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O L U C Í T R A

Trazar un plan puede ser cosa relativamente simple cuando conocemos bien nuestros objetivos, disponemos de los medios, sabiendo que no tendremos grandes interferencias en nuestro camino, cuando hay un claro liderazgo y un perfecto conocimiento del proyecto por parte de todos los actores. Sin embargo, de todos los elementos mencionados, nada es seguro o cierto. En efecto, nuestros objetivos cambian frecuentemente, los medios financieros como humanos (vocaciones) son escasos, en nuestro caminar (estrategia) nos vemos afectados por presiones de todo orden, los liderazgos son contradictorios, tímidos y acomodaticios y la gente (el Pueblo de Dios) no tiene pleno conocimiento en qué consiste hoy la vocación cristiana de fe, relegada la mayoría de las veces al cumplimiento de una normativa y a un cúmulo de prohibiciones, a veces anárquicos en relación a los tiempos. En los primeros tiempos de la planificación estratégica, por los años 60 del siglo XX, se la veía como una herramienta para competir exitosamente entre empresas rivales. Con el correr de los años, justamente en tiempos turbulentos, se ha podido reconocer que toda organización "compite" con el entorno, es decir con recursos escasos, debilidades y desconocimientos internos, amenazas externas, riesgos extremos, pero que a la vez para hacer frente a este entorno debe utilizar adecuadamente sus fortalezas. Nuestros "competidores" son en definitiva todas aquellas circunstancias que no nos permiten cumplir con nuestro trabajo, o como lo plantea Fray Carlos Sánchez, con nuestra Misión. Me atrevería a especular que la Orden Dominica no tiene ninguna Misión que redefinir. Ha sido establecida desde los tiempos de Fray Domingo de Guzmán y mientras no se termine la misión de Cristo en la tierra, la Orden permanecerá en sus propósitos. Probablemente podría requerir una adecuación a los tiempos, pero estoy casi seguro que estaríamos frente a una cuestión semántica y explicativa, más que a una redefinición profunda. Distinto es el caso de los diversos capítulos y comunidades que evidentemente tendrán que adaptar su quehacer a la realidad o entorno de cada cual, según sea donde, cómo y para qué actúan, de acuerdo a la Misión rectora de la Orden. Otro es el planteamiento respecto de la Visión. La visión es el proyecto de futuro que queremos y el camino para lograrlo es la estrategia. Formular un plan estratégico es definir el camino entre misión y visión. Es una hipótesis de futuro. Qué somos, que queremos y cómo lo lograremos. Acá es donde afloran todos los problemas de transitar por el camino de "cómo lograrlo", porque por mucho y muy difícil que sea definir la visión, de nada nos sirve si no establecemos el camino para saber como lograrla, o cómo llegar a esa hipótesis de futuro

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