DISCERNIR | MARZO/ABRIL 2024

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DISCERNIR

“Yo soy el pan de vida”
Marzo/Abril 2024
Para

Marzo/Abril 2024; Vol. 11, No. 2

Discernir es publicada cada dos meses por la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial, como un servicio para los lectores de su sitio web, VidaEsperanzayVerdad.org.

Cada número es publicado en línea en VidaEsperanzayVerdad.org/Discernir. Nos puede contactar en discernir@vidaesperanzayverdad.org

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Salvo indicación contraria, las citas bíblicas son de la versión Reina-Valera, revisión de 1960.

Esta publicación no es para la venta, es un material de educación gratuito

12

31 Por cierto

Un hermoso punto de inflexión

Artículo principal

4 “Yo soy el pan de vida” Cuando a Jesús le pidieron que diera una prueba de sí mismo, con una señal como el maná que Dios le había dado al antiguo Israel, Él les declaró: “Yo soy el pan de vida”. ¿Qué significa esto para nosotros?

Artículo

8 ¿Qué nos enseña la resurrección de Cristo?

La resurrección de Cristo es un aspecto de vital importancia para el cristianismo. Desafortunadamente, muchas personas no entienden las enseñanzas bíblicas acerca de la resurrección.

12 ¿Palabras de vida?

20 27

Las palabras que empleamos para darle un rumbo a nuestra vida tienen un impacto positivo o negativo en lo que somos como personas.

14 5 formas de vivir como Jesús en el mundo moderno Los verdaderos cristianos desean vivir como Jesucristo, ¿pero cómo podemos poner en práctica su ejemplo en nuestra situación actual?

17 “¿Qué debo hacer para ser salvo?”

El carcelero de Filipos tuvo una experiencia única. Pero su pregunta es universal: ¿qué debemos hacer para ser salvos?

20 El espacio: la última frontera . . . de la guerra

La exploración del espacio fue un “gran paso para la humanidad”. Pero ahora, una nueva carrera espacial se ha convertido en el campo de batalla de una gran lucha de poder. ¿Cómo terminará?

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3 Analice esto Cuatro grandes interrogantes 24 Cristianismo en progreso Cómo “examinarlo todo” 27 Maravillas de la creación de Dios Hipopótamos muy, muy hambrientos
Andar
Columnas
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como Él anduvo Jesús y las sanaciones en el sábado: ¿qué podemos aprender?
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Contenido
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Cuatro grandes interrogantes

Hace algunos años, tuve una conversación interesante acerca de los cuatro mayores interrogantes en la vida. La madre de dos hijos mayores me dijo: “siempre les enseñé a mis hijos que había cuatro grandes preguntas en la vida que tenían que responder: ¿Existe Dios? ¿Es la Biblia su Palabra? ¿Qué dice? ¿Y qué vas a hacer al respecto?”.

No sólo son preguntas para niños. Las respuestas de los adultos a estas preguntas han moldeado de una manera importante el curso de la historia del mundo. Y sus respuestas también van a determinar el curso de su vida.

Cuatro grandes interrogantes en la vida

La sencillez de estas preguntas contrasta con el gran desafío que nos plantea el responderlas. Pero los seres humanos nunca han dejado de tener sus propias opiniones y la inmensa variedad de respuestas opuestas que las personas han ofrecido es sencillamente asombrosa. En lugar de simplificar las cosas, el debate creado cada vez se complica más.

Sin embargo, necesitamos un poco de claridad, por eso nuestro propósito con cada ejemplar es el de ayudarle a dar los pasos necesarios para aclarar el misterio y la confusión. Por ejemplo:

¿Qué podemos decir de Dios?

Aquí es donde comienza todo —¿existe Dios? Si Él no existe, entonces toda la discusión carece de sentido. Puede leer acerca de esto en nuestra guía de estudio ¿Existe Dios? Ésta es una serie de artículos de Discernir que introduce algunas de las razones fundamentales para creer que Él existe.

¡Usted puede saber!

¿Qué podemos decir de la Biblia?

¿Es la Biblia realmente la comunicación de Dios o es sólo una compilación al azar de ideas humanas? ¿Es cierta la Biblia? Es una serie de artículos que publicamos para demostrar que la Biblia es realmente la Palabra inspirada de Dios.

¡Usted puede saber!

¿Qué dice Dios realmente?

¿Alguna vez alguien ha citado mal sus palabras, o aún peor, tergiversado lo que usted dijo? Irritante, ¿verdad?

Bueno, si alguien ha sido víctima de que pongan palabras en su boca, es Dios. Lo peor de todo es que lo han hecho personas que presumen de hablar en su nombre —especialmente cierta clase de personas religiosas. Dios dijo una vez: “He aquí que yo estoy contra los profetas que endulzan sus lenguas y dicen: Él ha dicho” (Jeremías 23:31).

Las cosas no han cambiado mucho desde entonces. En el 2008, Joe Kovacs publicó su libro Shocked by the Bible [Sorprendido por la Biblia]. Kovacs explicó: “Mi meta es educar a las personas en la sólida verdad de las Escrituras y detener la propagación de información errónea. Quiero que las personas abran sus Biblias y puedan ver con sus propios ojos lo que realmente está en sus páginas y lo que no. ¡Es algo sorprendente!”.

Sí, mucho de lo que le han dicho de la Biblia es algo totalmente inventado. ¿No es tiempo de ver lo que realmente dice? Algunas cosas pueden no parecer tan relevantes, pero otras son temas doctrinales muy importantes. La Trinidad es un buen ejemplo de esto, como lo verá en el artículo “El Espíritu Santo: ¿quién o qué? ”.

Le prometemos que lo guiaremos a las Escrituras, no a nuestras propias palabras. Pero no nos crea a nosotros —¡abra su Biblia y crea lo que usted lee!

¿Qué hará usted?

Aquí es donde el asunto se vuelve algo personal. Si Dios existe, si la Biblia es su palabra y si usted comprueba lo que dice ahí —¿qué va a hacer al respecto? ¿Está usted dispuesto a conformar su vida al camino de Dios y al propósito que Él tiene para usted? “¿Qué está haciendo con lo que sabe? ” da en el meollo de la pregunta.

Estas cuatro preguntas no son sólo para niños. Estas preguntas no van a cambiar su vida —¡las respuestas son las que lo harán! ¡Nunca seremos demasiado ancianos para eso!

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Editor
Clyde Kilough
ANALICE ESTO
“Yo soy el pan de vida”

Cuando a Jesús le pidieron que diera una prueba de sí mismo, con una señal como el maná que Dios le había dado al antiguo Israel, Él les declaró: “Yo soy el pan de vida”. ¿Qué significa esto para nosotros?

Debe haber sido muy estremecedor ver tantos discípulos alejarse de Jesús, pero los doce apóstoles fueron testigos de esto (Juan 6:66). Este momento tan tenso ocurrió en Capernaúm, en el clímax de una larga conversación en la cual Jesucristo había proclamado: “Yo soy el pan de vida” (vv. 35, 48).

¿Qué hizo que ellos se desilusionaran? ¿Por qué Cristo se llamó a sí mismo el “pan de vida”? ¿Cuál es el significado de esta declaración de Jesús para sus seguidores en la actualidad?

“Yo soy el pan de vida” en contexto

Ésta fue la primera de las siete frases que empiezan diciendo “Yo soy” que están registradas en el Evangelio de Juan (si desea aprender más acerca de estas declaraciones, lo invitamos a consultar nuestro artículo: “Las siete afirmaciones “yo soy” de Jesús”).

Jesús hizo esta declaración al responder a la petición que las personas le hicieron de darles una señal que les probara que Él era quien decía ser, el hijo del hombre, el Mesías (v. 30).

Irónicamente cuando le preguntaron a Jesús por esa señal, sólo había pasado un día desde que Él había realizado un maravilloso milagro. Con sólo cinco hogazas de cebada y dos pequeños peces, Jesús había dado de comer a una multitud de 5.000 hombres, así como a todas las mujeres y niños que los acompañaban (vv. 5-14).

Pero de alguna manera, las personas que presionaban a Cristo para que les diera alguna clase de señal, parecían haber estado completamente cegados a este milagro, ¡un milagro que ellos habían presenciado!

Jesús podía ver a través de estas personas. ¡La motivación real para muchos de ellos, como Cristo lo señaló, estaba relacionada con sus vientres!

“Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis” (v. 26)

Pan del cielo

Todos aquellos que querían que Jesús les diera una señal, no estaban de acuerdo en permitir que Él determinara cuál sería su respuesta. En vez de ello, en su conversación con Él, le trajeron a colación uno de los más grandes milagros del Antiguo Testamento (v. 31).

Ese milagro era la provisión que Dios había hecho del maná o “pan del cielo”, para las doce tribus de Israel. La

nación comió maná por 40 años. Este maravilloso pan los mantuvo vivos mientras que vagaban por el desierto (Éxodo 16:35). Los líderes exigían una señal equivalente de Jesús para que pudieran creer en Él.

La respuesta de Cristo los hubiera sorprendido: “Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, más mi Padre os da el verdadero pan del cielo” (Juan 6:32).

El milagro del maná había alimentado realmente a Israel y le había demostrado la preocupación amorosa de Dios por su pueblo a pesar de sus murmuraciones y quejas (Éxodo 16:2-3). Ninguno estaba hambriento, sino que “y lo medían por gomer, y no sobró al que había recogido mucho, ni faltó al que había recogido poco; cada uno recogió conforme a lo que había de comer” (v. 18).

Y sí, a pesar de lo grande que fue este milagro en el Antiguo Testamento, sin lugar a dudas, Cristo declaró que el maná no era “el verdadero pan del cielo”.

El pan de Dios

Antes de que Cristo declarara que Él era el pan del cielo, explicó que el maná no era el verdadero pan de Dios. Una sustancia física que parecía una semilla de cilantro blanco y su sabor era “como de hojuelas con miel” (Éxodo 16:31), no podría haber sido el verdadero pan del cielo.

En vez de eso el pan de Dios es aquel “que descendió del cielo y da vida al mundo” (Juan 6:33). Este pan no era físico, de hecho, es la fuente celestial de la vida.

La vida que Jesús ofreció fue la vida eterna (v. 40) y ésta es la vida que Él le ofrece en la actualidad a aquellos que escuchan su voz. El maná, aunque sirvió para mantener a Israel vivo durante 40 años de peregrinar en el desierto no les dio a ellos vida eterna.

Por esto es que Jesús le recordó al grupo que le había pedido una señal: “Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron” (v. 49). Este contraste entre lo físico y lo espiritual es evidente a través de todo el pasaje.

También lo encontramos en el capítulo anterior. Utilizando un símbolo distinto —agua— Jesús hizo la misma diferenciación entre lo físico y lo espiritual cuando le habló a la mujer samaritana en ese pozo.

Cristo dijo refiriéndose al agua ordinaria para beber: “Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:13-14)

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Lo físico vs. lo espiritual

En cierta forma, no es sorprendente que las personas con las cuales Jesús habló estuvieran tan enfocadas en lo físico. Como seres humanos todos dependemos del alimento y del agua para sobrevivir.

Desde que Dios le dijo a Adán que debido al pecado el suelo sería maldito (Génesis 3:17-18) y que con el sudor de su rostro él comería de la tierra (v. 19), los seres humanos han luchado para alimentarse a ellos mismos y a sus familias.

Sin embargo, como se demuestra en muchas partes en las Escrituras, el pan significa más que el pan aun a nivel físico. Como uno de los pilares de la dieta, el pan llegó a representar todo el alimento que se necesitaba para sostener la vida.

Por ejemplo, cuando Jesús instruyó a sus discípulos a orar: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mateo 6:11), Él estaba hablando de todas sus necesidades dietéticas diarias. Jesús utilizó el término del pan diario como un símbolo de todas las necesidades humanas.

Además, en su Sermón del Monte, Jesús les enseñó acerca de las prioridades espirituales y Él les dijo a ellos que no se preocuparan por el alimento físico o por el vestido: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas” (Mateo 6:31-32).

Por el contrario, los verdaderos seguidores de Jesús deben: “[buscar] primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (v. 33), dependiendo de Dios para que les provea todas las necesidades físicas.

“Mi carne es verdadera comida”

En Juan 6, Jesús hizo unas afirmaciones realmente estremecedoras si las tomamos literalmente.

Y muchos de su audiencia pensaron sólo en términos físicos y literales. Eso es claro en su diálogo con Jesús. Después, Jesús les dijo a ellos: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede este darnos a comer su carne?” (Juan 6:51-52).

Al parecer no pudieron entender la intención espiritual de Jesús al hacer esta declaración.

En este punto Jesús fue aún más gráfico en su descripción. En una rápida sucesión, Él habló cuatro veces de la necesidad que tenían de comer su carne y beber su sangre (vv. 53-56).

En un nivel puramente físico esto habría sido repugnante y algo extraño, además de que eso habría quebrantado las leyes alimenticias de Dios. Pero esto no era lo que Jesús quería decir.

Desafortunadamente, muchos de aquellos que estaban escuchando a Jesús, no pudieron hacer una diferenciación entre la parte física y la parte espiritual. Y finalmente esto hizo que muchos discípulos se apartaran completamente de Él.

Hacia el final de la discusión que se dio en ese momento, Cristo reiteró la diferencia entre carne y espíritu: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (v. 63).

“Tomad, comed; esto es mi cuerpo”

La misma imagen de esta discusión reapareció al final de la cena de Pascua que Jesús compartió con sus discípulos, Él sabía que sería sacrificado por los pecados del mundo y, por tanto, Jesús les enseñó a sus seguidores más cercanos que el pan y el vino de la pascua del Nuevo Testamento tenían un profundo significado.

Así como en Juan 6 Él le había dicho a la multitud desconcertada que debían comer su carne y beber su sangre, aquí nuevamente Jesús les enseñó a sus discípulos que el pan de la Pascua representaba su cuerpo (Mateo 26:26) y que el vino representaba su “sangre del Nuevo Pacto” (v. 28).

Así como Jesús le había hablado a la multitud en Capernaúm acerca de comer su carne, Él les ordenó a sus discípulos: “Tomad, comed; esto es mi cuerpo” (Mateo 26:26).

La Pascua conecta el sacrificio de Cristo con nuestra necesidad de comer espiritualmente su carne y beber su sangre. Si desea profundizar más acerca de esto, puede descargar nuestro artículo: “La Pascua en el Nuevo Testamento”.

¿Por qué el pan de vida?

El Nuevo Testamento aclara que todos los seres humanos han pecado (Romanos 3:23). Así, todos estamos sujetos a la muerte eterna (Romanos 6:23). El único camino que conduce a la vida eterna es a través de Jesucristo (Hechos 4:10-12).

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Otros símbolos tales como el cordero pascual también transmiten este concepto. ¿Por qué entonces Jesús utilizó el pan como un símbolo en el papel de la salvación? ¿Por qué Él se llamó a sí mismo el pan de vida?

La respuesta está en el papel que el pan había jugado en las vidas de las personas a las cuales Él se dirigió. El pan fue un elemento muy importante de la dieta del primer siglo. Era una parte necesaria de la vida diaria.

De la misma forma, los cristianos deben tener una relación permanente con Dios.

Los cristianos tienen que experimentar una transformación a lo largo de su vida. Esto es claro en la carta del apóstol Pablo a la Iglesia en Corinto. Pablo instruyó a esos miembros: “que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo” y “transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento” (Romanos 12:1-2; lo invitamos a consultar nuestro artículo: “Presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo”).

La transformación espiritual es un proceso que dura toda la vida, no es una decisión de un momento.

El pan de vida de los cristianos

Cuando Cristo se llamó a sí mismo el pan de vida y les dijo a sus seguidores que comieran su carne y bebieran su sangre, les estaba ofreciendo vida eterna. Él también les estaba indicando el camino por el cual se les estaba ofreciendo la vida eterna.

Pero comer su carne y beber su sangre no sólo significa aceptar su sacrificio, sino también asumir su carácter. La metáfora “de comer su carne debe ser interpretado como una apropiación total espiritual de Cristo por fe para salvación” (Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible [Enciclopedia ilustrada de la Biblia de Zondervan]; Vol. 1, p. 651).

Nosotros no podemos caminar con Cristo, hablar con Él o ser testigos de milagros, tal como lo pudieron hacer los hombres y las mujeres en el primer siglo. ¿Cómo podemos asumir su carácter si no tenemos la misma clase de acceso a Él?

Jesús oró la noche antes de ser crucificado: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17; si desea profundizar en el tema, lo invitamos a descargar el artículo: “Santifícalos en tu verdad ”).

Desde el primer siglo la mayoría de los cristianos ha buscado en la Biblia y ha creído que ésta puede ayudarles a entender el carácter de Jesús —el carácter que todos debemos estar construyendo.

¿Cuándo va a comer usted el pan de vida?

¿Por qué muchos discípulos de Jesús “se volvieron atrás y no siguieron caminando con Él”? Sin lugar a dudas los 12 quedaron desconcertados (Juan 6:66-67). ¡Los que se fueron eran personas que habían presenciado milagros asombrosos!

Y sin embargo se fueron.

Para estas personas era inconcebible reconsiderar sus ideas preconcebidas, sus presunciones y sus prejuicios.

A medida que los desilusionados entre la multitud lo dejaban, Jesús se volvió a sus discípulos más cercanos y les preguntó si ellos también lo abandonarían (v. 67).

La respuesta de Pedro es muy importante: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (v. 68). Pedro, representando a los discípulos más cercanos, entendió que el don de la vida eterna conllevaba ciertas responsabilidades.

Los seguidores modernos de Cristo también deben aprender que:

• Los verdaderos discípulos permanecen. No importa cuán difícil se torne el camino. Lo que importa es el compromiso que nunca cambia de seguir a Jesucristo.

• Los verdaderos discípulos escuchan. Algunas veces un cristiano tal vez tenga dificultades para entender, pero él o ella siempre están dispuestos a escuchar las “palabras de vida eterna”.

• El verdadero discípulo no es perezoso, en vez de eso, trata de aprender a vivir y a crecer (2 Pedro 3:18).

¿Qué puede decir acerca de usted mismo? ¿Está usted hambriento del pan de vida? ¿Está usted dispuesto a escuchar las palabras de vida eterna? ¿Conoce usted el verdadero significado de la vida?

Si desea aprender más lo invitamos a leer un artículo de Vida, Esperanza y Verdad: “El propósito de la vida”.

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¿Qué nos enseña la resurrección de Cristo?

La resurrección de Cristo es un aspecto de vital importancia para el cristianismo. Desafortunadamente, muchas personas no entienden las enseñanzas bíblicas acerca de este tema.

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La resurrección de Jesucristo es una enseñanza fundamental del cristianismo. Demuestra que Jesús sí era el Hijo de Dios (Romanos 1:4). La palabra griega traducida como “resurrección” significa “levantar… levantar de entre los muertos” (Definiciones griegas, Thayer).

El apóstol Pablo hizo énfasis en la importancia de la resurrección de Cristo cuando escribió: “Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe… y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados” (1 Corintios 15:14, 17).

Aunque en las Escrituras no encontramos instrucciones para conmemorar la resurrección de Cristo, millones de personas que profesan ser cristianos acuden a los servicios de la Pascua Florida al amanecer para conmemorar el acontecimiento.

Basada en el hecho de que era domingo, temprano en la mañana, cuando los seguidores de Jesús descubrieron que su cuerpo ya no estaba en la tumba, la creencia común pero errónea es que Jesús resucitó el domingo por la mañana y que el domingo es, por lo tanto, el día de la semana indicado para el culto.

Desafortunadamente, hay mucha confusión y malos entendidos acerca del momento y el significado de la resurrección de Cristo.

En este artículo vamos a ahondar en tres importantes enseñanzas bíblicas asociadas con la milagrosa resurrección de Jesús:

1. Jesús no murió el viernes ni fue resucitado el domingo por la mañana.

2. Jesús realmente murió y su cuerpo físico fue transformado en espíritu.

3. Jesús fue la primicia de los que murieron.

Verdad 1: Jesús no murió el viernes ni resucitó el domingo por la mañana

La cronología tradicional de la muerte y resurrección de Jesús entre el Viernes Santo y el Domingo de Resurrección no está respaldada por las Escrituras. Este malentendido se debe tanto a la falta de atención a la clara afirmación de Jesús acerca de cuánto tiempo estaría en la tumba, como a la falta de comprensión de las fiestas santas anuales de Dios.

Antes de su crucifixión, algunos de los líderes religiosos judíos le pidieron a Jesús que les mostrara una señal —un milagro— para probar que Él era el Hijo de Dios.

Jesús da una señal

Respondiéndoles Jesús, les dijo: “La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mateo 12:39-40).

Las matemáticas básicas muestran que no hay tres días y tres noches entre el viernes por la tarde (justo antes de la puesta del sol) y el domingo por la mañana. Ni siquiera hay tres días y noches parciales durante este período de tiempo, como algunos tratan de interpretar las palabras de Jesús.

Ya que Jesús dio este período de tiempo como la señal de su identidad, necesitamos tomar sus palabras literalmente —Él estaría 72 horas completas en la tumba.

Como señala la Bullinger's Companion Bible con respecto a la afirmación de Jesús: “Cuando se indica el número de ‘noches’, así como el número de ‘días’, entonces la expresión deja de ser un modismo, y se convierte en una declaración literal de hecho” (Apéndice 144, p. 170)

Sábados semanales y sábados anuales

Nuevos malentendidos surgen con el hecho de que Jesús fue enterrado “cuando llegó la noche, porque era la preparación, es decir, la víspera del sábado” (Marcos 15:42). Las personas que no están familiarizadas con las fiestas santas anuales de Dios asumen que esto tenía que ver con el día antes del sábado.

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De lo que muchas personas no se dan cuenta es que la palabra sábado puede hacer referencia al día de reposo semanal, algo que siempre ocurre un sábado o a alguno de los días de reposo anuales que pueden caer en cualquier otro día de la semana.

Como lo explicó Juan, este “día de preparación” era antes de un sábado “de gran solemnidad” —esto es, un día de reposo anual (Juan 19:31).

Reconocer que Jesús estuvo en la tumba 72 horas completas y que resucitó el domingo por la mañana indicaría que Jesús tuvo que ser crucificado un miércoles. Esto coincide con el Día de Preparación para el sábado anual del primer día de los Panes Sin Levadura

¿Cuándo resucitó Jesús?

Los autores de los evangelios nos dicen que las mujeres fueron a la tumba de Jesús el domingo temprano en la mañana, cuando apenas estaba amaneciendo. Juan afirma que María Magdalena llegó al sepulcro “siendo aún oscuro” y vio que Jesús ya no se encontraba ahí (Juan 20:1-2).

Pero este relato no dice que Jesús había resucitado al amanecer del domingo. Y no dice que haya resucitado a ninguna otra hora del primer día de la semana. Lo que estas mujeres descubrieron fue que el domingo muy temprano en la mañana, antes de que amaneciera, Jesús ya había resucitado.

Entonces, ¿cuándo resucitó Jesús del sepulcro?

Recordemos, Mateo 12:40 registra que Jesús dijo que estaría en el sepulcro “tres días y tres noches”. Otros pasajes dicen “después de tres días”, “al tercer día” y “en tres días” (Marcos 8:31; Lucas 9:22; Juan 2:19).

Estas cuatro frases, con ligeras diferencias, se ajustan perfectamente al concepto de que Jesús fue sepultado cerca de la puesta del sol del miércoles y resucitó cerca de la puesta del sol del sábado, exactamente 72 horas después de haber sido sepultado.

Si usted desea estudiar más a profundidad el tiempo que Jesús permaneció en el sepulcro, lo invitamos a leer “¿Cómo se cuentan tres días y tres noches? ”.

Verdad 2: Jesús realmente murió y su cuerpo físico fue transformado en espíritu

A primera vista, la idea de que Jesús murió y que su cuerpo físico fue transformado en una forma glorificada e inmortal puede parecer sencilla. Por desgracia, la creencia en la enseñanza no bíblica de que los seres humanos tienen un alma inmortal ha dado lugar a teorías alternativas que se desvían del registro bíblico.

En resumen, cuando la Biblia utiliza la palabra alma, está hablando de una criatura viva que puede morir. La creación de Adán es un ejemplo de esto: “Entonces el Eterno Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente [alma, en la versión Reina Valera Antigua]” (Génesis 2:7).

Adán no fue creado con un alma inmortal. En lugar de esto, se le advirtió que si desobedecía la orden de Dios de no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, moriría (v. 17). La Biblia no dice que continuamos viviendo en un estado no físico. Cuando las personas mueren, cualquier conciencia de pensamiento cesa (Salmos 6:5; Eclesiastés 9:10) y sus cuerpos se descomponen y vuelven al polvo (Génesis 3:19).

Cómo dijo Dios: “El alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:4, 20).

Pablo, refiriéndose a esta verdad perenne, enseñó que, debido al pecado, todos los seres humanos (excepto Jesús, 2 Corintios 5:21) se han hecho acreedores a la pena de muerte (Romanos 3:23; 6:23). La muerte es el fin de la existencia. El don que Dios ofrece como contraste es “vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:23).

Varios pasajes del Antiguo Testamento muestran que las personas fieles comprendían que, para volver a vivir, tendrían que ser resucitadas de entre los muertos (Job 14:13-15; Salmos 16:10). Esto contrastaba con las creencias de los pueblos paganos, como los egipcios, que creían que los humanos tenían un alma inmortal.

La Trinidad incorpora erróneamente la enseñanza de la inmortalidad del alma

Aunque la Biblia contradice la idea de que el hombre tiene un alma inmortal, la influencia de esta creencia errada pasó a formar parte de la teoría trinitaria de la naturaleza de Dios. (Debemos tener en cuenta que este argumento teológico no lo enseña la Biblia, sino que se desarrolló en el siglo IV.)

Contrariamente a la enseñanza bíblica de que Jesús experimentó una muerte real, los defensores de la Trinidad sugieren que sólo murió su cuerpo físico, mientras que su espíritu continuó viviendo. Según esta teoría, Jesús tenía dos naturalezas: una naturaleza física que murió y una naturaleza espiritual que perduró como parte de la Trinidad eterna.

Esta enseñanza plantea cuestiones preocupantes acerca del significado de la muerte de Jesús por nuestros pecados. ¿Sirvió su muerte como un sacrificio genuino o fue simplemente un espectáculo fingido? Si Jesús perma-

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neció vivo como un ser espiritual, ¿por qué fue necesaria la resurrección de su cuerpo físico?

La Biblia aclara estas preguntas. Cuando Jesús vino a la Tierra como ser humano, vino “hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:7-8).

Cuando Jesús dijo que estaría en el sepulcro durante tres días y tres noches, Él no dijo que sólo una de sus naturalezas moriría o que estaría parcialmente muerto. Jesús estaba muerto en el sepulcro.

Adicionalmente a esto, si Jesús hubiera continuado existiendo como espíritu después de su crucifixión, la conclusión lógica sería que Él podría haber resucitado su propio cuerpo. No obstante, las Escrituras afirman sistemáticamente que Dios Padre lo resucitó de entre los muertos (Hechos 3:15; 4:10; Romanos 6:4; 1 Corintios 15:15; 1 Tesalonicenses 1:10).

¿Qué pasó con el cuerpo de Jesús?

Después de la crucifixión de Jesús, su cuerpo fue bajado de la cruz, envuelto en lino y llevado rápidamente al sepulcro antes de la puesta del sol (Mateo 27:57-60; Marcos 15:42-46).

Cuando las mujeres entraron en la tumba temprano el domingo en la mañana, “no hallaron el cuerpo del Señor Jesús” (Lucas 24:3).

Después de que María Magdalena les informara que el cuerpo de Jesús ya no estaba en el sepulcro, Pedro y Juan corrieron al sepulcro para corroborarlo por sí mismos. Cuando Pedro entró en la tumba, “vio los lienzos puestos allí, y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó” (Juan 20:6-8).

¿Qué creyó este discípulo? Que Jesús había resucitado.

En una nota a pie de página de Juan 20:7, The Companion Bible explica que la redacción original de Juan “implica que la tela había sido doblada alrededor de la cabeza como se dobla un turbante, y que yacía todavía en forma de turbante. La ropa de lino también yacía exactamente como estaba cuando se envolvió alrededor del cuerpo. El Señor había salido de ellas, sin necesidad, como Lázaro (11:44), de ser desatado. Fue esta visión la que convenció a Juan (v. 8)”.

La Biblia dice que cuando Jesús resucitó, se convirtió en un “espíritu vivificante” (1 Corintios 15:45). Jesús ya no tenía un cuerpo físico, sino un cuerpo espiritual.

Después de su resurrección, Jesús se apareció en dos ocasiones a sus discípulos que estaban juntos reunidos

(Juan 20:19, 26). Aunque ahora era espíritu, también podía aparecer como un ser humano con las heridas que sufrió durante la crucifixión, servirse algo de comer y luego desaparecer (Lucas 24:30-31; Juan 20:27; 21:1-14).

Pablo, haciendo énfasis en esta transformación, escribió: “Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán?... Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual” (1 Corintios 15:35, 44).

Podemos estar seguros de que Jesús era mortal y que realmente murió por nuestros pecados. Después de estar en la tumba durante tres días y tres noches, Dios Padre resucitó a Jesucristo a la vida eterna. En ese momento, su cuerpo físico fue transformado en un cuerpo glorioso y espiritual.

Verdad 3: Jesús fue la primicia de los muertos

Muchos saben que Jesús fue resucitado de entre los muertos. Pero, ¿cuántos saben que Él fue el primero de muchos otros que también van a ser resucitados?

Nuestra única esperanza es también ser resucitados.

Pablo anunció esta maravillosa verdad: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida” (1 Corintios 15:20-23).

La enseñanza que encontramos en la Biblia acerca de las resurrecciones es una parte integral del plan de salvación que Dios tiene para toda la humanidad. Es la forma en que Dios les ofrece a todos los seres humanos la oportunidad de formar parte de su familia eterna.

Este plan incluye tres resurrecciones distintas, cada una basada en la respuesta de la persona a los mandamientos de Dios. Si usted desea estudiar más acerca del tema de las resurrecciones, lo invitamos a leer, “Resurrecciones: ¿qué son? ”.

La milagrosa resurrección de Jesucristo de entre los muertos después de tres días y tres noches nos da la esperanza de que nosotros también podemos esperar ser resucitados del sepulcro con cuerpos espirituales.

Comprendamos y valoremos las profundas implicaciones de la resurrección de Cristo, para que podamos tener una fe más fuerte en Dios y en las resurrecciones venideras.

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¿PALABRAS DE VIDA?

Las palabras que empleamos en nuestro diario vivir tienen un impacto positivo o negativo en lo que somos como personas. Analicemos algunas frases motivacionales muy comunes en estos días y comparémoslas con las palabras de Dios.

Tiene usted palabras que le sirven de referencia?

¿Quizás algunas frases a las que recurre dependiendo de la situación en la que se encuentre?

Ya sea en forma de lema, eslogan o frases motivacionales, las palabras pueden tener un impacto en nosotros. Algunas personas utilizan un eslogan motivador como forma de afrontar situaciones difíciles o como guía para el día a día .

¿De dónde provienen esas palabras que decimos?

Algunas de las frases y palabras más comunes que las personas utilizan parecen tener algún tipo de origen espiritual, pero con mucha frecuencia no tienen nada que ver con la Biblia. Eso no debería ser una sorpresa —vivimos en un mundo determinado a buscar su propio camino y seguir sus propios lineamientos— un mundo que piensa que tiene la razón.

No obstante, para los cristianos, la Palabra de Dios es la base en la que se apoyan. En Juan 6:63, Jesús nos dice: “las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”.

Nuestra naturaleza humana es diametralmente opuesta a la naturaleza de Dios. Cuando comparamos los lemas modernos, expresiones de automotivación y

consignas personales con las palabras de Dios, notamos que son prácticamente incompatibles .

Eslogan motivacional vs. palabras de vida

Veamos algunos de los eslóganes más populares y frases que algunas personas ven como palabras sabias para regir su vida —y luego comparémoslas con las palabras de Dios

1. “ Sé fiel a ti mismo” .

La idea de ser fieles a nosotros mismos puede sonar inofensiva, pero en el fondo se trata de poner nuestro sentido del yo por encima de todo lo demás. Ésta es una actitud de hacer lo que consideramos está bien para nosotros, en lugar de hacer lo que es moral, ética y espiritualmente correcto de acuerdo con la Palabra de Dios.

Ser fiel a uno mism o puede llevarlo a todo tipo de problemas: comportamientos impuros, desobediencia a los padres, infidelidad en el matrimonio, deshonestidad y un sin número de otras acciones indebidas.

En cambio, Jesús dijo: “si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo” (Mateo 16:24, énfasis añadido).

Seguir verdaderamente la Palabra de Dios requiere un cambio de nuestras prioridades —dejar de poner primero nuestro yo. Un hijo de Dios debe esforzarse por seguir el ejemplo de Jesús y rechazar cualquier cosa que no provenga de Dios, así como Jesús rechazó cada prueba que Satanás le presentó (Mateo 4:1-11)

2. “ Simplemente cree en ti mismo” .

No hay nada malo en tener confianza en uno mismo o en reconocer humildemente nuestras fortalezas. El peligro radica en el orgullo que surge al olvidar que nuestras capacidades proceden de Dios o, peor aún, al

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¿

ignorar deliberadamente su influencia en nuestras vidas. Cuando dejamos a Dios de lado, dependemos sólo de nosotros mismos.

Si nosotros dependemos verdaderamente del Padre y del Hijo, encontraremos fuerza y confianza en cualquier situación. Las preocupaciones físicas de la vida pueden ser superadas por la fuerza espiritual que encontramos cuando ponemos nuestra confianza en Dios y depositamos sobre Él nuestros problemas (Salmos 55:22).

3. “ Tú puedes tenerlo todo” .

El deseo de “obtener” es una de las actitudes más peligrosas que podemos tener. Cuando ponemos nuestro corazón en lo físico, rápidamente perdemos de vista lo espiritual. Y como resultado, empezamos a evadir y romper las reglas de Dios, incluyendo los Diez Mandamientos.

En Mateo 16:26, Jesús pregunta: “¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?”.

¡Esto es una advertencia!

No podemos “tenerlo todo” en este mundo físico, y tratar de tenerlo todo significa descuidar las cosas de Dios (Mateo 6:24). Como hijos de Dios se nos ordena “buscad primeramente el reino de Dios y su justicia” (v. 33). Las leyes de Dios deben anteponerse siempre a las atracciones físicas del mundo.

4. “ Vive tu propia verdad ” .

Vivimos en un mundo en donde la verdad es subjetiva. Con frecuencia vemos que esta mentalidad se manifiesta como un sesgo de confirmación —en el que una persona sólo cree en la información que apoya su propio punto de vista o el resultado deseado, ignorando cualquier evidencia contraria. Esta mentalidad es muy común en temas con una fuerte carga emocional, como la identidad de género, el derecho al aborto y la política. Tristemente, la verdad se distorsiona con frecuencia o simplemente se descarta basándose en la agenda personal.

Sin embargo, Jesús definió claramente la verdad como la Palabra de Dios (Juan 17:17). Jesús es “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6, énfasis añadido).

Vivir de acuerdo con la verdad no es cuestión de experiencia u opinión personal, sino de seguir el ejemplo de Jesús y vivir de acuerdo con cada palabra de Dios (Mateo 4:4)

5. “ Sigue tu corazón” .

Dios nos dice, “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso” (Jeremías 17:9). Seguir nuestro corazón —hacer lo que nos parece correcto— nos puede alejar del camino de vida de Dios.

Jesús explicó: “y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 10:38-39).

Si seguimos nuestros propios deseos en lugar del ejemplo de Jesús, podemos perder nuestra conexión espiritual con Dios, ya sea rechazando o desagradando a Dios. Pero si resistimos las tentaciones de esta vida física, podemos acceder a la vida eterna en la familia de Dios.

Cuando comparamos los lemas modernos y las frases de automotivación con las palabras de Jesucristo, queda claro que los pensamientos del hombre pueden estar muy alejados de los pensamientos de Dios.

Como cristianos, debemos vivir nuestras vidas de acuerdo con las palabras escritas en la Biblia. Aunque no todos los eslóganes o las frases con las que nos topamos están erradas, siempre vamos a pisar tierra firme cuando nuestras vidas estén guiadas por las palabras que se encuentran en las Sagradas Escrituras de Dios.

Si sopesamos cada decisión, deseo, acción y pensamiento con las palabras de Jesucristo y de Dios el Padre, encontraremos que sus palabras son realmente palabras por las que podemos vivir, hoy y por toda la eternidad.

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5 formas de vivir como Jesús en el mundo moderno

Los verdaderos cristianos desean vivir como Jesucristo pero, ¿cómo podemos poner en práctica su ejemplo en nuestra situación actual? Tengamos en cuenta las siguientes cinco opciones:

Vivir como Jesucristo.

Suena como objetivo simple y directo, pero, ¿cómo podemos lograrlo en el siglo XXI?

Después de todo, sólo contamos con pequeños fragmentos acerca de la vida física de Jesús —en el pozo, en el templo, unas pocas cenas y algunos momentos en embarcaciones. Luego está la Pascua en el aposento, su tiempo en el jardín de Getsemaní y su crucifixión.

Los Evangelios no nos dicen mucho acerca de su vida laboral, sus modales en la mesa, las relaciones familiares, amigos, pasatiempos y la vida diaria.

La realidad cotidiana de Jesús se vio marcada por el Imperio Romano. No obstante, las personas en nuestros tiempos modernos, no interactúan con las legiones romanas, centuriones o gobernadores. Nuestro mundo es muy diferente

La modernidad está ausente

Algunos críticos argumentan que la Biblia no habla acerca del mundo moderno. Evidentemente, no encon -

tramos información acerca de vuelos espaciales, automóviles, internet, Tik Tok o café.

Aún así, se espera que los cristianos imiten el ejemplo de Jesús en su vida moderna. Pedro dijo, resaltando el ejemplo de Cristo, que deberíamos “seguir sus pasos” (1 Pedro 2:21).

Muchas cosas han cambiado desde que Jesús estuvo aquí en la Tierra. Sandalias, burros y caminar por todos lados parece algo extraño para muchas personas en la actualidad.

¿Cómo podemos vivir como Jesús vivió en este mundo tecnológico, inmerso en una carrera vertiginosa, conectado a nivel global?

Seguir su carácter

Si bien la Biblia no nos da muchos detalles acerca de la rutina diaria de Jesús mientras estaba en la Tierra, sí nos dice que no cometió pecado ni hubo engaño en su vida (1 Juan 3:5; 2 Corintios 5:21; 1 Pedro 2:22). Su carácter siempre fue perfectamente alineado con la ley y la voluntad de Dios.

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Pablo escribió: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Filipenses 2:5).

De esta manera podemos vivir como Jesús vivió. Imitamos su carácter, creencias y comportamiento justo, en lugar de su forma de vestir o pasatiempos favoritos.

Su carácter es permanente e inquebrantable. “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8). El carácter de Jesucristo se puede entender y seguir en todas las eras de la historia porque está basado en principios eternos.

Veamos con mayor detenimiento cinco maneras de vivir como Jesús en el mundo moderno.

1. Ser compasivos

Hoy en día, es habitual comparar a las personas entre sí —dividir y juzgar. Antiguas divisiones —arraigadas en la raza, el credo, el sexo, el color o el origen étnico— siguen generando violencia. Los focos de tensión modernos —diferencias educativas, políticas, económicas o ideológicas— polarizan las comunidades.

Muchas personas que afirman seguir a Jesús han adoptado argumentos políticos y rencores. Con frecuencia, comprometen la fe que profesan mediante la ira, la hostilidad y el desprecio hacia los demás.

Por el contrario, Jesús practicó la compasión. Analicemos su actitud: “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor” (Mateo 9:36, énfasis añadido).

Jesús fue testigo de los problemas creados por siglos de mal gobierno del hombre y el rechazo de la vida según Dios. Su respuesta fue tener compasión.

La compasión no significa aceptar el pecado. Jesús era intolerante con el pecado. Exhortó a los pecadores para que se arrepintieran, cambiaran de rumbo y no pecaran más (Juan 8:11). Pero también era compasivo y ofrecía a los pecadores la esperanza de que podían cambiar, en lugar de condenarlos de inmediato.

Lo invitamos a leer nuestro artículo en línea “El propósito del hombre”.

La compasión requiere humildad y la voluntad de amar a nuestro prójimo. Debemos tener misericordia y bondad en lugar de enfadarnos o condenar.

El mundo necesita compasión de una manera apremiante. Debemos vivir como Jesús —ser compasivos

2. Buscar el Reino de Dios

Jesús practicó lo que enseñó: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia” (Mateo 6:33).

El mensaje de Jesús se centraba en la venida del Reino de Dios. “Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:14-15).

Las parábolas de Jesús giraban, reiteradamente, en torno a este mensaje del Reino.

El Reino de Dios se refiere a un tiempo futuro que comenzará cuando Jesús regrese e inicie un período de mil años en el que gobernará en la Tierra. El Milenio (como se le llama) será seguido por un Reino eterno y espiritual.

Para vivir como Jesús, debemos buscar ese Reino. Esto significa alinear nuestras prioridades con las leyes, los principios y el carácter de ese reino.

Como cristianos, debemos hacer el bien siempre que podamos, pero nuestra atención debe centrarse en el Reino venidero (Hebreos 11:13-16). Al igual que Jesús, estamos menos preocupados por los esfuerzos desesperados para arreglar este mundo y más enfocados en prepararnos para el mundo venidero.

Vivamos como Jesús —¡busquemos primero el Reino!

3. Tomemos nuestra cruz cada día

Una escena familiar de la vida de Jesús fue cuando cargó con su cruz (Juan 19:17). Los historiadores no se ponen de acuerdo acerca del aspecto de este madero —pudo ser una viga o un elemento en forma de T. Pero el mensaje era claro.

En la Judea del siglo I, alguien que llevara una cruz lo haría hasta la muerte. La horrible flagelación que recibió Jesús le había dejado tan débil que no era capaz de completar esta tarea, y un transeúnte llamado Simón se vio obligado a llevarla por Él (Mateo 27:32). Pero, aún así, no había vuelta atrás, ni indulto, ni un final diferente.

Jesús utilizó este concepto para enseñar: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Lucas 9:23). Jesús les no estaba diciendo a sus seguidores que cargaran físicamente con una cruz , ni que la llevaran.

Al contrario, los que viven como Jesús estarán decididos a seguirle de por vida. La exhortación de “toma tu cruz” implica un compromiso total. El compromiso

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es necesario. “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” (Lucas 9:62).

Crecer, vencer y esforzarse para ser como Él, es una decisión diaria. Al igual que Jesús, en ocasiones nos veremos enfrentados a la oposición y la persecución. Nos enfrentamos a nuestras propias debilidades, que debemos “hacer morir” (Colosenses 3:5). Vivir como Jesús acarreará persecución, la cual debe soportarse con paciencia. Vivir como Jesús no suele provocar elogios ni aceptación.

¿Queremos vivir como Jesús? Tomemos nuestra cruz cada día .

4. Debemos guardar el sábado

El mundo moderno es agitado, caótico y abrumador. Jesús enseñó y practicó una solución.

Dios creó y bendijo el sábado semanal, haciendo del séptimo día de la semana (sábado) un tiempo sagrado de descanso (Génesis 2:1-3). Este regalo semanal se incluyó en los Diez Mandamientos (Éxodo 20:8-11).

El sábado ofrece a la familia humana un momento para dedicar a conectarse con Dios, adorarle, descansar física y emocionalmente y restablecer las prioridades espirituales (Isaías 58:13-14).

La observancia del sábado puede parecer algo extraño al mundo moderno. Algunas personas piensan que reservar un día entero a la semana es demasiado. Hay otras cosas que hacer: el trabajo, los deportes de los niños, el entretenimiento, la jardinería o ese segundo o tercer empleo. No hay tiempo para un día de descanso.

Sin embargo, incluso el Creador del universo descansó. “Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Génesis 2:2-3, énfasis añadido).

Jesús es el “Señor del sábado” (Lucas 6:5) —¡no era, sino es! Él descansó el sábado. De hecho, Jesús dijo: “El sábado fue hecho por causa del hombre” (Marcos 2:27). ¡Es un don!

Y “queda un reposo para el pueblo de Dios” (Hebreos 4:9).

Sería un error rechazar este hermoso regalo. Si usted desea más información acerca del sábado, lo invitamos a descargar: El sábado: un regalo de Dios que hemos descuidado

¿Queremos vivir como Jesús? Guardemos el sábado

5. Ser uno con el Padre

Jesús vivió en perfecta armonía con la voluntad y el plan del Padre.

Esto fue conmovedoramente evidente la noche antes de su muerte. Angustiado, oró: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42).

Esa misma noche, Jesús había hecho una serie de peticiones para los que quisieran vivir como Él. “Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos” (Juan 17:20). La oración de Jesús incluía a los que viven en el siglo XXI.

Jesús oró: “para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros” (v. 21). Vivir como Jesús significa elegir una armonía con Dios Padre.

Ésta es una gran petición en los tiempos modernos. Hoy en día, hay un creciente énfasis en la libertad individual, los derechos e incluso la “verdad personal”. Vivir como Jesús es renunciar a esas cosas. Implica reconocer y someterse al llamado y al propósito superior del Padre.

Ser uno con el Padre incluye aceptar y respaldar la verdad de las Escrituras (v. 17), incluso cuando entra en conflicto con las costumbres e ideologías de la sociedad a nuestro alrededor. Sometemos nuestros deseos a su plan.

Jesús era uno con el Padre. Vivamos como Él .

Jesús puede vivir en nosotros

¿Y usted, quiere vivir como Jesús?

Sin duda, el mundo ha cambiado desde el primer siglo. Pero, afortunadamente, Jesús está vivo y en su trono en el cielo. Él promete vivir en usted y en mí si estamos dispuestos a comprometernos con Él.

Pablo afirmó: “Con Cristo estoy juntamente crucificado” —mediante el arrepentimiento, el bautismo y la imposición de manos así que “ya no vivo yo, más vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20, énfasis añadido).

Si quiere vivir como Jesús, debe permitir que Él viva en usted. Vivirá con el mismo carácter eterno e inquebrantable que encontramos en el relato de su vida en la Biblia.

El resultado final de vivir como Jesús es la vida eterna en el Reino de Dios. Para vivir más como Jesús, lo invitamos a descargar ¡Cambie su vida!

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“¿Qué debo hacer para ser salvo?”

Desde la perspectiva del carcelero filipense, el panorama no era muy alentador. Los magistrados de la ciudad le habían ordenado mantener a Pablo y a Silas confinados. ¡Pero de repente hubo un terremoto y todas las puertas de la cárcel se abrieron y las cadenas se soltaron!

El carcelero de Filipos tuvo una experiencia única. Pero su pregunta es universal: ¿qué debemos hacer para ser salvos? ¿Qué dice la Biblia acerca de la salvación?

El carcelero asumió que todos los prisioneros habían escapado. Él sabía que bajo la ley romana la responsabilidad recaería sobre él, por esto decidió quitarse la vida.

“Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí” (Hechos 16:28).

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Cuando una persona es salvada de la muerte, esto puede llevarla a pensar seriamente. Tal vez su vida, con todos sus pecados, pasó frente a sus ojos. Tal vez estaba reflexionando en las oraciones e himnos de Pablo y Silas, que había escuchado por casualidad.

Toda esta situación le llevó a plantearse una gran pregunta —una pregunta que concierne a todos los seres humanos. “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?” (v. 30).

¿Salvo de qué?

Pablo, en su carta a los romanos, hizo una afirmación contundente: “Porque la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Para la Iglesia primitiva, la “muerte” no significaba un tormento interminable en un fuego abrasador, sino el cese total de la vida. La muerte a la que hace referencia este versículo va más allá de la experiencia temporal de “sueño” que experimentan las personas que llegan al final de sus vidas físicas; ésta es permanente e irreversible.

Un poco antes, Pablo dijo: “por cuanto todos pecaron , y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23, énfasis añadido). El panorama que Pablo presenta de la humanidad es bastante desalentador. Todo el mundo se ha acarreado la pena de muerte por sus pecados.

Un número considerable de metáforas se podrían emplear para describir el estado de la humanidad —en deuda espiritual, en el corredor de la muerte espiritual o incluso plagada de un virus espiritual mortal.

Ésta es la situación de la cual necesitamos ser salvos. Sin una intervención, la muerte eterna es inevitable.

Afortunadamente, hay esperanza.

Cómo fue posible la salvación

El pasado no se puede cambiar. El registro de los pecados de cada persona no se puede borrar. Miles o incluso millones de buenas obras pueden adjuntarse a la hoja de vida espiritual a lo largo del tiempo, pero la pena permanece. La pena del pecado (muerte) debe cumplirse a cabalidad.

Jesucristo era el hijo de Dios. Si Él no hubiera sido el cordero sacrificado de Dios, todos los seres humanos tendrían que haber pagado la pena por sus pecados con sus propias vidas.

Nuestro amoroso Salvador estuvo dispuesto a intervenir a favor de la humanidad. Su preciada vida pudo pagar la pena de los pecados de cada ser humano de una vez y para siempre (Hebreos 9:26).

Ofrecer la salvación a toda la humanidad no fue una tarea sencilla. Primero fue necesario que Jesús renunciara a su gloria. Luego tuvo que convertirse en un simple mortal, resistir todas las pruebas de Satanás el diablo, vivir una vida sin pecado, practicar siempre el amor y entregar voluntariamente su vida como sacrificio por el pecado.

Hebreos 2:9 resume como Él hizo posible la redención: “Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos”.

Jesús —la persona más inocente que jamás haya existido— murió para que otros tuvieran la oportunidad de vivir.

Fue esta profunda verdad la que llevó al apóstol Pedro a afirmar con denuedo acerca de Jesús: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).

Creer, lo que incluye reconocer que la redención proviene de la obra completa de Jesucristo y no de nuestro esfuerzo humano, es el primer paso en el proceso de salvación. Es por esta razón que Hechos registra la respuesta inicial a la pregunta del carcelero filipense:

“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31).

Partiendo de esta base, Pablo y Silas enseñaron mucho más acerca de “la palabra del Señor” (v. 32) y el proceso de salvación

La condición para el arrepentimiento

Si la salvación dependiera exclusivamente de que la persona entendiera los hechos que acabamos de exponer, entonces no habría mucho más que decir realmente. No obstante, la realidad es otra, la Biblia muestra que el sacrificio expiatorio de Cristo no se puede aplicar a no ser que nos arrepintamos.

Una de las parábolas de Jesús ilustra de manera contundente el tipo de arrepentimiento que se necesita.

Jesús dijo: “Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde” (Lucas 15:11-12). Su padre accedió, y el joven se marchó y dilapidó toda su herencia. Entonces sobrevino una hambruna y acabó trabajando dando de comer a los cerdos. Estaba tan hambriento que deseaba poder comer lo que les daba, pero “nadie le daba” (v. 16).

Entonces llegó un momento crucial para el joven: “Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!

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Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros” (vv. 17-19).

Cuando regresó a su hogar pidiendo perdón, su compasivo padre lo recibió efusivamente y el hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo” (vv. 20-21).

El padre le dijo a sus siervos: “Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado” (vv. 22-24).

Jesús quería que sus seguidores entendieran lo que se requiere para acceder al perdón y estar seguros de que Dios honra un corazón arrepentido. Analicemos lo que dijo el hijo —tanto en lo que se imaginó que iba a decir como las palabras que empleó para hablarle a su padre.

Reconoció sus pecados y se hizo responsable de sus actos. En ningún momento trató de justificarse o suavizar sus acciones, simplemente hizo una confesión honesta.

Lo único que el joven sintió que podía hacer era reconocer que se había equivocado y postrarse ante su padre, esperando algo de misericordia que no merecía.

Éste es el tipo de arrepentimiento que Dios quiere que experimentemos. Éste es el tipo de arrepentimiento necesario para la salvación (Salmos 51:17).

El arrepentimiento que menciona la Biblia implica volverse a Dios y obedecerle (Deuteronomio 4:30; lo invitamos a leer nuestro artículo en línea: “¿Qué es el arrepentimiento?”).

La condición para el bautismo

Cuando Pedro dio su primer sermón acerca del sacrificio de Jesucristo, exhortó a su audiencia a que actuara de inmediato, describiendo lo que conlleva el arrepentimiento: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).

Sería un error considerar el bautismo como un rito trivial y suponer que Dios no le da la trascendencia que realmente le da.

El bautismo es una ceremonia solemne que representa el compromiso formal de un pecador que está arrepentido y está decidido a abandonar sus viejos hábitos y a seguir el camino de Dios.

Aunque muchos judíos probablemente comprendían la limpieza simbólica asociada a las aguas del

bautismo, más adelante, el apóstol Pablo dio más detalles acerca de su significado.

“¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?”, escribió. Pablo compara el bautismo con ser crucificado y hacer morir el viejo yo con Cristo.

“Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo” (Romanos 6:3-4, énfasis añadido).

El bautismo representa la sepultura del viejo hombre. La naturaleza de pecado que caracteriza la vida de una persona antes del arrepentimiento es sepultada en una tumba de agua por medio del bautismo.

Pablo continúa, “a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva ” (v. 4, énfasis añadido). Después del bautismo, la persona debe comenzar a vivir una nueva vida —seguir un nuevo camino, una nueva dirección, una nueva forma de pensar. Así como la persona reconoce la muerte simbólica del viejo yo al ser sumergido en el agua, asimismo la persona confirma su compromiso de vivir de una forma diferente cuando sale del agua.

Después del arrepentimiento y del bautismo, Dios le concede el Espíritu Santo por medio de una oración y la imposición de manos (Hechos 19:6; lo invitamos a ver nuestro artículo en línea, “ La imposición de manos ”).

El bautismo y la imposición de manos son aspectos clave para que una persona sea salva de sus pecados .

Aceptar la oferta de salvación de Dios

¿Qué mejores noticias podría haber que el mensaje de que podemos ser rescatados de nuestros pecados y de la sentencia de la muerte eterna? Esto ha sido parte del mensaje del evangelio proclamado por la Iglesia desde su fundación. La salvación está disponible; la muerte no tiene por qué tener la última palabra.

La única forma en que una persona puede superar la realidad espiritual tan peligrosa que lo rodea, es ajustándose a las condiciones de Dios. Él requiere una convicción inquebrantable en el sacrificio de Jesucristo, el arrepentimiento, el bautismo, la imposición de manos y toda una vida de trabajo fiel para desarrollar el carácter de Dios.

Si se persiguen estos objetivos, se puede llegar a recibir “la dádiva de Dios”, que es “vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:23).

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El espacio: la última frontera . . . de la guerra

La exploración del espacio fue un gran paso para la humanidad. Pero ahora, una nueva carrera espacial se ha convertido en el campo de batalla de una gran lucha de poder. ¿Cómo terminará?

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Cada vez que la humanidad se aventura en un nuevo territorio, le siguen la competencia y la guerra “Siempre que los humanos van a algún lugar”, observa sagazmente el analista geopolítico y autor Brandon Weichert, “eventualmente terminan peleando por él. Después de todo, es la naturaleza humana. Y dado que la naturaleza humana es imperfecta e inalterable, eventualmente habrá una guerra en el espacio —la pregunta es cuándo, no si es que ocurrirá” (Winning Space: How America Remains a Superpower [Ganar el espacio: por qué Estados Unidos sigue siendo una superpotencia], p. 36).

Lloyd Austin, el general de cuatro estrellas retirado que ahora sirve como secretario de defensa de los Estados Unidos, ha hecho eco de la inevitabilidad de los conflictos espaciales diciendo que el espacio es “un campo de guerra” y “un escenario de gran competencia de poder”.

Aunque no es muy probable que en el futuro cercano las guerras se libren exclusivamente en el espacio, los conflictos espaciales sí determinarán el resultado de lo que ocurra en tierra firme.

Los cada vez más abarrotados campos de batalla que se encuentran sobre los cielos de Ucrania y Gaza demuestran que los conflictos en el espacio serán una parte esencial de lo que ocurre abajo.

Rusia ha intervenido incansablemente las señales de GPS ucranianas que se usan para navegación y mapeo, mientras que Ucrania ha usado satélites Starlink cruciales, provistos por Elon Musk, para controlar drones, rastrear naves de guerra, destruir centros de comando e identificar fosas comunes.

En su guerra contra Hamás, Israel ha dependido ampliamente de la tecnología satelital para sus drones y sus sistemas de defensa Escudo y Flecha.

Sputnik y la era de la astropolítica

Si bien en general se considera benigna, la exploración espacial se ha militarizado desde la primera vez que el ser humano atravesó la atmósfera.

El “momento Sputnik”, cuando los soviéticos se convirtieron en los primeros que lanzaron un satélite al espacio (1957), sobrecogió a los ciudadanos de occidente. Apenas más grande que una pelota de playa, con un peso de sólo 83 kilogramos, el satélite Sputnik contenía un interruptor barométrico, un sistema de control térmico, un ventilador, un transmisor de radio, baterías y casi nada más. Pero simbolizaba el control de los cielos.

Los soviéticos más tarde pusieron al primer perro y el primer humano en órbita, antes de que los estadounidenses dieran el gran salto de poner al primer ser humano en la Luna. Lo único que detuvo los diseños soviéticos de estaciones de batalla con armas nucleares en órbita fue la decadencia económica de la Unión Soviética

Dominio estadounidense en el espacio

Estados Unidos ha sido la potencia dominante en el espacio durante más de cuatro décadas. Su habilidad para proyectar poder militar en la actualidad se basa casi por completo en su respaldo espacial. Esta supremacía sustenta todos los aspectos de su poder nacional, incluyendo el diplomático, el económico y el de seguridad nacional. También influye en su voluntad política para tomar acción, debido a la ilusión del conocimiento absoluto de los despliegues y las intenciones enemigas.

Los expertos en milicia destacan que en la Segunda Guerra Mundial alcanzar objetivos individuales a menudo requería de cientos de bombardeos y miles de bombas. Pero para el tiempo de la Operación Tormenta del Desierto en 1991 —conocida como la primera guerra espacial de Estados Unidos— un solo misil, guiado con extrema precisión por un satélite GPS, podía hacer el trabajo.

Actualmente, más del 70 por ciento de las armas estadounidenses depende de satélites para funcionar. El Pentágono se ha valido de la maestría y destreza técnicas para superar las desventajas numéricas.

“Muchos analistas occidentales”, nota Weichert, “alivian sus preocupaciones acerca de las vulnerabilidades de occidente en Europa proclamando las glorias del elixir mágico de la alta tecnología estadounidense”

Explotando la vulnerabilidad de Estados Unidos

Pero mientras Estados Unidos daba su dominio en el espacio por sentado, los chinos analizaban diligentemente la milicia americana. Estudiaron las invasiones norteamericanas de Afganistán en el 2001 y de Irak en el 2003; y sus éxitos en el campo de batalla (los miles de bombas y misiles de crucero guiados por satélites con precisión devastadora) se atribuyeron a su supremacía espacial.

Los estrategas militares chinos astutamente identificaron esta dependencia de la milicia estadounidense como un potencial talón de Aquiles. Sin lo que China llama “la magia americana” de la comunicación, navegación, inte -

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ligencia y precisión satelital, las fuerzas armadas de Estados Unidos quedarían extremadamente vulnerables.

En las últimas dos décadas, China ha explorado muchas maneras de explotar esta debilidad percibida para ganar ventaja en el espacio. Beijing ha invertido mucho en sus esfuerzos por convertirse en la nueva hegemonía mundial para el año 2049.

Como resultado, los satélites de los que depende la milicia de Estados Unidos son ahora más vulnerables que nunca.

La nueva geografía

Los expertos militares y geopolíticos entienden desde hace mucho el valor de dominar las “tierras altas” estratégicas. Ahora, el dominio de la órbita terrestre baja se considera cada vez más la clave para controlar todas las guerras y, según algunos, el destino de la humanidad.

Estados Unidos actualmente se encuentra en una segunda carrera espacial. La supremacía en la órbita terrestre baja se percibe como un “cuello de botella” estratégico, como el Canal de Suez, el estrecho de Ormuz o Malaca.

Ataque sorpresa en órbita

Las futuras victorias en tierra, aire o agua serán para la potencia que controle el espacio. La capacidad de bloquear los esfuerzos de reconocimiento, las comunicaciones y los satélites de navegación enemigos los incapacitaría para siquiera apuntar sus armas.

El ex jefe del Estado Mayor Conjunto, Mark Milley, destacó esto cuando advirtió que “el próximo Pearl Harbor podría ocurrir en el espacio”. Un ataque sorpresa de esta índole podría dejar ciega a la milicia estadounidense.

Esta clase de ofensiva podría venir de China o su socio espacial estratégico, Rusia. También podría involucrar un arma de pulsos electromagnéticos espacial proveniente de los estados rebeldes de Corea del Norte o Irán. Y, en la práctica, esas armas podrían enviar a Estados Unidos de vuelta al siglo XIX

De vuelta al pasado

La mayoría de las personas no se da cuenta de cuánto dependemos del espacio. La tecnología espacial es crítica para todo lo que hacemos, desde los sistemas bancarios hasta la predicción del clima. Sostiene muchos aspectos de la vida moderna, y cualquier alteración en esta área resultaría en el caos de las redes económicas y comunicacionales a nivel global.

Un ataque sorpresa en una constelación satelital podría destruir la economía, bloquear la comunicación y producir apagones masivos que paralizarían a la sociedad moderna (especialmente a los Estados Unidos).

La “tierra alta” estratégica

Como una superpotencia en ascenso, China está buscando maneras de aventajar a Estados Unidos y tiene la mirada puesta en el espacio. Su objetivo es controlar la “tierra alta” definitiva para anular la actual superioridad militar de Estados Unidos incapacitando a las flotas especiales que le dan a su milicia la ventaja tecnológica.

En una entrevista realizada en el 2021, el general David Thompson, en ese entonces vicedirector de operaciones espaciales para la Fuerza Espacial de los Estados Unidos, dijo que Rusia y China lanzan ataques a los satélites norteamericanos “todos los días”. Se refirió a ellos como “ataques reversibles” (que no causan daño permanente), pero es evidente que Rusia y China están constantemente buscando vulnerabilidades.

China ha desarrollado misiles de precisión dirigidos capaces de derribar satélites, máquinas electrónicas de interferencia y láseres terrestres capaces de cegar a los satélites en órbita, además de pequeños satélites de maniobra equipados con brazos robóticos que pueden atrapar, capturar o aplastar otros satélites.

Los recientes logros del programa militar espacial de China incluyen:

• China es el único país que ha aterrizado exitosamente en la luna durante el siglo XXI y lo ha hecho tres veces. En el 2019, su programa espacial fue el primero que logró aterrizar en el lado oscuro de la luna.

• China orbitó, aterrizó y desplegó un explorador en Marte en el 2021 y planea enviar astronautas chinos a la luna para el 2030.

• China está desarrollando planes en conjunto con Rusia para construir una base en la luna y ya es el único país que opera su propia estación espacial, el Tiangong 3.

• En el 2020, Beijing completó BeiDou, una enorme red de navegación, para competir con el sistema de posicionamiento global americano (GPS).

• Entre el 2019 y el 2021, China duplicó su armada de satélites en órbita lanzando un satélite aproximadamente cada seis días en el 2022. China ha lanzado los primeros satélites de su constelación de banda ancha Guowang, la cual eventualmente tendrá 13.000 sa-

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télites, y está planificando un segundo proyecto, la constelación G60, que añadiría 12.000 satélites más.

• Se predice que para el 2026 China habrá desarrollado un creciente arsenal de más de 200 antisatélites para cegar, encandilar o capturar satélites rivales.

• China lanzó su propio avión espacial robótico reutilizable, llamado Shenlong (“dragón divino” en chino) en el 2020. La nave se parece al misterioso avión espacial americano X-37B, que es una versión robótica en miniatura del Transbordador espacial retirado de la NASA.

El sueño de China

Hace algún tiempo, cuando Estados Unidos y la Unión Soviética competían por supremacía en una carrera espacial épica, el presidente Mao Zedong se lamentó de que China no pudiera lanzar ni siquiera una papa al espacio. Pero China ha avanzado mucho desde entonces.

El presidente actual, Xi Jinping, considera el programa espacial como un orgullo nacional y parte de su sueño para China: “Explorar el vasto universo, desarrollar la industria espacial y hacer de China una potencia en el espacio es nuestro sueño eterno”.

Otros sueños nacionalistas (como someter a Taiwán al control de la comunista Beijing), dependen del dominio de la estratégica “tierra alta” que es el espacio.

El problema es el hombre, no el espacio

El filósofo francés del siglo XX Raymond Aron escribió durante el amanecer de la era espacial, antes de la invención de las maravillas tecnológicas actuales. Aún así, Aron fue capaz de predecir el dilema que la humanidad tendría con el espacio: “Si no es una revolución en el corazón del hombre y la naturaleza de los estados, ¿qué milagro podría impedir que el espacio interplanetario se utilice con fines militares?”.

Estas palabras hacen eco a lo que la Biblia reveló milenios antes cuando afirmó que la guerra existe dondequiera que el hombre vaya: “Quebranto y desventura hay en sus caminos… y no conocieron camino de paz” (Romanos 3:16-17).

¿Habrá paz en el espacio?

La Biblia revela que, en el tiempo del fin, ocurrirán varios eventos espectaculares en los cielos, incluyendo una gran guerra en contra de lo que la gente creerá que es un “invasor” del espacio. El libro de Apocalipsis des -

cribe lo dramático que será el regreso de Jesucristo a la Tierra. Él no requerirá de satélites ni armas espaciales; y no regresará de forma clandestina o secreta.

Todo el mundo “[verá] al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria” (Mateo 24:30). Su regreso será visible, estridente e inconfundible; la Biblia compara este evento con la caída de un rayo o una gran luz en el cielo (v. 27). Se escuchará un gran sonido de trompeta por toda la Tierra (v. 31) y también un gran grito anunciando el inminente regreso de Jesús y la resurrección de los muertos (1 Tesalonicenses 4:16).

A pesar de su impresionante intervención, Cristo no será aceptado como el Salvador de la humanidad al principio, sino que será considerado una amenaza para el poder de la humanidad.

Se “lamentarán todas las tribus de la tierra” y, en un estado de gran engaño, saldrán a pelear contra Jesús (Mateo 24:30). Pero la fuerza combinada de todo el poder militar de las naciones (probablemente incluyendo todas sus armas espaciales) no será suficiente.

Jesucristo glorificado “saldrá… y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente” (Zacarías 14:3-4).

El apóstol Juan ilustra este dramático evento en Apocalipsis 19:12-16: “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES”.

Jesús pondrá fin a la carrera espacial de una forma impresionante. Como el victorioso Príncipe de Paz, establecerá su gobierno para liderar a todas las naciones y acabar con todas las guerras en la Tierra y los cielos.

Descubra más acerca de los eventos que pronto ocurrirán y el futuro de la humanidad en nuestro folleto gratuito El libro de Apocalipsis: la tormenta antes de la calma .

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CRISTIANISMO EN PROGRESO

Cómo “examinarlo todo“

Dios, por medio del apóstol Pablo, nos instruyó a “examinadlo todo”. Pero, ¿qué significa eso exactamente y cómo se supone que debemos hacerlo?

Pablo concluye su carta a la iglesia en Tesalónica exhortando a los cristianos a “examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21).

Éstas son de las instrucciones más importantes que puede recibir un cristiano en su proceso de formación.

Pero, ¿cómo funciona exactamente ese proceso?

¿Examinadlo todo?

Esto quiere decir… ¿todo?

Afortunadamente, no.

¿Cuál es el contexto de “todo”?

Dios no pretende que evaluemos la veracidad de cada idea, concepto y teoría que encontramos. Si usted ha pasado algún tiempo en Internet, está consciente de que sería una tarea imposible y enloquecedora —hay demasiadas ideas ridículas y no hay tiempo suficiente para refutarlas todas.

Para entender lo que Pablo quería decir con “examinadlo todo”, tenemos que entender dos conceptos.

El primero, es la idea de “todo”. En griego, Pablo estaba usando una sola palabra — pas . Pablo no se refería a literalmente probar todo en el mundo. Pas nos pide que tengamos en cuenta todo lo que encaja dentro de los límites del tema que se está discutiendo.

Esto significa que necesitamos algo de contexto. Los traductores abordaron 1 Tesalonicenses 5:20-22 como tres conceptos diferentes. “No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal”.

Pero en algunas traducciones, como la Nueva Versión Internacional, esos tres versículos se convierten en una sola frase: “no desprecien las profecías, sométanlo todo a prueba, aférrense a lo bueno, eviten toda clase de mal”.

La profecía es más que una predicción del futuro inspirada por Dios. En términos generales, en el Nuevo Testamento, profecía puede significar cualquier mensaje emitido bajo la influencia de Dios.

El apóstol Pedro lo explicó de esta manera: “entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:20-21).

Con el contexto correcto, es un poco más claro lo que Pablo tenía en mente cuando les dijo a los tesalonicenses que examinaran pas . Les estaba advirtiendo que no ignoraran o rechazaran la idea de que Dios se podía

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comunicar por medio de mensajes inspirados por Él — pero al mismo tiempo recordándoles que examinaran esos mensajes.

Como cristianos en formación, nunca debemos rechazar la idea de que Dios tiene cosas muy importantes para decirnos —pero si hay algo que afirma provenir de Dios, tampoco debemos aceptarlo ciegamente.

Siempre debemos ponerlo a prueba

¿Qué significa poner a prueba?

Pero, ¿cuál es la prueba? ¿Cómo podemos poner a prueba algo que afirma ser (o simplemente parecer ser) inspirado por Dios? Éste es otro concepto que debemos entender si queremos poner en práctica la instrucción de Pablo.

En una columna pasada de “Cristianismo en progreso” (“‘ Examinaos a vosotros mismos’: ¿qué significa ser reprobado? ”), hablamos acerca de la instrucción

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de Pablo de examinarnos o ponernos a prueba en 2 Corintios 13:5.

En ese pasaje y en este, Pablo utilizó el verbo griego dokimazo —una palabra que describe revisar algo para confirmar que es genuino. Los encargados de verificar las monedas romanas descartaban las falsificaciones en el mercado raspando una moneda para asegurarse de que el material del interior coincidía con el del exterior. Probaban (dokimazo) las monedas para asegurarse de que eran auténticas (dokimos) y no falsificaciones (adokimos).

Asimismo, Pablo nos anima a corroborar cualquier mensaje que parezca profético —esto es, emitido bajo la inspiración de Dios. Para poner algo a prueba (dokimazo) debemos mirar más allá de su apariencia y analizar su contenido.

Pablo dijo “aférrense a lo bueno, eviten toda clase de mal” (1 Tesalonicenses 5:21-22, NVI). Las palabras griegas que Pablo utiliza para “bueno” y “mal” (kalos y ponero s) pueden referirse tanto a la apariencia física como al valor moral. Cuando ponemos a prueba un mensaje examinando su contenido, ¿qué vemos? ¿Es bueno —placentero, bonito y moralmente correcto? O, por el contrario, ¿es malvado —retorcido y perverso?

Poner a prueba implica tener parámetros

Esta orden de mirar más allá de la apariencia exterior de algo es de vital importancia.

Es fácil que un mensaje suene bien —que esté bien expresado, bien escrito, bien presentado. Pero ser un orador cautivador o un escritor convincente no hace que el mensaje sea correcto y verdadero.

Satanás, el diablo, es el mejor ejemplo de esto —un ángel malvado y rebelde que vende estilos de vida de autodestrucción y miseria, pero que sabe cómo hacerse pasar por “un ángel de luz” (2 Corintios 11:14). Es un maestro del engaño con miles de años de experiencia en hacer que lo malo parezca bueno y lo bueno parezca malo.

Si queremos determinar si un mensaje viene de Dios, tenemos que compararlo con la Palabra que Él ya nos ha dado. “¡A la ley y al testimonio!”, declaró Isaías. “Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Isaías 8:20).

(Si usted todavía está en la tarea de corroborar la Biblia, nuestro folleto ¿Es cierta la Biblia? está diseñado para ayudarle en ese proceso.)

Los mensajes futuros de Dios nunca van a contradecir sus mensajes pasados. Dios Padre y Jesucristo son los mismos “ayer, y hoy y por los siglos” (Hebreos 13:8). Ningún mensaje que intente eludir, esquivar o reinventar las verdades de la Biblia proviene de Dios .

Debemos confiar en la voz del pastor

Todo se reduce a esto:

No podemos poner a prueba las palabras que escuchamos a menos de que estemos familiarizados con las palabras con las que las ponemos a prueba.

Jesús dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen” (Juan 10:27), “Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños” (v. 5).

¿Reconoce usted la voz de su pastor?

No hay atajos ni trucos. La única manera de familiarizarse con esa voz es estudiando y viviendo por sus palabras. Entre más tiempo le dediquemos a poner atención a lo que Dios nos dice en su palabra inspirada, más fácil será para nosotros reconocer cuando otros mensajes provengan de la voz del Pastor —o de un extraño.

Cuando Moisés les estaba leyendo la ley de Dios a los israelitas que estaban a punto de entrar a la Tierra Prometida, les advirtió: “Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy que ames al Eterno tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y el Eterno tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella… escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando al Eterno tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días” (Deuteronomio 30:15-16, 19-20).

La vida y el bien. La muerte y el mal. No podemos esperar reconocer estas características a no ser que permanezcamos profundamente conectados con los caminos, mandamientos, estatutos y juicios del Señor nuestro Dios.

Por nuestros propios medios, no sabemos cómo son realmente el bien y el mal. Pero si la voz del Pastor nos guía, podemos aprender a distinguirlos.

Armados con ese conocimiento, estaremos más que preparados para seguir las instrucciones de Pablo:

“No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal”.

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DIOS de Maravillas de la creación

Hipopótamos muy, muy hambrientos

¿Puede dimensionar cómo se ven 40 kilos de pasto? Yo por lo menos no. Pero eso es aproximadamente lo que come un hipopótamo cada noche antes de volver al agua para descansar y refugiarse del caliente sol africano.

El problema para un mamífero de varias toneladas que intenta tomar una siesta bajo el agua es, obviamente, la respiración. Pero Dios tuvo esto en cuenta cuando diseñó al hipopótamo. Además de orejas y fosas nasales que se cierran cuando los hipopótamos se sumergen, Dios les dio a estos animales un reflejo automático que les permite salir a la superficie para respirar y volver a sumergirse ¡sin despertar!

Los hipopótamos también tienen una fuerza

increíble. Con una mandíbula que puede abrirse 180 grados, una mordida tres veces más fuerte que la de un león, y un afilado diente canino que crece hasta 50 centímetros y puede perforar el casco de un bote, el hipopótamo es poderoso y temido tanto en el agua como en la tierra. Los hipopótamos pueden correr más rápido que los humanos y, cuando se enojan, son uno de los mamíferos más mortíferos.

De hecho, algunos académicos especulan que el behemot mencionado en Job 40:15 en realidad se basa en el hipopótamo.

Fotografía: hipopótamo (Hippopotamus amphibius)

Fotografía por James Capo

Texto por James Capo y Jeremy Lallier

Jesús y las sanaciones en el sábado: ¿qué podemos aprender?

Jesús fue acusado de quebrantar el sábado porque sanó a algunas personas durante ese día. ¿Significa esto que quebrantó el sábado?

¿Qué podemos aprender de esas sanaciones de Jesús en el día santo?

En nuestro último artículo preguntamos, ¿guardó Jesús el sábado? Demostramos que definitivamente sí lo guardó y también se declaró “Señor del sábado” (Marcos 2:28).

A pesar de esto, sus enemigos lo siguieron acusando de quebrantar el sábado en múltiples ocasiones. Muchas de estas acusaciones se basaban en que Él sanó a varias personas en el sábado.

Los evangelios tienen el registro de siete sanaciones hechas por Jesús en el día sábado. Sus críticos argumentaban que sanar las afecciones de las personas constituía un trabajo. Según ellos, esto convertía a Jesús en un infractor del sábado y en un pecador.

¿Tenían razón al afirmar esto? ¿Las sanaciones de Jesús quebrantaban el sábado?

Teniendo en cuenta que la Biblia nos enseña inequívocamente que Jesús jamás pecó (Hebreos 4:15), sabemos que esas acusaciones son totalmente falsas.

Entonces, ¿cómo deberíamos entender las sanaciones de Jesús en el sábado? Si Él no era un infractor del sábado, ¿qué nos pueden enseñar?

El motivo y las implicaciones de las acusaciones

Antes de examinar las sanidades que hizo Jesús durante el sábado, tengamos en cuenta el motivo detrás de esas acusaciones.

Lucas escribe, “Y le acechaban los escribas y los fariseos, para ver si en el día sábado lo sanaría, a fin de hallar de qué acusarle ” (Lucas 6:7, énfasis añadido; ver también Marcos 3:2).

Su preocupación no era defender la santidad del sábado. Todo lo contrario, buscaban menoscabar la credibilidad de Jesús.

No obstante, si analizamos cuidadosamente esas acusaciones, vemos que revelan aspectos acerca de la forma como Jesús guardaba los sábados que no hubiéramos ni imaginado.

Pensemos que las sanidades y el hecho de que los discípulos comieran grano fueron las únicas acusaciones que los enemigos de Jesús le hicieron con respecto al sábado.

No lo acusaron de hacer trabajos de carpintería en el sábado. No lo acusaron de pescar durante el sábado. No lo acusaron de no reunirse el sábado. No lo acusaron de emplear siervos el sábado. Podríamos seguir y seguir con la lista de acusaciones que no le hicieron.

Éste es el punto: no trataron de acusarlo de actividades evidentes e innegables de quebrantar el sábado porque Él nunca hizo ninguna de esas cosas . Por ser tan corruptos como eran, los fariseos no eran tan tontos como para inventar acusaciones que podían ser fácilmente refutadas.

No pudieron sorprenderlo quebrantando ninguna instrucción bíblica para observar el sábado, así que ba-

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saron sus acusaciones en sus tradiciones orales y en sus interpretaciones.

Los judíos habían desarrollado tradiciones orales acerca de la atención médica en el sábado. Los fariseos trataron de usar estas leyes extrabíblicas contra Jesús porque sanaba durante el sábado. Aunque el sentido común debería reconocer que la sanidad milagrosa no es llevar a cabo un procedimiento médico, era su única actividad sabática que ellos podían tratar de interpretar como pecaminosa.

Así que examinemos tres casos en los que lo acusaron de quebrantar el sábado por sanar a algunas personas .

Jesús sana a un hombre con una mano seca el sábado (Mateo 12, Marcos 3 y Lucas 6)

En este caso, Jesús entró en una sinagoga y encontró a un hombre con una deformidad en la mano.

Jesús, el centro de atención en el recinto, le pidió al hombre que se pusiera de pie, así todos podrían ver cuál era su condición. Luego preguntó: “¿Es lícito en el sábado hacer bien, o hacer mal?, ¿salvar la vida, o quitarla?” (Lucas 6:9).

Lo que realmente es relevante, es si Dios considera que es pecado ayudar de esta manera a una persona en el sábado. No había involucrado ningún trabajo físico. Jesús sanaba simplemente hablando o por medio de algún contacto físico con la persona.

Jesús también estaba exponiendo la flagrante hipocresía de sus opositores. Semanas antes, un grupo había intentado matar a Jesús arrojándolo por un acantilado

en el sábado (Lucas 4:16, 28-29). Sus enemigos estaban ansiosos por condenarlo por sanar, pero no tenían ningún reparo en asesinar públicamente durante el sábado.

Nadie respondió, así que Jesús contestó su pregunta por medio de una acción, “Y mirándolos a todos alrededor, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su mano fue restaurada” (Lucas 6:10).

En lugar de alegrarse porque un hombre había sido librado de una discapacidad que lo había aquejado durante toda su vida, sus acusadores “se llenaron de furor” (v. 11).

Al responder esa pregunta, Jesús demostró que como “Señor del sábado”, Él era el que tenía la máxima autoridad para definir cómo se debe guardar el sábado de una manera correcta .

Jesús sana una mujer en el sábado (Lucas 13)

Otro sábado, mientras enseñaba en la sinagoga, Jesús encontró a una mujer encorvada con una grave dolencia en la columna vertebral. La llamó, le impuso las manos y la sanó, permitiéndole ponerse de pie y caminar con normalidad.

Al ver esto, el líder de la sinagoga exclamó indignado que las sanaciones sólo debían hacerse en los seis días laborables de la semana.

Jesús le respondió: “¡Hipócrita!, ¿no desatáis vosotros vuestro buey o vuestro asno del pesebre y lo lleváis a beber en sábado?” (v. 15).

Luego, Jesús señaló que sanar en el sábado no quebrantaba el sábado, todo lo contrario, magnificaba su

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significado. “Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en sábado?” (v. 16).

En otras palabras, se trataba de una cuestión de libertad y descanso —no de trabajo. Estuvo atada por esta limitación durante 18 años. Era una carga que le hacía la vida extremadamente difícil e incómoda. Ahora estaba libre de esta aflicción y descansaba de sus molestias. Esto evidencia el descanso espiritual que proporciona el sábado.

Las sanaciones de Jesús en el sábado reflejan vívidamente que el sábado es un día de libertad y descanso de las cargas físicas, anunciando el futuro descanso prometido del Reino de Dios .

Jesús sana a un hidrópico (Lucas 14)

En otro sábado, Jesús estaba presente en una cena cuyo anfitrión era un prominente fariseo. En esta reunión, de nuevo, los fariseos “le acechaban” (v. 1) para poder sorprenderlo en algo que pudieran usar en su contra.

En esta comida también había un hombre con hidropesía o edema. Ésta es una enfermedad en la cual el líquido se acumula en el tejido y causa una hinchazón extrema en diferentes partes del cuerpo, haciendo que la movilidad sea dolorosa y difícil.

Al ver al hombre afligido, Jesús percibió lo que intentaban hacer y preguntó directamente: “¿Es lícito sanar en sábado?” (v. 3).

Esto fue brillante porque partían de la premisa de que sanar en el sábado era pecado, así que los desafió a que lo defendieran. Tendrían que intentar una explicación compleja e intrincada de sus tradiciones orales o simplemente no responder. Optaron por lo segundo.

Jesús, una vez más, respondió a la pregunta por medio de la acción. Lucas escribe: “Él, tomándole, le sanó” (v. 4).

Luego, Jesús compartió una situación cotidiana para demostrar por qué esto no era un pecado. “¿Quién de vosotros, teniendo un asno o un buey que haya caído en un pozo, no lo sacará inmediatamente en sábado?” (v. 5).

Su argumento era sencillo: si uno se esfuerza por aliviar el sufrimiento de un animal en el sábado cuando está en su mano hacerlo, ¿cómo puede ser pecado que el Hijo de Dios alivie el sufrimiento humano cuando puede hacerlo?

Después de todo, a los hombres les significaba mucho más esfuerzo y trabajo sacar a un buey pesado y posiblemente herido de una zanja que a Jesús simplemente pronunciar unas palabras.

Las lecciones de las sanaciones de Jesús en el sábado

Si usted desea estudiar las sanaciones que se hicieron en el sábado y no mencionamos en este artículo, las puede encontrar en Marcos 1:21-28 (un hombre poseído por un demonio), Marcos 1:29-31 (la suegra de Pedro), Juan 5:1-18 (un hombre cojo) y Juan 9:1-41 (un hombre ciego de nacimiento).

Entonces, ¿qué debemos aprender de estas sanaciones en el sábado?

Primero, las acusaciones siempre estuvieron basadas en las tradiciones orales e interpretaciones de los fariseos, no en las escrituras hebreas. Siempre es peligroso elevar la tradición humana al nivel de las Escrituras.

Segundo, las acusaciones estaban permeadas por un oscuro deseo de condenar, no por un deseo de defender la santidad del sábado. Al valerse del sábado como una simple herramienta para atacar, en realidad ellos mismos estaban siendo los infractores.

Tercero, el hecho de que fuera un asunto recurrente demuestra que Jesús defendió la santidad del sábado. Si Jesús hubiera venido a abolir el sábado, todo el asunto habría sido irrelevante. La primera vez que se presentó la acusación, Él pudo haber dicho que no importaba lo que hiciera en el sábado porque lo estaba aboliendo. Pero Jesús nunca dijo eso

Cuarto, la sanidad divina sólo es posible a través de Dios. La sanidad era un milagro provisto por medio del poder de Dios. Así como Dios escucha las oraciones que le hacen en cualquier momento, incluyendo el sábado, asimismo Dios sana y bendice a su pueblo, incluso en el sábado.

Quinto, las sanaciones de Jesús en el sábado en realidad llevan nuestro entendimiento acerca del sábado y su significado a un nivel mucho más profundo. Los milagros ofrecían descanso físico del sufrimiento en el día de reposo, resaltando el significado espiritual del sábado y dirigiendo nuestra atención al tiempo de descanso universal en el Reino de Dios.

Las sanaciones de Jesús en sábado demuestran su profundo amor por los seres humanos y por el sábado. Debemos desarrollar ese mismo amor por las personas y por el sábado de Dios a medida que continuamos esforzándonos para . . .

Andar como Él anduvo .

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Un hermoso punto de inflexión

Las olas del Mediterráneo golpeaban suavemente la costa bajo el sol de verano. Los turistas caminaban sin prisa por el paseo del puerto. Es un destino perfecto para vacacionar y la gente viene de todo el mundo para disfrutar lo que ofrece: playas, una cocina maravillosa, vida nocturna animada y una larga y legendaria historia

Fue esa historia lo que nos llamó la atención a mi esposa y a mí.

Pafos, en la costa occidental de Chipre, está a poca distancia de una gran roca en la costa sur, el lugar donde nació la diosa griega Afrodita según la mitología. Pero nosotros no fuimos ahí por esa clase de historia.

El palacio del procónsul

En el parque arqueológico, estudiamos vestigios de grandes mansiones que datan de los primeros siglos de la era cristiana, incluyendo el palacio del procónsul romano. (Los procónsules eran los principales administradores de las provincias gobernadas por el senado romano.)

Conocido ahora como la Casa de Teseo, debido al magnífico mosaico en su interior, el complejo del procónsul ocupa varias cuadras de la ciudad. Y aunque la mayoría de los vestigios que vimos probablemente eran posteriores a la historia que estaba en mi mente, el lugar podría ser el mismo.

Hechos 13 relata la historia de cuando Dios envió a Bernabé y Pablo en su primer viaje evangélico. Guiados por el Espíritu Santo, ambos zarparon hacia Chipre y llegaron a Salamina, en la costa oriental, para avanzar hacia el occidente predicando el evangelio de sinagoga en sinagoga hasta llegar a Pafos

El procónsul, el hechicero y Pablo

El procónsul romano, Sergio Paulo, había oído hablar de su predicación y los mandó llamar. Tal vez estaba interesado en su mensaje o tal vez quería determinar si iban a inquietar a su provincia —o tal vez ambas cosas.

Pero esto preparó el escenario para un cambio profundo en la predicación del evangelio. Mientras Pablo le explicaba la verdad a este aristócrata romano gentil, un consejero de su corte llamado Barjesús, con el apodo de Elimas, que significa hechicero, intentó elevar su reputación enfrentando a Pablo.

Entonces, Dios hizo un milagro, el primero registrado en el ministerio de Pablo: “Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos, dijo: ¡Oh, lleno de todo engaño

y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor? Ahora, pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y serás ciego, y no verás el sol por algún tiempo.

“E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano. Entonces el procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina del Señor” (Hechos 13:9-12).

Un punto de inflexión

Este evento marcó varios hitos: fue el primer milagro en el ministerio de Pablo; la conversión de un oficial romano de alto rango; y la revelación de Dios para Pablo de que no debía predicar sólo en las sinagogas, sino que también debía predicarles activamente a los gentiles que no tenían relación previa con el cristianismo.

Desde este punto en el libro de Hechos, Saulo (su nombre hebreo) casi siempre es llamado Pablo (su nombre griego). Y, mientras que antes Pablo tenía un papel subordinado —con referencias a “Bernabé y Saulo” (v. 2)— desde entonces sería “Pablo y sus compañeros” (v. 13). Dios estaba impulsando al apóstol de los gentiles (Romanos 11:13) a aceptar su llamamiento.

Y los turistas seguían vacacionando, ajenos a la poderosa obra que Dios hizo en ese lugar

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POR CIERTO
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¿Sigue siendo relevante hoy el Sermón del Monte?

Jesús lo enseñó para que fuera relevante para cualquier persona y en cualquier época de la historia humana... especialmente ahora.

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