Adiós, miedos, adiós

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los de l odos e t r n b e r m ecor el no que r cuerpo? ál es del s u c a s ín os de tu tasma ta? o n r a f e ¿Sabe l a h er ern Claudia s y a la gigan y suprincones int venció e eza u q s ree res cab t c e o d m n ó ó ¿C ag te, al dr chocola le hicieron a qué promesas er b sa s re ie u ¿Q s de su cena? a z li a rt o h y s ura Paula las verd ces, son los miedos, a ve rlos! No olvides que puedes supera ú ¡t e u q y s, o ad infund

ISBN: 978-84-342-4291-3

ADIÓS, MIEDOS, ADIÓS

icos, s méd n esos o l a , ridad que e o. a oscu Es posible ir del pech l a o d l e a i … s s M edo? nueva te va a do mi acer cosas orazón se i n e t que s c h ágicas nicornio vez ha a caerte, a ire y que el m a s n a l u u u , a ¿Alg s fórm ás sobre un los chistes nadar te falta el á a r a r r e t nd ue arás ncon volar s de a apre s sientas q ibro e irata Pepe, les, escuch . Y, ademá l e t o s t e s n osib al p ! En tura mome cupes Conocerás enguas imp n sus aven montón! o e r p . e l e s a un í, ¡no t tus miedo itarás trab Patasarriba divertirás s a s e r c Si vence inación, re rás al hada heroína, ¡te rán a a ag ña d per u y e la Im o o acompa e o una su te a d s í a éro al P nd alado ón del fone un superh n e ag del dr convertirte


La oscuridad de la noche, por ejemplo, está habitada por seres maravillosos que te dejarán boquiabierto. Y cuando estés solo o sola puedes jugar con personajes requetedivertidos. Anímate a leer estos cuentos, te ayudarán a vencer tus miedos. !Ah! y repite en voz alta:

“Adiós, miedos, adiós”.



¡La pirata

PLUF!

1

Cuando Olivia se acercaba a la piscina, a la orilla del mar o a la laguna de los patos, empezaba a sudar, se le secaba la boca y le entraba un repentino dolor de barriga. El agua le daba miedo. No, no, miedo no,

terror.

Por más que sus papás intentaban convencerla, no conseguían que la niña se metiera en el agua. Y mira que le habían comprado un flotador con cabeza de dragón, unos manguitos con forma de cangrejo, un delfín hinchable... Cualquier cosa para animarla.

¡Pero nada!


Hasta que un día, en el cole, Olivia conoció a Pepe. En seguida descubrió que Pepe era un pirata con parche en el ojo y pata de palo, que recorría los siete mares al grito de

“¡Al abordajeee!”.

Tanto le fascinó aquel pirata y las increíbles historias que contaba que, para su cumpleaños, sus tíos le regalaron un disfraz de pirata para seguirle el juego. Y sus abuelos, además, la obsequiaron con un loro de peluche y una barca de goma que tenía hasta timón.


—¡Soy la pirata Pluf! —decía Olivia muy contenta mientras correteaba por toda la casa, ataviada con un vistoso pañuelo en la cabeza y una camiseta de rayas.

Quique, que así se llamaba el loro, se convirtió en su amigo del alma. Ni para dormir se separaban. —Oye, Olivia —le propuso el loro un día—, ¿por qué no vamos a dar un paseo en la barca de goma? No te tienes que mojar ni las puntitas de los pies, si no quieres.


olo porque s ro e p , n fi l a accedió e colocó bien La pirata Pluf s r, li a s e d s te edía. An Quique se lo p ador t lo f l e ó r r a g ya los manguitos

de dragón.

—Ahora sí, ¡vamos! Papá y mamá estaban contentísimos de ver a Olivia tan decidida. Agarraron la cuerda de la barca para que no se alejara y la empujaron al agua. —¡Soy la pirata Pluf! —miraba a babor y a estribor y, de la emoción, apenas le salía voz de la garganta. De pronto, una ráfaga de viento arrastró a Quique y lo tiró por la borda.


—¡Socorrooo! —gritó el indefenso loro. Olivia tenía miedo al agua, es cierto. Pero también es cierto que el amor que sentía por su amigo Quique era infinitamente más grande que su miedo. Así que, sin pensárselo dos veces, se lanzó al agua para salvarlo. Agarró con cuidado a su loro, lo levantó del agua y empezó a gritar de alegría:

—¡Mirad, no me hundo! ¡Soy la pirata Pluf! Tras unos cuantos chapuzones, Olivia aprendió a nadar ella sola. Y dicen que, en compañía de su loro Quique, planea navegar con el mapa de la Abuela Pirata hasta la Isla de las Tortugas, para hacerse con un maravilloso tesoro que hay allí escondido.

Fin


2 ¡Menuda

pandilla!

A Guille no le gustaba quedarse solo ni un minuto. Por eso perseguía constantemente a mamá, a papá y a su hermana Paula por toda la casa. Si mamá subía al desván, Guille subía también al desván. Si papá se metía en la cocina, Guille se metía con él en la cocina. Si Paula daba saltos por el pasillo, Guille daba saltos detrás de ella por el pasillo. “¡Pareces una sombra!”, le repetían todos. Y a Guille le encantaba, porque eso es lo que él quería, ser una sombra, para no estar solo jamás.


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ADIÓS, MIEDOS, ADIÓS

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