Luz y Tinta Nº 104

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Nº 104 - Septiembre de 2020

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Fernando Beltrán


Recordando los inicios En estos casos, vía tópico, suele decirse: “y parece que fue ayer”. Y efectivamente parece que fue ayer cuando iniciamos esta gratificante aventura de Luz y Tinta. Aún recuerdo la primera conversación que tuve al respecto con Guendy: íbamos ambos en su coche, camino de “La encruciyá”, en Caso, cerca de Caleao. Es un bar donde solemos comer y charlar sin alivio; y allí certificamos el nacimiento de esta revista. Creo recordar que era en la primavera de aquel año de 2011 y, tras varias conversaciones, y muchos apuntes, al final de aquel verano, el día 5 de septiembre de 2011 sacábamos a la luz digital el número 0. Acabo de verlo de nuevo —pura nostalgia—, con sus 30 páginas y una apuesta intrínseca que nos ha traído hasta aquí. 30 páginas, insisto, porque este número que hoy sacamos, septiembre de 2020, cierra con 356. Es curioso, pero de todos los colaboradores de aquel número solo quedamos en el intento José Luis Cuendia, “Guendy”, y yo mismo. Todos los demás, por razones diversas, han dejado de colaborar habitualmente. Me cabe la satisfacción de poder decir, bien alto y bien claro, que ninguno de los colaboradores de esta revista han sido invitados a marcharse, lo que habla a las claras de su buen hacer, y que lógicamente tienen las puertas abiertas. Que ya no estén habitualmente en nuestras páginas es comprensible: llevamos nueve años en esta singladura y cada uno tiene sus compromisos personales y su trayectoria privada y profesional que muchas veces resulta incompatible con proyectos como éste totalmente altruistas. Otra de las grandes diferencias de aquel número con éste es su diseño. Era aquel número 0 más cerrado, centrado especialmente en el texto, que afectaba directamente al tamaño y disposición de las fotografías. Poco a poco, siguiendo sugerencias de los lectores y centrándonos en el objetivo final de la revista, se ha pasado a casi lo contrario: son las fotografías las que marcan el ritmo y disposición de las páginas, ganando con ello en pulcritud gráfica y en agilidad compositiva. Por el medio quedan también algunos números extraordinarios, generalmente nacidos de semanas temáticas o concursos de Moldeando la luz. No me he parado a contarlos, pero son una buena muestra de la imbricación de Luz y Tinta y Moldeando, como no podía ser de otro modo. Dentro de estos números extraordinarios podríamos contar también al número 100, un esfuerzo editorial de gran calado que nos lleó casi a las 700 páginas, pero que supuso un importante encuentro con lectores y colaboradores. Para finalizar este recorrido por la cresta de la notalgia me gustaría terminar agradeciendo a todos los colaboradores su trabajo mensual (sin ellos no habría revista) y su grata disposición para cuanto desde esta dirección se les sugiere. Seguiremos en este empeño, navegando con el viento fotográfico a favor. Y por supuesto, no puedo olvidarme de nuestros fieles lectores, que en estos últimos números rondan los 15.000. Si pensamos que Moldeando la luz tiene poco más de 1.300 miembros, la diferencia hasta 15.000 quiero creer que se ha conseguido a base de interés para quienes nos visitan. Esperemos que este interés no decaiga en el futuro; un futuro que habremos de labrarnos no sin esfuerzo, pero sin abandonar nunca un rumbo en el que confiamos y un ritmo en el que nos sentimos cómodos.

Francisco Trinidad

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Nuestra foto de portada: MARIO EDUARDO BLANCO

Fernando Beltrán

Poeta. Filólogo. Nombrador y experto en Identidad Corporativa. Fundador de El Nombre de las Cosas en 1989, estudio pionero en España en la creación de naming y denominaciones para marcas. Profesor del Instituto Europeo del Diseño y conferenciante en los principales foros internacionales de Imagen y Comunicación. Como escritor y poeta ha desarrollado una dilatada carrera literaria con más de quince libros publicados. Creador del Aula de las Metáforas, biblioteca poética ubicada en la Casa de la Cultura de Grado (Asturias). Director de la revista El hombre de la Calle. http://elnombredelascosas.com/fernando-beltran/

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Fotos del Mes. Guendy y Saravut Whan José Luis Cuendia, “Guendy”, Angkor, 2ª parte Francisco Trinidad, Un paseo por el prerrománico Gloria Soriano, El destino de Frank Juan Valera, El cocinero del Arzobispo Mario Eduardo Blanco, Un extraño suceso Juan Depunto, Faro y alrededores Especial Brañagallones Fotos seleccionadas. Julio 2020 Fotos seleccionadas. Agosto 2020 Nadima / Claudio Serrano, La llamada de la sangre Svetlana Melik-Nuvaroba José Luis Maylín, Lagos de Saliencia y Braña el Pornacal Pepe Latas, Colores Dadvid du Chemin, Sin las gárgolas Juan Aldabaldetrecu

PROMOTOR y DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA: José Luis Cuendia, «Guendy» DIRECCIÓN, DISEÑO Y MAQUETACIÓN: Francisco Trinidad DIRECTORA DE COMUNICACIÓN: Lola González

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Número Septiembre de 2020

Reservados todos los derechos de reproducción total o parcial tanto del texto como de las imágenes. Las imágenes están protegidas por las leyes de copyright internacionales. Para cualquier consulta o sugerencia contacte con nuestro correo electrónico

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info@moldeandolaluz.com moldeandolaluz.com


Fotos d Julio

La dama de las tormentas. Guendy (JLCP)

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del Mes Agosto

Cultivation in the rice field. Saravut Whan

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José Luis Cuendia, “Guendy”


Los templos de Angkor son uno de los principales atractivos turísticos de todo el sudeste asiático, un complejo arqueológico declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Angkor, es el corazón, alma y orgullo de Camboya, su perfil forma parte de la bandera del país. Sin duda es el mayor testimonio de la grandeza jemer, y el epicentro de su civilización. Hoy en día poco más se conoce de Camboya, un discreto país del sudeste asiático incrustado entre Tailandia, Laos y Vietnam. Su belleza y sus descomunales construcciones alzadas en honor al dios hinduista Visnu, justifica los millones de visitantes que recibe el país. Hacen falta varios días para poder ver todo lo que nos brinda Angkor, todo un regalo enigmático a través de los paisajes de su jungla. Es un verdadero regalo para los ojos y los sentidos, poder ir saltando de templo en tempo. Perderse por Bayón con sus 54 torres góticas y sus caras gigantescas es toda una aventura, que nos recuerda al genio creativo y ególatra que lo mandó construir, el rey Suryavarman II. Y así dejando volar la imaginación, van pasando las horas y los días, intentando abarcar este intrincado entramado de palacios, torres y templos, todo un cúmulo monumental de poderosa belleza. Al mismo tiempo se puede observar el triunfo involuntario de la naturaleza sobre el hombre. Ya que se trata de un lugar devorado por la selva, asfixiado por árboles centenarios, recubierto de musgo y plantas trepadoras, sin duda, unas imágenes inolvidables. https://www.youtube.com/watch?v=WrZf3-qMJvI

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Francisco Trinidad

Santa Ma


aría del Naranco

Un paseo por el prerrománico asturiano A Gloria Soriano, que se alegrará de reencontrarse con Alicia Supuse, y razón no faltaba para ello, que Alicia Ramírez se disgustaría cuando leyera el cuento que titulé “Un final como todos” y en el que, con total impudicia, relataba nuestro encuentro en Madrigal de las Altas Torres. Aparte del impudor con que se recogía nuestra velada en la villa abulense y aparte, además, de algunos silencios que solo ella y yo conocemos, pero que hubieran dado otro aire al relato, resultaba muy descarado que, indagando en finales felices o simplemente más abiertos, hubiéramos llegado a un desenlace totalmente hermético y bastante hiriente. Sin embargo, al día siguiente de ser publicado en Luz y Tinta, recibí un WhatsApp de la propia Alicia que me dejó intrigado: “Me ha gustado tu cuento. Gracias. Ya hablamos”. Daba la impresión de que se sentía feliz de haber sido la protagonista de aquel relato que en buena lid caballeresca no tenía que haber sido publicado. Y a los dos días del WhatsApp, un correo electrónico diciéndome que estaba preparando un breve viaje por el Norte —Cantabria, Asturias, Galicia— y que pasaría el día 18 de agosto, martes, en Oviedo, con idea de visitar el prerrománico. Cerraba su correo invitándome a acompañarla y servirle de guía ese día 18. Tardé dos días en asimilar su propuesta y contestar a su correo afirmativamente, aunque, como cabe suponer, con todas las reservas y todas las dudas del mundo. Con aquella buena dosis de intriga, pasé los días que faltaban hasta aquel martes de agosto en que nos vimos en la cafetería de su hotel a las 10 de la mañana. El día antes me había enviado un correo electrónico desde Santillana del Mar y nos habíamos citado a aquella hora para compartir el desayuno y programar el día. Me recibió muy cariñosa, sin mencionar para nada los desencuentros de mi relato de Madrigal, y dispuesta a pasar un día intenso, visitando parte del prerrománico ovetense. Pasamos parte de la mañana entre San Miguel de Lillo y Santa María del Naranco, donde le expliqué los cuatro tópicos que conozco del prerrománico, partiendo de que no se sabe a qué se dedicaba realmente Santa María, si a templo o a pabellón real, para llegar a la singularidad de la esculpida decoración de San Miguel, con otros pormenores arquitectónicos que he ido macerando durante años en visitas tópicas como la de la propia Alicia que, justo es decirlo, estaba encantada con el lugar, con la conservación impecable de la piedra de ambos edificios y con las vistas de Oviedo que podían disfrutarse.

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Bajamos luego a la ciudad, donde Alicia me pidió que la llevara al Campo de San Francisco. Dijo que quería conocerlo, porque había leído el relato “Polifemo”, de Palacio Valdés, que habíamos publicado en el número 100 y que se desarrolla en este parque centenario, por donde paseamos durante un buen rato. En un momento del paseo Alicia alargó su mano para tomar la mía, pero rehuí el contacto delicadamente. Le propuse que tomáramos el aperitivo en el Hotel de la Reconquista y, ante su mirada inquisitiva, le expliqué que el dicho hotel está ubicado en lo que su día fue el hospicio, donde estaba ingresado el protagonista de “Polifemo” y donde es de suponer que también hubiera estado el muy temible coronel Toledano, dueño del perro que propicia la historia. Luego fuimos a comer a una sidrería de la calle Gascona, con una breve visita a la Foncalada, fuente prerrománica de la que Oviedo puede presumir con todo derecho. Mientras comíamos le dije que por la tarde podríamos ir a San Julián de los Prados. Pero Alicia tenía otros planes. —Si no te incomoda, me gustaría conocer Santa Cristina de Lena. Y me contó que en una semblanza que yo había escrito tiempo atrás sobre el fotógrafo Valentín Vega, contaba que nos había llevado a Santa Cristina durante el viaje de estudios, lo que me dio a entender que Alicia seguía Luz y Tinta con total atención y que me leía desde hacía tiempo. En Santa Cristina tuvimos suerte porque llegamos justo cuando comenzaba una de las visitas guiadas en las que una guía experta comentó la historia de esta pequeña capilla y su hermosura singular, con una planta muy poco habitual, en forma de cruz griega, y otros detalles constructivos y decorativos que fue pormenorizando y poniendo de relieve ante los visitantes. Cuando terminamos aquella visita y, como no era demasiado tarde, ya camino nuevamente de Oviedo me desvié hacia Ujo, donde le mostré la impresionante casona que en su día había servido de sede de la Sociedad Hullera Española, donde el padre de la novelista cántabra Concha Espina había trabajado como contable durante quince años, lo que había propiciado que la escritora visitara en varias ocasiones el pueblo y otros lugares de Asturias, entre ellos Covadonga, donde había pasado su luna de miel y donde había ubicado una de sus novelas. —Está claro —me dijo Alicia, sonriendo— que a ti te interesa más la literatura que la arquitectura. Cuando llegamos a Oviedo, serían las 8 de la tarde. Le dije a Alicia que tenía el tiempo justo para tomar una cerveza y advertí en ella un ligero mohín de fastidio, aunque no dijo nada. Cuando ya nos despedíamos, después de un par de besos a través de la mascarilla, me preguntó: —¿Tan pronto tienes que irte? —Tan pronto —le contesté, creo que demasiado cortante, para que no insistiera en las preguntas, temeroso de tener que explicarle que mi mujer y yo solemos cenar entre las 9 y las 9:30 de la noche y que, salvo algún acto inevitable, son muy pocas las veces en que rompo esta saludable rutina. Así que conduje hasta Gijón con una agridulce sensación, como si la imagen de Alicia Ramírez comenzara a desdibujarse en mi ámbito personal, tan inestable en aquellos momentos. Cuando estaba llegando, sonó en mi móvil el característico sonido de un WhatsApp nuevo, que pude leer una vez estacionado en el garaje de mi casa: “Había imaginado una cena romántica”.

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► Pasamos parte de la mañana entre San Miguel de Lillo y Santa María del Naranco, donde le expliqué los cuatro tópicos que conozco del prerrománico, partiendo de que no se sabe a qué se dedicaba realmente Santa María, si a templo o a pabellón real...

e istina d r C a t n Sa

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Lena


Gloria Soriano


El destino de Frank* PARTE II

El Cuaderno de Bitácora Las notas fueron tomadas sin orden, según afloraban los recuerdos de Frank. Relatos independientes cargados de emociones que experimenté durante el visionado. A mi compañero, el científico jubilado, le interesaba la anarquía de los recuerdos, por qué un suceso lejano tenía prioridad en la memoria sobre otro más próximo. Acordamos que primero concluiríamos la fase de recopilación. Después, mientras él investigaba el asunto de su interés, yo, como si se tratase de un puzle, reconstruiría esa vida truncada en el año 1818. Me centré en organizar las vivencias de veintiuna de las treinta y tres inmersiones realizadas, pues las otras doce aludían a lo que ya había sido narrado por Mary Shelley.

DESPERTAR

Me adentro con furia en una noche larga. Mi cuerpo se vuelve invisible. Ya no siento el frío que me mataba, y el cansancio ha ido aplacando mí ira. Sin miedo a mostrarme, me entrego con placidez a la incorporeidad, convertido en un espíritu. Siento los impulsos que mueven mis pupilas. Ojos con párpados, párpados traspasados por destellos. Me pellizco, estoy vivo y despierto, contemplo la aurora boreal.

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* Capítulos anteriores: 1 y 2, Luz y Tinta nº 100; 3 y 4, Luz y tinta nº 102. 5 y 6, Luz y Tinta nº 103.


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El cielo sereno, despejado, verde, naranja, amarillo. Los colores me devuelven las ganas de vivir.

ATACADO POR EL OSO

Bajo la bóveda verde, montañas de hielo, alfombras blancas. Silencioso e inmóvil como una estatua, miro extasiado el cielo. No oigo el tronar de los aludes, ni los pasos del oso que se acerca olfateando lo que me hierve por dentro. Un golpe me derriba y todo se apaga.

EL ZORRO

Abro los ojos cegado por la luz y a pocos metros de mí veo la imagen borrosa de un zorro blanco que me mira. No ataca, no huye, no se mueve. Está alerta. Me reconforta que siga ahí. Yo tampoco me muevo, mis músculos están paralizados, no sé dónde estoy. Pierdo la consciencia y regreso a la oscuridad.

LOS HIPERBÓREOS1

Gigantes con piel de nieve, labios rojos y cabellos de lana blanca me miran complacidos desde la inmortalidad. Danzan despreocupados o pasean felices por los jardines, envueltos por la música, bendecidos por los dioses. No tengo conciencia del presente. …/…

1 Imagen recurrente que surge por primera vez en la inmersión número cuatro —41


Juan Valera

Juan Valera nació el 18 de octubre de 1824 en Cabra, Córdoba, en el seno de una familia aristocrática. Hijo de José Valera y Viaña, oficial de la Marina, y de Dolores Alcalá-Galiano y Pareja, marquesa de la Paniega. En 1844 obtuvo el título de bachillerato en jurisprudencia. Cursó estudios universitarios en Granada y Madrid. Entró en el servicio diplomático como acompañante del duque de Rivas, embajador en Nápoles, donde se dedicó a la lectura y al estudio del griego. Llegó a trabajar en diez embajadas españolas en ciudades como San Petersburgo, Río de Janeiro, Washington, Nápoles, Viena o Dresde. Viajó también a Portugal, Rusia, Brasil, Estados Unidos, Bélgica y Austria. Fue admitido en el año 1861 en la Real Academia Española. Escribió artículos periodísticos y ensayos, tales como Sobre el Quijote(1861) y Estudios críticos sobre literatura, política y costumbres de nuestros días (1864). Como novelista, fue autor de Pepita Jiménez (1873), Las ilusiones del doctor Faustino (1875), Doña Luz (1879) y Juanita la larga (1895), además fue un prolijo escritor de cartas (más de 4.000). Falleció en Madrid el 18 de abril de 1905. [https://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/1765/Juan%20Valera]


El cocinero del arzobispo En los buenos tiempos antiguos, cuando estaba poderoso y boyante el Arzobispado, hubo en Toledo un Arzobispo tan austero y penitente, que ayunaba muy a menudo y casi siempre comía de vigilia, y más que pescado, semillas y yerbas. Su cocinero le solía preparar para la colación, un modesto potaje de habichuelas y de garbanzos, con el que se regalaba y deleitaba aquel venerable y herbívoro siervo de Dios, como si fuera con el plato más suculento, exquisito y costoso. Bien es verdad que el cocinero preparaba con tal habilidad los garbanzos y las habichuelas, que parecían, merced al refinado condimento, manjar de muy superior estimación y deleite. Ocurrió, por desgracia, que el cocinero tuvo una terrible pendencia con el mayordomo. Y como la cuerda se rompe casi siempre por lo más delgado, el cocinero salió despedido. Vino otro nuevo a guisar para el señor Arzobispo y tuvo que hacer para la colación el consabido potaje. Él se esmeró en el guiso, pero el Arzobispo le halló tan detestable, que mandó despedir al cocinero e hizo que el mayordomo tomase otro. Ocho o nueve fueron sucesivamente entrando, pero ninguno acertaba a condimentar el potaje y todos tenían que largarse avergonzados, abandonando la cocina arzobispal. Entró, por último, un cocinero más avisado y prudente, y tuvo la buena idea de ir a visitar al primer cocinero y a suplicarle y a pedirle, por amor de Dios y por todos los santos del cielo, que le explicara cómo hacía el potaje de que el Arzobispo gustaba tanto. Fue tan generoso el primer cocinero, que le confió con lealtad y laudable franqueza su procedimiento misterioso. El nuevo cocinero siguió con exactitud las instrucciones de su antecesor, condimentó el potaje e hizo que se le sirvieran al ascético Prelado. Apenas éste le probó, paladeándole con delectación morosa, exclamó entusiasmado:

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—Gracias sean dadas al Altísimo. Al fin hallamos otro cocinero que hace el potaje tan bien o mejor que el antiguo. Está muy rico y muy sabroso. Que venga aquí el cocinero. Quiero darle merecidas alabanzas. El cocinero acudió contentísimo. El Arzobispo le recibió con grande afabilidad y llaneza, y puso su talento por las nubes. Animado entonces el artista, que era además sujeto muy sincero, franco y escrupuloso, quiso hacer gala de su sinceridad y de su lealtad y probar que sus prendas morales corrían parejas con su saber y aun se adelantaban a su habilidad culinaria. El cocinero, pues, dijo al Arzobispo: —Excelentísimo señor: a pesar del profundísimo respeto que V. E. me inspira, me atrevo a decirle, porque lo creo de mi deber, que el antiguo cocinero lo estaba engañando y que no es justo que incurra yo en la misma falta. No hay en ese potaje garbanzos ni habichuelas. Es una falsificación. En ese potaje hay albondiguitas menudas hechas de jamón y pechugas de pollo, y hay riñoncitos de aves y trozos de criadillas de carnero. Ya ve V. E. que le engañaban. El Arzobispo miró entonces de hito en hito al cocinero, con sonrisa entre enojada y burlona, y le dijo: —¡Pues engáñame tú también, majadero!

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NOTA: Las imágenes que ilustran este relato corresponden a las de la actriz Rebecca Arrose durante algunos momentos libres de su actuación en la reciente película de Emilio Ruiz Barrachina “Tristesse”

Mario Eduardo Blanco


Un extraño suceso Adoro la ciudad de Oviedo. Al margen de las viejas rencillas de ciudades y pueblos provincianos, azuzados muchas veces por incomprensibles pugnas deportivas o por, aún más incomprensibles cuitas políticas, me decanto por Oviedo. Esa hermosa ciudad, que como dijo Woody Allen “es un paraíso, un refugio para cuando el mundo se pone peligroso”, tiene un significado muy especial para mí. Mis primeros recuerdos están dedicados a ella porque corresponden a la aventura trasmontana más allá de las fronteras naturales que marcaban las montañas que rodean la villa de Grado en la que nací y me crie. Curiosamente, cuando los recuerdos comienzan a desdibujarse, producto, puede ser, de los años que uno va cumpliendo, aún se mantienen, relativamente frescos, los viajes a “la Capital” en aquellos viejos vagones de madera, tirados por las antiguas máquinas de vapor, escupidoras crueles de humo y cenizas que conseguían tiznar, colándose por las ventanillas, las relucientes ropas con que nuestras madres esforzadas nos vestían para acudir a alguna consulta médica, causa casi única por la que corríamos la aventura de cruzar aquellos límites geográficos y recorrer los escasos 25 km que nos separaban. Superados los inconvenientes e incomodidades de aquellos vagones en los que con mucha frecuencia nos veíamos obligados a compartir asiento y sitio con cestas de mimbre, bocadillos de chorizo o soportar estóicamente la punta del pañuelo con que tus padres trataban de sacar las molestas povisas de carbón que se habían instalado en alguno de tus ojos, llegabas, por fin, al ansiado destino sintiendo una mezcla de curiosidad, gozo y miedo. Con esos mismos sentimientos, tus padres, tras la correspondiente visita al ambulatorio de La Lila, te acercaban a visitar la cúpula de barrotes que separaban a Perico y Petra, los pobres osos del parque de San Francisco de molestos visitantes, comprarte alguna galleta o barquillo que hombres vestidos de chaquetilla blanca extraían de los grandes recipientes metálicos de color rojo corona-

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dos por unas tapas doradas en cuya parte superior contaban con una curiosa ruleta del mismo color que muy pocas veces tenías la fortuna de ver girando en un extraño juego de suerte y barquillos. En aquel precioso parque descubrías, además, todo un mundo de elegantes paseantes, cisnes, patos, pavos reales exhibiendo sus llamativos plumajes, fotógrafos del minuto o pulcros vigilantes tocados de unos llamativos sombreros de ala ancha empenachados con unas vistosas plumas. Todo ello se cerraba con una vuelta a casa, no sin antes haber reparado la fatiga, producida por tantas sensaciones, en la cantina de la escalonada estación del Vasco, con un buen bocadillo de jamón. Ya superada esa etapa de descubrimiento infantil comenzaban los estudios en un Oviedo que se mostraba, ahora un poco menos distante como si el espacio se hubiese encogido con el paso del tiempo, pero si lo suficiente como para hacerte sentir de igual modo a como, te imaginabas que, debia hacerlo un estudiante en la lejana y prestigiosa Harvard. De aquella época recuerdo, con especial nostalgia, las horas transcurridas en la biblioteca de la universidad, rodeado de intensos y adorables descubrimientos de Valentín Andrés, Leopoldo Alas, Armando Palacio Valdés, Pachín de Melás..., a quienes nunca agradeceré suficientemente tantas horas de aventuras y de ensueños, el paso un poco bohemio por la cocina económica, compartiendo mesa con los más variopintos personajes o el deambular solitario por las calles más historicas de la vieja Vetusta de Clarín. De aquella lejana época aún conservo la costumbre de pasear, cuando voy a Oviedo, por las calles más legendarias. Procuro hacerlo cuando abarrunto que no me distraigan más que mis recuerdos, libre de personas, y afloren las sensaciones per-

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didas. Estos callejeos, vagando por Trascorrales, La Plaza del Paraguas, Cimadevilla, El Fontán, ... suelen revivir en mi emociones olvidadas. Esta pasión acompañada por mi afición por la fotografía como un complemento para tratar atrapar el tiempo, evocando con la posterior observación de las instantaneas captadas, imágenes abocadas al olvido; de algún modo uno busca en ello lo que el viejo bolero nos cantaba: “dicen que recordar es volver a vivir” Curiosamente, en uno de estos frecuentes viajes al pasado ocurrió, para incredulidad mía y, más que probable y comprensiva vuestra, queridos lectores, lo que a continuación os voy a relatar. A menudo tengo la mala costumbre de releer antiguas novelas o textos que hayan producido en mi un gozo especial y digo mala porque no siempre suelo reencotrar en esta costumbre las mismas sensaciones que antaño, amén de distraerme de otras lecturas más novedosas que logren implementar mi escasa cultura. El caso es que en una de estas aficiones me dirigí a la biblioteca del edificio histórico de la Universidad de Oviedo, con la idea de reencontrarme con mi idolatrado Leopoldo Alas y recrearme, nuevamente, con las desventuras de Ana Ozores, así es que, tras tomar alguna fotografía de este bello lugar, no sin antes haber solicitado al conserje el adecuado permiso, extraje de una de las estanterías un ejemplar la La Regenta. Debo de decir que suelo, antes de abrirlo, de manosear y hasta oler el libro tratando de este modo de degustarlo más profundamente. Encuentro en ello un placer especial. Tras este primer ritual, me dispuse a acomodarme en cualquiera de las sólidas mesas de madera, no sin antes encender una de las viejas lámparas que complementan ese especial y atractivo decorado decimonónico. Confieso que en estos menesteres suelo recrearme en los pasajes que, en su momento, me produjeron más impacto de modo que tras leer alguno de ellos, una especial atracción me indujo a salir rápidamente de la amplia estancia dedicándome

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a un paseo por las calles, como si de un loco, perdida la consciencia, se tratase. Tras atravesar la Plaza de Porlier, me introduje compulsivamente y casi sin levantar el ojo del visor de mi Nikon, a un espasmódico cliquear por los lugares recreados por Clarín, buscando sin cesar las huellas de Ana Ozores. Desconozco en realidad el tiempo que esta enfebrecida y espasmódica actividad me entretuvo, sólo puedo contaros que ya se habían ido las luces diurnas cuando mi mente despertó de la extraña sensación que me embargaba, enormemente cansado, y recobrando la conciencia perdida aunque aún en un estado muy difícil de definir, acompañado de las doradas luces de las viejas farolas, me dirigí en busca de mi automóvil dispuesto a una ansiada vuelta a casa. Es una recomendación de los más experimentados fotógrafos dejar reposar las fotografías tomadas huyendo de las prisas y de las primeras sensaciones que aquellas nos produzcan pero, a pesar de ello suelo, compulsivo como soy en todas las actividades que acometo, descargar mis tarjetas e immediatamente comenzar a editar haciendo caso omiso a esos sabios consejos. Así es que inmediatamete, una vez en casa, y casi sin acomodar, me dirigí a mi PC bien dispuesto a descargar los archivos que portaba. Poco a poco ante una mezcla de incredulidad, estupor y miedo, al ir descargándose los raws en Lightroom, fue descubriéndose la imagen sorprendente de La Regenta que deambulaba mostrándose triste y melancólica por calles y plazas de la actual Vetusta. Algo que estaría dispuesto a jurar, ante Dios y ante los hombres, que las imágenes tomadas evitaron siempre a personas o viandantes. Supongo que el fantasma de esa figura apagada, abatida y lánguida, permanece vagando por esos mismos parajes, para manifestarse con toda su intensidad ante agnósticos como yo, mostrándonos una historia hecha realidad gracias a la obra imperecedera de uno de nuestros más insignes literatos.

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Juan Depunto


Arco da Vila árabe

Faro y alrededores Todo viaje conlleva tres experiencias: el prepararlo, el hacerlo y el contarlo, y ninguna de ellas son iguales J. A dán Comentaba Laureano Debat1 en su crónica preciosista sobre Faro (que recomiendo vivamente leer porque es una delicia portuguesa de la mano de un argentino) que allí la “saudade” es un “desfado”, y explicaba esa deconstrucción del fado, en boca de la para él mejor fadista del mundo actual, Ana Moura, como una renovación del fado incorporándole el baile, el color de las vestimentas y la alegría, entrando así en la dialéctica tristeza-alegría en la que permanentemente nos debatimos los humanos. Y para mayor contraste con lo que acabamos de comentar, nuestra primera noche en Faro la pasamos cenando en un restaurante de su centro, cerca del puerto, en el que actuaba un conjunto de fadistas de “luto riguroso” que interpretaban de

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Iglesia del Carmen

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Museo arqueológico continuo el fado de Coimbra, serio, impregnado en ese aire formal que le da su universidad y lleno de saudade. Y es que, aunque tenga mucho de tópico, si vas a Portugal, bien sea a Faro, a Coimbra, a Lisboa o a Porto, y no escuchas sus fados en alguna de sus diversas interpretaciones, de las más conservadoras como las de Amalia Rodrigues y sus sucesoras, a las más innovadoras y alegres como las de Ana Moura, te queda la sensación de que no has entrado del todo en el alma portuguesa. Necesito periódicamente ir al país vecino, es como una adicción por la que cuando paso un tiempo sin hacerlo entro en saudade, una saudade que solo se me alivia yendo a este país, que por suerte de donde vivo, Sevilla, me pilla a un tiro de piedra, menos de 150 km según “La raya” por la que crucemos. “La raya” es la denominación que usan en Olivenza, actualmente española pero muy portuguesa, para denominar a la frontera y que desde que visité por primera vez esa hermosa villa (ver Luz y Tinta nº 73) yo lo uso para toda la frontera virtual portuguesa. Hoy escribo esta crónica, a las puertas del muy portugués 25 de abril, desde la enclaustración sin claustro por el coronavirus, como compensación a ese viaje a la antigua Lusitania que ya vuelvo a necesitar hacer y no puedo por el confinamiento. De alguna manera recopilando fotos y datos sobre mi querido Portugal me hace sentir como si ya estuviera allí. No es que me pese mucho el encierro en casa porque, salvo cuando viajo o paseo, mi vida actual transcurre voluntariamente en su mayor parte del tiempo en casa, leyendo, ordenando fotos o escribiendo, la mitad de las veces sobre mis pequeños viajes. En mi encierro solo echo de menos un claustro por el que pasear meditando. Y en estos días de pandemia mucho me vienen a mi recuerdo los tres claustros del Monasterio de Guadalupe, sobre el que parimos en honor del venerado lugar, como “Inquilinos de Roldán”, un pequeño librito de poemas, ripios los míos, y del que un día prepararemos crónica. Pero volvamos a Faro, que la saudade me dispersa. Ossonoba fue su antiguo nombre romano que conservó desde el siglo III a.C. hasta el VIII d.C., incluido el periodo visigodo, en que fue conquistada por los árabes en el 713. Tras comenzar la reconquista de Portugal por su primer Rey, Dom Afonso Henriques, como nuestro Don Pelayo pero en 1143, los cristianos fueron avanzando hacia el sur, terminando con la conquista del Algarve en 1249 por Dom Afonso III. Alcanzó la categoría de ciudad en 1540 y desde 1830 es la capital de esta región del Algarve. Fue parcialmente destruida en el terremoto de Lisboa de 1755 que también afectó a Sevilla.

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Arco do Repouso Con poco más de 100.000 habitantes, el tamaño humano ideal de ciudad para mi gusto, está compuesto por seis “freguesias” (parroquias), tiene un aeropuerto internacional (por ser un centro importante de turismo), es sede de la Universidad del Algarve, y conserva importantes monumentos que nos hablan de su pasado, como su catedral gótica fortificada, la Capilla de los Huesos, la Iglesia del Carmen, sus murallas o el palacio de Estói y la ciudad romana de Milreu en sus alrededores. El centro comercial de la ciudad, lleno de tiendas y gentes en época normal (no quiero imaginarme cómo estará ahora) discurre alrededor de su rúa de Santo António, la principal vía peatonal, y las calles adyacentes. Su pavimento, formado por pequeñas piedrecitas blancas y negras, dibuja bellos mosaicos como hacía Gaudí con su “trencadís”. Allí se puede degustar el magnífico café portugués, que veníamos a comprar de jóvenes desde este otro lado de “La raya”, junto con los deliciosos pasteles de nata cuya cuna original está en la Belém lisboeta. Desde esta moderna zona de la ciudad, que desemboca en el pequeño puerto turístico-deportivo-pesquero, podremos adentrarnos en el casco histórico amurallado a través del “Arco da Vila”, junto al que está la oficina de Turismo en la que nos proporcionaran amablemente información sobre la zona; los portugueses entienden perfectamente el castellano lo que al paseante le provoca una poca vergüenza propia de no poder corresponderles en igual medida. Esta puerta lleva al arco de herradura árabe más antiguo de Portugal, del siglo XI. Cerca de la Rúa de Santo António se encuentra una sinagoga del s. XIX y un poco más al norte, cerca de la iglesia de San Luis, está el antiguo cementerio judío restaurado con un pequeño museo. El Largo da Se nos lleva a la Catedral edificada en el S. XIII sobre los restos de una mezquita, según las costumbres de la época. En este centro histórico se dieron cita las tres culturas monoteístas, dejando en él algunos de sus legados. Un pequeño-gran establecimiento de este casco histórico es el de Chocolates de Beatriz, con entrada por dos calles. Una delicia para los que somos amantes del fruto del cacao modificado por la mano del hombre. En los comercios de esta ciudad, como en el Algarve y en todo Portugal abundan los objetos de corcho, mucho más abundantes que los de cuero. Los portugueses son amantes de los animales y con el corcho se ahorran matanzas y favorecen el desarrollo del alcornoque que, junto con la encina y el roble son la base de nuestros

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Ría Formosa desde Ila Deserta bosques mediterráneos peninsulares, aunque aquí o en el norte den al Atlántico o al Cantábrico; a los toros los tratan mejor que nosotros y a sus gatos los alimentan, por no hablar de sus cigüeñas, omnipresentes aquí especialmente y en todo Portugal, cuyos nidos no se pueden destruir por ley. De los olores a las ollas de nuestra infancia, que se pueden disfrutar por los barrios periféricos de la ciudad, a la actual gastronomía de sus restaurantes no media mucho: el arroz con linguarao (navajas), los calamares rellenos, el pulpo al horno, los guisantes con huevos, la perdiz estofada, el conejo frito, y sus postres como el D. Rodrigo, el queso de figo o las estrellas de higos y almendras... El pequeño puerto no da directamente al mar, que muy cercano se ve, sino a la ría Formosa que desemboca en el océano Atlántico, previo paso por la multitud de isletas-barrera y dunas que constituyen esta Reserva Natural de 170 km² que hoy es un Parque Nacional cuya visita es recomendable por la multitud de aves acuáticas que se pueden observar; para pasear por él hay dos tipos de barcos, uno rápido y ruidoso, que va dando botes y salpicando, y otro lento y espacioso, en el que se puede ir disfrutando del paisaje, haciendo fotografías, etc. En la freguesia de Estoi se encuentra el palacio y la ciudad romana de Milreu. A 10 kilómetros al norte de Faro capital, por carreteritas en buen estado en medio de huertas. El Palacio de Estoi inició su construcción en el siglo XVIII en estilo neoclásico y se terminó a principios del siglo XX en estilo neorrococó (único en el Algarve). Perteneció a José Francisco da Silva, Vizconde de Estoi, y el proyecto fue obra del arquitecto Domingos da Silva Meira. Está pintado en un singular color rosa, sus jardines son de estilo francés, conocidos como “El Versalles del Algarve”; en ellos se pueden contemplar naranjos, manzanos, palmeras, fuentes, estatuas de mármol de Carrara esculpidas por artistas italianos, grandes escaleras, terrazas con balaustradas, pérgolas, kiosko de música y mosaicos de azulejos. Por él pasó la nobleza de la historia de Portugal y Europa y... el gobernador francés en la época de la invasión napoleónica. Dicen que Saramago recomendó a quien no tuviese una idea muy definida de lo que es un palacio, que viera el de Estoi. No sé dónde lo dijo y si lo dijo, qué sentido le dio a sus palabras, porque desde luego, en su “Viaje a Portugal”, cuando visitó el Palacio de Estoi y las ruinas romanas de Milreu, sus opiniones no fueron demasiado

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Palacio de Estoi halagadoras, aunque hay que considerar que todavía no habían sido restaurados ambos y el estado de abandono era deprimente. Recientemente se restauró y convirtió en una lujosa “Pousada” (el equivalente a nuestros Paradores Nacionales), conservando sus bellos salones y comedor. Dispone de modernas habitaciones funcionales en pabellón anexo conectado al palacio, junto a la piscina. Las vistas hacia Faro y el mar son inigualables. Tras ver el palacio, situado a la salida oeste de Estoi, nos desplazaremos un kilómetro cuesta abajo hasta las cercanas ruinas romanas de Milreu. Se descubrieron en 1877 por el arqueólogo Estácio da Veiga. Se trata de una villa romana que fue habitada desde el siglo I hasta el X. Esta villa, una de las más importantes del sur de Portugal, vino a significar la prosperidad de la zona, con buena tierra para cultivos, agua y proximidad al mar y sus productos en la cercana Ossonoba (la Faro romana). En su construcción se siguieron las recomendaciones de Columela (prestigioso escritor romano oriundo de la Bética), descritas en el siglo I en su obra “De re rustica”: ...se deben levantar sobre

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Palacio de Estoi un pequeño otelo, en sitio próximo a un curso de agua (en este caso dispone del río Seco) y con fácil acceso a las vías principales... (está junto a la que lleva a Ossonoba). La villa dispone de tres partes diferenciadas: la de uso residencial, la de instalaciones agrícolas y la religiosa. La casa principal, con entrada monumental, se organiza en torno a un gran peristilo central, con columnas, rodeando a un patio con jardín y estanque. Disponía de importantes termas. El peristilo y los baños están adornados con mosaicos que aluden a la vida marina, bastante bien conservados, con dibujos de delfines, peces, calamares y pulpos, que aparecen bella y delicadamente, detalladamente, representados. Los mosaicos, tanto de los pavimentos como de las paredes, geométricos o figurativos, son de la excepcional calidad que caracterizaba a las fábricas de mosaicos de la Hispania romana. El artesano correspondiente empleaba teselas milimétricas para representar cuidadosamente los ojos y hocicos de los animales marinos. El amplio y completo complejo balneario siguió las recomendaciones de Vitruvio (arquitecto, ingeniero y escritor romano del s. I) para este tipo de instalaciones. Aunque buena parte de los elementos de estas termas fueron robados, aún se conservan fragmentos de mosaicos, restos del sistema de calefacción y del alcantarillado. El agua para alimentar estos baños provenía de la parte alta de la ladera, donde en la actualidad se encuentran manantiales en la población de Estoi. Junto a la vivienda principal se elevan los restos del imponente edificio que fue un gran santuario dedicado al culto de las aguas o de las ninfas. De él se conservan en pie sus paredes de ladrillo macizo hasta el arranque de las bóvedas y de los arcos, y algunos estanques, buena parte de paredes y estanques con delicados mosaicos con figuras marinas. Estos cultos paganos fueron prohibidos por el emperador Teodosio en el siglo IV, transformándose el edificio en un templo paleocristiano. Algo más apartadas quedan las edificaciones y estancias para la servidumbre y esclavos: cada dos cuartos se alojaba un grupo de 8 hombres (llamado “contubernium”). En las edificaciones destinadas a usos agrícolas quedan restos de un enorme lagar de aceite con cinco prensas y un sistema de canales y tubos de plomo para transportar el líquido a las 36 tinajas de almacenaje del aceite situadas en el sótano.

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Santuario del agua También disponía de un gran lagar de vino, su depósito principal y las canalizaciones hacia sus correspondientes vasijas para fermentar (llamadas “dolia”) y las de depósito. La villa también disponía de edificios sepulcrales y necrópolis. Hasta el siglo II el sistema predominante de sepultura era previa cremación. Luego se volvió en muchas regiones del Imperio a la inhumación. Se conservan múltiples sepulturas en diferentes estados de conservación, algunas con sus lápidas y ajuares. Las piezas esculturales que se han salvado del expolio se exponen en el Centro de interpretación y en diversos museos de Faro y otros lugares. De la época de la ocupación islámica quedan inscripciones singulares en árabe, epigrafiadas a la altura de los ojos, en las columnas del templo y tinajas decoradas con inscripciones arabescas. Hoy en día, podemos apreciar también un curioso edificio, con contrafuertes cilíndricos en sus esquinas, almenados en los torreones superiores, que se levantó en el siglo XVI sobre parte de las ruinas de la villa, en concreto sobre su entrada principal. El conjunto arqueológico fue declarado Monumento Nacional en 1932. ----------------------Referencias documentales 1. https://www.eldiario.es/catalunya/diariodeviajes/Faro-desfaro_6_701739848. html 2. https://es.wikipedia.org/wiki/Faro_(Portugal) 3. https://es.wikipedia.org/wiki/Estoi 4. Milreu, ruinas. Ed. Roteiros da arqueología portuguesa, Min. Cultura. 67 pp. Lisboa 2002.

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Mosaicos estanque principal

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Vega de Brañagallones f Taxi al Paraíso

Brañagallones se encuentra en el Parque Natural de Redes, 38 mil hectáreas de belleza natural dentro del valle del Nalón, en Asturias, que, además, desde 1999 está considerando Lugar de Importancia Comunitaria, primer paso para ser incluido en la Red Natura 2000; es Reserva de la Biosfera desde 2001 y una de las zonas protegidas por la Unión Europea para la conservación de las Aves. Lógicamente, es una zona de difícil acceso, por lo que últimamente se ha puesto en marcha una suerte de “tractor-taxi”, con un vagón para diecinueve pasajeros, promovido por Rafael Fernández Cabilla, como uno más de los alicientes turísticos de la zona. Este “tren turístico” de Brañagallones es el primero de este tipo de la Cordillera Cantábrica y está formado por una cabeza tractora y un habitáculo diseñado expresamente para la ocasión que, en su interior, se asemeja mucho a un autobús y puede albergar hasta diecinueve personas. Su promotor, Rafael Fernández Cabilla, junto a otro conductor, se ocupa actualmente de este servicio, una ruta de unos 10,5 kilómetros de longitud, con fuertes pendientes en los tres primeros. Uno de los primeros viajes promocionales de este original “tractor-taxi” lo hizo un grupo de moldeadores de la luz, expresamente invitados para la ocasión. Las páginas siguientes dan cuenta de este viaje y muestran una serie de fotos que revelan sin lugar a dudas la belleza del lugar.


Foto: Mario Eduardo

Un día en el Paraíso Estoy convencido de que soy una persona “rara”, no me gusta, ni nunca lo ha hecho, el fútbol, lo cual me condujo, ya desde niño, a encontrarme un poco “fuera de juego” en el colegio y sobre todo los lunes, martes y sábados, cuando todos mis amigos discutían, algunas veces acaloradamente sobre tal o cual jugada, el penalti del domingo pitado o no, los méritos de cualquier jugador o la defensa incondicional de los colores del equipo local como seña de amor patrio (nunca logré entender esto último, si tenemos en cuenta que el noventa por ciento de los jugadores eran mercenarios foráneos que jugaban a golpe del talonario del mejor postor). Dentro mis extrañas rarezas agrego también la de ser poco amigo del senderismo, aún reconociendo que aquí me pierdo, un mucho, el deleite que puede producir la contemplación de los más bellos paisajes, pero que le vamos a hacer, después de unos cuantos años he llegado a aceptar esas “rarezas” mías que consiguen sorprenderme agradablente en algunos casos como el que a continuación quiero relataros. El pasado mes de Julio, mi buen amigo José Luis Guendy, me envía un correo que no puedo rechazar: en él se me invita a participar en una subida al Parque de Redes que organiza junto al queridísimo Monchu Calvo. Y ahí se dan cita, una mañana del mes de Agosto en el pueblo de Bezanes, diez compañeros moldeadores, “druidas” de la luz, dispuestos a un extraño aquelarre en el que han de tratar la difícil tarea de captar, en todo su explendor, los colores y las formas de una naturaleza exuberante que explotan, en esos paradisiacos lugares, de una manera admirablemente prodigiosa. Sobre las diez de la mañana de un espectacular dia nos reunimos en el parking del pueblo de Bezanes, bien dispuestos al comienzo de la aventura. Nos espera un curioso remolque, especialmente diseñado para el transporte público de turistas,

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Foto: Mario Eduardo


Foto: José Pérez enjaezado a un tractor y sobre el que, rotulado en llamativos colores entre los que resalta el verde, destaca la frase: “Taxi al paraiso”. Tras los saludos de rigor vamos procediendo al acomodo. Al grupo inicial, se nos ha unido Mar Lluna, ceramista de éxito Madrileño-Astur afincada en Caleao y dinamizadora del Parque. Esta nueva compañera da una nota de agradable complemento femenino que se agradece. Inmediatamente comenzamos la ascensión por un sendero empinado, serpenteante, primero entre las casas del pueblo para ir, progresivamente ganando altura y con ella accediendo a unas vistas realmente impresionantes. Complementa el ascenso la explicación, como el mejor guía turístico Rafael Fernández quien, desde la cabina del tractor, a un tiempo que conduce, va explicando ayudado de un sistema de megafonía comunicado con el remolque en el que vamos, las peculiaridades del ascenso; su flora y fauna. El camino discurre al principio a la sombra de un frondoso bosque de castaños, abriéndose el paisaje enseguida en las zonas de brezal que preceden al Texu l’Oración. Desde este punto se divisan la Peña‘l Vientu, la Rapaona y la confluencia del río Monasteriu y el Nalón. Es más que probable que el Texu l’Oración debió constituir en el pasado un lugar relacionado con alguno de los ritos paganos, que se asocian a este árbol esotérico tan asociado a los ritos Celtas. Haciendo una primera parada del ascenso, frente a un espectacular fuente de aguas frescas y cristalinas, estiramos un poco las piernas al tiempo que aprovechamos para tirar las primeras fotos, y refrescamos nuestras gargantas, secas ya por el calor de un día que comienza a dar los primeros síntomas de agobio. Al poco continúa nuestra suave ascensión entre unos parajes repletos de hayas y abedules hasta alcanzar el túnel del Crestón que da paso, ya entre los últimos kilómetros hasta alcanzar las praderas de Brañagallones en las que alegre y relajadamente pasta un buen rebaño de vacas y algún caballo. Tras un brevísimo tramo y sobre una suave pendiente se alza el refugio de Brañagallones, un lugar espléndido, rodeado de vistas espectaculares y pequeñas cabañas de pastores que hacen de él el sitio ideal para la relajación y el descanso de los más exigentes montañeros y senderistas.

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Foto: Mario Eduardo Después de una corta parada el grupo se divide, pues la mayor parte decide realizar una subida hasta El Cantu del Oso mientras un reducido grupo, entre los que me encuentro, optamos por una ruta entre el frescor agradable de hayas, castaños y algún abedul hacia las fuentes del río Monasteriu. Tras sendas excursiones, y una vez reunido el grupo, precedemos a comer un exquisito y abundante “pote” asturiano y con la obligada y reconfortante tertulia en la que, estamos convencidos de ello, el “paisanaje” agrega un valor añadido que redondea todas las espectativas previas del viaje. Una vez concluida comida, tertulia y descanso, tras la fotografía de familia, emprendemos el regreso a Bezanes con alguna parada intermedia que es “obligada” para la realización de los últimos “disparos” y porque parte de nuestros compañeros de viaje decidían realizar los kilómetros finales a pie hasta el pueblo. Ya en él, cuando las luces del atradecer comienzan a apagarse sentados en la terraza de uno de los bares de la plazuela, uno siente ante tan agradable compañía como el frescor de una incipiente noche de verano es motivo para que una vez más podamos agradecer a la vida estos momentos irrepetibles. *** Estoy convencido de que, de igual forma que un buen día, por la casualidad del destino, en cueva de Chapipi situada en la ladera de una montaña de Coalla (Grado), una aldeana da con un tesoro de origen romano, datado en el siglo IV, que se encuentra dentro de una antiquísima vasija de arcilla, tal vez aparezcan en un recipiente semejante, en cualquiera de las muchas cuevas que hay en nuestra Comunidad, los pergaminos que demuestren que, por errores cartográficos la verdadera situación del Paraíso Terrenal no estaba, como a todos se nos ha hecho creer, en algún lugar entre los ríos Tiggris y Eufrates sino más bien, al lado del río Monasteriu, allá en lo que ahora conocemos como El Parque Natural de Redes.

Mario Eduardo Blanco

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Foto: José Pérez

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Foto: Monchu


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Foto: José Luis García

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Foto: Monchu

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Foto: José Pérez


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Foto: Monchu

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Foto: José Pérez Foto: Guendy José Manuel Prado, encargado del refugio de Brañagallones

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Foto: Monchu Foto: Monchu Rafael FernĂĄndez con Mari Carmen y Lorena, cocinera y camarera respectivamente del Albergue

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Foto: José Luis García

Foto: Monchu


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Foto: José Luis García

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Foto: Guendy

Foto: José Luis García

A la izquierda, Rafael Fernández Cabilla, promotor del “Taxi al Paraíso”


Foto: Guendy

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Panorámica de Bezanes, Caso

De izquierda a derecha, Guendy, Monchu, Manuel Angel Silva, Jesús Villazón, Mar Muñoz (“Lluna”), Ra


afael Fernández, José Luis y Mario Eduardo. Agachados, Jesús Carabanzo, José Pérez y Pepe Latas.


Foto: Guendy

Panorámica de Bezanes, Caso 90—


Monchu Calvo f Crónica de una majada

La majada de Brañagallones está situada a 1200 mts de altitud, en la cabecera del rio Monasterio, Parque Natural de Redes. Geológicamente es un antiguo lago glaciar colmatado. Dista unos once kilómetros del pueblo más cercano, Bezanes. A ella se accede por una pista, apta para vehículos todoterreno, y podemos considerar que se trata de la joya de la corona del Parque natural de Redes. Dejando al lado sus valores estéticos, que pueden juzgarse por las fotos que acompañan este artículo, son de destacar los detalles etnográficos y humanos que alteraron lo que antaño era virginal naturaleza. Ciertamente, la palabra “natural” que acompaña el nombre de Redes, no es cierta. Este paisaje está alterado y modificado por la mano del hombre, como casi todos los espacios de nuestra tierra. Pocos quedan en estado totalmente virgen. Este, tampoco. En las pequeñas brañas y collados que aparecen en los claros del bosque se levantan algunas cabañas que salpican el verde paisaje, todas ellas guardan una cuidadosa armonía con su entorno lo que las hace aún más bellas. Estas brañas y majadas, que pueden ser bajas o medias, depende de la altitud en que se encuentren, son el resultado de la esporádica intervención del hombre en esta tierra, y un legado de la cultura pastoril que ha pervivido en la zona a lo largo de los siglos, lo que ha permitido que en estas montañas se haya conservado una de las mayores masas forestales de toda Asturias. Vega Pociellu, Valdebezón, Rodrigo, Cerreu y otras, son majadas altas. La cumbre omnipresente sobre todo este territorio es el tótem casín de Cantul´osu, que con cerca de 1800 metros de altitud, invita a conquistarlo sin excesiva dificultad, regalando desde su cumbre las mejores vistas de Redes. La vida pastoril en ese lugar podemos decir que tendrá cientos de años. La tipología de las construcciones de las cabañas que servían de cobijo, muestran una manufactura arcaica, de piedra seca, sin ningún tipo de yeso o barro, y unos tejados, bien con tablas de haya, cortada en los menguantes de febrero, marzo, precisamente para asegurar su duración, o grandes “llábanas” de piedra (losas) superpuestas, y aguantadas por vigas de haya o tejo. Puertas pequeñas, y generalmente sin ventanas, a fin de evitar frios, o algún animal, como ratones, culebras u otros mustélidos.


Foto: Mario Pascual Lo que sí solían tener eran portales cubiertos, pues una singularidad poco frecuente era que, en los momentos en que la actividad puramente pastoril les dejaba, se trasformaban en hábiles fabricantes de madreñas, trabajando de forma frenética mientras la luz se lo permitía. Ese calzado de madera complementaba lo exiguo que sacaban de sus vacas, cuando las vendían en los mercados, pues en el cercano pueblo de Bezanes, Elías, que regentaba la tienda bar, se las compraba, cualquiera que fuese la cantidad. Salieron muchos miles de pares de las majadas casinas y alleranas. Tenian a su favor, madera de haya y roble en abundancia, o sea, materia prima. Ellos ponían su habilidad y sus brazos. La pista en la que tan cómodamente subimos en el especial taxi tractor de Rafa, llegaba en origen hasta la zona de la fuente Andorviu, y no pasaba de ser un camino de carros, para atender las fincas de aquella zona. Por la Colladiella subía un sendero de cabras que pasaba por el Crestón y salía cerca de la fuente de Pandu quemau. El traspasar el túnel del Crestón, fue poco después de acabar la guerra, sobre los años 40, una labor de gran trabajo, pues, aunque se usaron barrenos, la mayor parte del trabajo se hizo con martillo y punteros. Admiramosa aquellas gentes que en condiciones muy penosas fueron capaces a realizar tan magna obra, Otero, de Belerda, y Toribio, que aprovechaba cuando llegaba de la marina con los “anoyinos”, a los que les costaba agarrar la “infiesta” de la Colladiella, porque cansaban. Otra obra gigantesca, buena muestra de la autarquía que reinaba en nuestro país, fue la construcción del refugio de caza que reina desde su atalaya privilegiada sobre toda la vega. Hoy sería impensable su levantamiento, y menos en aquel paraje. La Sociedad Astur de Caza, poderosa en aquellos años, no escatimó medios para levantar ese edificio, con piedras de las canteras de la Grandiella y Valdebezón, usando un carro del país que se llevó desarmado desde Andorviu hasta Brañagallones, y otro, procedente de Isoba, ya era de radios, y empujado por dos parejas de vacas como tiro conjunto. La pizarra del tejado, de San Isidro, a lomos de unas recuas de caballos. Canteros de

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Cacería de urogallos en Brañagallones, 1964 fama, procedentes de Orlé, entre los que estaba nuestro amigo César el Zoqueru y su hermano. Vigas del bosque cercano de roble y haya, que manipulaban de manera certera, pues eran muy hábiles artesanos. Condiciones muy penosas, por la lejanía de los pueblos, y alejados de toda comodidad. Dormían en las míseras cabañas, pero aquella inmensa obra salía adelante, y como podemos observar en la actualidad aguanta perfectamente pese a nevadas y temporales. Sobre 1953 calaron los cimientos, y cuatro años después se veía la obra terminada. Cuentan muchas cosas de aquellas jornadas de caza, nos imaginamos que alguna no será totalmente cierta. Venían cazadores de todo el mundo, atraídos por la riqueza cinegética del Coto de “Reres”, que así se llamaba de aquella. Marqueses, ricachones y grandes magnates mundiales, pisaron lo que hoy tenemos para nuestro disfrute. Un guardia mayor mítico, Pepe Calvo, ejercía de maestro de ceremonias, y su palabra era respetada por todos. En la actualidad un monumento con su efigie, preside el lugar que tanto amó. Aquí era uno de los lugares mejores para la caza del gallo de monte, como llaman los lugareños al urogallo. Jornadas hubo de cazarse cuatro, y en la temporada, veintitantos era normal. Hoy casi puede darse por extinguido, pero no son tan lejanos los tiempos en que era el rey de nuestros bosques, y curiosamente la toponimia asigna el nombre a esta vega, precisamente por la abundancia que existía de este faisán: Braña de gallos, Brañagallones Rebecos también se cazaron en abundancia, pues la zona era muy querenciosa para ellos. Lobos, los había, aunque entonces no era una pieza muy valorada, a no ser para los alimañeros profesionales, pues cobraban por pieza cazada a los lugareños. En la actualidad no es difícil escuchar en las noches de luna sus aullidos territoriales, sobre todo en época de celo. Precisamente en Brañagallones hay una estación de seguimiento de lobo ibérico que, por los aullidos, saben el número de lobos existentes. A grandes rasgos, este es un somero resumen de lo que fueron estas brañas, aunque mejor verlas al natural, en el taxi de Rafa, o andando, merece la pena.

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Fotos seleccionadas f Julio de 2020


Another world, por Pavel —95

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Arlekin, por Eric 96—

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Callecita, por Oscar Rubén Suárez —97

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Caminata matutina por el Moika, por EdwardGordeev

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Cascada, por JL.Maylin

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Colleague, por Sergey

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Copetisimo, por Mario Gustavo Fiorucci

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

El pájaro - la música, por Raul Viciano Alberich

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Enrique Simón (Actor), por Mario Eduardo Blanco García —103

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Erupción Bromo, por Daniel

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Este verano travesuras pocas..., por K i K e

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Graffiti., por Manuel Antonio Centeno LLorente 106—

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La cuerda., por Manuel Antonio Centeno LLorente

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Nº85, por M.Dasha 108—

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Pepe Latas, en busca de la hora azul, por Guendy (JLCP)

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Portrait, por S.Benz

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San Lorenzo, siempre, por Pepe Latas

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Something dies, something flourishes, por Nadima (Shibina Nadegda)

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Still life, por Michael

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Strasbourg, France, por François Arnaud

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Tristesse, por Mario Eduardo Blanco García —115

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Y E T I, por Andrei Romanov

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¿ que es esta mosca , por Monchu Calvo —117

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Acting portfolio for Ksenia Komarova, por Daria 118—

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Aguas de seda, por Ildefonso Robled

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

AROA.., por Kamarón Viesca

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Audrey, por Dimitriv —121

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Cannes, por Grecia Blanc

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Chinese gastronomy, por 梅艳芳. Anna —123

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Couch Stories, por Ionut Caras

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Covid-19, por Isadora del Valle

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

De la serie Corporales, por Susana Gudiño 126—

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CUIDAROS, por Sandra Calleja

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Instantes para el recuerdo, por José Antonio Machado 128—

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Kamchatka Costa del pacifico, por A. Grachev

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Misty Sorano, por E.Horobets

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Intimately, por Yi Wan —131

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Diosa de invierno, por Duong Dinh 132—

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Dominó, por Daniel

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

El velo., por Catherina 134—

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En el balcón.Cannes, por Grecia Blanc —135

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

En la mañana, por Karol Poland

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Feminine-touch, por Yi Wan

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Fiordos de Noruega, por Yuri Gagari

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First idea, por Roman —139

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Fresa, por Sandra Calleja

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Fumadora de puros., por Ana

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Girlfriend, por Andreev

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Girona, por K i K e —143

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Glances, por Ilich bczonko

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Group portrait of the Hamer tribe, por Aleksey

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Hills & Pit, por Makapeh

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Igor padre., por Igor —147

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Judit, por Guendy (JLCP)

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Kermorvan ..., por kristof browk

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

La bici, por Oscar Rubén Suárez

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La chica del sombrero rojo, por George

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

La dama de las tormentas., por Guendy (JLCP)

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La hora azul en el sur de Philadelphia, Estados Unidos, por Ingrid Sanz

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

La sabiduría de los años, por A.Polyakovvfr

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Lago de Misurina, por Oscar Rubén Suár

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Laura, por Guendy (JLCP)

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Let’s Play, por Makapeh

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Look of admiration, por Olga

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Magia, por Ildefonso Robled

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Marcos naturales, por Guendy (JLCP)

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Mil años de plegarias, por Mario Eduardo Blanco Garcí

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Military on rest day, por Ilich bczonko 162—

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Mont-Saint-Michel, por Grecia Blanc

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Natasha, por Guendy (JLCP) 164—

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People of Namibia., por Deven O’Toole —165

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Prussian soldier, por Eric 166—

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Red, por Pavel

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Redhead, por S.Benz

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Repartidores de butano. El Cairo, por Marta Gomez

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Retrato de época, por Igor 170—

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retratos en ruta, por Pepe Latas

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Río Senia, por Raul Viciano Alberich 172—

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Sesión casera y peleona, por Pepe Latas

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Sesión casera y peleona, por Pepe Latas 2

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Summer has arrived, por David D —175

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Sunset, por Milen

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Surrounded by art, por A. Zharov —177

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Suspicious, por A.Polyakovvfr

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The cage, por Irina —179

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

The girl in the red hat, por George

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The Pipe of Peace, por Lucas

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

The pirate rocker, por A.Polyakovvf

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The pleasure of music, por Sergey

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

The red robe, por Oxana 184—

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The room, por Kezzin

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Tristesse, por Mario Eduardo Blanco García

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Un clásico con sabor a Italia, por Oscar Rubén Suáre

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Underwear, boudoir photography,, por Talyuka 188—

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Vanessa, por Guendy (JLC —189

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Victoria Mendoza, por Raul Viciano Alberich

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Water, por JohnAavitsland

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

Well, I don t do it wrong for my age ... Pues no lo hago mal para mi edad..., por S.Ivanov

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¿Existe el paraíso en la tierra !SI¡, por Loco Matarov

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Fotos seleccionadas. Julio 2020

XXXXXX, por Lucas

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White Rock, por Aleksey

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Fotos seleccionadas f Agosto de 2020

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En estos momentos el humor que no falte (Cuidaros compaĂąeros), por Albert Navas

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

In good company, por S.Benz

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Love, por Andreeva

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

MOTO CROSS-1591, por Manuel Fernandez

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Perlas, por Paulina Stpetersburg

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

A good wine, por Sergey S

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Alba-Khaleesi (Juego de Tronos), por Guendy (JLCP

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Alone, por Nataly

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Asian farmers with rice seedlings on the back before cultivation in the rice field, por Saravut Whan

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Atardecer, por Arantxa

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AugustAgosto, por Maikel Reyfman

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Biblical heavens, por Alex

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Blank photo session, por Lucas

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Cabaña, por Monchu Calvo

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cultivation in the rice field, por Saravut Whan

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

De la serie Corporales, por Susana Gudiño

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Retrato,, por Catherina

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Sergey Smolitskiy and team of MIR8, por Nodia,

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Still lifes, por Tатьяна

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Detalles... Primer plano en una observación en picado, por Joan Anglas F.

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En el valle, por SSstudy

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

esfinge-colibri, por Jacobo Rodríguez Pere

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Ethiopian people de Deven

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Faces difficult to get to know or understand, por A. Zharov

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Faro del Fangar, por Raul Viciano Alberic

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Fashion, por Catherina

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Green Eyes de Esvetlava

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Fernando Beltrán, por Mario Eduardo Blanco García 2

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Fernando Beltrán, por Mario Eduardo Blanco García

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

In search of the mystery, por Nadima (Shibina Nadegd

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In search of the mystery, por Nadima (Shibina Nadegda)2

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Like two drops of water, por Aleksandre

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More expensive, por Sasha

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Morning exercises, por Kalynsky

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Musel, por Luis Miguel Aller

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Natación, por Noly

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Nude, por Oxana

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Nude, por Talyuka

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Nudes in black and white, por Pavel

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Orgullo de ser rusaPride of being Russian, por Margarita K

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Paseando por Oviedo - 20200810 - 1328, por Jose Manuel Iglesias Riveiro

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Portrait, por Kalynsky

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Portraits of women, por Dmytro

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Publicado por Maikel Reyf

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Que la mano del que da no falle ..., por A.Polyakovvfr

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Revelation, por Vladimir

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San Juan de Gaztelugatxe., por Raúl Gorostiza

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Scenic natural Beautiful rice field during sunset, ricefield water plant at sunset, por Saravut Whan

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Still life, por Michael

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Storm, por svetlava

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Summer-2020, por Osman Naim

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

The light from the window, por Ruslan

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The reader, por David D

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

The weight of the world, por Ionut Caras

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They also eat, por Andrei Romanov

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Toroweap, por Aleksey

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Valparaiso, por Vaio

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Venice, por JohnAavitsland

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Vida rural, por Oscar Rubén Suárez

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Xiangxi, por Anna

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Área recreativa la Pesanca, por Pepe Latas

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Beauty relaxes, por Eric

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Entre las piernas, por Mario Gustavo Fioruc

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Guilin, por Daniel2

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Guilin, por Daniel3

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

PANORAMICA de Mugardos, por juanjo

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Spring, por Vadim Trunov

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Un uomo perso nella stazione centrale di napoli, por Oscar Rubén Suáre

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Катя3, por Daria

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Antiguo pueblo de calles de piedra, por Oscar Rubén Suáre

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Atraque en la noche, por Luis Miguel Aller

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Bendita huerta., por El Marmitón

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Covadonga de Jose Manuel Iglesias Riveiro

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Curiosity, por Vadim Trunov

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Dama de oro, por Gen

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Eyes of perdition, por Dimitriv

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Guilin, por Daniel

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Hills and climbs, por Ilich bczonko

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In a very distant yesterday, por Duong Dinh

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Los últimos días de Troya, por George

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Norte de Noruega, por Milen

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Old glories, por Dimitriv

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Portrait, por M.Dasha

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Puestas de sol, por Julia

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There is less left for the ocher station, por EdwardGordee

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Today you eat snail, por Mario Gustavo Fiorucci

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Tour Eiffel,France, por François Arnaud

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Fotos seleccionadas — Agosto 2020

Victoria Mendoza - Retrato., por Raul Viciano Alberic

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Victoria Mendoza - Retrato., por Raul Viciano Alberich

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Nadima (Shibina Nadegda)

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La llamada de la sangre No quiero pasarme de listo. Pero a veces, para entender estas fotos de Nadima que me llegan sin más apoyatura que las propias imágenes, es preciso recurrir al sustrato cultural de que soy heredero y muchas veces a la imaginación. Y sobre todo, a la poesía, pues poéticas son en su mayoría las propuestas de nuestra querida Shibina Nadigda. Otras cosa sería que Nadima nos mandara un texto con sus intenciones en cada caso, con las ideas que la llevaron a realizar estas fotos y no otras, con su contexto artístico y su apuesta visual. Claro que entonces mi papel de portavoz o trujimán dejaría de tener sentido. En este caso —por eso insistiré en advertir que igual me paso de listo—, mi lectura de estas fotos tiene un efecto de ida y vuelta, si así puede llamársele. De ida, entiendo la secuencia de la siguiente manera: dos jóvenes bailarinas se están preparando para una sesión de ballet, vistiéndose, calentando y acaso ensayando algunos pasos con la música puesta: tal vez el famoso “Lago de los cisnes”, de Chaikovski, basado en un cuento de hadas (y ya sabemos lo que a Nadima le gustan estos cuentos); pero sin desdeñar a Igor Stravinsky, Sergei Prokofiev o el mismísimo Khatchaturian, de cuya “Danza del sable” estoy enamorado desde que la oyera interpretar en el Teatro Real de Madrid con una dama moscovita sentada a mi derecha que no dejó de llorar durante todo el tiempo que duró el concierto. En ese momento del ensayo de las dos jóvenes bailarinas entra y atraviesa la habitación esa anciana, reposada y bien vestida, tranquila y confiada en el apoyo de su bastón. Pero aquella música, fuera cual fuere —de Chaikovski a Khatchaturian pasando por Stravinsky o Prokofiev— apuntalada en violines y violonchelos, apoyados por flautas y oboes, con otros instrumentos de cuerda y de metal que llenan el universo de significados cercanos, despertaron en la anciana recuerdos y sensaciones de otros sonidos, de otra música, de otro modo de vivir y de vestir; y trasladada —ella o alguno de sus antepasados— quizás de la Montañas Rocosas a la estepa siberiana, el ballet clásico despertó en sus entrañas los recuerdos de la infancia, aquellas danzas rituales, de sonidos primigenios basados acaso en el monocorde ritmo del tambor, que le hicieron revivir nostalgias y evocaciones imposibles de olvidar. La fuerza de la sangre, el arraigo telúrico de un ritmo, de unas plumas, de unos rostros pintados de colores que les unían al universo más cercano y les emparentaban con los tiempos pasados, a los que todo se deben, y con los tiempos venideros, de los que todo se espera. Por eso, de vuelta, y para no pasarme de listo —reitero mi temor por vez tercera— he recurrido a la wikipedia para ilustrarme sobre las danzas de los indios americanos: “La música indígena norteamericana juega un rol vital en la historia y en la educación, incluyendo ceremonias e historias de tradición oral que pasan de los ancestros a las nuevas generaciones. Se dice que la música ceremonial indígena proviene tradicionalmente de deidades y espíritus, o de individuos particularmente respetados. Los rituales son ajustados a todos los aspectos de las canciones, danzas y vestuarios, mismos que informan de creadores, portadores y símbolos importantes para la nación, tribu, villa, clan, familia o individual.​Los nativos interpretan historias a través de la música y la danza, mientras que los hechos históricos difundidos son una parte integral de las creencias indígenas. Las leyendas épicas e historias, sobre héroes culturales, son una parte de las tradiciones musicales y éstas muchas veces constituyen una parte icónica de la cultura local.” Todo esto, aunque sin saber definirlo, pero viviéndolo en primera personal del plural, es lo que la anciana siente quizás cuando vea a las jóvenes bailarinas preparando su ballet. Por eso recupera sus plumas, su mirada de añoranza. Su sangre.

Claudio Serrano —287


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Svetlana Melik-Nuvaroba En el pasado número 102 de Luz y Tinta publicamos la primera entrega de esta serie de Svetlava, con un texto de Claudio Serrano que subrayaba el realismo mágico de estas composiciones y, entre otras cosas, decía: “La fotógrafa ha creado su propio ambiente, su propio mundo y nada resulta espurio. Quizás porque en todos estos retratos la mirada de los modelos no muestra ningún tipo de sorpresa, aceptando monóculos que son en realidad una rosa, un cronómetro o una mariposa; o cisnes y pelícanos de cuellos ondulantes y colores en los que dominan los tonos pastel; sombreros de asombrosas metamorfosis; flores que vuelan al conjuro de su propio viento o palomas que parecen flotar mientras el mundo a su alrededor se detiene. Quizás también porque el atrezzo y el vestuario son propuestas que rozan el lirismo. Hasta un dron se cuela en una imagen que nos recuerda al siglo XIX por una ambientación ex profeso mistificada, para que el mundo siga siendo mundo a través de esas miradas de modelos que nada extrañan.” En el pasado número 103 no pudimos publicar esta nueva entrega con la que hoy satisfacemos una impagable deuda.

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José Luis Maylín

Lagos de Saliencia y Braña La Pornacal

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Los lagos de Saliencia Los Lagos de Salienza son una conjunto de lagos que se encuentran en el concej o asturiano de Somiedo, en Asturias. Están situados en el parque natural de Somiedo y se componen de los siguientes: Calabazosa o Lago Negro, Cerveriz, Laguna de Almagrera o La Mina, y La Cueva). La formación del conjunto se basa en lagos de origen glaciar, con sus correspondientes comunicaciones por valles glaciares. Geológicamente se trata de una zona con todas las características de abrasión glaciar. La vegetación también es la típica acuática de los lagos, destacando por su interés la genciana. Dentro de la fauna cabe destacar la presencia de osos pardos cantábricos, nutrias, alimoches y águilas reales en el valle del lago. Mención aparte merece la familia de los anfibios, ya que se encuentran en esta zona la mayoría de los existentes dentro del parque. Destaca el tritón alpino y el palmeado, la salamandra común, el sapo común y el partero y la rana bermeja y la patilarga. Este espacio protegido está incluido en la reserva de la bioesfera de Somiedo. Fue declarado monumento natural el 22 de mayo de 2003 1

Braña La Pornacal Bonito paseo a uno de los lugares más espectaculares de Asturias. La braña de La Pornacal es la mayor y mejor conservada de las brañas de Somiedo, donde perviven las antiguas tradiciones de los vaqueiros de alzada en un marco de incomparable belleza. Formada por 32 teitos o cabañas, agrupados en los barrios de La Prida, El Mediu, El Ríu y El Cabu, está situada en la orilla derecha del nacimiento del río Pigüeña, en una pequeña cumbre a 1170 m de altitud, dominando los prados de la Requexada. Los teitos tienen añadido una cuadra de piedra de planta rectangular, cubierta a dos aguas con tejas curvas y muros de piedra vista. Como es característico, el teito tiene su tejado cubierto de ramas secas de escobas o piornos, que son precisos cambiar cada 15 años; su interior está dividido entre el habitáculo para el hombre y los animales, en un pequeño llar u hogar para el hombre y un establo y tenada para los animales. Es de destacar que en esta braña el llar se ha cambiado por un cobertizo de piedra, el casetu; en otros hay adosados pequeños porches, el sombray, donde pastor y ganado se guarecían del mal tiempo. En la jamba de una de las cabañas existen dos rostros, buscando la protección de los antepasados. La ruta es muy sencilla, dejando el coche justo a la entrada del pueblo, donde parece que se ha parado el tiempo. El recorrido transcurre por camino fácil de andar, aunque salva bastante desnivel

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Wikepedia

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Pepe Latas

Colores Colores abstractos, cambiantes evocadores y nostálgicos Colores marítimos, profundos suaves y lejanos Colores relajantes, compañeros tiernos y distintos Colores alegres, estimulantes creativos y delicados Colores armónicos, sofisticados frescos y elegantes Colores nobles, poderosos mágicos y misteriosos Colores asturianos Colores del cantábrico Colores únicos Colores de la tierra Mis colores


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David du Chemin

David duChemin. Fotógrafo de misiones humanitarias y mundiales, autor de éxito de ventas, editor digital y líder de talleres internacionales cuya vida nómada y aventurera alimenta mi fuego para crear y compartir. Ahora, con base en la isla de Vancouver, Canadá, mi vida la paso persiguiendo imágenes convincentes en los siete continentes y enseñando a otros a ver.


Imagen de Nat Clegg en Pixabay

Sin las gárgolas En la Edad Media, como si la gente no tuviera suficiente de qué preocuparse, las iglesias comenzaron a usar gárgolas en las esquinas superiores de sus techos. Aparentemente para evitar que el agua corriera por los muros de piedra y destruyera la mampostería, los largos cuellos de monstruos progresivamente más aterrador formarían un pico y alejarían el agua de los cimientos. Pero la gárgola misma tenía una función más siniestra. Más preocupados por el trabajo en piedra de las iglesias que por la salud mental de sus posibles feligreses, estas bestias y demonios fueron un recordatorio para el rebaño de los terrores que los esperaban fuera de la iglesia, tanto ahora como en la eternidad. Supongo que supongo que todo vale cuando se trata de asegurar la salvación de un alma, incluso el miedo. El gemelo de la gárgola era el grotesco. Como metáfora, encuentro fascinante la idea de la gárgola. ¿Qué tiene que ver contigo y con la vida creativa? Soy David duChemin, y este es el Episodio 30 de Una bella anarquía, sin las gárgolas. Hablemos de eso. Dependiendo de a quién le pregunte, la palabra gárgola proviene de la palabra francesa para garganta, el sonido del agua bajando por un desagüe o el nombre de un

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Imagen de Enrique Meseguer en Pixabay .jpg

dragón del siglo VI que aterrorizó a Rouen, finalmente sometido con un crucifijo por el obispo, San Romano. Antes de ser devuelto a Rouen y quemado. Cuando la cabeza y el cuello del dragón Gargouille se negaron a rendirse a las llamas, hicieron lo que cualquier pueblo razonable haría y lo colgaron en las paredes de la iglesia recién construida. Una advertencia a otros dragones y espíritus malignos, y un recordatorio de todos los peligros de la vida fuera de los muros de la iglesia. Mil cuatrocientos años después, en un mundo con menos dragones, las iglesias se han vuelto más sutiles en sus elecciones arquitectónicas. Pero creo que las gárgolas permanecen para muchos de nosotros, colgadas de los contrafuertes de nuestras mentes, y algunas muy reales en la presencia de carne y sangre de personas que deberíamos haber cortado de nuestro edificio hace mucho tiempo. Y espero que si hablamos de eso no te sientas como si fueras el único que sigue mirando estos recordatorios de peligros pasados ​​que aún se ciernen sobre nuestras cabezas, amenazándonos a tocar la línea, a jugar es seguro y actúa como si lo estuvieran evitando daños cuando, de hecho, lo mantienen confinado y bien controlado. No conozco a nadie, no creo, que todavía crea en la posibilidad de un inminente ataque de dragón. Aquellos en mi vida que aún podrían preocuparse por estas cosas han sido sabiamente reacios a mencionarlo en la conversación. Pero, Dios mío, conozco personas que temen los peligros que no son menos capaces de mantenerlos despiertos por la noche. Y al igual que la gárgola original, colgada de las paredes mucho después de que la amenaza hubiera pasado, no se desvanecen, ni las miramos y pensamos, bueno, gracias a Dios que terminó, y seguimos con nuestras vidas. De hecho, lo vemos cada vez que pasamos esos muros y recordamos lo que casi perdimos, lo que podríamos perder nuevamente y lo que debemos temer exactamente. Así es como funciona el miedo. La cabeza del dragón montada en algún lugar donde la vemos todos los días no suele aliviar nuestros temores, sino que los refuerza. Y aunque el dragón está muerto hace mucho tiempo, regresa todos los días y nos mantiene en línea. Recuerde, no fuimos nosotros los que lo matamos, indefensos y enloquecidos como los habitantes de Tokio que huyen ante Godzilla. Era san Romano. ¿Y dónde está él cuando lo necesitamos?

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Imagen de Dean Moriarty en Pixabay .jpg

Aquí es donde la metáfora es empujada más allá del punto de ruptura. Porque hay al menos 3 lecciones aquí y no estoy seguro en qué enfocarme. La primera es que las gárgolas necesitan ser desmontadas. Por el bien de su vida creativa, pero también, probablemente, por su vida creativa. Muchos de nosotros nos sentimos atraídos por la escritura, el cine, la danza o lo que sea, ya que ofrece un escape de las fuerzas que de otro modo nos mantendrían deprimidos, pero a menudo ignoramos que nuestro arte u oficio también tiene el poder de arrancar a los monstruos de la pared y dar nosotros el coraje de ayudar a otros a hacer lo mismo. Pero la segunda implicación de esta historia es que tienes que ser tú. San Romano no viene. Todos somos los héroes de nuestra propia historia y debe ser usted quien decida hacer, hacer y actuar frente a los peligros, tanto reales como imaginarios. La tercera implicación, para devolvernos al siglo XXI, es el recordatorio de que solo es una metáfora y que el dragón no es real. Eso solo importa si crees y actúas como si eso fuera cierto. Cuando creemos una ficción sobre nosotros mismos y el mundo que nos rodea, puede que no tenga una pizca de verdad al respecto, pero creer lo hace, al menos para nosotros. Creer que los dragones vendrán nos mantendrá encogidos en nuestras chozas y esperando que San Romano, o San Jorge, o cualquier otra persona calificada para vencer las cosas, esté en camino. Para muchos de nosotros, las gárgolas se establecieron en las murallas hace años. No eres lo suficientemente bueno, no eres lo suficientemente talentoso, fallaste una vez en cosas que fueron difíciles, ¿recuerdas eso? Usted y el trabajo de sus manos y su corazón fueron descartados que una vez encontró el coraje para compartirlo con el mundo. Nunca más, dice la gárgola. Quédate aquí donde sea seguro. Más allá de estos muros cuidadosamente construidos hay dragones. Mierda. O tal vez no. Tal vez realmente hay dragones mentirosos, y podrían ser más aterradores que toda esta metáfora poco fiable. Pero sigue siendo tuyo matarlos, silenciarlos o ignorarlos. O demuéstrales mentirosos. Y eso me lleva a las otras gárgolas, las que en la vida real te rodean con su negatividad y sus dudas y cuya utilidad en tu vida probablemente sea enormemente sobrevalorada y su bienvenida sobrepasada. Mientras sea parte de la arquitectura de tu día a día que realmente no puedas imaginar la vida sin ellos, incluso podrían brindarte un poco de comodidad

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al estar allí. No serías la primera persona en familiarizarte o enamorarte de tu captor. Y no quiero hacer esto más dramático de lo que es, pero ¿cuánto tiempo vas a aguantar a las personas negativas en tu vida? Los que fingen protegerte cuando son el verdadero peligro para tu espíritu, tu mente y el potencial no realizado de tu vida, acortándose día a día. Los que prometen que la vida es mejor dentro de estos muros, que da miedo, que los necesitas. Tampoco son San Romano. ¿Lo sabes bien? Se necesita un acto de coraje extraordinario para cincelar a esas personas o su influencia en tu vida. Eso podría significar cortar por completo los lazos, podría significar finalmente tener una conversación difícil y defender sus necesidades y deseos y dibujar algunas líneas muy reales en la arena. Podría significar finalmente ver a alguien como un consejero porque a menudo es el caso de que nosotros mismos somos nuestra propia gárgola y necesitamos a alguien que nos ayude a ver eso y liberarnos. Todo esto es importante porque la seguridad es un mito que lo mantiene dentro de las paredes, las puertas cerradas por nuestros miedos y nuestra comodidad, y es solo afuera de donde vivimos libres y capaces de hacer nuestro mejor trabajo sin inhibiciones y liberados de los controles de otras voces. . Es allí donde sentimos el coraje y la libertad para explorar las ideas que definen lo mejor de nuestro trabajo y para encontrar el flujo que conduce al trabajo más propio. Y podría ser que antes de encontrar esa libertad necesites ir a buscar al dragón y comenzar una pelea y eso es una mierda aterradora. Pero no es tan aterrador como pasar la vida aterrorizado, encerrado en un edificio oscuro con otras personas que comparten el mismo miedo, cuando lo que más necesitamos, lo que siempre hemos necesitado, es abrir las puertas y dejar que la luz adentro Mencioné a Godzilla antes. ¿Alguna vez has visto esas películas? El monstruo arrasando calle abajo, aplastando a la gente y pateando autos a un lado, y la gente sigue corriendo frente al monstruo. Para bloques y bloques o hasta que se aplasten. Y siempre estoy viendo gritos, no, gire por una calle lateral, ¡detrás de ella! ¡Deja de correr en la misma dirección! Y creo que eso es lo que estoy haciendo con este episodio, aunque sin gritar: suplicarte que te escabullas a un callejón para que no tengas que seguir corriendo. Para que pueda recuperar el aliento y hacer algo más útil y más importante. Como unirte a mí, con lo que sea que hagas o hagas, al llamar a otros para que se salgan del camino y dejen de correr. Probablemente tendrás que ser creativo en cómo lo haces. Y no será fácil ni simple. Pero será liberador.

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Repertorio de Fotógrafos Españoles

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Juan Aldabaldetrecu Zarauz, Guipúzcoa. 1960 Residió en Zarauz hasta los 14 años, y a los 20 realizó un curso básico de fotografía en la real sociedad Fotográfica de Zaragoza que le llevó a interesarse por esta disciplina en el campo de la moda y el retrato. con 28 años se trasladó a Madrid, donde vive actualmente. A lo largo de su extensa trayectoria profesional ha desarrollado un estilo muy personal en el campo de la moda que se caracteriza por la espontaneidad y belleza de sus instantáneas, sin recurrir en exceso al retoque digital. Uno de sus trabajos más afamados fue el que realizó en 2009 para una edición especial de la revista Elle. En este reportaje, algunos de los rostros más famosos del mundo de la moda y el cine del país (Elsa Pataki, Paz Vega, Martina Klein, Judit Mascó...) posaron para el fotógrafo sin maquillaje ni retoques. Destacan igualmente sus retratos de Carlos Fuentes (2006), Eva Mendes (2008) y Eduardo Noriega (2007). Colabora también con las revistas Yo Dona, Go Spain y XL, y ha realizado campañas publicitarias para las marcas Mango, Victorio y Lucchino, el Corte Inglés y Emilio Pucci, entre otros. Colaborador habitual de la edición española de la revista Elle, su trabajo ha sido expuesto en diversas ocasiones. Cabe mencionar la muestra celebrada en la sala Serapio Carreño de Madrid en 1998, y su más reciente participación en la colectiva Lo que llevo dentro, que pudo verse en la Galería Fernando Pradilla de Madrid en 2011. www.aldabaldetrecu.com http://www.aldabaldetrecu.com/index.php?/aldabaldetrecu/-films/ https://www.youtube.com/watch?v=FPE1ApZ-pKc

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Raúl y Juan Aldabaldetrecu 346—


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Nuevos proyectos f Moldeando la luz

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Escuela/Taller de Fotografía y Radio de Moldeando la luz A partir del actual mes de septiembre, se ponen en marcha dos nuevas actividades dentro de nuestra red social de fotografía Moldeando la luz, que han venido operando en periodo de prueba durante el pasado mes de agosto. La escuela/taller, cuyas actividades se centrarán en la aportación de tutoriales de interés para todos los moldeadores, consejos, lecciones y las novedades más importantes que se vayan produciendo en torno al mundo de la imagen. La Radio de Moldeando la luz, los más veteranos en la red social de Moldeando la luz, recordarán que no es un tema nuevo, pues hace un par de años que comenzamos a hablar del proyecto y de las ideas que teníamos al respecto. No descartamos que lo que hoy se inicia con Podcast en un futuro próximo se emita en formato TV y experimentemos con algunas emisiones en directo. De momento para el alojamiento de los Podcast hemos elegido la plataforma iVoox, si bien, se podrá escuchar independientemente desde Moldeando la luz en la nueva sección creada para este tema y que lleva el nombre de RadioMLL. Esperamos sean de vuestro agrado y utilidad. Todos aquellos que estén interesados en participar en la RadioMLL, nos lo pueden hacer saber a través del correo de nuestra red social, y juntos estudiaremos la forma y posibilidades de dicha colaboración.

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Fotografías que despertaron conciencias

Plan de las Naciones Unidas para la partición de Palestina 2 de Febrero de 1948. Palestina En 1948, tres años después de la Segunda Guerra Mundial, muchos judíos refugiados que sobrevivieron a la Alemania nazi todavía no tenían un lugar a donde ir. Mientras se celebraban reuniones en las Naciones Unidas, unos vivían en campos de refugiados en Europa central; otros decidieron emigrar a los Estados Unidos, y había otros tantos que deseaban llegar a los numerosos asentamientos de colonos que ya había en Palestina, pero las restricciones impuestas por el Reino Unido en el informe anual de 1939 limitaban el número de inmigrantes en este territorio. En esta fotografía, los refugiados que vemos nadando hacia la orilla en el puerto norte de Nahariya, cerca de Haifa, llegaron ilegalmente a bordo del SS United Nations. El barco zarpó de Bari con 700 personas a bordo y logró romper el bloqueo de los buques británicos. El fotógrafo anónimo autor de la imagen formaba parte del personal de la Harris Agency Keystone, una de las primeras agencias de fotografía con presencia internacional. El SS United Nations no era el único barco que había tratado de llegar a la costa pasando por alto todas las prohibiciones. Entre 1945 y 1948, organizaciones sionistas lograron que zarparan docenas de barcos llenos de refugiados, la mayoría desde la costa italiana, con una carga total de más de 69.000 personas. Sin embargo, la fuerza naval británica interceptó algunos navíos y los pasajeros fueron internados en campos de prisioneros en Chipre o enviados de vuelta a sus países de origen. La noticia de la detención y el abordaje por la Marina Británica del SS Exodus —uno de los barcos más grandes dedicado al transporte de los refugiados— dio como resultado tres muertos y numerosos heridos. Todo cambió en mayo de 1948, cuando se puso fin a la autoridad del Reino Unido en Palestina y se fundó el estado de Israel, reconocido por las Naciones Unidas.

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