¿Cuál o cuáles fueron las creencias que cambiaron en ti para mirar hacia otro lugar? Creo que la creencia que me sostuvo durante toda la vida fue que ser así de drástica y cuadrada era lo que me servía. A los 22 años murió mi primera hija y siento que eso me endureció. Y me paré frente a la vida con una actitud arrogante, de “yo puedo todo”, “no hay algo peor”. Estuve en esa parada durante casi 60 años. Al estudiar PNL, aprendí a saborear la simpleza, a ser empática, a meterme en la historia del otro, pero no desde la mirada de decir: “esto no es para tanto” y sintiéndome triunfadora ante los demás creyéndome fuerte y poderosa cuando en realidad lo único que hacía era ser infeliz. Que lindo escuchar un relato desde la fragilidad… Sí, antes no podía hacerlo. Antes no me habría dado el tiempo de conocer a otra persona y hoy me hace feliz comprenderla.
Así como en mi historia hay situaciones que me aboyaron, en los demás también las hay. Siento que en este curso me saqué una armadura. Paz, desde el Master en PNL ¿cómo se facilita el avance? Escuchando realmente porque uno escucha lo que quiere o lo que le conviene. A veces las personas no destacan algo y puede que eso sea lo importante. Entonces, para facilitar el avance, aprender a escuchar como master, a escuchar todo, lo que dice la persona, los silencios, el cómo lo dice y ahí parte la conversación y toma giros. Con una simple conversación el otro se da cuenta y avanza. Hace poco me pasó en el trabajo. A una mujer la iban a despedir, se sentí con amargura, sin reconocimiento, en fin. Le hice un par de sesiones de terapia, por la práctica del curso. Llegó el momento de desvincularla y me dijo: “me voy tan feliz y tranquila de generar una conversación que no podría haber generado si no hubiese tenido sesiones contigo”. Una sesión de PNL le puede girar la vida a una persona.