La clausula piensalo bien ante mirian g blanco

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bajó, entrelazando los dedos de sus manos. —Gracias —Melisa susurró tímida, con la mirada baja y con las mejillas ardiendo. Tyler sonrió, mostrando el esmalta blanquecino y húmedo de los dientes, mientras retiraba su camiseta por la cabeza. Los ojos oscuros de Melisa lo observaron tan poderosamente que se sintió intimidado. Tyler tenía unos abdominales firmes como una tabla de lavar, hombros poderosos y una cara angelical que hacía derretirla como un cubito de hielo. —¿Qué... —Ella tragó saliva, antes de preguntar con un hilo de voz—. ¿Qué crees que estás haciendo? Mely volvió a observar de soslayo el desnudo torso de Tyler con su pequeña mata de vello que empezaba en sus pectorales y terminaba en la parte más baja de su cintura, o por lo menos hasta donde podía ver. Tyler, intencionadamente, llevó sus ojos acaramelados sobra la cama. —¿Tú qué crees? —inquirió con picardía. Melisa abrió la boca con estupefacción, deseando lanzarle la lámpara a la cabeza para abrírsela como si se tratara de una nuez. —Ésta es mi habitación —dijo ella, lanzándole una mirada fría y cortante esperando a que él la entendiera. —¿Tú habitación? —preguntó sin dejar de omitir esa pícara sonrisa mientras caminaba hacia el armario empotrado. Melisa quedó petrificada cuando Tyler retiró una camisa y un pantalón de la percha, y extrajo de un cajón un par de calcetines limpios para dejarlos encima de un sillón. «Mierda», blasfemó ella para sí misma. —Estás en mi habitación, cariño. Bueno, rectifico —dijo, antes de acercarse a la cama—. Esta es nuestra habitación. Melisa negó repetidas veces la cabeza, caminando marcha atrás y sin apartar la mirada de él. —Entonces me iré a la habitación de invitados —dijo ella con voz temblorosa. Tyler enarcó una ceja, sorprendido de verla tan vulnerable e insegura. Al


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