171 2008

Page 16

O C

U

L

La inculturación no debe presentar a Cristo con un rostro indígena, sino que tiene que ayudar a descubrir a Jesucristo en su historia y en el corazón de los indígenas. La inculturación no es poner ropajes a las imágenes, sino hacer descubrir a nuestro Padre Dios que vive dentro de nosotros y se preocupa por nosotros. Las manifestaciones rituales pueden ser muy variadas. La misión es una semilla que hay que sembrar, después crecerá con diversas manifestaciones; pero la savia que corre por dentro es la vida de Dios.

A

R

T

Í

Ciertamente que el tiempo nos va descubriendo el camino. Antes, al querer asumir el desafío de la inculturación, nos quedábamos, quizás, en las manifestaciones culturales, poniendo énfasis en el folklore, y la inculturación no consiste únicamente en vestir como ellos o hablar como ellos y tomar las costumbres de ellos. Un cosa es el arte y el folklore y otra cosa la inculturación. Ciertamente que el arte y el folklore son bonitos y son expresión de unos sentimientos culturales, pero si nos quedamos con eso, no hemos entrado en la inculturación del Evangelio. La inculturación tiene que llevar a hacer descubrir el rostro de Dios a los indígenas; las formas culturales y litúrgicas que expresen su religiosidad las irán haciendo ellos. Pero en la inculturación tenemos que tener en cuenta que el indígena, por primitivo que sea, ya posee una rica experiencia de Dios, ha cultivado su relación con Él, desarrollando una liturgia propia, compuesta de símbolos sagrados y ritos religiosos propios de su cultura. Si el pueblo acepta el mensaje evangélico, tiene derecho a celebrarlo con sus símbolos y sus ritos. El mismo pueblo le dará un sentido cristiano a su tesoro litúrgico. El pueblo decidirá si quiere incorporar símbolos y ritos del misionero, pero el misionero debe estar preparado para aceptar que serán incorporados cambiándoles su sentido (cada pueblo le da un sentido diferente a la vida, eso es cultura, no hay que olvidarlo). Por tanto, la predicación del Kerigma inculturado, a un pueblo que no conoce el Evangelio, es tarea del misionero, pero su reflexión teológica y su propagación, es tarea del pueblo. Por último, el mensaje queda inculturado cuando el pueblo se organiza para vivirlo de acuerdo a sus formas propias de organización social; esto es, de acuerdo a sus usos y costumbres. De todas formas, la inculturación es un proceso muy largo, que durará mientras dure el hombre; porque el hombre es dinámico, activo, creativo, y tiene que dar respuesta a la vida en toda su dimensión, según se le vayan presentando los problemas.

16


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.