La clausula piensalo bien ante mirian g blanco

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Ella rodeó los ojos con absurdez pero, al mismo tiempo, asintiendo mentalmente a aquella metáfora. Melisa no pegaba, ni con la mejor cola del mercado, en el mundo de la familia Mccartney. —Pobrecita —comentó otro hombre de apariencia mucho más veterana cuando el ascensor se detuvo en la sexta planta—. No sé cuánto durará... —Qué pena. Está buena —terminó la frase el anterior sujeto cuando ambos salieron del ascensor. Las puertas se cerraron, dejando a Melisa totalmente desolada. Ella ya era consciente de dónde se estaba metiendo pero nadie tenía ni la menor idea de los planes de su jefe, el suntuoso empresario Tyler Mccartney. Retiró los mechones de su cara cuando el timbre del ascensor le confirmó su última parada: la planta alta del edificio. El lugar donde Tyler la estaría esperando. Melisa caminó sin saludar a nadie, pensando en las cortas palabras que iba a usar. No quería entrar en una conversación civilizada con él. ¡No lo haría! Tenía miedo de caer en la tentación o, peor aún, romper alguna norma del contrato. «Cláusula número dos. La acompañante se compromete a guardar respeto verbal al señor Tyler Mccartney. Bajo en ningún concepto podrá realizar vejaciones hacia él, falta de respeto, insultos o repudiar las normas que ella firma voluntariamente». Melisa alzó el puño en el aire, antes de golpear la puerta donde una enorme placa dorada llevaba el nombre grabado del Sr. Mccartney. —Pase. La voz de Tyler, al otro lado de la puerta, hizo que el vello se le erizara a una velocidad vertiginosa. Abrió la puerta, descubriendo la silla totalmente girada hacia a la pared. Tragó saliva con nervios porque aquello le impedía observar la cara de Tyler. Únicamente pudo visualizar un trozo de su cabello oscuro y una camisa blanca. —Llegas tarde —dijo, cuando ella cerró la puerta.


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