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todas las comunidades como iguales, sin tener el cuenta el nivel de desarrollo que han adquirido; el concepto de desarrollo oficial que no acepta la combinación del sistema tradicional con el capitalismo; el impedimento del desarrollo socioeconómico-cultural por ciertas ONG; el mantenimiento en la pobreza y en la exclusión del indígena por más de 1000 años; la falta de escuelas, postas médicas u hospitales, en muchas poblaciones indígenas; el sistema educativo bilingüe intercultural mal formulado; el no reconocimiento de los estudios superiores de los indígenas; la marginación de los estudiantes y profesionales católicos; la imposición de estatutos y el colectivismo marxistas en ciertas comunidades; el falso concepto de cultura que se impone a las comunidades; la obligatoriedad de que una comunidad sea monolingüe y monocultural y cerrada a la comunicación; el concepto de "aislado" que condena a la muerte a ciertas comunidades; la utilización de los indígenas nativos a los intereses extraños a los propios; la conversión del industrial en un nuevo patrón. Y, en general, porque el Estado pasa por alto sus obligaciones internacionales del Convenio 169 y de los Derechos de los indígenas de la ONU, no consultando sus propuestas y decisiones con los indígenas. Pero hoy el detonante de la toma de conciencia indigenista, como decimos, ha sido la promulgación de los Decretos 1015 y 1037. Este, y no otro, ha sido el detonante, pero no la razón principal. Por eso los intérpretes de lo acaecido no deben tomar los hechos como aparecen sino el significado de los mismos. Estos dos Decretos han sido derogados por el Congreso de la República el día 22 de agosto, con 62 votos a favor, 27 en contra y ninguna abstención. Se han dado quince días de gracia para que el Presidente de la República archive, derogue o acepte la Resolución de la derogatoria. Habrá una mesa de diálogo durante estos días para concretizar esta situación. Mientras tanto los abogados, los juristas, los asesores de las dos partes, los antropólogos, las ONG, los periodistas y los jefes de las Federaciones indígenas amazónicas, están analizando los decretos, los poderes, las conveniencias o no conveniencias, insultándose mutuamente, como si la razón principal del levantamiento indígena haya sido exclusivamente la imprudencia del presidente de la República y la publicación de estos Decretos y no un movimiento indigenista motivado por la marginación y exclusión general de los indígenas. Esta es una gran oportunidad que tienen los indígenas amazónicos para aclarar quiénes son y a dónde desean ir y convencer de ello al Presidente de la República con sus ministros, al Congreso y a la sociedad peruana. Pero corren el peligro de centrarse en los dos decretos y en la reivindicación de sus tierras, pasando por alto la real problemática que movilizó la protesta. La mesa de solución de conflictos que se va a instaurar próximamente debe mirar los conflictos con todas sus implicaciones y no solo desde el punto de vista jurídico y político, sino también antropológico e indigenista. (*) Artículo tomado del Boletín AMI, N° 28, Julio-Agosto.

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