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Sombras en Quillagua | Carlos Rendón

SOMBRAS EN QUILLAGUA

| Carlos Rendón

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Cuando a los artistas seleccionados de la convocatoria Ahora o nunca se les propuso hacer un taller en el marco del viaje de contextualización a Quillagua, ocurrió una situación inédita en el festival. Tres de ellos se unieron bajo una misma propuesta para llevar a los niños del pueblo al interior del desierto de Atacama una experiencia única que aprovechaba no solo la experticia de cada uno, sino también un combustible inagotable en el norte de Chile: el sol.

El taller propuso utilizar papeles fotosensibles que reaccionan a la luz, para imprimir en ellos objetos y formas significativas de Quillagua. En la cancha principal del colegio se armó un pequeño taller de impresión, con mesas, sillas y bandejas llenas de agua con limón. A ratos, parecía un estudio de revelado fotográfico.

La indicación inicial fue recolectar objetos representativos de la localidad, invitando a los alumnos a una búsqueda del tesoro. Las más diversas propuestas fueron apareciendo: desde un hueso hasta un juguete, pasando por semillas, un brazo de muñeca, tapas de gaseosa, entre otros. La recolección representó una resignificación de un entorno común para los jóvenes. Superando la reticencia inicial, fueron dando rienda suelta a la imaginación y desde los rincones, o encaramados en los árboles, comenzaron a ver de manera distinta aquel patio, aquella tierra, aquel paisaje.

Con los objetos en las mesas, cada uno comenzó a diseñar su impresión, poniendo en el papel fotosensible los artilugios; algunos al azar, otros dibujando con ellos, representando la imaginería típica de la zona, como árboles o animales que ven a diario en el pueblo.

El sol tardó unos diez minutos en imprimir cuadros en el papel. Al remojarlos en agua con limón, la sombra de los objetos quedó impregnada, adquiriendo una tonalidad blanca en el azul de las hojas. La sombra se volvió el pincel de un lienzo pequeño pero sorprendente.

El profesor se quedó con los papeles fotosensibles sobrantes para repetir la experiencia en clases, y se le entregaron además las instrucciones para fabricar más en forma casera. Así, en el aula del desierto más seco del planeta se podrá aprovechar el sol de una manera diferente y creativa.