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ECONOMÍA MEXICANA: “TOS SECA” EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS

Por Santiago I. Soriano Condado

Los indicadores ya eran innegables, aunque el presidente tenga otros datos: el PIB ya se había contraído, la inversión pública había caído, Pemex presentó pérdidas del 92 por ciento en 2019, los pronósticos de crecimiento para años venideros apenas superaban el 1 por ciento… y luego, llegó el coronavirus.

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El primer año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador no entregó cuentas alentadoras en materia económica, pero presentaba síntomas para enmendar el camino y enfilarse hacia la recuperación, especialmente a partir de la disciplina fiscal que ha caracterizado a la Cuarta Transformación y aunado a la estabilidad de la paridad cambiaria, en buena parte por la pérdida del dólar estadounidense en los mercados financieros. Pero llegó el coronavirus.

Antes, un secretario de Hacienda abandonó el barco del gobierno lopezobradorista y, tímidamente, se convirtió en un crítico del poder en turno; luego fue relevado por otro, con un perfil bajo, más bien obediente que maneja cuentas optimistas de cara a lo que será el futuro económico de México. Pero llegó el coronavirus.

Las previsiones de crecimiento económico, tras la confirmación de la contracción del PIB en un -0.1 por ciento, eran de apenas el 0.7 o hasta 1.1 por ciento, dependiendo de quién diera su pronóstico: Citibanamex, Moody’s o los propios analistas consultados por el Banco de México (Banxico). Pero llegó el coronavirus… ¿Estará lista nuestra economía?

Un paciente que iba a enfermar de todas maneras

Con el arribo del coronavirus a México, fue inevitable tomar medidas para evitar su propagación generalizada, a costa de una economía que ya estaba achacosa.

Así lo advirtió el exsecretario de Hacienda, Carlos Urzúa, en un artículo publicado el 30 de marzo en El Universal, donde sentenció que si la administración de AMLO “no actúa con gran celeridad y decisión”, la caída del PIB este mismo año sería desastroso: por encima del 6.3 por ciento.

En su texto, Urzúa desmonta tres tesis; la primera, que la economía mexicana estaría en vías de recuperación desde la contracción del -0.1 por ciento.

De acuerdo con el análisis del otrora encargado de las finanzas públicas del país, desde comienzos de 2019, el PIB ha ido en picada trimestre tras trimestre, por lo que solamente considerando datos de enero de este año, no permiten creer que la historia sería diferente sin el coronavirus.

“La economía mexicana ya tenía tos seca antes de la llegada del covid-19”, asegura Urzúa.

En más de una ocasión, el presidente López Obrador ha insistido en que los ahorros que han permitido la austeridad republicana y el combate a la corrupción ayudarán a combatir la crisis generada por el coronavirus.

Por ejemplo, en la conferencia matutina del 23 de marzo, el mandatario aseguró que tan solo por el combate al robo de combustible de ductos de Pemex, el huachicoleo, del 21 de diciembre de 2018 al 29 de febrero de 2020, se tiene un ahorro de 72 mil 43 millones 103 mil 520 pesos.

Además, presumió que “en recaudación estamos 7 por ciento arriba de lo que estábamos el año pasado en términos reales”, además de subrayar que, con la cancelación del aeropuerto en Texcoco, se están ahorrando “220 mil millones nada más por este concepto”.

También criticó que antes era habitual recurrir a créditos del Fondo Monetario Internacional (FMI), a los cuales ahora no se acudirá, ya que México cuenta con “reservas, ahorros, y podemos financiar nuestro desarrollo”.

Sin embargo, Urzúa tiene otros datos. De acuerdo con su artículo, en 2019 hubo un gasto público fuera de control, lo

cual se suma a ingresos menores a los esperados por la administración de

López Obrador, por lo que fue necesario usar más de la mitad de los recursos del Fondo de Estabilización de los Ingresos

Presupuestarios (FEIP). Sobre este punto, el economista en jefe de BBVA Research en México, Carlos Serrano Herrera, publicó en El Financiero durante febrero de 2020, cuando aún se veía lejos la llegada del coronavirus a México, que “durante 2019 el gobierno federal mexicano cumplió con el objetivo de alcanzar un superávit primario de 1.1% del PIB, que implicó la decisión de utilizar 125 mil millones del Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios, derivada de la menor recaudación fiscal respecto a la anticipada que se tuvo en el país”.

Además, “esto se dio en el marco de la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria (LFPRH) y su respectivo reglamento que establecen que el FEIP se puede utilizar para amortiguar los efectos sobre las finanzas públicas y la economía del país cuando se observe una recaudación menor a la esperada. Y esto fue precisamente lo que ocurrió en 2019. Debido al estancamiento económico, los ingresos tributarios fueron 108 mil millones de pesos menores a lo esperado mientras que se obtuvieron 90 mil millones de pesos menos por concepto de ingresos petroleros”, por lo cual la consideró una medida correcta.

Sin embargo, a una semana se confirmó el primer caso de coronavirus en México, y advirtió de la necesidad de “seguir utilizando mecanismos como las coberturas petroleras e instaurar una regla fiscal que asegure mantener equilibrios fiscales a lo largo de los ciclos económicos”. En suma: los ahorros ya se acabaron o no se tradujeron en excedentes del presupuesto.

Finalmente, el exsecretario Urzúa sentencia que “entre los cuatroteístas el sentido común es el menos común de los sentidos”, en referencia a que existe la creencia de que el déficit público es malo.

Incluso tilda de obviedad que los gobiernos nacionales deberán aumentar su déficit público, al grado que incluso Donald Trump ya autorizó un gasto público extra de dos billones de dólares.

Parar por completo es un suicidio

La gente ha escuchado y leído hasta el cansancio: “Quédate en casa, quédate en casa, quédate en casa”. Para algunos, es posible dadas sus condiciones laborales.

Pero en un país con más de 31.3 millones de personas trabajando en el sector informal, según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) presentados este año, eso es prácticamente imposible y, en términos meramente económicos, un balazo en el pie.

Datos de 2018, reflejan que la economía informal aporta el 22.5 por ciento del PIB nacional, es decir que por cada 100 pesos generados de PIB del país, 22 pesos fueron generados por aquellos que trabajan en la informalidad. La gran mayoría de esos trabajadores informales, viven al día, tienen que salir de sus hogares para generar sus ingresos; por esto se entiende la lentitud que muchos acusan en la toma de la decisión de poner en completa cuarentena a los mexicanos.

Naciones con mucho menor incidencia de casos de coronavirus y muertes causadas por ello, optaron por dichas medidas. México, con sus más de 127 millones de habitantes, ha sido más cauto. La razón obedece nuevamente a la fragilidad económica del país.

“La economía mexicana ya tenía tos seca antes de la llegada del covid-19”.

Carlos Urzúa, ex secretario de Hacienda.

Petróleo + coronavirus = recesión

De acuerdo con la calificadora estadounidense Moody’s, la sombra de la recesión económica amenaza a México por la pandemia y, por si faltara algo más, la dramática caída en los precios del petróleo.

Un reporte de analistas de dicha agencia indicaron que “la economía de México podría no librarse de otra recesión si la pandemia del coronavirus empeora alrededor del mundo. El país podría sufrir no sólo por la proliferación de la infección y la debilidad de su sistema de salud pública, sino también por los efectos económicos del resto del mundo. La economía podría caer nuevamente en recesión durante el segundo cuarto del año”.

En dicho análisis se destacan los varios riesgos a los que México se enfrenta ya: la limitada flexibilidad monetaria, su debilidad económica y su limitada capacidad de enfrentar la propagación del coronavirus, esto último sumado a la pasividad federal y la desobediencia de los civiles que han desestimado el impacto del virus.

“Desafortunadamente, las limitaciones significativas y la falta de preparación del sistema de salud pública aumentan el riesgo de acelerar la enfermedad debido a su poca capacidad para combatir el contagio del virus”, acota Moody’s.

Sobre la caída de los petroprecios, México se ve principalmente afectado por Pemex. En la medida que la empresa produzca y venda más crudo, podrá aportar más recursos al gasto público, por lo que mientras menos produzca, menos podrá aportar.

Esto quiere decir que al tener menor gasto público, las inversiones gubernamentales podrían caer en rubros como seguridad pública, salud y educación, viéndose en la necesidad de recortar programas, algo a lo cual está completamente en contra el presidente López Obrador.

Muestra de ello, es que ante la crisis se optó por adelantar varios meses de pensión a adultos mayores, con el fin de brindarles una opción de financiamiento.

En este panorama, la única salida es que Pemex ponga en riesgo algunos de sus proyectos, especialmente los que representan elevados costos de operación, es decir los de exploración y desarrollo donde es indispensable una gran inversión.

Lo único benéfico, para el consumidor final, es que ésta caída en los precios del crudo han abaratado los precios de las gasolinas, pero esto también representa menor recaudación para el gobierno, por concepto del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS).

Lo que viene por delante

El panorama no es sencillo. El propio presidente lo ha dicho: se viene una crisis económica severa; algunos expertos prevén que sea a peor de la que se tenga registro desde la década de los 30, aun por encima de la de 2008-2009.

Bank of America prevé que haya una caída de 4.5 por ciento en el PIB nacional, mientras que Credit Suisse, de Suiza, ve una baja del 4 por ciento; por su parte, Banco Base espera que sea del 3 por ciento, a la vez que Barclays cree que será del 2 por ciento.

Pero es el banco Scotiabank el que plantea que la economía de México tendrá una caída del 5.8 por ciento en lo que resta del año.

Por su parte, el presidente de la Confederación de Cámaras Industriales de México (Concamin), Francisco Cervantes, cree que se corre el riesgo de un colapso económico de consecuencias imprevisibles y que generará millones de desempleados si la administración de AMLO no fija un plan de ayuda a empresas durante la emergencia por el coronavirus, algo que ya ha rechazado públicamente el presidente.

El coronavirus, según especialistas, podría ocasionar la pérdida de 150 mil empleos formales en el cierre de 2020, mientras que la tasa de desempleo subiría a niveles del 4 por ciento.

Para colocar en perspectiva, durante 2008-2009, más de 171 mil personas perdieron sus empleos formales.

Asimismo, esos mismos pronósticos esperan que mayo y junio sean los meses con mayor cantidad de despidos, especialmente en sectores como el manufacturero, la construcción, el turismo, comercio y la extracción.

Por su parte, Aleida Azamar, doctora en Economía y profesora investigadora del Departamento de Producción Económica de la UAM Xochimilco, ve a México “en una encrucijada difícil, pero no imposible de sortear”.

Para ello, ve como algo “fundamental que la administración pública se enfrente a la crisis sanitaria mundial, además de que se fortalezca la confianza de los mercados con un plan de contención en los costos sociales y productivos, sobre todo para las familias vulnerables y las empresas en riesgo de liquidez. La intención es demostrar que se mantiene una mirada hacia el futuro protegiendo a los ciudadanos del país, así como a la capacidad productiva nacional que podría jugar un papel crucial en la recuperación mundial que se avecina”.