La clausula piensalo bien ante mirian g blanco

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CONTRATO Melisa suspiró sin dejar de caminar de un lado a otro, antes de adentrarse en el enorme edificio. Había pensado en volver al taxi y aceptar la idea de vivir en la calle, antes que suplicar ayuda a aquel idiota. Pero no podía comportarse como una egoísta. ¡Era su hermana pequeña la que se merecía una nueva oportunidad en la vida! —Hola, buenas tardes. ¿Le puedo ayudar en algo? —preguntó la recepcionista sin dejar de teclear en el ordenador. —Hola —respondió Melisa con inseguridad—. Esto… necesito hablar con el señor Tyler Mccartney. La mujer, sorprendida por escuchar aquel nombre, la analizó con cierta repulsión. —El señor Mccartney no la atenderá —aclaró con sequedad, dejando a un lado a Melisa como si fuera un cero a la izquierda. —Ni siquiera has intentado ponerte en contacto con él —comentó, quejándose como una niña pequeña—. Necesito hablar con el señor Mccartney. ¡Ahora! —exigió, perdiendo la paciencia. Estaba al borde de la desesperación. ¡Vale! Tal vez presentarse en las instalaciones multimillonarias Mccartney en chándal y deportivas viejas, ¡no había sido una buena opción! —El señor Mccartney no la va a atender. ¡Punto! O se tranquiliza, o llamo a seguridad —explicó la mujer—. Este no es un buen lugar para pedir dinero. Melisa se mordió la lengua para no despotricar tonterías de las que luego se arrepentiría. No pensaba gritar, no pensaba acceder a lo que aquella «bruja» quería. Ella desvió su mirada hacia al final de un largo pasillo donde varios gerentes se dirigían a los ascensores. Observó a ambos lados, conociendo el riesgo que iba a correr si alguien la encontraba allí dentro sin ningún tipo de permiso. Pasar


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