La Gualdra 608

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SUPLEMENTO CULTURAL

NO. 608 12 DE FEBRERO DE 2024 / AÑO 13

DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Prince Gyasi. 4 A.M (For All Mankind). 2023. Fujiflex print. 140 x 112 cm. Maãt Gallery. ZM Foto.

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La Z ONAMACO (ZM) este 2024 celebró veinte años de trayectoria con una edición especial del 7 al 11 de febrero de 2024 en la Ciudad de México. “Fundada por Zélika García, Z ONAMACO se ha posicionado durante las últimas dos décadas como la plataforma de ferias más grande de América Latina atrayendo a galerías y público del arte de diferentes partes del mundo”.

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[Más sobre Z ONAMACO 2024 en esta edición]


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LA GUALDRA NO. 608 /// 12 DE FEBRERO DE 2024 /// AÑO 13

La Gualdra No. 608

Editorial Jorge Ismael Rodríguez López de Lara, nació el 28 de septiembre de 1960; sus orígenes son zacatecanos y vive en la CDMX. Es un artista multidisciplinario reconocido por el desarrollo de procesos relacionales, la intervención de espacios públicos y su obra escultórica en obsidiana. A propósito de esto último, hoy quiero hablar de su participación en la reciente edición de Zona Maco, en la que algunas de sus piezas fueron presentadas en esta feria, considerada la más importante en América Latina, con la representación de la Galería Ana Tejeda en el Centro Citibanamex. Con respecto a la propuesta de Rodríguez López de Lara, el director de Arte Mx, Héctor Ramírez, ha afirmado que “El encuentro de Jorge Ismael con la obsidiana fue muy afortunado, ya que muy pronto entendió que este material que, según los aztecas, se formaba cuando los rayos golpeaban la tierra resultando en una especie de síntesis entre lo celestial y lo terrenal, era un elemento ideal para su propuesta artística ya que le permitía dotar a sus obras de valores simbólicos y al mismo tiempo ritualizar los procesos”. Son muchos años los que lleva dedicado a trabajar con este tipo de piedra; de hecho en 2019 fue Maliyel Beverido quien publicó aquí una entrevista con respecto al trabajo de este escultor, quien en ese entonces acababa de participar en un proyecto colaborativo con el artista japonés Ryuichi Yahagi, y ahí hablaba de la obsidiana de esta manera: “Los mágicos reflejos en las obsidianas me refieren a lo profundo a Tezcatlipoca, a personajes del bosque de Niigata, a los cielos interminables de las transparentes noches de Ootaki y Zacatecas y por supuesto a las almas de los aventureros que fueron y vinieron”.1 De acuerdo con lo que nos ha compartido, Jorge Ismael Rodríguez López de Lara: “Ha participado en más de 200 eventos de arte, impartido talleres, dictado conferencias, participado en exposiciones, ejecutado performances, desarrollado exitosas exhibiciones, grandes ambientaciones y duraderos procesos comunitarios en donde permite que los espectadores participen e inclusive sean co-creadores. Se ha presentado en México, Japón, España, Francia, Italia, Austria, Brasil, Costa Rica, Cuba, Colombia, Canadá y USA entre otras. Ha recibido reconocimientos como ‘Artista del año’ por el Proyecto Cultural

Contenido Sur-Vancouver y Primer Premio en la II Muestra Internacional de Arte Ultra-actual. Brasilia, Brasil. En los 80 pasó de la escultura al arte objeto y expandió su trabajo a la instalación, de la instalación sumó la interacción y desde los 90 establece diálogos de carácter simbiótico con el público para crear ‘obras experienciales’ que generalmente pasan por la deconstrucción y reconstrucción desde los puntos de coincidencia de sus micro ecologías culturales. De manera simultánea regresó a labrar la obsidiana a la que con frecuencia utiliza como interface para intensificar los vínculos que construye entre el público, el espacio y el objeto de arte. Afirma que como escultor busca ampliar los límites de la percepción tridimensional en sus objetos de arte, y que para esto ha establecido una relación simbiótica también con la obsidiana, en donde, al esculpirla, controla las texturas hasta crear superficies capaces de transformar los reflejos en espacios interiores, dice que los espectadores atentos se pueden encontrar en ellas y tal vez descubrir que su imagen forma parte de un micro mundo dinámico que se transforma continuamente y que lo que perciben, existe sólo para sus ojos. Usualmente dota a sus obras de valores simbólicos, ritualiza los procesos y siempre está atento a encuentros fortuitos, considera deseable que el artista se convierta en un catalizador que facilite los procesos entre el espacio, los objetos de arte y el público a quien se dirige, y que el éxito de la obra depende de la pertinencia de las preguntas que se plantea para construir la premisa detonadora de su acción. Afirma que esta premisa, a la que llama Punto de Fusión Simbiótico, debe provenir del ecosistema cultural en que se establecerá la obra”. La recepción de su obra presentada en la Zona Maco 2024 fue más que buena, por eso aprovechamos este espacio editorial para felicitar a Jorge Ismael por su participación exitosa en la ZM, por todo el trabajo que continúa realizando y por llevar el nombre de Zacatecas a donde quiera que vaya.

3 Raymundo Mier: humor y amor a la lucidez vital Por Sigifredo Esquivel Marin

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20 años de Z ONAMACO Por Jánea Estrada

6 Caulacau Tzumb Kutulu Zum [Primera parte] Por Leobardo Villegas

7 Desayuno en Tiffany’s, mon ku Perfect days, de Wim Wenders Una crónica de un antihéroe nominada al Oscar Por Carlos Belmonte Grey

8 Ruinas, que en implacable diálogo habitan nuestros sueños [Otto Dix, La guerra] Por Álvaro Luis López Limón

Que disfrute su lectura. Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

La tierra soñada de la Arcadia Por Leandro de Tirso

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Ver “Historia-Corazón: obsidiana y granito para conmemorar lazos entre Japón y México”, por Maliyel Beverido, en La Gualdra 403: https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_403

Directorio

Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Sandra Andrade Diseño Editorial

La Gualdra es una coproducción de Jánea Estrada Lazarín y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com


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12 DE FEBRERO DE 2024

Raymundo Mier: humor y amor a la lucidez vital

6 Por Sigifredo Esquivel Marin

Para Marco Jiménez, Raúl Anzaldúa y Maria Luisa Murga: compañeros en la orfandad del Maestro.

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onocí a Raymundo Mier en la década de los noventa del siglo pasado, luego coincidimos en diversos eventos académicos y nos hicimos buenos amigos. Desde la primera vez que lo escuché lo asumí como maestro y guía de pensamiento, título que no aceptó nunca y que simplemente asumía como “profesor”, como alguien que profesa un saber y una búsqueda de enseñanza; asimismo consideraba que muchos de los pensadores actuales no son sino profesores que hacen trabajo de divulgación, y que por cierto, algunos resultan realmente malos y pesados. El deseo infinito de un aprendizaje finito fue guía de su trabajo intelectual infatigable. Su magisterio fecundo como su vida se resume en la progenie de aprendices que fue sembrando por diversas partes del país. Fue un maestro y pensador socrático que, si bien publicó mucho, no fue en realidad nada o muy poco en relación a todo su saber enciclopédico y humanista en el viejo término de la expresión. En cada conferencia, charla, seminario o curso se entregaba por completo, entraba en una suerte de estado de trance mental y se dejaba invadir por un entusiasmo vital hiperlúcido que iba in crescendo conforme avanzaba en su discurrir improvisado y rigurosamente estructurado. Su honestidad intelectual sigue siendo un ejemplo en un mundo intelectual donde la gente presume saberes ajenos y/o de pacotilla. Su amplia formación filosófica dialogaba de forma tensa e intensa con su enorme competencia lingüística y antropológica. Sometía temas, autores y conceptos a un trabajo disciplinado, erudito y creativo de

autocrítica y libre juego innovador: sin concesión alguna todo era sometido al más disciplinado y tortuoso examen de resignificación vital. Nunca conocí a Gilles Deleuze pero imagino a Raymundo Mier un Deleuze mexicano que articulaba esa mezcla extraña y absolutamente singular de rigor, genio e invención –pero claro está, con el amor a la mexicana parafraseando a Talía. Por cierto Raymundo y yo hablamos mucho sobre Deleuze y sus diferencias radicales con un pensador que reconocía por su sutileza y audacia interpretativa, empero, frente al cual no dejaba de establecer contra-argumentos y oposiciones notables; en general era muy crítico del pensamiento francés moderno-contemporáneo. El criterio para evaluar cualquier argumento, pensamiento e idea era la vida sin más, una vida que se articula en las coordenadas de un presente vital problemático que nos circunda bajo un aquí y ahora volátil, ambiguo e incierto. De ahí que muchas de las grandes ideas de grandes pensadores no le hayan parecido sino grandes ocurrencias: “el poder no existe sino como relación de fuerzas”: carajo, es que no has sentido la fuerza brutal de los poderosos en este país. “La ideología no existe”: ¿qué es el espacio discursivo que nos habita y coloniza? “El fin de la modernidad y la muerte del sujeto.” Acaso no son sino palabras grandilocuentes vacías; etcétera, etcétera, etcétera… Replicaba el maestro a los tópicos del pensamiento contemporáneo: grandes patrañas. Fue siempre a contra-corriente de las ideas hegemónicas, empezando por las ideas de fama y éxito que siempre rechazó con discreción y sin aspavientos. Espontaneidad, rigor, humor y amor al saber

2 En el notable ensayo titulado “Diálogo pedagógico, reconocimiento y creación de sentido” (Alteridad. Entre Creación y formación, México, UNAM, 2012) Raymundo Mier plantea algunas de las cuestiones que una y otra vez le interesaron y rondaron su pensamiento. El diálogo y la conversación en un mundo de monólogos sin sentido y cerrazón. El reconocimiento de la alteridad más absolutamente radical y otra sin que la diferencia se traduzca en desigualdad. La creación de sentido en un contexto de avance del nihilismo, la estupidez y el sinsentido. Y ante todo, la pregunta como motor del pensamiento e imaginación crítica. Preguntar(se) como guía y método existencia y pedagógico fundamental. Habitamos la pregunta como un bumerán que retorna con su flecha de sentido parturiento. Preguntar(se) es devenir sujeto humano singular-universal. Por cierto, nunca conocí a una persona que se tomara tan en serio las preguntas más nimias e insignificantes en apariencia, podía sacarle brillo e interés al comentario más simple. Al respecto sus ideas eran

dardos inquisitivos: La pregunta como subjetivación existencial. Educarse es preguntarse desde la nada del origen hacia la nada del fin de sí y del mundo. El quehacer docente como dispositivo de apertura del preguntarse. En la apertura y puesta en marcha de la pregunta se despliega la existencia misma como devenir creador. Preguntar es retirarse del mundo para que el mundo devenga tal en la palabra que lo nombra e interpela. Educación, alteridad y pregunta se retroalimentan sin cesar: Podríamos pensar que este lugar central de la pregunta define una correspondencia íntima entre educar y educar-se. Filosofía y educación tienen como foco el acto de preguntar. No obstante, revelan facetas disyuntivas de ese acto. No es sólo la orientación hacia el otro o hacia sí mismo lo que las separa: es también la fuerza que ejerce sobre el sujeto la impronta de la desaparición. El educar supone asumir la responsabilidad ante el otro, expresada como interrogante, la pregunta se bifurca. La propia pregunta se desdobla en la pregunta por el otro, y por la pregunta del otro. Es la trama que se hunde entre constelaciones de interrogantes, es también la experiencia de la opacidad de la pregunta misma: orientada siempre hacia el futuro, desde el velo del deseo, la pregunta se sostiene siempre en vilo, en la fuerza del vacío: el que se proyecta desde el pasado y sostiene a la vez el deseo y el que se trasluce en las fantasmagorías del futuro. La pregunta revela esa fractura constitutiva del sujeto y del mundo (20-21).

El preguntar(se)nos constituye como sujetos limítrofes siempre en pos de una exterioridad inasible e infranqueable. El trabajo del maestro Mier estuvo orientado a potenciar las preguntas fundamentales decisivas para que cada quien posibilitase otro pensamiento y otra experiencia de sí y del mundo. Quizá uno pueda disentir de lo que dijo o escribió en algún momento, empero siempre tendremos que estar profundamente agradecidos por su quehacer socrático de diálogo generoso y gentil problematización sin fin. Mientras seamos capaces de leer, vivir, soñar e imaginar un multiverso abigarrado de potencias, deseos y posibilidades siempre latentes, el magisterio del maestro Raymundo Mier seguirá vigente. Su memoria habita en el recuerdo compartido de alegrías infinitas pese a ínfimas infamias padecidas. Ahí está toda la fuerza vital de su enseñanza: en el humor y amor a la vida soberana sin más.

Filosofía

Raymundo Mier Garza. Foto de comunicación social de la UAM.

fueron algunas de sus claves intelectuales que sirvieron de brújula para hacer del pensamiento, la escritura y docencia actos de creación jovial compartida. Nunca tomó una idea a la ligera aunque la ligereza de espíritu hacía que todo pareciera natural y orgánico. Su humor a flor de piel fue el sello distintivo de una pasión infatigable por el saber. Todas las veces que lo invité a dar alguna conferencia, seminario o participar en alguna publicación aceptó de la forma más generosa y desinteresada; recuerdo su sorpresa alguna vez –de las muchas– que lo invité, a principios de siglo, a un coloquio en la Universidad Autónoma de Zacatecas y tuvo que compartir habitación con otra persona, aguantó de forma estoica y lo único que dijo es que roncaba mucho y que no iba a dejar dormir. Con su muerte sorpresiva quedaron muchos proyectos truncos, tal vez así sea la vida misma: una rapsodia intermitente y fugaz. Empero nos quedan sus palabras, su memorable recuerdo, su enseñanza ejemplar, algunas obras que apenas son un pálido reflejo de todo su potencial prematuramente cortado de tajo. Quizá él diría desde ultratumba que no es sino “la violencia de la vida en toda su extrañeza inexpugnable” y luego sonreiría con aires de un viejo Buda burlón feliz, para perderse en la bruma del ocaso como un fantasma juguetón. El juego serio y la ironía fina eran su especialidad.


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20 años de Z ONAMACO

Arte

6 Por Jánea Estrada

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a Z ONAMACO (ZM) este 2024 celebró veinte años de trayectoria con una edición especial del 7 al 11 de febrero de 2024 en la Ciudad de México. “Fundada por Zélika García, Z ONAMACO se ha posicionado durante las últimas dos décadas como la plataforma de ferias más grande de América Latina atrayendo a galerías y público del arte de diferentes partes del mundo”. Para su edición 2024, el equipo curatorial estuvo conformado por Direlia Lazo, directora artística; Esteban King, curador de ZM Arte Moderno; Luiza Teixeira de Freitas, curadora de ZM Sur; Bernardo Mosqueira, curador de ZM Ejes; Cecilia León de la Barra, directora artística de ZM Diseño, y cocuradora de Emergente; Joel Escalona y Jorge Diego Etienne, curadores de Emergente; Alfonso Miranda, curador de ZM Salón del Anticuario; y Luis Graham Castillo, curador de ZM Foto. El comité de selección de la Sección General, estuvo conformado por Teófilo Cohen, Karen Huber, Lauren Kelly, Ben Loveless y Guilherme Simões de Assis. Participaron 212 expositores de 25 países; y por primera vez se presentó FORMA, un programa especial en conmemoración del veinte aniversario, donde las galerías de mayor trayectoria en la feria participaron con proyectos históricos (site-specific). Este año, ZM y Fundación Erarta entregaron el Erarta ZM Art Prize, elegido por los asistentes a la feria; fue el público el que eligió la obra “más destacada de la exposición” y se trató de la obra Palma #5, del artista danés Jacob Gils, representado por la Galería Artsy. Entre los premios más destacados se encuentran también el Premio Tequila 1800 Colección, que se ha celebrado desde hace 16 años y en la edición número 20 de ZM estos fueron los ganadores: Vivian Suter, Galería GAGA; Imagen País Galería, LABOR; y Barbara Sanchez Kane, de KURIMANZUTTO. El Premio de Residencia para artistas mujeres de Fundación Casa Wabi fue para Alejandra España; y el Premio Fountainhead Arts Residency Prize fue para Joana Choumali, representada por 193 Gallery en París, Francia y residente de Costa de Marfil. Presentamos aquí una selección de obras participantes en esta edición 20.

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Arnaldo Coen. Sin título. 2023. Mixta sobre tela, 200 x 100 cm. Galería Lourdes Sosa. ZM Arte Moderno

Fatimazohra Serri. Safe and Sound, 2022. Fujiflex print. 70 x 52 cm. Maat Gallery. ZM Foto

Taller de Cristóbal de Villalpando (1649-1714). La adoración de los Reyes Magos. Principios del siglo XVIII. Óleo sobre tela. 176 x 212 cm. Galería Daniel Liebsohn. Salón del Anticuario


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12 DE FEBRERO DE 2024

Arte

Jorge Ismael Rodríguez. Whirlwind of Lovers. 2023. Escultura de obsidiana, 80cm diámetro. Galería Ana Tejeda. ZM Ejes

Jacob Gils. Palma #5. Impresión directa en dibond. Galería Artsy. ERARTA Fundation ZONA MACO Art Prize 2024.

Luna Bengoechea. Spill. 2019. Fotografí­a sobre papel. 30 x 30 cm. Galería Artizar. ZM Foto

Carlos Luna. Colección 'Ladies First'. 2022. Handtufting - 100% New Zealand Wool, 1.50 x 1.50 metros x pieza. Galería Filamento Rugs. ZM Diseño


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LA GUALDRA NO. 608

Caulacau Tzumb Kutulu Zum [Primera parte]

Río de palabras

6 Por Leobardo Villegas

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nistran mis apariciones a lo largo de los siglos. Viví en Alejandría, en una cloaca, cuando los gnósticos postulaban sus heréticas doctrinas. Y en la antigua Persia, en tiempos maniqueos, fui confundido con un dios lisiado y ciego responsable de haber creado un aborto padre del género humano. Los hermetistas me invocaron sin saber realmente quién soy; los teósofos me adjudicaron facultades inexistentes. En conventículos secretos fui adorado por alquimistas fracasados en tiempos en que Giordano Bruno, siguiendo las teorías de los atomistas griegos, postulaba la infinitud del universo. ¿Soy un demonio? Diré solamente que estoy recordando el infierno al contemplar ahora mismo este mundo desde las alturas de las bóvedas celestes, como se contempla la carroña de un perro muerto.

l corruptor de las civilizaciones Deidad perturbada, dios omnipotente y veleidoso, trepa por encima de los mundos a la manera de un simio ágil y horrendo que profiere gruñidos que desquician a los astros. El universo es su selva; las galaxias, los árboles en que ejecuta sus acrobacias. Mono sideral, adopta una apariencia piojosa. Le agrada elevar la decrepitud a alturas cósmicas. Y planea corromper a las civilizaciones, ejercer en su devenir histórico un retorcimiento proverbial… una desfiguración inimaginada. Y disfruta planeando que los mayas funden un imperio marítimo, que los egipcios adoren a Xipe Totec y que los incas ejerzan batallas en las montañas balcánicas. Su locura es tal que hace que los persas se pierdan en las patagonias y los asirios en las olas salvajes de los mares africanos. Y todos, desde los chinos hasta los aztecas, desde los fenicios hasta los romanos, hablarán una lengua de gruñidos como lo dictamina el gran corruptor. Y luego el desenlace final: los pueblos con sus grandes hombres entregados a las horcas y a los fusilamientos. Y las pirámides, los calendarios, las piedras circulares, los sepulcros, las momias, los textos sagrados, las espadas, los navíos, los ídolos serán también entregados a las llamas. Preparémonos, entonces, para las humaredas del post-mundo. En esas auroras siniestras otra realidad se gestará: el nuevo imperio de los monos con su dios Arutan-Tootsh. II El enemigo de las estrellas “Haré tales cosas -no sé todavía cuáles- pero serán el terror de la tierra” (Nietzsche). Encenderé el sol en la mitad de la noche. Meteré las auroras en ataúdes. Arrojaré víboras en los altares de los templos. Ahorcaré a la luna y al sol. Incendiaré los astros. Abriré abismos en las selvas y los desiertos. Agitaré el mar hasta levantar olas monstruosas. Desataré tormentas y vientos salvajes. Propiciaré guerras y devastaciones. Sembraré rabias ululantes. Incitaré a los demonios y a los fantasmas para que aparezcan, siniestros, entre truenos y relámpagos. Llenaré el silencio de gritos. Convertiré los frutos de los campos en gusanos. Haré hablar a los animales para que escupan a los hombres las palabras

Xipe Totec.

de su venganza. Cierto, no ignoro que todo esto es imposible, pero lo haré, pues he adquirido la condición de una divinidad negra, de un dios de las sombras, errado y demente. Siendo esto así, haré cosas que harán temblar a todo lo que existe. III Cosas de la memoria Estoy recordando... recordando el infierno. He estado ahí, bajo la luna roja que miraba las lumbres eternas, entre los demonios. Y paseaba en las orillas de los estanques de aguas turbias en que dormían las serpientes y los lagartos. Y el cielo

decapitado contemplaba palomas de fuego. Y más allá, los sombríos tigres solazándose entre las piedras humeantes. Sí, estoy recordando el infierno: las sórdidas fosas, los fantasmas atormentados, los lamentos en el tiempo incendiado. Mi nombre es Mindurf, pero también poseo otros nombres secretos que no puedo revelar. Son mis talismanes auditivos que me confieren tener el poder de todas las magias antiguas, de todos los sortilegios secretos. Y tengo la facultad de pronunciar palabras mágicas que me permiten, si quiero, pulverizar los astros. Ahora mismo tengo una cohorte de brujos y de astrólogos judiciarios que admi-

IV Brujería y filosofía Entre los árboles, a un lado del arroyo, en la mitad de la noche, bajo la luna ahogada entre las nieblas, en un camino en cruz, aparece el enano siniestro: cojo, ojos hundidos, nariz y orejas puntiagudas. Es el diablo. Bolas de fuego brincan en los cerros. Apariciones, como lechuzas, se pierden entre las nubes. Y ahí le esperan los magos, los hechiceros, con un gato blanco y una gallina negra. Y hay, entre ellos, invocadores de muertos y de demonios. Y ocultistas. Y profieren estas palabras: “Caulacau tzumb zisq zum. Papè Satân, papè Satân aleppe. Viva anticristo en sota, y ya. Cabra negra ogbu bug cabra intir terra tsum ball”. Y abren el libro La vaca de Platón, y leen sus conjuros: “Azag-thoth Kutulu zikur ia zi azag Maskim kutulu Maskimkutulu”. Y el diablo enano reparte entre los presentes talismanes que los acreditan como brujos negros. Y en sus mantos púrpura se aprecian sellos y símbolos mágicos. Y dan inicio los encantamientos: prodigan conjuros sobre los libros escolásticos, derraman filtros en las obras de David Hume, sacrifican una lagartija sobre la Fenomenología del espíritu de Hegel abierta en el capítulo final en que se expone el saber absoluto. Y proclaman: “Filósofos, ustedes son todos unos supersticiosos. Malditos sean”. Y el enano toma la palabra, y sentencia con odio e ironía: “Yo reiré al final de todos sus sofismas, perros”.


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12 DE FEBRERO DE 2024

Desayuno en Tiffany’s, mon ku

Perfect days, de Wim Wenders Una crónica de un antihéroe nominada al Oscar 6 Por Carlos Belmonte Grey

convirtió en un respiro (irónicamente a pesar de la época de lo políticamente correcto) en el Festival de Cannes 2023, se trata de Wim Wenders y su Perfect days. La comentamos en este momen-

y sin acontecimientos espectaculares. Es un empleado contento con su trabajo que realiza al control del mínimo detalle: revisar con un espejo que los escusados estén bien limpios por debajo de la taza; su aseo diario, recoger su cama y beber su té o café; escuchar su audiocasete en su camioneta, por ejemplo. Koji Yakusho, ganador en Cannes de Mejor Actuación por el rol de ese limpiador, nos lleva a un momento de tiempo suspendido y nos hace sentir la belleza de una vida simple, sin sobresaltos, que aprecia el día tal cual le llega. El dispositivo de la cámara y de la narración de un héroe ordinario nos podría hacer pensar a Paterson de Jim Jarmusch (2016), sin embargo, éste queda envuelto en un halo de jazzista o rockero, mientras que Wenders nos mantiene en el ámbito de lo analógico, es decir, de lo simple y sin barroquismos. Puede ser, que ésta sea la buena para el cineasta alemán, y consiga llevarse su primer Oscar.

Anatomy of a fall (Anatomía de una caída), de Justine Triet 6 Por Adolfo Nuñez J.

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na mañana, luego de su paseo matutino con su perro Snoop, el pequeño Daniel (Milo Machado Graner), de 11 años, encuentra el cadáver de Samuel (Samuel Theis), su padre, en el exterior de su casa ubicada en los Alpes franceses. Además del chico, la única persona que estuvo en el lugar es Sandra (Sandra Hüller), su madre, una reconocida escritora de novelas de misterio. Aunque a primera vista todo parece ser resultado de un fatídico accidente en el que Samuel cayó desde el piso más alto de la casa, hay detalles inquietantes en la escena que sugieren que tal vez se trató de un asesinato premeditado, un crimen en el que Sandra se vuelve la principal sospechosa. A medio camino entre el drama judicial, el true crime y con esbozos de cine hitchcockiano, Anatomy of a fall (2023) es una ingeniosa y entretenida meditación que orbita alrededor de los conceptos de realidad y ficción, y el modo en el que son utilizados para moldear aquello que es concebido como “la verdad”. Dirigida con notable maestría por

Justine Triet, la ganadora de la Palma de Oro se cuenta a partir de dos perspectivas que se contraponen una con la otra. Por un lado está la versión de Sandra, quien durante el juicio que se efectúa para resolver el accidente/crimen, defiende todo el tiempo su inocencia y siempre cuenta con una respuesta para hacerle frente a las interrogantes que se le plantean. Por el otro, se encuentra la versión de la historia que se muestra como un rompecabezas incompleto, cuyas piezas faltantes están hechas, en algunos casos, de simples suposiciones y, en otros, a partir de prejuicios en torno a la acusada. Triet hace uso de dicho escrutinio para diseccionar, con profundo detalle, en el desmoronamiento del matrimonio entre Sandra y Samuel, cuyas expectativas iniciales dieron lugar a diferencias y rencores que fueron creciendo con el paso de los años. Esta disolución del núcleo familiar es vista a través de los ojos de Daniel, como un observador externo, pero también como partícipe dentro de las dinámicas de

dicha relación, cuyos recuerdos y experiencias con cada parte son elementos claves para la comprensión de la misma. En ese sentido, la cinta trabaja alrededor de las dudas, de los personajes y de los espectadores, y pone sobre la mesa ciertos dilemas éticos y morales respecto al drama interno de la pareja. La directora construye su relato a partir de la subjetividad, dejando en entrevisto cómo cada historia luce diferente dependiendo del lente con el que se vea. De tal forma, Anatomy of a fall, es un recordatorio sobre cómo todos los relatos que valen la pena siempre están contados a medias, es labor del espectador externo llenarlos con nuestras propias nociones, creencias y conclusiones. Como si se tratara de un diálogo íntimo, Triet propone que tal vez las mejores historias no siempre son las más creíbles, lógicas o verídicas, sino aquéllas que, por un lado, nos confrontan y, por el otro, nos dicen lo que necesitamos escuchar.

Cine

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stá por cumplir 80 años y sigue siendo uno de los más grandes realizadores cinematográficos del mundo. Con sus 78 años dirigió una película que por su propuesta de una vida serena y resignada se

to porque estamos a un mes de los premios Oscar 2024 y la cinta está nominada como mejor Película Internacional. Con más de 80 películas en su carrera repartidas entre documentales y ficciones y decenas de nominaciones a diversos premios, sus últimos documentales fueron también seleccionados para los Oscar: Pina (2012), La sal de la tierra (2015), y Buenavista social club (2000)-; ahora regresa, pero en la categoría de ficción. Perfect days (Días perfectos), producida en Japón, es la historia de un hombre solo, de oficio limpiador de baños públicos y con una rutina diaria y semanal perfecta. No hay prácticamente nada que altere la calma de uno de sus días, a excepción del encuentro con un nuevo compañero de trabajo que le pedirá algunos favores. Wenders narra una historia de los detalles de lo que podríamos definir como antihéroe en el sentido clásico: personaje sin evolución en la historia


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LA GUALDRA NO. 608 // 12 DE FEBRERO DE 2024

Ruinas, que en implacable diálogo habitan nuestros sueños [Otto Dix, La guerra] Por Álvaro Luis López Limón

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a obra de Otto Dix, La guerra, es una especie de altar clásico con antecedentes en las trincheras, como portador visual une varias escenas que se expresan en el eje del tiempo, entre una narración progresiva de oportunos protagonistas y un perenne deambular entre las ruinas de una batalla. La escena del retablo izquierdo nos muestra un pelotón de soldados tenaces y efímeros, que en su mayoría marchan de espaldas hacia un futuro omnipresente, lejos del espectador. Únicamente vemos el perfil de dos soldados que se miran a los ojos el uno al otro, caminan rumbo al campo de batalla, mientras que sus vidas, al igual que sus siluetas, se difuminan en medio de una espesa niebla que sugiere un gas venenoso. En el retablo derecho podemos observar a un herido que es sacado por su colega, al parecer, es el propio Otto Dix que con cara deshumanizada, fija su mirada en el espectador, en medio de una batalla atestada de cadáveres, plagada de cráteres de bombas que todavía arden, mientras tanto, en el horizonte –

representado en una escala de grises y ocres sepia– aún se escupe fuego. En el panel central protagoniza la quietud, nada se mueve, el tiempo se ha congelado, es un escenario de dolor, muerte y destrucción, impera la siniestra calma, huella de un cuerpo social que se pudre por la inclemencia de la contienda, por el abandono –a su suerte– de los soldados muertos en la lucha, pero sobre todo, para que la eternidad muestre cómo entre la carne y la conciencia, impera un silencio sepulcral muy parecido al que deja el final de una batalla. El panel nos presenta el resultado de la refriega, un soldado con la máscara de gas, la mano lúgubre de un esqueleto –que se eleva sobre un poste– apuntando hacia el futuro cielo, a un lado, restos de cadáveres destrozados, entrañas esparcidas, miembros desperdigados, todo esto al pie de un fondo ominoso. En un cráter, provocado por el impacto directo de un explosivo –que al parecer antiguamente fuera refugio– encontramos soldados caídos y heridos. El nuevo espacio –antes refugio– se convierte en una fosa común, en un lugar por el que cabalga

Otto Dix. Der Krieg (La guerra). 1929-1932. Galerie Neue Meister, Dresden

la muerte, en el que ya sólo un miliciano permanece erguido, aquí, ya no hay héroes, ni personas; aquí, ya no se exhibe una acción militar. Es un primitivo paisaje de guerra, que en arrogante soltura muestra cuerpos mutilados, despojos, árboles carbonizados, ruinas y cenizas. El panel inferior presenta, soldados muertos –apilados como en una fosa común– o tal vez sólo dormidos

en un refugio que sugiere una especie de retablo inferior, como el de un altar, que representaría –a juicio del espectador– a un Jesucristo en el sepulcro. Así encontramos lo abyecto, lo monstruoso, lo feo; acercándonos a la guerra, desempolvamos escrupulosamente la superficie, desvelamos cuerpos en ruinas, que en implacable diálogo aún habitan nuestros sueños.

La tierra soñada de la Arcadia

Literatura

6 Por Leandro de Tirso

Tiziano. Retrato de Jacopo Sannazaro, autor de La Arcadia. Galería de la Reina, Londres, Inglaterra

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arece necesario ante el panorama de la realidad ordinaria para la persona común tener la posibilidad de recurrir al imaginario en el intento de entrever una perspectiva distinta creada desde el artificio del ensueño, como reacción de la mente para desorientarnos en un camino hacia la desesperanza. Bajo esa premisa ha surgido, por ejemplo, el ideal utópico, que en su concepción pretende la figuración del bien común dentro de una sociedad conscientemente establecida en la que la proporción de prosperidad alcanza cada coordenada del espacio y, por tanto, a cada individuo. De esta noción se han manifestado creaciones artísticas y por tal tratar sobre esto no nos resulta ajeno, además, por el trasfondo político y económico que ha instaurado el significado de la expresión y la permanente exégesis que le es inherente. Puesto que el contexto actual también confiere una vigencia al discernimiento, ese argumento referenciado es reconocido y su reproducción ha continuado desde su aparición, aunque con enfoques distintos. Resulta atinado, ahora, preci-

sar que hay otro paraje cuyo germen fundacional converge en el principio de situar al ser humano en un supuesto distinto y de mejor apariencia a la acostumbrada. En este caso sobre una amenidad consecuente de intimismo llamada Arcadia, como la imaginó Jacopo Sannazaro, a partir de la propuesta preconcebida en autores como Teócrito y Virgilio, quienes contribuyeron en el desarrollo del estilo de la literatura bucólica y el personaje pastoril, que busca en la experiencia de la vida del campo la justificación de la existencia humana, apartado del estruendoso trajinar del mundo cotidiano y de las grandes ciudades aglomeradas de bullicio donde el sosiego espiritual es más bien inasequible. Esta índole del intelecto se conformó en Sannazaro a partir del pensamiento humanístico instituido en el Renacimiento italiano y emergió como producto de un movimiento que invadía a la cultura de una inquietud constante por resolver las necesidades intrínsecas al ser en aquella época y adyacentes a su realidad social. Este humanismo tuvo como rasgo fundamental concentrar la mirada, el raciocinio

y la desazón hacia el conocimiento del mundo antiguo greco-romano, de manera que aquella sociedad se vio impregnada por el deseo de descubrir y entender los elementos del mundo clásico para divulgarlos a través de sus propias obras. Para Sannazaro esa creación sugestiva de la Arcadia representó, pues, una evasión a las exigencias de la realidad, de ese presente que irrumpía su sensibilidad. El lugar se escenificó a través del pensamiento por medio de imágenes de ilusión: un mundo contrario a la vida agitada de la época, donde el individuo, al ponerse en contacto con la naturaleza, exalta lo más elemental de su virtud. La condición literaria de la obra, en su talante artístico que concede abstraer la existencia, estimula la reflexión del lector desde una perspectiva en que esa tierra arcádica, más allá de que se trate de un terreno imaginado, apunta una visión de libertad y el despliegue de las sensaciones en lo más profundo del alma. Es por eso que esa pasión amorosa por la naturaleza tan íntima y sincera, por la cual se sanciona al placer a través del espíritu, propone una esencia a la que le es consustancial el sentido humano.


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