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Grosse Pointe Blank (1997 George Armitage ) Viaje al secundario tan temido

Y TENIAMOS QUE HABLAR DE UN CLASICO PERDIDO, Y NO ME REFIERO A RISKY BUSINESS (1983) SINO A LAS EXISTENCIALISTA TIRO AL BLANCO CON JOHN CUSACK Y MINNIE DRIVER. ¿QUE PASA CUANDO SOS UN ASESINO A SUELDO ATORMENTADO POR UNA CONCIENCIA PESADA Y DE PRONTO TE VAS AL PUEBLITO DONDE TERMINASTE EL SECUNDARIO?, ESAS FIESTAS DE EX COMPAÑEROS DONDE QUEDARON REPROCHES, FRACASOS Y EX NOVIAS, PARA MARTIN (JONH CUSACKS) ADEMAS ES UN LABURO


O SEA MATAR A ALGUIEN, TAMBIEN PARA LA COMPETENCIA DAN AYKROYD (OBSESIONADO POR HACER UN SINDICATO DE ASESINOS) EN TODA ESTE FRENESÍ DE VIDA + CONCIENCIA, GROSSE POINTE BLANK SE MUEVE CON HUMOR Y BUENA MUSICA , JOE STRUMMER( EX INTEGRANTE DE THE CLASH) VIOLENT FEMMES, ECHO & THE BUNNYMEN, THE SPECIALS, THE JAM, THE CURE Y POR SI FUERA POCO FABULOSOS CADILLACS.

ESCENCIALMENTE , ESTA PELI NOS DICE QUE SOLO EL AMOR PUEDE SALVARNOS , EL DESAHOGO SIEMPRE ES BUENO AUNQUE CON ELLO NOS ESTEMOS JUGANDO LA VIDA. ­ JONH CUSACKS EL QUE FUE NOVIO DE MILITA BORA? < DICE TIRRI ­SI SEÑÓ!!!­ CADA TANTO EL CINE NOS TIRA UN PEQUEÑO GRAN CLASICO SOBRE HISTORIA DEL VIEJO SECUNDARIO­ BUEN MES AMIGOS, NOS VAMOS CON TIRRI A TOMAR SOL (10 PALITOS!!!!)

































CAP III Semblanza y búsqueda del niño beaumont

El Rey ocupaba sus pensamientos en la tragedia final pero Lucierne creía que la desaparición de un imperio no tenía nada de extraordinario. Si alguien como él, incapaz de conmoverse, llegaba a la cima, ¿no era por mandato divino? ¿Y si no lo era, no había llegado por alguna causa especial? Aún si su reinado era producto del temor a la sombra del padre, nacía de una causa por los hombres inevitable.

El Príncipe austríaco fue invitado estelar a la cena de gala que el Reino ofrecía al resto de los imperios occidentales aliados contra los árabes. Se montó en la Sala Central del Castillo la mesa principal y en la Plaza Mayor los tablones para el pueblo, que reía y babeaba repitiendo frases antropoides, asomándose a ver aunque sea el bordado de la capa de algún noble. Algunos invitados mandaban a sus hijos a tirar los restos de comida desde las torres a los mendigos que se agrupaban arrodillados.

La sensación fue el pequeño Pascal Baumont, que no solo maravilló a todos con su locuacidad y simpatía sino que interpretó magníficamente piezas virtuosas en todos los instrumentos que le pidieron. Actuaba mejor que un adulto en cuestiones de buenos modos, no hubo invitado que no lo ponderara. Sin embargo poseía una soberbia francamente repugnante, y no perdía oportunidad de hacer mofa de los adultos humillándolos con su saber, decir y razonar.

Obligado a sentarse en la mesa de los niños casi a la rastra ­ el pequeño Baumont tuvo el privilegio de hacerlo en la cabecera opuesta al Rey, reservada solo a emperadores ­, Lucierne decidió que su deseo de torturar a Pascal no debía esperar. Pequeño como era tuvo una potente erección que le resultó placentera pero inexplicable. Durante los juegos y correteos por el Castillo, lo condujo hasta un pasadizo secreto que comunicaba la Biblioteca con el bosque. Una vez allí le propuso entrar al hoyo donde “hay libros y partituras de a miles”. Cuando Pascal se asomó, lo tiró de cabeza al piso dejándolo inconsciente.


Dolorido hasta ahogarse, la luz de una vela le reveló el espanto de su destino: las tetillas unidas atravesadas con alambre, le faltaba completa la piel de las piernas y tenía los párpados abiertos, cosidos. Lucierne estaba asegurando la parte baja que mediante un enorme clavo oxidado le fijaba ambos pies a la pared. Le arrojó agua hirviendo con un tazón y con sus ojos grises contempló el sufrimiento del Cristo subterráneo. Los gritos se apagaban bajo el inmóvil silencio de la superficie de la tumba. Encendiendo una tea subió la escalerilla y regresó al bosque.

La recompensa ofrecida por el Príncipe era tan elevada que aparecieron pícaros con datos sobre nenes secuestrados con lujo de detalles; desvergonzados que sufrieron en el potro de tormentos antes de ser ajusticiados ante los espasmos del pueblo. El niño Baumont era tema de conversación hasta en los conventos. La ejecución del mendigo fue señal del abandono de la búsqueda por parte de las autoridades. El Príncipe se entregó por completo. Ese mismo año se aventuró al África tratando de colonizar extensiones cerca del Lago Victoria, invirtiendo toda su fortuna. Amante de un reyezuelo Zulú que lo incorporó a su harén, murió arrebatado por la insolación pronunciando el nombre de su hijo. *

*

*

¡No quiero no quiero no quiero no quiero! dijo el príncipe. Antes la nobleza practicaba atrocidades y ahora el retoño cae en las fauces del vulgo. Antes antiguamente las cosas estaban bien marcadas, el pueblo allá, los castillos acá ­ se tocó el pecho ­; no vaya a ser cosa que se envalentonen porque juro que con mis propias manos los estrangulo hasta que violeta la lengua les cuelgue, como antes, antiguamente. En la horca o en un palo en punta expiraban sin rebeldía ni poetas que celebraran su coraje, se desinflaban vomitando el alma antiguamente.

¡No quiero no quiero no quiero no quiero! Los juglares componen odas a mi niño perdido ahora que todo se produjo, cancioncillas de consuelo. Un zumbido persistente alienta perverso mis pesadillas, formadas con el barro ensangrentado de este castigo que no comprendo. Camino de noche por el bosque llenando mis pulmones de olores inciertos. Demasiadas veces me detuve a contemplar el despojo de algún animal, esperanzado de encontrar a mi niño, muerto pero encontrarlo, saberlo asesinado para dejar de suponerlo desolado. El bosque al que siempre temí es un gran laberinto que atesora en algún rincón enyuyado la tumba de mi retoño perdido, las vísceras y huesos del que estuviera destinado a brillar como el sol y que viera su infancia truncada por el fatal destino incierto, incierto destino que como balde de ácido desfiguró nuestra dicha y la siguió quemando, incierto, como ácido que incierto solo actúa: el destino alejado de toda razón, tarde lo había comprendido, demasiado.


Intolerables me resultan las condolencias; se acercan cuando las necesito ausentes de mi percepción. No tengo más que mis sentidos para recorrer este bosque de pesadilla sobado por las palmas ambiguas de los fabricantes de mártires. Nada más alejado de la razón que el destino, tarde he comprendido. En mi mano la antorcha es una chispa prehistórica que agoniza. Hasta el fuego tiene las horas contadas, así y todo, fuerte, orgulloso como es, morirá por falta de oxígeno como apagaré mis ojos, del mismo modo, como ya sin aire, y nada importará porque el destino se encarga de cerrar el telón con la misma ausencia de razón con la que lo abrió.

¡Pero qué hay bajo el espectro de aquel ciprés! Un bulto, un cadáver, podrido huele el aire, ¡Dios, mi niño! Es un cerdo salvaje, colmillos, hocico, cabeza intacta cuerpo destrozado pero insisto, puede haberse comido a Pascal, los cerdos salvajes comen niños, los cuentos de hadas así lo indican. El hedor raspa mi garganta, revuelvo entre gusanos, ¡el niño el niño! Destripo los gusanos. ¡Dios me perdone! Podrían haberlo digerido hace tiempo. No hay rastros.

Descanso sobre las raíces de un gran roble sin lágrimas ni pretensiones. Mi caballo inmóvil aguarda a la vera del bosque bajo el cielo mutilado de estrellas. La luna menguante se recuesta en la torre alta del maldito Castillo del Rey culastra. Maldita cena maldito Rey maldita nobleza de la que soy camafeo maldito Castillo que me provoca la náusea del resentimiento.

Regreso a mi hogar aunque mi hogar sea incierto destino tarde comprendido, demasiado.

CONTINUARÁ.















Copio un extracto de uno de los hermoso libro de tapa negra que compré en la feria que dispararon la presente y asombrosa investigación: "...yo mismo ya me había retirado nuevamente a mi choza. TENENESK fue a visitarme y me dio la buena nueva. Pero no solo eso lo traía, sino agregó: "Mi mujer se siente ahora realmente muy bien. Dame ahora ´aquella cosa blanca´, yo quisiera sentirme una vez realmente bien." Ese día, por lo tanto, por primera vez parecía haber logrado dominar la desconfianza frente a los medicamentos europeos. ¡Probablemente por consejo de su esposa quería probar ahora él mismo su efecto! Con mucho gusto le entregué lo que deseaba, y el viejo se durmió profundamente desde las once hasta las cuatro de la tarde. Después, me declaró que debía darle de vez en cuando "aquella cosa blanca", pues "dormir tan bien con pená só´os", como lo había hecho ese día, le causaba una satisfacción que él quería repetir en otra ocasión. Continuando con el análisis del efecto experimentado en su propio cuerpo, TENENESK se explayó en conjeturas y serias reflexiones acerca de la forma de actuar de aquella tableta. En primer lugar quería saber si nosotros , los koliót ke xon, encontramos el kwáke con la ayuda del atem o del wáiywen, como lo hacen los sélk´nam ke xon. Sobreestimando mis facultades me espetó sin rodeos; "Se que eres un xon capaz. ¡Te he observado , debes tener un átem muy bueno!" Yo no estaba preparado para este desafío. Pero al viejo no le debía disgustar, y además quería descubrir la intención de la pregunta. Le contesté: "Ciertamente, nosotros los xon europeos reconocemos al kwáke que está en una persona que sufre, sólo que ese kwáke es muy distinto del vuestro. Por eso debemos tocar y escuchar, golpetear y observar, y también utilizar un pequeño tubo (estetoscopio). Debemos hacer todo esto porque la potencia de nuestra vista es mucho menor que la vuestra. Mira: así como lo hago yo mismo, también otros


xon europeos utilizan anteojos; ¡estos los necesitamos también porque vemos tan mal!" Esta explicación causó gran hilaridad al viejo, que lamentó la pobreza de nuestra habilidad: "¡Es imposible que seáis buenos xon, si vuestros ojos son tan débiles! Un buen xon selk´nam está dotado de una potencia visual de largo alcance, y con su yauatem reconoce al kwáke desde larga distancia!" Pero aún esperaba su respuesta la otra parte de esta pregunta: "Cuando un xon selk´nam quiere hacer desaparecer un mal, debe cantar y luego extraerlo del cuerpo con su boca. ¿Por qué nunca cantas cuando un enfermo se acerca a tu choza? Tú solo le das ´esa cosa blanca´ ¿Cómo eso puede atacar al kwáke?" Sólo supe contestarle: "La ´cosa blanca´ va al lugar del dolor y el dolor cesa" El viejo ladino inmediatamente vio el punto débil de mi alegato: "¡O sea que el kwáke queda en el cuerpo del enfermo! Ahora lo sé: Sin cantar, el kwáke no sale del cuerpo"...Sin distinción alguna, los indígenas se aferran fielmente a sus ideas tradicionales. " Fin de la nota

Cruzando estos datos con las investigaciones del Italiano químico orgánico, CORRADO MALANGA y sus no reconocidos descubrimientos, podemos comprobar que Europa ha vivido en la mentira y el engaño de sus elites, tapando todo tipo de curación astral o liberación alienígena, ahora tan en boga por la NEW AGE, otro plan de la CIA. Por un lado el ataque europeo a la enfermedad, es solo material, y se vehiculiza por pastillitas y pichicatas. NOTA: para todos aquellos que piensan en ´esa cosa blanca´ como "mandanga", no señor! El padre Martín les daba aspirinas no "farafa". Por otro lado los Selk´nam, los xon (hechiceros) con sus cantos y su cualidades detectando el kwáke con la ayuda del atem o del wáiywen erradicaban la enfermedad de sus pacientes en el plano astral, materializándose luego en el plano material, el cuerpo.








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