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Estado de emergencia

De todos los sistemas políticos que podemos encontrar, la democracia se ha colocado como el sistema favorito en varios países del mundo, pues no solo promete soberanía al pueblo, sino el derecho de este a elegir y controlar a sus gobernantes.

Sin embargo, cuando los ciudadanos se dan cuenta que el rumbo que siguen sus gobernantes no es el correcto y piensa que sus derechos han sido abusados, son capaces de levantarse en acción para exigir ser respetados

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Muchas de las luchas empiezan con palos y piedras, pero pocas veces son suficientes para combatir al poder que oprime a la sociedad, por lo que se trata de conseguir ayuda de estados o países vecinos, cuando esta se consigue en la mentalidad colectiva, se toma como una muestra de apoyo y solidaridad para hacer que la democracia se cumpla y el gobierno cumpla los deseos del pueblo.

Sin pecar de inocentes, sabemos que la parte que ayuda no siempre lo hace por hermandad, sino porque también oculta intereses propios, en Latinoamérica han ocurrido varios golpes de estado destinados a reemplazar a los líderes de izquierda por regímenes de derecha, generalmente militares y autoritarios, históricamente hay registros que estos movimientos pudieron haber surgido durante la guerra fría, bajo la doctrina de Truman de contención, aunque también existen algunos casos que ocurrieron durante la era de la “república bananera” de principios del siglo XX en América Latina para promover los intereses comerciales estadounidenses en la región.

Un ejemplo de ello Brasil, quien experimentó varias décadas de gobiernos autoritarios, una noche de martes 31 de marzo de 1964, el general Olimpio Mourao Filho, jefe de la guarnición de Minas Gerais, inició la revuelta avanzando con sus tropas hacia Río de Janeiro, donde se hallaba el entonces presidente Goulart. Fue de gran ayuda un golpe de estado Brazileño respaldado por Estados Unidos en 1964 contra el socialdemócrata Joao Goulart. Durante la presidencia de John F. Kennedy, Estados Unidos buscó “evitar que Brasil se convierta en otra China o Cuba”, una política que se llevó adelante bajo Lyndon B. Jhonson y que condujo al apoyo militar estadounidense para el golpe de abril de ese mismo año. Desgraciadamente los golpes de estado parecen ser parte del dia a dia de las zonas centro y sur del continente, creando una mala imagen de estos países, siendo una excusa más para que estas luchas sean ignoradas pues muchos de los participantes de las manifestaciones solo parecen ser un grupos de rebeldes guerrilleros y no de civiles inconformes.

Al no recibir la atención que merecen estos hechos, parece ser que no son problemas que le aquejan a la sociedad mundial, contrario a lo que sucede cuando países de “ primer mundo ” entran en conflicto.

Es así que aunque pareciera que las rebeliones las causan solo cierto sector de la población encasillados en las clases medias y bajas, un golpe de estado se provoca cuando los ciudadanos buscan un verdadero cambio en su forma de gobierno, un suceso bastante curioso fue el ataque al capitolio el 6 de enero del 2021, en puntos anteriores hemos repasado cómo es que EE.UU ha intervenido para crear marchas y golpes de estado que derroquen a gobernantes de otras naciones, en esta ocasión los que decidieron levantarse contra su gobierno fueron los mismo ciudadanos estadounidenses, haciendo ver que la lucha por la democracia no es solo de gente problemática, sino que se puede dar en todos los niveles.

Un suceso de este tipo en la sociedad estadounidense no tenía precedentes, ya que, para algunos en ese país, esa insurrección fue un motivo de orgullo, una especie de esfuerzo por hacer retroceder un sistema político que vieron roto y una elección que consideraron ilegítima.

En la lucha es difícil diferenciar cuando somos apoyados y cuando somos utilizados como un arma mediática para lograr los objetivos de gobiernos ajenos a nosotros, la pregunta que surge de estas intervenciones es, si son apropiadas o correctas en Latinoamérica, pues pareciera que si eres una incomodidad para el gobierno estadounidense es capaz de aliarse con el enemigo y dejar incluso a alguien peor al mando.