Ciertos vacíos pdf

Page 1


ciertos vacíos Un ensayo fotográfico sobre orfandad, violencia y memoria en el Perú

CECILIA LARRABURE


Ciertos vacíos. Ensayo fotográfico sobre orfandad, violencia y memoria en el Perú Primera edición © Cecilia Larrabure, 2007 De esta edición: © Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2007 Plaza Francia 1164, Lima 1, Perú Teléfono: 626 6140 feditor@pucp.edu.pe www.pucp.edu/publicaciones/publicaciones © Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú Plaza Francia 1164, Lima 1, Perú Teléfono: 626 2000 anexo 4352 red@redccss.org.pe www.redccss.org.pe Fotografía de cubierta: Cecilia Larrabure Diseño de portada e interiores: Axis Consultores Este libro ha contado con el generoso auspicio de UNICEF. Prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio, total o parcialmente, sin permiso expreso de los editores. ISBN 978-9972-42-808-1 Hecho el Depósito Legal 2007-04012 en la Biblioteca Nacional del Perú

Impreso en el Perú

Para Betty, mi mamá, por amarme Para Rosa, mi abuela, por ser tan cómplice


La soledad y la ausencia son inseparables, como lo son la pérdida y la pena. El juego del escondite ilustra este fenómeno. En él se dan la temerosa expectativa de la ausencia y el alivio de la reaparición, se vive la pequeña nostalgia, que en los niños abandonados a su suerte se convierte en intensa e irremediable amargura.

Luis Herrera Abad, «Familia y violencia, el caso de una migración forzada», en Reflexiones sobre la violencia, Moisés Lemlij, Lima, 1994.


Contenido 9

La historia detrás del lente: Cecilia Larrabure

14

Prólogo: Carlos Iván Degregori

16

Presentación: Susana Villarán de la Puente

21

Fotografías 1994-2001

75

Fotografías 2001-2004

76

Secuelas psicosociales: Viviana Valz-Gen Historias

80

Lucio Yumikire Maaire

90

Elena Ashivante Pérez

98

Carlos Augusto Gómez de la Torre

108

Tania Sánchez Gavilán y Nolberto Araujo Flores Anexos

122

Mapa de ubicación

124

Bibliografía


|9 ciertos vacíos

Cecilia Larrabure Fotógrafa

Este libro comenzó como un reportaje de diez días en la ciudad de Huamanga. Era 1994 y la capital de Ayacucho celebraba nuevamente, tras catorce años de violencia, la Semana Santa como solo los huamanguinos saben hacerlo. Al mismo tiempo que sus calles intentaban retomar el color y la alegría de antaño, se enfrentaban a un número creciente de pandillas juveniles, muchas de ellas integradas por huérfanos del conflicto armado iniciado en 1980 por Sendero Luminoso. En julio de 1994 comencé esta investigación en las casas hogares Juan Pablo II de Huanta y Huancapi,1 sin saber que sería el inicio de un recorrido que duraría casi diez años. De Ayacucho pasé a la selva central, donde Sendero Luminoso sometía cruelmente a la etnia asháninka. Allí, en 1995, continué el trabajo en la Misión Franciscana de Puerto Ocopa en el departamento de Junín.2 Elegí estos departamentos porque fueron dos de los más golpeados por el terror de Sendero Luminoso y, desde mucho tiempo atrás, sistemáticamente abandonados por el Estado peruano. Se calcula que los senderistas mantuvieron en situación de cautiverio, entre 1987 y 1994, a unos cinco mil asháninkas, que otros seis mil fueron asesinados y que para el 2007, no se descarta que todavía algunos asháninkas sigan sometidos por SL en los valles de los ríos Apurímac y Ene.3 En cuanto a las víctimas de origen andino, la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) sostiene, en su informe final, que ellos representan el 75% del total. En mi primer viaje a Puerto Ocopa conocí a Elena Ashivante Pérez. Tenía cinco años y casi no hablaba: solo nos seguía y trataba de tomarnos de la mano. Me estremeció su necesidad de tocar, de sentirse acompañada. Su necesidad de cariño.

Dibujo del taller Hora-Juego, Centro Amazónico de Antropología Aplicada del Perú CAAAP, Puerto Ocopa, Junín (1991-1996)

Pese a llevar siempre varias cámaras fotográficas, nunca me negué a sostener su mano, a darle un abrazo. Sus manitas, su mirada y su sonrisa me ayudaron a crecer. Me ayudaron a respetar a las 69.280 víctimas fatales de esta guerra interna,4 las cuales, para muchos, son solo estadísticas.


| 11 ciertos vacíos

| 10 ciertos vacíos

Para un niño, su padre o su madre son la mitad del universo. Al verse sin esa mitad, al no entender por qué se le

La familia como institución fue una de las grandes afectadas por el conflicto que inició Sendero Luminoso: fue

priva de ella, su universo se mutila, muchas veces de manera irreparable. A pesar de ello, la posibilidad de contar con una

desarticulada de manera irreparable. La ausencia de uno o de ambos padres provocó, en muchos casos, la separación de los

terapia psicológica que ayude a aquellos huérfanos a superar esos traumas ha sido mínima o nula.

hermanos, la pérdida de familiares y amigos, así como de una vida en comunidad y de bienes personales. Fueron centenas de

Los encomiables esfuerzos de instituciones como la Asociación Emergencia Ayacucho (AEA), el INABIF y las aldeas

miles de ciudadanos quienes vieron sus vidas trastocadas, que se empobrecieron material y espiritualmente por la crueldad

SOS, entre otras, por devolver una vida digna a estos huérfanos, casi siempre se han limitado a ayudas de supervivencia.

terrorista y, también, por la represión ciega y abusiva del Estado. Estas personas son las que conviven con sentimientos

Desgraciadamente, la falta de recursos, en unos casos, y de conciencia de lo importante que es atender la salud mental, en

de desamparo, discriminación, humillación y frustración, y que merecen una segunda oportunidad para curar sus heridas y

otros, ha contribuido a que Ayacucho siga siendo un lugar inseguro. La violencia enraizada en el alma a edades muy tempranas

alcanzar sus sueños.

desborda, inevitablemente, a la persona que la lleva dentro, y se repetirá innumerables veces mientras no sea tratada adecuadamente. Paradójicamente, una de las pandillas más temidas de la ciudad de Huamanga se llama «Los Huérfanos». Recuerdo también a Tania en su fiesta de quince años. La había visto antes, pero fue la primera vez que la observé con atención. Era grande, fuerte y decidida. No evidenciaba temores. Luego se fue a estudiar a Lima y le perdí el rastro. Cuando la volví a ver tenía veintidós años y alquilaba un cuarto en el distrito de Magdalena. Estaba embarazada de seis meses y muy asustada: iba a ser madre y no tenía un referente maternal. El padre de su hija, Nolberto, es también un huérfano de Huanta. Recuerdo sus miedos, sus dudas. Ellos, que perdieron a los suyos cuando su principal preocupación era jugar, ahora se preguntaban cómo ser padres. No olvido el día en que nació Tamara en la Maternidad de Lima, y la dicha contagiante de la madre cuando le tomé la primera foto con su hija. Ese día pensé que ojalá esa pequeña niña les devolviera parte de lo perdido. Lucio siempre fue huidizo. Como si la sola idea de acercarse le diera miedo. Al principio su actitud me pareció extraña, pero cuando supe lo del machete y la cicatriz en su rostro, lo comprendí. Lucio siempre me dio pena, a pesar de que nunca quise sentirla. La pena es un sentimiento inevitable cuando ves que el infierno está cerca, al lado, y que un niño indefenso puede entrar en él y salir con el alma dura y recelosa. Si, finalmente, consigue salir. Elena, Tania, Nolberto y Lucio son solo cuatro de los 40 mil huérfanos que dejó la guerra interna.5 La CVR no pudo determinar un número de huérfanos tras más de una década de violencia. Esta cifra nos sitúa, tristemente, dentro del grupo de países con más altos índices de huérfanos por conflictos armados, junto a Guatemala, con 200 mil después de 36 años de guerra civil y Ruanda, con 95 mil huérfanos después del genocidio que exterminó a 800 mil personas en cien días. Según UNICEF, ahora mismo hay alrededor de 300 mil niñas y niños soldados participando en más de treinta conflictos armados en todo el mundo.

1 A 54 y 160 kilómetros al norte y al sur de Huamanga, respectivamente. 2 400 kilómetros al este de Lima. 3 Valles cocaleros localizados en los departamentos de Junín, Ayacucho y Apurímac. 4 Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, Perú 2003. 5 En Ayacucho se han registrado 15.619 huérfanos, de los cuales se han podido identificar con nombres y apellidos a 14.446. En Junín, 3.404, de los cuales 1.841 han sido nominados. Fuente: Censo por la Paz realizado por el Ministerio de la Mujer y del Desarrollo Social (MIMDES), 2001.


Dibujo del taller Hora-Juego, CAAAP, Puerto Ocopa, JunĂ­n (1991-1996)


| 15 ciertos vacíos

| 14 ciertos vacíos

Carlos Iván Degregori Antropólogo, ex integrante de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (Perú, 2001 – 2003) Asesor del International Center for Transitional Justice (ICTJ)

Durante las dos últimas décadas del siglo XX, nuestro país vivió el período más violento de su historia contemporánea.

y cuarenta años. Muchos de ellos tenían hijos menores de edad, que pasaron a formar parte de la legión de huérfanos

En mayo de 1980, el Partido Comunista del Perú, Sendero Luminoso (SL), dio inicio a lo que denominó una guerra popular

conocida como los niños de la guerra.

contra el Estado peruano.

A partir de sus investigaciones, la Comisión de la Verdad y Reconciliación puede afirmar que las viudas y los huérfanos

La estrategia maoísta de Sendero Luminoso tenía como uno de sus ejes el cercar las ciudades desde el campo

son los peruanos en los cuales la violencia ha dejado las mayores secuelas. Las Audiencias Públicas de la CVR han permitido

construyendo allí un «nuevo poder». Para ello, SL destituía a las autoridades tradicionales o a los alcaldes elegidos y los

atisbar al menos algunas dimensiones del dolor y de las pérdidas materiales, sociales y psicológicas de viudas y huérfanos.

reemplazaba por representantes del partido, que organizaban los territorios bajo su influencia en función de la guerra

Pero también su coraje, resiliencia y esperanzas.

popular. De esta forma, la población civil se vio desde muy temprano involucrada como masa en los planes de SL.

El Estado no ha dado una respuesta acorde a la dimensión del problema. Tampoco la sociedad estuvo a la altura del

A diferencia de otros países de América del Sur, donde tanto la violencia subversiva como la represión estatal fueron

desafío. Muchos de esos niños, y sobre todo niñas, terminaron como trabajadores domésticos en pueblos y ciudades de las

principalmente urbanas, en nuestro país el conflicto armado interno afectó fundamentalmente las zonas rurales andinas y

zonas afectadas por la violencia, incluyendo Lima. En muchos casos, las familias receptoras consideraban que de esa forma

amazónicas. Las masas con las que SL contaba para cumplir sus planes fueron, pues, en un porcentaje muy significativo,

ayudaban a los menores desprotegidos, aunque con frecuencia se han constatado abusos y malos tratos.

campesinos quechuas de la sierra central y surcentral, comunidades asháninkas de la selva central, así como también de las zonas cocaleras de los valles del Apurímac, Ene, Aguaytía y Huallaga, principalmente.

El grueso de la respuesta al problema de la orfandad producida por la violencia ha quedado a cargo de la iniciativa espontánea de núcleos de la sociedad civil como la Asociación de Emergencia Ayacucho, de órdenes religiosas y ONG

En esas regiones, una de las puntas de lanza para la penetración de SL fueron los colegios secundarios en los cuales

nacionales e internacionales. Por eso cuando Cecilia Larrabure me planteó su proyecto fotográfico, diciéndome que su

los subversivos reclutaban estudiantes, muchos de ellos menores de edad. Mostrando su menosprecio por las convenciones

objetivo era elaborar un documento que pueda servir de consulta a todo aquel interesado en el tema de la orfandad y su

de Ginebra y por las leyes de la guerra en general, la estrategia senderista no respetaba a los menores, reivindicando más

problemática, pensé que si no éramos todos los peruanos los interesados en este tema, entonces no habíamos aprendido

bien el derecho de los niños a participar en la guerra popular. En aquellos lugares donde llegaron a establecer zonas liberadas

las dolorosas lecciones de nuestra historia reciente.

incorporaron como pioneros en sus fuerzas locales a niños y adolescentes, a los cuales enseñaban en sus escuelas

El excelente ensayo fotográfico que conforma el presente volumen contribuirá, sin duda, a que conozcamos mejor la

populares el llamado pensamiento Gonzalo. Cuando, asediadas por las fuerzas del orden, las poblaciones bajo control

dimensión del daño causado por la violencia política y decidamos saldar por fin una deuda todavía pendiente con aquellos

senderista tenían que replegarse a zonas agrestes en lo que llamaban retiradas, los niños y niñas estuvieron entre las

peruanos y peruanas, los más desvalidos por ser menores de edad, que sufrieron en su entorno decisivo —padres, familia—

primeras víctimas.

los embates de una violencia que no debe volver a repetirse.

Por su parte, la estrategia contrainsurgente del Estado peruano, especialmente durante los primeros años, produjo una represión indiscriminada que dejó miles de muertos y desaparecidos. La mayoría fueron hombres jóvenes, entre veinte


| 17 ciertos vacíos

| 16 ciertos vacíos

Dibujo del taller Hora-Juego, CAAAP, Puerto Ocopa, Junín (1991-1996)

Susana Villarán de la Puente Ministra de la Mujer y Desarrollo Social durante el gobierno de transición de Valentín Paniagua (2000-2001). Relatora para los derechos de los niños de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (2002-2003)

La mirada de Cecilia Larrabure nos revela una realidad que durante mucho tiempo no quisimos ver. A la secular invisibilización de la niñez en nuestra sociedad y en nuestro Estado se sumó, durante mucho tiempo, nuestra negativa a mirar, a involucrarnos en la suerte que corrían estos pequeños asháninkas de la selva de Junín, así como los niños andinos de Ayacucho. Niños a los que en su primera infancia los sorprendió el terror de Sendero Luminoso, trastocando su mundo. Estas imágenes rescatan al niño y a la niña huérfanos de Puerto Ocopa, Huanta y Huancapi, reviven su pasado reciente y nos muestran las heridas visibles e invisibles del conflicto armado: la orfandad, la soledad y el desarraigo de la tierra y de la familia. A las armas como parte del paisaje de su infancia. Cecilia Larrabure nos descubre el mundo de la infancia en riesgo o abandonada en las orillas de Río Tambo (Junín) y en Ayacucho. La sorprendente complejidad de sus fotografías muestra a niños que nunca dejan de ser tales, aún en las peores circunstancias. Están ahí, intactas, la inocencia en las miradas sorprendidas, su capacidad de jugar a la ronda y las manitas pequeñas que se tienden en busca de amparo y protección. Según el Grupo de Iniciativa por los Derechos del Niño, durante el conflicto armado en el Perú murieron 1.200 niños y niñas; 1.924 quedaron con algún tipo de discapacidad, 221 son desaparecidos; 360 mil desplazados y 25 mil huérfanos de madre. Son niños y niñas portadores de derechos: del derecho a vivir, a su integridad física, a ser protegidos integralmente, a gozar de una familia, a ser parte y a nutrirse de una cosmovisión propia y ser dueños de una tierra ancestral; el derecho a la educación bilingüe intercultural, a la salud y a la nutrición, también a una vivienda digna, al juego y la recreación. Ellos son merecedores, más aún por ser víctimas de la violencia, de un proyecto de vida con calidad. Al abrirse paso la verdad, porque así lo hemos querido los peruanos y peruanas conformando la Comisión de la Verdad


reparar a estos niños. La desventaja en la que viven no es solo producto de la pobreza, de la ausencia de Estado o de la discriminación étnica. A la exclusión, se sumó la desgarradora experiencia de ser víctimas inocentes de un conflicto armado en el inicio de sus vidas. Los efectos de la violencia en la niñez son devastadores: desaparecidos, huérfanos, desplazados, niños y niñas dañados psicológica y físicamente, sin posibilidad de acceder a los servicios de salud y educación. El Estado peruano, al suscribir y ratificar la Convención de los Derechos del Niño en 1990 y promulgar el Código del Niño y del Adolescente en 1992, cambió radicalmente su concepción de la infancia y sus derechos. De una normatividad e institucionalidad tutelar, basada en la doctrina de la situación irregular, adoptó la perspectiva y el modelo de la protección integral y del niño como sujeto de derechos y libertades. En lo que se refiere a los niños y niñas en situación de abandono y riesgo hay avances importantes ocurridos en la década de los noventa, pero existe aún un largo camino por recorrer. Los cerca de 32 centros, aldeas u hogares a cargo del Instituto Nacional de Bienestar Familiar (INABIF), no son la solución a la problemática por la que atraviesan los huérfanos y las huérfanas menos aún, para los que están en esa situación debido a la violencia política, quienes se encuentran en una situación particular de indefensión. Aún decidimos por ellos, actuamos en su nombre, los institucionalizamos y los privamos de libertad para protegerlos. Hace falta redefinir estrategias orientadas a reinsertar a los niños y niñas en abandono material o moral a sus familias nucleares o extendidas, a sus culturas. El Ministerio de la Mujer y del Desarrollo Social (MIMDES) es ente rector en materia de infancia y el INABIF la entidad responsable del cuidado y protección de los niños en situación de abandono y/o riesgo, por mandato de los juzgados de familia. Se trata entonces de una responsabilidad compartida entre varias instituciones del Estado, y entre este y la sociedad, para iniciar acciones que posibiliten la reinserción de niños, niñas y adolescentes albergados en sus familias extendidas y redes familiares, brindándoles atención especializada y sensibilizando a la comunidad respecto de su situación de desventaja. Cecilia Larrabure se atrevió a entrar en el paisaje interior de estos niños y en las fotografías y testimonios que nos presenta en este libro, nos invita a contemplarlos cara a cara. Su cámara nos sugiere historias que deben ser contadas, relatos de infancias truncas, de sueños y deseos, de juegos y fantasías que el odio no pudo derrotar. Ella, tuvo el coraje y la ternura indispensables para acercarse a un mundo que no debe ser olvidado. Nos toca ahora, después de ver, actuar.

| 19

Dibujo del taller Hora-Juego CAAAP, Puerto Ocopa, Junin (1991-1996)

ciertos vacíos

| 18 ciertos vacíos

y la Reconciliación, debemos comprometernos con la justicia para ellos y ellas. Como Estado y como sociedad, debemos


| 21 ciertos vacíos

| 20 ciertos vacíos

1994-2000

© Edilberto Jiménez Chungui, La Mar, Ayacucho, 1994


| 22 ciertos vacíos

Misión Franciscana de Puerto Ocopa, Junín, 1998

«La violencia ha actuado como el líquido revelador en la fotografía, haciendo emerger imágenes que ya estaban; ha puesto a flor de piel los temores y modos de actuar más primarios, ha desencadenado formas de vivir donde la angustia, el vacío, la compulsión son la experiencia cotidiana. Sobre el escenario de la infancia y la vida de los sujetos se monta la experiencia traumática actual: [...] se produce culpa, se inhibe todo deseo, fantasía, ilusión. Se empobrece el mundo interior. Se cree que lo amenazante es lo interno. Se hace propia la culpabilidad».*

*María Angela Cánepa «El país de las buganvilias con alambres de púas».


| 25 ciertos vacíos

| 24 ciertos vacíos

Misión Franciscana de Puerto Ocopa, Junín, 1995

El padre Teodorico Castillo está a cargo de la misión franciscana de Puerto Ocopa desde 1958. En los años ochenta la misión resistió durante más de doce horas a un ataque de Sendero Luminoso, quedando en su interior el padre Castillo y doce nativos. «La llegada de Sendero Luminoso a Puerto Ocopa significó mentira, muerte y destrucción. Algunos nativos cuentan que los senderistas les prometieron un cambio en términos de prosperidad. Fueron doblemente engañados. Luego, el pueblo fue incendiado en su totalidad por los Sinchis* para evitar el retorno de los senderistas. Muchos murieron en los enfrentamientos, algunos huyeron y otros fueron llevados como prisioneros a los campamentos terroristas».**

*Grupo de élite de la policía peruana. **Viviana Valz-Gen «Los Asháninkas extranjeros en el Perú».


| 26 ciertos vacĂ­os

Casa Hogar Juan Pablo II, Huanta, Ayacucho, 1995


| 29 ciertos vacíos

| 28 ciertos vacíos

Olla común, Misión Franciscana de Puerto Ocopa, Junín, 1997


| 31 ciertos vacíos

| 30 ciertos vacíos

Río Pangoa,­Misión Franciscana de Puerto Ocopa, Junín, 1995

«La infancia, especialmente la que creció entre 1980 y 1990, en medio de la violencia generalizada y los conflictos armados [...], fue afectada profundamente en su salud física, mental y espiritual [...] y es que, sin duda, son la guerra y la represión brutal las que causan los efectos más profundos en la infancia, por lo que tienen de crisis socioeconómica y de desastre, y por lo que implican en perversidad, deshumanización e irracionalidad».*

*Roberto Cuéllar, «Situación en Cinco Países».


| 33 ciertos vacíos

| 32 ciertos vacíos

Misión Franciscana de Puerto Ocopa, Junín, 1998

«El niño nace sin tener noción de la vida y de la muerte. Paulatinamente irá adquiriéndola por su relación con el mundo adulto y su propia experiencia. La terminación de la vida, la desaparición para siempre de un ser querido es, aun para los adultos, difícil de entender. Quizá cuando el niño pequeño comienza a darse cuenta de su diferencia con otros individuos, cuando distingue el Yo del Tú, recién puede concebir la posibilidad de perder a aquellos que lo cuidan y lo alimentan. Recién entonces puede imaginar lo terrible que sería quedarse solo».*

*Luis Herrera Abad, «Familias y violencia, el caso de una migración forzada».


| 35 ciertos vacíos

| 34 ciertos vacíos

Quinceañero, Casa Hogar Juan Pablo II, Huanta, Ayacucho, 1997

El padre de Sonia Oré Urbano (primera a la izquierda) fue asesinado por Sendero Luminoso en 1989. Ella ingresó a la Casa Hogar Juan Pablo II de Huanta a los siete años, pero fue expulsada del orfanato a los 16 años por mala conducta. Ingresó al Ejército para hacer el servicio militar obligatorio y se quedó como suboficial administrativo; actualmente labora en Huamanga en una dependencia del Ejército. Los padres de Giovana Aguilar (al medio) eran prósperos agricultores de la localidad de Luricocha (Huanta). Una noche miembros de Sendero Luminoso entraron en su casa, encerraron a los seis hijos en una habitación y asesinaron a la pareja. Giovana, que tenía entonces cinco años, vio a través de la cerradura de la puerta cómo acuchillaron a sus padres. A partir de entonces sufrió constantes pesadillas y temores; desgraciadamente no tuvo la posibilidad de recibir una terapia psicológica sostenida en el tiempo. Gracias a una beca gestionada por AEA,* Giovana estudió Administración Hotelera en un instituto de la cooperación española en la ciudad de Cañete, 143 kilómetros al sur de Lima. Julia Condoray perdió a su padre por el terrorismo. Su madre se juntó con una nueva pareja y la entregó al orfanato al no poder mantenerla. Hoy Julia vive en Lima, tiene un puesto de abarrotes en un mercado del distrito de San Martín de Porres y estudia enfermería por las noches.

*Asociación Emergencia Ayacucho.


| 36 ciertos vacíos

Machete, Misión Franciscana de Puerto Ocopa, Junín, 1995

El 19 de agosto de 1993, las comunidades de San Laro y Toncama* fueron atacadas por una columna de 150 miembros de Sendero Luminoso quienes, en represalia por la organización de las rondas campesinas en la zona,** asesinaron a machetazos a 56 personas, entre ellas catorce niños, a quienes les cortaron las orejas.***

*Mazamari, Junín, 250 kilómetros al este de Lima. **Las rondas campesinas fueron organizadas a nivel nacional a final de los años ochenta para proteger a las comunidades nativas de la violencia terrorista de Sendero Luminoso. ***Diario El Comercio, 19 de agosto de 1993.


| 39 ciertos vacíos

| 38 ciertos vacíos

Lucio Yumikire Maaire pasó sus primeros años viviendo en el monte, bajo el control de Sendero Luminoso. Al escapar, un mando senderista lo hirió en el rostro con un machete, cuando intentaba matarlo para que no lo reconociera.

Lucio, 6 años, Misión Franciscana de Puerto Ocopa, Junín, 1995


| 41 ciertos vacíos

| 40 ciertos vacíos

Rafael Arotoma Montes, 4 años, Casa Hogar Juan Pablo II, Huancapi, Ayacucho, 1996


| 43 ciertos vacíos

| 42 ciertos vacíos

Aurora y Pepe Grillo, Casa Hogar Juan Pablo II, Huanta, Ayacucho, 1994

Panadería, Casa Hogar Juan Pablo II, Huancapi, Ayacucho, 1996


| 44 ciertos vacĂ­os

Madelina espera por su baĂąo, Casa Hogar Juan Pablo II, Huanta, Ayacucho, 1995


| 47 ciertos vacíos

| 46 ciertos vacíos

Casa Hogar Juan Pablo II, Huanta, Ayacucho, 1995

Madelina Amao Urbano nació en la selva de Ayacucho, el 11 de noviembre de 1992. Sus padres, de origen andino, se mudaron a esa región para trabajar en cultivos de coca, en busca de mejores alternativas de vida. La madre murió de malaria y el padre asesinado por Sendero Luminoso. Madelina y sus tres hermanos mayores quedaron bajo la tutela de su Momento en que la abuela de Madelina la entrega al orfanato, Casa Hogar Juan Pablo II, Huanta, Ayacucho, 1994

abuela materna, quien la entregó al orfanato de Huanta el 22 de noviembre de 1994. En junio de ese mismo año, una familia de Luxemburgo adoptó a Madelina.


| 49 ciertos vacíos

Misión Franciscana de Puerto Ocopa, Junín, 1995

«Mientras que a nivel mundial el índice medio de aparición de la depresión es alrededor de los cuarenta años, en el Perú es la primera causa de atención en salud mental en los adolescentes».*

*Pilar Dughi, «Estigmas y Silencios: Salud Mental y Violencia contra la Infancia en el Perú».


| 51 ciertos vacíos

| 50 ciertos vacíos

Beatriz Arotoma Montes, 8 años, Casa Hogar Juan Pablo II, Huanta, Ayacucho, 1997

Misa, Misión Franciscana de Puerto Ocopa, Junín, 1998


| 52 ciertos vacíos

Misión Franciscana de Puerto Ocopa, Junín, 1997


| 55 ciertos vacíos

La Misión de Puerto Ocopa fue fundada a finales del siglo XIX por misioneros jesuitas y hacia 1920 pasó a manos de la orden franciscana. El lugar sirvió siempre de refugio: en la época de oro del caucho albergó niños llamados matsís, acusados de brujería por sus comunidades y condenados a morir, lo que hubiera sucedido de no haber sido por los misioneros. Entre mediados de 1980 y 1990 la misión albergó a varias centenas de comuneros asháninkas que huían del terror de Sendero Luminoso, muchos de ellos bebés y niños cuyos padres habían sido asesinados o estaban desaparecidos.

Misión Franciscana de Puerto Ocopa, Junín, 2003


| 57 ciertos vacíos

| 56 ciertos vacíos

Casa Hogar Juan Pablo II, Huancapi, Ayacucho, 1996

Cumpleaños, Casa Hogar Juan Pablo II, Huancapi, Ayacucho, 1996

Casa Hogar Juan Pablo II, Huanta, Ayacucho, 1997


| 59 ciertos vacíos

Piojos, Misión Franciscana de Puerto Ocopa, Junín, 1998


| 61 ciertos vacíos

| 60 ciertos vacíos

Baile, Misión Franciscana de Puerto Ocopa, Junín, 1995

«[...] a pesar de que los niños hayan vivido situaciones traumáticas y con marcado déficit, ellos manifiestan una extraordinaria capacidad de sobrevivencia y de recursos que le permiten continuar su vida. Los niños desplazados han demostrado una enorme capacidad de reproducir a través del juego experiencias dolorosas como una manera de entenderlas y elaborarlas; esa capacidad de seguir jugando y riendo a pesar de lo vivido, de recordar olores y circunstancias para mitigar —al menos un poco— la añoranza de su terruño y de sus seres queridos».*

*Matilde Ureta de Caplansky, Elvira Soto de Dupuy, «De padres cojos, hijos bailarines».


| 63 ciertos vacíos

| 62 ciertos vacíos

Casa Hogar Juan Pablo II, Huanta, Ayacucho, 1997

«A parte de lo que uno trae al nacer, es fundamental la historia vital, la relación primaria con el objeto maternante y el entorno. Hablamos de objeto maternante y no de madre específicamente, para referirnos a la persona que se hace cargo de la crianza durante los primeros meses de vida del niño, pero también para adherirle a esta persona otros elementos del medio que pueden ser de mucha importancia en lo que se brinde al niño».*

*Matilde Ureta de Caplansky, Elvira Soto de Dupuy, «De padres cojos, hijos bailarines».


| 65 ciertos vacíos

| 64 ciertos vacíos

Casa Hogar Juan Pablo II, Huancapi, Ayacucho, 1996


| 67 «En el encuentro con nuestros pacientes surge innumerables veces una pregunta con respecto a qué resulta más traumático: la experiencia en sí misma o el intento de negarla, pretendiendo que nada sucedió [...] Reconocemos que hay situaciones difíciles para cualquier ser humano y frente a ellas se suele asumir inicialmente una actitud de negación. Este es el caso de las muertes, desapariciones y detenciones de un ser querido, situaciones en que la realidad se torna inaceptable y, por lo tanto, se niega. Se requiere entonces un trabajo especial para procesar y asimilar estas experiencias, el cual adquiere particular transparencia en la relación con los niños [...] Aquello que no se puede hablar y no puede ser elaborado, sabemos que tiende a repetirse. Así cuando se le propone a una sociedad negar lo vivido, se le está recortando sus posibilidades de desarrollo en un sentido integral, se hipoteca su futuro».*

*Viviana Valz-Gen, «Cuando sea grande».

ciertos vacíos

| 66 ciertos vacíos

Misión Franciscana de Puerto Ocopa, Junín, 1998


| 69 ciertos vacíos

| 68 ciertos vacíos

Misión Franciscana de Puerto Ocopa, Junín, 1995

Casa Hogar Juan Pablo II, Huancapi, Ayacucho, 1996

Misión Franciscana de Puerto Ocopa, Junín, 1995

Casa Hogar Juan Pablo II, Huancapi, Ayacucho, 1996


| 71 ciertos vacíos

| 70 ciertos vacíos

Misión Franciscana de Puerto Ocopa, Junín, 1998


| 73 ciertos vacíos

| 72 ciertos vacíos

Regina, Misión Franciscana de Puerto Ocopa, Junín, 1995

«Recordar es un proceso del pensamiento que intenta descubrir una memoria perdida. Es una búsqueda de memoria o una reconstrucción de lo que se había olvidado [...]. Uno no puede estar seguro de que la memoria que encuentra o reconstruye es la misma que perdió, pero sí puede estar seguro de que los procesos de inventar, encontrar, aprender y reconstruir dependen del acto de recordar. Cuando al recordar intentamos capturar una memoria, puede ocurrir también que la memoria tome el control de nosotros mismos».*

*Petar Ramadanovic, «Apuntes sobre la Memoria y el Olvido».


2001-2004

© Edilberto Jiménez Chungui, La Mar, Ayacucho, 1996


| 77 ciertos vacíos

| 76 ciertos vacíos

Viviana Valz-Gen Psicóloga, ex coordinadora de la Unidad de Salud Mental de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (2001-2003)

Uno de los vacíos más profundos, difíciles, y quizá imposible de llenar, es el que deja la falta de los padres. Esta queda

Conocemos este proceso como socialización: consiste en facilitar y desarrollar el juego entre el mundo interno

inscrita como la ausencia de un referente para organizar el psiquismo y descoloca al infante ante a una realidad cargada

—los sentimientos y necesidades del niño— y el mundo externo —la relación con los padres, las normas familiares

de mensajes y códigos, para cuya interpretación necesita de la ayuda de un adulto. Además, se producen un sinfín de

y sociales que de ellos asimilan. Los recursos y posibilidades de una persona van a depender, entonces, de sus logros

sensaciones, sentimientos y vivencias que pueden ser abrumadores si no se cuenta con un interlocutor dispuesto a este

en este proceso. A través de esta relación los niños y niñas adquieren una percepción más o menos diferenciada de

encuentro.

ellos mismos y de su entorno; un sentimiento de seguridad proporcional a la calidad de esos vínculos y un modelo que

La experiencia de orfandad, cuando es temprana, queda inscrita como ausencia, una ausencia de puntos de apoyo para sentir el mundo como un lugar amable para vivir. El ser humano se desarrolla en una estrecha relación con el

ampliará o restringirá el repertorio de respuestas —con las que enfrentarán las exigencias de la realidad— que se irán haciendo progresivamente más complejas.

ambiente; para que esta relación pueda devenir armoniosa es indispensable el encuentro con un otro, que no solo se

Sabemos también el fuerte impacto que tiene en los niños y niñas pequeños las relaciones poco armoniosas con

haga cargo de sus necesidades, sino que también le provea referentes para entender una realidad cargada de símbolos

padres y madres que sufren algún tipo de trastorno emocional. Se trata de procesos en los que el infante es como una

y códigos. Sin ese otro, el mundo se torna extraño, incomprensible y a veces, inhabitable.

esponja que absorbe de su entorno vivencias para desarrollar.

Nuestro bebé se caracteriza por su total indefensión al inicio de la vida. Se trata de una indefensión en un sentido

Durante los años del conflicto armado interno, uno de los temas que mayor impacto ha tenido sobre las

total y deberá pasar por una integración muy compleja, que involucra procesos emocionales, cognitivos, neurológicos,

comunidades, familias e individuos está asociado a la pérdida de seres queridos debido a asesinatos y desapariciones

entre otros. Al hablar de esta estrecha relación con el ambiente, aludimos directamente a la relación con los padres

forzadas. La muerte, y la separación que esta conlleva, es dolorosa y no estamos preparados psíquicamente para ella. Se

como representantes de dicho ambiente. La relación temprana de mamá y papá con el bebé, en el mejor de los casos, va

trata de un proceso duro, en el que solemos pelearnos con la realidad, al no querer —no poder— aceptar esa verdad.

configurando un ambiente armonioso, adaptado a las necesidades del niño. Además, permite su desarrollo emocional con

Cuando la pérdida implica orfandad, tiene repercusiones muy grandes en el psiquismo de los niños y niñas, al punto

el simple acto de ofrecerle cuidado, atención, cariño y empatía, ayudándolo a lidiar con sus muy intensos sentimientos

que no exageramos cuando hablamos de una fractura en su proceso vital. El contexto de la violencia agrega a la muerte

y emociones. La trayectoria de los primeros años será decisiva para el desarrollo de una personalidad integrada.

elementos de rabia, de ruptura del orden del mundo, de pérdida del sentido más básico de todas las cosas.


| 79 ciertos vacíos

| 78 ciertos vacíos

Son muchos los testimonios recogidos por la CVR que dan cuenta de niños y niñas que, habiendo presenciado el cruel asesinato de sus padres, permanecieron largo tiempo aferrados a sus cuerpos:

Qué queda en el corazón de estos niños y niñas, sino una necesidad inmensa de ser acogidos, acompañados y sostenidos por un adulto que pueda ayudarlos a elaborar la pérdida de sus seres queridos. Ardua tarea. Enfrentar el dolor de un vacío que no puede ser llenado, una fractura que compromete el centro mismo del alma, un mundo que quedó a

[...] nosotros los niños, al ver que golpeaban a nuestros padres y hermanos mayores, comenzamos a gritar [...]

medio construir y cuya imagen aterradora les hará, sin duda, preguntarse si vale la pena seguir construyéndolo.

así es que de miedo, tuvimos que quedarnos tranquilitos. Y comenzó a adormecerse mi cuerpecito. Muchos

Las imágenes de Cecilia Larrabure nos muestran niños y niñas aún asustados, con el pasmo de lo inenarrable en

hicimos nuestras necesidades, nos orinamos e hicimos la caquita ahí mismo, dentro de nuestras ropitas [...] en mi

el rostro; otros, con esbozos de sonrisa, nos devuelven la esperanza. Una sonrisa que invita a trabajar con esmero para

presencia, a pesar que yo pedía clemencia y compasión, mataron a mi madre y a la señora; también a su pequeño

que pueda ampliarse y convertirse en señal de un futuro. Una sonrisa que ayude a construirlo.

hijo le cortaron el cuello. Yo no podía hacer nada [...] quise levantar a mi madre para curarla, pero comenzó a salir sangre a borbotones de la altura de su estómago. Al no poder controlar el estado de mi madre, regresé a mi casa y traje una frazada para cubrirla, pensando que podría sobrevivir; pero igual se murió.* Hablamos de una situación de orfandad que se da en el contexto de una precariedad emocional y material muy grande, ya que nos encontramos frente a niños y niñas que se quedaron solos y no pudieron contar con el apoyo de un adulto que se hiciera cargo de ellos. Es que la violencia, el imperio de la muerte y el absurdo, había privado a los mismos adultos de su adultez. No había, entonces, nadie que pudiera dar cobijo a nadie. Los niños y niñas que encontraron refugio en un albergue, asilo, u orfanato, donde, en general, era muy difícil lograr un vínculo tan estrecho como el perdido, pudieron sin embargo, reiniciar el camino de la construcción de sus tiernas vidas, compartiendo entre muchos la atención y el cuidado de unos cuantos. La situación de pérdida a la que nos referimos

*Testimonio Nº 500127. La declarante tenía ocho

demanda condiciones mínimas para procesarla; son experiencias que quedan inscritas en el mundo interno como vivencias

años cuando sucedió la masacre en su comunidad,

traumáticas y que requieren ser adecuadamente tratadas. Nos enfrentamos a una experiencia muy dolorosa y además a la imposibilidad de contar con un espacio de elaboración para ello, lo cual la hace aun más difícil.

localizada en la provincia de La Mar, departamento de Ayacucho. En mayo de 1980, la niña habría cuidado a su madre durante los tres días de la agonía.


| 81 ciertos vacíos

| 80 ciertos vacíos

L uc i o Yu m i k i re M a a i re En 1987 Sendero Luminoso comenzó a infiltrar cuadros en las comunidades de la zona del río Ene (departamento de Junín) y varias comunidades, en su mayoría asháninkas,* fueron cayendo prisioneras de la subversión. Ese año, en uno de esos pueblos, nació Lucio Yumikire Maaire. Su madre murió antes de que Lucio cumpliera los dos años. Su familia fue reclutada por las filas de SL y Lucio pasó los cuatro siguientes años bajo el yugo terrorista. Durante su cautiverio, a los cuatro o cinco años, un mando terrorista, al que Lucio identifica como Balecho, lo hirió con un machete en el rostro cuando el niño trataba de escapar. Balecho habría tratado de matarlo para que no lo reconociera. Lucio consiguió huir y fue rescatado por una patrulla del Ejército, que lo llevó, junto con muchos otros asháninkas, a la misión franciscana de Puerto Ocopa. En el orfanato las monjas que lo cuidaron lo describen como «tímido, muy callado y conflictivo». En el año 2002 su hermana Aída lo buscó después de diez años de separación. Lucio decidió entonces dejar la misión y fue a vivir con su hermana a Puerto Asháninka, una comunidad a una hora en barco de Puerto Ocopa. Dejó la escuela en primero de secundaria y probablemente no la retome, pues en su comunidad no hay secundaria. Actualmente trabaja en la chacra con su hermana.

Lucio afila su machete para la faena comunal, Puerto Asháninka, Junín, 2004

*Asháninka: etnia proveniente de la selva central del Perú. Seis mil de sus miembros murieron bajo el yugo de Sendero Luminoso entre 1987 y 1994.


| 83 ciertos vacíos

| 82 ciertos vacíos

Misión Franciscana de Puerto Ocopa, Junín, 1995

«Mi papá siempre con mi mamá molestaba, tenía otra esposa pero un día que se embarazó mi papá le ha pegado. Después vinieron los terrucos* cuando he nacido, por eso me llevaron [...] me cortó aquí, por eso tengo mi mancha, me ha cortado con un cuchillo, no tenía a mi familia». Lucio, mayo 2004

*Terrucos: nombre popular en el Perú para terrorista.


| 85 ciertos vacíos

| 84 ciertos vacíos

«Cuando estuve en Puerto Ocopa, yo no sabía dónde estaba mi padre, dónde estaba mi madre, ni mi hermana, y cuando estuve ya grande, vi a mi hermana que vino a buscarme. Me dijo, "venga, ya no hay terrucos, tu madre ha muerto, tus hermanos también". Yo no sabía nada de ellos cuando yo era niño. Un hermano y una hermana han muerto con los terrucos, yo recién he sabido por mi hermana Aída, ella me cuenta y yo lo guardo siquiera en mi corazón». Lucio, mayo 2004 Comunidad Puerto Asháninka, Río Ene, Junín, 2004


| 87 ciertos vacíos

| 86 ciertos vacíos

Misión Franciscana de Puerto Ocopa, Junín, 1997

«Cuando estuve en la misión he robado a una profesora su caramelo, su galleta, su atún, ahora yo estoy pensando por qué he hecho esto lo que no debería hacer. Pasado unos días a un chiquito le hice daño, eso también no sé por qué lo hice, parece que estoy enfermo para hacerle eso. Le hice daño pero las cosas malas me entra en mi cabeza, yo no puedo controlar. Cuando ya estaba aquí, en Puerto Asháninka, un día tomando masato* le pegué a mi hermana. Pero ya me he arrepentido. A mí me gusta vivir aquí, ya me he acostumbrado porque aquí he nacido, aquí se derramó mi sangre, aquí voy a estar con mi hermana y mi cuñado. Ahora me siento feliz por encontrar a mi hermana, que está viva. Ojalá que Dios la cuide y me cuide también». Lucio, mayo 2004

*Masato: bebida alcohólica típica de la selva, a base de yuca.


| 88 ciertos vacíos

Misión Franciscana de Puerto Ocopa, Junín, 1995

Dormitorio

de

los

niños.

Las

inscripciones en las paredes fueron hechas entre 1988 y 1994 cuando el Ejército ocupó estas instalaciones.


| 91 ciertos vacíos

| 90 ciertos vacíos

E le n a As h i va nt e Pé re z Elena tiene diecisiete años, es madre soltera y nunca terminó la escuela. Nació en la comunidad de Puerto Asháninka, sobre el río Ene (Junín). Su madre murió de desnutrición cuando ella era aún una bebé de meses. Al poco tiempo de cumplir un año, la familia de Elena fue reclutada por Sendero Luminoso y pasó a vivir en el monte con los subversivos durante varios años. Su padre se juntó con otra prisionera y tuvieron una hija, que murió al poco tiempo por desnutrición. La escasa comida cosechada o robada era generalmente para los mandos senderistas; los prisioneros se las arreglaban con hierbas y yucas cuando podían. El papá de Elena murió al poco tiempo también de desnutrición. Elena fue rescatada en un operativo realizado por el Ejército y llegó, junto con un grupo numeroso de niños y adultos, a la Misión Franciscana de Puerto Ocopa. Tenía cerca de tres años y presentaba serias lesiones en la columna debido al excesivo peso que tuvo que cargar durante los años en cautiverio. Se quedó en la Misión de Puerto Ocopa hasta los doce años, cuando decidió irse. Ahora vive con su madrastra y con sus primos en el pueblo.

Elena en casa de su madrastra, Comunidad de Puerto Ocopa, Junín, 2003


| 93 ciertos vacíos

| 92 ciertos vacíos

Elena, 7 años, Misión Franciscana de Puerto Ocopa, Junín, 1995

Elena, 15 años, camino a la chacra de yuca, Puerto Ocopa, Junín, 2003


| 95

| 94

ciertos vacíos

ciertos vacíos

Elena carga a Gloria, 7 años, comunidad de Puerto Ocopa, Satipo, Junín, 1995

«[...] se me viene a la cabeza una chiquita de seis años más o menos, que estaba ansiosa de ser contactada, acariciada, abrazada. Una huérfana de la guerra. Se nos pegaba, ella no hablaba nada, nosotros le conversábamos y ella no hablaba nada. Lo único que recuerdo es que quería cogernos de la mano o agarrarnos de alguna manera».* Monica Newton, Lima, 2002

*Mónica

Newton,

fotoperiodista

del

diario

La República, cubrió información en la zona del río Ene entre 1993 y 1996.


| 97 ciertos vacíos

| 96 ciertos vacíos

«Elena llegó con un grupo como de treinta personas, a los tres años, más o menos. Llegó muy enferma, con tuberculosis, bronconeumonía y una desviación en la columna. Es una niña muy miedosa, yo creo que se ha dado cuenta de toda la agresividad de los terroristas, a pesar de su corta edad». Madre Amalia de Jesús,* Cieneguilla 2003

Elena y su madrastra Susana en su casa de Puerto Ocopa, Junín, 2003

*Madre Amalia de Jesús, directora de la Misión Franciscana de Puerto Ocopa entre los años 1991 y 2000.


| 99 ciertos vacíos

| 98 ciertos vacíos

Ca rlos Augus to Góme z de la Torre Carlos Augusto nació alrededor de 1983 en el pueblo de Canayre, localizado en la provincia de Huanta, zona norte del departamento de Ayacucho, colindante con la selva del Cusco y de Junín. Cuando tenía poco más de un año, una patrulla del Ejército irrumpió en el pueblo y mató a sus padres acusándolos de ser terroristas. El niño sobrevivió a la matanza y fue recogido por un guía de los militares que vivía en un pueblo vecino. Carlos Augusto fue criado por esta familia hasta los seis años de edad, cuando fue ingresado y luego abandonado en el hospital de Huanta, debido a un severo problema de osteomelitis en una de sus piernas. En 1989, por orden del juzgado de familia de Huanta, pasa a vivir en la Casa Hogar Juan Pablo II de esa ciudad. Creció con el nombre de Carlos Augusto Gómez de la Torre, con el que fue inscrito en Huanta al desconocerse su verdadera identidad. Al cumplir diecinueve años, en el 2002, encontró a dos hermanas paternas quienes, irónicamente, habían vivido en Huanta durante todos los años que él estuvo en el orfanato. Carlos Augusto descubre también que su verdadero nombre es Nemesio Angasi Roca. Gracias a la ayuda de la Asociación Emergencia Ayacucho estudió mecánica automotriz en el SENATI* de Huamanga. En el año 2005, después de graduarse, consiguió trabajo en un taller de mecánica de la ciudad de Chimbote (431 kilómetros al norte de Lima), donde vive actualmente. Carlos Augusto con uno de sus tres gallos de pelea, Huanta, Ayacucho, 2003

*SENATI, Servicio Nacional de Adiestramiento en Trabajo Industrial.


«En la selva yo he visto varios muertos, cantidad en el piso, por eso yo tengo miedo de acercarme al cementerio. Cuando estaba con mi abuelita, la señora que me recogió después que mataron a mis papás, íbamos de un pueblo a otro y veíamos muertos, los mataban los terroristas, escribían en las paredes su signo. Yo los he visto cuando también con sierra le sacaban la cabeza, los botaban al río. Había una base militar en Llochegua y cuando mataban a un terrorista tenían esa manía de cortarlos y echarlos al río». Carlos Augusto, Lima, enero 2004

| 101 ciertos vacíos

| 100 ciertos vacíos

Carlos Augusto, 20 años, practicante de mecánico, Huamanga, Ayacucho, 2003


| 103 ciertos vacíos

| 102 ciertos vacíos

«La familia es algo bonito formado por padres, hijos, abuelos, sobrinos, tíos. Bueno debe ser. Yo como solo he vivido con las monjitas de la casa hogar no sé lo que es eso. Además, como no llegué a conocer a mis padres, no entiendo lo que es vivir con una familia. Quiero terminar mi profesión, trabajar y formar una nueva vida, una familia. Cuando la tenga tal vez estaremos muy unidos». Carlos Augusto, Lima, enero 2004

Carlos Augusto con Aurora, 11 años, Casa Hogar Juan Pablo II, Huanta, Ayacucho, 1994


| 105 ciertos vacíos

| 104 ciertos vacíos

Carlos Augusto, 11 años, Casa Hogar Juan Pablo II, Huanta, Ayacucho, 1994


| 107 ciertos vacíos

| 106 ciertos vacíos

«Me sentí alegre cuando supe que tenía dos hermanas. Mi hermana mayor me contó lo que había sucedido con mis padres, cómo los habían matado. Yo me puse a llorar. Mi mamá usaba unas faldas grandes y dice que me había metido dentro cuando ella ya estaba muerta y por eso me salvé, pero mis hermanas creían que yo estaba muerto, por eso durante tantos años no me han buscado. Mis hermanas tienen otro apellido distinto al mío. En la casa hogar cuando no tenían nada de identificación de mí, me han puesto el nombre de Carlos Augusto Gómez de la Torre. Ese apellido me ha dado un ingeniero que ha construido la casa. Mi nombre original es Nemesio Angasi Roca». Carlos Augusto, Luricocha, Huanta, mayo 2003

«Hemos ido al orfanato de Huamanga pero no hemos podido encontrarlo. Nos han dicho que estaba estudiando en la academia, pero aun dando su nombre y apellido no lo hemos podido encontrar. Lo hemos entregado a la mano de Dios, si está vivo, algún día lo encontraremos. Mi hermana Pilar fue finalmente a la casa hogar de Huanta y supimos que estaba vivo, pero el nombre nuevo nos ha despistado. Nosotros lo buscábamos como Nemesio Angasi Roca y resulta que ahora se llama Carlos Augusto Gómez de la Torre. De un momento a otro mi hermana vino aquí con Carlitos: cuando le he visto lo he conocido por su sonrisa [...] nos abrazamos, nos lloramos. En ese momento yo pensé tal vez nuestro papá estará viviendo, ¿Dónde estará? Entonces me he enterado que los habían asesinado. Me gustaría al menos haber podido enterrarlos. La gente de Canayre dice que cuando los han matado, los han dejado tirados en un arenal. Los animales se los habían comido pues. Me gustaría enterrarlos, siquiera al año llevarles una flor, pero ahora no puedo».* Carlos Augusto y su hermana Julia, Luricocha, Huanta, mayo 2003 Julia Araujo, hermana paterna, 41 años, Luricocha, Huanta, diciembre 2003

*Julia Araujo salió de Canayre con su esposo antes de la muerte de su padre.


| 109

Ta n i a y N o l b e r t o En 1985 Tania Sánchez Gavilán tenía cinco años. Su hermano Víctor tenía tres. Sus padres fueron detenidos y asesinados ese año, presuntamente por miembros de Sendero Luminoso, en la provincia de Tambo, Ayacucho. Luego de la masacre, ambos vivieron con una hermana mayor y después con su abuela materna. En 1986 la abuela, al no poder mantenerlos económicamente, los ingresa en la casa hogar Juan Pablo II de Tambo. Tania termina la secundaria en Huanta y luego se muda a Lima para estudiar secretariado, gracias a una beca de la AEA. En la capital, reencuentra a Nolberto Araujo Flores, amigo de infancia, de quien se enamora. Los padres de Nolberto desaparecieron en 1990 cuando fueron al mercado de Huanta a realizar compras para el almuerzo de los peones contratados para la cosecha de su chacra. Nolberto tenía diez años y lo último que recuerda de sus padres es su beso de despedida.

ciertos vacíos

| 108 ciertos vacíos

Tania y Nolberto, Lima, 2004


| 111 ciertos vacĂ­os

| 110 ciertos vacĂ­os

EcografĂ­a de siete meses de embarazo, Lima, 2004


| 113 «En 1996 la madre Jesús nos trajo a Lima en la camioneta de la Casa Hogar. Nosotros veníamos en la tolva y me había quedado dormida. Me desperté a la altura de Chincha y lo primero que vi fue el mar. Me parecía increíble que no tuviera fin, ese sentimiento de infinito [...]». «Cuando mi hermano murió yo iba todos los días después de mi trabajo a la Costa Verde. Me sentaba a mirar el mar y le pedía que me llevara». Tania, Lima, 2003

ciertos vacíos

| 112 ciertos vacíos

Tania conoce el mar, San Bartolo, Lima, 1996


| 115 ciertos vacíos

| 114 ciertos vacíos

Tania y su hermano Víctor en su fiesta de quince años, Huanta, Ayacucho, 1995

«Tengo cuatro hermanos mayores por parte de madre, pero mi hermano de sangre era Víctor. Él creció conmigo en la Casa Hogar de Huanta. Cuando cumplió quince años las madres lo sacaron de la casa, dicen que por mala conducta y él se tuvo que buscar dónde vivir. Yo me vine a Lima porque la AEA me ofreció estudiar secretariado. Mi hermano se sentía muy solo y luego me enteré que le había dado por tomar. En 1998 él había cumplido diecisiete años. Un día se fue a una fiesta con unos amigos y al regresar se empapó con la lluvia. Como llegó tomado, el señor que le alquilaba el cuarto lo ayudó a subir y le cambió el polo. Pero se quedó con el resto de su ropa mojada. Al día siguiente amaneció muerto, producto de una neumonía. Me avisaron y tuve que viajar inmediatamente. Llegué para el entierro. Me costó mucho superar mi pena porque durante mucho tiempo me sentí culpable por haber permitido que nos separaran, por no haberlo cuidado, ya que yo era su hermana mayor. Siempre me hará mucha falta». Tania, Lima, 2003

Día de visita, Tania y Víctor con su abuela materna Victoria, Casa Hogar de Tambo, Ayacucho, 1986 El matrimonio Araujo Flores desapareció un día cualquiera de 1990, en circunstancias nunca aclaradas. La única información que sus hijos Nolberto, Alejandro y Aurora tienen es que sus padres salieron de su casa con dirección al mercado de Huanta y nunca más se supo de ellos. Si los autores de su desaparición fueron miembros de Sendero Luminoso o de las Fuerzas Armadas, es un misterio que probablemente nunca tendrá una respuesta certera, como miles de otros casos. Luego de la desaparición de sus padres, los tres hermanos pasaron a vivir con una tía que no pudo mantenerlos por mucho tiempo y los entregó a la Casa Hogar Juan Pablo II de Huanta el 13 de setiembre de 1985. Nolberto tenía entonces nueve años, Alejandro, seis y Aurora apenas cuatro. En 1992 una familia de Luxemburgo quiso adoptar a Aurora, pero Nolberto se negó argumentando que los hermanos Jesús Araujo Ñaupa y Francisca Flores Menezes Padres de Nolberto, Alejandro y Aurora

no deben separarse. Gracias a las becas de AEA, los tres pudieron seguir carreras técnicas: Nolberto se graduó como técnico en electrónica, Aurora estudió cosmetología y Alejandro mecánica aeronáutica.


¿Qué recuerdas de la época de la violencia? Esa época para mí es como si me pasaran una película. Recuerdo que nosotros vivíamos en un caserío, al medio había un canchón donde izaban la bandera, y cada cierto tiempo venían los sinchis con pasamontañas y tocaban un pito para que todo el mundo saliera a formarse. Traían a unos prisioneros que acusaban de terrucos, los maltrataban, los traían vendados. Esos prisioneros eran nuestros vecinos, primos, tíos, esposos, hijos. Allí nos conocíamos entre todos. Te obligaban a presenciar esto como para decir que si tú eras terrorista, esto mismo te iba a pasar.

Nolberto ¿Qué recuerdas del día en que tus padres desaparecieron? Era marzo de 1991, yo estaba de vacaciones del colegio. Iba a ayudar a mi papá en su cosecha. Él y mi mamá salieron hacia el mercado de Huanta para comprar los víveres del almuerzo que le tenían que dar a los peones. Según me cuenta mi tía de Huanta, compraron todo y se fueron a su casa a almorzar. Al salir los militares se los llevaron; yo no sé exactamente por qué los llevaron, pero según me cuenta mi hermano Alejandro, un tío por parte de padre estaba buscado por ser sospechoso de terruco. Por eso chaparon a mi papá y como mi mamá no lo dejó, se la llevaron también […] yo los recuerdo cómo estaban ese día, los extraño. Me hubiera gustado que conozcan a mi hija.

| 117 ciertos vacíos

| 116 ciertos vacíos

Tania

Tania y Tamara al día siguiente del parto, Lima, 6 de marzo, 2004


| 119 ciertos vacíos

Familia Araujo Sánchez, Gran Parque de Lima, 4 de abril de 2004

Tania tiene 27 años. Fue despedida de su trabajo en forma arbitraria cuando tenía siete meses de embarazo y nunca le pagaron la indemnización que le tocaba de acuerdo a ley. Su hija Tamara y ella dependen económicamente del sueldo de Nolberto quien, a pesar de tener una carrera técnica en electrónica, trabaja como mano de obra no calificada en una embotelladora de gaseosas. En los últimos tres años se han mudado siete veces de casa en cuatro distritos limeños: Magdalena, Pueblo Libre, Barranco y, actualmente, San Martín de Porres.


| 121 ciertos vacíos

| 120 ciertos vacíos

Día de paseo de los internos de la Casa Hogar Juan Pablo II, Feria de Maynay, Huanta, Ayacucho, 1996


| 122

| 123

ciertos vacĂ­os

ciertos vacĂ­os


| 125 ciertos vacíos

| 124 ciertos vacíos

Bibliografía BRACAMONTE, J., B. DUDA y G. PORTOCARRERO 2003 Para no olvidar. Testimonios sobre la violencia política en el Perú. Lima: Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú. CÁNEPA, María Ángela 1994

«El país de las buganvilias con alambres de púas». Frente al Espejo Vacío. Equipo de psicoterapeutas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH). Lima.

COMISIÓN DE LA VERDAD Y RECONCILIACIÓN 2003 Informe final. Lima. CUÉLLAR, Roberto 1996 DUGHI, Pilar 2002

«Situación en Cinco Países». Impacto de los conflictos armados en la infancia. Memoria de la Consulta para la región de América Latina y el Caribe, UNICEF y Comisión de DDHH de la ONU, p. 66, Lima.

«Estigmas y Silencios: Salud Mental y Violencia contra la Infancia en el Perú». Niños del Milenio. Save the Children, Lima.

KIRK, Robin 1993

Las mujeres de Sendero Luminoso. Lima: Colección Mínima IEP.

MINISTERIO DE SALUD 2004 «Lineamientos para la acción en salud mental». <http://www.anr.edu.pe/web_mtu/pdf/2.%20LineamientosSALUD_MENTAL.pdf>. RAMADANOVIC, Petar 1999

«Apuntes sobre la Memoria y el Olvido». En el Umbral del Milenio. Sidea / Promperú: Lima, p. 135.

SENADO DE LA REPÚBLICA 1992 Violencia y pacificación en 1991. Comisión especial de investigación y estudio sobre la violencia y alternativas de pacificación. Lima. STRONG, Simon 1992

Sendero Luminoso. El movimiento subversivo más letal del mundo. Lima: Perú Reporting.

TAPIA, Carlos 1997

Las Fuerzas Armadas y Sendero Luminoso. Dos estrategias y un final. Lima: IEP.

EL COMERCIO 1993

19 de agosto. Lima, p. A1.

URETA de Caplansky, Matilde y SOTO de Dupuy, Elvira 1994 «De padres cojos, hijos bailarines». Infancia y Violencia 2. CEDAPP.

GORRITI, Gustavo 1990

Sendero. Historia de la guerra milenaria en el Perú. Lima: Editorial APOYO.

VALZ – GEN, Viviana 1998(a) 1998(b)

HAMMAN, M. y OTROS (editores) 2003 Batallas por la memoria. Antagonismos de la promesa peruana. Lima: Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú. HERRERA ABAD, Luis 1994

«Familia y violencia, el caso de una migración forzada». En Reflexiones sobre la violencia. Moisés Lemlij (editor). Lima: Biblioteca Peruana de Psicoanálisis.

JARA, Ernesto de la 2001

Memorias y batallas en nombre de los inocentes. Perú 1992 – 2001. Lima: Instituto de Defensa Legal.

«Los Asháninkas extranjeros en el Perú». Frente al Espejo Vacío. Equipo de psicoterapeutas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH). Lima. «Cuando sea grande». Frente al Espejo Vacío.Equipo de psicoterapeutas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH). Lima.

VINYES, Ricard, Montse ARMEGOU y Ricard BELIS 2003 Los niños perdidos del franquismo. Barcelona: Random House Mondadori.


| 126 ciertos vacíos

Agradecimientos Este libro es el resultado de diez años de trabajo. Son muchas las personas a las que tengo que agradecer por su apoyo y colaboración en esta investigación. Espero no olvidarme de nadie, pero, si por esas triquiñuelas de la memoria me sucediera, les ruego se sientan incluidos. Quiero agradecer sinceramente a todos los chicos y chicas huérfanos de Ayacucho y Junín por permitirme entrar en sus vidas y compartirlas conmigo durante estos años. Agradezco particularmente la valentía de Tania, Nolberto, Carlos Augusto, Lucio y Elena por acceder a publicar sus historias en este libro. Agradezco a la Asociación Emergencia Ayacucho que me abrió las puertas de las casas hogares Juan Pablo II para realizar mi trabajo y me apoyó constantemente, en especial a Carmela Morante, a Malila Portocarrero y a Elliane Martínez. Agradezco al Centro Amazónico de Antropología Aplicada del Perú (CAAAPS), a Adda Chuecas, su directora, y a Leslie Villapolo, psicóloga de dicha institución. Agradezco especialmente a todo el personal del Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la PUCP (IDEHPUC), en especial a Salomón Lerner Febres, a Javier Ciurlizza y a Iris Jave, pues su apoyo fue fundamental para conseguir el financiamiento para esta publicación; también a Mario Solari por su apoyo desde el PNUD; a Carlos Iván Degregori, a Susana Villarán y a Viviana Valz−Gen por escribir tres maravillosos textos para este libro, y por apoyar el proyecto en todo momento; a Melania López, Amanda Mejía y Viviana Valz−Gen por haber aportado su tiempo y conocimientos al diseño de un proyecto integral en salud mental para cerca de trescientos beneficiarios en Ayacucho y Lima, proyecto que aún está en búsqueda de financiamiento y que ojalá pronto vea la luz. Muchas gracias a los amigos del diario El Comercio de Lima y del Centro Cultural de la PUCP, quienes de diferentes maneras siempre apoyaron el proyecto. Agradezco profundamente a la firma Claro, en las personas de Roberto del Águila y Vanessa Pasquale por haber sido los primeros en creer en Ciertos vacíos, apoyando la realización del diseño del libro; a la Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales, en las personas de Felipe Portocarrero y Malena Romero, a UNICEF en la persona de Manuel Tristán y al Fondo Editorial de la PUCP en la persona de Patricia Arévalo, no solo por su aporte financiero para la realización de este libro, sino por su confianza y cariño. Quiero agradecer de manera especial a Mayu Mohanna, Nancy Chappell, Jimena Pinilla (in memoriam), Xabier Díaz de Cerio, Verónica Salem y Patricia del Río por haber estado siempre presentes e interesados en sacar este proyecto adelante. Muchas gracias Mayu, por todo. Finalmente quiero agradecer a mi familia, por tenerla, por amarme y por confiar en mí, especialmente a Carlos, mi esposo, por ser un compañero excepcional.

Este libro se terminó de imprimir en mayo de 2007 en los talleres gráficos de HeralMol


| 128

| 129

ciertos vacĂ­os

ciertos vacĂ­os


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.