La clausula piensalo bien ante mirian g blanco

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cortos centímetros de su boca. —Voy a pasar ese detalle por alto y no le daré importancia. Trataré de creer que aún no te has aprendido las normas del contrato, Missy. Tyler analizó sus oscuros ojos, que lo traía revolucionado como un completo jovenzuelo de quince años. Humedeció el labio inferior cuando notó una sequedad en su boca. Quería probar los labios de Melisa. Deseaba saber, de una vez por todas, cómo demonios sabía aquella mujer. «A gloria y poderío», pensó él. La soltó con delicadeza para dirigirse hacia un pequeño armario que había en la esquina del enorme habitáculo. Melisa permaneció estática sin saber qué decir o qué hacer. Solo se limitó a observar cómo aquel genuino hombre retiraba del armario un vestido color rojo. Ella alzó las cejas sin comprender nada. —No te hagas la sueca, Missy. ¿Tengo que recordarte por qué estás aquí? — le preguntó, acercándose a su cara. Melisa negó con la cabeza, retirando el contacto visual—. Tengo una comida con unos clientes. Es una reunión importante. De ello depende un ingreso en una de las sucursales que tengo en España. Melisa asintió con la cabeza sin retirar la vista del suelo, hasta que la mano de Tyler le alzó el mentón. —Públicamente eres mi pareja, Missy. Pórtate bien y no hagas que me arrepienta de haberte elegido. Créeme. Podía haber escogido a cualquier tía para hacer esto. Melisa apretó los puños a ambos lados de su cuerpo. ¿Por qué le afectaba tanto escuchar aquella realidad? Había sido elegida y, como bien le había explicado Tyler, solo se tenía que limitar en fingir y actuar correctamente. ¡Nada más! Agarró con brusquedad la prenda de vestir, reconociendo la firma de la etiqueta que aún colgaba de la percha. —Por supuesto, cariñito. No dejaré en vergüenza a mi hombretón con sus


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