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Una vida vocacionada al servicio de los jóvenes más vulnerables

“Trabajamos por los jóvenes, especialmente por aquellos que más necesitan de nuestro desvelo, los que sufren diferentes tipos de marginaciones, de una forma asociada, fraterna y comprometida”. Selva Pintado es salesiana cooperadora desde hace 20 años, y junto a otros siete compañeros integra su comunidad en la ciudad de Rivera. A sus 71 años, ya jubilada de maestra, reflexiona sobre la peculiaridad de esta vocación, del papel de los salesianos cooperadores en la Congregación, y la renovación que se va abriendo camino.

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¿Cómo ha sido tu vínculo con el mundo salesiano a lo largo de tu vida?

El vínculo se establece a través de la relación con las Hijas de María Auxiliadora. Hace aproximadamente 30 años ejercía como maestra en una escuela cercana a la Capilla Santa Rosa. Me llamó mucho la atención cómo las hermanas se integraban a algunas iniciativas y se relacionaban naturalmente, trabajando en redes con la institución pública y otras instituciones religiosas no católicas, por el bien y progreso del barrio. Me fui integrando a sus actividades, a la vez que mis hijos lo hacían a los grupos de adolescentes y jóvenes, respectivamente. Por cercanía geográfica con los Salesianos de Don Bosco, me integré a las propuestas en la sede de la Parroquia San Pedro, allí fui llamada a distintos servicios, y soy salesiana cooperadora.

¿Qué significa ser salesiana cooperadora?

Ser salesiana cooperadora es ser, como lo señala el Proyecto de Vida Apostólica (PVA), una salesiana en el mundo, laica, con el compromiso adquirido en el Bautismo, sin vínculos o votos religiosos, pero con la Promesa hecha de trabajar por el bien de la Iglesia y de la sociedad, comprometida, junto con otros, en una misma misión juvenil y popular de forma fraterna y asociada. Trabajamos por los jóvenes, especialmente aquellos que más necesitan de nuestro desvelo, los que sufren diferentes tipos de marginaciones (materiales, culturales, emocionales), de una forma asociada, fraterna y comprometida. Esto lo hacemos desde los lugares donde estamos: en la familia, barrio, instituciones, trabajo, entre otros espacios, de acuerdo a nuestras posibilidades.

¿Cuándo asumiste esta vocación dentro de la familia salesiana?

Hasta ser invitada al discernimiento no conocía nada de esta vocación. Hice la Promesa el 30 de noviembre de 2003. Fui formada en el lapso de dos años, conjuntamen­ te a un grupo de ocho integrantes, por la hermana María Ángeles López y un salesiano cooperador que generosamente venía de Salto una vez al mes.

¿Qué tiene de particular esta vocación?

Creo que te hace más sensible a los problemas de los jóvenes, a sus expectativas, sueños, esperanzas y desesperanzas. Te sientes responsable, junto a sacerdotes, religiosos y otros laicos, de la misión que mencioné. Somos verdaderamente Iglesia, queremos formar parte de ella y le damos mucho valor al encuentro y al trabajo en equipo. Nos tomamos en serio lo de querer vivir el Evangelio y llevárselo a otros. Además, somos felices cuando nos encontramos con otros hermanos de acá y de otras partes del mundo.

¿Cuál es el espacio de los salesianos cooperadores en la Congregación?

Estamos presentes, además de en la comunidad local y parroquial, en la comunidad zonal y diocesana. Pero también lo estamos dentro de la Familia Salesiana de Uruguay, donde somos corresponsables de su funcionamiento a través de una delegada y de la participación en las actividades planificadas. Integramos el Departamento de Laicos (DELAI) y la Coordinadora de Movimientos, Nuevas Comunidades y Asociaciones Eclesiales de la Arquidiócesis de Montevideo, donde tenemos una delegada y participamos en sus actividades.

¿Cómo se organizan los salesianos cooperadores en Uruguay?

A nivel regional, los salesianos cooperadores de Uruguay formamos parte de la Región Cono Sur, integrada además por Chile, Argentina y Paraguay. En Uruguay, con presencia activa, somos 94, de los cuales ocho estamos en Rivera, con tres aspirantes. Estamos en plena tarea de renovar los centros con la integración de jóvenes. Nos organizamos en centros locales, con un consejo respectivo, un consejo provincial a nivel nacional, un consejo regional y otro a nivel mundial. Todos los centros son acompañados en la formación espiritual, por un delegado Salesiano de Don Bosco o una Hija de María Auxiliadora. Vale destacar que tenemos encuentros presenciales y virtuales.

¿Cómo atraviesa María específicamente la dinámica de su comunidad y en tu propia vida?

María está presente en todas las reuniones y celebraciones de los salesianos cooperadores. Diríamos que preside la fraternidad que debe reinar entre nosotros. Participamos en las eucaristías y demás celebraciones, y pedimos siempre su intercesión amorosa. Es quien nos conduce de su mano a Jesús y al Padre. Es por su intercesión que logramos muchos proyectos, al punto que junto a nuestro fundador, decimos: “Pidan a María y verán lo que son los milagros”. En cuanto a mi vida, María está presente en todos los momentos. Es mi modelo a imitar, mujer que se permite el silencio para escuchar y después actuar, que tiene la humildad para aceptar aquellas cosas que no puede cambiar porque son designios del Padre. María es la que siempre está dispuesta y dice sí a los desafíos de la vida, la que defiende el derecho de los marginados, con la idealización de la acción, la de la oración espontánea y comunitaria, la que se equivoca y se vuelve a levantar. Todo eso significa María en mi vida.

Silvia Boullosa es una Hija de María Auxiliadora uruguaya, y hace unos meses asumió la misión de ser inspectora de una nueva Inspectoría en Argentina llamada Laura Vicuña, que resulta de la unificación de tres inspectorías.

Aunque no estaba en sus planes este plan de Dios, confía en que Él la conoce y sabe qué es lo que puede aportar para estos tiempos, siendo su impronta el estilo dialogal y en equipo.

Es una apasionada de la sinodalidad, así se infiere en sus respuestas, y tiene la convicción de que hay que hacer camino juntos y juntas con los jóvenes en el centro y siendo verdaderos protagonistas de la misión.

Estuvo a punto de morir a los tres meses de vida y de ahí en más las intervenciones de María en su vida han sido definitorias, por lo que anima a acudir a María Auxiliadora y a ponerse en sus manos para que “Ella lo siga haciendo todo” y poder ser también “auxiliadoras” para otros.

Silvia, hace un año se anunciaba tu designación como inspectora de la nueva Inspectoría en Argentina Laura Vicuña, ¿era algo previsible para vos? ¿cómo te impactó personalmente asumir esa responsabilidad? No era algo previsible para mí. Me impactó en el primer momento cuando empecé a ver mi nombre y simplemente me puse a rezar. Sabía que el Señor es imprevisible, por lo tanto, me puse a rezar por todas las hermanas y por todos los nombres que aparecieron en la lista y me confié en las manos de Dios, pensando que si era su voluntad iba a estar disponible. Él me conoce y sabe lo que puedo aportar en un camino de diálogo, de equipo, de sinodalidad.

¿Cómo vas viviendo este nuevo servicio? ¿Cuál es el mayor desafío personal que te supone?

Lo estoy viviendo con mucha fe y con alegría porque siento que hay una respuesta en todo lo que es el trabajo que hacemos juntas, en equipo, y eso me ayuda mucho. A veces uno se hace paradigmas o esquemas de cómo tenemos que asumir, juntas, ciertos aspectos en la animación y en el acompañamiento, tanto de las hermanas, como de los laicos y los jóvenes, y aparece como un desafío el posicionarme ante lo nuevo y frente a las realidades culturales que la misma Argentina tiene.

¿Qué conocías de las presencias FMA de Argentina y de tus hermanas religiosas y los laicos?

De nuestras presencias en Argentina tenía conocimiento antes de trasladarme a esta misión, porque tenemos una riqueza muy grande en el conocernos y encontrarnos en el Cono Sur. También conocía a muchas hermanas de la etapa formativa y a laicos con quienes trabajamos, por ejemplo, preparando los capítulos generales. Mientras era consejera general y escuchaba los informes, me parecía un desafío muy bonito y una riqueza que haya tantas casas gestionadas por laicos en lo que es la Escuela.

¿Cuántas presencias integran la Inspectoría? ¿Cuántas Hermanas tiene y de qué promedio de edad? ¿Qué servicios prestan?

La Inspectoría cuenta con 64 presencias, de las cuales 31 son gestionadas por los laicos. Somos 202 hermanas y hay más de 130 que están por encima de los 70 años. Junioras son 3, las novicias son 5, hay una aspirante y algunas jóvenes que se plantean entrar. Las hermanas responden con generosidad a las distintas propuestas de la misión, ya sea en el colegio como en el campo de la misión evangelizadora y de promoción, abrazando la realidad de los distintos ámbitos: formación, pastoral juvenil, misión, comunicación, administración y Familia Salesiana.

¿Qué desafíos afronta la nueva Inspectoría?

Los desafíos que afrontamos actualmente como Inspectoría es la elaboración del Plan Inspectorial según las líneas del CG XXIV: Sinodalidad misionera, Formación y Ecología integral. Es un trabajo que se está realizando en sinodalidad, integrando a las comunidades educativas. Nos desafía, también, llevar adelante la animación y gobierno construyendo un camino juntas y juntos, siendo los jóvenes el centro de nuestra misión. Su lugar en este caminar sinodal está siendo importante en los pasos de la Inspectoría Laura Vicuña.

¿Cuál es tu mayor sueño para la nueva Inspectoría?

Mi mayor sueño: hacer vida el plan inspectorial, cuidando la trama de la comunión en este tejido que Dios va formando y que María va cuidando, para que colores y trama respondan a un tejido inacabado, pero consistente, para que su Reino crezca en la preferencia de los jóvenes, especialmente los más pobres, los más vulnerados, en su necesidad de amor, de fe y de salida misionera solidaria. Que sea un tejido donde todos tienen para poner un hilo propio y hacer red con la Familia Salesiana, y con los organismos educativos que existen donde estamos presentes.

¿Cómo vivís la experiencia mariana? ¿Podrías contarnos algunas intervenciones concretas de María en tu vida y vocación?

Mi experiencia mariana sigue creciendo en la medida que vivo intensamente mi vocación de ser Hija de María Auxiliadora, siendo con mis hermanas, “auxiliadoras” para los jóvenes y para tantas personas que encontramos en el camino y con quienes compartimos la misión. Fui marcada por María en varios momentos de mi vida: a los tres meses, a punto de morir, mi madre me lleva a la Gruta de Lourdes que está en Montevideo y era animada por los hermanos Dehonianos. Me ofreció a la Virgen y pidió que me curara. Más adelante, en la decisión vocacional, fue importante el 24 de mayo de 1981, cuando en la procesión al Santuario que se realizaba en Villa Colón, Montevideo, tuve la claridad del llamado, siendo capaz de dejar el novio y enfrentar a la familia. El 24 de junio siguiente, entré a la casa de formación. Invito a cada uno/a, a que hagan memoria de algún momento de encuentro con María, y así como Don Bosco y Maín fueron sellados por una fe a toda prueba en la Auxiliadora, podamos confiar a Ella nuestras vidas y especialmente el proyecto de Dios en la vida de nuestros jóvenes. Que “Ella lo siga haciendo todo”

“Si queremos ser cristianos, debemos ser marianos, es decir, debemos reconocer la relación esencial, vital, providencial, que une a la Virgen y a Jesús, que nos abre el camino que nos conduce a Él”. La frase es del Papa Pablo VI y la pronunció el 24 de abril de 1970.

Don Bosco fue un buen ejemplo de este ser cristiano, ya que María siempre estuvo presente en su vida y en su obra. Desde el sueño que tuvo a los nueve años en el que aparecía la “Señora” junto a Jesús y le puso la mano sobre la cabeza, diciéndole: “A su tiempo lo comprenderás todo”, hasta el final de su vida terrena, la Virgen siempre lo acompañó y guio. Por el año 1862 pasó a tener el título de Auxilio de los Cristianos y con esa advocación, la Auxiliadora está siempre presente en todas las casas salesianas y entre los jóvenes, animadores y educadores.

El Papa Francisco puso a María como ejemplo a seguir. “La Virgen María es maestra de discernimiento: habla poco, escucha mucho y atesora en su corazón (Lc 2,19)”, afirmó en la audiencia general del primer miércoles de enero de este 2023. En este sentido, agregó que María “lo hace con humildad, sin considerarse experta o autosuficiente. María, discípula y misionera, nos enseña a no tener miedo, a alabar a Dios en cada circunstancia de nuestra vida y a 'hacer todo lo que Él nos diga', como dijo en las bodas de Caná”.

¿Cuánto somos conscientes de esa presencia en nuestras vidas? ¿Cómo lo vivimos en nuestro interior? Para comprender mejor puede ayudar responder a algunas preguntas que los cristianos nos podemos hacer.

¿María puede sustituir a Dios en la fe?

Los católicos no adoramos a la Virgen, la honramos y amamos. Esto quedó definido muy temprano en la Iglesia ya que el II Concilio de Nicea en el año 787 ratificó la legitimidad del culto a las imágenes, pero además se distinguió entre el culto o la adoración que se da a Dios y a la Virgen (el primero se llama latría y el segundo hiperdulía), que también a su vez, se distingue del resto de los santos. De modo que María es honrada “en un culto especial” por haber sido “ensalzada por gracia de Dios, después de su Hijo, por encima de todos los ángeles y de todos los hombres, por ser Madre santísima de Dios, que tomó parte en los misterios de Cristo”

¿Por qué se dice que es Inmaculada?

El Catecismo de la Iglesia explica que María fue preservada del pecado original. Por ello la llamamos “Inmaculada Concepción”, título que ella misma se dio en sus apariciones de Lourdes. Esto significa que fue Virgen antes del parto, durante el parto, después del parto y toda su vida terrenal. No tuvo más hijos que Jesús. Los hermanos a quienes se refiere la Biblia está más que estudiado, son familiares cercanos de Jesús, igual que nosotros llamamos “hermano” a algún amigo.

El rostro de María

Ninguna de las imágenes que conocemos de la Virgen reproduce el rostro verdadero de María, pero ponerle cara –la imagen que más nos guste entre todas las advocaciones que existen­ nos ayuda a mantener una relación más viva con ella. Por eso, las imágenes, los íconos y las estatuas de la Virgen que se hallan en casas, en lugares públicos y en innumerables iglesias y capillas, ayudan a rezarle, a invocar su presencia y sus cuidados de madre.

La Virgen uruguaya

La Virgen de los Treinta y Tres es la patrona del Uruguay. Fue nombrada con ese título por el Papa Juan XXIII, coronada solemnemente en la Piedra Alta de Florida en 1961 y visitada por Juan Pablo II cuando estuvo en Uruguay. Su santuario integra nuestro Patrimonio Nacional. Fue tallada por los guaraníes en el siglo XVIII.

El origen de esta advocación está ligado a la gesta libertadora de los próceres de la patria. Según cuenta la historia, en 1825 los Treinta y Tres Orientales se reúnen en Florida para realizar la Asamblea de la Independencia Nacional. “En la Piedra Alta, convertida en Altar de la Patria, proclaman, el 25 de agosto, la Declaratoria de la Independencia Nacional. Fue entonces que llevaron ante la pequeña imagen de la Virgen María, que se veneraba en la capilla del pueblo, sus ansias de libertad”, se relata en la web de la Conferencia Episcopal del Uruguay.

Otro importante santuario uruguayo es el de la Virgen del Verdún, cuya historia se remonta al 1900, cuando el padre José De Luca fue cura párroco de Minas y propuso colocar una estatua de la Virgen en uno de los cerros que rodean la ciudad. “La imagen se traerá de Montevideo y se colocará sobre una columna de seis metros de alto…”, informaba el 2 de setiembre el periódico local La Paz Católica. La celebración anual de la fiesta es el 19 de Abril, por ser el día del desembarco de los Treinta y tres Orientales, dirigidos por Juan A. Lavalleja (nacido en Minas). Cada año ese día asisten más de 80.000 peregrinos. Por la afluencia ininterrumpida de peregrinos desde 1901, la Conferencia Episcopal del Uruguay, mediante un Decreto del 15 de abril de 2010, erigió el Santuario como Santuario Nacional de Nuestra Señora del Verdún.

¿Qué dice la Iglesia de las apariciones de la Virgen?

“Las apariciones marianas, a lo largo de la historia, han sido y son una demostrada fuente de frutos espirituales, conversiones, milagros y de renovación espiritual para muchos creyentes, incluso para que muchos alejados vuelvan a la Iglesia”, afirma Miguel Pastorino, doctor en Filosofía y especialista en Religión. Sin embargo, advierte de “un fenómeno preocupante” que explica así: “Grupos de personas fanatizadas con la novedad constante de mensajes, enseñando doctrinas que se alejan de la Sagrada Escritura, de la Tradición y del Magisterio de la Iglesia”. Señala que esos videntes puede que fomenten las creencias de la Iglesia, pero enseñan una imagen de Dios contraria a la revelada en Jesucristo, “fomentando en muchos casos la superstición y el pensamiento mágico”, señala Pastorino.

¿Sólo vale si lo dice la Iglesia?

Desde la Edad Media existen santuarios muy visitados, cuyas raíces no tienen base histórica, pero a pesar de su origen legendario, resultan fructíferas para los cristianos que las visitan. Por esta razón, aunque no sea declarado por la Iglesia como “sobrenatural”, se puede visitar y muchas veces las personas reciben frutos espirituales para su vida. Pastorino aclara que aunque hayan sido aprobadas por la Iglesia no es obligación creer en las revelaciones privadas. Sólo son ayuda para la fe y la vida espiritual, sostiene.

Sor Chiara Cazzuola Superiora General de las FMA