con el primer dial de la izquierda) Filtro/desenfocar movimiento (66 y distancia 7). Capa en opción Trama. Ya está, pero si queremos que se vea mas, lo que haremos será duplicar capa, repetidas veces y cuantas veces sea necesario. ¡Bueno, pues perfecto!, ya tenemos toda la foto por igual de nieve y lo mismo da que por arriba debería de verse mas y por abajo menos y por el suelo más tupido, tenemos la foto de nieve, todo por igual. Cuando estamos duplicando capa, si elegimos de la primera (que es la primera ya terminada) podremos borrar con poca opacidad parte del cielo, parte del mobiliario más claro, etc y así dando un sentido más original. Es normal en una foto real que las zonas más oscuras se vean más tupidos los copos y en las clara menos, así como en los interiores de entoldados y resto de parapetos interiores pues que no haya nieve. Además que según va cayendo la nieve, unas zonas estarán más tupidas de blanco que otras y en los charcos de agua pues no habría nada, y esto también podemos solucionarlo. Acoplamos capas. Ahora vamos a hacer los mismos pasos pero en vez de rellenar con bote de pintura, lo haremos con brocha redonda en un tamaño apropiado y dureza cero y vamos pintando en negro aquellas zonas que deberían de estar más cubiertas de nieve, como tejados, cimas de palos o respaldos de silla, paraguas de la gente, etc.. y eliminar por total las partes o zonas donde no debería haber nieve. Tengamos en cuenta que si pintamos con menos opacidad, el resultado será de menos abultado de nieve. Si no controlamos bien la pintada de negro y nos parece que al final no queda como queremos, también tenemos la solución de clonar en baja opacidad según vayamos necesitando la unión de capas. Todo va a salir bien y acorde con la foto que queremos terminar con nieve.

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Esta técnica también se usa para lluvia, si al optar por el desenfoque gaussiano y desenfocamos el movimiento. Que sale el truco es seguro, solamente tenemos que imaginarnos el momento de la foto, si hay zonas a cubierto no hay nieve, si hay zonas de calor tiene que haber menos nieve o ninguna, si hay movimiento pues la nieve también debería de tener este factor. A mi modo, de cómo soy yo Yo ya sé que los listos que lo saben todo no han llegado a leer hasta aquí, porque sencillamente, son superiores, y son dioses de las ISO y no admiten nada que venga de otro que sabe menos que ellos. Así que voy a contar algo, pero de verdad, para que quede entre nosotros, solo para los que queremos seguir aprendiendo. Programa de PhotoShop y Archivo/nuevo (el ancho y el alto en 2500 pixel). El fondo lo pintamos de negro. Filtro/ Ruido/Añadir ruido (modo uniforme y monocromático y la cantidad a 400). Con herramienta marco rectangular (es la que usamos para cortar en cuadrado o rectángulo), rodeamos toda la foto. Edición/ Transformación libre. Y estiramos hacia los lados bastante, para que el grano se haga mucho mas grande. Imagen/Ajustes/Niveles y arrastramos el triangulo de la izquierda, casi total hasta la derecha. Con Varita mágica seleccionamos. Selección/Invertir. Edición/ Definir valor de pincel. Ya tenemos un pincel que nos da nieve cuando queramos y solo tenemos que colocar nuestra foto en el programa, duplicar capa y elegir herramienta de pincel con el pincel muestreado que acabamos de hacer y pintar por encima en clics, clics o arrastrando la brocha.

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Como hemos duplicado la capa, podemos borrar lo que no interese y subir o bajar opacidades que nos ayuden en nuestro trabajo. Y si queremos amontonar más nieve por una zona que por otra, reducimos el tamaño de pincel y centramos más los puntos deseados. Para el agua nieve o lluvia de nieve, es el mismo tratamiento pero, en el momento después de variar los niveles, optamos por Filtro/desenfocar/desenfoque de movimiento eligiendo el ángulo y la distancia. El truco para que no salgan los perfiles rectos del acabado del pincel de nieve es reducir nuestra foto a 2500 pixel y, una vez terminado el trabajo, volver a ampliarla a nuestro tamaño original. Una vez terminado nuestro truco, nadie sabrá si nuestra foto es real o no.

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La fotografía Intuitiva Juan José Pascual ¿Qué es la fotografía intuitiva?, me pregunto a la hora de escribir estas líneas. La fotografía como proceso es un trabajo metódico, con tiempos y acciones medidas, factores matemáticos calibrados y muy estudiados. La disposición de las lentes, sus tipos y distancias, cómo las atraviesa la luz y sus iteraciones sobre la misma son todas ellas acciones físicas finitas. La óptica ha sentado esos principios desde que se empezaron a usar de forma cognitiva. Bien sea con cámaras tradicionales o las modernas digitales llevan procesos cuantificados y sujetos a las leyes de la física. Por otro lado la intuición, podríamos decir que es una anticipación entrenada y que algunas personas de forma innata la tienen mas desarrollada. La fotografía intuitiva fusiona ambas cosas, los conocimientos teóricos y la aplicación de los mismos sin tener que pararse a pensar en ellos, así como esa anticipación con el conocimiento de lo que se busca; a todo esto, hay que añadir el azar como factor muy importante. Desde que tenemos en nuestras manos la primera cámara fotográfica, se inicia un proceso de transformación muy sublime en ocasiones y en otras tan convulso como una avalancha imparable. El aprendizaje es continuo y los progresos a veces imperceptibles. La cámara al principio puede ser nuestro gran enemigo, sobre todo si comenzamos nuestras andaduras con una cámara profesional digital con sus múltiples parámetros de configuración. Pero tras el obligado entrenamiento, que dará más de un quebradero de cabeza, convertiremos este enemigo en nuestro más leal aliado. Como había dicho la importancia del azar marcará todos estos trabajos. Aunque tengamos muy desarrollada la intuición no somos adivinos, las reacciones de los animales, vehículos, aviones, circunstancias ambientales aleatorias, del público o personas circundantes a nuestro motivo a fotografiar son impredecibles. Esto convierte a la fotografía en una gran aventura, con retos constantes y a veces

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resultados imprevistos; marcados por la espontaneidad que hace que surjan esas fotografías únicas, naturales y originales. Cierto es que unos escenarios son más propicios que otros a la hora de trabajar con la intuición. En el fotoperiodismo la intuición es básica, siguiéndole la fotografía social (bodas, bautizos, comuniones, festejos populares, eventos deportivos…) y a continuación todo tipo de fotografía ya que en mayor o menor medida necesitamos esa intuición para intentar captar el momento que queremos o la acción que buscamos. Sin lugar a dudas, dentro del fotoperiodismo no podríamos hablar de intuición sin mencionar a Robert Capa (seudónimo de Endre Ernõ Friedmann) con su olfato y talento natural para hacer la fotografía en el lugar y momentos justo. Su bagaje fotográfico deja más de 70.000 negativos. Con sus imágenes documentó los acontecimientos más importantes del siglo XX en sus veintidós años de carrera como fotógrafo. A lo largo de los años que llevo con la fotografía he tenido que enfrentarme a los más diversos escenarios, sin llegar, eso sí, a estar en ambientes extremos como los grandes fotoperiodistas; los cuales han arriesgado su vida y la han perdido en ocasiones por dejar un testimonio gráfico de la crudeza de los conflictos armados. La fotografía era su vida y la vida dieron por ella. Robert Capa falleció en 1954 al pisar una mina en Indochina, Gerda Taro (Gerta Pohorylle) compañera sentimental y de oficio de Robert Capa falleció al salir despedida de su coche en Brunete (Madrid) tras el ataque de unos aviones y ser atropellada por un tanque; en el hospital al que fue trasladada los servicios médicos no pudieron salvar su

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vida. David Seymour alias “Chim” (así firmaba sus fotos), cofundador de la agencia Magnun Photos con Robert Capa y Henri Cartier-Bresson, falleció el 10 de noviembre de 1956, ametrallado por soldados egipcios cuando iba en coche para realizar un reportaje en el Canal de Suez sobre el intercambio de presos. Larry Burrows (falleció en Vietnam el 10 de febrero de 1971 al ser derribado el helicóptero en el que viajaba con tres compañeros más de profesión en Laos), Sean Leslie Flying (hijo del actor australiano Errol Flynn, capturado en Camboya por los jemeres rojos junto a su amigo fotoperiodista Dana Stone; nunca más se supo de ellos declarados oficialmente muertos en 1984), Juantxu Rodriguez (fallecido el 22 de diciembre de 1989 mientras cubría la invasión de Panama, al atravesarle el ojo izquierdo una bala disparada por un soldado estadounidense), muchos más han sido víctimas pero por desgracia, no serán los últimos. El estadounidense Steve McCurry (autor del retrato de la niña Afgana de ojos verdes publicado en Nathional Geographic en 1985) definía a la fotografía como una reacción intuitiva. En la mayor parte de los trabajos que realizo, salvo en situaciones contadas en las que la sesión está estudiada y preparada, la fotografía intuitiva forma parte de ellos. En ciertos momentos se puede “guiar” el posado, en otros me mantengo al margen, intentando ser invisible; para captar lo espontáneo, inmortalizar ese instante irrepetible que solo ocurre una vez en la vida. Cierto es que, dentro de toda sesión, aunque sea planificada; suelo buscar algún momento para fotografiar por sorpresa al equipo y hacer que esas fotos sean parte del making off o simplemente una anécdota para recordar, que queda solo dentro del equipo de la sesión. Otras veces, saliendo a pasear, llevo conmigo la cámara con la idea de capturar alguna imagen especial, que el azar me regale durante el paseo. Los festivales aéreos han sido la mayor fuente de práctica para este tipo de fotografía. Cuando me enfrenté al primero fue un gran reto. Recuerdo como si fuese ayer como el día antes del II Festival Aéreo de Gijón me desplacé a esta hermosa ciudad, para ver los entrenamientos y hacer alguna fotografía. El día era nublado, había que trabajar con ISO 800 con mi modesta Canon 400D. Tras estudiar como hacían diversas figuras en el aire los aviones (la Patrulla Checa Red Bull Flying Wolf) empecé a seguirles y a realizar varios disparos. Festival tras festival he ido mejorando esa anticipación necesaria, sobre todo cuando se tratan de reactores. El

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modo ráfaga hace más fácil este trabajo, pero el primer “click” marca la diferencia. Soy acérrimo defensor del formato raw y las ráfagas en raw en mi caso son máximo 4 imágenes por segundo (en la Nikon D300Sx). Tengo un grato recuerdo de una fotografía que hice de un paracaidista de la patrulla PAPEA. Iba siguiendo su descenso desde el tejado de un edificio frente a la zona de salto (zona donde tomaría tierra). En su aproximación vino hacia mí dando un giro para aproximarse a esa zona. En cuestión de décimas de segundo reajusté el zoom, enfoqué y disparé. Tras hacer el disparo sentí que esa era la foto, no necesitaba hacer más, la revisé y confirmé mi sentimiento. Cuanto más conozcamos el evento más intuitivas serán nuestras acciones y más disfrutaremos de la fotografía. De no conocerlo, ahí está nuestro reto y aventura. Afrontándolo con decisión y sin titubeos lograremos nuestro objetivo.

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Viaje a Marte Juan Depunto “Sea cual sea la razón por la que estéis en Marte, estoy encantado de que estéis aquí, y yo desearía estar con vosotros”. Carl Sagan1 “Today Mars, tomorrow the Stars”. Guadalupe2 Este año lo vamos a inaugurar yéndonos a Marte. No crean que me he vuelto loco, el viaje ha venido arrastrado por las aguas del río Tinto y su comarca de las que les he estado hablando en los últimos números de Luz y Tinta. Desde muy niño oí hablar de los Ovnis y sus tripulantes, los marcianos, esos hombrecitos verdes pequeños y simpaticones. Era la década de los años 50 y los periódicos nos anunciaban continuos avistamientos de OVNIs3. Probablemente fueran secuelas de la segunda gran guerra mundial, que había terminado pocos años antes y debió de dejar, en los pilotos en particular y la población en general, un cierto grado de psicosis colectiva de persecución, de paranoia. El caso es que muchos crecimos con la esperanza secreta de ver algún Ovni y de que hubiese vida

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Carl Sagán nació en Nueva York en 1934 y murió en 1996. Fue un astrónomo, astrofísico, cosmólogo, escritor y divulgador científico. Pionero de la exobiología y promotor del proyecto SETI para la búsqueda de inteligencia extraterrestre, fue conocido por el éxito de la serie televisiva: “Cosmos, un viaje personal”. También fue de los primeros científicos en estudiar el efecto invernadero a escala planetaria. 2 “Hoy Marte, mañana las estrellas”. Con esta frase, la niña Guadalupe Maíz López, madrileña de 7 años, ganó el concurso convocado al efecto para el proyecto “MoonWalk”. 3 OVNI: Objeto Volante No Identificado

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en ese planeta, por ser el más cercano al nuestro y tener un cálido color de acogida. Lo del verde de sus habitantes debió ser para hacer contraste de luces con esos ocres marcianos, lo que se entenderá por los lectores de esta revista de la Luz y de la Tinta como una explicación perfectamente plausible. Como sabrán si han leído estos artículos u otros similares, a raíz del descubrimiento de unos muy peculiares microorganismos vivos en las aguas de este río Tinto, por un grupo de investigadores y estudiantes de la Universidad Autónoma de Madrid a finales de los años ochenta del pasado siglo, comenzó el interés por estos hallazgos. Estudios posteriores empezaron a mostrar evidencias de que buena parte de las condiciones de extrema acidez alcanzadas en el río eran originadas por la actividad de ciertos microorganismos capaces de sobrevivir oxidando los sulfuros metálicos que conforman parte del suelo de esta zona minera. Su oxidación por microbios quimiolitótrofos produce la generación de una solución ácida con alta concentración en hierro oxidado, que es la sustancia que da el color característico al río Tinto4. En 2003 se desplazaron 30 científicos de la NASA5 americana y del CAB6 español a Minas de Riotinto para buscar muestras de vida

https://es.wikipedia.org/wiki/R%C3%ADo_Tinto NASA: National Aeronautics and Space Administration. 6 CAB: Centro de Astro Biología, dependiente del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones científicas, multidisciplinar). 4 5

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en las condiciones tan extremas que se dan tanto en el subsuelo de la zona como en su río7: “El proyecto se denomina Experimento Astrobiológico de Tecnología e Investigación de Marte y tiene como primera misión realizar perforaciones de 150 metros de profundidad en el subsuelo del río Tinto, similares a que está previsto realizar en Marte en un futuro, tras el rastro de alguna vida subterránea. Los datos extraídos se analizan posteriormente en un laboratorio improvisado en una de las salas del Museo Minero Ernest Lluch de Minas de Riotinto, donde químicos, ingenieros y biólogos comparten aparatos de alta tecnología. El proyecto tiene un coste de cinco millones de dólares, incluyendo la participación española que financia el 30%. La directora del proyecto Marte, Carol Stoker, de la NASA, explicó que los científicos centran ahora sus trabajos en la extracción de “testigos”, que son como masas de piedra caliza, procedentes del subsuelo del río para analizar los microorganismos que contienen. Este proyecto tiene también el objetivo de desarrollar una serie de instrumentos tecnológicos y sistemas robotizados para utilizarlos después en las perforaciones y en los análisis de las muestras. Uno de los retos de los científicos es demostrar que “sistemas robotizados son capaces de buscar rastros de vida bajo la superficie marciana”, afirmó Stoker. “Una vez concluido el proyecto y con los sistemas completamente automatizados ejecutaremos un simulacro de perforación del subsuelo de Marte en el río Tinto”, dijo. Stoker indicó que “el área del río Tinto presenta analogías importantes con Marte, que pueden ayudar a la búsqueda de vida, en agua líquida, bajo el subsuelo del planeta”. Aunque en ese planeta no existe el agua en forma líquida debido a que la superficie es demasiado fría y a que la presión atmosférica es muy baja, los expertos consideran que “bajo la superficie de Marte, a muchos metros de profundi-

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Lucía Vallellano. “¿Hay marcianos en el río Tinto?” El País Andalucía, 27-9-2003.


dad, existe agua. Para que haya vida tiene que existir agua y por eso la NASA está interesada en perforar para ver si encontramos microorganismos”, señaló Stoker. Por otro lado, las distintas sondas que se han ido enviando a nuestro cercano planeta por la NASA han ido conformando un paisaje de ocres y otras características, que de inmediato han reforzado la comparación con nuestra cuenca minera. No olviden que también está en Huelva, muy cerca del río Tinto, nuestra base espacial española del “Arenosillo”, famosa en décadas pasadas por haber lanzado desde ella cohetes aeroespaciales de baja monta (para colgar globos sondas y similares y actualmente como pista de ensayos de drones). Y hace pocos días, se publicaba en la prensa que una joven española se ha apuntado al futuro viaje en el que no se garantiza la vuelta… En los últimos años los intereses de las agencias, americana y europeas, de investigación espacial se han ido agrupando en asociaciones colaborativas a través de varios proyectos en torno a la preparación de futuros viajes espaciales. Uno de ellos es el proyecto “Moonwalk”8, cuyo objetivo principal es el desarrollo y ensayo MOONWALK es un consorcio formado por siete organizaciones europeas: Centro de Innovación Robótica DFKI en Bremen, Alemania (coordinador general del proyecto), COMEX en Francia (coordinación técnica), EADS en Gran Bretaña, LIQUIFER Systems Group en Austria, Space Application Services en Bélgica, NTNU Centro Interdisciplinario de Investigación Espacial de Noruega, y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) de España. El programa, de tres años de duración, se financia con 3,1 millones de euros por la Comisión Europea en el marco del 7º Programa Marco de la actividad 8

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de tecnologías para futuras misiones tripuladas a la Luna o Marte en la zona de Zarandas, en pleno corazón de la Cuenca Minera de Riotinto. En España este proyecto está coordinado por el CAB, siendo uno de sus máximos responsables el científico Victor Parro. Entre los objetivos del proyecto están el ensayo de un traje espacial, el “Gandolfi 2” y un robot, el “YEMO”, en interconexión mediante gestos. También se prueba un prototipo de módulo marciano, el “SHEE”, de seis metros de largo por tres de ancho, que da apoyo a los astronautas. El CAB aporta dos instrumentos para detectar rastros de vida microbiana: el “SOLID” y el “RLS”, capaces de analizar biomoléculas, pigmentos y minerales. Tras las pruebas en la zona del Río Tinto se realizarán otras submarinas frente a la costa de Marsella, en la que se simulará una caminata en la superficie lunar9. En abril de 2016, este narrador visitaba la zona para preparar reportajes sobre sus minas y su río Tinto. En el hotel donde se alojaba coincidió con el investigador alemán responsable de los cohetes a escala que utilizan en el proyecto, el cual le informó e invitó a la jornada de puertas abiertas que se iba a celebrar y en la que tomó las fotografías10. En dicha Jornada Victor Parro informó que “Un ejemplo evidente de la cooperación necesaria entre el astronauta con su traje espacial y el robot es la exploración de una cueva. En la zona de Río Tinto hay túneles abandonados de la minería que sirven de muy buenos análogos de los tubos de lava que hay en Marte. Lo que haya debajo de las cuevas está protegido de la radiación; la presión atmosférica es mayor y hay más posibilidades, por ejemplo, de que se forme agua líquida… En fin, son zonas en las que la hipotética vida marciana está muy bien protegida de todos los daños que supone la superficie”. El equipo liderado por Parro cree que este paraje de minas de Riotinto no sólo ha de consolidase como ambiente astrobiológico análogo de Marte, “sino como el

ESPACIAL. 9 http://www.cab.inta.es/es/noticias/114/colaboracion-astronauta-robot-entrenamientopara-misiones-planetarias 10 http://www.cab.inta.es/es/noticias/276/la-gran-maqueta-de-marte-esta-lista-paramoonwalk

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lugar de referencia que tenga que estar en todos los calendarios de simulaciones para astronautas o robots en Europa, ya que se trata de una gran maqueta de Marte”. En la Jornada de puertas abiertas nos presentaron el programa Moonwalk y los distintos aparatos sobre cuyo entrenamiento están trabajando. Hubo incluso un lanzamiento de cohete espacial a escala que funcionó perfectamente, haciendo descender con paracaídas especiales el módulo a escala sobre la supuesta superficie del planeta ocre, la de minas de Riotinto. Pudimos ver el módulo marciano por dentro, el traje “tripulado” por un astronauta y el robot de apoyo moviéndose y salvando las irregularidades del terreno. Por supuesto pudimos conocer a la niña Guadalupe, que incluso se introdujo unos minutos en el traje espacial para ser fotografiada. Pero a pesar de lo atractivo de estas expectativas de futuro, soy fundamentalmente realista, sé del mundo en el que pongo los pies cada día y por tanto voy a posponer el viaje hasta que se resuelvan buena parte de los problemas que comenta esta reciente reflexión de alguien a quien tengo en alta estima y que me ha llegado en estos últimos días en los que ya tenía hechas las maletas: “7 de diciembre de 2016 … Si en lugar de llegar a Marte llegásemos a los que padecen sida, malaria, lepra, Alzheimer, cáncer, hambre, frío...; a los que sufren las consecuencias de catástrofes naturales o provocadas. Si Norteamérica en lugar de conocer mejor la Luna conociera mejor las Naciones Unidas, que están en la misma isla de Manhattan, y lideraran – como hicieron en 1945 – el establecimiento de este marco ético–jurídico que con tanto apremio necesita hoy la humanidad, integrando en el sistema de las Naciones Unidas el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial (“de la reconstrucción y el desarrollo”, por cierto), la Organización Mundial del Comercio... Si decidieran adherirse de forma inmediata al Tribunal Penal Internacional;... Si, además de demostrar la presencia de agua en el planeta rojo, ayudaran, como sólo el gran país americano puede hacerlo, a buscarla y administrarla mejor en la Tierra... Mirar cerca, mirar hacia Haití, hacia África. Mirar hacia los países explotados y recelosos por tantas promesas incumplidas... Así, los Estados Unidos figurarían en la historia como el imperio que supo protagonizar la inflexión desde una cultura de fuerza a una cultura de conciliación, de convivencia, de paz. Esta sería la mejor misión que pueden realizar, la que el pueblo americano se merece. Todos al lado de la vida... en la Tierra. Este sería el liderazgo…” Federico Mayor Zaragoza Ex Director General de la UNESCO

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Las princesas sueñan Claudio Serrano Dicen que las princesas sueñan con príncipes apuestos que cabalgan en veloces corceles que surcan mundos de fantasía e imaginación para despertar a hermosas doncellas que duermen durante cien años. Conozco sin embargo a una princesa que soñaba con sonreír, algo tan inmediato y cotidiano que a los que les falta en cambio se les aparece como una quimera. Aquella princesa de que hablo llevaba años sin sonreír. Triste por dentro y triste por fuera, la hermosa princesa vivía encerrada en un palacio en el que todo le era hostil. Ni conocía el amanecer, pues se levantaba tarde; ni había visto nunca la luz entrecortada de un atardecer, pues los ventanales de sus aposentos estaban orientados en dirección contraria a la rotación natural del sol. Y aun cuando pudiera verse el ocaso desde sus ventanales, a esas horas acudía diariamente el rey a interesarse por ella y conocer la dimensión de su tristeza. Por mucho que lo intentó el atento monarca, por mucho que los bufones de la corte improvisaron ante ella poses, piruetas y chascarrillos, por mucho que los juglares declinaron en su presencia canciones y leyendas, la princesa seguía sin articular una sonrisa. Y como en aquel poema de Rubén Darío, “los suspiros se escapan de su boca de fresa,/ que ha perdido la risa, que ha perdido el color./ La princesa está pálida en su silla de oro,/ está mudo el teclado de su clave sonoro,/ y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.” El rey, su padre, tan atento y amante, le brindó oportunidades mil: viajes sola y acompañada, excursiones por los alrededores, contacto con animales, especialmente un caballo blanco que trotaba suavemente por el bosque cercano. Pero nada era suficiente para despejar el velo de tristeza que la envolvía; y nada era capaz de devolverle la sonrisa. La reina, sin embargo, vivía, solitaria y muda, en su torreón, rodeada del silencio de los que la servían y olvidada del mundo, a bordo de una histeria que iba ganándole la batalla día a día. La princesa subía algunas tardes a verla, se sentaba junto a ella y dejaba que pasara el tiempo sin decir palabra, sumidas ambas en una bruma espesa e impenetrable. Aconteció sin embargo que una mañana llegó al palacio un viajero, pariente lejano de los reyes, que caminaba hacia un monasterio cercano en pos de viejos legajos y de antiguas historias que andaba investigando con destino a los anales del reino. El rey le ofreció su hospitalidad y durante la comida le contó cuál era la situación de la reina y de la princesa. El viajero nada dijo de la reina, cuyo caso seguramente dio por imposible, como todos los doctores que la habían visitado, pero se interesó vivamente por la princesa. Esa misma tarde subió a visitarla a su gabinete.

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La princesa, como de costumbre, estaba sumida en su propio mar de tristeza. Pero el anciano viajero, sin darle importancia, comenzó a hablar y a hablar. Le contó los motivos de su viaje, le habló del monasterio al que se dirigía, de los peligros que acechaban a los viajeros en los bosques y sobre todo de la distinta intensidad de la luz del día en los diferentes lugares que podían recorrerse a lo largo del reino. La princesa, por una vez en mucho tiempo, dejó de espiar el vuelo de los vencejos en el alero del tejado, y preguntó al anciano por diversos pormenores de lo que le había contado. Y entonces se operó un momento de magia especial entre ambos. Para explicarle cómo funcionaba una noria y como el agua subía del pozo en los cangilones, el viejo sacó un cuaderno que llevaba en su faltriquera y le hizo un dibujo tan preciso de la noria que a la princesa se le iluminó el rostro por primera vez en su vida. Viendo su reacción, el viejo trujimán volvió a pintarle en el cuaderno el funcionamiento de una prensa de aceite y luego el proceso de herrar a los caballos y más tarde el de encuadernación de un libro con tapas de pergamino. La princesa asistía atónita a aquel desfile de dibujos, hasta que, atreviéndose a tomar en sus manos el cuaderno y el lápiz, comenzó ella misma a hacer garabatos en aquellas páginas de mágica blancura: primero difusos y torpes, pero poco a poco fue ganando en precisión y, cuando las primeras sombras se apoderaron del balcón, ya era capaz de trazar rasgos que querían ser figuras. El viajero le regaló entonces un cuaderno y un lápiz como el suyo y la princesa comenzó a imaginar las figuras que podría trazar al día siguiente: los árboles del jardín, los caballos que abrevaban en las fuentes, los pájaron que saltaban de rama en rama... Claro que aquella noche sus sueños se poblaron de figuras reales que podrían ser dibujadas, pero también de otras figuras que nacían del mundo de los cuentos, pues aquella noche el viajero, viendo sus interés por sus palabras, le contó la historia de aquella princesa que había dormido cien años esperando un beso de amor que le llegó en los labios de un príncipe que cabalgaba un caballo blanco. El día siguiente se lo pasó dibujando en aquel cuaderno y por la tarde recibió la visita del viajero que la introdujo en algunos secretos del dibujo y que de nuevo, a orillas del sueño, le contó la historia de un gato con botas que servía a un ficticio marqués. Sabedor el rey de la recién estrenada afición de la princesa por el dibujo, ordenó que trajeran de la imprenta real varias resmas de papel adecuado y algunos lápices de distintos colores con los que su hija ocupaba sus días y los del anciano viajero que, a instancias del rey, se quedó una larga temporada introduciendo a la princesa en los secretos del dibujo y en el mundo de aquellos cuentos que todas las noches le recitaba siempre antes de dormirse. Una tarde una de las doncellas fue a contarle al rey que la princesa se había pasado la tarde dibujando árboles y pájaros y, lo que era más importante, canturreando. Días más tarde, para pasmo de toda la corte, pues el suceso se comentó en todas partes, sus doncellas la vieron sonreir mientras dibujaba el ciprés que se veía desde su gabinete. Aquella noche el viajero le contó el apólogo del mancebo que casó con mujer brava y pudo observar cómo la princesa sonreía pícaramente y sobre todo cómo soltó la carcajada al final del relato. Al día siguiente, el anciano viajero pactó con el rey la continuación de su viaje. La princesa siguió dibujando cuanto se ponía ante su vista y dicen las crónicas de la época que, por las noches, antes de dormirse, sacaba un cuaderno y pintaba morosamente las escenas que recordaba de aquellos cuentos que le recitara el anciano viajero, a quien tanto recordaba. Eso sí, sin perder la sonrisa que desde entonces la acompaña fielmente. [Dedico este cuento a mi buen amigo Paco Trinidad, que sabrá perdonarme mi impericia narradora; y a Nadima, a quien presento mis excusas por haberme dejado arrastrar por este arrebato narrador que, por una vez, se ha olvidado de sus fotos.]

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Jens Sage Rostros tranquilos y serenos, los cuerpos relajados…Las cosas no podrían pintar mejor para los modelos de las fotografías de Jens Sage. Parece que están sentados cómodamente y, en cambio, hay algo que claramente falta. Jens, un joven berlinés al que le inspiran artistas tan diversos como Erwin Wurm o Joel Sternfeld se describe a sí mismo como un “Fotógrafo amateur” que tiene interés por el diseño. Su serie “Seats” (Asientos) epitomiza las cualidades del movimiento de la “fotografía de levitación” que apareció hace unos años. Como sugiere el nombre, en la obra de Jens, el ingrediente que falta es el asiento, por eso el sujeto parece que está levitando en el aire. Sin embargo el uso de las situaciones cotidianas y la luz natural hace que nuestra imaginación rellene los huecos y vea un asiento ( ya sea el sillín de una bici, un banco público o el asiento de un coche) cuando en realidad no hay ninguno. Como los modelos están relajados, las imágenes parecen aún más naturales, aunque las sombras confirmen la ausencia de cualquier soporte físico para el sujeto

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Round Tower

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Fotógrafos Húngaros Contemporáneos, Ix

Ágoston Zács Ilona Gogh

“El arte del fotógrafo es un descubrimiento continuo que requiere paciencia y tiempo.” André Kertész Conocí a Ágoston en Budapest en mi primera visita a un Encuentro del Grupo del ABFA. Su personalidad seria, centrada, me llamó la atención desde aquella vez, que con el paso del tiempo pude confirmar que se trata de una persona de amplia cultura, amable, amante de los animales, especialmente de sus dos mascotas preciosas, con sentido de humor, nada pretencioso, mas, con su cabeza muy bien amueblada.

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Nació en Budapest, el 30 de junio de 1949, jubilado ya desde hace siete años, ocupándose en su vida laboral de gestiones de la colaboración científica-técnica internacional. Estas son sus respuestas a las preguntas presentadas en mi entrevista realizada vía internet… Aprendí a fotografiar de mi padre en mi etapa de la pubertad, con mi primera cámara Réflex Flexaret (6x6), siguiendo luego con una Zenit 3M, hasta hacerme cerca 40 años atrás de una cámara Pentax ME, que guardo hasta el día de hoy. A ello se debe que en el período de las cámaras réflex digitales también escogí una Pentax. Me considero manifiestamente aficionado. Después de mis iniciales ensayos artísticos de la adolescencia, durante mucho tiempo solamente hacía fotos familiares y turísticas, principalmente sobre diapositivas y a veces sobre negativos en color. Mi práctica de laboratorio llegó solamente hasta la ampliación de blancos y negros, enviando las de colores a los laboratorios. Al aparecer las cámaras digitales relacioné con agrado la fotografía con mi predisposición a la informática (también aprendida de forma autodidacta), y su uso en la revelación de mis fotos me proporciona semejante agrado, aunque en ello soy más conservador, intentando presentarlas lo más natural posible. ¿Mis temas favoritos…? Soy “omnívoro”, me gusta fotografiar cualquier cosa que se me presente. Me proporciona la misma satisfacción fotografiar paisajes, arquitectura, flores, perros, fotos sociales, y cuando se me presentan oportunidades, retratos de estudio. Tal vez el área de los macros es la que más alejada se encuentre de mis intereses. Como ya mencioné, uso cámaras Pentax DSLR, con objetivos Sigma de 50mm/f1.7, un fix de 105mm/f2,8, otro de Sigma10-20mm, así como un zoom Pentax de 55-300mm. Tengo dos sistemas de flash que en caso necesario uso en modo manual con exposición por radio. La época digital fue la que me dio un empujón más fuerte hacia la actividad fotográfica al darme la posibilidad de tomar en mis propias manos la edición de mis fotos hasta su impresión sobre papel, aunque la impresión casera, tanto por su precio como por su ca-

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lidad más bien ha quedado como juego, fotos con tamaño mayor de una postal las mando imprimir exclusivamente a laboratorios digitales. De vez en cuando también hago ensayos de varias imágenes superpuestas, quedando estos simples ensayos, que según mi criterio no alcanzan la calidad requerida, para ser presentadas al público. ¿Ídolos o ejemplos a seguir en la fotografía...? La causa de no poder nombrar ídolos tal vez se deba a mi interés a tantas ramas de la fotografía. Me encanta observar “buenas fotos”, lo mismo en colores que en B/N, sean estas obras de autores renombrados o desconocidos nacional e internacionalmente. Gracias a la revolución digital y a las páginas de fotos de internet se pueden encontrar en masa tantas fotografías espectaculares y reflexivas que no me esfuerzo por conocer la obra de uno u otro fotógrafo. Aparte de que, en más de una ocasión, sufrí desengaño durante la visita en la exposición de algún fotógrafo de renombre al encontrarme con algunas fotos que, de haber sido mías, yo no las hubiese considerado dignas de exponerlas. Desde luego, eso es algo subjetivo… ¿Planes concretos para el futuro…? No tengo planes concretos. Intento aprender continuamente, tanto referente a las técnicas como a la composición, y espero mejorar algo también en las labores de edición ¿Qué le recomendaría a los que se inician en la fotografía…? A los que quieren dar un paso más de las clásicas fotos de familia, les recomendaría que leyeran sin falta algunas descripciones de fácil comprensión sobre los conocimientos básicos de la fotografía, sobre la correlación de luz/sensibilidad, diafragma/velocidad de exposición, así como sobre diafragma /profundidad de campo. Después que se compren una cámara analógica —hoy día ya muy baratas—, uno o dos rollos de película, y que vayan a tomar fotos con eso. Eso por una parte puede enseñar a que solo apretemos el botón de exposición cuando estemos seguros de que la imagen que esperamos obtener no se encontrará entre los que tendremos que desechar, y por otra parte, aprender a no depender solamente del sistema automático de las cámaras. Los sistemas automáticos y semiautomáticos pueden ser de ayuda útil, pero hay que saber también desdeñarlos y corregir sus errores sistémicos.

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Otro de mis tipps se refiere a la posproducción; las imágenes verdaderamente espectaculares, las “best”, nunca han saltado así desde la cámara, si no que son resultados de una edición consciente y de alto nivel. Para ello ni siquiera se necesita imprescindiblemente del PS, hoy día pueden brindar ya muy buenos servicios algunos softwares alcanzables gratuitamente, pero también recomiendo a todos el uso del formato RAW que amplían las posibilidades de ulteriores mejoras. Sus fotos fueron expuestas en varias exposiciones organizadas por diversos clubs de fotografía /ABFA, Club de Fotografía Ferenc Stemmer de Csepel/, siendo partícipe igualmente en algunos concursos nacionales con varias fotos suyas seleccionadas por el Círculo PRISMA, en la exposición “Así vi el mundo” en la ciudad de Györ, bajo el auspicio de MAFOSZ, asi como en el concurso “Mes de Arte Visual” organizado por el Centro de Cultura de Budapest, también con dos fotografías suyas seleccionadas, entre ellos a modo de ejemplo, y por falta de espacio, con su “Round Tower” (Torre Redonda).

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Manda tus preguntas a: moldeandolaluz@gmail.com


P.

¿Cómo de importante crees que es el post-procesado para tu éxito como fotógrafo? Me refiero al Photoshop avanzado, no al simple contraste, pequeños retoques de balance de blancos, etc. En Lightroom he visto el trabajo de algunos fotógrafos que me han parecido impresionantes, pero también lo que hacen otros profesionales. Así que ¿Qué pasa? ¿Hay que atribuírselo al estilo personal? ¿O incluso tendría más éxito si realizase el procesado con Photoshop? ¡Gracias¡

R.

Todo es cuestión de estilo personal. A propósito os contaré el caso de dos amigos fotógrafos que trabajan de una forma muy diferente. EL primero de ellos es muy sencillo con su trabajo, tiene como norma hacer el mínimo trabajo de post-producción, si es que hace alguno. Por el contrario el otro, el segundo invierte mucho más tiempo en post-producción con montajes y similares. Para el segundo no significa nada suprimir un cielo, poner otro nuevo, cambiarlo, añadir este, quitar aquel y qué se yo. En un evento donde se mostraban los portfolios de ambos fotógrafos se encontraron con el principal editor de una revista internacional. Pues bien el editor le dijo al primero que su trabajo entraba en su radar, que su trabajo estaba en línea

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con el estilo de su revista, al segundo le dijo que aunque su portfolio era un gran trabajo, su revista nunca lo contrataría ¿Por qué? Su estilo no encajaba en el estilo del otro. Todo es cuestión de estilo, partiendo del hecho de que el trabajo de ambos tiene como base un buen trabajo, de composición, encuadre, nitidez, luces, etc, en estos ejemplos no entran los trabajos de aquellos que intentan enmascarar la mediocridad de las imágenes con filtros, el pase del color al blanco y negro, además y a pesar del exceso de filtros siempre se encuentra la base de la que se parte,. y siempre canta mucho cuando se pretende hacer de una mediocre imagen algo aparentemente vanguardista, abstracto, como decía la abuela, aunque mona se vista de seda, mona es y en mona se queda. En el caso que nos ocupa se trata de dos grandes fotógrafos con experiencia y con más horas de vuelo que comandante de Iberia. Por ello, vuelvo a decir que se trata de cuestión de estilos. El primero también puede ir perfectamente por el camino del segundo y hacer un gran procesado de sus imágenes y conseguiría diferentes clientes, pero no necesariamente mejores clientes, los dos trabajos están hechos con sus respectivos estilos. El tipo de trabajo por el cual están contratados está basado en por cómo hacen las cosas. Son diferentes trabajos, con diferentes clientes con necesidades que hablan a diferentes audiencias. El estilo impulsa lo que haces. Tu estilo es tu sensibilidad. Es como tu enfocas la vida. Dios sabe que todos no necesitamos enfocar la vida como lo hacen los demás. Hay un sitio para todos nosotros. Tenemos que buscar donde encajamos. Tenemos que comprender esto, aunque tu trabajo sea impresionante, hay muchos que no te contratarán porque tu estilo no es el suyo, y buscan otra cosa. Uno no se equivoca al decir que hay mucha gente a quien le gusta el trabajo del primero y que hay un montón de gente a quien le gusta el segundo. Además uno se equivoca mucho menos si dice que hay gente a quien le gustan los dos. A quienes les gustan los dos son el tipo de personas que nunca contratarían a ninguno. Sus gustos son tan variados y tan incoherentes que cualquiera puede conseguir un

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trabajo de ellos. Sin embargo, uno no se equivoca si dice que no hay muchos tipos de esos clientes por ahí. Pongo el ejemplo de catalogar los trabajos a través de los clientes porque en definitiva estos son los que se gastan en dinero en los diferentes estilos. Pero no es menos cierto que hoy y cada día se pone más difícil el colocar las obras, en las revistas en los portfolios de nuestros clientes, en sus casas, en las fundaciones, etc…, nos quedan las redes sociales, pero eso, es como buscar una lenteja en el océano, pues son muchos los llamados pero pocos los elegidos independientemente del estilo fotográfico que sea. Pero bueno, ese sería otro interesante tema a debatir.

Nota. En las diferentes fotos de los moldeadores Mike Reyfman, John Aavitsland, Ignatchenko, Andrey Voytsekhov, Kezzin, A.Polyakov, Mario Eduardo Blanco García, Andrey Zharov, Ricardo “Completu” y Ionut Caras, podemos ver las diferentes maneras de ver cada cual el retrato, el paisaje, la composición y la fantasía creativa

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84 FOTO: David D


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FOTO: Ivan


www.moldeandolaluz.com 86


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