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Alocución de Mons. David Martínez de Aguirre Guinea en el día de su Ordenación Episcopal
Queridos todos. Esto es una locura, ciertamente. Cuando el señor nuncio me comunicó que el papa me había nombrado obispo coadjutor del Vicariato, sentí que de repente me arrebataban del proyecto de vida que yo me había trazado. Fue como ir tranquilamente navegando por el río en canoa y sentir de repente que ya no había canoa, que me la habían arrebatado, viéndome flotando en el río, llevado por la corriente con temor a las oleadas y a los remolinos. Abrí la Biblia al azar y me topé con dos versículos de la carta a los Hebreos: "por la fe, Abraham, obedeciendo a la llamada divina, sin saber a dónde iba, partió a la tierra prometida"… "sacudámonos de nuestros pecados y cumplamos lo que se nos propone, con la mirada fija en Jesús, quien no tuvo miedo a la cruz". En estos tres meses, he tenido la oportunidad de conversar con el Sr. Nuncio y recibir de él todo su apoyo y su confianza. Me decía: David, el papa Francisco nos pide que busquemos pastores al servicio de la gente, no grandes canonistas, ni grandes teólogos, sino pastores. Tus hermanos han confiado en ti y el papa y mi persona también lo hacemos. Gracias Señor Nuncio. En esos días posteriores he recibido muchos mensajes y llamadas de todos ustedes, dominicos y dominicas, sacerdotes, religiosas, misioneros seglares, amigos. De verdad que me he sentido muy confortado y apoyado por todos ustedes.
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