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“En primer lugar soy una pastora”

Entrevista a Sonia Skupch

La pastora Sonia Skupch tiene 45 años, es ministra ordenada de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata y durante 10 años se desempeñó como Secretaria General de la Iglesia. Nos deja en la siguiente entrevista su mirada sobre el trabajo y su comprensión sobre su rol, destacando por sobre todas las cosas, su vocación de pastora. Además, nos comenta su participación ecuménica en un espacio donde la mayoría del liderazgo son hombres, su percepción sobre la actual realidad de las iglesias y sus expectativas como nueva Secretaria Regional para América Latina y el Caribe y Norteamérica de la Federación Luterana Mundial. Además, nos deja su mirada en temas como liderazgo, mujeres, comunión, poder, entre otros.

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…hay mujeres que ejercen cargos de conducción en iglesias, es una realidad, es factible y funciona.

¿Cómo fue tu primer contacto con la oficina?

Encontré una oficina grande y con un nivel de complejidad muy grande, pero fui aprendiendo. Tuve que aprender mucho y muy rápido, pero tuve mucha gente dentro de la oficina y fuera de ella que me ayudó.

¿En qué cambiaste en estos diez años?

Pasé por muchos procesos dentro de la oficina con muchos aprendizajes y situaciones muy difíciles en las que tuve que poner el cuerpo a situaciones que no hubiera elegido. Todo eso te vuelve más fuerte y resistente.

Lidiar con conflictos…

También… y hay presiones y críticas, de las constructivas y de las maliciosas.

¿Cómo se hace para lidiar con eso?

Con el tiempo aprendí a descubrir que debo afirmar lo que yo quiero. Cada quien debe descubrir su propio camino y estilo de liderazgo. Eso no implica que una no esté abierta a aportes y a escuchar. Pero si una no descubre su propio estilo de conducción y liderazgo, se termina bamboleando de un lado al otro. Pero aprender eso, fue un proceso largo.

¿Qué cosas pudiste enfatizar en este tiempo?

Yo siempre tuve en claro mi vocación pastoral: soy una pastora y no una burócrata de iglesia. Traté siempre de darle ese carácter a mi trabajo. La oficina no es un ente administrativo donde se arreglan ciertas cosas, sino que es parte de la misión de nuestra iglesia. Además puse mucho esfuerzo para tener una gestión transparente y prolija, porque eso nos hace una contraparte confiable. En tercer lugar, yo soy encargada de ecumenismo, en espacios donde la presencia de una mujer es extraña y no están acostumbrados a mujeres en rol de liderazgo.

Qué desafío…

Sí… y poder mostrar en esos espacios de que eso sí es posible y que hay mujeres que ejercen cargos de conducción en iglesias, que es una realidad, es factible y funciona.

Y fuiste elegida presidenta de la Comisión Ecuménica de Iglesias Cristianas en Argentina…

Que es un espacio predominantemente masculino y fue todo un hecho que me hayan elegido para ese cargo, aunque de alguna manera lo tomé más como una militancia personal.

Pero tu testimonio fue valioso y protestante

Cuando empecé a participar de esos espacios me decían “la nena”, pero yo no me achiqué, dije “no me van a ganar” y con el tiempo fui ganando aceptación y respeto.

Tres cosas que hayas aprendido

Además aprendí a tener una mirada más amplia a través del trabajo ecuménico, otras confesiones y religiones, aprendí que hay otras expresiones que son parte de la diversidad religiosa y pude reconocer como parte de la riqueza. Por otro lado, aprendí a tomar decisiones, lo que no es nada fácil, porque hay que tener criterio y coraje para hacerlo.

¿Te quedaron cosas por hacer?

Una bien concreta es el primer encuentro sinodal de mujeres en el que invertí mucho esfuerzo para idear y pensar el encuentro. Por otro lado, me quedó pendiente un mayor involucramiento en el ecumenismo a nivel Latinoamericano, pero en mi nueva función voy a poder hacerlo.

¿Qué implicó para Carlos tu esposo y tus hijos que seas Secretaria General?

En primer lugar implicó largas ausencias, debido a los muchos viajes y las actividades. El que siempre ha sido el sostén y soporte de nuestra familia, fue mi esposo Carlos. Eso es algo que agradezco profundamente. Él además siempre me alentó y me acompañó en todo… es una persona muy generosa con su vida. Respecto de mis hijos muchas veces me pregunto sobre qué clase de madre soy (risas) pero ellos no me conocieron de una manera diferente, siempre trabajé a tiempo completo, por ejemplo. Además, no está mal que los hijos vean que una ama su trabajo y lo hace con pasión… yo vi eso en mis padres.

¿Cómo ves la situación del ecumenismo en el Río de la Plata?

Por un lado hay repliegue de las iglesias sobre sí mismas, que ponen la prioridad en su propia existencia. Además hay algunas heridas que se dieron de determinadas maneras, lo que llevó a ciertas desconfianzas. El cierre de ISEDET fue un cimbronazo fuertísimo y dejó muchas heridas.

Un proceso difícil...

Por otro lado, hay apuestas a proyectos nuevos como la Red Ecuménica de Educación Teológica (REET) que es una apuesta fuerte a la educación teológica en nuestro contexto. Habrá que analizar cómo esos fenómenos se cruzan.

¿Cuáles son los desafíos del ecumenismo?

Primero hay que sanar ciertas heridas, porque tenemos décadas de trabajo ecuménico y diacónico, que no desaparece así nomás. Por otro lado hay que resisitir a las fuerzas centrífugas, porque tenemos enormes desafíos por ejemplo ante la polarización de las sociedades, el empobrecimiento, la destrucción de nuestras condiciones de vida, el fundamentalismo. Hoy más que nunca es importante trabajar ecuménicamente.

¿Cómo le explicarías a un laico qué hace la Secretaria General?

Yo diría que es la persona que junto con el Presidente y la Junta Directiva, se ocupa de la dirección y la conducción de la iglesia en lo que respecta a lo jurídico legal, la coordinación de la oficina y todos los vínculos ecuménicos e internacionales.

¿Qué recomendarías a tu sucesor o sucesora?

Le recomendaría tres cosas: que tenga amor por su trabajo, que tenga paciencia y que sepa poner límites.

¿Qué es la Iglesia Evangélica del Río de la Plata?

Es mi casa, mi hogar y el lugar al cual uno siempre vuelve y donde me siento aceptada, querida, respetada y donde se me ha alentado para desarrollar mis dones y mis talentos. Es mi hogar y mi lugar.