¡Creo! Cofrades en la Fe

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¡Creo!

COFRADES Hermandad Santa Vera Cruz + Martos (Jaén)

EN LA

FE

| Nº 11 | JULIO | 2013


...si tú crees, verás la gloria de Dios GRUPO PARROQUIAL PRIMITIVA HERMANDAD DE LA SANTA VERA CRUZ Y COFRADÍA DE PENITENCIA Y SILENCIO DE NUESTRO PADRE JESÚS DE PASIÓN Y NUESTRA SEÑORA MARÍA DE NAZARETH Diputación de Formación y Convivencia Diputación de Publicaciones

¡Creo! COFRADES

EN LA Número 11 · julio 2013

FE

PUBLICACIÓN DIGITAL: www.issuu.com/veracruzmartos CAPELLÁN Y PÁRROCO: Rvdo. José Checa Tajuelo Pbro. REDACCIÓN: Miguel Ángel Cruz Villalobos, María Inmaculada Cuesta Parras, Manuel Márquez Herrador y Gabriel Zurera Ribó COLABORADORES: Eduardo A. de Diego Amate, Jesús Díez del Corral Pbro., José M. Espejo Martínez, Francisco León García Pbro., José F. Moratiel, Hno. Abdón Rodríguez Hervás, Francisco José Teba Rodríguez y Nicolás Vargas Melero FOTOGRAFÍA: Juan Carlos Fernández López, Jesús López Civanto y Alberto Ortega Erena DISEÑO Y MAQUETACIÓN: Antonio Moncayo Garrido EDICIÓN DIGITAL: Antonio García Prats PORTADA: Antonio Ramón Luque Miranda DIRECCIÓN POSTAL: Parroquia de San Juan de Dios Plaza de San Juan de Dios, 1 23600 Martos (Jaén) veracruz.martos@gmail.com DEPÓSITO LEGAL: J-1.292-2012 La revista ¡Creo! Cofrades en la Fe no participa necesariamente de las opiniones expresadas por nuestros colaboradores, limitándose solamente a reproducirlas.

REDACCIÓN

Julio es el mes de Marta en la antigua ciudad tuccitana, por eso nuestro buen amigo Antonio Luque Miranda, ha elegido esta portada realizada con plumilla y aguada de tinta china sobre papel canson. Los dos elementos aparecen en este magnífico dibujo: la torre campanario de la Real Parroquia de Santa Marta y la Torre del Homenaje símbolo de la milenaria historia de nuestra ciudad. Esta revista se intitula ¡CREO! Es una afirmación… es una reafirmación de nuestra fe, un grito de aseveración que todos los cristianos hemos proclamado desde el principio y este inicio comienza en los propios evangelios. A Marta se la ha llamado, en muchas ocasiones, la posadera de Dios y quizás se la conozca más por el hecho de estar en la cocina “cachivacheando” en vez de escuchar al Maestro (al menos esa es la impresión que se saca en las Homilías de los distintos sacerdotes). Sin embargo el pasaje de la resurrección de Lázaro es un relato en el que la amiga de Jesús realiza un acto de fe sublime …si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto, pero estoy segura de que lo que le pidas al Señor te lo concederá (Jn 11, 21-22) Y más aún …bien sé que resucitará en la resurrección del último día (Jn 11, 24) y por último …¡Oh Señor! Sí que creo, y que tú eres el Mesías, el Hijo del Dios Vivo, que has venido al mundo (Jn 11, 27). Por eso se resalta el trozo de frase pronunciada -ante la explicable duda de la santa- por el Señor en interrogación y que aquí, como en la jacularia de la novena, hemos puesto en afirmación: “Marta, yo te digo, que SI TÚ CREES VERÁS LA GLORIA DE DIOS”.

Año de la fe X Parroquia de San Juan de Dios X Número 11 X Julio 2013 X Página 2


... o i l u j n e Silencio, lugar de oración

Confirmación JESÚS DÍEZ DEL CORRAL

9. DIEZ

5.

JOSÉ F. MORATIEL

LLAVES

PARA ORAR

SACRAMENTO Séptima llave: con todo el ser

11. ABBA, PADRE

PIERRE-MARIE DELFIEUX

4. ¡Creo! Cofrades en la fe

19. CATECISMO IGLESIA La justicia social FRANCISCO LEÓN GARCÍA

13. Martos Eucarístico

8. Doce pasos hacia la libertad interior

15. Martos: ciudad de bendiciones

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¡Creo! Cofrades en la fe Creer en este mundo plural, amarlo y comprenderlo como creación generosa, lleva al Dios explícito que se ha expresado y se ha hecho ver, revelándose mediante actos de comunicación inabarcables de los cuales es mediador e intérprete quien, encarnado, dejó su vida entre las grietas sedientas de esta tierra a modo de lógica permanente; constancia de luz y de sentido. Mas esa pluralidad de ámbitos y geografías interiores pide, bajo el cielo, la respuesta que defina otros modos de entender la salvación y el contacto entre lo Absoluto, Dios, y lo relativo, mundo; entre cuyo ámbito se encuentra el hombre, el hombre plural. El devenir de la historia y la situación de la humanidad nos avoca necesariamente al diálogo interreligioso, aún manteniendo la mediación universal del Cristo y salvaguardando su dimensión humana y divina, pero sin prepotencia, sin actitudes excluyentes y menos, exclusivistas. Entender que al Logos actúa mas allá de cualquier particularidad y concreción histórica proviene de la concepción trinitaria de una cristología elaborada desde las relaciones interpersonales entre Jesús y el Padre de un lado, y el Espíritu de otro, y ello puede ser la base sobre la cual pueda desarrollarse un diálogo previo e indispensable entre el hombre y el Dios personal que deja hueco para la interpelación y la libertad, es decir, para la llamada y el envío que viene a confirmar la idea y concepto de elección. Desde el principio esa elección, vocación, relámpago o llamada ha implicado una responsabilidad. Ahí está y se muestra en todo su esplendor, puesta para ti. Ese es el tono del diálogo, la realización del servicio. Ese es el sentido de la mediación, el don que se ha desbordado y se ha testimoniado con tanto amor y sangre. Es triste, sin embargo, que el cristianismo histórico se haya revestido de formas prepotentes y absolutistas dando la sensación que es la religión cristiana la que salva y no el Señor que desvela su misterio. El logro del éxito histórico del cristianismo debido a la vinculación con la cultura occidental y su expansión, se vuelve ahora contra nosotros con ferocidad por haber creído que la Iglesia, sucumbida a la tentación mesiánica, podía gestionar todos los valores e instituciones de la sociedad, y es ahora que venimos a quejarnos de la falta de reconocimiento de la raíz cristiana de Europa, por ejemplo. El amanecer de este pasado heredado, en cuyo albor estamos despertando, ha arrojado la suficiente claridad para comprender que se ha tenido una conciencia de misión distinta a la de Jesús, que nunca planteó un mesianismo de siervo, sino de amigo y hermano, de libertad en la verdad. Es una cuestión propia de fe buscar un encuentro ecuménico cordial y sincero en cuyo contexto podamos ser conscientes de las limitaciones, acogiendo el reflejo del mismo diálogo que Dios ha entablado con otros hombres en sus concretas circunstancias, como aquel primitivo origen que abrió su mirada a los gentiles para anunciar y enseñar el sacerdocio y reconciliación que Jesús realizó en su vida, en cuya virtud y de manera universal, cósmica y definitiva Dios se ha reconciliado, como

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Bautismo Eucaristía Confirmación penitencia matrimonio orden sacerdotal unción de enfermos

El sacramento de la confirmación: “confirmados en la fe de Cristo” JESÚS DÍEZ DEL CORRAL, Pbro. Párroco de Peal de Becerro (Jaén)

En este segundo artículo dedicado a profundizar en los sacramentos en este Año de la fe, vamos a tratar el sacramento de la confirmación, íntimamente unido al del bautismo y que junto con la eucaristía forman parte de los sacramentos de la Iniciación Cristiana. En el sacramento de la confirmación, aunque siempre se trate de una acción del Dios trinitario que actúa en su Iglesia por medio de los sacramentos, en este segundo sacramento el protagonista es el Espíritu Santo que desciende sobre el confirmando y lo llena de su gracia. Desde los orígenes de la Iglesia, cuando se constituía una nueva comunidad, había dos elementos que formaban a los cristianos y los conformaban con Cristo: el sacramento del bautismo como entrada a la vida en Cristo y estrechamente unido a él está el sacramento de la confirmación. El Catecismo de la Iglesia Católica afirma con respecto a este sacramento: “A los bautizados, el sacramento de la confirmación los une más estrechamente a la Iglesia (función de unidad) y los enriquece y reviste con una fuerza especial por parte del Espíritu Santo (función de unción y fortalecimiento). De esta forma se comprometen mucho más como auténticos testigos de Cristo para extender y defender la fe con sus palabras y sus obras” (CCE 1285). En este sacramento se actualiza y perpetúa el acontecimiento salvador de Pentecostés con la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, haciéndola actual para la Iglesia de todos los tiempos. Así como el bautismo significa una unión con Cristo Jesús, en el sacramento de la confirmación lo que celebramos es una mayor unión con el Espíritu Santo que nos configura en Cristo.

es la imposición de las manos a los confirmandos y el otro es la unción con el óleo del Santo Crisma. El gesto de la imposición de las manos es poner simbólicamente bajo la sombra de las manos que significa poner bajo la cabeza del confirmando la sombra del Espíritu Santo para que le fortalezca en su vida. La unción es la unión al Ungido por excelencia que es Jesús, el elegido por el Padre para nuestra salvación y consagración del confirmando para el Señor.

Los signos que acompañan el sacramento de la confirmación son dos fundamentalmente: el primero

El Papa Emérito Benedicto XVI al tratar del sacramento de la confirmación tanto en su magiste-

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rio pontificio como en su larga docencia como profesor, habla de este sacramento como el de una profundización interior y madurez que habita en el confirmando por esa acción sacramental. Es una madurez que a juicio del Santo Padre se manifiesta en dos actitudes fundamentalmente: el confirmado recibe el poder de confesar la fe públicamente y a viva voz.

“bofetada” o cachetada, signo de emancipación y madurez. Ahora con la reforma del Concilio Vaticano II se ha abolido pero sigue vigente ese signo como madurez y fortaleza.

Ahora que nuestra sociedad el modo de vida cristiano exige una gran fortaleza, el sacramento de la confirmación juega un papel importante. Y por otro lado la interioridad: la interiorización en este sacramento es lo que lo aparta de lo meramente externo de una sociedad de éxito y rendimiento. Ante el problema de la “atrofia” de la vida interior la confirmación nos debe llevar a profundizar en ello para que las cuestiones humanas lleven el equilibrio adecuado. Mayor madurez, mayor interioridad, mayor capacidad de desarrollar una vida íntima con la fuerza del Espíritu. Los más mayores recordarán en este sacramento cuando el Obispo daba a cada confirmando la

El catecismo prosigue argumentando un texto de San Ambrosio sobre los dones del Espíritu Santo y como es una acción de la Santísima Trinidad «Recuerda, pues, que has recibido el signo espiritual, el Espíritu de sabiduría e inteligencia, el Espíritu de consejo y de fortaleza, el Espíritu de conocimiento y de piedad, el Espíritu de temor santo, y guarda lo que has recibido. Dios Padre te ha marcado con su signo, Cristo Señor te ha confirmado y ha puesto en tu corazón la prenda del Espíritu» (San Ambrosio, De mysteriis 7,42). La confirmación confiere crecimiento y profundidad a la gracia bautismal: nos introduce más profundamente en la filiación divina que nos hace decir “Abba, Padre” (Rm 8,15); nos une más firmemente a Cristo; aumenta en nosotros los dones del Espíritu Santo; hace más perfecto nuestro vínculo con la Iglesia ( LG 11).

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Fe Sobre la

La Hermandad de la Santa Vera Cruz de Martos (Jaén) ha publicado, a través de la revista “¡Creo! Cofrades en la fe”, la encíclica de S.S. Francisco: Lumen Fidei (sobre la fe) Pueden leerla o descargársela en su ordenador desde el enlace inferior.

http://issuu.com/veracruzmartos/docs/creo_cofrades_en_la_fe_2013_verano

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Nº 4 · !"!•• 2013

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Abba,

Padre

SECCIÓN DEDICADA A LA ORACIÓN, COORDINADA POR HNO. ABDÓN RODRÍGUEZ HERVÁS, MONJE JIENNENSE DEL MONASTERIO CISTERCIENSE DE SANTA MARÍA DE LAS ESCALONIAS. HORNACHUELOS (CÓRDOBA).

JULIO Oremos por las intenciones del Santo Padre y la Conferencia Episcopal propuestas al Apostolado de la Oración, a las que le hemos sumado una de la Hermandad.

Doce pasos hacia la libertad interior

A GENERAL Jornada Mundial de la Juventud: Que la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil anime a todos los jóvenes cristianos a hacerse discípulos y misioneros del Evangelio.

A MISIONERA Asia: Que en toda Asia se abran las puertas a los mensajeros del Evangelio.

Del libro de JOAN CHITTISTER

Todos los seres humanos de nuestro país han crecido haciendo exámenes: exámenes de matemáticas, de historia, de conducir... Los exámenes forman parte de la vida moderna, así que vamos a hacer uno. La pregunta es: ¿cómo definirías los pasos del itinerario espiritual? Para responder, numera las siguientes actitudes o acciones espirituales en el orden que creas indicativo de la progresión necesaria, natural o normal desde una espiritualidad básica hasta el logro de una gran virtud. El número 1 indicará el que creas primer paso en la vida espiritual, y el número 12 el que consideres paso final en el proceso de plenitud espiritual. ¿Listo? Muy bien. Empecemos. Para alcanzar un alto grado de santidad, yo creo que una persona debe: a) Tener un director espiritual.

A CEE

b) Vivir con sencillez.

Que los niños y jóvenes reciban una sana educación afectiva y puedan crecer conociendo la belleza de la pureza y de la castidad.

c) Reconocer la presencia de Dios. d) Escuchar a los demás. e) Hablar amablemente a los otros. f) Aceptar la voluntad de Dios. g) Perseverar.

A COFRADE Que la hospitalidad del cofrade llegue a sus hermanos de la Cofradía, a sus hermanos en la fe y a sus hermanos alejados... y a cuantas personas se encuentren en su peregrinar.

h) Reconocer sus faltas, i) Aceptar a los demás como son. j) Estar centrado/a y sereno/a. k) Ser honrado/a acerca de sí mismo/a. 1) Estar dispuesto/a a aprender de los demás.

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Diez llaves para orar PIERRE-MARIE DELFIEUX

Ninguno de nosotros sabe orar, pero Jesús nos ha enseñado cómo hacerlo. Después de tantas y tantas generaciones, sus discípulos intentan imitarle, y han ido desarrollando y precisando, un cierto número de leyes para actualizar y concretar las enseñanzas del Evangelio. Enseñanzas que, a lo largo de los siglos, numerosos maestros espirituales han confirmado. Estas enseñanzas nos abren las puertas del mundo interior de la contemplación. Aquí tienes, hermano, hermana, diez llaves para la oración.

La oración no tiene nada de desencarnada porque compromete a todo el ser. Si es verdad, como dice Teresa de Jesús, que la oración consiste en “mirar a Dios amándole”, la Torah y el Evangelio nos recuerdan que se trata de responder con todo nuestro amor al amor que Dios nos ofrece primero. “Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas” (Dt 6, 5). Y Jesús añade: “Y con todo el ser” (Lc 10, 27). También el cuerpo está hecho para la oración y hay que saberlo unir a ella. En occidente, a fuerza de situarlo todo a nivel de lo cerebral o de lo racional, hemos olvidado un poquito hacer participar al cuerpo en la oración. Por no saber hacerlo, corremos el riesgo de tener que soportar algunas dificultades inútiles o querer contrarrestar esta frustración esencial mediante algunas compensaciones demasiado carnales. Por eso una de las llaves de la oración consiste en orientar nuestro cuerpo para que tenga una plena participación en nuestra oración y que toda nuestra vida alabe a aquel que nos ha creado (Sal 150). Los discípulos de Jesús estaban tan impresionados por su actitud en la oración que comprometía tan visiblemente a todo su ser, que un día le dijeron: “Señor, enséñanos a orar” (Lc 11, 1). ¡Creo! Cofrades en la Fe X Hermandad de la Santa Vera Cruz X Número 11 X Julio 2013 X Página 9


El judaísmo, el islam, las religiones orientales, invitan a ciertas actitudes de oración en las que el cuerpo se integra totalmente. Nosotros debemos también aprender a orar así. A falta de poder o de saber hacerlo, puede que nos demos de bruces como contra una puerta cerrada y que corramos el riesgo de quedarnos mucho tiempo en la antecámara de la contemplación. ¿Aguantaremos mucho tiempo orando tiesos como escobas, con los brazos cruzados pegados al respaldo de la silla...? San Ignacio de Loyola lo había comprendido perfectamente y por eso propone con mucha frecuencia, en sus ejercicios espirituales, que oremos “aplicando los sentidos”. Es preciso saber mirar y escuchar, sentir, tocar y saborear hasta las realidades de lo alto. Si no, se corre el riesgo de pasar dejando de lado lo esencial del misterio de la Encarnación redentora, pues no en vano “La Palabra se hizo carne” (Jn 1, 14). El creyente, invitado por la oración y el silencio contemplativo a entrar en lo más profundo de sí, se descubre a sí mismo al mismo tiempo que descubre a Dios. Y ya que es verdad que habita corporalmente en Cristo la plenitud total de la divinidad, hace falta que el creyente descubra que también corporalmente él está unido a Cristo en esta plenitud: “Porque es en éste en quien habita realmente la plenitud total de la divinidad, y por él, que es cabeza de toda soberanía y autoridad, habéis obtenido vuestra plenitud” (Col 2, 9-10). A partir de este momento, nuestra oración será más sentida, más verdadera y más plena. “Por consiguiente, donde hay un cristiano, hay humanidad nueva; lo viejo ha pasado; mirad,existe algo nuevo”(2 Co 5, 17). “El cuerpo... es para el Señor y el Señor es para el cuerpo” (1 Cor 6, 13b). Por tanto, podemos orar verdaderamente a Dios no sólo con la mente sino también con el cuerpo. “Glorificad a Dios con vuestro cuerpo” (1 Cor 6, 20). Los que sepan hacerlo tienen en la mano la séptima llave de la oración.

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Silencio, lugar de oración «Orando no seáis habladores. Vuestro Padre conoce vuestras necesidades» (Mt 6,78) JOSÉ F. MORATIEL

La oración no se puede definir. De hacerlo se le pueden poner límites. En la oración el actor principal es Dios. No existe descripción válida. A una montaña no se le ven todas las laderas. Así pasa con la oración. Una forma de hablar de la oración puede ser mencionarla como lugar de encuentro, como una relación... Para que este encuentro se dé, es necesario el silencio. Está claro que los ruidos impiden la conversación. No nos podemos entender en el ruido. El silencio es un camino para nuestra relación con Dios. Por eso el silencio tendría que estar como un derecho fundamental del hombre. Tiene el poder de generarnos. Uno no hace nada y el silencio va equilibrando. Todo va encajando. Nos restaura. Hay mucho más en el silencio. Es necesario descubrir las muchas dimensiones del silencio. Por eso Jesús hace oración de silencio. Cuando habla no lo hace sin ton ni son. Toda Palabra va dirigida a alguien. «No seáis habladores». Nos advierte. Lo primero es silenciar todo. Pero hay que reconocer que no todo silencio es positivo y que muchas veces nosotros practicamos silencios que no hacen más que interferir el encuentro. Hay silencio pero no encuentro. Recordemos algunos silencios negativos que forman parte de nuestra vida cotidiana: Silencio de angustia: La palabra angustia viene de angosto, estrecho, ahogo... Cuando la angustia aparece en la persona y se presenta en la vida, deja sin palabras. No se puede hablar. La garganta queda atenazada. El corazón también. Es un silencio pero desde el miedo. No hay cercanía. Hay incomunicación. Todo lo contrario que el auténtico silencio. Silencio de culpabilidad: No hablo porque «van a pensar que ». No hablo porque «me van a echar a mí la culpa». Silencio de debilidad: «¡Qué voy a decir!». Decido callarme. Es un silencio negativo porque es el silencio de la impotencia. Silencio de la indiferencia: Pasamos de todo. Es un silencio del bostezo, de la apatía... Guardo silencio porque me alejo de todo. No me importa, no me interesa en absoluto.

Silencio del mal humor: A veces, un disgusto nos pone serios y guardamos silencio. Estoy enfadado y con mi silencio te estoy reprochando. Estoy irritado y me callo. Mantengo la distancia y no deseo el diálogo. Silencio del miedo: El miedo endurece cuando se presenta en la vida. «En boca cerrada no entran moscas»; «mejor no hablar, que luego hay represalias». Nos alejamos también del conflicto, de la denuncia. Silencio de la envidia: Cuando nos toca la envidia nos deja sin palabras y no sabemos reconocer nada del otro. No se alaba ni se habla bien de nadie. No hay alabanzas. No hay apoyo. No hay comentarios positivos que refuercen. Es un silencio enfermizo muy peligroso. Si nos creyéramos únicos no nos compararíamos con nadie. No habría envidia. A cada uno Dios le pide lo suyo. Al tulipán no le pide que sea margarita. Jamás a un árbol le gustaría ser una flor. Silencio de orgullo: Este silencio, a veces, se refleja en el cuerpo. El orgullo, cuando se tiene, siempre separa. No hablamos con el mismo nivel. Aristóteles localizaba el orgullo en la cabeza. «Se le han subido los humos a la cabeza». Es un dicho muy general que explica bien al orgulloso.

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Silencio del rencor: El mal humor puede ir cristalizando en la persona que lo padece y es entonces cuando hace su aparición este silencio del rencor. Se incrusta, se calcifica. Es un quiste difícil de extirpar. Es silencio peligroso hasta para la salud y muy negativo. Es necesario mucho tiempo para que se diluya. Silencio del odio: Este es mortal. San Juan dice que el que no ama a su hermano es un homicida. Cuando no se habla con alguien hay un trasfondo de muerte. Estoy negando a la persona. Hablar tiene que ser para que el otro se dé cuenta. Es un acto de amor, de respeto, de consideración.

Silencio de humildad: Es el silencio del respeto. Proporcionamos a una persona que nos visita este silencio para interesarnos por sus noticias. Oímos en silencio lo que nos propone. Acogemos a la persona con nuestro interés. Es justo hacerlo así. Ofrecer a cada uno el gesto de nuestro silencio para que la escucha se dé desde la intimidad. Silencio de admiración: Es otro silencio que tiene gran calidad. Algo de esa persona atrae nuestra mirada y despierta este silencio que tanto beneficio acarrea. Este silencio es necesario para recuperar este sentido. Silencio de asombro: Son maravillosos los asombros. Me quedo sin palabras. Es importante que se dé este silencio pero para ello es necesario el «no saber». Se inicia con el no saber. Con un vaciamiento de todo conocimiento. Sin referencias. Como un niño pequeño ante lo nuevo y lo desconocido. Este silencio se rompe cuando preguntamos. Se rompe al indagar. ¿Por qué? No hace falta la pregunta. La vida es maravillosa en sí. Hay que asombrarse continuamente ante ella sin preguntar más. Los niños se entregan a ella y tienen una gran capacidad de asombro. «Si no os hacéis como niños..., no entraréis en el reino del Asombro».

Todos estos silencios nos van enfermando y conduciendo a la incomunicación. Es necesario ir detectando cuál de ellos nos afecta en nuestra historia. Es necesario conocer muy bien nuestros silencios negativos para trascenderlos y superarlos e ir poco a poco serenándolos. Estos silencios son ruidos tremendos que no nos permiten el encuentro con Dios en la oración. A veces nos acosan en cada silencio y tenemos que descubrirlos como secuelas que viven y vienen con nosotros. Está bien que los reconozcamos, porque sólo viéndolos podemos superarlos. Los silencios positivos son también muy variados y sólo vamos a recordar unos pocos:

Silencio de la alegría: Cuando uno alcanza la cumbre de la alegría se le colma el corazón y sobra la palabra. Cuando te quedas extasiado, boquiabierto, no eres capaz de pronunciar palabra. Es el silencio de la felicidad. Silencio del amor: Es el silencio de la comunión. Cuando miramos a una persona con amor ya no es necesario pronunciar palabra. El milagro de una pupila hace innecesario hablar. A la persona amada se la siente y no más. ¡Qué gusto es estar en casa sin hablar! (Decía Mafalda en una de sus viñetas: «¿Cuándo vamos a ir a casa a callar un rato?»). Y es que, cuando existe el amor, basta con estar. La presencia todo lo llena. Todo lo colma.

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Martos Eucarístico Horarios de exposición del San!simo Sacramento en templos marteños

1 lun

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

Iglesia Parroquial de La Asunción de Nuestra Señora 20:00 h. a 20:30 h.

2 mar

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

12 vier

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

3 miér

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

13 sáb

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:30 h. a 18:45 h.

4 jue

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

14 dom

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 18:00 h. a 18:45 h.

Iglesia Parroquial de La Asunción de Nuestra Señora 20:00 h. a 20:30 h.

15 lun

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

5 vier

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

16 mar

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

6 sáb

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:30 h. a 18:45 h.

17 miér

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

7 dom

HERMANDAD HUMILDAD Y DESAMPARADOS Iglesia del Monasterio de la Santísima Trinidad 10:30 h. a 13:00 h.

Iglesia Parroquial de La Asunción de Nuestra Señora 20:00 h. a 20:30 h.

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 18:00 h. a 18:45 h.

18 jue

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

8 lun

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

19 vier

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

9 mar

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

20

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:30 h. a 18:45 h.

10 miér

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

11 jue

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

julio sáb

COFRADÍA DE SANTA MARTA Iglesia Parroquial de Santa Marta 20:30 h. a 21:00 h.

21 dom

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 18:00 h. a 18:45 h.

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dom

COFRADÍA DE SANTA MARTA Iglesia Parroquial de Santa Marta 20:30 h. a 21:00 h.

22 lun

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

21

COFRADÍA DE SANTA MARTA Iglesia Parroquial de Santa Marta 20:30 h. a 21:00 h.

23 mar 24 miér

26 vier

COFRADÍA DE SANTA MARTA Iglesia Parroquial de Santa Marta 20:30 h. a 21:00 h.

27 sáb

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:30 h. a 18:45 h.

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

COFRADÍA DE SANTA MARTA Iglesia Parroquial de Santa Marta 20:30 h. a 21:00 h.

COFRADÍA DE SANTA MARTA Iglesia Parroquial de Santa Marta 20:30 h. a 21:00 h.

ADORACIÓN NOCTURNA · ANE Capilla Sacramental de la Iglesia Parroquial de San Juan de Dios Inicio 21:15 h.

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

28 dom

COFRADÍA DE SANTA MARTA Iglesia Parroquial de Santa Marta 20:30 h. a 21:00 h.

25 jue

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 18:00 h. a 18:45 h. COFRADÍA DE SANTA MARTA Iglesia Parroquial de Santa Marta 20:30 h. a 21:00 h.

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

29 lun

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

Iglesia Parroquial de La Asunción de Nuestra Señora 20:00 h. a 20:30 h.

30 mar

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

COFRADÍA DE SANTA MARTA Iglesia Parroquial de Santa Marta 20:30 h. a 21:00 h.

31

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia) 17:15 h. a 18:00 h.

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Martos: ciudad de bendiciones FRANCISCO TEBA RODRÍGUEZ

Dedicado al Papa Francisco, fiel Servidor de una Iglesia pobre para los pobres

En este Año de la Fe, deseo que estas palabras escritas sean cestos, cestos como aquellos que llenó Jesús de panes y peces. Creo que la Ciudad de Martos en nuestros días es “Ciudad de Bendiciones” por la gracia de Dios. De nuevo siente, vive y resplandece a la luz de la Buena Noticia, vuelve a escuchar el Evangelio de Jesús con dulzura. Ahora, en el siglo XXI, Martos es como aquella ciudad que se despierta una mañana y descubre un mensaje de amor y esperanza. Es como la mujer samaritana del Evangelio de Juan. “Llegó así a un pueblo de Samaría que se llamaba Sicar, cerca del terreno que dio Jacob a su hijo José; estaba allí el manantial de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se quedó, sin más, sentado en el manantial. Era alrededor de la hora sexta. Llegó una mujer de Samaría a sacar agua. Jesús le dijo: Dame de beber. Le dice entonces la mujer samaritana: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? Jesús le contestó: Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú a él y te daría agua viva. Le dice la mujer: Señor, si no tienes cubo y el pozo es hondo ¿de dónde vas a sacar el agua viva? ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, del que bebió él, sus hijos y sus ganados? Le contestó Jesús: Todo el que bebe agua de ésta volverá a tener sed; en cambio, el que haya bebido el agua que yo voy a darle, nunca más tendrá sed; no, el agua que yo voy a darle se le convertirá dentro en un manantial de agua que salta dando vida definitiva. Le dice la mujer: Señor, dame agua de ésa; así no tendré más sed ni vendré aquí a sacarla”. Juan 4 (5-15)

Santa María de la Villa

1. La Bendición de la Madre de Jesús y Madre nuestra. En la Ciudad de Martos, María es remediadora de nuestros errores y angustias. Labradora de corazones y campos, de almas y emociones. Brillante resplandor elevado sobre la Peña. Fiel guardiana que desde la fortaleza de la Villa ofrece su amor y nos guía por los senderos de Jesús. María es dolor compartido, esperanza renovada, hogar de Nazareth en Martos. María es mujer de Fe, Esperanza y Amor. Persona sencilla, humilde, radiante en el Espíritu de Dios, siempre alegre en la alegría de María. Unido a María está su esposo José. Ambos son los pilares de una casa siempre alumbrada por el

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amor, la esperanza y la fe. Juntos crean el cálido hogar de Jesús, abrazado desde el principio por el Espíritu Santo. El Padre Eterno bendice la hermosa unión de María y José para ver crecer a Jesús en la luz del amor compartido desde la fe. La Ciudad de Martos siente una gran veneración por San José, reposa en sus manos de trabajador infatigable y se deja guiar por aquel que llevo de la mano a Jesús. En este sendero de paz nos acompaña la Madre Petra de San José. Fundadora de la Congregación de Madres de Desamparados y San José de la Montaña, que al igual que José realizan cada día una inmensa labor de amor en la Residencia de Mayores Nuestra Señora de los Desamparados de esta Ciudad. El sendero es Jesús y su Evangelio: “¡Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra, porque si has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos, se las has revelado a la gente sencilla! Sí, Padre, bendito seas por haberte parecido eso bien”. Lucas 10 (21)

2. Bendición de Marta, entrañable Amiga de Jesús. Y de Amador, bendito y consagrado. Santa Marta

Grande y profunda es la devoción de todo el pueblo de Martos por su Patrona Santa Marta y por su Patrón San Amador.

en cambio, se dispersaba en múltiples tareas. Se le plantó delante y le dijo: Señor, ¿no se te da nada de que mi hermana me deje sola con el servicio? Dile que me eche una mano.

Aquella mujer que hospedó a Jesús en su casa, llenándolo de cariño y cuidados, es la protectora y defensora de nuestra Ciudad. El corazón de Marta surge luminoso en el Evangelio y late en una mujer que espera en Jesús con una fe laboriosa y entregada. “Mientras iban de camino entró también él en una aldea, y una mujer de nombre Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada María, que se sentó a los pies del Señor para escuchar sus palabras. Marta,

Pero el Señor le contestó: Marta, Marta, andas preocupada e inquieta con tantas cosas: sólo una es necesaria. Sí, María ha escogido la parte mejor, y ésa no se le quitará”. Lucas 10 (38-42)

Amador de Tucci, joven sacerdote, fiel servidor del Evangelio de Jesús. Representa el valor y la

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nosotros y la Orden Franciscana. Este Vínculo que vive y crece desde la humildad, la comprensión y las miradas sencillas es una hermosa y feliz bendición. “Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en lo alto de un monte; ni se enciende una lámpara para meterla debajo del perol, sino para ponerla en el candelero y que brille para todos los de la casa. Empiece así a brillar vuestra luz ante los hombres; que vean el bien que hacéis y glorifiquen a vuestro Padre del cielo”. Mateo 5 (14-16)

4. Bendición de los Mártires. Fidelidad suprema a Jesús y su Evangelio. Confianza en plenitud. La Ciudad de Martos abraza a los mártires, a todas y a todos los que dieron la vida por Cristo. Lucía de Siracusa tan querida en esta tierra de olivos. Su Ermita necesita nuestra ayuda para que vuelva a tener sus puertas abiertas.

San Amador

fuerza de la juventud comprometida, entregada a la esperanza que resplandece en la Buena Noticia. Amador es mártir, testigo de Jesús, dulce arcilla en manos de Dios, Supremo Alfarero. Su camino empezó en Tucci y sus pasos llegaron llenos de misericordia hasta aquella Córdoba, corona de Al-Andalus, ciudad de ciudades, amada del gran río. Córdoba es la vasija donde se derrama el amor, la esperanza y la fe inquebrantable de Amador. “Convocando a la multitud con sus discípulos, les dijo: Si uno quiere venirse conmigo, que reniegue de sí mismo, que cargue con su cruz y entonces me siga; porque el que quiera poner a salvo su vida, la perderá; en cambio, el que pierda su vida por causa mía y de la buena noticia, la pondrá a salvo”. Marcos 8 (34-35)

3. Bendición de Francisco de Asís. Destello de Amor desde los ojos de Jesús. Resplandor de Vida desde las manos, el costado y los pies de Cristo Resucitado. Los Padres Franciscanos son un pilar fundamental de la Iglesia de Cristo en Martos. Su vocación de servicio al Evangelio se refleja con vigor en la Ciudad de la Peña y creo que hay un vínculo entrañable, sereno, visible e invisible entre todos

El siglo XX es un caudaloso río de misericordia que alcanza el corazón de Martos. El perdón surge, brota entrelazado con la bondad. El amor de Dios unge a los inocentes y nos muestra su fuerza, su valor frente a la adversidad. Cristo es el cimiento de su vida. En los campos serenos y de oración de la Orden Trinitaria florece la Fe, la Esperanza y la Caridad de Sor Francisca de la Encarnación. Mujer sencilla, despierta siempre en Cristo. Muy cerca del Templo de la Santísima Trinidad, en la fortaleza baja de Martos, se levanta el Santuario de Santa María de la Villa. Junto a la Madre, en la Capilla de los Mártires, descansan en las manos de Dios a la espera de la resurrección, los restos mortales de Madre Victoria, religiosa calasancia de la Congregación de Hijas de la Divina Pastora. Mujer dulce, servidora de Cristo en la enseñanza desde el amor. Unido a Madre Victoria en la Paz de Cristo, en la misma Capilla de los Mártires, reposa, mirando a María sin cesar, el joven seminarista Manuel Aranda Espejo. Juventud llena de ilusión y fuerza entregada al servicio del pueblo de Dios. “Al ver Jesús las multitudes subió al monte, se sentó y se le acercaron sus discípulos. Él tomó la palabra y se puso a enseñarles así: Dichosos los que eligen ser pobres, porque ésos tienen a Dios por rey. Dichosos los que sufren, porque ésos van a recibir el consuelo. Dichosos los sometidos, porque ésos van a heredar la tierra.

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Dichosos los que tienen hambre y sed de esa justicia, porque ésos van a ser saciados. Dichosos los que prestan ayuda, porque ésos van a recibir ayuda. Dichosos los limpios de corazón, porque ésos van a ver a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque a ésos los va a llamar Dios hijos suyos. Dichosos los que viven perseguidos por su fidelidad, porque ésos tienen a Dios como rey. Dichosos vosotros cuando os insulten, os persigan y os calumnien de cualquier modo por causa mía. Estad alegres y contentos, que grande es la recompensa que Dios os da; porque lo mismo persiguieron a los profetas que os han precedido.” Mateo 5 (1-12)

5. Bendición de los Ángeles de Dios. Mensajeros de la Luz. Quiero tener presente en este artículo a los resplandores celestes. Mensajeros, defensores, caminantes, consejeros, obreros de la Luz en el cielo y en la tierra. Recuerdo a San Miguel Arcángel, que recibe nuestro cariño en su ermita del Llanete, protector e intercesor delante de Dios. Recuerdo de nuevo a la Madre Petra de San José, cuya devoción a San Rafael Arcángel era admirable y que le dedicó una preciosa oración llena de ternura y esperanza: “Medicina del cielo mi dolor calma, cúrame el mal del cuerpo, sana mi alma. Creída en que tú eras fuente de vida, me encomendé a tus ruegos y fui oída”.

San Miguel Arcángel

Recuerdo a San Juan de Dios, un amigo entrañable de los ángeles de Dios. Un ángel para tantas y tantas personas que abrazó y ayudó. Un Mensajero de la Luz siempre dispuesto a trabajar por la dignidad de la vida.

BIBLIOGRAFÍA: •

- Lucas 10, 38-42. - Marcos 8, 34-35.

Nuevo Testamento. Ediciones Cristiandad. Traducción dirigida por los profesores L. Alfonso Schökel y J. Mateos. - Juan 4, 5-15. - Lucas 10, 21.

- Mateo 5, 14-16. - Mateo 5, 1-12. •

Sobre la Piedra. Breve biografía de la Madre Petra de San José Pérez Florido. Mª Virginia Llácer de S. José, Blandina Martín de S. José.

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La justicia social FRANCISCO LÉON GARCÍA, Pbro. Párroco de Santa Marta de Martos (Jaén)

INTRODUCCIÓN Con este artículo sobre la Justicia Social, os ofrezco el 4º y último escrito con los que me había comprometido para esta revista digital. Los he escrito con el máximo cariño y con el ánimo de serviros, ayudaros a reflexionar sobre la importancia que tiene la persona humana, creada “a imagen y semejanza de Dios”, sin ningún tipo de distinción, cualquier persona humana de cualquier rincón del mundo, como individuo y como componente y miembro de la sociedad planetaria en la que todos estamos insertos, en la que todos hemos de participar, pues todos estamos necesitados los unos de los otros para nuestro crecimiento, desarrollo pleno y madurez en el plano material y espiritual. No olvidemos nunca que el hombre es siempre el origen y el centro de la sociedad y de todas y cada una de las instituciones y estructuras, que han de favorecer permanentemente su desarrollo integral, para que pueda realizarse en plenitud y vivir su propia vocación en la búsqueda de la verdad, el bien, en la práctica de la justicia, pero siempre practicando la caridad social o política, en el ejercicio de su plena libertad. La sociedad no es un fin en sí misma, siempre ha de estar en función y al servicio del hombre, de cada hombre y de todo el hombre, en la realización del bien común de todos y cada uno. Con este escrito seguimos el CEC, parte 3ª, capítulo 2º, artículo 3º, que abarca los números 1928 al 1942 del mismo. Como siempre, su lectura es muy sencilla e inteligible para todos los que se interesen en estos temas, y que nos puede ayudar, muy mucho, a observar, analizar y comprender la realidad en la que estamos socialmente inmersos y que tanto nos preocupa a todos. No se trata, en absoluto, de dogmatizar, sino aportar unos puntos de reflexión que nos ayuden a clarificar nuestros criterios, en orden a

unas posibles actuaciones necesarias para corregir el rumbo de las estructuras sociales perversas en las que estamos viviendo.

LA JUSTICIA SOCIAL El número 1928 del CEC dice: “La sociedad asegura la justicia social cuando realiza las condiciones que permiten a las asociaciones y a cada uno conseguir lo que les es debido según su naturaleza y su vocación. La justicia social está ligada al bien común y al ejercicio de la autoridad”. Ya hemos indicado que la sociedad no es un fin en sí misma, sino un medio para ayudar a todos y a cada uno de los miembros que la componen a conseguir su propio bien, el bien de todos y cada uno de forma armónica, y su propio destino, por eso, ha de estar siempre abierta al sentido trascendente de las personas. a) El respeto a la persona humana “La justicia social, -sigue diciendo el CEC-, sólo puede ser conseguida sobre la base del respeto de la dignidad trascendente del hombre”. La persona representa, como venimos diciendo a lo largo de estos escritos, el fin último de la sociedad, que está ordenada a él” (n. 1929). Juan Pablo II decía: “La defensa y la promoción de la dignidad humana nos ha sido confiadas por el Creador, y de la que son rigurosa y responsablemente deudores los hombres y mujeres de cada coyuntura de la historia” (SRS n. 47). La Constitución Conciliar “Gaudium et spes” dedica el capítulo 1º de la parte 1ª a la dignidad de la persona humana (nn. 12-22). Comienza, ya de entrada, reconociendo que creyentes y no creyentes están de acuerdo en que todos los bienes de la tierra deben ordenarse en función del hombre, centro y cima de todos ellos (n. 12); y, por tanto, el orden social

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debe subordinarse al bien de la persona (n. 26). En palabras de Pablo VI en la “Populorum progressio”, la misma economía debe estar al servicio del hombre (n. 26) a quien debe servir (n. 34). De la dignidad intrínseca de la persona brotan los derechos y deberes humanos, que es la traducción más exacta de su dignidad como persona y el ámbito donde se verifica más expresamente el sentido de la justicia. Para que esto sea posible y llegue a reconocerse y realizarse, tiene que partir del concepto de liberación interior. La Doctrina Social de la Iglesia no cesa de repetir que es imposible un cambio de estructuras sin cambiar antes el corazón. Pablo VI, en su encíclica “Octogesima Adveniens”, nos ayuda a aclarar este concepto: “La Liberación comienza por la libertad interior, que cada quien debe recuperar de cara a sus bienes y a sus poderes. No llegarán a ella si no es por medio de un amor

que trascienda a las personas y, en consecuencia, cultive dentro de sí el hábito del servicio. De otro modo, como es evidente, aun las ideologías más revolucionarias no desembocarán más que en un simple cambio de amos; instalados a su vez en el poder, estos nuevos amos se rodean de privilegios, limitan las libertades y consienten que se instauren otras formas de injusticia. La ambición de numerosas naciones, en la competición que las opone y las arrastra, es la de llegar al predominio tecnológico, económico y militar” (45). Ele Papa emérito Benedicto XVI en “Deus est caritas” expresa abiertamente: “Una norma fundamental del Estado debe ser perseguir la justicia... El objetivo de un orden social justo es garantizar a cada uno, respetado el principio de subsidiaridad, su parte de los bienes comunes” (26), y sigue afirmando en el n. 28: “Un Estado que no se rigiera según la justicia se reduciría a una gran banda de ladrones. La justicia es el objeto y, por tanto también la medida intrínseca de toda política... La Iglesia no puede ni debe sustituir al Estado, pero tampoco puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia. Debe insertarse

en ella a través de la argumentación racional y debe despertar las fuerzas espirituales, sin las cuales la justicia que siempre exige también renuncias, no puede afirmarse ni prosperar”. La caridad, no lo olvidemos nunca, es la ley fundamental con la que se puede transformar el mundo (GS. 38).

b) La persona y los derechos humanos En la intervención de Benedicto XVI en la ONU el día 18 de abril de 2008, señalaba que la Declaración Universal de los Derechos Humanos “fue el resultado de una convergencia de tradiciones religiosas y culturales, todas ellas motivadas por el deseo común de poner a la persona humana en el corazón de las instituciones, leyes y actuaciones de la sociedad, y de considerar al hombre esencial para el mundo de la cultura, de la religión y de la ciencia”.

A los largo de estos 65 años de la Declaración de los DD.HH. de 1948, los Sumos Pontífices han expresado el aprecio de la Iglesia por esta Declaración. Pablo VI, el 4 de octubre de 1965, en su visita a la ONU decía: “Lo que vosotros proclamáis aquí son los derechos y deberes fundamentales del hombre, su dignidad y libertad y, ante todo, la libertad religiosa”. Juan Pablo II en su visita a la ONU el 2 de octubre de 1979, afirmaba a raíz de este documento: “Es una piedra miliar en el largo y difícil camino del género humano”; y en su 2ª visita el 5 de octubre de 1995, recordó: “Existen realmente unos derechos humanos universales, enraizados en la naturaleza humana de la persona, en las cuales se reflejan las exigencias objetivas e imprescindibles de una ley moral universal”. Lejos de ser afirmaciones abstractas, estos derechos nos dicen más bien algo importante sobre la vida concreta de cada hombre y de cada grupo social. Nos recuerdan también que no vivimos en un mundo irracional o sin sentido, sino que, por el contrario, hay una lógica moral que ilumina la existencia humana y hace posible el diálogo entre los hombres y los pueblos.

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Benedicto XVI, dirigiéndose a la Asamblea General de Naciones Unidas, con motivo del 60 aniversario recordaba: “Los derechos humanos son presentados cada vez más como el lenguaje común y el sustrato ético de las relaciones internacionales. Al mismo tiempo, la universalidad, la indivisibilidad y la interdependencia de los derechos humanos sirven como garantía para la salvaguardia de la dignidad humana. Sin embargo, es evidente que los derechos reconocidos y enunciados en la Declaración se aplican a cada uno en virtud del origen común de la persona, la cual sigue siendo el punto más alto del designio creador de Dios para el mundo y la historia. Estos derechos se basan en la ley natural inscrita en el corazón del hombre y presente en las diferentes culturas y civilizaciones. Arrancar los derechos humanos de este contexto significaría restringir su ámbito y ceder a una concepción rela-

cia de la Iglesia recordar dichos derechos a la gente de buena voluntad y distinguirlos de reivindicaciones abusivas y falsas, como estamos contemplando en nuestra sociedad hoy.

tivista, según la cual el sentido y la interpretación de los derechos podrían variar, negando su universalidad en nombre de los diferentes contextos culturales, políticos, sociales e incluso religiosos”.

II nos recuerda en la “Gaudium et spes”: “Hay que superar y eliminar, como contraria al plan de Dios, toda forma de discriminación en los derechos fundamentales de la persona. Ya sea social o cultural, por motivo de sexo, raza, color, condición social, lengua o religión” (20,2).

Todo hombre vive de un entramado de sueños y realidades. Todos aspiran hoy a una vida donde reine la paz y la justicia. Cuando defienden un derecho no mendigan un favor, reclaman lo que les es debido por el solo hecho de ser hombre. Por eso se llaman derechos naturales, innatos, inviolables e inalienables, valores inscritos en el ser humano. Por esta significación profunda y por su radicación en el ser humano, los derechos humanos son anteriores y superiores a todos los derechos positivos. De aquí que el poder público quede sometido, a su vez, al orden moral, en el cual se insertan los derechos del hombre. No en vano, como hemos dicho, esos derechos fundan la legitimidad moral de toda autoridad, de tal manera que olvidándolos, menospreciándolos o no reconociéndolos en su legislación positiva, una sociedad mina su propia legitimidad moral (cf. Pacem in terris, n. 65). Por eso, también es competen-

c) Igualdad y diferencias entre los hombres La igualdad entre los seres humanos nos viene de que somos todos seres creados a imagen de Dios con un alma racional y, por tanto, todos participamos de una misma naturaleza y gozamos de una misma dignidad en cuanto que hemos sido también redimidos por Jesucristo y llamados a disfrutar de la bienaventuranza divina. Como ya hemos dicho anteriormente, todos los hombres somos iguales porque tenemos la dignidad personal de la cual dimanan los derechos fundamentales, no arbitrarios y caprichosos. El Conc. Vat.

Conscientes de que, cuando venimos al mundo, no somos autosuficientes y necesitamos de los demás para nuestro necesario crecimiento y desarrollo en la vida corporal y espiritual; sin embargo, sí hay diferencias entre nosotros en lo que se refiere a la edad, a nuestra condición fisiológica, a nuestras capacidades físicas o a las actitudes intelectuales y morales, incluso a las circunstancias en las que pudimos crecer y en el disfrute de la distribución de la riqueza. No podemos cerrar los ojos ante tales evidencias. Estas diferencias pertenecen al plan de Dios que quiere que cada uno reciba del otro aquellos que necesita. Estas diferencias enriquecen a la persona humana abriéndolas a la magnanimidad, a la solidaridad, a la intercomunicación con la que todos nos enriquecemos.

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Estas situaciones y desigualdades escandaloEs están en contra de los criterios del Evangelio. No sas está recuerda el Conc. Vat. II: “La igual dignidad de las personas exige que se llegue a una situación de vida y más justa. Pues las excesivas desmás humana hu igualdades económicas y sociales entre los miemigualdad bros o los pueblos de una única familia humana resultan escandalosas y se oponen a la justicia social, equidad, a la dignidad de la persona humana y a la equ también a la pez social e internacional” (GS 29,3). tamb El P. Arrupe en su discurso sobre La promoción de y la Formación en las Asociaciones de la justicia j Antiguo Alumnos, afirmaba: “Así como el crisAn tianismo se fusionan el amor a Dios y el amor tian al hombre, Así también se fusionan y prácticamente se identifican el amor (la caridad) ca con la justicia. Más aún, la justicia alcanza su plenitud interior solamente en el amor”.

DESPEDIDA Pero tenemos que admitir que existen desigualdades escandalosas, que claman al cielo y que han aumentado con la crisis global que padecemos; pero es mucho más doloroso constatar que, a la vez que conocemos el mayor número de desempleados y de personas y familias en riesgo de exclusión social, se descubren mayores casos de corrupción de aquellos que, con los dineros del erario público han obtenido pingues beneficios personales y partidistas; y es que, cuando no se coloca la justicia, como medida, y la caridad, como fuerza impulsora, entre los principios que deben regular las relaciones entre los hombres y entre los pueblos, empezando por los gobernantes, cometemos grandes abusos y atrocidades. De esto no se libra nadie. ¡Así nos va! Es, pues, la fraternidad universal la auténtica medida de la justicia social. Sin amor al prójimo, sin considerarlo como “otro yo”, la igualdad ante la ley puede servir de coartada a discriminaciones fragantes (OA 23). Decía san Agustín: “Cumple la justicia y tendrás paz, a fin de que se besen la justicia y la paz. Si no amas la justicia, no tendrás paz, pues ambas se aman y se abrazan... son amigas. Porque todos quieren la paz, pero pocos aman la justicia” (en Ps 84,10).

Quiero aprovechar este momento para dar las Qu gracias a los que me comprometieron para escribir artículos, en los que os habréis dado estos cuatro cu cuenta que no soy un experto en la materia, solamente soy un aficionado que pretende adentrarse en el espeso bosque que supone el conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia, y que he ido expresando en el recorrido que he intentado realizar a través de la enseñanzas que nos ofrece el Catecismo de la Iglesia Católica, cuyo vigésimo aniversario celebramos en este Año de la Fe, junto con el quincuagésimo aniversario del comienzo del Concilio Vaticano II. No sé si habré sido capaz de aclarar con sencillez los términos que se han ido esbozando y si os he servido de alguna ayuda para interpretar, analizar o criticar positivamente la realidad social en la que vivimos. Pero, de todas formas, quiero agradecer la lectura y el interés para aquéllos que los hayáis leído; a mí, al menos, me han servido para reflexionar, profundizar, releer textos y madurar mi pensamiento cristiano ante los acontecimientos de injusticia social que padecemos, mantener viva la esperanza en el futuro y la fe en la utopía del Evangelio, tratando de construir la “civilización del amor”, que nos proponía el Papa Pablo VI. Ello es posible y merece la pena. Muchas gracias a todos.

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Oración a Nuestro Padre Jesús de Pasión Hermandad de la Santa Vera Cruz Dios de misericordia, que nos has mostrado tu amor por nosotros a través de tu Hijo, quien aceptó nuestra condición humana para manifestarnos tu cercanía y tu bondad, y que en su caminar entre los hombres no se cansó de hacer el bien, aun cuando el corazón del ser humano no siempre supo reconocerlo y acogerlo, y en el momento supremo no le importó tener que ofrecer su vida con tal de no perder a tus hijos, los hombres; te pedimos que nos concedas, a ejemplo de tu Hijo que acogió la cruz y la abrazó por amor, saber ofrecer cada día nuestra vida para alentar y socorrer a nuestros hermanos que sufren el peso del mal en sus vidas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Fr. Joaquín Zurera Ribó of•

Nuestro Padre Jesús de Pasión se venera en la Iglesia Parroquial de San Juan de Dios X Martos (Jaén)


¡Creo!

COFRADES

EN LA

FE

| Hermandad Santa Vera Cruz + Martos (Jaén) | Año de la Fe | 2012-2013 |

La Hermandad de la Santa Vera Cruz de Martos (Jaén) asumió, con motivo del “Año de la Fe”, el compromiso de realizar una revista digital que sirviera de vehículo de formación. Los costes que está suponiendo esta publicación han superado lo presupuestado inicialmente, por lo que solicitamos un pequeño donativo de aquellas personas que puedan ofrecerlo. Muchas gracias.


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