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Dos caminos marcados por María

Desde hace 23 años Antonia D'Andrea y Cristina Oreo son integrantes de la Asociación de María Auxiliadora (ADMA). Se conocieron en las misas del Colegio Maturana, recorrieron juntas un largo proceso y hasta el día de hoy comparten su amor por la Virgen.

Antonia y Cristina transmiten su devoción hacia María Auxiliadora en cada palabra que pronuncian y se muestran felices por ser parte de un grupo de referencia en el que se sienten cómodas y acompañadas.

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¿Cuándo arrancaron en su grupo de ADMA?

A: Ingresamos las dos en 1995. Me mudé cerca de Maturana y empecé a ir a esa iglesia, fue ahí donde un sacerdote me invitó a participar. Era muy impulsiva y al poco tiempo me nombraron presidenta de la Asociación y desde el año 2000 estoy desarrollando ese rol.

C: Comencé en ADMA hace 23 años, me invitó Antonia después de una misa. Hicimos el proceso juntas, era un momento de recambio del grupo que se concentraba en Maturana.

¿Cómo se conforma ADMA en Uruguay?

C: Es la Asociación que nuclea a todos los fieles de María Auxiliadora, con grupos que nos reunimos una vez al mes y tenemos distintas instancias. Existen bastantes grupos, hay en Mercedes, Sarandí del Yí, Libertad, Colón, La Tablada y Maturana, por ejemplo. Sobre su organización, hay un Consejo que nuclea a los presidentes de cada grupo y a su vez cada agrupación tiene formado su propio Consejo.

A: Vale destacar que Don Bosco fundó la Asociación sobre 1868. Antes era una reunión de fieles que homenajeaban a la Virgen y hacían adoración al Santísimo Sacramento. Con el pasar del tiempo se transformó en Asociación que pasó a ser parte de la Familia Salesiana. Actualmente nosotras somos del grupo de Maturana.

¿Cómo es la dinámica del grupo que conforman?

C: Siempre estamos en movimiento. Somos 13 personas, éramos más, pero la pandemia, mudanzas y las edades, hizo que la cantidad disminuyera. El lugar de referencia es Maturana y nos reunimos ahí cada 24 de mes, por ser el día de María Auxiliadora. Comentamos las cosas que hacemos a nivel de la Asociación y también asistimos a visitar a socios que están enfermos. En cada reunión mensual rezamos el rosario, tenemos misa y realizamos una procesión por el templo con la Virgen. En su momento íbamos a hogares residenciales, pero dejamos de hacerlo por la situación sanitaria.

A: Nos juntamos, compartimos nuestra fe, llevamos a cabo diferentes actividades y hacemos dinámicas grupales planificadas. Es un lugar de encuentro entre socias, comenzamos con la oración, comentamos novedades del boletín de María Auxiliadora que sale de Turín, opinamos y nos escuchamos. Aparte, cada una trae experiencias que ha hecho, todas las del grupo ayudamos mucho en nuestras iglesias y parroquias, para cooperar con la Iglesia. Por otro lado, tenemos un retiro anual, en donde están invitados todos los grupos de ADMA.

¿Qué significa tener un espacio de referencia y encuentro con otras personas con las que comparten la fe?

C: El encuentro nos une, nos vemos constantemente, rezamos por la Virgen y pedimos por Ella. Estamos unidas a María Auxiliadora. Solemos estar muy pendientes de lo que nos sucede a cada una del grupo.

A: Significa muchísimo, porque mi amor a la Virgen es impresionante y todo lo que tenga relación con Ella para mí es importante. María Auxiliadora es mi madre, todo lo vinculo a Ella. El camino más corto de llegar a Dios es por la Virgen, y trato de seguirla confiada en que me va a llevar a Dios. La Asociación es la manera que tengo de expresar a todos los que estamos ahí mi amor a la Virgen, nos reunimos para eso y para la adoración del Santísimo.

¿De qué manera atraviesa María en sus vidas personales?

C: Nos atraviesa en ADMA y sus reuniones, en el encuentro con las compañeras y el Padre José Correa. María Auxiliadora me ha dado ánimo en momentos difíciles, como cuando perdí a mi madre. En ese entonces algo me llamaba y entré sola a la Iglesia, me sentí protegida ahí. Comencé a conocer a las personas de la Asociación y me sentí muy cómoda, la devoción por María nos llevó a acompañarnos y a levantarme.

A: Me atravesó siempre, desde chica absorbí todo por parte de mi madre, cierro los ojos y la veo a ella de mañana con el rosario en la mano. De grande, en el colegio, también sentí una atracción especial por la Virgen. Des­ pués me dediqué a la catequesis y también estuve en la Legión de María, donde fui presidenta. A su vez, en mi familia siempre trato de inculcar el amor a la Iglesia y a María.

¿Hay alguna experiencia mariana que las marcó especialmente en su vida?

A: Cuando falleció mi esposo y mis padres sentí dolor, pero con la ayuda de María seguí adelante con la intensidad que tenía antes. Por otro lado, recuerdo una situación en Maturana, espacio donde había una reunión y tenía que hacer una oratoria en el cine. Estaba lleno y debía subir al escenario a hablar. Antes de entrar transpiraba, me sentía horrible, no sabía por dónde arrancar, no tenía la menor idea de nada y tenía que exponer. Entonces, en el patio le dije a María: “Vos me pusiste en este brete, sacame de acá”. Le pedí ayuda de corazón y al subir al escenario, no sé de dónde saqué las palabras, pero me fue muy bien, esas palabras no fueron mías. Si eso es experiencia, creo que realmente la tuve.

C: Siempre rememoro un retiro de ADMA en Florida, donde en una misa me sentí volando. Fue tan hermosa y fuerte la misa, que me movilizó, lo sentí. Me emocioné, había mucho silencio y tensión, salí como nueva de esa celebración, me sentí realizada y transportada, fue una experiencia de fe que me marcó.

Fundación Trampolín