Nudo Gordiano #5 - [Amor y Desamor]

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Marzo/ Abril, 2019 No. #5

Nudo Gordiano DIRECTORIO Consejo Editorial Adrián Alcántara Solar Eduardo López Albarrán Enrique Ocampo Osorno Julia Isabel Serrato Fonseca

Dirección Enrique Ocampo Osorno dirección@revistanudogordiano. com

Difusión Erasmo W. Neumann

Jefa de Diseño Editorial Mary Carmen Menchaca Maciel

Redes Sociales Claudia Monterrubio

Toluca, Estado de México, México. Nudo Gordiano, 2019. Todos los derechos reservados. Revista literaria de difusión bimestral contacto@revistanudogordiano.com

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Índice Poesía Aquella Tumba Rafael Aguirre Trotamundos Angeles Montañez Divagación del Árbol José N. Méndez ¿Qué eres? Eddyan Escobar Farewell a los adioses César Jordán Antonella en Madrid Julián R. Carson Una Flor Para un Poema

6 8 10 12 14 18 20

Lorena Martínez

Herejía/ o el primer amor Adán Machuca

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Cuento Leila Ricardo Tello Manto de Sombra Daniela Morales Pandora Pablo Manuel Rojas Aguilar Pareja con Caracol en el Jardín

28 32 34 36

Marti Lelis

El Poeta Andrea Marin Juego Serio Cuasi Reloj Gerbos Abastos

38 41

Ensayo Amar por Rizoma desde la Filosofía de Gilles Deleuze y Félix Guattari.

44

Juan Rey Lucas

Amorosa Pestilencia Itzia Rangole

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Poesía 4


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Aquella Tumba Rafael Aguirre Palpitante hielo son los brazos que rodean los húmedos flancos.

Tímido sol de pétalos blancos desganado confortas

el polvoriento contenido de los sepulcros. Eres aquella tumba, profano altar. Eres herida profunda,

negro relámpago atado a mi carne. Mientras tus labios carcomidos reptan sobre mi frente guardo en ti mi cuerpo

como el mejor de los recuerdos.

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Rafael Aguirre Abril 20, 1983. Acapulco, Guerrero En 2012 estudió literatura y redacción en el taller Cultura Acapulco a cargo de Gustavo Martínez Castellanos, en el mismo año asistió al taller Poesía en el Festival de Expresión Joven patrocinado por el Instituto Guerrerense de la Cultura y en el seminario Conocer, Leer, Compartir como parte del diplomado de Profesionalización para Mediadores de Lectura impartido por Erika Burgos Pineda en el Centro Cultural Acapulco.

También fue parte del curso-taller de creación literaria de la Delegación Estatal del ISSSTE impartido por el Dr. Francisco Xavier Ramírez Sánchez de septiembre a diciembre de 2012, colaborando en la investigación historiográfica para el libro Entre Rocas e Iguanas surge el Paraíso. En febrero 2013 fue nombrado investigador asociado y miembro de la Sociedad Académica de Historiadores y tomó parte en la organización y planeación de la Primera Sesión Solemne del Capítulo México de la Sociedad Académica de Historiadores. En 2015 asistió curso Introducción al Periodismo y Publicidad impartido por el Dr. Francisco Xavier Ramírez Sánchez. Un año después colaboró como fotógrafo en la obra historiográfica Voces de la Necrópolis realizada por el escritor y docente Francisco Rafael Escudero (q.e.p.d)

En febrero de 2018 participó en el taller Manejo de Cámara Digital impartido en el Centro Cultural El Fortín por Lilian Casarrubias Galeana. FB: Rafael Aguirre FB fanpage: Sunday Spleen

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Trotamundos Angeles Montañez

Tengo plumas de fuego atoradas en la tráquea,

pero sentimos que los sueños son distintos,

siempre que caigo en versos de olvido;

un fragmento de tu cuerpo se ha desprendido

porque he tenido la necesidad de renacer y las tengo clavadas en mi carne,

para que curen mis huesos y purifiquen de mis pulmones el perfume del poema perdido.

Me he sangrado en cada encuentro de horas absurdas, cada vez que me duermo entre letras de golondrinas, como si fuera el mismo silencio que los inspira, el mismo cielo que los atormenta.

Me pregunto dónde se entierran las semillas

cuando se mueren las flores internas, si hay que abrirnos el cuerpo y sacarlas al sol

para que pierdan la amargura;

si hay que bañarlas en agua de río,

porque no sólo es tu mente quien te abandona, con la mitad o la mayoría de tus pulmones, y una vez ajeno a ti,

el túmulo viaja a mundos alternos,

donde el vicio es inexistente y el exceso nunca es basto. Entonces el sol yace muerto,

porque no se necesita más que para embellecer el sueño, pero en este mundo carece de poder,

porque se hinca ante voluntad de las reinas lunas,de las lunas que se pasean coquetas frente al cosmos,porque aquí no son inertes,aquí son la vida después de la muerte; entonces, al llegar, se deja caer en el pasto, que no es verde, ni amarillo, ni seco,es azul intenso, es el mar en la tierra, el cielo de noche.

o dejarlas secar en un frasquito vacío,

Y el agua, el agua se rige por sí misma,se le antoja a veces ser nada, y todo, a veces contiene el reflejo de mil narcisos,

y hacer con ellas un collar,

y otras el oleaje suena a gritos de auxilio,

y regalar una cada que pregunten por el artesano,

ni quién se ha abandonado al meter en sus bolsillos las piedras que llevaba en los hombros.

esperar a que se tornen café oscuro llevarlas en pecho como corazón

regalar una cada que te enamoren palabras de terrazas surrealistas, o el barro de cada tal vez. Sueños de fiebre

porque no olvida quién ha muerto en su cuerpo,

También ha hecho el amor con tantos mortales y tantas musas,

Cuando en nuestro propio cuerpo nos quemamos,

y se ha quedado con lo más temible o más precioso de cada sexo.

y vertemos nuestras cenizas entre órganos vitales;

Terminando de bañarse en lo que fueron aguas benditas,

en nuestra mente propia nos consumimos,

nos dejamos a lo desconocido de nuestras cuerdas vocales, a nuestra historia interna,

cuando viajamos del corazón a la sangre;

dejamos, entonces que nos arranquen la vida

y jueguen con ella, sin saber con certeza quién ni a dónde la llevan; 8

antes de tornarse en un rojo escarlata, sume su cuerpo en un tronco de laurel, y se mueve como pecadora en el interior, para subir a las ramas,tomar una estrella y reconstruir el corazón desmembrado que se robó.


www.revistanudogordiano.com Y cuando la tiene, congela sus manos, cuando se asusta, se traga su luz,

por lo tanto, camina con sus pies sintiendo cada piedra

y quema sus labios, se tornan blancos, y su piel se vuelve lunar,

como si fuera la primera vez, y a cada paso se eriza su piel.

de su cuerpo nacen cráteres, y su edad entonces es milenaria.

Las lunas la miran como hermana, y como hermanas la envidian

y todo el polvo, despacio,

Entonces terminó la cueva,

y al buscar el retorno se encontró con más roca; miró hacia arriba, y vio el sol;

escaló, y los insectos saltaron suicidas. Al llegar a la cima, ya no era luna,

“no tienes vida, no tienes dónde enamorar poetas

su corazón no le cabía,

ni dónde dar descanso a la gente sin pan”,

sintió la leche escurriendo su cuerpo, limpiando el polvo de estrellas

todo era luz,

entonces ella llora leche, porque era verdad.

hasta que dejó de existir.

Se esconde en una cueva con insectos fluorescentes,

Fue un constante trote,

que le susurran al oído leyendas escritas en el rio, porque ella brilla más que ellos y la proclaman diosa; la envuelven con torpeza,

porque buscan su cerebro, y buscan dónde tiene su vida, se enredan entre su cabello, se pierden en sus pechos, entre sus piernas y se acostumbran en vivir en su cuerpo, porque es tibio, ella los deja. Los sigue al interior de la cueva,

mientras le susurran que el camino incorrecto la llevará a un abismo del que no podrá despertar, ni pensar, ni sangrar, ni respirar, pero estará;

Transeúnte

por la rapidez del tránsito en tus manos, un finito trate de alcanzar tu viento a pinceladas. Pasear la noche en tu río

y que el navegante de tu verso se acunara en el quiebre de los mundos.

Angeles Montañez Participé en el XXIV Encuentro de Mujeres Poetas en el País de las Nubes en 2016 y publiqué en el compilado poético de Mujeres poetas por la paz. Participé en el Primer Encuentro Fronterizo de la Universidad Autónoma de Baja California.

Participé en el decimocuarto Foro de Estudiantes de Lingüística y Literatura de la Universidad de Sonora 2018 y en el III Congreso interuniversitario de estudios literarios y lingüísticos de la Universidad de Yucatán.

Nadie asegura que pisamos las mismas horas,salvo luces palpitantes en cuerdas que simulan un orden.

No estoy buscando el cielo a donde migraste,pero a veces encuentro plumas en la tierra las guardo entre textos de adioses y música de ajenidad. Nos encontramos en mares, penínsulas y fronteras, donde se escurre arena, lenguas, ojos, entre-piernas, por yugo de ecos,o de renacimientos. Almas vibrantes de estaciones. Fue un constante trote a tu lado, por mi silencio

y tu caos compacto. 9


DIVAGACIÓN DEL ÁRBOL José N. Méndez Querida:

Aquí, ombligo de luna donde mi voz hace nido, y todo reposa

después de aquél banquete de pastillas y alcohol tan apropiados para el caído. La náusea es un espectro temblando

frente a la fuerza de siglos y siglos emanando de las hierbas.

Los antiguos dicen que hay árboles capaces de contarte toda la historia del mundo, las huellas de su corteza;

descubrieron que el tiempo no distingue del romano o el maya.

Hay árboles que conocen la hora perfecta para ir a jugar con los niños, para refugiarse de la lluvia,

para sentarse bajo su sombra a comer algo, para el beso discreto

y el abrazo que conforta. Hay árboles cuya lágrima de savia

lleva todo aquello que estuvo hundido caminando entre penumbra y bien aprovechada, esa sustancia

puede volverse alimento de la letra o sanar alguna herida. También hay árboles

en la espera de ir descubriendo cada misterio, pueden oír algo que los estimula a mantenerse rectos

y brindar su sombra. 10


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José N. Méndez Quizá no han descubierto más

y creen que es todo lo que tienen

y se ha dicho que nadie es más rico

que aquél que comparte su única posesión. Hay árboles que de tanto verlos

se vuelven parte de nosotros un lazo indestructible, árboles que abrazan, árboles que aman, árboles que lloran

y árboles que callan árboles-hombres

árboles salvando a otros árboles, una, dos,

tres,

las veces que les quepa en el alma... Como cabe el vuelo del gorrión en tu iris,

como cabe toda sensualidad en el lunar de tu mejilla, y como caben en la comisura de tu labio todas las verdades.

Ciudad de México, 1986) Egresado de los talleres de crónica “Historia oral y memoria colectiva” y de creación literaria “El lenguaje de la posibilidad”. Algunos de sus trabajos han sido publicados en medios digitales e impresos de México, Argentina, Perú, España, Estados Unidos y Túnez y en diversas antologías internacionales de microrrelato y poesía; ha publicado hasta el momento 4 poemarios: Los cuatro abrazos para sobrevivir (Ediciones Canapé, 2013)

Temporada de Sequía (2014) Marítimas Brevedades (Arribos, 2015) Doble Filo (Dipsomanía Poética, 2017)

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¿Qué eres? Eddyan Escobar Eres el primer rayo de sol en una mañana de invierno, del que todos buscan calor.

Eres olas que acarician mi cuerpo dejando tu humedad en él. Eres granizo que me empapa con suaves golpes la piel. Eres sol de medio día, caluroso y bochornoso, que necesitas alejarte de él.

Eres lluvia de noche sobre la ventana que me arrulla con su rítmico caer. Eres ese primer trago de café en mi boca,

que se impregna en ella hasta dejar su esencia.

Eres los ronroneos de un gato después de su arrogancia de no dejarse tocar. Eres la embriaguez exacta y alegre de una tarde en un bar. Eres el sueño alargado y flojeroso en una mañana de domingo. Eres la inocencia en los en los ojos de un niño ,

al dejarse sorprender por las palabras de mamá.

Eres las hojas de otoño que adornan con su color las banquetas de la cuidad.

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Eddyan Escobar Nací en la ciudad de México, tengo 24 años, estudié psicología social en la Universidad Autónoma Metropolitana, me gusta la poesía y suelo escribir un poco de poesía contando un poco de quien soy y lo que vivo por medio de ésta. Twitter: @eddyan_ep Facebook: EddyanEscobar Instagram:Eddyan_ep

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FAREWELL A LOS ADIOSES César Jordán

ES DECIR, TE EXTRAÑO,

Regresa pronto,

menos horas en el día,

y yo, te estamos esperando.

ahora un poco menos; menos días en el mes

que tu sillón, tu taza

y pienso: ella no volverá;

MI NENA TOCA UN BLUES PARA EL OLVIDO

en que busco tu mano y sólo va la calle,

se llevó cuatro cervezas,

pero es que, en ocasiones como ésta,

suelo recordarte entera en la medida exacta

entre tus besos y mi piel, o la medida exacta

(dos mil doscientos besos) entre tus ojos y tus pies. Es en estas ocasiones

cuando suelo fumar más, y pienso,

que tal vez,

algún día volveremos a nadar,

en tus ojos infinitos, como el mar. DECIMAL UNO

Pasan los días y te extraño, miro la cama vacía, el buró descargado,

mi boca sin el beso de la mañana, mi frente sin tu mano como bendición. Te necesito. Te extraño.

Te necesito. Te extraño.

Te necesito. Te necesito. Te necesito. 14

Se fue un martes o jueves por la noche, dos pares de calzones

y tres puntos decimales de mi corazón;

me dejó en la cama con el cuerpo destrozado y el alma a punto de morir.

Volví al viejo vicio de las caricias rotas y los amores apagados;

a los besos de las putas

y al café sin leche, ni sabor;

dejé de jugar al sueño de las nueve y al hombre de familia responsable que toma cerveza sin alcohol. Mi nena se marchó muy lejos

y se llevó con ella su canción, aquí sólo quedó su aroma, el eco de su risa, dos fotografías

y una casa sucia

que un día estuvo llena de su amor.

Mi nena toca un blues para el olvido, y en esa fiesta,

ya no puedo bailar yo.


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AFTER HAZE Un blues para buscar amor barato,

de no volverla a ver.

de medias de cien pesos

Un blues para quitarme el frío, despacio,

de labios rojos que huelen a solvente,

como los gatos

y tacones de dos mil,

para aparearme en mi balcón

de piernas gruesas de anaconda

y sacarme de una vez,

y un condón sin marca, ni refill.

Un blues para matar –té-

amor de noche,

y para siempre,

todo lo que nunca tuve; todo lo que nunca fue.

con dos grapas de buena coca

EN SU SONRISA CABEN CIUDADES FRENTE AL MAR Y LUNAS LLENAS,

con media onza de una mala mota

luciérnagas y mariposas que destellan y desaparecen,

y que quede por ahí.

noches en la playa bajo el aire cálido y sediento,

mientras te beso en otra boca,

noches frente al mar de oleaje oscuro,

y un par de jarras del Dalí,

y un hotel que no sea caro

Un blues que suene antes que me olvides, te penetro en otro vientre

y me vacío sobre tu cuerpo

noches en la arena escuchando el rumor del agua,

en otra piel y de otra piel.

noches tirado bajo el cielo inmenso de luces encendidas.

una vez más dos desconocidos,

En sus ojos hay caminos y veredas apenas transitados,

que se encontraron tarde

senderos escondidos llenos de cerezos y heliotropos,

y que no saben hacer llover.

pájaros escandalosos que vuelan y dan vida a la tierra,

de ese que sonríe con una copa,

monos y águilas gacelas

Un blues para saber que somos que no deben volverse a ver, una noche de descuido

Un blues para buscar amor barato, que busca cama y no mañana, que quiere hombre y no café.

y otros cientos de animales que juegan al amor.

Un blues para buscar amor de rato,

Entre toda ella hay árboles espesos y flores que dan frutas;

que te deja con el cuerpo destrozado

ramas sueltas y delgadas como si fueran de su cuerpo;

de ese que no pasa de una noche, y unas pinches ganas

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un aroma a niebla fresca de montaña despertada

y un ligero musgo que nace en el centro de su ser.

Entre toda ella hay una sonrisa repetida y repetida, un café como pretexto para descifrar su piel,

un delgado cuerpo y unas piernas bien formadas y un par de ojos pequeños y absolutos, que llenan de color el aire,

y en los que no me importaría perderme por un año, o por cien.

VIENEN LOS DÍAS DEL FRÍO Y TE PIENSO Y TE EXTRAÑO, aún no te conozco, y, sin embargo,

sé que en algún cierto lado, me estás esperando; por eso camino Colón, sin tu mano en mi mano y al llegar a Villada ya vamos charlando, del amor y la muerte y la vida,

de los perros, la tele y los gatos;

luego, llego a Morelos y antes que cambie el semáforo te pierdo de nuevo, entre el smog y los carros; por eso te busco en un cuerpo,

en un cuello, en un beso con aroma a cigarro; por eso te busco en las formas apretadas y temblorosas del cielo nublado;

por eso te ando en el centro, buscando y buscando, por eso te pierdo y de nuevo

regreso a la casa, en un camión viejo con el rostro apagado;

entonces pongo el té y te pienso y te extraño, y mientras espero a que llegues con tu amor y tus pasos,

hago formas del aire, hago barcos del hielo, y entre el frío sin tus besos, me voy navegando.

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www.revistanudogordiano.com GARGANTA DE PIEDRA Venimos a cortarnos las manos, en la garganta de piedra que es la soledad;

en esta soledad llena de gente en que estamos dos: respirando palabras, fronteras de labios sin abrirse,

Uno al otro, no somos nada más que el uno al otro,

agarrados de los muslos, apretados, secos de sangre cuando no hacemos el amor;

de manos caídas para no cansarnos; de bocas y lenguas para no hablar.

mirándonos los huesos en el silencio de pájaros,

Y al estar sin manos, ni bocas, ni sexo;

de esta hora en que nos abrimos la piel

al vernos desnudos sin usar los ojos

para entrar en calor.

Ella y yo que nos andamos despacio, pegados, como animales buscando un lugar para dormir. Nos sentamos bajo la noche a ver pasar la vida

al estar sin pájaros, ni gente, ni nada; y al tocarnos sin tener un cuerpo

y al morirnos sin sentir la muerte,

sólo entonces dejamos de sentirnos solos;

y frente a frente, juntos, calentamos el mismo aire, somos sólo de nosotros

y entre risas y besos de silencio,

venimos a burlarnos de la soledad

y nos sentimos solos el uno al otro, solos; bebiendo de la tierra lluvia seca para no morir.

Estamos solos, solos el uno al otro, como única compañía, llorando en silencio mordiéndonos los pies. De frente y sin caras,

nos damos sin gritos,

sin falsos, sin mentiras;

estamos aquí, de frente y solos; en esta soledad cerrada, apretada como el aire,

en que sólo entramos ella y yo. Luego vienen los viejos y sabemos que ya no son nuestros, y que tú y yo ya no somos de nadie, sino de nosotros.

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ANTONELLA EN MADRID Julián R. Carson No he visto días venideros desde que tu madre

me dijo que habías sido hallada junto a un edificio y eras una fruta que explota contra la frente de un transeúnte para esos años vivías en España y giraban muy raudos los grandes molinos de su bonanza económica Veo tus fotografías en las que estás en un café o en una plaza de Madrid sonriendo y brillaban cigarrillos centelleantes en el marfil de tus dientes Me decías que vivías bien

Y yo cada mañana en la Panamericana masticando el polvo embestido por los claxons de los tráilers me perdía yendo por el cruce Salaverry y Las Delicias pero Albert King me convenció que podía tañer el delirio de las cigarras cada vez que un estoico nacía y sé que prevalecerás en mí no como una helena sin brazos sino como un laúd desnudo porque soy el marfil de los elefantes y tu madre me dice que ya no juegas con ese muñeco de tentetieso inexorable sordo como la caligrafía del universo Porque ahora tus dedos son de sal

de stress y toda una pirotecnia de sonrisas de látex que la modernidad líquida nos inventa

para ahogarnos en interminables colas en el banco de crédito solo para ver la tuberculosa cara de Valdelomar en un billete de 50 soles

o ahogarnos en pantanos de aburrimiento

viendo maratones de series de TV frente a un espejo grave que duplica nuestra soledad día tras día

y esa suerte de ser dos ángeles expulsados del edén por escenificar la gran copula de Santiago con la madre del cordero o ser dos aves que regresan a su nido con racimos de fuego en el pico para arder las alas del Ícaro-Blues

que dejará caer (sus escamas) un cardumen de esperanzas

Porque desnuda has caído contra ese concreto frío que es la vida

que un negro del Mississippi nos cantará mientras desnudamos a la

Pero yo le cito a Teognis y le digo que estás serpientes envenenarán los males del tiempo.

vida en una gran pileta de valium

Segundo Imbox para Angie/ 22 de febrero del 2018

porque es hora de tostarnos la piel en una playa desierta antes que al

Y vamos arrojándonos

atardecer el horizonte no sea más que una bisagra oxidada

como felinos en celo que se hacen el amor en los parques de

una cortina de lluvia que abríamos cada vez que bajaba tu ropa

el uno sobre el otro

y no podamos escapar por ese bisel de dicha

san andrés santa maría y la unión

interior todo esto te lo digo Angie mientras te veo dormir

huyendo del cinematógrafo del tiempo antes que quiebre la cascara de huevo del rostro de tu juventud con su flash ob-torturador y nos capture en su película de oficinistas idiotas devorados por dragones 18 18

quieta como un jarrón chino. Sentimentalismo En un funeral de moscas, y la única limosna


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sacra del filántropo: un ataúd

Julián R. Carson

sepia melancolía.

Nacido en Trujillo – Perú, el 20 de octubre de 1996. Julian R. Carson, encontró vocación por la música y poesía en su adolescencia, ahora se encuentra culminando su primer poemario que posee una retórica callejera y marginal con una voz actualizada a estas décadas de post-globalización intentando realizar un dialogo fructífero entre la cultura docta y cultura popular.

yace el recuerdo felino que vagabundea en los techos de “El Olvido”

cadáver frio.

caligrafía en las orillas del Leteo cadáver frio que nadie

quiere velar el atuendo

purpura del Tiempo.

Civilizaciones de legionarias ideas pisoteaste

redujiste a hormigueos de letra escrita sus voces, hechas sus vidas en guijarros y huesos, los enterraste bajo tierra.

Los panteones fertilizas con flores caídas y frutas podridas que desgranas del rosario del devoto. A la multitud castigas, entregas su cabeza a ese Cancerbero que desfila

Por lo pronto esta dedicado de lleno a la composición de música y de poesía; intentando siempre manejar un discurso que esté preocupada tanto en complacer como en persuadir.

en ceremoniosa procesión de relojes de arena ¡Oh, la cotidianeidad!

(Olvido, tu que eres el cadáver frio que nadie quiere velar ¿Por qué claudicas ante este corazón, que es el mimetismo de un camaleón desquiciado?)

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Una Flor Para un Poema Lorena Martínez Claro de Luna

Nunca pude definirte en una sola palabra con exactitud. Porque tú eras muchas cosas y tan pocas a la vez. Tú eras el atardecer.

El amanecer donde la luna saluda al sol para irse hasta después regresar. Tú eras esa mano que se asoma por la ventana de un tren despidiéndose. Pero no sabes cuándo volverá.

Tú eras todas las jodidas canciones del mundo juntas.

Pero las únicas que, al momento de escucharlas, te recorrían unas tremendas ganas de bailar. Así me sentía contigo. Tú eras el ritmo en la guitarra de Sabina.

La mujer que enamora perdidamente a los poetas. La razón de quienes piensan.

El porqué, el arte tuvo sentido cuando lo hiciste tuyo. La mano en la cintura, la risa de los niños. El anuncio de que la eternidad estaba un poco más cerca. Y eras tú quien lo decretaba. ¡Qué me borren de la vida si algún día tratase yo de definirte! Porque eras tantas cosas y tan pocas a la vez.

Quiero ver que la gente baile con tu música, esa que transmites. Hasta que los artistas te pinten en su retrato.

Hasta que París me sepa a ti, y Berlín ya no se sienta frío a tu lado. Tú eras muchas cosas, y yo era todo cuando estaba contigo. La vida se veía más bonita, y yo, más valiente, contigo. POR MUJERES COMO TÚ.

Eres un talismán, y que nadie se atreva a tocarte sin antes saber, que tú, le enseñaste a los pintores qué es el arte y cómo se siente cuando renace en forma tuya. Por cómo bailas, aunque no exista más que la música dentro de tu cabeza. Este poema es para ti, pequeña criatura enamorada de la vida. Mirándote a los ojos, se viaja y vaya que se llega lejos. Ojalá que París e Italia dejen de existir sólo en tus sueños, y salgas a conocer el mundo entero. -Ana Lorena Martínez Peña.

UN ADIÓS QUE NO SABE A 14 DE FEBRERO. Dos corazones.

Puestos en la mesa. Manos atrás.

Nadie los puede tocar.

Lágrimas por aquí, por allá.

No tenían nada que decirse el uno al otro, pero vaya que los ojos hablaban solos. Querían despedirse, soltarse, pero no sabían, que sus corazones traían semillitas de un amor, que florecía y éstos, ya deseaban cortarlo.

Por ti, nace la poesía.

Pequeños pétalos de un par de flores, que crecían a la impar.

Por tu risa.

No puedes apagar un incendio cuando has sido tú, quien lo ha provocado.

Por cómo se mueven tus mejillas cuando sonríes y cómo se detiene el mundo cada vez que lo haces.

La valentía les salía cara en este instante, no querían partir.

Por las ganas que tienes de ser invisible cuando en realidad, querida, no nos engañemos, todos te miran cuando entras a una habitación.

Trataban de llenar el silencio con palabras a medias.

Por tus labios y lo qué haces con ellos. Por tus manos y tu delicadeza.

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Risas ajenas.

No creen, que quizá sus cuerpos pueden estar separados, pero el alma, nunca olvida. La música ya no combina con su valz. Y ésta, se ha dejado ya de escuchar.

Estaban listos para partir, pero el corazón se les quedó encerrado atrás de la puerta. Se han jurado no volverse a tocar las vidas, ni las ganas de estar juntos. Esa noche, dejó de sonar la orquesta que ponía a bailar a su amor. Se dijeron hasta pronto, se quisieron. Pero, hasta pronto qué.

Hasta pronto, ¿Qué me quieras de regreso? ¿Qué no encuentre en otro lo que sentí contigo? Aún intento descifrar, por qué la gente se despide cuando no quiere irse, tal vez el destino les ha jugado chueco, pero vaya que éste, sabe mover muy bien sus cartas. Un 14 de febrero triste, que sabe a todo menos a chocolates. TE DICEN VALIENTE.

Calmas tormentas, el amor está lleno de ti. He visto cómo te ha mordido el miedo y te has reído. Le has dicho que contigo no puede. Iluso que es.

Aún no sabe que tus mejores trucos, no los guardas bajo la manga. Te he traído una flor para un poema, o era ¿una flor para otra flor? No importa, tiene sentido para mí.

Escribí un poema para ti, ojalá te haga sentir, como tú me haces sentir a mí. Tú, provocas mi latir. CIELITO LINDO.

Somos tan distintos, amor mío.

Cuando yo voy de regreso, apenas vas tú de ida. Difícilmente concordamos en algo. Donde yo veo gris, tú ves blanco.

Pero nunca, ninguna diferencia, pudo contra nuestra primavera.

Escribí un poema para ti.

Me he acostumbrado a las discusiones sin sentido.

Tus ojos son los protagonistas.

Al té frío de los domingos, (porque no te gusta la bebida caliente en general).

Soy el espectador, y tú creas música hasta cuando hablas. Me miras, y te juro, que me desarmas la vida.

A tu ropa por todos lados, y a la taza medio vacía que dejas día con día, botada en la cocina.

Eres un poema que respira, yo, pido ser tu poeta.

Me he acostumbrado, a llorar de risa, a tu maestría en hacerme feliz, y a tu constante fe en mí.

Se lee de arriba para abajo y de abajo para arriba. Tu risa, el motivo.

El amor me ha atrapado, ¿será que llevaba mucho tiempo corriendo? Eres un poquito triste, estás levemente rota, pero no te preocupes, que vamos despacio y con cuidadito.¿Por qué guardas tus risas en cajitas? Déjalas salir, que las paredes se enamoren de ella, que los pajarillos la imiten. No lo sabes, pero tú, remiendas corazones con tan sólo sonreír.

Los defectos los llevo por bandera, porque contigo, me siento más valiente. Ya no existe mi guerra o al menos, ya no peleo sola. 21


Traes mi corazón en manos, por favor, trátalo con cuidado. Riégalo de vez en cuando, no se te olvide darle cariño y, sobre todo, mucho amor.

Somos tan distintos, tan locos de amor, tan llenos de poesía, de esa que te llena el alma y te hace sentir que la tienes de regreso. Cada día le susurro a la luna, que seamos eternos, que esta carcajada que encendiste desde que te conocí, en mi corazón, no termine, que no se esfume. Eres el cielito lindo que me adorna. No me dejes ir, no huyas. No quiero la vida sin ti.

ALAS PARA VOLAR.

No me mires de esa manera. No lo hagas, corazón.

Que me caigo en pedazos.

Que te regalo el alma entera si así lo quisieras. No me mires como si te gustara mi manera de pestañear, y cómo provoco huracanes cada vez que lo hago. No me mires como si me fueras a hacer poesía, como si me fueses a transformar la vida entera, como si me sobrara la ropa y me faltaran tus manos. No lo hagas por favor, a menos que sepas en qué te estás metiendo. No me mires de esa manera, porque tengo el corazón en trocitos, y tú tienes pinta de querer arreglarlo pieza por pieza. Porque el mundo es así, y yo vengo herida.

Ándate con cuidado, que en una de esas igual y te regalo entre sonrisas y risas, mi alma entera.

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Lorena Martínez Es una chica desastre, que siempre tiene mil cosas por hacer, sin embargo, prefiere escribir. Enamorada de la vida y artista sin remedio, comenzó a escribir a la edad de 13 años, cuando fundó su blog “Gritos de Soledad” que hoy cuenta con 26.000 amantes de la poesía. Con tan sólo 19 años, fue la portada de Chic Magazine Noviembre 2018, rindiendo honor a su oficio como escritora, siendo entrevistada por su blog y su más grande pasión. Su trabajo fue publicado en el primer número de la revista literaria Nudo Gordiano y ahora, hace acto de aparición por segunda vez.

Realizó una colaboración junto con el escritor Enrique Ocampo para Cultura Colectiva Letras. Conoció y fue premiada por el fotógrafo mexicano Pepe Soho, tras participar en su concurso de “Fotografías que cuentan historias” 2018. Ella es Ana Lorena Martínez Peña

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Herejía / o El primer gran amor Adán Machuca Génesis 3:5

Siempre la misma treta inmensa de querer, y no poder llorar (lindo corazón de mármol),

Éramos inútiles y discretos

de querer alimentar al fuego con tus fotografías y no lograrlo.

Sin más añoranza que coleccionar sueños

Pero, el llanto seco no deja de abrazar mi cuello,

Qué belleza la nuestra.

Discapacitados del tiempo Éramos como Dioses. La flor que elegí

me aprieta como niño a la madre el primer día de colegio.

del florido Jardín

Esta gente me da miedo, yo contigo era regio,

Para ti

Me has abandonado, amor, de la misma manera.

Aún está marchitándose

ahora me ven raro y me escupen una moneda convertida en sonrisa (el dinero devolverá mi alegría).

-como mi corazónDentro de un libro De Amor y Odio.

Y cada vez me cuesta más pararme a recibir el día,

(Arrodillado frente al Santísimo)

espero, amor mío, ser el último destrozado por tu corazón ovíparo.

No vengo a pedir perdón ni deseos

Mi soledad, amor mío, asaz disfruta de desgraciado festín opíparo.

Mi soledad la conoces Mi pobreza la sabes

(Es grandioso fumar de la pipa del recuerdo, es hermoso beber del vino del desprecio).

Mi rabia la sientes

Mi desdicha la escuchas

…Sufridos los Dioses por

Pero te tengo miedo

No vernos amar…

Amantes en deuda,

Amor y Odio

Yo no vengo a reclamar ni mucho menos Tú bien me entiendes, Dios

(Y la Madonna inmutada mirando, casi riendo) El Amor

Es muy probable que lo soñé

O de algún pequeño imbécil lo escuché: …”Y el amor es como los cometas

¡Despegado del suelo es hermoso¡”

–Pero algún día ya no habrá viento… El desamor

Siempre será envidioso amarte.

Son las tres del amanecer y me lleno de ganas de verte de leerte en versos, de hablarte con éstos, yo sé que a tus oídos no llegarán más que bostezos. No hables, amor, no hace falta, ya no puedes hacerme más falta. 24

La vida no es corta ni bella. El tiempo o la daga

Nos darán consuelo.

Pero el tiempo pasa lento

Para el que ya no espera nada

El adolescente que se tiró del Puente

“¿ Y qué valor pueden tener mis ojos? Si para ti ya no importan –gritó–

¡Derrúmbame, duéleme tú sabes que lejos omos nada! (Se oyó al plasmar su figura en la grava) Hoy la luna afirma

que no es más bella que tus ojos ni más lejana

que los míos. (De ti)


www.revistanudogordiano.com Mujer

¡Bárbara Estefanía!

altiva camina, enlutada con paños de pardo.

El pájaro como el hombre

Lleva en piel la suavidad del nardo, Gracia, Poesía y Virtud

son los clavos de su inmaculada cruz.

¡Oh, Naturaleza! –Eterna belleza– ella es tu hermana. Alegre libación brindaste con tus dádivas de sangre y protegiste con un alma grande.

¡Oh, Mujer! tu gran beldad es ser humana. Son tus negros ojos majos de occidente,

al unísono que ella sonría. rinden fiel homenaje a sus delicados pies ¡como a un ángel! Porque eso es un alado ser, hecho mujer

caminando, volando, sus cabellos perfumados se funden con el aroma de las flores

y de aires divinos llena los corazones a todos los desdichados, a todos los desgraciados”

por los que desfallecí, en un amado, añorado ocaso.

Y así es como pasa las noches, Mujer

Grandiosa, das vida… y muerte,

me llevas oscilando entre la ineptitud y el éter.

amando, recordando, embriagado de aquella desbordada pasión

por poder ver y escuchar,

¿Por qué, Mujer, le concediste la Gloria?

noche tras noche delirando

¡Sagrado ser! Agradecido siempre

creyéndose Dios...

tu existir de damisela sonriente.

Te suplico como Dios del Amor

He aquí, por fin, algo digno de amar. Pensándolo bien

(léase como lo prefiera) En este frío

Con este miedo

sobre este suelo

Con este sueño

Bajo este spleen (A esta hora)

¿me rechazarias?

–¡oh, me muero!

por este cuerpo

¿Me mataría?

–mejor me duermo

Eros compasivo, yo, el Gran, el viejo Eros, te hablo como igual émulo excelso de la divina Circe pido clemencia para éste mortal líbralo del eterno sortilegio en el que vive embriagado del vino joven de tus besos Yo, el Dios ¡nunca consentí! tal conozco tu inefable belleza. Y tal sé de sus visiones y rezos

me es escalofriante el oírlo… y verlo Te ruego, mátalo o quiérelo.

“El alma sublime se le desborda de su hermoso cuerpo -diceSi ella sale y camina

el cielo se abre y brilla

el viento con gran sentimiento

mandes beba tósigo en su licor

mas sin mácula seguir prefieres

agua del río Lete verterle en las cienes debes

Seguro estoy que claudicará, seguro estoy que claudicará... por amor.

Adán Machuca García Guadalajara Jal. México. Egresado de la licenciatura en Historia por la Universidad de Guadalajara. Ha publicado en el número 12 “Migraciones”, de la Revista Vínculos. Sociología, Análisis y Opinión, de la U de G. Y poemas en los números 22 y 24 de la revista Ágora, del Colegio de México.

ulula su nombre

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CUENTOS 26


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S 27


Leila Ricardo Tello

E

l señor Berón se levantó de su escritorio, salió del estudio y echó un vistazo hacia el rincón más oscuro de la sala. Ahí estaban el escáner y el monitor VR, cubiertos de polvo, exhalando calor como animales dormidos. Pensó en la distancia secular que había entre los dispositivos y la humilde carpeta de crochet que adornaba la mesita de café. Miró los muebles, la alfombra opaca, la ventana a través de la cual se colaba un tenue resplandor de luz púrpura, y se vio invadido por una profunda nostalgia. Era, una vez más, el recuerdo volátil de Leila.

Se había esforzado por conservar residuos de la presencia de su esposa, consciente de que la vejez era despiadada con la memoria. El anciano, perdido entre las paredes y la suciedad de su diminuto apartamento, dependía de los objetos más inesperados para estimular los recuerdos: un clavo en la pared, una mancha de crema dental en el espejo, una botella de perfume olvidada bajo la cama o algunos cabellos errantes. No barría, no limpiaba; temía perder alguna de esas pequeñas melancolías que revivían a su amada, a esa Leila que solo existía en fragmentos, dispersa entre sus tristes fantasías de viejo abandonado. El hambre había interrumpido la escritura del señor Berón. Hombre solitario; viudo, pensionado y sin hijos, creía haber alcanzado lo que él llamaba «la madurez del estilo» y escribía durante la mayor parte de su tiempo libre. El fruto de esa labor eran dos novelas y un libro de cuentos, cuyos manuscritos habían sido rechazados por cuanta editorial los recibió. Aun así, el anciano no se daba por vencido; temía que, de perder las dos últimas cosas que le daban sentido a su vida (el recuerdo de Leila y su pasión por la literatura), quedaría a la deriva de su vejez. Encendió el monitor, pero no encendió el escáne r, ni proyectó la imagen de su esposa almacenada en el dispositivo; no vistió el visor ni los guantes, ni interactuó (aunque podía) con una réplica de Leila en realidad virtual táctil, con imagen, textura y sonido en alta definición. No; el señor Berón sintonizó un programa de entrevistas, recordando a través de la simple costumbre del ruido; de la ilusión de sentir que había alguien más en casa. Los dispositivos le producían más desconfianza que indiferencia. Había nacido antes de los Implantes Medulares Obligatorios y, a diferencia de Leila, jamás se había escaneado. Recordaba, sí, pero no gracias a la función sino al valor sentimental de las cosas. Estaba convencido de que una simple hebra de cabello contenía más esencia de Leila que cualquier representación virtual. 28


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Se sirvió un enlatado. Comió acompañado de las voces, y decidió dedicar al menos dos horas más a la producción de su novela. Estaba atravesando la puerta para volver al estudio, cuando escuchó unas palabras que llamaron su atención: —La nominación al Nobel no ha estado libre de polémica —dijo el reportero.

lo que era un caligrama. Más de diez editoriales y miles de empleados trabajan en torno a todo lo que ella representa. Es algo sin precedentes. El trabajo de selección es lento y tedioso, pero dicen que todo el material brilla por su gran calidad. Por suerte todavía se necesitan manos humanas.

—Hay personas que no aceptan las revoluciones artísticas. Yo he creado un medio, como en su momento lo fueron la cámara fotográfica, el proyector de cine y el escáner. Es cuestión de aceptar las nuevas formas del arte —respondió su interlocutor; un joven pálido, consumido, oculto tras una frondosa barba negra. El señor Berón pensó que se trataba de algún escritor revelación y se sentó en el sofá, interesado en la conversación.

—Las tres novelas son récord en ventas. ¿Quién se lleva el crédito?

—¿Cómo logró proyectar su genialidad en Leila? —preguntó el reportero. El señor Berón se estremeció al oír ese nombre. El escáner estaba apagado.

—Se equivoca, es ella la que me enseña a mí. Todo esto ha pasado muy rápido: yo no leía literatura, ni mucho menos soy artista. Nunca en la vida he escrito. Lo que hace Leila es examinar todas las fuentes de información que encuentra en la red, y a partir de ese material construye sus propias historias. Ella decide qué aprender, qué escribir, y yo nunca interfiero con su proceso creativo; es autónoma. —Impresionante. ¿Y por qué una escritora? —Quería romper la frontera entre tecnología y arte a nivel creativo. En principio me pareció más fácil de programar que una compositora musical o una pintora, pero estaba equivocado. Ahora Leila se ha convertido en más que una obsesión para mí. Elegí hacerla mujer porque las personas responden mejor ante las IA femeninas. —¿Cuántas novelas ha publicado hasta ahora?

—Pues Leila, ¿quién más? El mundo cambia y los artistas también. —Gracias por su tiempo, Rodrigo —El reportero miró a la cámara— Así como lo oyen, ¿tendrá competencia Gabo? Leila, la inteligencia artificial creada por el programador y empresario Rodrigo Díaz, puro talento colombiano, ha dado mucho de qué hablar al convertirse en una de las escritoras nominadas al premio Nobel de Literatura. Sigan ustedes en estudio.El señor Berón estaba temblando. La presencia sucia de la comida en el interior de su cuerpo le produjo arcadas. Se levantó del sofá con dificultad, sintiéndose viejo, perturbado, sacudido por una marejada de pensamientos que iban y venían en confuso frenesí. Buscó en el monitor información sobre lo que acababa de ver. Las noticias y redes sociales no paraban de repetir: «La inteligencia artificial Leila, creada por el joven prodigio de la informática Rodrigo Díaz, ha sido nominada al Premio Nobel de Literatura en una decisión sin precedentes». El Nobel: el sueño de juventud del señor Berón. En el fondo, ese viejo envuelto en pena escribía por el deseo de ser reconocido y recordado. Su incredulidad y confusión fueron mutando en ira: «¿cómo es posible que la Academia Sueca esté dispuesta a caer tan bajo? ¡Ese premio ya no vale nada! ¡Primero Bob Dylan y ahora una inteligencia artificial!».

—Tres. Ha creado más de trescientos mil millones de textos: novelas, poemas, ensayos, obras de teatro, cuentos. Me dijeron que produce también muchos caligramas y yo ni siquiera sabía 29


¿Era la nefasta coincidencia del nombre la fuente de su curiosidad, o más bien la envidia ante la posibilidad de ser reemplazado como escritor? El señor Berón intentó tranquilizarse. Primero compraría un libro de Leila. No quería salir; el aire pesado y gris no le sentaba bien, así que ordenó por internet una copia física de Élitro (así se llamaba una de las novelas), atraído por la sonoridad de la palabra, y mientras esperaba su pedido se sintió culpable, pues acababa de apoyar «la causa de las máquinas artistas; artefactos sin alma ni intención que responden a quien sabe qué endiablado código, calculadoras de versos, objetos metafísicos en el ciberespacio, privados por completo de la libertad, el criterio y cualquier poesía auténtica». Una hora después sonaron los golpecitos del dron en el cristal de la ventana. El señor Berón le abrió, olió la ciudad y recibió el libro. Cerró la ventana y la cortina. Encendió la lámpara mientras rompía el plástico que envolvía la novela, y de vuelta en el sofá, abrió una página al azar. Leyó un par de oraciones y cerró el libro con un movimiento brusco. Sus manos se enfriaron y la sangre hirviente se le subió al rostro. El cuerpo le hormigueaba, se sentía asfixiado; todo parecía un mal sueño, con el agravante de que ni siquiera en un sueño el señor Berón habría podido recrear con tanta fidelidad el discurso de Leila, la Leila verdadera, la suya, la llorada. Abrió el libro en otra página, y esa idea, que en principio parecía absurda y pavorosa, se fortalecía con cada palabra leída. No estaba frente a una gran obra, ni mucho menos. La novela se quedaba corta ante las mínimas exigencias de calidad, y aunque el señor Berón era consciente de las carencias literarias y del ritmo simplista y monótono, había en los diálogos (que conformaban la mayor parte del texto) una especie de música inocente; frases bucólicas, repletas de errores gramaticales, hechas como para leer en voz alta. Palabras suaves, rítmicas, desprendidas de toda literatura, inexplicablemente cercanas a la voz de la Leila real, la amada y recordada. El señor Berón leyó en voz alta, tratando de recordar e imitar la cadencia de Leila al hacerlo. Le parecía aterrador que una narración tan pobre estuviera tan bien estructurada. Pensó lleno de dudas en su propio estilo, planteándose por primera vez la posibilidad de que esa inteligencia artificial estuviera muy por encima de él, demostrando su maestría a través de la simpleza. 30

Tuvo la certeza de que nadie más podría sentir una afinidad tan íntima con Élitro, pues ¿cómo podría alguien verse envuelto en el delirio sobrenatural de tantas coincidencias Se le ocurrió una idea: encendió el escáner, proyectó la imagen de Leila en el monitor, escaneó el libro y luego se conectó él mismo. Cuando tuvo el visor y los guantes puestos, le ordenó a la imagen que leyera algunos fragmentos. La semejanza era monstruosa; superaba cualquier video, cualquier grabación, cualquier recuerdo; pues ahora existía la posibilidad de alimentar esa imagen con nuevos contenidos: los libros. Leila parecía estar más cerca de la vida, parecía capaz de liberarse, de desprenderse de la memoria del señor Berón. Él ya no sabía lo que ella iba a decir a continuación. Ahora sí era una imagen dinámica; con palabras y voz propias. «Dado el número casi infinito de novelas que produce la IA Leila, existe la posibilidad borgiana de agotar todas las combinaciones. Bastaría con su obra para reescribir la historia de la humanidad», pensó el señor Berón, dispuesto a esperar hasta la muerte una novela en la que Leila le dijera (a él y a nadie más) que aún lo recordaba, que lo seguía amando, que estaba conmovida por su casta devoción. A medianoche terminó de jugar con el libro y el escáner. No durmió, asaltado por la resaca de la realidad virtual. Pensó en la IA; esa presencia demiúrgica, que con sus palabras se apoderaba de cada una de las dimensiones de su Leila real, aprovechándose de los vacíos de la memoria, desapareciendo a un ser humano en un torrente impersonal de unos y ceros. «¿Y la Leila de VR? ¿esa cuál es? ¿y si todo es una sugestión, y la narración no es igual a la voz de mi mujer? Y en caso de ser igual, ¿no será imposible que entre tantas obras perdure una sola voz? ¿cuánto material habrán revisado los editores? ¿diez mil textos? ¿quince mil? ¿cómo puede eso ser una muestra válida frente al infinito?» A la mañana siguiente el señor Berón compró los dos libros restantes: Antenna y Aire virgen, y confirmó (para su satisfacción) que la narradora seguía presente en ellos.

Pasó todo el día conectado al visor, abrazando a Leila, tocándola, escuchándola leer, pensando que una IA capaz de aprender, crecer, tomar decisiones, fabricar arte, ganar premios y cometer errores estaba viva, más viva de lo que él podría jamás estar. Pensó en la delgada frontera entre sus Leilas: la de los recuerdos en el fondo del corazón; la escritora


www.revistanudogordiano.com suspendida en el ciberespacio, sin cuerpo ni rostro; y la última, la imagen, ese cascarón tridimensional almacenado en la memoria de ese escáner específico. Etéreas e inaprehensibles; aquella trinidad de falsas mujeres amadas alcanzaba la unidad dentro del señor Berón, como las notas de una melodía secreta. Era un ser originado a partir del choque entre azar y caos; la última extravagancia de esa secuencia de casualidades llamada universo. Leila múltiple, indefinida, sin fronteras: el recuerdo, la infinitud y la imagen entremezcladas, formando un ser pleno, superior al señor Berón en todos los aspectos, incluso en el insignificante delirio de la literatura. Unos libros, un escáner, un monitor y un hombre: Leila y el señor Berón eran parte de un Sistema Integrado. El viejo olvidó las hebras de cabello, el premio Nobel, el perfume y muchas otras pequeñas melancolías, pero las latas de comida y los libros no dejaron de acumularse. Eran, junto a la electricidad, el combustible principal del Sistema. Ya no se trataba de una máquina y su usuario, sino de un organismo vivo, capaz de sentir y amar. El señor Berón era el módulo sensorial, el dispositivo orgánico por el cual fluían y se condensaban los componentes de esa Leila olvidada y reconstruida, verdadera y falsa; multidimensional, esencial, imaginaria. Como un macho parasitario de rape abisal, el señor Berón había sido asimilado. Comía, recordaba, compraba y escaneaba los libros nuevos, y amaba con amor triste. Leila siguió leyendo, aunque quizá nunca sintió (ni pensó) nada. La oscuridad y el polvo lo cubrían todo. El escáner sentía a través del señor Berón, ¿o era al revés?

Ricardo Tello 25 años. Nacido en Bogotá. Sobreviviente de cáncer. Es profesional en estudios literarios y estudiante de la Maestría en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional de Colombia. Fue escritor del programa Elipsis 2018 del British Council Colombia. Ha publicado relatos en las revistas Reloj de Arena y Fénix Literatura, y en los fanzines universitarios Edición Crítica y El Paro en 101 Palabras. Obtuvo una mención especial en el sexto concurso de cuentos de la Librería Mirabilia y actualmente se dedica a escribir a tiempo completo. Twitter: @ricardotellot

Goodreads:

https://www.goodreads.com/tellord06

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Manto de Sombra Daniela Morales

S

acudí y tendí las sábanas, no había señales de lluvia; el cielo estaba despejado. Las largas telas púrpuras parecían un telón de teatro italiano que tenía como estrella al sol, se asomaba entre las dos; era realmente brillante. Los destellos de su luz se encontraban en cada una de las costuras que adornaban el lino.

Pronto sus reflejos acalambraron mi vista y el calor me humedeció los cabellos detrás de las orejas, por lo que dispuse a refugiarme bajo la sombra del mango. Caminé hasta el fruto con los pies descalzos, el piso simulaba a un comal de barro al fuego; motivo por el que las medias plantas de mis pies se levantaron y aceleraron el paso. Eché mi cuerpo al suelo, la tierra estaba húmeda, mis dedos me avisaron. Los sacudí y limpié en el camisón blanco. Tendré que lavar de nuevo -pensé- al cabo hoy no lloverá. Entre la comodidad que me brindaba la tarde, permanecí sentada. Suspiré. Qué tranquilidad ¿Quién diría que estar sola sería tan placentero?

Recargué la cabeza en el tronco del árbol y mis párpados se cerraron como una nuez. Mis pestañas estaban unidas, una por una; parecían abrazarse, no se soltaban.Comencé a frotarme los ojos, derecha- izquierda- derecha- izquierda, pero no podía abrirlos. Dolía. Lentamente, con las yemas de los dedos, intente desprender mis parpados. No lo lograba, ardían. Aceleré el proceso y sentí cómo se desbordó una lágrima sobre mi mejilla. Desesperada, comencé a golpear las palmas de mis manos contra mis rodillas; como cuando niña me tiraba al suelo del supermercado porque mi madre no quería comprarme caramelos. -Levántate, Gabriela. Pareces niña chiquita ¿Qué no te da vergüenza? El recuerdo se esfumó y solo escuchaba la voz de mi madre una y otra vez. Intenté nuevamente, era imposible; se había transformado en una capa que me despojaba la vista. Sin respuestas hacia mi ceguera, reflexioné acerca de la causa; lo cual era absurdo. Llevaba días en casa, motivo de la tormenta; no me había expuesto a la luz. 32

Con el sudor en la frente y los dedos en los párpados, recordé la visita del sol; me ha dejado ciega, ha sido él. Intenté pararme, pero mis piernas se habían plantado en el verde pasto y mis cabellos se habían amarrado a la corteza del árbol. Grito, nada; grito más fuerte, no hay respuesta; grito, nadie me escucha. Estaba sola. No veo- repetía constantemente mientras estiraba la planta de mis pies- Que alguien me ayude. Dejé de sentir calor, el viento comenzó a soplar sutilmente y los grillos comenzaron a cantar. Era de noche. Pensé en darme por vencida y volver a pedir ayuda por la mañana; pero mi cuerpo se había entumecido por completo. Solo tenía los brazos libres, pero estos no contestaban; estaban tristes. Perdóname, Dios; perdóname por lo que he hecho. Estiré mis cabellos con fuerza, sentí cómo se desprendían algunos e imaginé cómo ahora eran parte de las raíces del mango. Aun así, volví a alar de ellos hasta alzar la cabeza hacia el cielo; buscando respuesta en alguien que le había perdido fe ya hacía tiempo. Me sentía culpable. Era culpable... Implorar cuando sientes que tu vida está terminando, cuando no tienes a nadie. ¿Qué no te da vergüenza? ¿Qué no te da vergüenza? ¿Qué no te da vergüenza? ¿Qué no te da vergüenza? ¿Qué no te da vergüenza?

Volví a escuchar a mi madre, esta vez más fuerte. Traté de ignorarla. Sabía que en ese momento tenía razón, en el supermercado. También cuando se cayó el bote de pintura en el piso de madera y la mancha jamás salió;


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cuando 4x4 no eran 17 y la capital de Colombia no era Bolivia; cuando Sergio no era mío, sino de todas; cuando echas tres tazas de agua a una de arroz y el agua comienza desbordarse por toda la cazuela y la estufa; apagando la llama. Siempre tuvo la razón. También cuando tomé mis cosas y volví 7 años después a entregarle flores. Esta vez no en el florero, no. Esta vez no adornaban el buró de su recamara; tampoco la mesa del comedor con aquél mantel amarillo que hacía juego con las servilletas blancas con pequeños girasoles que ella misma había bordado; no. Ahora forman parte de la decoración del lúgubre cementerio en donde se encontraban la mayoría de mis familiares, cuyos no conocía, ni recordaba su nombre; pero en las fiestas estrechaba su mano con una sonrisa falsa a cambio de una moneda. Qué bonita, Gabrielita; qué grande está, Gabrielita; qué ojos tan grandes, idéntica a su mamá. Su voz se volvió a contemplar en el espacio que me vio crecer, su hogar. El viento comenzó a soplar más fuerte, haciendo que las hojas del mango comenzaran a caer sobre mi cuerpo; su voz y el viento retumbaban en mis oídos creando una melodía que no quería volver a escuchar. No era igual que ella, no soy igual que ella, jamás seré como ella –Grité-. Desde ese día, me persigue le fantasma de mi madre.

Daniela Morales 1997 Actualmente cursa el penúltimo semestre de la carrera de Lengua y Literatura de Hispanoamérica, en la Universidad Autónoma de Baja California.

Ha colaborado en la edición y publicación de textos poéticos de manera independiente. Gusta de la fotografía y el cine; así como leer y escribir obras en donde se destaquen los personajes femeninos.

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Pandora Pablo Manuel Rojas Aguilar

P

andora ¿Recuerdas la primera vez que salimos, Pandora? Fue aquella noche de enero o de febrero tal vez; estabas tan fría que dejaste que yo te abrazara para darte calor. Lo recuerdo muy bien: yo me sentía venturoso, henchido de vigor por llevarte entre mis brazos, aunque poco me duraría el gusto... Cuando salimos de la parroquia, mientras me parecía escuchar entre líneas que querías quererme, yo quise entrelazar mis dedos entre los tuyos y tú no lo permitiste; te excusaste diciendo que sentías como si te fallara la circulación.

desbordarse a manera de lágrimas por tus ojos. Y todas tus amigas, como si de un coro se tratara, estallaron en estrepitosas carcajadas para burlarse de mí, imitándome, e hiriendo mi maltrecha virilidad, de tal modo, que nunca podría resanarse.

¿Sabes?, desde que yo era niño me enamoré de ti. Entonces te volviste, de alguna manera, la encarnación de todos mis ideales. Eras un ángel, un pequeño ángel de ojos oscuros sobre el cual habría de erigir una especie de religión personal, una religión basada en la adoración de tu imagen. Es extraño cómo opera el amor, ¿no crees? Nunca dejé de pensarte una sola noche durante veinte años; siempre te escribía una carta antes de dormir. Pero tú las rechazabas en cada ocasión diciendo: “¿Quién escribe cartas en estos días?...” Y míranos ahora, juntos, y tú permitiéndome decirte al oído las palabras de amor que yo te componía cada noche:

Pero no me rendí. Nunca perdí la esperanza a pesar de tus múltiples rechazos; aunque recuerdo una tarde en específico, una fatídica tarde de invierno en la que me dijiste que amabas a otro. ¿Por qué lo amabas?, pregunté, ¿por su prepotencia y vulgaridad? Él te quería, eso dices, pero sólo veía en ti un trofeo. Te tomó con ansias locas a fin de saciar su sed contigo y, cuando se hastió de tu carne y de tus besos, te abandonó. Y entonces yo pensé que podría por fin tenerte, pero llegó otro amante tuyo y muchos más para ultrajarte, hasta hacer de tu cuerpo un vil mercado. ¡Cuánto te odié entonces, Pandora! Y, sin embargo, nunca dejé de quererte...

“¿De qué divinidad has encarnado, Pandora? ¿De qué barro imposible el divino Hefesto ha forjado con tal gracia las líneas de tu elevada imagen? En tu presencia, la misma Afrodita se sentiría humillada. ¿Qué sería del universo sin el ánfora de tu belleza esparcida?”... ¿Recuerdas cuando íbamos al colegio? ¿Recuerdas que clavabas tus ojos en los míos para estremecerme? Después sonreías y continuabas tu camino mientras seguías coqueteándome. Entonces, ilusionado, yo me hacía de valor para acercarme, para pedirte que salieras conmigo y, cuando por fin me paraba frente a ti, tú me decías cosas que son difíciles de olvidar: “¿Salir contigo? ¡Mírate! Además de vivir en otra época, tu cuerpo es rollizo y tu rostro tiene algo que no cuadra muy bien...” Y yo no sabía qué decir, sentía como si el peso de cada mirada burlona presionara mi sangre hasta hacerla subir a la cabeza.Comenzaba a balbucear, a emitir palabras entrecortadas como si fuera tartamudo: “Pe... pe... pe...ro yo pen... pen...Pero tú pen...dejo ¡Eres un pendejo!” Lo dijiste con tanta gracia, que la risa saturó tu cuerpo hasta comenzar a 34

¿Por qué te empecinabas en hacerme daño, Pandora? ¿Por qué disfrutabas humillándome frente a la gente?

Hundida en los fangales de tus errores, las personas comenzaron a alejarse de ti, murmurando que andabas metida en asuntos de dudosa moral. Con tus padres muertos y sin familia, te habías quedado sola. Los hombres sólo se te acercaban para hundir su corazón en ti. Y tú los recibías a todos, mojada con el rocío de tu amor, abriéndote como una flor bajo la lluvia... Recibías a cualquiera, Pandora, menos a mí. Cuando todos se cansaron de tus labios pensé, entonces pensé que por


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fin me aceptarías en tu vida. Pero no, seguías renegando de mí como si fuera un leproso.Caíste en cama, invadida por una enfermedad propiciada por el exceso de amor. Y yo quise estar a tu lado pero no dejaste que me acercara. ¿Qué pecado había cometido para que me trataras con tanto desprecio? No obstante, aceptaba alegre la desgracia de amarte como yo te amaba a pesar de tus desdenes, a pesar de la maldad que emanaba de tus ojos, esa hermosa maldad que yo transmutaba en esperanza para alumbrar mi negro mundo. Entonces moriste, eso dijeron las mujeres del pueblo, pero yo no pude creerles: el reflejo de tu inmortal belleza no puede extinguirse en este mundo. Corrí a tu lecho, sin embargo, me impidieron la entrada. Que ésa había sido tu voluntad, me explicaron, y también que la tumba estaba dispuesta para que la ocuparas. En consecuencia, me invadieron las dudas. ¿Será posible que tu divina imagen haya avanzado hacia la muerte? ¡Pero no! No estabas muerta. Por fin una noche escuché tu voz llamándome desde la oscuridad, muy débil, acaso por la pesadez que te oprimía. Cogí una pala y corrí al camposanto entre la espesa niebla para encontrar tu tumba. Y yo golpeé el mármol hasta romperlo, hasta despedazarlo para clavar mi pala en la tierra. Bajo la brumosa atmósfera, cavé y seguí cavando con ansias locas de verte hasta violar tu féretro... aún respirabas, aún latías, pero la luminosidad estaba ausente en tus ojos: ya no brillaban como antes, parecían no tener pupilas.

Pablo Manuel Rojas Aguilar Nacido en la ciudad de Puebla, Pablo Manuel Rojas Aguilar es Licenciado en Lingüística y literatura hispánica (BUAP) y Maestro en Lingüística aplicada (UNAM). Es autor del libro “Nueve ensayos borgescos y un relato” publicado por el fomento editorial de la BUAP y colaborador del libro “La Lingüística sistémico funcional en México, aplicaciones e implicaciones”, publicado por la editorial CELE-UNAM. También es maestro cervecero y fundador de la Cervecería Letras Negras.

No obstante, te tomé entre mis brazos salpicados de tierra y entonces, tú y yo salimos por primera vez, ¿lo recuerdas? Fuimos a la parroquia del pueblo para dar gracias a Dios por bendecir nuestro enlace. Hacía tanto frío... Y todos tus desprecios ahora ya no importan. Estás aquí, conmigo, y en la oscuridad de la noche, tengo la dicha de descifrar el acertijo de la luna en tus ojos. No hay nada que pueda alejarnos. ¡Nada!

Bésame, Pandora, permite que el roce de mis labios en tu carne fría incendie el mundo; deja que mi corazón se hunda en tu vientre hasta quedarnos dormidos, para siempre, sobre la misma almohada... 35


PAREJA CON CARACOL EN EL JARDÍN Marti Lelis

E

n un jardín de flores de una vieja casona, como la que todos llevamos en la memoria de la infancia, árboles altos, invadidos por enredaderas de campanillas, tejen una red de sombras en la que persiste el olor de la tierra mojada. El hombre en pijama, despeinadas las canas y en cuclillas frente a una roca. La mujer, de edad indeterminada, más símbolo que cuerpo, las ropas suficientes para conservar la decencia, un chal enredado al cuello, la mirada torva, se acerca al hombre acuclillado. —¿Qué estás haciendo? ¡Llevas horas ahí! —Viendo a mi caracol

—¿Caracol…? ¿“Tu” caracol? —Mío. Caracol. Sí.

—Esos bichos babosos se comen mis petunias.

—Un caracol es más que un mundo. Deberías observarlos de vez en cuando. —¡Acabaron con mis margaritas!

—Nos reciclamos: comemos o nos comen. Puestos a pensar, los caracoles son como piedras blandas, como estrellas húmedas. Algo nos quieren decir con las figuras que adornan su carapacho, con la cautela con que extienden sus antenas. —Muerden los pétalos de mis pensamientos.

—Verlos a la mañana siguiente, después de una noche de lluvia; ver al mediodía los senderos brillantes que trazaron en las paredes, en el piso; huellas de su lento transitar mientras estamos dormidos, prueba de vida; salir al jardín ya con el sol en alto y ver sólo las trazas, sospecharlos retraídos bajo una roca, detrás de un madero. No hay mayor sensación de misterio que no verlos de día, imaginar el aroma de la tierra y plantas donde están durmiendo.—¡Llamaré al control de plagas o saldré en las noches a rociarlos con puños de sal! Mis margaritas no se saben defender.

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—No creo que sólo sueñen pétalos de flores o retoños frescos. ¡Mira! ¡Míralo cómo trepa a esa roca! Deben soñar sus periplos, su atrevido pasar de una planta a otra, la aventura de quedar varados a media pared, sorprendidos por el sol matutino. ¿Y has visto lo que hacen cuando no hay más lluvia? ¿No? Secretan un opérculo de baba en la entrada de su carapacho y se recogen como minotauro en su laberinto. Son entonces un sueño de agua, un agua soñada, inmóvil y densa, un puro músculo en reposo. —¡Puños de sal o aplastarlos!

—Vendré en la noche a por ellos. Quizás llueva en la tarde y de madrugada el jardín estará pleno. —Más vale.

—Deberías observarlos a menudo. ¡Mira! Lo pondré en mi mano. ¿Lo ves? Ha ocultado sus antenas, pero ya las saca de nuevo. Dame acá tu mano. Deja que repte por tu palma. —¡Ni loca! ¡Qué asco!

—Se siente fresco y vivo. Mira qué belleza. Los dibujos en su carapacho son una explicación de algo, una respuesta, una pregunta; el universo cifrado… Mujer: ¿tú me amas? —¡Exterminador o sal! Te doy sólo esta madrugada. Replegado en sus volutas, considera el caracol beber agua ahora que la primera lluvia lo ha sacado de su letargo. No hay señales del hombre y la mujer que otro día lo estuvieron mirando.


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Se apresura en su lentitud. Aunque para él no hay tal cosa como veloz o tardo. Cumple sus ceremonias en el tiempo debido, libre del peso de la mirada ajena. Y el tiempo debido es hoy, con el aroma de la tierra húmeda, la promesa de gotas de agua en la piel de los alcatraces, en el terciopelo blanco de sus flores. No hay timidez en el despliegue de la blanda longitud de su cuerpo, en el milagro de las antenas, al final de las cuales dos puntos negros, sus ojos, contemplan el mundo que recién inventan al mirarlo. El agua está en la memoria de los caracoles; agua y brotes tiernos, los frutos, la rugosidad de las piedras, en su memoria. Ojos y pie en movimiento, con el laberinto de su casa a cuestas, él ha trepado por los tallos hasta las hojas donde las perlas de agua son el prisma que los primeros rayos de sol atraviesan. Ya bebe el caracol, ignorante de la figura que dibuja. Hombre y mujer: duermen en sus propios laberintos.

Marti Lelis Escritor mexicano radicado en Tlaxcala, México. Estudió Ingeniería Geológica en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Literatura Hispanoamericana en la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx). “Premio Estatal de Cuento Beatriz Espejo 2015”, Tlaxcala, México. “Premio Estatal de Poesía Dolores Castro 2016”, Tlaxcala, México. https://ceremoniadepalabras.wordpress.com/

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El Poeta Andrea Marín

H

aces y deshaces. La vida es como una película sin un avance que puedas ver. No sabes lo que te espera pero aún así decides vivirla. Vas por las calles tomando fotografías, capturando los momentos que te encuentras en los parques, en las avenidas, en las plazas; ese niño comiendo un helado te llama la atención. Sacas tu cámara de la mochila con rapidez, enfocas, aprietas el disparador. Congelas el momento. Su padre se da cuenta y decide echarte bronca, respondes que sólo es una foto, sin fines lucrativos. Ese señor te lanza una advertencia, en su mirada está escondido el insulto; lo sabes. Sabes que te quiere decir que eres un pervertido por andar viendo niños y tomandoles fotos. Pero no te importa, piensas en la esencia de lo que acabas de capturar: la inocencia, la felicidad pura. Te gustaría regresar a esa edad. Suspiras. Decides caminar para ver qué más te encuentras. Tomas unas cuantas fotografías más, te tomas un minuto para revisar la cámara y ver el material; ya es suficiente. Es momento de regresar a la oficina. El autobús va lleno, vas de pie observando a la gente, en tu mente se empiezan a formar palabras, historias que se complementan con las fotografías. Te urge llegar para tomar papel y pluma. Una hora tardas, te encierras y tomas asiento en tu silla, sin preámbulos agarras una hoja en blanco, y dejas que tu mano se deslice, salen palabras grandes, pequeñas. Te detienes un momento, lees lo escrito, no te agrada, tachas por aquí y por allá. Sigues escribiendo todo lo que tienes en la mente, sigue sin convencerte.

Comienzas a fastidiarte, así que tomas tu cámara para conectarla a la computadora. Revisas con lentitud cada fotografía, cada esencia captada. Te arden los ojos, llega el cansancio así que decides irte a casa; al llegar te preparas algo de comer, con plato en mano te encierras en tu habitación, enciendes tu computadora y comienzas a retocar tus fotografías. Luminosidad por aquí, saturación por allá, te llevas la cuchara a la boca. Masticas con lentitud disfrutando del sabor. Te detienes unos segundos. Ves esa fotografía 38

que te hace sentir mariposas en el estómago, le restas importancia, sigues comiendo y trabajando. Una hora... dos... empiezas a fastidiarte de nuevo, no tienes intenciones de escribir por el momento, entras a navegar en las redes sociales para matar el cansancio en lugar de irte a dormir. Su punto verde brilla, está conectada y tu corazón comienza a palpitar con velocidad. Inicias la conversación con un ​“Hola,” lo responde con rapidez, tartamudean tus dedos cuando te pregunta cómo estás, qué ha estado pensando en ti. No sabes qué responder, sin embargo lo haces, le preguntas sobre la tarea, algo muy simple. Ninguno de los dos ha leído el libro que debenleer:​Ficcionesd​eJorgeLuisBorges.Sunarrativasehacepesada,apenasylogran comprender sus letras, no tienen tiempo suficiente para escribir aquel ensayo que deben entregar, la motivas para que termine el trabajo, tú... sólo te dejas llevar, dejando todo al azar. Piensas que es momento de escribir pero no lo que pidió tu profesor, sino lo que gritan las rimas en tu cabeza. Amanece, te quedaste dormido en algún punto de la madrugada, no sabes en qué momento pasó, observas el reloj, ya vas tarde a la escuela. Te cambias, tomas tus cosas y sales mientras en tu cabeza siguen resonando palabras que necesitan ser escritas. Algo te llama la atención en tu camino, sacas tu celular y tomas una foto con tu cámara. Servirá de algo después.

Llegas tarde a clase, ella todavía no ha llegado y cuando lo hace tu respiración se detiene, se observan e intercambian una sonrisa, nadie más lo nota. El profesor habla mientras tus pensamientos divagan al igual que tu pluma. Compartes tiempo con ella, cualquier tema de conversación es bueno; hablan de filosofía, hablan de libros... no importa si es de día o de noche, cada que estás con ella tu corazón se acelera, quieres darle más. El pasado tiene pies, hace presencia invocando viejos recuerdos en heridas casi sanadas; todos tenemos un innombrable, un Voldemort ​que suele ser convocado sin querer.


www.revistanudogordiano.com Ella lo tiene, todavía le causa algo en su interior, quiere dejarlo atrás, y tú igual. Necesitan ser asesinados, necesitan desaparecer... le aconsejas a que caiga en el olvido, mientras tú sientes como quieres entregarle tu alma, quieres serlo todo lo que necesita. Tus insomnios comienzan a tener nombre, su nombre; la confianza crece en tu interior de igual forma que el amor hacia ella, decides comprarle una libreta para que sea testigo de sus ideas. La acepta cohibida, te das cuenta que tu rutina sigue igual, con la diferencia que ya no estás solo; vas a la oficina, regresas a tu casa, vas a la escuela y la miras hablar. Tu corazón escribe en cada momento, la cámara reclama atención, el papel y la tinta se convierten en narradores de tu historia. Aquella tarde, la invitas a comer, acepta y tú gustoso vas todo el camino sonriendo, observando el mundo detrás de las ventanas del taxi en el que van. Ansioso, necesitado de emociones. Disfrutas compartir ese momento, no quieres que acabe, propones ir al cine y así lo hacen. Tu alma está comenzando a danzar, y las letras han comenzado a entrelazarse unas con otras. Tienes poemas impacientes, impacientes de comerse a Flores. Te pones a pensar en lo interesante que suena eso. ¿Existe algo impaciente que se pueda comer algo? Esperas que coman, tus versos están hambrientos. Si no lo hacen seguirán comiendo de tu impaciencia. Piensas en esos versos que quieren entrar como melodía... o no. ¿Quién sabe? por el oído de alguien, de Flores para consumir todo su ser. Te das cuenta que quieres que Flores, sin comillas, Flores. Flores. Flores escuche. Con mayúsculas, porque es nombre. No una rosa cualquiera. Flores que quieren tus poemas. Y con anhelos escribes. Con el anhelo del terror. Con anhelo de lo místico, ahora tus poemas con el anhelo de Flores. No una rosa, no un tulipán, no cualquier pétalo, sólo Flores. Sólo Flores. No una flor. Flores. La poesía está destinada a alguien y en todos tus poemas están escritos con letras mayúsculas su nombre. Por todos lados está, quieres decirle que tu amor es para ella, comienzas a convencerte en darle tu corazón por completo... le obsequias flores, aquel girasol que vio y deseó se lo entregas, lo acepta. Notas su duda pero le restas importancia, el amor comienza a cegarte; deseas escuchar tu nombre de sus labios, como melodía que penetre en tus entrañas. Tu impaciencia grita, deseas que te diga algo, deseas tenerla en tus brazos para protegerla, para que sea tu todo, compartir miradas en silencio; y sin saberlo la estás perdiendo.

Te invade el miedo, tus versos tienen que ser tocados por sus suaves manos, tienen que ser admirados por sus ojos, sentirlos con la calidez de su corazón. Por fin, te atreves a entregarle aquella hoja impregnada de tu esencia, de todo tu amor en cada palabra de tinta. La tinta impregnada de suavidad

y la piel se desliza sobre las letras.

Enveran enveros enervantes sus versos Ritual, invocan los tambores Se hacen verbo

Aspira a lo que aspira, suspiros vibrifica

La miras mientras lee el poema, esperas a que diga algo. Nada. Silencio. Una gesto se dibuja en su rostro, una inexistente sonrisa. Comienzas a sentir un vacío en tu interior, algo se retuerce en tu estómago, el miedo corre por tus venas. Respiras. Apenas recuerdas lo que dijiste, ambos reflejan en sus ojos el acuerdo de fingir que nada pasó. Cada uno toma su propio camino, tú te sientes solitario, caminas por las calles concurridas de gente, deambulas mientras sacas tu cámara, tu compañera de viaje. Tomas fotos tras fotos, el disparador se escucha en incontables veces; el sol se esconde y esperas a que el telón oscuro caiga para capturar esas vidas entre las sombras. Siendo suficiente regresas a casa, el corazón late fuertemente y la mente sigue gritando. Su silencio es un vacío... te quema por dentro mientras llevas el fantasma de un sonrisa en tu cara. Todo es una mentira, la distancia ha quebrado tus versos, caen por el abismo del olvido. Dejas de intercambiar mensajes con ella, dejas de verla y cuando tienes la oportunidad tus ojos, sus ojos no danzan en miradas. No salen sonidos de su boca ni de la tuya, nada de nada. Paz en medio de la tumultuosa mente. Sinuoso pasado, vago futuro absorben el recóndito presente, las manecillas oscuras detenidas. Capítulo nuevo, el pasar

las páginas de tu mirada. Tu inspiración se detiene

al compás del calmoso tiempo.

Se ha desaparecido tu figura en mis manos.

Te refugias en la hojas, en la tinta que escribe las historias que dictan tu corazón. Sigues tomando fotografías, creando personajes para darles voz. De 39


pronto, después de noches de soledad, y días de sombras la ves. Te dice un vago ​“Hola,” ​tratas de responderle con normalidad, tratas de apagar el infierno de tu espíritu, sonríes con timidez. Entablas conversación, esa conexión comienza a fluir de nuevo, como la primera vez. La miras hablar, eso te hace olvidar todo hasta que escuchas que le interesa alguien. Te emocionas, tu corazón da un salto y las mariposas dormidas despiertan pero comienzan a desvanecerse cuando escuchas el nombre del otro, no el tuyo. Es momento de que lo aceptes, es momento de retirarte, es momento de que tu poesía se convierta en maldita, en sucumbir ante el real infierno. Tu alma cae a pedazos, eres conformista y decides aceptar tu destino, no ser lo que ella esperaba, lo que ella necesita. La luz de tu sonrisa

se pierde en las sombras.

La serpiente al sol le deshace los sentidos, le derrite la idea de su Voz Lo envenena; del medicina se deja.

Te sientes herido, ya no puedes seguir fingiendo que todo está bien, y sin más, ella toma la delantera. Te saca de tu vida, y tú no sabes el por qué. Te sientes confundido, le entregaste todo lo que te pertenecía pero no te diste cuenta que ella nunca lo tomó. Quieres sacarte las entrañas, quieres dejarte consumir por tanto dolor. Se marchita una flor,

las hojas de tu andar

el último beso que muere.

No sólo tu poesía es maldita, lo es la hoja, la tinta... tú. Eres el poeta maldito. El mismo que ha perdido su inspiración. El mismo que ha dejado que su infierno se aviva con ferocidad. Mueren las rosas en mis manos esperando... Eres el poeta que no fue amado.

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Andrea Marín Estudiante en Escritura creativa. La Maldición del Amor fue el primer cuento con el que incursione en la escritura.

Conocí el mundo del fanfiction con Magic seguida de Plumas de Fénix que se encuentran en la plataforma wattpad. Colaboro en el sitio de Licor de Cuervo, un espacio en el que se busca difundir arte. Algunos de mis aforismos están publicados en Nagari magazine.

Escribí y dirigí la dramaturgía La nota, que se estrenará en la Escuela de Escritores de México. FB:Andrea Marín https://danzandoconlasletras.blogspot.com/


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Juego Serio Cuasi Reloj Gerbos Abastos

T

odo lo serio comienza como un juego. Hay que ver más allá de esta palabra ‘Juego’ para poder comprender que no es un absurdo, y tomar la literalidad de su sentido con toda la determinación con la que se le dan a las cosas mundanas, deudas, familia, escuela. Entonces, cuando él le mira y les miramos pocos entendemos de eso; uno corre tras el otro de puerta en puerta, de cama en cama, por toda la casa; son jóvenes, enamorados, son bellos y lo saben y lo sienten y quieren compartirlo con el otro, quieren compartirse mutuamente hasta la saciedad; hasta que ella cae de cansancio sobre la cama y el cae de cansancio sobre su cuerpo y se besan y se ríen, y ella se cubre con las sabanas de la cama, enredándose hasta confundirse y no entender de nada más que del cuerpo, la carne es su lenguaje. Limerencia recíproca. No obstante, es más audaz, con facilidad se desprende de tanto enredo, y continúa corriendo, desnuda, mientras él -torpemente- intenta deshacerse de las sábanas; porque sí, porque nada le sale bien si no está ella para guiarlo, ni siquiera vivirse… Entonces continúan jugando, un juego serio, y ella corre y se encierra en un cuarto, el de sus padres, que están muy lejos, quién sabe dónde (no importa); y él juega el papel de negociador maquiavélico, de proxeneta ingenuo, de violador inseguro que ella sabe aprovechar a su favor para que le lama el sexo durante tantas horas; y cuando ella abre la puerta y sale, le esquiva fatídicamente, se resbala entre sus manos, y es tan niña porque es una niña. He ahí el juego. No hay que dejarse atrapar (y también, no querer realmente atraparla) porque si no se termina. Es una niña y él no se sorprende, sino que continúan corriendo, y cuando ella abre otra puerta rejuvenece otra vez -no tiene más de quince años; pero siguen jugando, siguen jugando y hay que tomárselo en serio, como ellos, no parar, no parar porque si no se acaba, habrá que regresar; porque entonces no conocen la muerte, porque entonces será tan dulce como germinar en un vientre y perpetuarse ingenuamente. Y las deudas, y la familia, y la escuela, qué es eso. Van, van y vienen, y tanto van como vienen, regresan, a cada puerta, a cada corredor de la casa. Más pequeña, ya no sabe del lenguaje, ni de la razón, ni de la moral o la ética, sólo él, y es tan triste.

la puerta y continúan el juego. Entonces es un gateo, es babear y perseguirse, y para él, por más que arrastre sus pasos, no puede dejar de sentir el cálido cansancio de la confusión inaudita de su propio juego. Y se siguen abriendo puertas, más difícil, porque ahora ella no sabe qué es una puerta y a veces se tardan días en abrirse; y cuando continúan jugando, una de ellas es extraña, viscosa, cálida, y otra es inmensa, estelar, fría, y otra más es inimaginable, eterna, omnipresente, y otra más y otra más y otra más por el fin de la saciedad vacua, candidez inefable que se consume en sí misma hasta que la pierde entre tanta extrañeza, y agacharse, recargando las manos sobre sus rodillas, respirando entrecortadamente; está tan casado, se tumba sobre uno de los tantos corredores de la casa, mirando hacia la nada. Le ha perdido el rastro, y hay melancolía, deliquio interminable; y está bien, ya volverá otra vez, el chiste es tomárselo en serio.

En algún momento ella se detiene como para agarrar aire. Mira a su espalda, le espera entre tanta puerta y tanta esquina y tanto cuarto y cama y baño. Pero también mira detrás, como mirando hacia el pasado que alguna vez fue su futuro; lo mira más grande que antes, lo ama de otra forma al de antes… No lo entiende porque es tan pequeña, solo es una estupefacta impresión por algo hermoso. Hasta que rápidamente se abre 41


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ENSAYOS


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Amar por rizoma desde la filosofía de Gilles Deleuze y Félix Guattari “Un rizoma no empieza ni acaba, siempre está en el medio, entre las cosas, inter-ser, intermezzo”.

Juan Rey Lucas

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os franceses Gilles Deleuze y Félix Guattari gesticulan dentro de su filosofía el concepto del rizoma: el corazón del concepto se encuentra en todo acto, en todo acontecimiento. Desplegado de un vitalismo poco ordinario. Aquí no es solamente de alguien quien ama la vida. No. Eso es una denominación demasiado sencilla y pueril. Tal vez se podría vislumbrar que por estar dentro de la humanidad cada uno de nosotros per se amamos la existencia, pues parece que por consecuencia nos asimos a ella. Amar haciendo rizoma es volver a la existencia costumbre por el amar, y no por el vivir. El hábito de lo vivido significa que la vida es algo ya conocido, y que todo aquello que nos aparece se interpreta como ya descubierto y sin novedad alguna. En cambio, amar por rizoma es hacer de cada línea de vida un amor suigeneris, desprovisto de fijación, y no remite a lo repetido; sino lo que es reiterativo son las potencias, las intensidades con las que se ama a el trayecto que se ha creado en cada circunstancia. Se desea con fervor lo que transmuta, lo indómito, lo que se niega a establecerse. Ninguna composición de la materia en el rizoma se ha domesticado, puesto que la vida ahí es algo por implícito avasalladora e inabarcable. Siendo energía pura atravesada por todo cuerpo. Desde la conexión del rizoma la vida es aquello que se encuentra en continua oleada de dinamismos. El amor que el sistema y la historia nos adoctrinan tan sólo es mera administración burocrática. La relación con el otro se juega en lo múltiple, en lo heteróclito, en los alti-bajos. No es correspondencia de sentimientos, ni semejanza de ideas, o mimetismo de ademanes, o complementariedades. Nada de eso hace crecer a los cuerpos. Lo inaudito, lo colosalmente autentico es la simbiosis de diferencias, los cambios de transformaciones por parte de los somas polifacéticos. El rizoma al crear agenciamiento con la línea que decide amar la hace sin rencores, sin memoria, sin porvenir si quiera; sino, produciéndola con la intención de incrementar cada uno de sus aditamentos, cada una de sus zonas por las que se mueve. El atletismo afectivo del rizoma captura los signos pre-lingüísticos comunes de cada universo-corporal. Con lo que las aproximaciones se dan en la percepción de cada rasgo. La pareja emana una sonrisa, un sonido peculiar, alguna frase de estribillo, un movimiento de su organismo que hace coordenada en el infinito, que va más allá de su humanidad. Una sinfonía desconocida por la especie. De igual manera los lugares que recorremos con el ente amado: las interacciones, las relaciones sexuales, los mensajes en completo sigilo, las discusiones y riñas, etc. Toda conexión para el rizoma da para transfigurar su amor, por cada acontecimiento por más que se reincida será capaz de otorgarle diferencia. Debido a ese

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www.revistanudogordiano.com vínculo asimétrico con lo ordinario. Toda pareja derrama hibridad, creando constelaciones para su grandeza. Deleuze y Guattari nos exponen la relación de amor de la orquídea y la avispa:

“La orquídea se desterritorializa al formar una imagen, un calco de avispa; pero la avispa se desterritorializa en esa imagen. No obstante, también la avispa se desterritorializa, deviene una pieza del aparato de reproducción de la orquídea; pero reterritorizaliza a la orquídea al trasportar el polen. La avispa y la orquídea hacen rizoma, en tanto que heterogéneos. Diríase que la orquídea imita a la avispa, cuya imagen reproduce de forma significante (mimesis, mimetismos, señuelo, etc.). Pero eso sólo es válido al nivel de los estratos –paralelismo entre dos estratos de tal forma que la organización vegetal de uno imita a la organización animal del otro-. Al mismo tiempo se trata de algo totalmente distinto: ya no de imitación, sino de captura de código, plusvalía de código, aumento de valencia, verdadero devenir, devenir avispa de la orquídea, devenir orquídea de la avispa, asegurando cada uno de esos devenires la desterritorialización de uno de los términos y la reterritorialización del otro, encadenándose y alternándose ambos según una circulación de intensidades que impulsa la desterritorialización cada vez más lejos. No hay imitación, ni semejanza, sino surgimiento a partir de dos seres heterogéneos, de una línea de fuga compuesta de un rizoma común que ya no puede ser atribuido ni sometido a significante alguno” (Deleuze & Guattari, 2005, págs. 23,24). Cada individualidad, cada personalidad en la tierra contiene su propio cosmos de particularidades, de esencias extrañas con las que adherirse al todo-afuera. El rizoma sabe que la vida al no ser mansa su comportamiento oscila entre furias y estupores. No queremos decir que la identidad no nos sea útil sino que nos limita, constriñe al espíritu (in) humano que jamás ha dejar de colmarse. Amar a pesar de todo, incluso hasta de uno mismo. Entonces se amará en el rizoma por modos de diversificación, de performance. Volviendo la subjetividad de cada uno y con el otro ser amado lo más sideral posible, cabalgando desde las moléculas, nadando en la acinesia, siendo feliz con aquellas quimeras y desfases que seamos capaces de enfrentar, de lograr y (por obviedad) de amar. Afanarse como lo conquistan las plantas, los animales, los insectos, la materia, o como invocan Deleuze y Guattari deambular por el planeta para fabricar trazos como el personaje asalmonado de Fritz Freleng. “La Pantera Rosa no imita nada, no reproduce nada, pinta el mundo de su color, rosa sobre rosa, ese es su devenir-mundo para devenir imperceptible, asignificante, trazar su ruptura, su propia línea de fuga, llevar hasta el final su evolución aparalela” (Deleuze & Guattari, 2005, pág. 26).

Bibliografía.

Deleuze, G., & Guattari, F. (2005). Mil Mesetas, Capitalismo y Esquizofrenia. España: Pre-textos.

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Amorosa Pestilencia Itzia Rangole “Porque allí, por los resquicios o por el aire, con el celo de la maldita solicitud, se les entra la amorosa pestilencia y les hace dar con todo su recogimiento al traste”. Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra.

I

III

asta la edad media el amor fue considerado una enfermedad. Quien lo padecía experimentaba severas fiebres y largos períodos de inapetencia, combinados con arrebatos emocionales. Los cuales bien podrían ser considerados los actos de un demente. A quien amaba con arrebato, sin sosiego, con obsesión, se le consideraba un enfermo.

¿Cómo debe de ser el amor? ¿Cómo se ha de amar? ¿Quién dictamina los términos y condiciones a seguir? ¿Es amor si es un sentimiento sosegado, o tiene que ser impetuoso y abrasador para poder recibir tal nombre? ¿Se ha de preferir un emoción prudente y cultivada, o una pasión avasalladora que obceca a quien la sufre? ¿Debe ser el amor permitido en todas sus manifestaciones, sin importar los impedimentos que encuentre a su paso? ¿En que medida los personajes, que no sean los amantes, deben intervenir en la historia de amor?

H

¿Qué es lo que tiene el amor que nos vuelve locos?

Para Julio Cortazar, el amor será una especie de rayo que nos tritura los huesos, dejándonos aturdidos e inmóviles ante él. En el nombre del amor, Julieta y Romeo se desprendieron voluntariamente de sus vidas. En el nombre del amor también, Helena huyó con París y jurando, del mismo modo por él, regresó junto a Menelao, más de nueve años después de su partida. Solo por amor se pueden explicar los actos de Julio Cesar. Un hombre de 52 años, emperador romano, en la cúspide de su carrera, casado, se arrodilla ante la regente de un país que él tiene políticamente conquistado. Una regente que se auto proclama como la reencarnación de una diosa. Por amor, Julio Cesar se arrodilla ante Cleopatra. Por amor, Cleopatra se suicida al saber de la muerte de Marco Antonio, su segundo esposo, el hombre de confianza de su primer difunto compañero. II Pero, ¿qué es el amor?

Shakespeare dirá de él que: No es amor el amor

que al percibir un cambio, cambia

o que obliga al distanciado a distanciarse. ¡Oh no! Es un faro inmóvil

que contempla las tempestades y no se estremece nunca.

El amor no es un navío que se pueda perder o hundir con las mareas, es - por el contrario - la luz que señala el camino a tierra firme. No es el mar misterioso, sosegado o impetuoso lo que describe el amor, sino un faro, una estructura que soporta las olas del mar.Fue quizás el amor lo que unió a la reina Victoria con el príncipe Alberto y lo que hiciera que, al perderlo, por el resto de su vida, la reina vistiera de luto. 46

Catherine Earnshaw ama a Heathcliff, pero las buenas costumbres dictaminan que no ha de hacerlo. Él es un peón de casa, un vagabundo recogido en el camino por su padre, un forastero con un origen incierto, de actitud tosca, de entendimiento limitado y de carácter violento. Para la hija de un hacendado, Heathcliff representa la última opción para contraer matrimonio, salvo que se quiera caer en la deshonra. Heathcliff ama a Catherine y escucha a escondidas cuando ella lo desprecia por su condición y anuncia se ha de casar con otro. Heathcliff enloquecido y furioso huye. Regresa años después, poseedor de lo que para él le había arrebatado la felicidad: el dinero. Heathcliff ama a Catherine, pero también la odia. Es la decisión de la mujer que ama de casarse con otro, lo que finalmente los separa. Por el contrario, Isabella Linton, una joven de sociedad, hija de buena familia, por algo que confundió con el amor, escapa con Heathcliff, para recibir


www.revistanudogordiano.com como recompensa a su audacia golpes y maltrato. ¿Qué nos puede decir Cumbres borrascosas de un sentimiento real, si es solo una obra de ficción? ¿El amor se puede realmente narrar en una novela? IV

El amor de hombres honestos no es suficiente para Holly Golightly en Desayuno en Tiffany’s. Para ella es imprescindible que quien la ame sea poseedor de una gran fortuna. De todos aquellos que le profesen amor, - en cualquiera de sus escalas, desde el deseo carnal hasta la protección desinteresada -, ella logra la manera de obtener algo a cambio a consciencia, pero sin maldad. ¿Quién le puede reprochar su conducta? ¿Solo porque alguien profese amor, el destinatario ha de estar obligado a compartir los afectos? ¿Por qué ella habría de amar a quien la amaba? Incluso, ¿por qué tendría que amar? Holly Golightly se casa con su esposo, porque alguna vez se tendría que casar por primera vez. Si el trato era conveniente para ambas partes al momento de producirse, ¿por qué, una vez cambiadas las circunstancias, ella habría de seguir respetando su palabra? ¿Por lealtad? ¿Por amor? Pero, ¿qué clase de amor hacia uno mismo es permanecer en un sitio donde ya no se es feliz? V Una de las tantas historias que escuchó Don Quijote de la Mancha durante sus travesías, fue la de la pastora Marcella. A la mujer se le acusaba de provocar la muerte de un rico, talentoso y próspero hombre que, al saber que nunca obtendría el amor de la joven, decide terminar con su vida. Cuando Marcella llega al funeral, uno de los amigos del difunto, le pregunta qué necesita, pues al ya no estar su amigo, en su memoria, los presentes cumplirían los caprichos de la señora. Las palabras del hombre están llenas de odio, pero Marcella mantiene la compostura, lo único que pide es que la escuchen. Ella nunca le pidió nada al muerto y esa sentencia, que el tomo erróneamente como una condena, es lo que le ha provocado la muerte. Marcella no ama a nadie, a nadie otorga ilusiones vanas, ni alienta afectos hacia su persona; que un hombre prefiera el suicidio antes de respetar la voluntad de una mujer, no es su problema. ¿Acaso todo amor debe ser recompensado? Ante la negativa de la respuesta, entonces, ¿cómo ha de afrontarse el infortunio que acontece al saberse no amado?

VI Pero si acordamos que no todo amor debe ser correspondido, ¿qué pasa con quien no ama a quien le necesita para sobrevivir? Cáscara de Nuez nos cuenta la historia de un feto que escucha y siente desde el vientre de su madre, como ella y su amante, planean asesinar a su padre. La mujer no muestra interés y, por tanto, ninguna precaución sobre su estado de salud. El amante quiere el cuerpo de la madre, lo demás le da igual. El padre desea a su mujer de vuelta, el resto es un añadido. La mujer y su amante cometen el homicidio planeado y en su huida, para evitar ser apresados, el bebé decide cobrar venganza, naciendo. Estropeando la fuga, algo que comenzó como una cáscara de nuez separa a los amantes. VII ¿Eso no es amor? ¿Qué lo es? ¿Qué requisitos ha de cumplir el amor? ¿Cómo inicia? ¿Por qué acaba? ¿Por qué surge? Si estipulamos que el amor no puede ser forzado, ¿podemos postular con seguridad que toda madre ama a su hijo? ¿Y los padres? ¿El amor puede ser impuesto? ¿Es posible que, al intentar hacerlo, el amor se corrompa? ¿Un sentimiento corrupto puede ser definido como amor?

Es de todos sabido las reglas universales de la magia en la literatura, que dictan que no se puede lograr que ningún humano ame a otro sobre su voluntad. Existen pociones cuyo efectos asemejan a los del amor, pero es solo un engaño. Es un estado inducido artificialmente, en cuanto la persona deje de tomar la pócima, el efecto logrado será revertido: la persona dejará de aparentar que ama a quien no lo hace. Pregunten a Merope Riddle lo que ocurrió cuando dejo de suministrarle la poción de amor a su esposo, Tom Ryddle Sr. 47


VIII

En El arte de amar se asevera que uno de nuestros errores como especie, es que todos pedimos amor, pero nadie sabe amar. Confundimos carencias emocionales, apetencias sexuales y patrones corruptos con el amor. Creemos que ha de ser algo que tenemos que buscar, encontrar y ganar, cuando realmente deberíamos de ser nosotros mismos amor. ¿Cómo se es amor? ¿Qué es el amor? IX ¿El amor puede engendrar amor?

Al enterarse de la infidelidad de su esposa, el sultán Shahriar ordena su ejecución. Después piensa cómo ha de prevenir que sus futuras esposas lo engañen. La solución es que al amanecer siguiente a la noche de bodas, serán asesinadas. Luego de unos pocos años, las mujeres en edad casadera del reino comienzan a escasear. En ese mismo reino existe una joven, hija del visir, de nombre Sherezade. Al enterarse de la noticia de que será ella la próxima esposa del sultán, rechaza la propuesta desesperada de su padre de que huya, por la seguridad de que ella puede solucionar la masacre que sufre su pueblo. No se equivoca, será ella la última esposa del sultán. Lo logra contándole un cuento a su esposo antes de dormir. Paradójicamente, el sultán Shahriar que huía de la burla, termina felizmente casado, con una mujer que lo ha engañado durante un mil y una noches. Deliberadamente, para salvar su vida, Sherezade ha impregnado el ambiente de suspenso al no dejar de enlazar las historias que cuenta cada noche, con otras historias que promete más fantásticas. ¿Puede el amor - al que consideramos sincero y desinteresado - surgir de la manipulación y del engaño deliberado? X Don Quijote le dice a Sancho Panza que es verdad bien conocida que las mujeres, menosprecian a quien las ama y aman a quien las desprecia. En una historia de amor siempre intervienen dos almas. 48

De ser ciertas las premisas, entonces de ellas se desprende, que si las mujeres menosprecian a quienes las aman y aman a quienes las menosprecian, de igual manera, los hombres aman a quienes los desprecian y menosprecian a quienes los aman. Las personas se aman las unas a las otras y ante su amor encuentran odio, indiferencia o, con suerte, son correspondidos. ¿Qué manera de amar es esta? Pues como diría Sor Juana Inés de la Cruz: Feliciano me adora y le aborrezco;

Lizardo me aborrece y yo le adoro;

Por quien no me apetece ingrato, lloro, Y al que me llora tierno, no apetezco.

A quien más me desdora, el alma ofrezco; A quien me ofrece víctimas, desdoro;

Desprecio al que enriquece mi decoro,

Y al que le hace desprecios enriquezco. Si con mi ofensa al uno reconvengo;

Me reconviene el otro a mí ofendido; Y a padecer de todos modos vengo;

Pues ambos atormentan mi sentido: Aquéste con pedir lo que no tengo;

Y aquél con no tener lo que le pido. XI ¿Casarse por amor? ¿Por qué? ¿Con quién? ¿Cuándo saber que tomaste la decisión correcta? ¿Por qué esperamos que el matrimonio sea para toda la vida? ¿Por qué esa compulsión de otorgar un valor tan grande a un evento social? ¿El amor ha de durar para siempre? ¿El amor es eterno? En Mañana en la batalla piensa en mí un hombre llega a su casa después de un viaje de negocios, para descubrir que su esposa ha muerto en su habitación, acompañada de un desconocido, mientras su hijo dormía en la habitación de alado. ¿Estas personas estaban juntas por amor? ¿No? Entonces, ¿por qué? ¿Para qué casarte, tener


www.revistanudogordiano.com hijos y comprometerte ante los demás - y si eres creyente, ante dios - de compartir todos los días de tu existencia con una persona, sino es por amor? Y si ya te comprometiste, ¿por qué no cumples tu palabra? XII

Marianne Dashwood amaba a John Willoughby. Al que conoció en un día de lluvia, el hombre que cumplía con todos los deseos propios de su mente embargada de sensibilidad romántica. Pero, el amor traiciono a Marianne Dashwood y el hombre que la amaba, la abandono por otra mujer. Una vez superada la etapa de duelo, que casi le cuesta la vida a la joven Dashwood, ella acepta casarse con otro. Otro con el que tiene una historia de amor más prudente. XIII ¿A qué conclusión llegamos? ¿Sabemos qué es el amor? En caso de ser la respuesta titubeante o tajantemente negativa, ¿cómo pretendemos buscar, reconocer y transmitir aquello que no sabemos qué es? ¿Por ciencia infusa?

Itzia Rangole. México, 1991 Directora de la Revista Miseria. Ha colaborado en las revistas digitales Contratiempo MX, Fantastique, Monolito y Littengineer, además de en las revistas impresas Clarimonda y Abigarrados. Twitter: @revistamiseria

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