Ana Martínez de Aguirre Guinea Vitoria-Gasteiz, España
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Crónica familiar sobre la consagración de Mons. David
Cuando en el mes de Julio nos enteramos del nombramiento como Obispo Coadjutor de Puerto Maldonado de David, nos quedamos preocupados. Por él, por el cambio que suponía en su vida y en lo que él siempre había querido. Nos surgían mil preguntas que queríamos resolver. Tuvimos que esperar su llegada a Vitoria, durante el mes de Agosto, para que nos contara todos los planes que había previstos para su consagración. En primer lugar, la fecha y el lugar. Nos hubiera gustado que hubiese sido en Vitoria, en nuestra parroquia, esa que David ha plasmado en su escudo. Entendíamos que no era posible, así que nos dispusimos a preparar el viaje a Perú. Porque sabíamos que a él le hacía mucha ilusión y nosotros teníamos muy claro que debíamos estar a su lado, acompañándole. En ningún momento se nos planteó la duda de no venir a Perú. Mucha gente nos hubiese acompañado, pero no era un viaje de turismo. Al final, junto con dos de los frailes de Vitoria, Fr. Mitxel y Fr. Juan Carlos, Fr. Hilario desde Roma, las tías, Coro y nosotros cuatro (papá y mamá, Ernesto y yo) hicimos la maleta y empezamos el día 8 nuestro viaje con rumbo a Puerto Maldonado. Llegamos tempranito el día 9 a Lima, donde los frailes del Convento de Santa Rosa de Lima, nos acogieron de maravilla. Mil gracias por todo. Pasamos un día bonito con ellos, y el día 10 embarcamos hacia Puerto Maldonado. En el aeropuerto ya comenzamos a ver a monjas y obispos, y como íbamos documentados, se nos acercaban a saludar, ¡a nosotros, que no somos nadie! Conocer al Sr. Nuncio fue una agradable sorpresa, por su simpatía y cercanía. Ya nerviosos todos, porque íbamos a ver, por fin, a David, llegamos a Puerto Maldonado. Además del calor insoportable, y de David, sonriente y contentísimo, la comitiva de recepción para el Sr. Nuncio que nos dejó alucinados. Ya estábamos allí, en la
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