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La noche del domingo la pasamos en el campamento del km. 48 de la carretera de Kepashiato a Kimbiri, en términos de la comunidad de Sankiveni. De nuevo dicho campamento está siendo habitado por una cuadrilla de trabajadores del Distrito que se ocupan en el mantenimiento de dicha vía. También estaban preocupados por la psicosis de la presencia de Gabriel, máxime porque habían oído, pocos días atrás, disparos y bombas muy cercanas. A la mañana siguiente vinieron a buscarnos para caminar con nosotros hacia la escuela de la comunidad que dista poco más de una hora. También la sensación que nos produjo fue de alarmante abandono. El maestro había desaparecido y según decían no vendría hasta octubre. El motivo siempre el mismo: el camarada Gabriel. Nos mostraron un cercano cerro, frente a la comunidad por donde discurre el gasoducto de Kamisea, que estaba abrasado y decían que ese fue el lugar bombardeado en un ataque de las fuerzas armadas contra un grupo de insurrectos. Los niños deambulaban por el siniestro lugar con evidentes muestras de desnutrición. La historia de esta comunidad es ciertamente desgraciada. Está formada por familias matsigenkas que huyeron de Aendoshiari por el despótico y permanente abuso de una sola familia. Otras familias escaparon hacia Matsokiato. Por más que clamamos a COMARU, nunca hicieron nada por intervenir ante esta situación de abusos de todo tipo que se nos han relatado. Para rematar la desgracia, vino la carretera de Kepashiato a Kimbiri que ha desmembrado la comunidad y al presente, muchas familias se están desplazando a lo largo de la carretera, viviendo de forma totalmente provisional, con abandono de chacras y viviendo casi en mendicidad. Con demasiada frecuencia se ve deambulando por esta carretera a familias enteras, muchachos en busca de trabajo y jovencitas expuestas o quizá dispuestas a montar en cualquier vehículo que las transporte hacia Kepashiato o Kimbiri, huyendo de la desgracia de su comunidad. Me cuentan que venden árboles entre 50 y 100 soles para poder disponer de plata que se utiliza más en caprichos que en alimentos. Hemos visto a algunos de estos jóvenes con costosos celulares tan solo para oir música. También la salud y sus responsables, brillan por su ausencia. De Sankiveni seguimos hasta el km. 10 en que entronca un ramal carretero que conduce, en una hora de carro, hasta muy cerca de la comunidad de Tivoriari. Por fin se han dedicado a fondo en fortalecer varios tramos, donde tras cada fuerte lluvia sucede un deslizamiento de negro lodo que nos ha hecho perder muchas horas y hasta días. En este momento se está ampliando desde la punta de esta carretera, el camino que pasa por Tivoriari, al otro lado del río Kumpiro, y va hacia Aendoshiari pasando por varias concentraciones colonas. Caminamos poco más de una hora hasta dicha comunidad atravesando el río en una oroya. A diferencia de las anteriores comunidades, ésta se muestra mucho más organizada y se notan sus mejoras: escuela nueva, energía eléctrica por pelton costeada por los mismos paisanos, casitas bien hechas de madera alrededor del campo y la escuela, mejoras de chacras para el cultivo de café, comedor y salón comunal y sobre todo los niños bien atendidos por sus dos maestros, que cuentan con 70

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