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T E S T I M O N I O

Cada uno va echando una palada y en acta se va anotando el ofrecimiento, firmando para que sea firme. El mayordomo mayor repite que este año hay que hacerlo sí o sí. Él ofrece 50 bolsas de cemento y 50 varillas de fierro. El gobernador 2.000 bloquetas, Otros 500, 200, más fierro, más cemento, la madera del techo, las ventanas, las puertas, clavos, alambres, pintura…. En trabajo comunal se ha hecho la limpieza del lote, aún queda dejarlo llanito, delimitar el terreno y empezar a hacer la zanja de cimiento. Una misa corta sella el pacto con este trozo de tierra que ya es santo. Se acercan las 2 de la tarde y es hora de almorzar en casa de Angélica, la procesión deja las demandas o apus sobre el altar y van desfilando los platos, primero llenos, después vacíos. A las 5 llegan a la capilla para recibir los castigos programados para las 10. Primero unas danzas de 10 minutos cada grupo como despedida. De Colorado ya faltan bastantes ya que muchos son alumnos y regresaron para sus clases. Se iluminan los focos a recibir la noche. Se había quedado pasar por callejón oscuro a todos los de las comparsas y al tercero se arma un pitote tal que se decide suspender y regresar a casa del mayordomo mayor para la cena. Impresiona el derroche de comida y bebida. Y eso que yo cumplo con el reglamento y no dejo piedra sobre piedra. Cuando empiezan los bailes y el ambiente comienza a caldearse me retiro a mi plegable. Rezo lo que puedo del oficio, enciendo todas las velas que puedo y dejo que los zancudos zumben a su antojo. Hasta aquí retumban los altavoces y parece que mecen mi colchón, pero no hago caso. Es la tercera noche en solitario aunque debieron ser bastantes los visitantes, ya que amanecí agujereado en cara, calva y manos. Garúa matinal avisa que son las 7, me dispongo a buscar movilidad para regresar a Colorado. Angélica me encuentra y solícita como siempre me invita a desayunar, va a buscar los miembros de visitantes y demás personal pero las calles están desiertas, las casas silenciosas. Aprovecho una furgoneta que viene desde el Cusco y para las 8,30 estoy en la misión. Los chicos están en el colegio. La cocinera en su sitio así que llego a desayunar. Tarea no falta pero me siento contento del ambiente y la participación de la fiesta. Que Dios haga realidad tanta promesa. Este próximo lunes me toca bajara A San Juan Grande. De fiesta en fiesta. Miguel y José se han adelantado. Allí están preparando los chicos y grandes para los sacramentos y armando la habitación que necesitamos para llegar con tranquilidad. Me dicen que Napo ya ha avanzado con la habitación, quedan los baños y pozo aséptico. Al bajar pienso parar en Pacal, ya van avanzando con los horcones para su capilla, parece que todos se van animando. Un año que se promete constructor

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