Explorando las Nuevas Fronteras del Turismo. Perspectivas de la investigación en Turismo

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TURISMO Y PATRIMONIO

des, pensando muchas veces en lo que es atractivo para el turista aunque la comunidad no lo valore y muchas veces, ni siquiera lo conozca. Entre ambos extremos (concepción antropológica, “de abajo para arriba” y concepción legalista “de arriba para abajo”) se ubican la mayoría de las políticas identitarias, promoviendo un acercamiento entre ambas concepciones de “patrimonio”. Por lo demás lo que distingue a una comunidad del resto a ojos de un observador externo está definido en gran medida por lo que hace y por el lugar en que vive. El desarrollar ciertas actividades en común con el vecino fomenta un sentido de identidad tanto o más fuerte que tener un lenguaje o un pasado común. Frente al apabullante paisaje o al clima de Aisén, la humanidad suele pasar desapercibida. Pero en esta ocasión no nos referimos al “patrimonio natural”, sino precisamente a aquello modesto y poco llamativo, a lo humano, al “patrimonio cultural” El patrimonio cultural como atractivo turístico Suele partirse de la base de que el patrimonio cultural es atractivo. El turista y el viajero no sólo se interesan en conocer nuevos paisajes y lugares, sino también nuevas culturas. Este acercamiento suele complementarse –o incluso empezar por- la visita a monumentos o sitios de patrimonio cultural. Sin embargo, esta asociación turismo-patrimonio cultural no es simple ni automática y se basa en la relación afectiva que tienen los europeos con su propio pasado y en aquellas culturas complejas cuya identidad descansa en gran medida en sus obras. La gente no viene a Aisén a ver museos ni pretende tesoros o monumentos espectaculares ante los cuales sacarse fotos. El principal atractivo de la región y la mejor entrada para acercarse incluso a su dimensión humana es precisamente el medioambiente, el paisaje. A riesgo de desilusionar las expectativas de los empresarios turísticos o incluso del público en general, debemos reconocer que los objetos patrimoniales aislados en esta región no son particularmente atractivos. La gran mayoría de los sitios arqueológicos, por ejemplo, corresponden a dispersiones superficiales de artefactos y desechos de talla en piedra (Mena, 2000; Sade, 2008) y los monumentos arquitectónicos –si bien interesantes en el contexto de la historia regional- no son de gran valor por sí mismos (De Montserrat, 2001). Lejos de centrarse en el objeto mismo como un “recurso” turístico, por ende, es fundamental considerar el contexto, tanto la información que lo hace atractivo como el objetivo mismo y las características de una puesta en valor o activación patrimonial, considerando sobre todo su relación con el entorno natural. “Puesta en valor” turística: más allá del recurso aislado Cualquier esfuerzo de activación de este patrimonio, por lo tanto, debe considerar la entrega adecuada de información y –sobre todo- fomentar su conocimiento y aprecio por la comunidad local. Tradicionalmente, se asume que la

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