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Cocina con propósito

Desde platillos con insumos reciclados hasta paredes netamente sostenibles. Te presentamos «Atlier», una propuesta culinaria disruptiva ubicada en el boulevard de Máncora.

EscribE anDrEa Palus

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Disfrutando de las playas paradisiacas de Máncora, tuvimos el gusto de conocer un restaurante que no solo nos enamoró con sus platillos, sino también con el concepto que presenta. «Atelier» nació como un bar. Su variada carta fue elaborada por dos extranjeros: Tom Gimbert, arquitecto francés, y Marcelo Jaquet, director de arte y escenógrafo argentino. Ambos hicieron de este lugar un espacio interesante, pues ofrecían cócteles de ca- lidad, eventos y fiestas.

Sin embargo, Marcelo —también conocido como Maja—, dejó atrás «Atelier» para convertirlo en «Atlier»: un restaurante con propósito. El objetivo principal es trabajar con el reciclado en los insumos que utiliza para elaborar los platillos de su carta, en la arquitectura del lugar y en los utensilios de cocina. A través de cada una de estas variantes, «Atlier» busca que los consumidores se unan a dicho movimiento.

Al preguntar por el tipo de cocina que desarrollan, la respuesta fue clara: «local con influencias». El norte del Perú invita a que se utilicen sus propios ingredientes. Por ello, en el restaurante trabajan con sabores mediterráneos y nacionales. Encontramos alternativas veganas, como lo fue el hummus de zanahoria. Este viene acompañado de galletas de maíz.

Por otro lado, si deseas probar una entrada con la cual no hay pierde, te recomendamos las empanadas. Hay diversos sabores como ají de gallina y choclo con queso. No obstante, si eres de los amantes de la aceituna, a ojos cerrados te recomendamos la de pulpo al olivo. La excelente cocción del pulpo y la salsa en la que este se encuentra envuelta es espectacular.

Del mismo modo, en su lista de platos de fondo encontrarás distintos aperitivos. Los langostinos al maracuyá y mango, acompañado con papas y berenjenas asadas, es uno de ellos. La salsa agridulce hecha a base de frutas hará que disfrutes aún más de los langostinos, los cuales vienen en gran cantidad por si deseas compartir o comer solo.

Otro de los platos que no pueden faltar en tu siguiente visita y que es emblema para «Atlier» son los gnocchis de plátano maduro. Van envueltos en una deliciosa salsa roja casera, hojas de culantro, balsámico y queso parmesano. Sin duda alguna, este refleja la gran fusión que caracteriza al bistrot, pues el implemento base son los gnocchis y los plátanos maduros provenientes de la ciudad.

No podíamos dejar de degustar los cócteles, especialmente la gama de autor. Dentro de su línea, también encontramos vinos rojos, blancos y espumosos. El primer cóctel fue «El abridor de aire». Contiene pisco, menta, eucalipto, kyon, ginger ale y limón. A través de cada sorbo, podíamos sentir los aromas que se congregan como anillo al dedo con el destilado de bandera.

El segundo fue el «Circo Citric», un cóctel hecho con pisco, naranja , maracuyá y bitter. Si eres de los que prefieren las sensaciones cítricas, te lo recomendamos. Por último, está «Albahaca La Gata». Tal como dice su nombre, este lleva albahaca, gin, limón y jarabe de azúcar. Sumamente recomendado para todo aquel que, como yo, es adicto a la albahaca y su olor fulminante.

No cabe duda de que «Atlier» nos deslumbró con sus diversos platillos y cócteles. Cada uno de ellos representa la gastronomía con concepto e influencias. Si estás en Máncora, no pierdas la oportunidad de visitarlos, puesto que encontrarás música en vivo y al propio Maja entregando los pedidos. Síguelos en redes sociales como @atliermancora. //

Gaijin nace del sueño de emprender y tener un restaurante propio. «Nosotros decidimos acoger el concepto nikkei debido a nuestras raíces. También por el background laboral que tenemos, ya que anteriormente habíamos trabajado juntos en algunos de los mejores centros gastronómicos del Perú», nos cuenta Sergio Nakamura, jefe de cocina y copropietario.

El concepto se ve reflejado en la visión del «gaijin» —expresión en japonés que denomina al extranjero como un outsider— que, en nuestro caso, fueron los abuelos que vinieron desde Japón al Perú. Ellos huyeron de la crisis bélica que afectaba las tierras niponas por aquella época. Estaban enrumbados hacia una tierra que prometía diversidad como pocas en el mundo: desde los frutos del mar, hasta las bondades de la pachamama.

Los orígenes de la comida nikkei en nuestro país se dan a partir de la mixtura cultural entre el Perú —que para este momento de la historia ya expresaba esta